2. No hay mayor símbolo del poder de Noxus que Darius, el guerrero más temido y
más curtido en batallas de toda la nación. Tras quedarse huérfano cuando era
pequeño, Darius tuvo que luchar para sobrevivir. Lo hacía no sólo por él, sino
también por su hermano pequeño. Cuando se unió al ejército, ya había
desarrollado la fuerza y la disciplina de un soldado veterano. La primera prueba de
verdad de la determinación de Darius llegaría en una batalla crucial contra
Demacia, en la que las fuerzas noxianas estaban agotadas y superadas en número.
El capitán de Darius ordenó a sus tropas que se retirasen, pero Darius se negó a
aceptar semejante acto de cobardía. Saliéndose de la formación, Darius avanzó
hacia el capitán y lo decapitó con un solo movimiento de su gigantesca hacha.
Aterrados y motivados por igual, los soldados siguieron a Darius a la batalla y
lucharon con increíble fuerza y fervor. Tras una larga y cruenta batalla, al final
acabaron alzándose con la victoria.
3. Como leal guardián de Demacia, todo el mundo
esperaba que Taric fuera un modelo de dedicación
abnegada y centrada en los ideales de rey y país.
Aunque siempre se consideró un protector, en ningún
momento puso límites sobre a qué o quién proteger;
podía tratarse de un ideal, una obra de arte, o la vida
de un desconocido. Todo tenía su valor. Todo tenía su
belleza.
4. Como líder de un clan secreto de guerreros místicos, Shen sirve
como el Ojo del Crepúsculo, a quien se le confía imponer el
equilibrio en el mundo. Con el anhelo de librarse de la confusión
de las emociones, el prejuicio, o el ego, Shen lucha
continuamente, con su hoja espiritual en mano, por caminar por
el desconocido sendero del juicio impasible.
Como un enigma para el sombrío reino de los espíritus, así como
para los territorios del hombre mortal, Shen no pertenece a
ninguno. En su interior existe una inquieta fusión de alma
humana y poder arcano. En ambas zonas se le considera como
alguien a quien temer. Shen es inflexible. Es constante. Responde
únicamente a su propósito.
5. Deshonrado, se entregó voluntariamente, preparado para pagar dicho error
con su vida. Sin embargo, se quedó de piedra cuando supo que no se le
acusaba por negligencia, sino del propio asesinato. Pese a su consternación y
a estar consumido por la culpa, sabía que si no hacía nada el verdadero
asesino se quedaría impune. Yasuo alzó la espada contra su propia escuela y
se abrió camino a mandobles hasta la libertad, sabiendo que con su traición
estaba volviendo a toda Jonia en su contra. Completamente solo por primera
vez en su vida, se dispuso a encontrar a quien realmente mató al Anciano.
Yasuo pasó los años siguientes vagando, intentando encontrar alguna pista
que le condujese al asesino. Durante todo ese tiempo, sus antiguos aliados
seguían tras él, forzándolo constantemente a luchar o morir. Su misión lo
hacía seguir adelante, hasta que un día fue descubierto por el enemigo al que
más temía: su propio hermano, Yone.