Ricitos de Oro era una niña curiosa que le gustaba explorar las cosas de los demás. Un día se alejó del camino habitual en el bosque y encontró una casita azul con ventanas adornadas. Le pudo la curiosidad y entró a explorar la casa, notando que la mesa estaba puesta con tres tazones de leche. Probo la leche de cada tazón y encontró que la más pequeña estaba a la temperatura perfecta.