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1. “¿Alguien de aquí conoce a
un doctor Hamilton?” Los
ojos de Marie casi cerrados y su ca-
beza rubia estaban ligeramente in-
clinados hacia atrás. Varias perso-
nas sentadas alrededor de una me-
sa en una oscura habitación des-
plazaron sus sillas mientras trata-
ban de recordar a alguien que vi-
viera con ese nombre. Nadie po-
día recordar a un doctor Hamilton.
Un pensamiento me golpeó. Había
oído que un doctor Hamilton ha-
bía celebrado sesiones en Winni-
peg hace muchos años, a menos de
una docena de manzanas de don-
de estábamos sentados. “¿Es es-
te Dr. Hamilton el que hacía sesio-
nes aquí en Winnipeg hace mucho
tiempo? Pregunté yo.
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2. La cabeza de Marie se balanceó
afirmativamente: “Él quiere hablar
con usted”, sonó muy determinan-
te.
Esta primera comunicación del Dr.
Hamilton pasó mientras unos po-
cos estábamos sentados en el
círculo, en algún momento entre
mayo del 2000 y mayo del 2002.
No escribí una nota con la fecha
exacta de la sesión en la que apa-
reció por primera vez el Dr. Hamil-
ton ante mí, por lo que estoy escri-
biendo de memoria.
Había conocido a Marie en una cla-
se de Therapeutic Touch (Imposi-
ción de Manos) que estaba dando
con Hannah (Ann) Venchuk (1922-
2011). Después se dirigió el te-
ma a las sesiones, Marie expresó
su interés en sentarse en una se-
sión para ponerse en contacto con
su padre fallecido recientemente,
que parecía estar alterando las lu-
ces de la habitación que se apa-
gaban sin motivo. Cuando empe-
zamos a sentarnos juntos en enero
del 2000, Marie se convirtió rápi-
damente en una buena médium.
Ahora parecía que un hombre que
había trabado con médiums mu-
chos años antes estaba en contac-
to con nosotros. Me interesó mu-
cho. “Él se complace de ser reco-
nocido”, dijo Marie. “A él le gus-
taría escribir sobre sus experien-
cias”.
Había oído que los registros de
las sesiones del Dr. Hamilton es-
taban depositados en la Universi-
dad de Manitoba. Cuando pregun-
té por esto, Marie informó: “Él es-
taría contento si pudieras tomarte
un tiempo para mirar sus notas”.
Prometí de una manera poco entu-
siasmada que le echaría un vistazo
en algún momento.
El 15 de mayo del 2002, el Dr.
Hamilton volvió al círculo. “El Dr.
Hamilton dice que continuará des-
pués”, dijo Marie, “todavía tienes
que mirar sus notas”. Volví a pro-
meterle que lo haría. “Él también
quiere que vayamos de nuevo a la
casa en Henderson”, continuó Ma-
rie. Les expliqué al grupo que se
trataba de la Casa Hamilton, que
está en la Henderson Highway. Es-
cribí esta sesión en mis diarios.
“¡Será mejor que se ponga a la es-
critura cuando vuelva a la granja!”
Marie prosiguió hablando a través
del Dr. Hamilton que llenaba su ca-
beza de pensamientos. A veces só-
lo tenía que relajarse y no pensar
en nada, “usted se concentra mu-
cho. Dice que tiene un montón de
cosas valiosas para anotar con us-
ted cuando escriba. Él dice que es
todo por ahora, pero va a mante-
ner una estrecha vigilancia sobre
ti”. Terminó Marie.
El 10 de julio del 2002, el Dr. Ha-
milton volvió de nuevo al círculo. Él
repitió que quería comenzar a tra-
bajar en el libro con sus notas de
la universidad, también quería que
fuera a la casa donde se realizaron
las sesiones. Entonces, por prime-
ra vez, Ann Venchuk también co-
menzó a escuchar al Dr. Hamilton.
Ella me dijo lo mismo, que quería
escribir un libro sobre su investiga-
ción.
Conocí a Ann en enero de 1990;
había sido médium durante mu-
chos años, “Él dice que tienes la
capacidad para escribir, quiere que
hagas la investigación sobre su
obra en algún momento de octu-
bre o noviembre. Dice que no te
preocupes, que estará a tu lado
cuando escribas”.
En noviembre del 2002, tomé el
autobús hacia los archivos de la
universidad donde pedí las cajas
con el material que detallaba cómo
Robert Louis Stevenson entró en el
Círculo Hamilton en la década de
1920 con la médium Elizabeth Poo-
le. Después de sólo media hora me
convencí de que las notas eran un
material importante que debía pu-
blicar, pero tardaría meses en leer-
lo todo y algo más hacer las notas.
Para marzo del 2004 había hecho
un caballete de cartón y tomé mi
cámara digital Canon G5 con trípo-
de para ir a la biblioteca de la uni-
versidad. Fui a los archivos y ob-
tuve el permiso para tomar las fo-
tografías de los archivos de Hamil-
ton. Monté mi trípode, abrí el en-
cuadre y comencé a fotografiar.
Un día, la Dra. Shelley Sweeney se
acercó a preguntarme el propósito
de la toma de fotografías. Le dije
que el Dr. Hamilton me había pedi-
do que mirara sus notas. Ella pa-
reció entender y me dio un poco
de información. Agaché la cabeza
y continué tomado fotografías.
En abril del 2004, después de siete
viajes a la Universidad, había foto-
grafiado ya todas las notas. A con-
tinuación, gasté cuatro años más
en transcribir los textos a un ar-
chivo en WordPerfect. Los archi-
vos originalmente fueron ordena-
dos por temas y los clasifiqué de
manera cronológica y suprimí las
secciones duplicadas, todo antes
de febrero del 2009.
El Dr. Hamilton se comunicó con
el grupo al menos veinte tres ve-
ces en siete años durante el tiem-
po que estuve trabajando en los
registros. Insistió en que quería la
versión en un “formato común” pa-
ra presentar su obra al público.
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3. Empecé la creación de la página
web y puse en marcha los mate-
riales de Hamilton, incluyendo fo-
tografías, el día 19 de enero del
2011. El sitio web The Hamilton Fi-
les [1]. También subí la colección
completa de fotografías a Flickr
[2]. En este momento también
subí ocho vídeos cortos a Youtu-
be [3], y siete documentales am-
pliados a Vimeo [4]. Una traduc-
ción al español de la página The
Hamilton Files fue coordinado por
Francisco Picón, a partir del 2011.
[5]
No tenía ni idea el día que Marie
preguntó “¿Alguien de aquí cono-
ce a un doctor Hamilton?” a dón-
de me llevaría esa pregunta. Si
lo hubiera sabido, probablemente
me hubiera acobardado.
Tal vez, a veces la ignorancia es
felicidad.
.
Notas:
[1] www.thehamiltonfiles.info.
[2] www.flickr.com/photos/tghamilton
[3] www.youtube.com/user/Falcon1296/videos
[4] www.vimeo.com/user11489024/collections
[5] www.survivalafterdeath.blogspot.ca
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