1. Muerte de Francisco pizarro
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Asesinato de Francisco Pizarro a manos de los almagristas, según un grabado del siglo XIX. Una versión
muy extendida atribuye a Rada la estocada mortal en la garganta que acabó con la vida del marqués
gobernador.
Los partidarios de Almagro se agruparon en torno a su hijo Almagro el Mozo, con el fin de
acabar con el gobierno de Pizarro amenazando con matarlo. Los doce almagristas,
comandados por Juan de Rada iniciaron un complot con el que se abastecieron de armas. La
mañana del domingo 26 de junio de 1541, enterado de que su vida corría peligro, Pizarro no
salió a la misa dominical de la Catedral y la oyó en su casa. Luego de la misa, los almagristas
lo buscaron en la catedral, y después cruzaron la plaza en dirección al palacio del Marqués
Gobernador gritando: "Viva el Rey, muera el tirano". Pizarro, quien se encontraba almorzando
con un grupo de amigos, logró ser advertido con poco tiempo de que el grupo estaba a las
puertas de su residencia, por lo que dejó el comedor y pasó a armarse a su dormitorio.
Cuando regresó al comedor, sus invitados ya habían huido y solo quedaban su medio
hermano, Francisco Martín de Alcántara, Gómez de Luna y los pajes Tordoya y Vargas.
El historiador José Antonio del Busto relata la escena del asesinato de Pizarro:
Los asesinos, a cuyo frente venía Juan de Rada, subieron la escalera y hallaron en su puerta abierta
a Francisco de Chaves, quien tenía la orden de mantenerla cerrada. Suprimiendo todo diálogo, lo
mataron de una estocada y penetraron al comedor. El viejo Marqués, que por terminar de abrocharse
las coracinas había tornado a su dormitorio, salió al encuentro de los intrusos con la espada
desenvainada, reuniéndose con sus cuatro leales compañeros y dirigiéndose de modo particular a su
hermano para decirle: ¡A ellos, hermano, que nosotros nos bastamos para estos traidores! Los doce
almagristas se limitaron a mantenerse en guardia, gritándole con ira y odio: ¡Traidor!
La lucha se entabló sin ninguna ventaja para los de Chile. Al tiempo que luchaba, Pizarro enrostraba a
sus atacantes. Había tomado el primer puesto en la pelea y tanto era su brío que no había adversario
que se atreviera a propasar la puerta. En eso cayó Francisco Martín con una estocada en el pecho,
también los dos pajes y Gómez de Luna. Solo se puso entonces a defender el umbral, desesperando a
sus contrincantes que, acobardados, pedían lanzas para matarlo de lejos. No se retrajo por ello el
Marqués, antes bien, pretendiendo desanimar a sus enemigos, siguió combatiendo con más intensidad
que antes. Tan animoso se mostró, que Juan de Rada entendió que así no lo vencerían nunca y,
recurriendo a un ardid traicionero, tomó a uno de los suyos apellidado Narváez y lo empujó hacia
Pizarro; el Marqués lo recibió con su espada, pero el peso del cuerpo lo hizo retroceder, aprovechando
entonces los almagristas para penetrar el umbral a la carrera y rodearlo. Pizarro continuó la lucha, ya no
atacaba, se defendía. El anillo de asesinos giró con frenesí de odio, luego se cerró con intención de
muerte. Cuando el anillo se abrió, el Marqués estaba lleno de heridas, una de ellas en el cuello. Pizarro,
caído sobre el brazo derecho, tenía el codo lastimado; sus ropas estaban manchadas de sangre, ésta le
emanaba a borbotones, pero sin mostrar flaqueza ni falta de ánimo, trató de levantarse para seguir
luchando. Sin embargo, las fuerzas no le ayudaron y, todavía consciente, se desplomó sobre el piso
ensangrentado.
Sintiendo las ansias de la muerte, se llevó la mano diestra a la garganta y, mojando sus dedos en la
sangre, hizo la cruz con ellos; luego balbuceó el nombre de Cristo e inclinó la cabeza para darle un beso
a la cruz... Entonces uno de los asesinos le dio una estocada en el cuello, otro quiso ultimarlo y,
tomando una alcarraza, se la quebró en el rostro. El Marqués se desplomó pesadamente y quedó quieto
en el suelo. Así, mientras los asesinos salían gritando: ¡Viva el Rey, muerto el tirano!, y los rezagados
bajaban fatigados la escalera comentando ¡cómo era valiente hombre el marqués!, arriba —con el rostro
hundido en su sangre guerrera— yacía el Conquistador del Perú.
Análisis forense de sus huesos
2. Tumba de Francisco Pizarro en una capilla ubicada en la nave derecha de la catedral de Lima.
Epitafio:Aquí yace el [Marquez] Gobernador Don Francisco Pizarro. Conquistador del Perú y fundador
de Lima. Nació en Trujillo de Extremadura, España en 1478 y murió en Lima el 26 de junio de 1541. El
cabildo Metropolitano trasladó aquí sus restos el 18 de enero de 1985. Al cumplirse el 450 aniversario
de la fundación de la Ciudad. Dios lo tenga en su gloria. Amén
Sus huesos, que yacen en la catedral de Lima, fueron estudiados por el antropólogo forense
Edwin Greenwich Centeno en 2007, quien llegó a la conclusión de que Pizarro murió con al
menos veinte heridas de espada; cuenta con detalle la sucesión de hechos según las huellas
de las armas dejadas en los huesos. Greenwich afirma que por las evidencias «Pizarro se
defendió bravamente» ya que recibió una estocada que indica el vaciado del ojo izquierdo y
otro corte recto en el pómulo derecho. También le cercenaron de tajo parte del hueso de un
codo. También existen cortes en la sexta vértebra torácica, en el pecho, en la primera lumbar
y en el estómago.9
Entre las heridas más graves se encuentran dos que fueron mortales de necesidad: en la zona
de la garganta, entre la cuarta y quinta vértebra cervical. Se ve la impronta de una espada,
que entra, corta y fractura el hueso. Mientras que la otra lesión perimórtem o post mortem, es
un intento de decapitamiento que se ubica en la primera vértebra cervical, el corte vino desde
el lado derecho y se acercó a una arteria que lleva sangre al cerebro. Finalmente, las fracturas
en el cráneo, que son del cántaro con el que le golpearon al final.9
Estado de salud en el día de su muerte
Murió pasados los sesenta años de edad, un sobreviviente para su época; de complexión
robusta, sobrepasaba 1,74 m de estatura, sufría de artrosis y artritis, con problemas en sus
articulaciones. Tenía hernias discales. Sufría dolor y caminaba con dificultad. Ya no podía
cabalgar y no comía carne. Tenía crecimientos óseos por los talones, lo que indica que
caminó mucho en su vida.9
Legado[editar]
Palacio de la Conquista en Trujillo.
3. Estatua de Francisco Pizarro en Trujillo (España)
Pizarro en un billete español de 1000 pesetas de 1992
Después de su regreso del Perú, una notoriamente enriquecida familia Pizarro erigió en la
esquina sureste de la Plaza Mayor de Trujillo y al costado del Ayuntamiento, en la ciudad natal
del conquistador, un palacio de estilo plateresco del siglo XVI mandado construir por su
hija, Francisca Pizarro Yupanqui. Conocido como palacio de la Conquista, este opulento
palacio se estructura en cuatro plantas, siendo significativo el escudo de armas de la familia
Pizarro que se encuentra en el balcón de la esquina con su contenido iconográfico. En uno de
sus lados está Francisco Pizarro y en el otro, su esposa, la princesa inca Inés Huaylas, su hija
Francisca Pizarro Yupanqui y su esposo Hernando Pizarro. Coronan este edificio doce
elegantes esculturas que representan alegorías de los vicios y virtudes. Son notables sus
chimeneas, ventanas y artísticas rejas de forja.
El escultor estadounidense Charles Cary Rumsey (1879-1922) realizó una estatua ecuestre
del conquistador, de la que existen tres copias ubicadas en las ciudades
de Trujillo (España), Lima (Perú) y Buffalo (Estados Unidos).
En Perú existió una plaza Pizarro en una esquina de la Plaza Mayor de Lima donde se instaló
la estatua ecuestre de Pizarro; en 2003 el espacio fue rebautizado como Plaza Perú.