1. MI AMIGO EL SOL
Holaaaaa, holaaaaa, holaaaaaa,
Sí, me dirijo a ti que estás leyendo este cuento. Seguro que
esperas que te sorprenda con una historieta divertida, bonita
o ingeniosa… POR SUPUESTIíiiiiiiiiSIMO QUE SÍ, PERO
PRIMERO QUIERO PREGUNTARTE ALGO:
¿Te gustaría detener el tiempo? Mejor dicho… ¿Te gustaría
detener el tiempo, después del colegio, cuando estás
jugando con tus amigos?
No hace falta que me contestes, porque ya conozco la
respuesta, por eso te voy a contar una historia, una historia
increíble en la que un niño hace un pacto con el SOL
2. Esta es mi historia, me llamo Guillermo y tan solo tengo siete
años; todavía sé muy pocas cosas, pero tengo claro lo que me
gusta, y me gusta sobre todo, sobre todo, jugar, nunca me canso
de jugar y siempre me parece demasiado pronto tener que
volver a casa.
3. Mis papás los pasan muy bien
conmigo, dicen que soy muy
divertido y que todas las arrugas
que tienen son arrugas de felicidad,
siempre están sonriendo y, si lloran,
es de risa. Me dicen cosas tan
bonitas como que la felicidad es
estar a mi lado. Yo sí que estoy
feliz y contento de tener a mis
papás.
4. Desde hacía algún tiempo había
empezado a preguntarme por qué se
acababa tan pronto el día y no podía
quedarme jugando todo
el tiempo. Nunca veía la hora de
irme a casa. Sólo me enfadaba
cuando veía que el sol empezaba a
esconderse, me parecía una gran
tontería estar toda la noche
durmiendo, ¡vaya deperdicio de
tiempo!
5. Una tarde, cuando el sol empezaba a
marcharse, pensé en algo de repente y….
estiré mi brazo y, sujetando un largo palo
entre el sol y la montaña, le dije… “quieto
ahí, Solecito; quédate conmigo otro
poquito, no te escondas aún, dame otro
ratito de luz”. Soñaba despierto pensando
que el palo detendría al Sol en su bajada
tras la montaña
6. A continuación me pareció ver cómo el sol me
guiñaba un ojo. ¡Qué tonteria!, pensé al
instante pero aún así le dije al SOL:
“¿Seguro que quieres ir a la cama tan
pronto”? “NOOOOO”, respondió una voz
contundente y era el sol que, de repente, me
dijo: “Hola Guillermo, qué detalle que te
hayas dirigido a mí, por fin un poquito de
calor humano, jajajajajajajajaja ... muchísimas
gracias. ¿Sabes? Te observo siempre, me
gusta verte jugar desde aquí arriba, mientras
doy calorcito al día. Disfrutas tanto, tanto,
tanto, que te voy a regalar un ratito más de
sol, porque yo tampoco tengo ganas de
marcharme tan pronto a casa.”
7. No podía creerlo pero aún así seguí
jugando, exultante de alegría, porque
había conseguido alargar el día.
¿Cómo no se me había ocurrido antes
hacer esa pregunta al sol si yo llevaba
pensándolo mucho tiempo? Era
increíble que el día fuese un rato más
largo para poder jugar y jugar.
8. Luego el SOL me cuchicheó al oído: “ESTOY
MUY FELIZ PORQUE TE HAS DIRIGIDO A MÍ Y
NADA TE HA IMPEDIDO HABLARME. NO
OLVIDES QUE LO QUE IMAGINAS PUEDE
SER POSIBLE, que tus pensamientos pueden
crear tu realidad.”