El documento cuestiona la versión oficial de que el Pentágono fue atacado por un avión comercial secuestrado. Señala que los daños causados no corresponden a los que habría generado el impacto de un avión grande, y que testigos escucharon el ruido de un misil no de un avión. Además, no se encontraron restos del avión en la escena del suceso.