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A ti, que siempre creíste que iba a lograr esto.
Que siempre me diste alas para ir en busca de mis sueños.
Rosita.
De aquellas emociones a escribir un lindo poemas en mi antigua libreta de escritos
al ver que alguien los leía y de verdad les gustaba, queda está grata inspiración
que cada día siento que se hace más grande. No sé exactamente si nací para
escribir, nunca se me ha pasado por la mente ser escritora ni nada por el estilo.
Solo agarro un computador, y empiezo a escribir lo que mi ser pueda y quiera.
Hojas, diarios, libretas, libros. En cualquier lugar. Se convirtió en mi todo.
Nunca pude decir que había algo especificó que me inspiraba a escribir. Escribía
mucho sobre amores perfectos, algunos imperfectos. Y demás, pero en realidad
eran fantasías que ni por equivocación yo había vivido. Solo escribía.
“Esa Sonrisa de Cartón” fue inspirada en todo lo que había escrito anteriormente
junto. Muchas sonrisas perfectas y enamoramientos al primer vistazo. Pero
también ese secreto tan profundo que puede guardarnos una muy hermosa
sonrisa. Algunas veces tristezas y otras veces felicidades.
Una historia de amor, sin lugar a dudas, pero donde también aprendo que no
siempre tiene que ser eterno para ser verdadero. No siempre tienen que ser días,
meses, años para aceptar un “te amo” para aquella persona. Y que cualquiera se
puede enamorar desde la primera vez que ve a esa persona.
En el fondo, soy una romántica empedernida y el protagonista tiene muchas
características mías. Soy una cazadora de buenos corazones pero sobre todo de
aquellas sonrisas que de verdad enamoran. Sí, soy muy entregada al amor,
aunque puede que no lo haya vivido de cerca. Esta clase de amor… Donde das un
beso y sientes que el mundo se detiene y lo único que se encuentra a tu alrededor
es su cuerpo, y tus labios dándote calor.
La carga de está semana estaba realmente pesada, mi abuela sí había hecho una
buena venta en su tienda de postres y yo como siempre, me dedicaba ayudarla en
mis días libres; y como no, esa viejita se había partido el lomo en una gran
empresa de respostería toda la vida para hacerme feliz. Y bueno, el haber
quedado huérfano a los 9 años no fue algo tan gratificante, pero aquí estamos
vivitos y haciendo muchos pedidos de postres. Después de casi 40 años aún le
apasionaba tanto que hasta abrió su propia tienda y pues como siempre, vendía
mucho.
Éramos, Luisa, mi abuela y yo. Los 3 niños de la casa como solía llamarnos mi
abuelo Edgar, que había muerto ya hace dos años. Y yo, yo soy Santiago, el rey
del chocolate caliente y los libros viejos en el garaje de la abuela.
Mi vida, no había sido completamente confusa hasta el día que me gradúe de
bachiller y debía saber que tenía que hacer para el resto de mi vida, teniendo en
cuenta que estaba una hermana alocada que le gustaban mucho las fiestas de
noche, pero de día era la médica más responsable. Siempre supe que Luisa en
algún momento se dedicaría a salvar vida; no podía ver a mi abuela pincharse con
alguna aguja porqué parecía darle los primeros auxilios nunca antes visto. O ver a
mi abuelo rabiar de algún dolor de espalda, eso eran contados segundos para que
viniera con su equipo médico. Todos de juguetes, claro esta.
Mi abuela, Clara era la reina de los postres de toda la población. Quién no sabía
de sus postres sencillamente tenía que saberlo. Eran tan deliciosos. Trabajos por
muchos años en una empresa muy importante de pastelería, pero luego que
murieron mis padres decidió abrir la suya propia. No le ha ido para nada mal. Y
Edgar… El viejo Edgar, de él solo puedo decir que fue el mejor padre que jamás
pude tener. Y recordar su muerte es como clavar un puñal en el centro de nuestro
hogar, pero todos nos moriremos alguna vez solo que él se adelantó, como
siempre lo solía hacer. Siempre era muy atento a todo, le gustaba mantener el
orden de las cosas y hasta le ayudaba a hacer un cronograma semanal a la
abuela para que no estuviera estresada. Regaba el jardín todas las mañanas y
siempre se adelantaba a hacer el café. El día que murió, ni siquiera nos avisó, solo
decidió dar unos cuantos pasos hacía la ventana, despedirse de nosotros que
íbamos saliendo, y sí, desde la ventana, estaba un poco cansado y prefirió no
acompañarnos. Al regresar, 4 horas después lo encontramos en su sillón
predilecto, cerca del aquel baúl de cartón con un álbum de fotos; había fallecido. Y
sí, a todos nos dolió tanto que mantuvimos su luto por casi 3 años.
Y yo… Santiago. De mí no hay nada que contar, solo que después de graduarme
del bachiller, decidí ser el mejor grafitero de la ciudad, me dedique a vender
publicidad y hacer lo que mejor sabía hacer, dibujar. Pero ni siquiera voy a contar
la historia de cómo me quede huérfano, de cómo me ha ido en el trabajo ni nada
de esas cosas voy a contar la historia de como conocí a la mujer que me dio la
libertad.
Ese día en la pastelería estaba completamente agitado, habían muchas cajas que
entregar, muchos recorridos que hacer y muchos pasteles que entregar. Al ir y
venir, en un abrir y cerrar de puertas, tropecé levemente con una pequeña
doncella…
-Oh, ¡lo siento! ¿Te he lastimado?
-No, tranquilo no te preocupes.
-¿Segura? De veras te empuje muy fuerte, a decir verdad iba caminando ciego,
las cajas no me dejaban ver, lo lamento.
-Ya le dije que no hay problema, adiós.
Pensé… “¡Qué gruñona!” Pero era la mujer más hermosa que había visto en
mucho tiempo y vaya que he visto y estado con mujeres hermosas. Me dirán un
Don Juan, pero siempre que veía una muchacha linda pasar por mis ojos, no
podía evitar tratar de conquistarla. Tenía los ojos como los de un gatos, eran
verdes pero al fijarlos a la luz del sol, tomaban un color tornasol, y es que me
quede perplejo observándolos. Logré ver que cruzo en la esquina siguiente pero
no quise ir detrás no me pareció apropiado. Seguí con mi trabajo.
No lo podía negar, estaba completamente hipnotizado por esos ojos y quería
volverla a ver de nuevo. Le pregunte a la abuela sí la había visto y su respuesta
fue negativa. Era como nueva en el barrio, o quizás había pasado solo por ahí…
No lo sabía.
En la mañana al despertar, me dirijía a la planta donde trabajaba. Agarre mi auto y
estaba sin gasolina, como siempre se me había olvidado tanquear; me había
figurado ir en autobús.
Luego de media hora de viaje, casi al bajar, alzo mi vista y es ella quien se va a
tomar el autobús, ni siquiera me baje. ¡La espere! Que locura.
Justamente estaba pensando en lo que iba a decirle la próxima vez que la viera, si
es que la vería, claro; le hablaría normal, de seguro ella ni me recordaba pero
estaba seguro que a los postres de la abuela sí. De pronto y trataría de entablar
una noble conversación e invitarla a una café en la plaza de la 33, no lo sabía. Y
preciso, ahí, al pensar todas esas cosas, ella toma el autobús.
Era obvio que iba a llegar tardísimo a la oficina, ya me había desviado mucho pero
aquella bella señorita se había sentado al lado mío pero algo estaba
completamente claro: no me recordaba.
- Puedo ser un poco desubicado, y hasta me taches de loco pero… -Me miro
con cara de psicópata y con cara de querer salir corriendo- te reconozco de
algún lado.
- Estoy segura de que no. –Continuo mirando hacía la ventana-
- Mi nombre es Santiago, mucho gusto.
- Solo sonrío.
- ¡Claro! Ya sé de donde, la pastelería de la abuela.-Volvió a mirarme muy
raro- Claro, los postres de Clara, Clarinetes… Estuviste allí comprando
postres y tropezamos muy fuerte. –Su cara se aclaró un poco.-
- Ahhhhh, sí. Ya recuerdo, tú eres el loco de las cajas, casi me quedo sin pie
ese día.
De pronto en esas minúsculas palabras salieron unas cuantas risas las
cuales me hicieron admirarla y hacerme confirmar lo bella que era.
- ¿Cómo estás? ¡Qué casualidad! Dijo ella.
- Estoy muy bien gracias, ¿y tú? Y sí es una grata casualidad… ¿vives por
aquí cerca? Nunca te había visto.
- Estoy… bien. Y pues, vivo sí, pero dejaré de vivir en unos cuantos días. Me
mandaron a desalojar donde estoy viviendo y pues ahora voy justo a ver
unos lugares, aunque no creo poder pagarlos; problemas económicos, tú
sabes.
-Ese “Estoy…. Bien” no me gusto para nada. Algo le ocurría. Pero no podía
quedarme a averiguarlo.-
- Claro, entiendo. Pero por qué nunca te habíamos visto por el barrio…
Bueno, mira te parecerá algo apresurado pero yo tengo un apartamento lo
suficientemente grande para dos, 3 y hasta 4, sí quieres puedes ir a verlo y
podría alquilarte una habitación…
- NO, no te preocupes. -El gesto de su rostro no fue el que esperaba, la
había espantado. ¡Qué tonto soy!- … Pero cualquier cosa te estaré
avisando, estoy segura que volveré a la pastelería de tu abuela, quede
encantada. Este es mi número… -Saco una pequeña agenda y anoto su
número en una hoja detrás; le observaba las manos al escribir y vaya que
porcelana.
- ¡Claro qué sí! Los postres de la abuela son adictivos, y te estaré llamando
para ver si conseguiste apartamento y todo eso. Pero… ¿por quién
pregunto?
- ¡Ohhhhh, claro! Jajajajajajaa –esa risa- Mucho gusto Santiago, me llamo
Gissele. En ese instante se levantó del asiento y se bajó.
Era claro que Gissele tenía algo que me había flechado pero todo eso no evito
el buen regaño de mi jefe por llegar 3 horas tardes al trabajo, por tal motivo
decidió castigarme; me mando a tomar muchas fotografías a las fueras de la
ciudad para un reportaje en una revista. Y bueno, a cumplir con mi tarea iba.
Había pasado un día solamente después de hablar con ella en el autobús y no
me pareció apropiado llamarla, no quería quedar de intenso ni nada por el
estilo; decidí esperar.
Sábado por la mañana. 9:35 a.m.
El teléfono ha estado sonando hace media hora, y al fin contesto.
-¡CREÍ HABERTE DICHO QUÉ ESTUVIERAS AQUÍ A LAS 7:00 A.M. SANTIAGO
DE JESUS REBOLLEDO GOMEZ! ¡QUÉ SUCEDE CONTIGO! LLEVO MEDIA
HORA, ¡MEDIA HORA MARCANDOTE MUCHACHITO Y NO CONTESTABAS!
¡¿DÓNDE ESTABAS?!
Era la abuela, completamente furiosa por mi impuntualidad.
-Hola, abuela. Con una voz de dormido muy descarado.
Sentí el tirón del teléfono, significaba que tenía que salir volando antes de que me
desheredara. Me di una ducha lo más rápido posible, tome un jugo que había en la
nevera, agarré las llaves del auto y salí volado para allá. Al llegar encontré a Luisa
en el lugar, eso significa que de veras había trabajo que hacer. Pero el saludo
perfecto fue el de ella, la abuela…
-A ver, Santiago… Yo sé que no estás en la obligación de venirme a ayudar con
esto, pero sabes muy bien como detesto… -Y así iba a seguir por mucho rato pero
la detuve-
-Okey Clara María, mantén la calma. Ya estoy aquí, ¿qué hay que hacer?
-Estoy encargándome de terminar unos pedidos muy grandes para un matrimonio
hoy, entonces necesito que te encargues de la caja, ¡SIN COMERTE LOS
CHOCOLATES, SON PARA LOS CLIENTES!
La abuela no dejaba de gritarme, estaba muy enojada conmigo… -Okey, abuela.
Entiendo.
En el servicio de cajero tome 5 pedidos rápidos, fue algo fácil. Me gustaba trabajar
allí, y de repartidor, y de cargador de cajas, y de graffitero, y de acosador en
buses… Tan polifacético yo.
Estaba de espalda acomodando unos papeles cuando escuche una dulce voz en
mi oído, obviamente la reconocí al instante.
-Buenas… -Dijo ella-
Di media vuelta y la atendí… -¡Oh, Gissele! Qué bonito volver a verte. Estaba tan
bella y radiante como siempre.
-Hola, Santiago. Me quede esperando tu llamada, no conseguí apartamento. ¿Aún
sigue en pie tu propuesta? Ah… Y me das dos de esos postres de leche por favor.
–Sonrío tiernamente-
-Discúlpame tuve unos días muy pesados, pero te tuve muy presente y claro que
sí… -El corazón se me aceleró; y yo qué no quería quedar de intenso.- Si quieres
podemos ir más tarde a que lo veas. Mientras le hablaba, le envolvía su pedido.
-¿Más tarde a qué hora? Ahora tengo que irme a trabajar pero si puedes, paso a
las 5:00 p.m. ¿Está bien a esa hora?
-Sí, claro no te preocupes. Esta es mi dirección. -Le entregue su pedido y anote la
dirección en una servilleta-
-Ok, está bien. Nos vemos entonces, gracias.
-Chao. –Le conteste con una sonrisa en el rostro-
Creo que desde la secundaría no me sentía de esta manera; estaba como un niño,
completamente bobo, loco por aquella niña que tanto le gustaba y a la cual no
sabía cómo conquistar, qué locura.
Termine mi trabajo de cajero a las 4:30 p.m. y solo tenía medía hora para ir a mi
casa, ducharme y arreglar quizás un poco; no lo niego, era muy ordenado. Lo
heredé del abuelo.
Me había sentido hasta plantado.
Gissele no llego ni a las cinco, ni a las seis, ni a las siete, no llego”.
“Gissele me dejo plantado… Pero es que era tan distinta a las demás”
Después de una larga jornada de trabajo volví a mi vivienda a dormir, estaba
realmente cansado. Tomar mil fotografías no es fácil.
Al llegar, me encontré con un sobre al pie de la puerta; alguien lo había dejado.
Me agache y lo recogí, no tenía remitente ni nada, lo abrí…
“Hola, Santiago. Sé que debiste haberte quedado esperando y de veras lo lamento
pero tuve un pequeño problema en el trabajo y luego no pude ir. Discúlpame de
veras. Quizás pase está tarde.
Besos, Gissele.”
Eran las 5:38 p.m. No sabía como proceder y el timbre del apartamento sonó,
estaba ahí mismo así que abrí enseguida. Era ella.
-Hola, Santiago. –Tenía una carita de perro regañado, ¡qué belleza!
-Hola, acabo de entrar y ver tu nota fíjate, unos minutos más y no me encuentras.
–Rio- ¿Estás bien?
- Sí, sí estoy bien pero algo apenada contigo, te hice esperar.
-Ah, no te preocupes. Y esperar, por qué… de todos modos estaba en casa. Pasa,
estás en tu nuevo hogar. –Volvió a reír.
Empezó a caminar por el apartamento y siendo un poco sincero, no podía dejar de
admirarla, era como una muñeca. Deje mis cosas en el cuarto y vine a
acompañarla.
-Tienes un hermoso apartamento y muy grande, ¿por qué vives solo y no con tu
hermana o abuela?
- Mientras le mostraba el lugar le iba contestando-…. Pues veras, siempre quise
tener mi propio lugar, para dibujar, fotografiar y todas esas cosas y era algo
independiente entonces a penas empecé a trabajar conseguí este apartamento en
un buen precio y me mude.
- ¿Eres diseñador?. –Pregunto mientras abría las puertas de los cuartos-
-Sí, graffitero de profesión. –Soltó sus risas. Y tú, ¿a qué te dedicas?
- Soy chef. Trabajo en el restaurante, bueno en la parte de la cocina en el Hotel
Plaza y estoy sola en la ciudad.
- Muy interesante.
Le mostré el apartamento por unos diez minutos más y luego la invite a tomar un
té en la sala, nada de tragos, nada de eso. Estuvimos un muy buen rato
conociéndonos, hablándonos. Y dándome cuenta de la maravilla de mujer que
había conocido. Sus ojos que parecían agua manantial. Sus manos como
porcelana. Su cabello que irradiaba tanta luz. Sus labios, tan sensuales, tan
provocativos. Y su risa combinada con unos buenos sonrojos en sus mejillas, eran
la perfección.
Despedía a Gissele en la puerta del apartamento.
-Creo que dentro de unos días viviremos juntos Santiago. –Sonrío algo sonrojada-
-Sí, y estoy completamente seguro que será algo fascinante. –Le di un beso en
sus mejillas sonrojadas, muy lento-
Se alejó a tomar el ascensor.
Me enamoré de su sonrisa… Esto iba por un buen camino. ¿O no?
Mi abuelo siempre me dijo que la sonrisa de una mujer era la vista a su alma, que
no había forma más fácil de enamorarse de ellas que de su lindo sonreír.
Me estaba sucediendo. Pero detrás de cada sonrisa siempre había algún tipo de
sufrimiento, y estaba seguro que Gissele no se quedaba atrás.
Gissele se había terminado de mudar el martes por la tarde y a decir verdad no
era mucho lo que tenía; le preparé chocolate caliente y le di unas cuantas tostadas
por el cansancio y le ofrecí que se fuera a descansar.
-…Con su tasa en la mano me dijo: -Gracias, Santiago. Creo que eres el único que
me ha ayudado desde que llegue- Me dio un beso en la mejilla, casi llegando a
mis labios, y entro a su habitación.
Susurrando muy despacio y ya después de estar la puerta cerrada dije: “Gracias a
ti por aceptarme vivir… en tu vida”
Sonreí, y me retiré a dormir.
Día libre en casa, algo tendría que hacer para ella, algo.
8:00 a.m.
Prepare el desayuno para dos, y era algo tan mágico poder levantarme y pensar
que ya no tenía que cocinar para mí solo, y sí cualquier amigo que me escuchara
diría que soy un gran pendejo… ¿A qué hombre le gusta cocinar o le gusta
sentirse feliz porque ya no tiene que cocinar para él solo? El hecho es que yo era
un romántico emperdenido y enamoradizo de profesión y cuando me enamoraba
de una mujer, la hacía sentir el único rayo de sol en mi habitación; en mi vida.
9:00 a.m.
Gissele salía del baño con su cabello recién lavado y sonriendo por tan buena
sorpresa que yo le había dado.
-Hoy te tienes que dejar consentir… Eres mi nueva inquilina. Le dije.
Ella solo me sonrío, me dio los buenos días con un abrazo y de inmediato se
dispuso a comer, a mi lado.
2:00 p.m.
Le propuse ir a lo de abuela. Sabía que le gustaban los postres pero sabía que le
gustaría más el corazón de ellos.
-¿Crees qué la señora Clara le agrade la idea, Santiago? Pregunto algo apenada y
agarrando un pequeño morral.
-Claro, mi abuela siempre le agrada que llevemos nuevas personas al local. No te
preocupes.
Hecho labial en sus tenues labios rojos, observándose desde el espejo al entrar.
“Y si supiera ella cuanto la quería yo besar en esa justo instante…”
3:00 p.m.
Gissele no paraba de sonreír al ayudar a la abuela a decorar sus cupcakes.
Yo me enamoraba más… Me enamoraba.
5:00 p.m.
Era hora de irnos pero…
-Crees que sería apropiado invitarte a comer algo, digo… ¿no tienes más
planes? Te he quitado tu tiempo hoy. Le dije.
-Saco de su bolso su celular y miro la hora… -No, no me lo has quitado
querido, a lo contrario me he divertido mucho y… claro, vayamos a comer algo.
8:00 p.m.
Caminábamos por ahí.
10:00 p.m.
Volvimos a casa.
-Regreso en un rato…- Dijo.
Se encerró en su habitación.
No volví a saber de ella esa noche.
Tenía la mala costumbre de siempre sentarme antes de ir a dormir, bueno solo
cuando no estaba cansado o cuando no estaba inspirado; me gustaba escribir
fragmentos, y algunas cuantas frases que por el momento sentía.
“Gissele, ¿quién eres y por qué no me dejas amarte?”
El día había amanecido de lo más escultural, los pájaros cantaban y la brisa se
sentía desde la ventana de mi cuarto. A las 7:00 a.m. todo era perfecto, excepto
por eso de tener que madrugar para ir a trabajar, pero no hay nada que un buen
café no pueda arreglar.
Al salir de mi habitación todo estaba completamente silencioso, las cortinas
cerradas, todo estaba como lo había dejado la noche anterior. ¿Acaso Gissele
seguiría durmiendo? Y de inmediato surgió esa duda en mí… ¿por qué no fue a
trabajar ayer? Estaba tan anodadado por su belleza y por mi amor que no me
había dado a la tarea de ver muchas cosas… Era hora.
Me dispuse a preparar el desayuno y encontré una nota en la estufa:
“Buenos días, querido. Espero que hayas amanecido tan buen mozo como
siempre. En el horno tienes un exquisito desayuno y nos vemos más tardesito.
Besos, Gissele.”
Al leer esa nota solo pude pensar que en realidad esta mujer me encantaba y que
era muy dedicada, ah claro y que le gustaba dejar muchas notas. Sonreí,
claramente se había dado cuenta de los buen mozo que soy, iba por buen camino
mi conquista. –Pensé entre risas-
Tome mi desayuno, muy delicioso por cierto y me dispuse a ir a trabajar, como
siempre.
“Gissele, tenías una letra tan bella….”
-La puerta del apartamento se abrió, yo estaba en la cocina. Obviamente era ella-
-¿Hola……? Pregunto.
-Hola, sí, Gissele… Estoy en la cocina.
-Hola, Santi, ¿qué tal tu día? Estoy muy cansada. –Hizo un pequeño gesto de
tristeza-
A decir verdad, estaba un poco desorientado porque no volvió a salir anoche y se
fue temprano pero iba a tratar de averiguarlo.
-Muy bien, bonita. Agitado, como todos los días pero bien… Leí tu nota.
-Ah… Sí. Tenía turno temprano. Discúlpame por no acompañarte a desayunar.
- Tranquila, no tienes qué. Estoy preparando algo para comer.
Se acercó me beso en las mejillas y dio media vuelta para irse a su habitación.
-Gissele…
-…Dio media vuelta hacía al frente mío… -Dime.
-¿Por qué no volviste a salir anoche?
-Eh… me quede dormida lo lamento. Voy a ducharme, ya vuelvo.
Siempre evadía las cosas.
Comimos, y luego vimos televisión juntos; se quedó dormida en mis brazos.
La llave a su habitación y la acosté.
“Gissele, tenías tu piel particularmente llena de pecas y era algo que se notaba a
leguas; tenías la magia en la mirada y era algo que justamente me enamoraba;
Gissele te quedaste profunda en mis brazos y también en mi corazón, y yo ya
estaba anhelando tus labios”.
Entre más pasaban los días, más nuestra amistad se fortalecía, por decirlo de esa
forma. Veíamos muchas películas juntos, íbamos a hacer mercado. Íbamos a
donde la abuela, hablábamos, cocinábamos, reíamos pero también podían pasar
dos y tres días en que no sabía nada de ella. Que ni siquiera la veía y aun así
viviendo en la misma casa.
Creo que de alguna forma extraña estaba empezando a pensar que algo pasaba
con ella, algo ocultaba. A veces no cenaba. Siempre salía muy temprano y los
días que no la veía era porque llegaba demasiado tarde.
Siempre que le preguntaba sobre que hacía y demás, me evadía. Pero… Era tan
bella como persona y como mujer que tan solo quería conocerla… más.
-¿Crees que en algún universo paralelo está la persona indicada para nosotros?
Pregunto.
-Creo que sí. Pero también creo que aquí en este universo inestablemente
hermoso, se encuentran, quizás escondidas detrás de algunos arbustos para que
no los veamos. –Se hecho a reír- O quizás también se encuentran en frente de
nuestros ojos y a veces por pensar que se encuentran en algún universo paralelo,
o bueno… escondidas detrás de algún arbustos, dejamos ir a esa persona. Es
confuso, sabes.
-Santiago… ¿te has enamorado?
-¡Cómo loco!
-¿Por qué cómo loco? ¿Por qué arriesgarte de esa forma?
Sentados en el sillón al frente del balcón le respondí.
-No pienso que me estoy arriesgando a decir verdad, siento que estoy dándome la
oportunidad de amar algo, de alguien más. De conocer sus virtudes y defectos, de
hacer esa persona parte de mis días y querer su felicidad por encima de cualquier
cosa, y obviamente mi felicidad es tenerla a mi lado. Arriesgarme… quizás ese
amor no es correspondido, quizás el enamorarse solo sí es un riesgo, pero hay
que verlo de una manera lógica… ¿qué voy arriesgar? Mi manera de amar o …
¿qué otra cosa? A decir verdad cuando el amor no es correspondido, se aprende y
mucho. Y enamorarme como loco, porqué me gusta conocer más allá de perfectos
cuerpos. Me gusta amar los corazones, sus almas, sus sonrisas y sus perfectas
mejillas rojizas…
Nos quedamos mirando.
- Hablas tan pero tan perfecto que casi pierdo la noción del tiempo…
Santiago… Eres tan… maravilloso.
Arrecosto su cabeza a mi hombro.
-Y tú eres tan bella Gissele, creo que no había tenido la oportuni…
-¿Me amas, Santiago?
Quede en silencio, me tomo por sorpresa.
-¿Me amas?
-¿Acaso qué efecto tendría esa respuesta en ti?
Se levantó sigilosamente de mi lado y se centró al frente en la mesita de
decoración.
-¡¡Dime, Santiago!! ¡¿Me amas?! ¡¡¿POR QUÉ ME HAS AYUDADO TODO
ESTE TIEMPO?!!
-Calma, Gissele…
-¡¡NO, SANTIAGO!! ¡¡YO QUIERO QUÉ ME RESPONDAS LO QUE TE
PREGUNTÉ!!
-Gissele… -No creí que fuera el momento adecuado para decirle algo…
estaba muy exaltada y ni siquiera sabía por qué-
-¡NO, DIGAS NADA… YA ENTENDÍ! Se levantó.
Logré levantarme rápido y agarrarla de sus manos, la hale hacía mí y la
acerque lentamente.
- ¿Acaso el decirte qué te amo en realidad te va a dar una representación
gráfica de lo que siento por ti?
- Pero… -No la deje hablar y la hale lentamente hacía mí, acercando mis
labios a los suyos y rozándolos muy despacio, luego con un dulce
movimiento empecé a darle ese beso que tanto había soñado. Tomándola
suavemente por sus mejillas sus labios hacía juego con los míos, sentí
como su tensión bajaba y como nuestros cuerpos se idealizaban a ese
fantasioso beso.
Esa noche había sido como el inicio de ese riesgo del cual ella me había
hablado. Estaba perdidamente enamorado de ella pero sabía exactamente
que aún no era el momento de decírselo.
Estaba completamente claro que ese beso nos había gustado a los dos,
despertar y encontrarla en mi sala, con una muy exquisita pijama y con un
taza de café en la mano, eran tan perfecto. Las cortinas abiertas y el rayo
de sol entrando por la ventana. Unos buenos días, mi amor y su dulce voz.
-Acercándome a ella le dije… Buenos días, preciosa. ¿Cómo amaneciste?
-Muy bien, respondió.
-Hoy tengo que viajar a las afueras de la ciudad para la finalización de un
cortometraje. Vengo mañana. ¿Quiere venir conmigo o…?
-No, no puedo. El trabajo… Ya sabes.
-Claro. Le respondí.
Se levantó del sillón.
-Te preparé unos huevos con salchichas muy deliciosos, tu café está
preparado. ¿Quieres qué te preparé algo más? –Me dijo mientras me
abrazaba por detrás.
-No, mi amor tranquila. Así está bien. Gracias.
Después de desayunar y ordenar algunas cosas cada quién se fue a sus
respectivos trabajos.
8:00 p.m.
Se activa la contestadora.
“Hola, Gissele soy yo Santiago. He estado llamándote a tu celular y sale
apagado, no sé qué sucede y veo que aún no estás en casa. Ya estoy
instalado en el hotel. Quizás llegue mañana a eso de las 5:00 p.m. Que
tengas una buena noche, preciosa. Te mando muchos besos. –Suspire- Te
… *fin del mensaje*
Se acabaron mis minutos. Como buen olvidadizo se me olvido recargarle
minutos a mi celular.
Estaba a las afuera de la ciudad en un pequeño pueblo llamado
Monserrate, estaba haciendo unas tomas de las bellas montañas que allí
yacían para un reportaje, estaba acompañado de mi buena amiga Sofía y
vaya que su compañía era muy grata.
Sofía la conozco desde que me gradúe, estudiamos lo mismo y contamos
con la suerte de ser contratados en el mismo lugar. Con diferentes cargo,
claro está. En un tiempo trate de conquistarla pero luego las cosas tomaron
más un gusto amistoso y nunca llegue a nada con ella… menos mal.
Le había hablado de Gissele y de lo mucho que esa mujer me encantaba,
los momentos, absolutamente todo. Era como ese estilo de mejor amiga
que se podría decir que tenía.
-¿Crees qué ella también me ame a mí?
Instalados ya en nuestras camas.
-La verdad, no lo sé Santiago. A decir verdad, esa niña me parece algo
extraña. Con todo lo que me has contado siento que esconde algo…
-¡Calla! Yo también siento lo mismo…
-¿Entonces por qué la dejaste entrar así a tu vida? ¿Por qué es bonita?
¡Por dios Santiago!
En realidad no sabes casi nada de su vida. ¡¡¿Dime qué sabes de ella?!!
Yo no sabía nada de ella… -¿Qué es chef?
-¡Ay, no me hagas abofetearte!
-Lo siento… -Reí-
-¡Claro! Sabes que es chef y todo el asunto pero… Sabes por qué vive sola,
nombre de sus padres, cuantos hermanos, novios, amantes, ¡¡¡¿LO
SABES?!!! ¡NO! –Me sentí asquerosamente regañado- Tú no dejas a vivir a
cualquier mujer en tu apartamento solo porque tu instinto te dice… ¡No seas
loco!
-Me enamoré como loco desde que la vi. Solo sé eso.
-Ajá, sí eso no te lo quito… Bueno lo único que te digo mi buen amigo es
que averigues más sobre su vida y si te ama… supongo que es algo que
ella te demostrara. ¿Por qué no la llevas a Rio?
El viaje a Rio era una excursión que tenía la agencia en unas semanas
adelante para un catálogo de fotografías.
-No lo había pensado…
-Claro, llévala sería una buena oportunidad para conocerla.-Hizo un gesto
de maldad.-
-¡Olvídalo! La asesinarás. Ya vi tus intenciones.
-Tranquilo, no dejaré rastros de todos modos, es una desconocida. –
Empezó a reírse muy burlonamente.
-¡Tan chistosa!
El día había transcurrido tan rápido que en menos de lo que pude darme
cuenta ya Sofía me dejaba en la puerta del edificio…
-¡DILE LO DE RIO O TE MATO! –Digo Sofía riendo.
-¡Tranquilizate mujer, está misma noche le digo!... Sí es que se encuentra-
susurre- Gracias por traerme, nos vemos mañana.
Sofía continuo su viaje y yo me dispuse a entrar a mi casa, y adivinen
que…
¡Sí estaba!
9:00 p.m.
Suena el timbre de mi apartamento, obviamente era yo llamando a la
puerta. Ella abre.
-¡Santiagoooooooooooo, volviste! –Se me tiro casi encima- Me hiciste
mucha falta caray.
-¡Ohhh, ohhhh, cuidado, cuidado, me ahogo!
-¡Ay, lo siento! –Comenzó a reír-
Deje mi pequeño equipaje a un lado y la lleve al sillón justo en frente del
balcón para charlar y allí nos empezamos a besar… como extrañaba sus
besos…
-También te extrañe mucho pero pensé que me devolverías la llamada…
¿escuchaste el mensaje?
-¡Sí claro! Pero no tengo celular, un pequeño accidente.
-¿Cómo qué ocurrió?
- No, nada importante solo lo deje en el restaurante y lo robaron o algo por
el estilo. Ya compraré otro, lo importante es que volviste.
Se acercó lentamente a mi rostro y besaba muy despacio mis labios. Era
como sentir si no existiera más, era como querer besarla por siempre y no
parar. Era como amarla.
A veces todo en la vida no es ciertamente como lo imaginamos, a veces tenemos
que dejar ir a personas que amamos por el simple hecho de que no son para
nosotros o a veces tenemos que resignarnos a buscar un lugar diferente por
donde caminar.
A mi edad nunca había estado enamorado de esta forma y es que el sentimiento
que me hacia sentir Gissele era tan inexplicable que no podría expresarlo ni con
palabras.
Permanecía muy feliz siempre que podía admirar su explendida sonrisas; era
como tocar el cielo con las manos.
Era una leve sensación de felicidad.
Era la ternura más grande que quizás jamás haya tenido.
Era ella haciéndome más feliz.
Era Gissele su nombre de amor.
Pero entonces llegaban esas dudas de las cuales Sofía me había hablado y que
aunque no lo quisiera creer también yacían en mí.
¿Quién era Gissele?
Eran las 8: 00 a.m. de la mañana y al despertar agarre mi rumbo hacía donde la
abuela, a nuestra casa.
Sí hay una mente sabía y sobre todos consejos sabios son los de la abuela.
-Toque el timbre de la casa… Abrió ella. –Hijo mio, ¿y ese milagro de tener por
aquí?
Me abrazo fuerte.
- ¡Ay, abuela no exageres! Siempre te visito, no aquí pero sí en la pastelería.
- Sí, sí muchacho. Entra, ¿ya has comido algo?
- No, abue. Solo me tome un jugo.
- Venga.
Nos dirijimos a la cocina, la hermosa cocina que mi abuelo en sus años de
juventud había remodelado perfecta para mi abuela. Un cocina de ensueño.
Con una vista al gran patio de la casa y una pequeña mesa de estar para
tomar el café o demás.
Mientras la abuela me preparaba algo de comer…
-Abuela… Creo que necesito tu ayuda.
Ella volteo su rostro y me dijo: Soy toda oídos cariño.
-Ya conoces a Gissele, mi novia… mi inquilina, tú sabes…
-¡Claro! ¿Qué sucede con ella? ¡¡¿Ya discutieron Santiago?!!
-¡No, no, no! Es que… tengo unas dudas hacía ella.
Abuela es una persona de la que no sé absolutamente nada y aunque quise
negármelo durante todo este tiempo sé que en el fondo esconde algo. No
sé qué, no sé por qué. Siempre que trato de preguntarle sobre su vida me
evade de una manera tonta y yo como si nada. No sé el nombre de sus
padres, hermanos, ni siquiera donde trabaja. ¡Algo me oculta! Y por su
belleza tan angelical, me enamoré al instante de ella y la deje entrar de esta
forma a mi vida y es por esa justa razón que ahora no sé qué hacer, porqué
también tengo miedo de amar a alguien con quien en realidad no tengo
nada en común o quizás alguien que no conozco… o no me ame… -
Respire-
Mi abuela se sentó al frente mío.
-Calmate hijo mío…. Cuando decides tener una relación amorosa con
alguien aún no conoces totalmente a esa persona y de eso setrata ese
proceso. Conocerse y a medida de eso y amándose cada vez más. Estás
en todo tu derecho de sentir estás cosas porqué es la verdad, no sabes
nada de ella pero… Solo te doy un consejo:
Háblale, pregúntale, hazle saber que necesitas saber de ella, exígele
respuestas si de verdad quiere una relación contigo o te ama de verdad.
Obviamente el amor es el pasaje a la felicidad de cierta forma, nos llena,
nos hace, reímos, vivimos, sentimos, ¿pero y cuándo solo es uno? El amor
es de dos. Y aunque parezca muy doloroso cuando esa persona no quiere
tenerte en su vida o no hace nada para demostrarte que te ama, no hay un
amor. Quizás interés, quizás cariño.
“Gissele a esta hora estaba pensando en que si decido llevarte a Rio, qué
pasará…”
Me la había pasado pensando…
Rio.
La llevo.
Gissele, te amo.
Rio.
¿Quién eres, Gissele?
Trabajo.
Rio y Gissele.
Así fueron los siguientes días antes de comentarle del viaje a Rio.
Estábamos caminando a casa luego de venir de donde la abuela…
-Gissele, ¿vendrías conmigo a Rio durante varios días?
-¿Qué? ¿Es en serio?
-Sí, claro que lo es. Es un viaje de la empresa en el cual podemos llevar no
sé, familiares y demás. Quiero que vengas conmigo.
-Pues… Sería genial.
-¿En serio?
-Sí, ¿por qué no?
Estaba confundido y a la vez muy feliz…
-Creo que es una oportunidad para conocernos más Santiago y … me he
quedado sin trabajo. Lo lamento no tendré para pagarte el alquiler.
-No te preocupes por eso. ¿Te despidieron?
-Sí, sí… recorte de personal tú sabes.
Continuamos por ahí.
No tenía la menor idea de lo que estaba haciendo pero había decidido ir a
ese famoso restaurante que me había dicho Gissele que trabajaba, sí soy
un maldito psicópata… Ah, de eso también trabajo.
-Buenas noches señorita… -Ya en la mesa- Quería hacerle una pequeña
pregunta, ¿me puede colaborar, por favor?
-Sí, claro señor dígame. ¿Desea ordenar algo?
-No, no… Estoy bien. Solo estoy averiguando por una amiga, es que me
dijeron que trabajaba aquí y quisiera saber si se encuentra o tiene el
número de ella. Quisiera contactarla.
-¿Su nombre señor?
-Gissele… Se llama Gissele. No recuerdo muy bien su apellido.
-No, lo lamento señor en este establecimiento no labora nadie con ese
nombre.
-Y no sabe si laboro o algo parecido.
-No señor, la verdad llevo mucho tiempo aquí y jamás he escuchado ese
nombre. Lo siento.
Me había mentido.
“Gissele no era chef”
El viaje a Rio iba a ser completamente definitivo y estaba seguro que iba a
asegurarme de saber la verdad. No era chef, no trabajo allí, ¿entonces qué
más tenía que saber?
-¡Te lo dije! –Sofía muy segura de irme a regañar. Te dije que algo
ocultaba.
-Ok, ya basta. ¡Sí! Tienes razón, y mañana que estemos en Rio me tendrá
que contar quién es. –Estaba muy enojado-
-Bueno, sin dramas niñita. Mejor vámonos ahí que preparar maletas. Te veo
en el aeropuerto mañana.
-Ok, descansa bruja.
-Me amas- Salió de la oficina riendo.
“¡RIO QUÉ HERMOSO ERES!”
Aquella noche en el hotel, acabando ella de salir de la ducha la había visto
en toalla, con su cabello recogido para que este no se mojara, un poco
empapada. Me acerque a ella y ayude a secarla con otra toalla que había
cerca. Obviamente tenía sus ojos tiernos clavados en mí. Estaba
temblando. Rozaba lentamente sus hombros con la toalla y secaba las
gotas de agua que por ahí corrían. Luego le di media vuelta y empecé a
secar su espalda suavemente casi sin querer haciéndola que separara sus
manos y su toalla cayera a mis pies. Que quedara completamente desnuda
ante mí. Seguir pasando la toalla por sus caderas y contar sigilosamente
cada uno de sus lunares. Y ver y sentir lo delicada que era su piel. Luego
volver hacia delante y muy lentamente comenzar a secar las gotas de agua
de su cuello y bajar lentamente por sus senos… Sus perfectos senos. Bajar
al abdomen y por último en su entre piernas. Dejar la toalla a un lado y
comenzar a besarle cada parte de su cuerpo.
Sentir que estaría a punto de hacerle el amor pero que al final solo se
convirtiera en un leve toque de nuestros cuerpos idealizados a un beso
perfecto, a una noche perfecta, a una acaricia perfecta. Idealizarnos
perfectos.
-No puedo Santiago, tan solo abrázame.
-La abrace como nunca.
Y es que abrazarla era como tocar el cielo y las estrellas, era como la
eterna felicidad.
Y es que ella era mi vida, ahora.
“Gissele, casi llega la hora”
Habían pasado los primeros 4 días en Rio y aún no era capaz de confrontar
a Giselle y decirle que sabía que trabajaba en ningún restaurante y que
necesitaba saber quién era ella en verdad, todo a su lado era tan perfecto
pero a veces tan aislado y olvidado.
No sé si sea del todo bueno saber verdaderamente que ocurre con ella, por
qué nunca habla de su vida, familia y trabajo, no lo sé, solo sé que…
La amo.
El día había amanecido asoleado, estaba completamente perfecto; al abrir
los ojos y ver su rostro a mi lado casi olvidaba por qué la había llevado
conmigo. Sus mejillas absolutamente perfectas, casi alumbradas por el
rayo de luz que entraba por la ventana, y su cabello ni se diga, casi
rechinando de belleza; ¡dios! Giselle era tan hermosa que casi creía que
estaba soñando… Y era casi un poco de eso; un sueño.
-Giselle, amor… Es hora de irnos.
Giselle no despertaba y aunque la llame muchas veces, no lo hacía. Llame a Sofía
y me fui al centro médico más cercano con Giselle inconsciente. Respiraba.
No tenía la menor idea de que le ocurría a Giselle estaba completamente seguro
que algo malo le estaba pasando, estaba entrando en pánico y casi ni podía
respirar. De pronto, salió un doctor de la sala de urgencias donde tenían a Giselle,
como loco corrí hacía a preguntarle qué rayos tenía mi novia…
-¡¡¡¿Puede decirme por favor qué le sucedió a mi novia Doctor?!!!
-Cálmese, señor. Su novia ya despertó y la pusimos en un estado estable… Ahora
voy a mandar las enfermeras a que le tomen unos exámenes de sangre y hagan
todos para un estudio…-No lo deje terminar-
-¿Por qué se desmayó de esa manera? ¡Parecía muertaaaa!
- Creemos que debe ser por las defensas bajas… puede entrar a verla.
Ese Doctor no había respondido a mis dudas, estaba furioso.
Al abrir la puerta del cuarto donde habían metido a Giselle me di cuenta que la
hermosa mujer que tanto amaba estaba conectada a unos aparatos, estaba
pálida, de seguro sin fuerzas, conectada a sueros para nutrirla, se veía tan mal
que me causaba dolor.
Ella abrió los ojos.
-Hola, Santi. –Sonrió- lamento el susto que te di, fue imprevisto,
- ¿Qué tienes Giselle? ¿Qué es todo esto?
-No es fácil Santiago, lo que menos quería era hacerte sufrir, hacerte ir en una
dirección equivocada en donde mi presencia no sería completa, en donde no
podía entregarte todo lo que querías de mí. No quería Santiago –hablaba con
lágrimas-
-¿De qué hablas, Giselle?¿Por qué lloras?
- Sé que todo esto ha ocurrido rápido, sé que nos enamoramos tan rápido pero es
que quizás era lo que estaba esperando y desde el primer día que te vi supe que
querría pasar todo esto a tu lado, hasta el final.
-¡Basta ya! ¡¡Dime qué ocurre!!
-Tengo cáncer.
Sentí que el mundo se me había detenido en ese instante cuando ella pronuncio
esas palabras.
- Hace 2 años vengo luchando con esto Santiago pero ya no puedo más.
Todo este tiempo he estado viviendo una fantasía de amor, la más hermosa
de todas a tu lado. Fue tan diferente a lo que había sido el resto de mi vida.
Por las mañanas trabajaba en un café del centro limpiando mesas y
ganándome lo poco para vivir. No tengo familia y mi única familia eras tú. Al
menos en eso te convertiste. Tú y la abuela.
Cuando no regresaba en las noches, era porque iba a hacerme mis
tratamientos-De pronto poco a poco fue quitándose una peluca de la
cabeza- Sí, quimioterapia. Supongo que no siempre dan el resultado que
esperas, acepte venir a este viaje contigo porqué sabía que al volver sería
el fin.
Perdóname por arruinarte la vida.
Estaba a punto de llorar.
-Pero, ¿y por qué mentir acerca del restaurante? ¡Dios mio, Giselle! ¿Por qué no
me lo dijiste?
-No quería herirte.
-¡¡¿Más qué ahora?!!
-Perdóname Santiago-lloraba- sé que esto es lo peor que te han podido hace…-la
bese-
Ese día había sido tan largo que al arrecostar mi cabeza a la cama, luego de que
Sofía me convenciera de que tenía que regresarme a dormir, todas sus palabras,
la visión de sus lágrimas pasando por su rostro, mi rabia y mis ganas de abrazarla
y besarla pasaron por mi mente.
Giselle tenía cáncer y no le quedaba muchos días de vida, no podía regresarme a
mi ciudad esperando llegar con ella viva, estaba demasiado débil, casi atenida a
los aparatos.
Y entonces… ¿el amor llega así sin previo aviso y se va de la misma forma?
“Giselle, note vayas…”
Habían pasado 2 días luego de todo eso, Giselle se había sometido a estudios y
pequeños tratamientos para tratar de asegurarle un poco de tiempo más viva.
Sentía que esto no podía estar pasándome a mí… Pero era cierto.
-Sonó mi celular-
-Sí, hola.
-¿Señor Santiago?
-Sí, con él. ¿Quién habla?
-Señor Santiago hablamos de la Clínica, es la señorita Giselle… Está muriendo.
Mi mundo se detuvo.
Al llegar a la puerta de la habitación con una flor en mis manos, me detuve a
pensar si esta será la última vez que la vería con vida, respiré hondo y entre. Al
entrar Giselle me recibió con una enorme sonrisa en su rostro; pensé que sin
importar que no tuviera cabello, o que aunque estuviera ahí casi moribunda en esa
horrible cama, para mí era la mujer más hermosa de todas.
-Viniste, amor.
-Claro, lo más rápido que pude. ¿Cómo estás preciosa mía?
-Feliz.
-¿Feliz? Me alegra escuchar eso, ¿podrías decirme el porqué de tu felicidad?
-Santiago… no sé si puedas entenderme o quizás puedas perdonarme; A veces,
conocemos personas que llegan a nuestras vidas sin un previo aviso, a veces nos
enamoramos tan alocadamente que no nos interesa el resto, lo único que interesa
es el ahora que estás viviendo.
Cuando te conocía sentí que estaba viviendo, sentí que había encontrado a
alguien con quien poder hablar desde lo más ridículo hasta lo más maduro. Sentí
que estaba viviendo mi felicidad, como siempre la quise. Santiago, pensé que
serías el hombre perfecto y no me equivoque y estaba segura que el haberme
acercado había sido mi mejor regalo.
Fue casi tan perfecto que también me amaras y creo que fue lo que me dio ánimo
para continuar, tu sencillez, tu delicadeza, tu ternura, tus besos, tus abrazos…
Santiago, eras todo. Por eso no quería hacerte sufrir. Por eso me demoré en
dejarte creer que te amaba. Pero te amaba, te amaba Santiago. Te amaba, te amo
como a nadie en este universo y es preciso decir que te amaré luego de morir.
No trates de hacerme feliz en este último momento, solo prométeme que serás
feliz por el resto de tu vida, sin mí…
-Trate de interrumpirla pero no me dejo-
Déjame terminar, por favor. Quizás mañana encuentres a alguien que sepa amarte
más que yo, alguien con quien sí puedas pasar el resto de tu vida. Tener hijos,
casarte… Como fuera querido ser yo, pero así es la vida Santiago. Aprendí que
las mejores cosas vienen en paquetes especiales y que a su debido tiempo hay
que abrirlos, sin apresurarse.
A veces nos falla la vida, nos falla el tiempo pero nadie tiene la culpa. Así es la
vida. Unos morimos temprano porqué así quiso el destino hacerlo, pero el tuyo
Santiago es ser feliz, sé feliz amor mío.
-Ya a estas alturas no tenía más que lágrimas en mis ojos-
Sé feliz y has siempre sonreír a la abuela, sé cuánto la amas y ella a ti y lo único a
lo que no puedes negarte es a vivir, ser feliz y amar.
Ama Santiago, ama por favor.
En ese momento Giselle tuvo una crisis…
Fue la última vez que la vi con vida.
Casi sin darnos cuenta perdemos a esos seres que tanto hacen de nuestra vida un
eterno paraíso. Los perdemos por equis razones, pero ese instante en donde
fuiste completamente feliz no tiene ningún tipo de comparación.
Giselle me enseño lo que era la felicidad, el verdadero amor. Fue mi muñeca de
porcelana. Aunque el tiempo no fue nuestro amigo, la amé y la amaré siempre.
Estaba en mi vuelo para regresarme a casa, la abuela aún no sabía nada de la
muerte de Giselle y estaba absurdamente exhausto. Había terminado de leer la
última página de mi libro favorito que por cierto decía así:
“Y aquí estamos querida, en frente del mar, conociendo el océano como si fuera
nuestro último día de vida. Estamos sonriendo, estamos los dos.
-Le agarré la mano a mi querida esposa y la lleve a caminar; casi podíamos tocar
el agua”.
Agarré un memo de entre mi agenda y escribí.
“Giselle, no eres eterna pero sí por siempre mi princesa”.
Dormí.

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  • 1.
  • 2. A ti, que siempre creíste que iba a lograr esto. Que siempre me diste alas para ir en busca de mis sueños. Rosita.
  • 3. De aquellas emociones a escribir un lindo poemas en mi antigua libreta de escritos al ver que alguien los leía y de verdad les gustaba, queda está grata inspiración que cada día siento que se hace más grande. No sé exactamente si nací para escribir, nunca se me ha pasado por la mente ser escritora ni nada por el estilo. Solo agarro un computador, y empiezo a escribir lo que mi ser pueda y quiera. Hojas, diarios, libretas, libros. En cualquier lugar. Se convirtió en mi todo. Nunca pude decir que había algo especificó que me inspiraba a escribir. Escribía mucho sobre amores perfectos, algunos imperfectos. Y demás, pero en realidad eran fantasías que ni por equivocación yo había vivido. Solo escribía. “Esa Sonrisa de Cartón” fue inspirada en todo lo que había escrito anteriormente junto. Muchas sonrisas perfectas y enamoramientos al primer vistazo. Pero también ese secreto tan profundo que puede guardarnos una muy hermosa sonrisa. Algunas veces tristezas y otras veces felicidades. Una historia de amor, sin lugar a dudas, pero donde también aprendo que no siempre tiene que ser eterno para ser verdadero. No siempre tienen que ser días, meses, años para aceptar un “te amo” para aquella persona. Y que cualquiera se puede enamorar desde la primera vez que ve a esa persona. En el fondo, soy una romántica empedernida y el protagonista tiene muchas características mías. Soy una cazadora de buenos corazones pero sobre todo de aquellas sonrisas que de verdad enamoran. Sí, soy muy entregada al amor, aunque puede que no lo haya vivido de cerca. Esta clase de amor… Donde das un beso y sientes que el mundo se detiene y lo único que se encuentra a tu alrededor es su cuerpo, y tus labios dándote calor.
  • 4. La carga de está semana estaba realmente pesada, mi abuela sí había hecho una buena venta en su tienda de postres y yo como siempre, me dedicaba ayudarla en mis días libres; y como no, esa viejita se había partido el lomo en una gran empresa de respostería toda la vida para hacerme feliz. Y bueno, el haber quedado huérfano a los 9 años no fue algo tan gratificante, pero aquí estamos vivitos y haciendo muchos pedidos de postres. Después de casi 40 años aún le apasionaba tanto que hasta abrió su propia tienda y pues como siempre, vendía mucho. Éramos, Luisa, mi abuela y yo. Los 3 niños de la casa como solía llamarnos mi abuelo Edgar, que había muerto ya hace dos años. Y yo, yo soy Santiago, el rey del chocolate caliente y los libros viejos en el garaje de la abuela. Mi vida, no había sido completamente confusa hasta el día que me gradúe de bachiller y debía saber que tenía que hacer para el resto de mi vida, teniendo en cuenta que estaba una hermana alocada que le gustaban mucho las fiestas de noche, pero de día era la médica más responsable. Siempre supe que Luisa en algún momento se dedicaría a salvar vida; no podía ver a mi abuela pincharse con alguna aguja porqué parecía darle los primeros auxilios nunca antes visto. O ver a mi abuelo rabiar de algún dolor de espalda, eso eran contados segundos para que viniera con su equipo médico. Todos de juguetes, claro esta. Mi abuela, Clara era la reina de los postres de toda la población. Quién no sabía de sus postres sencillamente tenía que saberlo. Eran tan deliciosos. Trabajos por muchos años en una empresa muy importante de pastelería, pero luego que murieron mis padres decidió abrir la suya propia. No le ha ido para nada mal. Y Edgar… El viejo Edgar, de él solo puedo decir que fue el mejor padre que jamás pude tener. Y recordar su muerte es como clavar un puñal en el centro de nuestro hogar, pero todos nos moriremos alguna vez solo que él se adelantó, como siempre lo solía hacer. Siempre era muy atento a todo, le gustaba mantener el orden de las cosas y hasta le ayudaba a hacer un cronograma semanal a la abuela para que no estuviera estresada. Regaba el jardín todas las mañanas y siempre se adelantaba a hacer el café. El día que murió, ni siquiera nos avisó, solo decidió dar unos cuantos pasos hacía la ventana, despedirse de nosotros que íbamos saliendo, y sí, desde la ventana, estaba un poco cansado y prefirió no acompañarnos. Al regresar, 4 horas después lo encontramos en su sillón predilecto, cerca del aquel baúl de cartón con un álbum de fotos; había fallecido. Y sí, a todos nos dolió tanto que mantuvimos su luto por casi 3 años.
  • 5. Y yo… Santiago. De mí no hay nada que contar, solo que después de graduarme del bachiller, decidí ser el mejor grafitero de la ciudad, me dedique a vender publicidad y hacer lo que mejor sabía hacer, dibujar. Pero ni siquiera voy a contar la historia de cómo me quede huérfano, de cómo me ha ido en el trabajo ni nada de esas cosas voy a contar la historia de como conocí a la mujer que me dio la libertad. Ese día en la pastelería estaba completamente agitado, habían muchas cajas que entregar, muchos recorridos que hacer y muchos pasteles que entregar. Al ir y venir, en un abrir y cerrar de puertas, tropecé levemente con una pequeña doncella… -Oh, ¡lo siento! ¿Te he lastimado? -No, tranquilo no te preocupes. -¿Segura? De veras te empuje muy fuerte, a decir verdad iba caminando ciego, las cajas no me dejaban ver, lo lamento. -Ya le dije que no hay problema, adiós. Pensé… “¡Qué gruñona!” Pero era la mujer más hermosa que había visto en mucho tiempo y vaya que he visto y estado con mujeres hermosas. Me dirán un Don Juan, pero siempre que veía una muchacha linda pasar por mis ojos, no podía evitar tratar de conquistarla. Tenía los ojos como los de un gatos, eran verdes pero al fijarlos a la luz del sol, tomaban un color tornasol, y es que me quede perplejo observándolos. Logré ver que cruzo en la esquina siguiente pero no quise ir detrás no me pareció apropiado. Seguí con mi trabajo.
  • 6. No lo podía negar, estaba completamente hipnotizado por esos ojos y quería volverla a ver de nuevo. Le pregunte a la abuela sí la había visto y su respuesta fue negativa. Era como nueva en el barrio, o quizás había pasado solo por ahí… No lo sabía. En la mañana al despertar, me dirijía a la planta donde trabajaba. Agarre mi auto y estaba sin gasolina, como siempre se me había olvidado tanquear; me había figurado ir en autobús. Luego de media hora de viaje, casi al bajar, alzo mi vista y es ella quien se va a tomar el autobús, ni siquiera me baje. ¡La espere! Que locura. Justamente estaba pensando en lo que iba a decirle la próxima vez que la viera, si es que la vería, claro; le hablaría normal, de seguro ella ni me recordaba pero estaba seguro que a los postres de la abuela sí. De pronto y trataría de entablar una noble conversación e invitarla a una café en la plaza de la 33, no lo sabía. Y preciso, ahí, al pensar todas esas cosas, ella toma el autobús. Era obvio que iba a llegar tardísimo a la oficina, ya me había desviado mucho pero aquella bella señorita se había sentado al lado mío pero algo estaba completamente claro: no me recordaba. - Puedo ser un poco desubicado, y hasta me taches de loco pero… -Me miro con cara de psicópata y con cara de querer salir corriendo- te reconozco de algún lado. - Estoy segura de que no. –Continuo mirando hacía la ventana- - Mi nombre es Santiago, mucho gusto. - Solo sonrío. - ¡Claro! Ya sé de donde, la pastelería de la abuela.-Volvió a mirarme muy raro- Claro, los postres de Clara, Clarinetes… Estuviste allí comprando postres y tropezamos muy fuerte. –Su cara se aclaró un poco.- - Ahhhhh, sí. Ya recuerdo, tú eres el loco de las cajas, casi me quedo sin pie ese día. De pronto en esas minúsculas palabras salieron unas cuantas risas las cuales me hicieron admirarla y hacerme confirmar lo bella que era. - ¿Cómo estás? ¡Qué casualidad! Dijo ella.
  • 7. - Estoy muy bien gracias, ¿y tú? Y sí es una grata casualidad… ¿vives por aquí cerca? Nunca te había visto. - Estoy… bien. Y pues, vivo sí, pero dejaré de vivir en unos cuantos días. Me mandaron a desalojar donde estoy viviendo y pues ahora voy justo a ver unos lugares, aunque no creo poder pagarlos; problemas económicos, tú sabes. -Ese “Estoy…. Bien” no me gusto para nada. Algo le ocurría. Pero no podía quedarme a averiguarlo.- - Claro, entiendo. Pero por qué nunca te habíamos visto por el barrio… Bueno, mira te parecerá algo apresurado pero yo tengo un apartamento lo suficientemente grande para dos, 3 y hasta 4, sí quieres puedes ir a verlo y podría alquilarte una habitación… - NO, no te preocupes. -El gesto de su rostro no fue el que esperaba, la había espantado. ¡Qué tonto soy!- … Pero cualquier cosa te estaré avisando, estoy segura que volveré a la pastelería de tu abuela, quede encantada. Este es mi número… -Saco una pequeña agenda y anoto su número en una hoja detrás; le observaba las manos al escribir y vaya que porcelana. - ¡Claro qué sí! Los postres de la abuela son adictivos, y te estaré llamando para ver si conseguiste apartamento y todo eso. Pero… ¿por quién pregunto? - ¡Ohhhhh, claro! Jajajajajajaa –esa risa- Mucho gusto Santiago, me llamo Gissele. En ese instante se levantó del asiento y se bajó.
  • 8. Era claro que Gissele tenía algo que me había flechado pero todo eso no evito el buen regaño de mi jefe por llegar 3 horas tardes al trabajo, por tal motivo decidió castigarme; me mando a tomar muchas fotografías a las fueras de la ciudad para un reportaje en una revista. Y bueno, a cumplir con mi tarea iba. Había pasado un día solamente después de hablar con ella en el autobús y no me pareció apropiado llamarla, no quería quedar de intenso ni nada por el estilo; decidí esperar.
  • 9. Sábado por la mañana. 9:35 a.m. El teléfono ha estado sonando hace media hora, y al fin contesto. -¡CREÍ HABERTE DICHO QUÉ ESTUVIERAS AQUÍ A LAS 7:00 A.M. SANTIAGO DE JESUS REBOLLEDO GOMEZ! ¡QUÉ SUCEDE CONTIGO! LLEVO MEDIA HORA, ¡MEDIA HORA MARCANDOTE MUCHACHITO Y NO CONTESTABAS! ¡¿DÓNDE ESTABAS?! Era la abuela, completamente furiosa por mi impuntualidad. -Hola, abuela. Con una voz de dormido muy descarado. Sentí el tirón del teléfono, significaba que tenía que salir volando antes de que me desheredara. Me di una ducha lo más rápido posible, tome un jugo que había en la nevera, agarré las llaves del auto y salí volado para allá. Al llegar encontré a Luisa en el lugar, eso significa que de veras había trabajo que hacer. Pero el saludo perfecto fue el de ella, la abuela… -A ver, Santiago… Yo sé que no estás en la obligación de venirme a ayudar con esto, pero sabes muy bien como detesto… -Y así iba a seguir por mucho rato pero la detuve- -Okey Clara María, mantén la calma. Ya estoy aquí, ¿qué hay que hacer? -Estoy encargándome de terminar unos pedidos muy grandes para un matrimonio hoy, entonces necesito que te encargues de la caja, ¡SIN COMERTE LOS CHOCOLATES, SON PARA LOS CLIENTES! La abuela no dejaba de gritarme, estaba muy enojada conmigo… -Okey, abuela. Entiendo.
  • 10. En el servicio de cajero tome 5 pedidos rápidos, fue algo fácil. Me gustaba trabajar allí, y de repartidor, y de cargador de cajas, y de graffitero, y de acosador en buses… Tan polifacético yo. Estaba de espalda acomodando unos papeles cuando escuche una dulce voz en mi oído, obviamente la reconocí al instante. -Buenas… -Dijo ella- Di media vuelta y la atendí… -¡Oh, Gissele! Qué bonito volver a verte. Estaba tan bella y radiante como siempre. -Hola, Santiago. Me quede esperando tu llamada, no conseguí apartamento. ¿Aún sigue en pie tu propuesta? Ah… Y me das dos de esos postres de leche por favor. –Sonrío tiernamente- -Discúlpame tuve unos días muy pesados, pero te tuve muy presente y claro que sí… -El corazón se me aceleró; y yo qué no quería quedar de intenso.- Si quieres podemos ir más tarde a que lo veas. Mientras le hablaba, le envolvía su pedido. -¿Más tarde a qué hora? Ahora tengo que irme a trabajar pero si puedes, paso a las 5:00 p.m. ¿Está bien a esa hora? -Sí, claro no te preocupes. Esta es mi dirección. -Le entregue su pedido y anote la dirección en una servilleta- -Ok, está bien. Nos vemos entonces, gracias. -Chao. –Le conteste con una sonrisa en el rostro- Creo que desde la secundaría no me sentía de esta manera; estaba como un niño, completamente bobo, loco por aquella niña que tanto le gustaba y a la cual no sabía cómo conquistar, qué locura. Termine mi trabajo de cajero a las 4:30 p.m. y solo tenía medía hora para ir a mi casa, ducharme y arreglar quizás un poco; no lo niego, era muy ordenado. Lo heredé del abuelo. Me había sentido hasta plantado. Gissele no llego ni a las cinco, ni a las seis, ni a las siete, no llego”.
  • 11. “Gissele me dejo plantado… Pero es que era tan distinta a las demás” Después de una larga jornada de trabajo volví a mi vivienda a dormir, estaba realmente cansado. Tomar mil fotografías no es fácil. Al llegar, me encontré con un sobre al pie de la puerta; alguien lo había dejado. Me agache y lo recogí, no tenía remitente ni nada, lo abrí… “Hola, Santiago. Sé que debiste haberte quedado esperando y de veras lo lamento pero tuve un pequeño problema en el trabajo y luego no pude ir. Discúlpame de veras. Quizás pase está tarde. Besos, Gissele.” Eran las 5:38 p.m. No sabía como proceder y el timbre del apartamento sonó, estaba ahí mismo así que abrí enseguida. Era ella. -Hola, Santiago. –Tenía una carita de perro regañado, ¡qué belleza! -Hola, acabo de entrar y ver tu nota fíjate, unos minutos más y no me encuentras. –Rio- ¿Estás bien? - Sí, sí estoy bien pero algo apenada contigo, te hice esperar. -Ah, no te preocupes. Y esperar, por qué… de todos modos estaba en casa. Pasa, estás en tu nuevo hogar. –Volvió a reír. Empezó a caminar por el apartamento y siendo un poco sincero, no podía dejar de admirarla, era como una muñeca. Deje mis cosas en el cuarto y vine a acompañarla.
  • 12. -Tienes un hermoso apartamento y muy grande, ¿por qué vives solo y no con tu hermana o abuela? - Mientras le mostraba el lugar le iba contestando-…. Pues veras, siempre quise tener mi propio lugar, para dibujar, fotografiar y todas esas cosas y era algo independiente entonces a penas empecé a trabajar conseguí este apartamento en un buen precio y me mude. - ¿Eres diseñador?. –Pregunto mientras abría las puertas de los cuartos- -Sí, graffitero de profesión. –Soltó sus risas. Y tú, ¿a qué te dedicas? - Soy chef. Trabajo en el restaurante, bueno en la parte de la cocina en el Hotel Plaza y estoy sola en la ciudad. - Muy interesante. Le mostré el apartamento por unos diez minutos más y luego la invite a tomar un té en la sala, nada de tragos, nada de eso. Estuvimos un muy buen rato conociéndonos, hablándonos. Y dándome cuenta de la maravilla de mujer que había conocido. Sus ojos que parecían agua manantial. Sus manos como porcelana. Su cabello que irradiaba tanta luz. Sus labios, tan sensuales, tan provocativos. Y su risa combinada con unos buenos sonrojos en sus mejillas, eran la perfección. Despedía a Gissele en la puerta del apartamento. -Creo que dentro de unos días viviremos juntos Santiago. –Sonrío algo sonrojada- -Sí, y estoy completamente seguro que será algo fascinante. –Le di un beso en sus mejillas sonrojadas, muy lento- Se alejó a tomar el ascensor.
  • 13. Me enamoré de su sonrisa… Esto iba por un buen camino. ¿O no? Mi abuelo siempre me dijo que la sonrisa de una mujer era la vista a su alma, que no había forma más fácil de enamorarse de ellas que de su lindo sonreír. Me estaba sucediendo. Pero detrás de cada sonrisa siempre había algún tipo de sufrimiento, y estaba seguro que Gissele no se quedaba atrás. Gissele se había terminado de mudar el martes por la tarde y a decir verdad no era mucho lo que tenía; le preparé chocolate caliente y le di unas cuantas tostadas por el cansancio y le ofrecí que se fuera a descansar. -…Con su tasa en la mano me dijo: -Gracias, Santiago. Creo que eres el único que me ha ayudado desde que llegue- Me dio un beso en la mejilla, casi llegando a mis labios, y entro a su habitación. Susurrando muy despacio y ya después de estar la puerta cerrada dije: “Gracias a ti por aceptarme vivir… en tu vida” Sonreí, y me retiré a dormir.
  • 14. Día libre en casa, algo tendría que hacer para ella, algo. 8:00 a.m. Prepare el desayuno para dos, y era algo tan mágico poder levantarme y pensar que ya no tenía que cocinar para mí solo, y sí cualquier amigo que me escuchara diría que soy un gran pendejo… ¿A qué hombre le gusta cocinar o le gusta sentirse feliz porque ya no tiene que cocinar para él solo? El hecho es que yo era un romántico emperdenido y enamoradizo de profesión y cuando me enamoraba de una mujer, la hacía sentir el único rayo de sol en mi habitación; en mi vida. 9:00 a.m. Gissele salía del baño con su cabello recién lavado y sonriendo por tan buena sorpresa que yo le había dado. -Hoy te tienes que dejar consentir… Eres mi nueva inquilina. Le dije. Ella solo me sonrío, me dio los buenos días con un abrazo y de inmediato se dispuso a comer, a mi lado. 2:00 p.m. Le propuse ir a lo de abuela. Sabía que le gustaban los postres pero sabía que le gustaría más el corazón de ellos. -¿Crees qué la señora Clara le agrade la idea, Santiago? Pregunto algo apenada y agarrando un pequeño morral. -Claro, mi abuela siempre le agrada que llevemos nuevas personas al local. No te preocupes. Hecho labial en sus tenues labios rojos, observándose desde el espejo al entrar.
  • 15. “Y si supiera ella cuanto la quería yo besar en esa justo instante…” 3:00 p.m. Gissele no paraba de sonreír al ayudar a la abuela a decorar sus cupcakes. Yo me enamoraba más… Me enamoraba. 5:00 p.m. Era hora de irnos pero… -Crees que sería apropiado invitarte a comer algo, digo… ¿no tienes más planes? Te he quitado tu tiempo hoy. Le dije. -Saco de su bolso su celular y miro la hora… -No, no me lo has quitado querido, a lo contrario me he divertido mucho y… claro, vayamos a comer algo. 8:00 p.m. Caminábamos por ahí. 10:00 p.m. Volvimos a casa. -Regreso en un rato…- Dijo. Se encerró en su habitación.
  • 16. No volví a saber de ella esa noche. Tenía la mala costumbre de siempre sentarme antes de ir a dormir, bueno solo cuando no estaba cansado o cuando no estaba inspirado; me gustaba escribir fragmentos, y algunas cuantas frases que por el momento sentía. “Gissele, ¿quién eres y por qué no me dejas amarte?”
  • 17. El día había amanecido de lo más escultural, los pájaros cantaban y la brisa se sentía desde la ventana de mi cuarto. A las 7:00 a.m. todo era perfecto, excepto por eso de tener que madrugar para ir a trabajar, pero no hay nada que un buen café no pueda arreglar. Al salir de mi habitación todo estaba completamente silencioso, las cortinas cerradas, todo estaba como lo había dejado la noche anterior. ¿Acaso Gissele seguiría durmiendo? Y de inmediato surgió esa duda en mí… ¿por qué no fue a trabajar ayer? Estaba tan anodadado por su belleza y por mi amor que no me había dado a la tarea de ver muchas cosas… Era hora. Me dispuse a preparar el desayuno y encontré una nota en la estufa: “Buenos días, querido. Espero que hayas amanecido tan buen mozo como siempre. En el horno tienes un exquisito desayuno y nos vemos más tardesito. Besos, Gissele.” Al leer esa nota solo pude pensar que en realidad esta mujer me encantaba y que era muy dedicada, ah claro y que le gustaba dejar muchas notas. Sonreí, claramente se había dado cuenta de los buen mozo que soy, iba por buen camino mi conquista. –Pensé entre risas- Tome mi desayuno, muy delicioso por cierto y me dispuse a ir a trabajar, como siempre.
  • 18. “Gissele, tenías una letra tan bella….” -La puerta del apartamento se abrió, yo estaba en la cocina. Obviamente era ella- -¿Hola……? Pregunto. -Hola, sí, Gissele… Estoy en la cocina. -Hola, Santi, ¿qué tal tu día? Estoy muy cansada. –Hizo un pequeño gesto de tristeza- A decir verdad, estaba un poco desorientado porque no volvió a salir anoche y se fue temprano pero iba a tratar de averiguarlo. -Muy bien, bonita. Agitado, como todos los días pero bien… Leí tu nota. -Ah… Sí. Tenía turno temprano. Discúlpame por no acompañarte a desayunar. - Tranquila, no tienes qué. Estoy preparando algo para comer. Se acercó me beso en las mejillas y dio media vuelta para irse a su habitación. -Gissele… -…Dio media vuelta hacía al frente mío… -Dime. -¿Por qué no volviste a salir anoche? -Eh… me quede dormida lo lamento. Voy a ducharme, ya vuelvo. Siempre evadía las cosas. Comimos, y luego vimos televisión juntos; se quedó dormida en mis brazos. La llave a su habitación y la acosté.
  • 19. “Gissele, tenías tu piel particularmente llena de pecas y era algo que se notaba a leguas; tenías la magia en la mirada y era algo que justamente me enamoraba; Gissele te quedaste profunda en mis brazos y también en mi corazón, y yo ya estaba anhelando tus labios”. Entre más pasaban los días, más nuestra amistad se fortalecía, por decirlo de esa forma. Veíamos muchas películas juntos, íbamos a hacer mercado. Íbamos a donde la abuela, hablábamos, cocinábamos, reíamos pero también podían pasar dos y tres días en que no sabía nada de ella. Que ni siquiera la veía y aun así viviendo en la misma casa. Creo que de alguna forma extraña estaba empezando a pensar que algo pasaba con ella, algo ocultaba. A veces no cenaba. Siempre salía muy temprano y los días que no la veía era porque llegaba demasiado tarde. Siempre que le preguntaba sobre que hacía y demás, me evadía. Pero… Era tan bella como persona y como mujer que tan solo quería conocerla… más. -¿Crees que en algún universo paralelo está la persona indicada para nosotros? Pregunto. -Creo que sí. Pero también creo que aquí en este universo inestablemente hermoso, se encuentran, quizás escondidas detrás de algunos arbustos para que no los veamos. –Se hecho a reír- O quizás también se encuentran en frente de nuestros ojos y a veces por pensar que se encuentran en algún universo paralelo, o bueno… escondidas detrás de algún arbustos, dejamos ir a esa persona. Es confuso, sabes. -Santiago… ¿te has enamorado? -¡Cómo loco! -¿Por qué cómo loco? ¿Por qué arriesgarte de esa forma? Sentados en el sillón al frente del balcón le respondí.
  • 20. -No pienso que me estoy arriesgando a decir verdad, siento que estoy dándome la oportunidad de amar algo, de alguien más. De conocer sus virtudes y defectos, de hacer esa persona parte de mis días y querer su felicidad por encima de cualquier cosa, y obviamente mi felicidad es tenerla a mi lado. Arriesgarme… quizás ese amor no es correspondido, quizás el enamorarse solo sí es un riesgo, pero hay que verlo de una manera lógica… ¿qué voy arriesgar? Mi manera de amar o … ¿qué otra cosa? A decir verdad cuando el amor no es correspondido, se aprende y mucho. Y enamorarme como loco, porqué me gusta conocer más allá de perfectos cuerpos. Me gusta amar los corazones, sus almas, sus sonrisas y sus perfectas mejillas rojizas… Nos quedamos mirando. - Hablas tan pero tan perfecto que casi pierdo la noción del tiempo… Santiago… Eres tan… maravilloso. Arrecosto su cabeza a mi hombro. -Y tú eres tan bella Gissele, creo que no había tenido la oportuni… -¿Me amas, Santiago? Quede en silencio, me tomo por sorpresa. -¿Me amas? -¿Acaso qué efecto tendría esa respuesta en ti? Se levantó sigilosamente de mi lado y se centró al frente en la mesita de decoración. -¡¡Dime, Santiago!! ¡¿Me amas?! ¡¡¿POR QUÉ ME HAS AYUDADO TODO ESTE TIEMPO?!! -Calma, Gissele… -¡¡NO, SANTIAGO!! ¡¡YO QUIERO QUÉ ME RESPONDAS LO QUE TE PREGUNTÉ!! -Gissele… -No creí que fuera el momento adecuado para decirle algo… estaba muy exaltada y ni siquiera sabía por qué- -¡NO, DIGAS NADA… YA ENTENDÍ! Se levantó.
  • 21. Logré levantarme rápido y agarrarla de sus manos, la hale hacía mí y la acerque lentamente. - ¿Acaso el decirte qué te amo en realidad te va a dar una representación gráfica de lo que siento por ti? - Pero… -No la deje hablar y la hale lentamente hacía mí, acercando mis labios a los suyos y rozándolos muy despacio, luego con un dulce movimiento empecé a darle ese beso que tanto había soñado. Tomándola suavemente por sus mejillas sus labios hacía juego con los míos, sentí como su tensión bajaba y como nuestros cuerpos se idealizaban a ese fantasioso beso. Esa noche había sido como el inicio de ese riesgo del cual ella me había hablado. Estaba perdidamente enamorado de ella pero sabía exactamente que aún no era el momento de decírselo. Estaba completamente claro que ese beso nos había gustado a los dos, despertar y encontrarla en mi sala, con una muy exquisita pijama y con un taza de café en la mano, eran tan perfecto. Las cortinas abiertas y el rayo de sol entrando por la ventana. Unos buenos días, mi amor y su dulce voz. -Acercándome a ella le dije… Buenos días, preciosa. ¿Cómo amaneciste? -Muy bien, respondió. -Hoy tengo que viajar a las afueras de la ciudad para la finalización de un cortometraje. Vengo mañana. ¿Quiere venir conmigo o…? -No, no puedo. El trabajo… Ya sabes. -Claro. Le respondí. Se levantó del sillón. -Te preparé unos huevos con salchichas muy deliciosos, tu café está preparado. ¿Quieres qué te preparé algo más? –Me dijo mientras me abrazaba por detrás. -No, mi amor tranquila. Así está bien. Gracias.
  • 22. Después de desayunar y ordenar algunas cosas cada quién se fue a sus respectivos trabajos. 8:00 p.m. Se activa la contestadora. “Hola, Gissele soy yo Santiago. He estado llamándote a tu celular y sale apagado, no sé qué sucede y veo que aún no estás en casa. Ya estoy instalado en el hotel. Quizás llegue mañana a eso de las 5:00 p.m. Que tengas una buena noche, preciosa. Te mando muchos besos. –Suspire- Te … *fin del mensaje* Se acabaron mis minutos. Como buen olvidadizo se me olvido recargarle minutos a mi celular. Estaba a las afuera de la ciudad en un pequeño pueblo llamado Monserrate, estaba haciendo unas tomas de las bellas montañas que allí yacían para un reportaje, estaba acompañado de mi buena amiga Sofía y vaya que su compañía era muy grata. Sofía la conozco desde que me gradúe, estudiamos lo mismo y contamos con la suerte de ser contratados en el mismo lugar. Con diferentes cargo, claro está. En un tiempo trate de conquistarla pero luego las cosas tomaron más un gusto amistoso y nunca llegue a nada con ella… menos mal. Le había hablado de Gissele y de lo mucho que esa mujer me encantaba, los momentos, absolutamente todo. Era como ese estilo de mejor amiga que se podría decir que tenía. -¿Crees qué ella también me ame a mí? Instalados ya en nuestras camas. -La verdad, no lo sé Santiago. A decir verdad, esa niña me parece algo extraña. Con todo lo que me has contado siento que esconde algo… -¡Calla! Yo también siento lo mismo…
  • 23. -¿Entonces por qué la dejaste entrar así a tu vida? ¿Por qué es bonita? ¡Por dios Santiago! En realidad no sabes casi nada de su vida. ¡¡¿Dime qué sabes de ella?!! Yo no sabía nada de ella… -¿Qué es chef? -¡Ay, no me hagas abofetearte! -Lo siento… -Reí- -¡Claro! Sabes que es chef y todo el asunto pero… Sabes por qué vive sola, nombre de sus padres, cuantos hermanos, novios, amantes, ¡¡¡¿LO SABES?!!! ¡NO! –Me sentí asquerosamente regañado- Tú no dejas a vivir a cualquier mujer en tu apartamento solo porque tu instinto te dice… ¡No seas loco! -Me enamoré como loco desde que la vi. Solo sé eso. -Ajá, sí eso no te lo quito… Bueno lo único que te digo mi buen amigo es que averigues más sobre su vida y si te ama… supongo que es algo que ella te demostrara. ¿Por qué no la llevas a Rio? El viaje a Rio era una excursión que tenía la agencia en unas semanas adelante para un catálogo de fotografías. -No lo había pensado… -Claro, llévala sería una buena oportunidad para conocerla.-Hizo un gesto de maldad.- -¡Olvídalo! La asesinarás. Ya vi tus intenciones. -Tranquilo, no dejaré rastros de todos modos, es una desconocida. – Empezó a reírse muy burlonamente. -¡Tan chistosa! El día había transcurrido tan rápido que en menos de lo que pude darme cuenta ya Sofía me dejaba en la puerta del edificio… -¡DILE LO DE RIO O TE MATO! –Digo Sofía riendo. -¡Tranquilizate mujer, está misma noche le digo!... Sí es que se encuentra- susurre- Gracias por traerme, nos vemos mañana. Sofía continuo su viaje y yo me dispuse a entrar a mi casa, y adivinen que… ¡Sí estaba! 9:00 p.m.
  • 24. Suena el timbre de mi apartamento, obviamente era yo llamando a la puerta. Ella abre. -¡Santiagoooooooooooo, volviste! –Se me tiro casi encima- Me hiciste mucha falta caray. -¡Ohhh, ohhhh, cuidado, cuidado, me ahogo! -¡Ay, lo siento! –Comenzó a reír- Deje mi pequeño equipaje a un lado y la lleve al sillón justo en frente del balcón para charlar y allí nos empezamos a besar… como extrañaba sus besos… -También te extrañe mucho pero pensé que me devolverías la llamada… ¿escuchaste el mensaje? -¡Sí claro! Pero no tengo celular, un pequeño accidente. -¿Cómo qué ocurrió? - No, nada importante solo lo deje en el restaurante y lo robaron o algo por el estilo. Ya compraré otro, lo importante es que volviste. Se acercó lentamente a mi rostro y besaba muy despacio mis labios. Era como sentir si no existiera más, era como querer besarla por siempre y no parar. Era como amarla. A veces todo en la vida no es ciertamente como lo imaginamos, a veces tenemos que dejar ir a personas que amamos por el simple hecho de que no son para nosotros o a veces tenemos que resignarnos a buscar un lugar diferente por donde caminar.
  • 25. A mi edad nunca había estado enamorado de esta forma y es que el sentimiento que me hacia sentir Gissele era tan inexplicable que no podría expresarlo ni con palabras. Permanecía muy feliz siempre que podía admirar su explendida sonrisas; era como tocar el cielo con las manos. Era una leve sensación de felicidad. Era la ternura más grande que quizás jamás haya tenido. Era ella haciéndome más feliz. Era Gissele su nombre de amor. Pero entonces llegaban esas dudas de las cuales Sofía me había hablado y que aunque no lo quisiera creer también yacían en mí. ¿Quién era Gissele?
  • 26. Eran las 8: 00 a.m. de la mañana y al despertar agarre mi rumbo hacía donde la abuela, a nuestra casa. Sí hay una mente sabía y sobre todos consejos sabios son los de la abuela. -Toque el timbre de la casa… Abrió ella. –Hijo mio, ¿y ese milagro de tener por aquí? Me abrazo fuerte. - ¡Ay, abuela no exageres! Siempre te visito, no aquí pero sí en la pastelería. - Sí, sí muchacho. Entra, ¿ya has comido algo? - No, abue. Solo me tome un jugo. - Venga. Nos dirijimos a la cocina, la hermosa cocina que mi abuelo en sus años de juventud había remodelado perfecta para mi abuela. Un cocina de ensueño. Con una vista al gran patio de la casa y una pequeña mesa de estar para tomar el café o demás. Mientras la abuela me preparaba algo de comer… -Abuela… Creo que necesito tu ayuda. Ella volteo su rostro y me dijo: Soy toda oídos cariño. -Ya conoces a Gissele, mi novia… mi inquilina, tú sabes… -¡Claro! ¿Qué sucede con ella? ¡¡¿Ya discutieron Santiago?!! -¡No, no, no! Es que… tengo unas dudas hacía ella. Abuela es una persona de la que no sé absolutamente nada y aunque quise negármelo durante todo este tiempo sé que en el fondo esconde algo. No sé qué, no sé por qué. Siempre que trato de preguntarle sobre su vida me evade de una manera tonta y yo como si nada. No sé el nombre de sus padres, hermanos, ni siquiera donde trabaja. ¡Algo me oculta! Y por su belleza tan angelical, me enamoré al instante de ella y la deje entrar de esta forma a mi vida y es por esa justa razón que ahora no sé qué hacer, porqué también tengo miedo de amar a alguien con quien en realidad no tengo nada en común o quizás alguien que no conozco… o no me ame… - Respire-
  • 27. Mi abuela se sentó al frente mío. -Calmate hijo mío…. Cuando decides tener una relación amorosa con alguien aún no conoces totalmente a esa persona y de eso setrata ese proceso. Conocerse y a medida de eso y amándose cada vez más. Estás en todo tu derecho de sentir estás cosas porqué es la verdad, no sabes nada de ella pero… Solo te doy un consejo: Háblale, pregúntale, hazle saber que necesitas saber de ella, exígele respuestas si de verdad quiere una relación contigo o te ama de verdad. Obviamente el amor es el pasaje a la felicidad de cierta forma, nos llena, nos hace, reímos, vivimos, sentimos, ¿pero y cuándo solo es uno? El amor es de dos. Y aunque parezca muy doloroso cuando esa persona no quiere tenerte en su vida o no hace nada para demostrarte que te ama, no hay un amor. Quizás interés, quizás cariño.
  • 28. “Gissele a esta hora estaba pensando en que si decido llevarte a Rio, qué pasará…” Me la había pasado pensando… Rio. La llevo. Gissele, te amo. Rio. ¿Quién eres, Gissele? Trabajo. Rio y Gissele. Así fueron los siguientes días antes de comentarle del viaje a Rio. Estábamos caminando a casa luego de venir de donde la abuela… -Gissele, ¿vendrías conmigo a Rio durante varios días? -¿Qué? ¿Es en serio? -Sí, claro que lo es. Es un viaje de la empresa en el cual podemos llevar no sé, familiares y demás. Quiero que vengas conmigo. -Pues… Sería genial. -¿En serio? -Sí, ¿por qué no? Estaba confundido y a la vez muy feliz… -Creo que es una oportunidad para conocernos más Santiago y … me he quedado sin trabajo. Lo lamento no tendré para pagarte el alquiler.
  • 29. -No te preocupes por eso. ¿Te despidieron? -Sí, sí… recorte de personal tú sabes. Continuamos por ahí. No tenía la menor idea de lo que estaba haciendo pero había decidido ir a ese famoso restaurante que me había dicho Gissele que trabajaba, sí soy un maldito psicópata… Ah, de eso también trabajo. -Buenas noches señorita… -Ya en la mesa- Quería hacerle una pequeña pregunta, ¿me puede colaborar, por favor? -Sí, claro señor dígame. ¿Desea ordenar algo? -No, no… Estoy bien. Solo estoy averiguando por una amiga, es que me dijeron que trabajaba aquí y quisiera saber si se encuentra o tiene el número de ella. Quisiera contactarla. -¿Su nombre señor? -Gissele… Se llama Gissele. No recuerdo muy bien su apellido. -No, lo lamento señor en este establecimiento no labora nadie con ese nombre. -Y no sabe si laboro o algo parecido. -No señor, la verdad llevo mucho tiempo aquí y jamás he escuchado ese nombre. Lo siento. Me había mentido.
  • 30. “Gissele no era chef” El viaje a Rio iba a ser completamente definitivo y estaba seguro que iba a asegurarme de saber la verdad. No era chef, no trabajo allí, ¿entonces qué más tenía que saber? -¡Te lo dije! –Sofía muy segura de irme a regañar. Te dije que algo ocultaba. -Ok, ya basta. ¡Sí! Tienes razón, y mañana que estemos en Rio me tendrá que contar quién es. –Estaba muy enojado- -Bueno, sin dramas niñita. Mejor vámonos ahí que preparar maletas. Te veo en el aeropuerto mañana. -Ok, descansa bruja. -Me amas- Salió de la oficina riendo.
  • 31. “¡RIO QUÉ HERMOSO ERES!” Aquella noche en el hotel, acabando ella de salir de la ducha la había visto en toalla, con su cabello recogido para que este no se mojara, un poco empapada. Me acerque a ella y ayude a secarla con otra toalla que había cerca. Obviamente tenía sus ojos tiernos clavados en mí. Estaba temblando. Rozaba lentamente sus hombros con la toalla y secaba las gotas de agua que por ahí corrían. Luego le di media vuelta y empecé a secar su espalda suavemente casi sin querer haciéndola que separara sus manos y su toalla cayera a mis pies. Que quedara completamente desnuda ante mí. Seguir pasando la toalla por sus caderas y contar sigilosamente cada uno de sus lunares. Y ver y sentir lo delicada que era su piel. Luego volver hacia delante y muy lentamente comenzar a secar las gotas de agua de su cuello y bajar lentamente por sus senos… Sus perfectos senos. Bajar al abdomen y por último en su entre piernas. Dejar la toalla a un lado y comenzar a besarle cada parte de su cuerpo. Sentir que estaría a punto de hacerle el amor pero que al final solo se convirtiera en un leve toque de nuestros cuerpos idealizados a un beso perfecto, a una noche perfecta, a una acaricia perfecta. Idealizarnos perfectos. -No puedo Santiago, tan solo abrázame. -La abrace como nunca. Y es que abrazarla era como tocar el cielo y las estrellas, era como la eterna felicidad. Y es que ella era mi vida, ahora.
  • 32. “Gissele, casi llega la hora” Habían pasado los primeros 4 días en Rio y aún no era capaz de confrontar a Giselle y decirle que sabía que trabajaba en ningún restaurante y que necesitaba saber quién era ella en verdad, todo a su lado era tan perfecto pero a veces tan aislado y olvidado. No sé si sea del todo bueno saber verdaderamente que ocurre con ella, por qué nunca habla de su vida, familia y trabajo, no lo sé, solo sé que… La amo.
  • 33. El día había amanecido asoleado, estaba completamente perfecto; al abrir los ojos y ver su rostro a mi lado casi olvidaba por qué la había llevado conmigo. Sus mejillas absolutamente perfectas, casi alumbradas por el rayo de luz que entraba por la ventana, y su cabello ni se diga, casi rechinando de belleza; ¡dios! Giselle era tan hermosa que casi creía que estaba soñando… Y era casi un poco de eso; un sueño. -Giselle, amor… Es hora de irnos. Giselle no despertaba y aunque la llame muchas veces, no lo hacía. Llame a Sofía y me fui al centro médico más cercano con Giselle inconsciente. Respiraba. No tenía la menor idea de que le ocurría a Giselle estaba completamente seguro que algo malo le estaba pasando, estaba entrando en pánico y casi ni podía respirar. De pronto, salió un doctor de la sala de urgencias donde tenían a Giselle, como loco corrí hacía a preguntarle qué rayos tenía mi novia… -¡¡¡¿Puede decirme por favor qué le sucedió a mi novia Doctor?!!! -Cálmese, señor. Su novia ya despertó y la pusimos en un estado estable… Ahora voy a mandar las enfermeras a que le tomen unos exámenes de sangre y hagan todos para un estudio…-No lo deje terminar- -¿Por qué se desmayó de esa manera? ¡Parecía muertaaaa! - Creemos que debe ser por las defensas bajas… puede entrar a verla. Ese Doctor no había respondido a mis dudas, estaba furioso. Al abrir la puerta del cuarto donde habían metido a Giselle me di cuenta que la hermosa mujer que tanto amaba estaba conectada a unos aparatos, estaba pálida, de seguro sin fuerzas, conectada a sueros para nutrirla, se veía tan mal que me causaba dolor.
  • 34. Ella abrió los ojos. -Hola, Santi. –Sonrió- lamento el susto que te di, fue imprevisto, - ¿Qué tienes Giselle? ¿Qué es todo esto? -No es fácil Santiago, lo que menos quería era hacerte sufrir, hacerte ir en una dirección equivocada en donde mi presencia no sería completa, en donde no podía entregarte todo lo que querías de mí. No quería Santiago –hablaba con lágrimas- -¿De qué hablas, Giselle?¿Por qué lloras? - Sé que todo esto ha ocurrido rápido, sé que nos enamoramos tan rápido pero es que quizás era lo que estaba esperando y desde el primer día que te vi supe que querría pasar todo esto a tu lado, hasta el final. -¡Basta ya! ¡¡Dime qué ocurre!! -Tengo cáncer. Sentí que el mundo se me había detenido en ese instante cuando ella pronuncio esas palabras. - Hace 2 años vengo luchando con esto Santiago pero ya no puedo más. Todo este tiempo he estado viviendo una fantasía de amor, la más hermosa de todas a tu lado. Fue tan diferente a lo que había sido el resto de mi vida. Por las mañanas trabajaba en un café del centro limpiando mesas y ganándome lo poco para vivir. No tengo familia y mi única familia eras tú. Al menos en eso te convertiste. Tú y la abuela. Cuando no regresaba en las noches, era porque iba a hacerme mis tratamientos-De pronto poco a poco fue quitándose una peluca de la cabeza- Sí, quimioterapia. Supongo que no siempre dan el resultado que esperas, acepte venir a este viaje contigo porqué sabía que al volver sería el fin. Perdóname por arruinarte la vida. Estaba a punto de llorar.
  • 35. -Pero, ¿y por qué mentir acerca del restaurante? ¡Dios mio, Giselle! ¿Por qué no me lo dijiste? -No quería herirte. -¡¡¿Más qué ahora?!! -Perdóname Santiago-lloraba- sé que esto es lo peor que te han podido hace…-la bese- Ese día había sido tan largo que al arrecostar mi cabeza a la cama, luego de que Sofía me convenciera de que tenía que regresarme a dormir, todas sus palabras, la visión de sus lágrimas pasando por su rostro, mi rabia y mis ganas de abrazarla y besarla pasaron por mi mente. Giselle tenía cáncer y no le quedaba muchos días de vida, no podía regresarme a mi ciudad esperando llegar con ella viva, estaba demasiado débil, casi atenida a los aparatos. Y entonces… ¿el amor llega así sin previo aviso y se va de la misma forma?
  • 36. “Giselle, note vayas…” Habían pasado 2 días luego de todo eso, Giselle se había sometido a estudios y pequeños tratamientos para tratar de asegurarle un poco de tiempo más viva. Sentía que esto no podía estar pasándome a mí… Pero era cierto. -Sonó mi celular- -Sí, hola. -¿Señor Santiago? -Sí, con él. ¿Quién habla? -Señor Santiago hablamos de la Clínica, es la señorita Giselle… Está muriendo. Mi mundo se detuvo.
  • 37. Al llegar a la puerta de la habitación con una flor en mis manos, me detuve a pensar si esta será la última vez que la vería con vida, respiré hondo y entre. Al entrar Giselle me recibió con una enorme sonrisa en su rostro; pensé que sin importar que no tuviera cabello, o que aunque estuviera ahí casi moribunda en esa horrible cama, para mí era la mujer más hermosa de todas. -Viniste, amor. -Claro, lo más rápido que pude. ¿Cómo estás preciosa mía? -Feliz. -¿Feliz? Me alegra escuchar eso, ¿podrías decirme el porqué de tu felicidad? -Santiago… no sé si puedas entenderme o quizás puedas perdonarme; A veces, conocemos personas que llegan a nuestras vidas sin un previo aviso, a veces nos enamoramos tan alocadamente que no nos interesa el resto, lo único que interesa es el ahora que estás viviendo. Cuando te conocía sentí que estaba viviendo, sentí que había encontrado a alguien con quien poder hablar desde lo más ridículo hasta lo más maduro. Sentí que estaba viviendo mi felicidad, como siempre la quise. Santiago, pensé que serías el hombre perfecto y no me equivoque y estaba segura que el haberme acercado había sido mi mejor regalo. Fue casi tan perfecto que también me amaras y creo que fue lo que me dio ánimo para continuar, tu sencillez, tu delicadeza, tu ternura, tus besos, tus abrazos… Santiago, eras todo. Por eso no quería hacerte sufrir. Por eso me demoré en dejarte creer que te amaba. Pero te amaba, te amaba Santiago. Te amaba, te amo como a nadie en este universo y es preciso decir que te amaré luego de morir. No trates de hacerme feliz en este último momento, solo prométeme que serás feliz por el resto de tu vida, sin mí… -Trate de interrumpirla pero no me dejo- Déjame terminar, por favor. Quizás mañana encuentres a alguien que sepa amarte más que yo, alguien con quien sí puedas pasar el resto de tu vida. Tener hijos, casarte… Como fuera querido ser yo, pero así es la vida Santiago. Aprendí que las mejores cosas vienen en paquetes especiales y que a su debido tiempo hay que abrirlos, sin apresurarse.
  • 38. A veces nos falla la vida, nos falla el tiempo pero nadie tiene la culpa. Así es la vida. Unos morimos temprano porqué así quiso el destino hacerlo, pero el tuyo Santiago es ser feliz, sé feliz amor mío. -Ya a estas alturas no tenía más que lágrimas en mis ojos- Sé feliz y has siempre sonreír a la abuela, sé cuánto la amas y ella a ti y lo único a lo que no puedes negarte es a vivir, ser feliz y amar. Ama Santiago, ama por favor. En ese momento Giselle tuvo una crisis…
  • 39. Fue la última vez que la vi con vida.
  • 40. Casi sin darnos cuenta perdemos a esos seres que tanto hacen de nuestra vida un eterno paraíso. Los perdemos por equis razones, pero ese instante en donde fuiste completamente feliz no tiene ningún tipo de comparación. Giselle me enseño lo que era la felicidad, el verdadero amor. Fue mi muñeca de porcelana. Aunque el tiempo no fue nuestro amigo, la amé y la amaré siempre. Estaba en mi vuelo para regresarme a casa, la abuela aún no sabía nada de la muerte de Giselle y estaba absurdamente exhausto. Había terminado de leer la última página de mi libro favorito que por cierto decía así: “Y aquí estamos querida, en frente del mar, conociendo el océano como si fuera nuestro último día de vida. Estamos sonriendo, estamos los dos. -Le agarré la mano a mi querida esposa y la lleve a caminar; casi podíamos tocar el agua”. Agarré un memo de entre mi agenda y escribí. “Giselle, no eres eterna pero sí por siempre mi princesa”.