Monterrey ha sufrido a lo largo del tiempo inundaciones dramáticas

2. Marca tragedia historia de Monterrey Las lluvias se pronostican, las tragedias, nó. Por eso la mañana del 27 de agosto de 1909, al ver los negros nubarrones sobre el Cerro de la Silla y en la Sierra Madre, los regiomontanos amanecieron sin sobresaltos. Monterrey contaba con 78 mil habitantes; los más precavidos sacaron paraguas. La política, como cada verano de entonces, vacacionaba: el entonces Gobernador Bernardo Reyes pasaba una temporada en Galeana. Pero 48 horas después, el agua le llegó al cuello a la Ciudad. Sólo en unas horas, la furia de un río, el Santa Catarina, despertó. De nada sirvieron los paraguas.

4. "Se olvidó que los ríos secos también son traidores", relatan los cronistas de la época, Oswaldo Sánchez y Alfonso Zaragoza, en su libro "El Río Fiero, Bramaba", reeditado por la UANL y que hoy a las 20:00 horas se presenta en el Colegio Civil Centro Cultural Universitario. Fue un olvido que costó a la Ciudad perder a miles de sus hijos. Después de la tragedia, el mar de lágrimas: Casi todos conocían a una víctima de las grandes aguas. Hoy, hace 100 años, se recuerdan los dos días en que la Ciudad sufrió la gran inundación, la que le cambió el rostro a Monterrey.

6. UNA CICATRIZ POLVORIENTA A la una de la tarde comenzaron a caer las primeras gotas; luego una lluvia tupida convirtió las calles en ríos. Bastaron unas horas, para que el Santa Catarina comenzara a cobrar su derecho de paso. El Barrio de San Luisito, que un año después pasaría a llamarse Colonia Independencia por los festejos del Centenario de 1910, fue una de las primeras víctimas. Esta barriada, en su mayoría migrantes de San Luis que trabajaban en Fundidora y construyendo el Palacio de Gobierno, se había establecido años atrás en los márgenes y el lecho del Santa Catarina. Unas 8 mil personas vivían en esas casas de madera, lámina y cartón que no resistieron los embates fluviales.

8. De ser una cicatriz polvorienta, el río se volvió un monstruo de 280 mil metros cúbicos por segundo. Arrastró todo: paredes, árboles, postes de luz, puentes, como el San Luisito... y vidas. "Desapareció casi por completo el Barrio de San Luisito", afirma el cronista Carlos González Rodríguez. Una imagen de la época ?esta inundación fue la primera registrada fotográficamente? muestra a un Santa Catarina inclemente a ambos lados de sus márgenes. Su ancho abarcaba desde la actual calle Hidalgo hasta cerca de donde hoy se ubica la Basílica de Guadalupe. Del lado norte, la Quinta Calderón, hoy cerca de la Colonia El Mirador. La furia del río arruinó, algunos por incendio, otros por la fuerza del agua, espacios como el Teatro Zaragoza, el Teatro Juárez, la Mueblería Carr y la Botica del León, refieren los cronistas de la época.

11. Pero la tragedia trae en las espaldas al heroísmo. Destacaron los cuerpos de Policía y Bomberos, y la Iglesia. Todos a su manera improvisaron actos de rescate y asistencia. Un cocinero japonés, buen nadador y valiente, Takano, ganó fama al salvar a mujeres y niños. La solidaridad se hizo presente, ya que al quedar aislado el Barrio de San Luisito durante tres días, hubo manera de compartir el pan y hacer llegar ropa. Se dice que a raíz de este hecho, la bandera de la Cruz Roja ondeó por primera vez en México. "En la historia de la Ciudad constituye la mayor tragedia, aunque es difícil cuantificar el número de víctimas", dice el historiador Jesús Ávila. En la política, la furia del río al parecer cobró otra víctima: Un mes después de la inundación, en octubre de 1909, el General Reyes fue enviado a planear maniobras militares a Francia. ¿Una movida política de Porfirio Díaz o realmente influyó la tragedia?

13. UN DURO GOLPE Las lecciones que dejó el agua fueron abundantes como la lluvia. Aunque antes se habían registrado otras inundaciones, incluso una en agosto de 1909 que fue menor, y hubo otras después, el Santa Catarina se empezó a ver con respeto. "La inundación de 1909 fue un duro golpe a la soberbia regiomontana del progreso. La Ciudad vivía su primer auge industrial y expandía su mancha urbana invadiendo los límites del río", recuerda César Morado, jefe del Archivo Histórico del Archivo General del Estado. Fue una inundación que cambió el trazo de la Ciudad. Desde entonces se aprendió a convivir con el río: se recomendó evitar asentamientos urbanos en su lecho. En 1953, el río fue canalizado de la manera que hoy se conoce. En la Independencia se construyeron, por precaución, banquetas ?que aún hoy se ven por la calle 16 de Septiembre? de más de un metro de altura.

15. La Ciudad volvería a ver un fenómeno similar en 1988, con el Huracán Gilberto, que entonces arrasó con caseríos que se habían instalado en el lecho hacia Santa Catarina. Aunque ahora se cuenta con un freno para las aguas, la Presa Rompepicos, se dice que el Santa Catarina despierta cada ciclo de 20 a 30 años: 1909, 1938, 1967 y 1988. Años de inundaciones. "Resulta quizá el hecho histórico más importante del siglo 20 nuevoleonés a juzgar por el número de víctimas, pero desgraciadamente no ha sido tan estudiado", dijo Morado. A 100 años de la inundación, la letra del corrido de la inundación de 1909, grabado recientemente por Marilú Treviño, retrata una dramática escena: "El río fiero, bramaba/ y el cielo, que más llovía".

18. Me llamó mucho la atención un comentario de una lectora: "Hola: Felicidades por este reportaje. Cuando lo estaba leyendo me acordé que mi bisabuela me había hablado de sus experiencias ese día de la inundación. Decía que muchas personas habían corrido a refugiarse a una casa que estaba del lado del barrio de San Luisito, que era una construcción muy alta y que todos creían que al subirse a la azotea de esa casa se iban a salvar de la furia del agua, pero el río arranco la casa desde los cimientos y luego, ella, mi bisabuela que estaba del lado de Hidalgo, y otras personas, vieron como el agua se llevó esa casa y las gentes que estaban en la azotea, sólo se despedían agitando las manos, como diciendo adiós.... Ella me contaba con tal emoción ese día, y decía: Hijita, el río se llevó todo, los tejabanes pasaban por el río aún con las lámparas de petróleo encendidas, que se veían por las ventanas y también se llevaba las carretas con todo y caballos...."