Gerardo es hábil trepando árboles pero no bailando. En el baile anual de la selva, todos se burlan de él por no saber bailar. Triste, habla con la Luna quien le dice que aún no encuentra su ritmo. Escuchando la música, Gerardo comienza a moverse y pronto está bailando con gracia, sorprendiendo a los animales que ahora lo nombran el mejor bailarín.