3. NÚM. 724 25 DE SEPTIEMBRE DE 2013
DIRECTOR: ALFONSO ZÁRATE
DESASTRE EN MÉXICO:
ENTRE NATURA Y POLÍTICA
El país encara una amarga tragedia derivada del paso convergente de Manuel e Ingrid
—uno por las costas del Pacífico, otro por las del Golfo de México— cuyos sus efectos
siguen causando estragos.
La evaluación oficial de los daños está en proceso. El gobierno federal dispuso la
instalación de un Comité para esa tarea, en coordinación con los gobiernos locales, para
inmediatamente diseñar un “programa de reconstrucción nacional”, mismo que podría
cambiar el rumbo del desarrollo nacional en los próximos años e imprimir una nueva
impronta al sexenio de Enrique Peña Nieto, quien enfrenta uno de los momentos más
críticos de su mandato.1
Aún preliminares, los saldos anudan las inenarrables fotografías, videos, reportajes y
testimonios de la catástrofe. El lunes por la noche, con información de diversas instancias
del gobierno federal, se consignó lo siguiente: 26 entidades federativas sufrieron daños (en
distinto grado); 123 personas resultaron muertas, 33 heridas, 68 desaparecidas y 59 mil
desplazadas; 312 municipios, distribuidos en 14 estados, obtuvieron “declaratoria de
emergencia”; 43 mil escuelas de educación básica fueron dañadas (cifra equivalente a casi
el 20% del total), con alrededor de 800 clasificadas como “pérdida total”; 613 mil hectáreas
de cultivo resultaron totalmente destruidas; y 15 autopistas y 57 carreteras federales
sobrellevaron daños importantes.2
Guerrero es la entidad con los mayores daños. Pero también sufren en Oaxaca, Morelos,
Michoacán, Jalisco, Sinaloa, Sonora, Baja California, Tabasco, Veracruz, Tamaulipas,
Nuevo León, San Luis Potosí, Hidalgo…
Salir de la crisis es todavía la prioridad. Además, los pronósticos meteorológicos más
recientes advierten que las lluvias continuarán en los próximos días, en el norte, centro,
1. VÉASE Redacción, “Recursos del Fonden insuficientes para reparar daños: Peña Nieto”, Excélsior, 22
de septiembre, 2013. < http://www.excelsior.com.mx/nacional/2013/09/22/919862>
2. VÉASE Nurit Martínez y Alberto Morales, “Dañadas, 20% de escuelas del país”, El Universal, 24 de
septiembre, 2013, p. A1; David Vicenteño, “Dejan lluvias 123 muertos”, Excélsior, 24 de septiembre,
2013, p. 18 y 19; Verónica Calderón, “La cifra de muertos por las lluvias en México crece a 123”, El
País Internacional, 23 de septiembre, 2013, <http://internacional.elpais.com/internacional/2013/09/23/
actualidad/1379957399_633833.html>.
4. LECTURA POLÍTICA Núm. 724 25 de septiembre de 2013
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oriente, sur y sureste del país, por causa de los frentes fríos 1 y 2.3
Pero no solo eso sino
que este martes se formó, frente a las costas de Oaxaca, un “nuevo sistema de baja presión
con probabilidades de convertirse en ciclón”, que provocará “lluvias de moderadas a muy
fuertes” en la costa sur y central del Pacífico Mexicano. Es decir, que amenaza con llover
sobre mojado…4
MÉXICO VULNERABLE
Ciclones, lluvias torrenciales e inundaciones son fenómenos recurrentes en la República
nuestra. Apenas cabe recordar que, para bien y para mal, la acción gubernamental —en
todos sus niveles— debe enfrentar esas contingencias hidrometeorológicas de manera
obligada, mediante la prevención y reducción de vulnerabilidades, así como la mitigación
de sus posibles efectos.
Por si fuese poco, advierten un sinnúmero de científicos y activistas, algo está pasando
con el clima: la tierra se está calentando, los casquetes polares se derriten, la frecuencia e
intensidad de los huracanes aumenta... Frente al fenómeno en ciernes, a decir del
reconocido químico Mario Molina: “No podemos decir que este evento que ocurrió en
Guerrero fue causado por el cambio climático, son eventos que probablemente hubieran
ocurrido de manera natural, lo que hace el cambio climático es exacerbarlos, es decir, hace
que la lluvia sea más intensa.”5
El país enfrentó un fenómeno climatológico poco usual. La convergencia de ciclones por
ambas costas, dicen los memoriosos en la materia, no se observaba desde 1958. El agua
caída del cielo fue demasiada. El presidente Enrique Peña Nieto dice, por ejemplo, que “en
esta temporada ha llovido más que en los últimos 58 años”. La Comisión Nacional del
Agua indicó que al menos 35 de las 146 presas monitoreadas del país llegaron al 100%
de su capacidad, o más, y que en Guerrero se registraron, por causa de Manuel,
precipitaciones de hasta 795 milímetros, lo que equivale a tres veces la lluvia media
mensual para el estado. En la cuenca del Río Balsas, a decir de la Comisión Federal de
Electricidad (CFE), del 13 al 17 de septiembre se registró un escurrimiento de 5 200
millones de metros cúbicos de agua, que representa el 43% del total registrado en 2012.6
3. VÉASE Comunicado de prensa Núm. 661-13, Servicio Meteorológico Nacional-Comisión Nacional del
Agua, 23 de septiembre, 2013, <http://smn.cna.gob.mx/noticias/2013/Comunicado661-13.pdf>.
4. VÉASE Redacción, “Alertan de fuertes lluvias en Guerrero”, reforma.com, 24 de abril, 2013,
<http://www.reforma.com/estados/articulo/715/1429192/?Titulo=alertan-de-fuertes-lluviasen-guerrero>.
5. VÉASE Ana Lagner, “Ciclones golpean más fuerte por efecto del cambio climático”, El Economista, 19
de septiembre, 2013, <http://eleconomista.com.mx/entretenimiento/2013/09/19/ciclones-golpean-mas-
fuerte-efecto-cambio-climatico>.
6. VÉASE Evlyn Cervantes, “Alerta el nivel de presas”, Reforma, 19 de septiembre, 2013, p. 2. También
Alejandra López, “Llueve en 4 días 43% de todo 2012”, Reforma, 19 de septiembre, 2012, p. 2.
5. LECTURA POLÍTICA Núm. 724 25 de septiembre de 2013
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El lado natural de la tragedia está a la vista, aunque es complejo dimensionar qué tanto
es mucha agua… No obstante, surgen interrogantes ineludibles: ¿fallaron las autoridades en
ponderar los riesgos, en medir acertadamente la magnitud del fenómeno climático? ¿Hasta
dónde era posible mitigar las afectaciones sociales provocadas por las lluvias torrenciales?
No hay respuestas simples. Pero las dudas lucen más que razonables, sobre todo porque
ante la “atípica” coincidencia de Manuel e Ingrid no hubo una reacción gubernamental en el
mismo tono, al menos en primera instancia.
Queda claro que el gobierno federal activó las alertas en 15 estados del país al arranque
del puente patrio. El Servicio Meteorológico Nacional —órgano dependiente de la
Comisión Nacional del Agua— avisó el viernes 13 que ambos fenómenos provocarían
“lluvias torrenciales y muy fuertes en Veracruz, Tamaulipas, Guerrero, Oaxaca, Chiapas,
Campeche, Quintana Roo y Michoacán; así como lluvias fuertes en San Luis Potosí,
Puebla, Tabasco, Hidalgo, Querétaro, Yucatán y Estado de México”.7
Pero, al parecer, la alerta simplemente no se asumió particularmente grave o, en su
defecto, no fue atendida como lo merecía en otras instancias de gobierno, lo mismo
federales que locales.
A pesar de las alertas de Conagua, en términos generales reinaba una relativa normalidad
cotidiana al arranque del puente patrio, como lo muestra que, por un lado, funcionarios con
una responsabilidad directa —como el gobernador de Guerrero o el director del Fondo
Nacional de Desastres— siguieron en lo suyo, sin suspender festejos patrióticos y/o planes
personales para los días de asueto y, por otro, que no hubo una señal de alerta lo
suficientemente fuerte y enfática para, por ejemplo, inhibir el arribo masivo de vacacionistas
a Acapulco o brindar información adicional para la toma de previsiones básicas en esa y
otras zonas de riesgo, como la provisión de agua y de alimentos… En ese cuadro no faltaría
quien incluso diera la bienvenida a Manuel e Ingrid, como el gobernador de Sinaloa, quien
lo asimilaba como “un envió de Dios”, porque la convergencia climática suponía la llegada
de agua, tan necesaria para la actividad agropecuaria.8
Pero el fenómeno climático portaba riesgos enormes, sobre todo por causa de la enorme
vulnerabilidad de amplias zonas del país. Como ha sucedido con muchos otros desastres en
el pasado reciente, el actual encuentra muchas de sus causas en torno a factores netamente
organizacionales, como la falta de infraestructura suficiente para la mitigación de los daños
(presas, drenajes, embalses) o, en su defecto, obras públicas mal hechas; deforestación
voraz en bosques y selvas; nula planeación y mal ordenamiento territorial, corrupción
gubernamental, descoordinación institucional…
7. VÉASE Staff, “Alertan tormentas a la mitad del País”, Reforma, 14 de septiembre, 2013, p. 15.
8. VÉASE Ríodoce, “En Sinaloa, el coletazo”, Proceso, Núm. 1925, 22 de septiembre, 2013, pp. 14 y 15.
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Entre el mal clima y la mala política, los desastres en México tienen carta de
naturalización desde hace tiempo, como lo develan duramente algunas de las cifras
contenidas en el Diagnóstico nacional de los asentamientos humanos ante el riesgo
de desastres, preparado hace unos años por Elizabeth Mansilla en colaboración con Ignacio
Rubio (Sedesol, 2010): “Entre 1980 y 2006, 65 mil muertos y 200 mil desaparecidos, 5
millones de lesionados o enfermos, 4 millones de evacuados, 347 mil viviendas destruidas y
otras 2 millones dañadas, además de 52.7 millones de hectáreas de cultivos arrasados. Los
principales desastres ocurridos entre 1980 y 2007 causaron pérdidas directas e indirectas
por 206 638 millones de pesos.”9
LA POLÍTICA COMO AGRAVANTE
El presidente Enrique Peña Nieto ha respondido ante la crisis en forma rápida y comedida,
muy distinta a aquella actitud distante que marcó a Miguel de la Madrid después de su lenta
reacción ante los sismos de 1985. Como se recuerda, la misma noche de la ceremonia del
Grito de Independencia el mexiquense se retiró con los miembros de su gabinete para
atender la contingencia. Al día siguiente, luego del desfile, se vio activo en Acapulco y,
posteriormente, en otras zonas del país. Desde entonces hasta ahora, prácticamente no ha
parado de presenciar, supervisar y coordinar las labores in situ, junto a muchos de los
miembros de su gabinete.
Pero el desastre rebasó a todos, incluyendo a su gobierno. Los medios de comunicación
dan cuenta de una tragedia que no se compadece de las capacidades institucionales
de respuesta.
A esta hora son muchos quienes han mostrado una respuesta loable ante los daños: la
Policía Federal y las Fuerzas Armadas, particularmente el Ejército, en aplicación del Plan
DN-III; la sociedad civil, desde el apoyo de las líneas aéreas (Aeroméxico e Interjet,
particularmente), hasta el trabajo y la cooperación de la estructura de la Iglesia católica, de
organizaciones sociales y de ciudadanos de a pie…
Pero muchas otras cosas, mucho menos favorables, han salido a flote con esta tragedia
—aunque todavía es temprano para sacar juicios concluyentes en ciertos aspectos:
1. Lenta reacción gubernamental. Como se dijo, los sistemas de alerta no funcionaron
correctamente o no fueron consecuentes con el tamaño del embate. Los órganos
encargados de protección civil —a nivel federal y estatal— debieran rendir cuentas
sobre su actuación en esta hora cruel.
9. Estudio citado en Eduardo Huchim, “Donde el desastre es natural”, Reforma, 24 de septiembre, 2013,
p. 21.
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Sin duda, el país avanzó enormemente en materia de protección civil a raíz de los
sismos de 1985, —como lo evidencia la creación del Sistema de Protección Civil.
Pero aún falta mucho por hacer. Para empezar, mejorar la coordinación institucional
en la materia, evitar que las alertas federales se queden almacenadas en los cajones
de las burocracias estatales y municipales, donde supuestamente tienen mayor
claridad respecto a las zonas de vulnerabilidad.
A principios de junio —se ha recordado en estos días—, la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) presentó ante funcionarios de la
Secretaría de Gobernación —entre ellos Luis Felipe Puente Espinoza, coordinador
General de Protección Civil—, un estudio sobre el Sistema de Protección Civil
donde, entre otras cosas, se señala que en México “no había suficiente información
en materia de prevención de desastres, que los tiempos de respuesta necesitaban
mejorarse y que estados como Guerrero tenían un atlas de riesgos desactualizado y
sin acceso al público.”10
Casi resta decir que, de entonces a la fecha, poco o nada se
avanzó en subsanar esas observaciones hechas por el organismo internacional.
2. Insensibilidad, irresponsabilidad e imprevisión en la cabina de mando. Con pena y
resignación, es de notarse la mala actuación de algunos funcionarios y gobernantes
ante la contingencia, como lo ilustran los siguientes botones de muestra:
a) El director general del Fondo Nacional de Desastres, José Tapia Franco, que en
plena tragedia nacional estaba en Las Vegas, entusiasmado por la pelea Canelo-
Mayweather, apostando altas cantidades de dinero en los casinos y celebrando el
Grito con mariachis y con tequila —según lo suscribe el periodista Francisco
Zea, con base en testimonio del diputado local del Verde, Jesús Sesma.11
b) Luis Felipe Puente Espinoza, coordinador General de Protección Civil de la
Secretaría de Gobernación, carece de experiencia para ocupar esa responsabilidad.
Es licenciado en administración de empresas turísticas por la Escuela Mexicana
de Turismo. En la década de los ochenta, en consonancia con su formación, se
desempeñó como director de Turismo en el gobierno estatal de Alfredo del Mazo
González. En los noventa fue presidente municipal de su terruño, Atizapán
de Zaragoza (1994-1996). Años más tarde, en el gobierno de Enrique Peña Nieto
(2005-2011), fungió como subsecretario de Gobierno (Zona Nororiente) y,
posteriormente, como secretario de Transporte. En marzo de 2012, el candidato
Peña lo nombró coordinador de su campaña en la segunda circunscripción del
10. VÉASE Arturo Ángel y María Idalia Gómez, “Puente ignoró alertas de desastres naturales”, 24 Horas,
19 de septiembre, 2013. < http://www.24-horas.mx/puente-ignoro-alertas-de-desastres-naturales/>
11. Francisco Zea, “En Las Vegas solo llovió alcohol”, Excélsior, 23 de septiembre, 2013, <http://www.
excelsior.com.mx/opinion/francisco-zea/2013/09/23/919898>.
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país (abarcando los estados de Aguascalientes, Coahuila, Guanajuato, Nuevo
León, Querétaro, San Luis Potosí, Tamaulipas y Zacatecas).12
También es notoria
su experiencia en el Partido Revolucionario Institucional, donde se ha
desempeñado como consejero Político Nacional, consejero Político Estatal por el
Estado de México, presidente de la Comisión de Procesos Internos y Secretario
de Gobierno y de Asuntos Legislativos del Comité estatal.13
En suma, que nada en su ficha curricular lo califica para su actual puesto, salvo
el paisanaje, su notoria cercanía con Peña Nieto y el pago de facturas.
c) El gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, quien en 1997 había
enfrentado, como interino, la furia del huracán Paulina, celebraba la noche del
viernes 13, justo cuando Manuel entraba a Guerrero en forma de tormenta
tropical. Un periodista que transmitía por radio dice que en su emisora recibieron
más de 700 llamadas de auxilio en la misma noche del festín del gobernador con
la clase política guerrerense, que estuvo “animada todo el tiempo por mariachis”
y que “término alrededor de las seis de la mañana del sábado 14, cuando Aguirre
se retiró a sus aposentos”.14
Los pasajes anteriores pueden resultar anecdóticos. No obstante, muestran
descarnadamente que la vulnerabilidad de México ante los desastres naturales
crece exponencialmente al considerar el talante de una considerable porción
de la clase dirigente.
3. Corrupción gubernamental. Junto a lo anterior debe consignarse un vicio estructural,
que incuba o agranda cualquier desgracia: la corrupción en el servicio público. En
esta hora probablemente la Autopista México-Acapulco sea el ejemplo más
emblemático de la descomposición federal: una obra realizada a las carreras, con
una mala selección de materiales y peor ejecución constructiva…
Con la gestión del uso del suelo, la administración municipal tiene una enorme
palanca de poder que, en no pocas ocasiones, es mal empleada. En Acapulco, sobre
todo, han salido a relucir edificaciones en áreas no aptas para ello, como en humedales,
no solo asentamientos irregulares, es decir los espacios de los pobres, que
tradicionalmente sufren por estar ubicados donde no deben, sino también en zonas
con alto valor, como Punta Diamante, donde existe un fuerte tufo a corrupción…
12. VÉASE Francisco Resendiz, “Peña designa a coordinadores de campaña estatales”, El Universal, 15
de marzo, 2012, <http://www.eluniversal.com.mx/notas/836185.html>.
13. VÉASE “Luis Felipe Puente Espinoza”, Yo Político, El Universal, 19 de septiembre, 2013,
<http://yopolitico.redpolitica.mx/yopolitico/view/5046b38b-5614-46f0-855a-020cc0a802cc>.
14. VÉASE Gloria Leticia Díaz, “Y el gobernador y sus amigos, de fiesta”, Proceso, Núm. 1925, 22 de
septiembre, 2013, pp. 14 y 15.
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Todo indica, además, que las autoridades de Guerrero y de Acapulco optaron por
correr los riesgos de la negligencia antes que prender las alarmas y diluir el derrame
de las divisas turísticas con motivo de las celebraciones patrias. La irresponsabilidad
o la mera incapacidad de los poderes locales es otro elemento reluciente ante la
tragedia.
ÚLTIMAS PALABRAS
Hora crítica. México enfrenta una emergencia nacional de proporciones mayores. Todos,
pero particularmente Enrique Peña Nieto y su equipo —por causa del lugar que ocupan:
el vértice del poder— se encuentran ante una prueba de fuego, quizá la más dura que han
enfrentado hasta ahora.
La puesta en marcha de un programa de reconstrucción resulta obligada. Visto con
optimismo, la tarea podría redundar en beneficio de la actividad económica y del país todo
en el mediano y largo plazos.15
Pero no son pocas ni sencillas las labores para hacer que tal
cosa suceda o para que, por lo menos, las zonas afectadas salgan a flote en un corto tiempo.
Para empezar, se necesita patriotismo, responsabilidad, inteligencia, determinación
y sentido de urgencia: “Un proyecto de rescate y reconstrucción—señala Manuel Camacho,
que algo sabe de desastres y reconstrucción— no es una obra pública más. Exige de una
operación en la que se integren armónicamente los componentes legal, financiero, técnico y
social. Si uno de éstos falla, los resultados se retrasarán y las resistencias irán haciendo
cada vez más difícil y costosa la labor.”16
No será fácil, pero el gobierno de Enrique Peña Nieto está llamado a poner el máximo
empeño en las labores de reconstrucción y recuperación de las zonas afectadas, encarando
al menos los siguientes retos:
a) Realizar una evaluación razonable de los daños, no solo en términos económicos
(unidades productivas afectadas, cultivos echados a perder) sino también en
términos sociales, en torno a los impactos en el tejido social.
b) Coordinar esfuerzos públicos y privados. En las tareas de reconstrucción deben
intervenir no solo los distintos niveles de gobierno sino el empresariado y otras
organizaciones de la sociedad civil.
15 VÉASE Enrique Quintana, Coordenadas, “El lado positivo del desastre”, El Financiero, 23 de
septiembre, 2013, p. 6.
16 Manuel Camacho Solís, “De los sismos a las tormentas”, El Universal, 23 de septiembre, 2013.