1. Hongos Tibetanos
La preocupación es completamente justificada, pues si el cuidado del paciente diabético se basa en el
cuidado de su dieta, cómo es posible que tomar agua de Hongos Tibetanos pueda ser compatible.
Los medicamentos alópatas ponen su acento en la enfermedad, pero el efecto de los Hongos
Tibetanos pone su énfasis en la salud. Es decir, en restablecer las condiciones necesarias para que
el cuerpo retome su centro y con ello su capacidad de AutoSanarse. Los Hongos Tibetanos tienen un
poder sanador en un número muy amplio de enfermedades. ¿Cómo es esto posible? Porque la
acción de las sustancias activas que generan los Hongos Tibetanos no tienen la lógica alópata de
“una enfermedad, un remedio”. Por el contrario, su acción es amplia porque apunta en la dirección
contraria.
Lo mismo sucede con todo el organismo, pero la acumulación de toxinas luego de años de exposición
a un estilo de vida deficiente, nos traen sus consecuencias: las enfermedades. Si los Tíbicos son
maravillosos, nuestro cuerpo también lo es, y una de sus propiedades naturales es la de auto sanarse
(que no es lo mismo que autocurarse. Ver Aquí) Si los recuerdas bien, qué fue de aquellas heridas de
infancia cuando te accidentabas jugando.
2. Entonces ¿qué pasó con el azúcar? Los Hongos Tibetanos absorben el azúcar y la transforman para
facilitar su desarrollo, lo que se manifiesta en su crecimiento evidente luego de unos días. El
resultado de ese metabolismo es el probiótico que se bebemos.
Con todo, si al beber se siente un sabor dulce, significa que la cantidad de chancaca o azúcar integral
que estamos agregando es excesiva, en ese caso, debemos reducirla. La proporción general
recomendado es una porción de chancaca equivalente al tamaño de un dado por cada 2 tazas de
agua. Se debe tener la precaución que la cantidad de Hongos Tibetanos no pase mucho más allá de
un tercio del recipiente que lo contiene.
Si ese fuese el caso, se recomienda habilitar una nueva familia en otro frasco. Por eso que los
Tíbicos son efectivos, porque ayudan a “sanarse”, no a “curarse”. De hecho, el agua de los Hongos
Tibetanos ayuda a la eliminación de las toxinas, que son las que en definitiva nos roban la salud. Las
enfermedades son en definitiva la muestra de que nuestro cuerpo ha perdido parte de su equilibrio.
Por lo tanto, para sanarse, no es necesario atacar a la enfermedad sino restaurar las condiciones de
equilibrio que ayudarán a la recuperación del cuerpo es cuestión de comprender esta nueva lógica, y
la salud volverá a estar a tu alcance.