1. Eilen Citalán Enríquez Reporte 3
EL ALTAR FAMILIAR
-‐ Todos los que contraen relaciones matrimoniales con un propósito santo
el esposo para obtener los afectos puros del corazón de una mujer, y
ella para suavizar, mejorar y completar el carácter de su esposo-
cumplen el propósito de Dios para con ellos.
-‐ El amor divino que emana de Cristo no destruye el amor
humano, sino que lo incluye. Lo refina y purifica; lo eleva y lo
ennoblece. El amor humano no puede llevar su precioso fruto
antes de estar unido con la naturaleza divina y dirigido en su
crecimiento hacia el cielo. Jesús quiere ver matrimonios y
hogares felices.
-‐ En la relación matrimonial se da un paso muy importante: la
fusión de dos 87 vidas en una.... Concuerda con la voluntad de
Dios que el hombre y su esposa estén unidos en su obra, para
realizarla con integridad y santidad.
-‐ Dios quiere que el hogar sea el lugar más feliz de la tierra, el
mismo símbolo del hogar celestial. Mientras llevan las
responsabilidades matrimoniales en el hogar, y vinculan sus
intereses con Jesucristo, apoyándose en su brazo y en la
seguridad de sus promesas, ambos esposos pueden compartir
en esta unión una felicidad que los ángeles de Dios elogian.
-‐ Dios ordenó que hubiese perfecto amor y entre los que asumen
la relación matrimonial. Comprométanse los novios, en presencia
del universo celestial, a amarse mutuamente como Dios ordenó
que se amen
-‐ Para comprender lo que es en verdad el matrimonio, se requiere
toda una vida. Los que se casan ingresan en una escuela en la
cual no acabarán nunca sus estudios.
-‐ No dejéis penetrar el desacuerdo en vuestra vida conyugal. De lo
contrario seréis desdichados ambos. Sed amables en vuestras
palabras y bondadosos en vuestras acciones; renunciad a
vuestros deseos personales.
-‐ La simpatía y el respeto alientan el esfuerzo por alcanzar la
excelencia y el amor aumenta al estimular la persecución de
fines cada vez más nobles.
2. -‐ Los corazones agradecidos y las miradas bondadosas son de
más valor que las riquezas y el lujo, y el contentarse con cosas
sencillas hará feliz el hogar si en él hay amor.
-‐ El amor debe verse en las miradas y los modales, y debe oírse
en los tonos de la voz.
-‐ La influencia del hogar llegaría a ser entonces para padres e
hijos lo que Dios se propuso que fuera, es decir, una bendición
para toda la vida.
-‐ El compañerismo de ambos en el matrimonio debiera ser
estrecho, tierno, santo y elevado, e infundir poder espiritual a su
vida, para que pudiesen ser el uno para el otro todo lo que la
Palabra de Dios requiere. Cuando lleguen a la condición que
Dios quiere verles alcanzar, hallarán el cielo aquí y a Dios en su
vida.
-‐ Dios requiere que la esposa recuerde siempre el temor y la gloria
de Dios. La sumisión completa que debe hacer es al Señor
Jesucristo, quien la compró como hija suya con el precio infinito
de su vida. Dios le dio a ella una conciencia, que no puede violar
con impunidad. Su individualidad no puede desaparecer en la de
su marido, porque ha sido comprada por Cristo.
-‐ Cuando se comprendan la naturaleza sagrada y los requisitos
del matrimonio, éste resultará aun ahora aprobado por el Cielo; y
acarreará felicidad a ambas partes, y Dios será glorificado.
-‐