1. OIDORES O HACEDORES
Santiago 1:22-23
“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores,
engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la
palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que
considera en un espejo su rostro natural”.
¿QUE SOMOS?
¿HACEDORES U OIDORES?
“Oír la Palabra y no practicarla es como el que necesita siempre el
espejo para saber quién es; sin él pierde su identidad” (Alonso
Shöckel). Perdemos nuestra identidad con Dios cuando solamente
oímos la Palabra de Dios y no la practicamos. La palabra de Dios no
es una reflexión más de las tantas que hay en los libros o en las
religiones del mundo. Ella produce cambios en el carácter de los
hombres. Trae libertad. De hecho, la verdad y la libertad son
inseparables sólo si es la verdad de Jesús (Jn 8,32). Hoy deseo
compartir con ustedes qué significa ser un hacedor de la Palabra de
Dios y cuáles algunos de los resultados de obedecer.
Diariamente vemos y leemos muchos textos de la palabra de Dios,
pero lo importante no es cuanto SABEMOS O LEEMOS, sino la
obediencia de ponerla en practica ya que es el fundamento de vivir
una vida solida y fuerte en Dios.
Hay una gran diferencia entre el oír y el hacer, la biblia dice: "Pero
sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores,
engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la
palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que
considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí
mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira
atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella,
no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será
bienaventurado en lo que hace". Sant 1:22-25
Muchos profesan ser seguidores de Cristo, asisten y escuchan la
palabra de Dios pero siguen llevando su misma vida vacía e
indiferente, que cuando viene la primer tormenta a su vida no resisten
y caen, ¿pero porque les sucede esto?
2. La respuesta la da el Señor Jesús cuando dice: "Cualquiera, pues,
que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre
prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y
vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y
no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que
me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre
insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y
vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella
casa; y cayó, y fue grande su ruina". Mat.7:24-27
Jesús nos manda a guardar su palabra y a permanecer en su
amor. “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor;
así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y
permanezco en su amor”. (Jn.5:10)
Hay una gran diferencia entre oír la palabra, y ponerla en practica,
tanto que puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.
Entre el éxito y el fracaso. Entre la luz y la obscuridad. Entre la
Carne y el Espíritu.. Entre vivir por Fe y no por vista.
Introducción
En el versículo 18 se nos habla de la importancia de la palabra de
Dios, la palabra de verdad. Como consecuencias de esa palabra de
Dios tan importante tenemos que tener cierta conducta, ponerla
mucha atención a esa palabra. La Palabra de Verdad es el evangelio.
Cuando nacimos de nuevo por la Palabra de Verdad pasamos a ser
propiedad de Dios. Guardarla no es una opción es lo único que
tenemos.
Y cuando la leemos siempre tenemos que tener ese cuidado de
tratarla con mucha reverencia porque dice que esa palabra puede
salvar nuestras almas. Y tenemos que despojarnos, dice, de toda
inmundicia, de toda abundancia de malicia. En el versículo 21 dice ,
que desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con
mansedumbre la palabra implantada.
No sirve de nada si solo soy oidor olvidadizo y no llevo a la praxis lo
que he escuchado practica lo que estoy aprendiendo, no
experimentare ni recibiré las bendiciones que Dios tiene para mi vid a.
3. “Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y
persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la
obra, éste será bienaventurado en lo que hace” (Santiago 1:25).
Entonces se trata de estudiar y practicar; aprender y practicar;
escudriñar y practicar.
El símil del espejo…(v23)
Cualquiera que oye la palabra pero no hace lo que ella dice, es como el hombre
que mira su rostro en un espejo y, después de mirarse, se va y se olvida
inmediatamente cómo era. Diariamente nos vemos reflejados en el espejo antes
de salir de casa por la mañana, durante el transcurso del día y varias veces por
la noche. Los espejos son parte de nuestra vida. Pero los repetidos regresos al
espejo establecen el punto de que nuestras memorias son como zarandas. Aquí
está el punto de comparación. La persona que se mira en el espejo para ver su
propia imagen y rápidamente se la olvida es como la persona que escucha la
proclamación de la Palabra de Dios pero no responde a la misma. Ve su reflejo
en el espejo, rápidamente ajusta su apariencia exterior, y se marcha. Él oye la
predicación del evangelio, hace algunos ajustes menores y prosigue su camino.
Pero el evangelio no alcanza a penetrar en su corazón y no llega a cambiar la
disposición interna de este hombre.
Al escuchar la Palabra de la Verdad se le revela a uno cómo es y cómo debería
ser. Ve lo que está mal y lo que tiene que hacer para remediarlo; pero, si no hace
más que oír, se queda como estaba, y no le ha servido de nada. El espejo nos
ayuda para alterar la apariencia externa; pero la Palabra de Dios, sin embargo,
confronta al hombre internamente y exige una respuesta.
¿Por qué se olvida la persona de su apariencia tan pronto como se aleja del
espejo? Tal cosa parece increíble pero sin embargo cierta. Mucha gente oye una
predicación cierto domingo, y una semana más tarde no puede recordar ni una
palabra de dicho mensaje. La persona que se limita a oír la Palabra se aleja y no
responde a sus demandas. “Como el hombre puede contemplar su cara natural
en el espejo, así el oidor puede percibir su imagen moral en la palabra de Dios.
En ella, también, vemos reflejada la gloria de Dios, tan bien como vemos nuestra
vileza natural”.
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para
redarguir, para corregir, para instruir en justicia. A fin de que el
hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda
buena obra” (2 Timoteo 3:16).
4. Si no eres hacedor pronto vas a olvidar la palabra. Eso pasa, cuando
vamos a la Iglesia, y escuchamos la palabra, la recibimos y decimos
“Amen”, “Gloria a Dios”, “Aleluya”, y saliendo de allí, llegando a casa,
alguien nos pregunta como te fue, nuestra respuesta es “bien”, si nos
preguntan de que trato el mensaje? ...Mmmm pues de ...tenemos que
pensar dos veces antes de contestar, o simplemente compartimos
una frase, el titulo del mensaje, lo que se haya quedado en nuestra
mente, a solo unas cuantas horas de haber oído el mensaje.
Lo que hacemos son comentarios como: “El mensaje estuvo regular”,
“aburrido”. Esto pasa cuando –solo oímos-- la palabra, la
cuestionamos, y comenzamos a dudar, a dejar preguntas en el aire,
no la recibimos ni aceptamos para ponerla en practica. Si no somos
hacedores de la palabra, olvidaremos la palabra.
Una de las mayores razones por las que no practicamos la palabra es
porque queremos resultados instantáneos, no estamos dispuestos a
"esperar" o invertir mucho en ello.
La Palabra de Dios es Autoridad en nuestra vida, es nuestra Regla de
Conducta. La palabra no es solo para oírla, eso es el principio. Dice
la palabra que la Fe viene por el oír, y el oír la palabra de Dios.
pero la Fe sin obras es muerta, debemos ponerle acción a nuestra
Fe.
“¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?
Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré
a quién es semejante. Semejante es al hombre que al edificar una
casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando
vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero
no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca. Mas el que
oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre
tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego
cayó, y fue grande la ruina de aquella casa” Lucas 6:46-49.
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen” (Juan 10:27).
"Oír cualquiera lo hace, Escuchar es de Sabios"
5. Dios busca hacedores de la palabra, no solo oidores, para bendecir
nuestras vidas. Oidores hay muchos, pero hacedores no. Se necesita
que seamos fieles de compromiso, de un oído presto para escuchar,
de discernimiento de Espíritu, para estudiar la Palabra de Dios y
escuchar su voz. Somos sus ovejas, y Él nos conoce.