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Presión antrópica sobre el agua y los ecosistemas en la Cuenca NazasAguanaval1
Gerardo Jiménez González

Resumen
En la Cuenca Nazas-Aguanaval, ubicada en el norte centro de México, se ha realizado una
gestión hídrica deficiente que se expresa en la presión antrópica sobre los principales
acuíferos subterráneos comprendidos dentro de la parte baja al ser sometidos a una
condición de sobreexplotación y contaminación, y en el deterioro del bosque y los
pastizales ubicados en las partes alta y media, situación que plantea serias dificultades para
el abasto de agua a la población en cantidad y calidad, para la conservación de los
ecosistemas asociados a esos recursos hídricos y el propio desarrollo social de sus regiones
económicas. Al ser provocada esta problemática por las actividades humanas, se delimita
dentro del ámbito social y las soluciones que se proponen se centran en aplicar medidas
orientadas a recuperar los recursos naturales, las cuales, sin embargo, enfrentan la
oposición de los grandes usuarios que concentran las concesiones que les permiten extraer
agua del subsuelo.
Palabras clave: presión antrópica, agua, ecosistemas, Cuenca Nazas-Aguanaval
Summary
In the Nazas- Aguanaval Basin, located in the north center of Mexico, there has been one
hydrological unsatisfactory management that expresses in the human pressure over the
main underground aquifers in the lower part submitted to an over-exploitation and
contamination condition, and deterioration of the forest and pasture located in the middle
and highest parts, situation that brings up serious difficulties for water supply in population
density and quality, for the conservation of ecosystems associated to that hydrological
resources and the own social development of the economic regions. This is caused because
of human activities. It’s delimited inside the social field and the solutions that are proposed.
They need to be focused to apply measures guided to retake the natural resources that
confront the opposition of the many users that concentrate the concessions to extract
ground’s water.
Key words: human pressure, water, ecosystems, Nazas-Aguanaval Basin
1

Publicado en la Revista Artículos y Ensayos de Sociología Rural, Año 8, No. 16, Julio-Diciembre de 2013.
Universidad Autónoma Chapingo, ISSN:2007-3836, Pp.43-57. México.

1
Introducción
El agua es un recurso natural que determina gran parte de los procesos vitales que suceden
en la naturaleza y ha desempeñado un papel fundamental en el desarrollo de las poblaciones
humanas, por eso la relación entre el hombre y los recursos hídricos depende de la gestión
que de ellos se realice.

Durante milenios esa relación ocurre sin grandes dificultades, cambiando a partir del
descubrimiento de la agricultura, en particular desde que el agua se aplica en el riego de los
cultivos, entonces la gestión hídrica cobró relevancia porque implicó que esta actividad
productiva y la vida propia de las poblaciones sedentarias surgidas por la producción de
excedentes alimenticios, fuera condicionada por la disponibilidad de los cuerpos de agua
dulce existentes y de la distribución social que se hiciera de los volúmenes entre usos y
usuarios.

Con el tiempo la gestión hídrica requirió de innovaciones tecnológicas que les permitieran a
los pueblos administrar de manera más eficiente estos recursos y enfrentar las condiciones
ambientales que les presentaban una variabilidad en su disponibilidad, pero su connotación
siguió siendo social o antrópica y la problemática o las soluciones que se formulen a ésta
siempre tendrán ese sentido.

Sin embargo, el crecimiento demográfico y la expansión de esas actividades productivas
aumentaron la demanda de agua, de modo tal que en la actualidad en muchos lugares esta
se estima por encima de la oferta; la consecuencia de lo anterior ha conducido a realizar
trasvases en grandes longitudes con costos ambientales y sociales desafortunados, a la vez
de que ha significado ejercer una presión antrópica sobre la disponibilidad y calidad que se
expresa en su sobreexplotación y/o contaminación.

Cuando esto ocurre se presenta un déficit en la gestión hídrica que amenaza con revertirse
al hombre, al entorno ambiental en que vive y a su propio desarrollo social, ya que ambos
aspectos, la disponibilidad y calidad del agua, están estrechamente asociados a los

2
ecosistemas que forman parte de dicho entorno y las actividades que realiza dependen de la
salud que estos tengan.

En diversas partes del planeta ya se están presentando las condiciones anteriores, las cuales
probablemente se acentuarán si los pronósticos del cambio climático y el crecimiento
económico ocurren y no se corrigen las alteraciones que el hombre ha efectuado en el ciclo
hidrológico.

Tal es el caso que actualmente se enfrenta en la Cuenca Nazas-Aguanaval, al norte centro
de México, donde no solo se ha afectado a los ecosistemas que posibilitan la disponibilidad
de agua, sino también los flujos superficiales y subterráneos que conforman los cuerpos de
agua dulce de los que históricamente ha dependido el desarrollo de las poblaciones que
habitan en estos espacios geográficos, y que son demográficamente más densas en la parte
baja de la cuenca por la concentración de recursos hídricos que ahí ocurre a pesar de que las
precipitaciones son menores debido a las condiciones de aridez que prevalecen en ella.

En esta cuenca hidrográfica la gestión hídrica ha sido deficiente porque se ha centrado en
aumentar la oferta cuando las fuentes son limitadas de manera natural y el daño que sufren
los ecosistemas en que se basan han aumentado las restricciones de agua, por lo que ahora
el reto se centra en recuperarlos para garantizar la disponibilidad y administrar la demanda
hasta reducirla por debajo de los volúmenes históricos promedios, de manera que se puedan
crear reservas de agua previendo eventuales períodos en que se agudice el déficit hídrico
por la recurrencia de las sequías.

Este reto enfrenta una problemática específica determinada por factores económicosociales, jurídico-políticos y culturales que dificultan la aplicación de políticas públicas
orientadas a lograr ese balance hidráulico favorable, sin el cual resulta inviable un
desarrollo sostenible basado en el abasto seguro de agua en calidad y cantidad para la
población, el mantenimiento de los ecosistemas asociados a los recursos hídricos y el
crecimiento económico en las diferentes regiones de la cuenca.

3
Dicha problemática se caracteriza por la fuerte presión derivada de la destrucción y
deterioro de los ecosistemas de bosque y pastizal ubicados en la parte alta y media de la
cuenca que constituyen las principales fuentes de disponibilidad, incluyendo los humedales
de la parte baja, y la sobreexplotación y contaminación de los acuíferos subterráneos
ubicados en esta última, de los cuales se extrae agua de baja calidad para el consumo
humano y la agricultura debido a las elevadas concentraciones de sales que contiene,
afectando la salud pública y la fertilidad de los suelos agrícolas.
Tales cuestiones indican esa deficiente gestión hídrica que se ha basado en un “arreglo
social” que implica una disponibilidad desigual de agua entre la población residente en las
partes alta, media y baja de la cuenca, aunado a la distribución social también desigual
entre usos y usuarios donde hay claramente una asignación mayoritaria de los volúmenes
para la agricultura y una concentración de los derechos de agua en un pequeño y poderoso
grupo empresarial ubicado en la parte baja vinculado al complejo agroganadero y
agroindustrial lácteo, que se opone a aplicar regulaciones en el uso del agua y presiona para
que las soluciones a esta problemática sean tecnológicas y subvencionadas con recursos
públicos.

Estas condiciones prevalecientes han generado una polémica pública en la que se han
involucrado medios de comunicación, académicos de universidades, grupos empresariales
industriales y asociaciones civiles, participando en los recientemente creados órganos de
gestión del agua que hacen contrapeso en la toma de decisiones que realizan las
instituciones oficiales responsables de la administración del recurso y las asociaciones de
usuarios, sobre las posibles soluciones que reorienten y corrijan esa deficiente gestión
hídrica.

En el presente ensayo se analizan tres variables que permitirán comprender algunos de los
matices más importantes de esta problemática: la primera refiere a la disponibilidad que se
describe brevemente a partir de las fuentes que determinan la oferta de agua, la segunda
sobre la distribución social mediante una descripción histórica de los usos y usuarios del
agua en esta cuenca, y la tercera sobre la presión antrópica que se ejerce sobre el recurso;
4
finalmente se abordan algunas de las posibles soluciones propuestas y aquellas que se están
aplicando.

Descripción de la cuenca

La Cuenca Nazas-Aguanaval forma parte de la Región Hidrológica-Administrativa VII
Cuencas Centrales del Norte, una de las 13 en que se ha divido el territorio nacional con
fines de planeación y administración del agua. Comprende una superficie de 116,691.78
km2 con 23 municipios del estado de Durango, siete de Coahuila, y siete de Zacatecas; se
divide en cuatro subregiones: Mapimí, Comarca Lagunera–Parras, Nazas y Aguanaval, las
dos primeras ubicadas en la parte baja y las dos últimas en las partes media y alta.

En la parte baja de la cuenca predominan ecosistemas de matorral desértico en cuyo centro
se forma el delta de los ríos Nazas y Aguanaval que desemboca, atraviesa y se esparce por
su cauce, cañones, sangrías y planicies de inundación que dieron origen a suelos fértiles
hoy dedicados a la agricultura, mientras que el entorno seco está conformado por áreas
planas escarpadas por varias serranías; la mayor extensión de la superficie de esta parte
forma la región económica de La Laguna, con una zona metropolitana integrada por las
principales ciudades de Torreón y Matamoros, en el estado de Coahuila, Gómez Palacio y
Lerdo, en el estado de Durango, centro de las actividades económicas y políticas de la
cuenca y sede del organismo que administra el agua, rodeada de poblaciones medias y
comunidades rurales.

Las principales actividades económicas son la agricultura de riego, la ganadería intensiva
de bovinos de leche y carne, aves y extensiva de caprinos, la agroindustria alimenticia
láctea, avícola y de otras ramas, la industria metalúrgica, maquiladora, cementera, de
cerveza, etc., un amplio sector de servicios financieros, educativos, comerciales, de
transporte, entre otros.

La parte media está conformada por las zonas colindantes con el corredor ripario del Río
Nazas en el estado de Durango y las extensas superficies de matorral-pastizal en la
5
subregión Aguanaval que abarca porciones de los tres estados, así como la de pastizales en
el Norte de Durango. La economía de la parte media se basa en la agricultura de temporal
de granos y forrajes, agricultura de riego de forrajes y nogal, la ganadería extensiva de
bovinos de carne para producción de becerros en píe destinados a la exportación y el
mercado interior, con poblaciones medias que articulan ranchos y comunidades rurales.

La parte alta corresponde a la zona montañosa de la Sierra Madre Occidental en el estado
de Durango y elevaciones de la Sierra Madre Oriental en el estado de Zacatecas, donde
predominan ecosistemas de bosque de encino-pino, otros árboles y arbustivas; en la primera
existen poblaciones medias mientras que en la segunda destaca la ciudad de Fresnillo,
Zacatecas, ésta última como la segunda zona urbana importante de la cuenca.

La economía de estas partes se sustenta en el aprovechamiento forestal para extracción de
madera, agricultura de temporal de granos y forrajes, de riego con bombeo y superficial
para producción de granos, forrajes y cultivos hortofrutícolas, ganadería extensiva de
bovinos de carne para producción de becerros en pie, servicios y comercio en las
principales localidades urbanas.

Disponibilidad de agua

La disponibilidad de agua en esta cuenca se basa en las fuentes superficiales y subterráneas
conformadas por una infraestructura hidráulica para almacenamiento de ocho presas
importantes: Lázaro Cárdenas, Francisco Zarco, Los Naranjos, Benjamín Ortega, Cazadero,
Leobardo Reynoso, Santa Rosa y El Tigre, con una capacidad total de la cuenca de Nivel de
Aguas Máximo Ordinario de 3,415.48 Mm3 y Extraordinario de 5,121.69 Mm3, y 32
acuíferos de los cuales se extraen alrededor de 1,489 Mm3 (CNA, 2012).

Antecedentes del uso y usuarios del agua y los ecosistemas

El agua y los ecosistemas han sido utilizados por diferentes usuarios conforme a las épocas
históricas y las áreas donde el hombre se establece, creando “arreglos sociales” o una
6
distribución social específica, entendiéndose por esta en el caso del agua como la forma en
que se definen los usos y usuarios de este recurso en un espacio geográfico, contexto social
y marco jurídico determinados, originado en un proceso histórico en el que se observan
modalidades específicas de asignación de los derechos de propiedad, posesión y usufructo
que les rigen.

En el norte de México la distribución social del agua se origina en el período colonial con
las ordenanzas y demás disposiciones emitidas por los gobiernos de la Nueva España,
mediante las cuales se reconocían derechos de uso por igual a los cuerpos de agua dulce
entre la población hispana, mestiza e indígena.

Dentro de las grandes extensiones territoriales boreales, los primeros aprovechamientos de
agua se realizaron en el siglo XVII, cuando se utilizan los escurrimientos superficiales
provenientes de ríos, arroyos y flujos subterráneos para el abasto a la población y el riego
agrícola por los colonos y propietarios de tierras; desde entonces, en sus zonas montañosas,
pero sobre todo en las semiáridas y áridas, el agua fue motivo de diferendos.

La creación de asentamientos humanos y la apertura de tierras al cultivo donde las
precipitaciones no eran suficientes para satisfacer la demanda doméstica y obtener
cosechas, dependieron de los cuerpos de agua dulce disponibles: su dinámica demográfica
y económica estuvo determinada por el acceso que los colonizadores e indígenas tenían a
ellos; el desarrollo de estas poblaciones se sujetó a esa disponibilidad, de modo tal que
años lluviosos estaban asociados a una estabilidad y en ocasiones prosperidad económica y
social, mientras que la presencia de sequías provocaban un déficit hídrico que generaba
conflictos.

Estudios preliminares registran ochenta y ocho sequías entre 1521 y 1821, cada una de las
cuales comprendieron períodos de varios años en los que se acentuaron los conflictos por el
agua y aumentaron las migraciones de la población (Meyer, 1997:60).

7
En el septentrión mexicano, el proceso de colonización ocurre de manera diferenciada en
las regiones o zonas que le conforman, el cual estaba condicionado por los entornos
ecológicos que posibilitaban la disponibilidad de recursos para abastecer de bienes a los
nacientes núcleos poblacionales locales, las metrópolis coloniales, otras regiones de la
Nueva España o de la península ibérica. El desarrollo de estos núcleos se basó en el agua
disponible y los recursos extraídos de los ecosistemas, el cual, sin embargo, implicó la
continua confrontación con los grupos indígenas nativos en frecuentes rebeliones.

Estos desencuentros ocurrieron en algunas regiones de la sierra y el semidesierto del estado
de Durango, comprendidas parcialmente dentro de la cuenca alta y media del Río Nazas,
ahí se presentaron rebeliones indígenas de las etnias acaxees, xiximes y tepehuanos, estos
últimos libran una guerra con los colonizadores por más de dos décadas que terminó con su
desplazamiento y confinamiento en la zona del Mezquital, al sur de dicha entidad
(Quiñones, 1984; Pacheco, 2001:63-80), mientras que en la cuenca baja el contacto con las
etnias de laguneros o irritilas, mapemes, cocoyomes, entre otros, que moraban en las riberas
de los ríos y lagunas y en las extensas áreas de matorral que les rodeaban, provocó su
exterminio total (Alessio, 1978:163-175).

Durante la mayor parte del período de dominio colonial hispano, la minería constituyó la
principal actividad económica complementada con una agricultura de temporal y ganadería
extensiva, modelo económico que fue alterado cuando el país se independizó de España al
interrumpirse el flujo de metales preciosos a la península; las poblaciones mineras
empezaron a cobrar menos importancia y los nuevos flujos migratorios provenientes del
centro del país aumentaron atraídos por los procesos de colonización que fueron creando
nuevos centros de población no mineros.

Al confluir estos cambios con las políticas de colonización promovidas por los gobiernos
del México independiente en el marco de los conflictos políticos surgidos en los estados
norteños de la recién formada república, la demanda de productos agrícolas como algodón
y cereales favorecieron la diversificación productiva con frecuentes interrupciones debido a
los movimientos separatistas, intervencionistas y de guerra civil interna, hacia una
8
agricultura de temporal que se expande en las zonas semiáridas y de riego en los valles
donde se forman los deltas de los ríos en medio del desierto, y otros lugares que presentan
menor disponibilidad de agua.

De esa manera, la agricultura de temporal y riego centrada en la producción de cereales y
algodón que ocurre en las zonas semiáridas y áridas del norte mexicano, sustituyen a la
minería como actividades económicas en que se basan el crecimiento económico y
poblacional durante el Siglo XIX. Tales eventos implicaron cambios sociológicos en la
población norteña.

Durante el período colonial la población de origen hispano, aún siendo muy reducida,
concentraba la propiedad de minas, tierras y aguas, coexistía con los escasos grupos
indígenas nativos que sobrevivieron al extermino conquistador y los originarios de
Mesoamérica que contribuyeron en la pacificación de aquellos, los mestizos, negros y
demás migrantes del centro del país que fueron atraídos por el auge minero y las
actividades agropecuarias complementarias.

Al concluir el dominio colonial, la composición social de la población se modificó con la
expulsión de los peninsulares del país, quedando sus propiedades en manos de los
descendientes criollos que se vieron obligados a compartir los espacios y recursos dentro de
sus grandes extensiones territoriales con los colonos migrantes del centro del país
impulsados por las políticas de colonización, quienes conforman una nueva clase social de
campesinos y productores medios o rancheros que se apropian de tierras y las abren al
cultivo, a la vez que aprovechan los pastizales para agostar el ganado.

Estas transformaciones que ocurren a nivel nacional durante el Siglo XIX, se expresan
dentro de la Cuenca Nazas-Aguanaval originando la formación de nuevas regiones
económicas donde los usos anteriores del agua destinados principalmente a abastecer la
demanda doméstica se amplían para la agricultura, particularmente de riego.

9
En la parte alta de la cuenca del Río Nazas las modalidades de uso de agua fueron menores
porque la colonización había sido más lenta debido a las dificultades de acceso, la menor
disponibilidad de tierras para cultivo y pastoreo, la economía siguió basándose en una
minería decadente, en una agricultura y ganadería en aclareos o lunares en medio del
bosque; es hasta fines de esa centuria cuando al aprovechar el bosque se complementan las
anteriores.

En la semidesértica parte media la colonización fue mayor que en la anterior porque atrajo
grupos migrantes provenientes de los estados vecinos del sur, aumentando los estratos de
campesinos y rancheros que ocupan tierras para crear otros asentamientos y utilizarlas con
fines agrícolas, cultivando principalmente frijol y maíz de temporal en las regiones Norte y
Los Valles del estado de Durango, así como en una porción del altiplano zacatecano.

Finalmente, en la parte baja se abren tierras al cultivo con riego en el valle de La Laguna,
que comprende grandes planicies del mismo estado y su limítrofe Coahuila, donde se
aprovechan los volúmenes de agua superficial de los ríos Nazas y Aguanaval para la
siembra de cereales y algodón. Es a partir de este momento en que el agua se usa
principalmente para el riego de cultivos y sus beneficiarios son los agricultores, hechos que
constituyen los antecedentes que explican el origen de las asignaciones de agua a la
agricultura, las cuales perduran hasta la fecha.

En esta última región surgen haciendas y ranchos producto del fraccionamiento del extenso
latifundio del Marquesado de Aguayo y otras grandes propiedades que ocurre a mediados
del siglo decimonono, explotándose dichos cultivos en grandes plantaciones irrigadas
mediante un sistema hidráulico de represas y canales que derivaba agua del cauce de esos
ríos hacia las áreas agrícolas, aplicando métodos de riego como los aniegos o
entarquimientos (Gándara, 1979; Chairez, 2005:30-50).

Este uso del agua como insumo para la producción agrícola provocó el surgimiento de
conflictos entre los nuevos propietarios por la delimitación de linderos y derechos de uso
que derivaron en la firma de un Acuerdo Privado en 1852, repartiéndose los escurrimientos
10
del río conforme a los límites estatales; dicho acuerdo constituye la primera regulación no
gubernamental del uso del agua que incide en las asignaciones posteriores al continuar el
fraccionamiento de los latifundios, donde los nuevos predios se enajenaban incluyendo el
agua que transitaba por ellos.

A fines de esa centuria, las haciendas y ranchos fraccionados pasaron a ser propiedad de
nuevos terratenientes que coexistían con los campesinos que llegaron a la región como
colonos agrícolas, surgiendo nuevos conflictos por los espacios para crear poblados y la
siembra de cultivos, algunos de los cuales fueron violentos como la revuelta campesina de
1863 (Martínez, 1989).

El fraccionamiento de los latifundios en haciendas y ranchos, la apertura de nuevas tierras
al cultivo y la construcción de obras de derivación, hicieron más frecuentes los conflictos
por el agua en la parte baja de la cuenca al producirse la expansión agrícola en el valle de
La Laguna, como los que se presentaron entre los usuarios que se ubicaban en las áreas de
desembocadura del río que reclamaron a los que primero accedían al cauce en el inicio del
delta, por la retención o cambio de los escurrimientos; esta controversia condujo a la
elaboración y aplicación de la primera reglamentación federal sobre usos del agua en
México (Romero, 1999:5-10).

En los albores del Siglo XX, gran parte de las superficies de la cuenca se habían
transformado, sobre todo en la parte baja que conforma el valle irrigado de La Laguna,
donde las grandes plantaciones de algodón ocuparon las fértiles tierras sustituyendo el
otrora paisaje natural conformado por ecosistemas de áreas riparias en torno al cauce,
acequias y lagunas que formaban los ríos Nazas y Aguanaval, los bosques de arbustivas
aledaños y las planicies de inundación. La comarca se convierte en un emporio agrícola,
principal productor de fibra en el país.

Esta región presentó un crecimiento económico vertiginoso favorecido por las políticas de
apertura a la inversión extranjera que promovió el gobierno porfirista, el cual fue afectado
por el movimiento revolucionario de 1910 en la producción agrícola pero no en su
11
estructura agraria, ya que en su tercera década se mantenía la concentración de la tierra y
agua entre 221 propietarios que ocupaban y explotaban bajo el régimen hacendario a varios
miles de jornaleros agrícolas provenientes de estados vecinos atraídos por el auge
algodonero (Nájera, 1928), mismo que también propició la formación de las principales
ciudades que articularon la economía del valle irrigado.

Con la formación del nuevo Estado Mexicano emanado de la revolución y las bases legales
derivadas de la Constitución Política que reconocía el derecho de la población rural a ser
dotados gratuitamente de tierras, se aplica una reforma agraria que redistribuyó la
propiedad del suelo creando ejidos. Este nuevo ordenamiento legal otorga al agua el
carácter de propiedad pública que el Estado puede transferir mediante concesiones a los
particulares.

El impacto de esta reforma en la cuenca se fue dando gradualmente hasta la aplicación del
reparto agrario cardenista, principalmente en el valle de La laguna, pero también en las
zonas semiárida y boscosa; en la primera se afectaron las grandes haciendas algodoneras
distribuyéndose 147,704 ha equivalentes a dos tercios de la superficie agrícola total, entre
311 ejidos que beneficiaron a 34,743 campesinos, cuyas parcelas se dotaron con derecho a
agua superficial para riego (Liga de Agrónomos Socialistas, 1940).

El reparto de tierras cardenista y las afectaciones posteriores realizadas dentro de la Cuenca
Nazas-Aguanaval, aumentaron considerablemente el estrato de campesinos y sus ejidos,
volviendo más compleja la estructura agraria donde coexistieron con los colonos,
propietarios medios y los nuevos empresarios agrícolas y ganaderos que permanecieron
después de las expropiaciones.

También implicó una fuerte intervención gubernamental no solo en la redistribución de
tierras y aguas, sino también en el financiamiento, la organización económica, el
aseguramiento, la administración del agua y otras funciones que hicieron dependientes a los
ejidos de las políticas y programas implementados por las instituciones y bancos oficiales.

12
En las subsiguientes décadas la demanda de agua utilizada en la agricultura aumenta para
irrigar superficies de algodonero, estimulada por la II Guerra Mundial y la Guerra de Corea,
para lo cual se recurre al control de las avenidas de los ríos mediante la construcción de
embalses y redes hidráulicas que garanticen el suministro de agua a las áreas de siembra
conforme a los ciclos agrícolas establecidos y aumenten la eficiencia en su conducción.

Posteriormente, cuando se produce la crisis del mercado de la fibra que provoca la
diversificación de cultivos hortofrutícolas y forrajeros que sustituyen al algodonero, la
demanda de agua se incrementa con la perforación de pozos para realizar extracciones
subterráneas de los acuíferos.

Esta disponibilidad de agua ha permitido el cultivo de un promedio de 140,000 ha bajo
riego, ya que el total de las aguas superficiales y más del ochenta por ciento de las
subterráneas fueron asignadas para usos agropecuarios, manteniendo al valle irrigado de La
Laguna como una de las zonas agrícolas más importantes del norte centro del país, solo
equiparado por el valle de Delicias, al sur del estado de Chihuahua (Jiménez, 2005).

En el período posterior al cardenismo las políticas públicas, cambian priorizando el apoyo
a los sectores empresariales a los cuales favorecieron en la integración de importantes
grupos en las diferentes regiones agropecuarias, como sucede en La Laguna, donde se
promueve la creación de una cuenca lechera que actualmente es la más importante del país
con una producción de siete millones de litros de leche diarios, donde surge el corporativo
agroindustrial lácteo LALA, cuyos dueños conforman uno de los sectores dominantes de
las élites económicas y políticas de esta región, la cuenca y el norte de México.

Durante el período que abarca de 1936-1990, La Laguna sustenta una parte importante de
su economía en la producción agrícola y agroindustrial: por un lado, con un sector
campesino dependiente de las políticas y programas gubernamentales dedicado
principalmente a la siembra de algodón, forrajes y leche, integrado al complejo
agroindustrial lácteo y, por el otro, el sector empresarial agroganadero dedicado a estas
últimas actividades integradas vertical y horizontalmente en la industria láctea que se
13
expande a otras regiones del país y el exterior. Ambos constituyeron los principales
usuarios de agua en la región y la cuenca.

Esta situación se ve modificada a fines del Siglo XX con las políticas salinistas que en 1990
limitan la oferta de crédito rural oficial a los grupos campesinos de los ejidos laguneros, y
dos años después reforman las leyes agrarias y de aguas para liberalizar las relaciones
económicas en el campo mexicano; al momento que los campesinos carecen de
financiamiento oficial, con unidades de producción en quiebra y empobrecidos, enajenan
sus tierras de manera desventajosa pero lícita, mediante rentas y ventas, y transfieren la
mayor parte de los derechos de agua superficial y las concesiones de pozos profundos a los
grandes empresarios agroganaderos.

Las reformas en la política hídrica implicaron la transferencia de algunos aspectos de la
gestión del agua por parte del gobierno a los usuarios, creando asociaciones de estos que,
por un lado, en el manejo de las aguas superficiales de los distritos de riego se les
responsabilizó de las redes hidráulicas principales a través de Sociedades de
Responsabilidad Limitada (SRL) y secundarias en Módulos de Riego (MR), y por el otro,
de las aguas subterráneas mediante Comités Técnicos de Aguas Subterráneas (COTAS).

La formación de mercados de aguas favoreció a los productores con mayor capacidad
económica, ya que ante la quiebra de las unidades de producción campesinas resultado de
su propia ineficiencia económica y de las restricciones en los créditos aplicadas por la
banca rural oficial, les permitió adquirir concesiones de pozos profundos y de aguas
superficiales; al respecto, un estudio realizado dos años después de que se reforma la Ley
de Aguas con una muestra de 50 grupos ejidales de 21 comunidades rurales localizadas en
siete municipios de la región, integrados por 844 ejidatarios que poseen 56 pozos
profundos, indica que 24 grupos (48%) habían rentado sus concesiones y tierras irrigadas
con los volúmenes extraídos de esos pozos, dos grupos (4%) las habían vendido, 17 grupos
(34%) aún no las enajenaban y los siete grupos restantes (14%) operaban con asociaciones
en participación y otras formas (Jiménez, 1996:146)

14
De esa manera, la consolidación de la cuenca lechera, sus empresas y corporativos
agroindustriales lácteos, se basaron en la quiebra de las unidades de producción campesinas
y en el desplazamiento de los ejidatarios como pequeños productores para convertirse en
jornaleros agrícolas, en algunos de los casos en los predios que otrora fueron suyos.
Finalmente, este estrato de la población rural regional que nace producto de las políticas
reformistas del cardenismo, se proletariza con las contrarreformas del salinismo.

Durante el Siglo XX, particularmente durante la segunda mitad, se intensifica el
aprovechamiento de los pastizales en la parte media de la cuenca debido a factores como la
apertura del mercado estadunidense a la exportación de becerros en pie, al aumento en la
demanda de carne de res por la expansión demográfica y el crecimiento industrial en las
ciudades del país, y al apoyo oficial a la producción ganadera después de controlar la
epizootia de fiebre aftosa que diezmó las poblaciones de ganado.

México exporta actualmente alrededor de 1´300,000 becerros en pie a su vecino norteño,
convirtiéndose en su más importante proveedor de ganado por la cercanía, la demanda que
surge en ese país y el diferencial de precios que se pagan, condición que ha contribuido a
aumentar la cantidad de reses en los agostaderos, a modificar su calidad genética y a
mejorar los ingresos de los productores ganaderos con respecto al mercado interior.

Es también en esta centuria cuando se intensifica la explotación forestal al aprovecharse el
bosque para la extracción de madera destinada a la industria de la celulosa, de muebles y
otras; en la parte alta de la cuenca esta actividad tiene un impacto importante en la
economía local donde la propiedad de los predios es compartida por ejidos y particulares,
pero en el caso de los ejidales los principales beneficiarios no fueron los campesinos sino
las empresas a las que se los concesionaron, las que controlan los aserraderos y los circuitos
comerciales de la madera y, solo recientemente, cuando disminuyó su importancia por el
deterioro del bosque y la competencia derivada de la apertura comercial, asumieron un
mayor papel en la gestión a través de la empresa estatal cuya administración les fue
transferida.

15
Presión antrópica sobre el agua y los ecosistemas

El patrón de uso del agua en la cuenca, particularmente en la parte baja donde la
disponibilidad es mayor, y los procesos de deterioro del bosque y los pastizales en las
partes alta y media, han provocado una presión antrópica sobre los recursos hídricos y los
ecosistemas asociados a ellos.

En el primer caso dicho patrón se ha fincado en mantener el aumento de la demanda de
agua sobre la base de la regulación de los flujos superficiales e incrementar las
extracciones subterráneas, generando consecuencias no previstas que marcaron esa
deficiente gestión que actualmente expone a una condición de riesgo la salud de la
población porque consume agua contaminada, particularmente la que se concentra en los
asentamientos del valle irrigado de La Laguna, amenaza la estabilidad ecológica y reduce
las funciones de esos ecosistemas y los riparios de la parte media y baja, a la vez de que
afecta las actividades económicas al enfrentar problemas de abasto y calidad del agua.

La construcción y operación de las presas permitieron controlar las avenidas para evitar
inundaciones que afectaran cultivos y poblaciones en la parte baja, a la vez que
garantizaban los ciclos agrícolas, pero también interrumpieron los flujos subterráneos
provenientes de las filtraciones originadas en las partes alta y media de la cuenca,
destacando la presa Lázaro Cárdenas que al iniciar sus operaciones en 1946 limitó la
recarga de 440 Mm3 en el acuífero principal ubicado en el subsuelo del valle de La Laguna
(SARH, 1984), iniciándose el desbalance hidráulico que a la fecha persiste.

Este control de avenidas también impactó la biodiversidad riparia al reducir el caudal
ecológico al afectar la vegetación de galería en el cauce de los ríos y en las partes bajas
donde se derivaba el agua a los cultivos, además de que la construcción y revestimiento de
canales y el cambio en los sistemas de riego basados en aniegos que formaban cajas de
agua y lagunas de inundación en las depresiones donde desembocaban los ríos, también
tuvo consecuencias en una de las fuentes de recarga de los acuíferos y modificaron el

16
paisaje, reduciendo la vegetación asociada a estos cuerpos de agua dulce intermitentes y el
hábitat en que concurría una fauna silvestre asociada a ellos.

De hecho, el impacto en la biodiversidad ocurre a la par de la ocupación humana de estos
espacios físicos y la apertura de tierras al cultivo a inicios del Siglo XIX, antropizando los
ecosistemas naturales al modificar los hábitat en el que vivían otras especies,
desplazándolas a otros sitios, pereciendo cuando no podían hacerlo, coexistiendo con las
poblaciones humanas adecuando sus hábitos de vida y alimenticios a los de estas,
transformaciones que se acentuaron cuando la producción agrícola se intensifica utilizando
fertilizantes sintéticos, agroquímicos en el control de plagas y enfermedades, maquinaria
agrícola y otros elementos propios de la modernización del campo derivada de la
revolución verde.

Por su parte, el aumento en la demanda de agua subterránea utilizada en la producción
algodonera, cultivos hortofrutícolas y forrajeros, establecidos durante la segunda mitad del
siglo pasado cuando ocurre la reconversión productiva en la región, y del propio
crecimiento demográfico, incrementaron la cantidad de pozos de bombeo y las extracciones
de agua acentuando el desbalance hidráulico en los acuíferos; actualmente cinco de ellos
que almacenan más del 50% de los volúmenes subterráneos se encuentran sobreexplotados
y algunos también contaminados.

Es el caso del acuífero granular principal que subyace al valle irrigado y algunas de las
ciudades con mayor densidad poblacional en la cuenca, el cual para 2010 se estimaba
recibía una recarga de 518.90 Mm3 pero se extraían 930.92 Mm3; de él depende el abasto
para la población que reside en la zona metropolitana de La Laguna y donde se realizan las
actividades económicas de mayor relevancia para la región y la misma cuenca, por lo que
constituye el cuerpo de agua dulce más importante en ambos niveles (CNA, 2012:26).

Este acuífero presenta un severo grado de contaminación por la presencia de sales
arsenicales en una gran parte de los conos de abatimiento donde se almacena el agua
subterránea, al grado tal que el abasto doméstico no se realiza con agua potable y se ha
17
convertido en factor de riesgo para la salud humana al aumentar la propensión a adquirir
enfermedades crónico degenerativas como diabetes y cáncer.

A este fenómeno de sobreexplotación y contaminación de los acuíferos de los que se extrae
el agua subterránea, se agregan los procesos ya señalados de degradación del bosque por la
deforestación que ha sufrido debido a que la demanda de madera es mayor a su capacidad
de producción, particularmente durante la segunda mitad del Siglo XX cuando dicha
actividad se intensificó; en esta áreas fueron comunes la tala y el comercio ilegal de
madera.

Estudios recientes han determinado que esa tala indebida de árboles ha provocado la
pérdida de la cobertura vegetal con consecuencias hidrológicas a escala de la cuenca, como
es la modificación del régimen de escurrimientos superficiales y subterráneos; la erosión de
los suelos cambia el curso natural, la velocidad del agua que se precipita y cae en estas
zonas, además de que limita su filtración, condición acentuada por el sobrepastoreo al
incorporar superficies de bosque al uso ganadero con cargas animales tres o cuatro veces
superiores a su coeficiente de agostadero (Descroix et al, 2004:179-210).

La expansión ganadera hacia el bosque y su intensificación en la zona de pastizales ha
generado otro tipo de problemas como es la construcción de obras de retención y derivación
de agua destinados a almacenarla donde abreve el ganado, complementando la
problemática señalada de alteración de los escurrimientos.

En esta última zona el sobrepastoreo amenaza los ecosistemas de pastizal donde existe el
riesgo de que se pierdan especies y comunidades de pastos, en particular los nativos, que
son importantes por las funciones ecológicas que desempeñan y por la dependencia que
tiene de ellos la ganadería extensiva para la alimentación de bovinos de carne; estudios
anteriores documentan ese deterioro (Ochoa et al, 1987:2-21); otros más recientes han
encontrado predios ejidales donde se ha medido la presencias de suelos desnudos con
pérdidas de hasta 65% en su cobertura vegetal (Quiñones et al, 2010:14)

18
Alternativas
Los aspectos descritos anteriormente sobre la problemática hídrica en esta cuenca solo son
algunos, quizás de los más importantes, que le caracterizan, sobre los cuales si bien se
tiene cierta claridad en las alternativas de solución la realidad indica grandes dificultades
para aplicarlas.

En el caso de la cuenca alta el objetivo consiste en recuperar el bosque de encino-pino, el
cual se intenta concretar a través de un proyecto de pago de servicios ambientales a sus
dueños, con la finalidad de que acepten las regulaciones aplicables a la actividad forestal,
disminuyan la tala de árboles y se reforesten áreas degradadas; dicha iniciativa es
gestionada por grupos civiles y empresariales con el apoyo de investigadores y
académicos, la Comisión Nacional del Agua (CNA) y la Comisión Nacional
Forestal(CONAFOR); su limitante principal ha sido la baja recaudación por las escasas
aportaciones de los usuarios de la parte baja.

A dicha iniciativa se le denominó Proyecto Irritila, y en ella se han fincado expectativas
importantes por la respuesta de las comunidades ejidales y los actores institucionales y
ciudadanos que se están involucrando; constituye una alternativa de mediano y largo plazo
que posibilitará recuperar el bosque y con ello algunas de sus funciones ecológicas como la
captación y filtración de agua, que contribuya en la recarga de los cuerpos de agua dulce
ubicados en la parte baja de la cuenca.

Al ser voluntaria la recaudación de fondos que se realiza, su factibilidad depende de la
sensibilidad que adquieran los usuarios y la población que realizan las aportaciones, por
ello es necesario que los primeros, sobre todo los grandes que concentran las concesiones
de pozos profundos, incrementen los montos que aportan, mientras que a la segunda es
importante sensibilizarla para que coopere con el pago de un impuesto voluntario de agua;
es, por tanto, indispensable emprender una campaña más agresiva con la participación de la
Comisión Nacional del Agua que incida en los usuarios de aguas subterráneas y
superficiales, y los organismos operadores de los municipios que lo hagan entre los
ciudadanos.
19
Paralelamente deben adoptarse medidas que acoten la multiplicación de obras de retención
y derivación de agua creados en medio del bosque que alteran los flujos superficiales para
abastecer la demanda destinada a abrevar el ganado, restringiendo los cambios de uso de
suelo y sancionando a quienes los realicen sin cumplir las normas ambientales establecidas
como la realización de manifestaciones de impacto ambiental y las acciones de remediación
que estas implican.

Es recomendable que la responsabilidad de esta gestión de recuperación del bosque
continúe siendo ciudadana con apoyo gubernamental para que asegure su continuidad al no
sujetarse a cambios de gobierno, además de que se garantice la aplicación de los recursos
públicos, privados y ciudadanos destinados al proyecto.

En la parte media no se han promovido opciones importantes para recuperar los pastizales
más allá de los programas nacionales, entre ellos destaca la implementación del Programa
de Producción Pecuaria Sustentable y Ordenamiento Ganadero y Apícola (PROGAN) de la
Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación
(SAGARPA), que tiene entre sus objetivos el cuidado y mejoramiento de los recursos
naturales de áreas ganaderas; sin embargo, los procesos de degradación que sufre el pastizal
continúan debido al manejo inadecuado de los predios derivado de los sistemas de pastoreo
que se practican.

Recientemente se exploró el proyecto de crear un área natural protegida en el polígono de
Cuchillas de la Zarca, ubicado en la zona norte del estado de Durango, dentro de esta parte
de la cuenca; fue promovido por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas
(CONANP) y la Secretaría de Recursos Naturales y Medio Ambiente de Durango
(SRNyMA), realizándose el Estudio Técnico Justificativo por la Universidad Juárez del
Estado de Durango (UJED), proyecto que no prosperó por falta de recursos.

A la fecha sigue siendo un foco rojo sin la atención suficiente a pesar de que es posible
involucrar a los ganaderos en iniciativas como la señalada, pero no existe una política
pública de impacto real, federal o estatal, orientada a la recuperación, conservación y/o
20
manejo sustentable de los pastizales, solo se practican iniciativas individuales por los
propios productores ganaderos que mejoran sus predios con una incidencia puntual,

También es importante regular la construcción de obras de retención y derivación de agua
que los productores ganaderos realizan para abrevar el ganado, ya que en esta parte de la
cuenca se han multiplicado debido a la recurrencia de las sequías, al fraccionamiento de los
agostaderos ejidales y al aumento del hato ganadero estimulado por la apertura comercial
derivada del Tratado de Libre Comercio.

Bajo las condiciones actuales no existe un actor institucional que proponga y articule un
proyecto orientado a recuperar los ecosistemas de pastizal, por lo que sería necesario o
dotar de facultades y recursos a alguna o algunas entidades federales entre las que
actualmente intervienen en esta parte de la cuenca como la SAGARPA (o un organismo
descentralizado de esta), integrar otra ausente como la CONANP o crear una nueva
específica con esas capacidades, la cual involucre a los productores privados y las
poblaciones y comunidades campesinas agroganaderas, apoyándose en las universidades y
centros de investigación que han realizado estudios sobre conservación y manejo
sustentable de estos recursos.

En la parte baja el punto crítico se centra en la recuperación de los acuíferos,
reconociéndose que la mejor manera de lograrlo es reduciendo la extracción de agua para
equilibrarla con la recarga que sufren; al respecto, se han aplicado diversas medidas como
la aplicación de vedas al acuífero principal (CNA, 2003:29), se ha tecnificado el riego en
cultivos como la alfalfa como sucede con las válvulas alfalferas en 10,000 ha que han
aumentado la eficiencia (Estrada y Delgado, 2012:8-9) y otros métodos presurizados que
aumenten la eficiencia en la conducción y aplicación del riego, en el consumo de energía
eléctrica utilizada para la extracción del agua, a través de revestimiento de canales,
nivelación de tierras y otras medidas que presentan resultados parciales pero no resuelven
el grave problema de sobreexplotación y contaminación.

21
Pero esta cuestión es centralmente social, ya que el nudo que atora las soluciones a esta
compleja problemática se ubica en la resistencia que presenta el sector de empresarios
agroganaderos que concentran las concesiones de pozos profundos y destinan estos
volúmenes a la producción de forrajes para la alimentación del ganado bovino lechero, es
en ellos y en la CNA como organismo regulador de los usos y usuarios, en ellos recae la
toma de decisiones para resolverla, donde, lamentablemente, los primeros no asumen su
responsabilidad como principales usuarios y la segunda que se ha visto imposibilitada de
aplicar las disposiciones legales y medidas administrativas a estos.

Si se estima que las extracciones de agua del acuífero principal son de 930.92 Mm3 y el
84% de ese volumen se destina a usos agropecuarios en el riego de cultivos y para que el
ganado abreve, destacando la alfalfa, cultivo que presenta un alto uso consuntivo de agua
puesto que para producir una hectárea se requiere, según el grado de tecnificación del riego
que tengan en los predios, una lámina anual de 1.6 a 2.0 metros.

En el año 2012 se sembraron 39,455 ha de alfalfa, de los cuales 5,744 ha (14.56%) se
irrigaron con aguas superficiales, sobre todo en predios colindantes con el cauce por el cual
aún circula agua del Río Nazas, y 33,708 ha (85.44%) con bombeo realizando extracciones
de los ocho acuíferos existentes en la región (El Siglo de Torreón, 2013:26), utilizando un
volumen estimado de 631.2 Mm3 si consideramos la primera lámina de riego, o 789.1
Mm3 para la segunda, por lo que demanda un volumen mayor o igual al total extraído del
acuífero principal para uso agropecuario

La alfalfa es un cultivo cuya superficie se ha duplicado durante las últimas dos décadas al
incrementarse de 17,408 ha en 1992 a las 39,455 ha en 2012; a pesar de que también se ha
incrementado la superficie de otros forrajes estacionales como maíz y sorgo, aún existe
resistencia de los ganaderos lecheros de sustituirlo por otros que demanden menos agua,
incluyendo las alternativas tecnológicas generadas por centros de investigación como el
Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Reta et al, 2008) y
universidades locales.

22
Lo cierto es que la superficie de alfalfa debe reducirse significativamente en el corto plazo,
no como medida voluntaria de los productores porque de esa manera no va a ocurrir, sino
como una política pública que implique suprimir los incentivos oficiales a su
establecimiento, producción y equipamiento de los sistemas de riego si estos se destinarán a
sembrar dicho cultivo, medida que a su vez forme parte de una estrategia de recuperación
de los acuíferos sobreexplotados en la región.

La postura de los grandes usuarios que conforman un reducido pero poderoso segmento de
empresarios agroganaderos, integrados a los corporativos lechero-lácteos de LALA, Alpura
y Nestlé, se dirige al gobierno federal para que les apoye con créditos y subvencione en la
tecnificación del riego mediante métodos presurizados que posibiliten un ahorro en los
volúmenes extraídos, sin embargo, no garantizan su corresponsabilidad de no aumentar la
frontera agrícola con los excedentes ahorrados al aumentar la eficiencia en el riego, y
también de sujetarse a una medición telemétrica confiable de los volúmenes extraídos; sin
esta última no se podrá identificar donde se encuentran los volúmenes extraídos
ilegalmente por encima de 701.8 Mm3 concesionados (CNA, 2003:28).

Otra opción reciente que se viene proponiendo por la CNA es la tecnificación de los
sistemas de derivación de aguas superficiales mediante equipos de rebombeo, también con
la finalidad de eficientar los volúmenes aplicados en los predios agrícolas: el agua
superficial multiplicada con la tecnificación posibilitaría reducir las extracciones de aguas
subterráneas y facilitar la recarga de los acuíferos, a la vez que permite a los empresarios
mantener las concesiones de estas cuyos volúmenes resguardarían como reservas de agua
ante contingencias de déficit que surjan ante las ya cada vez más sequías recurrentes.

Dicha opción es aceptable para los empresarios agroganaderos porque la mayor parte de los
derechos de agua superficial que se asignaron a los ejidatarios a la par de las dotaciones de
tierras a los ejidatarios, actualmente han sido transferidos a los primeros, es decir, este
segmento de grandes productores rurales concentra las concesiones de aguas superficiales y
subterráneas, por ello cualesquier programa de tecnificación del riego tendría en ellos a sus
principales beneficiarios.
23
El poder que representan en la economía local por las inversiones que aplican, los empleos
que generan, la producción y el valor de ésta, les permite incidir en la toma de decisiones
sobre la aplicación de políticas regulatorias en las concesiones y la medición de los
volúmenes extraídos, inclinando la balanza a su favor a pesar de los cuestionamientos que
han recibido en medios de comunicación donde continuamente se aborda esta problemática,
de académicos de universidades locales que dan a conocer estudios e información que la
fundamenta, de grupos empresariales del sector industrial que reclaman la aplicación por
igual de las regulaciones a los usuarios y de asociaciones civiles ambientalistas que
denuncian estos hechos.

El balance de pesos y contrapesos que determinan esta situación no se ha modificado
significativamente con la creación de organismos de gestión del agua recientemente
creados, como los consejos de cuenca, ya que si bien han abierto la participación en la toma
de decisiones sobre la gestión hídrica a los diferentes tipos de usuarios, representantes de
las oficinas de los distintos niveles de gobierno que tienen relación con ella, académicos y
asociaciones civiles, el peso específico que tienen los usuarios agropecuarios en las
asociaciones que manejan las aguas superficiales y subterráneas es definitorio, como sucede
en el propio Consejo de Cuenca Nazas-Aguanaval.

Tal parece que la gravedad del problema se acentúa al observarse los niveles de abatimiento
del acuífero principal; hace diez años se estimaron entre 0.50 m a 3.45 m anuales según los
sitios y concentraciones del bombeo (CNA, 2003:15), mismos que actualmente es posible
se hayan duplicado, a la vez de que ha aumentado la concentración de sales, alguna de ellas
tóxicas para la salud humana, principalmente Arsénico, que presenta valores de por encima
de los 0.025 mg/l establecidos en la NOM-127-SSA-1994, y otros como Flúor, Molibdeno,
Selenio, Manganeso, Nitratos, entre otros, que han deteriorado severamente la calidad del
agua para consumo humano pero también para irrigación de cultivos.

En virtud de que la forma en que histórica y actualmente se han distribuido las aguas
superficiales y subterráneas disponibles en la Cuenca Nazas-Aguanaval, cuyo “arreglo
social” beneficia a los grandes productores agroganaderos integrados al complejo forrajero24
lechero-lácteo ubicado en la parte baja de la cuenca, y ante la imposibilidad expresa del
organismo regulador del agua de aplicar políticas públicas con suficiente voluntad política
que den solución a esta compleja problemática hídrica, la población residente en el valle de
la Comarca Lagunera queda sujeta a una condición de riesgo, y el mismo desarrollo
regional ya no solo resulta insustentable, sino incierto.

Ciertamente, toda solución que se aplique debe contemplar la importancia económica que
tienen la gama de actividades asociadas a ese complejo agroindustrial lácteo y, por
consecuencia, involucrar a los grandes usuarios del agua dulce disponible en la región y
cuenca, de modo tal que no desequilibre la economía local; por ello, el gran reto es como
destrabar ese “arreglo social” para recuperar el acuífero principal, al igual que el bosque y
los pastizales, reorientando el desarrollo regional y de la cuenca, para lo cual, es inevitable
modificar la distribución social actual, proceso nada sencillo donde también,
inevitablemente, los ciudadanos tiene la última palabra.

Bibliografía
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25
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26
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27

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  • 1. Presión antrópica sobre el agua y los ecosistemas en la Cuenca NazasAguanaval1 Gerardo Jiménez González Resumen En la Cuenca Nazas-Aguanaval, ubicada en el norte centro de México, se ha realizado una gestión hídrica deficiente que se expresa en la presión antrópica sobre los principales acuíferos subterráneos comprendidos dentro de la parte baja al ser sometidos a una condición de sobreexplotación y contaminación, y en el deterioro del bosque y los pastizales ubicados en las partes alta y media, situación que plantea serias dificultades para el abasto de agua a la población en cantidad y calidad, para la conservación de los ecosistemas asociados a esos recursos hídricos y el propio desarrollo social de sus regiones económicas. Al ser provocada esta problemática por las actividades humanas, se delimita dentro del ámbito social y las soluciones que se proponen se centran en aplicar medidas orientadas a recuperar los recursos naturales, las cuales, sin embargo, enfrentan la oposición de los grandes usuarios que concentran las concesiones que les permiten extraer agua del subsuelo. Palabras clave: presión antrópica, agua, ecosistemas, Cuenca Nazas-Aguanaval Summary In the Nazas- Aguanaval Basin, located in the north center of Mexico, there has been one hydrological unsatisfactory management that expresses in the human pressure over the main underground aquifers in the lower part submitted to an over-exploitation and contamination condition, and deterioration of the forest and pasture located in the middle and highest parts, situation that brings up serious difficulties for water supply in population density and quality, for the conservation of ecosystems associated to that hydrological resources and the own social development of the economic regions. This is caused because of human activities. It’s delimited inside the social field and the solutions that are proposed. They need to be focused to apply measures guided to retake the natural resources that confront the opposition of the many users that concentrate the concessions to extract ground’s water. Key words: human pressure, water, ecosystems, Nazas-Aguanaval Basin 1 Publicado en la Revista Artículos y Ensayos de Sociología Rural, Año 8, No. 16, Julio-Diciembre de 2013. Universidad Autónoma Chapingo, ISSN:2007-3836, Pp.43-57. México. 1
  • 2. Introducción El agua es un recurso natural que determina gran parte de los procesos vitales que suceden en la naturaleza y ha desempeñado un papel fundamental en el desarrollo de las poblaciones humanas, por eso la relación entre el hombre y los recursos hídricos depende de la gestión que de ellos se realice. Durante milenios esa relación ocurre sin grandes dificultades, cambiando a partir del descubrimiento de la agricultura, en particular desde que el agua se aplica en el riego de los cultivos, entonces la gestión hídrica cobró relevancia porque implicó que esta actividad productiva y la vida propia de las poblaciones sedentarias surgidas por la producción de excedentes alimenticios, fuera condicionada por la disponibilidad de los cuerpos de agua dulce existentes y de la distribución social que se hiciera de los volúmenes entre usos y usuarios. Con el tiempo la gestión hídrica requirió de innovaciones tecnológicas que les permitieran a los pueblos administrar de manera más eficiente estos recursos y enfrentar las condiciones ambientales que les presentaban una variabilidad en su disponibilidad, pero su connotación siguió siendo social o antrópica y la problemática o las soluciones que se formulen a ésta siempre tendrán ese sentido. Sin embargo, el crecimiento demográfico y la expansión de esas actividades productivas aumentaron la demanda de agua, de modo tal que en la actualidad en muchos lugares esta se estima por encima de la oferta; la consecuencia de lo anterior ha conducido a realizar trasvases en grandes longitudes con costos ambientales y sociales desafortunados, a la vez de que ha significado ejercer una presión antrópica sobre la disponibilidad y calidad que se expresa en su sobreexplotación y/o contaminación. Cuando esto ocurre se presenta un déficit en la gestión hídrica que amenaza con revertirse al hombre, al entorno ambiental en que vive y a su propio desarrollo social, ya que ambos aspectos, la disponibilidad y calidad del agua, están estrechamente asociados a los 2
  • 3. ecosistemas que forman parte de dicho entorno y las actividades que realiza dependen de la salud que estos tengan. En diversas partes del planeta ya se están presentando las condiciones anteriores, las cuales probablemente se acentuarán si los pronósticos del cambio climático y el crecimiento económico ocurren y no se corrigen las alteraciones que el hombre ha efectuado en el ciclo hidrológico. Tal es el caso que actualmente se enfrenta en la Cuenca Nazas-Aguanaval, al norte centro de México, donde no solo se ha afectado a los ecosistemas que posibilitan la disponibilidad de agua, sino también los flujos superficiales y subterráneos que conforman los cuerpos de agua dulce de los que históricamente ha dependido el desarrollo de las poblaciones que habitan en estos espacios geográficos, y que son demográficamente más densas en la parte baja de la cuenca por la concentración de recursos hídricos que ahí ocurre a pesar de que las precipitaciones son menores debido a las condiciones de aridez que prevalecen en ella. En esta cuenca hidrográfica la gestión hídrica ha sido deficiente porque se ha centrado en aumentar la oferta cuando las fuentes son limitadas de manera natural y el daño que sufren los ecosistemas en que se basan han aumentado las restricciones de agua, por lo que ahora el reto se centra en recuperarlos para garantizar la disponibilidad y administrar la demanda hasta reducirla por debajo de los volúmenes históricos promedios, de manera que se puedan crear reservas de agua previendo eventuales períodos en que se agudice el déficit hídrico por la recurrencia de las sequías. Este reto enfrenta una problemática específica determinada por factores económicosociales, jurídico-políticos y culturales que dificultan la aplicación de políticas públicas orientadas a lograr ese balance hidráulico favorable, sin el cual resulta inviable un desarrollo sostenible basado en el abasto seguro de agua en calidad y cantidad para la población, el mantenimiento de los ecosistemas asociados a los recursos hídricos y el crecimiento económico en las diferentes regiones de la cuenca. 3
  • 4. Dicha problemática se caracteriza por la fuerte presión derivada de la destrucción y deterioro de los ecosistemas de bosque y pastizal ubicados en la parte alta y media de la cuenca que constituyen las principales fuentes de disponibilidad, incluyendo los humedales de la parte baja, y la sobreexplotación y contaminación de los acuíferos subterráneos ubicados en esta última, de los cuales se extrae agua de baja calidad para el consumo humano y la agricultura debido a las elevadas concentraciones de sales que contiene, afectando la salud pública y la fertilidad de los suelos agrícolas. Tales cuestiones indican esa deficiente gestión hídrica que se ha basado en un “arreglo social” que implica una disponibilidad desigual de agua entre la población residente en las partes alta, media y baja de la cuenca, aunado a la distribución social también desigual entre usos y usuarios donde hay claramente una asignación mayoritaria de los volúmenes para la agricultura y una concentración de los derechos de agua en un pequeño y poderoso grupo empresarial ubicado en la parte baja vinculado al complejo agroganadero y agroindustrial lácteo, que se opone a aplicar regulaciones en el uso del agua y presiona para que las soluciones a esta problemática sean tecnológicas y subvencionadas con recursos públicos. Estas condiciones prevalecientes han generado una polémica pública en la que se han involucrado medios de comunicación, académicos de universidades, grupos empresariales industriales y asociaciones civiles, participando en los recientemente creados órganos de gestión del agua que hacen contrapeso en la toma de decisiones que realizan las instituciones oficiales responsables de la administración del recurso y las asociaciones de usuarios, sobre las posibles soluciones que reorienten y corrijan esa deficiente gestión hídrica. En el presente ensayo se analizan tres variables que permitirán comprender algunos de los matices más importantes de esta problemática: la primera refiere a la disponibilidad que se describe brevemente a partir de las fuentes que determinan la oferta de agua, la segunda sobre la distribución social mediante una descripción histórica de los usos y usuarios del agua en esta cuenca, y la tercera sobre la presión antrópica que se ejerce sobre el recurso; 4
  • 5. finalmente se abordan algunas de las posibles soluciones propuestas y aquellas que se están aplicando. Descripción de la cuenca La Cuenca Nazas-Aguanaval forma parte de la Región Hidrológica-Administrativa VII Cuencas Centrales del Norte, una de las 13 en que se ha divido el territorio nacional con fines de planeación y administración del agua. Comprende una superficie de 116,691.78 km2 con 23 municipios del estado de Durango, siete de Coahuila, y siete de Zacatecas; se divide en cuatro subregiones: Mapimí, Comarca Lagunera–Parras, Nazas y Aguanaval, las dos primeras ubicadas en la parte baja y las dos últimas en las partes media y alta. En la parte baja de la cuenca predominan ecosistemas de matorral desértico en cuyo centro se forma el delta de los ríos Nazas y Aguanaval que desemboca, atraviesa y se esparce por su cauce, cañones, sangrías y planicies de inundación que dieron origen a suelos fértiles hoy dedicados a la agricultura, mientras que el entorno seco está conformado por áreas planas escarpadas por varias serranías; la mayor extensión de la superficie de esta parte forma la región económica de La Laguna, con una zona metropolitana integrada por las principales ciudades de Torreón y Matamoros, en el estado de Coahuila, Gómez Palacio y Lerdo, en el estado de Durango, centro de las actividades económicas y políticas de la cuenca y sede del organismo que administra el agua, rodeada de poblaciones medias y comunidades rurales. Las principales actividades económicas son la agricultura de riego, la ganadería intensiva de bovinos de leche y carne, aves y extensiva de caprinos, la agroindustria alimenticia láctea, avícola y de otras ramas, la industria metalúrgica, maquiladora, cementera, de cerveza, etc., un amplio sector de servicios financieros, educativos, comerciales, de transporte, entre otros. La parte media está conformada por las zonas colindantes con el corredor ripario del Río Nazas en el estado de Durango y las extensas superficies de matorral-pastizal en la 5
  • 6. subregión Aguanaval que abarca porciones de los tres estados, así como la de pastizales en el Norte de Durango. La economía de la parte media se basa en la agricultura de temporal de granos y forrajes, agricultura de riego de forrajes y nogal, la ganadería extensiva de bovinos de carne para producción de becerros en píe destinados a la exportación y el mercado interior, con poblaciones medias que articulan ranchos y comunidades rurales. La parte alta corresponde a la zona montañosa de la Sierra Madre Occidental en el estado de Durango y elevaciones de la Sierra Madre Oriental en el estado de Zacatecas, donde predominan ecosistemas de bosque de encino-pino, otros árboles y arbustivas; en la primera existen poblaciones medias mientras que en la segunda destaca la ciudad de Fresnillo, Zacatecas, ésta última como la segunda zona urbana importante de la cuenca. La economía de estas partes se sustenta en el aprovechamiento forestal para extracción de madera, agricultura de temporal de granos y forrajes, de riego con bombeo y superficial para producción de granos, forrajes y cultivos hortofrutícolas, ganadería extensiva de bovinos de carne para producción de becerros en pie, servicios y comercio en las principales localidades urbanas. Disponibilidad de agua La disponibilidad de agua en esta cuenca se basa en las fuentes superficiales y subterráneas conformadas por una infraestructura hidráulica para almacenamiento de ocho presas importantes: Lázaro Cárdenas, Francisco Zarco, Los Naranjos, Benjamín Ortega, Cazadero, Leobardo Reynoso, Santa Rosa y El Tigre, con una capacidad total de la cuenca de Nivel de Aguas Máximo Ordinario de 3,415.48 Mm3 y Extraordinario de 5,121.69 Mm3, y 32 acuíferos de los cuales se extraen alrededor de 1,489 Mm3 (CNA, 2012). Antecedentes del uso y usuarios del agua y los ecosistemas El agua y los ecosistemas han sido utilizados por diferentes usuarios conforme a las épocas históricas y las áreas donde el hombre se establece, creando “arreglos sociales” o una 6
  • 7. distribución social específica, entendiéndose por esta en el caso del agua como la forma en que se definen los usos y usuarios de este recurso en un espacio geográfico, contexto social y marco jurídico determinados, originado en un proceso histórico en el que se observan modalidades específicas de asignación de los derechos de propiedad, posesión y usufructo que les rigen. En el norte de México la distribución social del agua se origina en el período colonial con las ordenanzas y demás disposiciones emitidas por los gobiernos de la Nueva España, mediante las cuales se reconocían derechos de uso por igual a los cuerpos de agua dulce entre la población hispana, mestiza e indígena. Dentro de las grandes extensiones territoriales boreales, los primeros aprovechamientos de agua se realizaron en el siglo XVII, cuando se utilizan los escurrimientos superficiales provenientes de ríos, arroyos y flujos subterráneos para el abasto a la población y el riego agrícola por los colonos y propietarios de tierras; desde entonces, en sus zonas montañosas, pero sobre todo en las semiáridas y áridas, el agua fue motivo de diferendos. La creación de asentamientos humanos y la apertura de tierras al cultivo donde las precipitaciones no eran suficientes para satisfacer la demanda doméstica y obtener cosechas, dependieron de los cuerpos de agua dulce disponibles: su dinámica demográfica y económica estuvo determinada por el acceso que los colonizadores e indígenas tenían a ellos; el desarrollo de estas poblaciones se sujetó a esa disponibilidad, de modo tal que años lluviosos estaban asociados a una estabilidad y en ocasiones prosperidad económica y social, mientras que la presencia de sequías provocaban un déficit hídrico que generaba conflictos. Estudios preliminares registran ochenta y ocho sequías entre 1521 y 1821, cada una de las cuales comprendieron períodos de varios años en los que se acentuaron los conflictos por el agua y aumentaron las migraciones de la población (Meyer, 1997:60). 7
  • 8. En el septentrión mexicano, el proceso de colonización ocurre de manera diferenciada en las regiones o zonas que le conforman, el cual estaba condicionado por los entornos ecológicos que posibilitaban la disponibilidad de recursos para abastecer de bienes a los nacientes núcleos poblacionales locales, las metrópolis coloniales, otras regiones de la Nueva España o de la península ibérica. El desarrollo de estos núcleos se basó en el agua disponible y los recursos extraídos de los ecosistemas, el cual, sin embargo, implicó la continua confrontación con los grupos indígenas nativos en frecuentes rebeliones. Estos desencuentros ocurrieron en algunas regiones de la sierra y el semidesierto del estado de Durango, comprendidas parcialmente dentro de la cuenca alta y media del Río Nazas, ahí se presentaron rebeliones indígenas de las etnias acaxees, xiximes y tepehuanos, estos últimos libran una guerra con los colonizadores por más de dos décadas que terminó con su desplazamiento y confinamiento en la zona del Mezquital, al sur de dicha entidad (Quiñones, 1984; Pacheco, 2001:63-80), mientras que en la cuenca baja el contacto con las etnias de laguneros o irritilas, mapemes, cocoyomes, entre otros, que moraban en las riberas de los ríos y lagunas y en las extensas áreas de matorral que les rodeaban, provocó su exterminio total (Alessio, 1978:163-175). Durante la mayor parte del período de dominio colonial hispano, la minería constituyó la principal actividad económica complementada con una agricultura de temporal y ganadería extensiva, modelo económico que fue alterado cuando el país se independizó de España al interrumpirse el flujo de metales preciosos a la península; las poblaciones mineras empezaron a cobrar menos importancia y los nuevos flujos migratorios provenientes del centro del país aumentaron atraídos por los procesos de colonización que fueron creando nuevos centros de población no mineros. Al confluir estos cambios con las políticas de colonización promovidas por los gobiernos del México independiente en el marco de los conflictos políticos surgidos en los estados norteños de la recién formada república, la demanda de productos agrícolas como algodón y cereales favorecieron la diversificación productiva con frecuentes interrupciones debido a los movimientos separatistas, intervencionistas y de guerra civil interna, hacia una 8
  • 9. agricultura de temporal que se expande en las zonas semiáridas y de riego en los valles donde se forman los deltas de los ríos en medio del desierto, y otros lugares que presentan menor disponibilidad de agua. De esa manera, la agricultura de temporal y riego centrada en la producción de cereales y algodón que ocurre en las zonas semiáridas y áridas del norte mexicano, sustituyen a la minería como actividades económicas en que se basan el crecimiento económico y poblacional durante el Siglo XIX. Tales eventos implicaron cambios sociológicos en la población norteña. Durante el período colonial la población de origen hispano, aún siendo muy reducida, concentraba la propiedad de minas, tierras y aguas, coexistía con los escasos grupos indígenas nativos que sobrevivieron al extermino conquistador y los originarios de Mesoamérica que contribuyeron en la pacificación de aquellos, los mestizos, negros y demás migrantes del centro del país que fueron atraídos por el auge minero y las actividades agropecuarias complementarias. Al concluir el dominio colonial, la composición social de la población se modificó con la expulsión de los peninsulares del país, quedando sus propiedades en manos de los descendientes criollos que se vieron obligados a compartir los espacios y recursos dentro de sus grandes extensiones territoriales con los colonos migrantes del centro del país impulsados por las políticas de colonización, quienes conforman una nueva clase social de campesinos y productores medios o rancheros que se apropian de tierras y las abren al cultivo, a la vez que aprovechan los pastizales para agostar el ganado. Estas transformaciones que ocurren a nivel nacional durante el Siglo XIX, se expresan dentro de la Cuenca Nazas-Aguanaval originando la formación de nuevas regiones económicas donde los usos anteriores del agua destinados principalmente a abastecer la demanda doméstica se amplían para la agricultura, particularmente de riego. 9
  • 10. En la parte alta de la cuenca del Río Nazas las modalidades de uso de agua fueron menores porque la colonización había sido más lenta debido a las dificultades de acceso, la menor disponibilidad de tierras para cultivo y pastoreo, la economía siguió basándose en una minería decadente, en una agricultura y ganadería en aclareos o lunares en medio del bosque; es hasta fines de esa centuria cuando al aprovechar el bosque se complementan las anteriores. En la semidesértica parte media la colonización fue mayor que en la anterior porque atrajo grupos migrantes provenientes de los estados vecinos del sur, aumentando los estratos de campesinos y rancheros que ocupan tierras para crear otros asentamientos y utilizarlas con fines agrícolas, cultivando principalmente frijol y maíz de temporal en las regiones Norte y Los Valles del estado de Durango, así como en una porción del altiplano zacatecano. Finalmente, en la parte baja se abren tierras al cultivo con riego en el valle de La Laguna, que comprende grandes planicies del mismo estado y su limítrofe Coahuila, donde se aprovechan los volúmenes de agua superficial de los ríos Nazas y Aguanaval para la siembra de cereales y algodón. Es a partir de este momento en que el agua se usa principalmente para el riego de cultivos y sus beneficiarios son los agricultores, hechos que constituyen los antecedentes que explican el origen de las asignaciones de agua a la agricultura, las cuales perduran hasta la fecha. En esta última región surgen haciendas y ranchos producto del fraccionamiento del extenso latifundio del Marquesado de Aguayo y otras grandes propiedades que ocurre a mediados del siglo decimonono, explotándose dichos cultivos en grandes plantaciones irrigadas mediante un sistema hidráulico de represas y canales que derivaba agua del cauce de esos ríos hacia las áreas agrícolas, aplicando métodos de riego como los aniegos o entarquimientos (Gándara, 1979; Chairez, 2005:30-50). Este uso del agua como insumo para la producción agrícola provocó el surgimiento de conflictos entre los nuevos propietarios por la delimitación de linderos y derechos de uso que derivaron en la firma de un Acuerdo Privado en 1852, repartiéndose los escurrimientos 10
  • 11. del río conforme a los límites estatales; dicho acuerdo constituye la primera regulación no gubernamental del uso del agua que incide en las asignaciones posteriores al continuar el fraccionamiento de los latifundios, donde los nuevos predios se enajenaban incluyendo el agua que transitaba por ellos. A fines de esa centuria, las haciendas y ranchos fraccionados pasaron a ser propiedad de nuevos terratenientes que coexistían con los campesinos que llegaron a la región como colonos agrícolas, surgiendo nuevos conflictos por los espacios para crear poblados y la siembra de cultivos, algunos de los cuales fueron violentos como la revuelta campesina de 1863 (Martínez, 1989). El fraccionamiento de los latifundios en haciendas y ranchos, la apertura de nuevas tierras al cultivo y la construcción de obras de derivación, hicieron más frecuentes los conflictos por el agua en la parte baja de la cuenca al producirse la expansión agrícola en el valle de La Laguna, como los que se presentaron entre los usuarios que se ubicaban en las áreas de desembocadura del río que reclamaron a los que primero accedían al cauce en el inicio del delta, por la retención o cambio de los escurrimientos; esta controversia condujo a la elaboración y aplicación de la primera reglamentación federal sobre usos del agua en México (Romero, 1999:5-10). En los albores del Siglo XX, gran parte de las superficies de la cuenca se habían transformado, sobre todo en la parte baja que conforma el valle irrigado de La Laguna, donde las grandes plantaciones de algodón ocuparon las fértiles tierras sustituyendo el otrora paisaje natural conformado por ecosistemas de áreas riparias en torno al cauce, acequias y lagunas que formaban los ríos Nazas y Aguanaval, los bosques de arbustivas aledaños y las planicies de inundación. La comarca se convierte en un emporio agrícola, principal productor de fibra en el país. Esta región presentó un crecimiento económico vertiginoso favorecido por las políticas de apertura a la inversión extranjera que promovió el gobierno porfirista, el cual fue afectado por el movimiento revolucionario de 1910 en la producción agrícola pero no en su 11
  • 12. estructura agraria, ya que en su tercera década se mantenía la concentración de la tierra y agua entre 221 propietarios que ocupaban y explotaban bajo el régimen hacendario a varios miles de jornaleros agrícolas provenientes de estados vecinos atraídos por el auge algodonero (Nájera, 1928), mismo que también propició la formación de las principales ciudades que articularon la economía del valle irrigado. Con la formación del nuevo Estado Mexicano emanado de la revolución y las bases legales derivadas de la Constitución Política que reconocía el derecho de la población rural a ser dotados gratuitamente de tierras, se aplica una reforma agraria que redistribuyó la propiedad del suelo creando ejidos. Este nuevo ordenamiento legal otorga al agua el carácter de propiedad pública que el Estado puede transferir mediante concesiones a los particulares. El impacto de esta reforma en la cuenca se fue dando gradualmente hasta la aplicación del reparto agrario cardenista, principalmente en el valle de La laguna, pero también en las zonas semiárida y boscosa; en la primera se afectaron las grandes haciendas algodoneras distribuyéndose 147,704 ha equivalentes a dos tercios de la superficie agrícola total, entre 311 ejidos que beneficiaron a 34,743 campesinos, cuyas parcelas se dotaron con derecho a agua superficial para riego (Liga de Agrónomos Socialistas, 1940). El reparto de tierras cardenista y las afectaciones posteriores realizadas dentro de la Cuenca Nazas-Aguanaval, aumentaron considerablemente el estrato de campesinos y sus ejidos, volviendo más compleja la estructura agraria donde coexistieron con los colonos, propietarios medios y los nuevos empresarios agrícolas y ganaderos que permanecieron después de las expropiaciones. También implicó una fuerte intervención gubernamental no solo en la redistribución de tierras y aguas, sino también en el financiamiento, la organización económica, el aseguramiento, la administración del agua y otras funciones que hicieron dependientes a los ejidos de las políticas y programas implementados por las instituciones y bancos oficiales. 12
  • 13. En las subsiguientes décadas la demanda de agua utilizada en la agricultura aumenta para irrigar superficies de algodonero, estimulada por la II Guerra Mundial y la Guerra de Corea, para lo cual se recurre al control de las avenidas de los ríos mediante la construcción de embalses y redes hidráulicas que garanticen el suministro de agua a las áreas de siembra conforme a los ciclos agrícolas establecidos y aumenten la eficiencia en su conducción. Posteriormente, cuando se produce la crisis del mercado de la fibra que provoca la diversificación de cultivos hortofrutícolas y forrajeros que sustituyen al algodonero, la demanda de agua se incrementa con la perforación de pozos para realizar extracciones subterráneas de los acuíferos. Esta disponibilidad de agua ha permitido el cultivo de un promedio de 140,000 ha bajo riego, ya que el total de las aguas superficiales y más del ochenta por ciento de las subterráneas fueron asignadas para usos agropecuarios, manteniendo al valle irrigado de La Laguna como una de las zonas agrícolas más importantes del norte centro del país, solo equiparado por el valle de Delicias, al sur del estado de Chihuahua (Jiménez, 2005). En el período posterior al cardenismo las políticas públicas, cambian priorizando el apoyo a los sectores empresariales a los cuales favorecieron en la integración de importantes grupos en las diferentes regiones agropecuarias, como sucede en La Laguna, donde se promueve la creación de una cuenca lechera que actualmente es la más importante del país con una producción de siete millones de litros de leche diarios, donde surge el corporativo agroindustrial lácteo LALA, cuyos dueños conforman uno de los sectores dominantes de las élites económicas y políticas de esta región, la cuenca y el norte de México. Durante el período que abarca de 1936-1990, La Laguna sustenta una parte importante de su economía en la producción agrícola y agroindustrial: por un lado, con un sector campesino dependiente de las políticas y programas gubernamentales dedicado principalmente a la siembra de algodón, forrajes y leche, integrado al complejo agroindustrial lácteo y, por el otro, el sector empresarial agroganadero dedicado a estas últimas actividades integradas vertical y horizontalmente en la industria láctea que se 13
  • 14. expande a otras regiones del país y el exterior. Ambos constituyeron los principales usuarios de agua en la región y la cuenca. Esta situación se ve modificada a fines del Siglo XX con las políticas salinistas que en 1990 limitan la oferta de crédito rural oficial a los grupos campesinos de los ejidos laguneros, y dos años después reforman las leyes agrarias y de aguas para liberalizar las relaciones económicas en el campo mexicano; al momento que los campesinos carecen de financiamiento oficial, con unidades de producción en quiebra y empobrecidos, enajenan sus tierras de manera desventajosa pero lícita, mediante rentas y ventas, y transfieren la mayor parte de los derechos de agua superficial y las concesiones de pozos profundos a los grandes empresarios agroganaderos. Las reformas en la política hídrica implicaron la transferencia de algunos aspectos de la gestión del agua por parte del gobierno a los usuarios, creando asociaciones de estos que, por un lado, en el manejo de las aguas superficiales de los distritos de riego se les responsabilizó de las redes hidráulicas principales a través de Sociedades de Responsabilidad Limitada (SRL) y secundarias en Módulos de Riego (MR), y por el otro, de las aguas subterráneas mediante Comités Técnicos de Aguas Subterráneas (COTAS). La formación de mercados de aguas favoreció a los productores con mayor capacidad económica, ya que ante la quiebra de las unidades de producción campesinas resultado de su propia ineficiencia económica y de las restricciones en los créditos aplicadas por la banca rural oficial, les permitió adquirir concesiones de pozos profundos y de aguas superficiales; al respecto, un estudio realizado dos años después de que se reforma la Ley de Aguas con una muestra de 50 grupos ejidales de 21 comunidades rurales localizadas en siete municipios de la región, integrados por 844 ejidatarios que poseen 56 pozos profundos, indica que 24 grupos (48%) habían rentado sus concesiones y tierras irrigadas con los volúmenes extraídos de esos pozos, dos grupos (4%) las habían vendido, 17 grupos (34%) aún no las enajenaban y los siete grupos restantes (14%) operaban con asociaciones en participación y otras formas (Jiménez, 1996:146) 14
  • 15. De esa manera, la consolidación de la cuenca lechera, sus empresas y corporativos agroindustriales lácteos, se basaron en la quiebra de las unidades de producción campesinas y en el desplazamiento de los ejidatarios como pequeños productores para convertirse en jornaleros agrícolas, en algunos de los casos en los predios que otrora fueron suyos. Finalmente, este estrato de la población rural regional que nace producto de las políticas reformistas del cardenismo, se proletariza con las contrarreformas del salinismo. Durante el Siglo XX, particularmente durante la segunda mitad, se intensifica el aprovechamiento de los pastizales en la parte media de la cuenca debido a factores como la apertura del mercado estadunidense a la exportación de becerros en pie, al aumento en la demanda de carne de res por la expansión demográfica y el crecimiento industrial en las ciudades del país, y al apoyo oficial a la producción ganadera después de controlar la epizootia de fiebre aftosa que diezmó las poblaciones de ganado. México exporta actualmente alrededor de 1´300,000 becerros en pie a su vecino norteño, convirtiéndose en su más importante proveedor de ganado por la cercanía, la demanda que surge en ese país y el diferencial de precios que se pagan, condición que ha contribuido a aumentar la cantidad de reses en los agostaderos, a modificar su calidad genética y a mejorar los ingresos de los productores ganaderos con respecto al mercado interior. Es también en esta centuria cuando se intensifica la explotación forestal al aprovecharse el bosque para la extracción de madera destinada a la industria de la celulosa, de muebles y otras; en la parte alta de la cuenca esta actividad tiene un impacto importante en la economía local donde la propiedad de los predios es compartida por ejidos y particulares, pero en el caso de los ejidales los principales beneficiarios no fueron los campesinos sino las empresas a las que se los concesionaron, las que controlan los aserraderos y los circuitos comerciales de la madera y, solo recientemente, cuando disminuyó su importancia por el deterioro del bosque y la competencia derivada de la apertura comercial, asumieron un mayor papel en la gestión a través de la empresa estatal cuya administración les fue transferida. 15
  • 16. Presión antrópica sobre el agua y los ecosistemas El patrón de uso del agua en la cuenca, particularmente en la parte baja donde la disponibilidad es mayor, y los procesos de deterioro del bosque y los pastizales en las partes alta y media, han provocado una presión antrópica sobre los recursos hídricos y los ecosistemas asociados a ellos. En el primer caso dicho patrón se ha fincado en mantener el aumento de la demanda de agua sobre la base de la regulación de los flujos superficiales e incrementar las extracciones subterráneas, generando consecuencias no previstas que marcaron esa deficiente gestión que actualmente expone a una condición de riesgo la salud de la población porque consume agua contaminada, particularmente la que se concentra en los asentamientos del valle irrigado de La Laguna, amenaza la estabilidad ecológica y reduce las funciones de esos ecosistemas y los riparios de la parte media y baja, a la vez de que afecta las actividades económicas al enfrentar problemas de abasto y calidad del agua. La construcción y operación de las presas permitieron controlar las avenidas para evitar inundaciones que afectaran cultivos y poblaciones en la parte baja, a la vez que garantizaban los ciclos agrícolas, pero también interrumpieron los flujos subterráneos provenientes de las filtraciones originadas en las partes alta y media de la cuenca, destacando la presa Lázaro Cárdenas que al iniciar sus operaciones en 1946 limitó la recarga de 440 Mm3 en el acuífero principal ubicado en el subsuelo del valle de La Laguna (SARH, 1984), iniciándose el desbalance hidráulico que a la fecha persiste. Este control de avenidas también impactó la biodiversidad riparia al reducir el caudal ecológico al afectar la vegetación de galería en el cauce de los ríos y en las partes bajas donde se derivaba el agua a los cultivos, además de que la construcción y revestimiento de canales y el cambio en los sistemas de riego basados en aniegos que formaban cajas de agua y lagunas de inundación en las depresiones donde desembocaban los ríos, también tuvo consecuencias en una de las fuentes de recarga de los acuíferos y modificaron el 16
  • 17. paisaje, reduciendo la vegetación asociada a estos cuerpos de agua dulce intermitentes y el hábitat en que concurría una fauna silvestre asociada a ellos. De hecho, el impacto en la biodiversidad ocurre a la par de la ocupación humana de estos espacios físicos y la apertura de tierras al cultivo a inicios del Siglo XIX, antropizando los ecosistemas naturales al modificar los hábitat en el que vivían otras especies, desplazándolas a otros sitios, pereciendo cuando no podían hacerlo, coexistiendo con las poblaciones humanas adecuando sus hábitos de vida y alimenticios a los de estas, transformaciones que se acentuaron cuando la producción agrícola se intensifica utilizando fertilizantes sintéticos, agroquímicos en el control de plagas y enfermedades, maquinaria agrícola y otros elementos propios de la modernización del campo derivada de la revolución verde. Por su parte, el aumento en la demanda de agua subterránea utilizada en la producción algodonera, cultivos hortofrutícolas y forrajeros, establecidos durante la segunda mitad del siglo pasado cuando ocurre la reconversión productiva en la región, y del propio crecimiento demográfico, incrementaron la cantidad de pozos de bombeo y las extracciones de agua acentuando el desbalance hidráulico en los acuíferos; actualmente cinco de ellos que almacenan más del 50% de los volúmenes subterráneos se encuentran sobreexplotados y algunos también contaminados. Es el caso del acuífero granular principal que subyace al valle irrigado y algunas de las ciudades con mayor densidad poblacional en la cuenca, el cual para 2010 se estimaba recibía una recarga de 518.90 Mm3 pero se extraían 930.92 Mm3; de él depende el abasto para la población que reside en la zona metropolitana de La Laguna y donde se realizan las actividades económicas de mayor relevancia para la región y la misma cuenca, por lo que constituye el cuerpo de agua dulce más importante en ambos niveles (CNA, 2012:26). Este acuífero presenta un severo grado de contaminación por la presencia de sales arsenicales en una gran parte de los conos de abatimiento donde se almacena el agua subterránea, al grado tal que el abasto doméstico no se realiza con agua potable y se ha 17
  • 18. convertido en factor de riesgo para la salud humana al aumentar la propensión a adquirir enfermedades crónico degenerativas como diabetes y cáncer. A este fenómeno de sobreexplotación y contaminación de los acuíferos de los que se extrae el agua subterránea, se agregan los procesos ya señalados de degradación del bosque por la deforestación que ha sufrido debido a que la demanda de madera es mayor a su capacidad de producción, particularmente durante la segunda mitad del Siglo XX cuando dicha actividad se intensificó; en esta áreas fueron comunes la tala y el comercio ilegal de madera. Estudios recientes han determinado que esa tala indebida de árboles ha provocado la pérdida de la cobertura vegetal con consecuencias hidrológicas a escala de la cuenca, como es la modificación del régimen de escurrimientos superficiales y subterráneos; la erosión de los suelos cambia el curso natural, la velocidad del agua que se precipita y cae en estas zonas, además de que limita su filtración, condición acentuada por el sobrepastoreo al incorporar superficies de bosque al uso ganadero con cargas animales tres o cuatro veces superiores a su coeficiente de agostadero (Descroix et al, 2004:179-210). La expansión ganadera hacia el bosque y su intensificación en la zona de pastizales ha generado otro tipo de problemas como es la construcción de obras de retención y derivación de agua destinados a almacenarla donde abreve el ganado, complementando la problemática señalada de alteración de los escurrimientos. En esta última zona el sobrepastoreo amenaza los ecosistemas de pastizal donde existe el riesgo de que se pierdan especies y comunidades de pastos, en particular los nativos, que son importantes por las funciones ecológicas que desempeñan y por la dependencia que tiene de ellos la ganadería extensiva para la alimentación de bovinos de carne; estudios anteriores documentan ese deterioro (Ochoa et al, 1987:2-21); otros más recientes han encontrado predios ejidales donde se ha medido la presencias de suelos desnudos con pérdidas de hasta 65% en su cobertura vegetal (Quiñones et al, 2010:14) 18
  • 19. Alternativas Los aspectos descritos anteriormente sobre la problemática hídrica en esta cuenca solo son algunos, quizás de los más importantes, que le caracterizan, sobre los cuales si bien se tiene cierta claridad en las alternativas de solución la realidad indica grandes dificultades para aplicarlas. En el caso de la cuenca alta el objetivo consiste en recuperar el bosque de encino-pino, el cual se intenta concretar a través de un proyecto de pago de servicios ambientales a sus dueños, con la finalidad de que acepten las regulaciones aplicables a la actividad forestal, disminuyan la tala de árboles y se reforesten áreas degradadas; dicha iniciativa es gestionada por grupos civiles y empresariales con el apoyo de investigadores y académicos, la Comisión Nacional del Agua (CNA) y la Comisión Nacional Forestal(CONAFOR); su limitante principal ha sido la baja recaudación por las escasas aportaciones de los usuarios de la parte baja. A dicha iniciativa se le denominó Proyecto Irritila, y en ella se han fincado expectativas importantes por la respuesta de las comunidades ejidales y los actores institucionales y ciudadanos que se están involucrando; constituye una alternativa de mediano y largo plazo que posibilitará recuperar el bosque y con ello algunas de sus funciones ecológicas como la captación y filtración de agua, que contribuya en la recarga de los cuerpos de agua dulce ubicados en la parte baja de la cuenca. Al ser voluntaria la recaudación de fondos que se realiza, su factibilidad depende de la sensibilidad que adquieran los usuarios y la población que realizan las aportaciones, por ello es necesario que los primeros, sobre todo los grandes que concentran las concesiones de pozos profundos, incrementen los montos que aportan, mientras que a la segunda es importante sensibilizarla para que coopere con el pago de un impuesto voluntario de agua; es, por tanto, indispensable emprender una campaña más agresiva con la participación de la Comisión Nacional del Agua que incida en los usuarios de aguas subterráneas y superficiales, y los organismos operadores de los municipios que lo hagan entre los ciudadanos. 19
  • 20. Paralelamente deben adoptarse medidas que acoten la multiplicación de obras de retención y derivación de agua creados en medio del bosque que alteran los flujos superficiales para abastecer la demanda destinada a abrevar el ganado, restringiendo los cambios de uso de suelo y sancionando a quienes los realicen sin cumplir las normas ambientales establecidas como la realización de manifestaciones de impacto ambiental y las acciones de remediación que estas implican. Es recomendable que la responsabilidad de esta gestión de recuperación del bosque continúe siendo ciudadana con apoyo gubernamental para que asegure su continuidad al no sujetarse a cambios de gobierno, además de que se garantice la aplicación de los recursos públicos, privados y ciudadanos destinados al proyecto. En la parte media no se han promovido opciones importantes para recuperar los pastizales más allá de los programas nacionales, entre ellos destaca la implementación del Programa de Producción Pecuaria Sustentable y Ordenamiento Ganadero y Apícola (PROGAN) de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), que tiene entre sus objetivos el cuidado y mejoramiento de los recursos naturales de áreas ganaderas; sin embargo, los procesos de degradación que sufre el pastizal continúan debido al manejo inadecuado de los predios derivado de los sistemas de pastoreo que se practican. Recientemente se exploró el proyecto de crear un área natural protegida en el polígono de Cuchillas de la Zarca, ubicado en la zona norte del estado de Durango, dentro de esta parte de la cuenca; fue promovido por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) y la Secretaría de Recursos Naturales y Medio Ambiente de Durango (SRNyMA), realizándose el Estudio Técnico Justificativo por la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED), proyecto que no prosperó por falta de recursos. A la fecha sigue siendo un foco rojo sin la atención suficiente a pesar de que es posible involucrar a los ganaderos en iniciativas como la señalada, pero no existe una política pública de impacto real, federal o estatal, orientada a la recuperación, conservación y/o 20
  • 21. manejo sustentable de los pastizales, solo se practican iniciativas individuales por los propios productores ganaderos que mejoran sus predios con una incidencia puntual, También es importante regular la construcción de obras de retención y derivación de agua que los productores ganaderos realizan para abrevar el ganado, ya que en esta parte de la cuenca se han multiplicado debido a la recurrencia de las sequías, al fraccionamiento de los agostaderos ejidales y al aumento del hato ganadero estimulado por la apertura comercial derivada del Tratado de Libre Comercio. Bajo las condiciones actuales no existe un actor institucional que proponga y articule un proyecto orientado a recuperar los ecosistemas de pastizal, por lo que sería necesario o dotar de facultades y recursos a alguna o algunas entidades federales entre las que actualmente intervienen en esta parte de la cuenca como la SAGARPA (o un organismo descentralizado de esta), integrar otra ausente como la CONANP o crear una nueva específica con esas capacidades, la cual involucre a los productores privados y las poblaciones y comunidades campesinas agroganaderas, apoyándose en las universidades y centros de investigación que han realizado estudios sobre conservación y manejo sustentable de estos recursos. En la parte baja el punto crítico se centra en la recuperación de los acuíferos, reconociéndose que la mejor manera de lograrlo es reduciendo la extracción de agua para equilibrarla con la recarga que sufren; al respecto, se han aplicado diversas medidas como la aplicación de vedas al acuífero principal (CNA, 2003:29), se ha tecnificado el riego en cultivos como la alfalfa como sucede con las válvulas alfalferas en 10,000 ha que han aumentado la eficiencia (Estrada y Delgado, 2012:8-9) y otros métodos presurizados que aumenten la eficiencia en la conducción y aplicación del riego, en el consumo de energía eléctrica utilizada para la extracción del agua, a través de revestimiento de canales, nivelación de tierras y otras medidas que presentan resultados parciales pero no resuelven el grave problema de sobreexplotación y contaminación. 21
  • 22. Pero esta cuestión es centralmente social, ya que el nudo que atora las soluciones a esta compleja problemática se ubica en la resistencia que presenta el sector de empresarios agroganaderos que concentran las concesiones de pozos profundos y destinan estos volúmenes a la producción de forrajes para la alimentación del ganado bovino lechero, es en ellos y en la CNA como organismo regulador de los usos y usuarios, en ellos recae la toma de decisiones para resolverla, donde, lamentablemente, los primeros no asumen su responsabilidad como principales usuarios y la segunda que se ha visto imposibilitada de aplicar las disposiciones legales y medidas administrativas a estos. Si se estima que las extracciones de agua del acuífero principal son de 930.92 Mm3 y el 84% de ese volumen se destina a usos agropecuarios en el riego de cultivos y para que el ganado abreve, destacando la alfalfa, cultivo que presenta un alto uso consuntivo de agua puesto que para producir una hectárea se requiere, según el grado de tecnificación del riego que tengan en los predios, una lámina anual de 1.6 a 2.0 metros. En el año 2012 se sembraron 39,455 ha de alfalfa, de los cuales 5,744 ha (14.56%) se irrigaron con aguas superficiales, sobre todo en predios colindantes con el cauce por el cual aún circula agua del Río Nazas, y 33,708 ha (85.44%) con bombeo realizando extracciones de los ocho acuíferos existentes en la región (El Siglo de Torreón, 2013:26), utilizando un volumen estimado de 631.2 Mm3 si consideramos la primera lámina de riego, o 789.1 Mm3 para la segunda, por lo que demanda un volumen mayor o igual al total extraído del acuífero principal para uso agropecuario La alfalfa es un cultivo cuya superficie se ha duplicado durante las últimas dos décadas al incrementarse de 17,408 ha en 1992 a las 39,455 ha en 2012; a pesar de que también se ha incrementado la superficie de otros forrajes estacionales como maíz y sorgo, aún existe resistencia de los ganaderos lecheros de sustituirlo por otros que demanden menos agua, incluyendo las alternativas tecnológicas generadas por centros de investigación como el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Reta et al, 2008) y universidades locales. 22
  • 23. Lo cierto es que la superficie de alfalfa debe reducirse significativamente en el corto plazo, no como medida voluntaria de los productores porque de esa manera no va a ocurrir, sino como una política pública que implique suprimir los incentivos oficiales a su establecimiento, producción y equipamiento de los sistemas de riego si estos se destinarán a sembrar dicho cultivo, medida que a su vez forme parte de una estrategia de recuperación de los acuíferos sobreexplotados en la región. La postura de los grandes usuarios que conforman un reducido pero poderoso segmento de empresarios agroganaderos, integrados a los corporativos lechero-lácteos de LALA, Alpura y Nestlé, se dirige al gobierno federal para que les apoye con créditos y subvencione en la tecnificación del riego mediante métodos presurizados que posibiliten un ahorro en los volúmenes extraídos, sin embargo, no garantizan su corresponsabilidad de no aumentar la frontera agrícola con los excedentes ahorrados al aumentar la eficiencia en el riego, y también de sujetarse a una medición telemétrica confiable de los volúmenes extraídos; sin esta última no se podrá identificar donde se encuentran los volúmenes extraídos ilegalmente por encima de 701.8 Mm3 concesionados (CNA, 2003:28). Otra opción reciente que se viene proponiendo por la CNA es la tecnificación de los sistemas de derivación de aguas superficiales mediante equipos de rebombeo, también con la finalidad de eficientar los volúmenes aplicados en los predios agrícolas: el agua superficial multiplicada con la tecnificación posibilitaría reducir las extracciones de aguas subterráneas y facilitar la recarga de los acuíferos, a la vez que permite a los empresarios mantener las concesiones de estas cuyos volúmenes resguardarían como reservas de agua ante contingencias de déficit que surjan ante las ya cada vez más sequías recurrentes. Dicha opción es aceptable para los empresarios agroganaderos porque la mayor parte de los derechos de agua superficial que se asignaron a los ejidatarios a la par de las dotaciones de tierras a los ejidatarios, actualmente han sido transferidos a los primeros, es decir, este segmento de grandes productores rurales concentra las concesiones de aguas superficiales y subterráneas, por ello cualesquier programa de tecnificación del riego tendría en ellos a sus principales beneficiarios. 23
  • 24. El poder que representan en la economía local por las inversiones que aplican, los empleos que generan, la producción y el valor de ésta, les permite incidir en la toma de decisiones sobre la aplicación de políticas regulatorias en las concesiones y la medición de los volúmenes extraídos, inclinando la balanza a su favor a pesar de los cuestionamientos que han recibido en medios de comunicación donde continuamente se aborda esta problemática, de académicos de universidades locales que dan a conocer estudios e información que la fundamenta, de grupos empresariales del sector industrial que reclaman la aplicación por igual de las regulaciones a los usuarios y de asociaciones civiles ambientalistas que denuncian estos hechos. El balance de pesos y contrapesos que determinan esta situación no se ha modificado significativamente con la creación de organismos de gestión del agua recientemente creados, como los consejos de cuenca, ya que si bien han abierto la participación en la toma de decisiones sobre la gestión hídrica a los diferentes tipos de usuarios, representantes de las oficinas de los distintos niveles de gobierno que tienen relación con ella, académicos y asociaciones civiles, el peso específico que tienen los usuarios agropecuarios en las asociaciones que manejan las aguas superficiales y subterráneas es definitorio, como sucede en el propio Consejo de Cuenca Nazas-Aguanaval. Tal parece que la gravedad del problema se acentúa al observarse los niveles de abatimiento del acuífero principal; hace diez años se estimaron entre 0.50 m a 3.45 m anuales según los sitios y concentraciones del bombeo (CNA, 2003:15), mismos que actualmente es posible se hayan duplicado, a la vez de que ha aumentado la concentración de sales, alguna de ellas tóxicas para la salud humana, principalmente Arsénico, que presenta valores de por encima de los 0.025 mg/l establecidos en la NOM-127-SSA-1994, y otros como Flúor, Molibdeno, Selenio, Manganeso, Nitratos, entre otros, que han deteriorado severamente la calidad del agua para consumo humano pero también para irrigación de cultivos. En virtud de que la forma en que histórica y actualmente se han distribuido las aguas superficiales y subterráneas disponibles en la Cuenca Nazas-Aguanaval, cuyo “arreglo social” beneficia a los grandes productores agroganaderos integrados al complejo forrajero24
  • 25. lechero-lácteo ubicado en la parte baja de la cuenca, y ante la imposibilidad expresa del organismo regulador del agua de aplicar políticas públicas con suficiente voluntad política que den solución a esta compleja problemática hídrica, la población residente en el valle de la Comarca Lagunera queda sujeta a una condición de riesgo, y el mismo desarrollo regional ya no solo resulta insustentable, sino incierto. Ciertamente, toda solución que se aplique debe contemplar la importancia económica que tienen la gama de actividades asociadas a ese complejo agroindustrial lácteo y, por consecuencia, involucrar a los grandes usuarios del agua dulce disponible en la región y cuenca, de modo tal que no desequilibre la economía local; por ello, el gran reto es como destrabar ese “arreglo social” para recuperar el acuífero principal, al igual que el bosque y los pastizales, reorientando el desarrollo regional y de la cuenca, para lo cual, es inevitable modificar la distribución social actual, proceso nada sencillo donde también, inevitablemente, los ciudadanos tiene la última palabra. Bibliografía Alessio, Vito. 1978 Coahuila y Texas en la época colonial. Ed. Porrúa. México. Pp.173 Chairez A., Carlos. 2005 El impacto de las regulaciones de los ríos en la recarga de los acuíferos: el caso del acuífero principal de la Comarca de La Laguna. Tesis Doctoral. Colegio de Postgraduados. México. CNA. 2003 Documento por el cual se da a conocer el estudio técnico de actualización del conocimiento geohidrológico en la zona comprendida por el acuífero denominado “Principal Región Lagunera”, en los estados de Coahuila y Durango. México. CNA. 2012 Programa Hídrico Regional. Agenda 20-30. Región HidrológicoAdministrativa VII Cuencas Centrales del Norte. México Descroix, L., J.L. González y J. Estrada. 2004 La Sierra Madre Occidental, una fuente de agua amenazada. Ed. INIFAP-IRD. México. El Siglo de Torreón. 2013 Resumen Comarca Lagunera 2012. México. Estrada, J. y Delgado, G. 2012 Los sistemas de riego tipo válvula alfalfera en la Región Lagunera. En: Sector Agrícola y Ganadero, revista oficial de la Cámara Agrícola y Ganadera de Torreón y la Unión Ganadera Regional de La Laguna. Año 1 No.5 25
  • 26. Gándara, Leticia. 1979 La formación de las haciendas en la Comarca Lagunera 1538-1850. De: La Comarca Lagunera: su historia. Parte II: Las haciendas algodoneras. Ed. Cuadernos de la Cas Chata No.18. México. Jiménez, Gerardo. 1996 Reformas al artículo 27 constitucional y cambios en el régimen de tenencia de la tierra y agua en la Comarca Lagunera. Tesis de Maestría en Ciencias. Colegio de Postgraduados. México. Jiménez, Gerardo 2005 Análisis comparativo de indicadores sobre el agua en las cuencas de los ríos Nazas-Aguanaval y Conchos. Ed. Memoria de Semana Internacional de Agronomía de FAZ-UJED. México. Liga de Agrónomos Socialistas. 1940 El colectivismo agrario en México. La Comarca Lagunera. México. Martínez, Tomás. 1989 Las luchas campesinas en la Comarca Lagunera. 1830-1880. Cuadernos de Centro de Estudios del Desarrollo Rural, Colegio de Postgraduados. No. 3-4 julio-Diciembre. México Meyer, Michael. 1997 El agua en el suroeste hispánico. Una historia social y legal 15501850. Ed. IMTA-CIESAS, México. Nájera, E. et al. 1928 Informe General sobre la Comisión de Estudios de la Comarca Lagunera. Comisión Nacional Agraria. México. Ochoa, J., R. González y R. Javalera. 1987 Diagnóstico de la ganadería extensiva en el norte de Durango. De: Resultados de investigación sobre Ecología y Manejo de Pastizales en el norte de Durango. 1978-1987. Ed. INIFAP, Publicación Especial No.2. México. Pacheco R., José de la Cruz 2001 Breve historia de Durango. Ed. FCE-Colegio de México. México. Quiñones, Beatriz 1984 La rebelión tepehuana. Una de las primeras luchas campesinas en Durango? Ed. UJED, Durango, México. Quiñones, J.J., M. Valencia, G. Jiménez, R. Carrillo. 2010 Estudio previo justificativo para el establecimiento del área Cuchillas de La Zarca. Informe Final. CONAMPSRNyMA-FAZ_UJED. México. 26
  • 27. Reta, D., S. Serrato, R. Figueroa, J.A. Cueto, S. Berumen y J. Santamaría. 2008 Cultivos alternativos con potencial de uso forrajero en la Comarca Lagunera. Libro Técnico No. 3 INIFAP-SAGARPA. México. SARH. 1984 El acuífero principal: situación actual y medidas para reducir su deterioro. Ed. Memoria de Cincuenta Aniversario de la Reforma Agraria en la Comarca Lagunera. México. 27