SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 19
Descargar para leer sin conexión
El secreto de                                                                ´
                                                                         y el Algebra lineal
                             Pablo Fern´ndez Gallardo
                                       a
           Departamento de Matem´ticas (Universidad Aut´noma de Madrid)
                                 a                     o


    Los editoriales de los principales peri´dicos del mundo se ocupan estos d´ de la noticia de
                                           o                                 ıas
la salida a Bolsa de Google, no s´lo por el volumen de negocio que supone1 , sino por lo que
                                    o
de simb´lico tiene el ser la primera salida a Bolsa de una empresa de esta envergadura desde la
        o
“exuberancia irracional”2 de las llamadas puntocom de los a˜os 90.
                                                            n
   Pero hay algo m´s que explica este destacado inter´s, y tiene que ver con las caracter´
                     a                                  e                                   ısticas
propias de la empresa. Ya han pasado varios lustros desde que se produjo una revoluci´n en el
                                                                                          o
campo de la tecnolog´ y de la informaci´n —y, quiz´s (¿o sin duda?), una revoluci´n cultural,
                       ıa                 o           a                               o
sociol´gica, etc.—, como fue la generalizaci´n del acceso, uso y participaci´n en la red de redes,
      o                                     o                               o
Internet. La aparici´n del buscador Google ha supuesto una revoluci´n equiparable a la anterior, al
                    o                                              o
convertirse en una herramienta que ha sido capaz de poner orden en todo ese (antes inabarcable)
universo de informaci´n.
                       o
    El dise˜o de un buscador en la red es un problema de ingenier´ matem´tica. N´tese el adje-
           n                                                       ıa       a       o
tivo. Se necesita primero un buen conocimiento del contexto, que permita traducirlo a modelos, a
Matem´ticas. Pero tras ese proceso de abstracci´n, de matematizaci´n, y una vez extra´
        a                                      o                   o                  ıdas las con-
clusiones pertinentes, se requiere tambi´n una cuidadosa y eficiente implementaci´n, un detallado
                                        e                                        o
dise˜ o de las cuestiones computacionales inherentes al problema.
    n
   El objetivo de este art´
                          ıculo es mostrar algunos de los ingredientes matem´ticos que est´n en la
                                                                            a             a
base del funcionamiento del algoritmo (PageRank) con el que Google ordena los resultados de las
 u                          o       ´
b´squedas. Es un sabroso c´ctel de Algebra lineal, Teor´ de Grafos y Probabilidad que, sin duda,
                                                        ıa
nos facilita la vida.


1.        El buscador Google
    El origen del buscador Google es ya bien conocido. Fue
dise˜ado en 1998 por Sergei Brin y Lawrence Page, dos es-
    n
tudiantes de doctorado en Inform´tica de la Universidad de
                                    a
Stanford: Brin se hab´ graduado en Matem´ticas, y Page en
                      ıa                      a
Inform´tica. Los vemos en las fotograf´ de la derecha3 . Dos
       a                                ıas
j´venes que hoy, en la frontera de la treintena, se han conver-
 o
tido en multimillonarios. El curioso nombre es una variaci´no
sobre el t´rmino googol, que alguien4 invent´ para referirse al
          e                                  o
   1 Se  pondr´n a la venta acciones por valor de 2700 millones de d´lares.
               a                                                      o
   2 Parece  ser que, para intentar evitar los excesos y esc´ndalos que rodearon la burbuja financiera de las empresas
                                                            a
tecnol´gicas en a˜ os pasados, la oferta se articular´ en forma de subasta on line, de manera que muchos inversores
       o           n                                  a
tengan similares oportunidades de adquirir acciones, y con objeto de evitar grandes movimientos especulativos. Pero
nunca se sabe. . .
   3 Podemos jurar que no tenemos nada que ver con esa suerte de bolitas navide˜ as que adornan las fotograf´
                                                                                      n                           ıas.
Est´n extra´
    a        ıdas, tal cual, de la p´gina web de Google.
                                    a
   4 Se dice que un sobrino del matem´tico Edward Kasner. Kasner se anim´ y tambi´n defini´ el googolplex, que
                                         a                                     o         e       o
es 10googol . ¡Cielos!




                                                          1
apabullante n´mero 10100 . Uno de esos n´meros que los matem´ticos manejamos con comodidad
               u                          u                         a
pero que, quiz´s, sea mayor que el n´mero de part´
               a                     u               ıculas del Universo.
    Aunque sin llegar a esos extremos, las escalas de la cuesti´n que nos interesa son tambi´n
                                                                    o                            e
gigantescas. En 1997, cuando Brin y Page empezaban a trabajar en el dise˜o de Google, hab´
                                                                                n                 ıa
censadas en torno a los 100 millones de p´ginas web. Altavista, el buscador m´s popular por
                                             a                                       a
entonces, atend´ 20 millones de consultas diarias. Hoy, esas cifras se han multiplicado: el propio
                 ıa
buscador Google atiende 200 millones de consultas diarias e indexa varios miles de millones de
p´ginas web.
  a
    As´ que el dise˜o de un buscador ha de resolver con eficacia ciertas cuestiones computacionales,
      ı             n
como la manera en que se almacena toda esa informaci´n, c´mo se actualiza, c´mo se pueden
                                                            o     o                  o
gestionar las peticiones, c´mo buscar en las gigantescas bases de datos, etc., problemas en los que,
                           o
sin duda, las Matem´ticas tienen mucho que decir.
                      a
    Pero sobre ninguna de estas cuestiones, con ser interesantes, reflexionaremos aqu´ El asunto que
                                                                                     ı.
nos interesa se puede formular de manera sencilla: supongamos que, a resultas de una consulta,
tras el proceso de b´squeda en las bases de datos, hemos determinado que, digamos, unas cien
                      u
p´ginas contienen informaci´n que, de una manera u otra, puede resultar relevante para el usuario.
  a                          o
Ahora,
                                ¿en qu´ orden mostramos esos resultados?
                                      e
El objetivo, como de manera expl´   ıcita se plantearon5 Brin y Page (v´ase [BrPa]), es que, en un
                                                                         e
n´mero suficientemente grande de los casos, al menos una de, digamos, las diez primeras p´ginas
  u                                                                                              a
que se muestren contenga informaci´n util para el que realiza la consulta.
                                      o ´
    Pedimos ahora al lector (que en un alto porcentaje ser´ sin duda Google-adicto) que decida,
                                                             a
a partir de su experiencia personal, si Google cumple este objetivo. Estamos seguros de que la
respuesta general es que s´ y de manera asombrosa. Parece magia6 . . . pero son Matem´ticas.
                          ı,                                                              a
    Matem´ticas que, adem´s, no requieren conocimientos que vayan m´s all´ de cursos b´sicos de
            a                a                                            a     a            a
licenciatura, como veremos a lo largo de estas p´ginas.
                                                  a
    Para la tarea que queremos abordar, necesitamos un criterio de ordenaci´n. Obs´rvese (y
                                                                                     o      e
aqu´ ya nos hemos puesto en modo matem´tico) que si etiquetamos con los s´
    ı                                         a                                    ımbolos P1 , . . . , Pn
cada una de las p´ginas de la red, todo lo que que nos hace falta es asignar a cada Pj un n´mero xj ,
                  a                                                                         u
que llamaremos su importancia. Estos n´meros podr´ ser, por ejemplo, n´meros entre 0 y 1.
                                            u            ıan                     u
    Supongamos entonces que, tras un censo de los sitios de la red, hemos conseguido construir la
lista de p´ginas web, y que le hemos asignado a cada una de ellas, de la manera que sea, una im-
          a
portancia. Esta lista queda a nuestra disposici´n para ser utilizada cada vez que contestemos a una
                                                o
determinada consulta: las p´ginas seleccionadas se mostrar´n en el orden que indique dicha lista.
                             a                               a
    Queda, por supuesto, explicar c´mo se construye esa lista. Vamos con ello.
                                     o

          Nota. Para completar la descripci´n, y aunque no entraremos en los detalles, deber´
                                              o                                             ıamos decir
          que hay un par de ingredientes que, en cada consulta particular, se combinan en el buscador
          Google con el criterio general que veremos aqu´
                                                        ı:
                 por un lado, y como resulta razonable, Google no “punt´a” por igual el que un cierto
                                                                            u
                 t´rmino aparezca en el t´
                  e                      ıtulo de la p´gina, en negrita, en un tipo de letra peque˜a, etc.
                                                      a                                           n
                 Para b´squedas combinadas, tampoco es lo mismo que los t´rminos buscados aparezcan,
                       u                                                 e
                 dentro del documento, “cerca” o “lejos” unos de otros.
   5 No  era el unico objetivo que se propusieron. Tambi´n pretend´ que el buscador fuera “resistente” a intentos
                 ´                                        e        ıan
de manipulaci´n, a estrategias que, por ejemplo por intereses comerciales, pretendieran situar ciertas p´ginas en los
                o                                                                                       a
primeros puestos de la lista. Curiosamente, hoy en d´ se ha hecho popular un “deporte”, el Google bombing, que
                                                       ıa
consiste precisamente en eso, en conseguir colocar una p´gina en esas primeras posiciones, aunque generalmente con
                                                          a
fines m´s l´dicos. Pruebe por ejemplo el lector a buscar en Google los t´rminos “miserable fracasado”. El resultado
        a u                                                             e
le sorprender´ (y quiz´s regocijar´).
               a       a            a
    6 Por no hablar de la capacidad de la que hace gala el buscador para “corregir” los t´rminos de la b´ squeda y
                                                                                          e               u
sugerir, ¡s´ la palabra que uno en realidad estaba pensando teclear. Lo que le lleva a uno en ocasiones a imaginar
           ı!,
intervenciones sobrenaturales. . . En fin, dej´moslo estar.
                                             e


                                                         2
2.    El modelo
    El primer paso consiste en describir, en forma manejable, los elementos relevantes para la cues-
ti´n que interesa, la asignaci´n de importancias. Digamos que hemos recogido toda la informaci´n
  o                           o                                                                   o
sobre la red (sitios, contenidos, enlaces de unas p´ginas a otras, etc.). De toda esta informaci´n, y
                                                      a                                         o
en este primer paso de la modelizaci´n, vamos a rescatar unicamente la referida a cada una de las
                                      o                         ´
p´ginas, a la que asignamos etiquetas P1 , . . . , Pn , y los enlaces entre ellas.
  a
    En estos t´rminos, la red puede ser descrita mediante un grafo (dirigido) G. Cada p´gina Pj
                  e                                                                            a
de la red es un v´rtice del grafo, y hay una arista (dirigida) entre los v´rtices Pi y Pj si desde la
                      e                                                      e
p´gina Pi hay un enlace a la p´gina Pj . Es un grafo gigantesco, abrumador, sobre cuya estructura
  a                                  a
real reflexionaremos m´s adelante (v´ase la secci´n 7).
                              a            e           o
    Cuando tratamos con grafos, nos gusta siempre recurrir a los dibujos en el papel, en los que
los v´rtices son puntos del plano, mientras que las aristas son flechas que unen esos puntos. Pero,
     e
a los efectos que aqu´ perseguimos, conviene considerar una interpretaci´n alternativa, matricial.
                            ı                                                 o
Vamos, pues, a formar una matriz M, de dimensiones n × n, cuyas filas y columnas van etiquetados
con los P1 , . . . , Pn , y cuyas entradas son ceros y unos. La entrada mij de la matriz ser´ un uno si
                                                                                            a
es que hay un enlace de la p´gina Pj a la p´gina Pi ; y un cero en caso contrario:
                                   a             a


                                P1              Pj                Pn

                                 ?                ?                ?
                     P1    -




                     Pi    -                    mij                      - enlaces a la p´gina Pi
                                                                                         a




                     Pn    -

                                                  ?
                                     enlaces desde la p´gina Pj
                                                       a

    La matriz M es, salvo una trasposici´n, la matriz de adyacencia (o de vecindades) del grafo.
                                          o
N´tese que no tiene por qu´ ser sim´trica, pues nuestro grafo es dirigido. Obs´rvese tambi´n que,
  o                         e        e                                        e           e
tal como se se˜ ala en el dibujo, la suma de las entradas correspondientes a la columna de Pj es
               n
el n´mero de enlaces que salen de la p´gina Pj , mientras que la suma de los registros de una fila
    u                                   a
coincide con el n´mero de enlaces entrantes.
                 u
    Vamos a postular que la importancia de una cierta p´gina de la red Pj “tiene que ver” con las
                                                         a
p´ginas desde las que hay enlaces a ella. Esto es muy razonable: si muchas p´ginas enlazan con Pj ,
 a                                                                          a
ser´ porque la informaci´n que ´sta contiene ha sido considerada por muchos participantes de la
   a                    o       e
red como “recomendable”.
    Ese “tiene que ver” queda por ahora algo difuso. Un primer intento, quiz´s algo ingenuo,
                                                                                  a
consiste en suponer que la importancia xj de cada Pj es proporcional al n´mero de p´ginas desde
                                                                           u          a
las que hay enlaces a Pj . Observemos que, una vez que disponemos de la matriz M, calcular cada
uno de los xj ser´ sencillo en este caso, pues bastar´ sumar las entradas correspondientes a la fila
                 ıa                                  ıa
de Pj .
   Pero este modelo no recoge adecuadamente una situaci´n que nos gustar´ tener en cuenta, y es
                                                          o                 ıa
aqu´lla en la que una cierta p´gina es citada desde unas pocas p´ginas, pero muy relevantes. Diga-
   e                          a                                 a
mos, por ejemplo, que desde www.microsoft.com, o desde www.amazon.com, etc. El procedimiento
anterior le asignar´ baja importancia, algo que no parece razonable.
                   ıa


                                                      3
As´ que necesitamos afinar nuestro modelo de manera que asignemos alta importancia
     ı
      tanto a p´ginas muy citadas;
               a
      como a p´ginas poco citadas, pero desde sitios “importantes”.
               a
El segundo intento, ya en esta l´     ınea, consiste en decidir que la importancia xj de cada p´gina Pj
                                                                                               a
es proporcional a la suma de las importancias de las p´ginas que enlazan con Pj . N´tese que hemos
                                                           a                            o
cambiado, con respecto a nuestro primer intento, “n´mero de p´ginas que enlazan con Pj ” por
                                                           u            a
“suma de las importancias de las p´ginas que enlazan con Pj ”. Esta ligera variaci´n cambia por
                                        a                                                 o
completo, como veremos, las caracter´     ısticas del problema.
     Supongamos, por ejemplo, que la p´gina P1 es citada desde las p´ginas P2 , P25 y P256 , que P2
                                            a                             a
s´lo se cita desde P1 y P256 , etc., mientras que, digamos, hay enlaces a la ultima p´gina, Pn , desde
 o                                                                             ´       a
P1 , P2 , P3 , P25 y Pn−1 . En nuestra asignaci´n anterior, x1 deber´ ser proporcional a 3, x2 lo ser´
                                                 o                    ıa                             ıa
a 2, etc., mientras que xn habr´ de ser proporcional a 5.
                                   ıa
     Pero ahora nuestra asignaci´n x1 , . . . , xn debe cumplir que
                                   o
                               x1   =   K (x2 + x25 + x256 ) ,
                               x2   =   K (x1 + x256 ) ,
                                    .
                                    .
                                    .
                               xn   =   K (x1 + x2 + x3 + x25 + xn−1 ) ,
donde K es una constante de proporcionalidad. Nos encontramos as´ con un enorme sistema de
                                                                             ı
ecuaciones, cuyas soluciones son las posibles asignaciones x1 , . . . , xn .
   Escribamos el sistema anterior en t´rminos m´s manejables, matriciales:
                                       e          a
                       P1      P2                 P25            P256          Pn−1
                   ↓        ↓                   ↓              ↓             ↓               
            x1         0       1    0   ···   0    1    0   ··· 0 1     0   ··· 0 0          x1
           x2       1       0    0   ···   0    0    0   ··· 0 1     0   ··· 0 0        x2   
                                                                                             
            .   =K  .        .   .    .    .     .   .    .  . .     .    .   . .        .   
            .
             .       .
                       .        .
                                .   .
                                    .    .
                                         .    .
                                              .     .
                                                    .   .
                                                        .    .
                                                             .  . .
                                                                . .     .
                                                                        .    .
                                                                             .   . .
                                                                                 . .        .
                                                                                              .   
            xn             1    1 1     ···   0 1       0   ··· 0 0     0   ···   1 0        xn
    Hagamos ahora un alarde simb´lico al que tan aficionados somos los matem´ticos: llamemos x al
                                 o                                           a
vector de importancias. La matriz de dimensiones n × n del sistema es, justamente, la M asociada
al grafo. As´ que podremos escribir que la asignaci´n de importancias que perseguimos es una
            ı                                       o
soluci´n de
      o
                                           Mx = λx .
Ya hemos escrito la constante de proporcionalidad con el s´     ımbolo λ. Y es que, como cualquier
                             ´
estudiante de un curso de Algebra lineal reconoce al instante, la cuesti´n se ha transformado en
                                                                           o
un problema de autovalores y autovectores: nuestro anhelado vector de importancias x no es
sino un autovector de la matriz M que, recordemos, recog´ la informaci´n sobre la estructura de
                                                             ıa             o
la red (v´rtices y relaciones de adyacencia).
           e
    Salvo por la cuesti´n, casi sentimental, de comprobar que uno de los ingredientes b´sicos de los
                       o                                                                  a
             ´
cursos de Algebra lineal permite describir una cuesti´n tan “aplicada”, es posible que esto todav´
                                                      o                                              ıa
no haya despertado el entusiasmo del lector. S´ de acuerdo, un autovector, ¿pero cu´l? Hay tan-
                                                 ı,                                      a
tos. . . Y adem´s, ¿c´mo podemos calcularlo?, la matriz es inimaginablemente grande: recordemos,
               a     o
varios miles de millones de filas (o columnas).
    Paciencia.
    Por ahora, parece razonable exigir que las entradas del vector (las importancias de los p´ginas de
                                                                                              a
la red) sean todas no negativas (o, al menos, del mismo signo). Esto lo escribiremos, y perd´nenos
                                                                                                 o
el lector el abuso de notaci´n, como x ≥ 0.
                            o
    Pero adem´s, si pretendemos que el m´todo sea util, necesitar´
               a                             e         ´              ıamos que ese hipot´tico auto-
                                                                                            e
vector de entradas no negativas fuera unico (si hubiera m´s de uno, ¿con cu´l nos quedar´
                                       ´                     a                 a               ıamos?).


                                                        4
3.     El surfista aleatorio
     A modo de interludio, vamos a enfocar el problema desde un nuevo punto de vista. Imaginemos
que un surfista se dedica a navegar por la red. En un cierto instante de tiempo est´ en una p´gina,
                                                                                    a            a
por ejemplo en P1 . En el instante siguiente, algo aburrido de los contenidos de P1 , va a saltar a
una de las p´ginas a las que enlaza P1 (digamos que hay N1 de ellas). Pero, ¿exactamente a cu´l?
             a                                                                                      a
     Nuestro intr´pido navegante es un surfista (adem´s de rubio y bronceado) aleatorio. As´ que,
                 e                                     a                                          ı
para decidir a cu´l de ellas va, efect´a un sorteo. Y lo hace de la manera m´s simple posible:
                   a                   u                                          a
utilizando un dado regular (y virtual, suponemos), que tenga tantas caras como enlaces salgan de
la p´gina P1 . En t´rminos m´s t´cnicos, la elecci´n de la p´gina de destino sigue una distribuci´n
     a              e         a e                 o           a                                     o
de probabilidad uniforme (discreta) en [1, N1 ].
     Nuestro modelo no es determinista, sino probabil´ıstico: no sa-
bemos d´nde estar´ un instante de tiempo despu´s, pero s´ con
          o          a                              e           ı                    1/4
                                                                                          1/41
qu´ probabilidad estar´ en cada uno de los posibles destinos. Y
   e                    a                                                       P2
                                                                                           1/4
adem´s es un modelo din´mico, porque el mismo argumento se
       a                   a                                                                j
podr´ aplicar al segundo movimiento, y al tercero, etc. Nuestro
      ıa                                                                    1/3       1/4
surfista sigue lo que se denomina un paseo aleatorio por el grafo.     P1       1/3 - W       1/2-
     En el dibujo de la derecha mostramos una posible situaci´n:  o
                                                                                      P6 1/2
de P1 parten tres aristas, a los v´rtices P2 , P6 y P8 . As´ que el
                                  e                         ı                                  s
                                                                           1/3
navegante sortea entre estas tres p´ginas, con probabilidad 1/3
                                    a                                          R 1/3   1
para cada una de ellas. Si, por ejemplo, el resultado del sorteo               P8         1/3
                                                                                              z
hubiera sido la p´gina P2 , entonces volver´ a sortear, pero esta
                   a                        ıa
                                                                                    1/3
vez asignando probabilidad 1/4 a cada una de los cuatro posibles                       w
destinos desde P2 .
     La formulaci´n es muy sugerente, pero no est´ claro c´mo podemos formalizarla: c´mo podemos
                 o                               a        o                             o
calcular, por ejemplo, la probabilidad de que, partiendo de la p´gina P1 , el navegante est´ en la
                                                                    a                           e
p´gina P17 tras cinco instantes de tiempo. M´s a´n, todav´ ni sospechamos qu´ puede tener que
  a                                            a u            ıa                  e
ver con nuestro problema de asignaci´n de importancias.
                                      o
     Vamos poco a poco. Recordemos que M es la matriz del grafo de la red, y que sus entradas mij
son ceros o unos. Llamemos Nj al n´mero de enlaces desde la p´gina Pj (esto es, la suma de las
                                     u                              a
entradas de cada columna de M). Vamos ahora a construir una nueva matriz M a partir de la M
original sustituyendo cada entrada mij por
                                                    mij
                                             mij =
                                                     Nj
Los registros de la nueva matriz M son n´meros no negativos (entre 0 y 1) tales que la suma de
                                          u
los registros de cada columna vale 1. En la siguiente figura se muestra, para una cierta columna,
el resultado de la transformaci´n:
                               o
                   p´gina Pj
                    a                                                     p´gina Pj
                                                                           a
                       ?                                                      ?
                      m1j                                                    m1j
                                                                             Nj
                       .
                       .                                                          .
                       .                                                          .
                                                                                  .
                                                                             mij
     M=               mij                                 M =                Nj
                       .
                       .                                                          .
                                                                                  .
                       .                                                          .
                                                                             mnj
                      mnj                                                    Nj


                       ?                                                      ?
                      Nj                                                      1

     La matriz M as´ construida es lo que se llama una matriz estoc´stica (o de Markov).
                   ı                                               a


                                                 5
Supongamos que el surfista se encuentra, en el primer instante de tiempo, en la p´gina (oa
v´rtice) Pk . Para poner en t´rminos probabil´
 e                             e                ısticos esta situaci´n tan de por s´ determin´
                                                                    o               ı         ıstica,
digamos que est´ en la p´gina Pk con una probabilidad del 100 %. Vamos a representar esta
                  a         a
situaci´n inicial con el vector cuyas entradas son todas cero, excepto la de la posici´n k, que lleva
       o                                                                              o
un uno. El navegante sortea entre los Nk destinos, asignando probabilidad 1/Nk a cada uno de
ellos.
     Pero si multiplicamos la matriz M por este vector inicial obtenemos
                                                                                
                                ···   ···    m1k   ···             0           m1k
                                .    ..      .     .            .          .    
                                .
                                 .       .    .
                                              .     .
                                                    .            .
                                                                   .          .
                                                                                .    
                                                                                
                               ···   ···    mkk   ···           1   =     mkk   .
                                                                                
                                .     .      .    ..            .          .    
                                .
                                 .     .
                                       .      .
                                              .       .          .
                                                                   .          .
                                                                                .    
                                ···   ···    mnk   ···             0           mnk

El resultado sigue siendo un vector cuyas entradas (n´meros entre 0 y 1, pues los mjk son, o bien 0,
                                                       u
o bien 1/Nk ) suman 1, porque hay justamente Nk entradas no nulas. Pero m´s a´n: el vector que
                                                                                a u
obtenemos describe exactamente con qu´ probabilidad estar´ el surfista, tras una unidad de tiempo,
                                         e                   a
en cada una de las p´ginas de la red, si es que ha partido de Pk .
                      a
    Lo que hace especialmente manejable este modelo es que, para conocer con qu´ probabilidad
                                                                                      e
estar´ en cada una de las p´ginas de la red tras dos instantes de tiempo, basta repetir la operaci´n.
     a                      a                                                                      o
Esto es, multiplicar (M )2 por el vector inicial. Y el an´logo para el transcurrir de tres instantes
                                                          a
de tiempo, cuatro, etc.
    Siguiendo la nomenclatura habitual, vamos a considerar una serie de estados, que en este
caso son los v´rtices del grafo G. La matriz M recibe el (apropiado) nombre de matriz de
                e
transici´n del sistema: cada entrada mij es la probabilidad de pasar del estado (v´rtice) Pj al
         o                                                                              e
estado (v´rtice) Pi . Y los registros de las sucesivas potencias de la matriz, las probabilidades de
           e
pasar de Pi a Pj tras varios instantes de tiempo.
    Esto resuelve la primera de las cuestiones: c´mo calcular las probabilidades de transici´n entre
                                                 o                                           o
v´rtices y para el transcurso de varias unidades de tiempo. Pero todav´ no hemos descubierto
  e                                                                        ıa
la relaci´n con el problema de ordenaci´n de Google. Esto lo dejamos para m´s adelante (v´ase
         o                                o                                       a              e
la subsecci´n 8.1). Aunque avanzamos, para aquel lector especialmente impaciente y versado en
             o
estas cuestiones, que el vector de entradas no negativas que llevamos persiguiendo ya un buen rato
resulta ser, justamente, el estado estacionario de la cadena de Markov.

          Nota. Podr´ ocurrir que alguna p´gina no tuviera enlaces salientes (su columna tuviera s´lo
                        ıa                      a                                                        o
          ceros). No ser´ una matriz estoc´stica. La soluci´n de Google: la sustituimos por una columna
                        ıa                   a                o
          con valores 1/n. As´ que si el surfista llega a una p´gina de la que (antes) “no pod´ salir”, ahora
                             ı                                a                              ıa
          sortea (uniformemente) entre todas las de la red. M´s sobre esto, en la secci´n 7.
                                                                a                        o


4.      La clasificaci´n para las eliminatorias por el t´
                     o                                 ıtulo
    Con tanta reinterpretaci´n y reformulaci´n, nos estamos olvidando de la cuesti´n que nos in-
                             o                 o                                     o
teresa: el sistema de ordenaci´n de Google. Disciplin´monos y volvamos a ella. Conviene precisar
                               o                       e
que las ideas que utiliza Google para ordenar los resultados provienen de unos algoritmos desarro-
llados por Kendall y Wei en los a˜os 50 (uups, ¡del siglo pasado!, que siempre nos olvidamos de
                                    n
recalcarlo), v´anse [Ke] y[We].
               e
    Vamos a plantear una cuesti´n muy similar a la que nos ha ocupado hasta ahora, en un contexto
                                 o
algo m´s l´dico, que ilustraremos con un ejemplo sencillo que podremos resolver sin ayuda de
        a u
grandes herramientas computacionales.
    La estructura de los campeonatos deportivos, por ejemplo de baloncesto, en Estados Unidos es
algo diferente a la que suele seguirse en los europeos. En las ligas europeas, cada equipo juega un


                                                          6
cierto n´mero de partidos (dos, generalmente) contra cada uno de los dem´s equipos de la compe-
        u                                                                     a
tici´n. Al final de lo que se conoce con el (curioso) nombre de temporada regular, se disputan unas
    o
eliminatorias por el t´ıtulo, en las que se intervienen los que han conseguido mejores clasificaciones
(por ejemplo, los ocho primeros).
    Pero en Estados Unidos, debido a las grandes distancias que separan las distintas ciudades, y
para evitar un n´mero excesivo de viajes, la estructura no es tan homog´nea.
                 u                                                          e
    Lo vamos a ilustrar con la liga profesio-
nal de baloncesto, aunque la cuesti´n que
                                     o
vamos a explicar podr´ aplicarse tambi´n
                       ıa                 e
a la Liga universitaria. En la NBA, los 29
equipos est´n divididos en dos conferen-
            a
cias, cada una de las cuales est´ a su vez
                                  a
formada por dos divisiones:

      Conferencia Este:
           • Divisi´n Atl´ntico;
                   o     a
           • Divisi´n Central;
                   o

      Conferencia Oeste:
           • Divisi´n Medio Oeste7 ;
                   o
           • Divisi´n Pac´
                   o     ıfico,

siguiendo (m´s o menos) criterios geogr´ficos, como se muestra en el mapa de la derecha. Todos
             a                          a
los equipos juegan el mismo n´mero de partidos, 82, pero no disputan el mismo n´mero contra
                               u                                                    u
cada equipo; lo habitual es que se jueguen m´s partidos contra los de la propia conferencia.
                                            a
    Se plantea as´ la siguiente cuesti´n: acabada la temporada regular, ¿qu´ 16 equipos han de
                   ı                   o                                      e
clasificarse para las eliminatorias? El sistema actual computa, simplemente, el n´mero de victorias
                                                                                u
obtenidas por cada equipo, que determinan las posiciones finales. Pero cabr´ preguntarse si ´ste
                                                                             ıa               e
es un sistema “justo”. Al fin y al cabo, podr´ ocurrir que un equipo hubiera acumulado muchas
                                               ıa
victorias precisamente por estar encuadrado en una conferencia muy “d´bil”. ¿Qu´ debe valer m´s,
                                                                      e           e             a
el n´mero de victorias, o la “calidad” de las victorias obtenidas? De nuevo, la dicotom´ ante la
    u                                                                                   ıa
que nos encontr´bamos en el dise˜ o de Google.
                 a                 n
   Digamos que en la competici´n hay n equipos, E1 , . . . , En . Los resultados de la temporada
                                 o
regular los registramos en una matriz A cuyas entradas aij son las victorias obtenidas por cada
equipo:
                                     # victorias de Ei sobre Ej
                               aij =                              .
                                          #partidos de Ei
Como medida de normalizaci´n, dividimos por ejemplo por el n´mero total de partidos que juega
                          o                                 u
cada equipo.
   Nuestro objetivo es asignar a cada equipo Ej un n´mero xj , que por analog´ denominaremos
                                                          u                         ıa
importancia, de manera que la lista x1 , . . . , xn determine la clasificaci´n final.
                                                                           o
   El primer modelo, en el que xj es proporcional al n´mero total de victorias conseguido por el
                                                      u
equipo Ej , no recoge adecuadamente nuestro inter´s por valorar la calidad de las victorias.
                                                 e
   En el segundo modelo, decidimos que la importancia xj sea proporcional al n´mero de victorias
                                                                               u
obtenidas, pero ponderadas con la importancia que asignemos a los dem´s equipos:
                                                                        a
                                                        n
                                              xj = K         ajk xk .
                                                       k=1
  7 Aqu´
       ı   andan los Memphis Grizzlies y los Utah Jazz, donde juegan Pau Gasol y Ra´ l L´pez, respectivamente.
                                                                                   u o


                                                        7
Lo que nos conduce, otra vez, a
                                                    Ax = λx .
El inter´s, de nuevo, radica en encontrar un autovector de A con entradas no negativas (y unico,
        e                                                                                 ´
a poder ser). Veamos un ejemplo concreto.

4.1.       Para c´lculos serios: el ordenador
                 a
    Tenemos seis equipos, E1 , . . . , E6 : los tres primeros forman una conferencia, los siguientes la
otra. Cada equipo juega 21 partidos en total: 6 contra los de su propia conferencia, 3 contra los de
la otra.
   La informaci´n sobre las victorias conseguidas est´ contenida en la siguiente tabla:
               o                                     a
                                   E1     E2     E3       E4     E5      E6
                            E1     −     3/21   0/21     0/21   1/21    2/21   → 6/21
                            E2    3/21    −     2/21     2/21   2/21    1/21   → 10/21
                            E3    6/21   4/21    −       2/21   1/21    1/21   → 14/21
                            E4    3/21   1/21   1/21      −     2/21    2/21   → 9/21
                            E5    2/21   1/21   2/21     4/21    −      2/21   → 11/21
                            E6    1/21   2/21   2/21     4/21   4/21     −     → 13/21

   A la derecha de la tabla hemos sumado el n´mero de victorias que ha conseguido cada escuadra.
                                              u
Ese balance de victorias y derrotas sugiere que la ordenaci´n adecuada es
                                                           o

                                      E3 → E6 → E5 → E2 → E4 → E1 .

                                      ıder de la competici´n, E3 , ha acumulado muchas victorias
Pero observemos que, por ejemplo, el l´                   o
contra E1 , que es el peor equipo.
   ¿Qu´ ocurre con el segundo enfoque? Tenemos que calcular, y en serio. Incluso en un ejemplo
       e
tan sencillo como ´ste, necesitamos la ayuda del ordenador.
                  e
    As´ que recurrimos a un paquete matem´tico de c´lculo, como por ejemplo8 Maple, para rea-
       ı                                      a        a
lizar los c´lculos. Al usuario experto, los comandos que siguen le resultar´n familiares. Al novicio
           a                                                               a
tampoco le costar´ mucho trabajo entenderlos. Primero, cargamos un paquete necesario:
                    a
         restart:with(linalg):

   Warning, the protected names norm and trace have been redefined and unprotected

   Tras esta concisa (y quiz´s profunda) respuesta del programa, lo ponemos a trabajar en serio.
                            a
¡Maple en acci´n!:
              o
         A:=matrix(6,6,[0,3/21,0,0,1/21,2/21,3/21,0,2/21,2/21,2/21,1/21,6/21,4
         /21,0,2/21,1/21,1/21,3/21,1/21,1/21,0,2/21,2/21,2/21,1/21,2/21,4/21,0,
         2/21,1/21,2/21,2/21,4/21,4/21,0]);
                                               1             1     2 
                                          0         0    0
                                               7             21   21 
                                                                     
                                        1          2    2    2     1 
                                               0                     
                                        7          21   21   21   21 
                                                                     
                                        2      4        2    1     1 
                                                   0                 
                                                                  21 
                                  A :=  7
                                        1
                                               21        21   21      
                                               1   1         2     2 
                                                                      
                                                        0            
                                        7     21   21        21   21 
                                        2                          2 
                                               1   2    4            
                                                             0       
                                        21    21   21   21        21 
                                                                     
                                          1     2   2    4    4
                                                                    0
                                          21   21   21   21   21
  8 Sin   ning´ n af´n propagand´
              u     a           ıstico. Matlab, Mathematica, Derive o incluso Excel tambi´n valdr´
                                                                                         e       ıan.



                                                         8
autovects:=[evalf(eigenvectors(A))];

  autovects := [[0.012, 1., {[−0.062, −0.916, −2.131, 0.873, 0.731, 1.]}],
  [0.475, 1., {[0.509, 0.746, 0.928, 0.690, 0.840, 1.]}],
  [−0.111 + 0.117 I, 1., {[−0.151 − 0.901 I, 0.123 + 0.451 I, −0.727 + 0.728 I, −0.435 − 0.128 I, 0.192 + 0.377 I, 1.]}],
  [−0.126, 1., {[0.008, −0.685, 1.434, −1.071, 0.032, 1.]}],
  [−0.139, 1., {[1.785, −3.880, 3.478, −5.392, 4.415, 1.]}],
  [−0.111 − 0.117 I, 1., {[−0.151 + 0.901 I, 0.123 − 0.451 I, −0.727 − 0.728 I, −0.435 + 0.128 I, 0.192 − 0.377 I, 1.]}]]

   Una vez acostumbrados a la manera en que Maple muestra los resultados (en cada l´        ınea, pri-
mero el autovalor, luego la multiplicidad, y luego los autovectores asociados), comprobamos que la
matriz A tiene seis autovalores distintos, dos complejos (conjugados) y cuatro reales. Si calculamos
sus m´dulos,
     o
        autovals:=[evalf(eigenvalues(A))]: modulos:=[seq(abs(autovals[j]),j=1..6)];

                                  modulos := [0.012, 0.475, 0.161, 0.126, 0.139, 0.161]

observamos que el mayor autovalor (en m´dulo) es λ = 0.475, cuyo autovector asociado,
                                       o

                                   x = (0.509, 0.746, 0.928, 0.690, 0.840, 1) ,

es el unico (v´ase arriba) cuyas entradas son todas n´meros reales y no negativos.
      ´       e                                      u
    Ya tenemos la respuesta que busc´bamos: el orden que sugiere este c´lculo es
                                     a                                 a

                                       E6 → E3 → E5 → E2 → E4 → E1 ,

que difiere del anterior en los dos primeros (ahora E6 es el mejor equipo).
   Recapitulemos. En esta matriz particular (que bien pudiera servir de versi´n a peque˜a escala
                                                                              o           n
de la de Internet), cuyas entradas son todas no negativas, se ha dado la mejor de las situaciones
posibles: hay un unico autovector cuyas entradas son todas no negativas. Este autovector, que
                  ´
adem´s est´ asociado al autovalor de m´dulo m´ximo, nos sirve como soluci´n al problema de
      a    a                             o       a                              o
ordenaci´n que nos hab´
         o              ıamos planteado.
   ¿Ha sido casualidad? ¿Ha sido simplemente un ardid de quien esto escribe, una artera elecci´n o
de matriz que busca convencer a los incautos de que las cosas funcionan realmente?
   El lector, que seguramente de incauto no tiene nada, y s´ mucho de curioso, sentir´ la necesidad
                                                           ı                         a
de dar contundente respuesta a esta cuesti´n. Y sabr´, sin duda, que ha llegado el momento de
                                           o          a
dar entrada a las Matem´ticas.
                         a


5.       Las Matem´ticas entran en escena
                  a
    Es la hora de las Matem´ticas, esa Ciencia que se ocupa de realidades
                             a
abstractas, virtuales, para, a trav´s de ellas, entender realidades concre-
                                    e
tas. Pong´monos, pues, matem´ticos, y destilemos la esencia com´ n a
           a                      a                                   u
todas las cuestiones de las que nos hemos ocupado hasta ahora.
    Si lo hacemos, descubriremos que la unica propiedad que comparten
                                          ´
todas las matrices que nos conciernen (sean estoc´sticas o no) es que sus
                                                    a
entradas son no negativas. No parece mucha informaci´n. Las matrices
                                                           o
no tienen por qu´ ser sim´tricas, ni definidas positivas, ni. . .
                  e        e
    Sin embargo, como mostrar´ Perron9 a principios del siglo XX, es
                                 ıa
suficiente para empezar a extraer buenos r´ditos:
                                             e                              Figura 1: Oskar Perron
  9 El alem´n Oskar Perron (1880-1975), todo un ejemplo de longevidad matem´tica, trabaj´ en campos tan diversos
           a                                                               a            o
                                                   ´
como el An´lisis, las Ecuaciones Diferenciales, el Algebra, la Geometr´ la Teor´ de N´meros, etc., en los que
            a                                                         ıa,      ıa       u
public´ algunos textos que se convertir´ en cl´sicos.
      o                                ıan     a


                                                            9
Teorema 1 (Perron, 1907) Sea A una matriz (cuadrada) con entradas positivas, A  0. En-
tonces,
   (a) existe un autovalor (simple) λ  0 tal que Av = λv, donde el autovector es v  0;
   (b) este autovalor es mayor, en m´dulo, que todos los dem´s autovalores;
                                      o                       a
   (c) cualquier otro autovector positivo de A es un m´ltiplo de v.
                                                      u
Paremos un instante y reflexionemos: ahora tenemos un teorema. Maravill´monos: si usted logra
                                                                                 e
comprobar que las hip´tesis se satisfacen (y aqu´ no admitiremos medias tintas, han de satisfacerse,
                       o                          ı
sin excusas, sin excepciones), entonces la conclusi´n es inapelable. No albergue dudas, sea cual sea
                                                      o
la matriz, mientras que tenga entradas no negativas, existir´ un autovalor simple tal que. . . y un
                                                                 a
autovector con. . . ¡Qu´ cosas!
                       e
                                Tras este rapto casi m´ ıstico, que el lector sabr´ disculpar, volvamos
                                                                                  a
                            a la realidad y analicemos el resultado de Perron. Apunta en la direcci´n o
                            que buscamos, pero no es suficiente, porque las matrices que manejamos
                            pueden tener ceros en ciertas posiciones. As´ que necesitamos algo m´s.
                                                                            ı                        a
                            El siguiente acto de esta obra lo escribe Frobenius10 , unos a˜os despu´s,
                                                                                           n          e
                            cuando se ocupa del caso m´s general de las matrices no negativas. Fro-
                                                          a
                            benius observa que si unicamente tenemos que A ≥ 0 entonces, aunque
                                                     ´
                            sigue habiendo un autovalor λ  0 dominante (de valor absoluto m´xi-    a
                            mo) asociado a un autovector v ≥ 0, puede haber otros autovalores del
                            mismo “tama˜ o”. Ah´ va su resultado:
                                           n       ı
Figura 2: Georg Frobenius
Teorema 2 (Frobenius, 1908-1912) Sea A una matriz (cuadrada) con entradas no negativas,
A ≥ 0. Si A es irreducible, entonces
  (a) existe un autovalor (simple) λ  0 tal que Av = λv, donde el autovector es v  0. Adem´s,
                                                                                            a
      λ ≥ |µ|, para cualquier otro autovalor µ de A.
  (b) Cualquier autovector ≥ 0 es un m´ltiplo de v.
                                         u
  (c) Si hay k autovalores de m´dulo m´ximo, entonces son las soluciones de xk − λk = 0.
                                 o       a
          Nota. ¿Qu´ quiere decir que una matriz A de dimensiones n × n sea irreducible? Hay varias
                      e
          maneras de entenderlo.
             1.   No existe ninguna permutaci´n (de filas y columnas) que transforma A en una matriz del
                                             o
                  tipo
                                                       A11 A12
                                                                    ,
                                                        0     A22
                  donde A11 y A22 son matrices cuadradas.
             2.   La matriz (I + A)n−1 , donde I es la identidad n × n, tiene todas sus entradas positivas.
             3.   Si A es la matriz de adyacencia de un grafo, entonces el grafo est´ fuertemente conectado
                                                                                    a
                  (v´ase la secci´n 7).
                    e            o

    Observemos primero que el teorema de Frobenius generaliza realmente el de Perron, pues si
A  0, entonces es A ≥ 0 e irreducible.
    Segundo, si la matriz A es irreducible (y sobre si ´ste es el caso o no de la matriz de la red
                                                       e
reflexionaremos m´s adelante), entonces la cuesti´n queda completamente resuelta: existe un unico
                  a                             o                                            ´
autovector con entradas no negativas, que adem´s est´ asociado al autovalor positivo de m´dulo
                                                a      a                                     o
m´ximo (en un momento entenderemos las ventajas que supone esto ultimo).
  a                                                                    ´
   10 Ferdinand Georg Frobenius (1849-1917) es uno de los m´s destacados integrantes de la Escuela de Berlin, que
                                                              a
lider´ el mundo de las matem´ticas durante el final del siglo XIX y principios del XX, junto con personajes de la talla
      o                      a
de Kronecker, Kummer o Weierstrass (quien fue su director de tesis). Estricta escuela prusiana: rigor, tradici´n, un
                                                                                                               o
matem´tico “puro”, sin concesiones a la Matem´tica aplicada. El caprichoso curso de la Historia har´ sin embargo,
        a                                      a                                                     ıa,
que muchas de sus ideas sobre representaciones de grupos finitos acabaran sirviendo como base de la Mec´nica     a
Cu´ntica. Es sobre todo conocido por sus aportaciones a la Teor´ de Grupos, y sus trabajos sobre las matrices no
    a                                                             ıa
negativas pertenecen a la ultima etapa de su vida.
                          ´


                                                         10
Estos resultados, a los que a partir de ahora nos referiremos conjuntamente como teorema de
Perron-Frobenius, tienen una amplia utilidad en diversos contextos (v´ase la secci´n 8). Tanto es
                                                                       e          o
as´ que hay quien habla de la “teor´ de Perron-Frobenius”, del que este teorema es el resultado
  ı                                  ıa
fundamental.
    Su demostraci´n es algo complicada, y aqu´ nos limitaremos a perge˜ar un argumento que
                  o                              ı                        n
contiene los ingredientes fundamentales de la prueba.

Una “demostraci´n” del teorema de Perron-Frobenius (ilustrada en el caso 3 × 3)
               o
   Como la matriz A tiene entradas no negativas, si partimos de
un vector x ≥ 0, entonces el vector Ax sigue teniendo entradas no                          {x ≥ 0, x = 1}
negativas. En t´rminos geom´tricos, la matriz A aplica el octante
                e            e
positivo en s´ mismo.
             ı
   Consideramos ahora la aplicaci´n α dada por
                                 o
                                                        Ax
                                            α(x) =         .
                                                        Ax

Obs´rvese que α(x) es siempre un vector de longitud 1. Por la observaci´n anterior, α env´ el
    e                                                                  o                 ıa
conjunto {x ∈ R3 : x ≥ 0, x = 1}, esto es, la porci´n de la esfera unidad que dibujamos a la
                                                   o
derecha, en s´ mismo.
             ı
    Ahora, aplicando el teorema del punto fijo de Brouwer, existe un cierto x tal que α(˜) = x.
                                                                           ˜           x    ˜
As´ que
  ı
                                    A˜
                                     x
                           α(˜) =
                             x          = x =⇒ A˜ = A˜ x .
                                           ˜          x        x ˜
                                    A˜
                                     x
En resumen, x es un autovector de A con entradas no negativas asociado a un autovalor  0.
            ˜
   Quedan algunos detalles, como el de demostrar que ese autovector es esencialmente unico, y los
                                                                                       ´
dem´s apartados del teorema. Remitimos, al lector interesado en estas cuestiones, a las referencias
    a
[BaRa], [BePl], [Ma] y [Mi].


6.    ¿Y la cuesti´n computacional?
                  o
    El lector cr´
                ıtico estar´ planteando ya una objeci´n (seria): el teorema de Perron-Frobenius
                           a                           o
garantiza la existencia del autovector que es la respuesta a nuestro problema de ordenaci´n, pero
                                                                                         o
nada nos dice sobre c´mo calcularlo. Obs´rvese que la demostraci´n que hemos exhibido no es cons-
                      o                  e                       o
tructiva. As´ que cabe todav´ la posibilidad de que estos resultados no constituyan una respuesta
             ı               ıa
satisfactoria. Recordemos que la matriz que maneja Google es gigantesca. El c´lculo de nuestro
                                                                                 a
anhelado autovector, ¿es realmente una cuesti´n abordable desde el punto de vista computacional?
                                              o
    Vamos a suponer que estamos en el mejor escenario posible, en las condiciones que aseguran
la existencia de un autovalor λ1 positivo estrictamente mayor (en m´dulo) que todos los dem´s
                                                                       o                       a
autovalores. Llamemos v1 al autovector (positivo) asociado.

         Nota. Una matriz A ≥ 0 es primitiva si tiene un unico autovalor dominante (mayor, en
                                                                ´
         m´dulo, que todos los dem´s). Esto ocurre cuando, por ejemplo, si, para cierto entero positivo k,
           o                       a
         la matriz Ak tiene todas sus entradas positivas.

    Podemos, por supuesto, calcular todos los autovectores y quedarnos con el que nos interesa. Pero
incluso aunque utiliz´ramos m´todos eficaces para calcular autovalores (no mediante determinantes,
                     a        e
desde luego), la tarea ser´ excesiva.
                          ıa
    Pero de nuevo la propia estructura del problema sale en nuestra ayuda para facilitarnos el
c´lculo. Una feliz coincidencia. Todo arranca de la observaci´n, hasta ahora inocente, de que el
 a                                                           o
autovector que buscamos est´ asociado al autovalor de m´dulo m´ximo.
                             a                          o        a


                                                   11
Supongamos, por simplificar, que A es diagonalizable. Los autovectores {v1 , . . . , vn }, numera-
dos de manera que los autovalores correspondientes vayan en orden decreciente de tama˜ os, n
                                       λ1  |λ2 | ≥ |λ3 | ≥ · · · ≥ |λn | ,
son una base de Rn . Partimos, por ejemplo, de un v0 ≥ 0, que escribimos como
                                      v0 = c1 v1 + c2 v2 + · · · + cn vn ,
donde los n´meros c1 , . . . , cn son las coordenadas de v0 en la base considerada. Para el argumento
            u
que sigue, no va a ser necesario calcularlos expl´ ıcitamente, y de hecho no lo haremos. Nos basta con
saber que tales n´meros existen. Ahora multiplicamos el vector v0 por la matriz A, para obtener
                  u
                                Av0 = c1 λ1 v1 + c2 λ2 v2 + · · · + cn λn vn ,
puesto que los vectores v1 , . . . , vn son autovectores de A. S´lo calculamos el producto de la iz-
                                                                o
quierda; de lo de la derecha nos basta, para nuestros argumentos, con saber que ocurre. Perdone
el lector la insistencia.
    Cada vez m´s animados, repetimos la operaci´n:
                  a                                  o
                                A2 v0 = c1 λ2 v1 + c2 λ2 v2 + · · · + cn λ2 vn .
                                            1          2                  n

Y lo hacemos muchas m´s veces, digamos k de ellas:
                     a
                                Ak v0 = c1 λk v1 + c2 λk v2 + · · · + cn λk vn
                                            1          2                  n

Supongamos que c1 = 0. Entonces,
                                                          k                           k
                         1 k                        λ2                           λn
                            A v0 = c1 v1 + c2                 v2 + · · · + c n            vn .
                         λk
                          1                         λ1                           λ1
Pero como |λj /λ1 |  1 para cada j = 2, . . . , n (recordemos que λ1 era el autovalor dominante),
                                            1 k     k→∞
                                             k
                                               A v0 − − → c 1 v1 .
                                                    −−
                                            λ1
De manera que, al multiplicar reiteradamente el vector inicial por la matriz A, vamos determinando,
cada vez con mayor precisi´n, la direcci´n que nos interesa, la que determina el vector v1 . Este
                            o            o
m´todo num´rico es conocido como el m´todo de las potencias, y su velocidad de convergencia
  e          e                           e
depende del cociente entre el primer y el segundo autovalor (v´ase en [HaKa] una estimaci´n para
                                                                e                           o
el caso de la matriz de Google).
    Con esta observaci´n, nuestro problema queda resuelto, al menos si estamos en las mejores con-
                       o
diciones posibles (una matriz de entradas no negativas e irreducible). La respuesta que busc´bamos
                                                                                            a
existe, es unica, y adem´s disponemos de un m´todo eficaz11 para calcularla. Pero. . .
           ´             a                      e


7.     ¿Estamos realmente en una situaci´n ideal?
                                        o
   Para que todo funcione, necesitamos que la matriz M (o quiz´s M ) asociada al grafo G de la
                                                                a
red sea irreducible. En otra palabras, que G sea fuertemente conexo.
          Nota. Consideremos un grafo dirigido G (un conjunto de v´rtices y un conjunto de aristas
                                                                         e
          a las que asociamos un sentido). Si dados cualesquiera dos v´rtices u y v del mismo podemos
                                                                       e
          encontrar una sucesi´n de aristas que llevan de uno a otro, entonces el grafo es fuertemente
                               o
          conexo.
          Si la misma conclusi´n se obtiene cuando “borramos” los sentidos de las aristas, entonces se dice
                              o
          que G es d´bilmente conexo. Por supuesto, un grafo dirigido fuertemente conexo es d´bilmente
                     e                                                                          e
          conexo, pero no (necesariamente) al rev´s.
                                                 e
  11 Seg´ n informaci´n extra´
        u            o       ıda de la propia p´gina de Google, es un c´lculo que no lleva m´s que unas horas de
                                               a                       a                    a
trabajo computacional.


                                                         12
Como el lector podr´ sospechar, no es ´ste el caso. Un estudio realizado en 1999 (v´ase [Br])
                       a                  e                                            e
conclu´ que, de las 203 millones de p´ginas censadas, el 90 % de ellas estaba en una gigantesca
       ıa                            a
componente (d´bilmente) conexa, que a su vez ten´ una estructura interna compleja (m´s, quiz´s,
              e                                   ıa                                   a      a
de lo que uno podr´ sospechar), como se muestra en el siguiente dibujo, extra´ del citado [Br]:
                   ıa                                                         ıdo




Es una estructura peculiar, que nos recuerda a un organismo biol´gico, una suerte de gigantesca
                                                                 o
ameba. La pieza central (SCC, strongly connected component) es, como el nombre indica, una
componente fuertemente conexa. Junto a ella aparecen otras dos piezas12 : la IN est´ formada por
                                                                                   a
las p´ginas que tienen enlaces hacia las de SCC, y la OUT est´ constituida por las p´ginas a las
     a                                                        a                       a
que apuntan los de SCC. Adem´s aparecen una especie de dendritas, que contienen p´ginas desde
                               a                                                     a
las que no se puede llegar a los nodos de SCC, ni tampoco son accesibles desde ellos (que, en
ocasiones, y para aumentar la complejidad, pueden llegar a formar tubos).
    Obs´rvese, de todas formas, que la organizaci´n de la red es din´mica, y cambia con el tiempo.
       e                                         o                  a
         a                a                ıneas generales, la estructura13 que aqu´ exhibimos.
Y no est´ claro si se habr´ mantenido, en l´                                       ı
    ¿Qu´ podemos hacer (o m´s bien, ¿qu´ hace Google?) ante esto? Un truco muy habitual: se
       e                      a            e
trata de conseguir (de una manera razonable) estar en la mejor situaci´n posible. Por ejemplo,
                                                                          o
a˜adiendo toda una serie de probabilidades de transici´n (de salida) a todos los v´rtices. Esto es,
 n                                                      o                          e
considerando la matriz                                   
                                                     p1
                                                   . 
                             M = cM + (1 − c)  .  (1, . . . , 1) ,
                                                      .
                                                                  pn
  12 Los autores del estudio aventuran algunas explicaciones sobre estas dos partes. As´ el conjunto IN podr´ estar
                                                                                             ı,                      ıa
formado por p´ginas de nueva creaci´n, tanto, que no habr´ dado tiempo todav´ a que los sitios del n´cleo central
               a                         o                      ıa                    ıa                      u
hubieran establecido v´   ınculos hacia ellas. Las de la componente OUT podr´ ser p´ginas de webs corporativas, que
                                                                                  ıan     a
s´lo contienen v´
 o               ınculos internos.
  13 Hay muchas otras preguntas interesantes que podemos hacernos sobre la estructura del grafo de la red. Por

ejemplo, cu´l es el n´mero medio de enlaces que tiene una p´gina, cu´l es la distancia media entre dos p´ginas, o
            a           u                                           a        a                                     a
cu´l es la probabilidad P(k) de que un p´gina elegida al azar tenga exactamente k enlaces (por ejemplo, entrantes).
   a                                          a
Si el grafo de la red fuera aleatorio (en el sentido preciso que establecieron Erd¨s y R´nyi), entonces esperar´
                                                                                      o       e                        ıamos
que fuera una distribuci´n binomial (o, en el l´
                            o                       ımite, una distribuci´n de Poisson). Y que, en media, la mayor parte
                                                                         o
de las p´ginas tuviera un n´ mero similar de enlaces. Sin embargo, estudios emp´
         a                      u                                                       ıricos (v´ase, por ejemplo, [Ba1])
                                                                                                 e
sugieren que el decaimiento de la distribuci´n de probabilidad no es exponencial, sino como el de una potencia
                                                  o
(power law ), k −β , donde β es del orden de 2 y pico. Lo que implicar´ por ejemplo, que hubiera una gran mayor´
                                                                           ıa,                                            ıa
de p´ginas con muy pocos enlaces, al tiempo que una peque˜ a minor´ (pero muy significativa) tendr´ un gran
     a                                                               n         ıa                               ıa
n´mero de enlaces. M´s a´n, si consideramos la red como un sistema en evoluci´n, al que sucesivamente se van
 u                        a u                                                            o
a˜ adiendo nuevas p´ginas, la conclusi´n es que esta tendencia se reforzar´ En t´rminos coloquiales, “los ricos se
 n                    a                    o                                      ıa.    e
vuelven cada vez m´s ricos”. Conclusi´n habitual en sistemas competitivos (y, no nos enga˜ emos, en la vida real).
                      a                    o                                                       n
Recomendamos aqu´ la lectura de la referencia [Ba2].
                      ı



                                                            13
donde p1 , . . . , pn es una distribuci´n de probabilidad (pj ≥ 0,
                                       o                             j   pj = 1) y c es un cierto par´metro
                                                                                                     a
entre 0 y 1 (en los c´lculos de Google, del orden de 0.85).
                         a
    Por ejemplo, podr´ıamos tomar una distribuci´n uniforme, pj = 1/n para cada j = 1, . . . , n (con
                                                o
lo que la matriz ya tendr´ todas sus entradas positivas). Pero podr´
                         ıa                                        ıamos elegir otras, y este nuevo
grado de libertad permitir´ hacer b´squedas “personalizadas”.
                           ıa       u
    En t´rminos del surfista aleatorio, estamos a˜adiendo la posibilidad de que (con probabilidad
        e                                       n
1 − c) se “aburra” de seguir los enlaces y opte por saltar a otras p´ginas (con arreglo a cierta
                                                                     a
distribuci´n de probabilidad).
          o


8.      Matrices no negativas en otros contextos
    Las matrices no negativas, y la teor´ de Perron-Frobenius asociada, tienen aplicaciones en
                                          ıa
muchos otros campos, adem´s del problema de ordenaci´n que nos ha ocupado hasta aqu´ Para
                             a                            o                             ı.
situarlas en la posici´n que merecen, vamos a revisar brevemente algunos modelos en los que
                      o
resultan imprescindibles (el lector podr´ encontrar otras aplicaciones en [Ma]).
                                        a
     Esta ubicuidad se explica por las siguientes dos observaciones:
       En las situaciones “reales”, las interacciones que se miden son, muy frecuentemente, positivas,
       o al menos no negativas. Y los objetos con que codificamos estas medidas son matrices cuyas
       entradas son no negativas.

       Por otro lado, muchos modelos son procesos iterativos simples: de un estado inicial x0 pasamos
       a uno general dado por xk = Ak x0 . La convergencia del m´todo depende del tama˜o de los
                                                                   e                         n
       autovalores de A, o m´s bien de la raz´n entre los tama˜os de los autovalores (en particular,
                             a               o                 n
       del m´s grande a los dem´s). Y aqu´ por supuesto, el teorema de Perron-Frobenius tiene
             a                   a          ı,
       mucho que decir, si es que la matriz es no negativa.

8.1.     Modelos de evoluci´n probabil´
                           o          ıstica
   Recordemos que una matriz A es estoc´stica (o de Markov) si A ≥ 0 y, para cada columna, la
                                           a
suma de las entradas es 1. Para este tipo de matrices, λ = 1 es siempre un autovalor.

          Nota. Raz´n: las columnas de A − I suman 0. Luego al sumar todas las filas de A − I
                      o
          obtenemos el vector cero, as´ que las filas son linealmente dependientes. Esto quiere decir que
                                      ı
          A − I es singular. Por tanto, det(A − I) = 0. Lo que supone, finalmente, que λ = 1 sea un
          autovalor.
          Adem´s, no puede haber autovalores de m´dulo  1, pues A transforma vectores cuyas entradas
               a                                    o
          sumen 1 (vectores de probabilidad) en vectores del mismo tipo.

   Las cadenas de Markov son un modelo probabil´  ıstico bien conocido, aplicable a situaciones muy
diversas: la que hemos visto de Google es un buen ejemplo, pero tambi´n se utiliza como modelo
                                                                         e
de migraciones, de propagaci´n de epidemias, etc.
                             o
    Consideremos otra situaci´n, que tal vez no le resulte tan familiar al lector. Supongamos que
                               o
tenemos algo de dinero y que hemos decidido invertirlo para obtener un cierto rendimiento. Quiz´s
                                                                                                a
debido a alguna experiencia reciente algo desagradable, optamos por no invertirlo en Bolsa. En
este plan decididamente conservador, buscamos una inversi´n “segura”: le prestaremos dinero al
                                                             o
Estado. Podr´ ser al Estado espa˜ol, quiz´ a la Reserva Federal estadounidense, pero tambi´n,
              ıa                    n        a                                                 e
¿por qu´ no?, al Corte Ingl´s, a Repsol, etc. Hay multitud de formas de hacerlo: Bonos del Tesoro,
        e                   e
Obligaciones de empresas, emisiones de deuda, etc., aunque alguna de ellas no est´ al alcance del
                                                                                     a
inversor particular. Es posible que obtengamos un rendimiento medio menor que en la Bolsa, pero
a cambio tenemos la seguridad de que no perderemos, en ning´n caso, el valor de nuestra inversi´n.
                                                              u                                o
Y aunque no tengamos tanto p´nico a la Bolsa, hemos o´ por ah´ que la regla b´sica del inversor
                                 a                       ıdo      ı                a
es la de “diversificar”, y ´sta parece una buena opci´n.
                          e                         o


                                                    14
Pero no, las cosas no son tan de color de rosa. H´blenles de la seguridad de este tipo de
                                                              a
inversiones a aqu´llos que en su momento prestaron dinero al Estado argentino, al ruso o, en casos
                  e
m´s recientes, a los que aventuraron su dinero en lo que parec´ s´lidas14 compa˜´ como Enron,
  a                                                                 ıan o                nıas
Parmalat o Swiss Air (si nos fallan hasta los suizos, ¡a d´nde iremos a parar!).
                                                              o
    No existen inversiones “seguras”, aunque algunas lo son m´s que otras. As´ que el mercado se
                                                                      a               ı
ocupa de determinar, con la m´xima precisi´n posible, la solvencia de cada una de las empresas
                                  a             o
(entendidas con la mayor generalidad posible, tambi´n valen Estados) en las que uno puede invertir.
                                                        e
Si una empresa es muy segura, en el sentido de que con alt´       ısima probabilidad devolver´ el dinero
                                                                                                a
(junto con los intereses) que los inversores le han prestado, entonces podr´ permitirse ofrecer
                                                                                     a
una baja rentabilidad. Pero si otra est´ catalogada como “dudosa” y pretende captar inversiones,
                                          a
entonces deber´ necesariamente ofrecer intereses m´s altos que la hagan atractiva. Queda luego al
                a                                      a
arbitrio del poseedor del dinero elegir una u otra, en funci´n de sus caracter´
                                                                 o                   ısticas (y de la vena
especuladora que tenga, quiz´ oculta).
                                a
    ´
    Este es todo un mundo, el llamado riesgo de cr´dito, en el que los modelos matem´ticos, algunos
                                                     e                                      a
muy sofisticados, desempe˜an un papel fundamental. Describamos aqu´ uno de ellos, el modelo (de
                             n                                               ı
evoluci´n probabil´
       o            ıstica) de la solvencia de las empresas.
    Tenemos n estados de solvencia, digamos S1 , . . . , Sn . En la jerga que utilizan las empresas que se
dedican a estos menesteres clasificatorios (las llamadas agencias de calificaci´n, Standard  Poor’s,
                                                                                   o
Moody’s, etc.), estos estados son AAA, BBB+, CC, etc. (con un cierto soniquete de calificaciones
escolares anglosajonas).
    Tras un estudio detallado, se determina que la probabilidad de pasar del estado Si al estado Sj
es el n´mero aij . Toda esta informaci´n se recoge en una matriz A, cuyas entradas, una vez m´s,
       u                                 o                                                              a
son no negativas. Adem´s, es una matriz estoc´stica (por filas). Suele incluirse un estado especial, D
                          a                      a
(de default), que en la jerga de las cadenas de Markov se dice que es absorbente (todos ceros, menos
el elemento de la diagonal). La siguiente matriz A es un ejemplo15 :

                            AAA      AA        A     BBB      BB       B      CCC       D
                    AAA     90,58    8,36     0,84    0,09    0,13    0,00     0,00    0,00
                     AA      0,84   90,04     8,11    0,71    0,12    0,15     0,03    0,00
                     A       0,14    2,69    89,94    5,92    0,85    0,32     0,04    0,10
                    BBB      0,03    0,32     5,94   87,41    4,92    1,04     0,13    0,21
                    BB       0,02    0,12     0,62    7,49   81,93    7,88     0,92    1,02
                     B       0,00    0,09     0,29    0,65    6,96   81,60     4,43    5,98
                    CCC      0,17    0,00     0,36    1,09    2,35   10,37    64,06   21,60
                     D       0,00    0,00     0,00    0,00    0,00    0,00     0,00   100,0

Que nos dice, por ejemplo, que el 90.58 % de las empresas con la m´xima calificaci´n siguen en la
                                                                  a              o
misma categor´ al a˜o siguiente.
              ıa     n
    Miramos la situaci´n hoy, la proporci´n de empresas que est´n en cada uno de los estados
                       o                   o                            a
                                                     (0)          (0)
de solvencia, para formar el vector inicial z(0) = (z1 , . . . , zn ). Seg´n este modelo, el vector de
                                                                          u
proporciones vendr´ dado, tras k a˜os, por z(k) = z(0) Ak .
                   a               n
    Puede interesarnos estudiar, por ejemplo si queremos hacer o valorar inversiones a muy largo
plazo (muchos de los bonos y obligaciones tienen horizontes temporales de 20 a˜os o m´s), el
                                                                                       n        a
comportamiento asint´tico del sistema. Esto es, calcular el vector de proporciones cuando k → ∞,
                      o
lo que llamar´ıamos z(∞) .
    Lo sorprendente del caso es que, si λ = 1 es el unico autovalor dominante (es decir, la matriz
                                                    ´
es primitiva), entonces, sean cuales sean las proporciones iniciales, el estado estacionario z(∞) es
el autovector correspondiente a λ = 1. Autovector, por cierto, que es el que la teor´ de Perron-
                                                                                       ıa
Frobenius nos ofrec´ıa.
 14 S´lidas,
     o      pero con productos l´ıquidos (Enron y Parmalat) ¡o gaseosos! (Swiss Air).
 15 Es  la matriz de Standard  Poor’s correspondiente a las probabilidades de transici´n, en tantos por ciento,
                                                                                       o
entre estados de rating con los datos del periodo 1981-96.



                                                      15
Por aquello de que estas cosas m´s vale verlas antes de creerlas, recurrimos de nuevo a Maple
                                      a
para los c´lculos, con la matriz estoc´stica siguiente:
          a                           a
       A:=matrix(4,4,[.4,.1,.1,.2,.4,.6,.3,.1,.15,.2,.4,0,.05,.1,.2,.7]);
                                                         
                                         0.4 0.1 0.1 0.2
                                       0.4 0.6 0.3 0.1 
                                 A := 
                                       0.15 0.2 0.4
                                                          
                                                        0 
                                        0.05 0.1 0.2 0.7
Ahora, amablemente, solicitamos a Maple que nos calcule los autovalores y los autovectores:
       eigenvectors(A);

           [1.000000002, 1, {[−0.3782256600, −0.7865374545, −0.3567355661, −0.5630404726]}],
           [0.4999999982, 1, {[−0.2962451280, 0.4443676920, 0.4443676932, −0.5924902550]}],
           [0.2292893218, 1, {[.2060703913, −0.7035683205, .6432117000, −.1457137708]}],
           [0.3707106784, 1, {[−1.587596362, 0.9299924275, 1.780204107, −1.122600167]}]
    A estas alturas, el resultado ya no nos sorprende: el autovector asociado al autovalor λ = 1 es el
unico que tiene todas las entradas con el mismo signo. Maple nos ofrece una versi´n del autovector
´                                                                                   o
cuyas entradas son todas negativas, pero esto no nos importa mucho, porque basta cambiarlas de
signo (y seguiremos teniendo un autovector).
    Para la comparaci´n que haremos en un momento, conviene reescribir el autovector de manera
                        o
que todas sus entradas sean positivas y que adem´s sumen 1. El resultado es el siguiente:
                                                    a

                 v = (0.1814432986, 0.3773195881, 0.1711340205, 0.2701030929) .

                                     ıstica. Partimos de un cierto vector v0 (que incluso podr´
Vamos ahora con la evoluci´n probabil´
                          o                                                                   ıamos
sortear) y dejamos que la matriz haga el resto:
       v0:=matrix(4,1,[0.2,0.2,0.4,0.2]);
                                                      
                                                   0.2
                                                  0.2 
                                           v0 :=      
                                                  0.4 
                                                   0.2
        seq(evalm(A^n * v0), n=1..20);
                                                                                 
       0.18       0.1790       0.18010       0.1808450        0.18119850       0.1813472750
      0.34   0.3700   0.37610   0.3772100   0.37735750   0.3773516500 
            ,         ,            ,            ,               ,                ,
      0.230   0.1870   0.175650   0.1724950   0.171566750   0.1712779750 
       0.250      0.2640      0.268150       0.2694500       0.269877250       0.2700231000
                                                                                      
       0.1814064925      0.1814293771       0.1814380744       0.1814413475       0.1814425722
      0.3773356025   0.3773264713   0.3773223566   0.3773206638   0.3773199980 
                   ,                ,               ,                ,                ,
      0.1711836113   0.1711515388   0.1711403163   0.1711363090   0.1711348585 
       0.2700742937      0.2700926128       0.2700992527       0.2701016795       0.2701025713
                                                                                      
       0.1814430288      0.1814431987       0.1814432617       0.1814432852       0.1814432937
      0.3773197423   0.3773196455   0.3773196092   0.3773195957   0.3773195905 
                   ,                ,               ,                ,                ,
      0.1711343288   0.1711341344   0.1711340626   0.1711340361   0.1711340263 
       0.2701029001      0.2701030214       0.2701030663       0.2701030830       0.2701030891
                                                                     
       0.1814432970      0.1814432982       0.1814432987       0.1814432988
      0.3773195887   0.3773195881   0.3773195878   0.3773195877 
                   ,                ,               ,                .
      0.1711340226   0.1711340214   0.1711340209   0.1711340207 
       0.2701030913      0.2701030923       0.2701030926       0.2701030927
    S´lo hemos incluido 20 pasos porque, como el lector puede comprobar, la convergencia al vec-
     o
tor v es vertiginosa. Una ultima prueba, por si alguien sigue desconfiando. Partimos ahora de otro
                          ´
vector inicial (muy poco “probabil´ıstico”, en verdad):


                                                 16
El secreto del algoritmo PageRank de Google
El secreto del algoritmo PageRank de Google
El secreto del algoritmo PageRank de Google

Más contenido relacionado

Similar a El secreto del algoritmo PageRank de Google

Territorios rurales y su futuro en la aldea global
Territorios rurales y su futuro en la aldea globalTerritorios rurales y su futuro en la aldea global
Territorios rurales y su futuro en la aldea globalJacint Berengueras
 
Ronald vargas presente y futuro la adolescencia de los super sistemas computa...
Ronald vargas presente y futuro la adolescencia de los super sistemas computa...Ronald vargas presente y futuro la adolescencia de los super sistemas computa...
Ronald vargas presente y futuro la adolescencia de los super sistemas computa...Ronald Francisco Vargas Quesada
 
Cy Ch Javier
Cy Ch JavierCy Ch Javier
Cy Ch Javierjriego
 
Tópicos de Big Data - Introducción
Tópicos de Big Data - IntroducciónTópicos de Big Data - Introducción
Tópicos de Big Data - IntroducciónErnesto Mislej
 
Oportunidades para la economía basada en la Ingeniería del Conocimiento en In...
Oportunidades para la economía basada en la Ingeniería del Conocimiento en In...Oportunidades para la economía basada en la Ingeniería del Conocimiento en In...
Oportunidades para la economía basada en la Ingeniería del Conocimiento en In...Joaquín Borrego-Díaz
 
Monografia sobre informatica
Monografia sobre informaticaMonografia sobre informatica
Monografia sobre informaticaEu Ct
 
Tecnologias emergentes
Tecnologias emergentesTecnologias emergentes
Tecnologias emergentesalfredoolmos
 
Tecnologias emergentes
Tecnologias emergentesTecnologias emergentes
Tecnologias emergentesalfredoolmos
 
Web 3.0
Web 3.0Web 3.0
Web 3.0web20
 
PROYECCION BASES DE DATOS AL FUTURO
PROYECCION BASES DE DATOS AL FUTUROPROYECCION BASES DE DATOS AL FUTURO
PROYECCION BASES DE DATOS AL FUTUROdaayala
 
El lado oscuro_de_google
El lado oscuro_de_googleEl lado oscuro_de_google
El lado oscuro_de_googleMaideoz
 
Ronald vargas big data universidad hispanoamericana v2.1
Ronald vargas big data universidad hispanoamericana  v2.1Ronald vargas big data universidad hispanoamericana  v2.1
Ronald vargas big data universidad hispanoamericana v2.1Ronald Francisco Vargas Quesada
 

Similar a El secreto del algoritmo PageRank de Google (20)

Real(1)
Real(1)Real(1)
Real(1)
 
Big Data para mortales
Big Data para mortalesBig Data para mortales
Big Data para mortales
 
Territorios rurales y su futuro en la aldea global
Territorios rurales y su futuro en la aldea globalTerritorios rurales y su futuro en la aldea global
Territorios rurales y su futuro en la aldea global
 
Trabajo social y big data
Trabajo social y big dataTrabajo social y big data
Trabajo social y big data
 
Ronald vargas presente y futuro la adolescencia de los super sistemas computa...
Ronald vargas presente y futuro la adolescencia de los super sistemas computa...Ronald vargas presente y futuro la adolescencia de los super sistemas computa...
Ronald vargas presente y futuro la adolescencia de los super sistemas computa...
 
Cy Ch Javier
Cy Ch JavierCy Ch Javier
Cy Ch Javier
 
Tópicos de Big Data - Introducción
Tópicos de Big Data - IntroducciónTópicos de Big Data - Introducción
Tópicos de Big Data - Introducción
 
Real
RealReal
Real
 
La importancia del Big Data
La importancia del Big DataLa importancia del Big Data
La importancia del Big Data
 
Oportunidades para la economía basada en la Ingeniería del Conocimiento en In...
Oportunidades para la economía basada en la Ingeniería del Conocimiento en In...Oportunidades para la economía basada en la Ingeniería del Conocimiento en In...
Oportunidades para la economía basada en la Ingeniería del Conocimiento en In...
 
Monografia sobre informatica
Monografia sobre informaticaMonografia sobre informatica
Monografia sobre informatica
 
Tecnologias emergentes
Tecnologias emergentesTecnologias emergentes
Tecnologias emergentes
 
Tecnologias emergentes
Tecnologias emergentesTecnologias emergentes
Tecnologias emergentes
 
Web 3.0
Web 3.0Web 3.0
Web 3.0
 
PROYECCION BASES DE DATOS AL FUTURO
PROYECCION BASES DE DATOS AL FUTUROPROYECCION BASES DE DATOS AL FUTURO
PROYECCION BASES DE DATOS AL FUTURO
 
GUIA
GUIAGUIA
GUIA
 
El lado oscuro_de_google
El lado oscuro_de_googleEl lado oscuro_de_google
El lado oscuro_de_google
 
el internet
el internet el internet
el internet
 
inernet
inernet inernet
inernet
 
Ronald vargas big data universidad hispanoamericana v2.1
Ronald vargas big data universidad hispanoamericana  v2.1Ronald vargas big data universidad hispanoamericana  v2.1
Ronald vargas big data universidad hispanoamericana v2.1
 

El secreto del algoritmo PageRank de Google

  • 1. El secreto de ´ y el Algebra lineal Pablo Fern´ndez Gallardo a Departamento de Matem´ticas (Universidad Aut´noma de Madrid) a o Los editoriales de los principales peri´dicos del mundo se ocupan estos d´ de la noticia de o ıas la salida a Bolsa de Google, no s´lo por el volumen de negocio que supone1 , sino por lo que o de simb´lico tiene el ser la primera salida a Bolsa de una empresa de esta envergadura desde la o “exuberancia irracional”2 de las llamadas puntocom de los a˜os 90. n Pero hay algo m´s que explica este destacado inter´s, y tiene que ver con las caracter´ a e ısticas propias de la empresa. Ya han pasado varios lustros desde que se produjo una revoluci´n en el o campo de la tecnolog´ y de la informaci´n —y, quiz´s (¿o sin duda?), una revoluci´n cultural, ıa o a o sociol´gica, etc.—, como fue la generalizaci´n del acceso, uso y participaci´n en la red de redes, o o o Internet. La aparici´n del buscador Google ha supuesto una revoluci´n equiparable a la anterior, al o o convertirse en una herramienta que ha sido capaz de poner orden en todo ese (antes inabarcable) universo de informaci´n. o El dise˜o de un buscador en la red es un problema de ingenier´ matem´tica. N´tese el adje- n ıa a o tivo. Se necesita primero un buen conocimiento del contexto, que permita traducirlo a modelos, a Matem´ticas. Pero tras ese proceso de abstracci´n, de matematizaci´n, y una vez extra´ a o o ıdas las con- clusiones pertinentes, se requiere tambi´n una cuidadosa y eficiente implementaci´n, un detallado e o dise˜ o de las cuestiones computacionales inherentes al problema. n El objetivo de este art´ ıculo es mostrar algunos de los ingredientes matem´ticos que est´n en la a a base del funcionamiento del algoritmo (PageRank) con el que Google ordena los resultados de las u o ´ b´squedas. Es un sabroso c´ctel de Algebra lineal, Teor´ de Grafos y Probabilidad que, sin duda, ıa nos facilita la vida. 1. El buscador Google El origen del buscador Google es ya bien conocido. Fue dise˜ado en 1998 por Sergei Brin y Lawrence Page, dos es- n tudiantes de doctorado en Inform´tica de la Universidad de a Stanford: Brin se hab´ graduado en Matem´ticas, y Page en ıa a Inform´tica. Los vemos en las fotograf´ de la derecha3 . Dos a ıas j´venes que hoy, en la frontera de la treintena, se han conver- o tido en multimillonarios. El curioso nombre es una variaci´no sobre el t´rmino googol, que alguien4 invent´ para referirse al e o 1 Se pondr´n a la venta acciones por valor de 2700 millones de d´lares. a o 2 Parece ser que, para intentar evitar los excesos y esc´ndalos que rodearon la burbuja financiera de las empresas a tecnol´gicas en a˜ os pasados, la oferta se articular´ en forma de subasta on line, de manera que muchos inversores o n a tengan similares oportunidades de adquirir acciones, y con objeto de evitar grandes movimientos especulativos. Pero nunca se sabe. . . 3 Podemos jurar que no tenemos nada que ver con esa suerte de bolitas navide˜ as que adornan las fotograf´ n ıas. Est´n extra´ a ıdas, tal cual, de la p´gina web de Google. a 4 Se dice que un sobrino del matem´tico Edward Kasner. Kasner se anim´ y tambi´n defini´ el googolplex, que a o e o es 10googol . ¡Cielos! 1
  • 2. apabullante n´mero 10100 . Uno de esos n´meros que los matem´ticos manejamos con comodidad u u a pero que, quiz´s, sea mayor que el n´mero de part´ a u ıculas del Universo. Aunque sin llegar a esos extremos, las escalas de la cuesti´n que nos interesa son tambi´n o e gigantescas. En 1997, cuando Brin y Page empezaban a trabajar en el dise˜o de Google, hab´ n ıa censadas en torno a los 100 millones de p´ginas web. Altavista, el buscador m´s popular por a a entonces, atend´ 20 millones de consultas diarias. Hoy, esas cifras se han multiplicado: el propio ıa buscador Google atiende 200 millones de consultas diarias e indexa varios miles de millones de p´ginas web. a As´ que el dise˜o de un buscador ha de resolver con eficacia ciertas cuestiones computacionales, ı n como la manera en que se almacena toda esa informaci´n, c´mo se actualiza, c´mo se pueden o o o gestionar las peticiones, c´mo buscar en las gigantescas bases de datos, etc., problemas en los que, o sin duda, las Matem´ticas tienen mucho que decir. a Pero sobre ninguna de estas cuestiones, con ser interesantes, reflexionaremos aqu´ El asunto que ı. nos interesa se puede formular de manera sencilla: supongamos que, a resultas de una consulta, tras el proceso de b´squeda en las bases de datos, hemos determinado que, digamos, unas cien u p´ginas contienen informaci´n que, de una manera u otra, puede resultar relevante para el usuario. a o Ahora, ¿en qu´ orden mostramos esos resultados? e El objetivo, como de manera expl´ ıcita se plantearon5 Brin y Page (v´ase [BrPa]), es que, en un e n´mero suficientemente grande de los casos, al menos una de, digamos, las diez primeras p´ginas u a que se muestren contenga informaci´n util para el que realiza la consulta. o ´ Pedimos ahora al lector (que en un alto porcentaje ser´ sin duda Google-adicto) que decida, a a partir de su experiencia personal, si Google cumple este objetivo. Estamos seguros de que la respuesta general es que s´ y de manera asombrosa. Parece magia6 . . . pero son Matem´ticas. ı, a Matem´ticas que, adem´s, no requieren conocimientos que vayan m´s all´ de cursos b´sicos de a a a a a licenciatura, como veremos a lo largo de estas p´ginas. a Para la tarea que queremos abordar, necesitamos un criterio de ordenaci´n. Obs´rvese (y o e aqu´ ya nos hemos puesto en modo matem´tico) que si etiquetamos con los s´ ı a ımbolos P1 , . . . , Pn cada una de las p´ginas de la red, todo lo que que nos hace falta es asignar a cada Pj un n´mero xj , a u que llamaremos su importancia. Estos n´meros podr´ ser, por ejemplo, n´meros entre 0 y 1. u ıan u Supongamos entonces que, tras un censo de los sitios de la red, hemos conseguido construir la lista de p´ginas web, y que le hemos asignado a cada una de ellas, de la manera que sea, una im- a portancia. Esta lista queda a nuestra disposici´n para ser utilizada cada vez que contestemos a una o determinada consulta: las p´ginas seleccionadas se mostrar´n en el orden que indique dicha lista. a a Queda, por supuesto, explicar c´mo se construye esa lista. Vamos con ello. o Nota. Para completar la descripci´n, y aunque no entraremos en los detalles, deber´ o ıamos decir que hay un par de ingredientes que, en cada consulta particular, se combinan en el buscador Google con el criterio general que veremos aqu´ ı: por un lado, y como resulta razonable, Google no “punt´a” por igual el que un cierto u t´rmino aparezca en el t´ e ıtulo de la p´gina, en negrita, en un tipo de letra peque˜a, etc. a n Para b´squedas combinadas, tampoco es lo mismo que los t´rminos buscados aparezcan, u e dentro del documento, “cerca” o “lejos” unos de otros. 5 No era el unico objetivo que se propusieron. Tambi´n pretend´ que el buscador fuera “resistente” a intentos ´ e ıan de manipulaci´n, a estrategias que, por ejemplo por intereses comerciales, pretendieran situar ciertas p´ginas en los o a primeros puestos de la lista. Curiosamente, hoy en d´ se ha hecho popular un “deporte”, el Google bombing, que ıa consiste precisamente en eso, en conseguir colocar una p´gina en esas primeras posiciones, aunque generalmente con a fines m´s l´dicos. Pruebe por ejemplo el lector a buscar en Google los t´rminos “miserable fracasado”. El resultado a u e le sorprender´ (y quiz´s regocijar´). a a a 6 Por no hablar de la capacidad de la que hace gala el buscador para “corregir” los t´rminos de la b´ squeda y e u sugerir, ¡s´ la palabra que uno en realidad estaba pensando teclear. Lo que le lleva a uno en ocasiones a imaginar ı!, intervenciones sobrenaturales. . . En fin, dej´moslo estar. e 2
  • 3. 2. El modelo El primer paso consiste en describir, en forma manejable, los elementos relevantes para la cues- ti´n que interesa, la asignaci´n de importancias. Digamos que hemos recogido toda la informaci´n o o o sobre la red (sitios, contenidos, enlaces de unas p´ginas a otras, etc.). De toda esta informaci´n, y a o en este primer paso de la modelizaci´n, vamos a rescatar unicamente la referida a cada una de las o ´ p´ginas, a la que asignamos etiquetas P1 , . . . , Pn , y los enlaces entre ellas. a En estos t´rminos, la red puede ser descrita mediante un grafo (dirigido) G. Cada p´gina Pj e a de la red es un v´rtice del grafo, y hay una arista (dirigida) entre los v´rtices Pi y Pj si desde la e e p´gina Pi hay un enlace a la p´gina Pj . Es un grafo gigantesco, abrumador, sobre cuya estructura a a real reflexionaremos m´s adelante (v´ase la secci´n 7). a e o Cuando tratamos con grafos, nos gusta siempre recurrir a los dibujos en el papel, en los que los v´rtices son puntos del plano, mientras que las aristas son flechas que unen esos puntos. Pero, e a los efectos que aqu´ perseguimos, conviene considerar una interpretaci´n alternativa, matricial. ı o Vamos, pues, a formar una matriz M, de dimensiones n × n, cuyas filas y columnas van etiquetados con los P1 , . . . , Pn , y cuyas entradas son ceros y unos. La entrada mij de la matriz ser´ un uno si a es que hay un enlace de la p´gina Pj a la p´gina Pi ; y un cero en caso contrario: a a P1 Pj Pn ? ? ? P1 - Pi - mij - enlaces a la p´gina Pi a Pn - ? enlaces desde la p´gina Pj a La matriz M es, salvo una trasposici´n, la matriz de adyacencia (o de vecindades) del grafo. o N´tese que no tiene por qu´ ser sim´trica, pues nuestro grafo es dirigido. Obs´rvese tambi´n que, o e e e e tal como se se˜ ala en el dibujo, la suma de las entradas correspondientes a la columna de Pj es n el n´mero de enlaces que salen de la p´gina Pj , mientras que la suma de los registros de una fila u a coincide con el n´mero de enlaces entrantes. u Vamos a postular que la importancia de una cierta p´gina de la red Pj “tiene que ver” con las a p´ginas desde las que hay enlaces a ella. Esto es muy razonable: si muchas p´ginas enlazan con Pj , a a ser´ porque la informaci´n que ´sta contiene ha sido considerada por muchos participantes de la a o e red como “recomendable”. Ese “tiene que ver” queda por ahora algo difuso. Un primer intento, quiz´s algo ingenuo, a consiste en suponer que la importancia xj de cada Pj es proporcional al n´mero de p´ginas desde u a las que hay enlaces a Pj . Observemos que, una vez que disponemos de la matriz M, calcular cada uno de los xj ser´ sencillo en este caso, pues bastar´ sumar las entradas correspondientes a la fila ıa ıa de Pj . Pero este modelo no recoge adecuadamente una situaci´n que nos gustar´ tener en cuenta, y es o ıa aqu´lla en la que una cierta p´gina es citada desde unas pocas p´ginas, pero muy relevantes. Diga- e a a mos, por ejemplo, que desde www.microsoft.com, o desde www.amazon.com, etc. El procedimiento anterior le asignar´ baja importancia, algo que no parece razonable. ıa 3
  • 4. As´ que necesitamos afinar nuestro modelo de manera que asignemos alta importancia ı tanto a p´ginas muy citadas; a como a p´ginas poco citadas, pero desde sitios “importantes”. a El segundo intento, ya en esta l´ ınea, consiste en decidir que la importancia xj de cada p´gina Pj a es proporcional a la suma de las importancias de las p´ginas que enlazan con Pj . N´tese que hemos a o cambiado, con respecto a nuestro primer intento, “n´mero de p´ginas que enlazan con Pj ” por u a “suma de las importancias de las p´ginas que enlazan con Pj ”. Esta ligera variaci´n cambia por a o completo, como veremos, las caracter´ ısticas del problema. Supongamos, por ejemplo, que la p´gina P1 es citada desde las p´ginas P2 , P25 y P256 , que P2 a a s´lo se cita desde P1 y P256 , etc., mientras que, digamos, hay enlaces a la ultima p´gina, Pn , desde o ´ a P1 , P2 , P3 , P25 y Pn−1 . En nuestra asignaci´n anterior, x1 deber´ ser proporcional a 3, x2 lo ser´ o ıa ıa a 2, etc., mientras que xn habr´ de ser proporcional a 5. ıa Pero ahora nuestra asignaci´n x1 , . . . , xn debe cumplir que o x1 = K (x2 + x25 + x256 ) , x2 = K (x1 + x256 ) , . . . xn = K (x1 + x2 + x3 + x25 + xn−1 ) , donde K es una constante de proporcionalidad. Nos encontramos as´ con un enorme sistema de ı ecuaciones, cuyas soluciones son las posibles asignaciones x1 , . . . , xn . Escribamos el sistema anterior en t´rminos m´s manejables, matriciales: e a P1 P2 P25 P256 Pn−1   ↓ ↓ ↓ ↓ ↓   x1 0 1 0 ··· 0 1 0 ··· 0 1 0 ··· 0 0 x1  x2   1 0 0 ··· 0 0 0 ··· 0 1 0 ··· 0 0  x2        . =K  . . . . . . . . . . . . . .  .   . .   . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  . .  xn 1 1 1 ··· 0 1 0 ··· 0 0 0 ··· 1 0 xn Hagamos ahora un alarde simb´lico al que tan aficionados somos los matem´ticos: llamemos x al o a vector de importancias. La matriz de dimensiones n × n del sistema es, justamente, la M asociada al grafo. As´ que podremos escribir que la asignaci´n de importancias que perseguimos es una ı o soluci´n de o Mx = λx . Ya hemos escrito la constante de proporcionalidad con el s´ ımbolo λ. Y es que, como cualquier ´ estudiante de un curso de Algebra lineal reconoce al instante, la cuesti´n se ha transformado en o un problema de autovalores y autovectores: nuestro anhelado vector de importancias x no es sino un autovector de la matriz M que, recordemos, recog´ la informaci´n sobre la estructura de ıa o la red (v´rtices y relaciones de adyacencia). e Salvo por la cuesti´n, casi sentimental, de comprobar que uno de los ingredientes b´sicos de los o a ´ cursos de Algebra lineal permite describir una cuesti´n tan “aplicada”, es posible que esto todav´ o ıa no haya despertado el entusiasmo del lector. S´ de acuerdo, un autovector, ¿pero cu´l? Hay tan- ı, a tos. . . Y adem´s, ¿c´mo podemos calcularlo?, la matriz es inimaginablemente grande: recordemos, a o varios miles de millones de filas (o columnas). Paciencia. Por ahora, parece razonable exigir que las entradas del vector (las importancias de los p´ginas de a la red) sean todas no negativas (o, al menos, del mismo signo). Esto lo escribiremos, y perd´nenos o el lector el abuso de notaci´n, como x ≥ 0. o Pero adem´s, si pretendemos que el m´todo sea util, necesitar´ a e ´ ıamos que ese hipot´tico auto- e vector de entradas no negativas fuera unico (si hubiera m´s de uno, ¿con cu´l nos quedar´ ´ a a ıamos?). 4
  • 5. 3. El surfista aleatorio A modo de interludio, vamos a enfocar el problema desde un nuevo punto de vista. Imaginemos que un surfista se dedica a navegar por la red. En un cierto instante de tiempo est´ en una p´gina, a a por ejemplo en P1 . En el instante siguiente, algo aburrido de los contenidos de P1 , va a saltar a una de las p´ginas a las que enlaza P1 (digamos que hay N1 de ellas). Pero, ¿exactamente a cu´l? a a Nuestro intr´pido navegante es un surfista (adem´s de rubio y bronceado) aleatorio. As´ que, e a ı para decidir a cu´l de ellas va, efect´a un sorteo. Y lo hace de la manera m´s simple posible: a u a utilizando un dado regular (y virtual, suponemos), que tenga tantas caras como enlaces salgan de la p´gina P1 . En t´rminos m´s t´cnicos, la elecci´n de la p´gina de destino sigue una distribuci´n a e a e o a o de probabilidad uniforme (discreta) en [1, N1 ]. Nuestro modelo no es determinista, sino probabil´ıstico: no sa- bemos d´nde estar´ un instante de tiempo despu´s, pero s´ con o a e ı 1/4 1/41 qu´ probabilidad estar´ en cada uno de los posibles destinos. Y e a P2 1/4 adem´s es un modelo din´mico, porque el mismo argumento se a a j podr´ aplicar al segundo movimiento, y al tercero, etc. Nuestro ıa 1/3 1/4 surfista sigue lo que se denomina un paseo aleatorio por el grafo. P1 1/3 - W 1/2- En el dibujo de la derecha mostramos una posible situaci´n: o P6 1/2 de P1 parten tres aristas, a los v´rtices P2 , P6 y P8 . As´ que el e ı s 1/3 navegante sortea entre estas tres p´ginas, con probabilidad 1/3 a R 1/3 1 para cada una de ellas. Si, por ejemplo, el resultado del sorteo P8 1/3 z hubiera sido la p´gina P2 , entonces volver´ a sortear, pero esta a ıa 1/3 vez asignando probabilidad 1/4 a cada una de los cuatro posibles w destinos desde P2 . La formulaci´n es muy sugerente, pero no est´ claro c´mo podemos formalizarla: c´mo podemos o a o o calcular, por ejemplo, la probabilidad de que, partiendo de la p´gina P1 , el navegante est´ en la a e p´gina P17 tras cinco instantes de tiempo. M´s a´n, todav´ ni sospechamos qu´ puede tener que a a u ıa e ver con nuestro problema de asignaci´n de importancias. o Vamos poco a poco. Recordemos que M es la matriz del grafo de la red, y que sus entradas mij son ceros o unos. Llamemos Nj al n´mero de enlaces desde la p´gina Pj (esto es, la suma de las u a entradas de cada columna de M). Vamos ahora a construir una nueva matriz M a partir de la M original sustituyendo cada entrada mij por mij mij = Nj Los registros de la nueva matriz M son n´meros no negativos (entre 0 y 1) tales que la suma de u los registros de cada columna vale 1. En la siguiente figura se muestra, para una cierta columna, el resultado de la transformaci´n: o p´gina Pj a p´gina Pj a ? ? m1j m1j Nj . . . . . . mij M= mij M = Nj . . . . . . mnj mnj Nj ? ? Nj 1 La matriz M as´ construida es lo que se llama una matriz estoc´stica (o de Markov). ı a 5
  • 6. Supongamos que el surfista se encuentra, en el primer instante de tiempo, en la p´gina (oa v´rtice) Pk . Para poner en t´rminos probabil´ e e ısticos esta situaci´n tan de por s´ determin´ o ı ıstica, digamos que est´ en la p´gina Pk con una probabilidad del 100 %. Vamos a representar esta a a situaci´n inicial con el vector cuyas entradas son todas cero, excepto la de la posici´n k, que lleva o o un uno. El navegante sortea entre los Nk destinos, asignando probabilidad 1/Nk a cada uno de ellos. Pero si multiplicamos la matriz M por este vector inicial obtenemos      ··· ··· m1k ··· 0 m1k  . .. . .  .   .   . . . . . . .  . .   . .        ··· ··· mkk ···  1 = mkk .       . . . ..  .   .   . . . . . . .  . .   . .  ··· ··· mnk ··· 0 mnk El resultado sigue siendo un vector cuyas entradas (n´meros entre 0 y 1, pues los mjk son, o bien 0, u o bien 1/Nk ) suman 1, porque hay justamente Nk entradas no nulas. Pero m´s a´n: el vector que a u obtenemos describe exactamente con qu´ probabilidad estar´ el surfista, tras una unidad de tiempo, e a en cada una de las p´ginas de la red, si es que ha partido de Pk . a Lo que hace especialmente manejable este modelo es que, para conocer con qu´ probabilidad e estar´ en cada una de las p´ginas de la red tras dos instantes de tiempo, basta repetir la operaci´n. a a o Esto es, multiplicar (M )2 por el vector inicial. Y el an´logo para el transcurrir de tres instantes a de tiempo, cuatro, etc. Siguiendo la nomenclatura habitual, vamos a considerar una serie de estados, que en este caso son los v´rtices del grafo G. La matriz M recibe el (apropiado) nombre de matriz de e transici´n del sistema: cada entrada mij es la probabilidad de pasar del estado (v´rtice) Pj al o e estado (v´rtice) Pi . Y los registros de las sucesivas potencias de la matriz, las probabilidades de e pasar de Pi a Pj tras varios instantes de tiempo. Esto resuelve la primera de las cuestiones: c´mo calcular las probabilidades de transici´n entre o o v´rtices y para el transcurso de varias unidades de tiempo. Pero todav´ no hemos descubierto e ıa la relaci´n con el problema de ordenaci´n de Google. Esto lo dejamos para m´s adelante (v´ase o o a e la subsecci´n 8.1). Aunque avanzamos, para aquel lector especialmente impaciente y versado en o estas cuestiones, que el vector de entradas no negativas que llevamos persiguiendo ya un buen rato resulta ser, justamente, el estado estacionario de la cadena de Markov. Nota. Podr´ ocurrir que alguna p´gina no tuviera enlaces salientes (su columna tuviera s´lo ıa a o ceros). No ser´ una matriz estoc´stica. La soluci´n de Google: la sustituimos por una columna ıa a o con valores 1/n. As´ que si el surfista llega a una p´gina de la que (antes) “no pod´ salir”, ahora ı a ıa sortea (uniformemente) entre todas las de la red. M´s sobre esto, en la secci´n 7. a o 4. La clasificaci´n para las eliminatorias por el t´ o ıtulo Con tanta reinterpretaci´n y reformulaci´n, nos estamos olvidando de la cuesti´n que nos in- o o o teresa: el sistema de ordenaci´n de Google. Disciplin´monos y volvamos a ella. Conviene precisar o e que las ideas que utiliza Google para ordenar los resultados provienen de unos algoritmos desarro- llados por Kendall y Wei en los a˜os 50 (uups, ¡del siglo pasado!, que siempre nos olvidamos de n recalcarlo), v´anse [Ke] y[We]. e Vamos a plantear una cuesti´n muy similar a la que nos ha ocupado hasta ahora, en un contexto o algo m´s l´dico, que ilustraremos con un ejemplo sencillo que podremos resolver sin ayuda de a u grandes herramientas computacionales. La estructura de los campeonatos deportivos, por ejemplo de baloncesto, en Estados Unidos es algo diferente a la que suele seguirse en los europeos. En las ligas europeas, cada equipo juega un 6
  • 7. cierto n´mero de partidos (dos, generalmente) contra cada uno de los dem´s equipos de la compe- u a tici´n. Al final de lo que se conoce con el (curioso) nombre de temporada regular, se disputan unas o eliminatorias por el t´ıtulo, en las que se intervienen los que han conseguido mejores clasificaciones (por ejemplo, los ocho primeros). Pero en Estados Unidos, debido a las grandes distancias que separan las distintas ciudades, y para evitar un n´mero excesivo de viajes, la estructura no es tan homog´nea. u e Lo vamos a ilustrar con la liga profesio- nal de baloncesto, aunque la cuesti´n que o vamos a explicar podr´ aplicarse tambi´n ıa e a la Liga universitaria. En la NBA, los 29 equipos est´n divididos en dos conferen- a cias, cada una de las cuales est´ a su vez a formada por dos divisiones: Conferencia Este: • Divisi´n Atl´ntico; o a • Divisi´n Central; o Conferencia Oeste: • Divisi´n Medio Oeste7 ; o • Divisi´n Pac´ o ıfico, siguiendo (m´s o menos) criterios geogr´ficos, como se muestra en el mapa de la derecha. Todos a a los equipos juegan el mismo n´mero de partidos, 82, pero no disputan el mismo n´mero contra u u cada equipo; lo habitual es que se jueguen m´s partidos contra los de la propia conferencia. a Se plantea as´ la siguiente cuesti´n: acabada la temporada regular, ¿qu´ 16 equipos han de ı o e clasificarse para las eliminatorias? El sistema actual computa, simplemente, el n´mero de victorias u obtenidas por cada equipo, que determinan las posiciones finales. Pero cabr´ preguntarse si ´ste ıa e es un sistema “justo”. Al fin y al cabo, podr´ ocurrir que un equipo hubiera acumulado muchas ıa victorias precisamente por estar encuadrado en una conferencia muy “d´bil”. ¿Qu´ debe valer m´s, e e a el n´mero de victorias, o la “calidad” de las victorias obtenidas? De nuevo, la dicotom´ ante la u ıa que nos encontr´bamos en el dise˜ o de Google. a n Digamos que en la competici´n hay n equipos, E1 , . . . , En . Los resultados de la temporada o regular los registramos en una matriz A cuyas entradas aij son las victorias obtenidas por cada equipo: # victorias de Ei sobre Ej aij = . #partidos de Ei Como medida de normalizaci´n, dividimos por ejemplo por el n´mero total de partidos que juega o u cada equipo. Nuestro objetivo es asignar a cada equipo Ej un n´mero xj , que por analog´ denominaremos u ıa importancia, de manera que la lista x1 , . . . , xn determine la clasificaci´n final. o El primer modelo, en el que xj es proporcional al n´mero total de victorias conseguido por el u equipo Ej , no recoge adecuadamente nuestro inter´s por valorar la calidad de las victorias. e En el segundo modelo, decidimos que la importancia xj sea proporcional al n´mero de victorias u obtenidas, pero ponderadas con la importancia que asignemos a los dem´s equipos: a n xj = K ajk xk . k=1 7 Aqu´ ı andan los Memphis Grizzlies y los Utah Jazz, donde juegan Pau Gasol y Ra´ l L´pez, respectivamente. u o 7
  • 8. Lo que nos conduce, otra vez, a Ax = λx . El inter´s, de nuevo, radica en encontrar un autovector de A con entradas no negativas (y unico, e ´ a poder ser). Veamos un ejemplo concreto. 4.1. Para c´lculos serios: el ordenador a Tenemos seis equipos, E1 , . . . , E6 : los tres primeros forman una conferencia, los siguientes la otra. Cada equipo juega 21 partidos en total: 6 contra los de su propia conferencia, 3 contra los de la otra. La informaci´n sobre las victorias conseguidas est´ contenida en la siguiente tabla: o a E1 E2 E3 E4 E5 E6 E1 − 3/21 0/21 0/21 1/21 2/21 → 6/21 E2 3/21 − 2/21 2/21 2/21 1/21 → 10/21 E3 6/21 4/21 − 2/21 1/21 1/21 → 14/21 E4 3/21 1/21 1/21 − 2/21 2/21 → 9/21 E5 2/21 1/21 2/21 4/21 − 2/21 → 11/21 E6 1/21 2/21 2/21 4/21 4/21 − → 13/21 A la derecha de la tabla hemos sumado el n´mero de victorias que ha conseguido cada escuadra. u Ese balance de victorias y derrotas sugiere que la ordenaci´n adecuada es o E3 → E6 → E5 → E2 → E4 → E1 . ıder de la competici´n, E3 , ha acumulado muchas victorias Pero observemos que, por ejemplo, el l´ o contra E1 , que es el peor equipo. ¿Qu´ ocurre con el segundo enfoque? Tenemos que calcular, y en serio. Incluso en un ejemplo e tan sencillo como ´ste, necesitamos la ayuda del ordenador. e As´ que recurrimos a un paquete matem´tico de c´lculo, como por ejemplo8 Maple, para rea- ı a a lizar los c´lculos. Al usuario experto, los comandos que siguen le resultar´n familiares. Al novicio a a tampoco le costar´ mucho trabajo entenderlos. Primero, cargamos un paquete necesario: a restart:with(linalg): Warning, the protected names norm and trace have been redefined and unprotected Tras esta concisa (y quiz´s profunda) respuesta del programa, lo ponemos a trabajar en serio. a ¡Maple en acci´n!: o A:=matrix(6,6,[0,3/21,0,0,1/21,2/21,3/21,0,2/21,2/21,2/21,1/21,6/21,4 /21,0,2/21,1/21,1/21,3/21,1/21,1/21,0,2/21,2/21,2/21,1/21,2/21,4/21,0, 2/21,1/21,2/21,2/21,4/21,4/21,0]);  1 1 2  0 0 0  7 21 21     1 2 2 2 1   0   7 21 21 21 21     2 4 2 1 1   0   21  A :=  7  1 21 21 21   1 1 2 2    0   7 21 21 21 21   2 2   1 2 4   0   21 21 21 21 21    1 2 2 4 4 0 21 21 21 21 21 8 Sin ning´ n af´n propagand´ u a ıstico. Matlab, Mathematica, Derive o incluso Excel tambi´n valdr´ e ıan. 8
  • 9. autovects:=[evalf(eigenvectors(A))]; autovects := [[0.012, 1., {[−0.062, −0.916, −2.131, 0.873, 0.731, 1.]}], [0.475, 1., {[0.509, 0.746, 0.928, 0.690, 0.840, 1.]}], [−0.111 + 0.117 I, 1., {[−0.151 − 0.901 I, 0.123 + 0.451 I, −0.727 + 0.728 I, −0.435 − 0.128 I, 0.192 + 0.377 I, 1.]}], [−0.126, 1., {[0.008, −0.685, 1.434, −1.071, 0.032, 1.]}], [−0.139, 1., {[1.785, −3.880, 3.478, −5.392, 4.415, 1.]}], [−0.111 − 0.117 I, 1., {[−0.151 + 0.901 I, 0.123 − 0.451 I, −0.727 − 0.728 I, −0.435 + 0.128 I, 0.192 − 0.377 I, 1.]}]] Una vez acostumbrados a la manera en que Maple muestra los resultados (en cada l´ ınea, pri- mero el autovalor, luego la multiplicidad, y luego los autovectores asociados), comprobamos que la matriz A tiene seis autovalores distintos, dos complejos (conjugados) y cuatro reales. Si calculamos sus m´dulos, o autovals:=[evalf(eigenvalues(A))]: modulos:=[seq(abs(autovals[j]),j=1..6)]; modulos := [0.012, 0.475, 0.161, 0.126, 0.139, 0.161] observamos que el mayor autovalor (en m´dulo) es λ = 0.475, cuyo autovector asociado, o x = (0.509, 0.746, 0.928, 0.690, 0.840, 1) , es el unico (v´ase arriba) cuyas entradas son todas n´meros reales y no negativos. ´ e u Ya tenemos la respuesta que busc´bamos: el orden que sugiere este c´lculo es a a E6 → E3 → E5 → E2 → E4 → E1 , que difiere del anterior en los dos primeros (ahora E6 es el mejor equipo). Recapitulemos. En esta matriz particular (que bien pudiera servir de versi´n a peque˜a escala o n de la de Internet), cuyas entradas son todas no negativas, se ha dado la mejor de las situaciones posibles: hay un unico autovector cuyas entradas son todas no negativas. Este autovector, que ´ adem´s est´ asociado al autovalor de m´dulo m´ximo, nos sirve como soluci´n al problema de a a o a o ordenaci´n que nos hab´ o ıamos planteado. ¿Ha sido casualidad? ¿Ha sido simplemente un ardid de quien esto escribe, una artera elecci´n o de matriz que busca convencer a los incautos de que las cosas funcionan realmente? El lector, que seguramente de incauto no tiene nada, y s´ mucho de curioso, sentir´ la necesidad ı a de dar contundente respuesta a esta cuesti´n. Y sabr´, sin duda, que ha llegado el momento de o a dar entrada a las Matem´ticas. a 5. Las Matem´ticas entran en escena a Es la hora de las Matem´ticas, esa Ciencia que se ocupa de realidades a abstractas, virtuales, para, a trav´s de ellas, entender realidades concre- e tas. Pong´monos, pues, matem´ticos, y destilemos la esencia com´ n a a a u todas las cuestiones de las que nos hemos ocupado hasta ahora. Si lo hacemos, descubriremos que la unica propiedad que comparten ´ todas las matrices que nos conciernen (sean estoc´sticas o no) es que sus a entradas son no negativas. No parece mucha informaci´n. Las matrices o no tienen por qu´ ser sim´tricas, ni definidas positivas, ni. . . e e Sin embargo, como mostrar´ Perron9 a principios del siglo XX, es ıa suficiente para empezar a extraer buenos r´ditos: e Figura 1: Oskar Perron 9 El alem´n Oskar Perron (1880-1975), todo un ejemplo de longevidad matem´tica, trabaj´ en campos tan diversos a a o ´ como el An´lisis, las Ecuaciones Diferenciales, el Algebra, la Geometr´ la Teor´ de N´meros, etc., en los que a ıa, ıa u public´ algunos textos que se convertir´ en cl´sicos. o ıan a 9
  • 10. Teorema 1 (Perron, 1907) Sea A una matriz (cuadrada) con entradas positivas, A 0. En- tonces, (a) existe un autovalor (simple) λ 0 tal que Av = λv, donde el autovector es v 0; (b) este autovalor es mayor, en m´dulo, que todos los dem´s autovalores; o a (c) cualquier otro autovector positivo de A es un m´ltiplo de v. u Paremos un instante y reflexionemos: ahora tenemos un teorema. Maravill´monos: si usted logra e comprobar que las hip´tesis se satisfacen (y aqu´ no admitiremos medias tintas, han de satisfacerse, o ı sin excusas, sin excepciones), entonces la conclusi´n es inapelable. No albergue dudas, sea cual sea o la matriz, mientras que tenga entradas no negativas, existir´ un autovalor simple tal que. . . y un a autovector con. . . ¡Qu´ cosas! e Tras este rapto casi m´ ıstico, que el lector sabr´ disculpar, volvamos a a la realidad y analicemos el resultado de Perron. Apunta en la direcci´n o que buscamos, pero no es suficiente, porque las matrices que manejamos pueden tener ceros en ciertas posiciones. As´ que necesitamos algo m´s. ı a El siguiente acto de esta obra lo escribe Frobenius10 , unos a˜os despu´s, n e cuando se ocupa del caso m´s general de las matrices no negativas. Fro- a benius observa que si unicamente tenemos que A ≥ 0 entonces, aunque ´ sigue habiendo un autovalor λ 0 dominante (de valor absoluto m´xi- a mo) asociado a un autovector v ≥ 0, puede haber otros autovalores del mismo “tama˜ o”. Ah´ va su resultado: n ı Figura 2: Georg Frobenius Teorema 2 (Frobenius, 1908-1912) Sea A una matriz (cuadrada) con entradas no negativas, A ≥ 0. Si A es irreducible, entonces (a) existe un autovalor (simple) λ 0 tal que Av = λv, donde el autovector es v 0. Adem´s, a λ ≥ |µ|, para cualquier otro autovalor µ de A. (b) Cualquier autovector ≥ 0 es un m´ltiplo de v. u (c) Si hay k autovalores de m´dulo m´ximo, entonces son las soluciones de xk − λk = 0. o a Nota. ¿Qu´ quiere decir que una matriz A de dimensiones n × n sea irreducible? Hay varias e maneras de entenderlo. 1. No existe ninguna permutaci´n (de filas y columnas) que transforma A en una matriz del o tipo A11 A12 , 0 A22 donde A11 y A22 son matrices cuadradas. 2. La matriz (I + A)n−1 , donde I es la identidad n × n, tiene todas sus entradas positivas. 3. Si A es la matriz de adyacencia de un grafo, entonces el grafo est´ fuertemente conectado a (v´ase la secci´n 7). e o Observemos primero que el teorema de Frobenius generaliza realmente el de Perron, pues si A 0, entonces es A ≥ 0 e irreducible. Segundo, si la matriz A es irreducible (y sobre si ´ste es el caso o no de la matriz de la red e reflexionaremos m´s adelante), entonces la cuesti´n queda completamente resuelta: existe un unico a o ´ autovector con entradas no negativas, que adem´s est´ asociado al autovalor positivo de m´dulo a a o m´ximo (en un momento entenderemos las ventajas que supone esto ultimo). a ´ 10 Ferdinand Georg Frobenius (1849-1917) es uno de los m´s destacados integrantes de la Escuela de Berlin, que a lider´ el mundo de las matem´ticas durante el final del siglo XIX y principios del XX, junto con personajes de la talla o a de Kronecker, Kummer o Weierstrass (quien fue su director de tesis). Estricta escuela prusiana: rigor, tradici´n, un o matem´tico “puro”, sin concesiones a la Matem´tica aplicada. El caprichoso curso de la Historia har´ sin embargo, a a ıa, que muchas de sus ideas sobre representaciones de grupos finitos acabaran sirviendo como base de la Mec´nica a Cu´ntica. Es sobre todo conocido por sus aportaciones a la Teor´ de Grupos, y sus trabajos sobre las matrices no a ıa negativas pertenecen a la ultima etapa de su vida. ´ 10
  • 11. Estos resultados, a los que a partir de ahora nos referiremos conjuntamente como teorema de Perron-Frobenius, tienen una amplia utilidad en diversos contextos (v´ase la secci´n 8). Tanto es e o as´ que hay quien habla de la “teor´ de Perron-Frobenius”, del que este teorema es el resultado ı ıa fundamental. Su demostraci´n es algo complicada, y aqu´ nos limitaremos a perge˜ar un argumento que o ı n contiene los ingredientes fundamentales de la prueba. Una “demostraci´n” del teorema de Perron-Frobenius (ilustrada en el caso 3 × 3) o Como la matriz A tiene entradas no negativas, si partimos de un vector x ≥ 0, entonces el vector Ax sigue teniendo entradas no {x ≥ 0, x = 1} negativas. En t´rminos geom´tricos, la matriz A aplica el octante e e positivo en s´ mismo. ı Consideramos ahora la aplicaci´n α dada por o Ax α(x) = . Ax Obs´rvese que α(x) es siempre un vector de longitud 1. Por la observaci´n anterior, α env´ el e o ıa conjunto {x ∈ R3 : x ≥ 0, x = 1}, esto es, la porci´n de la esfera unidad que dibujamos a la o derecha, en s´ mismo. ı Ahora, aplicando el teorema del punto fijo de Brouwer, existe un cierto x tal que α(˜) = x. ˜ x ˜ As´ que ı A˜ x α(˜) = x = x =⇒ A˜ = A˜ x . ˜ x x ˜ A˜ x En resumen, x es un autovector de A con entradas no negativas asociado a un autovalor 0. ˜ Quedan algunos detalles, como el de demostrar que ese autovector es esencialmente unico, y los ´ dem´s apartados del teorema. Remitimos, al lector interesado en estas cuestiones, a las referencias a [BaRa], [BePl], [Ma] y [Mi]. 6. ¿Y la cuesti´n computacional? o El lector cr´ ıtico estar´ planteando ya una objeci´n (seria): el teorema de Perron-Frobenius a o garantiza la existencia del autovector que es la respuesta a nuestro problema de ordenaci´n, pero o nada nos dice sobre c´mo calcularlo. Obs´rvese que la demostraci´n que hemos exhibido no es cons- o e o tructiva. As´ que cabe todav´ la posibilidad de que estos resultados no constituyan una respuesta ı ıa satisfactoria. Recordemos que la matriz que maneja Google es gigantesca. El c´lculo de nuestro a anhelado autovector, ¿es realmente una cuesti´n abordable desde el punto de vista computacional? o Vamos a suponer que estamos en el mejor escenario posible, en las condiciones que aseguran la existencia de un autovalor λ1 positivo estrictamente mayor (en m´dulo) que todos los dem´s o a autovalores. Llamemos v1 al autovector (positivo) asociado. Nota. Una matriz A ≥ 0 es primitiva si tiene un unico autovalor dominante (mayor, en ´ m´dulo, que todos los dem´s). Esto ocurre cuando, por ejemplo, si, para cierto entero positivo k, o a la matriz Ak tiene todas sus entradas positivas. Podemos, por supuesto, calcular todos los autovectores y quedarnos con el que nos interesa. Pero incluso aunque utiliz´ramos m´todos eficaces para calcular autovalores (no mediante determinantes, a e desde luego), la tarea ser´ excesiva. ıa Pero de nuevo la propia estructura del problema sale en nuestra ayuda para facilitarnos el c´lculo. Una feliz coincidencia. Todo arranca de la observaci´n, hasta ahora inocente, de que el a o autovector que buscamos est´ asociado al autovalor de m´dulo m´ximo. a o a 11
  • 12. Supongamos, por simplificar, que A es diagonalizable. Los autovectores {v1 , . . . , vn }, numera- dos de manera que los autovalores correspondientes vayan en orden decreciente de tama˜ os, n λ1 |λ2 | ≥ |λ3 | ≥ · · · ≥ |λn | , son una base de Rn . Partimos, por ejemplo, de un v0 ≥ 0, que escribimos como v0 = c1 v1 + c2 v2 + · · · + cn vn , donde los n´meros c1 , . . . , cn son las coordenadas de v0 en la base considerada. Para el argumento u que sigue, no va a ser necesario calcularlos expl´ ıcitamente, y de hecho no lo haremos. Nos basta con saber que tales n´meros existen. Ahora multiplicamos el vector v0 por la matriz A, para obtener u Av0 = c1 λ1 v1 + c2 λ2 v2 + · · · + cn λn vn , puesto que los vectores v1 , . . . , vn son autovectores de A. S´lo calculamos el producto de la iz- o quierda; de lo de la derecha nos basta, para nuestros argumentos, con saber que ocurre. Perdone el lector la insistencia. Cada vez m´s animados, repetimos la operaci´n: a o A2 v0 = c1 λ2 v1 + c2 λ2 v2 + · · · + cn λ2 vn . 1 2 n Y lo hacemos muchas m´s veces, digamos k de ellas: a Ak v0 = c1 λk v1 + c2 λk v2 + · · · + cn λk vn 1 2 n Supongamos que c1 = 0. Entonces, k k 1 k λ2 λn A v0 = c1 v1 + c2 v2 + · · · + c n vn . λk 1 λ1 λ1 Pero como |λj /λ1 | 1 para cada j = 2, . . . , n (recordemos que λ1 era el autovalor dominante), 1 k k→∞ k A v0 − − → c 1 v1 . −− λ1 De manera que, al multiplicar reiteradamente el vector inicial por la matriz A, vamos determinando, cada vez con mayor precisi´n, la direcci´n que nos interesa, la que determina el vector v1 . Este o o m´todo num´rico es conocido como el m´todo de las potencias, y su velocidad de convergencia e e e depende del cociente entre el primer y el segundo autovalor (v´ase en [HaKa] una estimaci´n para e o el caso de la matriz de Google). Con esta observaci´n, nuestro problema queda resuelto, al menos si estamos en las mejores con- o diciones posibles (una matriz de entradas no negativas e irreducible). La respuesta que busc´bamos a existe, es unica, y adem´s disponemos de un m´todo eficaz11 para calcularla. Pero. . . ´ a e 7. ¿Estamos realmente en una situaci´n ideal? o Para que todo funcione, necesitamos que la matriz M (o quiz´s M ) asociada al grafo G de la a red sea irreducible. En otra palabras, que G sea fuertemente conexo. Nota. Consideremos un grafo dirigido G (un conjunto de v´rtices y un conjunto de aristas e a las que asociamos un sentido). Si dados cualesquiera dos v´rtices u y v del mismo podemos e encontrar una sucesi´n de aristas que llevan de uno a otro, entonces el grafo es fuertemente o conexo. Si la misma conclusi´n se obtiene cuando “borramos” los sentidos de las aristas, entonces se dice o que G es d´bilmente conexo. Por supuesto, un grafo dirigido fuertemente conexo es d´bilmente e e conexo, pero no (necesariamente) al rev´s. e 11 Seg´ n informaci´n extra´ u o ıda de la propia p´gina de Google, es un c´lculo que no lleva m´s que unas horas de a a a trabajo computacional. 12
  • 13. Como el lector podr´ sospechar, no es ´ste el caso. Un estudio realizado en 1999 (v´ase [Br]) a e e conclu´ que, de las 203 millones de p´ginas censadas, el 90 % de ellas estaba en una gigantesca ıa a componente (d´bilmente) conexa, que a su vez ten´ una estructura interna compleja (m´s, quiz´s, e ıa a a de lo que uno podr´ sospechar), como se muestra en el siguiente dibujo, extra´ del citado [Br]: ıa ıdo Es una estructura peculiar, que nos recuerda a un organismo biol´gico, una suerte de gigantesca o ameba. La pieza central (SCC, strongly connected component) es, como el nombre indica, una componente fuertemente conexa. Junto a ella aparecen otras dos piezas12 : la IN est´ formada por a las p´ginas que tienen enlaces hacia las de SCC, y la OUT est´ constituida por las p´ginas a las a a a que apuntan los de SCC. Adem´s aparecen una especie de dendritas, que contienen p´ginas desde a a las que no se puede llegar a los nodos de SCC, ni tampoco son accesibles desde ellos (que, en ocasiones, y para aumentar la complejidad, pueden llegar a formar tubos). Obs´rvese, de todas formas, que la organizaci´n de la red es din´mica, y cambia con el tiempo. e o a a a ıneas generales, la estructura13 que aqu´ exhibimos. Y no est´ claro si se habr´ mantenido, en l´ ı ¿Qu´ podemos hacer (o m´s bien, ¿qu´ hace Google?) ante esto? Un truco muy habitual: se e a e trata de conseguir (de una manera razonable) estar en la mejor situaci´n posible. Por ejemplo, o a˜adiendo toda una serie de probabilidades de transici´n (de salida) a todos los v´rtices. Esto es, n o e considerando la matriz   p1  .  M = cM + (1 − c)  .  (1, . . . , 1) , . pn 12 Los autores del estudio aventuran algunas explicaciones sobre estas dos partes. As´ el conjunto IN podr´ estar ı, ıa formado por p´ginas de nueva creaci´n, tanto, que no habr´ dado tiempo todav´ a que los sitios del n´cleo central a o ıa ıa u hubieran establecido v´ ınculos hacia ellas. Las de la componente OUT podr´ ser p´ginas de webs corporativas, que ıan a s´lo contienen v´ o ınculos internos. 13 Hay muchas otras preguntas interesantes que podemos hacernos sobre la estructura del grafo de la red. Por ejemplo, cu´l es el n´mero medio de enlaces que tiene una p´gina, cu´l es la distancia media entre dos p´ginas, o a u a a a cu´l es la probabilidad P(k) de que un p´gina elegida al azar tenga exactamente k enlaces (por ejemplo, entrantes). a a Si el grafo de la red fuera aleatorio (en el sentido preciso que establecieron Erd¨s y R´nyi), entonces esperar´ o e ıamos que fuera una distribuci´n binomial (o, en el l´ o ımite, una distribuci´n de Poisson). Y que, en media, la mayor parte o de las p´ginas tuviera un n´ mero similar de enlaces. Sin embargo, estudios emp´ a u ıricos (v´ase, por ejemplo, [Ba1]) e sugieren que el decaimiento de la distribuci´n de probabilidad no es exponencial, sino como el de una potencia o (power law ), k −β , donde β es del orden de 2 y pico. Lo que implicar´ por ejemplo, que hubiera una gran mayor´ ıa, ıa de p´ginas con muy pocos enlaces, al tiempo que una peque˜ a minor´ (pero muy significativa) tendr´ un gran a n ıa ıa n´mero de enlaces. M´s a´n, si consideramos la red como un sistema en evoluci´n, al que sucesivamente se van u a u o a˜ adiendo nuevas p´ginas, la conclusi´n es que esta tendencia se reforzar´ En t´rminos coloquiales, “los ricos se n a o ıa. e vuelven cada vez m´s ricos”. Conclusi´n habitual en sistemas competitivos (y, no nos enga˜ emos, en la vida real). a o n Recomendamos aqu´ la lectura de la referencia [Ba2]. ı 13
  • 14. donde p1 , . . . , pn es una distribuci´n de probabilidad (pj ≥ 0, o j pj = 1) y c es un cierto par´metro a entre 0 y 1 (en los c´lculos de Google, del orden de 0.85). a Por ejemplo, podr´ıamos tomar una distribuci´n uniforme, pj = 1/n para cada j = 1, . . . , n (con o lo que la matriz ya tendr´ todas sus entradas positivas). Pero podr´ ıa ıamos elegir otras, y este nuevo grado de libertad permitir´ hacer b´squedas “personalizadas”. ıa u En t´rminos del surfista aleatorio, estamos a˜adiendo la posibilidad de que (con probabilidad e n 1 − c) se “aburra” de seguir los enlaces y opte por saltar a otras p´ginas (con arreglo a cierta a distribuci´n de probabilidad). o 8. Matrices no negativas en otros contextos Las matrices no negativas, y la teor´ de Perron-Frobenius asociada, tienen aplicaciones en ıa muchos otros campos, adem´s del problema de ordenaci´n que nos ha ocupado hasta aqu´ Para a o ı. situarlas en la posici´n que merecen, vamos a revisar brevemente algunos modelos en los que o resultan imprescindibles (el lector podr´ encontrar otras aplicaciones en [Ma]). a Esta ubicuidad se explica por las siguientes dos observaciones: En las situaciones “reales”, las interacciones que se miden son, muy frecuentemente, positivas, o al menos no negativas. Y los objetos con que codificamos estas medidas son matrices cuyas entradas son no negativas. Por otro lado, muchos modelos son procesos iterativos simples: de un estado inicial x0 pasamos a uno general dado por xk = Ak x0 . La convergencia del m´todo depende del tama˜o de los e n autovalores de A, o m´s bien de la raz´n entre los tama˜os de los autovalores (en particular, a o n del m´s grande a los dem´s). Y aqu´ por supuesto, el teorema de Perron-Frobenius tiene a a ı, mucho que decir, si es que la matriz es no negativa. 8.1. Modelos de evoluci´n probabil´ o ıstica Recordemos que una matriz A es estoc´stica (o de Markov) si A ≥ 0 y, para cada columna, la a suma de las entradas es 1. Para este tipo de matrices, λ = 1 es siempre un autovalor. Nota. Raz´n: las columnas de A − I suman 0. Luego al sumar todas las filas de A − I o obtenemos el vector cero, as´ que las filas son linealmente dependientes. Esto quiere decir que ı A − I es singular. Por tanto, det(A − I) = 0. Lo que supone, finalmente, que λ = 1 sea un autovalor. Adem´s, no puede haber autovalores de m´dulo 1, pues A transforma vectores cuyas entradas a o sumen 1 (vectores de probabilidad) en vectores del mismo tipo. Las cadenas de Markov son un modelo probabil´ ıstico bien conocido, aplicable a situaciones muy diversas: la que hemos visto de Google es un buen ejemplo, pero tambi´n se utiliza como modelo e de migraciones, de propagaci´n de epidemias, etc. o Consideremos otra situaci´n, que tal vez no le resulte tan familiar al lector. Supongamos que o tenemos algo de dinero y que hemos decidido invertirlo para obtener un cierto rendimiento. Quiz´s a debido a alguna experiencia reciente algo desagradable, optamos por no invertirlo en Bolsa. En este plan decididamente conservador, buscamos una inversi´n “segura”: le prestaremos dinero al o Estado. Podr´ ser al Estado espa˜ol, quiz´ a la Reserva Federal estadounidense, pero tambi´n, ıa n a e ¿por qu´ no?, al Corte Ingl´s, a Repsol, etc. Hay multitud de formas de hacerlo: Bonos del Tesoro, e e Obligaciones de empresas, emisiones de deuda, etc., aunque alguna de ellas no est´ al alcance del a inversor particular. Es posible que obtengamos un rendimiento medio menor que en la Bolsa, pero a cambio tenemos la seguridad de que no perderemos, en ning´n caso, el valor de nuestra inversi´n. u o Y aunque no tengamos tanto p´nico a la Bolsa, hemos o´ por ah´ que la regla b´sica del inversor a ıdo ı a es la de “diversificar”, y ´sta parece una buena opci´n. e o 14
  • 15. Pero no, las cosas no son tan de color de rosa. H´blenles de la seguridad de este tipo de a inversiones a aqu´llos que en su momento prestaron dinero al Estado argentino, al ruso o, en casos e m´s recientes, a los que aventuraron su dinero en lo que parec´ s´lidas14 compa˜´ como Enron, a ıan o nıas Parmalat o Swiss Air (si nos fallan hasta los suizos, ¡a d´nde iremos a parar!). o No existen inversiones “seguras”, aunque algunas lo son m´s que otras. As´ que el mercado se a ı ocupa de determinar, con la m´xima precisi´n posible, la solvencia de cada una de las empresas a o (entendidas con la mayor generalidad posible, tambi´n valen Estados) en las que uno puede invertir. e Si una empresa es muy segura, en el sentido de que con alt´ ısima probabilidad devolver´ el dinero a (junto con los intereses) que los inversores le han prestado, entonces podr´ permitirse ofrecer a una baja rentabilidad. Pero si otra est´ catalogada como “dudosa” y pretende captar inversiones, a entonces deber´ necesariamente ofrecer intereses m´s altos que la hagan atractiva. Queda luego al a a arbitrio del poseedor del dinero elegir una u otra, en funci´n de sus caracter´ o ısticas (y de la vena especuladora que tenga, quiz´ oculta). a ´ Este es todo un mundo, el llamado riesgo de cr´dito, en el que los modelos matem´ticos, algunos e a muy sofisticados, desempe˜an un papel fundamental. Describamos aqu´ uno de ellos, el modelo (de n ı evoluci´n probabil´ o ıstica) de la solvencia de las empresas. Tenemos n estados de solvencia, digamos S1 , . . . , Sn . En la jerga que utilizan las empresas que se dedican a estos menesteres clasificatorios (las llamadas agencias de calificaci´n, Standard Poor’s, o Moody’s, etc.), estos estados son AAA, BBB+, CC, etc. (con un cierto soniquete de calificaciones escolares anglosajonas). Tras un estudio detallado, se determina que la probabilidad de pasar del estado Si al estado Sj es el n´mero aij . Toda esta informaci´n se recoge en una matriz A, cuyas entradas, una vez m´s, u o a son no negativas. Adem´s, es una matriz estoc´stica (por filas). Suele incluirse un estado especial, D a a (de default), que en la jerga de las cadenas de Markov se dice que es absorbente (todos ceros, menos el elemento de la diagonal). La siguiente matriz A es un ejemplo15 : AAA AA A BBB BB B CCC D AAA 90,58 8,36 0,84 0,09 0,13 0,00 0,00 0,00 AA 0,84 90,04 8,11 0,71 0,12 0,15 0,03 0,00 A 0,14 2,69 89,94 5,92 0,85 0,32 0,04 0,10 BBB 0,03 0,32 5,94 87,41 4,92 1,04 0,13 0,21 BB 0,02 0,12 0,62 7,49 81,93 7,88 0,92 1,02 B 0,00 0,09 0,29 0,65 6,96 81,60 4,43 5,98 CCC 0,17 0,00 0,36 1,09 2,35 10,37 64,06 21,60 D 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00 100,0 Que nos dice, por ejemplo, que el 90.58 % de las empresas con la m´xima calificaci´n siguen en la a o misma categor´ al a˜o siguiente. ıa n Miramos la situaci´n hoy, la proporci´n de empresas que est´n en cada uno de los estados o o a (0) (0) de solvencia, para formar el vector inicial z(0) = (z1 , . . . , zn ). Seg´n este modelo, el vector de u proporciones vendr´ dado, tras k a˜os, por z(k) = z(0) Ak . a n Puede interesarnos estudiar, por ejemplo si queremos hacer o valorar inversiones a muy largo plazo (muchos de los bonos y obligaciones tienen horizontes temporales de 20 a˜os o m´s), el n a comportamiento asint´tico del sistema. Esto es, calcular el vector de proporciones cuando k → ∞, o lo que llamar´ıamos z(∞) . Lo sorprendente del caso es que, si λ = 1 es el unico autovalor dominante (es decir, la matriz ´ es primitiva), entonces, sean cuales sean las proporciones iniciales, el estado estacionario z(∞) es el autovector correspondiente a λ = 1. Autovector, por cierto, que es el que la teor´ de Perron- ıa Frobenius nos ofrec´ıa. 14 S´lidas, o pero con productos l´ıquidos (Enron y Parmalat) ¡o gaseosos! (Swiss Air). 15 Es la matriz de Standard Poor’s correspondiente a las probabilidades de transici´n, en tantos por ciento, o entre estados de rating con los datos del periodo 1981-96. 15
  • 16. Por aquello de que estas cosas m´s vale verlas antes de creerlas, recurrimos de nuevo a Maple a para los c´lculos, con la matriz estoc´stica siguiente: a a A:=matrix(4,4,[.4,.1,.1,.2,.4,.6,.3,.1,.15,.2,.4,0,.05,.1,.2,.7]);   0.4 0.1 0.1 0.2  0.4 0.6 0.3 0.1  A :=   0.15 0.2 0.4  0  0.05 0.1 0.2 0.7 Ahora, amablemente, solicitamos a Maple que nos calcule los autovalores y los autovectores: eigenvectors(A); [1.000000002, 1, {[−0.3782256600, −0.7865374545, −0.3567355661, −0.5630404726]}], [0.4999999982, 1, {[−0.2962451280, 0.4443676920, 0.4443676932, −0.5924902550]}], [0.2292893218, 1, {[.2060703913, −0.7035683205, .6432117000, −.1457137708]}], [0.3707106784, 1, {[−1.587596362, 0.9299924275, 1.780204107, −1.122600167]}] A estas alturas, el resultado ya no nos sorprende: el autovector asociado al autovalor λ = 1 es el unico que tiene todas las entradas con el mismo signo. Maple nos ofrece una versi´n del autovector ´ o cuyas entradas son todas negativas, pero esto no nos importa mucho, porque basta cambiarlas de signo (y seguiremos teniendo un autovector). Para la comparaci´n que haremos en un momento, conviene reescribir el autovector de manera o que todas sus entradas sean positivas y que adem´s sumen 1. El resultado es el siguiente: a v = (0.1814432986, 0.3773195881, 0.1711340205, 0.2701030929) . ıstica. Partimos de un cierto vector v0 (que incluso podr´ Vamos ahora con la evoluci´n probabil´ o ıamos sortear) y dejamos que la matriz haga el resto: v0:=matrix(4,1,[0.2,0.2,0.4,0.2]);   0.2  0.2  v0 :=    0.4  0.2 seq(evalm(A^n * v0), n=1..20);             0.18 0.1790 0.18010 0.1808450 0.18119850 0.1813472750  0.34   0.3700   0.37610   0.3772100   0.37735750   0.3773516500   ,  ,  ,  ,  ,  ,  0.230   0.1870   0.175650   0.1724950   0.171566750   0.1712779750  0.250 0.2640 0.268150 0.2694500 0.269877250 0.2700231000           0.1814064925 0.1814293771 0.1814380744 0.1814413475 0.1814425722  0.3773356025   0.3773264713   0.3773223566   0.3773206638   0.3773199980   ,  , ,  ,  ,  0.1711836113   0.1711515388   0.1711403163   0.1711363090   0.1711348585  0.2700742937 0.2700926128 0.2700992527 0.2701016795 0.2701025713           0.1814430288 0.1814431987 0.1814432617 0.1814432852 0.1814432937  0.3773197423   0.3773196455   0.3773196092   0.3773195957   0.3773195905   ,  , ,  ,  ,  0.1711343288   0.1711341344   0.1711340626   0.1711340361   0.1711340263  0.2701029001 0.2701030214 0.2701030663 0.2701030830 0.2701030891         0.1814432970 0.1814432982 0.1814432987 0.1814432988  0.3773195887   0.3773195881   0.3773195878   0.3773195877   ,  , ,  .  0.1711340226   0.1711340214   0.1711340209   0.1711340207  0.2701030913 0.2701030923 0.2701030926 0.2701030927 S´lo hemos incluido 20 pasos porque, como el lector puede comprobar, la convergencia al vec- o tor v es vertiginosa. Una ultima prueba, por si alguien sigue desconfiando. Partimos ahora de otro ´ vector inicial (muy poco “probabil´ıstico”, en verdad): 16