Raúl Zibechi
La Jornada 7 febrero 2015
Aunque resulta indudable que vivimos un periodo turbulento y, por tanto, opaco y confuso, la diversificación de los puntos de observación y análisis necesarios para comprenderlo no debería dejar de lado principios éticos sin los cuales la actividad para cambiar el mundo pierde sentido. Las modas intelectuales, así como las ilusiones en la evolución gradual del sistema, poco ayudan para guiarnos en la turbulencia.
1. Mirar la realidad de frente para cambiarla
Raúl Zibechi
La Jornada 7 febrero 2015
Aunque resulta indudable que vivimos un periodo turbulento y, por
tanto, opaco y confuso, la diversificación de los puntos de
observación y análisis necesarios para comprenderlo no debería dejar
de lado principios éticos sin los cuales la actividad para cambiar el
mundo pierde sentido. Las modas intelectuales, así como las ilusiones
en la evolución gradual del sistema, poco ayudan para guiarnos en la
turbulencia.
Una de esas modas es la geopolítica. No son pocos los que buscan
atajos que nos evitarían los inevitables dolores de esta etapa. Los
BRICS forman parte de la nueva realidad multipolar y caótica,
llamados como están a desplazar a las potencias del Norte (Estados
Unidos, Unión Europea y Japón) como centros excluyentes del
sistema-mundo. Sin embargo, los países llamados emergentes
encarnan formas y modos de gestión del capitalismo diferentes al
modelo anglosajón, pero tan capitalistas como éste.
Si nos congratulamos de la transición en curso hacia un mundo
multipolar, es en la convicción de que el caos sistémico y la
multiplicidad de poderes son caldo de cultivo para la lucha
antisistémica. Ni más ni menos.
Las miradas gradualistas no toman en serio que vivimos bajo varias
guerras. Los 70 años transcurridos desde el fin de la Segunda Guerra
Mundial parecen haber convencido a muchos analistas de que las
guerras se han extinguido, cuando son el modo habitual del
capitalismo en su fase extractiva y de acumulación por despojo/robo.
El análisis zapatista sobre la cuarta guerra mundial del capital contra
los pueblos ayuda a comprender las agresiones que sufren los de
abajo en todo el mundo, desde las guerras de aniquilación abiertas,
como en Medio Oriente, hasta las guerras silenciosas, que el modelo
2. extractivo descarga sobre los pueblos para instalar minas a cielo
abierto, monocultivos y represas hidroeléctricas, por mencionar los
casos más frecuentes.
Hay guerras económicas, monetarias, por el control de las fuentes de
agua; guerras contra las mujeres y los niños y niñas, en fin, el más
diverso tipo de agresiones sistemáticas y sistémicas contra los más
diversos pueblos y sectores sociales.
José Luis Fiori, profesor de política económica en la Universidad
Federal de Río de Janeiro y coordinador del grupo de investigación
Poder Global y geopolítica del capitalismo, esboza una mirada distinta
de la economía actual. Debemos comenzar por el análisis y
comprensión de cómo funcionan los mercados internacionales, que se
parecen más a una guerra de movimientos entre fuerzas desiguales
que a un intercambio entre unidades iguales y bien
informadas (página13.org.br, 30/1/15).
Inspirado en el historiador Fernand Braudel, Fiori considera que
estados y capitales actúan en esa guerra asimétrica como grandes
predadores en la lucha por el control monopólico de posiciones de
mercado, innovaciones tecnológicas y lucros extraordinarios.
Las consideraciones anteriores (mercados como guerras de
posiciones, estados/capitales como predadores) son más consistentes
que considerarlos herramientas casi neutrales que pueden ser
utilizadas por clases, razas, géneros y etnias en su beneficio.
Posiciones de este tipo tienden a desarmar a los de abajo en este
periodo en el que no pueden ni deben confiar en otra cosa que no
sean sus propias fuerzas y capacidades.
Quisiera agregar tres ideas que Fiori viene esbozando en sus artículos
periodísticos y en las que se explaya en su último libro História,
estratégias e desenvolvimento: para uma geopolítica do
capitalismo (Boitempo, São Paulo, 2014).
La primera se relaciona con China, pero puede aplicarse a todos los
BRICS. “El poder es siempre expansivo (….) Fue así en cualquier
tiempo y lugar, durante toda la historia de la humanidad,
independiente de la existencia de economías de mercado, y mucho
antes de la existencia del capitalismo” ( Outraspalavras, 25 /4/13).
Nos alerta sobre la creencia de que Rusia, o China, puedan ser y
hacer algo muy distinto de lo que ya conocemos. No son fuerzas
anticapitalistas.
La segunda se relaciona con la economía; dice que ésta se subordina
a los objetivos de larga duración de los estados. Las políticas
económicas de los países varían en el espacio y en el tiempo, y su
3. éxito o fracaso depende de factores externos a la propia política
económica, y no a la verdad o falsedad de sus premisas
teóricas (Carta Maior, 27/11/14).
Afirma que es inútil buscar políticas económicas de izquierda. Se trata
de tener en cuenta los objetivos en función de los cuales los estados
adoptan diversos lineamientos económicos. Tiene la virtud que nos
aleja del economicismo dominante en las izquierdas, los progresismos
y muchos movimientos sociales. En todo caso, esa premisa no
debería ser adoptada al pie de la letra por los movimientos
antisistémicos, porque es la ética la que preside su accionar.
Por último, tiene una mirada muy clara de la política de Estados
Unidos. Recuerda que fue Nicholas Spykman el teórico geopolítico
que tuvo mayor influencia en la política exterior estadunidense en el
siglo XX. Dividía el subcontinente latinoamericano en dos partes. La
parte norte incluye hasta Centroamérica, el Caribe, Venezuela y
Colombia, que deben permanecer en absoluta dependencia de
Estados Unidos.
El resto de Sudamérica cuenta con tres estados, como Brasil,
Argentina y Chile, que pueden amenazar la hegemonía imperial si
actúan en común, amenaza que debe ser respondida a través de la
guerra. Fiori considera que el problema no es el imperio, sino en este
caso la región y, muy en concreto, su propio país: Brasil. Estos son
los términos de la ecuación y la posición estadunidense fue siempre
muy clara. Lo mismo no se puede decir de la política exterior
brasileña (Sin Permiso, 30/03/14).
Nada ganamos culpando al imperio de nuestras debilidades. Es
imposible cambiar al enemigo. La pelota está en nuestro campo y
sólo nos sirve mirar la realidad de frente.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2015/02/06/index.php?section
=opinion&article=019a1pol