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Universidad Galileo
Crecimiento Humano/Relaciones humanas
Catedrática: Laura Reyes
VALORES
PARA
MAYORES
1
INDICE DE VALORES PARA MAYORES
1. El rey y su halcón (Autodominio)
2. Régulo en Cartago (Valentía)
3. Hércules y el carretero (Superación)
4. ¿Qué es el carácter? (Carácter)
5. El rey Midas (Sobriedad)
6. Edúcate (Autodominio)
7. David y Betsabé (Matrimonio)
8. Corazón de bronce (Objetividad)
9. Androcles y el león (Compasión)
10. La libertad (Libertad)
11. Tráfico de bocadillos (Amistad)
12. Jóvenes (Magnanimidad)
13. Rico como Craso (Desprendimiento)
14. ¡Qué egoísta eres! (Generosidad)
15. El buen samaritano (Solidaridad)
16. ¿Sabes decir: no ? (Autodominio)
17. San Jorge y el dragón (Servicio)
18. Cometa en hilo (Experiencia)
19. Por falta de un clavo (Terminar)
20. ¿Torre de castillo? (Perseverancia)
21. El árbol de pañuelos (Perdón)
22. Obstáculos (Respetos humanos)
23. El pozo de Cascina (Sociabilidad)
24. El combate del alma (Paciencia)
25. Poema 50 (Desprendimiento)
26. El monje domador (Coherencia)
27. ¡Si no ríes, no vives! (Optimismo)
28. Frente a la suerte (Voluntad)
29. Forma de creatividad (Perdón)
30. El joven voluntarioso (Terminar)
31. Gavillas de trigo (Bondad)
32. Demóstenes (Sacrificio)
33. Marido cuidador (Comunicación)
34. Abnegación (Obediencia)
35. El cuervo y la vasija (Solidaridad)
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36. Perseverancia (Perseverancia)
37. La verdad poderosa (Honestidad)
38. Obra, acomete (Superación)
39. El joven tendero (Justicia)
40. Trabajo entusiasta (Laboriosidad)
3
EL REY Y SU HALCÓN
Genghis Khan era un gran rey y guerrero.
Llegó con su ejército a China y Persia, y conquistó muchas tierras. En todos los
países, los hombres referían sus hazañas, y decían que desde Alejandro Magno no
existía un rey como él.
Una mañana, cuando descansaba de sus guerras, salió a cabalgar por los
bosques. Lo acompañaban muchos de sus amigos. Cabalgaban jovialmente, llevando sus
arcos y flechas. Sus criados los seguían con los perros.
Era una alegre partida de caza. Sus gritos y sus risas resonaban en el bosque.
Esperaban a obtener muchas presas.
En la muñeca el rey llevaba su halcón favorito, pues en esos tiempos se
adiestraba a los halcones para cazar. A una orden de sus amos, echaban a volar y
buscaban la presa desde el aire. Si veían un venado o un conejo, se lanzaban sobre él
con la rapidez de una flecha.
Todo el día Genghis Khan y sus cazadores atravesaron el bosque, pero no
encontraron tantos animales como esperaban.
Al anochecer emprendieron el regreso. El rey cabalgaba a menudo por los
bosques y conocía todos los senderos. Así que mientras el resto de la partida tomaba el
camino más corto, él eligió un camino más largo por un valle entre dos montañas.
Había sido un día caluroso, y el rey tenía sed. Su halcón favorito había echado a
volar, y sin duda encontraría el camino de regreso.
El rey cabalgaba despacio. Una vez había visto un manantial de aguas claras
cerca de ese sendero. ¡Ojalá pudiera encontrarlo ahora! Pero los tórridos días de verano
habían secado todos los manantiales de la montaña.
Al fin, para su alegría, vio agua goteando de una roca. Sabía que había un
manantial más arriba. En la temporada de las lluvias, siempre corría por allí un arroyo
caudaloso, pero ahora bajaba una gota por vez.
El rey se apeó del caballo. Tomó un tazón de plata de su morral, y lo sostuvo para
recoger las gotas que caían con lentitud.
Tardaba mucho en llenarse, y el rey tenía tanta sed que apenas podía esperar. En
cuanto el tazón se llenó, se lo llevó a los labios y se dispuso a beber.
De pronto oyó un silbido en el aire, y le arrebataron el tazón de las manos. El agua
se derramó en el suelo.
4
El rey alzó la vista para ver quién le había hecho esto. Era el halcón.
El halcón voló de aquí para allá varias veces, y al fin se posó en las rocas, a orillas
del manantial.
El rey recogió el tazón, y de nuevo se dispuso a llenarlo.
Esta vez no esperó tanto tiempo. Cuando el tazón estuvo medio lleno, se lo acercó
a la boca. Pero apenas lo intentó, el halcón se echó a volar y se lo arrebató de las manos.
El rey empezó a enfurecerse. Lo intentó de nuevo, y por tercera vez el halcón le
impidió beber.
El rey montó en cólera.
- ¿Cómo te atreves a actuar así? -exclamó-. Si te tuviera en mis manos, te
retorcería el cuello.
Llenó el tazón de nuevo. Pero antes de tratar de beber, desenvainó la espada.
- Amigo halcón -dijo-, ésta es la última vez.
No acababa de pronunciar estas palabras cuando el halcón bajó y le arrebató el
tazón de la mano. Pero el rey lo estaba esperando. Con una rápida estocada abatió al
ave.
El pobre halcón cayó sangrando a los pies de su amo.
- Ahora tienes lo que mereces -dijo Gesghis Khan.
Pero cuando buscó el tazón, descubrió que había caído entre dos piedras, y que
no podía recobrarlo.
- De un modo u otro, beberé agua de esa fuente -se dijo.
Decidió trepar la empinada cuesta que conducía al lugar de donde goteaba el
agua. Era un ascenso agotador, y cuanto más subía, más sed tenía.
Al fin llegó al lugar. Allí había, en efecto, un charco de agua, ¿pero qué había
en el charco? Una enorme serpiente muerta, de la especie más venenosa.
El rey se detuvo. Olvidó la sed. Pensó sólo en el pobre pájaro muerto.
- ¡El halcón me salvó la vida! -exclamó-. ¿Y cómo le pagué? Era mi mejor
amigo, y lo he matado.
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Bajó la cuesta. Tomó suavemente al pájaro y lo puso en su morral. Luego montó a
caballo y regresó de prisa, diciéndose:
- Hoy he aprendido una lección, y es que nunca se debe actuar impulsado por la
furia.
SUGERENCIAS METODOLÓGICAS
Objetivo.- Conseguir el hábito de dominar el temperamento y no actuar precipitadamente.
Contenido.- Autodominio
Formar un carácter capaz de dominar la comodidad y los impulsos propios de su forma
de ser para hacer la vida más amable a los demás.
Es el valor que nos ayuda a controlar los impulsos de nuestro carácter y la tendencia a
la comodidad mediante la voluntad. Nos estimula a afrontar con serenidad los
contratiempos y a tener paciencia y comprensión en las relaciones personales.
El autodominio debe comprenderse como una actitud que nos impulsa a cambiar
positivamente nuestra personalidad. Cuando no existe esa fuerza interior, se realizan
acciones poco adecuadas, generalmente como resultado de un estado de ánimo; la
armonía que debe existir en toda convivencia se rompe; quedamos expuestos a caer en
excesos de toda índole y entramos en un estado de comodidad que nos impide concretar
propósitos.
Cada día que buscamos ejercer ese señorío sobre nosotros mismos, automáticamente
nuestro carácter comienza a madurar por la serenidad y paciencia que imprime este valor,
la voluntad nos libera del desánimo, controlamos nuestros gustos y vivimos mejor la
sobriedad, en pocas palabras, entramos en un proceso de superación constante.
Algunas personas han opinado que la fuente para lograr el autodominio proviene de la
aplicación de algunas técnicas para relajarse, y aunque efectivamente pueden ayudar, no
debemos perder de vista que los valores se forman a través del ejercicio diario, con el
esfuerzo por descubrir en nuestra personalidad aquellos rasgos poco favorables.
Las costumbres y hábitos determinan en mucho la falta de autodominio. Debemos
comenzar por analizar cuales de ellas nos condicionan e impiden vivir este valor.
El autodominio nos ayuda a reconocer los distintos aspectos de nuestra personalidad y
nuestra forma de reaccionar ante determinadas circunstancias. Debemos cambiar
nuestras disposiciones en sentido positivo: “en lugar de molestarme por la lentitud de “x”
empleado -cuyo ritmo de trabajo es así-, ahora no sólo evitaré el disgusto y llamada de
atención, procuraré darle un buen consejo que le ayude a mejorar”. Lo mismo aplica para
6
los hijos, el cónyuge y hasta con algunos amigos. Este cambio no es sencillo, requiere
atención y esfuerzo para anticipar nuestras reacciones, lo cual significa remar
contracorriente para corregir este mal hábito.
Otras de las costumbres más arraigadas se encuentran en el terreno de los gustos y
comodidades personales, en apariencia es poco significativo privarse de una golosina a
media mañana, quedarse en cama más de lo debido, terminar de trabajar antes de la hora
de salida, o buscar como perder el tiempo para llegar más tarde a casa y evadir alguna
ocupación, pero cada una de estas cosas pequeñas constituye una excelente oportunidad
para practicar el autodominio. Quien tiene la capacidad de privarse de un gusto, también
tendrá la fortaleza para soportar situaciones desagradables.
Para algunas personas, la falta de este valor se manifiesta por el deseo de convertirse
en el centro de atención en todo lugar, acaparar las conversaciones, presumir de sus
logros, compararse continuamente con los demás... El autodominio también ayuda a ser
más sencillos, hombres y mujeres de acción y no de palabras inútiles.
En familia este valor es indispensable para la sana convivencia, pues implica aprender
a tolerar y pasar por alto las pequeñas fricciones cotidianas, no se trata de
desentenderse, sino de dar ejemplo de serenidad, comprensión y cariño, principalmente
cuando se tiene la responsabilidad de educar a los hijos. También nos ayuda a estar
pendientes de las necesidades de los demás y prestarles servicios, pues la comodidad
nos hace esperar ser atendidos, mientras que el autodominio nos impulsa a ser más
participativos en los quehaceres cotidianos.
En el contexto de las relaciones personales, el autodominio nos impulsa a ser discretos
y maduros para evitar la murmuración, la crítica y la difamación de los demás por
cualquier situación que es incompatible con nuestra forma de pensar.
La práctica del autodominio también nos induce a perfeccionar nuestros hábitos de
trabajo, aprovechar más el tiempo, tener más cuidado en lo que hacemos, “dar el extra”
cuando se necesite. En el campo escolar y profesional siempre es necesario el
perfeccionamiento, que sólo se alcanza con esfuerzo, alejando la pereza y la mentalidad
conformista.
Para iniciar y desarrollar el autodominio, considera como importante:
- Aprende a escuchar. De lo contrario, se convierte en la muestra más clara de la falta
de autodominio.
- Procura no distinguirte por comer abundantemente, decir disparates, vestir de forma
estrafalaria, mostrar poca educación o malos modales.
- Evita el deseo de enterarte de lo que no te incumbe, hacer comentarios imprudentes y
dar consejos no solicitados, eso es ser entrometido.
7
- Cuida especialmente tus relaciones personales, evita suponer las palabras y actitudes
que los demás tienen y que “motivan” tu enojo. Lo más importante es que tu cambies de
actitud, que hasta ahora también es predecible.
- Dedica unos minutos cada día para reflexionar y elaborar una pequeña lista sobre las
situaciones cotidianas que normalmente te disgustan, provocan pereza, caes en excesos
y aquellas en las que evades tus responsabilidades. No te preocupes si en un principio
son pocas, más adelante seguirás descubriendo otras no menos importantes.
- De la lista obtenida, selecciona dos de todas ellas (puedes elegir entre las
interrupciones en el trabajo, comprar los víveres para el hogar, desvelarte con frecuencia,
dedicar el tiempo necesario al estudio, por ejemplo), reflexiona sobre la actitud correcta
que debes adoptar y llévalas a la práctica por una o dos semanas, después de ese
período elige otras y así sucesivamente.
La persona que aprende a controlarse interiormente tiene el privilegio de vivir una
alegría auténtica, pues jamás se deja llevar por los disgustos y contratiempos; además,
tiene la tranquilidad del deber cumplido, pues por el control que tiene sobre la comodidad,
es capaz de cumplir con sus deberes oportunamente. Consecuentemente, todo esto le
ayuda a tener excelentes relaciones personales, por la cordialidad y delicadeza que
mantiene en su trato.
Actividades.-
1. Contestar estas preguntas:
a) ¿Por qué el halcón no le dejaba beber agua?
b) ¿Cómo calificarías al halcón?
c) ¿Cuál fue la equivocación del rey?
d) ¿Cómo llamarías a este defecto?
e) ¿En qué ocasiones se puede vivir la autodisciplina a lo largo del día?
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RÉGULO EN CARTAGO
Cartago envió una embajada a Roma para pedir la paz. Confióse la legación al
romano Régulo, que estaba preso, y se le exigió el juramento de volver a la cautividad si
la misión no alcanzaba éxito. Puedes imaginarte la emoción de su alma al ver de nuevo a
su amada Roma. Y habría podido quedarse allí, en su patria, definitivamente, caso de
conseguir la paz.
¿Sabes qué hizo?
Fue él precisamente quién abogó con más ardor por la continuación de la guerra;
y cuando el senado le alentaba a quedarse, dando por motivo que el juramento arrancado
a viva fuerza no obliga, contestó:
- “¿Tan empeñados estáis en que me degrade? Bien sé que me esperan torturas y
muerte al volver. Pero, ¡qué cosa más baladí es todo esto en parangón con la vergüenza
de una acción infame, con las heridas de un alma culpable! Quiero conservar en su
pureza el carácter romano, aun siendo prisionero de los cartagineses. He jurado volver.
Cumpliré mi deber”.
Volvió a Cartago y los cartagineses, en medio de grandes tormentos, le dieron la
muerte.
¡Este era el carácter romano!
Pues, ¿cuál tendrá que se el carácter cristiano?
No se puede pedir que todos los hombres sean ricos; ni que todos sean sabios;
tampoco que todos sean célebres; pero sí, de todos podemos exigir, que tengan carácter.
Mas el carácter no es un “premio gordo”, que se pueda sacar - sin méritos.
El carácter no es un apellido de alta alcurnia que se hereda - sin trabajo.
El carácter es el resultado de la lucha ardua, de la autoeducación, de la
abnegación, de la batalla espiritual sostenida con virilidad. Y esta batalla ha de librarla
cada uno por sí solo, hasta que venza.
SUGERENCIAS METODOLÓGICAS
Objetivo.- Comprender la importancia del carácter personal.
Contenido.- Valentía
Personas ordinarias haciendo cosas extraordinarias: El valor que forja familias,
empresas y naciones diferentes.
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La valentía es un valor universal que nos enseña a defender aquello que vale la pena, a
dominar nuestros miedos y a sobreponernos en la adversidad. Sin la valentía, en los
momentos difíciles nuestras vidas podrían irse a la deriva, sin embargo la fortaleza interior
conducida por una conciencia recta, pueden llevarnos más lejos de lo que podríamos
imaginar.
Ser valiente no es sencillo. En ocasiones, la valentía significa afrontar las
consecuencias de nuestros actos, los productos de nuestros errores. El niño que admite
ante sus padres que fue él quien rompió la ventana del vecino, el empleado que reconoce
el no haber hecho su trabajo como era debido, el padre de familia que acepta ante sus
hijos que debería haber pasado más tiempo con ellos son ejemplos que, por desgracia, a
veces no son tan comunes: son ejemplos de personas que han tenido la fuerza de aceptar
su error y de afrontar sus consecuencias.
La vida misma no es sencilla y puede ser, en ocasiones, sorprendentemente dura: La
muerte de un ser querido, una enfermedad, la ruina de un negocio son ejemplos de
momentos tremendamente difíciles. La valentía es la diferencia entre hundirse o seguir
nadando.
Por otra parte, la valentía también tiene que ver directamente con defender lo que
sabemos que es correcto. La conciencia con frecuencia nos indica que se está
cometiendo una injusticia, o que se está violentando algún derecho. En esos momentos,
es necesaria una posición concreta para actuar como es debido y para defender lo que
está bien.
La valentía nos hace personas ordinarias que pueden obtener resultados
extraordinarios. Una persona que defiende al débil, que admite sus errores, que afronta
las consecuencias de sus actos, que no calla cuando sabe que algo está mal, puede estar
asumiendo riesgos, pero también está creando una diferencia real en su vida y en el
mundo que le rodea.
Los seres humanos solemos dejarnos llevar por la comodidad y, desgraciadamente, por
los miedos. Con gran frecuencia generamos nuestros propios fantasmas y temores
inexistentes; nos planteamos consecuencias que aún no existen pero que vemos como
algo muy real. ¡Qué triste es el papel de un muchacho que no se atreve a decirle a una
chica cuánto le gusta por miedo a que ella le rechace! No es raro que nuestra imaginación
nos traicione planteándonos escenarios y panoramas desoladores, y nos inmovilizamos
simplemente porque creemos que algo puede salir mal.
La valentía es afrontar riesgos, vencer miedos. A veces las consecuencias de algo
pueden ser duras. En ocasiones nuestra valentía no cambia el mundo. El niño que admite
haber roto la ventana del vecino puede ser de cualquier forma castigado, quizá el padre
que confiesa no haber pasado suficiente tiempo con sus hijos no puede cambiar el
alejamiento con su familia, también a veces el muchacho que le abre su corazón a la
chica que le gusta es rechazado. La valentía no asegura el éxito inmediato, eso es cierto.
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Sin embargo hay una gran diferencia entre ser un cobarde y ser un valiente: la posibilidad
de lograr algo. La diferencia es Esperanza. Quien es cobarde tiene un futuro cierto: la
mediocridad. Quien es valiente tiene un futuro inmediato incierto, pero siempre encontrará
al final del camino la corona de la victoria.
El niño que rompió la ventana podrá ser castigado, pero a la larga sus padres le
tendrán confianza. El padre que no pudo cambiar el alejamiento con sus hijos a la larga
ganará el respeto que se merece por haber hecho lo correcto. El muchacho que fue
rechazado tal vez un día encuentre a una chica que le valore más y que le quiera
sinceramente. Una cosa es un hecho: si ninguno de estos tres casos contaran con el valor
de la valentía, el niño que rompe ventanas y esconde la mano será siempre indigno de
confianza, el padre que no admite sus errores será visto siempre como un egoísta y un
cobarde, el chico que no se atreve a decir sus sentimientos se quedará solo.
La valentía ha forjado patrias, empresas, comunidades, familias. La cobardía nunca ha
hecho algo que valga la pena. La valentía a veces falla en lo inmediato, pero siempre a la
larga genera un resultado positivo.
La valentía es un valor que se vive día a día, en las pequeñas cosas. No es necesario
esperar grandes afrentas, tremendos errores o increíbles batallas. La cobardía diaria
sumerge a las personas, a las familias, a las sociedades y a las naciones en un pantano
cómodo, suave, pero que acaba ahogándoles. La valentía en las cosas pequeñas va
construyendo una obra sólida que tal vez en el momento inmediato no sea tan grande o
tan bella, pero que tarde o temprano se convertirá en un magnífico edificio. La valentía
construye personas dignas de respeto y de confianza, familias unidas, sociedades
pujantes y naciones sólidas.
Actividades.-
1. Responder las siguientes preguntas
a) ¿Como demostró Régulo su carácter?
b) ¿Cómo se puede alcanzar el carácter?
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HÉRCULES Y EL CARRETERO
Algunas personas demuestran una voluntad casi milagrosa para esperar a que otros
vengan a hacerles el trabajo. Esta vieja fábula nos ayuda a entender prontamente que el
único trabajo cierto es el que hacemos nosotros.
Un carretero conducía a sus animales por un camino fangoso con una carga completa,
cuando las ruedas de la carreta se hundieron tanto en el lodo que los caballos no
pudieron moverla. El carretero miraba desesperado en torno, llamando a Hércules a voz
en cuello para pedirle ayuda. Al fin el dios se presentó, y le dijo:
- Apoya el hombro en la rueda, hombre, y azuza tus caballos, y luego pide auxilio
a Hércules. Si no alzas un dedo para ayudarte a ti mismo, no esperes socorro de Hércules
ni de nadie.
El cielo ayuda a los que se ayudan.
SUGERENCIAS METODOLÓGICAS
Objetivo.- Conseguir el hábito del trabajo para conseguir lo que deseamos.
Contenido.- Superación
La superación no llega con el tiempo, el simple deseo o con la auto motivación,
requiere acciones inmediatas, planeación, esfuerzo y trabajo continuo.
Nuestra vida esta llena de oportunidades, saber aprovecharlas y obtener los frutos
deseados constituyen el centro de nuestras aspiraciones. Actualmente se habla de
excelencia personal y el éxito al alcance de la mano, sin embargo, muchas de estas
fórmulas se enfocan a la solución de problemas y al logro de una posición económica
preponderante, quedando cortas en lo que a la superación personal se refiere, la
verdadera superación no tiene cantidad sino calidad.
La superación es el valor que motiva a la persona a perfeccionarse a sí misma, en lo
humano, espiritual, profesional y económico, venciendo los obstáculos y dificultades que
se presenten, desarrollando la capacidad de hacer mayores esfuerzos para lograr cada
objetivo que se proponga.
Si la superación es un deseo innato de los seres humanos ¿por qué en ocasiones nos
detenemos? El principal obstáculo es nuestra persona, con temores encubiertos de
excusas, con la vana esperanza de una oportunidad "de oro" o el momento adecuado
para cambiar de vida; en el peor de los casos, la pereza y el pesimismo propios del
conformista.
Podemos observar a personas que constantemente hablan de sus planes y el noble
afán que tienen por darle un nuevo y mejor rumbo a su vida, sin embargo, todo se queda
en las palabras y en el deseo, argumentando dificultades y contratiempos no previstos, los
cuales han impedido concretar los objetivos planeados. Basta pensar en el negocio que
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desde hace tiempo queremos iniciar por nuestra cuenta, del curso de perfeccionamiento
profesional que nos abriría las puertas a una mejor posición laboral y que a la fecha no
hemos iniciado, o el estudiante que espera el próximo semestre para "ahora sí"
prepararse a conciencia y obtener mejores notas.
La superación no llega con el tiempo, el simple deseo o con la auto motivación,
requiere acciones inmediatas, planeación, esfuerzo y trabajo continuo.
En muchas ocasiones la superación no aparece como un gran cambio lleno de
beneficios materiales. Con cierta frecuencia encontramos a personas inconformes en su
trabajo, deseando cambiar porque en el tiempo que llevan no ha mejorado su posición.
Sin embargo, rechazan oportunidades con un bajo incremento económico o un mismo
nivel profesional, sin darse cuenta que la experiencia, las relaciones y los nuevos
conocimientos por adquirir, constituyen un perfeccionamiento personal que más adelante
servirá para alcanzar otros objetivos.
La estabilidad y seguridad que otorga el permanecer mucho tiempo en un lugar
(empleo, escuela, ciudad...) puede infundir temor a lo desconocido, como si no tuviéramos
la capacidad de plantearnos nuevos retos con grandeza de ánimo y dispuestos a
enfrentar y resolver las dificultades.
Aunque los recursos económicos y materiales sean necesarios, no debemos enfocar la
superación a la acumulación de los mismos, como una manera fácil de medir un progreso.
Existen otros aspectos fundamentales y prioritarios que toda persona debe atender:
- Podemos comenzar por ver nuestros hábitos y costumbres: el cuidado de las cosas
ajenas y personales; el orden en nuestras comidas, diversiones y descanso; la atención y
cuidados que procuramos a nuestros familiares (hijos, padres, cónyuge, etc.); tratar con
amabilidad a todas las personas; ocupar nuestro tiempo libre para tener convivencia,
cultivar pasatiempos o realizar actividades sencillas...
- En el terreno profesional no basta lo que hemos aprendido, continuamente debemos
buscar los medios para ser más profesionales y competentes, como aprender a sacarle el
debido provecho al uso de la computadora (ordenador) para aplicarlo a nuestro trabajo y
tener un mejor rendimiento; idear nuevos sistemas para hacer nuestro trabajo con mayor
agilidad y disminuir errores; estudiar una especialidad.
Para el estudiante significa dedicar más tiempo a su preparación, conocer y aplicar
nuevas técnicas de estudio que faciliten un mejor aprendizaje con los resultados
deseados; desarrollar la investigación personal y mejorar la calidad en los trabajos que
realice.
Los padres de familia pueden dedicar un tiempo a lecturas sobre como educar mejor a
los hijos según su edad, o inscribirse a cursos que persigan los mismos fines.
Actualmente existen bastantes recursos que ayudan a conocer y a desempeñar mejor la
labor de educación y formación de la familia.
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- El ámbito espiritual, con mucha frecuencia descuidado, ofrece muchas posibilidades
con el conocimiento de los preceptos y valores propios de nuestra religión, además de la
práctica de los mismos; contar con la asistencia de un director espiritual; procurar el trato
con Dios de manera continua (y no sólo cuando tenemos algún problema o necesidad
grave); frecuentar los sacramentos y las prácticas religiosas.
La superación personal se encuentra en la persona misma y no en los bienes
materiales, como tampoco es exclusivo de una determinada edad; existen hoy en día
jóvenes y personas mayores capaces de lograr grandes empresas, observando como sus
sueños se hacen realidad y sin detenerse a considerar la falta de experiencia o el
cansancio natural que traen los años. Renunciar a mejorar equivale a una vida triste, gris
y con falta de aspiraciones, en una palabra: conformismo.
Las posibilidades de superación son innumerables y ante tantos aspectos podemos
caer fácilmente en el desánimo. Además de tomar la firme decisión de iniciar hoy mismo,
conviene elaborar un pequeño plan para hacerlo de manera ordenada y llevarlo a la
práctica de forma consistente. Puede ayudar mucho revisar "Vive los valores" y la "Guía
Práctica", donde se observan una serie de consejos prácticos para lograr este fin.
Cabe considerar sobre la existencia de los obstáculos, siempre los habrá, pero la
verdadera superación consiste en afrontarlos y ante ellos cobrar nuevos bríos. En esta
vida nada es fácil, todo lo que vale la pena requiere de perseverancia y paciencia para
alcanzarlo, es entonces cuando la superación se hace sublime -alejada de toda vanidad y
soberbia- con el gozo interior de acercarnos cada vez más a la cima de la humana
perfección.
Actividades.-
1. Responder las siguientes preguntas
a) ¿Por qué se hundió la carreta?
b) ¿Hacía algo el carretero para sacar la carreta?
c) ¿A quién llamó el carretero?
d) ¿Qué le contestó Hércules?
e) ¿Cuando podemos los niños trabajar más y mejor?
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¿QUÉ ES EL CARÁCTER?
¿Qué pensamos cuando decimos de alguien: es un joven de carácter?
Con la palabra carácter entendemos la adaptación de la voluntad del hombre a una
dirección justa; y joven de carácter es aquél que tiene principios nobles, y permanece
firme en ellos, aún cuando esta perseverancia fiel le exija sacrificios.
En cambio, es de carácter inestable, de poca garantía, débil o-en último grado- es
hombre sin carácter, quien contra la voz de la propia conciencia cambia sus principios
según las circunstancias, según la sociedad, según los amigos, etc., y hace traición a sus
ideales desde el momento en que por ellos tenga que sufrir lo más mínimo.
Con esto ya puedes ver en qué consiste la educación del carácter. En primer lugar: hay
que adquirir ideales, principios; después tenemos que acostumbrarnos, con un ejercicio
continuo, a obrar según nuestros nobles ideales en cualquier circunstancia de la vida. La
vida moral del hombre sin principios está toda ella expuesta a continuas sacudidas y es
como la caña azotada por la tempestad. Hoy obra de un modo, mañana se deja llevar por
otro parecer. Antes de todo, pues, pongamos principios firmes en nuestro interior;
después adquiramos fuerzas para seguir siempre lo que hemos juzgado justo y recto.
El primer deber que te incumbe es formar principios rectos en tu alma. ¿Cuál es, por
ejemplo, el principio recto en el estudio? “He de estudiar con diligencia constante, porque
he de pulir las dotes, que me fueron dadas, según la voluntad de Dios.” ¿Cuál es el
principio justo respecto a mis compañeros? “Lo que deseo que me hagan a mí, he de
hacerlo yo también a los otros.” Y así sucesivamente. En todo has de tener principios
justos.
El segundo deber -ya más difícil- es seguir los principios justos, es decir, educarte para
una vida de carácter.
SUGERENCIAS METODOLÓGICAS
Objetivo.- Valorar la formación del carácter y la educación de la personalidad.
Contenido.- Carácter
Transformar la imagen de una personalidad emprendedora, llena de energía, de fuerza y
vitalidad, a una forma de ser propia y natural.
El tener carácter implica una decisión firme y una férrea voluntad para proponernos
objetivos y alcanzarlos en la medida de nuestras posibilidades, el cultivo de los buenos
hábitos, la actitud positiva hacia el trabajo y el esfuerzo por dominar a nuestros impulsos y
al egoísmo.
El transformar la imagen de una personalidad emprendedora, llena de energía, de fuerza
y vitalidad, a una forma de ser propia y natural, es sin lugar a dudas, algo atractivo para
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cualquier persona. Con cierta facilidad podríamos calificar si una persona tiene carácter o
no, dependiendo de las actitudes que consideramos como positivas, o en su defecto, con
falta de firmeza y según sea el caso. Esta valoración que hacemos de los demás, ¿la
hacemos para nuestra persona sin tratar de engañarnos nosotros mismos?
En algunos momentos se ha malentendido el "tener carácter" como sinónimo de
rudeza, prepotencia, altanería, u obstinación. Por otra parte, no siempre se ha identificado
la falta de carácter con las quejas continuas por el trabajo y todo lo que implica, las
labores domésticas los estudios... y en general de todo aquello que de alguna manera nos
incomoda.
Una persona con carácter tiene retos constantes, no contra los demás, sino para
consigo mismo. Cada reto personal es una manera de forjar un carácter recio, firme y
decidido, incapaz de detenerse ante los obstáculos, de lamentarse por el cansancio o
cuando las cosas salen mal.
Podemos revisar algunos aspectos de nuestra vida, que seguramente nos ayudarán a
descubrir si estamos formando adecuadamente nuestro carácter:
En la oficina, la escuela o en el hogar y con todas sus variantes ¿Cómo es nuestro
trabajo? Hablamos de trabajar con intensidad, sin perder demasiado tiempo en el café o
en la plática, procurando hacer las cosas en el momento, sin detenernos a buscar si hay
algo más fácil que hacer. Además es necesario considerar como un deber, el terminar
todo lo que hemos comenzado sin distraernos en otra cosa, aunque estemos cansados y
procurando hacerlo lo más perfecto posible.
Lo propio siempre será asumir siempre nuestra responsabilidad en cualquier caso, lo
que nos lleva a evitar mentir o dar pretextos y justificaciones cuando cometimos un error
por negligencia. En este rubro se considera el evadir algunas tareas que nos son
particularmente desagradables, como aparentar demasiado trabajo para que nuestro jefe
no nos asigne una tarea extra para el día de hoy.
De alguna forma todo aquello que tenemos en nuestro interior, lo manifestamos
muchas veces sin darnos cuenta: los días pasarán lentamente si continuamente estamos
pensando en que llegue el fin de semana para liberarnos, y así dedicarnos a descansar,
ponernos cómodos y divertirnos, en pocas palabras: pereza.
Poca fortaleza interior se ve reflejada en las quejas que hacemos por todo: la cantidad
de trabajo, del clima, del tráfico... si algo solucionamos, adelante.
Nuestro trato a los demás siempre debe ser cordial, y no sólo eso, hay que evitar por
todos los medios criticar o que se haga crítica de las personas. Esto sólo refleja envidia y
vano amor propio.
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Para formar el carácter es necesario tener dominio sobre nuestra persona, mediante
pequeñas, pero continuas acciones que hagan más fuerte nuestra voluntad,
principalmente:
- Hacer pequeños esfuerzos que nos ayuden a dominar nuestros gustos y caprichos.
Como levantarse 10 minutos antes de lo normal, comer un poco menos de aquello que
más nos gusta, ver menos tiempo la televisión o en su defecto ver el noticiero completo.
- Hablar bien de las personas, siempre.
- Llegar al trabajo o a la casa con una sonrisa.
- Saludar con educación y cortesía a todas las personas.
- Aprender a escuchar y considerar las opiniones y consejos que nos dan.
- Pedir perdón si ofendimos o hicimos pasar un mal momento a alguien por nuestro mal
humor.
- Hacer con empeño las cosas que consideramos poco agradables. Si nos confían algo,
es porque se tiene la confianza de que está en nuestras posibilidades realizarlo.
- Cumplir con las promesas y compromisos que hemos hecho.
- Proponerse varios retos personales: como trabajar mejor, aprender algo nuevo,
mejorar nuestro trato hacia los demás, etc.
La persona que verdaderamente tiene carácter no ve obstáculos, sino retos; domina
sus impulsos para ser dueño de su voluntad: conserva amistades y relaciones por los
valores que transmite; encuentra alegría en lo que hace, sin conformarse con ser feliz a
través de los placeres pasajeros.
Actividades.-
1. Leer y explicar el texto.
2. Cada uno escribe en las características de un chico de carácter, y los pasos a seguir
para educar el carácter personal.
17
EL REY MIDAS
Érase una vez un rey muy rico cuyo nombre era Midas. Tenía más oro que nadie en
todo el mundo, pero a pesar de eso no le parecía suficiente. Nunca se alegraba tanto
como cuando obtenía más oro para sumar en sus arcas. Lo almacenaba en las grandes
bóvedas subterráneas de su palacio, y pasaba muchas horas del día contándolo una y
otra vez.
Ahora bien, Midas tenía una hija llamada Caléndula. La amaba con devoción, y decía:
- Será la princesa más rica del mundo.
Pero la pequeña Caléndula no daba importancia a su fortuna. Amaba su jardín, sus
flores y el brillo del sol más que todas las riquezas de su padre. Era una niña muy
solitaria, pues su padre siempre estaba buscando nuevas maneras de conseguir oro, y
contando el que tenía, así que rara vez le contaba cuentos o salía a pasear con ella, como
deberían hacer todos los padres.
Un día el rey Midas estaba en su sala del tesoro. Había echado la llave a las gruesas
puertas y había abierto sus grandes cofre de oro. Lo apilaba sobre mesa y lo tocaba con
adoración. Lo dejaba escurrir entre los dedos y sonreía al oír el tintineo, como si fuera una
dulce música. De pronto una sombra cayó sobre la pila del oro. Al volverse, el rey vio a un
sonriente desconocido de reluciente atuendo blanco. Midas se sobresaltó. ¡Estaba seguro
de haber atrancado la puerta! ¡Su tesoro no estaba seguro! Pero el desconocido se
limitaba a sonreír.
- Tienes mucho oro, rey Midas -dijo.
- Sí -respondió el rey-, pero es muy poco comparado con todo el oro que hay en el
mundo.
- ¿Qué? ¿No estás satisfecho? -preguntó el desconocido.
- ¿Satisfecho? -exclamó el rey-. Claro que no. Paso muchas noches en vela planeando
nuevos modos de obtener más oro. Ojalá todo lo que tocara se transformara en oro.
- ¿De veras deseas eso, rey Midas?
- Claro que sí. Nada me haría más feliz.
- Entonces se cumplirá tu deseo. Mañana por la mañana, cuando los primeros rayos del
sol entren por tu ventana, tendrás el toque de oro.
Apenas hubo dicho estas palabras, el desconocido desapareció. El rey Midas se frotó
los ojos.
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- Debo haber soñado -se dijo- , pero qué feliz sería si eso fuera cierto.
A la mañana siguiente el rey Midas despertó cuando las primeras luces aclararon el
cielo. Extendió la mano y tocó las mantas. Nada sucedió.
- Sabía que no podía ser cierto -suspiró. En ese momento los primeros rayos del sol
entraron por la ventana. Las mantas donde el rey Midas apoyaba la mano se convirtieron
en oro puro-. ¡Es verdad! -exclamó con regocijo-. ¡Es verdad!
Se levantó y corrió por la habitación tocando todo. Su bata, sus pantuflas, los muebles,
todo se convirtió en oro. Miró por la ventana, hacia el jardín de Caléndula.
- Le daré una grata sorpresa -dijo. Bajó al jardín, tocando todas las flores de Caléndula
y transformándolas en oro-. Ella estará muy complacida -se dijo.
Regresó a su habitación para esperar el desayuno, y recogió el libro que leía la noche
anterior, pero en cuanto lo tocó se convirtió en oro macizo.
- Ahora no puedo leer -dijo-, pero desde luego es mucho mejor que sea de oro.
Un criado entró con el desayuno del rey.
- Qué bien luce -dijo-. Ante todo quiero ese melocotón rojo y maduro.
Tomó el melocotón con la mano, pero antes que pudiera saborearlo se había
convertido en una pepita de oro. El rey Midas lo dejó en la bandeja.
- Es muy bello, pero no puedo comerlo. -dijo. Levantó un panecillo, pero también se
convirtió en oro-. ¿Qué haré? Tengo hambre y sed, y no puedo beber ni comer oro.
En ese momento se abrió la puerta y entró la pequeña Caléndula. Sollozaba
amargamente, y traía en la mano una de sus rosas.
- ¿Qué sucede, hijita? -preguntó el rey.
- ¡Oh, padre! ¡Mira lo que ha pasado con mis rosas! ¡Están feas y rígidas!
- Pues son rosas de oro, niña. ¿No te parecen más bellas que antes?
- No -gimió la niña-, no tienen ese dulce olor. No crecerán más. Me gustan las rosas
vivas.
- No importa -dijo el rey-, ahora come tu desayuno.
Pero Caléndula notó que su padre no comía y que estaba muy triste.
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- ¿Qué sucede, querido padre? -preguntó, acercándose. Le echó los brazos al cuello y
él la besó, pero de pronto el rey gritó de espanto y angustia. En cuanto la tocó, el adorable
rostro de Caléndula se convirtió en oro reluciente. Sus ojos no veían, sus labios no podían
besarlo, sus bracitos no podían estrecharlo. Ya no era una hija risueña y cariñosa, sino
una pequeña estatua de oro.
El rey Midas agachó la cabeza, rompiendo a llorar.
- ¿Eres feliz, rey Midas? -dijo una voz. Al volverse, Midas vio al desconocido.
- ¡Feliz! ¿Cómo puedes preguntármelo? ¡Soy el hombre más desdichado de este
mundo! -dijo el rey.
- Tienes el toque de oro -replicó el desconocido-. ¿No es suficiente?
El rey Midas no alzó la cabeza ni respondió.
- ¿Qué prefieres, comida y un vaso de agua fría o estas pepitas de oro? -dijo el
desconocido.
El rey Midas no pudo responder.
- ¿Qué prefieres, oh rey, esa pequeña estatua de oro, o una niña vivaracha y cariñosa?
- Oh, devuélveme a mi pequeña Caléndula y te daré todo el oro que tengo -dijo el rey-.
He perdido todo lo que tenía de valioso.
- Eres más sabio que ayer, rey Midas -dijo el desconocido-. Zambúllete en el río que
corre al pie de tu jardín, luego recoge un poco de agua y arrójala sobre aquello que
quieras volver a su antigua forma. -El desconocido desapareció.
El rey Midas se levantó de un brinco y corrió al río. Se zambulló, llenó una jarra de agua
y regresó deprisa al palacio. Roció con agua a Caléndula, y devolvió el color a sus
mejillas. La niña abrió los ojos azules.
- ¡Vaya, padre! -exclamó-. ¿Qué sucedió?
Con un grito de alegría, el rey Midas la tomó en sus brazos.
Nunca más el rey Midas se interesó en otro oro que no fuera el oro de la luz del sol, o el
oro del cabello de la pequeña Caléndula.
SUGERENCIAS METODOLÓGICAS
Objetivo.- Aprender a no ser avariciosos y egoístas.
Contenido.- Sobriedad
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Es el valor que nos enseña a administrar nuestro tiempo y recursos, moderando nuestros
gustos y caprichos para construir una verdadera personalidad.
Qué difícil es hablar de sobriedad en una época caracterizada por la búsqueda del placer
y del afán desmedido por acumular bienes de todo género; parece ser que lo único
necesario es cuidar las apariencias y satisfacer nuestros deseos. La sobriedad no solo
tiene que ver con estar sobrio y el manejo del alcohol. Este valor afecta otras realidades
más importantes de nuestra vida.
El valor de la sobriedad nos ayuda a darle a las cosas su justo valor y a manejar
adecuadamente nuestros apetitos, estableciendo en todo momento un límite entre lo
razonable y lo inmoderado.
¿Has pensado cómo influye el ambiente en tu persona? Aunque no podemos culpar del
todo a la publicidad, es ella quien transmite una idea falsa de felicidad: en toda reunión de
amigos debe haber determinada bebida para estar alegres; al comprar cierto tipo de auto
adquieres presencia y personalidad; si vistes con determinada marca de ropa demuestras
actualidad; ser conocedor de restaurantes y platillos exóticos, te hace hombre de mundo;
al utilizar cremas, pastillas y tratamientos para cuidar tu figura, te dará belleza... y así,
todo un conjunto de elementos que caracterizan a una sociedad consumista preocupada
por la apariencia de la persona.
El problema no es la comercialización de los productos, sino la forma en que nos
vemos afectados. Por tanto, damos por cierto que la felicidad está en todo aquello que
cultiva nuestra vanidad y nos da satisfacciones, entonces, no es extraño que estemos
bajo el influjo de agentes externos.
El "tener más", "lo más novedoso" o lo "mas caro" se convierte en la base de nuestra
seguridad personal, caemos en el despilfarro con tal de alimentar nuestra soberbia y
vanidad por el deseo de sobresalir, de estar a la moda y de aparentar una mejor posición
económica; sin reflexionar compramos varios pares de zapatos (ropa, accesorios, etc.)
por estar a un precio rebajado, cambiamos de auto con relativa frecuencia para competir
con el vecino o los compañeros de trabajo, adquirimos cuanto adorno y aparato
electrodoméstico aparece en el mercado para mostrar lujo en el hogar...
En este sentido, debemos reconocer que somos caprichosos y orientamos nuestros
esfuerzos a conseguir las cosas sin importar el precio, y algunas veces postergando lo
indispensable. Se ha visto a personas que prefieren comprarse un "buen reloj" y no pagar
la colegiatura de sus hijos. Los padres viven la sobriedad cada vez que se privan de un
gusto personal pensando en otras cosas necesarias para los hijos o la familia en conjunto.
La sobriedad nos ayuda a saber comprar sólo lo verdaderamente necesario,
indispensable y de utilidad; por el contrario, aprendemos a obtener el máximo uso y
provecho de todo lo que tenemos, sin dejar las cosas prácticamente nuevas y sin utilizar.
21
Para la sobriedad hace falta autodominio, es muy claro si se ilustra con el exceso en la
comida y la bebida por la imagen y efectos que produce, sin embargo, esta falta de control
se manifiesta en el excesivo descanso y la distribución de nuestro tiempo: no es correcto
permanecer todo el domingo recostado viendo la TV; nuestro tiempo debe pasar en
equilibrio, entre la diversión, la obligación y la actividad, con una buena administración
podemos trabajar sin presiones, tener momentos de esparcimiento y desarrollar aficiones.
También debemos ser sobrios en nuestra forma de hablar, de comportarnos y de vestir:
existen personas que dicen todo cuanto les viene a la mente, muchas veces sin
comunicar nada y sólo por el gusto de sentirse escuchados; otros exageran en las
bromas, las palabras altisonantes y los aspavientos; también es chocante vestir
estrafalariamente, lleno de accesorios y adornos que podrán ser de moda pero hacen
perder elegancia.
Podemos pensar que al darnos nuestros pequeños lujos no hacemos mal a nadie; la
verdad es que cada vez que cedemos a nuestros caprichos, nos hacemos dependientes
de las cosas, de nuestros apetitos y de la comodidad. Caemos en un malestar por no
haber conseguido aquella superficialidad que tanto deseábamos, y cada vez más somos
incapaces de hacer grandes esfuerzos.
Cuando no ponemos límites, llegamos a una insatisfacción "por sistema" en la que
siempre queremos más. De ahí surgen los vicios, la dependencia de las drogas, el deseo
de placer sexual, la infidelidad...
Para vivir este valor no hace falta pensar en grandes cosas y privaciones, una vez más
la respuesta esta en cuidar los pequeños detalles:
- Antes de comprar algo reflexiona sobre el motivo de la adquisición: si es necesidad,
un simple lujo o un verdadero capricho. Si es el caso, no inventes necesidades, se
valiente y reconoce que no vale la pena el gasto.
- Usa las cosas y no las cambies simplemente porque en el mercado hay una más
novedosa, o porque todos tus amigos la compraron. En esta competencia sin fin tu bolsillo
es el más afectado.
- Reconoce tu verdadera situación económica y vive de acuerdo a tus posibilidades.
Cuando te decidas a hacerlo, aprenderás que las personas te aceptan por lo que eres.
- Habla sólo lo necesario. Transmite pensamientos más que palabras.
- Viste de forma elegante y decorosa, la moda también puede cumplir con este
requisito.
- Evita el deseo de ser el centro de atención y aprende a divertirte: el alcohol, las
bromas de mal gusto, las palabras altisonantes y los desmanes, manifiestan inseguridad y
falta de autodominio.
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- Haz el propósito de moderar tus gustos y apetitos: compra menos golosinas; come un
poco menos de aquello que más te gusta; establece una hora para dormir y dejar de ver la
TV; utiliza una agenda para programar tus actividades; aprende que la diversión también
tiene un tiempo límite; modera tu descanso y procura una actividad...
La sobriedad no es negación ni privación. Es poner a tu voluntad y a tu persona por
encima de las cosas, los gustos y los caprichos, dominándolos para no vivir bajo su
dependencia. Es muy natural que al estar condicionados por nuestros impulsos, nos
cueste trabajo dejarlos, pero nunca es tarde para comenzar, con pequeños esfuerzos,
fortalecemos nuestra voluntad y desarrollamos este valor necesario para aprender a
administrar nuestro tiempo y nuestros recursos, además de construir una verdadera
personalidad.
Actividades.-
1. Contesta las siguientes preguntas
a) ¿En qué ocasiones algunos chicos son avariciosos, egoístas o codiciosos?
b) ¿En qué circunstancias podemos ser generosos?
23
EDÚCATE
Esculpir en tu alma la imagen sublime que Dios concibió al formarte, es la noble labor a
que damos el nombre de autoeducación. Este trabajo tiene que hacerlo cada uno por sí
mismo, y ningún otro puede cumplirlo en su lugar. Los otros podrán darte consejos,
podrán indicarte el camino recto; pero en definitiva tú has de ser quien sientas el deseo de
formar en ti la noble imagen que Dios ha escondido en tu alma.
Has de ser tú quien desees ser noble, fuerte, limpio de alma. Has de conocer cómo es
tu alma, cuáles son las hierbas malas en ella, qué es lo que falta. Has de poner mano en
la educación de tu alma, sabiendo que el éxito ha de obtenerse a costa de muchos
esfuerzos, abnegaciones y victorias alcanzadas sobre ti mismo. Has de negarte a menudo
cosas deleitosas; has de hacer muchas veces lo que no te apetece y sellar tus labios, y
erguir tu frente cuando notes que alguna de tus buenas intenciones, una y otra vez, se ve
frustrada.
Tu carácter, el curso de toda tu vida, depende de estos trabajos pequeños: “Siembra un
pensamiento y segarás un deseo, siembra un deseo y recogerás la acción, siembre la
acción y recogerás la costumbre, siembra la costumbre y recogerás el carácter, siembra el
carácter y tendrás por mies tu propia suerte.” De pequeños pensamientos y acciones va
entretejiéndose la suerte de tu vida.
“En todas las horas de tu vida vuelve tu mirada con respeto y amor hacia la virtud, no
pierdas jamás la ocasión de hacer una obra buena y, si esta obra estuviere en pugna
algunas veces con tu provecho y deseo momentáneos, acostumbra tu voluntad a
vencerlos..., así alcanzarás un carácter con que puedas hacer algo grande, trabajar para
tu época y para el porvenir, y lograr que tu nombre se pronuncie entre tus compañeros,
envuelto en respeto y amor.” (Kolösey.)
SUGERENCIAS METODOLÓGICAS
Objetivo.- Comprender que un trabajo personal importante es formarse a sí mismo para
ser noble, fuerte y limpio de alma.
Contenido.- Autodominio
Formar un carácter capaz de dominar la comodidad y los impulsos propios de su forma
de ser para hacer la vida más amable a los demás.
Es el valor que nos ayuda a controlar los impulsos de nuestro carácter y la tendencia a
la comodidad mediante la voluntad. Nos estimula a afrontar con serenidad los
contratiempos y a tener paciencia y comprensión en las relaciones personales.
El autodominio debe comprenderse como una actitud que nos impulsa a cambiar
positivamente nuestra personalidad. Cuando no existe esa fuerza interior, se realizan
acciones poco adecuadas, generalmente como resultado de un estado de ánimo; la
24
armonía que debe existir en toda convivencia se rompe; quedamos expuestos a caer en
excesos de toda índole y entramos en un estado de comodidad que nos impide concretar
propósitos.
Cada día que buscamos ejercer ese señorío sobre nosotros mismos, automáticamente
nuestro carácter comienza a madurar por la serenidad y paciencia que imprime este valor,
la voluntad nos libera del desánimo, controlamos nuestros gustos y vivimos mejor la
sobriedad, en pocas palabras, entramos en un proceso de superación constante.
Algunas personas han opinado que la fuente para lograr el autodominio proviene de la
aplicación de algunas técnicas para relajarse, y aunque efectivamente pueden ayudar, no
debemos perder de vista que los valores se forman a través del ejercicio diario, con el
esfuerzo por descubrir en nuestra personalidad aquellos rasgos poco favorables.
Las costumbres y hábitos determinan en mucho la falta de autodominio. Debemos
comenzar por analizar cuales de ellas nos condicionan e impiden vivir este valor.
El autodominio nos ayuda a reconocer los distintos aspectos de nuestra personalidad y
nuestra forma de reaccionar ante determinadas circunstancias. Debemos cambiar
nuestras disposiciones en sentido positivo: “en lugar de molestarme por la lentitud de “x”
empleado -cuyo ritmo de trabajo es así-, ahora no sólo evitaré el disgusto y llamada de
atención, procuraré darle un buen consejo que le ayude a mejorar”. Lo mismo aplica para
los hijos, el cónyuge y hasta con algunos amigos. Este cambio no es sencillo, requiere
atención y esfuerzo para anticipar nuestras reacciones, lo cual significa remar
contracorriente para corregir este mal hábito.
Otras de las costumbres más arraigadas se encuentran en el terreno de los gustos y
comodidades personales, en apariencia es poco significativo privarse de una golosina a
media mañana, quedarse en cama más de lo debido, terminar de trabajar antes de la hora
de salida, o buscar como perder el tiempo para llegar más tarde a casa y evadir alguna
ocupación, pero cada una de estas cosas pequeñas constituye una excelente oportunidad
para practicar el autodominio. Quien tiene la capacidad de privarse de un gusto, también
tendrá la fortaleza para soportar situaciones desagradables.
Para algunas personas, la falta de este valor se manifiesta por el deseo de convertirse
en el centro de atención en todo lugar, acaparar las conversaciones, presumir de sus
logros, compararse continuamente con los demás... El autodominio también ayuda a ser
más sencillos, hombres y mujeres de acción y no de palabras inútiles.
En familia este valor es indispensable para la sana convivencia, pues implica aprender
a tolerar y pasar por alto las pequeñas fricciones cotidianas, no se tratar de
desentenderse, sino de dar ejemplo de serenidad, comprensión y cariño, principalmente
cuando se tiene la responsabilidad de educar a los hijos. También nos ayuda a estar
pendientes de las necesidades de los demás y prestarles servicios, pues la comodidad
nos hace esperar ser atendidos, mientras que el autodominio nos impulsa a ser más
participativos en los quehaceres cotidianos.
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En el contexto de las relaciones personales, el autodominio nos impulsa a ser discretos
y maduros para evitar la murmuración, la crítica y la difamación de los demás por
cualquier situación que es incompatible con nuestra forma de pensar.
La práctica del autodominio también nos induce a perfeccionar nuestros hábitos de
trabajo, aprovechar más el tiempo, tener más cuidado en lo que hacemos, “dar el extra”
cuando se necesite. En el campo escolar y profesional siempre es necesario el
perfeccionamiento, que sólo se alcanza con esfuerzo, alejando la pereza y la mentalidad
conformista.
Para iniciar y desarrollar el autodominio, considera como importante:
- Aprende a escuchar. De lo contrario, se convierte en la muestra más clara de la falta
de autodominio.
- Procura no distinguirte por comer abundantemente, decir disparates, vestir de forma
estrafalaria, mostrar poca educación o malos modales.
- Evita el deseo de enterarte de lo que no te incumbe, hacer comentarios imprudentes y
dar consejos no solicitados, eso es ser entrometido.
- Cuida especialmente tus relaciones personales, evita suponer las palabras y actitudes
que los demás tienen y que “motivan” tu enojo. Lo más importante es que tu cambies de
actitud, que hasta ahora también es predecible.
- Dedica unos minutos cada día para reflexionar y elaborar una pequeña lista sobre las
situaciones cotidianas que normalmente te disgustan, provocan pereza, caes en excesos
y aquellas en las que evades tus responsabilidades. No te preocupes si en un principio
son pocas, más adelante seguirás descubriendo otras no menos importantes.
- De la lista obtenida, selecciona dos de todas ellas (puedes elegir entre las
interrupciones en el trabajo, comprar los víveres para el hogar, desvelarte con frecuencia,
dedicar el tiempo necesario al estudio, por ejemplo), reflexiona sobre la actitud correcta
que debes adoptar y llévalas a la práctica por una o dos semanas, después de ese
período elige otras y así sucesivamente.
La persona que aprende a controlarse interiormente tiene el privilegio de vivir una
alegría auténtica, pues jamás se deja llevar por los disgustos y contratiempos; además,
tiene la tranquilidad del deber cumplido, pues por el control que tiene sobre la comodidad,
es capaz de cumplir con sus deberes oportunamente. Consecuentemente, todo esto le
ayuda a tener excelentes relaciones personales, por la cordialidad y delicadeza que
mantiene en su trato.
Actividades.-
1. Contestar las siguientes preguntas
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a) ¿En qué consiste la autoeducación?
b) ¿Quién tiene que hacer ese trabajo?
c) ¿A qué se refieren “las malas hierbas” de que habla el texto?
d) ¿Qué pasos hay que dar para formar el carácter?
e) ¿En qué se puede mejorar el carácter de un alumno?
27
DAVID Y BETSABÉ
Cuando David llegó al trono, se puso a la cabeza de su ejército para librar guerras
contra los enemigos de Israel. Pero llegó un momento en que su reino sufría muchos
problemas, y David dejó a Joab, su general, al mando de sus guerreros, mientras él
permanecía en su palacio del Monte Sión.
Un anochecer David caminaba por la azotea del palacio. Miró hacia un jardín y vio a
una mujer bellísima. Preguntó a un criado quién era esa mujer, y el criado le respondió:
- Se llama Betsabé, y es la esposa de Uriah.
Uriah era un oficial del ejército de David, al mando de Joab, y en esa época luchaba en
la guerra contra los amonitas, en Rabbah, cerca del desierto, al este del jordán. David
mandó buscar a Betsabé, esposa de Uriah, y habló con ella. La amaba, y ansiaba tomarla
como una de sus esposas (en esos tiempos no se consideraba pecado que un hombre
tuviera más de una esposa). Pero David no podía casarse con Betsabé mientras su
esposo Uriah estuviera con vida. Un pensamiento maligno entró en el corazón de David,
quien planeó la muerte de Uriah para poder llevar a Betsabé a su propia casa.
David le escribió una carta a Joab, el comandante de su ejército, y esa carta decía:
“Cuando haya una batalla con los amonitas, envía a Uriah al punto donde más arrecie el
combate, y déjalo allí, para que le den muerte los amonitas.”
Y Joab hizo lo que David le había ordenado. Envió a Uriah y un puñado de valientes al
pie de la muralla de la ciudad, sabiendo que allí se toparían con feroz resistencia. Se libró
un fiero combate junto a la muralla, Uriah pereció y con él otros valientes. Entonces Joab
despachó un mensajero para informarle al rey David cómo andaba la guerra, y
especialmente que Uriah, uno de sus valientes oficiales, había muerto en la lucha.
Cuando David se enteró, le dijo al mensajero: “Dile a Joab: No te inquietes por la
pérdida de los hombres caídos en batalla. La espada debe abatir a algunos. Mantén el
sitio, continúa el asedio, y ganarás la ciudad.”
Y una vez que Betsabé hubo guardado luto por la muerte de su esposo, David la llevó a
su palacio y la desposó. Sólo Joab, y David, y quizás algunos otros, sabían que David
había causado la muerte de Uriah, pero Dios lo sabía, y Dios estaba disgustado con David
por ese acto malvado.
El Señor envió al profeta Natán para decirle a David que, aunque los hombres
ignoraban la maldad que había cometido el rey, Dios la había visto, y castigaría a David
por su pecado. Natán visitó a David y le habló de este modo:
- Había dos hombres en una ciudad; uno era rico, el otro pobre. El rico tenía grandes
rebaños de ovejas y muchas reses, pero el pobre sólo tenía una oveja que había
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comprado. Esa oveja se crió en su hogar con sus hijos, y bebía de su taza, y se acostaba
en su regazo y era como una hija para él.
“Un día un visitante fue a cenar a casa del rico. El rico no sacrificó una de sus propias
ovejas para el huésped, sino que robó la oveja del pobre, la sacrificó y la cocinó para
comer con su amigo.
David se enfureció al oír estas palabras. Le dijo a Natán:
- ¡El hombre que hizo esto merece morir! Le devolverá a su vecino pobre cuatro veces
lo que le quitó. ¡Cuánta crueldad, tratar así a un hombre pobre, sin ninguna piedad!
Y Natán le dijo a David:
- Tú eres el hombre que cometió esa iniquidad. El Señor te hizo rey en lugar de Saúl, y
te dio un reino. Tienes una gran casa, y muchas esposas. ¿Por qué, entonces, has
cometido esta maldad a ojos del Señor? Has matado a Uriah con la espada de los
hombres de Amón, y has tomado su esposa como esposa. Una espada se alzará contra
tu casa, y tú sufrirás, y tus esposas sufrirán, y tus hijos sufrirán, todo por lo que has
hecho.
Cuando David oyó estas palabras, vio su maldad en toda su plenitud. Sintió gran
congoja, y le dijo a Natán:
- He pecado contra el Señor.
Y David mostró tanta pena por su pecado que Natán le dijo:
- El Señor ha perdonado tu pecado, y no morirás por él. Pero el hijo que te ha dado la
esposa de Uriah sin duda morirá.
Poco después el hijo de David y Betsabé, muy amado por David, enfermó gravemente.
David rezó pidiendo por la vida de su hijo, y no probaba bocado, sino que yacía de bruces
en el suelo de su casa, abrumado por el dolor. Los nobles del palacio fueron a verle, y le
pidieron que se levantara y comiera, pero él se negaba. Durante siete días el niño
empeoró cada vez más, y David seguía acongojado. Luego el niño falleció, y los nobles
temieron contárselo a David, pues se dijeron:
- Si estaba tan afligido cuando el niño vivía, ¿qué hará cuando se entere de que ha
muerto?
Pero cuando el rey David vio gente cuchicheando con rostro cabizbajo, preguntó:
- ¿Ha muerto el niño?
Y le respondieron:
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- Sí, oh rey, el niño ha muerto.
Entonces David se levantó del suelo, se lavó la cara y se puso sus atavíos de rey. Fue
primero a la casa del Señor, y adoró, luego fue a su propia casa, se sentó a la mesa, y
comió. Los criados se maravillaron de esto, pero David les dijo:
- Mientras el niño vivía, ayuné y oré y lloré, pues esperaba salvar la vida del niño con
mis plegarias al Señor, apelando a su misericordia. Pero ahora ha muerto, y mis plegarias
nada pueden hacer por él. No puedo recobrarlo. El no regresará a mí, sino que yo iré a él.
Y después de esto David dio a David y Betsabé, su esposa, otro hijo varón, a quien
llamaron Salomón. El Señor amó a Salomón, que con el tiempo se convirtió en un hombre
sabio.
SUGERENCIAS METODOLÓGICAS
Objetivo.- Aprender a dominar la lujuria.
Contenido.- El matrimonio, camino de santidad
La indisolubilidad del matrimonio, la fidelidad y el amor a los hijos, son cosas queridas por
Dios, para que el hombre y la mujer unidos por el sacramento, alcancen la santidad.
Por Pbro. Dr. Francisco Fernández Carvajal.
I. Se encontraba Jesús en Judea, en la otra orilla del Jordán, rodeado de una gran
multitud, que escuchaba atentamente sus enseñanzas [1]. Entonces -leemos en el
Evangelio de la Misa [2]- se acercaron unos fariseos y para tentarle, para enfrentarlo con
la Ley de Moisés, le preguntaron si es lícito al marido repudiar a su mujer. Moisés había
permitido el divorcio condescendiendo con la dureza del antiguo pueblo. La condición de
la mujer era entonces ignominiosa y prácticamente podía ser dejada a un lado por
cualquier causa, siguiendo ligada al marido. Moisés estableció que el marido diera a la
mujer despedida una carta de repudio, testificando que la despedía; así quedaba libre
para casarse con quien quisiera [3]. Los Profetas ya censuraron el divorcio a la vuelta del
exilio [4].
Jesús declara en esta ocasión la indisolubilidad original del matrimonio, según lo
instituyera Dios en el principio de la creación. Para ello, cita expresamente las palabras
del Génesis que se leen en la Primera lectura [5]. Pero en el principio de la creación los
hizo Dios varón y hembra; por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a
su mujer, y serán los dos una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido no lo separe el
hombre. De este modo, el Señor declara la unidad y la indisolubilidad del matrimonio tal y
como había sido establecido en el principio. Resultó tan novedosa esta doctrina para los
mismos discípulos que, una vez en casa, volvieron a preguntarle. Y el Maestro confirmó
más expresamente lo que ya había enseñado. Y les dijo: Cualquiera que repudie a su
mujer y se una con otra, comete adulterio contra aquélla; y si la mujer repudia a su marido
y se casa con otro, comete adulterio. Difícilmente se puede hablar con más nitidez. Sus
palabras están llenas de una claridad deslumbradora. ¿Cómo es posible que un cristiano
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pueda cuestionar estas propiedades naturales del matrimonio y siga proclamando que
imita y acompaña a Cristo?
Siguiendo al Maestro, la Iglesia reafirma con seguridad y firmeza «la doctrina de la
indisolubilidad del matrimonio; a cuantos, en nuestros días, consideran difícil o incluso
imposible vincularse a una persona por toda la vida y a cuantos son arrastrados por una
cultura que rechaza la indisolubilidad matrimonial y que se mofa abiertamente del
compromiso de los esposos a la fidelidad, es necesario repetir el buen anuncio de la
perennidad del amor conyugal que tiene en Cristo su fundamento y su fuerza (Ef 5, 25).
»Enraizada en la donación personal y total de los cónyuges y exigida por el bien de los
hijos, la indisolubilidad del matrimonio halla su verdad última en el designio que Dios ha
manifestado en su Revelación: Dios quiere y da la indisolubilidad del matrimonio como
fruto, signo y exigencia del amor absolutamente fiel que Dios tiene al hombre y que el
Señor Jesús vive hacia su Iglesia» [6]. Ese vínculo, que sólo la muerte puede desatar, es
imagen del que existe entre Cristo y su Cuerpo Místico.
La dignidad del matrimonio y su estabilidad, por su trascendencia en las familias, en los
hijos, en la misma sociedad, es uno de los temas que más importa defender, y ayudar a
que muchos lo comprendan. La salud moral de los pueblos -se ha repetido muchas veces-
está ligada al buen estado del matrimonio. Cuando éste se corrompe bien podemos
afirmar que la sociedad está enferma, quizá gravemente enferma [7]. De aquí la urgencia
que todos tenemos de rezar y velar por las familias. Los mismos escándalos que,
desgraciadamente, se producen y se divulgan, pueden ser ocasión para dar buena
doctrina y ahogar el mal en abundancia de bien [8]. «Hay dos puntos capitales en la vida
de los pueblos: las leyes sobre el matrimonio y las leyes sobre la enseñanza; y ahí, los
hijos de Dios tienen que estar firmes luchar bien y con nobleza, por amor a todas las
criaturas» [9].
II. Al elevar Jesucristo el matrimonio a la dignidad de sacramento, introdujo en el
mundo algo completamente nuevo. La transformación que obró en la institución
meramente natural fue de tal importancia que la convirtió -como el agua en las bodas de
Caná- en algo hasta ese momento insospechado. He aquí que hago todas las cosas
nuevas [10], dice el Señor. Desde entonces, desde el nacimiento del matrimonio cristiano,
éste sobrepasa el orden de las cosas naturales y se introduce en el orden de las cosas
divinas. El matrimonio natural entre no cristianos está también lleno de grandeza y de
dignidad, «pero el ideal propuesto por Cristo a los casados está infinitamente por encima
de una meta de perfección humana y respecto del matrimonio natural se presenta como
algo rigurosamente nuevo. Efectivamente: a través del matrimonio es la misma vida divina
la que se comunica a los esposos, la que los sostiene en su obra de perfeccionamiento
mutuo y la que tiene que animar, desde el momento del Bautismo, el alma de los hijos»
[11].
Quienes se casan inician juntos una vida nueva que han de andar en compañía de
Dios. El Señor mismo los ha llamado para que vayan a Él por este camino, pues el
31
matrimonio «es una auténtica vocación sobrenatural. Sacramento grande en Cristo y en la
Iglesia, dice San Pablo (Ef 5, 32) (... ), signo sagrado que santifica, acción de Jesús, que
invade el alma de los que se casan y les invita a seguirle, transformando toda la vida
matrimonial en un andar divino en la tierra» [12].
El Papa Juan Pablo I, hablando de la grandeza del matrimonio a un grupo de recién
casados, les contaba una pequeña anécdota ocurrida en Francia. En el siglo pasado, un
profesor insigne que enseñaba en la Sorbona, Federico Ozanam, era un hombre de
prestigio y un buen católico. Lacordaire, su amigo, solía decir del profesor de la Sorbona:
«¡Este hombre es tan bueno y tan estupendo que se ordenará como sacerdote, incluso
llegará a ser un buen obispo!». Pero Ozanam contrajo matrimonio. Entonces, Lacordaire,
algo molesto, exclamó: «¡Pobre Ozanam! ¡También él ha caído en la trampa!». Estas
palabras llegaron hasta el Papa Pío IX, quien dijo con buen humor a Lacordaire cuando
éste le visitó unos años mas tarde: «Yo siempre he oído decir que Jesús instituyó siete
sacramentos: ahora viene usted, me revuelve las cartas en la mesa, y me dice que ha
instituido seis sacramentos y una trampa. No, Padre, el matrimonio no es una trampa, ¡es
un gran sacramento!» [13]. No olvidemos que lo primero que quiso santificar el Mesías fue
un hogar. Y es precisamente en las familias alegres, generosas, que viven con sobriedad
cristiana, donde nacen las vocaciones para la entrega plena a Dios en la virginidad o el
celibato, que constituyen la corona de la Iglesia y la alegría de Dios en el mundo.
Estas vocaciones son un don que Dios otorga muchas veces a los padres que lo piden
de corazón y con constancia; brillará en sus manos con un fulgor especial cuando un día
se presenten ante Él y den cuenta de los bienes que les fueron dados para su custodia y
administración.
III. Dios preparó cuidadosamente la familia en la que iba a nacer su Hijo: José, de la
casa y familia de David [14], que haría el oficio de padre en la tierra, al igual que María, su
Madre virginal. Quiso el Señor reflejar en su propia familia el modo en que habrían de
nacer y crecer sus hijos: en el seno de una familia establemente constituida y rodeados de
su protección y cariño.
Toda familia, que es «la célula vital de la sociedad» [16] y en cierto modo de la misma
Iglesia [17], tiene una entidad sagrada y merece la veneración y solicitud de sus
miembros, de la sociedad civil y
de la Iglesia entera. Santo Tomás llega a comparar la misión de los padres a la de los
sacerdotes,
pues mientras éstos contribuyen al crecimiento sobrenatural del Pueblo de Dios mediante
la administración de los sacramentos, la familia cristiana provee a la vez a la vida corporal
y a la espiritual, «lo que se realiza en el sacramento del matrimonio, en el que el hombre y
la mujer se unen para engendrar la prole y educarla en el culto a Dios» [17]. Mediante la
colaboración generosa de los padres, Dios mismo «aumenta y enriquece su propia
familia» [18] multiplicando los miembros de su Iglesia y la gloria que de Ella recibe.
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La familia tal y como Dios la ha querido es el lugar idóneo para que, con el amor y el
buen ejemplo de los padres, de los hermanos y de los demás componentes del ámbito
familiar, sea una verdadera «escuela de virtudes» [19] donde los hijos se formen para ser
buenos ciudadanos y buenos hijos de Dios. Es en medio de la familia que vive de cara a
Dios donde cada uno encontrará su propia vocación, a la que el Señor le llama. «Admira
la bondad de nuestro Padre Dios: ¿no te llena de gozo la certeza de que tu hogar, tu
familia, tu país, que amas con locura, son materia de santidad?» [20].
[1] Mc 10, 1.
[2] Mc 10, 2-16.
[3] Cfr. J. DHEILLY, Diccionario bíblico, Herder, Barcelona 1970, voz Divorcio.
[4] Cfr. Mal 2, 13-16.
[5] Gen 2, 18-24.
[6] JUAN PABLO II, Exhort. Apost. Familiaris consorcio, 22-XI-1981, 20.
[7] Cfr. F. J. SHEED, Sociedad y sensatez, Herder, Barcelona 1963, p. 125.
[8] Cfr. Rom 12, 21.
[9] J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Forja, no. 104.
[10] Apoc 21, 5.
[11] J. MA. MARTÍNEZ DORAL, La santidad de la vida conyugal, en SCRIPTA
THEOLOGICA, Pamplona, IX-XII 1989, pp. 869-870.
[12] J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 23.
[13] Cfr. JUAN PABLO I, Alocución 13-IX-1978.
[14] Lc 2, 4.
[15] CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, II.
[16] Cfr. JUAN PABLO II, Exhort. Apost. Familiaris consorcio, 22-XI-1981, 3.
[17] SANTO TOMAS, Suma contra gentiles, IV, 58.
[18] CONC. VAT. II, Const. Gaudium et spes, 50.
[19] JUAN PABLO II, Discurso 28-X-1979.
[20] J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Forja, n. 689.
Meditación extraída de la serie "Hablar con Dios", Tomo V, Vigésimo Séptimo Domingo
del Tiempo Ordinario, Ciclo B, por Francisco Fernández Carvajal.
Actividades.-
1. Contestar las siguientes preguntasCada chico contesta a estas preguntas:
a) ¿Quién era Betsabé?
b) ¿Qué pensamiento tuvo David para acabar con Uriah?
c) ¿Por qué Dios estaba disgustado con David?
d) ¿Qué ejemplo le puso Natán a David?
e) ¿En qué consistió el pecado de David?
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UN CORAZÓN DE BRONCE
Ahora ya sabéis de quién decimos: es un joven de carácter. Lo decimos de aquél que
tiene principios, ideales nobles y sabe ejecutarlos y permanecer firme en ellos.
Permanecer firme, aun cuando nadie en el mundo confiese estos nobles ideales; aun
cuando todos los que le rodean sean cobardes y sin carácter. Permanecer firme, a pesar
de millares y millares de ejemplos adversos y malos. ¡Permanecer firmes en nuestros
principios, sean cuales fueren las circunstancias! Sólo Dios sabe cuán terriblemente difícil
es a veces.
En las sangrientas persecuciones de los primeros siglos cristianos, apresaron a un
campesino sencillo y lo pusieron ante una estatua de Júpiter...
- “Echa incienso en el fuego y sacrifica a nuestro dios”.
- “¡No lo hago!” -contesta con calma Barlaam.
Empiezan a torturarlo. En vano. Entonces extienden a viva fuerza su brazo para que la
mano esté justamente encima de las llamas y le ponen incienso en la palma.
- “¡Deja caer el incienso y serás libre!”
- “¡No lo hago!” -repite Barlaam.
Y allí está de pie, inconmovible, con el brazo extendido. La llama de fuego va
subiendo, ya está lamiendo la palma de la mano, ya empieza a humear el incienso... pero
el hombre sigue invencible. El fuego consumió su mano, y así se quemó el incienso, pero
el corazón del mártir Barlaam no fue perjuro a su Dios: Un corazón d bronce.
Tihamer Tóth. El joven de carácter.
SUGERENCIAS METODOLÓGICAS
Objetivo.- Necesidad de ser valiente y firme en las convicciones.
Contenido.-
Objetividad
La Objetividad es el valor de ver el mundo como es, y no como queremos que sea.
Los seres humanos somos una compleja mezcla de sentimientos, raciocinio,
experiencia y aprendizaje. Todos estos elementos pueden brindar a una persona una
percepción de la realidad que puede estar equivocada.
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Cuando una persona no es objetiva, se centra en las circunstancias y no en los
problemas. Observa las cosas superficiales, pero no el fondo. Probablemente todos
conocemos a alguien que comete un error al no juzgar correctamente la realidad: la
persona desilusionada porque había idealizado a su pareja, el muchacho que reprobó el
examen porque pensó que sería más fácil de lo que esperaba, el trabajador que no juzga
correctamente las circunstancias y pone en peligro a los demás, las personas que
discuten porque uno de ellos se aferra a su propia visión.
Ser objetivo es un reto importante, porque exige de nosotros ver los problemas y las
situaciones con un enfoque que equilibre adecuadamente emoción y razonamiento. Esto
por supuesto es complicado cuando las conclusiones se basan más en los sentimientos.
Por ello el valor de la objetividad es tan importante, porque nos permite dar su justo peso
a los acontecimientos y obrar de una forma coherente.
Una de las formas más eficientes de vivir el valor de la objetividad es viendo los
problemas y las situaciones desde todos los puntos de vista. En este proceso el escuchar
la opinión de gente madura y desinteresada nos permite observar las cosas con menos
apasionamiento y con mayor objetividad. En ocasiones estamos tan inmersos en los
problemas que no logramos ver la solución, por obvia que parezca. En otras ocasiones
nos aferramos a nuestro orgullo o a un juicio equivocado por no contar con toda la
información necesaria.
La objetividad nos permite tomar decisiones más eficientes, mejora nuestras relaciones
humanas, tiene un impacto positivo en la familia. La objetividad nos permite ser más
justos con quienes nos rodean y siempre nos abre las puertas.
La lucha por ser objetivos implica el ceder un poco ese “Yo” que a veces nos pesa
tanto. En ocasiones no es orgullo, ni soberbia, sino que simplemente tenemos una
tendencia natural a creer que tenemos la razón. Si evaluamos siempre que existe la
posibilidad de estar equivocados, nos permite ser más certeros y apreciar todo con mayor
objetividad.
Para vivir este valor siempre es conveniente:
- No permitir que las circunstancias o personas nublen el hecho central que estamos
tratando de resolver.
– Escuchar atentamente, pedir consejo y considerarlo seriamente.
– No apasionarse. Los sentimientos son fundamentales para el ser humano, pero no
son el único factor para evaluar un problema o situación.
– Centrarse en los hechos, no en las personas. Es fácil perder objetividad cuando
decimos “es que siempre haces lo mismo, eres igual que tu papá”. Es mejor atender a qué
ocurrió y que razones y consecuencias se desprenden del hecho, sin calificar a la
persona.
– No precipitarse en los juicios. Quien es objetivo razona, observa, escucha y concluye
en base a información. Si no se realiza este proceso los juicios son apresurados, no se vio
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todo lo que había en juego y tal vez no se sabe todo lo necesario para entender lo que
realmente sucede.
Una persona objetiva siempre es apreciada porque genera a su alrededor un sentido
real de paz y de justicia. El valor de la Objetividad, además de ahorrarnos muchos dolores
de cabeza, puede hacernos mejores personas.
Actividades.-
1. Después de repartir el texto a los alumnos, leerlo en voz alta y hacer preguntas
de comprensión.
2. Hacer equipos para contestar a estas dos preguntas:
a) ¿Cómo demostró su carácter el mártir Barlaam?
b) ¿En qué ocasiones se tiene que luchar para hacer lo que se debe?
3. Puesta en común y hacer un listado en la pizarra con las contestaciones a la
pregunta b)
ANDROCLES Y EL LEÓN
En Roma vivía una vez un pobre esclavo llamado Androcles. Su amo era un hombre
cruel, y lo trataba tan mal que al fin Androcles se fugó.
Permaneció en una selva muchos días. Pero no encontraba comida, y se debilitó y
enfermó tanto que pensó que moriría. Así que un día entró en una caverna y se acostó, y
pronto se durmió profundamente.
Al rato un gran ruido lo despertó. Un león había entrado en la cueva, y rugía
furiosamente. Androcles sintió mucho miedo, pues estaba seguro de que la bestia lo
mataría. Pero pronto vio que el león no estaba enojado, sino que cojeaba como si le
doliera una pata.
Androcles tuvo la osadía de tomar la pata coja del león para ver qué le pasaba. El león
se quedó quieto, y frotó la cabeza contra el hombro de Androcles. Parecía decirle: “Sé
que me ayudarás.”
Androcles alzó la pata y vio que una espina larga y filosa causaba ese dolor. Tomó el
extremo de la espina con los dedos, dio un tirón rápido y fuerte y la extrajo. El león estaba
feliz. Saltaba como un perro, y lamió las manos y los pies de su nuevo amigo.
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Androcles ya no le tuvo miedo a partir de entonces. Y cuando anochecía, él y el león
dormían lado a lado.
Durante largo tiempo, el león le llevó comida a Androcles todos los días, y ambos se
hicieron tan amigos que Androcles se sentía muy dichoso con su nueva vida.
Un día unos soldados que pasaban por el bosque encontraron a Androcles en la cueva.
Sabían quién era, así que lo llevaron de regreso a Roma.
La ley de esa época establecía que todos los esclavos que escapaban de su amo
debían luchar contra un león hambriento. Así que encerraron un tiempo a un fiero león sin
comida, y se fijó el momento para lucha.
Cuando llegó el día, miles de personas se apiñaron para ver el espectáculo. En esa
época iban esos sitios tantas personas como las que hoy van a un circo o a ver un
partido de fútbol.
Se abrió la puerta, y el pobre Androcles salió a la arena. Estaba medio muerto de
miedo, pues ya oía los rugidos del león. Miró hacia arriba, y vio que no había piedad en
los miles de rostros que lo rodeaban.
Entonces entró el hambriento león. De un salto llegó hasta el pobre esclavo. Androcles
soltó un gran grito, no de miedo, sino de alegría. Era su viejo amigo, el león de la caverna.
La gente, que esperaba ver cómo el león mataba al hombre, se quedó maravillada. Vio
que Androcles echaba los brazos al pezcuezo del león, que el león se tendía a sus pies y
se los lamía, y que la gran bestia frotaba la cabeza contra el rostro del esclavo, como si
quisiera que la mimaran. Nadie entendía lo que sucedía.
Al cabo de un rato pidieron a Androcles que contara su historia. Androcles se plantó
ante ellos y, rodeando el cuello del león con el brazo, contó que él y la bestia habían
vivido juntos en la caverna.
- Yo soy un hombre -dijo-, pero ningún hombre ha sido mi amigo. Este pobre león ha
sido el único que fue amable y nos amamos como hermanos.
La gente se apiadó del pobre esclavo.
- ¡Vive en libertad! -exclamaron todos-. ¡Vive en libertad!
Otros gritaban:
- ¡Que también liberen al león! ¡Que ambos sean libres!
Así liberaron a Androcles, y le entregaron el león. Y vivieron juntos en Roma por
muchos años.
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SUGERENCIAS METODOLÓGICA
Objetivo.- Tener compasión de los demás y ayudarles en sus necesidades.
Contenido.-
Compasión
La compasión se enfoca en descubrir a las personas, sus necesidades y
padecimientos, con una actitud permanente de servicio.
Parece ser que la compasión sólo puede tenerse en algunos momentos de nuestra
vida, con aquellos que han caído en desgracia y los desvalidos. La capacidad de
conmovernos ante las circunstancias que afectan a los demás se pierde día a día,
recuperar esa sensibilidad requiere acciones urgentes para lograr una mejor calidad de
vida en nuestra sociedad.
Compadecerse es una forma de compartir y participar de los tropiezos materiales,
personales y espirituales que aquejan a los demás, con el interés y la decisión de
emprender acciones que les faciliten y ayuden a superar las condiciones adversas.
Diariamente ocurren todo género de desgracias: las fuerzas naturales, la violencia entre
los hombres y los accidentes. En casos tan lamentables la compasión nos mueve a
realizar campañas, colectas o prestar servicios para apoyar en las labores de ayuda
humanitaria.
Ante todo, debe quedar claro que tener compasión y sentir lástima no es lo mismo.
Contemplamos la desgracia muchas veces como algo sin remedio y sentimos escalofrío al
pensar que sería de nosotros en esa situación, sin hacer nada, a lo mucho pronunciamos
unas cuantas palabras para aparentar condolencia.
Por otra parte, pasa el tiempo y vemos con asombro la indeferencia que poco a poco
envuelve a los seres humanos, los contratiempos ajenos parecen distantes, y mientras no
seamos los afectados todo parece marchar bien. Este desinterés por los demás se
solidifica y nos hace indolentes, egoístas y centrados en nuestro propio bienestar
Sin embargo, son las personas que nos rodean quienes necesitan de esa compasión
que comprende, se identifica y se transforma en actitud de servicio. Podemos descubrir
este valor en diversos momentos y circunstancias de la vida, tal vez pequeños, pero cada
uno contribuye a elevar de forma significativa nuestra calidad humana:
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- Quien visita al amigo o familiar que ha sufrido un accidente o padece una grave
enfermedad, más que lamentar su estado, está pendiente de su recuperación, en sus
visitas regulares procura llevar alegría y tener momentos agradables.
- La reacción comprensiva de un padre o madre de familia ante las faltas de los hijos,
por inmadurez, descuido o una travesura deliberada, reprenden, animan y confían en la
promesa de ser la última vez que ocurra...
- En la escuela el profesor que consciente de la edad y las circunstancias particulares,
corrige sin enojo pero con firmeza la indisciplina de sus alumnos, o pone todos los
recursos al alcance para sacar adelante a ese joven con dificultades en el estudio.
- Los jóvenes que participan en actividades de asistencia social en comunidades
marginadas, asisten con la ilusión de enseñar doctrina a los niños, festejan y animan a
todos en el juego de balompié, conviven sin reparar en lo descuidado de su aspecto y sus
modales...
- Toda persona en la oficina que roba tiempo a sus ocupaciones para explicar, enseñar
y hacer entender a sus compañeros las particularidades de su labor, conocedor de su
necesidad de trabajo y de la importancia del trabajo en conjunto.
Con el valor de la compasión se reafirman y perfeccionan otros valores: Generosidad y
Servicio por poner a disposición de los demás el tiempo y recursos personales; Sencillez
porque no se hace distinción entre las personas por su condición; Solidaridad por tomar
en sus manos los problemas ajenos haciéndolos propios; Comprensión porque al ponerse
en el lugar de otros, descubrimos el valor de la ayuda desinteresada.
Aunque la compasión nace en el interior como una profunda convicción de procurar el
bien de nuestros semejantes, debemos crear conciencia y encaminar nuestros esfuerzos
a cultivar este valor tan lleno de oportunidades para nuestra mejora personal:
- Evita criticar y juzgar las faltas y errores ajenos. Procura comprender que muchas
veces las circunstancias, la falta de formación o de experiencia hacen que las personas
actúen equivocadamente. En consecuencia, no permitas que los demás "se las arreglen
como puedan" y haz lo necesario para ayudarles.
- Observa quienes a tu alrededor padecen una necesidad o sufren contratiempos,
determina cómo puedes ayudar y ejecuta tus propósitos.
- Centra tu atención en las personas, en sus necesidades y carencias, sin
discriminarlas por su posición o el grado de efecto que les tengas.
- Rechaza la tentación de hacer notar tu participación o esperar cualquier forma de
retribución, lo cual sería soberbia e interés.
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- Visita centros para la atención de enfermos, ancianos o discapacitados con el firme
propósito de llevar medicamentos, alegría, conversación, y de vez en cuando una
golosina. Aprenderás que la compasión te llevará a ser útil de verdad.
Es tan enriquecedora la compasión porque va más allá de los acontecimientos y las
circunstancias, se enfoca en descubrir a las personas, sus necesidades y padecimientos,
con una actitud permanente de servicio, ayuda y asistencia, haciendo a un lado el inútil
sentimiento de lástima, la indolencia y el egoísmo.
Actividades.-
1. Sacar por impresora el texto “ANDROCLES Y EL LEÓN” y hacer fotocopias.
2. El profesor lee el texto y lo explica a los alumnos.
3. Cada niño vuelve a leer el texto y contesta a estas preguntas:
a) ¿Qué hizo Androcles con el león?
b) ¿Cómo le recompensó el león?
c) ¿En qué podemos ayudarnos los niños unos a otros?
4. Se hace una lista en la pizarra de las contestaciones a la pregunta c).
LA LIBERTAD
No hay palabra que hechice tanto la mente de la juventud como la palabra “libertad”.
¡Crecer libremente! ¡Desarrollarse libremente! ¡Vivir libremente! Libremente, como el
pájaro. Un deseo instintivo impele a la juventud hacia la libertad. Y si es instintivo, luego lo
dio el Creador, y, si lo dio Él, entonces habrá fijado metas elevadas a este instinto.
Estos deseos de libertad no pueden tener por fin armar el mayor alboroto durante los
descansos y burlar los reglamentos de disciplina. Este fin no puede ser otro que dar
arrestos al joven para que pueda luchar contra todo lo que impida su desarrollo ideal.
El deseo de libertad de tu corazón tiene como fin asegurar tu desarrollo de espíritu. Así,
pues, no has de luchar contra toda regla y contra todo lazo, esto sería libertinaje,
desenfreno, sino sólo contra las pasiones, inclinaciones, obstáculos, que se oponen al
libre desenvolvimiento de tu carácter.
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No es justo luchar contra lo que favorece tu desarrollo, por muy difícil que sea; a
semejanza de la vid que no puede desprenderse del rodrigón que la sostiene y hace que
puedan los sarmientos subir más alto.
Todo instinto abandonado a sí mismo es ciego. Es ciego también el instinto de libertad,
y si desprecia la dirección de la mente severa, precipita al hombre en la perdición, en la
ruina. Por esto vemos un día y otro día la triste realidad de que muchos jóvenes se
pierden por una libertad mal entendida. Los instintos emancipados del control de la
inteligencia los arrastran ciegamente hacia cosas que sólo son buenas en apariencia,
pero que en verdad son nocivas, y los hacen retroceder ante otras que, bien que parezcan
difíciles, serían necesarias para el armónico desarrollo espiritual. Escribía un estudiante a
su amigo: “Desde que mi padre me permitió fumar, lo he dejado, ya no me apetece.” Ved
ahí el deseo de libertad desviado, que considera intervención abusiva todo mando y
prohibición.
Tihamer Tóth. El joven de carácter.
SUGERENCIAS METODOLÓGICAS
Objetivo.- Comprender y vivir la libertad personal.
Contenido.-
Libertad
Un valor que todos reconocemos, pero que pocos sabemos defender, o del cual
podemos abusar.
La libertad es un derecho natural de la persona, sin importar la edad, sexo o cualquier
otra diferencia de cualquier índole. Gracias a la libertad podemos realizar aspiraciones: un
mejor nivel de vida, formar a los hijos para que aprendan a tomar mejores decisiones,
buscar un lugar adecuado para vivir, participar de manera activa en beneficio de la
sociedad, llevar una vida congruente con la moral y la ética en todo el quehacer
profesional, buscar una educación de calidad... pero estos son los efectos de la libertad,
no la libertad misma.
La libertad puede entenderse como la capacidad de elegir entre el bien y el mal
responsablemente. Esta responsabilidad implica conocer lo bueno o malo de las cosas y
proceder de acuerdo con nuestra conciencia, de otra manera, se reduce el concepto a
una mera expresión de un impulso o del instinto.
Toda decisión se enfrenta a la consideración de lo bueno y lo malo, del beneficio o el
perjuicio de una acción. Si no se realiza este juicio se puede incurrir con facilidad en un
error pues se hace un uso irresponsable de la libertad. Al igual que en otros aspectos de
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nuestra vida, el abuso se convierte en un actuar conforme a nuestros impulsos, sin
reconocer barreras, límites, moral o ética, es decir, se convierte en libertinaje.
El mal uso o abuso de este derecho, siempre tendrá repercusiones en nuestros
semejantes. Es inconcebible pensar que nuestro proceder es independiente y único, no
podemos obrar como si fuéramos los únicos en el mundo o imponer sin ton ni son normas
a las cuales deben sujetarse los que nos rodean; si por alguna razón alguien con
autoridad o poder de cualquier índole afecta abusando "libremente" en perjuicio del
prójimo, está olvidando las bases y principios que le han otorgado esas capacidades para
el servicio, bienestar y desarrollo de los demás.
Tal es la magnitud de la libertad, que ni Dios la condiciona o restringe, pues forma parte
de nuestra naturaleza; sus mandamientos son una guía con la cual se puede ser más
humano, nada parecido a un condicionamiento, pues se nota por las acciones, que todos
tenemos la capacidad de aceptar o rechazar lo propuesto, de asumirlo con alegría o
rechazarlo abiertamente, haciendo lo que mejor nos parece; sin que en este momento se
juzgue si esa aceptación o menosprecio sea bueno o malo, podemos afirmar nuevamente
que siempre estaremos ejerciendo nuestro derecho de ser Libres.
La Libertad no se construye. No es como en el caso de virtudes como la perseverancia,
la fortaleza o la paciencia que requieren de un esfuerzo constante y continuo para hacer
de ellas una parte integral de nuestra vida. La libertad se ejerce de acuerdo con los
principios fundamentales que nacen en la conciencia, en la familia y en la sociedad, es ahí
dónde este valor se orienta, forma, educa y respalda, forjando personas íntegras.
Puede ocurrir que nuestra libertad se vea obstruida por cualquier motivo, lo peor sería
dejarnos llevar por el desánimo o el pesimismo, la Libertad siempre estará latente en
nuestro ser y en nuestra mente. Siempre contaremos con la libertad de elegir cómo nos
afectan las circunstancias. Nuestra libertad, aún cuando sea obstruida, permanece en
nuestro interior cuando elegimos si lo que nos ocurre nos derrota, o permanecemos de
pie. Desgraciadamente es en condiciones adversas cuando se considera en toda su
magnitud el valor que reside en la Libertad. Por eso mismo se defiende la libertad de
expresión, de traslado, de decidir por aquello que nos traiga un beneficio, de trabajar
donde se prefiera o de elegir lo mejor para la familia o para la sociedad.
Podemos percibir mejor la libertad en nuestra vida diaria en muchos aspectos: En el
momento que procuramos enseñarle a los demás (hijos, empleados, padres, amigos, etc.)
a considerar lo bueno y lo malo de cada acto; cuando tenemos acceso a distintos medios
de comunicación y encontramos que se puede expresar opiniones con respeto y
educación; Cuando usamos correctamente de servicios públicos.
Reflexionar en la libertad es una oportunidad para considerar lo que tenemos, cómo lo
aprovechamos o desaprovechamos, lo que hemos hecho y dejado de hacer. Vivir
libremente es respetar, y al mismo tiempo es decidir, es ejercer un derecho.
Actividades.-
42
1. Sacar por impresora y hacer copias del texto “LA LIBERTAD”
2. Que los alumnos vayan leyendo un trozo cada uno sucesivamente y en voz alta.
3. Hacer preguntas para comprobar la comprensión del texto.
4. Cada chico contesta individualmente a estas preguntas:
a) Señala acciones que NO son libertad
b) ¿En qué consiste realmente la libertad?
c) ¿En qué situaciones se puede vivir la libertad?
5. Puesta en común de la pregunta c).
EL TRÁFICO DE BOCADILLOS
A la escuela iban juntos chicos y chicas. Una de éstas, que se llamaba Celia, era la hija
del dueño de la pastelería de la esquina, en la que además de pasteles había toda clase
de dulces. Todos los chicos procuraban ser amigos suyos porque, además de ser
guapísima, siempre llevaba los bolsillos llenos de caramelos. Por eso era bastante
presumida, pero a pesar de todo le preguntó a Cucho:
-¿Le gustan los pasteles a tu abuela?
Cucho se quedó pensativo y condescendió:
-Bueno, pero solamente si son de crema.
Un día, don Anselmo, el director de la escuela, se dio cuenta del tráfico de bocadillos
entre la clase y Cucho, y se enfadó muchísimo. Don Anselmo era bizco, llevaba gafas,
barbas, y tenía que estar casi siempre enfadado para que los chicos no le tomaran el
pelo. Es decir, los nuevos se asustaban nada más conocerle, pero luego, según le
trataban, se les pasaba el susto porque a lo más que llegaba era a gritar. En cambio, la
señorita Adelaida, que era de las maestras, hablaba siempre muy suavecito, dándoles
muchos consejos de toda especie, pesadísimos, aburridísimos. Y si los alumnos no le
hacían caso, son la misma suavidad llamaba a los padres del desobediente, que se la
cargaba.
Don Anselmo se enfadó muchísimo con lo del tráfico de bocadillos, emparedados y
pasteles, porque se pensó que Cucho se los quitaba a los chicos para venderlos.
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Por eso le llamó a su despacho y le preguntó:
-¿Para qué les quitas el bocadillo a los otros chicos?
Quizá pensó que se los quitaba porque Cucho era de los más fuertes de la clase y,
aunque sólo tenía diez años, estaba más alto que muchos niños de once y hasta de doce
años.
-No se los quito, me los dan -le explicó el niño.
-¿Y por qué te los dan? -insistió el director sin perder su enfado receloso.
-Para que comamos mi abuela y yo. Es que mi abuela ya no puede trabajar. Se ha roto
una pierna.
-Vaya, hombre... -empezó a balbucear compungido don Anselmo.
Balbuceó compungido porque se dio cuenta de que el chico llevaba los zapatos muy
rotos y la ropa también se la notaba muy vieja. Le llamó mucho la atención que los
botones de la camisa, en lugar de ir cosidos en su sitio, estuvieran muy de lado, de modo
que al abrochárselos en los ojales le quedaba la camisa como estrujada.
-¿Y por qué llevas los botones en un sitio tan raro?
-Es que me los cose mi abuela. Pero como no tiene gafas y ve muy mal, cada vez
quedan en un sitio diferente.
-Vaya por Dios -se condolió don Anselmo. Luego, se puso muy reflexivo, abrió un cajón
de la mesa de su despacho y sacó unas gafas de aire antiguo, con uno de los cristales
rajado, y se lo estuvo pensando un rato. Por fin se las dio a Cucho.
-Éstas son unas gafas viejas que yo uso para leer, pero que no las empleo casi nunca.
Igual a tu abuela le sirven. ¿Cuántos años tiene?
Era la misma pregunta que no supo responder al dependiente de la tienda de óptica. Y,
como seguía ignorando la edad de su abuela, le respondió poco más o menos que al otro:
-Es una abuela de las viejas. Quizá sea mayor que usted.
Don Anselmo se enfadó:
-¡Seguro que es mayor que yo! ¿Pero qué te has creído?
Se enfadó porque era un hombre joven, aunque la bizquera y las barbas lo disimularan.
Cucho pensó que ya no le daba las gafas. Pero se las dio.
44
-Bueno, que pruebe tu abuela a ver si le sirven.
Cucho tenía la mala costumbre de no saber dar las gracias. Por eso cogió las gafas y
se salió del despacho sin decir nada. El director pensó que el niño se marchaba enfadado
porque le había acusado de quitarles los bocadillos a los otros chicos, y le volvió a llamar:
-¡Cucho!
El niño ya estaba en la puerta, pero volvió a entrar.
-Oye -le explicó don Anselmo-, me parece que muy bien que los alumnos te den los
bocadillos, ¿sabes?
-Si, señor -asintió el chico.
-Me hubiera parecido muy mal que les quitaras los bocadillos para venderlos en la
calle.
Esto último lo dijo corriendo, como quitándole importancia a la cosa. Pero le dio una
excelente idea a Cucho.
La idea fue vender los bocadillos sobrantes en la plaza de España, muy cerca de su
casa.
Al director le hubiera parecido mal que robara los bocadillos para venderlos; pero no
dijo nada de vender bocadillos regalados. Por si acaso, no comentó con nadie lo que
hacía con la cantidad de bocadillos conseguidos cada día en la escuela.
No los vendía por capricho, sino porque necesitaban dinero en el ático de la calle de la
Luna, para pagar el alquiler. El primer mes se lo pagaron entre todos los inquilinos, pero
también tuvieron la mala suerte de que, como el edificio era muy viejo y amenazaba ruina,
algunos de los ocupantes se marcharon a vivir a otras casas y, por tanto, ya no les podían
ayudar.
Sólo siguieron viviendo la portera, que era tan anciana como la abuela; don Antonio, un
viejo músico, y doña Remedios, dueña de una mercería junto al portal.
Además, a la abuela le convenía tomar leche y ésa no se la podían dar los alumnos de
la escuela. Por eso necesitaban dinero.
Un día, doña Remedios le puso los pelos de punta porque le dijo:
-Mira, Cucho, lo mejor para tu abuela sería meterla en un asilo. Estará muy bien
atendida.
45
De momento, Cucho no comentó nada. Pero cuando fue a la escuela, se lo preguntó a
Celia, la hija del pastelero, que además de ser la más guapa, era la que más sabía de la
clase y siempre sacaba las mejores notas.
-Oye, Celia, si a mi abuela la meten en un asilo, ¿qué me pasará a mí?
La chica se lo pensó y, como si fuera la cosa más natural del mundo, le contestó:
-Pues a ti te meterían en otro.
-¿Pero hay también asilos para niños?
-Claro.
La niña lo dijo con frialdad, como si le importara un pito lo que pasara a Cucho. Por eso
éste, disimulando su rabia, le comentó también con mucha naturalidad:
-Oye, Celia, no me traigas más pasteles para mi abuela. Dice que la crema de dentro
está agria y le hacen daño.
La niña, en lugar de enfadarse, se quedó muy triste y con los ojos a punto de llorar. Por
eso Cucho se marchó corriendo, fastidiado, ya que aunque Celia fuera una presumida y
una sabelotodo, con él siempre se había portado bien.
SUGERENCIAS METODOLÓGICAS
Objetivo.- Fomentar la solidaridad entre los alumnos.
Contenido.-
Amistad
Los elementos que forjan amistades para toda la vida.
La amistad es un valor universal. Está claro que difícilmente podemos sobrevivir en la
soledad y el aislamiento. Necesitamos a alguien en quién confiar, a quién llamar cuando
las cosas se ponen difíciles, y también con quien compartir una buena película. Pero
¿Qué es la amistad? ¿De qué se compone? ¿Cómo tener amistades que duren toda la
vida?
Caerse bien
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  • 1. Universidad Galileo Crecimiento Humano/Relaciones humanas Catedrática: Laura Reyes VALORES PARA MAYORES 1
  • 2. INDICE DE VALORES PARA MAYORES 1. El rey y su halcón (Autodominio) 2. Régulo en Cartago (Valentía) 3. Hércules y el carretero (Superación) 4. ¿Qué es el carácter? (Carácter) 5. El rey Midas (Sobriedad) 6. Edúcate (Autodominio) 7. David y Betsabé (Matrimonio) 8. Corazón de bronce (Objetividad) 9. Androcles y el león (Compasión) 10. La libertad (Libertad) 11. Tráfico de bocadillos (Amistad) 12. Jóvenes (Magnanimidad) 13. Rico como Craso (Desprendimiento) 14. ¡Qué egoísta eres! (Generosidad) 15. El buen samaritano (Solidaridad) 16. ¿Sabes decir: no ? (Autodominio) 17. San Jorge y el dragón (Servicio) 18. Cometa en hilo (Experiencia) 19. Por falta de un clavo (Terminar) 20. ¿Torre de castillo? (Perseverancia) 21. El árbol de pañuelos (Perdón) 22. Obstáculos (Respetos humanos) 23. El pozo de Cascina (Sociabilidad) 24. El combate del alma (Paciencia) 25. Poema 50 (Desprendimiento) 26. El monje domador (Coherencia) 27. ¡Si no ríes, no vives! (Optimismo) 28. Frente a la suerte (Voluntad) 29. Forma de creatividad (Perdón) 30. El joven voluntarioso (Terminar) 31. Gavillas de trigo (Bondad) 32. Demóstenes (Sacrificio) 33. Marido cuidador (Comunicación) 34. Abnegación (Obediencia) 35. El cuervo y la vasija (Solidaridad) 2
  • 3. 36. Perseverancia (Perseverancia) 37. La verdad poderosa (Honestidad) 38. Obra, acomete (Superación) 39. El joven tendero (Justicia) 40. Trabajo entusiasta (Laboriosidad) 3
  • 4. EL REY Y SU HALCÓN Genghis Khan era un gran rey y guerrero. Llegó con su ejército a China y Persia, y conquistó muchas tierras. En todos los países, los hombres referían sus hazañas, y decían que desde Alejandro Magno no existía un rey como él. Una mañana, cuando descansaba de sus guerras, salió a cabalgar por los bosques. Lo acompañaban muchos de sus amigos. Cabalgaban jovialmente, llevando sus arcos y flechas. Sus criados los seguían con los perros. Era una alegre partida de caza. Sus gritos y sus risas resonaban en el bosque. Esperaban a obtener muchas presas. En la muñeca el rey llevaba su halcón favorito, pues en esos tiempos se adiestraba a los halcones para cazar. A una orden de sus amos, echaban a volar y buscaban la presa desde el aire. Si veían un venado o un conejo, se lanzaban sobre él con la rapidez de una flecha. Todo el día Genghis Khan y sus cazadores atravesaron el bosque, pero no encontraron tantos animales como esperaban. Al anochecer emprendieron el regreso. El rey cabalgaba a menudo por los bosques y conocía todos los senderos. Así que mientras el resto de la partida tomaba el camino más corto, él eligió un camino más largo por un valle entre dos montañas. Había sido un día caluroso, y el rey tenía sed. Su halcón favorito había echado a volar, y sin duda encontraría el camino de regreso. El rey cabalgaba despacio. Una vez había visto un manantial de aguas claras cerca de ese sendero. ¡Ojalá pudiera encontrarlo ahora! Pero los tórridos días de verano habían secado todos los manantiales de la montaña. Al fin, para su alegría, vio agua goteando de una roca. Sabía que había un manantial más arriba. En la temporada de las lluvias, siempre corría por allí un arroyo caudaloso, pero ahora bajaba una gota por vez. El rey se apeó del caballo. Tomó un tazón de plata de su morral, y lo sostuvo para recoger las gotas que caían con lentitud. Tardaba mucho en llenarse, y el rey tenía tanta sed que apenas podía esperar. En cuanto el tazón se llenó, se lo llevó a los labios y se dispuso a beber. De pronto oyó un silbido en el aire, y le arrebataron el tazón de las manos. El agua se derramó en el suelo. 4
  • 5. El rey alzó la vista para ver quién le había hecho esto. Era el halcón. El halcón voló de aquí para allá varias veces, y al fin se posó en las rocas, a orillas del manantial. El rey recogió el tazón, y de nuevo se dispuso a llenarlo. Esta vez no esperó tanto tiempo. Cuando el tazón estuvo medio lleno, se lo acercó a la boca. Pero apenas lo intentó, el halcón se echó a volar y se lo arrebató de las manos. El rey empezó a enfurecerse. Lo intentó de nuevo, y por tercera vez el halcón le impidió beber. El rey montó en cólera. - ¿Cómo te atreves a actuar así? -exclamó-. Si te tuviera en mis manos, te retorcería el cuello. Llenó el tazón de nuevo. Pero antes de tratar de beber, desenvainó la espada. - Amigo halcón -dijo-, ésta es la última vez. No acababa de pronunciar estas palabras cuando el halcón bajó y le arrebató el tazón de la mano. Pero el rey lo estaba esperando. Con una rápida estocada abatió al ave. El pobre halcón cayó sangrando a los pies de su amo. - Ahora tienes lo que mereces -dijo Gesghis Khan. Pero cuando buscó el tazón, descubrió que había caído entre dos piedras, y que no podía recobrarlo. - De un modo u otro, beberé agua de esa fuente -se dijo. Decidió trepar la empinada cuesta que conducía al lugar de donde goteaba el agua. Era un ascenso agotador, y cuanto más subía, más sed tenía. Al fin llegó al lugar. Allí había, en efecto, un charco de agua, ¿pero qué había en el charco? Una enorme serpiente muerta, de la especie más venenosa. El rey se detuvo. Olvidó la sed. Pensó sólo en el pobre pájaro muerto. - ¡El halcón me salvó la vida! -exclamó-. ¿Y cómo le pagué? Era mi mejor amigo, y lo he matado. 5
  • 6. Bajó la cuesta. Tomó suavemente al pájaro y lo puso en su morral. Luego montó a caballo y regresó de prisa, diciéndose: - Hoy he aprendido una lección, y es que nunca se debe actuar impulsado por la furia. SUGERENCIAS METODOLÓGICAS Objetivo.- Conseguir el hábito de dominar el temperamento y no actuar precipitadamente. Contenido.- Autodominio Formar un carácter capaz de dominar la comodidad y los impulsos propios de su forma de ser para hacer la vida más amable a los demás. Es el valor que nos ayuda a controlar los impulsos de nuestro carácter y la tendencia a la comodidad mediante la voluntad. Nos estimula a afrontar con serenidad los contratiempos y a tener paciencia y comprensión en las relaciones personales. El autodominio debe comprenderse como una actitud que nos impulsa a cambiar positivamente nuestra personalidad. Cuando no existe esa fuerza interior, se realizan acciones poco adecuadas, generalmente como resultado de un estado de ánimo; la armonía que debe existir en toda convivencia se rompe; quedamos expuestos a caer en excesos de toda índole y entramos en un estado de comodidad que nos impide concretar propósitos. Cada día que buscamos ejercer ese señorío sobre nosotros mismos, automáticamente nuestro carácter comienza a madurar por la serenidad y paciencia que imprime este valor, la voluntad nos libera del desánimo, controlamos nuestros gustos y vivimos mejor la sobriedad, en pocas palabras, entramos en un proceso de superación constante. Algunas personas han opinado que la fuente para lograr el autodominio proviene de la aplicación de algunas técnicas para relajarse, y aunque efectivamente pueden ayudar, no debemos perder de vista que los valores se forman a través del ejercicio diario, con el esfuerzo por descubrir en nuestra personalidad aquellos rasgos poco favorables. Las costumbres y hábitos determinan en mucho la falta de autodominio. Debemos comenzar por analizar cuales de ellas nos condicionan e impiden vivir este valor. El autodominio nos ayuda a reconocer los distintos aspectos de nuestra personalidad y nuestra forma de reaccionar ante determinadas circunstancias. Debemos cambiar nuestras disposiciones en sentido positivo: “en lugar de molestarme por la lentitud de “x” empleado -cuyo ritmo de trabajo es así-, ahora no sólo evitaré el disgusto y llamada de atención, procuraré darle un buen consejo que le ayude a mejorar”. Lo mismo aplica para 6
  • 7. los hijos, el cónyuge y hasta con algunos amigos. Este cambio no es sencillo, requiere atención y esfuerzo para anticipar nuestras reacciones, lo cual significa remar contracorriente para corregir este mal hábito. Otras de las costumbres más arraigadas se encuentran en el terreno de los gustos y comodidades personales, en apariencia es poco significativo privarse de una golosina a media mañana, quedarse en cama más de lo debido, terminar de trabajar antes de la hora de salida, o buscar como perder el tiempo para llegar más tarde a casa y evadir alguna ocupación, pero cada una de estas cosas pequeñas constituye una excelente oportunidad para practicar el autodominio. Quien tiene la capacidad de privarse de un gusto, también tendrá la fortaleza para soportar situaciones desagradables. Para algunas personas, la falta de este valor se manifiesta por el deseo de convertirse en el centro de atención en todo lugar, acaparar las conversaciones, presumir de sus logros, compararse continuamente con los demás... El autodominio también ayuda a ser más sencillos, hombres y mujeres de acción y no de palabras inútiles. En familia este valor es indispensable para la sana convivencia, pues implica aprender a tolerar y pasar por alto las pequeñas fricciones cotidianas, no se trata de desentenderse, sino de dar ejemplo de serenidad, comprensión y cariño, principalmente cuando se tiene la responsabilidad de educar a los hijos. También nos ayuda a estar pendientes de las necesidades de los demás y prestarles servicios, pues la comodidad nos hace esperar ser atendidos, mientras que el autodominio nos impulsa a ser más participativos en los quehaceres cotidianos. En el contexto de las relaciones personales, el autodominio nos impulsa a ser discretos y maduros para evitar la murmuración, la crítica y la difamación de los demás por cualquier situación que es incompatible con nuestra forma de pensar. La práctica del autodominio también nos induce a perfeccionar nuestros hábitos de trabajo, aprovechar más el tiempo, tener más cuidado en lo que hacemos, “dar el extra” cuando se necesite. En el campo escolar y profesional siempre es necesario el perfeccionamiento, que sólo se alcanza con esfuerzo, alejando la pereza y la mentalidad conformista. Para iniciar y desarrollar el autodominio, considera como importante: - Aprende a escuchar. De lo contrario, se convierte en la muestra más clara de la falta de autodominio. - Procura no distinguirte por comer abundantemente, decir disparates, vestir de forma estrafalaria, mostrar poca educación o malos modales. - Evita el deseo de enterarte de lo que no te incumbe, hacer comentarios imprudentes y dar consejos no solicitados, eso es ser entrometido. 7
  • 8. - Cuida especialmente tus relaciones personales, evita suponer las palabras y actitudes que los demás tienen y que “motivan” tu enojo. Lo más importante es que tu cambies de actitud, que hasta ahora también es predecible. - Dedica unos minutos cada día para reflexionar y elaborar una pequeña lista sobre las situaciones cotidianas que normalmente te disgustan, provocan pereza, caes en excesos y aquellas en las que evades tus responsabilidades. No te preocupes si en un principio son pocas, más adelante seguirás descubriendo otras no menos importantes. - De la lista obtenida, selecciona dos de todas ellas (puedes elegir entre las interrupciones en el trabajo, comprar los víveres para el hogar, desvelarte con frecuencia, dedicar el tiempo necesario al estudio, por ejemplo), reflexiona sobre la actitud correcta que debes adoptar y llévalas a la práctica por una o dos semanas, después de ese período elige otras y así sucesivamente. La persona que aprende a controlarse interiormente tiene el privilegio de vivir una alegría auténtica, pues jamás se deja llevar por los disgustos y contratiempos; además, tiene la tranquilidad del deber cumplido, pues por el control que tiene sobre la comodidad, es capaz de cumplir con sus deberes oportunamente. Consecuentemente, todo esto le ayuda a tener excelentes relaciones personales, por la cordialidad y delicadeza que mantiene en su trato. Actividades.- 1. Contestar estas preguntas: a) ¿Por qué el halcón no le dejaba beber agua? b) ¿Cómo calificarías al halcón? c) ¿Cuál fue la equivocación del rey? d) ¿Cómo llamarías a este defecto? e) ¿En qué ocasiones se puede vivir la autodisciplina a lo largo del día? 8
  • 9. RÉGULO EN CARTAGO Cartago envió una embajada a Roma para pedir la paz. Confióse la legación al romano Régulo, que estaba preso, y se le exigió el juramento de volver a la cautividad si la misión no alcanzaba éxito. Puedes imaginarte la emoción de su alma al ver de nuevo a su amada Roma. Y habría podido quedarse allí, en su patria, definitivamente, caso de conseguir la paz. ¿Sabes qué hizo? Fue él precisamente quién abogó con más ardor por la continuación de la guerra; y cuando el senado le alentaba a quedarse, dando por motivo que el juramento arrancado a viva fuerza no obliga, contestó: - “¿Tan empeñados estáis en que me degrade? Bien sé que me esperan torturas y muerte al volver. Pero, ¡qué cosa más baladí es todo esto en parangón con la vergüenza de una acción infame, con las heridas de un alma culpable! Quiero conservar en su pureza el carácter romano, aun siendo prisionero de los cartagineses. He jurado volver. Cumpliré mi deber”. Volvió a Cartago y los cartagineses, en medio de grandes tormentos, le dieron la muerte. ¡Este era el carácter romano! Pues, ¿cuál tendrá que se el carácter cristiano? No se puede pedir que todos los hombres sean ricos; ni que todos sean sabios; tampoco que todos sean célebres; pero sí, de todos podemos exigir, que tengan carácter. Mas el carácter no es un “premio gordo”, que se pueda sacar - sin méritos. El carácter no es un apellido de alta alcurnia que se hereda - sin trabajo. El carácter es el resultado de la lucha ardua, de la autoeducación, de la abnegación, de la batalla espiritual sostenida con virilidad. Y esta batalla ha de librarla cada uno por sí solo, hasta que venza. SUGERENCIAS METODOLÓGICAS Objetivo.- Comprender la importancia del carácter personal. Contenido.- Valentía Personas ordinarias haciendo cosas extraordinarias: El valor que forja familias, empresas y naciones diferentes. 9
  • 10. La valentía es un valor universal que nos enseña a defender aquello que vale la pena, a dominar nuestros miedos y a sobreponernos en la adversidad. Sin la valentía, en los momentos difíciles nuestras vidas podrían irse a la deriva, sin embargo la fortaleza interior conducida por una conciencia recta, pueden llevarnos más lejos de lo que podríamos imaginar. Ser valiente no es sencillo. En ocasiones, la valentía significa afrontar las consecuencias de nuestros actos, los productos de nuestros errores. El niño que admite ante sus padres que fue él quien rompió la ventana del vecino, el empleado que reconoce el no haber hecho su trabajo como era debido, el padre de familia que acepta ante sus hijos que debería haber pasado más tiempo con ellos son ejemplos que, por desgracia, a veces no son tan comunes: son ejemplos de personas que han tenido la fuerza de aceptar su error y de afrontar sus consecuencias. La vida misma no es sencilla y puede ser, en ocasiones, sorprendentemente dura: La muerte de un ser querido, una enfermedad, la ruina de un negocio son ejemplos de momentos tremendamente difíciles. La valentía es la diferencia entre hundirse o seguir nadando. Por otra parte, la valentía también tiene que ver directamente con defender lo que sabemos que es correcto. La conciencia con frecuencia nos indica que se está cometiendo una injusticia, o que se está violentando algún derecho. En esos momentos, es necesaria una posición concreta para actuar como es debido y para defender lo que está bien. La valentía nos hace personas ordinarias que pueden obtener resultados extraordinarios. Una persona que defiende al débil, que admite sus errores, que afronta las consecuencias de sus actos, que no calla cuando sabe que algo está mal, puede estar asumiendo riesgos, pero también está creando una diferencia real en su vida y en el mundo que le rodea. Los seres humanos solemos dejarnos llevar por la comodidad y, desgraciadamente, por los miedos. Con gran frecuencia generamos nuestros propios fantasmas y temores inexistentes; nos planteamos consecuencias que aún no existen pero que vemos como algo muy real. ¡Qué triste es el papel de un muchacho que no se atreve a decirle a una chica cuánto le gusta por miedo a que ella le rechace! No es raro que nuestra imaginación nos traicione planteándonos escenarios y panoramas desoladores, y nos inmovilizamos simplemente porque creemos que algo puede salir mal. La valentía es afrontar riesgos, vencer miedos. A veces las consecuencias de algo pueden ser duras. En ocasiones nuestra valentía no cambia el mundo. El niño que admite haber roto la ventana del vecino puede ser de cualquier forma castigado, quizá el padre que confiesa no haber pasado suficiente tiempo con sus hijos no puede cambiar el alejamiento con su familia, también a veces el muchacho que le abre su corazón a la chica que le gusta es rechazado. La valentía no asegura el éxito inmediato, eso es cierto. 10
  • 11. Sin embargo hay una gran diferencia entre ser un cobarde y ser un valiente: la posibilidad de lograr algo. La diferencia es Esperanza. Quien es cobarde tiene un futuro cierto: la mediocridad. Quien es valiente tiene un futuro inmediato incierto, pero siempre encontrará al final del camino la corona de la victoria. El niño que rompió la ventana podrá ser castigado, pero a la larga sus padres le tendrán confianza. El padre que no pudo cambiar el alejamiento con sus hijos a la larga ganará el respeto que se merece por haber hecho lo correcto. El muchacho que fue rechazado tal vez un día encuentre a una chica que le valore más y que le quiera sinceramente. Una cosa es un hecho: si ninguno de estos tres casos contaran con el valor de la valentía, el niño que rompe ventanas y esconde la mano será siempre indigno de confianza, el padre que no admite sus errores será visto siempre como un egoísta y un cobarde, el chico que no se atreve a decir sus sentimientos se quedará solo. La valentía ha forjado patrias, empresas, comunidades, familias. La cobardía nunca ha hecho algo que valga la pena. La valentía a veces falla en lo inmediato, pero siempre a la larga genera un resultado positivo. La valentía es un valor que se vive día a día, en las pequeñas cosas. No es necesario esperar grandes afrentas, tremendos errores o increíbles batallas. La cobardía diaria sumerge a las personas, a las familias, a las sociedades y a las naciones en un pantano cómodo, suave, pero que acaba ahogándoles. La valentía en las cosas pequeñas va construyendo una obra sólida que tal vez en el momento inmediato no sea tan grande o tan bella, pero que tarde o temprano se convertirá en un magnífico edificio. La valentía construye personas dignas de respeto y de confianza, familias unidas, sociedades pujantes y naciones sólidas. Actividades.- 1. Responder las siguientes preguntas a) ¿Como demostró Régulo su carácter? b) ¿Cómo se puede alcanzar el carácter? 11
  • 12. HÉRCULES Y EL CARRETERO Algunas personas demuestran una voluntad casi milagrosa para esperar a que otros vengan a hacerles el trabajo. Esta vieja fábula nos ayuda a entender prontamente que el único trabajo cierto es el que hacemos nosotros. Un carretero conducía a sus animales por un camino fangoso con una carga completa, cuando las ruedas de la carreta se hundieron tanto en el lodo que los caballos no pudieron moverla. El carretero miraba desesperado en torno, llamando a Hércules a voz en cuello para pedirle ayuda. Al fin el dios se presentó, y le dijo: - Apoya el hombro en la rueda, hombre, y azuza tus caballos, y luego pide auxilio a Hércules. Si no alzas un dedo para ayudarte a ti mismo, no esperes socorro de Hércules ni de nadie. El cielo ayuda a los que se ayudan. SUGERENCIAS METODOLÓGICAS Objetivo.- Conseguir el hábito del trabajo para conseguir lo que deseamos. Contenido.- Superación La superación no llega con el tiempo, el simple deseo o con la auto motivación, requiere acciones inmediatas, planeación, esfuerzo y trabajo continuo. Nuestra vida esta llena de oportunidades, saber aprovecharlas y obtener los frutos deseados constituyen el centro de nuestras aspiraciones. Actualmente se habla de excelencia personal y el éxito al alcance de la mano, sin embargo, muchas de estas fórmulas se enfocan a la solución de problemas y al logro de una posición económica preponderante, quedando cortas en lo que a la superación personal se refiere, la verdadera superación no tiene cantidad sino calidad. La superación es el valor que motiva a la persona a perfeccionarse a sí misma, en lo humano, espiritual, profesional y económico, venciendo los obstáculos y dificultades que se presenten, desarrollando la capacidad de hacer mayores esfuerzos para lograr cada objetivo que se proponga. Si la superación es un deseo innato de los seres humanos ¿por qué en ocasiones nos detenemos? El principal obstáculo es nuestra persona, con temores encubiertos de excusas, con la vana esperanza de una oportunidad "de oro" o el momento adecuado para cambiar de vida; en el peor de los casos, la pereza y el pesimismo propios del conformista. Podemos observar a personas que constantemente hablan de sus planes y el noble afán que tienen por darle un nuevo y mejor rumbo a su vida, sin embargo, todo se queda en las palabras y en el deseo, argumentando dificultades y contratiempos no previstos, los cuales han impedido concretar los objetivos planeados. Basta pensar en el negocio que 12
  • 13. desde hace tiempo queremos iniciar por nuestra cuenta, del curso de perfeccionamiento profesional que nos abriría las puertas a una mejor posición laboral y que a la fecha no hemos iniciado, o el estudiante que espera el próximo semestre para "ahora sí" prepararse a conciencia y obtener mejores notas. La superación no llega con el tiempo, el simple deseo o con la auto motivación, requiere acciones inmediatas, planeación, esfuerzo y trabajo continuo. En muchas ocasiones la superación no aparece como un gran cambio lleno de beneficios materiales. Con cierta frecuencia encontramos a personas inconformes en su trabajo, deseando cambiar porque en el tiempo que llevan no ha mejorado su posición. Sin embargo, rechazan oportunidades con un bajo incremento económico o un mismo nivel profesional, sin darse cuenta que la experiencia, las relaciones y los nuevos conocimientos por adquirir, constituyen un perfeccionamiento personal que más adelante servirá para alcanzar otros objetivos. La estabilidad y seguridad que otorga el permanecer mucho tiempo en un lugar (empleo, escuela, ciudad...) puede infundir temor a lo desconocido, como si no tuviéramos la capacidad de plantearnos nuevos retos con grandeza de ánimo y dispuestos a enfrentar y resolver las dificultades. Aunque los recursos económicos y materiales sean necesarios, no debemos enfocar la superación a la acumulación de los mismos, como una manera fácil de medir un progreso. Existen otros aspectos fundamentales y prioritarios que toda persona debe atender: - Podemos comenzar por ver nuestros hábitos y costumbres: el cuidado de las cosas ajenas y personales; el orden en nuestras comidas, diversiones y descanso; la atención y cuidados que procuramos a nuestros familiares (hijos, padres, cónyuge, etc.); tratar con amabilidad a todas las personas; ocupar nuestro tiempo libre para tener convivencia, cultivar pasatiempos o realizar actividades sencillas... - En el terreno profesional no basta lo que hemos aprendido, continuamente debemos buscar los medios para ser más profesionales y competentes, como aprender a sacarle el debido provecho al uso de la computadora (ordenador) para aplicarlo a nuestro trabajo y tener un mejor rendimiento; idear nuevos sistemas para hacer nuestro trabajo con mayor agilidad y disminuir errores; estudiar una especialidad. Para el estudiante significa dedicar más tiempo a su preparación, conocer y aplicar nuevas técnicas de estudio que faciliten un mejor aprendizaje con los resultados deseados; desarrollar la investigación personal y mejorar la calidad en los trabajos que realice. Los padres de familia pueden dedicar un tiempo a lecturas sobre como educar mejor a los hijos según su edad, o inscribirse a cursos que persigan los mismos fines. Actualmente existen bastantes recursos que ayudan a conocer y a desempeñar mejor la labor de educación y formación de la familia. 13
  • 14. - El ámbito espiritual, con mucha frecuencia descuidado, ofrece muchas posibilidades con el conocimiento de los preceptos y valores propios de nuestra religión, además de la práctica de los mismos; contar con la asistencia de un director espiritual; procurar el trato con Dios de manera continua (y no sólo cuando tenemos algún problema o necesidad grave); frecuentar los sacramentos y las prácticas religiosas. La superación personal se encuentra en la persona misma y no en los bienes materiales, como tampoco es exclusivo de una determinada edad; existen hoy en día jóvenes y personas mayores capaces de lograr grandes empresas, observando como sus sueños se hacen realidad y sin detenerse a considerar la falta de experiencia o el cansancio natural que traen los años. Renunciar a mejorar equivale a una vida triste, gris y con falta de aspiraciones, en una palabra: conformismo. Las posibilidades de superación son innumerables y ante tantos aspectos podemos caer fácilmente en el desánimo. Además de tomar la firme decisión de iniciar hoy mismo, conviene elaborar un pequeño plan para hacerlo de manera ordenada y llevarlo a la práctica de forma consistente. Puede ayudar mucho revisar "Vive los valores" y la "Guía Práctica", donde se observan una serie de consejos prácticos para lograr este fin. Cabe considerar sobre la existencia de los obstáculos, siempre los habrá, pero la verdadera superación consiste en afrontarlos y ante ellos cobrar nuevos bríos. En esta vida nada es fácil, todo lo que vale la pena requiere de perseverancia y paciencia para alcanzarlo, es entonces cuando la superación se hace sublime -alejada de toda vanidad y soberbia- con el gozo interior de acercarnos cada vez más a la cima de la humana perfección. Actividades.- 1. Responder las siguientes preguntas a) ¿Por qué se hundió la carreta? b) ¿Hacía algo el carretero para sacar la carreta? c) ¿A quién llamó el carretero? d) ¿Qué le contestó Hércules? e) ¿Cuando podemos los niños trabajar más y mejor? 14
  • 15. ¿QUÉ ES EL CARÁCTER? ¿Qué pensamos cuando decimos de alguien: es un joven de carácter? Con la palabra carácter entendemos la adaptación de la voluntad del hombre a una dirección justa; y joven de carácter es aquél que tiene principios nobles, y permanece firme en ellos, aún cuando esta perseverancia fiel le exija sacrificios. En cambio, es de carácter inestable, de poca garantía, débil o-en último grado- es hombre sin carácter, quien contra la voz de la propia conciencia cambia sus principios según las circunstancias, según la sociedad, según los amigos, etc., y hace traición a sus ideales desde el momento en que por ellos tenga que sufrir lo más mínimo. Con esto ya puedes ver en qué consiste la educación del carácter. En primer lugar: hay que adquirir ideales, principios; después tenemos que acostumbrarnos, con un ejercicio continuo, a obrar según nuestros nobles ideales en cualquier circunstancia de la vida. La vida moral del hombre sin principios está toda ella expuesta a continuas sacudidas y es como la caña azotada por la tempestad. Hoy obra de un modo, mañana se deja llevar por otro parecer. Antes de todo, pues, pongamos principios firmes en nuestro interior; después adquiramos fuerzas para seguir siempre lo que hemos juzgado justo y recto. El primer deber que te incumbe es formar principios rectos en tu alma. ¿Cuál es, por ejemplo, el principio recto en el estudio? “He de estudiar con diligencia constante, porque he de pulir las dotes, que me fueron dadas, según la voluntad de Dios.” ¿Cuál es el principio justo respecto a mis compañeros? “Lo que deseo que me hagan a mí, he de hacerlo yo también a los otros.” Y así sucesivamente. En todo has de tener principios justos. El segundo deber -ya más difícil- es seguir los principios justos, es decir, educarte para una vida de carácter. SUGERENCIAS METODOLÓGICAS Objetivo.- Valorar la formación del carácter y la educación de la personalidad. Contenido.- Carácter Transformar la imagen de una personalidad emprendedora, llena de energía, de fuerza y vitalidad, a una forma de ser propia y natural. El tener carácter implica una decisión firme y una férrea voluntad para proponernos objetivos y alcanzarlos en la medida de nuestras posibilidades, el cultivo de los buenos hábitos, la actitud positiva hacia el trabajo y el esfuerzo por dominar a nuestros impulsos y al egoísmo. El transformar la imagen de una personalidad emprendedora, llena de energía, de fuerza y vitalidad, a una forma de ser propia y natural, es sin lugar a dudas, algo atractivo para 15
  • 16. cualquier persona. Con cierta facilidad podríamos calificar si una persona tiene carácter o no, dependiendo de las actitudes que consideramos como positivas, o en su defecto, con falta de firmeza y según sea el caso. Esta valoración que hacemos de los demás, ¿la hacemos para nuestra persona sin tratar de engañarnos nosotros mismos? En algunos momentos se ha malentendido el "tener carácter" como sinónimo de rudeza, prepotencia, altanería, u obstinación. Por otra parte, no siempre se ha identificado la falta de carácter con las quejas continuas por el trabajo y todo lo que implica, las labores domésticas los estudios... y en general de todo aquello que de alguna manera nos incomoda. Una persona con carácter tiene retos constantes, no contra los demás, sino para consigo mismo. Cada reto personal es una manera de forjar un carácter recio, firme y decidido, incapaz de detenerse ante los obstáculos, de lamentarse por el cansancio o cuando las cosas salen mal. Podemos revisar algunos aspectos de nuestra vida, que seguramente nos ayudarán a descubrir si estamos formando adecuadamente nuestro carácter: En la oficina, la escuela o en el hogar y con todas sus variantes ¿Cómo es nuestro trabajo? Hablamos de trabajar con intensidad, sin perder demasiado tiempo en el café o en la plática, procurando hacer las cosas en el momento, sin detenernos a buscar si hay algo más fácil que hacer. Además es necesario considerar como un deber, el terminar todo lo que hemos comenzado sin distraernos en otra cosa, aunque estemos cansados y procurando hacerlo lo más perfecto posible. Lo propio siempre será asumir siempre nuestra responsabilidad en cualquier caso, lo que nos lleva a evitar mentir o dar pretextos y justificaciones cuando cometimos un error por negligencia. En este rubro se considera el evadir algunas tareas que nos son particularmente desagradables, como aparentar demasiado trabajo para que nuestro jefe no nos asigne una tarea extra para el día de hoy. De alguna forma todo aquello que tenemos en nuestro interior, lo manifestamos muchas veces sin darnos cuenta: los días pasarán lentamente si continuamente estamos pensando en que llegue el fin de semana para liberarnos, y así dedicarnos a descansar, ponernos cómodos y divertirnos, en pocas palabras: pereza. Poca fortaleza interior se ve reflejada en las quejas que hacemos por todo: la cantidad de trabajo, del clima, del tráfico... si algo solucionamos, adelante. Nuestro trato a los demás siempre debe ser cordial, y no sólo eso, hay que evitar por todos los medios criticar o que se haga crítica de las personas. Esto sólo refleja envidia y vano amor propio. 16
  • 17. Para formar el carácter es necesario tener dominio sobre nuestra persona, mediante pequeñas, pero continuas acciones que hagan más fuerte nuestra voluntad, principalmente: - Hacer pequeños esfuerzos que nos ayuden a dominar nuestros gustos y caprichos. Como levantarse 10 minutos antes de lo normal, comer un poco menos de aquello que más nos gusta, ver menos tiempo la televisión o en su defecto ver el noticiero completo. - Hablar bien de las personas, siempre. - Llegar al trabajo o a la casa con una sonrisa. - Saludar con educación y cortesía a todas las personas. - Aprender a escuchar y considerar las opiniones y consejos que nos dan. - Pedir perdón si ofendimos o hicimos pasar un mal momento a alguien por nuestro mal humor. - Hacer con empeño las cosas que consideramos poco agradables. Si nos confían algo, es porque se tiene la confianza de que está en nuestras posibilidades realizarlo. - Cumplir con las promesas y compromisos que hemos hecho. - Proponerse varios retos personales: como trabajar mejor, aprender algo nuevo, mejorar nuestro trato hacia los demás, etc. La persona que verdaderamente tiene carácter no ve obstáculos, sino retos; domina sus impulsos para ser dueño de su voluntad: conserva amistades y relaciones por los valores que transmite; encuentra alegría en lo que hace, sin conformarse con ser feliz a través de los placeres pasajeros. Actividades.- 1. Leer y explicar el texto. 2. Cada uno escribe en las características de un chico de carácter, y los pasos a seguir para educar el carácter personal. 17
  • 18. EL REY MIDAS Érase una vez un rey muy rico cuyo nombre era Midas. Tenía más oro que nadie en todo el mundo, pero a pesar de eso no le parecía suficiente. Nunca se alegraba tanto como cuando obtenía más oro para sumar en sus arcas. Lo almacenaba en las grandes bóvedas subterráneas de su palacio, y pasaba muchas horas del día contándolo una y otra vez. Ahora bien, Midas tenía una hija llamada Caléndula. La amaba con devoción, y decía: - Será la princesa más rica del mundo. Pero la pequeña Caléndula no daba importancia a su fortuna. Amaba su jardín, sus flores y el brillo del sol más que todas las riquezas de su padre. Era una niña muy solitaria, pues su padre siempre estaba buscando nuevas maneras de conseguir oro, y contando el que tenía, así que rara vez le contaba cuentos o salía a pasear con ella, como deberían hacer todos los padres. Un día el rey Midas estaba en su sala del tesoro. Había echado la llave a las gruesas puertas y había abierto sus grandes cofre de oro. Lo apilaba sobre mesa y lo tocaba con adoración. Lo dejaba escurrir entre los dedos y sonreía al oír el tintineo, como si fuera una dulce música. De pronto una sombra cayó sobre la pila del oro. Al volverse, el rey vio a un sonriente desconocido de reluciente atuendo blanco. Midas se sobresaltó. ¡Estaba seguro de haber atrancado la puerta! ¡Su tesoro no estaba seguro! Pero el desconocido se limitaba a sonreír. - Tienes mucho oro, rey Midas -dijo. - Sí -respondió el rey-, pero es muy poco comparado con todo el oro que hay en el mundo. - ¿Qué? ¿No estás satisfecho? -preguntó el desconocido. - ¿Satisfecho? -exclamó el rey-. Claro que no. Paso muchas noches en vela planeando nuevos modos de obtener más oro. Ojalá todo lo que tocara se transformara en oro. - ¿De veras deseas eso, rey Midas? - Claro que sí. Nada me haría más feliz. - Entonces se cumplirá tu deseo. Mañana por la mañana, cuando los primeros rayos del sol entren por tu ventana, tendrás el toque de oro. Apenas hubo dicho estas palabras, el desconocido desapareció. El rey Midas se frotó los ojos. 18
  • 19. - Debo haber soñado -se dijo- , pero qué feliz sería si eso fuera cierto. A la mañana siguiente el rey Midas despertó cuando las primeras luces aclararon el cielo. Extendió la mano y tocó las mantas. Nada sucedió. - Sabía que no podía ser cierto -suspiró. En ese momento los primeros rayos del sol entraron por la ventana. Las mantas donde el rey Midas apoyaba la mano se convirtieron en oro puro-. ¡Es verdad! -exclamó con regocijo-. ¡Es verdad! Se levantó y corrió por la habitación tocando todo. Su bata, sus pantuflas, los muebles, todo se convirtió en oro. Miró por la ventana, hacia el jardín de Caléndula. - Le daré una grata sorpresa -dijo. Bajó al jardín, tocando todas las flores de Caléndula y transformándolas en oro-. Ella estará muy complacida -se dijo. Regresó a su habitación para esperar el desayuno, y recogió el libro que leía la noche anterior, pero en cuanto lo tocó se convirtió en oro macizo. - Ahora no puedo leer -dijo-, pero desde luego es mucho mejor que sea de oro. Un criado entró con el desayuno del rey. - Qué bien luce -dijo-. Ante todo quiero ese melocotón rojo y maduro. Tomó el melocotón con la mano, pero antes que pudiera saborearlo se había convertido en una pepita de oro. El rey Midas lo dejó en la bandeja. - Es muy bello, pero no puedo comerlo. -dijo. Levantó un panecillo, pero también se convirtió en oro-. ¿Qué haré? Tengo hambre y sed, y no puedo beber ni comer oro. En ese momento se abrió la puerta y entró la pequeña Caléndula. Sollozaba amargamente, y traía en la mano una de sus rosas. - ¿Qué sucede, hijita? -preguntó el rey. - ¡Oh, padre! ¡Mira lo que ha pasado con mis rosas! ¡Están feas y rígidas! - Pues son rosas de oro, niña. ¿No te parecen más bellas que antes? - No -gimió la niña-, no tienen ese dulce olor. No crecerán más. Me gustan las rosas vivas. - No importa -dijo el rey-, ahora come tu desayuno. Pero Caléndula notó que su padre no comía y que estaba muy triste. 19
  • 20. - ¿Qué sucede, querido padre? -preguntó, acercándose. Le echó los brazos al cuello y él la besó, pero de pronto el rey gritó de espanto y angustia. En cuanto la tocó, el adorable rostro de Caléndula se convirtió en oro reluciente. Sus ojos no veían, sus labios no podían besarlo, sus bracitos no podían estrecharlo. Ya no era una hija risueña y cariñosa, sino una pequeña estatua de oro. El rey Midas agachó la cabeza, rompiendo a llorar. - ¿Eres feliz, rey Midas? -dijo una voz. Al volverse, Midas vio al desconocido. - ¡Feliz! ¿Cómo puedes preguntármelo? ¡Soy el hombre más desdichado de este mundo! -dijo el rey. - Tienes el toque de oro -replicó el desconocido-. ¿No es suficiente? El rey Midas no alzó la cabeza ni respondió. - ¿Qué prefieres, comida y un vaso de agua fría o estas pepitas de oro? -dijo el desconocido. El rey Midas no pudo responder. - ¿Qué prefieres, oh rey, esa pequeña estatua de oro, o una niña vivaracha y cariñosa? - Oh, devuélveme a mi pequeña Caléndula y te daré todo el oro que tengo -dijo el rey-. He perdido todo lo que tenía de valioso. - Eres más sabio que ayer, rey Midas -dijo el desconocido-. Zambúllete en el río que corre al pie de tu jardín, luego recoge un poco de agua y arrójala sobre aquello que quieras volver a su antigua forma. -El desconocido desapareció. El rey Midas se levantó de un brinco y corrió al río. Se zambulló, llenó una jarra de agua y regresó deprisa al palacio. Roció con agua a Caléndula, y devolvió el color a sus mejillas. La niña abrió los ojos azules. - ¡Vaya, padre! -exclamó-. ¿Qué sucedió? Con un grito de alegría, el rey Midas la tomó en sus brazos. Nunca más el rey Midas se interesó en otro oro que no fuera el oro de la luz del sol, o el oro del cabello de la pequeña Caléndula. SUGERENCIAS METODOLÓGICAS Objetivo.- Aprender a no ser avariciosos y egoístas. Contenido.- Sobriedad 20
  • 21. Es el valor que nos enseña a administrar nuestro tiempo y recursos, moderando nuestros gustos y caprichos para construir una verdadera personalidad. Qué difícil es hablar de sobriedad en una época caracterizada por la búsqueda del placer y del afán desmedido por acumular bienes de todo género; parece ser que lo único necesario es cuidar las apariencias y satisfacer nuestros deseos. La sobriedad no solo tiene que ver con estar sobrio y el manejo del alcohol. Este valor afecta otras realidades más importantes de nuestra vida. El valor de la sobriedad nos ayuda a darle a las cosas su justo valor y a manejar adecuadamente nuestros apetitos, estableciendo en todo momento un límite entre lo razonable y lo inmoderado. ¿Has pensado cómo influye el ambiente en tu persona? Aunque no podemos culpar del todo a la publicidad, es ella quien transmite una idea falsa de felicidad: en toda reunión de amigos debe haber determinada bebida para estar alegres; al comprar cierto tipo de auto adquieres presencia y personalidad; si vistes con determinada marca de ropa demuestras actualidad; ser conocedor de restaurantes y platillos exóticos, te hace hombre de mundo; al utilizar cremas, pastillas y tratamientos para cuidar tu figura, te dará belleza... y así, todo un conjunto de elementos que caracterizan a una sociedad consumista preocupada por la apariencia de la persona. El problema no es la comercialización de los productos, sino la forma en que nos vemos afectados. Por tanto, damos por cierto que la felicidad está en todo aquello que cultiva nuestra vanidad y nos da satisfacciones, entonces, no es extraño que estemos bajo el influjo de agentes externos. El "tener más", "lo más novedoso" o lo "mas caro" se convierte en la base de nuestra seguridad personal, caemos en el despilfarro con tal de alimentar nuestra soberbia y vanidad por el deseo de sobresalir, de estar a la moda y de aparentar una mejor posición económica; sin reflexionar compramos varios pares de zapatos (ropa, accesorios, etc.) por estar a un precio rebajado, cambiamos de auto con relativa frecuencia para competir con el vecino o los compañeros de trabajo, adquirimos cuanto adorno y aparato electrodoméstico aparece en el mercado para mostrar lujo en el hogar... En este sentido, debemos reconocer que somos caprichosos y orientamos nuestros esfuerzos a conseguir las cosas sin importar el precio, y algunas veces postergando lo indispensable. Se ha visto a personas que prefieren comprarse un "buen reloj" y no pagar la colegiatura de sus hijos. Los padres viven la sobriedad cada vez que se privan de un gusto personal pensando en otras cosas necesarias para los hijos o la familia en conjunto. La sobriedad nos ayuda a saber comprar sólo lo verdaderamente necesario, indispensable y de utilidad; por el contrario, aprendemos a obtener el máximo uso y provecho de todo lo que tenemos, sin dejar las cosas prácticamente nuevas y sin utilizar. 21
  • 22. Para la sobriedad hace falta autodominio, es muy claro si se ilustra con el exceso en la comida y la bebida por la imagen y efectos que produce, sin embargo, esta falta de control se manifiesta en el excesivo descanso y la distribución de nuestro tiempo: no es correcto permanecer todo el domingo recostado viendo la TV; nuestro tiempo debe pasar en equilibrio, entre la diversión, la obligación y la actividad, con una buena administración podemos trabajar sin presiones, tener momentos de esparcimiento y desarrollar aficiones. También debemos ser sobrios en nuestra forma de hablar, de comportarnos y de vestir: existen personas que dicen todo cuanto les viene a la mente, muchas veces sin comunicar nada y sólo por el gusto de sentirse escuchados; otros exageran en las bromas, las palabras altisonantes y los aspavientos; también es chocante vestir estrafalariamente, lleno de accesorios y adornos que podrán ser de moda pero hacen perder elegancia. Podemos pensar que al darnos nuestros pequeños lujos no hacemos mal a nadie; la verdad es que cada vez que cedemos a nuestros caprichos, nos hacemos dependientes de las cosas, de nuestros apetitos y de la comodidad. Caemos en un malestar por no haber conseguido aquella superficialidad que tanto deseábamos, y cada vez más somos incapaces de hacer grandes esfuerzos. Cuando no ponemos límites, llegamos a una insatisfacción "por sistema" en la que siempre queremos más. De ahí surgen los vicios, la dependencia de las drogas, el deseo de placer sexual, la infidelidad... Para vivir este valor no hace falta pensar en grandes cosas y privaciones, una vez más la respuesta esta en cuidar los pequeños detalles: - Antes de comprar algo reflexiona sobre el motivo de la adquisición: si es necesidad, un simple lujo o un verdadero capricho. Si es el caso, no inventes necesidades, se valiente y reconoce que no vale la pena el gasto. - Usa las cosas y no las cambies simplemente porque en el mercado hay una más novedosa, o porque todos tus amigos la compraron. En esta competencia sin fin tu bolsillo es el más afectado. - Reconoce tu verdadera situación económica y vive de acuerdo a tus posibilidades. Cuando te decidas a hacerlo, aprenderás que las personas te aceptan por lo que eres. - Habla sólo lo necesario. Transmite pensamientos más que palabras. - Viste de forma elegante y decorosa, la moda también puede cumplir con este requisito. - Evita el deseo de ser el centro de atención y aprende a divertirte: el alcohol, las bromas de mal gusto, las palabras altisonantes y los desmanes, manifiestan inseguridad y falta de autodominio. 22
  • 23. - Haz el propósito de moderar tus gustos y apetitos: compra menos golosinas; come un poco menos de aquello que más te gusta; establece una hora para dormir y dejar de ver la TV; utiliza una agenda para programar tus actividades; aprende que la diversión también tiene un tiempo límite; modera tu descanso y procura una actividad... La sobriedad no es negación ni privación. Es poner a tu voluntad y a tu persona por encima de las cosas, los gustos y los caprichos, dominándolos para no vivir bajo su dependencia. Es muy natural que al estar condicionados por nuestros impulsos, nos cueste trabajo dejarlos, pero nunca es tarde para comenzar, con pequeños esfuerzos, fortalecemos nuestra voluntad y desarrollamos este valor necesario para aprender a administrar nuestro tiempo y nuestros recursos, además de construir una verdadera personalidad. Actividades.- 1. Contesta las siguientes preguntas a) ¿En qué ocasiones algunos chicos son avariciosos, egoístas o codiciosos? b) ¿En qué circunstancias podemos ser generosos? 23
  • 24. EDÚCATE Esculpir en tu alma la imagen sublime que Dios concibió al formarte, es la noble labor a que damos el nombre de autoeducación. Este trabajo tiene que hacerlo cada uno por sí mismo, y ningún otro puede cumplirlo en su lugar. Los otros podrán darte consejos, podrán indicarte el camino recto; pero en definitiva tú has de ser quien sientas el deseo de formar en ti la noble imagen que Dios ha escondido en tu alma. Has de ser tú quien desees ser noble, fuerte, limpio de alma. Has de conocer cómo es tu alma, cuáles son las hierbas malas en ella, qué es lo que falta. Has de poner mano en la educación de tu alma, sabiendo que el éxito ha de obtenerse a costa de muchos esfuerzos, abnegaciones y victorias alcanzadas sobre ti mismo. Has de negarte a menudo cosas deleitosas; has de hacer muchas veces lo que no te apetece y sellar tus labios, y erguir tu frente cuando notes que alguna de tus buenas intenciones, una y otra vez, se ve frustrada. Tu carácter, el curso de toda tu vida, depende de estos trabajos pequeños: “Siembra un pensamiento y segarás un deseo, siembra un deseo y recogerás la acción, siembre la acción y recogerás la costumbre, siembra la costumbre y recogerás el carácter, siembra el carácter y tendrás por mies tu propia suerte.” De pequeños pensamientos y acciones va entretejiéndose la suerte de tu vida. “En todas las horas de tu vida vuelve tu mirada con respeto y amor hacia la virtud, no pierdas jamás la ocasión de hacer una obra buena y, si esta obra estuviere en pugna algunas veces con tu provecho y deseo momentáneos, acostumbra tu voluntad a vencerlos..., así alcanzarás un carácter con que puedas hacer algo grande, trabajar para tu época y para el porvenir, y lograr que tu nombre se pronuncie entre tus compañeros, envuelto en respeto y amor.” (Kolösey.) SUGERENCIAS METODOLÓGICAS Objetivo.- Comprender que un trabajo personal importante es formarse a sí mismo para ser noble, fuerte y limpio de alma. Contenido.- Autodominio Formar un carácter capaz de dominar la comodidad y los impulsos propios de su forma de ser para hacer la vida más amable a los demás. Es el valor que nos ayuda a controlar los impulsos de nuestro carácter y la tendencia a la comodidad mediante la voluntad. Nos estimula a afrontar con serenidad los contratiempos y a tener paciencia y comprensión en las relaciones personales. El autodominio debe comprenderse como una actitud que nos impulsa a cambiar positivamente nuestra personalidad. Cuando no existe esa fuerza interior, se realizan acciones poco adecuadas, generalmente como resultado de un estado de ánimo; la 24
  • 25. armonía que debe existir en toda convivencia se rompe; quedamos expuestos a caer en excesos de toda índole y entramos en un estado de comodidad que nos impide concretar propósitos. Cada día que buscamos ejercer ese señorío sobre nosotros mismos, automáticamente nuestro carácter comienza a madurar por la serenidad y paciencia que imprime este valor, la voluntad nos libera del desánimo, controlamos nuestros gustos y vivimos mejor la sobriedad, en pocas palabras, entramos en un proceso de superación constante. Algunas personas han opinado que la fuente para lograr el autodominio proviene de la aplicación de algunas técnicas para relajarse, y aunque efectivamente pueden ayudar, no debemos perder de vista que los valores se forman a través del ejercicio diario, con el esfuerzo por descubrir en nuestra personalidad aquellos rasgos poco favorables. Las costumbres y hábitos determinan en mucho la falta de autodominio. Debemos comenzar por analizar cuales de ellas nos condicionan e impiden vivir este valor. El autodominio nos ayuda a reconocer los distintos aspectos de nuestra personalidad y nuestra forma de reaccionar ante determinadas circunstancias. Debemos cambiar nuestras disposiciones en sentido positivo: “en lugar de molestarme por la lentitud de “x” empleado -cuyo ritmo de trabajo es así-, ahora no sólo evitaré el disgusto y llamada de atención, procuraré darle un buen consejo que le ayude a mejorar”. Lo mismo aplica para los hijos, el cónyuge y hasta con algunos amigos. Este cambio no es sencillo, requiere atención y esfuerzo para anticipar nuestras reacciones, lo cual significa remar contracorriente para corregir este mal hábito. Otras de las costumbres más arraigadas se encuentran en el terreno de los gustos y comodidades personales, en apariencia es poco significativo privarse de una golosina a media mañana, quedarse en cama más de lo debido, terminar de trabajar antes de la hora de salida, o buscar como perder el tiempo para llegar más tarde a casa y evadir alguna ocupación, pero cada una de estas cosas pequeñas constituye una excelente oportunidad para practicar el autodominio. Quien tiene la capacidad de privarse de un gusto, también tendrá la fortaleza para soportar situaciones desagradables. Para algunas personas, la falta de este valor se manifiesta por el deseo de convertirse en el centro de atención en todo lugar, acaparar las conversaciones, presumir de sus logros, compararse continuamente con los demás... El autodominio también ayuda a ser más sencillos, hombres y mujeres de acción y no de palabras inútiles. En familia este valor es indispensable para la sana convivencia, pues implica aprender a tolerar y pasar por alto las pequeñas fricciones cotidianas, no se tratar de desentenderse, sino de dar ejemplo de serenidad, comprensión y cariño, principalmente cuando se tiene la responsabilidad de educar a los hijos. También nos ayuda a estar pendientes de las necesidades de los demás y prestarles servicios, pues la comodidad nos hace esperar ser atendidos, mientras que el autodominio nos impulsa a ser más participativos en los quehaceres cotidianos. 25
  • 26. En el contexto de las relaciones personales, el autodominio nos impulsa a ser discretos y maduros para evitar la murmuración, la crítica y la difamación de los demás por cualquier situación que es incompatible con nuestra forma de pensar. La práctica del autodominio también nos induce a perfeccionar nuestros hábitos de trabajo, aprovechar más el tiempo, tener más cuidado en lo que hacemos, “dar el extra” cuando se necesite. En el campo escolar y profesional siempre es necesario el perfeccionamiento, que sólo se alcanza con esfuerzo, alejando la pereza y la mentalidad conformista. Para iniciar y desarrollar el autodominio, considera como importante: - Aprende a escuchar. De lo contrario, se convierte en la muestra más clara de la falta de autodominio. - Procura no distinguirte por comer abundantemente, decir disparates, vestir de forma estrafalaria, mostrar poca educación o malos modales. - Evita el deseo de enterarte de lo que no te incumbe, hacer comentarios imprudentes y dar consejos no solicitados, eso es ser entrometido. - Cuida especialmente tus relaciones personales, evita suponer las palabras y actitudes que los demás tienen y que “motivan” tu enojo. Lo más importante es que tu cambies de actitud, que hasta ahora también es predecible. - Dedica unos minutos cada día para reflexionar y elaborar una pequeña lista sobre las situaciones cotidianas que normalmente te disgustan, provocan pereza, caes en excesos y aquellas en las que evades tus responsabilidades. No te preocupes si en un principio son pocas, más adelante seguirás descubriendo otras no menos importantes. - De la lista obtenida, selecciona dos de todas ellas (puedes elegir entre las interrupciones en el trabajo, comprar los víveres para el hogar, desvelarte con frecuencia, dedicar el tiempo necesario al estudio, por ejemplo), reflexiona sobre la actitud correcta que debes adoptar y llévalas a la práctica por una o dos semanas, después de ese período elige otras y así sucesivamente. La persona que aprende a controlarse interiormente tiene el privilegio de vivir una alegría auténtica, pues jamás se deja llevar por los disgustos y contratiempos; además, tiene la tranquilidad del deber cumplido, pues por el control que tiene sobre la comodidad, es capaz de cumplir con sus deberes oportunamente. Consecuentemente, todo esto le ayuda a tener excelentes relaciones personales, por la cordialidad y delicadeza que mantiene en su trato. Actividades.- 1. Contestar las siguientes preguntas 26
  • 27. a) ¿En qué consiste la autoeducación? b) ¿Quién tiene que hacer ese trabajo? c) ¿A qué se refieren “las malas hierbas” de que habla el texto? d) ¿Qué pasos hay que dar para formar el carácter? e) ¿En qué se puede mejorar el carácter de un alumno? 27
  • 28. DAVID Y BETSABÉ Cuando David llegó al trono, se puso a la cabeza de su ejército para librar guerras contra los enemigos de Israel. Pero llegó un momento en que su reino sufría muchos problemas, y David dejó a Joab, su general, al mando de sus guerreros, mientras él permanecía en su palacio del Monte Sión. Un anochecer David caminaba por la azotea del palacio. Miró hacia un jardín y vio a una mujer bellísima. Preguntó a un criado quién era esa mujer, y el criado le respondió: - Se llama Betsabé, y es la esposa de Uriah. Uriah era un oficial del ejército de David, al mando de Joab, y en esa época luchaba en la guerra contra los amonitas, en Rabbah, cerca del desierto, al este del jordán. David mandó buscar a Betsabé, esposa de Uriah, y habló con ella. La amaba, y ansiaba tomarla como una de sus esposas (en esos tiempos no se consideraba pecado que un hombre tuviera más de una esposa). Pero David no podía casarse con Betsabé mientras su esposo Uriah estuviera con vida. Un pensamiento maligno entró en el corazón de David, quien planeó la muerte de Uriah para poder llevar a Betsabé a su propia casa. David le escribió una carta a Joab, el comandante de su ejército, y esa carta decía: “Cuando haya una batalla con los amonitas, envía a Uriah al punto donde más arrecie el combate, y déjalo allí, para que le den muerte los amonitas.” Y Joab hizo lo que David le había ordenado. Envió a Uriah y un puñado de valientes al pie de la muralla de la ciudad, sabiendo que allí se toparían con feroz resistencia. Se libró un fiero combate junto a la muralla, Uriah pereció y con él otros valientes. Entonces Joab despachó un mensajero para informarle al rey David cómo andaba la guerra, y especialmente que Uriah, uno de sus valientes oficiales, había muerto en la lucha. Cuando David se enteró, le dijo al mensajero: “Dile a Joab: No te inquietes por la pérdida de los hombres caídos en batalla. La espada debe abatir a algunos. Mantén el sitio, continúa el asedio, y ganarás la ciudad.” Y una vez que Betsabé hubo guardado luto por la muerte de su esposo, David la llevó a su palacio y la desposó. Sólo Joab, y David, y quizás algunos otros, sabían que David había causado la muerte de Uriah, pero Dios lo sabía, y Dios estaba disgustado con David por ese acto malvado. El Señor envió al profeta Natán para decirle a David que, aunque los hombres ignoraban la maldad que había cometido el rey, Dios la había visto, y castigaría a David por su pecado. Natán visitó a David y le habló de este modo: - Había dos hombres en una ciudad; uno era rico, el otro pobre. El rico tenía grandes rebaños de ovejas y muchas reses, pero el pobre sólo tenía una oveja que había 28
  • 29. comprado. Esa oveja se crió en su hogar con sus hijos, y bebía de su taza, y se acostaba en su regazo y era como una hija para él. “Un día un visitante fue a cenar a casa del rico. El rico no sacrificó una de sus propias ovejas para el huésped, sino que robó la oveja del pobre, la sacrificó y la cocinó para comer con su amigo. David se enfureció al oír estas palabras. Le dijo a Natán: - ¡El hombre que hizo esto merece morir! Le devolverá a su vecino pobre cuatro veces lo que le quitó. ¡Cuánta crueldad, tratar así a un hombre pobre, sin ninguna piedad! Y Natán le dijo a David: - Tú eres el hombre que cometió esa iniquidad. El Señor te hizo rey en lugar de Saúl, y te dio un reino. Tienes una gran casa, y muchas esposas. ¿Por qué, entonces, has cometido esta maldad a ojos del Señor? Has matado a Uriah con la espada de los hombres de Amón, y has tomado su esposa como esposa. Una espada se alzará contra tu casa, y tú sufrirás, y tus esposas sufrirán, y tus hijos sufrirán, todo por lo que has hecho. Cuando David oyó estas palabras, vio su maldad en toda su plenitud. Sintió gran congoja, y le dijo a Natán: - He pecado contra el Señor. Y David mostró tanta pena por su pecado que Natán le dijo: - El Señor ha perdonado tu pecado, y no morirás por él. Pero el hijo que te ha dado la esposa de Uriah sin duda morirá. Poco después el hijo de David y Betsabé, muy amado por David, enfermó gravemente. David rezó pidiendo por la vida de su hijo, y no probaba bocado, sino que yacía de bruces en el suelo de su casa, abrumado por el dolor. Los nobles del palacio fueron a verle, y le pidieron que se levantara y comiera, pero él se negaba. Durante siete días el niño empeoró cada vez más, y David seguía acongojado. Luego el niño falleció, y los nobles temieron contárselo a David, pues se dijeron: - Si estaba tan afligido cuando el niño vivía, ¿qué hará cuando se entere de que ha muerto? Pero cuando el rey David vio gente cuchicheando con rostro cabizbajo, preguntó: - ¿Ha muerto el niño? Y le respondieron: 29
  • 30. - Sí, oh rey, el niño ha muerto. Entonces David se levantó del suelo, se lavó la cara y se puso sus atavíos de rey. Fue primero a la casa del Señor, y adoró, luego fue a su propia casa, se sentó a la mesa, y comió. Los criados se maravillaron de esto, pero David les dijo: - Mientras el niño vivía, ayuné y oré y lloré, pues esperaba salvar la vida del niño con mis plegarias al Señor, apelando a su misericordia. Pero ahora ha muerto, y mis plegarias nada pueden hacer por él. No puedo recobrarlo. El no regresará a mí, sino que yo iré a él. Y después de esto David dio a David y Betsabé, su esposa, otro hijo varón, a quien llamaron Salomón. El Señor amó a Salomón, que con el tiempo se convirtió en un hombre sabio. SUGERENCIAS METODOLÓGICAS Objetivo.- Aprender a dominar la lujuria. Contenido.- El matrimonio, camino de santidad La indisolubilidad del matrimonio, la fidelidad y el amor a los hijos, son cosas queridas por Dios, para que el hombre y la mujer unidos por el sacramento, alcancen la santidad. Por Pbro. Dr. Francisco Fernández Carvajal. I. Se encontraba Jesús en Judea, en la otra orilla del Jordán, rodeado de una gran multitud, que escuchaba atentamente sus enseñanzas [1]. Entonces -leemos en el Evangelio de la Misa [2]- se acercaron unos fariseos y para tentarle, para enfrentarlo con la Ley de Moisés, le preguntaron si es lícito al marido repudiar a su mujer. Moisés había permitido el divorcio condescendiendo con la dureza del antiguo pueblo. La condición de la mujer era entonces ignominiosa y prácticamente podía ser dejada a un lado por cualquier causa, siguiendo ligada al marido. Moisés estableció que el marido diera a la mujer despedida una carta de repudio, testificando que la despedía; así quedaba libre para casarse con quien quisiera [3]. Los Profetas ya censuraron el divorcio a la vuelta del exilio [4]. Jesús declara en esta ocasión la indisolubilidad original del matrimonio, según lo instituyera Dios en el principio de la creación. Para ello, cita expresamente las palabras del Génesis que se leen en la Primera lectura [5]. Pero en el principio de la creación los hizo Dios varón y hembra; por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido no lo separe el hombre. De este modo, el Señor declara la unidad y la indisolubilidad del matrimonio tal y como había sido establecido en el principio. Resultó tan novedosa esta doctrina para los mismos discípulos que, una vez en casa, volvieron a preguntarle. Y el Maestro confirmó más expresamente lo que ya había enseñado. Y les dijo: Cualquiera que repudie a su mujer y se una con otra, comete adulterio contra aquélla; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio. Difícilmente se puede hablar con más nitidez. Sus palabras están llenas de una claridad deslumbradora. ¿Cómo es posible que un cristiano 30
  • 31. pueda cuestionar estas propiedades naturales del matrimonio y siga proclamando que imita y acompaña a Cristo? Siguiendo al Maestro, la Iglesia reafirma con seguridad y firmeza «la doctrina de la indisolubilidad del matrimonio; a cuantos, en nuestros días, consideran difícil o incluso imposible vincularse a una persona por toda la vida y a cuantos son arrastrados por una cultura que rechaza la indisolubilidad matrimonial y que se mofa abiertamente del compromiso de los esposos a la fidelidad, es necesario repetir el buen anuncio de la perennidad del amor conyugal que tiene en Cristo su fundamento y su fuerza (Ef 5, 25). »Enraizada en la donación personal y total de los cónyuges y exigida por el bien de los hijos, la indisolubilidad del matrimonio halla su verdad última en el designio que Dios ha manifestado en su Revelación: Dios quiere y da la indisolubilidad del matrimonio como fruto, signo y exigencia del amor absolutamente fiel que Dios tiene al hombre y que el Señor Jesús vive hacia su Iglesia» [6]. Ese vínculo, que sólo la muerte puede desatar, es imagen del que existe entre Cristo y su Cuerpo Místico. La dignidad del matrimonio y su estabilidad, por su trascendencia en las familias, en los hijos, en la misma sociedad, es uno de los temas que más importa defender, y ayudar a que muchos lo comprendan. La salud moral de los pueblos -se ha repetido muchas veces- está ligada al buen estado del matrimonio. Cuando éste se corrompe bien podemos afirmar que la sociedad está enferma, quizá gravemente enferma [7]. De aquí la urgencia que todos tenemos de rezar y velar por las familias. Los mismos escándalos que, desgraciadamente, se producen y se divulgan, pueden ser ocasión para dar buena doctrina y ahogar el mal en abundancia de bien [8]. «Hay dos puntos capitales en la vida de los pueblos: las leyes sobre el matrimonio y las leyes sobre la enseñanza; y ahí, los hijos de Dios tienen que estar firmes luchar bien y con nobleza, por amor a todas las criaturas» [9]. II. Al elevar Jesucristo el matrimonio a la dignidad de sacramento, introdujo en el mundo algo completamente nuevo. La transformación que obró en la institución meramente natural fue de tal importancia que la convirtió -como el agua en las bodas de Caná- en algo hasta ese momento insospechado. He aquí que hago todas las cosas nuevas [10], dice el Señor. Desde entonces, desde el nacimiento del matrimonio cristiano, éste sobrepasa el orden de las cosas naturales y se introduce en el orden de las cosas divinas. El matrimonio natural entre no cristianos está también lleno de grandeza y de dignidad, «pero el ideal propuesto por Cristo a los casados está infinitamente por encima de una meta de perfección humana y respecto del matrimonio natural se presenta como algo rigurosamente nuevo. Efectivamente: a través del matrimonio es la misma vida divina la que se comunica a los esposos, la que los sostiene en su obra de perfeccionamiento mutuo y la que tiene que animar, desde el momento del Bautismo, el alma de los hijos» [11]. Quienes se casan inician juntos una vida nueva que han de andar en compañía de Dios. El Señor mismo los ha llamado para que vayan a Él por este camino, pues el 31
  • 32. matrimonio «es una auténtica vocación sobrenatural. Sacramento grande en Cristo y en la Iglesia, dice San Pablo (Ef 5, 32) (... ), signo sagrado que santifica, acción de Jesús, que invade el alma de los que se casan y les invita a seguirle, transformando toda la vida matrimonial en un andar divino en la tierra» [12]. El Papa Juan Pablo I, hablando de la grandeza del matrimonio a un grupo de recién casados, les contaba una pequeña anécdota ocurrida en Francia. En el siglo pasado, un profesor insigne que enseñaba en la Sorbona, Federico Ozanam, era un hombre de prestigio y un buen católico. Lacordaire, su amigo, solía decir del profesor de la Sorbona: «¡Este hombre es tan bueno y tan estupendo que se ordenará como sacerdote, incluso llegará a ser un buen obispo!». Pero Ozanam contrajo matrimonio. Entonces, Lacordaire, algo molesto, exclamó: «¡Pobre Ozanam! ¡También él ha caído en la trampa!». Estas palabras llegaron hasta el Papa Pío IX, quien dijo con buen humor a Lacordaire cuando éste le visitó unos años mas tarde: «Yo siempre he oído decir que Jesús instituyó siete sacramentos: ahora viene usted, me revuelve las cartas en la mesa, y me dice que ha instituido seis sacramentos y una trampa. No, Padre, el matrimonio no es una trampa, ¡es un gran sacramento!» [13]. No olvidemos que lo primero que quiso santificar el Mesías fue un hogar. Y es precisamente en las familias alegres, generosas, que viven con sobriedad cristiana, donde nacen las vocaciones para la entrega plena a Dios en la virginidad o el celibato, que constituyen la corona de la Iglesia y la alegría de Dios en el mundo. Estas vocaciones son un don que Dios otorga muchas veces a los padres que lo piden de corazón y con constancia; brillará en sus manos con un fulgor especial cuando un día se presenten ante Él y den cuenta de los bienes que les fueron dados para su custodia y administración. III. Dios preparó cuidadosamente la familia en la que iba a nacer su Hijo: José, de la casa y familia de David [14], que haría el oficio de padre en la tierra, al igual que María, su Madre virginal. Quiso el Señor reflejar en su propia familia el modo en que habrían de nacer y crecer sus hijos: en el seno de una familia establemente constituida y rodeados de su protección y cariño. Toda familia, que es «la célula vital de la sociedad» [16] y en cierto modo de la misma Iglesia [17], tiene una entidad sagrada y merece la veneración y solicitud de sus miembros, de la sociedad civil y de la Iglesia entera. Santo Tomás llega a comparar la misión de los padres a la de los sacerdotes, pues mientras éstos contribuyen al crecimiento sobrenatural del Pueblo de Dios mediante la administración de los sacramentos, la familia cristiana provee a la vez a la vida corporal y a la espiritual, «lo que se realiza en el sacramento del matrimonio, en el que el hombre y la mujer se unen para engendrar la prole y educarla en el culto a Dios» [17]. Mediante la colaboración generosa de los padres, Dios mismo «aumenta y enriquece su propia familia» [18] multiplicando los miembros de su Iglesia y la gloria que de Ella recibe. 32
  • 33. La familia tal y como Dios la ha querido es el lugar idóneo para que, con el amor y el buen ejemplo de los padres, de los hermanos y de los demás componentes del ámbito familiar, sea una verdadera «escuela de virtudes» [19] donde los hijos se formen para ser buenos ciudadanos y buenos hijos de Dios. Es en medio de la familia que vive de cara a Dios donde cada uno encontrará su propia vocación, a la que el Señor le llama. «Admira la bondad de nuestro Padre Dios: ¿no te llena de gozo la certeza de que tu hogar, tu familia, tu país, que amas con locura, son materia de santidad?» [20]. [1] Mc 10, 1. [2] Mc 10, 2-16. [3] Cfr. J. DHEILLY, Diccionario bíblico, Herder, Barcelona 1970, voz Divorcio. [4] Cfr. Mal 2, 13-16. [5] Gen 2, 18-24. [6] JUAN PABLO II, Exhort. Apost. Familiaris consorcio, 22-XI-1981, 20. [7] Cfr. F. J. SHEED, Sociedad y sensatez, Herder, Barcelona 1963, p. 125. [8] Cfr. Rom 12, 21. [9] J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Forja, no. 104. [10] Apoc 21, 5. [11] J. MA. MARTÍNEZ DORAL, La santidad de la vida conyugal, en SCRIPTA THEOLOGICA, Pamplona, IX-XII 1989, pp. 869-870. [12] J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 23. [13] Cfr. JUAN PABLO I, Alocución 13-IX-1978. [14] Lc 2, 4. [15] CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, II. [16] Cfr. JUAN PABLO II, Exhort. Apost. Familiaris consorcio, 22-XI-1981, 3. [17] SANTO TOMAS, Suma contra gentiles, IV, 58. [18] CONC. VAT. II, Const. Gaudium et spes, 50. [19] JUAN PABLO II, Discurso 28-X-1979. [20] J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Forja, n. 689. Meditación extraída de la serie "Hablar con Dios", Tomo V, Vigésimo Séptimo Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B, por Francisco Fernández Carvajal. Actividades.- 1. Contestar las siguientes preguntasCada chico contesta a estas preguntas: a) ¿Quién era Betsabé? b) ¿Qué pensamiento tuvo David para acabar con Uriah? c) ¿Por qué Dios estaba disgustado con David? d) ¿Qué ejemplo le puso Natán a David? e) ¿En qué consistió el pecado de David? 33
  • 34. UN CORAZÓN DE BRONCE Ahora ya sabéis de quién decimos: es un joven de carácter. Lo decimos de aquél que tiene principios, ideales nobles y sabe ejecutarlos y permanecer firme en ellos. Permanecer firme, aun cuando nadie en el mundo confiese estos nobles ideales; aun cuando todos los que le rodean sean cobardes y sin carácter. Permanecer firme, a pesar de millares y millares de ejemplos adversos y malos. ¡Permanecer firmes en nuestros principios, sean cuales fueren las circunstancias! Sólo Dios sabe cuán terriblemente difícil es a veces. En las sangrientas persecuciones de los primeros siglos cristianos, apresaron a un campesino sencillo y lo pusieron ante una estatua de Júpiter... - “Echa incienso en el fuego y sacrifica a nuestro dios”. - “¡No lo hago!” -contesta con calma Barlaam. Empiezan a torturarlo. En vano. Entonces extienden a viva fuerza su brazo para que la mano esté justamente encima de las llamas y le ponen incienso en la palma. - “¡Deja caer el incienso y serás libre!” - “¡No lo hago!” -repite Barlaam. Y allí está de pie, inconmovible, con el brazo extendido. La llama de fuego va subiendo, ya está lamiendo la palma de la mano, ya empieza a humear el incienso... pero el hombre sigue invencible. El fuego consumió su mano, y así se quemó el incienso, pero el corazón del mártir Barlaam no fue perjuro a su Dios: Un corazón d bronce. Tihamer Tóth. El joven de carácter. SUGERENCIAS METODOLÓGICAS Objetivo.- Necesidad de ser valiente y firme en las convicciones. Contenido.- Objetividad La Objetividad es el valor de ver el mundo como es, y no como queremos que sea. Los seres humanos somos una compleja mezcla de sentimientos, raciocinio, experiencia y aprendizaje. Todos estos elementos pueden brindar a una persona una percepción de la realidad que puede estar equivocada. 34
  • 35. Cuando una persona no es objetiva, se centra en las circunstancias y no en los problemas. Observa las cosas superficiales, pero no el fondo. Probablemente todos conocemos a alguien que comete un error al no juzgar correctamente la realidad: la persona desilusionada porque había idealizado a su pareja, el muchacho que reprobó el examen porque pensó que sería más fácil de lo que esperaba, el trabajador que no juzga correctamente las circunstancias y pone en peligro a los demás, las personas que discuten porque uno de ellos se aferra a su propia visión. Ser objetivo es un reto importante, porque exige de nosotros ver los problemas y las situaciones con un enfoque que equilibre adecuadamente emoción y razonamiento. Esto por supuesto es complicado cuando las conclusiones se basan más en los sentimientos. Por ello el valor de la objetividad es tan importante, porque nos permite dar su justo peso a los acontecimientos y obrar de una forma coherente. Una de las formas más eficientes de vivir el valor de la objetividad es viendo los problemas y las situaciones desde todos los puntos de vista. En este proceso el escuchar la opinión de gente madura y desinteresada nos permite observar las cosas con menos apasionamiento y con mayor objetividad. En ocasiones estamos tan inmersos en los problemas que no logramos ver la solución, por obvia que parezca. En otras ocasiones nos aferramos a nuestro orgullo o a un juicio equivocado por no contar con toda la información necesaria. La objetividad nos permite tomar decisiones más eficientes, mejora nuestras relaciones humanas, tiene un impacto positivo en la familia. La objetividad nos permite ser más justos con quienes nos rodean y siempre nos abre las puertas. La lucha por ser objetivos implica el ceder un poco ese “Yo” que a veces nos pesa tanto. En ocasiones no es orgullo, ni soberbia, sino que simplemente tenemos una tendencia natural a creer que tenemos la razón. Si evaluamos siempre que existe la posibilidad de estar equivocados, nos permite ser más certeros y apreciar todo con mayor objetividad. Para vivir este valor siempre es conveniente: - No permitir que las circunstancias o personas nublen el hecho central que estamos tratando de resolver. – Escuchar atentamente, pedir consejo y considerarlo seriamente. – No apasionarse. Los sentimientos son fundamentales para el ser humano, pero no son el único factor para evaluar un problema o situación. – Centrarse en los hechos, no en las personas. Es fácil perder objetividad cuando decimos “es que siempre haces lo mismo, eres igual que tu papá”. Es mejor atender a qué ocurrió y que razones y consecuencias se desprenden del hecho, sin calificar a la persona. – No precipitarse en los juicios. Quien es objetivo razona, observa, escucha y concluye en base a información. Si no se realiza este proceso los juicios son apresurados, no se vio 35
  • 36. todo lo que había en juego y tal vez no se sabe todo lo necesario para entender lo que realmente sucede. Una persona objetiva siempre es apreciada porque genera a su alrededor un sentido real de paz y de justicia. El valor de la Objetividad, además de ahorrarnos muchos dolores de cabeza, puede hacernos mejores personas. Actividades.- 1. Después de repartir el texto a los alumnos, leerlo en voz alta y hacer preguntas de comprensión. 2. Hacer equipos para contestar a estas dos preguntas: a) ¿Cómo demostró su carácter el mártir Barlaam? b) ¿En qué ocasiones se tiene que luchar para hacer lo que se debe? 3. Puesta en común y hacer un listado en la pizarra con las contestaciones a la pregunta b) ANDROCLES Y EL LEÓN En Roma vivía una vez un pobre esclavo llamado Androcles. Su amo era un hombre cruel, y lo trataba tan mal que al fin Androcles se fugó. Permaneció en una selva muchos días. Pero no encontraba comida, y se debilitó y enfermó tanto que pensó que moriría. Así que un día entró en una caverna y se acostó, y pronto se durmió profundamente. Al rato un gran ruido lo despertó. Un león había entrado en la cueva, y rugía furiosamente. Androcles sintió mucho miedo, pues estaba seguro de que la bestia lo mataría. Pero pronto vio que el león no estaba enojado, sino que cojeaba como si le doliera una pata. Androcles tuvo la osadía de tomar la pata coja del león para ver qué le pasaba. El león se quedó quieto, y frotó la cabeza contra el hombro de Androcles. Parecía decirle: “Sé que me ayudarás.” Androcles alzó la pata y vio que una espina larga y filosa causaba ese dolor. Tomó el extremo de la espina con los dedos, dio un tirón rápido y fuerte y la extrajo. El león estaba feliz. Saltaba como un perro, y lamió las manos y los pies de su nuevo amigo. 36
  • 37. Androcles ya no le tuvo miedo a partir de entonces. Y cuando anochecía, él y el león dormían lado a lado. Durante largo tiempo, el león le llevó comida a Androcles todos los días, y ambos se hicieron tan amigos que Androcles se sentía muy dichoso con su nueva vida. Un día unos soldados que pasaban por el bosque encontraron a Androcles en la cueva. Sabían quién era, así que lo llevaron de regreso a Roma. La ley de esa época establecía que todos los esclavos que escapaban de su amo debían luchar contra un león hambriento. Así que encerraron un tiempo a un fiero león sin comida, y se fijó el momento para lucha. Cuando llegó el día, miles de personas se apiñaron para ver el espectáculo. En esa época iban esos sitios tantas personas como las que hoy van a un circo o a ver un partido de fútbol. Se abrió la puerta, y el pobre Androcles salió a la arena. Estaba medio muerto de miedo, pues ya oía los rugidos del león. Miró hacia arriba, y vio que no había piedad en los miles de rostros que lo rodeaban. Entonces entró el hambriento león. De un salto llegó hasta el pobre esclavo. Androcles soltó un gran grito, no de miedo, sino de alegría. Era su viejo amigo, el león de la caverna. La gente, que esperaba ver cómo el león mataba al hombre, se quedó maravillada. Vio que Androcles echaba los brazos al pezcuezo del león, que el león se tendía a sus pies y se los lamía, y que la gran bestia frotaba la cabeza contra el rostro del esclavo, como si quisiera que la mimaran. Nadie entendía lo que sucedía. Al cabo de un rato pidieron a Androcles que contara su historia. Androcles se plantó ante ellos y, rodeando el cuello del león con el brazo, contó que él y la bestia habían vivido juntos en la caverna. - Yo soy un hombre -dijo-, pero ningún hombre ha sido mi amigo. Este pobre león ha sido el único que fue amable y nos amamos como hermanos. La gente se apiadó del pobre esclavo. - ¡Vive en libertad! -exclamaron todos-. ¡Vive en libertad! Otros gritaban: - ¡Que también liberen al león! ¡Que ambos sean libres! Así liberaron a Androcles, y le entregaron el león. Y vivieron juntos en Roma por muchos años. 37
  • 38. SUGERENCIAS METODOLÓGICA Objetivo.- Tener compasión de los demás y ayudarles en sus necesidades. Contenido.- Compasión La compasión se enfoca en descubrir a las personas, sus necesidades y padecimientos, con una actitud permanente de servicio. Parece ser que la compasión sólo puede tenerse en algunos momentos de nuestra vida, con aquellos que han caído en desgracia y los desvalidos. La capacidad de conmovernos ante las circunstancias que afectan a los demás se pierde día a día, recuperar esa sensibilidad requiere acciones urgentes para lograr una mejor calidad de vida en nuestra sociedad. Compadecerse es una forma de compartir y participar de los tropiezos materiales, personales y espirituales que aquejan a los demás, con el interés y la decisión de emprender acciones que les faciliten y ayuden a superar las condiciones adversas. Diariamente ocurren todo género de desgracias: las fuerzas naturales, la violencia entre los hombres y los accidentes. En casos tan lamentables la compasión nos mueve a realizar campañas, colectas o prestar servicios para apoyar en las labores de ayuda humanitaria. Ante todo, debe quedar claro que tener compasión y sentir lástima no es lo mismo. Contemplamos la desgracia muchas veces como algo sin remedio y sentimos escalofrío al pensar que sería de nosotros en esa situación, sin hacer nada, a lo mucho pronunciamos unas cuantas palabras para aparentar condolencia. Por otra parte, pasa el tiempo y vemos con asombro la indeferencia que poco a poco envuelve a los seres humanos, los contratiempos ajenos parecen distantes, y mientras no seamos los afectados todo parece marchar bien. Este desinterés por los demás se solidifica y nos hace indolentes, egoístas y centrados en nuestro propio bienestar Sin embargo, son las personas que nos rodean quienes necesitan de esa compasión que comprende, se identifica y se transforma en actitud de servicio. Podemos descubrir este valor en diversos momentos y circunstancias de la vida, tal vez pequeños, pero cada uno contribuye a elevar de forma significativa nuestra calidad humana: 38
  • 39. - Quien visita al amigo o familiar que ha sufrido un accidente o padece una grave enfermedad, más que lamentar su estado, está pendiente de su recuperación, en sus visitas regulares procura llevar alegría y tener momentos agradables. - La reacción comprensiva de un padre o madre de familia ante las faltas de los hijos, por inmadurez, descuido o una travesura deliberada, reprenden, animan y confían en la promesa de ser la última vez que ocurra... - En la escuela el profesor que consciente de la edad y las circunstancias particulares, corrige sin enojo pero con firmeza la indisciplina de sus alumnos, o pone todos los recursos al alcance para sacar adelante a ese joven con dificultades en el estudio. - Los jóvenes que participan en actividades de asistencia social en comunidades marginadas, asisten con la ilusión de enseñar doctrina a los niños, festejan y animan a todos en el juego de balompié, conviven sin reparar en lo descuidado de su aspecto y sus modales... - Toda persona en la oficina que roba tiempo a sus ocupaciones para explicar, enseñar y hacer entender a sus compañeros las particularidades de su labor, conocedor de su necesidad de trabajo y de la importancia del trabajo en conjunto. Con el valor de la compasión se reafirman y perfeccionan otros valores: Generosidad y Servicio por poner a disposición de los demás el tiempo y recursos personales; Sencillez porque no se hace distinción entre las personas por su condición; Solidaridad por tomar en sus manos los problemas ajenos haciéndolos propios; Comprensión porque al ponerse en el lugar de otros, descubrimos el valor de la ayuda desinteresada. Aunque la compasión nace en el interior como una profunda convicción de procurar el bien de nuestros semejantes, debemos crear conciencia y encaminar nuestros esfuerzos a cultivar este valor tan lleno de oportunidades para nuestra mejora personal: - Evita criticar y juzgar las faltas y errores ajenos. Procura comprender que muchas veces las circunstancias, la falta de formación o de experiencia hacen que las personas actúen equivocadamente. En consecuencia, no permitas que los demás "se las arreglen como puedan" y haz lo necesario para ayudarles. - Observa quienes a tu alrededor padecen una necesidad o sufren contratiempos, determina cómo puedes ayudar y ejecuta tus propósitos. - Centra tu atención en las personas, en sus necesidades y carencias, sin discriminarlas por su posición o el grado de efecto que les tengas. - Rechaza la tentación de hacer notar tu participación o esperar cualquier forma de retribución, lo cual sería soberbia e interés. 39
  • 40. - Visita centros para la atención de enfermos, ancianos o discapacitados con el firme propósito de llevar medicamentos, alegría, conversación, y de vez en cuando una golosina. Aprenderás que la compasión te llevará a ser útil de verdad. Es tan enriquecedora la compasión porque va más allá de los acontecimientos y las circunstancias, se enfoca en descubrir a las personas, sus necesidades y padecimientos, con una actitud permanente de servicio, ayuda y asistencia, haciendo a un lado el inútil sentimiento de lástima, la indolencia y el egoísmo. Actividades.- 1. Sacar por impresora el texto “ANDROCLES Y EL LEÓN” y hacer fotocopias. 2. El profesor lee el texto y lo explica a los alumnos. 3. Cada niño vuelve a leer el texto y contesta a estas preguntas: a) ¿Qué hizo Androcles con el león? b) ¿Cómo le recompensó el león? c) ¿En qué podemos ayudarnos los niños unos a otros? 4. Se hace una lista en la pizarra de las contestaciones a la pregunta c). LA LIBERTAD No hay palabra que hechice tanto la mente de la juventud como la palabra “libertad”. ¡Crecer libremente! ¡Desarrollarse libremente! ¡Vivir libremente! Libremente, como el pájaro. Un deseo instintivo impele a la juventud hacia la libertad. Y si es instintivo, luego lo dio el Creador, y, si lo dio Él, entonces habrá fijado metas elevadas a este instinto. Estos deseos de libertad no pueden tener por fin armar el mayor alboroto durante los descansos y burlar los reglamentos de disciplina. Este fin no puede ser otro que dar arrestos al joven para que pueda luchar contra todo lo que impida su desarrollo ideal. El deseo de libertad de tu corazón tiene como fin asegurar tu desarrollo de espíritu. Así, pues, no has de luchar contra toda regla y contra todo lazo, esto sería libertinaje, desenfreno, sino sólo contra las pasiones, inclinaciones, obstáculos, que se oponen al libre desenvolvimiento de tu carácter. 40
  • 41. No es justo luchar contra lo que favorece tu desarrollo, por muy difícil que sea; a semejanza de la vid que no puede desprenderse del rodrigón que la sostiene y hace que puedan los sarmientos subir más alto. Todo instinto abandonado a sí mismo es ciego. Es ciego también el instinto de libertad, y si desprecia la dirección de la mente severa, precipita al hombre en la perdición, en la ruina. Por esto vemos un día y otro día la triste realidad de que muchos jóvenes se pierden por una libertad mal entendida. Los instintos emancipados del control de la inteligencia los arrastran ciegamente hacia cosas que sólo son buenas en apariencia, pero que en verdad son nocivas, y los hacen retroceder ante otras que, bien que parezcan difíciles, serían necesarias para el armónico desarrollo espiritual. Escribía un estudiante a su amigo: “Desde que mi padre me permitió fumar, lo he dejado, ya no me apetece.” Ved ahí el deseo de libertad desviado, que considera intervención abusiva todo mando y prohibición. Tihamer Tóth. El joven de carácter. SUGERENCIAS METODOLÓGICAS Objetivo.- Comprender y vivir la libertad personal. Contenido.- Libertad Un valor que todos reconocemos, pero que pocos sabemos defender, o del cual podemos abusar. La libertad es un derecho natural de la persona, sin importar la edad, sexo o cualquier otra diferencia de cualquier índole. Gracias a la libertad podemos realizar aspiraciones: un mejor nivel de vida, formar a los hijos para que aprendan a tomar mejores decisiones, buscar un lugar adecuado para vivir, participar de manera activa en beneficio de la sociedad, llevar una vida congruente con la moral y la ética en todo el quehacer profesional, buscar una educación de calidad... pero estos son los efectos de la libertad, no la libertad misma. La libertad puede entenderse como la capacidad de elegir entre el bien y el mal responsablemente. Esta responsabilidad implica conocer lo bueno o malo de las cosas y proceder de acuerdo con nuestra conciencia, de otra manera, se reduce el concepto a una mera expresión de un impulso o del instinto. Toda decisión se enfrenta a la consideración de lo bueno y lo malo, del beneficio o el perjuicio de una acción. Si no se realiza este juicio se puede incurrir con facilidad en un error pues se hace un uso irresponsable de la libertad. Al igual que en otros aspectos de 41
  • 42. nuestra vida, el abuso se convierte en un actuar conforme a nuestros impulsos, sin reconocer barreras, límites, moral o ética, es decir, se convierte en libertinaje. El mal uso o abuso de este derecho, siempre tendrá repercusiones en nuestros semejantes. Es inconcebible pensar que nuestro proceder es independiente y único, no podemos obrar como si fuéramos los únicos en el mundo o imponer sin ton ni son normas a las cuales deben sujetarse los que nos rodean; si por alguna razón alguien con autoridad o poder de cualquier índole afecta abusando "libremente" en perjuicio del prójimo, está olvidando las bases y principios que le han otorgado esas capacidades para el servicio, bienestar y desarrollo de los demás. Tal es la magnitud de la libertad, que ni Dios la condiciona o restringe, pues forma parte de nuestra naturaleza; sus mandamientos son una guía con la cual se puede ser más humano, nada parecido a un condicionamiento, pues se nota por las acciones, que todos tenemos la capacidad de aceptar o rechazar lo propuesto, de asumirlo con alegría o rechazarlo abiertamente, haciendo lo que mejor nos parece; sin que en este momento se juzgue si esa aceptación o menosprecio sea bueno o malo, podemos afirmar nuevamente que siempre estaremos ejerciendo nuestro derecho de ser Libres. La Libertad no se construye. No es como en el caso de virtudes como la perseverancia, la fortaleza o la paciencia que requieren de un esfuerzo constante y continuo para hacer de ellas una parte integral de nuestra vida. La libertad se ejerce de acuerdo con los principios fundamentales que nacen en la conciencia, en la familia y en la sociedad, es ahí dónde este valor se orienta, forma, educa y respalda, forjando personas íntegras. Puede ocurrir que nuestra libertad se vea obstruida por cualquier motivo, lo peor sería dejarnos llevar por el desánimo o el pesimismo, la Libertad siempre estará latente en nuestro ser y en nuestra mente. Siempre contaremos con la libertad de elegir cómo nos afectan las circunstancias. Nuestra libertad, aún cuando sea obstruida, permanece en nuestro interior cuando elegimos si lo que nos ocurre nos derrota, o permanecemos de pie. Desgraciadamente es en condiciones adversas cuando se considera en toda su magnitud el valor que reside en la Libertad. Por eso mismo se defiende la libertad de expresión, de traslado, de decidir por aquello que nos traiga un beneficio, de trabajar donde se prefiera o de elegir lo mejor para la familia o para la sociedad. Podemos percibir mejor la libertad en nuestra vida diaria en muchos aspectos: En el momento que procuramos enseñarle a los demás (hijos, empleados, padres, amigos, etc.) a considerar lo bueno y lo malo de cada acto; cuando tenemos acceso a distintos medios de comunicación y encontramos que se puede expresar opiniones con respeto y educación; Cuando usamos correctamente de servicios públicos. Reflexionar en la libertad es una oportunidad para considerar lo que tenemos, cómo lo aprovechamos o desaprovechamos, lo que hemos hecho y dejado de hacer. Vivir libremente es respetar, y al mismo tiempo es decidir, es ejercer un derecho. Actividades.- 42
  • 43. 1. Sacar por impresora y hacer copias del texto “LA LIBERTAD” 2. Que los alumnos vayan leyendo un trozo cada uno sucesivamente y en voz alta. 3. Hacer preguntas para comprobar la comprensión del texto. 4. Cada chico contesta individualmente a estas preguntas: a) Señala acciones que NO son libertad b) ¿En qué consiste realmente la libertad? c) ¿En qué situaciones se puede vivir la libertad? 5. Puesta en común de la pregunta c). EL TRÁFICO DE BOCADILLOS A la escuela iban juntos chicos y chicas. Una de éstas, que se llamaba Celia, era la hija del dueño de la pastelería de la esquina, en la que además de pasteles había toda clase de dulces. Todos los chicos procuraban ser amigos suyos porque, además de ser guapísima, siempre llevaba los bolsillos llenos de caramelos. Por eso era bastante presumida, pero a pesar de todo le preguntó a Cucho: -¿Le gustan los pasteles a tu abuela? Cucho se quedó pensativo y condescendió: -Bueno, pero solamente si son de crema. Un día, don Anselmo, el director de la escuela, se dio cuenta del tráfico de bocadillos entre la clase y Cucho, y se enfadó muchísimo. Don Anselmo era bizco, llevaba gafas, barbas, y tenía que estar casi siempre enfadado para que los chicos no le tomaran el pelo. Es decir, los nuevos se asustaban nada más conocerle, pero luego, según le trataban, se les pasaba el susto porque a lo más que llegaba era a gritar. En cambio, la señorita Adelaida, que era de las maestras, hablaba siempre muy suavecito, dándoles muchos consejos de toda especie, pesadísimos, aburridísimos. Y si los alumnos no le hacían caso, son la misma suavidad llamaba a los padres del desobediente, que se la cargaba. Don Anselmo se enfadó muchísimo con lo del tráfico de bocadillos, emparedados y pasteles, porque se pensó que Cucho se los quitaba a los chicos para venderlos. 43
  • 44. Por eso le llamó a su despacho y le preguntó: -¿Para qué les quitas el bocadillo a los otros chicos? Quizá pensó que se los quitaba porque Cucho era de los más fuertes de la clase y, aunque sólo tenía diez años, estaba más alto que muchos niños de once y hasta de doce años. -No se los quito, me los dan -le explicó el niño. -¿Y por qué te los dan? -insistió el director sin perder su enfado receloso. -Para que comamos mi abuela y yo. Es que mi abuela ya no puede trabajar. Se ha roto una pierna. -Vaya, hombre... -empezó a balbucear compungido don Anselmo. Balbuceó compungido porque se dio cuenta de que el chico llevaba los zapatos muy rotos y la ropa también se la notaba muy vieja. Le llamó mucho la atención que los botones de la camisa, en lugar de ir cosidos en su sitio, estuvieran muy de lado, de modo que al abrochárselos en los ojales le quedaba la camisa como estrujada. -¿Y por qué llevas los botones en un sitio tan raro? -Es que me los cose mi abuela. Pero como no tiene gafas y ve muy mal, cada vez quedan en un sitio diferente. -Vaya por Dios -se condolió don Anselmo. Luego, se puso muy reflexivo, abrió un cajón de la mesa de su despacho y sacó unas gafas de aire antiguo, con uno de los cristales rajado, y se lo estuvo pensando un rato. Por fin se las dio a Cucho. -Éstas son unas gafas viejas que yo uso para leer, pero que no las empleo casi nunca. Igual a tu abuela le sirven. ¿Cuántos años tiene? Era la misma pregunta que no supo responder al dependiente de la tienda de óptica. Y, como seguía ignorando la edad de su abuela, le respondió poco más o menos que al otro: -Es una abuela de las viejas. Quizá sea mayor que usted. Don Anselmo se enfadó: -¡Seguro que es mayor que yo! ¿Pero qué te has creído? Se enfadó porque era un hombre joven, aunque la bizquera y las barbas lo disimularan. Cucho pensó que ya no le daba las gafas. Pero se las dio. 44
  • 45. -Bueno, que pruebe tu abuela a ver si le sirven. Cucho tenía la mala costumbre de no saber dar las gracias. Por eso cogió las gafas y se salió del despacho sin decir nada. El director pensó que el niño se marchaba enfadado porque le había acusado de quitarles los bocadillos a los otros chicos, y le volvió a llamar: -¡Cucho! El niño ya estaba en la puerta, pero volvió a entrar. -Oye -le explicó don Anselmo-, me parece que muy bien que los alumnos te den los bocadillos, ¿sabes? -Si, señor -asintió el chico. -Me hubiera parecido muy mal que les quitaras los bocadillos para venderlos en la calle. Esto último lo dijo corriendo, como quitándole importancia a la cosa. Pero le dio una excelente idea a Cucho. La idea fue vender los bocadillos sobrantes en la plaza de España, muy cerca de su casa. Al director le hubiera parecido mal que robara los bocadillos para venderlos; pero no dijo nada de vender bocadillos regalados. Por si acaso, no comentó con nadie lo que hacía con la cantidad de bocadillos conseguidos cada día en la escuela. No los vendía por capricho, sino porque necesitaban dinero en el ático de la calle de la Luna, para pagar el alquiler. El primer mes se lo pagaron entre todos los inquilinos, pero también tuvieron la mala suerte de que, como el edificio era muy viejo y amenazaba ruina, algunos de los ocupantes se marcharon a vivir a otras casas y, por tanto, ya no les podían ayudar. Sólo siguieron viviendo la portera, que era tan anciana como la abuela; don Antonio, un viejo músico, y doña Remedios, dueña de una mercería junto al portal. Además, a la abuela le convenía tomar leche y ésa no se la podían dar los alumnos de la escuela. Por eso necesitaban dinero. Un día, doña Remedios le puso los pelos de punta porque le dijo: -Mira, Cucho, lo mejor para tu abuela sería meterla en un asilo. Estará muy bien atendida. 45
  • 46. De momento, Cucho no comentó nada. Pero cuando fue a la escuela, se lo preguntó a Celia, la hija del pastelero, que además de ser la más guapa, era la que más sabía de la clase y siempre sacaba las mejores notas. -Oye, Celia, si a mi abuela la meten en un asilo, ¿qué me pasará a mí? La chica se lo pensó y, como si fuera la cosa más natural del mundo, le contestó: -Pues a ti te meterían en otro. -¿Pero hay también asilos para niños? -Claro. La niña lo dijo con frialdad, como si le importara un pito lo que pasara a Cucho. Por eso éste, disimulando su rabia, le comentó también con mucha naturalidad: -Oye, Celia, no me traigas más pasteles para mi abuela. Dice que la crema de dentro está agria y le hacen daño. La niña, en lugar de enfadarse, se quedó muy triste y con los ojos a punto de llorar. Por eso Cucho se marchó corriendo, fastidiado, ya que aunque Celia fuera una presumida y una sabelotodo, con él siempre se había portado bien. SUGERENCIAS METODOLÓGICAS Objetivo.- Fomentar la solidaridad entre los alumnos. Contenido.- Amistad Los elementos que forjan amistades para toda la vida. La amistad es un valor universal. Está claro que difícilmente podemos sobrevivir en la soledad y el aislamiento. Necesitamos a alguien en quién confiar, a quién llamar cuando las cosas se ponen difíciles, y también con quien compartir una buena película. Pero ¿Qué es la amistad? ¿De qué se compone? ¿Cómo tener amistades que duren toda la vida? Caerse bien 46