El documento analiza la aprobación del Tratado sobre Comercio de Armas por parte de la ONU y las motivaciones e intereses detrás de los votos a favor y en contra. Resalta que Estados Unidos es el mayor exportador y beneficiario del comercio mundial de armas y que usa la construcción de amenazas para justificar mayores ventas que sustentan su economía. También destaca que los países que votaron en contra, como Irán y Siria, son objetivos de agresiones por parte de Estados Unidos y sus aliados.
1. Armas, la construcción de enemigos para sostener el sistema
24/05/13 Por Facundo Escobar y Martina Gennuso
El Complejo Militar-Industrial es uno de los pilares de la economía de
los EE.UU. Ese país absorbe tres cuartas partes del comercio mundial
de armas. Según el New York times, la venta de armas de EE.UU. al
extranjero durante 2011 triplicó las ventas de 2010, llegando a 66,3
billones de dólares. Según el Servicio de Investigación del Congreso
de los EE.UU., durante 2011 se concretó una transacción comercial
record con Arabia Saudita que alcanzó los 33,4 billones de dólares,
donde se incluyeron una docena de helicópteros Hapache. Le siguió
India, con acuerdos por 6,9 billones de dólares
La Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU)
puso a votación el Tratado sobre Comercio de Armas (TCA). Luego de
casi 7 años de negociaciones, el TCA fue votado por la presión
ejercida por un grupo de delegaciones impulsadas por EE.UU. Dado
que el Tratado debe ser aprobado por consenso, la propuesta fue
bloqueada por los votos negativos de Irán, Siria y la República
Popular Democrática de Corea. Se trata del primer tratado
internacional puesto a votación sin que la mayoría de sus partes haya
sido discutida. El pacto propuesto facilita el control del mercado de
municiones y material bélico por parte de las potencias occidentales,
y omite la prohibición de transferencias internacionales de armas a
individuos, grupos e instituciones que no están autorizados por los
gobiernos del Estado receptor, constituyendo un nuevo capítulo de la
Guerra de Cuarta Generación que está en marcha, conducida por la
gran potencia imperial de los EE.UU.
El tratado que pretende regularizar el multimillonario comercio de
armas convencionales obtuvo 154 votos a favor, tres en contra (Irán,
Siria y Corea del Norte) y 23 abstenciones. Fue impulsado por las
principales potencias occidentales quienes a la vez son los principales
beneficiarios en el comercio mundial de armas y protagonistas de las
2. guerras perpetuas alrededor del mundo, entre ellos EE.UU., Francia y
Gran Bretaña.
Los países que votaron en contra o se abstuvieron, sin embargo,
tuvieron un papel muy activo en las discusiones previas, y están a
favor de la regulación del comercio ilegal de armas. El embajador de
Siria ante el organismo internacional, Bashar Yafari, emitió su voto
negativo y argumentó que el TCA aprobado salvaguarda los intereses
de los países que controlan y se benefician del Complejo Militar-
Industrial. Destacó que el acuerdo no prohíbe la venta de armas a
sectores no estatales y terroristas articulados por la llamada
“Coalición Nacional Siria” que opera desde el exterior de Siria y al
Ejército Libre Sirio, que operan en su país buscando destruir la
República Árabe Siria y el gobierno de Bashar Al Assad. El tratado
busca obstaculizar el acceso de algunas naciones al armamento
necesario para “defender los derechos inalienables de los pueblos
cuyo territorio está siendo ocupado por una potencia extranjera”.
Yafari, hace referencia a uno de los elementos de la Guerra de Cuarta
Generación, donde el énfasis es puesto en la utilización de fuerzas
militares “no estatales” (es decir paramilitares), donde se empelan
tácticas de desgaste propias de las guerrillas. Es el caso de los
escenarios plantados en Libia poco tiempo atrás, y actualmente en
Siria y distintos países de África central. No casualmente, el
Departamento de Defensa de los EE.UU. es el principal contratista de
mercenarios. Su presupuesto destinado a esos gastos se incrementó
en cerca de un 100 % entre el 2000 y el 2005. Según afirma Jorge
Beinstein en su artículo La ilusión del metacontrol imperial del caos.
La mutación del sistema de intervención militar de los Estados Unidos
y sus consecuencias para América Latina “El horizonte objetivo de
dicha estrategia no es el establecimiento de sólidos regímenes
vasallos, ni ocupaciones militares duraderas para controlar territorios
de manera directa sino más bien desestabilizar, quebrar estructuras
sociales, identidades culturales, degradar o eliminar dirigentes. Las
experiencias de Irak y Afganistán (y México) y más recientemente las
de Libia y Siria confirman esta hipótesis.”
Por su parte, el representante adjunto de Irán ante la ONU, Qolam
Husein Dehqani, repudió la aprobación apresurada del TCA, según
reprodujo la cadena Hispan TV y recordó que Irán tuvo un rol muy
activo en la discusión de los borradores pero que nada de eso ha sido
tenido en cuenta. Enfatizó que el acuerdo beneficia a los Estados
exportadores de armas y no toma en cuenta los intereses de los
países importadores y sus derechos a la defensa soberana.
Las abstenciones provinieron de Rusia y los países integrantes de la
Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), tales
como Cuba, Bolivia y Ecuador quienes esgrimieron duras críticas al
3. TCA. El representante cubano ante la ONU, Rodolfo Reyes, recalcó
que “un grupo de delegaciones” forzó una decisión ante la Asamblea
General y que el Tratado, repleto de “ambigüedades, inconsistencias,
indefiniciones y vacíos legales” no fue aprobado con el consenso
necesario. Aseguró que “Se ha impuesto el enfoque no compartido
por Cuba: la adopción de un tratado a cualquier precio, aun cuando
no tome en cuenta los intereses de todos los estados”. En
consonancia con los representantes de Irán, Siria y Corea del Norte,
Reyes sostuvo que el Tratado privilegia a los Estados exportadores
“para evaluar a discreción el comportamiento de los importadores
sobre la base de un listado de criterios subjetivos e imprecisos que
pueden ser objeto de abusos y manipulación por razones políticas”.
El bloqueo de la aprobación del Tratado por parte de Irán, Siria y
Corea del Norte hizo decir a Anna Macdonald, de Oxfam Internacional
(una ONG que impulsa el Tratado), que su aprobación es sólo
“cuestión de tiempo”. Estas declaraciones deberían ser vistas a la luz
de que justamente los países que votaron en contra vienen siendo
asediados o agredidos directamente por el Imperio. Quizás,
Macdonald esté sugiriendo que hay que “terminar” con esos países.
Nada muy alejado de la realidad si observamos los sucesos sobre el
terreno, donde Corea del Norte está siendo asediada directamente
por importantes fuerzas militares lideradas por EE.UU., Siria lucha
por defender su integridad ante las operaciones de los mercenarios
desde hace dos años, e Irán resiste el hostigamiento en varios frentes
simultáneos desde la misma Revolución Islámica.
La articulación entre el negocio de las armas, la guerra y las
amenazas a la “seguridad global”
Desde EE.UU. -principal impulsor del TCA- , el secretario de Estado
John Kerry sostuvo que el acuerdo ayudará a “reducir el riesgo de
que la transferencia internacional de armas convencionales sea
utilizada para perpetrar los peores crímenes mundiales”. En estas
declaraciones, el responsable de la cartera de relaciones exteriores
estadounidenses parece no tener en cuenta que su propio país ha
lanzado invasiones y ocupaciones militares en distintos puntos del
planeta, donde las masacres y el flujo de armas son inmensos. Según
un reciente informe de Linda Bilmes y Joseph Stiglitz de la
Universidad de Harvard, las guerras que está llevando adelante
EE.UU. en Irak y Afganistán desde hace más de 10 años han costado
ya más de 6 trillones de dólares y según distintas fuentes, más de 1
millón de muertos.
El Complejo Militar-Industrial es uno de los pilares de la economía de
los EE.UU. Ese país absorbe tres cuartas partes del comercio mundial
de armas. Según el New York times, la venta de armas de EE.UU. al
extranjero durante 2011 triplicó las ventas de 2010, llegando a 66,3
4. billones de dólares. Según el Servicio de Investigación del Congreso
de los EE.UU., durante 2011 se concretó una transacción comercial
record con Arabia Saudita que alcanzó los 33,4 billones de dólares,
donde se incluyeron una docena de helicópteros Hapache. Le siguió
India, con acuerdos por 6,9 billones de dólares, país que acumula
compras de armas a los EE.UU. por $8 billones de dólares entre 2008
y 2013, y proyecta incrementar sus compras, alcanzando 100 billones
de dólares durante el resto de la década. Emiratos Árabes Unidos
adquirió un escudo antimisiles que incluye radares, valuado en 3,49
billones de dólares, y 16 helicópteros Chinook por 939 millones de
dólares. Por su parte, Oman adquirió 18 aviones de combate F-16,
por el valor de 1,4 billones de dólares.
Solamente en 2011, el Departamento de Defensa aseguró haber
gastado 100 billones de dólares en contratos con 5 de las mayores
empresas armamentísticas -Lockheed Martin, Boeing, General
Dynamics, Raytheon, and Northrop Grumman. El Instituto
Internacional de Estudios Estratégicos, con base en Londres, estima
que el gasto militar anual de los EE.UU. es mayor a 1 trillón de
dólares.
El gobierno de los EE.UU. ha anunciado desde la palabra y lo ha
demostrado desde la acción, que el “pivot estratégico” en la región
Asia-Pacífico es ahora central en su política exterior, particularmente
en el espacio del sudeste de Asia, esto es, China. El término “pivot
estratégico” proviene del padre de la geopolítica británica, Sir Halford
Mackinder, quien se refirió a China y la Unión Soviética como
“poderes pivot”, quienes de acuerdo a su posición geográfica y
geopolítica suponían un
desafío para la hegemonía anglosajona y particularmente luego de
1945, a la hegemonía estadounidense.
5. A finales de 2011, con el evidente (y ya inocultable) fracaso de
Afganistán e Irak, el gobierno de los EE.UU. definió una nueva
amenaza dentro de su doctrina militar. Durante su visita a Australia,
país que participa activamente de toda aventura militar
estadounidense, el mandatario estadounidense reveló algunos
elementos de la nueva “Doctrina Obama” al decir: “He ordenado a mi
equipo de seguridad nacional que hagan de nuestra misión en Asia-
Pacífico una máxima prioridad…Dedicaremos los recursos necesarios
para mantener nuestra fuerte presencia militar en esta
región…Sostendremos nuestra extraordinaria habilidad para proyectar
nuestro poder y disuadir cualquier amenaza contra la paz…Nuestros
intereses en la región demandan nuestra presencia en la región…Los
Estados Unidos son un poder del Pacífico, y estamos aquí para
quedarnos”.
Por su parte, el Secretario de Defensa británico, Phillip Hammond -
reafirmando esta idea- declaró en julio de 2012 que este nuevo
movimiento de los EE.UU. en la región Asia-Pacífico apunta
principalmente hacia China.
Hoy en día, China, dada su dinámica de crecimiento económico, su
influencia regional e internacional, y su determinación soberana
respecto a sus intereses nacionales, se está transformando quizás en
parte de la nueva “imagen del enemigo” construida por Occidente.
Esto nada tiene que ver con posibles agresiones de parte de China,
sino más bien con que el gigante asiático se ha transformado en una
potencia independiente en la economía y la geopolítica mundial, con
un alto grado de filtración e influencia en el sistema financiero y la
economía del país norteamericano.
Un elemento clave para entender el actual conflicto en la península de
Corea y el empeñado hostigamiento contra Corea del Norte, nos lo
provee Fred Downey, nada menos que el vicepresidente de la
Asociación de Industrias Aeroespaciales, organismo que cuenta entre
sus miembros a distintos proveedores de armamento militar del
Pentágono, como Lockheed Martin Corp., Boeing Co. y Northrop
Grumman Corp. Downey declaró que la estrategia del pivot “resultará
en un crecimiento de las oportunidades para nuestra industria, al
ayudar a equipar a nuestros amigos”. Aviones de guerra, sistemas
anti misiles y otros costosos armamentos, representan el significativo
crecimiento del comercio de armas en los países vecinos de China y
Corea del Norte aliados de EE.UU. , donde actualmente se desarrolla
el gran despliegue militar imperialista y la intensa campaña para
construir a Corea del Norte como una amenaza a la seguridad global.
Asimismo, la Agencia de Cooperación de Seguridad y Defensa de los
EE.UU. aseguró a Reuters que las ventas de armamento a los países
dentro del área de acción del Comando del Pacífico del Ejército de los
6. EE.UU. alcanzaron 13,7 billones de dólares durante 2012, creciendo
en un 5.4 % respecto al año anterior.
El Departamento de Defensa de los EE
.UU. anunció el pasado miércoles que ha sido aprobada la venta de
aviones de combate de última generación a Corea del Sur, país que
en la actualidad se encuentra hostigando a Corea del Norte junto con
fuerz
as militares estadounidenses, británicos y australianos desde febrero
con el inicio de los ejercicios militares “Key Resolve” y “Foal Eagle”
cercanos a la frontera norcoreana en clara maniobra intimidatoria y
provocativa. Corea del Sur pretende adquir
ir 60 aviones Lockheed Martin F-35 Stealth Fighter o Boeing Co’s F-15
Silent Eagle Fighter, ofreciendo pagar hasta 7.43 billones de dólares
durante la primera mitad de 2013.
En su nota “Crece ventas de armas de los Estados Unidos a Asia a
costa del pivot del Pacífico”, Jim Wolf informa que Japón ha
establecido un acuerdo de 5 billones de dólares para reemplazar sus
viejos aviones F-4 por los modernos F-35. Singapur también
considera adquirir dichas naves de combate, que compiten con el
Eurofighter Typhoon y el F-15 de Boeing.
El mercado interno de armas en EE.UU. no se queda atrás. Según un
informe de The Guardian (16/04/2012), este mercado ha generado
desde 1999 hasta la actualidad, 3,5 billones de dólares promedio por
año. Circulan en EE.UU. 270 millones de armas, lo que equivale a una
tasa de 88,8 armas por cada cien habitantes, ocupando así la primera
posición (de un total de 25 países) por el número de armas por
cabeza. En 2011, una encuesta de la firma Gallup reveló que 47% de
los norteamericanos contaba con al menos un arma en su casa. En
diciembre de 2012, ante el anuncio de medidas restrictivas que
realizaría el vicepresidente Joseph R. Biden Jr. para paliar la violencia
armada, se registró un incremento en el pedido de permisos para
portación de armas del 58,6 % respecto al mismo período del año
anterior, llegando a 2,2 millones en un mes.
La circulación de armas evidentemente constituye un gran negocio.
Según datos de 2011, EE.UU. concretó el 79,4 % de las transacciones
mundiales de armas. En segundo lugar se ubican Rusia con 5,7 % y
Francia con el 5,2 %. China, que en 2012 ha incrementado
intensamente su participación en la venta de armas, en 2011
concretó el 2,5 %. Corea del Sur llevó adelante el 1,9 % de las
transacciones. Le siguen Italia, Ucrania, Turquía, España, Reino Unido
e Israel, que en conjunto representan el 5,2 %.
7. El rol de EE.UU. es casi excluyente. Actualmente el Complejo Militar-
Industrial norteamericano (en torno del cual se reproducen los de sus
socios de la OTAN) representa una de las maquinarias de producción
más grandes del planeta. Tal como lo ha expuesto Jorge Beinstein, en
su larga marcha ascendente, este Complejo se constituyó como “área
de convergencia entre el Estado, la industria y la ciencia…se fue
expandiendo desde mediados de los años 1930 atravesando
gobiernos demócratas y republicanos, guerras reales o imaginarias,
períodos de calma global o de alta tensión.” Si bien negocio de las
armas no ha dejado de crecer con gran fuerza desde la década de
1990, el Complejo está en decadencia. Lo evidencia su cada vez
mayor burocracia, su creciente contribución al déficit fiscal y por
consiguiente al endeudamiento del Imperio, la corrupción ha
penetrado en todas sus actividades y ha dejado de ser el gran
generador de empleos como en otras épocas, cuando existía el
keynesiamismo militar como eficaz estrategia anti-crisis. A su vez, su
eficacia militar también es declinante, tal como ha quedado
demostrado en el Líbano durante la guerra de los 30 días, en las
guerras contra la Franja de Gaza, en Irak o en Pakistán.
Aunque innegablemente en declinación, aun así, el militarismo sigue
siendo el instrumento privilegiado de la estrategia imperialista, con
mutaciones, con búsqueda incansable de puntos de fuga. En su
artículo Autodestrucción sistémica global, insurgencias y utopías
Jorge Beinstein expone que “Presenciamos actualmente en los
Estados Unidos la integración de negocios entre la esfera industrial-
militar, las redes financieras, las grandes empresas energéticas, las
camarillas mafiosas, las ‘empresas’ de seguridad y otros actividades
muy dinámicas conformando el espacio dominante del sistema de
poder imperial”. Pero junto a la decadencia general, coexiste la
exacerbación de la agresividad militarista del Imperio y la
consiguiente amenaza de destrucción de la humanidad. El Imperio y
8. sus elites, en su dinámica de depredación del mundo, de su
“caotización”, son la expresión de un fenómeno más amplio de
autodestrucción sistémica. Estos elementos, la autodestrucción y la
fuga hacia adelante, hacia la barbarie guerrerista, podrían llegar a ser
perfectamente compatibles, podrían convivir, extendiéndose en el
tiempo prolongando la caotización del mundo. Entonces, si bien uno
de los escenarios previsibles de la superpotencia es su desintegración
más o menos caótica, también deberíamos agregar otro escenario no
menos previsible de declinación sanguinaria, guerrerista, tal como lo
vienen demostrando tanto en su estrategia de intervención militar
descentralizada (Siria, Libia, África), en las invasiones de Afganistán e
Irak, en sus matanzas en Pakistán o en Yemen, como en su
amenazas de intervención abierta y directa, como en la Península de
Corea.
Allí se presenta uno de los más recientes escenarios de guerra
planteado por las potencias del Imperio. Allí, junto al despliegue de
increíbles fuerzas de invasión y destrucción, donde se pone en
marcha el empleo intenso del sistema mediático como parte de la
Guerra de Cuarta Generación, abarcando a la llamada “opinión
pública global” para construir a Corea del Norte como gran “enemigo
de la seguridad global”, deberíamos poder ver que se constituye otro
capítulo de las tentativas desesperas e inútiles de preservación del
sistema, que aunque inútiles, podrían generar grandes calamidades
para la humanidad. Allí, deberíamos poder denunciar que se pone en
funcionamiento un complejo mecanismo de solidaridades imperiales y
silencios atroces, que nada tiene que ver con los pueblos del mundo,
y todo que ver con la supervivencia del sistema capitalista, su
estructura depredadora, el Complejo Militar-Industrial y por lo tanto,
el poder del Imperio.
EcoPortal.net
PIA
http://www.noticiaspia.com.ar