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DIOS SE LUCIÓ
Ocho milagros de la Natividad
LA ÚLTIMA NAVIDAD
Desde una de las ciudades
devastadas por el tsunami
UN ÁRBOL DE VERDAD
¿Qué es lo principal de la
celebración?
Conéctate
CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA
Disponemos de una amplia gama de
libros, casetes, compactos y videos
que alimentarán tu espíritu, te infun-
dirán ánimo, ayudarán a tu familia y
proporcionarán a tus hijos amenas
experiencias educativas. Escribe a una
de las direcciones que se indican a
continuación o visítanos en:
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México:
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Diciembre 2005
Gabriel Sarmiento
Doug Calder
Doug Calder
Francisco López
AÑO 6, NÚMERO 12
DIRECTOR
DISEÑO
ILUSTRACIONES
PRODUCCIÓN
© Aurora Production AG, 2005. http://es.auroraproduction.com
Es propiedad. Impreso en Tailandia.
A menos que se indique otra cosa, todas las frases textuales de las Escrituras que
aparecen en Conéctate provienen de la versión Reina-Valera de la Biblia, © Sociedades
Bíblicas Unidas, 1960.
Conéctate
A NUESTROS AMIGOS
Gabriel, en nombre de Conéctate
Las cinco experiencias navideñas que publi-
camos en el presente número de Conéctate no
podrían ser más diversas. La última Navidad
(página 8), de Ike Suriwong, nos llegó de Phuket, Tailandia,
y trata de los niños con quienes compartió el mensaje de la
Navidad días antes que el tsunami del 26 de diciembre de 2004
devastara aquel idílico balneario. En Cadena de favores (página
7), Mario Sant’Ana encuentra la forma de difundir el espíritu de
la Navidad exponencialmente; en Música sanadora (página 12),
Erika Blecic descubre algo tan bueno que no puede guardárselo
para sí; en Un árbol de verdad (página 10), Nyx Martínez recuerda
unas pascuas de su infancia en las que no tenían dinero, pero sí
todo lo que importa de verdad; por último, en Milagro en el vuelo
IC814 (página 14), Rohit Kumar cuenta un suceso en el que inter-
vinieron ángeles en el aniversario número 2.000 de su aparición
en Belén.
Cada uno de esos relatos pone de relieve algo diferente. Sin
embargo, todos tienen algo en común: hablan de dar más que
de recibir. Y no se trata de dar para obtener alguna satisfacción
personal, sino de producir un efecto positivo y duradero en este
mundo nuestro tan desesperanzado. Es el tipo de generosidad
que George Matthew Adams explicó tan elocuentemente cuando
dijo: «Recordemos que el corazón de la Navidad es un corazón
dadivoso, un corazón completamente abierto que piensa primero
en los demás. El nacimiento del niño Jesús en Belén es el suceso
más importante de la Historia. Significó que sobre un mundo
enfermo se vertiese el bálsamo sanador del amor, el cual durante
2.000 años ha transformado los más diversos corazones. Debajo
de toda la pila de regalos late ese corazón de la Navidad».
¿Qué sorpresas te aguardan a ti y a los tuyos en esta Navi-
dad? He aquí el secreto para que esta sea la más dichosa que
hayas tenido hasta la fecha: que toda ella se centre en dar. ¡Feliz
Navidad!
2 www.conectate.org | CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12
EN 1994 DOS ESTADOUNIDENSES aceptaron una
invitación del Ministerio de Educación de Rusia
para enseñar moral y ética cristiana en varios
colegios e instituciones de ese país, entre los que se
contaba un orfanato para unos cien niños víctimas
de abandono o de malos tratos.
Poco antes de la Navidad, las voluntarias narra-
ron a los niños el nacimiento de Jesús, un relato
que la mayoría nunca había oído. Los pequeños
escucharon fascinados la descripción de la llegada
de María y José a Belén, donde al no encontrar
lugar en el mesón se vieron obligados a ir a un
establo. Y ahí nació el niño Jesús, y fue puesto en
un pesebre.
Al terminar el relato, las voluntarias organizaron
una actividad manual. Entregaron a los niños un
trozo de cartulina para que hicieran un pesebre,
parte de una servilleta amarilla que cortaron en
tiras para hacer la paja, un trocito de fieltro que
utilizarían para recortar al niño Jesús y un pequeño
paño de tela con que envolverlo. Mientras los chi-
quillos hacían su tarea, las voluntarias iban de uno
a otro para ofrecer un poco de ayuda a los que la
necesitaran.
Al llegar una de ellas a la mesa donde estaba
sentado Misha —un niñito de seis años—, vio que
éste ya había terminado su pesebre. No obstante,
al observarlo de cerca le sorprendió que hubiera no
uno, sino dos bebés en él. Cuando le preguntó al
pequeño por qué, éste cruzó los brazos, frunció el
ceño y procedió a explicárselo con mucha seriedad.
Teniendo en cuenta su corta edad y el hecho de que
no había escuchado sino una vez el relato del naci-
miento de Jesús, lo refirió con bastante exactitud;
esto es, hasta que llegó a la parte en que María puso
al niño Jesús en el pesebre. A partir de ahí, Misha
comenzó a improvisar.
—El niño Jesús me miró y me preguntó si tenía
casa. Le contesté que como no tengo papá ni mamá,
no tengo donde quedarme. Entonces me dijo que
podía quedarme con Él. Pero yo le contesté que no
podía porque no tenía un regalo para Él como todos
los demás. Pero como tenía muchas ganas de que-
darme con Él, me puse a pensar en algo que pudiera
regalarle. Así que le pregunté: «Si te mantengo
calentito, ¿ese sería un buen regalo?» Jesús me
dijo: «Si me abrigas, ese será el mejor regalo que me
hayan hecho». Así que me metí en el pesebre. Enton-
ces Jesús me miró y me dijo que podía quedarme
con Él para siempre.
Al terminar su relato, Misha tenía los ojos llenos
de lágrimas, y estas empezaron a rodarle por las
mejillas. Se tapó el rostro con las manos y apoyó su
cabecita sobre la mesa mientras sollozaba. El huer-
fanito había hallado a Alguien que nunca lo abando-
naría ni lo maltrataría, Alguien que se quedaría con
él «para siempre».
ANÓNIMO
2
2
NIÑOS EN UN PESEBRE
CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12 | www.conectate.org 3
TODO BEBÉ ES UN MILAGRO de
Dios. Se escucha el primer
llanto, se corta el cordón
umbilical, y los padres y todos
los demás presentes —trá-
tese de un obstetra y sus
asistentes en una aséptica
clínica moderna o de una
matrona tribal en una ances-
tral choza de paja— celebran
con júbilo el prodigio que
acaban de presenciar. El
nacimiento de Jesús entrañó
todo eso, pero además estuvo
signado por al menos ocho
milagros más.
DIOS SE lució
DIOS SE lució
Ocho milagros de la Natividad
RONAN KEANE
Anunciación angélica
A diferencia de otros
nacimientos, el de Cristo se
anunció aun antes que Él
fuera concebido. «Al sexto
mes el ángel Gabriel fue
enviado por Dios a una ciudad
de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen desposada con
un varón que se llamaba
José, de la casa de David; y el
nombre de la virgen era María.
Y entrando el ángel en donde
ella estaba, dijo: “¡Salve,
muy favorecida! El Señor es
contigo; bendita tú entre las
mujeres”. Entonces el ángel le
dijo: “María, no temas, porque
has hallado gracia delante de
Dios. Y ahora concebirás en tu
vientre, y darás a luz un Hijo,
y llamarás Su nombre Jesús”»
(Lucas 1:26-28,30,31). Primer
milagro.
4 www.conectate.org | CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12
Concepción milagrosa,
en dos casos
Huelga decir que el hecho
de que María —Su madre—
fuera virgen en el momento
en que lo concibió es uno de
los milagros más conocidos
y prodigiosos. La Biblia hace
patente este hecho:
«Entonces María dijo al
ángel: “¿Cómo será esto?
pues no conozco varón”. Res-
pondiendo el ángel, le dijo: “El
Espíritu Santo vendrá sobre
ti, y el poder del Altísimo te
cubrirá con su sombra; por
lo cual también, el Santo Ser
que nacerá será llamado Hijo
de Dios”» (Lucas 1:34,35).
Ese acontecimiento fue
predicho 700 años antes por
el profeta Isaías: «El Señor
mismo os dará señal: He
aquí que la virgen concebirá,
y dará a luz un Hijo, y llamará
Su nombre Emanuel» [que en
hebreo quiere decir Dios con
nosotros] (Isaías 7:14). En
todo sentido, Jesús es el Hijo
de Dios. Segundo milagro.
Gabriel también anunció a
María que su prima Elisabet
—mujer estéril ya pasada de
la edad de concebir— también
daría a luz a un hijo que haría
que «muchos de los hijos
de Israel se [convirtieran] al
Señor Dios de ellos». Elisa-
bet dio a luz a un hijo que de
grande recibió el apelativo de
Juan el Bautista. Todo suce-
dió exactamente como dijo el
ángel Gabriel (Lucas 1:5-25,
57-66). Tercer milagro.
Lugar de nacimiento
Nacer en Belén también
constituyó un cumplimiento
milagroso de una profecía del
Antiguo Testamento, puesto
que sus padres vivían en
Nazaret, a varios días de viaje
de Belén. «Tú, Belén Efrata,
tan pequeña entre las familias
de Judá, de ti ha de salir el
que será Señor en Israel; sus
orígenes se remontan al inicio
de los tiempos, a los días de
la eternidad» (Miqueas 5:2,
RV 1995).
El emperador romano César
Augusto había decretado que
se llevara a cabo un censo
en el todo el Imperio. La
tradición judía exigía que para
todo empadronamiento cada
hombre regresara a la ciudad
que consideraba que era su
hogar ancestral. En el caso de
José —descendiente directo
del rey David—, eso impli-
caba regresar a Belén con su
esposa embarazada, la cual
dio a luz poco después de
llegar allí. Quinto milagro.
Confirmación angélica
¿Y qué hay de José, el pro-
metido de María? ¿Qué pensó
él cuando descubrió que
María, al regresar de visitar a
Elisabet, estaba embarazada
de tres meses? Muy probable-
mente tuvo reacciones encon-
tradas. «José, su marido,
como era justo y no quería
infamarla, quiso dejarla secre-
tamente» (Mateo 1:19). Quiso
evitar que María fuera humi-
llada y hasta condenada a
muerte, pues así se castigaba
el adulterio en la ley judía
(Deuteronomio 22:13,14,21).
Al mismo tiempo es fácil ima-
ginarse el dolor que debe de
haber sentido al pensar que
su prometida llevaba en su
vientre el hijo de otro hombre.
En ese momento Dios envió
también un ángel a José,
no solo para tranquilizarlo y
reconfortarlo, sino también
para aclararle la situación.
«Un ángel del Señor le apare-
ció en sueños y le dijo: “José,
hijo de David, no temas recibir
a María tu mujer, porque lo
que en ella es engendrado,
del Espíritu Santo es. Y dará
a luz un Hijo, y llamarás Su
nombre Jesús [que en hebreo
quiere decir Salvador], porque
Él salvará a Su pueblo de sus
pecados”. Y despertando José
del sueño, hizo como el ángel
del Señor le había mandado, y
recibió a su mujer. Pero no la
conoció hasta que dio a luz a
su Hijo primogénito; y le puso
por nombre Jesús». (Mateo
1:20,21,24,25). Cuarto mila-
gro.
CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12 | www.conectate.org 5
Aparición de ángeles
Un ángel visitó a unos
pastores que apacentaban
sus ovejas en las colinas de
los alrededores de Belén y les
dijo: «“No temáis; porque he
aquí yo os doy nuevas de gran
gozo, que será para todo el
pueblo: que os ha nacido hoy,
en la ciudad de David, un Sal-
vador, que es Cristo el Señor.
Esto os servirá de señal:
Hallaréis al niño envuelto
en pañales, acostado en un
pesebre”. Y repentinamente
apareció con el ángel una
multitud de las huestes celes-
tiales, que alababan a Dios,
y decían: “¡Gloria a Dios en
las alturas y en la tierra paz,
buena voluntad para con los
hombres!”» (Lucas 2:10-14).
Los pastores dejaron sus
rebaños y se dirigieron a
Belén, donde encontraron al
Mesías exactamente donde
el ángel les había dicho. «Al
verlo, dieron a conocer lo que
se les había dicho acerca del
Niño» (Lucas 2:17). Eso sig-
nifica que desde el primer día
de Su vida hubo personas que
atestiguaron que el Mesías
al fin había venido. Sexto
milagro.
Señal en los cielos
Unos sabios (según la tradi-
ción fueron tres, pero la Biblia
no especifica cuántos eran)
de Oriente (la Escritura no
dice de qué región de Oriente,
pero posiblemente vinieron
de Arabia, Persia, Babilonia,
o hasta de algún lugar tan
lejano como la India) observa-
ron un fenómeno inusual en el
cielo, que interpretaron como
la señal del nacimiento del
«Rey de los judíos», y salieron
en Su busca para adorarlo.
En aquellos días los viajes
eran lentos y engorrosos. A
juzgar por otros pasajes, se
cree que entre los preparati-
vos y el viaje les tomó cerca
de dos años llegar a Judea
para entregar a Jesús sus
obsequios. «La estrella que
habían visto en el oriente iba
delante de ellos, hasta que
llegando, se detuvo sobre
donde estaba el Niño. Y al ver
la estrella, se regocijaron con
muy grande gozo. Y al entrar
en la casa, vieron al niño con
su madre María, y postrán-
dose, lo adoraron; y abriendo
sus tesoros, le ofrecieron pre-
sentes: oro, incienso y mirra»
(Mateo 2:9-11). Séptimo
milagro.
Con mucho,
el mayor de todos
Sin embargo, el milagro
supremo de la Navidad nada
tiene que ver con ángeles, ni
con sabios, ni con señales en
el cielo. Fue el hecho de que
el unigénito Hijo de Dios tomó
la forma de un bebito débil e
indefenso con el fin de amar-
nos, comprendernos mejor,
identificarse con los seres
humanos y al final morir por
nosotros. La vida eterna es
el don que Dios nos concede,
y esa vida se encuentra en
Jesús (1 Juan 5:11).
RONAN KEANE ES MISIONERO DE LA
FAMILIA INTERNACIONAL Y COLABORADOR DE
CONÉCTATE.
6 www.conectate.org | CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12
>>>>>>>>
EL MAYOR
REGALO
Si aún no has
recibido en tu
corazón el obse-
quio que Dios te
ofrece —Jesús—,
hazlo ahora mismo
con la siguiente
oración:
Gracias, Jesús,
por venir a la
Tierra para que yo
pudiera conocer
el amor del Padre
celestial. Gracias
por morir por mí
para que yo me
reconciliara con Él
y gozara de la vida
eterna en el Cielo.
Te acepto como
Salvador y te pido
que pueda llegar
a conocerte de
forma profunda y
personal. Amén.
LLEVÁBAMOS AÑOS OFRECIENDO una
cena especial de Navidad a familias de
escasos recursos de São Paulo, Brasil.
Cuando llegó noviembre, muchas de
esas personas ya hablaban ilusionada-
mente del evento que tendría lugar un
mes después.
No fue hasta que nos pusimos a
confeccionar nuestra lista de invitados
que nos dimos cuenta de la enverga-
dura que había cobrado nuestra obra.
¡La lista inicial incluía 500 nombres!
Aunque nuestros patrocinadores estaban
en condiciones de donar suficientes ali-
mentos, el abultado número de asistentes
significaría que el evento sería mucho
menos personal que en años anteriores.
Era hora de reevaluar, orar, debatir y
posiblemente modificar lo que ya se
había convertido en una joven tradición.
Quizá recuerdes la película Cadena
de favores (2000), en la que un niño de
edad escolar intenta mejorar el mundo
inspirando a la gente a responder a los
favores recibidos haciendo favores a
otras tres personas, es decir, pasándole el
favor a un tercero en vez de devolverlo.
Ese reto presentamos a quienes habían
sido beneficiarios en años anteriores. Es
decir, les propusimos que cambiaran de
papel: que esta vez ellos fueran los dado-
res, organizadores y anfitriones, que este
año reflexionaran sobre lo que podían
aportar ellos a la comunidad.
Pues no pudieron haber respondido
de mejor forma. Desde el primer día, la
pequeña construcción que sirve de base
a nuestra obra rebosaba de entusiasmo
y actividad. Los niños preparaban su
pesebre viviente y un grupo de jóvenes
ensayaba y coreografiaba los villancicos
que se proponían presentar. Algunas de
las personas mayores hicieron una lista
de familias que por entonces atravesaban
por una situación difícil y se pusieron
manos a la obra para recolectar alimen-
tos, ropa y otros artículos de primera
necesidad. Otros decidieron enseñar
a los niños algunos de los juegos que
habían disfrutado de pequeños.
En el día señalado, funcionarios
municipales cerraron al tráfico una calle
y montaron allí un escenario donde rea-
lizar las actuaciones. A lo largo del día,
tanto los niños como los mayores juga-
ron a la rayuela, a capturar la bandera y
otros pasatiempos. Los chiquillos canta-
ron y bailaron. Una vez más se relató el
episodio bíblico de la primera Navidad,
que una vez más conmovió a muchos
hasta las lágrimas. Actuó un grupo de
niños y jóvenes de La Familia Interna-
cional. Personas que apenas tenían para
cubrir sus propias necesidades trabajaron
incansablemente para hacer llegar los
alimentos, artículos de limpieza, ropa y
juguetes recolectados a otras de menos
recursos aún.
Terminado el día tomamos conciencia
de que la Navidad pervive porque a lo
largo de la Historia personas comunes
y corrientes, receptoras del portentoso
amor de Dios, aceptaron el llamado
divino para transmitirles a sus seme-
jantes ese amor, un amor que vino a la
Tierra en carne humana hace más de
dos mil años. Continuaron la cadena y
pasaron a otros el favor.
MARIO SANT’ANA ES MISIONERO DE LA FAMILIA INTER-
NACIONAL Y UNO DE LOS COORDINADORES DE PROJETO
RESGATE, UNA ONG QUE PRESTA ASISTENCIA A 200
FAMILIAS DE ESCASOS RECURSOS DEL SUR DE BRASIL.
CADENA DE
FAVORES MARIO SANT’ANA
CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12 | www.conectate.org 7
El año pasado, en las semanas
previas a la Nochebuena, otros
integrantes de la comunidad de La
Familia Internacional en la que
vivo visitaron a decenas de amigos
y patrocinadores para llevarles
tarjetas de felicitación, galletitas
caseras y otras muestras de amor y
aprecio. Además, salimos a cantar
villancicos, realizamos actividades
navideñas en varios sitios donde
llevamos a cabo obras sociales
y dimos a conocer el relato del
nacimiento del Niño, sobre todo
en colegios. ¡Hicimos actuaciones
en casi tres colegios al día durante
dos semanas seguidas! A raíz de
ello, más de 2.400 personas reza-
ron con nosotros para aceptar el
mayor obsequio que nos ha hecho
Dios: Su Hijo Jesús.
Pese a lo gratificante que era
todo aquello, mis compañeros y yo
esperábamos con ansias el 27 de
diciembre, fecha en que teníamos
pensado tomarnos un asueto de
tres días para distendernos y dis-
frutar de una pequeña celebración
navideña con nuestras familias y
algunos amigos que habían venido
de visita. Nuestro tan ansiado
descanso nunca llegó.
La mañana del 26 de diciem-
bre nos dirigíamos Sapan Ruam,
un barrio bajo de la zona sur de
Phuket, cerca del puerto, donde
pensábamos presentar un pro-
grama navideño para unos 150
niños, cuando un hombre pasó
corriendo a nuestro lado gritando
que se venía un maremoto. Tras
él pasó una multitud aterrorizada.
Inmediatamente huimos a una
parte más alta y apenas escapa-
mos de la muralla de agua que se
abatió sobre el sector costero.
Toda la costa occidental de
Tailandia fue arrasada por el
La última
Navidad IKE SURIWONG
«¡ESTA NAVIDAD PODRÍA SER LA ÚLTIMA PARA ALGUNOS!» Habién-
dome criado en el seno de una familia de misioneros, desde que tengo
memoria escuchaba esa frase todas las navidades. Me costaba entender
por qué, cuando las demás familias se tomaban unos días de descanso del
trabajo, el colegio y otras obligaciones para disfrutar de las fiestas, noso-
tros andábamos más ocupados que nunca. ¿No bastaba con todo lo que
hacíamos durante el año por ayudar a los demás y manifestarles el amor
de Dios? ¿ No podíamos acaso celebrar la Navidad como toda la demás
gente, siquiera una vez?
En mi corazón sabía bien las respuestas a aquellos interrogantes. Por
eso, luego de una breve racha de autocompasión, me recompuse y volví a
dedicarme a transmitir la buena nueva a todos los que tenía a mi alcance.
No sé por qué, pero lo cierto es que no hay época más idónea que la Navi-
dad para suscitar el interés de la gente en Jesús, aun en Tailandia, donde
menos del 1% de los 60 millones de habitantes del país son cristianos. Es
una oportunidad única para darlo a conocer a los demás y conseguir que lo
acepten en su corazón.
8 www.conectate.org | CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12
A las doce oí campanas
anunciar el año nuevo;
creí también distinguir
entre su repiqueteo
las voces de todo un coro
de mensajeros alados
que de un misterioso encanto
a la noche rodearon:
«Despidamos al dolor,
la vergüenza y la maldad,
y al mañana recibamos
en un ambiente de paz».
Pensé en las dificultades
de los años ya pasados,
esperanzas y placeres
que murieron o se ajaron.
Me embebí de aquella música
que me deleitó por dentro
y con sus notas certeras
se impuso sobre el silencio:
«Despidamos al dolor,
la vergüenza y la maldad,
y al mañana recibamos
en un ambiente de paz».
Escuché cual un amante
aquella declaración
en sílabas como gotas
de rocío en una flor,
hasta que el himno celeste
con su alegre melodía
se fue perdiendo en lo alto
cuando ya amanecía:
«Despidamos al dolor,
la vergüenza y la maldad,
y al mañana recibamos
en un ambiente de paz».
Miré entonces al cielo
y pedí con emoción
favor para los vivos,
para los muertos perdón.
Y volvió como un fantasma
el eco puro y santo
de las voces de los ángeles
que seguían susurrando:
«Despidamos al dolor,
la vergüenza y la maldad,
y al mañana recibamos
en un ambiente de paz».
JAMES RILEY
A las doce oí campanas
tsunami provocado por un terre-
moto de 9.0 grados en la escala
de Richter cuyo epicentro se situó
cerca de la costa septentrional de
Sumatra, Indonesia. El tsunami se
cobró casi 300.000 vidas y quedó
registrado como la peor crisis
humanitaria de la Historia. La
UNICEF informó que un gran
porcentaje de las víctimas fueron
niños, que se vieron indefensos
ante el avance de las olas.
Al día siguiente nos unimos a
las tareas de rescate. A lo largo de
varias semanas nos encontramos
con muchos chiquillos que habían
asistido a nuestros programas
navideños y orado con nosotros,
algunos de los cuales habían
quedado huérfanos. De los cientos
que no vimos, no tengo idea de
cuántos fueron a engrosar la cifra
de 5.000 personas de la zona
de Phuket que perecieron en el
tsunami.
Esta tragedia me hizo tomar
conciencia de que cada Navidad
—de hecho, cada día— es en
verdad la última oportunidad
que tienen algunas personas de
sentirse amadas. Si bien miles
mueren en catástrofes naturales,
muchos miles más mueren cada
día sin conocer el amor del Padre
celestial. No escatimemos, pues,
esfuerzos y aprovechemos cada
oportunidad para compartir ese
amor con los demás. Yo reem-
prendí mi labor donde la había
dejado en pausa: con los niños
y con otros sobrevivientes del
tsunami de la zona en que vivo.
Solo puedo esforzarme por amar
a los que habitan mi rinconcito
del mundo. ¿Puedes hacer tú lo
mismo en el tuyo?
IKE SURIWONG ES MISIONERO DE LA FAMILIA
INTERNACIONAL EN TAILANDIA.
CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12 | www.conectate.org 9
NYX MARTÍNEZ
que teníamos, y con un poco de trabajo, los hizo lucir
como nuevos. Luego se puso a confeccionar unos
botines hechos de papel brillante rojo adornado con
borlas de algodón. Mis hermanas menores le ayudaron
a recortar y pegar. Hicieron 12 —uno para cada uno
de los niños— y luego mamá los colgó de la baranda
de la escalera. Mis hermanos lograron hacer funcionar
las luces de colores una temporada más y las colgaron
en la galería.
Para el pesebre elaboramos figuritas de arcilla, que
luego horneamos y pintamos. Alguien nos regaló un
juego de tres querubines que complementaban muy
bien nuestro pesebre hasta que los niños —todos
empeñados en mover las figuras una y otra vez para
ponerlas en la ubicación perfecta— tumbamos uno de
los querubines, y se le rompió la cabeza.
Una noche papá llegó a casa y anunció que había
comprado un árbol de Navidad. Con curiosidad y
expectativa, nos reunimos en la sala para inspeccio-
narlo. ¡Era nuestro primer árbol de Navidad!
—Precioso, ¿verdad? —dijo papá con su entusiasmo
habitual.
LOS NIÑOS SIEMPRE HABÍAMOS QUERIDO un árbol
de Navidad verdadero, uno bien alto y magníficamente
decorado, como los que tenían las demás familias.
Queríamos que tuviera luces con música, guirnaldas
plateadas y adornos brillantes en sus ramas cubiertas
de nieve. Y como es natural, que debajo de él abunda-
ran los regalos.
Mas al llegar diciembre, una vez más nuestra sala
de estar seguía sin árbol. Los adornos nuevos eran muy
costosos para una familia misionera como la nuestra,
por lo que mamá desempolvó las cajas de los antiguos
DE VERDAD
Un árbol de verdad
10 www.conectate.org | CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12
—En realidad no era otra cosa que una maqueta de
una conífera hecha de papel maché o lo que algunos
llaman cartón piedra, como de unos treinta centíme-
tros de alto.
—¡¡¡Ese es nuestro árbol???
El desencanto se hizo patente en nuestras 12 caritas.
—¡Pero es muy endeble!
—Un poco raro.
—Papá, eso no es un árbol de verdad.
—¿Cómo así? Claro que es un árbol de verdad,
cariño. Lo hicieron los presos de la cárcel. ¡Son capa-
ces de hacer casi cualquier cosa! Les quedó muy bien,
¿no les parece?
Papá no perdía la esperanza de contagiarnos su
entusiasmo.
—¡Y miren, compré un reno que hace juego con él!
Con muchos aspavientos desempaquetó un reno hecho
de periódicos reciclados.
¡Era típico de mi padre! Aunque no tenía mucho
para gastar en cosas superfluas, siempre trataba de
ayudar a quienes tenían todavía menos comprándoles
sus artesanías. La venta del árbol y el reno permitiría a
los reclusos contar con un poco de dinero para gastar
con sus familias en Navidad, quizá para comprar
pequeños regalos o una cena más sustanciosa para sus
hijos.
Mi padre se desempeña como capellán del sistema
correccional de las Filipinas. En calidad de tal ha
reunido muchos artículos de ese tipo hechos a mano.
Por ejemplo, el año pasado trajo a casa un buque de
guerra exquisitamente tallado en madera, que adornó
un estante de nuestra biblioteca hasta que mis her-
manos decidieron jugar a una batalla naval con él. El
año anterior la casa se nos había llenado de botellas
de vidrio que contenían miniaturas de diverso tipo:
casitas construidas sobre palafitos, personas hechas de
fósforos, unas palmeritas junto a una playa.
Uno de mis hermanos juntaba periódicos y revistas
para los artesanos y mis hermanas y yo les ayudába-
mos a vender sus hermosas tarjetas navideñas hechas
a mano. Las ganancias se las entregábamos a sus
familias.
Y aquel año, en esa Navidad, ¡nuestro arbolito de
verdad!
—Si lo arreglamos y adornamos, a lo mejor queda
bien —propuso una de mis hermanas.
Lo colocamos sobre la mesita del teléfono, que
era del tamaño perfecto para él. Mamá recortó unos
ORACIÓN NAVIDEÑA
Amoroso Padre Celestial, ayúdanos a
recordar el nacimiento de Jesús para que
participemos del canto de los ángeles, la
alegría de los pastores y la adoración de los
reyes magos. Cierra las puertas del odio y
abre las del amor por todo el mundo. Que
cada regalo siembre bondad, y cada saludo
navideño transmita realmente buenos
deseos. Líbranos del mal por la bendición
que nos depara Cristo. Que nuestro pensa-
miento se llene de gratitud y nuestro cora-
zón de perdón por amor a Jesús. Amén.
ROBERT LOUIS STEVENSON
adornos de cartón: estrellas, campanas... Un poco de
pegamento con brillantina le dio un toque de vida.
Me acordé de un par de palomas de plástico recubier-
tas con un tul blanco que había encontrado en una
tienda mayorista, y también se las colgamos al árbol.
Le pusimos unas lucecitas de colores, que centellaban
alegremente sobre María, José, el niño Jesús y los tres
querubines —uno de los pobres descabezado—.
La Navidad cobró vida súbitamente en nuestro
alegre hogar. Nunca lo olvidaré. Ese año fue un año
difícil para nuestra familia, pero también uno de los
más memorables.
No llegamos a comprar un árbol de Navidad de
verdad. En cambio, conseguimos uno que representaba
fielmente el amor de nuestra familia. Aunque nuestro
hogar nunca estuvo decorado con adornos costosos, sí
abundaban en él las risas de niños felices y las melodías
de villancicos navideños. Papá Noel nunca tuvo mucha
acogida en nuestra familia, pero sí pillamos a mamá
besando a papá cerca de ese árbol. Y en cuanto a los
regalos de Navidad, lo que nuestros padres nos dieron
no tiene precio.
Pasamos muchos momentos felices en familia.
Nuestros padres nos enseñaron que la Navidad era
para entregarnos de corazón a los demás. Ese mismo
amor desinteresado debiera teñir nuestra vida de espe-
ranza, no solo a fin de año, sino todo el año, igual que
un auténtico árbol de hoja perenne.
NYX MARTINEZ ES MISIONERA DE LA FAMILIA INTERNACIONAL EN UGANDA.
CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12 | www.conectate.org 11
MÚSICA
SANADORA
ERIKA BLECIC
PADEZCO DEL SÍNDROME DE
MÉNIÈRE, UNA DOLENCIA DEL OÍDO
QUE CAUSA VÉRTIGO, UN ZUMBIDO
PERMANENTE EN LOS OÍDOS Y
PÉRDIDA PARCIAL DE LA AUDICIÓN.
En mi caso, si escucho sonidos de
baja frecuencia a volumen exce-
sivo me empiezo a marear tanto
que me tengo que acostar para
no perder el equilibrio y caerme.
Desde hace mucho tiempo tengo
guardadas la tele y la radio.
En marzo de 2004 mi jefe me
envió a cubrir una conferencia
sobre voluntariados de la comu-
nidad italiana de aquí. No sabía
que estaba por conocer a unas
personas estupendas de la Fami-
lia Internacional. Anna, Paolo,
Andrea y Simone me hablaron
entusiastamente de su misión.
Me enteré de que practican en
orfanatos y hospitales pediátricos
una terapia basada en el humor. A
su vez, ellos se enteraron de que
sé coser. Casi sin darme cuenta,
mientras seguía con mi labor de
reportera durante el día, terminé
de costurera de disfraces de paya-
sos por la noche. Aunque lo hice
durante diez noches seguidas, no
me sentía cansada en absoluto.
Estaba feliz de poder ayudar
a personas que se dedicaban a
ayudar a los demás.
Y aquí comienza mi relato
navideño…
En diciembre del año pasado vi
a Andrea y Maggie en un puesto
que tenía la Familia en un centro
comercial de la ciudad y les
compré un disco compacto titu-
lado El ritmo de la Navidad. Fue
algo insospechado para alguien
como yo, con los problemas de
12 www.conectate.org | CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12
audición tan crónicos que pade-
cía. ¡Ni siquiera tenía un repro-
ductor de discos compactos! Pero
al menos sabía que al comprarles
algo estaba contribuyendo a su
misión.
Al día siguiente, mientras me
dirigía a cubrir una nota, entré
en una casa de electrónica y casi
sin pensarlo salí con un repro-
ductor de discos compactos. ¡Me
moría de ganas de llegar a casa
para escuchar el CD! Apenas lo
puse, un río de lágrimas me bañó
el rostro. Recordé imágenes de
mi esposo, mi hermana y mi tía,
todos fallecidos. Cuatro años
antes, en un período de 13 meses,
habían fallecido los tres, víctimas
del cáncer. Los había acompañado
en su lecho de muerte, compar-
tiendo su calvario. Sé lo que es
hacer propio el sufrimiento ajeno,
sentirse impotente, abandonado
y quedarse solo.
En un momento quise apagar
lo que parecía ser el causante de
mis lágrimas, pero al ver que no
podía alzar la mano para apretar
el botón, me di cuenta de que
necesitaba escucharlo. Lo escu-
ché una y otra vez durante más
de dos horas. Cuanto más lo oía
y lloraba, más paz me inundaba
y más sentía que se liberaba mi
alma. Finalmente me despojaba
del peso del sufrimiento y la des-
esperación que por cuatro largos
años había llevado dentro.
La sensación fue tan estu-
penda que a la mañana siguiente
quise volver a escucharlo. Pero,
¿cómo podré escucharlo en el
trabajo?, me pregunté mientras
metía el disco y el reproductor
en mi bolso. Como apenas faltaban dos días para la
Navidad, les pregunté a mis colegas si no les impor-
taba que lo tocara para todos. Nadie objetó.
Al cabo de unos 20 minutos, alguien dijo: «¡Gra-
cias! ¡Hacía mucho que no me sentía tan bien!»
Además de las presiones propias de editar un perió-
dico todos los días, el nuestro está siempre al borde
de la quiebra. El clima en nuestra oficina suele ser
muy tenso. Pero aquella música celestial aflojó toda
la tirantez.
En Nochebuena regalé otra copia de El ritmo de
la Navidad a una de mis colegas. Ella también había
sufrido una tragedia en su familia y aún no se había
recuperado. No lograba encontrar la paz. El día des-
pués de Navidad vino a trabajar radiante de alegría.
Yo no recordaba haberla visto nunca tan contenta.
«Apenas empecé a escuchar el disco —me dijo, dán-
dome un fuerte abrazo— sentí que se me aliviaba la
tristeza y hasta empecé a cantar y bailar».
Al ver el efecto tan positivo que había tenido en
ella, decidí regalarle el mismo disco a otros amigos
míos. No importaba que ya hubiera pasado la Navi-
dad.
Uno que llevaba ya un tiempo en una situación
particularmente difícil «halló sentido al sufri-
miento y encontró la forma de recobrar las fuerzas».
Uno de mis familiares me dijo que había vuelto a
sentirse lleno de vitalidad.
Otra amiga mía se pasa el día cantando las
melodías, y se le endulzó la cara de vinagre que
solía tener. No cesa de agradecerme que se lo haya
regalado.
A ella y a cada una de las personas a las que se lo
regalé les dije que el solo hecho de verlos felices, en
paz y dispuestos a dar y recibir amor era la mayor
muestra de gratitud y la más grande recompensa
que podía imaginar.
Cuando me encuentro con los misioneros de
la Familia, siempre bromeo que deben de estar
cansados de que les compre siempre el mismo disco.
Pero ¿qué más puedo hacer? Todas las personas
que conozco que lo han escuchado se sienten más
felices, ¡empezando por mí!
Cuanto
más lo
oía y
lloraba,
más
paz me
inundaba
y más
sentía
que se
liberaba
mi alma
CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12 | www.conectate.org 13
MILAGRO EN EL VUELO IC814
montañas de Afganistán. Nos descorazonamos
aún más al enterarnos de que uno de nuestros
queridos amigos se encontraba a bordo.
Me resulta difícil describir lo que sucedió en
ese momento. Se apoderó de mí la idea de que
alguien que conocía bien, que tenía esposa y
dos hijos, corría el riesgo de perder la vida junto
con otros 120 pasajeros. Casi sin detenerme a
pensarlo, me puse de rodillas y comencé a rezar.
Nunca antes había orado así. Era como si todo
mi ser se hubiera transformado en una plegaria
mientras rogaba al Altísimo que interviniera.
Los actores, bailarines y artistas del espectá-
culo tienen un lema que hemos adoptado también
en nuestro voluntariado, pues siempre hay gente
que cuenta con nosotros para algo: «Pase lo que
pase, tenemos que seguir adelante». Así que
hicimos las presentaciones navideñas benéficas
que teníamos programadas para ese día: una
en un orfanato, una en una prisión y otra en un
LA NAVIDAD ES UNA ÉPOCA DEL AÑO EN QUE DIOS
CONSIGUE QUE EL MUNDO LE PRESTÉ MÁS ATENCIÓN
QUE DE COSTUMBRE al recordar el milagro del pese-
bre, el nacimiento de Jesús en Belén. Es que el
solo hecho de pensar en ese acto de intervención
divina nos reaviva la esperanza. Cualesquiera que
sean los problemas que hayamos enfrentado a lo
largo del año, la Navidad aún trae consigo la espe-
ranza de que todo se va a solucionar.
La mañana de Navidad del año 2.000 esa
esperanza estuvo a punto de apagarse en nuestra
comunidad de la Familia Internacional de Nueva
Delhi (India). Nos enteramos por las noticias que
un avión de Indian Airlines había sido secuestrado
y desviado a la lejana ciudad de Kandahar, en las
14 www.conectate.org | CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12
Luego me serené y procuré hacer a un lado toda
idea preconcebida y apartar todos los demás pen-
samientos de mi mente; y esperé. Poco a poco,
Sus palabras empezaron a cobrar forma en mi
conciencia mientras las iba anotando.
«Detendré la mano de los secuestradores.
No perecerá ni uno más. He puesto poderosos
ángeles en derredor del avión, que protegerán a
los pasajeros. No dejen de orar, pues sus oracio-
nes crean un campo de fuerza alrededor de ellos.
Verán a su amigo salir del avión».
Fue un mensaje breve, pero sumamente conso-
lador. Lo único que necesitaba era creer en lo que
el Señor había dicho, cualesquiera que fueran las
circunstancias.
Me aferré a aquella promesa de Jesús durante
los cinco días siguientes. Al final, el incidente del
secuestro terminó exactamente como Jesús me
había dicho. Ninguno de los otros rehenes sufrió
daño alguno y la noche del 31 de diciembre los
liberaron. Cuando nos reunimos frente al televi-
sor para ver la transmisión en vivo del retorno de
los rehenes a casa, nuestro amigo fue la primera
persona en salir del avión.
Más tarde supimos lo que el Señor había que-
rido decir cuando dijo: «Detendré la mano de los
secuestradores». Nuestro amigo nos contó que,
durante la crisis, varias veces los secuestradores
se prepararon para ejecutar a los rehenes uno
por uno, pero en cada ocasión parecía surgir algo
que los detenía. Creo de todo corazón que a los
secuestradores los detuvo la mano de Señor y Sus
ángeles en respuesta a las plegarias de muchas
personas de la India y de todo el mundo.
ROHIT KUMAR ES MISIONERO DE LA FAMILIA INTERNACIONAL EN LA INDIA.
hogar de acogida para niños con pasados traumá-
ticos. Al pensar en los que estaban a bordo del
vuelo IC814, se nos encogía el corazón, pero las
risas y la alegría de quienes asistían a nuestras
presentaciones nos daban un alivio momentáneo.
Entre una presentación y la otra orábamos
juntos e individualmente por la seguridad de los
rehenes. Cuando regresamos a casa, el clima que
imperaba era sombrío. El secuestro estaba en
los titulares de las noticias de todos los canales
de televisión y periódicos del país. La gente no
hablaba de otra cosa.
El día siguiente nos deparó peores noticias.
Los secuestradores habían ejecutado al primer
pasajero: un joven que volvía de su luna de miel
en el Himalaya. Me fui a mi cuarto y rompí a llorar.
Luego rogué a Dios que consolara a la viuda y la
familia de aquel hombre.
Esa tarde los secuestradores amenazaron con
matar a un pasajero cada hora hasta que se les
concedieran sus demandas. La situación se veía
más ominosa que nunca.
Aquella noche tenía una gran necesidad de que
Dios me tranquilizara haciéndome saber que Él
tenía en Sus manos la situación. Todos sentíamos
lo mismo. Mientras daba vueltas en la cama sin
poder conciliar el sueño, recordé un versículo de
la Biblia: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis;
llamad y se os abrirá» (Mateo 7:7).
Decidí hacer algo que había hecho muchas
veces: pedir a Jesús un mensaje concreto que me
ayudara a ver la situación como la veía Él. Encon-
tré un lapicero y abrí el cuaderno donde apunto
todo lo que considero que Jesús me dice acerca
de muchas situaciones personales, y recé: «Jesús,
necesito que me hables. Necesito que me des
palabras de ánimo e instrucción».
ROHIT KUMAR Los secuestradores amenazaron
con matar a un pasajero
cada hora hasta que se les
concedieran sus demandas.
CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12 | www.conectate.org 15
Intercambio de regalos
DE JESÚS, CON CARIÑO
La Natividad fue toda para ti. Aunque
fue el regalo de amor que Mi Padre hizo al
mundo, también fue un obsequio destinado
a ti personalmente, un obsequio que no cesa
de satisfacer, de fascinar y de multiplicarse.
Para quienes lo presenciaron —la estrella,
el coro de ángeles, el bebé en el pesebre—
fue una experiencia espiritual inesperada y
sobrecogedora. Para los benditos —pocos,
por cierto— que reconocieron al Mesías en
aquel bebito, fue un sueño hecho realidad.
Para ellos y para muchos millones más que
creyeron lo mismo, es la puerta a la vida
eterna. Eso no ha cambiado en la actualidad.
Si celebras la Navidad en espíritu y en
verdad, ese mismo portento, esa misma
promesa y ese mismo gozo inefable son
tuyos.
Sin embargo, hoy la Navidad es aún más
que eso. Es mucho más que un regalo de
corazón a corazón que te hace Mi Padre:
es un intercambio de regalos. Para ti es un
momento especial en el que te sumerges
en Mi amor y revives el ensueño de Mi
nacimiento. Pero también es especial para
Mí, pues tomas más tiempo para amarme,
agradecerme y alabarme por todo lo que
he hecho por ti. Puede que te resulte
difícil entenderlo, pero necesito y aprecio
tu amor tanto como tú el Mío. De modo
que si todavía no sabes qué regalarme
para Navidad, considera eso. Hagamos
de esta Navidad algo muy especial al
intercambiarnos el mejor de los regalos:
nuestro amor.

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  • 1. DIOS SE LUCIÓ Ocho milagros de la Natividad LA ÚLTIMA NAVIDAD Desde una de las ciudades devastadas por el tsunami UN ÁRBOL DE VERDAD ¿Qué es lo principal de la celebración? Conéctate CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA
  • 2. Disponemos de una amplia gama de libros, casetes, compactos y videos que alimentarán tu espíritu, te infun- dirán ánimo, ayudarán a tu familia y proporcionarán a tus hijos amenas experiencias educativas. Escribe a una de las direcciones que se indican a continuación o visítanos en: www.conectate.org México: Conéctate Apartado 11 Monterrey, N.L., 64000 conectate@conectate.org (01-800) 714 47 90 (número gratuito) (52-81) 81342728 Chile: Conéctate Casilla de correo 14.982 Correo 21 Santiago conectatechile@mi-mail.cl (0) 94697045 Colombia: Conéctate Apartado Aéreo 85178 Santafé de Bogotá, D.C. conectate@andinet.com Estados Unidos: Activated Ministries P.O. Box 462805 Escondido, CA 92046–2805 info@activatedministries.org (1-877) 862 32 28 (número gratuito) Argentina: conectatearg@lycos.co.uk Europa: Activated Europe Bramingham Pk. Business Ctr. Enterprise Way Luton, Beds. LU3 4BU Inglaterra activatedEurope@activated.org (07801) 442317 Diciembre 2005 Gabriel Sarmiento Doug Calder Doug Calder Francisco López AÑO 6, NÚMERO 12 DIRECTOR DISEÑO ILUSTRACIONES PRODUCCIÓN © Aurora Production AG, 2005. http://es.auroraproduction.com Es propiedad. Impreso en Tailandia. A menos que se indique otra cosa, todas las frases textuales de las Escrituras que aparecen en Conéctate provienen de la versión Reina-Valera de la Biblia, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1960. Conéctate A NUESTROS AMIGOS Gabriel, en nombre de Conéctate Las cinco experiencias navideñas que publi- camos en el presente número de Conéctate no podrían ser más diversas. La última Navidad (página 8), de Ike Suriwong, nos llegó de Phuket, Tailandia, y trata de los niños con quienes compartió el mensaje de la Navidad días antes que el tsunami del 26 de diciembre de 2004 devastara aquel idílico balneario. En Cadena de favores (página 7), Mario Sant’Ana encuentra la forma de difundir el espíritu de la Navidad exponencialmente; en Música sanadora (página 12), Erika Blecic descubre algo tan bueno que no puede guardárselo para sí; en Un árbol de verdad (página 10), Nyx Martínez recuerda unas pascuas de su infancia en las que no tenían dinero, pero sí todo lo que importa de verdad; por último, en Milagro en el vuelo IC814 (página 14), Rohit Kumar cuenta un suceso en el que inter- vinieron ángeles en el aniversario número 2.000 de su aparición en Belén. Cada uno de esos relatos pone de relieve algo diferente. Sin embargo, todos tienen algo en común: hablan de dar más que de recibir. Y no se trata de dar para obtener alguna satisfacción personal, sino de producir un efecto positivo y duradero en este mundo nuestro tan desesperanzado. Es el tipo de generosidad que George Matthew Adams explicó tan elocuentemente cuando dijo: «Recordemos que el corazón de la Navidad es un corazón dadivoso, un corazón completamente abierto que piensa primero en los demás. El nacimiento del niño Jesús en Belén es el suceso más importante de la Historia. Significó que sobre un mundo enfermo se vertiese el bálsamo sanador del amor, el cual durante 2.000 años ha transformado los más diversos corazones. Debajo de toda la pila de regalos late ese corazón de la Navidad». ¿Qué sorpresas te aguardan a ti y a los tuyos en esta Navi- dad? He aquí el secreto para que esta sea la más dichosa que hayas tenido hasta la fecha: que toda ella se centre en dar. ¡Feliz Navidad! 2 www.conectate.org | CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12
  • 3. EN 1994 DOS ESTADOUNIDENSES aceptaron una invitación del Ministerio de Educación de Rusia para enseñar moral y ética cristiana en varios colegios e instituciones de ese país, entre los que se contaba un orfanato para unos cien niños víctimas de abandono o de malos tratos. Poco antes de la Navidad, las voluntarias narra- ron a los niños el nacimiento de Jesús, un relato que la mayoría nunca había oído. Los pequeños escucharon fascinados la descripción de la llegada de María y José a Belén, donde al no encontrar lugar en el mesón se vieron obligados a ir a un establo. Y ahí nació el niño Jesús, y fue puesto en un pesebre. Al terminar el relato, las voluntarias organizaron una actividad manual. Entregaron a los niños un trozo de cartulina para que hicieran un pesebre, parte de una servilleta amarilla que cortaron en tiras para hacer la paja, un trocito de fieltro que utilizarían para recortar al niño Jesús y un pequeño paño de tela con que envolverlo. Mientras los chi- quillos hacían su tarea, las voluntarias iban de uno a otro para ofrecer un poco de ayuda a los que la necesitaran. Al llegar una de ellas a la mesa donde estaba sentado Misha —un niñito de seis años—, vio que éste ya había terminado su pesebre. No obstante, al observarlo de cerca le sorprendió que hubiera no uno, sino dos bebés en él. Cuando le preguntó al pequeño por qué, éste cruzó los brazos, frunció el ceño y procedió a explicárselo con mucha seriedad. Teniendo en cuenta su corta edad y el hecho de que no había escuchado sino una vez el relato del naci- miento de Jesús, lo refirió con bastante exactitud; esto es, hasta que llegó a la parte en que María puso al niño Jesús en el pesebre. A partir de ahí, Misha comenzó a improvisar. —El niño Jesús me miró y me preguntó si tenía casa. Le contesté que como no tengo papá ni mamá, no tengo donde quedarme. Entonces me dijo que podía quedarme con Él. Pero yo le contesté que no podía porque no tenía un regalo para Él como todos los demás. Pero como tenía muchas ganas de que- darme con Él, me puse a pensar en algo que pudiera regalarle. Así que le pregunté: «Si te mantengo calentito, ¿ese sería un buen regalo?» Jesús me dijo: «Si me abrigas, ese será el mejor regalo que me hayan hecho». Así que me metí en el pesebre. Enton- ces Jesús me miró y me dijo que podía quedarme con Él para siempre. Al terminar su relato, Misha tenía los ojos llenos de lágrimas, y estas empezaron a rodarle por las mejillas. Se tapó el rostro con las manos y apoyó su cabecita sobre la mesa mientras sollozaba. El huer- fanito había hallado a Alguien que nunca lo abando- naría ni lo maltrataría, Alguien que se quedaría con él «para siempre». ANÓNIMO 2 2 NIÑOS EN UN PESEBRE CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12 | www.conectate.org 3
  • 4. TODO BEBÉ ES UN MILAGRO de Dios. Se escucha el primer llanto, se corta el cordón umbilical, y los padres y todos los demás presentes —trá- tese de un obstetra y sus asistentes en una aséptica clínica moderna o de una matrona tribal en una ances- tral choza de paja— celebran con júbilo el prodigio que acaban de presenciar. El nacimiento de Jesús entrañó todo eso, pero además estuvo signado por al menos ocho milagros más. DIOS SE lució DIOS SE lució Ocho milagros de la Natividad RONAN KEANE Anunciación angélica A diferencia de otros nacimientos, el de Cristo se anunció aun antes que Él fuera concebido. «Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: “¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres”. Entonces el ángel le dijo: “María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora concebirás en tu vientre, y darás a luz un Hijo, y llamarás Su nombre Jesús”» (Lucas 1:26-28,30,31). Primer milagro. 4 www.conectate.org | CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12
  • 5. Concepción milagrosa, en dos casos Huelga decir que el hecho de que María —Su madre— fuera virgen en el momento en que lo concibió es uno de los milagros más conocidos y prodigiosos. La Biblia hace patente este hecho: «Entonces María dijo al ángel: “¿Cómo será esto? pues no conozco varón”. Res- pondiendo el ángel, le dijo: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también, el Santo Ser que nacerá será llamado Hijo de Dios”» (Lucas 1:34,35). Ese acontecimiento fue predicho 700 años antes por el profeta Isaías: «El Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un Hijo, y llamará Su nombre Emanuel» [que en hebreo quiere decir Dios con nosotros] (Isaías 7:14). En todo sentido, Jesús es el Hijo de Dios. Segundo milagro. Gabriel también anunció a María que su prima Elisabet —mujer estéril ya pasada de la edad de concebir— también daría a luz a un hijo que haría que «muchos de los hijos de Israel se [convirtieran] al Señor Dios de ellos». Elisa- bet dio a luz a un hijo que de grande recibió el apelativo de Juan el Bautista. Todo suce- dió exactamente como dijo el ángel Gabriel (Lucas 1:5-25, 57-66). Tercer milagro. Lugar de nacimiento Nacer en Belén también constituyó un cumplimiento milagroso de una profecía del Antiguo Testamento, puesto que sus padres vivían en Nazaret, a varios días de viaje de Belén. «Tú, Belén Efrata, tan pequeña entre las familias de Judá, de ti ha de salir el que será Señor en Israel; sus orígenes se remontan al inicio de los tiempos, a los días de la eternidad» (Miqueas 5:2, RV 1995). El emperador romano César Augusto había decretado que se llevara a cabo un censo en el todo el Imperio. La tradición judía exigía que para todo empadronamiento cada hombre regresara a la ciudad que consideraba que era su hogar ancestral. En el caso de José —descendiente directo del rey David—, eso impli- caba regresar a Belén con su esposa embarazada, la cual dio a luz poco después de llegar allí. Quinto milagro. Confirmación angélica ¿Y qué hay de José, el pro- metido de María? ¿Qué pensó él cuando descubrió que María, al regresar de visitar a Elisabet, estaba embarazada de tres meses? Muy probable- mente tuvo reacciones encon- tradas. «José, su marido, como era justo y no quería infamarla, quiso dejarla secre- tamente» (Mateo 1:19). Quiso evitar que María fuera humi- llada y hasta condenada a muerte, pues así se castigaba el adulterio en la ley judía (Deuteronomio 22:13,14,21). Al mismo tiempo es fácil ima- ginarse el dolor que debe de haber sentido al pensar que su prometida llevaba en su vientre el hijo de otro hombre. En ese momento Dios envió también un ángel a José, no solo para tranquilizarlo y reconfortarlo, sino también para aclararle la situación. «Un ángel del Señor le apare- ció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un Hijo, y llamarás Su nombre Jesús [que en hebreo quiere decir Salvador], porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados”. Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su Hijo primogénito; y le puso por nombre Jesús». (Mateo 1:20,21,24,25). Cuarto mila- gro. CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12 | www.conectate.org 5
  • 6. Aparición de ángeles Un ángel visitó a unos pastores que apacentaban sus ovejas en las colinas de los alrededores de Belén y les dijo: «“No temáis; porque he aquí yo os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Sal- vador, que es Cristo el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre”. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celes- tiales, que alababan a Dios, y decían: “¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”» (Lucas 2:10-14). Los pastores dejaron sus rebaños y se dirigieron a Belén, donde encontraron al Mesías exactamente donde el ángel les había dicho. «Al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del Niño» (Lucas 2:17). Eso sig- nifica que desde el primer día de Su vida hubo personas que atestiguaron que el Mesías al fin había venido. Sexto milagro. Señal en los cielos Unos sabios (según la tradi- ción fueron tres, pero la Biblia no especifica cuántos eran) de Oriente (la Escritura no dice de qué región de Oriente, pero posiblemente vinieron de Arabia, Persia, Babilonia, o hasta de algún lugar tan lejano como la India) observa- ron un fenómeno inusual en el cielo, que interpretaron como la señal del nacimiento del «Rey de los judíos», y salieron en Su busca para adorarlo. En aquellos días los viajes eran lentos y engorrosos. A juzgar por otros pasajes, se cree que entre los preparati- vos y el viaje les tomó cerca de dos años llegar a Judea para entregar a Jesús sus obsequios. «La estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el Niño. Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrán- dose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron pre- sentes: oro, incienso y mirra» (Mateo 2:9-11). Séptimo milagro. Con mucho, el mayor de todos Sin embargo, el milagro supremo de la Navidad nada tiene que ver con ángeles, ni con sabios, ni con señales en el cielo. Fue el hecho de que el unigénito Hijo de Dios tomó la forma de un bebito débil e indefenso con el fin de amar- nos, comprendernos mejor, identificarse con los seres humanos y al final morir por nosotros. La vida eterna es el don que Dios nos concede, y esa vida se encuentra en Jesús (1 Juan 5:11). RONAN KEANE ES MISIONERO DE LA FAMILIA INTERNACIONAL Y COLABORADOR DE CONÉCTATE. 6 www.conectate.org | CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12
  • 7. >>>>>>>> EL MAYOR REGALO Si aún no has recibido en tu corazón el obse- quio que Dios te ofrece —Jesús—, hazlo ahora mismo con la siguiente oración: Gracias, Jesús, por venir a la Tierra para que yo pudiera conocer el amor del Padre celestial. Gracias por morir por mí para que yo me reconciliara con Él y gozara de la vida eterna en el Cielo. Te acepto como Salvador y te pido que pueda llegar a conocerte de forma profunda y personal. Amén. LLEVÁBAMOS AÑOS OFRECIENDO una cena especial de Navidad a familias de escasos recursos de São Paulo, Brasil. Cuando llegó noviembre, muchas de esas personas ya hablaban ilusionada- mente del evento que tendría lugar un mes después. No fue hasta que nos pusimos a confeccionar nuestra lista de invitados que nos dimos cuenta de la enverga- dura que había cobrado nuestra obra. ¡La lista inicial incluía 500 nombres! Aunque nuestros patrocinadores estaban en condiciones de donar suficientes ali- mentos, el abultado número de asistentes significaría que el evento sería mucho menos personal que en años anteriores. Era hora de reevaluar, orar, debatir y posiblemente modificar lo que ya se había convertido en una joven tradición. Quizá recuerdes la película Cadena de favores (2000), en la que un niño de edad escolar intenta mejorar el mundo inspirando a la gente a responder a los favores recibidos haciendo favores a otras tres personas, es decir, pasándole el favor a un tercero en vez de devolverlo. Ese reto presentamos a quienes habían sido beneficiarios en años anteriores. Es decir, les propusimos que cambiaran de papel: que esta vez ellos fueran los dado- res, organizadores y anfitriones, que este año reflexionaran sobre lo que podían aportar ellos a la comunidad. Pues no pudieron haber respondido de mejor forma. Desde el primer día, la pequeña construcción que sirve de base a nuestra obra rebosaba de entusiasmo y actividad. Los niños preparaban su pesebre viviente y un grupo de jóvenes ensayaba y coreografiaba los villancicos que se proponían presentar. Algunas de las personas mayores hicieron una lista de familias que por entonces atravesaban por una situación difícil y se pusieron manos a la obra para recolectar alimen- tos, ropa y otros artículos de primera necesidad. Otros decidieron enseñar a los niños algunos de los juegos que habían disfrutado de pequeños. En el día señalado, funcionarios municipales cerraron al tráfico una calle y montaron allí un escenario donde rea- lizar las actuaciones. A lo largo del día, tanto los niños como los mayores juga- ron a la rayuela, a capturar la bandera y otros pasatiempos. Los chiquillos canta- ron y bailaron. Una vez más se relató el episodio bíblico de la primera Navidad, que una vez más conmovió a muchos hasta las lágrimas. Actuó un grupo de niños y jóvenes de La Familia Interna- cional. Personas que apenas tenían para cubrir sus propias necesidades trabajaron incansablemente para hacer llegar los alimentos, artículos de limpieza, ropa y juguetes recolectados a otras de menos recursos aún. Terminado el día tomamos conciencia de que la Navidad pervive porque a lo largo de la Historia personas comunes y corrientes, receptoras del portentoso amor de Dios, aceptaron el llamado divino para transmitirles a sus seme- jantes ese amor, un amor que vino a la Tierra en carne humana hace más de dos mil años. Continuaron la cadena y pasaron a otros el favor. MARIO SANT’ANA ES MISIONERO DE LA FAMILIA INTER- NACIONAL Y UNO DE LOS COORDINADORES DE PROJETO RESGATE, UNA ONG QUE PRESTA ASISTENCIA A 200 FAMILIAS DE ESCASOS RECURSOS DEL SUR DE BRASIL. CADENA DE FAVORES MARIO SANT’ANA CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12 | www.conectate.org 7
  • 8. El año pasado, en las semanas previas a la Nochebuena, otros integrantes de la comunidad de La Familia Internacional en la que vivo visitaron a decenas de amigos y patrocinadores para llevarles tarjetas de felicitación, galletitas caseras y otras muestras de amor y aprecio. Además, salimos a cantar villancicos, realizamos actividades navideñas en varios sitios donde llevamos a cabo obras sociales y dimos a conocer el relato del nacimiento del Niño, sobre todo en colegios. ¡Hicimos actuaciones en casi tres colegios al día durante dos semanas seguidas! A raíz de ello, más de 2.400 personas reza- ron con nosotros para aceptar el mayor obsequio que nos ha hecho Dios: Su Hijo Jesús. Pese a lo gratificante que era todo aquello, mis compañeros y yo esperábamos con ansias el 27 de diciembre, fecha en que teníamos pensado tomarnos un asueto de tres días para distendernos y dis- frutar de una pequeña celebración navideña con nuestras familias y algunos amigos que habían venido de visita. Nuestro tan ansiado descanso nunca llegó. La mañana del 26 de diciem- bre nos dirigíamos Sapan Ruam, un barrio bajo de la zona sur de Phuket, cerca del puerto, donde pensábamos presentar un pro- grama navideño para unos 150 niños, cuando un hombre pasó corriendo a nuestro lado gritando que se venía un maremoto. Tras él pasó una multitud aterrorizada. Inmediatamente huimos a una parte más alta y apenas escapa- mos de la muralla de agua que se abatió sobre el sector costero. Toda la costa occidental de Tailandia fue arrasada por el La última Navidad IKE SURIWONG «¡ESTA NAVIDAD PODRÍA SER LA ÚLTIMA PARA ALGUNOS!» Habién- dome criado en el seno de una familia de misioneros, desde que tengo memoria escuchaba esa frase todas las navidades. Me costaba entender por qué, cuando las demás familias se tomaban unos días de descanso del trabajo, el colegio y otras obligaciones para disfrutar de las fiestas, noso- tros andábamos más ocupados que nunca. ¿No bastaba con todo lo que hacíamos durante el año por ayudar a los demás y manifestarles el amor de Dios? ¿ No podíamos acaso celebrar la Navidad como toda la demás gente, siquiera una vez? En mi corazón sabía bien las respuestas a aquellos interrogantes. Por eso, luego de una breve racha de autocompasión, me recompuse y volví a dedicarme a transmitir la buena nueva a todos los que tenía a mi alcance. No sé por qué, pero lo cierto es que no hay época más idónea que la Navi- dad para suscitar el interés de la gente en Jesús, aun en Tailandia, donde menos del 1% de los 60 millones de habitantes del país son cristianos. Es una oportunidad única para darlo a conocer a los demás y conseguir que lo acepten en su corazón. 8 www.conectate.org | CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12
  • 9. A las doce oí campanas anunciar el año nuevo; creí también distinguir entre su repiqueteo las voces de todo un coro de mensajeros alados que de un misterioso encanto a la noche rodearon: «Despidamos al dolor, la vergüenza y la maldad, y al mañana recibamos en un ambiente de paz». Pensé en las dificultades de los años ya pasados, esperanzas y placeres que murieron o se ajaron. Me embebí de aquella música que me deleitó por dentro y con sus notas certeras se impuso sobre el silencio: «Despidamos al dolor, la vergüenza y la maldad, y al mañana recibamos en un ambiente de paz». Escuché cual un amante aquella declaración en sílabas como gotas de rocío en una flor, hasta que el himno celeste con su alegre melodía se fue perdiendo en lo alto cuando ya amanecía: «Despidamos al dolor, la vergüenza y la maldad, y al mañana recibamos en un ambiente de paz». Miré entonces al cielo y pedí con emoción favor para los vivos, para los muertos perdón. Y volvió como un fantasma el eco puro y santo de las voces de los ángeles que seguían susurrando: «Despidamos al dolor, la vergüenza y la maldad, y al mañana recibamos en un ambiente de paz». JAMES RILEY A las doce oí campanas tsunami provocado por un terre- moto de 9.0 grados en la escala de Richter cuyo epicentro se situó cerca de la costa septentrional de Sumatra, Indonesia. El tsunami se cobró casi 300.000 vidas y quedó registrado como la peor crisis humanitaria de la Historia. La UNICEF informó que un gran porcentaje de las víctimas fueron niños, que se vieron indefensos ante el avance de las olas. Al día siguiente nos unimos a las tareas de rescate. A lo largo de varias semanas nos encontramos con muchos chiquillos que habían asistido a nuestros programas navideños y orado con nosotros, algunos de los cuales habían quedado huérfanos. De los cientos que no vimos, no tengo idea de cuántos fueron a engrosar la cifra de 5.000 personas de la zona de Phuket que perecieron en el tsunami. Esta tragedia me hizo tomar conciencia de que cada Navidad —de hecho, cada día— es en verdad la última oportunidad que tienen algunas personas de sentirse amadas. Si bien miles mueren en catástrofes naturales, muchos miles más mueren cada día sin conocer el amor del Padre celestial. No escatimemos, pues, esfuerzos y aprovechemos cada oportunidad para compartir ese amor con los demás. Yo reem- prendí mi labor donde la había dejado en pausa: con los niños y con otros sobrevivientes del tsunami de la zona en que vivo. Solo puedo esforzarme por amar a los que habitan mi rinconcito del mundo. ¿Puedes hacer tú lo mismo en el tuyo? IKE SURIWONG ES MISIONERO DE LA FAMILIA INTERNACIONAL EN TAILANDIA. CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12 | www.conectate.org 9
  • 10. NYX MARTÍNEZ que teníamos, y con un poco de trabajo, los hizo lucir como nuevos. Luego se puso a confeccionar unos botines hechos de papel brillante rojo adornado con borlas de algodón. Mis hermanas menores le ayudaron a recortar y pegar. Hicieron 12 —uno para cada uno de los niños— y luego mamá los colgó de la baranda de la escalera. Mis hermanos lograron hacer funcionar las luces de colores una temporada más y las colgaron en la galería. Para el pesebre elaboramos figuritas de arcilla, que luego horneamos y pintamos. Alguien nos regaló un juego de tres querubines que complementaban muy bien nuestro pesebre hasta que los niños —todos empeñados en mover las figuras una y otra vez para ponerlas en la ubicación perfecta— tumbamos uno de los querubines, y se le rompió la cabeza. Una noche papá llegó a casa y anunció que había comprado un árbol de Navidad. Con curiosidad y expectativa, nos reunimos en la sala para inspeccio- narlo. ¡Era nuestro primer árbol de Navidad! —Precioso, ¿verdad? —dijo papá con su entusiasmo habitual. LOS NIÑOS SIEMPRE HABÍAMOS QUERIDO un árbol de Navidad verdadero, uno bien alto y magníficamente decorado, como los que tenían las demás familias. Queríamos que tuviera luces con música, guirnaldas plateadas y adornos brillantes en sus ramas cubiertas de nieve. Y como es natural, que debajo de él abunda- ran los regalos. Mas al llegar diciembre, una vez más nuestra sala de estar seguía sin árbol. Los adornos nuevos eran muy costosos para una familia misionera como la nuestra, por lo que mamá desempolvó las cajas de los antiguos DE VERDAD Un árbol de verdad 10 www.conectate.org | CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12
  • 11. —En realidad no era otra cosa que una maqueta de una conífera hecha de papel maché o lo que algunos llaman cartón piedra, como de unos treinta centíme- tros de alto. —¡¡¡Ese es nuestro árbol??? El desencanto se hizo patente en nuestras 12 caritas. —¡Pero es muy endeble! —Un poco raro. —Papá, eso no es un árbol de verdad. —¿Cómo así? Claro que es un árbol de verdad, cariño. Lo hicieron los presos de la cárcel. ¡Son capa- ces de hacer casi cualquier cosa! Les quedó muy bien, ¿no les parece? Papá no perdía la esperanza de contagiarnos su entusiasmo. —¡Y miren, compré un reno que hace juego con él! Con muchos aspavientos desempaquetó un reno hecho de periódicos reciclados. ¡Era típico de mi padre! Aunque no tenía mucho para gastar en cosas superfluas, siempre trataba de ayudar a quienes tenían todavía menos comprándoles sus artesanías. La venta del árbol y el reno permitiría a los reclusos contar con un poco de dinero para gastar con sus familias en Navidad, quizá para comprar pequeños regalos o una cena más sustanciosa para sus hijos. Mi padre se desempeña como capellán del sistema correccional de las Filipinas. En calidad de tal ha reunido muchos artículos de ese tipo hechos a mano. Por ejemplo, el año pasado trajo a casa un buque de guerra exquisitamente tallado en madera, que adornó un estante de nuestra biblioteca hasta que mis her- manos decidieron jugar a una batalla naval con él. El año anterior la casa se nos había llenado de botellas de vidrio que contenían miniaturas de diverso tipo: casitas construidas sobre palafitos, personas hechas de fósforos, unas palmeritas junto a una playa. Uno de mis hermanos juntaba periódicos y revistas para los artesanos y mis hermanas y yo les ayudába- mos a vender sus hermosas tarjetas navideñas hechas a mano. Las ganancias se las entregábamos a sus familias. Y aquel año, en esa Navidad, ¡nuestro arbolito de verdad! —Si lo arreglamos y adornamos, a lo mejor queda bien —propuso una de mis hermanas. Lo colocamos sobre la mesita del teléfono, que era del tamaño perfecto para él. Mamá recortó unos ORACIÓN NAVIDEÑA Amoroso Padre Celestial, ayúdanos a recordar el nacimiento de Jesús para que participemos del canto de los ángeles, la alegría de los pastores y la adoración de los reyes magos. Cierra las puertas del odio y abre las del amor por todo el mundo. Que cada regalo siembre bondad, y cada saludo navideño transmita realmente buenos deseos. Líbranos del mal por la bendición que nos depara Cristo. Que nuestro pensa- miento se llene de gratitud y nuestro cora- zón de perdón por amor a Jesús. Amén. ROBERT LOUIS STEVENSON adornos de cartón: estrellas, campanas... Un poco de pegamento con brillantina le dio un toque de vida. Me acordé de un par de palomas de plástico recubier- tas con un tul blanco que había encontrado en una tienda mayorista, y también se las colgamos al árbol. Le pusimos unas lucecitas de colores, que centellaban alegremente sobre María, José, el niño Jesús y los tres querubines —uno de los pobres descabezado—. La Navidad cobró vida súbitamente en nuestro alegre hogar. Nunca lo olvidaré. Ese año fue un año difícil para nuestra familia, pero también uno de los más memorables. No llegamos a comprar un árbol de Navidad de verdad. En cambio, conseguimos uno que representaba fielmente el amor de nuestra familia. Aunque nuestro hogar nunca estuvo decorado con adornos costosos, sí abundaban en él las risas de niños felices y las melodías de villancicos navideños. Papá Noel nunca tuvo mucha acogida en nuestra familia, pero sí pillamos a mamá besando a papá cerca de ese árbol. Y en cuanto a los regalos de Navidad, lo que nuestros padres nos dieron no tiene precio. Pasamos muchos momentos felices en familia. Nuestros padres nos enseñaron que la Navidad era para entregarnos de corazón a los demás. Ese mismo amor desinteresado debiera teñir nuestra vida de espe- ranza, no solo a fin de año, sino todo el año, igual que un auténtico árbol de hoja perenne. NYX MARTINEZ ES MISIONERA DE LA FAMILIA INTERNACIONAL EN UGANDA. CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12 | www.conectate.org 11
  • 12. MÚSICA SANADORA ERIKA BLECIC PADEZCO DEL SÍNDROME DE MÉNIÈRE, UNA DOLENCIA DEL OÍDO QUE CAUSA VÉRTIGO, UN ZUMBIDO PERMANENTE EN LOS OÍDOS Y PÉRDIDA PARCIAL DE LA AUDICIÓN. En mi caso, si escucho sonidos de baja frecuencia a volumen exce- sivo me empiezo a marear tanto que me tengo que acostar para no perder el equilibrio y caerme. Desde hace mucho tiempo tengo guardadas la tele y la radio. En marzo de 2004 mi jefe me envió a cubrir una conferencia sobre voluntariados de la comu- nidad italiana de aquí. No sabía que estaba por conocer a unas personas estupendas de la Fami- lia Internacional. Anna, Paolo, Andrea y Simone me hablaron entusiastamente de su misión. Me enteré de que practican en orfanatos y hospitales pediátricos una terapia basada en el humor. A su vez, ellos se enteraron de que sé coser. Casi sin darme cuenta, mientras seguía con mi labor de reportera durante el día, terminé de costurera de disfraces de paya- sos por la noche. Aunque lo hice durante diez noches seguidas, no me sentía cansada en absoluto. Estaba feliz de poder ayudar a personas que se dedicaban a ayudar a los demás. Y aquí comienza mi relato navideño… En diciembre del año pasado vi a Andrea y Maggie en un puesto que tenía la Familia en un centro comercial de la ciudad y les compré un disco compacto titu- lado El ritmo de la Navidad. Fue algo insospechado para alguien como yo, con los problemas de 12 www.conectate.org | CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12
  • 13. audición tan crónicos que pade- cía. ¡Ni siquiera tenía un repro- ductor de discos compactos! Pero al menos sabía que al comprarles algo estaba contribuyendo a su misión. Al día siguiente, mientras me dirigía a cubrir una nota, entré en una casa de electrónica y casi sin pensarlo salí con un repro- ductor de discos compactos. ¡Me moría de ganas de llegar a casa para escuchar el CD! Apenas lo puse, un río de lágrimas me bañó el rostro. Recordé imágenes de mi esposo, mi hermana y mi tía, todos fallecidos. Cuatro años antes, en un período de 13 meses, habían fallecido los tres, víctimas del cáncer. Los había acompañado en su lecho de muerte, compar- tiendo su calvario. Sé lo que es hacer propio el sufrimiento ajeno, sentirse impotente, abandonado y quedarse solo. En un momento quise apagar lo que parecía ser el causante de mis lágrimas, pero al ver que no podía alzar la mano para apretar el botón, me di cuenta de que necesitaba escucharlo. Lo escu- ché una y otra vez durante más de dos horas. Cuanto más lo oía y lloraba, más paz me inundaba y más sentía que se liberaba mi alma. Finalmente me despojaba del peso del sufrimiento y la des- esperación que por cuatro largos años había llevado dentro. La sensación fue tan estu- penda que a la mañana siguiente quise volver a escucharlo. Pero, ¿cómo podré escucharlo en el trabajo?, me pregunté mientras metía el disco y el reproductor en mi bolso. Como apenas faltaban dos días para la Navidad, les pregunté a mis colegas si no les impor- taba que lo tocara para todos. Nadie objetó. Al cabo de unos 20 minutos, alguien dijo: «¡Gra- cias! ¡Hacía mucho que no me sentía tan bien!» Además de las presiones propias de editar un perió- dico todos los días, el nuestro está siempre al borde de la quiebra. El clima en nuestra oficina suele ser muy tenso. Pero aquella música celestial aflojó toda la tirantez. En Nochebuena regalé otra copia de El ritmo de la Navidad a una de mis colegas. Ella también había sufrido una tragedia en su familia y aún no se había recuperado. No lograba encontrar la paz. El día des- pués de Navidad vino a trabajar radiante de alegría. Yo no recordaba haberla visto nunca tan contenta. «Apenas empecé a escuchar el disco —me dijo, dán- dome un fuerte abrazo— sentí que se me aliviaba la tristeza y hasta empecé a cantar y bailar». Al ver el efecto tan positivo que había tenido en ella, decidí regalarle el mismo disco a otros amigos míos. No importaba que ya hubiera pasado la Navi- dad. Uno que llevaba ya un tiempo en una situación particularmente difícil «halló sentido al sufri- miento y encontró la forma de recobrar las fuerzas». Uno de mis familiares me dijo que había vuelto a sentirse lleno de vitalidad. Otra amiga mía se pasa el día cantando las melodías, y se le endulzó la cara de vinagre que solía tener. No cesa de agradecerme que se lo haya regalado. A ella y a cada una de las personas a las que se lo regalé les dije que el solo hecho de verlos felices, en paz y dispuestos a dar y recibir amor era la mayor muestra de gratitud y la más grande recompensa que podía imaginar. Cuando me encuentro con los misioneros de la Familia, siempre bromeo que deben de estar cansados de que les compre siempre el mismo disco. Pero ¿qué más puedo hacer? Todas las personas que conozco que lo han escuchado se sienten más felices, ¡empezando por mí! Cuanto más lo oía y lloraba, más paz me inundaba y más sentía que se liberaba mi alma CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12 | www.conectate.org 13
  • 14. MILAGRO EN EL VUELO IC814 montañas de Afganistán. Nos descorazonamos aún más al enterarnos de que uno de nuestros queridos amigos se encontraba a bordo. Me resulta difícil describir lo que sucedió en ese momento. Se apoderó de mí la idea de que alguien que conocía bien, que tenía esposa y dos hijos, corría el riesgo de perder la vida junto con otros 120 pasajeros. Casi sin detenerme a pensarlo, me puse de rodillas y comencé a rezar. Nunca antes había orado así. Era como si todo mi ser se hubiera transformado en una plegaria mientras rogaba al Altísimo que interviniera. Los actores, bailarines y artistas del espectá- culo tienen un lema que hemos adoptado también en nuestro voluntariado, pues siempre hay gente que cuenta con nosotros para algo: «Pase lo que pase, tenemos que seguir adelante». Así que hicimos las presentaciones navideñas benéficas que teníamos programadas para ese día: una en un orfanato, una en una prisión y otra en un LA NAVIDAD ES UNA ÉPOCA DEL AÑO EN QUE DIOS CONSIGUE QUE EL MUNDO LE PRESTÉ MÁS ATENCIÓN QUE DE COSTUMBRE al recordar el milagro del pese- bre, el nacimiento de Jesús en Belén. Es que el solo hecho de pensar en ese acto de intervención divina nos reaviva la esperanza. Cualesquiera que sean los problemas que hayamos enfrentado a lo largo del año, la Navidad aún trae consigo la espe- ranza de que todo se va a solucionar. La mañana de Navidad del año 2.000 esa esperanza estuvo a punto de apagarse en nuestra comunidad de la Familia Internacional de Nueva Delhi (India). Nos enteramos por las noticias que un avión de Indian Airlines había sido secuestrado y desviado a la lejana ciudad de Kandahar, en las 14 www.conectate.org | CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12
  • 15. Luego me serené y procuré hacer a un lado toda idea preconcebida y apartar todos los demás pen- samientos de mi mente; y esperé. Poco a poco, Sus palabras empezaron a cobrar forma en mi conciencia mientras las iba anotando. «Detendré la mano de los secuestradores. No perecerá ni uno más. He puesto poderosos ángeles en derredor del avión, que protegerán a los pasajeros. No dejen de orar, pues sus oracio- nes crean un campo de fuerza alrededor de ellos. Verán a su amigo salir del avión». Fue un mensaje breve, pero sumamente conso- lador. Lo único que necesitaba era creer en lo que el Señor había dicho, cualesquiera que fueran las circunstancias. Me aferré a aquella promesa de Jesús durante los cinco días siguientes. Al final, el incidente del secuestro terminó exactamente como Jesús me había dicho. Ninguno de los otros rehenes sufrió daño alguno y la noche del 31 de diciembre los liberaron. Cuando nos reunimos frente al televi- sor para ver la transmisión en vivo del retorno de los rehenes a casa, nuestro amigo fue la primera persona en salir del avión. Más tarde supimos lo que el Señor había que- rido decir cuando dijo: «Detendré la mano de los secuestradores». Nuestro amigo nos contó que, durante la crisis, varias veces los secuestradores se prepararon para ejecutar a los rehenes uno por uno, pero en cada ocasión parecía surgir algo que los detenía. Creo de todo corazón que a los secuestradores los detuvo la mano de Señor y Sus ángeles en respuesta a las plegarias de muchas personas de la India y de todo el mundo. ROHIT KUMAR ES MISIONERO DE LA FAMILIA INTERNACIONAL EN LA INDIA. hogar de acogida para niños con pasados traumá- ticos. Al pensar en los que estaban a bordo del vuelo IC814, se nos encogía el corazón, pero las risas y la alegría de quienes asistían a nuestras presentaciones nos daban un alivio momentáneo. Entre una presentación y la otra orábamos juntos e individualmente por la seguridad de los rehenes. Cuando regresamos a casa, el clima que imperaba era sombrío. El secuestro estaba en los titulares de las noticias de todos los canales de televisión y periódicos del país. La gente no hablaba de otra cosa. El día siguiente nos deparó peores noticias. Los secuestradores habían ejecutado al primer pasajero: un joven que volvía de su luna de miel en el Himalaya. Me fui a mi cuarto y rompí a llorar. Luego rogué a Dios que consolara a la viuda y la familia de aquel hombre. Esa tarde los secuestradores amenazaron con matar a un pasajero cada hora hasta que se les concedieran sus demandas. La situación se veía más ominosa que nunca. Aquella noche tenía una gran necesidad de que Dios me tranquilizara haciéndome saber que Él tenía en Sus manos la situación. Todos sentíamos lo mismo. Mientras daba vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño, recordé un versículo de la Biblia: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá» (Mateo 7:7). Decidí hacer algo que había hecho muchas veces: pedir a Jesús un mensaje concreto que me ayudara a ver la situación como la veía Él. Encon- tré un lapicero y abrí el cuaderno donde apunto todo lo que considero que Jesús me dice acerca de muchas situaciones personales, y recé: «Jesús, necesito que me hables. Necesito que me des palabras de ánimo e instrucción». ROHIT KUMAR Los secuestradores amenazaron con matar a un pasajero cada hora hasta que se les concedieran sus demandas. CONÉCTATE AÑO 6, NÚMERO 12 | www.conectate.org 15
  • 16. Intercambio de regalos DE JESÚS, CON CARIÑO La Natividad fue toda para ti. Aunque fue el regalo de amor que Mi Padre hizo al mundo, también fue un obsequio destinado a ti personalmente, un obsequio que no cesa de satisfacer, de fascinar y de multiplicarse. Para quienes lo presenciaron —la estrella, el coro de ángeles, el bebé en el pesebre— fue una experiencia espiritual inesperada y sobrecogedora. Para los benditos —pocos, por cierto— que reconocieron al Mesías en aquel bebito, fue un sueño hecho realidad. Para ellos y para muchos millones más que creyeron lo mismo, es la puerta a la vida eterna. Eso no ha cambiado en la actualidad. Si celebras la Navidad en espíritu y en verdad, ese mismo portento, esa misma promesa y ese mismo gozo inefable son tuyos. Sin embargo, hoy la Navidad es aún más que eso. Es mucho más que un regalo de corazón a corazón que te hace Mi Padre: es un intercambio de regalos. Para ti es un momento especial en el que te sumerges en Mi amor y revives el ensueño de Mi nacimiento. Pero también es especial para Mí, pues tomas más tiempo para amarme, agradecerme y alabarme por todo lo que he hecho por ti. Puede que te resulte difícil entenderlo, pero necesito y aprecio tu amor tanto como tú el Mío. De modo que si todavía no sabes qué regalarme para Navidad, considera eso. Hagamos de esta Navidad algo muy especial al intercambiarnos el mejor de los regalos: nuestro amor.