1. Colombia Exterior Por Nancy Pulecio
Felicidades en este gran día!
Fuera de las razones fundamentales políticas que exponemos a ustedes a continuación, las
hay aquellas manejadas por nuestros más profundos sentimientos de patria, de nacimiento,
de origen, de entender el significado de nuestra libertad, que no nos dejan pasar esta fecha
inadvertida.
Por ello es grato mostrar cómo se celebra esta fecha en pueblos, ciudades y países, desde
Florencia Italia, Barcelona España, Lima Perú, New York USA, Barinas Venezuela,
Esmeraldas Ecuador, etc. etc., sin importar el tamaño del pueblo o la ciudad.
Al margen, porqué no entonces recordar momentos especiales de un bello “20 de julio”,
como fue la alegría vivida por la comunidad colombiana de Chicago en el año 2010.
En el imponente y bellísimo parque Millennium de esta ciudad con la bandera de más de 30
pies expuesta a lo ancho del magnífico escenario, niñas y niños rindiendo homenaje a
nuestro país con canastas de flores y cantando nuestro Himno Nacional, la presentación de
artistas connotados y con ello la vibración de alegría y orgullo que vivimos los
colombianos, acompañados por latino-americanos y americanos que allí asistimos.
Lo mismo sucede en cientos y miles de poblaciones más del mundo donde existen
colombianos que recordamos con amor y especial respeto a nuestra patria.
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2. La excusa: “El florero de Llorente”, más que la causa, fue el símbolo de los eventos que
llevaron a la revuelta.
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Por: Marcos González Pérez. Tomado de la Revista Semana
Se conoce que el país vivió varias declaraciones de independencia a lo largo de una década.
Sin embargo, sólo la de 1810 quedó como la gran fiesta nacional.
El 8 de mayo de 1873, mediante la Ley 60, el Congreso de Estados Unidos de Colombia
decretó oficialmente día festivo para la República el 20 de julio, como aniversario de la
proclamación de la independencia nacional. Vale la pena recordar que para ese momento ya
habían pasado 63 años de aquel 20 de julio de 1810, día de la firma del Acta de la
Revolución y que todavía no existía, en realidad, sino un emblema aprobado: la bandera
tricolor, reglamentada el 26 de noviembre de 1861, ya que el himno sólo sería oficializado
en 1920 y el escudo el 6 de agosto de 1955.
Sin embargo, en muchas oportunidades se habían propuesto variados modelos de escudos,
banderas o himnos, entre otros un escudo y los colores nacionales aprobados como
emblemas de la República en 1834, que fue reemplazado en 1854, 1861 y en otros años y
una canción nacional presentada en 1836, así como se habían realizado fiestas patrióticas,
nacionales, republicanas o cívicas, sin que todavía realmente se hubieran perpetuado unos
referentes simbólicos de unidad nacional.
Con estos antecedentes, lo que llama la atención es el hecho de haber determinado que
fuera esa fecha y ese acontecimiento ocurrido en Santa Fe, lo que se conmemoraría como
aniversario de la proclamación de la independencia. Y no otro de importancia tan sacra
como podría ser uno de los levantamientos pioneros de cabildos en Cartagena, Cali,
Pamplona o Socorro o el 11 de noviembre de 1811, cuando fuerzas patriotas crearon el
primer Estado libre, soberano e independiente de la Nueva Granada. O el 7 de agosto de
3. 1819, día de la batalla de Boyacá, donde se obtuvo el triunfo militar y definitivo de las
fuerzas patriotas contra las realistas, acto que permitió que en 1821 se constituyera la
República de Colombia como “una nación irrevocablemente libre e independiente de la
monarquía española”, tal como se formula en la Constitución.
¿Qué razones se pueden exponer para que se hubiese tomado esta decisión tan
trascendental? Se pueden considerar varias, si nos circunscribimos a los hechos
históricos:
1.- La constitución de la Junta Suprema de Gobierno: En las primeras décadas del siglo
XIX el centro administrativo del Nuevo Reino de Granada estaba asentado en Santa Fe, de
tal manera que aparecía como el lugar referencial de dominio político de la monarquía
española, aunque existían también fuertes poderes de las Elites en otras provincias, algunas,
como la de Cartagena, muy contrarias a las santafereñas. En 1808 sucedió la invasión
napoleónica a la península y el rey fue tomado prisionero, hecho que auspició la creación
en España de una Junta Suprema que abogaba por la legitimidad de Fernando VII. Ello
originó una serie de contradicciones mayores entre los que vislumbraban la posibilidad de
una independencia absoluta y los que pensaban sólo en tener autonomía, como partes
integrantes de la nación española.
Las fuerzas dirigentes, concentradas en Santa Fe, buscando mayor representación política
como americanos, aprovecharon estas circunstancias para organizar el levantamiento del 20
de julio de 1810 y designaron una Junta Suprema de Gobierno. Así empezó una era de
confrontación pública acerca de la construcción de la Nueva Granada como un territorio
independiente del Estado español, en una especie de acto fundador de una nueva era, que se
complementaria más tarde con el reemplazo del virrey, en una acción de toma de poder y
como tal fue asumido por los miembros del Congreso en 1873.
Justamente, después de varios debates, se aprobó la ley que oficializó el 20 de julio como
día festivo-aniversario de la proclamación de la independencia.
Se fundamentó, según el discurso del presidente Manuel Murillo Toro, en el hecho de
considerar el levantamiento de ese día de 1810 en Santa Fe, como el inicio de una campaña
que abrieron “nuestros padres” contra la dominación española que se cerró con las victorias
militares de los patriotas en Boyacá, Carabobo, Pichincha y Ayacucho. Se unieron dos
hechos, el levantamiento del 20 de julio y las batallas militares, y se unificaron al
considerarlos parte de un mismo conjunto. Tomaron partido por conmemorar el “inicio de
las acciones”.
2.- El referente conceptual: Desde 1811, el 20 de julio aparece reseñado en los calendarios,
como el año de la “revolución e instalación de la Suprema Junta”; en 1812, como el tercero
de “Nuestra Libertad”, acompañado de Santa Librada, mártir y patrona de la Patria. En
1813, como “Día de la Independencia”; en 1814, como “Día memorable de nuestra
transformación política”; en 1815, como “Día de la Libertad” y en los años siguientes como
fiesta cívica celebrando al Héroe, como “memoria del 20 de julio”, como “Día de la
independencia nacional”. De ese modo se llegó a identificar como la Gran Fiesta de la
Patria o Aniversario de la Independencia, referentes con los cuales se identificaron los
4. congresistas de 1873 para determinar que era esta efemérides la que concordaba con sus
propios imaginarios.
No en vano los discursos de conmemoración del momento hacen referencia a estos
lenguajes de “libertad”, “próceres”, “patriotas”, “día brillante”, “santos mártires”,
conceptos que también se representaron en los desfiles de esos años. Es una conjunción de
elementos que mira hacia el pasado para rendir homenaje a los que iniciaron “nuestra
transformación política”, a los que combatieron, como creadores de “nuestra libertad”.
3.- El momento político: En 1873 se encontraba en el poder presidencial la fracción política
de los denominados Radicales, quienes buscaban crear formas alegóricas en la
representación del Estado-Nación en formación. En ese sentido habían emprendido una
campaña para laicizar varios de los espacios que permanecían referenciados por la
simbolización religiosa. En esa tarea fue importante la erección de estatuas a los jefes
militares de la lucha independentista, el rebautizo de calles y plazas con los nombres de las
batallas que les dieron gloria a los ejércitos libertadores, la colocación de la primera piedra
para construir un monumento en memoria de los mártires en la Plaza de los Mártires,
nombrada así desde 1850 y bautizar Parque Santander el espacio que se conocía como plaza
de San Francisco.
Sin embargo, el acto contundente es la puesta en escena, en los desfiles del 20 de julio, de
la idea de unidad de los nueve Estados Federados, escenificada a través de representaciones
de las particularidades simbólicas de cada uno, pero ungida como un solo cuerpo. Bajo esta
concepción se considera que toda la simbología, que se manifestaba en la diversidad de
cada Estado, dejaba ver también la unidad en la concepción de una nación y se debía
oficializar a través de un solo festejo: el 20 de julio, día del nacimiento de “un pueblo libre,
soberano, y digno de asistir al banquete de la civilización”, como bien lo formulaban.
Es con base en estas acciones y situaciones, más políticas que sociales, que nos aprestamos
a conmemorar el 20 de julio de 2010, como el Bicentenario de nuestras independencias.
5. El 20 de julio: una historia con futuro
Gran Concierto nacional, 20 de julio
11 de junio de 2008
El Gran Concierto Nacional- Música para la Convivencia será el primer evento que
abrirá la conmemoración del Bicentenario de las Independencias. El historiador
Germán Mejía, asesor del Ministerio de Cultura, hace una reflexión sobre la
importancia d
Por Germán Mejía
Las razones por las cuales los colombianos celebramos el 20 de julio, cada año, están
presentes en nuestra memoria desde hace mucho tiempo. Esa fecha nos recuerda que hace
198 años unas personas, en lo que para entonces se llamaba Santafé, iniciaron un proceso
que decenios más tarde dio forma a lo que hoy es nuestra República, como Estado; a
nuestra Nación, como conglomerado de habitantes; a nuestra Patria, como la tierra de
nuestros padres.
Sin embargo, lo cierto es que hasta muy entrado el siglo XIX esta fecha no nos significó
como colombianos. Solo fue hasta el 16 de mayo de 1876, mediante la aprobación de la ley
Nº 2854, que la conmemoración del 20 de julio se constituyó en símbolo de nuestra
independencia. Es claro, entonces, que la elección de este día como principal efeméride
nacional fue el resultado de una construcción social que demoró varios decenios en
imponerse sobre todo el conjunto del territorio nacional. La Constitución de 1886 recogió
lo que dicha dinámica social significó: el triunfo de un Estado democrático de claro talante
centralista tanto en su forma de gobernarse como de entender la Nación.
Los movimientos sociales que se gestaron desde los años 1970 alcanzaron una de sus cimas
en la Constitución de 1991. Este hecho evidenció la necesidad de otorgarle un marco
histórico, un pasado, a la nueva situación: no solo se debía erigir el Estado sobre
fundamentos diferentes, sino que debíamos dar cuenta de la descentralización del Estado y
de la política, de la pluralidad ideológica y de la heterogeneidad cultural. Es evidente,
entonces, que el pasado común que resultó de la construcción decimonónica del significado
del 20 de julio está hoy en cuestión, no porque esa fecha sea hoy una efeméride sin sentido,
sino porque las raíces de su significado han variado.
El 20 de julio, como fiesta cívica que conmemora el momento fundador de la República y
de la Nación, necesita significarse sobre los pilares de una Colombia que se entiende
diversa, plural e incluyente. En ese sentido, nuestra fiesta cívica por excelencia debe
recordarnos, entonces, el hecho de querernos construir como una Nación de personas y
comunidades diferentes; el acto de querernos vincular en un Estado que es capaz de
garantizar nuestra pluralidad de orígenes y destinos; el evento de habernos fundado como
una patria de padres diferentes, pero conviviendo en el mismo suelo y aprendiendo a
construir un destino común.
6. Actualizar el significado del 20 de julio como el aniversario por excelencia de los
colombianos es precisamente retornarle su valor a la fiesta cívica: un encuentro de todos
como ciudadanos. Y propone el Ministerio de Cultura reconstruirlo, precisamente,
mediante el recurso de la fiesta: el Gran Concierto Nacional- Música para la Convivencia.
Hacer del 20 de julio una fiesta recursos_user/documentos/migracion/musical es un
mensaje claro de paz, un mensaje esperanzador de futuro. De esta manera, el Gran
Concierto Nacional nos permite comenzar a entender lo que la fiesta cívica puede llegar a
ser para los colombianos: una celebración de la diversidad, pero incluyente. Y qué mejor
que los diversos sonidos y ritmos de nuestras regiones para que revivamos a través de la
música el Grito de Independencia.
Es por esta razón que el Gran Concierto Nacional se constituye desde ahora en el primer
gran evento que el Ministerio de Cultura ha programado para la conmemoración del
Bicentenario de las Independencias en 2010. Aún más, pretende el Ministerio convertir en
costumbre la realización de este evento pues lo volverá a organizar para la celebración del
20 de julio de 2009 y, por supuesto, para la del 2010, pues el origen de la tradición reposa
en la repetición de los actos colectivos.
Con la realización del Gran Concierto Nacional y la organización de la conmemoración del
Bicentenario de las Independencias, desde lo que le es propio, el Ministerio de Cultura
quiere cumplir con un solo propósito: hacer de tales eventos una gran celebración de la
democracia. En ese sentido, los objetivos que se ha trazado son, entre otros, integrar a la
construcción de nuestra memoria las preguntas actuales sobre lo acontecido durante los
últimos doscientos años y materializar dicha construcción en acciones que recuperen y
acrecienten el patrimonio tangible e intangible de los colombianos. De igual manera, busca
revitalizar la fiesta cívica como expresión de la ciudadanía en un acto incluyente,
participativo, tolerante y plural, capaz de expresar en la diversidad el gran valor que tiene
ahora, para nosotros, el reconocimiento de lo propio.
Germán Rodrigo Mejía Pavony
Profesor Titular del Departamento de Historia de la Universidad Javeriana, historiador de
esta universidad y Ph.D en Historia de la Universidad de Miami (Coral Gables, Florida).
Especialista en Historia Urbana, autor de varios libros, textos y artículos sobre Historia de
Colombia, en particular relacionados con el siglo XIX y con la Historia de Bogotá. Autor
del libro, Los Años del Cambio, Historia Urbana de Bogotá, 1820 – 1910, premiado en
1999 por la Cámara Colombiana del Libro como el mejor libro del año en la categoría de
Ciencias Sociales. Ha sido director del Departamento de Historia, de la Maestría en
Historia y Asistente de la Vicerrectoría Académica de la Universidad Javeriana.
Coordinador académico, en colaboración, del proyecto Bogotá, Historia Común. Profesor
Visitante en la Universidad de Miami y en la Universidad Nacional de Colombia, sede
Medellín, ha sido también profesor, conferencista y consultor en varias universidades e
instituciones públicas y privadas del país.