El documento resume los cuidados y el proceso de crianza del toro de lidia desde su nacimiento hasta que llega a la plaza. Explica que el vaquero busca al becerro recién nacido y lo marca con la divisa de la ganadería a los nueve meses. Luego, los machos y hemas son separados y esperan a los dos años y medio ser evaluados para determinar si son buenos especímenes para la lidia. Finalmente, tras este proceso de crianza y selección, el toro espera pacientemente su debut en la plaza para demo
1. UNIDAD EDUCATIVA “ COMPUTER WORLD”
INFORMATICA APLICADA
Nombre: Fanny Olmedo Ríos
Curso: Primero de Bachillerato
Fecha: 20-02-2014
la lidia – ganado bravo
El toro ya de por sí es un espectáculo. En el campo, en el trigal, cuando lo enchiqueran, cuando sale. Solito
él. No necesita de capa, de muleta, de banderilla, de roseta, nada. No necesita de nada.
2. El vaquero inicia, entre la
espesura del campo, la
búsqueda del becerro recién
nacido, al que la madre ha
ocultado por instinto.
Sorteando la celosa presencia
de la vaca brava, se acerca con
cuidado y verifica que ha
llegado uno nuevo al grupo. Así
comienza la vida del toro de
lidia en los páramos de la
serranía.
El toro que sale a
los ruedos lleva
detrás de sí muchos
años de esfuerzo y
cuidados especiales
en el campo.
El toro
de lidia
Cerca de los nueve
meses, se desteta a los
becerros y comienza su
primera faena: la del
herraje, que dejará
marcada en ellos el origen
de la divisa bajo la cual se
crían.
Como todo lo que
rodea la fiesta brava,
la crianza del ganado
bravo está llena de
mística y de belleza.
3. Crianza del toro de lidia
Llama la atención los cuidados y
delicadeza en la crianza de tan bravo
animal. Cada paso que se da en los
primeros meses es decisivo para hacerlos
parte de un encierro, un semental o una
vaca brava que los procree.
Cerca de los nueve meses, se desteta a
los becerros y comienza su primera faena:
la del herraje, que dejará marcada en ellos
el origen de la divisa bajo la cual se crían.
Machos y hembras son separados a distintos lugares de la hacienda donde
esperarán llegar, a los dos años y medio, a la tienta: el tribunal que los juzgará
como buenos especímenes de su raza. Mientras tanto, se preparan caminando,
con sus hermosas formas, por los pastizales, terrenos marcados -por el alambrado
y por las leyes de la naturaleza-, en una profunda soledad.
Su debut en los ruedos deberá esperar pacientemente el trabajo de alquimia del criador quien irá
viendo en sus características físicas y en su actitud, la posibilidad de incluirlo en un encierro. Pero
su enigmática existencia continúa puesto que ni siendo el escogido se conocerán a ciencia cierta sus
cualidades, sino hasta que se de el duelo a muerte con el torero, en alguna plaza del mundo.