2. Vanguardismo latinoamericano
El vanguardismo latinoamericano corresponde al período
de vanguardismo literario vivido en América Latina entre
fines del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, como
respuesta artística a un período de importantes cambios
sociales, enmarcados por eventos como la Primera Guerra
Mundial (1914–1918), la Guerra Civil Española (1936–1939)
y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Se desarrolló
fuertemente sobre todo a comienzos del siglo XX.
Este período también es considerado como el
posmodernismo hispanoamericano, debido a que surgió
como respuesta al modernismo hasta entonces imperante. A
este período artístico pertenecen diversas corrientes
poéticas, entre las que destacan el simplismo del
peruano Alberto Hidalgo, el creacionismo del
chileno Vicente Huidobro, el estridentismo del
3. Características:
Los poetas latinos Girondo, Oswaldo y Mario de
Andrade, Vallejo y Huidobro fueron referentes de la llamada vanguardia.
Ortega y Gasset identifica varios recursos de las vanguardias para romper con el
sentimentalismo y antropocentrismo del artista del siglo XIX, como son la
abstracción, autor referencialidad, puerilidad, ludismo, ironía, e incluso las
tendencias suicidas
Kahler sostiene que la vanguardia es el clímax de una tendencia destructiva de
la modernidad, que tiende a quebrar con los principios de coherencia y
organicidad que regían el arte occidental hasta el siglo XVIII. Se trata entonces de
una desintegración de la forma artística, como consecuencia de dos factores: un
interés romántico en las «fuerzas obscuras de la psique» (que culmina en
el absurdísimo y el automatismo vanguardista) y la «creciente inseguridad del
artista ante el lenguaje y la comunicación» (que se manifestó en un aumento
obsesivo del ejercicio metalingüístico).
Para Poggioli, por su parte, el término avant-garde se comenzó a consolidar,
durante la segunda mitad del siglo XIX, en el momento que al artista se le
comenzó a demandar una postura política activa, frecuentemente izquierdista y
siempre radical, de negación o renovación del statu quo. Las vanguardistas, para
el estudioso, se pueden caracterizar así por su «activismo» o entusiasmo
agitador, típicamente juvenil; su «antagonismo» o agresividad sistémica; su