1. La revolución: ¿utopía o posibilidad real?
El Sistema nos acusa de utópicos. Los diarios, los noticieros, pero no sólo ellos: todos
los que construyen día a día nuestra forma de pensar contribuyen, en mayor o menor
medida, a crear esa imagen de nosotros.
Estoy hablando tanto de los agentes conscientes y explícitos del Sistema (políticos,
empresarios, economistas, periodistas) como de sus sostenedores más sutiles (y por
lo tanto más peligrosos): los que, con la mejor de las intenciones, creen oponerse a él
siéndole en realidad útiles... (Aunque en algunos casos ni siquiera es tan seguro lo de
las buenas intenciones)
Estos son, en general, aquellos a quienes tomamos como referentes, y por lo tanto,
influyen de manera directa en nuestra forma de ver las cosas: los "intelectuales" (los
renombrados científicos, sociólogos, antropólogos, etc.), los "artistas" (músicos,
actores, escritores, etc.), y en menor escala, los profesores, maestros...
Todos ellos fortalecen al Sistema, de manera involuntaria (o voluntaria a veces) al
tachar de utópico a todo pensamiento realmente revolucionario, a toda idea que
considere la alternativa de una sociedad radicalmente distinta (y no, en cambio,
ligeramente distinta, como propone el reformismo).
Pero ¿por qué la construcción de una sociedad radicalmente distinta es una
posibilidad real, y no una utopía?
Fundamentalmente, porque ya hubo a lo largo de la historia muchas experiencias que
lo demuestran.
La Comuna de París se toma generalmente como la primera de estas experiencias a
gran escala en el mundo moderno: En 1871, la población de dicha ciudad (y en
especial los obreros) se levantó en armas y la ocupó, estableciendo un gobierno
formado por representantes directos y revocables de cada barrio popular. Este
gobierno atendió inmediatamente las necesidades más urgentes: hambre, pobreza,
desocupación, salud y educación. Dos meses después la Comuna fue aplastada por el
ejército, pero alcanzó para demostrar que pensar en un gobierno directo del pueblo no
era tan descabellado.
En 1905 y luego nuevamente en 1917, los obreros y campesinos de Rusia, en el
marco de una huelga general, formaron los comités de fábrica y los soviets. Ambas
eran organizaciones basadas en asambleas generales que elegían delegados
revocables. Los soviets tomaron y compartieron el poder con el partido bolchevique
durante algún tiempo, hasta que éste último logró quitarles toda su autonomía y los
integró al sistema verticalista de dominio partidario (llegando inclusive a la represión
armada, como ocurrió con el soviet de Kronstadt).
2. Los soviets llegaron sin embargo a realizar una profunda revolución, participando
durante un período en la dirección de las empresas y la sociedad en general,
repartiendo las tierras, en definitiva, dando un ejemplo práctico de lo que debía ser la
verdadera democracia.
En 1936, durante la guerra civil española, se experimentó en sectores del campo y en
importantes ciudades la autogestión de la economía: las fábricas eran dirigidas por
sus obreros a través de asambleas, los campos eran convertidos en cooperativas por
los campesinos y dirigidos y trabajados en conjunto... en general grandes ramas de la
producción y de los servicios fueron socializadas, al mismo tiempo que algunas
cuestiones sociales se resolvían de manera asamblearia. Si bien no se llegó a disolver
completamente el viejo aparato estatal, éste debía como mínimo reconocer el poder
de las organizaciones populares, quienes a su vez mantenían milicias para luchar
contra el fascismo.
Finalmente la autogestión fue aplastada por una combinación de factores, entre los
cuales se encuentran: el restablecimiento del poder del aparato estatal, la represión
llevada a cabo por el Partido “Comunista” estalinista contra las milicias y las
colectivizaciones, y más tarde la victoria militar de las tropas de Franco.
Pero esta vez, los profundísimos cambios sociales tuvieron casi un año entero de vida,
y le mostraron al mundo que es totalmente posible vivir de una manera radicalmente
diferente, siendo la sociedadrealmente igualitaria, democrática, libre.
En mayo de 1968, más de 10 millones de trabajadores, estudiantes, etc. franceses se
lanzaron a una huelga general con ocupación de lugares de trabajo, estudio, y
otros establecimientos. Durante casi un mes se vivió día a día la posibilidad real de
revolucionar la sociedad y la vida cotidiana. Lo que hoy nos llega como “un
movimiento de jóvenes idealistas” fue en realidad el terror de los defensores del
mundo enajenado. Las consignas “la imaginación al poder” “bajo los adoquines, la
playa”, etc. no significaban la expresión de un deseo abstracto, de una aspiración
utópica, sino que estaban respaldadas por la ocupación concreta de todo lo que hace
funcionar a una sociedad: las fábricas, los medios de transporte, la infraestructura, las
oficinas, los servicios...
Esto quiere decir que, si bien la revolución no se concretó y el movimiento fue
derrotado (una vez más, por la acción saboteadora del Partido Comunista pos-
estalinista sumada a la represión estatal, entre otras razones), se estuvo a sólo unos
pocos pasos de realizarla.
Con el control popular de los medios de producción, distribución, comunicación,
expresión, etc... sumadas a la formación de asambleas multitudinarias que gobernaran
el país, esas consignas “idealistas” podrían haber constituido la piedra angular del
mundo nuevo. Pero como dije, el movimiento fracasó, y el Sistema se encargó de
3. desfigurar y vaciar su historia hasta que no conservase nada de su contenido
realmente subversivo...
Hubo muchísimas otras experiencias de este tipo, más o menos conocidas, más o
menos tergiversadas, a mayor o menor escala, pero que demuestran que la
transformación profundamente radical de la sociedad es posible, y por lo tanto, para
nada una utopía.
Queda pendiente pensar y crear las nuevas experiencias autogestivas, basadas en las
condiciones concretas del mundo actual, para lograr de una vez por todas
la revolución social, el auto-gobierno colectivo, laautogestión generalizada,
la emancipación de la humanidad, el fin de la explotación del hombre por el hombre...