Este documento se queja de que los clientes no aprecian los nuevos productos innovadores que las empresas desarrollan para ellos. Además, la inversión en I+D no genera los retornos esperados y los incentivos económicos no hacen que los empleados sean más creativos. Finalmente, la innovación disruptiva no se manifiesta a voluntad y los fracasos suelen superar a los éxitos en los intentos de las empresas por desarrollar cosas nuevas.