1. Domingo, 28 de junio de 2009 Blog de Wilfredo Gameros Castillo
SOBERANOS DE LAS PAMPAS
Salvador Navarro Cossio
Del libro: Cronista de Nasca
Allá por la lejana época en que las inmensas pampas que rodean Nasca no habían aún sido profanadas
por las huellas de ese revolucionario invento llamado automóvil, distante todavía el día en que Don
Nicolás Roncagliolo llevase a esa bendita tierra el primer carro que allí se conociera, con la legendaria
y ahora desconocida marca Mármol, un año en que Nasca padecía uno de sus tantos ciclos de sequía,
una modesta pero muy honorable familia se estableció en Cahuachi, fundo que, al igual que Estaquería,
disponía de agua de riego por el remanente de todos los ríos del valle que afloraban allí de forma
permanente. El padre de familia, el respetable Don Santiago Gameros Carahuayo, había sido llamado
por el dueño, Don Eduardo Navas Meza, para que se hiciera cargo de la mayordomía general de la
hacienda. Don Eduardo había tenido en cuenta no solo el hecho fundamental de que se trataba de
un serio y experimentado agricultor, sino también por su fama de criador y preparador de perros
galgos para la caza de guanacos, actividad esta que con que se solía agasajar a las personalidades
políticas y sociales que en oportunidades especial es hacían su aparición por Nasca.
La familia se compenetró rápidamente con la mágica tierra de Cahuachi. Muy de madrugada, todos
en ella estaban en pie al conjuro del quiquiriquí del gallo cenizo o del ajiseco, engreídos peleadores
de navaja que despejaban el sueño del patriarca y su prole. El apetitoso desayuno que diariamente
con sus hijas Luzmila y Esperanza preparaba la señora Rosalía, iniciaba el día en cristiana unión y
comprensión dentro de esa familia nasqueña.
No obstante su temprana edad, los hijos: Santiaguito, casi adulto, y los imberbes Jorge, César y
Amador, desempeñaban infinidad de labores que Don Santiago con paternal sabiduría les asignaba en
el campo. Se forjaban así para la lucha por la vida.
Para esos muchachos, nasqueños todos, la felicidad encerrada en la bondad y comprensión de sus
padres, se dimensionaba con la belleza y amplitud de esos campos, siempre verdes, arrullados con
los trinos de los chirotes, chaucatos y chivillos. Cahuachi, como lo aseguran los arqueólogos, habría
sido la metrópoli de la cultura Nasca. Allí el agua es eterna; allí se creó la magia de sus huacos y
tejidos. Allí, tal vez, se recibió el soplo divino que inspiró el trazo de las líneas y dibujos milenarios
de las Pampas de San José, que más tarde María Reiche, mostrara al mundo entero. Una de las
tareas de los hermanos Gameros, era la crianza y cuidado de hermosos ejemplares de perros galgos,
excepcionalmente duchos en la caza de guanacos, robustos auquénidos de nuestra serranía.
Un buen día de fiestas patrias, fuéronse Don Santiago y sus hijos de cacería, a caballo. Su destino,
las lejanas pampas de Marcona y Las Clavelinas, donde bajaban las manchas de guanacos venidos
de las alturas serranas en busca de su delicioso cogollito del yanque, pequeña planta de roja flor
que solo abunda en esos parajes, para saciar rara sed –ya que no toman agua- con el tubérculo de
la raíz de cierta planta que brota cercana al mar.
Como un general estratega sobre briosa cabalgadura, con la palma de la mano extendida sobre los
ojos, Don Santiago ausculta el horizonte tratando de divisar la preciada “mancha” de guanacos. Sus
ojos, tan pronto miran en lontananza como a sus fieros perros. Son serenas pero penetrantes miradas
que conjugan el instinto con la inteligencia. Los perros, pescuezo erguido, orejas alertas, husmean el
2. aire, ansiosos por encontrar el esperado olor del huanaco, que ellos detectan a un kilómetro de
distancia.
De pronto, los muchachos que retienen con firmeza los perros, escuchan el seco y esperado “¡Ya!”
de su padre para soltar los nerviosos galgos que, saltan ladrando, disparados a increíble velocidad en
pos de la presa, seguidos por los corceles que con habilidad guían los Gameros por el terreno abrupto
y desigual. Impresionante espectáculo, guanacos, perros y caballos, los unos para salvar su vida, los
otros para saciar su voracidad, y los llamados nobles brutos, para llevar a sus amos, máxima jerarquía
en esta cruel dirigencia de animales, entre el fuerte y el débil.
La aparente grisácea nube que a la distancia se alza a poca altura del suelo, va transformándose en
un galopante grupo de cuatro hermosos huanacos que, desesperados, corren de los perros que ellos
también han detectado. Angustiados, se dispersan, siguiendo un rumbo que fatalmente solo puede
desembocar en un punto, previsto ya por Don Santiago; allí su hijo mayor espera, y suelta el perro
cortador que, en diagonal llega preciso para coger a su presa a la carrera, del codillo del brazuelo.
La velocidad de su carrera y su mismo enorme peso, hacen que la pobre e huanaca caiga
aparatosamente para morir ahogada bajo las fauces de su cazador, cepo irremediable incrustado en
su pescuezo.
Su cría, muy pequeña, gimotea débilmente sola y desconcertada, sin saber qué mundo tomar. Los
perros la ignoran, ciegos en su persecución de las galopantes presas mayores que se pierden ya en
lontananza. No fue tarea difícil para los hermanos Gameros capturar a la huerfanita, que con
entrañable ternura recogió en sus brazos el menor de ellos.
Tan pronto llegaron de regreso a la casa, apremiante ¡ Rosalía, Rosalía! hizo que su don Santiago, con
un esposa corriera a su encuentro. Mira, mira, lo que te he traído, le decía al tiempo que le mostraba
al asustadísimo animalito amorosamente, abrumándolo ¡Qué lindo! exclamó la señora, cogiéndolo de
caricias, mientras decía: ¡Es hembrita!, ¡Luzmila!, ¡Esperanza!, vengan, corran, para que vean este
encanto que ha traído vuestro padre de las Pampas de Marcona.
Desde ese día la huanaquita se convirtió en la chochera de la casa. En sus primeros tiempos fue
mimada y halagada con maderas, que como a criatura, solícitas le preparaban las hermanitas Gameros.
Fue cuidada, bañada, jabonada y perfumada como un bebé.
A todo esto, la perra bruta, parió por esos días dos cachorritos muy lindos, negros como el azabache,
hijos del mejor de los ejemplares galgos cazadores de guanacos de Don Santiago. Los verdaderos
perros cazadores tienen que ser producto del cruce de un buen ejemplar galgo con una perra chusca
escogida por su tamaño y constitución física y, sobre todo, que sea chivatera, es decir, de la que
cuida y dirige los rebaños de chivatos y sabe además cazar zorros. A este tipo de perras se les llama
´Bruta´.
La huanaquita iba creciendo, compartiendo sus juegos con los dos cachorros de la perra bruta; j
untos, correteaban y jugaban en el corral y en los potreros de la hacienda. Eran tres pequeños
hermanitos, correteando alegres, revolcándose en la grama y en el polvo, desde que despuntaba el
alba hasta el áureo atardecer del legendario Cahuachi.
Y pasaron los meses. La huanaquita fue dejando la infantil contextura para convertirse en hembra con
ambiciones de macho. A su vez, los cachorros adquirían fortaleza de perros cazadores. Eran tres
hermosas criaturas que impetuosas asomaban al vértigo de la sexualidad. Ella, no tuvo tiempo para
disfrutarla… ellos, tenían todavía que esperar para convertirse en legítimos y verdaderos perros
cazadores de huanacos.
3. Y llegó el día en que Don Santiago ordenó a sus hijos: cachorros ya están en edad y tamaño para
Estos dos convertirse en cazadores, de manera que, desde mañana, comienzan ustedes a enseñarles,
¡sin piedad! cómo se coge un huanaco.
Y comenzó la faena. Primero la caza de zorros. Lo hicieron muy bien. Cuatro de estos pequeños
pamperos, cayeron presa de los negros. Galgos Y vino lo bueno. Esta vez, la caza de guanacos. En
esta oportunidad los hermanos Gameros los llevaron a las Pampas de Marcona acompañados de otros
dos perros curtidos como duchos cazadores. A la vista de los auquénidos, fueron soltados los cuatro
galgos que en impresionante carrera, recortadas sus nítidas siluetas contra el horizonte rosáceo de
las pampas, acortaron la distancia y en la brevedad de un instante estuvieron sobre sus presas. Y
sucedió lo inesperado. Los dos negros se abalanzaron sobre los otros dos perros experimentados
cazadores, sin permitir que estos dieran cuenta de los huanacos. Se desenvolvió entonces una extraña
y titánica pelea entre cuatro animales que dio oportunidad para que las despavoridas presas huyeran
raudas hacia la lejanía de los cerros. ¿Creían así defender la integridad de la familia de su lejana
hermanita? Pero esa fraterna solidaridad les costó muy caro, porque, además de ser de por sí
enseñanza de este tipo de caza, no se podía concebir que bastante severa la un perro pegara a otro
en plena cacería, y menos, defendiendo la vida de la presa. Por eso, los Gameros, defraudados como
entrenadores, aplicaron a la única corrección posible: mano dura. Fuertes latigazos caen sobre el lomo
de los negros, acompañados de resondros y carajos.
¡Van a ver como los mato a latigazos, carajo, si vuelven a atacar a sus hermanos, perros! ¡Mírenlo,
con éste les voy a sacar la mugre, ya saben! y les mostraban el trenzado chamberín.
Este tipo de perros es muy inteligente y comprende todo lo que le dice su amo. Por ello, los dos
adoloridos galgos, escabullendo la mirada de su dueño, soportan sumisos el cruel castigo.
De vuelta a la hacienda, como prolongación de la pena, son encerrados hasta el domingo siguiente.
Muy de mañana son llevados nuevamente a la pampa para continuar su adiestramiento, esta vez
solos, sin ninguna otra compañía perruna. Ya al decampado, al avistarse los huanacos, solo se escucha
el “¡Úchale! ¡Úchale! ¡Úchale!” de Santiaguito, y los perros, como una exhalación, en velocísima
carrera, dan alcance a un huanaco posiblemente hembra-– , porque, cogiéndola, no por el brazuelo,
su talón de Aquiles, sino por la pata, la tumban y saltan sobre ella. Pero, no se lanzan sobre su
pescuezo, la dejan que se ponga de pie… y nuevamente la tumban, saltan sobre ella retozonamente,
jugueteando como lo hacían en la hacienda con la engreída y lejana hermanita. La huanaca, aunque
desconcertada no pierde su instinto y a la primera se escapa rauda, aprovechando una muy
pronunciada bajad a del terreno.
En esta vez sí los hermanos Gameros montan en cólera. Amarran a los perros e inmisericordes
latigazos caen repetidas veces sobre el lomo de los indefensos animales cuyos lastimeros aullidos
repite el eco en la inmensidad de las pampas.
¡Qué lisura, carajo! ¡No quieren aprender todavía! ¡Toma! golpea el látigo despiadado-– y ¡Para que
sepan que cazar no es jugar! ¡Toma carajo! ¡Toma! Y se repiten los latigazos hasta el cansancio.
¿Qué tiempo duraría la azotaina? No lo sabemos. Siendo tan roso el método para conseguir un buen
perro de pura estirpe cazadora, los Gameros dieron por hecho que con segundo fracaso estaba sellada
la sentencia de muerte para los dos hermanos galgos.
Yo no creo que mi padre los perdone-decía Cesar- . Terribles fallas las de este par.
Sin embargo, -arguyó Jorge-– decía César tienen. Son dos una velocidad extraordinaria… y además, remató
Amador su musculatura es impresionante. ¡Solo les falta ajustar la mandíbula en el pescuezo del
huanaco! Creo que ese algo que les falta lo podríamos conseguir con la última prueba.
4. Difícil que mi padre la acepte sentenció Santiaguito. Sin embargo, ya en la casa, en consejo de
familia, solo de hombres, Don Santiago escuchó las opiniones de sus hijos y se resolvió dar una
tercera y última oportunidad, que en el fondo todos querían, para salvar a los dos negros cazadores.
Nuevamente en las Pampas de Marcona, con nerviosa expectativa, el Clan Gameros, con Don Santiago
a la cabeza, enrumban con la pareja de galgos buscando la mancha, ansiosos los galgos olfatean la
presa y ciegos ante toda razón que no sea el instinto bruto se abalanzan sobre dos gigantescos
huanacos que caen limpiamente a sus pies. Los negros han rendido con brillantez su última prueba
de fuego.
Es un día de fiesta y alegría en la casa de los Gameros. Han logrado su objetivo, ¡estos son los dos
mejores perros cazadores que se haya visto!
Era lo que con tanto empeño buscado, por lo que tanto habían luchado y esperado. Ahora, en casa,
son premiados con la más sabrosa presa de la olla de doña Rosalía. Y sueltos, corren en busca del
merecido solaz. La huanaquita, después de dos días sin ver a sus negros compañeros, rebosa de
alegría y les da de manazos invitándolos al juego. Como de costumbre, sale en loca carrera por los
cercos y potreros, seguida por los dos perros, y se pierden todos en la distancia, entre toñuces y
guarangos.
Al día siguiente, bajo el ardiente sol de la canícula nasqueña, el cuerpo de la infeliz huanaquita yace
estirado en el gramado de un potrero, con sus ojazos fijos al cielo, preguntándole quizá ¿por qué?,
¿por qué? De su quebrado pescuecito, cuelga aún el cascabel que cuando chica le pusieron las
hermanitas Gameros, campanilla que anunciaba su inquieta y palpitante presencia en el rancho de
Cahuachi.
A las doce de la noche, dos profundos y lastimeros aullidos quiebran la soledad de los campos y el
sollozo de tres mujeres irrumpe en el silencio de la casa de los Gameros.
5. Vocabulario
Vocabulario
HUANACO
Es una especie de
mamífero
artiodáctilo de la
familia
Camelidae propia
de América del
Sur.
AUQUÉNIDOS
Cualquier
mamífero
artiodáctilo del
género auchenia,
como la alpaca, el
guanaco, la
llama y la
vicuña. .
COGOLLITO
Parte interior
que es la más
apretada,
blanca y tierna
de algunas
plantas, como la
lechuga y otras
plantas.
BRIOSA
Arrogante,
valiente,
impetuoso,
decidido.
AUSCULTA
Es un método
que se utiliza
para escuchar
"los sonidos" del
cuerpo durante
un examen físico.
6. SOBERANOS
DE LAS PAMPAS
SOBERANOS
DE LAS PAMPAS
El texto referente causa cierta pesadez. Iniciando por el final, ese
triste y trágico final, ¿cómo ser quejumbroso si es parte de la
naturaleza?. Tomar las últimas lineas de la lectura y decir que es un
final despiadado, tiene sentido, pero al mismo tiempo es tan
aborigen, que resulta absurdo esperar finales alternos.
Los humanos estando siempre presentes en la naturaleza,
tomando hasta el mas mínimo papel respectivo. Formamos parte
de lo natural, de la existencia terrenal, podemos llegar a ser el
mayor depredador hasta la mas debil victima. El sentimentalismo
abarca la mayoria de mi opinión, me resulta inevitable esperar y
desear un desenlace opuesto a lo recientemente leído.
El adiestramiento dado hacia los cazadores negros, terminó en la
obtención del claro objetivo de sus supervisores, pero también en
los lastímeros y profundos aullidos de estos furtivos apresores.
La realidad galopa mis pensamientos, recriminandome el deseo
utópico que mi mente apetencia para este contexto, la fantasía que
espero solucione este final subjetivamente cruel.
OPINIÓN
7. Soberanos de
las pampas
a) Pertenecen seis personas.
b) Su esposa, sus dos hijas y su hijo.
c) Sus dos hijas, su esposa y él.
d) Con Don Santiago, ocho personas. ¿Qué SE deduce DEL
entrenamiento de los
perros galgos?
a) Fueron muy sentimentales al entrenarlos.
b) Don Santiago los entrenó muy bien.
c) Fueron eficaces para lograr el objetivo.
d) No se logró lo que se quería.
¿Cuántas personas
pertenecían a la
familia de Don
Santiago Gameros?
¿POR Qué LOS CAZADORES NEGROS
MATARON A LA HUANAQUITA?
a) Debido al hábito del entrenamiento recibido.
b) Porqué se los ordenaron.
c) Pensaron que era que estaban jugando
d) No eran inteligentes.
¿Qué sentimiento
Embargó la hacienda
Tras la muerte de la
huanaquita?
a) La felicidad por la cacería de los galgos.
b) El enojo por la muerte de la huanaquita.
c) Se sentía la tristeza.
d) La agonía, alborozo y dolor.