1. EL HONORABLE MIEMBRO
Masculinidades en Colombia: reflexiones y perspectivas , fue el título de
un foro que se realizó hace unos días en la Universidad Nacional de
Colombia con el apoyo de AVSC Internacional, El Fondo de Población de
las Naciones Unidas, el Programa de Estudios de Género de la
Universidad Nacional y Haz Paz, de la Presidencia de la República. En
este foro se presentaron avances teóricos sobre la lenta transformación de
la identidad masculina frente a la revolución de la condición femenina,
sobre la dinámica de los encuentros entre hombres y mujeres y sobre las
nuevas preguntas que hoy se formulan los hombres en cuanto a su
identidad de varones.
Igualmente pudimos oír interesantes informes de investigación sobre el compromiso y
la responsabilidad de los hombres frente a la planificación familiar, la anticoncepción y
a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Finalmente, tuvimos la
oportunidad de conocer varias experiencias de servicios y programas con hombres
como los que ofrecen Profamilia y Oriéntame en Bogotá o la Fundación Mujer y Futuro
en Bucaramanga, entre otros.
Pocas veces había visto un auditorio con la presencia de tantos hombres interesados en
una temática que, generalmente, atrae todavía más a las mujeres. Por supuesto, todos
no estaban conformes con algunas de las conclusiones expuestas que develaban
todavía una gran resistencia de ellos frente a la pregunta por su identidad. Y sentí que
los hombres más cercanos, más solidarios, más interesados en la temática eran
probablemente los gays y los que ya están, a su manera, tratando de fisura los modelos
dominantes impuestos por una ideología patriarcal que asocia todavía con mucha
fuerza, virilidad y heterosexualidad; tratando de cuestionar esa ideología para la cual
mientras más un hombre es hombre de verdad como se los nombra aquí, menos es
mujer. Ser hombre es ante todo no ser mujer. Homofobia y dominación de las mujeres
son las dos caras de la misma moneda.
Por supuesto, no podía faltar la nota discordante de un eminente sexólogo que llegó a
hablar del Honorable Miembro y sus fabulosas erecciones.
Reivindicó el derecho a la erección para este miembro en peligro por culpa de unas
niñas feministas algo amargadas o resentidas que, de pronto, no habían descubierto
todavía lo grandioso de un pene en erección como única promesa de placer y el
orgasmo como premio mayor de una sexualidad placentera. Y no me acuerdo cuántas
cosas más nos prometió mi amigo Pedro Guerrero en relación con este arsenal de
guerra que tienen los hombres entre las piernas.
Ah! Don Pedro, si supiera cómo nosotras las mujeres (de acuerdo, no todas, le dejó
algunas para su narcisismo eréctil) hace tiempo que descubrimos que no es ni lo tieso,
2. ni lo grande lo importante sino lo juguetón, lo lúdico y lo aventurero de este órgano.
Hoy, entre otras cosas, es el órgano humano más frágil y vulnerable pero también más
susceptible que conozco. Si supiera cómo las mujeres amamos el antes, el después, la
piel toda la piel , la caricia, la palabra, el sabor, el saber, la risa, la lengua, las manos y,
si acaso, la penetración como un momento más de esta cadena de placeres que una
sexualidad femenina probablemente más diversificada que la puntualidad de la
sexualidad masculina, es capaz de gozar.
Claro que no siendo hombre, no puedo saber lo que siente un hombre, nunca sabré lo
que es el goce masculino. Ojalá los hombres a su vez aprendan algo de humildad frente
a la sexualidad femenina. Ojalá nazcan rápido hombres menos silenciosos en el amor,
menos seguros, menos amos, menos genitales y sordos al deseo femenino con el fin de
que, hombres y mujeres, reinventemos un erotismo más andrógino y más lúdico que
permita el juego infinito de nuestros mutuos fantasmas. Y no es nada personal con
Pedro Guerrero, no es sino una invitación a los hombres y las mujeres que aún viven
esta ansiedad cultural de un pene erecto como amo absoluto de una sexualidad
placentera, a que se den la posibilidad de recrear el erotismo desde la diversidad y la
diferencia.
Publicación
eltiempo.com
Sección
Editorial - opinión
Fecha de publicación
16 de agosto de 2000
Autor
Florence Thomas