2. Aunque por el Bautismo Dios ha perdonado nuestro
pecado, nuestra inclinación al mal no desaparece como
por arte de magia.
Seguimos toda la vida luchando por superarnos y seguir
a Cristo con fidelidad.
Los hombres somos débiles , por eso necesitamos ser
perdonados.
3. Por el mismo motivo por el que nos bañamos todos los
días aunque sabemos que nos volveremos a ensuciar. Lo
importante es el hábito de estar limpios.
Dios sabe que somos débiles y que probablemente
volveremos a pecar, por eso en cada confesión fortalece
nuestra voluntad.
El sacerdote, al escucharme, me orientará y me
permitirá encontrar el verdadero camino de mi vida.
4. Me guiará según el Evangelio para que yo pueda vivir de
acuerdo a las enseñanzas de Jesús y así ordenar mi vida
y sanarme de las heridas que el pecado ha producido en
mí.
A veces nos cansamos de que las cosas nos salgan mal…
pero Dios NUNCA se cansa de nosotros y siempre nos da
su fuerza para mejorar y crecer.