5. Y el oráculo vaticinó:
Ten en cuenta ahora este consejo, Cadmo nacido de Agenor:
tras levantarte al alba, márchate dejando atrás la divina Pito,
con tu atuendo habitual y con el venablo en las manos,
hacia la tierra más allá de Flegia y la Fócide; quédate hasta que halles
a un boyero o las vacas del desafortunado Pelagonte.
Cuando estés allí, coge una vaca de sonoros mugidos
que en ambos flancos tenga una blanca señal
redonda a uno y otro lado como una luna
y a ésta tenla tú por guía de tu cambiante camino.
Te diré una señal muy fácil de reconocer y no se te olvidará:
donde primeramente se detenga la cornamenta
de la agreste vaca y se arrodille en el lecho del prado,
sacrifícala entonces a la tierra de negra hojarasca
con religiosidad y pulcritud. Cuando hayas ofrecido a Gea los sacrificios,
sobre la tierra más elevada funda una ciudad de anchas calles
después de enviar al Hades al terrible guardia de Eníalo.
Y tú entre los hombres serás renombrado
una y otra vez
compartiendo las moradas inmortales, dichoso Cadmo.
Escolio a Eurípides, Fenicias 638
6. ← Miniatura de una edición de las
Metamorfosis del s. XV
H. Golzius: Cadmo matando al
dragón s. XVI →
7. C. Van Haarlem: muerte de los
compañeros de Cadmo, 1588 →
← F. Zuccarelli: Paisaje con la
historia de Cadmo, 1765
8. ...llegan primero los compañeros de Cadmo...
Allí a un costado aparecía la serpiente de Ares de brillante dorso;
y se ensortijaba en torno a la fuente como un serpentino cinto.
Sembró el terror entre la topa de cuantos acompañaban en número a Cadmo:
a uno mordió en el pecho con su terrible boca; a otro lo mordió en el pecho
con roja sangre; a un tercer, que lo enfrentó, al arrancarle el hígado,
lo convirtió en cadáver. De arriba abajo fluía por sí misma una terrorífica
melena, que se derramaba por su viscosa cabeza; a otro llenó de espanto,
con un salto sobre el círculo de la cabeza del hombre; a otro más, invencible,
lo cogió del mentón, para arrojar en sus ojos gotas de veneno que apaguen el
centelleante brillo de su cerrada visión; se adueñó del talón de otro y lo
tomó entre sus mandíbulas, y lo masticó, mientras eructaba la espuma verde
de sus dientes sobre el cuerpo del joven; éste quedó idéntico al lívido hierro,
pues el verdoso veneno lo endureció...
Nono de Panópolis, Dionisíacas 4, 355 ss.
9. Cadmo y la serpiente
← Copa laconia de figuras negras,
ca. 550 a. C.
Cratera de figuras rojas,
ca. 350 a. C. →
10. ...con la diestra levantó un pedrusco enorme y lo arrojó
con gran esfuerzo. Con tal pedrada se habrían estremecido
altas murallas con sus altivas torres; la serpiente quedó ilesa.
Protegida por sus escamas y por la dureza de su negra piel,
suerte de coraza, repelió de su cuerpo el duro golpe.
Pero esa misma dureza no pudo ya con la jabalina;
clavada en plena curvatura de su flexible espinazo,
se fijó allí, hundiéndose el hierro entero hasta sus entrañas.
Ovidio, Metamorfosis 3, 59-67
11. ...la siembra de los Espartos...
← Miniatura de una edición de
las Metamorfosis, s. XV
W. Baur: ilustración de las
Metamorfosis, 1639 →
12. ...y por consejo de Atenea sembró sus dientes.
Hecho esto, surgieron de la tierra hombres
armados a los que llamaron Espartos (sembrados).
Éstos se mataron entre sí, unos en pelea involuntaria
y otros por desconocimiento...
Cadmo, al ver brotar de la tierra hombres armados,
les arrojó piedras, y ellos, creyendo cada uno que
habían sido arrojadas por el otro, comenzaron a
pelearse.
Apolodoro, Biblioteca 3, 4, 1
13. ...y recibe por esposa a Harmonía...
Era ésta una joven virgen exiliada del cielo, concebida por Afrodita
en sus furtivos amores con el adúltero Ares. Pero luego, su madre,
temerosa de que el bebé hablara por sí mismo de su secreta unión,
no lo alimentó; desde el seno de los cielos ella condujo a su joven hija,
recostada sobre el brazo contra su pecho, hacia el palacio de Electra,
apto para su crianza. Allí mismo las Estaciones, que asisten los partos,
acababan de liberar a un niño aún húmedo, al tiempo que los senos
inflados y consistentes de su madre dejaban brotar blanca sabia.
Una vez recibida la ilegítima hija con los mismos derechos, ella acogió
conjuntamente en su seno a la niña recién nacida, con Ematión que
también acababa de nacer. Con los mismos tiernos cuidados sostuvo
en su mano nutricia una doble descendencia...
Nono de Panópolis, Dionisíacas 3, 377 ss.
14. ...las bodas de Cadmo y Harmonía...
Ánfora ática de figuras negras, ca. 500 a. C.
16. Apéndice: tres muestras de tradición actual
del mito
Viñeta cómica del Nevada
Journal, 1997
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M. Parrish: La J. Priddy: Los
siembra de viajes de Cadmo,
Cadmo, 1908 2003