Ramón Verea, el inventor gallego pionero en la aritmética y defensor de la igualdad
1. 2013
EL COMIENZO DE UNA NUEVA
EPOCA PARA LA ARITMETICA
Borja Iglesias Rosende
Trabajo sobre Ramon Verea para IMMAA
08/10/2013
2. La aritmética y los principios
El gallego Ramón Verea triunfó en Nueva York como periodista y como inventor: patentó
una calculadora y dirigió una revista que subsistió sin anuncios ni ayudas
TEREIXA CONSTENLA
3. Indice
Contenido
La aritmética y los principios ......................................................................................................... 2
Ramon Verea ......................................................................................................................... 4
ENTRE SU TIERRA Y NUEVA YORK ......................................................................................... 5
BIOGRAFIA ............................................................................................................................. 6
SU MAQUINA DE CALCULAR ................................................................................................. 7
FOTOS .................................................................................................................................... 8
4. Ramon Verea
Hay aún varios testigos vivos de los primeros años de
Ramón Silvestre Verea García en Curantes, la aldea de A
Estrada (Pontevedra) donde nació en 1833. Pero aunque
su talle diga cosas, los carvallos no hablan. Así que nada
ni nadie puede evocar al niño aquel que zangolotearía
entre olores inconfundibles a musgo, bosta e incienso. En
general las aldeas gallegas olían al paraíso o el infierno,
según momentos y tramos. Lo que singularizó la infancia
de Verea respecto a otros niños fue que se crio al amparo
de una sacristía. El clérigo Francisco de Porto le educó
como un padre aunque en la historia figure como tío. Tal
vez, ya saben… Su biógrafo, Olimpio Arca, no aventura
maldades y constata la verdad documental: Ramón nació
el 11 de diciembre de 1833 como hijo legítimo de
Florentina García y Juan Verea.
El origen explicará algunos aspectos del subyugante
Verea adulto, un tipo tan luminoso que lo mismo patenta
una calculadora que escribe novelas o que monta un
periódico que sale adelante sin publicidad y con
independencia. El Progreso, la revista quincenal que
dirigió casi una década en Estados Unidos, se presentaba
así: “Único periódico en castellano que ha subsistido en
Nueva York sin anuncios, sin subvención y sin
degradantes adulaciones a los gobernantes y poderosos.
Independiente en política, librepensador en todo”.
5. ENTRE SU TIERRA Y NUEVA YORK
Entre Curantes y Nueva York discurrieron un sinfín de escalas, peripecias y ocupaciones. A pesar de nacer en una
pequeña comunidad rural, Verea tuvo acceso al conocimiento, un lujo vedado a la mayoría de los niños de entonces de Galicia,
donde, según el investigador Antón Costa, imperaba uno de los sistemas educativos más retrasados de Europa. Le salvó la
tutela del tío religioso, que le abrió un singular pórtico de la gloria: una biblioteca a su disposición. “Debía de ser el único sitio
de la aldea donde había libros”, subraya Olimpio Arca, que en su libro Ramón Verea. Inventor, xornalista, estradense presume
que asistiría también a la escuela de primeras letras de Curantes.
Inventó la máquina por orgullo. Luego la patentó en 1878 y se desentendió. No le interesaba el
dinero
6. BIOGRAFIA
A los 13 años, Ramón se fue a estudiar a Santiago, eslabón ineludible hacia el destino delineado por su familia: el
sacerdocio. Permaneció en el seminario seis años hasta que, pese a su brillante expediente, perdió la beca. Con el tiempo
vería el hecho como “una liberación” y afianzaría su anticlericalismo. En 1855, recuerda su biógrafo, embarcó hacia Cuba, la
primera escala de una vida de movimiento perpetuo, que le llevará también a Nueva York, Guatemala y Buenos Aires, donde
falleció sin descendencia y tan pobre que su cadáver fue recogido por la asistencia pública en 1899.
En Cuba trabajó de maestro, estudió inglés, escribió sus primeras novelas, descubrió el periodismo e inventó una máquina
para doblar periódicos. Su talento bicéfalo explotará a partir de 1875 en Nueva York, donde funda la imprenta El Polígloto, crea
una “agencia industrial para la compra de maquinaria y efectos de moderna invención”, patenta su calculadora y dirige El
Cronista y El Progreso, que se difundirá en una veintena de países.
Y todo aquello, alineado, demuestra que aquel superdotado para la tecnología capaz de sacarse artilugios inexistentes de la
manga se movía por principios, acaso por fanfarronería en alguna ocasión, y jamás por ambiciones materiales. El propio
inventor enumeraba en un artículo en 1881 sus móviles: “1) un poco de amor propio; 2) mucho de amor nacional, el deseo de
probar que en genio inventivo un español puede dejar atrás a las eminencias de las naciones más cultas; 3) el afán innato de
contribuir con algo al adelanto de la ciencia; y 4) y último, un entretenimiento conforme a mis gustos e inclinaciones”.
7. SU MAQUINA DE CALCULAR
Su calculadora de hierro y acero y color amarillo de 26 kilos fue la primera en realizar las cuatro operaciones aritméticas
(dividía y multiplicaba números de hasta nueve dígitos). Después de inventarla y patentarla en 1878, se desentendió del
asunto. No le interesaba el dinero, solo quería demostrar en Nueva York, el corazón de aquella gran nación que estaban
construyendo emigrantes de todas partes, que su capacidad de innovación estaba a la altura de la estadounidense. Verea, uno
más de los emigrantes gallegos que salieron a buscar vidas nuevas en el XIX, logró perfeccionar las máquinas con las que
habían pugnado Schickard, Pascal o Leibnitz varios siglos atrás. Su prototipo, la Verea Direct Multiplier, se conserva
actualmente en la sede central de IBM, en Estados Unidos. “Cuando creó su máquina, Nueva York estaba en el auge de las
grandes transacciones. La patente podría haberle dado mucho dinero, pero no quiso”, señala Olimpio Arca. Poco sabíamos de
Verea pese a todo lo que deberíamos saber de él. Al margen de la biografía de Arca, han rastreado su trayectoria Ana María
Varela-Lago en su tesis para la Universidad de California Conquerors, immigrants, exiles: The Spanish diaspora in the United
States, y mucho antes José Pérez Morris escribió en Cuba la primera biografía del personaje. Ni siquiera en su aldea se
conservaba rastro de su memoria hasta la publicación de la investigación de Olimpio Arca y la colocación de un busto, junto a
la iglesia, que recuerda a aquel librepensador, comprometido, aventurero y singular renacentista del siglo XIX.
“El hombre hace unas leyes para sí y otras para la mujer”, denunció en un artículo de 1884
Una mira a Ramón Verea y parece un Bécquer sin melancolía. Una le lee y parece Mary Wollstonecraft, que reivindicó para
las mujeres excentricidades como la educación. He aquí lo que voceaba Verea desde su tribuna en 1884: “El hombre hace
unas leyes para sí y otras para la mujer. Se queja del despotismo de los gobernantes y él es un tirano para su compañera.
Quiere que el mundo progrese y no da a sus hijas, que mañana serán madres, más que una educación superficial... Mientras el
hombre se considere el amo de la mujer, mientras le niegue la igualdad civil, mientras no la mida con la misma vara que a sí
mismo, no podrá decir con verdad que ha dado un paso en la senda del verdadero progreso”.
Creyó Verea en valores que hoy resultan universales y que en su época se consideraban utopías. La igualdad entre
hombres y mujeres, la abolición de la esclavitud o la libertad de expresión. En marzo de 1888 se defendía así de una campaña
contra él y su publicación: “Aquí no se trata solo de difamar a la humilde personalidad del que suscribe, el objeto principal es
matar El Progreso, porque estorba, porque dice las verdades, porque descubre los agios y porque no se vende ni respeta
ladrones, cualquiera que sea el grado que ocupen en la escala social”. En ese mismo artículo confesaba sus “delitos”: “El de
defender la razón contra el fanatismo; el de defender a los chinos, los negros, los indios y todos los oprimidos que nada podían
darme, contra los opresores que son fuertes y poderosos y de los que puede obtenerse oro y favor”.