1. Anoche me daba miedo dormir, no me atrevía a cerrar los ojos porque sabía qué pensaría en
ti.
No hay noche que no seas lo primero que se aparezca en mis sueños, ni día que intente
hablarte pero no me atreva, ni tarde en la que huya de mi mente para no imaginarme como
sería estar contigo paseando por la calle agarrados de la mano.
Pasan los minutos, las horas, los días, los meses...y no ha habido un solo segundo en el que no
me haya arrepentido por no estar a tu lado, que tonta fui dejándote marchar...
Tengo la necesidad de decirte lo que siento, pero el miedo al fracaso me condiciona
demasiado, soy demasiado cobarde para estar a solas contigo y decirte que te quiero, es más,
no podría dirigirte la palabra mirándote a los ojos porque siento vergüenza de mi misma.
Siento tantas cosas que no sé por dónde empezar, mi cabeza está hecha un lio y mi corazón,
que decir de ese pequeño músculo que habita en mi pecho, mi corazón late tan fuerte cuando
te tengo delante que tengo que dejar de mirarte para relajarme, es una sensación imposible
de describir, nada en el mundo me hace sentir así, simplemente tu mirada.
Necesito que me mires. Ya no te pido que me mires como lo hacías antes, simplemente tengo
la extraña necesidad de que tu mirada alimenta mi pasión y tus palabras me daban fuerzas
para seguir caminando.
Pero ahora, ahora ya no existe nada de eso, todos los sentimientos se van desvaneciendo poco
a poco, como si el viento me fuese arrastrando por un camino pedregoso, sin piedad, hay
dolor, no existe el consuelo para en desamor…
Siento que la llama se apaga, que nada, excepto tú, puede resucitar todo aquello que antes
intentaba conseguir, aquello que una vez tuve y que perdí, simplemente por miedo a mi misma
y por miedo a mis sentimientos. Ahora nada importa, todo se acabo el día que intente
decírtelo y no me dejaste.
Todo el mundo sabe que no hay viento favorable para el que no sabe dónde se dirige, y eso me
ha pasado a mí, no saber lo que quieres es muy duro para tus pensamientos, la cabeza te da
muchas vueltas y no sabes que hacer, que decir, ni que pensar, pero el destino ha querido que
tu y yo no sigamos el mismo camino, es duro, sí, he tardado mucho en darme cuenta pero
nunca es tarde para rectificar y de los errores se aprende.
El tiempo es dolor, y el dolor es ceguera, durante mucho tiempo mis ojos no veían más allá del
cuello de mi camisa, estaba cegada de ambición y dolor, la venda calló y eso solo puede
significar una cosa, la herida está curada aunque ha quedado cicatriz.
Aquí dejo escrito mi corazón haz con él lo que quieras, deberías saber que te pertenece desde
hace mucho tiempo.