"Cien Días vistos por Cinep n.° 93: el campo de la paz"
Y qué esperaban
1. ¿Y QUÉ ESPERABAN?. Análisis al cumplirse el primer año del TLC
Colombia - Canadá
Por Emilio Sardi
El País, 5 de septiembre de 2012
Al cumplirse el primer año del TLC con Canadá, analistas y empresarios se han
sorprendido porque ese tratado está beneficiando más a Canadá que a
Colombia. La verdad es que lo sorprendente es su sorpresa. Dados la
inveterada falta de seriedad en la negociación de nuestros tratados comerciales
y los pésimos resultados de los que tenemos, ¿qué esperaban? Basta revisar
el comportamiento de los tratados ya existentes para saber lo que era de
esperar de este TLC, que puede ser mejor que lo que se debe esperar de los
que vienen.
En 2004, cuando el Ministro de Comercio de esa época afirmaba que el
acuerdo con Mercorsur multiplicaría por diez nuestro comercio con ese bloque,
manifesté mi temor de que ese fuera efectivamente el resultado y nuestro
déficit se multiplicara por diez. Para allá vamos. En 2004 teníamos con ellos
una balanza comercial desfavorable de US$1.063 millones. En 2011 el déficit
llegó a US$3.044 millones, pero porque nuestras exportaciones incluyeron
ventas de US$1.076 millones de petróleo y sus derivados, las cuales hasta
cualquier ministro de Comercio entiende que se hacen sin necesidad de
tratados. Sin ellas, el déficit actual ya es cuatro veces el de 2004.
En 1995, cuando existía el Grupo de los Tres, teníamos con México un déficit
2. de US$379 millones. En 2006, cuando el tratado era bilateral y se aplicaba la
última etapa del programa de desgravación, el déficit comercial fue US$1.616
millones. En 2011, el déficit ya superó los US$5 mil millones, pues importamos
US$6.059 de México y sólo le exportamos US$705 millones.
Colombia ha adelantado las ‘negociaciones’ de todos sus tratados sin estudios
serios que de verdad establezcan y sustenten los intereses estratégicos del
país. Todas se han basado en conceptos generales, nebulosos, sobre teóricos
beneficios del comercio internacional. Cuando han tenido algún interés claro,
ha sido el de algún grupo pequeño pero influyente (generalmente de
compañías extranjeras). Y el problema de fondo es que cuando los tratados de
comercio se pactan sin tener en cuenta las asimetrías y las diferencias entre
las economías, permitiendo aperturas generalizadas -así sean graduales- y sin
políticas de apoyo y protección eficaz para sectores estratégicos, siempre
benefician más al país más sólido, diversificado y previsivo.
Es bueno que analistas y empresarios se vayan agarrando de los calzones
ante lo que se les viene con los TLC que se están firmando y, sobre todo, con
la ejecución del TLC con EE.UU. El único estudio medianamente serio que se
hizo aquí sobre el impacto total de éste fue uno de Planeación Nacional que
mostraba que, sin tomar en cuenta los daños causados por cláusulas no
comerciales, el crecimiento de la producción local sería virtualmente nulo, se
generaría un incremento creciente en el déficit comercial, se disminuirían
fuertemente los ingresos fiscales y solamente dos sectores productivos podrían
crecer mientras todos los demás caerían.
A un país aquejado por la enfermedad holandesa se le está echando el
combustible de TLC firmados sin estudios ni objetivos serios, que sirven los
intereses extranjeros y no el interés nacional. En medio del deterioro de su
industria y su agro, Colombia debe reconocer lo que le viene pierna arriba y
cambiar un modelo económico que no genera empleo. Quizás así se salve
algo. O por lo menos, alguien no pregunte en unos años: ¿Y qué esperaban?