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EL CALIFATO DE PIÉROLA
1895-1899
Universidad Nacional
Mayor de San Marcos
Fondo Editorial
Universidad Nacional
Mayor de San Marcos
SHRA
ALEJANDRO SALINAS SÁNCHEZ
Alejandro Salinas Sánchez
El califato de Piérola
1895-1899
Seminario de Historia Rural Andina
Fondo Editorial
UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS
ISBN: 978-9972-231-71-1
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N.° 2012-02928
Primera edición
Lima – Marzo 2012
© El califato de Piérola 1895-1899
Alejandro Marcelo Salinas Sánchez
© Fondo Editorial-UNMSM
© 1ª edición Seminario de Historia Rural Andina – Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Tiraje 50 ejemplares
Queda prohibida la reproducción total o parcial sin permiso del autor
La universidad es lo que publica
Lima-Perú
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UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS
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Seminario de Historia Rural Andina
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Corrección de estilo: Yolanda Sosa Gómez
Diagramación y diseño de carátula: Sara Castro García
Carátula: Nicolás de Piérola. La Ilustración Española y Americana, 1880.
Contracarátula: Medalla Nicolás de Piérola. Casa de Moneda de Lima, 1898.
Escaneo: Juan Zárate Cuadrado
“No olvidemos las finanzas, caballo de batalla de Piérola
y sus conmilitones (…) “!A nadie se debe!” y los inscritos
en las listas pasivas no reciben sino la tercera parte de sus
haberes (…)“!Se administra con economía!” y se crea
nuevas oficinas y nuevos cargos para los amigos o los
deudos (…)“!Se da ejemplo de honradez!” y se encarpeta
la denuncia de fraudes fiscales por la suma de doce
millones de soles (…)“!Reina el bienestar general!” y los
artículos de primera necesidad encarecen
extraordinariamente (…) Solo en Lima florece un
bienestar simulado y restringido”.
Manuel González Prada, 1898
Introducción
Durante el cuatrienio 1895-1899, el Califa Nicolás de Piérola, aliado con sus antiguos
rivales civilistas, condujo varias reformas socio-económicas y políticas, que sentaron las
bases del renovado empoderamiento oligárquico. El círculo demócrata, popularmente
conocido como pierolista, estaba compuesto por una generación de “notables” y
tecnócratas1
, que redefinieron los conceptos de Estado y Nación bajo la sombra de la
guerra perdida, la crítica a las pugnas entre facciones militares y la condena de la
historia republicana. Conviene especificar que este proceso estaba inserto en la
corriente modernizadora latinoamericana de fines del siglo XIX, caracterizada por
concentrar la riqueza en grupos aburguesados a expensas de una baja redistribución de
recursos entre las clases populares. Por ese motivo, el califato debió recurrir a la
represión de huelgas urbanas y asonadas rurales, mientras al mismo tiempo ejercía el
control de la institución parlamentaria, todo ello con el propósito de contener las
protestas de los opositores.
La figura carismática del Califa se había forjado a lo largo de dos decenios
(1874-1894) de conspiraciones y revoluciones frustradas. En el curso de esos años, fue
ganándose el afecto generoso y la entusiasta identificación de los pueblos con sus
1 Durante estos años fue conformándose una suerte de inteligentzia oligárquica, que basada en principios
tomados del liberalismo y positivismo científico propugnaba la modernización del país. Los civilistas, que
lograrían hegemonizar el gobierno bajo la presidencia de Eduardo López de Romaña (1899-1903),
deseaban convertir el Perú en un símil europeo, es decir, una nación ordenada, próspera y culta, según los
cánones occidentales. Contreras y Cueto 2007, p. 192.
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acciones2
. Ciertamente, el entorno personal de Piérola estuvo vinculado a lo místico y
religioso desde temprana edad. Su formación en el Seminario de Santo Toribio, donde
obtuvo la protección de influyentes sacerdotes, y sus primeros escritos en defensa del
fuero eclesiástico lo acercaron al conservadorismo herreriano. Esta posición ideológica
se forja en medio de la amenaza liberal, y explica por qué la propaganda periodística
ejercitada por el joven Piérola en El Católico. El Progreso Católico, El Cosmos y El Tiempo,
estuvo encaminada a cuestionar las reformas iniciadas en 1855 y sancionadas en la
Constitución de 1857. Actuó entonces como un auténtico católico “modelo”
decimonónico, y a partir de dicha experiencia definirá su posterior conducta política
apartándola del autoritarismo militar y el civilismo guanero3
.
La carrera política de Piérola comienza en 1869, cuando el Presidente José
Balta lo designa Ministro de Hacienda. Quiso entonces ordenar la caja fiscal liberándola
de los empréstitos de los consignatarios mediante el Contrato Dreyfus, calificado como
“el Dos de Mayo de nuestra hacienda pública”4
. Sin embargo, los resultados no fueron
satisfactorios, debido a los desatinos financieros del gobierno de José Balta y la
situación ventajosa en que fue colocado Dreyfus, convertido en nuevo consignatario y
tirano de la fiscalidad republicana. El civilismo, liderado por Manuel Pardo, se hizo cargo
del país en bancarrota, y se propuso liquidar la imagen pública de Piérola achacándole
responsabilidad penal en los corruptos negociados del fenecido régimen. Éste defendió
su gestión hacendaria en el Senado, logrando que fuesen rechazados los cargos
presentados en contra suya por la Cámara de Diputados. Poco después viaja a Chile,
donde se reclama perseguido político e inicia una prolongada y constante campaña
revolucionaria, la cual culmina con su ascenso al mando supremo de la Nación en
diciembre de 1879.
En ese contexto, la dictadura pierolista (1879-1881) surgió como
movimiento “regenerador” ante el desgobierno y ocupación de Tarapacá por los
invasores chilenos. Apoyado por sectores descontentos del Ejército y las masas
2 Al respecto, Jorge Basadre en un estudio comparativo de las personalidades de Manuel Pardo y Nicolás
de Pierola, recuerda que el poeta José Santos Chocano había dicho que el Califa no tenía partidarios, sino
fanáticos, al extremo de que por él se hacían matar muchos. Basadre 1992, p. 88.
3 Klaiber 1996, p. 114.
4 El Negociado Dreyfus … 1870, p. XXX.
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urbanas y rurales, impuso un liderazgo cuyas medidas gubernativas fueron opacadas por
sus innegables desaciertos militares y financieros. Finalizado el conflicto, sus
desavenencias con Miguel Iglesias y Andrés A. Cáceres, crearon un ambiente de
beligerancia, que sus seguidores, aglutinados en el Partido Demócrata, aprovecharon
para sellar pactos electorales y de gobierno con los civilistas. No obstante, en el frente
partidario interno, la proximidad de Piérola con sus antiguos enemigos oligárquicos
abrió espacios para potenciales líderes populistas, que podían disputarle la preferencia
del pueblo. Dos de ellos, Guillermo Billinghurst y Augusto Durand, terminarían
situándose a la izquierda del Califa y apartándose finalmente del pierolismo.
Después del caos surgido con la guerra civil de 1894-1895, el califato
emerge en un contexto de discurso favorable a la inversión extranjera como factor de
recuperación nacional5
. Aunque la Declaración de Principios del Partido Demócrata de
1889 promovía las industrias nacionales y la capitalización local mediante cajas de
ahorros y cooperativas6
, la política económica del Califa también estimuló las
exportaciones sentando las bases para el posterior boom de los commodities mineros y
agrícolas, y el consecuente desarrollo del comercio y la banca. En cuanto al aspecto
político del califato, tanto la organización partidaria que lo sostenía como la conducción
carismática de su caudillo, no permitieron consolidar la condición ciudadana de las
clases populares. Esto se produjo, porque más allá de la reforma electoral y los
discursos regeneradores del Califa, el liderazgo paternalista con rasgos autoritarios
continuó subordinando la iniciativa colectiva. Por entonces, Piérola estaba convencido
de que los partidos políticos eran la panacea para la solución de la crisis social y política
del país. Sin embargo, la propia experiencia demócrata comprobó que la flamante
partidocracia reproducía los métodos viciosos de las viejas camarillas de mediados del
siglo XIX. Los intereses de grupo, las rencillas personales, los vetos infames, la
imposición del caudillo y otras maniobras subsistieron en los actos de gobierno y las
5 En el decenio de 1870, Piérola había apelado al capital extranjero, específicamente francés, para
contrarrestar a los civilistas oligarcas constituido como grupo de poder, cuyas principales rentas provenían
del guano. Trazegnies 1992, p. 214. Sin duda, En las décadas de 1860 y 1870 las riquezas guaneras
permitieron el surgimiento sucesivo de tres influyentes lobbys: el de los consignatarios, el de Augusto
Dreyfus y el de Henry Meiggs. Los dos primeros ejercieron mayor poder político a través de Manuel Pardo
y Nicolás de Piérola respectivamente, mientras el último tuvo influencia mediante la labor parlamentaria de
José Silva Santisteban y Francisco García Calderón. Salinas 2007, p. 4.
6 Declaración de Principios… 1912, pp. 48-50.
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campañas eleccionarias ocurridas durante el califato. No en vano, las crónicas
periodísticas y los airados reclamos de los disidentes pusieron de manifiesto el carácter
elitista de la alianza gobernante.
Este trabajo analizará tres aspectos fundamentales del califato pierolista: a)
los puntos de encuentro y divergencias entre las prácticas populistas y el discurso
modernizador; b) los conflictos de intereses surgidos entre la oligarquía limeña y los
grupos populares urbanos y provincianos; y c) la política tributaria y manejo hacendario
y sus efectos sobre la redistribución de la riqueza y carestía de la vida. En la medida que
esta investigación aborda un hecho histórico complejo, construiremos nuestro marco
metodológico recogiendo los conceptos y técnicas de la historia económica y la historia
política. Además, la perspectiva histórica asumida relaciona una visión sincrónica, que
estudia la interdependencia entre Estado, gobierno y sociedad urbana y rural en el
período 1895-1899, con otra diacrónica que lo sitúa en el devenir decimonónico y lo
revela como parte de un continuo proceso de renovación de patrones ideológicos y
políticos. Por lo demás, las hipótesis de trabajo recogerán los aportes metodológicos
de la historiografía latinoamericana, subrayando aquellos conceptos adecuados para
plantearnos comparaciones con experiencias históricas similares acaecidas en la misma
coyuntura de finales del siglo XIX.
La historiografía nacional ha dividido sus opiniones sobre el significado del
califato y la controvertida figura histórica de Nicolás de Piérola. Los historiadores y
literatos más destacados del siglo XX, como Jorge Basadre, José de la Riva Agüero y
Víctor Andrés Belaúnde, dedican gran parte de sus reflexiones a dichos temas. Entre
los trabajos circunscritos a la vida y actividad política del Califa, podemos citar la
biografía apologética de Alberto Ulloa (1949), el estudio histórico de Jorge Dulanto
(1947), y los ensayos lapidarios de Manuel González Prada (1898), entre otros. En la
presente investigación examinaremos aquellas acciones financieras o políticas dispuestas
por Piérola durante sus gestiones ministerial, dictatorial y presidencial, y los efectos que
éstas tuvieron en el devenir republicano del último cuarto del siglo XIX. En ese
contexto, resulta inadecuado justificar los desaciertos del Califa invocando argumentos
contrafácticos, o asumiendo una posición “neutral” frente a los hechos históricos.
Piérola no fue el único culpable del desastre decimonónico nacional, pero su liderazgo
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caudillista y vanidoso carácter, reconocido y tolerado por sus propios partidarios7
, lo
llevaron a imponer criterios personales en medidas de naturaleza institucional. Esa
sobreestimación de sus capacidades se hizo patente en el manejo de la crisis financiera,
la penosa defensa de Lima ante el ataque chileno y el debilitamiento del Partido
Demócrata, causado por las frustraciones y desencantos provenientes de la alianza con
el civilismo de la posguerra.
7 El poeta José Santos Chocano registró esta manía narcisista del Califa, que lo empujaba a promover su
imagen personal, mostrándose siempre “elegante en los movimientos [y] atildado en el traje”. Por ello,
cuidaba cada detalle de su apariencia, “desde el mechón rizado de cabellos blancos (…) hasta los tacones
aperillados en que hacía reposar él la desenvoltura de su armonioso ritmo [y] el vestido era para él una
preocupación académica, desde la corbata de plastrón hecho en piqué blanco, luciendo en el prendedor
un camafeo, hasta la caída correcta de las rayas verticales del pantalón bien planchado, sobre el calzado
sin puntera de negra y espejante cabritilla”. Chocano 1940, p. 109.
Capítulo I
Del seminarista al ministro del guano
Hacia mediados del siglo XIX, las aulas del Convictorio de San Carlos y del Seminario
de Santo Toribio estaban agitadas por el debate ideológico entre liberales y
conservadores. Apegado a sus tradiciones religiosas, el Ministro de Hacienda, Nicolás
Fernández de Piérola y Flores, matricula a su primogénito, José Nicolás Baltazar, en el
seminario toribiano para que siguiese la carrera eclesiástica. En dicho centro de
formación religiosa, y bajo la influencia de las ideas herrerianas, alcanza grandes
reconocimientos e integra una pléyade conservadora de prelados y políticos, en la cual
destacaban además algunos estudiantes del convictorio carolino. Dicho grupo será
identificado por sus adversarios como partido ultramontano8
. Muchos de ellos, como
Pedro José Calderón y Evaristo Gómez Sánchez, accedieron a puestos públicos durante
el gobierno de Juan Antonio Pezet9
. El propio Piérola, desde las páginas de El Tiempo,
devino en publicista del citado régimen. Sin embargo, su fase de empoderamiento
político se inicia con el régimen del caudillo militar, José Balta. En esa coyuntura, gracias
8 En el semanario La Ilustración, publicado por los estudiantes carolinos entre abril y diciembre de 1853,
colaboraron jóvenes conservadores como Pedro José Calderón, Daniel Ruzo y Evaristo Gómez Sánchez.
Holguín 1994, p. 136.
9 Entre los conservadores carolinos podemos mencionar a Felipe Masías, Daniel Ruzo, Octavio Tudela,
Manuel A. Barinaga y Manuel Santos Pasapera. “La Opinión Nacional”, en La Opinión Nacional, 27 de
marzo de 1875. Estos dos últimos fueron funcionarios de Estado durante la dictadura pierolista.
Página | 14
ManuelTeodorodelValle.a sus operaciones financieras, aglutina en torno suyo a los sectores opositores al
civilismo, pugna que atravesará todo el decenio de 1870.
1.1 Seminarista y periodista
Entre 1853 y 1861, la vida académica de Nicolás de Piérola estuvo íntimamente
vinculada al Seminario Conciliar de Santo Toribio de Lima. Este espacio académico
había sido reabierto en abril de 1847, gracias a los trabajos previos del arzobispo
Francisco Javier de Luna Pizarro, quien donó 64,398 pesos y su
valiosa biblioteca al seminario. Posteriormente, para ampliarlo
compra la llamada Casa de las Bulas y otros dos claustros
abandonados del convento de San Francisco. Igualmente, en
1855, poco antes de fallecer reúne sacerdotes cultivados y
virtuosos para dejarlos a cargo de la enseñanza de los jóvenes
internos. El primer rector de este remozado centro religioso
fue Pedro Pablo Rodríguez10
, y entre sus docentes se distinguían los sacerdotes Manuel
Teodoro del Valle11
y Ambrosio Huerta12
, quienes ejercerían el rectorado más adelante.
En enero de 1853, el joven Piérola ingresa al citado seminario por iniciativa
de su padre, quien mediante carta remitida al rector Rodríguez exaltaba la marcada
inclinación por la carrera eclesiástica del futuro novicio, así como sus méritos en
cuanto a “competencia, legitimidad, estudios preliminares, buena vida y costumbres”13
.
Aunque esa personalidad virtuosa no lo hacía poseedor innato de la vocación
sacerdotal, sus devotos padres estaban convencidos de que debía perfeccionarse en un
centro religioso. Por lo demás, debido a sus modestos recursos, el único camino de
10 El canónigo Pedro Pablo Rodríguez fue también Rector de la Universidad de San Marcos entre 1852 y 1854.
En 1839, con el propósito de proveer a los estudiantes de un manual con lecciones teológicas escribió el folleto
Breve Compendio de Teología Moral, estractado de los autores con más concepto y dispuesto para el uso e
instrucción de los pretendientes de los Sagrados Órdenes. Dicho texto, reeditado en 1856, abordaba asuntos
religiosos generales, los actos humanos y sacramentos. Saranyana 2008, p. 650.
11 Manuel Teodoro del Valle fue obispo de Huánuco entre 1866 y 1888. En 1866, ofició el bautismo de Adán
Jesús Isaías, hijo de Nicolás de Piérola. Al año siguiente, organizó la Sociedad Católica Peruana “como grupo
de presión capaz de defender la religión y la iglesia de los ataques que estaba recibiendo del partido liberal”.
García Jordán, Pilar. “A propósito de “Derechos inalienables”, religión…”, en Boletín Americanista 1985, p. 128.
12 Ambrosio Huerta fue profesor y rector del Seminario Santo Toribio, y obispo en las diócesis de Puno
(1865-1874) y Arequipa (1880-1887). Durante la segunda mitad del siglo XIX fue considerado uno de los
mejores oradores y pensadores del clero peruano. Klaiber 1996, p. 102.
13 Dulanto 1947, p. 17.
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Bartolomé Herrera.
asegurarle buena educación era destinándolo al sacerdocio14
. En estos años juveniles,
Piérola se forja intelectualmente en la escuela escolástica y tradicionalista de monseñor
Ambrosio Huerta y Bartolomé Herrera, y rápidamente pasa de alumno a maestro15
.
El plan de estudios del seminario toribiano comprendía cursos de Religión,
Historia Sagrada, Matemáticas, Geografía, Física, Latín, Francés e Inglés. Había dos cursos
de Filosofía y cuatro de Teología, y también se dictaban clases de Derecho Constitucional,
Natural, Civil y Católico. De acuerdo con su estructura académica, este seminario se
dividía en tres facultades: Artes, Derecho y Teología16
. Asimismo, se daba primacía al
estudio de las ciencias sobre las letras, y dentro de éstas a los estudios teológicos y
eclesiásticos. De esta época, han quedado registros del buen rendimiento de Piérola en los
cursos de Cálculo, Planos, Geometría, Trigonometría, Mecánica, Física, Meteorología,
Astronomía, Óptica, Psicología del Pensamiento y de la Lógica, Ética, Política, Geografía
moderna, antigua y sagrada, Fundamentos de la Religión, Lugares Teológicos, Filosofía,
Derecho Civil Patrio y Derecho Canónico. Sin embargo, los seminaristas no tenían acceso
a los conocimientos de Historia, Literatura y Gramática, considerados básicos entonces
para la formación de los futuros intelectuales o dignatarios17
.
Estas omisiones académicas no le impidieron sobresalir en el examen
público de 1854, con una disertación referida a cuestiones
filosóficas y psicológicas. Ésta fue elogiada por Bartolomé
Herrera, el cual en su condición de jurado lo felicitó y dispuso
que le fuese otorgada una medalla de oro. La influencia de
Herrera sobre los seminaristas se hizo más visible a partir de
1855, cuando funda el periódico El Católico para combatir las
ideas liberales18
, y en cuyas páginas Piérola aprendería las
14 Chirinos 1966, p. 55.
15 Pacheco 1981, p. 3.
16 Vargas Ugarte 1969, p. 88.
17 Ulloa 1981, p. 81.
18 El Católico se autodefinía como periódico religioso, filosófico, histórico y literario. En su primer número
se comprometió a “sostener la causa santa del catolicismo, contra los furiosos ataques de que hoy es el
blanco (…) La lucha es de principios, queremos afrontar a la irreligión los absurdos de que adolece,
pretendemos vindicar a la Iglesia Católica de que le prodigan tal vez por hijos desnaturalizados”. “Nuestra
conducta”, en El Católico, 5 de mayo de 1855.
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primeras lecciones de periodismo19
. El ambiente doctrinario en que se estaba formando
recogía fundamentos de las teorías de Juan Devoti20
y José de Maistre21
, coincidentes en
privilegiar la autoridad del Papa sobre los poderes temporales. En los años siguientes amplía
su perspectiva filosófica con lecturas de Georges-Louis Leclerc (Conde de Buffon), Víctor
Cousin, Immanuel Kant y Gottfried Leibniz. No es extraño suponer los animados debates
sostenidos entre Piérola y los demás seminaristas acerca de la libertad y fatalidad, del orden
natural y sobrenatural, y sobre las cuestiones del alma desarrolladas por Jacobo Bossuet22
.
Estas meditaciones espirituales eran armonizadas con las pasiones políticas
cotidianas, pues según su biógrafo Alberto Ulloa, mientras estudiaba se mantenía al
tanto de los movimientos revolucionarios contra Castilla. Por ello, guardaba en los
bolsillos “clandestinamente los panfletos desafiantes y duros de Hipólito Sánchez”23
, que
eran contrarios al caudillo tarapaqueño por incumplir el programa revolucionario de
1854 y exaltaban el fervor cívico de Arequipa. Ciertamente, los rumores de
conspiraciones y revueltas durante 1857 estremecieron los salones toribianos, cuya
proximidad ideológica con las demandas del caudillo aristocrático Manuel Ignacio de
Vivanco era fácilmente comprensible. Dicho movimiento se insertaba en un contexto
de rivalidad entre la idiosincrasia religiosa sureña y el liberalismo limeño, que había
19 Según González Prada, los primeros ensayos del seminarista Piérola fueron publicados, bajo el
seudónimo de Lucas Fernández, en un “periodiquillo, fundado, redactado y fomentado por clérigos”.
González Prada 1969, p. 48.
20 En su trabajo Instituciones Canónicas, el prelado italiano Juan Devoti (1744-1820) defiende la
autonomía de la Iglesia respecto del poder temporal, señalando que sus funciones “eran enteramente
distintas de las que corresponden a la potestad civil, y así cada cual ejerce un imperio propio y absoluto de
las cosas que a cada uno pertenecen (…) El uno tiene por objeto las cosas civiles, y la felicidad temporal
de los hombres; el otro las cosas sagradas y la bienaventuranza eterna de los mismos”. Devoti 1830, p. 3.
21 El conde Joseph de Maistre (1753-1821) fue un monarquista francés partidario de la restauración
borbónica. Escribió Las veladas de S. Petersburgo o diálogos sobre el gobierno temporal de la
Providencia, en donde a manera de diálogo platónico trata de la naturaleza del gobierno humano y la
autoridad papal. Berlin 2008, p. 122.
22 Dulanto 1947, p. 22.
23 El abogado, astrónomo y matemático arequipeño, Hipólito Sánchez, junto con Toribio Pacheco y Benito
Bonifaz, fueron los ideólogos de la frustrada revolución arequipeña de 1857. Desde junio de dicho año,
Sánchez recogió el clamor popular en varios boletines de combate titulados “Vencer o morir”. Basadre
2000, tomo IV, pp. 866-867. En esos documentos, defendía la resistencia colectiva de los arequipeños y
criticaba los despilfarros ocurridos durante el “gobierno de la moralidad” de Castilla, advirtiendo que en
tiempos de Echenique pudo verse “esos caudales impulsando la industria y derramando abundancia en las
ciudades”. Basadre 1939, p. 272.
Página | 17
Agustín de la Rosa Toro.
dado rango constitucional a varios principios intolerables para los conservadores24
.
Dada su condición colegial, Piérola se vio obligado a dejar de lado las simpatías políticas,
y ocuparse de labores filantrópicas. Por ello, intervino en la organización de la sociedad
juvenil denominada Hermandad de Caridad de San Luis Gonzaga, destinada a la
asistencia de niños desvalidos. Allí cumplió las funciones de secretario del director,
Ambrosio Huerta, alcanzando a fundar el Colegio de Caridad de San Luis el 19 de
marzo de 1857. Los informes sobre manejos económicos de este colegio fueron
publicados regularmente en El Católico. La muerte de sus padres en 1858 lo hizo desistir
de tomar los votos sacerdotales, y con la ayuda de las familias Tristán, Villena e
Iturbide, asume la manutención y asistencia de sus hermanos. Respetado y apreciado
por los maestros toribianos, obtiene el nombramiento de profesor sustituto de la
cátedra de Filosofía. Comparte esta actividad con la publicación de artículos en la
revista La Razón del Seminario, y la redacción de discursos que son leídos en reuniones
con Ambrosio Huerta25
.
En 1859 el gobierno de Ramón Castilla refuerza la labor educativa del
seminario asignándole 12,000 pesos para obras de reedificación. Existían entonces 220
alumnos matriculados, una población escolar considerable en aquella época, pero los
ambientes del seminario podían recibir hasta 500 alumnos. El 18 de diciembre de 1859
se realizaron los exámenes en el remozado local. La ceremonia estuvo presidida por el
deán y vicario general, Lucas Pellicer, acompañado de Bartolomé Herrera, el futuro
arzobispo limeño Manuel Bandini y el rector del Convictorio de San Carlos, Juan
Gualberto Valdivia. Entre los profesores descollaban Pedro
José Calderón, Luciano Benjamín Cisneros, Simón Paredes,
Agustín de la Rosa Toro, Celso Bambarén y otros26
. Mientras
tanto, Piérola estudiaba Derecho Canónico, esforzándose por
continuar su carrera eclesiástica. A partir de 1860, por orden
del vicario general, Pedro de Benavente, todos los clérigos
debían aprobar el curso de Teología Moral, cuya enseñanza fue
24 Armas 1998, p. 96.
25 Dulanto 1947, pp. 23-24.
26 Vargas Ugarte 1969, pp. 85-86.
Página | 18
encargada al cura de la parroquia de Santa Ana, Luis Guzmán. Durante todos estos
años, Ambrosio Huerta le dio constante y afectuoso apoyo, supervisando sus estudios
e influyendo en sus ideas y carácter27
. Entre quienes fueron condiscípulos o
coincidieron en algunos cursos con el futuro caudillo, puede mencionarse a Benjamín
Boza, Pedro José Calderón, Pedro Gallagher, Agustín Obin, Federico Panizo, Santiago
Távara, Manuel Tovar y Felipe Varela. La vida de muchos de ellos se entrecruzará en
acciones políticas posteriores. Condiscípulo suyo fue también Manuel González Prada28
,
aunque éste por su carácter discreto y desconfiado se mantuvo distante del audaz y
extrovertido Piérola29
.
En febrero de 1861, opta por retirarse del seminario para contraer
matrimonio con su prima Jesús Iturbide Villena y afrontar la responsabilidad familiar que
ello implicaba. Para Ulloa, esta repentina secularización estuvo condicionada por su
temperamento sensual, exhibicionismo, gustos refinados y afición por los rangos y
dignidades, preferencias que lo alejaban de la vida monacal. A pesar de este
distanciamiento, mantuvo vínculos con la revista clerical El Progreso Católico, a través de
la cual expresaba sus preocupaciones en materias religiosas30
. El apresamiento del ex-
presidente Rufino Echenique por mandato del gobierno de Castilla31
, lo impulsa a
escribir el texto “Memoria sobre la soberanía política”32
, que lee el 28 de julio de 1861
ante su círculo amical, y publica después en folleto. Allí, Piérola analiza los fundamentos
de la autoridad y el ejercicio legítimo de la misma. Comienza situando el origen del
conflicto entre los señoríos individuales en el nacimiento de la vida en sociedad, y
27 Ulloa 1981, pp. 85-86.
28 Manuel González Prada estudió entre 1857 y 1860 en el Seminario Santo Toribio. En medio de la
ofensiva liberal de 1856, sus padres decidieron matricularlo contra su voluntad en dicho centro de
estudios, temerosos de que fuese ganado por las prédicas liberales, que ya lo habían atraído durante su
estancia en Chile. Sánchez 1986, p. 36.
29 Leiva 1993, p. 15.
30 En el tomo I de dicha revista, Piérola publicó el artículo “El segundo mandamiento”, en el cual narraba el
castigo divino sufrido por un perjuro. Basadre 1992, p. 84.
31 El 24 de marzo de 1861, arribó al Callao el vapor “Bolivia” procedente de Chile, conduciendo de
incógnito a Rufino Echenique. Enterado el presidente Ramón Castilla, que éste venía con la intención de
liderar un movimiento revolucionario ordenó su captura y encarcelamiento. Según Echenique, su regreso a
Lima estuvo motivado por el deseo de someterse a juicio de residencia, en el cual demostraría las
injusticias del gobierno contra él y los revolucionarios. Echenique 1952, tomo II, p. 246.
32 En opinión de Alberto Ulloa, este ensayo estaba dominado por la escolástica y el dogmatismo. Allí
Piérola recurrió a conceptos de la Filosofía, Teología, Metafísica y Política, para obviar en la soberanía el
principio de representación y reemplazarlo por el “extravagante derecho a obedecer”. Ulloa 1981, p. 104.
Página | 19
señala que la necesidad de fijar los límites de dichos dominios fue resuelta mediante las
regulaciones del derecho. En este punto asume el principio aristotélico de que en toda
sociedad unos mandan y otros obedecen. Sin embargo, lo más importante era precisar
en quien residía la soberanía. Las teorías filosóficas no ayudaban mucho a dilucidar este
tema, pues se perdían en argumentos abstractos y metafísicos sin darse cuenta que la
sociedad era la base de la soberanía, siendo imposible concebirla sin ésta33
. Por eso,
distorsionaron la noción de la misma convirtiéndola en cuestión de derecho
constitucional cuando correspondía al derecho social. Piérola distinguió en la soberanía
un elemento divino inmutable y otro humano, el cual generaba la acción y progreso.
Los teóricos tenían una visión parcial de esta dualidad, por ello, afirmaban la primacía
divina mediante la idea del derecho de los reyes, o la concedían al hombre, a través de
la soberanía absoluta de los pueblos.
A juicio suyo, la soberanía implicaba: 1) la supremacía de existencia, que
justificaba la supremacía de acción, denominada mando, 2) una idea de relación entre
dos términos separados y que variaba junto con ellos, y 3) el sentido de obligación. En
ese contexto, el ejercicio de la soberanía residía en aquellos capaces de encaminar a los
asociados a su fin, es decir, en quienes “se hallan obligados a satisfacer el derecho, que
los miembros de una sociedad tienen de ser mandados”34
. En el curso de la historia,
ésta había sido ejercida por intermedio de una relación de dominio natural en el caso
de la familia, o en virtud al consentimiento tácito de los miembros de una sociedad. Al
respecto, advierte que no debe confundirse el derecho de mandar con el derecho de
ser obedecido, pues la soberanía puede revestir multitud de formas según el carácter
de cada sociedad, mas la diferencia solo radicaba en la forma de ejercitarse. Esto
permitía el manejo del Estado por distintos grupos de personas, siempre que éstos
fuesen los más capacitados para detentar la dirección social, y respeten los principios
constitucionales garantes del carácter obligatorio de la soberanía35
.
33 Piérola 1861, pp. 9-10.
34 Este texto recoge las ideas de Bartolomé Herrera, quien vinculando soberanía y obediencia criticaba la
noción de soberanía popular, pues “suponiéndola emanada del pueblo, cada enemigo de Dios, quiero
decir del sosiego público, ha podido invocar el nombre del pueblo para derrocar al gobierno y el poder de
las leyes”. Herrera 1846, p. 13.
35 Piérola 1861, pp. 18-25.
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En mayo de 1862, funda y dirige El Cosmos, cuyo propósito era suplir “la
necesidad de un periódico religioso”, ante el vacío dejado por la desaparición de El
Progreso Católico. Fueron colaboradores de este periódico, Manuel Pancorbo, Manuel
Tovar y Ricardo Rossel. La inquietud principal de Piérola consistía en combatir la idea del
progreso entendida como ruptura con lo existente; “anatematizando todo lo que no era
su obra (…) la religión, por eso, como nada, es su enemigo jurado, su barrera”.
Progresar desechando lo existente –agregaba– conmovería las bases estables de la
humanidad, por lo tanto ofreció a sus lectores ocuparse de contener los extravíos y
alucinaciones del siglo, sobre todo para que la gente valorase la religión en su sentido
filosófico. Al mismo tiempo, dejaba abiertas las páginas de El Cosmos al debate de asuntos
políticos, científicos y de artes, con el propósito de conservar la salud social del país36
.
En el segundo número de este periódico, alertó del peligro que se cernía
sobre la Patria americana ante la formación de ejércitos y escuadras europeas,
dispuestas a invadirla para someterla e imponerle leyes. Expresaba además el espíritu
regenerador inherente que tendría la guerra defensiva, pues traía consigo la urgencia de
examinar la constitución social del país. En esa coyuntura, miraba con desconfianza el
liderazgo liberal basado en “un partido compuesto de uno que otro corifeo”
acompañado por la multitud leal de siempre, empecinado en marginar del movimiento
patriótico a los que juzgaba retrógrados. De igual manera, los acusaba de aprovechar la
coyuntura pre-bélica para promocionar sus teorías y principios, estampadas en una
Constitución “de la que el buen sentido nacional protestó”, mientras se apoderaban
“de la tribuna y de la prensa [y] se han sentado en el bufete del ministro o se han
encaramado en el tabladillo electoral”. Frente a ellos se encontraban “unos pocos que
se afanan por el funesto influjo de tan odiosas enseñanzas, y la gran mayoría de la
Nación que en su silencio las reprueba (…) pero que no toma parte activa en la lucha”.
Ese partido deseaba apartar al pueblo del liberalismo, y previniéndolo “contra sus
enseñanzas, imprimirle una dirección y un movimiento opuesto enteramente”37
.
Esta campaña sería censurada por los editores de El Comercio, calificando a
Piérola de “semi-ultramontano, semi-conservador exageradísimo y de mala ley”,
36 “El Cosmos”, en El Cosmos, 24 de mayo de 1862.
37 “El Cosmos”, en El Cosmos, 3 de junio de 1862.
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mientras tildaba al partido conservador de “polilla funesta de América” y cuna de los
Santanas, Miramones y Almontes38
. Estos adjetivos fueron rechazados en una
exposición, que acusaba a los “demócratas” (liberales) de vincular la defensa de la América
con “la realización de la democracia”, colocándolas en igual categoría cuando tenían
objetivos independientes. Desde la perspectiva pierolista, la democracia de los liberales
encubría lo que él llamaba “rojismo”. Similar polémica sostuvo con La América, rechazando
el epíteto de abogado de la monarquía con que era atacado, pues en ninguna de las
ediciones de El Cosmos había sostenido esa posición39
. Seguidamente reiteraba sus
denuncias contra la dolorosa y dañina experiencia del liberalismo peruano. No obstante,
evitó desatar una disputa periodística que exacerbara las luchas intestinas, porque dividir la
Patria ante la amenaza externa era un crimen enorme. Para despojarse de toda aureola
monárquica reafirmaba su fe republicana, aunque insistía en desconocer el papel de los
liberales que se consideraban apóstoles del progreso, argumento invocado para “crearlo
todo a su antojo y como a su capricho conviene”. La República –decía– no debía estar en
manos de quienes distorsionaban la realidad con sus utopías40
.
Más tarde, protestó contra la marginación de la Iglesia de los asuntos
cotidianos invocando el pretexto de que el reino cristiano no era terrenal. De ello se
desprendía el cuestionamiento a la soberanía temporal del Papa, al cobro de diezmos y
primicias y la circulación de diarios religiosos interesados en la política, con lo cual las
enseñanzas cristianas solo tendrían vigencia en los santuarios41
. En su dogmática visión,
los planes liberales intentaban abrir un abismo entre la religión y la vida incentivando
entre los católicos el olvido de los principios morales. De ese modo, cuando algún
38 El Comercio identificaba la propaganda conservadora pierolista con la ideología monarquista del ex-
presidente mexicano, Antonio López de Santa Anna, autodenominado Su Alteza Serenísima, y los
generales Miguel Miramón y Juan Almonte, opositores a las reformas liberales de Benito Juárez.
39 “El Cosmos”, en El Cosmos, 14 de junio de 1862.
40 “El Cosmos”, en El Cosmos, 25 de junio de 1862. Este antiliberalismo de Piérola coincidía con las ideas
expuestas años antes por diversos colaboradores de El Católico. En uno de esos artículos, se decía “que
si hoy se agita convulsa más de una sociedad, si más de un trono se bambolea, si la corrupción avanza
haciendo rápidos progresos, si no hay institución que no claudique al otro día que se la viera nacer, si los
gobiernos están desprestigiados y si la anarquía existe en el corazón de los pueblos, solo es debido al
influjo del liberalismo (…) solo existe verdadera libertad, allí en donde son acatados los principios de la
religión y de la moral; que solo es realmente libre el ciudadano virtuoso, el hombre íntegro y honrado, que
siguiendo los impulsos de su delicada conciencia, se muestra intolerante con el vicio y el error”. “El
liberalismo de algunos SS. Diputados”, en El Católico, 6 de octubre de 1855.
41 “El Cosmos”, en El Cosmos, 30 de junio de 1862.
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NicolásdePiérola,1863.religioso reprobara las reformas radicales, sería descalificado aduciendo que sus
observaciones sobre cosas temporales eran inaceptables. Esta actitud lo desconcertaba,
porque los liberales pregonaban “una religión formada por el progreso (…), de un
evangelio por ellos interpretado y por ellos expuesto”. En resumen, los sacerdotes y
doctores iban a ser reemplazados por “los obreros del porvenir y de la libertad”42
.
Desde mediados de 1862, la crisis fiscal llamó su atención, porque en el Perú el
tesoro público sostenía al Estado y los individuos, pues “todos o casi todos viven del
gobierno”. La designación de Pedro Gálvez como Ministro de Hacienda había generado
expectativa, y aun cuando no se conocían sus planes confiaba en que éste comprendería que
“los grandes proyectos financieros no consisten sino en la legal y económica inversión de las
rentas públicas”43
. En este campo centra su enfoque en el
problema monetario, considerado entonces “la cuestión capital y
única” de la economía nacional. Con cierta ironía contemplaba
cómo los académicos producían numerosos artículos y se
enfrascaban en conversaciones estériles, mientras el público de
manera pragmática combatía la aprobación de un proyecto de
empréstito contrario a sus demandas. Por su parte, el gobierno
creaba incertidumbre entre los comerciantes y consumidores con
sus falsos anuncios sobre la próxima firma de un decreto de conversión monetaria. Piérola se
oponía a la devaluación del “cuatro” boliviano (medio peso) a tres reales, en tanto afectaba
los derechos adquiridos de los tenedores y el compromiso de indemnización ofrecido por el
gobierno, que había autorizado la circulación del feble y era responsable de conservar su
valor nominal. Tampoco admitía la propuesta de reducir la ley monetaria al extremo de que
fuese “incapaz de acomodarse a ningún sistema numérico del mundo”44
.
En cambio, elogiaba el previsto establecimiento de una Caja de Ahorros y
Monte de piedad por algunos miembros de la Bolsa Comercial de Lima para auxiliar a las
clases trabajadoras. En teoría, las operaciones de imposición y préstamo de dinero a bajo
interés aumentarían y conservarían la riqueza individual. Por tanto, “nada más útil para el
42 “El Cosmos”, en El Cosmos, 9 de julio de 1862.
43 “El Cosmos”, en El Cosmos, 12 de julio de 1862.
44 “El Cosmos”, en El Cosmos, 25 de julio de 1862.
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JoséGregorioPazSoldán.
pobre y el rico que instituciones de esta especie, que cría y fomenta capitales dándole a
todos ventajas verdaderas, sin causar gravamen fuerte a ninguno”45
. Hacia noviembre de
1862, apenas finalizado el gobierno de Castilla, exige investigarlo “con calma, pero sin
condescendencia” por la prórroga de las consignaciones, manifestando que éstas no
producían beneficio económico alguno y convenía reemplazarlas por el sistema de
administración fiscal. En esa coyuntura, alcanza la categoría de “elector” en la parroquia de
Santa Ana, y constata con asombro la corrupción de los procesos eleccionarios, vicio que
achaca a la herencia colonial superviviente en hombres e instituciones. Simultáneamente
marca distancia de aquellos grupos conservadores empecinados en la defensa del
absolutismo. En lo personal, asociado con José Huerta dirige la empresa editorial Huerta y
Cía., integra el jurado de “Lugares Teológicos” en el Seminario de Santo Toribio, y reafirma
su compromiso de mantener El Cosmos al servicio de las ideas religiosas46
.
Más tarde, en julio de 1864, inaugura una nueva etapa en su labor
periodística publicando el periódico El Tiempo. Allí lucirá nuevamente su polémica
pluma en medio de la beligerancia patriótica originada por la
pretendida intervención del gobierno español en el arreglo del
incidente de Talambo47
. Dicho acto colonialista y el inminente
ataque de la escuadra española al Callao lesionaban la honra
nacional, por lo que interpretando el clamor popular, Piérola
demandó firmeza de actitud al presidente Juan Antonio Pezet.
De otro lado, expresó su descontento con la gestión del Ministro de Relaciones
Exteriores, Juan Antonio Ribeyro, y las ambiciones políticas de los hermanos Paz
Soldán48
. Mientras seguía atentamente las negociaciones con el almirante español Luis
45 “Revista interior. La Quincena”, en El Cosmos, 28 de agosto de 1862.
46 Dulanto 1947, p. 34.
47 En agosto de 1863, una pelea entre peones peruanos y vascos de la hacienda de Talambo (La Libertad)
terminó con la muerte de uno de estos últimos. Los españoles convirtieron este asunto judicial en materia
de reclamación diplomática, utilizándolo para imponer la presencia del comisario regio Eusebio Salazar y
Mazarredo, con la consecuente mengua de la soberanía nacional. El rechazo del susodicho título y de
otras exigencias provocaron la ocupación de las islas Chincha por la escuadra española, y la posterior
guerra que culminaría con el combate del 2 de mayo de 1866.
48 El recelo de Piérola contra esta connotada familia de liberales provenía probablemente de la posición
asumida por el Fiscal José Gregorio Paz Soldán, en el conflicto sostenido en 1861 entre gobierno y
Arzobispado por la resistencia de este último a someter el seminario a la tutela de la Universidad San
Marcos. En su dictamen del 23 de octubre de 1861, Paz Soldán rechazó las pretensiones del Arzobispo,
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Pinzón, analiza diversos temas económicos, como la obra del ferrocarril Lima-Jauja, la
ley de pesos y medidas, el guano, la moneda y empréstitos. En estos últimos puntos,
propuso la expulsión del feble boliviano, la derogatoria de la ley monetaria del
14/II/1863, y el gasto reproductivo de los préstamos contraídos. Además exigía abolir
las consignaciones, porque se prestaban a negociados, tal como había sucedido con la
de España entregada a Julián Zaracondegui, a pesar de que ofreció menores ventajas
que José Antonio García y García. Este hecho no era la excepción, sino la regla, pues
los favoritos y recomendados de importantes funcionarios estatales obtenían contratos
aun incumpliendo requisitos fijados en los remates. Por ese motivo, el periódico
satírico La Zamacueca refiriéndose a la “yaga gangrenosa de las consignaciones”, hacía
notar que en veinte años de exportaciones del guano, el país carecía de dinero,
mientras los guaneros “nadaban” en plata49
.
A comienzos del segundo semestre de 1864, contagiado del furor suscitado
por la ocupación española de las islas Chincha, Piérola critica la actitud pusilánime de
las autoridades gubernativas. En varias ediciones de El Tiempo desaprueba “la
parsimonia indigna y la culpable espera del gobierno”, y presiona al Legislativo para que,
autorizando el uso de las armas, se arrancara la inmediata devolución de las citadas islas
guaneras. Finalmente, el 29 de julio de 1864 lanzó una advertencia premonitoria: “si el
ministerio persiste en su política de tolerancia, la revolución es indefectible”50
.
Conforme iba acentuándose los reclamos incendiarios, el presidente Pezet intentaba
atenuarlos informando a la opinión pública acerca de los trámites diplomáticos y
aprestos bélicos. Para reforzar dicho cometido, subvenciona al periódico pierolista a fin
de que actuase como vocero oficioso. Hubo rumores maliciosos sobre este repentino
cambio, pero Piérola estaba persuadido de que debía contribuir a la estabilidad del
José Sebastián de Goyeneche, que negaba al Estado el “derecho de tuición” sobre los establecimientos
educativos. Agregaba que el gobierno poseía la facultad de “organizar y reglamentar la instrucción
pública”, a fin de evitar abusos como los ocurridos en el Colegio de San Carlos, donde “se había
introducido el abuso de enseñar doctrinas contrarias a la independencia y soberanía de la Nación, a las
regalías del Patronato, a la jurisdicción de los tribunales, y hasta negar al Congreso el poder de legislar”.
Paz Soldán, José Gregorio. “Dictamen del Ministerio Fiscal”, en La Revista de Lima, tomo IV, 1861, p. 374.
49 Dulanto 1947, p. 37.
50 Idem 1947, pp. 38-39.
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régimen51
. Por eso, contrariando la voz mayoritaria de la prensa limeña, saluda el
Tratado Vivanco-Pareja, firmado el 27/I/1865, al cual califica de decoroso. En los días
posteriores sostuvo que dicho acuerdo viabilizaba la redención de las islas Chincha
disipando el fantasma de la guerra. Demostrando lealtad al gobierno, respalda el
Manifiesto de Pezet (3/II/1865), y tolera la prisión de Castilla (6/II/1865). A finales de
febrero, explica su novedoso punto de vista a través de varios artículos titulados “La
cuestión española y la política interior”52
.
Más allá de esta asistencia periodística, Piérola sostenía fuertes discrepancias
con el gobierno en cuanto al manejo hacendario. El empréstito de 40 millones de soles,
negociado en Londres por los comisionados José Sevilla y Manuel Pardo, fue el blanco
de sus impugnaciones, pues arrojaba una pérdida nominal del 42% por diversos
conceptos: a) 25% a causa de la emisión al 80%, b) 12% por obra de la conversión de
bonos al 90.7%, c) 1.5% en pago de comisiones a Pardo y Sevilla, y d) 3.5% por gastos
diversos. Por lo demás, con ese dinero serían amortizados los préstamos tomados por
Pezet desde abril de 1864. En dicha operación calculaba una mengua adicional del 25%
debido a la diferencia de valores entre los pesos y vales. En consecuencia, el daño fiscal
excedía el 65%. A criterio suyo, el proyecto de empréstito de Pedro Telmo Larrañaga
era superior, pues dejaba un saldo disponible de 37 millones de soles53
, es decir, 19
millones más que el Sevilla-Pardo, cuyo rendimiento bordeaba los 18 millones de soles.
En marzo de 1865, sorprendido por el movimiento revolucionario de Mariano Ignacio
Prado, abre campaña contra los rebeldes acusándolos de paralizar el fomento de la
riqueza y conducir al país a un arriesgado escenario bélico. Enfrentado con los diarios El
51 Describiendo el polarizado ambiente del país durante el segundo semestre de 1864, el presidente Pezet
decía: “Grande, activo, insólito, fue el calor de las gentes en todo aquel periodo memorable: crujía la
imprenta, formábanse clubs, multiplicábanse las juntas populares, peroraban los tribunos, agitábanse las
turbas, ardían los ánimos, se conmovían los pueblos (…)Las lenguas de la calumnia se desataron contra
el gobierno; todos los ciudadanos que participaban de la autoridad ejecutiva eran llamados traidores á la
patria; las Cámaras legislativas resonaban con las mas odiosas acusaciones; el pueblo era públicamente
instigado á tomar por si, como soberano, la reparación del honor nacional que se decía sacrificado por mi;
y nada, en fin, se omitía de cuanto podía concitar á la desobediencia y al desorden, despojando así al
poder público del primer elemento de fuerza que le era indispensable para resistir al enemigo común”.
Pezet 1867, p. 27.
52 Ulloa 1981, p. 107.
53 El proyecto Larrañaga consistía en negociar un empréstito £ 10´000,000 al tipo del 80%, el cual podía
dejar un saldo líquido de 38’375,000 soles, descontando los gastos de conversión y comisiones. “Gran
Proyecto del Sr. Larrañaga”, en El Comercio, 26 de setiembre de 1864.
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Comercio y El Mercurio, y atada su suerte a la del agónico régimen, El Tiempo dejó de
circular a mediados de 1865.
Meses después, encontramos a Piérola dedicado al negocio de impresiones,
y la venta de revistas extranjeras como El Ateneo. En su taller se imprimen los Anales de
la Sociedad Amigos de las Letras y diversos trabajos de la Cámara de Diputados, recibidos
gracias a la recomendación de Bernardo Roca Boloña y Rufino Echenique. En mayo de
1866, como integrante de la Sociedad de Conductores de Heridos, colabora en la
curación de los defensores del Callao, y comparte experiencias con Demetrio
Olavegoya, Enrique Bustamante Salazar, Luciano Benjamín Cisneros y Ricardo Aranda.
En esta época de su vida, el ex-presidente Echenique lo acoge en su entorno familiar,
tramitándole igualmente la representación de firmas neoyorquinas y de la Casa Lanman
y Kemp, proveedora esta última de medicinas y drogas que revende a las farmacias y
hospitales limeños. El éxito comercial refina su personalidad, cada vez más lejana del
ascetismo religioso aprendido en el seminario. Así, en los albores de 1868 era un
ciudadano sin apuros económicos, que repartía el tiempo libre entre aficiones literarias,
actividades académicas en la Universidad de San Marcos, o compromisos filantrópicos,
como la organización de colectas para los damnificados del terremoto ocurrido
entonces en Arequipa54
.
1.2 El Ministerio de Hacienda y Dreyfus
El escenario previo a la designación de Nicolás de Piérola como Ministro de Hacienda
estuvo marcado por el sino de la bancarrota. En agosto de 1868, apenas inaugurado el
gobierno de José Balta, la caja fiscal languidecía. El ministro Francisco García Calderón,
privado de recursos para costear la millonaria obra del ferrocarril Mollendo-Arequipa
contratada meses antes, propuso financiarla mediante un empréstito de 50 millones de
soles. A principios de octubre, responde la interpelación puesta en su contra por el
diputado Manuel Cisneros, e insiste en recurrir al crédito estatal para ejecutar las líneas
de Huacho, Arequipa, Jauja y otras, prometiendo invertir gradualmente el empréstito a
medida que fuese requerido por los contratistas. El citado ministro deseaba concluir los
54 Dulanto 1947, pp. 49-51.
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ferrocarriles con la esperanza de que franquearan nuevas rutas a las industrias. Poco
después cambia de parecer, presintiendo los nefastos efectos que tendría endeudar al
Estado para favorecer megaproyectos viales de dudoso rendimiento. Convertido en
partidario de la austeridad fiscal, concurre a la Cámara de Diputados el 18 de
noviembre de 1868, y expone su trabajo titulado Plan de Hacienda55
. En ese texto,
estudia las causas históricas del creciente déficit que por efecto del desbalance entre
ingresos y egresos estatales, tasados en 48’330,000 soles y 67’283,000 soles
respectivamente, calculó en 18’953,000 soles para el bienio 1869-1870. El 36%
(7’000,000 soles) del mismo correspondía a deudas vencidas del ferrocarril arequipeño.
Para cubrir esas obligaciones, el gobierno solo disponía de un lote de bonos reservados
del empréstito de 1865 valorizados en £ 628,800 o 3’144,000 soles, monto equivalente
al 16.5% del déficit vigente.
En tales circunstancias, García Calderón descarta la emisión de un nuevo
empréstito, y contempla dos mecanismos para solucionar este problema: la reforma
tributaria a largo plazo, y la continuidad de los “adelantos” recibidos de los
consignatarios del guano. Aunque esto último parecía más factible, el ministro anhelaba
reforzar el erario estableciendo un mejor sistema de impuestos y “librar al país del
trastorno en que se vería si el guano llega a faltar”, generando al mismo tiempo
conciencia entre los ciudadanos de que la contribución era “legítima fuente” de
sostenimiento económico en todo Estado. Esta propuesta afectó los intereses del
empresario Henry Meiggs, quien a través de su agente, Francisco de Paula Suárez,
buscaba la cancelación de sus trabajos. El presidente Pedro Diez Canseco había
contratado la línea Mollendo-Arequipa por el exagerado precio de doce millones de
soles, pero de dicho monto pagó solo cinco millones comprometiendo a su sucesor,
José Balta, a invertir los siete millones de soles restantes56
. García Calderón pretendía
transferir esta línea a empresarios particulares, incluyendo en ese negocio la
55 “Contrato Dreyfus – Antecedentes – Origen de la autorización”, en El Comercio, 12 de setiembre de 1869.
56 Cuenta Rufino Echenique que el general Diez Canseco, antes de dejar la presidencia de la República,
comprometió a quien sería su sucesor, José Balta, para “llevar adelante el contrato que había hecho del
ferrocarril de Mollendo a Arequipa...”. Según Echenique este “contrato leonino, mal calculado, oneroso
para el fisco y fecundo en males, abrió la puerta a especulaciones inmorales que enriquecieron
súbitamente a muchos con gravamen del Tesoro (...) cosas estas todas que nadie deja de conocer...”.
Echenique 1952, tomo II, p. 289.
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adjudicación del capital estatal invertido “con las más favorables condiciones”57
, pues
llevarlo a su término evitaría la nivelación del Presupuesto de la República.
Entre tanto, el Congreso asumió el encargo de señalar las cláusulas más apropiadas
para concertar un nuevo empréstito. La primera respuesta vino de la Comisión Auxiliar de
Hacienda de la Cámara de Diputados, la cual mediante dictamen del 10/XII/1868, suscrito por
Juan Peña, Antonio Bentín, Santiago Carranza y Foción Mariátegui, sugirió constituir un fondo
mediante la venta del lote de 3’301,200 soles (£ 628,800) en bonos reservados de 1865, y el
levantamiento de dos empréstitos, uno interno por 3’000,000 soles con hipoteca sobre las
rentas libres de aduanas, y otro externo ascendente a 20’000,000 soles amortizable con los
ingresos del guano. Ese mismo día, el dictamen en minoría del diputado Ambrosio Becerril,
prefería autorizar la recepción de préstamos mensuales de los consignatarios por 600 o 700
mil soles durante veintisiete meses a partir de octubre de 1868. En compensación, los
prestamistas gozarían de un tipo de cambio de cinco soles por libra esterlina, el aumento de 2%
en los intereses por adelantos impagos y la prórroga de sus contratos hasta dos años más
contados desde la fecha de vencimiento de los vigentes, excepto el de Alemania con el fin de
ensayar en ese mercado un nuevo sistema de venta del guano.
El dictamen en mayoría suscitó desconfianza en la prensa, y los
comisionados fueron acusados de tergiversar los supuestos beneficios del empréstito
mintiendo sobre la cotización real de los bonos reservados, el stock de fertilizante
disponible en los mercados europeos y el monto de las comisiones bancarias. En el
fondo lo que se estaba cuestionando era la política financiera nacional y el sistema de
consignaciones, porque mantenía la práctica de valorar nuestro crédito externo por la
cantidad de guano poseído e hipotecado, sin que los recursos generales de industria y
comercio que formaban la verdadera riqueza de una nación, sirvieran para respaldar la
solidez de las emisiones. Por lo demás esta operación aumentaba la deuda externa de
40 a 59 millones de soles situando el servicio anual de sus intereses en cerca de 10
millones de soles, suma similar a dos tercios del producto neto del guano. El
57 El 11/XII/1868, el ministro Francisco García Calderón informó al Senado que de los £ 2’133,300
sobrantes del empréstito de 1865, el gobierno había tomado 150 mil mensuales hasta completar cinco
millones de pesos para cancelar el ferrocarril de Arequipa, y £ 250,000 para el de Lima-Huacho. El resto
debía utilizarse en el ferrocarril de Jauja cuando el Congreso lo autorizara. Diario de los Debates del
Congreso. Cámara de Senadores 1868, p. 501.
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22/XII/1868, haciendo caso omiso a las observaciones de García Calderón, la Comisión
Auxiliar de Hacienda aprueba un proyecto de empréstito por dos millones de soles,
con interés anual de 5% y tipo de cambio de 40 peniques por sol (1 libra esterlina = 6
soles) dando en garantía los productos libres del guano, sin señalar que política sería
adoptada para no afectar los contratos vigentes con los consignatarios. Este acto
motivó la renuncia del ministro, quien siendo partidario del proyecto Becerril, acusó a
los diputados oficialistas de haber convencido al presidente Balta sobre las supuestas
ventajas del préstamo externo basado en la consignación directa del guano con
capitalistas extranjeros, rechazando cualquier trato con sus homólogos nacionales.
Mientras se discutía este nuevo proyecto surgió el plan de Fernando
Palacios para introducir el sistema de venta directa mediante la licitación de dos
millones de toneladas de guano en el Perú o Europa, con lo cual se desterraban de paso
las desdeñadas prórrogas de las consignaciones. No hay certeza de que Palacios
consiguió el apoyo del gobierno, pero es probable que hubiese influenciado en la
decisión del Senado contraria a seguir aprobando los adelantos como mecanismo
principal de financiamiento del Presupuesto Nacional58
. Sin embargo, lo más interesante
de este hecho es que, según la versión del propio Palacios, la propuesta original que él
entregó personalmente al presidente Balta a fines de 1868, sufrió un año después
burdas modificaciones por el entonces Ministro de Hacienda, Nicolás de Piérola, quien
introdujo cláusulas poco favorables al fisco.
58 Basadre 2000, tomo V, p. 1,309.
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PROYECTO DE FERNANDO PALACIOS PARA VENTA DIRECTA DEL GUANO Y
MODIFICACIONES INTRODUCIDAS POR EL MINISTRO
NICOLÁS DE PIÉROLA– 186859
Proyecto de Fernando Palacios Modificaciones introducidas por el Ministro Nicolás
de Piérola
1. El Estado costeaba el embarque del guano,
pero su traslado a Europa corría por cuenta y
riesgo del comprador.
1. El Estado costeaba el embarque del guano, y
también pagaba las pérdidas de hasta 4%, que
sufriesen los cargamentos durante su travesía a
Europa por efectos de la humedad.
2. La casa compradora abonaría 40 y 60 pesos
respectivamente por cada tonelada recibida a
bordo de los buques o entregada en los lugares de
venta, comprometiéndose a mejorar estos precios.
2. El Contrato Dreyfus estableció precios fijos de
36.5 y 60 pesos respectivamente, por cada
tonelada recibida en los buques o entregada en los
lugares de venta.
3. El precio base de la tonelada de guano sería de
£ 12.10, pudiendo afectarse o beneficiarse el
comprador con las alzas y bajas.
3. El Contrato Dreyfus estableció un precio fijo por tonelada
de guano, lo cual permitía que el comprador se beneficiara
con las alzas, mas no se afectase con las bajas.
4. El Estado no recibiría anticipos por el producto
neto del guano, salvo casos excepcionales.
4. El Contrato Dreyfus concedió anticipos con
intereses onerosos.
El debate acerca del déficit fiscal se intensifica durante la gestión del
Ministro interino de Hacienda, José Antonio Barrenechea, quien debido a su renuencia
a evaluar los proyectos de consolidación de la deuda interna, fue censurado por el
Congreso dando paso a una seria crisis en sus relaciones con el Ejecutivo. Este
problema sería resuelto con el ascenso fortuito de Nicolás de Piérola al Ministerio de
Hacienda, gracias a la intercesión de Rufino Echenique. De
acuerdo con un relato aparecido en el diario La Prensa en
1913, el veterano general era muy amigo del presidente
Balta, desde los tiempos de la batalla de La Palma (1855),
cuando pelearon juntos contra Ramón Castilla. Esa mutua
confianza explica por qué fue consultado sobre el
candidato más idóneo para el mencionado ministerio.
Echenique presentó personalmente a Piérola en Palacio de Gobierno, y aunque el
presidente del Consejo de Ministros, Pedro Gálvez, jurista y ex-decano de la Facultad
59 “Carta de Fernando Palacios dirigida al diputado José María Gonzáles el 16-VII-1870”, en El Nacional, 9
de setiembre de 1870.
NicolásdePiérola,1869.
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de Jurisprudencia de San Marcos, subestimó las aptitudes del joven ministro, éste supo
ganarse el aprecio presidencial60
.
A pesar de los afanes de ciertos congresistas, el sistema de ferrocarriles
fiscales no logró ejecutarse durante el primer semestre de 1869. Desde el primer día,
el ministro Piérola concentró sus esfuerzos en hallar una fórmula financiera distinta a
las conocidas para subsanar el déficit fiscal. Algunos diputados sugirieron poner en
práctica el proyecto presentado en diciembre de 1868 por su colega, Pedro Bernales,
consistente en tomar préstamo de los consignatarios bajo condiciones negociables61
.
Luego de largos debates, el Congreso autoriza al Ejecutivo para obtener “los fondos
necesarios a fin de salvar el déficit que resulte en el Presupuesto”, disposición que el
26/I/1869 se convirtió en ley. Con esa norma, Piérola adquiere la llave de las finanzas
públicas, y mientras define cómo introducir el nuevo sistema de venta del guano aplica
reformas en las aduanas, cajas fiscales y administración hacendaria.
Existen diversas versiones en torno a la autoría del Contrato Dreyfus62
.
Oficialmente, el 5/VII/1869 los comisionados Toribio Sanz y Juan Martín Echenique lo
suscribieron ad referéndum en París con la Casa Dreyfus hermanos. Con ello finalizaba
el sistema de las consignaciones y concedía a ésta el monopolio de la venta del guano
en los mercados europeos. Este acuerdo alivió los apuros del ministro Piérola,
imposibilitado de convencer a las casas europeas de que tomasen a firme alguna
60 Los consignatarios y sus voceros periodísticos cuestionaron este nombramiento, burlándose de la
formación religiosa del ministro y advirtiendo de que era peligroso dejar la economía en manos de un
novato. Un artículo publicado en El Comercio del 7/I/1869, bajo el título de “Los Amigos del Presidente”,
insinuaba que detrás de Piérola se escondía la acción de un partido neocatólico influyente sobre el
presidente Balta. Dulanto 1947, pp. 60-61.
61 El 9/I/1869, en discurso leído ante la Cámara de Diputados, el ministro Piérola reconocía la necesidad
de contraer empréstitos. De esa manera, justificó haber recibido adelanto de 4 millones de soles del
consignatario Valdeavellano y Cia. en mayo de 1869. Dulanto 1947, p. 66. Sin embargo, el 17/I/1908, en
carta enviada a La Prensa, negó que fuese autor del discurso registrado como suyo en el Diario de
Debates de 1869, alegando que era “enteramente apócrifo; porque expresa conceptos absolutamente
opuestos a los míos, produciéndome grandísima sorpresa al conocerlo ahora solamente”. En este artículo,
Piérola manifestaba su aversión por los empréstitos. Ulloa 1981, p. 133.
62 Generalmente se atribuye la autoría del Contrato Dreyfus al ministro Piérola y al comisionado, Juan
Martín Echenique. No obstante, el francés Philippe de Rougemont, señala que fue Luis Benjamín
Cisneros, cónsul peruano en Havre, quien trajo a Lima el proyecto de contrato negociado con Dreyfus, lo
cual motivó la renuncia del ministro García Calderón. Rougemont 1883, p. 12. Similar versión ofreció
Manuel Atanasio Fuentes en 1881. Fuentes 1881, p. XI.
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cantidad de bonos peruanos63
, más aún cuando los papeles peruanos de 1862 y 1865
mostraban una cotización muy inestable. En el curso de estas negociaciones comenzó a
notarse la manipulación de Dreyfus quien, según el corresponsal londinense de El
Comercio, estaba “en guerra abierta con los consignatarios”, y dudaba en facilitar fondos
al gobierno, pues sabía que “los agentes no tienen facultad para concederle ninguna de
las consignaciones que están por terminar”, negocio imprescindible para fortalecer en
Lima sus raíces políticas y mercantiles”64
.
El 18 de agosto fueron conocidas en Lima las cláusulas del Contrato
Dreyfus en medio de un ambiente tenso y expectante fabricado por los consignatarios,
principales interesados en que la operación fracasara65
. Este negocio que cambiaría
radicalmente el rumbo de la economía peruana en las siguientes décadas comprendió
dos operaciones diversas, pero relacionadas entre sí: la primera, de compra y venta de
dos millones de tonelada de guano, incluyendo las que estaban aún en poder de los
consignatarios, a la terminación de sus contratos; y la segunda, de empréstito, o sea, de
adelantos que serían garantizados por el guano comprado. El contrato de compra y
venta se ajustó de la siguiente manera: Dreyfus hermanos pagaría 36.50 soles por cada
tonelada de guano recibida en las guaneras, a bordo de los buques fletados por ellos;
35.50 soles por cada una de las obtenidas de los actuales consignatarios; 60 soles por
aquellas tomadas en los mercados europeos, libres de todo gravamen (cláusula 5ª). Estos
precios se abonarían en una cuenta abierta al gobierno peruano un año después de
entregado el cargamento; o inmediatamente después de hecha la venta (cláusula 9ª), si
fuese el guano almacenado por los consignatarios y que entonces se vendía a £ 12.10
(cláusula 12ª). Las cotizaciones posteriores por debajo de este precio no perjudicarían al
comprador, porque en ese caso el gobierno debía reducirlo proporcionalmente. De igual
forma, el Estado tenía derecho a reclamarle el 50% de cualquier sobreprecio (cláusula
63 Tulio. “Empréstito Sanz-Echenique en Europa”, en El Comercio, 28 de julio de 1,869.
64 “El Empréstito peruano”, en El Comercio, 2 de julio de 1869.
65 El 5/VIII/1869 arribaron al Callao Juan Martín Echenique y Augusto Dreyfus trayendo el Contrato
Dreyfus. De inmediato la cuestión política quedó de lado y los asuntos públicos se redujeron a una “disputa
entre negociadores peruanos y negociadores extranjeros para apoderarse del manejo de los recursos del
fisco”. Dávalos y Lissón 1919, tomo IV, p. 274. En tales disputas los consignatarios emplearon todo el
poder de su dinero para obtener sin éxito, del general Echenique o de sus hijos Juan Martín y Pío, una
copia del citado contrato. Echenique 1952, p. 297.
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14ª)66
. A su vez, el empréstito respaldado con las futuras rentas del guano fue pactado
en estas condiciones: Dreyfus hermanos atendería la deuda de 1865 (cláusula 25ª inc.
1º), amortizando, conforme los contratos vigentes, los créditos de los consignatarios
contra el Estado (cláusula 25ª inc. 2º); y adelantarían al gobierno la suma de 2’400,000
soles, y sucesivamente mensualidades de 700,000 soles al tipo de cambio de 36 ½
peniques por peso hasta completar 20 millones de soles (cláusula 25ª inc.3º)67
, el
prestamista deduciría ½ % por comisión de giro, mientras efectuase los anticipos y
abriría cuenta corriente al gobierno con interés de 5% anual, o el que pagaba el Banco
de Inglaterra cuando éste sobrepasara el indicado porcentaje (cláusula 25ª inc. 4º).
El contrato detalló también la forma en que los consignatarios cederían el
negocio del guano a Dreyfus Hermanos, quien tendría facultad para revisar las cuentas
de las operaciones realizadas, pero se obligaba a entregar reportes quincenales sobre el
producto neto de sus ventas. La casa francesa obtendría una prima de 4% mientras
subsistiesen los contratos de consignación, a cambio de que dicho premio no excediese
el 5% sobre las anticipaciones ya referidas (cláusula 31ª). Otras cláusulas reglamentaron
el manejo del guano oscuro de calidad inferior y el humedecido, estipulando la vigencia
indefinida del contrato en caso de que el gobierno resultara deudor en la liquidación
final. Finalmente el gobierno hipotecaba las rentas nacionales para satisfacer los
adelantos en caso se presentaran dificultades en la exportación y comercio de la venta
del guano (cláusula 32).
66 Colección de los documentos…, pp. 14-24.
67 Según cálculos realizados en setiembre de 1870 por las comisiones de Hacienda y Justicia de la
Cámara de Diputados, entre junio 1865 y mayo 1869 los consignatarios otorgaron ocho empréstitos al
Estado por 36’762,000 pesos, y su costo por comisiones y cambio llegó a 10’591,064. El Contrato Dreyfus,
en cambio, daría 44’687,500 pesos a un costo de 3’488,460 por concepto de las utilidades de dicha casa
francesa. Basadre 2000, tomo V. p. 1319. Asimismo, desde 1840 a 1868 los consignatarios exportaron 7
millones de toneladas de guano que produjeron más de 218 millones de soles, mientras que Dreyfus con
sólo el 28.5% (2 millones de toneladas) de dicha cantidad entregaría 74 millones de soles, es decir una
diferencia a favor del fisco de 12 millones de soles (18.8%) sobre lo que hubiese rendido ese guano en
manos de los consignatarios (62 millones de soles). Rodríguez 1895, p. 304.
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Los comisionados Sanz y Echenique alcanzaron un
rotundo éxito con la firma del Contrato Dreyfus68
, pues días
antes habían fracasado sus gestiones para levantar un empréstito
en Europa, debido a la campaña de desprestigio del crédito
peruano emprendida por agentes de los consignatarios en los
círculos financieros parisino y londinense, según denunció
entonces el diario francés La Patrie. Por estas razones, la mejor
oferta de empréstito recogida en Londres cotizaba los bonos en
70%, es decir que una emisión nominal de £ 12’000,000 rendía efectivamente £ 8’400,000,
debiendo descontarse el 6% adicional por comisión bancaria y otros gastos, con lo cual
el producto líquido quedaba reducido a £ 7’680,000. ¿Cómo y quiénes facilitaron en
Lima la suscripción del Contrato Dreyfus? El general Echenique en sus Memorias ofrece
datos de primera mano sobre la forma en que este asunto, cuyos efectos marcaron al
país durante el resto del siglo XIX, fue decidido por un pequeño grupo de amigos y
allegados del gobierno de Balta. Aprobado el contrato (17/VIII/1869), los consignatarios
solicitaron la nulidad del mismo ante la Corte Suprema, amparándose en las figuras
jurídicas de despojo y violación de la ley de 1849, que daba preferencia a los hijos del
país en la venta del guano. El presidente Balta temiendo una resolución desfavorable,
recurrió a Echenique, a la sazón Presidente del Senado, pidiéndole influenciar sobre el
supremo magistrado Blas Alzamora, antiguo ministro suyo en 1855, para conseguir un
voto favorable al Contrato Dreyfus. Como el fallo de la Corte Suprema (26/XI/1869)
ordenaba al gobierno rehacer el contrato incorporando a los consignatarios, el
presidente Balta desacató esta sentencia señalando que habiendo dado el Congreso la
autorización para firmar el impugnado acuerdo, solo éste podía corregirlo.
El receso del Congreso hasta julio de 1870, dio tiempo a los bandos en
pugna para consumar pactos que pudiesen asegurar, según sus preferencias, la votación
68 Los comisionados Sanz y Echenique creyeron que el Contrato liquidaría las continuas operaciones
(consignaciones) que devoraron al fisco en los últimos años “el tercio o casi el cuarto de sus ingresos más
seguros y mejores”. Carta a Piérola, París, 7 julio 1869, cit. por Bonilla 1974, p. 84. ¿Fue ésta una
apreciación juiciosa o la expresión entusiasta de quienes estaban motivados por la promesa del gobierno
de cobrar un premio de ½ % cuando se consumase el negocio? Rodríguez 1895, p. 303. Es importante
destacar que a partir de este contrato los derroteros de Dreyfus, Piérola y Echenique se entrecruzaron a tal
punto, que los dos últimos se convirtieron en los brazos políticos del financista francés en el Perú.
Augusto Dreyfus.
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favorable por la conformidad o nulidad del contrato, utilizándose incluso “ilícitos y
corruptores medios” para comprar voluntades. La estrategia empleada por el gobierno
consistía en ganar las mesas, es decir, la elección del presidente y secretarios de las
cámaras, para que estos designasen parlamentarios oficialistas en las comisiones
encargadas de examinar el negocio. En este punto, Echenique suspicazmente acusa al
presidente Balta de haber ordenado a sus congresistas la aprobación del contrato, solo
cuando tuvo certeza de que él no postularía a la Presidencia de la República, lo cual
dejaba libre el camino para la candidatura de su hermano Juan Francisco. Los hermanos
Balta recelaban de las aspiraciones del mencionado general y de sus conexiones con
Dreyfus, quien estaría pronto a ayudarlo “con sus caudales y con la influencia que le
daba el negocio [del guano]”. Este desenlace lo hubiese conducido a una alianza con los
consignatarios, comprometiéndose a desahuciar el Contrato Dreyfus bajo palabra de
que sostendrían la elección de su fraternal delfín.
Apenas conocidas las cláusulas del Contrato Dreyfus, la opinión pública
puso interés en determinar cuál era el margen de utilidades cedido por el gobierno a la
casa francesa y cuánto le costaría al fisco el empréstito suscrito con ella, así como las
consecuencias de ambas operaciones sobre el resto de actividades económicas del país.
Surge así una guerra de papel, que tuvo por escenario las páginas de los diarios limeños
y provinciales, así como algunos de París y Londres, y en la cual se mezclaron el análisis
documentado y riguroso, con las calumnias, sátiras y letrillas de toda laya69
. El sector
crítico al Contrato Dreyfus estuvo liderado por El Comercio y El Nacional, principales
diarios limeños cuyos editoriales recogían las recusaciones legales y financieras hechas
por los consignatarios. Los apologistas de esta operación estuvieron agrupados en
diarios de menor influencia, como La Opinión de Lima y El Porvenir del Callao, que
recordaban el descrédito de las consignaciones y exponían las supuestas ventajas del
nuevo empréstito. En la prensa provincial ocurrió la misma división de opiniones, por
eso mientras La Bolsa de Arequipa anunciaba el inicio de una era de prosperidad y de
grandes obras públicas gracias a los recursos del Contrato Dreyfus, La Autonomía de
Huaraz exigía su rechazo porque violaba el derecho de los consignatarios a continuar
69 El bimestre agosto-setiembre de 1869 llevó la polémica a su máxima agitación. Solo en El Comercio
fueron publicados en dicho período 339 artículos referidos al Contrato Dreyfus, 183 de ellos favorables al
banquero francés y 156 respaldaban los reclamos de los consignatarios.
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en la explotación del guano, y la prensa chiclayana más radical condenaba este “negocio
monstruoso” hecho contra el sistema legal vigente.
El Comercio abrió fuegos planteando los siguientes reparos: a) El contrato no
era sino una nueva consignación, con la sola diferencia de que las anteriores fueron
pactadas a un tiempo determinado y ésta por una cantidad fija, pues mientras el Estado
siguiera asumiendo por su cuenta las diferencias en la baja del precio y otras
eventualidades que afectasen el negocio del guano, no existía la figura de cosa vendida;
b) El gobierno mediante extraña resolución suprema había elevado a £ 13 el precio de
la tonelada de guano, es decir 10 chelines más sobre el precio base (£ 12.10), y estando
Dreyfus autorizado a beneficiarse en un 50% de cualquier alza, el Estado terminaba
asegurándole una utilidad mínima de cinco chelines por tonelada, es decir £ 500,000
(2’500,000 soles) sobre los dos millones de toneladas vendidas. Esta crítica produjo una
semana después la reducción al 25% en la utilidad que Dreyfus iba a percibir por el alza
en el precio del guano; c) Los precios de la tonelada de guano abonados por Dreyfus
eran inferiores a los netos pagados por los consignatarios, con lo cual se apoderaba del
premio reconocido a éstos como gastos de consignación; d) El costo de los adelantos
aumentaba a 10 ½% por conceptos de giro (1/2%), interés (5%) y prima (5%); e)
Contenía disposiciones perjudiciales referidas al guano oscuro, húmedo y de inferior
calidad, y contemplaba la duración indefinida del contrato en caso de que el gobierno
resultase deudor en la liquidación final70
.
El Nacional hizo otras agudas aclaraciones: a) El Estado perdía 3.50 soles por
tonelada de guano exportada, a causa de la diferencia entre el precio fijado (36.5 soles)
y el abonado por los consignatarios (40 soles). De igual modo, vendía en 60 soles la
tonelada de guano almacenada en Europa, cuando enviarla a dicho continente costaba
65 soles, ocasionándose un perjuicio de cinco soles por tonelada; b) La desatinada
fijación del 4% de humedad en los cargamentos como merma máxima reconocible por
Dreyfus, dejaba abierto el camino para la depreciación del guano exportado dado que
el de Chincha contenía usualmente 15% de agua; c) El gobierno incurría en craso error
compartiendo con el contratista las ganancias extras provenientes de posibles alzas en
el precio del guano, mientras lo eximía de afrontar los riesgos de su baja; d) El Estado
70 “El Empréstito”, en El Comercio, 19 de agosto de 1869.
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José Balta
renunciaba a su acción promotora dejando el principal recurso fiscal en manos de un
monopolista extranjero; e) Tampoco debía concederse a Dreyfus la prima de 4% de
sobre los productos netos del guano en poder de los consignatarios71
.
En Londres, el diario Times reprodujo en sus páginas el malestar de los
bondholders ante la firma de un contrato cuyos alcances les eran desconocidos. Ellos
pusieron en entredicho la constitucionalidad del acuerdo denunciando que había sido
firmado sin autorización legislativa expresa, y que además violaba los acuerdos con los
consignatarios exigiéndoles la entrega quincenal de los stocks almacenados a Dreyfus
para que éste realizara el servicio de la deuda externa. Esto último causó gran desazón
entre los bondholders, quienes desconocían al gobierno peruano la potestad jurídica de
vender a tercera persona el capital prendado a sus acreedores, sin haber previamente
consultado a éstos si estaban llanos a satisfacer sus nuevos proyectos financieros72
.
Defendiendo su condición de hipotecarios del guano, lograron agruparse en torno a la
Casa Thomson y Bonnar y plantearon infructuosamente el embargo de los productos
netos del fertilizante en los mercados de Inglaterra, Francia y Bélgica, alegando que con
el Contrato Dreyfus peligraban sus intereses.
El afán del presidente Balta por impulsar una gran inversión pública en
infraestructura vial, así como la avidez de Dreyfus por convertirse en acreedor del
Perú, motivaron la ejecución de facto del contrato durante 1869, a
pesar de que la sentencia de la Corte Suprema lo declaraba
inválido y no poseía ratificación legislativa73
. El triunfalismo del
gobierno no fue bien recibido por la Comisión Permanente del
Congreso, porque el empréstito Dreyfus contrariaba abiertamente
lo dispuesto en la autorización legislativa del 25/I/1869, que en
términos precisos ordenaba contraer deudas solo por un monto
similar al déficit fiscal, y en un plazo que no comprometiera la
gestión de los siguientes gobiernos. Antes de entrar al análisis de los conflictos jurídicos
y políticos suscitados por la firma del mencionado contrato, conviene hacer un cálculo
71 “Editorial”, en El Nacional, 21 de agosto de 1869.
72 “Noticias financieras”, en El Comercio, 5 de marzo de 1870.
73 Esteves 1971, p. 127.
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aproximado de la ganancia obtenida por Dreyfus en el negocio de los dos millones de
toneladas de guano. Para ello es necesario tomar en cuenta la imprecisión con que
entonces se manejaban los aspectos determinantes del precio final del rico fertilizante.
Los estimados sobre este tema, realizados en 1869 por analistas y funcionarios
públicos, diferían radicalmente entre sí, aunque muchas veces apelaban a las mismas
fuentes informativas y seguían similares procedimientos de cálculo. Este hecho se
explica por las siguientes razones: a) el contrato no estableció claramente el volumen
de guano que iba a tomarse de las islas y cuánto provendría de los cargamentos a flote
y lo almacenado en Europa74
. Dejó también amplio margen para la especulación, dada la
existencia de contradictorios datos sobre el stock de los consignatarios y sus niveles
anuales de venta, lo cual considerando las tres clases de precios del guano impedía
establecer una escala proporcional sobre los márgenes de ganancia para cada uno de
estos grupos; b) el llamado producto neto del guano era un verdadero misterio, porque
variaba de mercado a mercado a causa de la diferencia en el peso de las toneladas
existentes (inglesa, de registro, efectiva) y por la utilización de numerosas monedas en
las transacciones (peso boliviano, peso fuerte, sol, francos y libras) con tipos de cambio
variables75
. Como resultado de tantas operaciones matemáticas los registros contables
carecían de uniformidad; c) los distintos costos atribuidos al carguío, seguro marítimo,
ensacado y fletes, así como la merma a consecuencia del guano húmedo o de inferior
calidad hacía aún más complicado establecer una lógica aritmética, pues la apreciación
de los conceptos citados quedaba a criterio del contratista ocasionando grandes
pérdidas para el fisco.
En ese sentido, el comisionado Echenique trató de convencer a sus
opositores de las supuestas ventajas del precio por tonelada fijado en el Contrato
Dreyfus. Para ello después de hacer una reseña histórica sobre la forma cómo había
74 La cláusula adicional introducida al Contrato modificado del 17-VIII-1869 decía, en forma genérica, que
los consignatarios no podían acumular “más de 500 mil toneladas entre las depositadas y en camino
[pues] el exceso sobre dicha suma [se pagaría] a 71.71 soles”. “Contrato Dreyfus”, en El Nacional, 19 de
agosto de 1869.
75 La variedad de tipos de tonelada dificultó a los empleados estatales el control en el embarque y venta de
los cargamentos del guano. Una idea de la terrible confusión existente durante el boom del guano nos lo
da la existencia de siete tipos de tonelada: peruana, valenciana, catalana, alemana, inglesa, francesa e
italiana. Clavero 1992, p. 26.
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oscilado el valor del producto neto del guano durante los veinticinco años precedentes,
concluyó que el precio de 39 soles pagadero al Estado merced al nuevo contrato
equivalía a un aumento de 150% sobre el vigente en 1842 cuando la tonelada solo
costaba 16 soles, y de igual forma superaba a los 37 soles en promedio abonado
entonces por los consignatarios. La respuesta a Echenique fue inmediata, y numerosos
artículos en los diarios se encargaron de señalar las argucias empleadas en sus cálculos
para exagerar los beneficios del contrato, y al mismo tiempo ocultar los perjuicios que
sufriría el fisco a causa de las concesiones establecidas en varias de sus cláusulas.
Debido al carácter arbitrario de los cálculos hechos por los analistas de la
época, algunos autores efectuaban los suyos a partir de la diferencia entre los precios
de compra y venta fijados en el contrato, pero estas generalizaciones solo deben ser
tomadas como referencia, pues más allá de lo establecido en las cláusulas, el margen de
ganancia dependió en gran medida de las maniobras especulativas realizadas por la casa
francesa76
. Seguidamente presentamos tres cálculos (ver cuadro 1) sobre la probable
ganancia de Dreyfus hechos por analistas coetáneos al contrato. Cada uno de ellos
establece sus propios precios de compra y venta empleando recursos aritméticos que
revelan la compleja magnitud de los intereses ocultos en este negociado.
76 En 1878, Philippe Bouillet calculó que Augusto Dreyfus había ganado 116 millones de francos en la
venta de los dos millones de toneladas de guano, 100 millones del total correspondían a comisión de venta
y 16 millones por la prima del 4% sobre el guano almacenado en Europa. Bouillet 1878, p. 31. Esa cifra
equivalía aproximadamente a £ 4’680,000 según el tipo de cambio de 24.96 francos por libra esterlina.
“Cuadro de la diferencia de cambio”, en El Nacional, 28 de julio de 1877. Esa cifra era igual a 23’948,000
soles, considerando 5.117 soles por libra esterlina. “Informe del Director de Rentas”, en El Comercio, 6 de
setiembre de 1869. El diputado José María Gonzáles decía que Dreyfus en promedio obtuvo un provecho
de 7.5 soles por tonelada, cifra que para el lote de dos millones arrojaba una ganancia total de 15 millones
de soles. “Discurso del diputado José María Gonzáles”, en Contrato Dreyfus: Discursos pronunciados
1870, p. 20. Por su parte, Bonilla calcula una ganancia de casi 6 millones de libras como resultado de la
diferencia entre el precio de compra (5 libras, 9 chelines, 6 peniques) y el de venta (12 libras, 10 chelines),
y luego añade que según el propio Dreyfus los beneficios obtenidos por la venta del guano entre 1871 y
1882 llegaron a £ 3’013,084. Bonilla 1974, pp. 85, 114.
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CUADRO 1:
CÁLCULOS SOBRE PROBABLE GANANCIA DE DREYFUS EN LA VENTA DE
DOS MILLONES DE TONELADAS DE GUANO - 186977
Guano exportado de las islas
(1 500 000 toneladas)
Guano a flote
(200 000 toneladas)
Guano almacenado en Europa
(500 000 toneladas)
Ganancia
total
Costo
unitario
(incluye
fletey
otros
gastos)
Precio
unitario
deventa
Ganancia Costo
unitario
(incluyeflete
y otros
gastos)
Precio
unitario
de
venta
Ganancia Costo
unitario
(incluyeflete
y otros
gastos)
Precio
unitario
deventa
Ganancia
CÁLCULOS DEL ANALISTA SAMUEL BERNARD
61.49 65.79 6 450 000 59.87 65.79 1 184 000 60 65.79 1 737 000 9 371 000
CÁLCULOS DEL DIPUTADO FRANCISCO FLORES CHINARRO
59.41 65.75 9 510 000 58.41 65.75 1 468 000 58.80 (1) 65.75 2 097000 13 075000
CÁLCULOS DEL COMISIONADO JUAN MARTÍN ECHENIQUE
62.51 (2) 65 3 735 000 61.51 (3) 65 1 047 000 62.5 (4) 65 500 000 5 282 000
(1) Esta cifra resulta del descuento de 1.20 soles, por concepto de gastos de entrega y comisión de venta al precio
fijado de 60 soles.
(2) Esta cifra resulta de la suma entre el valor de la tonelada de guano (38.1 soles) y el flete (24.41 soles).
(3) El cálculo considera 300,000 toneladas, y resulta de la suma del valor de la tonelada de guano (37.10 soles) y el
flete (24.41 soles).
(4) El cálculo considera 200,00 toneladas, y resulta de la suma de 10 chelines (2.50 soles) al precio fijado en el
contrato (60 soles).
¿Pero cuántas pérdidas ocasionaba al Perú el Contrato Dreyfus como
resultado del monopolio en la venta del guano? Para realizar este cálculo los analistas
debían hallar primero el producto neto de cada tonelada de guano durante el año
precedente (1868). Según esta fórmula debían dividirse los ingresos obtenidos por la
venta del fertilizante entre el número de toneladas negociadas. Aquí también
encontramos serios desacuerdos, pues cada analista participante en la polémica tenía su
propio cálculo del producto neto (ver cuadro 2). Mencionaremos solo algunas cifras:
Juan Martín Echenique (37.82 soles), Francisco Flores Chinarro (39 soles), articulista “El
77 Bernard, Samuel. “Cálculos curiosos sobre el Contrato Dreyfus”, en El Comercio, 10 de setiembre de
1869; Echenique, Juan Martín. “Empréstito. Réplica del Sr. Echenique”, en El Nacional, 31 de agosto, 2 y 7
de setiembre de 1869; Flores Chinarro, Francisco. “Discurso...”, en Contrato Dreyfus: Discursos
pronunciados 1870, pp. 162-163.
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Perú soy yo” (39.11 soles) y José María Gonzáles (39.13 soles). Estas diferencias, en
apariencia pequeñas, alcanzaron sumas considerables cuando fueron computadas sobre
dos millones de toneladas de guano.
CUADRO 2:
PÉRDIDAS ESTATALES EN LA VENTA POR DREYFUS
DE DOS MILLONES DE TONELADAS DE GUANO -186978
Guano exportado de las islas
(1 500 000 toneladas)
Guano a flote (200 000
toneladas)
Guano almacenado en
Europa (500 000 toneladas)
Pérdida
total
Producto
neto
Precio
unitario
pagado
por
Dreyfus
Pérdida Producto
neto
Precio
unitario
pagado
por
Dreyfus
Pérdida Producto
neto
Precio
unitario
pagado
por
Dreyfus
Pérdida
CÁLCULOS DEL ANALISTA “EL PERÚ SOY YO”
39.11 34.80 6´465, 000 39.11 33.31 1´160 000 60 68.38 2´286 000 9´371 000
CÁLCULOS DEL DIPUTADO FRANCISCO FLORES CHINARRO
39 35 6´000 000 39 34 1´000 000 58.80 64.11 (1) 1´593 000 8´593,000
CÁLCULOS DEL COMISIONADO JUAN MARTÍN ECHENIQUE
37.40(2) 39 1´590000(2) 37.40 38 18,000(3) 62.5 60 500,000 1´108,000(4)
(1) Esta cifra resulta del descuento de 1.64 soles por comisión de venta al precio de 65.75 soles.
(2) El cálculo de esta ganancia se hace sobre 300,000 toneladas, y resulta del premio de 1.60 soles pagado por
Dreyfus por cada tonelada de guano respecto del producto neto vigente (37.4 soles).
(3) El cálculo de esta ganancia se hace sobre 200,000 toneladas, y resulta del premio de 0.60 soles pagado por
Dreyfus por cada tonelada de guano respecto del producto neto vigente (37.4 soles).
(4) El cálculo de la ganancia total resulta de la diferencia entre el rendimiento de 1’700,000 toneladas ascendente a
1’608,000 soles menos la pérdida de 500,000 soles en 300,000 toneladas.
El Contrato Dreyfus incluía también un empréstito al Estado peruano
destinado a varios objetivos: cubrir el déficit fiscal (16’838,790 soles), hacer el servicio
de la deuda externa (4’625,000 soles) y pagar el saldo por adelantos vencidos de los
consignatarios (9’333,334). Hasta aquel año, los consignatarios mediante el sistema de
adelantos reembolsables con los productos del guano habían establecido un círculo
78 El Perú soy yo. “Empréstito Dreyfus”, en El Comercio, 28 de agosto de 1869; Echenique, Juan Martín.
“Empréstito. Réplica del Sr. Echenique”, en El Nacional, 31 de agosto, 2 y 7 de setiembre de 1869; Flores
Chinarro, Francisco. “Discurso...”, en Contrato Dreyfus 1870, pp. 162-163.
Página | 42
vicioso entre el fisco y sus negocios, pues el gobierno atendía los gastos corrientes con
el dinero que ellos les facilitaban y a cambio estos se aseguraban la continuidad de las
consignaciones con cuyas rentas recuperaban sus préstamos. Los apologistas del
Contrato Dreyfus señalaban que con éste se lograría: a) liquidar las criticadas
consignaciones; b) asignar recursos estables al fisco para regularizar los gastos
corrientes; c) obtener adelantos con interés efectivo menor al acostumbrado en los
préstamos de los consignatarios; d) aumentar los rendimientos brutos y netos del
guano, gracias a la abolición de la competencia y el mejor control de las ventas; e)
afianzar el servicio de la deuda externa. De acuerdo con las proyecciones del
comisionado, Juan Martín Echenique, el empréstito Dreyfus aportaría, durante los dos
primeros años, casi 28 millones de soles al fisco a un costo promedio de 6% (1’662,311
soles), dejando en dicho plazo un saldo de 210,671 soles a
favor del contratista, recibiendo en compensación la libre
disponibilidad de los recursos del guano para el Estado
peruano (ver cuadro 3). Sin embargo, como resultado del
litigio con los consignatarios, Dreyfus se vio obligado a elevar
las mesadas a un millón de soles, a pesar de la oposición de
su socio Leiden Premsel, más inclinado al sistema de
“pequeños préstamos temporales” idóneos para prolongar la
dependencia del gobierno peruano con sus prestamistas79
. De
acuerdo con el testimonio de Dreyfus las crecidas exigencias
de dinero que hacía el gobierno como anticipación por la venta del guano fueron
estimuladas por los consignatarios, cuyos planes se orientaban a agotar sus capitales y
así, declarada su insolvencia, crearle conflictos que condujesen a la anulación del
contrato.
79 Carta de Premsel a Dreyfus, París, 15 de noviembre de 1869, cit. por Bonilla 1974, pp. 99-100.
Juan Martín Echenique
Página | 43
CUADRO 3:
COSTO DEL EMPRÉSTITO DREYFUS:
CÁLCULOS DEL COMISIONADO JUAN MARTÍN ECHENIQUE - 186980
PERIODO
IMPORTE DE
LAS MESADAS
COSTO DE LAS
MESADAS
(GIRO, PRIMA E
INTERÉS)
INTERESES DE
LA CUENTA
CORRIENTE A
FAVOR DEL
GOBIERNO
COSTO DEL
EMPRÉSTITO
Primer año
(agosto 69-julio
70)
14’725,000 1’199,455 116,234 1’083,221
Segundo año
(agosto 70-marzo
71)
13’002,063 741,244 162,154 579,090
Total 27’727,063 1’940,099 278,388 1’662,311
El ministro Piérola ratificó el Contrato Dreyfus el 17/VIII/1869, después de
reformar algunos artículos y oponerse a las presiones políticas y nuevas ofertas de los
consignatarios. Restablecido el crédito externo, el presidente Balta impulsa los
megaproyectos ferroviarios mediante la emisión de empréstitos (bonos ferroviarios)
autorizados conforme a la ley del 15/I/1869. El artículo 2º de dicha norma fijaba como
condición indispensable la recepción de los bonos para los contratistas, librando al fisco
de responsabilidad alguna por el precio o tipo en que luego éstos fuesen emitidos. No
obstante, los enemigos del contrato aún confiaban en ganar la partida en el Congreso. La
crítica estuvo centrada en la ilegalidad de la operación, según lo expuso el diputado José
María Gonzáles ante la Comisión Permanente. Éste juzgaba que el gobierno había
cometido flagrante violación de lo dispuesto en la autorización legislativa del 25/I/1869,
“preparando y fijando, por sí y ante sí, la manera de llenar el déficit de los presupuestos
venideros [abrogando] las facultades del Poder Legislativo”. Ciertamente, la venta de dos
millones de toneladas de guano representaba 90 millones de soles, es decir, más de cinco
veces el monto del déficit fiscal de 17’220,886 soles, lo cual contrariaba el artículo 7º de
la Constitución cuyo texto mandaba que los bienes nacionales solo podían enajenarse “en
80 Echenique, Juan Martín. “Empréstito. Réplica del Sr. Echenique”, en El Nacional, 31 de agosto, 2 y 7 de
setiembre de 1869. “Documentos Parlamentarios. Informe de las Comisiones de Hacienda y Justicia de la
Cámara de Diputados sobre el contrato celebrado por el Supremo Gobierno con la Casa Dreyfus,
Hermanos y Compañía de París en 17 de agosto de 1869”, en El Comercio, 21 de setiembre de 1870.
Página | 44
las formas que disponga la ley y para los objetos que ella designe”81
. La petición de
González fue apoyada por el dictamen de su colega Manuel Benavides.
El Ministro Piérola no se detuvo ante estas reconvenciones, y por el
contrario en la sesión de la Comisión Permanente del 16/IX/1869, informó que las
mesadas pactadas con Dreyfus hasta diciembre 1870 sólo alcanzarían a 30 millones de
soles, mientras el déficit fiscal actualizado era de 37’874,852 soles. De esa manera, se
justificaba la necesidad de solicitar otros siete millones de soles para equilibrar el
Presupuesto Nacional, aun cuando esta operación prolongaba la dependencia del fisco
peruano con el banquero francés hasta la década siguiente. Pese a los esfuerzos del
comisionado Juan Martín Echenique, las críticas de los opositores descubrieron pronto
los innumerables vicios legales del Contrato Dreyfus. Los diputados Luis Benjamín
Cisneros y José Luis Gómez Sánchez indicaron que el espíritu de la autorización daba
amplia libertad al gobierno para emplear todos los medios útiles en la nivelación del
presupuesto. El citado déficit, según nuevos cálculos del ministro Piérola llegaba a 35
millones de soles. Los días 8 de octubre y 25 de noviembre de 1869, la Comisión
Permanente envió sin éxito dos representaciones al Ejecutivo ordenándole circunscribir
el Contrato Dreyfus a los límites de la autorización citada. Paralizado temporalmente
este asunto en el Legislativo, Balta creyó oportuno apresurar su política ferroviaria.
Inútil es buscar en esta decisión la mano del estadista, pues no existió un minucioso
estudio de la relación costo/beneficio de las empresas viales, y ni siquiera fue tomado
como referente la baja cotización de las acciones de los ferrocarriles existentes, que en
el caso de las líneas Lima-Callao y Lima Chorrillos llegaban solo al 25%, y en las de
Huacho y Eten estaban en 45% y 10% respectivamente.
Los hermanos José y Juan Francisco Balta, según
testimonio de Rufino Echenique, intentaban ganar popularidad
para conservar su poder y gastaron gruesas sumas en caminos
de fierro sin reparar que el costo de uno solo de esos
ferrocarriles bastaba para poner expeditos todos los caminos
carreteros del país. Asimismo, el ministro Piérola,
81 Diario de los Debates. Comisión Permanente del Cuerpo Legislativo 1869, p. 144 y ss.
LuisBenjamínCisneros.
El califato de Piérola 1895-1899: reformas, represión y control oligárquico
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El califato de Piérola 1895-1899: reformas, represión y control oligárquico

  • 1. EL CALIFATO DE PIÉROLA 1895-1899 Universidad Nacional Mayor de San Marcos Fondo Editorial Universidad Nacional Mayor de San Marcos SHRA ALEJANDRO SALINAS SÁNCHEZ
  • 2. Alejandro Salinas Sánchez El califato de Piérola 1895-1899 Seminario de Historia Rural Andina Fondo Editorial UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS
  • 3. ISBN: 978-9972-231-71-1 Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N.° 2012-02928 Primera edición Lima – Marzo 2012 © El califato de Piérola 1895-1899 Alejandro Marcelo Salinas Sánchez © Fondo Editorial-UNMSM © 1ª edición Seminario de Historia Rural Andina – Universidad Nacional Mayor de San Marcos Tiraje 50 ejemplares Queda prohibida la reproducción total o parcial sin permiso del autor La universidad es lo que publica Lima-Perú El Fondo Editorial de la UNMSM es una entidad sin fines de lucro, cuyos textos son empleados como materiales de enseñanza. Centro de Producción Fondo Editorial UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS Calle Germán Amézaga s/n. Pabellón de la Biblioteca Central 4.º piso – Ciudad Universitaria Lima – Perú Correo electrónico: fondoedit@unmsm.edu.pe http: //www.unmsm.edu.pe/fondoeditorial/ Directora: Emma Patricia Victorio Cánovas Seminario de Historia Rural Andina Jr. Andahuaylas 348 Telf. (51-1) 619-7000 anexo 6158, Lima 1 Correo electrónico: shra@unmsm.edu.pe http: //www.unmsm.edu.pe/shrural/ Corrección de estilo: Yolanda Sosa Gómez Diagramación y diseño de carátula: Sara Castro García Carátula: Nicolás de Piérola. La Ilustración Española y Americana, 1880. Contracarátula: Medalla Nicolás de Piérola. Casa de Moneda de Lima, 1898. Escaneo: Juan Zárate Cuadrado
  • 4. “No olvidemos las finanzas, caballo de batalla de Piérola y sus conmilitones (…) “!A nadie se debe!” y los inscritos en las listas pasivas no reciben sino la tercera parte de sus haberes (…)“!Se administra con economía!” y se crea nuevas oficinas y nuevos cargos para los amigos o los deudos (…)“!Se da ejemplo de honradez!” y se encarpeta la denuncia de fraudes fiscales por la suma de doce millones de soles (…)“!Reina el bienestar general!” y los artículos de primera necesidad encarecen extraordinariamente (…) Solo en Lima florece un bienestar simulado y restringido”. Manuel González Prada, 1898
  • 5. Introducción Durante el cuatrienio 1895-1899, el Califa Nicolás de Piérola, aliado con sus antiguos rivales civilistas, condujo varias reformas socio-económicas y políticas, que sentaron las bases del renovado empoderamiento oligárquico. El círculo demócrata, popularmente conocido como pierolista, estaba compuesto por una generación de “notables” y tecnócratas1 , que redefinieron los conceptos de Estado y Nación bajo la sombra de la guerra perdida, la crítica a las pugnas entre facciones militares y la condena de la historia republicana. Conviene especificar que este proceso estaba inserto en la corriente modernizadora latinoamericana de fines del siglo XIX, caracterizada por concentrar la riqueza en grupos aburguesados a expensas de una baja redistribución de recursos entre las clases populares. Por ese motivo, el califato debió recurrir a la represión de huelgas urbanas y asonadas rurales, mientras al mismo tiempo ejercía el control de la institución parlamentaria, todo ello con el propósito de contener las protestas de los opositores. La figura carismática del Califa se había forjado a lo largo de dos decenios (1874-1894) de conspiraciones y revoluciones frustradas. En el curso de esos años, fue ganándose el afecto generoso y la entusiasta identificación de los pueblos con sus 1 Durante estos años fue conformándose una suerte de inteligentzia oligárquica, que basada en principios tomados del liberalismo y positivismo científico propugnaba la modernización del país. Los civilistas, que lograrían hegemonizar el gobierno bajo la presidencia de Eduardo López de Romaña (1899-1903), deseaban convertir el Perú en un símil europeo, es decir, una nación ordenada, próspera y culta, según los cánones occidentales. Contreras y Cueto 2007, p. 192.
  • 6. Página | 8 acciones2 . Ciertamente, el entorno personal de Piérola estuvo vinculado a lo místico y religioso desde temprana edad. Su formación en el Seminario de Santo Toribio, donde obtuvo la protección de influyentes sacerdotes, y sus primeros escritos en defensa del fuero eclesiástico lo acercaron al conservadorismo herreriano. Esta posición ideológica se forja en medio de la amenaza liberal, y explica por qué la propaganda periodística ejercitada por el joven Piérola en El Católico. El Progreso Católico, El Cosmos y El Tiempo, estuvo encaminada a cuestionar las reformas iniciadas en 1855 y sancionadas en la Constitución de 1857. Actuó entonces como un auténtico católico “modelo” decimonónico, y a partir de dicha experiencia definirá su posterior conducta política apartándola del autoritarismo militar y el civilismo guanero3 . La carrera política de Piérola comienza en 1869, cuando el Presidente José Balta lo designa Ministro de Hacienda. Quiso entonces ordenar la caja fiscal liberándola de los empréstitos de los consignatarios mediante el Contrato Dreyfus, calificado como “el Dos de Mayo de nuestra hacienda pública”4 . Sin embargo, los resultados no fueron satisfactorios, debido a los desatinos financieros del gobierno de José Balta y la situación ventajosa en que fue colocado Dreyfus, convertido en nuevo consignatario y tirano de la fiscalidad republicana. El civilismo, liderado por Manuel Pardo, se hizo cargo del país en bancarrota, y se propuso liquidar la imagen pública de Piérola achacándole responsabilidad penal en los corruptos negociados del fenecido régimen. Éste defendió su gestión hacendaria en el Senado, logrando que fuesen rechazados los cargos presentados en contra suya por la Cámara de Diputados. Poco después viaja a Chile, donde se reclama perseguido político e inicia una prolongada y constante campaña revolucionaria, la cual culmina con su ascenso al mando supremo de la Nación en diciembre de 1879. En ese contexto, la dictadura pierolista (1879-1881) surgió como movimiento “regenerador” ante el desgobierno y ocupación de Tarapacá por los invasores chilenos. Apoyado por sectores descontentos del Ejército y las masas 2 Al respecto, Jorge Basadre en un estudio comparativo de las personalidades de Manuel Pardo y Nicolás de Pierola, recuerda que el poeta José Santos Chocano había dicho que el Califa no tenía partidarios, sino fanáticos, al extremo de que por él se hacían matar muchos. Basadre 1992, p. 88. 3 Klaiber 1996, p. 114. 4 El Negociado Dreyfus … 1870, p. XXX.
  • 7. Página | 9 urbanas y rurales, impuso un liderazgo cuyas medidas gubernativas fueron opacadas por sus innegables desaciertos militares y financieros. Finalizado el conflicto, sus desavenencias con Miguel Iglesias y Andrés A. Cáceres, crearon un ambiente de beligerancia, que sus seguidores, aglutinados en el Partido Demócrata, aprovecharon para sellar pactos electorales y de gobierno con los civilistas. No obstante, en el frente partidario interno, la proximidad de Piérola con sus antiguos enemigos oligárquicos abrió espacios para potenciales líderes populistas, que podían disputarle la preferencia del pueblo. Dos de ellos, Guillermo Billinghurst y Augusto Durand, terminarían situándose a la izquierda del Califa y apartándose finalmente del pierolismo. Después del caos surgido con la guerra civil de 1894-1895, el califato emerge en un contexto de discurso favorable a la inversión extranjera como factor de recuperación nacional5 . Aunque la Declaración de Principios del Partido Demócrata de 1889 promovía las industrias nacionales y la capitalización local mediante cajas de ahorros y cooperativas6 , la política económica del Califa también estimuló las exportaciones sentando las bases para el posterior boom de los commodities mineros y agrícolas, y el consecuente desarrollo del comercio y la banca. En cuanto al aspecto político del califato, tanto la organización partidaria que lo sostenía como la conducción carismática de su caudillo, no permitieron consolidar la condición ciudadana de las clases populares. Esto se produjo, porque más allá de la reforma electoral y los discursos regeneradores del Califa, el liderazgo paternalista con rasgos autoritarios continuó subordinando la iniciativa colectiva. Por entonces, Piérola estaba convencido de que los partidos políticos eran la panacea para la solución de la crisis social y política del país. Sin embargo, la propia experiencia demócrata comprobó que la flamante partidocracia reproducía los métodos viciosos de las viejas camarillas de mediados del siglo XIX. Los intereses de grupo, las rencillas personales, los vetos infames, la imposición del caudillo y otras maniobras subsistieron en los actos de gobierno y las 5 En el decenio de 1870, Piérola había apelado al capital extranjero, específicamente francés, para contrarrestar a los civilistas oligarcas constituido como grupo de poder, cuyas principales rentas provenían del guano. Trazegnies 1992, p. 214. Sin duda, En las décadas de 1860 y 1870 las riquezas guaneras permitieron el surgimiento sucesivo de tres influyentes lobbys: el de los consignatarios, el de Augusto Dreyfus y el de Henry Meiggs. Los dos primeros ejercieron mayor poder político a través de Manuel Pardo y Nicolás de Piérola respectivamente, mientras el último tuvo influencia mediante la labor parlamentaria de José Silva Santisteban y Francisco García Calderón. Salinas 2007, p. 4. 6 Declaración de Principios… 1912, pp. 48-50.
  • 8. Página | 10 campañas eleccionarias ocurridas durante el califato. No en vano, las crónicas periodísticas y los airados reclamos de los disidentes pusieron de manifiesto el carácter elitista de la alianza gobernante. Este trabajo analizará tres aspectos fundamentales del califato pierolista: a) los puntos de encuentro y divergencias entre las prácticas populistas y el discurso modernizador; b) los conflictos de intereses surgidos entre la oligarquía limeña y los grupos populares urbanos y provincianos; y c) la política tributaria y manejo hacendario y sus efectos sobre la redistribución de la riqueza y carestía de la vida. En la medida que esta investigación aborda un hecho histórico complejo, construiremos nuestro marco metodológico recogiendo los conceptos y técnicas de la historia económica y la historia política. Además, la perspectiva histórica asumida relaciona una visión sincrónica, que estudia la interdependencia entre Estado, gobierno y sociedad urbana y rural en el período 1895-1899, con otra diacrónica que lo sitúa en el devenir decimonónico y lo revela como parte de un continuo proceso de renovación de patrones ideológicos y políticos. Por lo demás, las hipótesis de trabajo recogerán los aportes metodológicos de la historiografía latinoamericana, subrayando aquellos conceptos adecuados para plantearnos comparaciones con experiencias históricas similares acaecidas en la misma coyuntura de finales del siglo XIX. La historiografía nacional ha dividido sus opiniones sobre el significado del califato y la controvertida figura histórica de Nicolás de Piérola. Los historiadores y literatos más destacados del siglo XX, como Jorge Basadre, José de la Riva Agüero y Víctor Andrés Belaúnde, dedican gran parte de sus reflexiones a dichos temas. Entre los trabajos circunscritos a la vida y actividad política del Califa, podemos citar la biografía apologética de Alberto Ulloa (1949), el estudio histórico de Jorge Dulanto (1947), y los ensayos lapidarios de Manuel González Prada (1898), entre otros. En la presente investigación examinaremos aquellas acciones financieras o políticas dispuestas por Piérola durante sus gestiones ministerial, dictatorial y presidencial, y los efectos que éstas tuvieron en el devenir republicano del último cuarto del siglo XIX. En ese contexto, resulta inadecuado justificar los desaciertos del Califa invocando argumentos contrafácticos, o asumiendo una posición “neutral” frente a los hechos históricos. Piérola no fue el único culpable del desastre decimonónico nacional, pero su liderazgo
  • 9. Página | 11 caudillista y vanidoso carácter, reconocido y tolerado por sus propios partidarios7 , lo llevaron a imponer criterios personales en medidas de naturaleza institucional. Esa sobreestimación de sus capacidades se hizo patente en el manejo de la crisis financiera, la penosa defensa de Lima ante el ataque chileno y el debilitamiento del Partido Demócrata, causado por las frustraciones y desencantos provenientes de la alianza con el civilismo de la posguerra. 7 El poeta José Santos Chocano registró esta manía narcisista del Califa, que lo empujaba a promover su imagen personal, mostrándose siempre “elegante en los movimientos [y] atildado en el traje”. Por ello, cuidaba cada detalle de su apariencia, “desde el mechón rizado de cabellos blancos (…) hasta los tacones aperillados en que hacía reposar él la desenvoltura de su armonioso ritmo [y] el vestido era para él una preocupación académica, desde la corbata de plastrón hecho en piqué blanco, luciendo en el prendedor un camafeo, hasta la caída correcta de las rayas verticales del pantalón bien planchado, sobre el calzado sin puntera de negra y espejante cabritilla”. Chocano 1940, p. 109.
  • 10. Capítulo I Del seminarista al ministro del guano Hacia mediados del siglo XIX, las aulas del Convictorio de San Carlos y del Seminario de Santo Toribio estaban agitadas por el debate ideológico entre liberales y conservadores. Apegado a sus tradiciones religiosas, el Ministro de Hacienda, Nicolás Fernández de Piérola y Flores, matricula a su primogénito, José Nicolás Baltazar, en el seminario toribiano para que siguiese la carrera eclesiástica. En dicho centro de formación religiosa, y bajo la influencia de las ideas herrerianas, alcanza grandes reconocimientos e integra una pléyade conservadora de prelados y políticos, en la cual destacaban además algunos estudiantes del convictorio carolino. Dicho grupo será identificado por sus adversarios como partido ultramontano8 . Muchos de ellos, como Pedro José Calderón y Evaristo Gómez Sánchez, accedieron a puestos públicos durante el gobierno de Juan Antonio Pezet9 . El propio Piérola, desde las páginas de El Tiempo, devino en publicista del citado régimen. Sin embargo, su fase de empoderamiento político se inicia con el régimen del caudillo militar, José Balta. En esa coyuntura, gracias 8 En el semanario La Ilustración, publicado por los estudiantes carolinos entre abril y diciembre de 1853, colaboraron jóvenes conservadores como Pedro José Calderón, Daniel Ruzo y Evaristo Gómez Sánchez. Holguín 1994, p. 136. 9 Entre los conservadores carolinos podemos mencionar a Felipe Masías, Daniel Ruzo, Octavio Tudela, Manuel A. Barinaga y Manuel Santos Pasapera. “La Opinión Nacional”, en La Opinión Nacional, 27 de marzo de 1875. Estos dos últimos fueron funcionarios de Estado durante la dictadura pierolista.
  • 11. Página | 14 ManuelTeodorodelValle.a sus operaciones financieras, aglutina en torno suyo a los sectores opositores al civilismo, pugna que atravesará todo el decenio de 1870. 1.1 Seminarista y periodista Entre 1853 y 1861, la vida académica de Nicolás de Piérola estuvo íntimamente vinculada al Seminario Conciliar de Santo Toribio de Lima. Este espacio académico había sido reabierto en abril de 1847, gracias a los trabajos previos del arzobispo Francisco Javier de Luna Pizarro, quien donó 64,398 pesos y su valiosa biblioteca al seminario. Posteriormente, para ampliarlo compra la llamada Casa de las Bulas y otros dos claustros abandonados del convento de San Francisco. Igualmente, en 1855, poco antes de fallecer reúne sacerdotes cultivados y virtuosos para dejarlos a cargo de la enseñanza de los jóvenes internos. El primer rector de este remozado centro religioso fue Pedro Pablo Rodríguez10 , y entre sus docentes se distinguían los sacerdotes Manuel Teodoro del Valle11 y Ambrosio Huerta12 , quienes ejercerían el rectorado más adelante. En enero de 1853, el joven Piérola ingresa al citado seminario por iniciativa de su padre, quien mediante carta remitida al rector Rodríguez exaltaba la marcada inclinación por la carrera eclesiástica del futuro novicio, así como sus méritos en cuanto a “competencia, legitimidad, estudios preliminares, buena vida y costumbres”13 . Aunque esa personalidad virtuosa no lo hacía poseedor innato de la vocación sacerdotal, sus devotos padres estaban convencidos de que debía perfeccionarse en un centro religioso. Por lo demás, debido a sus modestos recursos, el único camino de 10 El canónigo Pedro Pablo Rodríguez fue también Rector de la Universidad de San Marcos entre 1852 y 1854. En 1839, con el propósito de proveer a los estudiantes de un manual con lecciones teológicas escribió el folleto Breve Compendio de Teología Moral, estractado de los autores con más concepto y dispuesto para el uso e instrucción de los pretendientes de los Sagrados Órdenes. Dicho texto, reeditado en 1856, abordaba asuntos religiosos generales, los actos humanos y sacramentos. Saranyana 2008, p. 650. 11 Manuel Teodoro del Valle fue obispo de Huánuco entre 1866 y 1888. En 1866, ofició el bautismo de Adán Jesús Isaías, hijo de Nicolás de Piérola. Al año siguiente, organizó la Sociedad Católica Peruana “como grupo de presión capaz de defender la religión y la iglesia de los ataques que estaba recibiendo del partido liberal”. García Jordán, Pilar. “A propósito de “Derechos inalienables”, religión…”, en Boletín Americanista 1985, p. 128. 12 Ambrosio Huerta fue profesor y rector del Seminario Santo Toribio, y obispo en las diócesis de Puno (1865-1874) y Arequipa (1880-1887). Durante la segunda mitad del siglo XIX fue considerado uno de los mejores oradores y pensadores del clero peruano. Klaiber 1996, p. 102. 13 Dulanto 1947, p. 17.
  • 12. Página | 15 Bartolomé Herrera. asegurarle buena educación era destinándolo al sacerdocio14 . En estos años juveniles, Piérola se forja intelectualmente en la escuela escolástica y tradicionalista de monseñor Ambrosio Huerta y Bartolomé Herrera, y rápidamente pasa de alumno a maestro15 . El plan de estudios del seminario toribiano comprendía cursos de Religión, Historia Sagrada, Matemáticas, Geografía, Física, Latín, Francés e Inglés. Había dos cursos de Filosofía y cuatro de Teología, y también se dictaban clases de Derecho Constitucional, Natural, Civil y Católico. De acuerdo con su estructura académica, este seminario se dividía en tres facultades: Artes, Derecho y Teología16 . Asimismo, se daba primacía al estudio de las ciencias sobre las letras, y dentro de éstas a los estudios teológicos y eclesiásticos. De esta época, han quedado registros del buen rendimiento de Piérola en los cursos de Cálculo, Planos, Geometría, Trigonometría, Mecánica, Física, Meteorología, Astronomía, Óptica, Psicología del Pensamiento y de la Lógica, Ética, Política, Geografía moderna, antigua y sagrada, Fundamentos de la Religión, Lugares Teológicos, Filosofía, Derecho Civil Patrio y Derecho Canónico. Sin embargo, los seminaristas no tenían acceso a los conocimientos de Historia, Literatura y Gramática, considerados básicos entonces para la formación de los futuros intelectuales o dignatarios17 . Estas omisiones académicas no le impidieron sobresalir en el examen público de 1854, con una disertación referida a cuestiones filosóficas y psicológicas. Ésta fue elogiada por Bartolomé Herrera, el cual en su condición de jurado lo felicitó y dispuso que le fuese otorgada una medalla de oro. La influencia de Herrera sobre los seminaristas se hizo más visible a partir de 1855, cuando funda el periódico El Católico para combatir las ideas liberales18 , y en cuyas páginas Piérola aprendería las 14 Chirinos 1966, p. 55. 15 Pacheco 1981, p. 3. 16 Vargas Ugarte 1969, p. 88. 17 Ulloa 1981, p. 81. 18 El Católico se autodefinía como periódico religioso, filosófico, histórico y literario. En su primer número se comprometió a “sostener la causa santa del catolicismo, contra los furiosos ataques de que hoy es el blanco (…) La lucha es de principios, queremos afrontar a la irreligión los absurdos de que adolece, pretendemos vindicar a la Iglesia Católica de que le prodigan tal vez por hijos desnaturalizados”. “Nuestra conducta”, en El Católico, 5 de mayo de 1855.
  • 13. Página | 16 primeras lecciones de periodismo19 . El ambiente doctrinario en que se estaba formando recogía fundamentos de las teorías de Juan Devoti20 y José de Maistre21 , coincidentes en privilegiar la autoridad del Papa sobre los poderes temporales. En los años siguientes amplía su perspectiva filosófica con lecturas de Georges-Louis Leclerc (Conde de Buffon), Víctor Cousin, Immanuel Kant y Gottfried Leibniz. No es extraño suponer los animados debates sostenidos entre Piérola y los demás seminaristas acerca de la libertad y fatalidad, del orden natural y sobrenatural, y sobre las cuestiones del alma desarrolladas por Jacobo Bossuet22 . Estas meditaciones espirituales eran armonizadas con las pasiones políticas cotidianas, pues según su biógrafo Alberto Ulloa, mientras estudiaba se mantenía al tanto de los movimientos revolucionarios contra Castilla. Por ello, guardaba en los bolsillos “clandestinamente los panfletos desafiantes y duros de Hipólito Sánchez”23 , que eran contrarios al caudillo tarapaqueño por incumplir el programa revolucionario de 1854 y exaltaban el fervor cívico de Arequipa. Ciertamente, los rumores de conspiraciones y revueltas durante 1857 estremecieron los salones toribianos, cuya proximidad ideológica con las demandas del caudillo aristocrático Manuel Ignacio de Vivanco era fácilmente comprensible. Dicho movimiento se insertaba en un contexto de rivalidad entre la idiosincrasia religiosa sureña y el liberalismo limeño, que había 19 Según González Prada, los primeros ensayos del seminarista Piérola fueron publicados, bajo el seudónimo de Lucas Fernández, en un “periodiquillo, fundado, redactado y fomentado por clérigos”. González Prada 1969, p. 48. 20 En su trabajo Instituciones Canónicas, el prelado italiano Juan Devoti (1744-1820) defiende la autonomía de la Iglesia respecto del poder temporal, señalando que sus funciones “eran enteramente distintas de las que corresponden a la potestad civil, y así cada cual ejerce un imperio propio y absoluto de las cosas que a cada uno pertenecen (…) El uno tiene por objeto las cosas civiles, y la felicidad temporal de los hombres; el otro las cosas sagradas y la bienaventuranza eterna de los mismos”. Devoti 1830, p. 3. 21 El conde Joseph de Maistre (1753-1821) fue un monarquista francés partidario de la restauración borbónica. Escribió Las veladas de S. Petersburgo o diálogos sobre el gobierno temporal de la Providencia, en donde a manera de diálogo platónico trata de la naturaleza del gobierno humano y la autoridad papal. Berlin 2008, p. 122. 22 Dulanto 1947, p. 22. 23 El abogado, astrónomo y matemático arequipeño, Hipólito Sánchez, junto con Toribio Pacheco y Benito Bonifaz, fueron los ideólogos de la frustrada revolución arequipeña de 1857. Desde junio de dicho año, Sánchez recogió el clamor popular en varios boletines de combate titulados “Vencer o morir”. Basadre 2000, tomo IV, pp. 866-867. En esos documentos, defendía la resistencia colectiva de los arequipeños y criticaba los despilfarros ocurridos durante el “gobierno de la moralidad” de Castilla, advirtiendo que en tiempos de Echenique pudo verse “esos caudales impulsando la industria y derramando abundancia en las ciudades”. Basadre 1939, p. 272.
  • 14. Página | 17 Agustín de la Rosa Toro. dado rango constitucional a varios principios intolerables para los conservadores24 . Dada su condición colegial, Piérola se vio obligado a dejar de lado las simpatías políticas, y ocuparse de labores filantrópicas. Por ello, intervino en la organización de la sociedad juvenil denominada Hermandad de Caridad de San Luis Gonzaga, destinada a la asistencia de niños desvalidos. Allí cumplió las funciones de secretario del director, Ambrosio Huerta, alcanzando a fundar el Colegio de Caridad de San Luis el 19 de marzo de 1857. Los informes sobre manejos económicos de este colegio fueron publicados regularmente en El Católico. La muerte de sus padres en 1858 lo hizo desistir de tomar los votos sacerdotales, y con la ayuda de las familias Tristán, Villena e Iturbide, asume la manutención y asistencia de sus hermanos. Respetado y apreciado por los maestros toribianos, obtiene el nombramiento de profesor sustituto de la cátedra de Filosofía. Comparte esta actividad con la publicación de artículos en la revista La Razón del Seminario, y la redacción de discursos que son leídos en reuniones con Ambrosio Huerta25 . En 1859 el gobierno de Ramón Castilla refuerza la labor educativa del seminario asignándole 12,000 pesos para obras de reedificación. Existían entonces 220 alumnos matriculados, una población escolar considerable en aquella época, pero los ambientes del seminario podían recibir hasta 500 alumnos. El 18 de diciembre de 1859 se realizaron los exámenes en el remozado local. La ceremonia estuvo presidida por el deán y vicario general, Lucas Pellicer, acompañado de Bartolomé Herrera, el futuro arzobispo limeño Manuel Bandini y el rector del Convictorio de San Carlos, Juan Gualberto Valdivia. Entre los profesores descollaban Pedro José Calderón, Luciano Benjamín Cisneros, Simón Paredes, Agustín de la Rosa Toro, Celso Bambarén y otros26 . Mientras tanto, Piérola estudiaba Derecho Canónico, esforzándose por continuar su carrera eclesiástica. A partir de 1860, por orden del vicario general, Pedro de Benavente, todos los clérigos debían aprobar el curso de Teología Moral, cuya enseñanza fue 24 Armas 1998, p. 96. 25 Dulanto 1947, pp. 23-24. 26 Vargas Ugarte 1969, pp. 85-86.
  • 15. Página | 18 encargada al cura de la parroquia de Santa Ana, Luis Guzmán. Durante todos estos años, Ambrosio Huerta le dio constante y afectuoso apoyo, supervisando sus estudios e influyendo en sus ideas y carácter27 . Entre quienes fueron condiscípulos o coincidieron en algunos cursos con el futuro caudillo, puede mencionarse a Benjamín Boza, Pedro José Calderón, Pedro Gallagher, Agustín Obin, Federico Panizo, Santiago Távara, Manuel Tovar y Felipe Varela. La vida de muchos de ellos se entrecruzará en acciones políticas posteriores. Condiscípulo suyo fue también Manuel González Prada28 , aunque éste por su carácter discreto y desconfiado se mantuvo distante del audaz y extrovertido Piérola29 . En febrero de 1861, opta por retirarse del seminario para contraer matrimonio con su prima Jesús Iturbide Villena y afrontar la responsabilidad familiar que ello implicaba. Para Ulloa, esta repentina secularización estuvo condicionada por su temperamento sensual, exhibicionismo, gustos refinados y afición por los rangos y dignidades, preferencias que lo alejaban de la vida monacal. A pesar de este distanciamiento, mantuvo vínculos con la revista clerical El Progreso Católico, a través de la cual expresaba sus preocupaciones en materias religiosas30 . El apresamiento del ex- presidente Rufino Echenique por mandato del gobierno de Castilla31 , lo impulsa a escribir el texto “Memoria sobre la soberanía política”32 , que lee el 28 de julio de 1861 ante su círculo amical, y publica después en folleto. Allí, Piérola analiza los fundamentos de la autoridad y el ejercicio legítimo de la misma. Comienza situando el origen del conflicto entre los señoríos individuales en el nacimiento de la vida en sociedad, y 27 Ulloa 1981, pp. 85-86. 28 Manuel González Prada estudió entre 1857 y 1860 en el Seminario Santo Toribio. En medio de la ofensiva liberal de 1856, sus padres decidieron matricularlo contra su voluntad en dicho centro de estudios, temerosos de que fuese ganado por las prédicas liberales, que ya lo habían atraído durante su estancia en Chile. Sánchez 1986, p. 36. 29 Leiva 1993, p. 15. 30 En el tomo I de dicha revista, Piérola publicó el artículo “El segundo mandamiento”, en el cual narraba el castigo divino sufrido por un perjuro. Basadre 1992, p. 84. 31 El 24 de marzo de 1861, arribó al Callao el vapor “Bolivia” procedente de Chile, conduciendo de incógnito a Rufino Echenique. Enterado el presidente Ramón Castilla, que éste venía con la intención de liderar un movimiento revolucionario ordenó su captura y encarcelamiento. Según Echenique, su regreso a Lima estuvo motivado por el deseo de someterse a juicio de residencia, en el cual demostraría las injusticias del gobierno contra él y los revolucionarios. Echenique 1952, tomo II, p. 246. 32 En opinión de Alberto Ulloa, este ensayo estaba dominado por la escolástica y el dogmatismo. Allí Piérola recurrió a conceptos de la Filosofía, Teología, Metafísica y Política, para obviar en la soberanía el principio de representación y reemplazarlo por el “extravagante derecho a obedecer”. Ulloa 1981, p. 104.
  • 16. Página | 19 señala que la necesidad de fijar los límites de dichos dominios fue resuelta mediante las regulaciones del derecho. En este punto asume el principio aristotélico de que en toda sociedad unos mandan y otros obedecen. Sin embargo, lo más importante era precisar en quien residía la soberanía. Las teorías filosóficas no ayudaban mucho a dilucidar este tema, pues se perdían en argumentos abstractos y metafísicos sin darse cuenta que la sociedad era la base de la soberanía, siendo imposible concebirla sin ésta33 . Por eso, distorsionaron la noción de la misma convirtiéndola en cuestión de derecho constitucional cuando correspondía al derecho social. Piérola distinguió en la soberanía un elemento divino inmutable y otro humano, el cual generaba la acción y progreso. Los teóricos tenían una visión parcial de esta dualidad, por ello, afirmaban la primacía divina mediante la idea del derecho de los reyes, o la concedían al hombre, a través de la soberanía absoluta de los pueblos. A juicio suyo, la soberanía implicaba: 1) la supremacía de existencia, que justificaba la supremacía de acción, denominada mando, 2) una idea de relación entre dos términos separados y que variaba junto con ellos, y 3) el sentido de obligación. En ese contexto, el ejercicio de la soberanía residía en aquellos capaces de encaminar a los asociados a su fin, es decir, en quienes “se hallan obligados a satisfacer el derecho, que los miembros de una sociedad tienen de ser mandados”34 . En el curso de la historia, ésta había sido ejercida por intermedio de una relación de dominio natural en el caso de la familia, o en virtud al consentimiento tácito de los miembros de una sociedad. Al respecto, advierte que no debe confundirse el derecho de mandar con el derecho de ser obedecido, pues la soberanía puede revestir multitud de formas según el carácter de cada sociedad, mas la diferencia solo radicaba en la forma de ejercitarse. Esto permitía el manejo del Estado por distintos grupos de personas, siempre que éstos fuesen los más capacitados para detentar la dirección social, y respeten los principios constitucionales garantes del carácter obligatorio de la soberanía35 . 33 Piérola 1861, pp. 9-10. 34 Este texto recoge las ideas de Bartolomé Herrera, quien vinculando soberanía y obediencia criticaba la noción de soberanía popular, pues “suponiéndola emanada del pueblo, cada enemigo de Dios, quiero decir del sosiego público, ha podido invocar el nombre del pueblo para derrocar al gobierno y el poder de las leyes”. Herrera 1846, p. 13. 35 Piérola 1861, pp. 18-25.
  • 17. Página | 20 En mayo de 1862, funda y dirige El Cosmos, cuyo propósito era suplir “la necesidad de un periódico religioso”, ante el vacío dejado por la desaparición de El Progreso Católico. Fueron colaboradores de este periódico, Manuel Pancorbo, Manuel Tovar y Ricardo Rossel. La inquietud principal de Piérola consistía en combatir la idea del progreso entendida como ruptura con lo existente; “anatematizando todo lo que no era su obra (…) la religión, por eso, como nada, es su enemigo jurado, su barrera”. Progresar desechando lo existente –agregaba– conmovería las bases estables de la humanidad, por lo tanto ofreció a sus lectores ocuparse de contener los extravíos y alucinaciones del siglo, sobre todo para que la gente valorase la religión en su sentido filosófico. Al mismo tiempo, dejaba abiertas las páginas de El Cosmos al debate de asuntos políticos, científicos y de artes, con el propósito de conservar la salud social del país36 . En el segundo número de este periódico, alertó del peligro que se cernía sobre la Patria americana ante la formación de ejércitos y escuadras europeas, dispuestas a invadirla para someterla e imponerle leyes. Expresaba además el espíritu regenerador inherente que tendría la guerra defensiva, pues traía consigo la urgencia de examinar la constitución social del país. En esa coyuntura, miraba con desconfianza el liderazgo liberal basado en “un partido compuesto de uno que otro corifeo” acompañado por la multitud leal de siempre, empecinado en marginar del movimiento patriótico a los que juzgaba retrógrados. De igual manera, los acusaba de aprovechar la coyuntura pre-bélica para promocionar sus teorías y principios, estampadas en una Constitución “de la que el buen sentido nacional protestó”, mientras se apoderaban “de la tribuna y de la prensa [y] se han sentado en el bufete del ministro o se han encaramado en el tabladillo electoral”. Frente a ellos se encontraban “unos pocos que se afanan por el funesto influjo de tan odiosas enseñanzas, y la gran mayoría de la Nación que en su silencio las reprueba (…) pero que no toma parte activa en la lucha”. Ese partido deseaba apartar al pueblo del liberalismo, y previniéndolo “contra sus enseñanzas, imprimirle una dirección y un movimiento opuesto enteramente”37 . Esta campaña sería censurada por los editores de El Comercio, calificando a Piérola de “semi-ultramontano, semi-conservador exageradísimo y de mala ley”, 36 “El Cosmos”, en El Cosmos, 24 de mayo de 1862. 37 “El Cosmos”, en El Cosmos, 3 de junio de 1862.
  • 18. Página | 21 mientras tildaba al partido conservador de “polilla funesta de América” y cuna de los Santanas, Miramones y Almontes38 . Estos adjetivos fueron rechazados en una exposición, que acusaba a los “demócratas” (liberales) de vincular la defensa de la América con “la realización de la democracia”, colocándolas en igual categoría cuando tenían objetivos independientes. Desde la perspectiva pierolista, la democracia de los liberales encubría lo que él llamaba “rojismo”. Similar polémica sostuvo con La América, rechazando el epíteto de abogado de la monarquía con que era atacado, pues en ninguna de las ediciones de El Cosmos había sostenido esa posición39 . Seguidamente reiteraba sus denuncias contra la dolorosa y dañina experiencia del liberalismo peruano. No obstante, evitó desatar una disputa periodística que exacerbara las luchas intestinas, porque dividir la Patria ante la amenaza externa era un crimen enorme. Para despojarse de toda aureola monárquica reafirmaba su fe republicana, aunque insistía en desconocer el papel de los liberales que se consideraban apóstoles del progreso, argumento invocado para “crearlo todo a su antojo y como a su capricho conviene”. La República –decía– no debía estar en manos de quienes distorsionaban la realidad con sus utopías40 . Más tarde, protestó contra la marginación de la Iglesia de los asuntos cotidianos invocando el pretexto de que el reino cristiano no era terrenal. De ello se desprendía el cuestionamiento a la soberanía temporal del Papa, al cobro de diezmos y primicias y la circulación de diarios religiosos interesados en la política, con lo cual las enseñanzas cristianas solo tendrían vigencia en los santuarios41 . En su dogmática visión, los planes liberales intentaban abrir un abismo entre la religión y la vida incentivando entre los católicos el olvido de los principios morales. De ese modo, cuando algún 38 El Comercio identificaba la propaganda conservadora pierolista con la ideología monarquista del ex- presidente mexicano, Antonio López de Santa Anna, autodenominado Su Alteza Serenísima, y los generales Miguel Miramón y Juan Almonte, opositores a las reformas liberales de Benito Juárez. 39 “El Cosmos”, en El Cosmos, 14 de junio de 1862. 40 “El Cosmos”, en El Cosmos, 25 de junio de 1862. Este antiliberalismo de Piérola coincidía con las ideas expuestas años antes por diversos colaboradores de El Católico. En uno de esos artículos, se decía “que si hoy se agita convulsa más de una sociedad, si más de un trono se bambolea, si la corrupción avanza haciendo rápidos progresos, si no hay institución que no claudique al otro día que se la viera nacer, si los gobiernos están desprestigiados y si la anarquía existe en el corazón de los pueblos, solo es debido al influjo del liberalismo (…) solo existe verdadera libertad, allí en donde son acatados los principios de la religión y de la moral; que solo es realmente libre el ciudadano virtuoso, el hombre íntegro y honrado, que siguiendo los impulsos de su delicada conciencia, se muestra intolerante con el vicio y el error”. “El liberalismo de algunos SS. Diputados”, en El Católico, 6 de octubre de 1855. 41 “El Cosmos”, en El Cosmos, 30 de junio de 1862.
  • 19. Página | 22 NicolásdePiérola,1863.religioso reprobara las reformas radicales, sería descalificado aduciendo que sus observaciones sobre cosas temporales eran inaceptables. Esta actitud lo desconcertaba, porque los liberales pregonaban “una religión formada por el progreso (…), de un evangelio por ellos interpretado y por ellos expuesto”. En resumen, los sacerdotes y doctores iban a ser reemplazados por “los obreros del porvenir y de la libertad”42 . Desde mediados de 1862, la crisis fiscal llamó su atención, porque en el Perú el tesoro público sostenía al Estado y los individuos, pues “todos o casi todos viven del gobierno”. La designación de Pedro Gálvez como Ministro de Hacienda había generado expectativa, y aun cuando no se conocían sus planes confiaba en que éste comprendería que “los grandes proyectos financieros no consisten sino en la legal y económica inversión de las rentas públicas”43 . En este campo centra su enfoque en el problema monetario, considerado entonces “la cuestión capital y única” de la economía nacional. Con cierta ironía contemplaba cómo los académicos producían numerosos artículos y se enfrascaban en conversaciones estériles, mientras el público de manera pragmática combatía la aprobación de un proyecto de empréstito contrario a sus demandas. Por su parte, el gobierno creaba incertidumbre entre los comerciantes y consumidores con sus falsos anuncios sobre la próxima firma de un decreto de conversión monetaria. Piérola se oponía a la devaluación del “cuatro” boliviano (medio peso) a tres reales, en tanto afectaba los derechos adquiridos de los tenedores y el compromiso de indemnización ofrecido por el gobierno, que había autorizado la circulación del feble y era responsable de conservar su valor nominal. Tampoco admitía la propuesta de reducir la ley monetaria al extremo de que fuese “incapaz de acomodarse a ningún sistema numérico del mundo”44 . En cambio, elogiaba el previsto establecimiento de una Caja de Ahorros y Monte de piedad por algunos miembros de la Bolsa Comercial de Lima para auxiliar a las clases trabajadoras. En teoría, las operaciones de imposición y préstamo de dinero a bajo interés aumentarían y conservarían la riqueza individual. Por tanto, “nada más útil para el 42 “El Cosmos”, en El Cosmos, 9 de julio de 1862. 43 “El Cosmos”, en El Cosmos, 12 de julio de 1862. 44 “El Cosmos”, en El Cosmos, 25 de julio de 1862.
  • 20. Página | 23 JoséGregorioPazSoldán. pobre y el rico que instituciones de esta especie, que cría y fomenta capitales dándole a todos ventajas verdaderas, sin causar gravamen fuerte a ninguno”45 . Hacia noviembre de 1862, apenas finalizado el gobierno de Castilla, exige investigarlo “con calma, pero sin condescendencia” por la prórroga de las consignaciones, manifestando que éstas no producían beneficio económico alguno y convenía reemplazarlas por el sistema de administración fiscal. En esa coyuntura, alcanza la categoría de “elector” en la parroquia de Santa Ana, y constata con asombro la corrupción de los procesos eleccionarios, vicio que achaca a la herencia colonial superviviente en hombres e instituciones. Simultáneamente marca distancia de aquellos grupos conservadores empecinados en la defensa del absolutismo. En lo personal, asociado con José Huerta dirige la empresa editorial Huerta y Cía., integra el jurado de “Lugares Teológicos” en el Seminario de Santo Toribio, y reafirma su compromiso de mantener El Cosmos al servicio de las ideas religiosas46 . Más tarde, en julio de 1864, inaugura una nueva etapa en su labor periodística publicando el periódico El Tiempo. Allí lucirá nuevamente su polémica pluma en medio de la beligerancia patriótica originada por la pretendida intervención del gobierno español en el arreglo del incidente de Talambo47 . Dicho acto colonialista y el inminente ataque de la escuadra española al Callao lesionaban la honra nacional, por lo que interpretando el clamor popular, Piérola demandó firmeza de actitud al presidente Juan Antonio Pezet. De otro lado, expresó su descontento con la gestión del Ministro de Relaciones Exteriores, Juan Antonio Ribeyro, y las ambiciones políticas de los hermanos Paz Soldán48 . Mientras seguía atentamente las negociaciones con el almirante español Luis 45 “Revista interior. La Quincena”, en El Cosmos, 28 de agosto de 1862. 46 Dulanto 1947, p. 34. 47 En agosto de 1863, una pelea entre peones peruanos y vascos de la hacienda de Talambo (La Libertad) terminó con la muerte de uno de estos últimos. Los españoles convirtieron este asunto judicial en materia de reclamación diplomática, utilizándolo para imponer la presencia del comisario regio Eusebio Salazar y Mazarredo, con la consecuente mengua de la soberanía nacional. El rechazo del susodicho título y de otras exigencias provocaron la ocupación de las islas Chincha por la escuadra española, y la posterior guerra que culminaría con el combate del 2 de mayo de 1866. 48 El recelo de Piérola contra esta connotada familia de liberales provenía probablemente de la posición asumida por el Fiscal José Gregorio Paz Soldán, en el conflicto sostenido en 1861 entre gobierno y Arzobispado por la resistencia de este último a someter el seminario a la tutela de la Universidad San Marcos. En su dictamen del 23 de octubre de 1861, Paz Soldán rechazó las pretensiones del Arzobispo,
  • 21. Página | 24 Pinzón, analiza diversos temas económicos, como la obra del ferrocarril Lima-Jauja, la ley de pesos y medidas, el guano, la moneda y empréstitos. En estos últimos puntos, propuso la expulsión del feble boliviano, la derogatoria de la ley monetaria del 14/II/1863, y el gasto reproductivo de los préstamos contraídos. Además exigía abolir las consignaciones, porque se prestaban a negociados, tal como había sucedido con la de España entregada a Julián Zaracondegui, a pesar de que ofreció menores ventajas que José Antonio García y García. Este hecho no era la excepción, sino la regla, pues los favoritos y recomendados de importantes funcionarios estatales obtenían contratos aun incumpliendo requisitos fijados en los remates. Por ese motivo, el periódico satírico La Zamacueca refiriéndose a la “yaga gangrenosa de las consignaciones”, hacía notar que en veinte años de exportaciones del guano, el país carecía de dinero, mientras los guaneros “nadaban” en plata49 . A comienzos del segundo semestre de 1864, contagiado del furor suscitado por la ocupación española de las islas Chincha, Piérola critica la actitud pusilánime de las autoridades gubernativas. En varias ediciones de El Tiempo desaprueba “la parsimonia indigna y la culpable espera del gobierno”, y presiona al Legislativo para que, autorizando el uso de las armas, se arrancara la inmediata devolución de las citadas islas guaneras. Finalmente, el 29 de julio de 1864 lanzó una advertencia premonitoria: “si el ministerio persiste en su política de tolerancia, la revolución es indefectible”50 . Conforme iba acentuándose los reclamos incendiarios, el presidente Pezet intentaba atenuarlos informando a la opinión pública acerca de los trámites diplomáticos y aprestos bélicos. Para reforzar dicho cometido, subvenciona al periódico pierolista a fin de que actuase como vocero oficioso. Hubo rumores maliciosos sobre este repentino cambio, pero Piérola estaba persuadido de que debía contribuir a la estabilidad del José Sebastián de Goyeneche, que negaba al Estado el “derecho de tuición” sobre los establecimientos educativos. Agregaba que el gobierno poseía la facultad de “organizar y reglamentar la instrucción pública”, a fin de evitar abusos como los ocurridos en el Colegio de San Carlos, donde “se había introducido el abuso de enseñar doctrinas contrarias a la independencia y soberanía de la Nación, a las regalías del Patronato, a la jurisdicción de los tribunales, y hasta negar al Congreso el poder de legislar”. Paz Soldán, José Gregorio. “Dictamen del Ministerio Fiscal”, en La Revista de Lima, tomo IV, 1861, p. 374. 49 Dulanto 1947, p. 37. 50 Idem 1947, pp. 38-39.
  • 22. Página | 25 régimen51 . Por eso, contrariando la voz mayoritaria de la prensa limeña, saluda el Tratado Vivanco-Pareja, firmado el 27/I/1865, al cual califica de decoroso. En los días posteriores sostuvo que dicho acuerdo viabilizaba la redención de las islas Chincha disipando el fantasma de la guerra. Demostrando lealtad al gobierno, respalda el Manifiesto de Pezet (3/II/1865), y tolera la prisión de Castilla (6/II/1865). A finales de febrero, explica su novedoso punto de vista a través de varios artículos titulados “La cuestión española y la política interior”52 . Más allá de esta asistencia periodística, Piérola sostenía fuertes discrepancias con el gobierno en cuanto al manejo hacendario. El empréstito de 40 millones de soles, negociado en Londres por los comisionados José Sevilla y Manuel Pardo, fue el blanco de sus impugnaciones, pues arrojaba una pérdida nominal del 42% por diversos conceptos: a) 25% a causa de la emisión al 80%, b) 12% por obra de la conversión de bonos al 90.7%, c) 1.5% en pago de comisiones a Pardo y Sevilla, y d) 3.5% por gastos diversos. Por lo demás, con ese dinero serían amortizados los préstamos tomados por Pezet desde abril de 1864. En dicha operación calculaba una mengua adicional del 25% debido a la diferencia de valores entre los pesos y vales. En consecuencia, el daño fiscal excedía el 65%. A criterio suyo, el proyecto de empréstito de Pedro Telmo Larrañaga era superior, pues dejaba un saldo disponible de 37 millones de soles53 , es decir, 19 millones más que el Sevilla-Pardo, cuyo rendimiento bordeaba los 18 millones de soles. En marzo de 1865, sorprendido por el movimiento revolucionario de Mariano Ignacio Prado, abre campaña contra los rebeldes acusándolos de paralizar el fomento de la riqueza y conducir al país a un arriesgado escenario bélico. Enfrentado con los diarios El 51 Describiendo el polarizado ambiente del país durante el segundo semestre de 1864, el presidente Pezet decía: “Grande, activo, insólito, fue el calor de las gentes en todo aquel periodo memorable: crujía la imprenta, formábanse clubs, multiplicábanse las juntas populares, peroraban los tribunos, agitábanse las turbas, ardían los ánimos, se conmovían los pueblos (…)Las lenguas de la calumnia se desataron contra el gobierno; todos los ciudadanos que participaban de la autoridad ejecutiva eran llamados traidores á la patria; las Cámaras legislativas resonaban con las mas odiosas acusaciones; el pueblo era públicamente instigado á tomar por si, como soberano, la reparación del honor nacional que se decía sacrificado por mi; y nada, en fin, se omitía de cuanto podía concitar á la desobediencia y al desorden, despojando así al poder público del primer elemento de fuerza que le era indispensable para resistir al enemigo común”. Pezet 1867, p. 27. 52 Ulloa 1981, p. 107. 53 El proyecto Larrañaga consistía en negociar un empréstito £ 10´000,000 al tipo del 80%, el cual podía dejar un saldo líquido de 38’375,000 soles, descontando los gastos de conversión y comisiones. “Gran Proyecto del Sr. Larrañaga”, en El Comercio, 26 de setiembre de 1864.
  • 23. Página | 26 Comercio y El Mercurio, y atada su suerte a la del agónico régimen, El Tiempo dejó de circular a mediados de 1865. Meses después, encontramos a Piérola dedicado al negocio de impresiones, y la venta de revistas extranjeras como El Ateneo. En su taller se imprimen los Anales de la Sociedad Amigos de las Letras y diversos trabajos de la Cámara de Diputados, recibidos gracias a la recomendación de Bernardo Roca Boloña y Rufino Echenique. En mayo de 1866, como integrante de la Sociedad de Conductores de Heridos, colabora en la curación de los defensores del Callao, y comparte experiencias con Demetrio Olavegoya, Enrique Bustamante Salazar, Luciano Benjamín Cisneros y Ricardo Aranda. En esta época de su vida, el ex-presidente Echenique lo acoge en su entorno familiar, tramitándole igualmente la representación de firmas neoyorquinas y de la Casa Lanman y Kemp, proveedora esta última de medicinas y drogas que revende a las farmacias y hospitales limeños. El éxito comercial refina su personalidad, cada vez más lejana del ascetismo religioso aprendido en el seminario. Así, en los albores de 1868 era un ciudadano sin apuros económicos, que repartía el tiempo libre entre aficiones literarias, actividades académicas en la Universidad de San Marcos, o compromisos filantrópicos, como la organización de colectas para los damnificados del terremoto ocurrido entonces en Arequipa54 . 1.2 El Ministerio de Hacienda y Dreyfus El escenario previo a la designación de Nicolás de Piérola como Ministro de Hacienda estuvo marcado por el sino de la bancarrota. En agosto de 1868, apenas inaugurado el gobierno de José Balta, la caja fiscal languidecía. El ministro Francisco García Calderón, privado de recursos para costear la millonaria obra del ferrocarril Mollendo-Arequipa contratada meses antes, propuso financiarla mediante un empréstito de 50 millones de soles. A principios de octubre, responde la interpelación puesta en su contra por el diputado Manuel Cisneros, e insiste en recurrir al crédito estatal para ejecutar las líneas de Huacho, Arequipa, Jauja y otras, prometiendo invertir gradualmente el empréstito a medida que fuese requerido por los contratistas. El citado ministro deseaba concluir los 54 Dulanto 1947, pp. 49-51.
  • 24. Página | 27 ferrocarriles con la esperanza de que franquearan nuevas rutas a las industrias. Poco después cambia de parecer, presintiendo los nefastos efectos que tendría endeudar al Estado para favorecer megaproyectos viales de dudoso rendimiento. Convertido en partidario de la austeridad fiscal, concurre a la Cámara de Diputados el 18 de noviembre de 1868, y expone su trabajo titulado Plan de Hacienda55 . En ese texto, estudia las causas históricas del creciente déficit que por efecto del desbalance entre ingresos y egresos estatales, tasados en 48’330,000 soles y 67’283,000 soles respectivamente, calculó en 18’953,000 soles para el bienio 1869-1870. El 36% (7’000,000 soles) del mismo correspondía a deudas vencidas del ferrocarril arequipeño. Para cubrir esas obligaciones, el gobierno solo disponía de un lote de bonos reservados del empréstito de 1865 valorizados en £ 628,800 o 3’144,000 soles, monto equivalente al 16.5% del déficit vigente. En tales circunstancias, García Calderón descarta la emisión de un nuevo empréstito, y contempla dos mecanismos para solucionar este problema: la reforma tributaria a largo plazo, y la continuidad de los “adelantos” recibidos de los consignatarios del guano. Aunque esto último parecía más factible, el ministro anhelaba reforzar el erario estableciendo un mejor sistema de impuestos y “librar al país del trastorno en que se vería si el guano llega a faltar”, generando al mismo tiempo conciencia entre los ciudadanos de que la contribución era “legítima fuente” de sostenimiento económico en todo Estado. Esta propuesta afectó los intereses del empresario Henry Meiggs, quien a través de su agente, Francisco de Paula Suárez, buscaba la cancelación de sus trabajos. El presidente Pedro Diez Canseco había contratado la línea Mollendo-Arequipa por el exagerado precio de doce millones de soles, pero de dicho monto pagó solo cinco millones comprometiendo a su sucesor, José Balta, a invertir los siete millones de soles restantes56 . García Calderón pretendía transferir esta línea a empresarios particulares, incluyendo en ese negocio la 55 “Contrato Dreyfus – Antecedentes – Origen de la autorización”, en El Comercio, 12 de setiembre de 1869. 56 Cuenta Rufino Echenique que el general Diez Canseco, antes de dejar la presidencia de la República, comprometió a quien sería su sucesor, José Balta, para “llevar adelante el contrato que había hecho del ferrocarril de Mollendo a Arequipa...”. Según Echenique este “contrato leonino, mal calculado, oneroso para el fisco y fecundo en males, abrió la puerta a especulaciones inmorales que enriquecieron súbitamente a muchos con gravamen del Tesoro (...) cosas estas todas que nadie deja de conocer...”. Echenique 1952, tomo II, p. 289.
  • 25. Página | 28 adjudicación del capital estatal invertido “con las más favorables condiciones”57 , pues llevarlo a su término evitaría la nivelación del Presupuesto de la República. Entre tanto, el Congreso asumió el encargo de señalar las cláusulas más apropiadas para concertar un nuevo empréstito. La primera respuesta vino de la Comisión Auxiliar de Hacienda de la Cámara de Diputados, la cual mediante dictamen del 10/XII/1868, suscrito por Juan Peña, Antonio Bentín, Santiago Carranza y Foción Mariátegui, sugirió constituir un fondo mediante la venta del lote de 3’301,200 soles (£ 628,800) en bonos reservados de 1865, y el levantamiento de dos empréstitos, uno interno por 3’000,000 soles con hipoteca sobre las rentas libres de aduanas, y otro externo ascendente a 20’000,000 soles amortizable con los ingresos del guano. Ese mismo día, el dictamen en minoría del diputado Ambrosio Becerril, prefería autorizar la recepción de préstamos mensuales de los consignatarios por 600 o 700 mil soles durante veintisiete meses a partir de octubre de 1868. En compensación, los prestamistas gozarían de un tipo de cambio de cinco soles por libra esterlina, el aumento de 2% en los intereses por adelantos impagos y la prórroga de sus contratos hasta dos años más contados desde la fecha de vencimiento de los vigentes, excepto el de Alemania con el fin de ensayar en ese mercado un nuevo sistema de venta del guano. El dictamen en mayoría suscitó desconfianza en la prensa, y los comisionados fueron acusados de tergiversar los supuestos beneficios del empréstito mintiendo sobre la cotización real de los bonos reservados, el stock de fertilizante disponible en los mercados europeos y el monto de las comisiones bancarias. En el fondo lo que se estaba cuestionando era la política financiera nacional y el sistema de consignaciones, porque mantenía la práctica de valorar nuestro crédito externo por la cantidad de guano poseído e hipotecado, sin que los recursos generales de industria y comercio que formaban la verdadera riqueza de una nación, sirvieran para respaldar la solidez de las emisiones. Por lo demás esta operación aumentaba la deuda externa de 40 a 59 millones de soles situando el servicio anual de sus intereses en cerca de 10 millones de soles, suma similar a dos tercios del producto neto del guano. El 57 El 11/XII/1868, el ministro Francisco García Calderón informó al Senado que de los £ 2’133,300 sobrantes del empréstito de 1865, el gobierno había tomado 150 mil mensuales hasta completar cinco millones de pesos para cancelar el ferrocarril de Arequipa, y £ 250,000 para el de Lima-Huacho. El resto debía utilizarse en el ferrocarril de Jauja cuando el Congreso lo autorizara. Diario de los Debates del Congreso. Cámara de Senadores 1868, p. 501.
  • 26. Página | 29 22/XII/1868, haciendo caso omiso a las observaciones de García Calderón, la Comisión Auxiliar de Hacienda aprueba un proyecto de empréstito por dos millones de soles, con interés anual de 5% y tipo de cambio de 40 peniques por sol (1 libra esterlina = 6 soles) dando en garantía los productos libres del guano, sin señalar que política sería adoptada para no afectar los contratos vigentes con los consignatarios. Este acto motivó la renuncia del ministro, quien siendo partidario del proyecto Becerril, acusó a los diputados oficialistas de haber convencido al presidente Balta sobre las supuestas ventajas del préstamo externo basado en la consignación directa del guano con capitalistas extranjeros, rechazando cualquier trato con sus homólogos nacionales. Mientras se discutía este nuevo proyecto surgió el plan de Fernando Palacios para introducir el sistema de venta directa mediante la licitación de dos millones de toneladas de guano en el Perú o Europa, con lo cual se desterraban de paso las desdeñadas prórrogas de las consignaciones. No hay certeza de que Palacios consiguió el apoyo del gobierno, pero es probable que hubiese influenciado en la decisión del Senado contraria a seguir aprobando los adelantos como mecanismo principal de financiamiento del Presupuesto Nacional58 . Sin embargo, lo más interesante de este hecho es que, según la versión del propio Palacios, la propuesta original que él entregó personalmente al presidente Balta a fines de 1868, sufrió un año después burdas modificaciones por el entonces Ministro de Hacienda, Nicolás de Piérola, quien introdujo cláusulas poco favorables al fisco. 58 Basadre 2000, tomo V, p. 1,309.
  • 27. Página | 30 PROYECTO DE FERNANDO PALACIOS PARA VENTA DIRECTA DEL GUANO Y MODIFICACIONES INTRODUCIDAS POR EL MINISTRO NICOLÁS DE PIÉROLA– 186859 Proyecto de Fernando Palacios Modificaciones introducidas por el Ministro Nicolás de Piérola 1. El Estado costeaba el embarque del guano, pero su traslado a Europa corría por cuenta y riesgo del comprador. 1. El Estado costeaba el embarque del guano, y también pagaba las pérdidas de hasta 4%, que sufriesen los cargamentos durante su travesía a Europa por efectos de la humedad. 2. La casa compradora abonaría 40 y 60 pesos respectivamente por cada tonelada recibida a bordo de los buques o entregada en los lugares de venta, comprometiéndose a mejorar estos precios. 2. El Contrato Dreyfus estableció precios fijos de 36.5 y 60 pesos respectivamente, por cada tonelada recibida en los buques o entregada en los lugares de venta. 3. El precio base de la tonelada de guano sería de £ 12.10, pudiendo afectarse o beneficiarse el comprador con las alzas y bajas. 3. El Contrato Dreyfus estableció un precio fijo por tonelada de guano, lo cual permitía que el comprador se beneficiara con las alzas, mas no se afectase con las bajas. 4. El Estado no recibiría anticipos por el producto neto del guano, salvo casos excepcionales. 4. El Contrato Dreyfus concedió anticipos con intereses onerosos. El debate acerca del déficit fiscal se intensifica durante la gestión del Ministro interino de Hacienda, José Antonio Barrenechea, quien debido a su renuencia a evaluar los proyectos de consolidación de la deuda interna, fue censurado por el Congreso dando paso a una seria crisis en sus relaciones con el Ejecutivo. Este problema sería resuelto con el ascenso fortuito de Nicolás de Piérola al Ministerio de Hacienda, gracias a la intercesión de Rufino Echenique. De acuerdo con un relato aparecido en el diario La Prensa en 1913, el veterano general era muy amigo del presidente Balta, desde los tiempos de la batalla de La Palma (1855), cuando pelearon juntos contra Ramón Castilla. Esa mutua confianza explica por qué fue consultado sobre el candidato más idóneo para el mencionado ministerio. Echenique presentó personalmente a Piérola en Palacio de Gobierno, y aunque el presidente del Consejo de Ministros, Pedro Gálvez, jurista y ex-decano de la Facultad 59 “Carta de Fernando Palacios dirigida al diputado José María Gonzáles el 16-VII-1870”, en El Nacional, 9 de setiembre de 1870. NicolásdePiérola,1869.
  • 28. Página | 31 de Jurisprudencia de San Marcos, subestimó las aptitudes del joven ministro, éste supo ganarse el aprecio presidencial60 . A pesar de los afanes de ciertos congresistas, el sistema de ferrocarriles fiscales no logró ejecutarse durante el primer semestre de 1869. Desde el primer día, el ministro Piérola concentró sus esfuerzos en hallar una fórmula financiera distinta a las conocidas para subsanar el déficit fiscal. Algunos diputados sugirieron poner en práctica el proyecto presentado en diciembre de 1868 por su colega, Pedro Bernales, consistente en tomar préstamo de los consignatarios bajo condiciones negociables61 . Luego de largos debates, el Congreso autoriza al Ejecutivo para obtener “los fondos necesarios a fin de salvar el déficit que resulte en el Presupuesto”, disposición que el 26/I/1869 se convirtió en ley. Con esa norma, Piérola adquiere la llave de las finanzas públicas, y mientras define cómo introducir el nuevo sistema de venta del guano aplica reformas en las aduanas, cajas fiscales y administración hacendaria. Existen diversas versiones en torno a la autoría del Contrato Dreyfus62 . Oficialmente, el 5/VII/1869 los comisionados Toribio Sanz y Juan Martín Echenique lo suscribieron ad referéndum en París con la Casa Dreyfus hermanos. Con ello finalizaba el sistema de las consignaciones y concedía a ésta el monopolio de la venta del guano en los mercados europeos. Este acuerdo alivió los apuros del ministro Piérola, imposibilitado de convencer a las casas europeas de que tomasen a firme alguna 60 Los consignatarios y sus voceros periodísticos cuestionaron este nombramiento, burlándose de la formación religiosa del ministro y advirtiendo de que era peligroso dejar la economía en manos de un novato. Un artículo publicado en El Comercio del 7/I/1869, bajo el título de “Los Amigos del Presidente”, insinuaba que detrás de Piérola se escondía la acción de un partido neocatólico influyente sobre el presidente Balta. Dulanto 1947, pp. 60-61. 61 El 9/I/1869, en discurso leído ante la Cámara de Diputados, el ministro Piérola reconocía la necesidad de contraer empréstitos. De esa manera, justificó haber recibido adelanto de 4 millones de soles del consignatario Valdeavellano y Cia. en mayo de 1869. Dulanto 1947, p. 66. Sin embargo, el 17/I/1908, en carta enviada a La Prensa, negó que fuese autor del discurso registrado como suyo en el Diario de Debates de 1869, alegando que era “enteramente apócrifo; porque expresa conceptos absolutamente opuestos a los míos, produciéndome grandísima sorpresa al conocerlo ahora solamente”. En este artículo, Piérola manifestaba su aversión por los empréstitos. Ulloa 1981, p. 133. 62 Generalmente se atribuye la autoría del Contrato Dreyfus al ministro Piérola y al comisionado, Juan Martín Echenique. No obstante, el francés Philippe de Rougemont, señala que fue Luis Benjamín Cisneros, cónsul peruano en Havre, quien trajo a Lima el proyecto de contrato negociado con Dreyfus, lo cual motivó la renuncia del ministro García Calderón. Rougemont 1883, p. 12. Similar versión ofreció Manuel Atanasio Fuentes en 1881. Fuentes 1881, p. XI.
  • 29. Página | 32 cantidad de bonos peruanos63 , más aún cuando los papeles peruanos de 1862 y 1865 mostraban una cotización muy inestable. En el curso de estas negociaciones comenzó a notarse la manipulación de Dreyfus quien, según el corresponsal londinense de El Comercio, estaba “en guerra abierta con los consignatarios”, y dudaba en facilitar fondos al gobierno, pues sabía que “los agentes no tienen facultad para concederle ninguna de las consignaciones que están por terminar”, negocio imprescindible para fortalecer en Lima sus raíces políticas y mercantiles”64 . El 18 de agosto fueron conocidas en Lima las cláusulas del Contrato Dreyfus en medio de un ambiente tenso y expectante fabricado por los consignatarios, principales interesados en que la operación fracasara65 . Este negocio que cambiaría radicalmente el rumbo de la economía peruana en las siguientes décadas comprendió dos operaciones diversas, pero relacionadas entre sí: la primera, de compra y venta de dos millones de tonelada de guano, incluyendo las que estaban aún en poder de los consignatarios, a la terminación de sus contratos; y la segunda, de empréstito, o sea, de adelantos que serían garantizados por el guano comprado. El contrato de compra y venta se ajustó de la siguiente manera: Dreyfus hermanos pagaría 36.50 soles por cada tonelada de guano recibida en las guaneras, a bordo de los buques fletados por ellos; 35.50 soles por cada una de las obtenidas de los actuales consignatarios; 60 soles por aquellas tomadas en los mercados europeos, libres de todo gravamen (cláusula 5ª). Estos precios se abonarían en una cuenta abierta al gobierno peruano un año después de entregado el cargamento; o inmediatamente después de hecha la venta (cláusula 9ª), si fuese el guano almacenado por los consignatarios y que entonces se vendía a £ 12.10 (cláusula 12ª). Las cotizaciones posteriores por debajo de este precio no perjudicarían al comprador, porque en ese caso el gobierno debía reducirlo proporcionalmente. De igual forma, el Estado tenía derecho a reclamarle el 50% de cualquier sobreprecio (cláusula 63 Tulio. “Empréstito Sanz-Echenique en Europa”, en El Comercio, 28 de julio de 1,869. 64 “El Empréstito peruano”, en El Comercio, 2 de julio de 1869. 65 El 5/VIII/1869 arribaron al Callao Juan Martín Echenique y Augusto Dreyfus trayendo el Contrato Dreyfus. De inmediato la cuestión política quedó de lado y los asuntos públicos se redujeron a una “disputa entre negociadores peruanos y negociadores extranjeros para apoderarse del manejo de los recursos del fisco”. Dávalos y Lissón 1919, tomo IV, p. 274. En tales disputas los consignatarios emplearon todo el poder de su dinero para obtener sin éxito, del general Echenique o de sus hijos Juan Martín y Pío, una copia del citado contrato. Echenique 1952, p. 297.
  • 30. Página | 33 14ª)66 . A su vez, el empréstito respaldado con las futuras rentas del guano fue pactado en estas condiciones: Dreyfus hermanos atendería la deuda de 1865 (cláusula 25ª inc. 1º), amortizando, conforme los contratos vigentes, los créditos de los consignatarios contra el Estado (cláusula 25ª inc. 2º); y adelantarían al gobierno la suma de 2’400,000 soles, y sucesivamente mensualidades de 700,000 soles al tipo de cambio de 36 ½ peniques por peso hasta completar 20 millones de soles (cláusula 25ª inc.3º)67 , el prestamista deduciría ½ % por comisión de giro, mientras efectuase los anticipos y abriría cuenta corriente al gobierno con interés de 5% anual, o el que pagaba el Banco de Inglaterra cuando éste sobrepasara el indicado porcentaje (cláusula 25ª inc. 4º). El contrato detalló también la forma en que los consignatarios cederían el negocio del guano a Dreyfus Hermanos, quien tendría facultad para revisar las cuentas de las operaciones realizadas, pero se obligaba a entregar reportes quincenales sobre el producto neto de sus ventas. La casa francesa obtendría una prima de 4% mientras subsistiesen los contratos de consignación, a cambio de que dicho premio no excediese el 5% sobre las anticipaciones ya referidas (cláusula 31ª). Otras cláusulas reglamentaron el manejo del guano oscuro de calidad inferior y el humedecido, estipulando la vigencia indefinida del contrato en caso de que el gobierno resultara deudor en la liquidación final. Finalmente el gobierno hipotecaba las rentas nacionales para satisfacer los adelantos en caso se presentaran dificultades en la exportación y comercio de la venta del guano (cláusula 32). 66 Colección de los documentos…, pp. 14-24. 67 Según cálculos realizados en setiembre de 1870 por las comisiones de Hacienda y Justicia de la Cámara de Diputados, entre junio 1865 y mayo 1869 los consignatarios otorgaron ocho empréstitos al Estado por 36’762,000 pesos, y su costo por comisiones y cambio llegó a 10’591,064. El Contrato Dreyfus, en cambio, daría 44’687,500 pesos a un costo de 3’488,460 por concepto de las utilidades de dicha casa francesa. Basadre 2000, tomo V. p. 1319. Asimismo, desde 1840 a 1868 los consignatarios exportaron 7 millones de toneladas de guano que produjeron más de 218 millones de soles, mientras que Dreyfus con sólo el 28.5% (2 millones de toneladas) de dicha cantidad entregaría 74 millones de soles, es decir una diferencia a favor del fisco de 12 millones de soles (18.8%) sobre lo que hubiese rendido ese guano en manos de los consignatarios (62 millones de soles). Rodríguez 1895, p. 304.
  • 31. Página | 34 Los comisionados Sanz y Echenique alcanzaron un rotundo éxito con la firma del Contrato Dreyfus68 , pues días antes habían fracasado sus gestiones para levantar un empréstito en Europa, debido a la campaña de desprestigio del crédito peruano emprendida por agentes de los consignatarios en los círculos financieros parisino y londinense, según denunció entonces el diario francés La Patrie. Por estas razones, la mejor oferta de empréstito recogida en Londres cotizaba los bonos en 70%, es decir que una emisión nominal de £ 12’000,000 rendía efectivamente £ 8’400,000, debiendo descontarse el 6% adicional por comisión bancaria y otros gastos, con lo cual el producto líquido quedaba reducido a £ 7’680,000. ¿Cómo y quiénes facilitaron en Lima la suscripción del Contrato Dreyfus? El general Echenique en sus Memorias ofrece datos de primera mano sobre la forma en que este asunto, cuyos efectos marcaron al país durante el resto del siglo XIX, fue decidido por un pequeño grupo de amigos y allegados del gobierno de Balta. Aprobado el contrato (17/VIII/1869), los consignatarios solicitaron la nulidad del mismo ante la Corte Suprema, amparándose en las figuras jurídicas de despojo y violación de la ley de 1849, que daba preferencia a los hijos del país en la venta del guano. El presidente Balta temiendo una resolución desfavorable, recurrió a Echenique, a la sazón Presidente del Senado, pidiéndole influenciar sobre el supremo magistrado Blas Alzamora, antiguo ministro suyo en 1855, para conseguir un voto favorable al Contrato Dreyfus. Como el fallo de la Corte Suprema (26/XI/1869) ordenaba al gobierno rehacer el contrato incorporando a los consignatarios, el presidente Balta desacató esta sentencia señalando que habiendo dado el Congreso la autorización para firmar el impugnado acuerdo, solo éste podía corregirlo. El receso del Congreso hasta julio de 1870, dio tiempo a los bandos en pugna para consumar pactos que pudiesen asegurar, según sus preferencias, la votación 68 Los comisionados Sanz y Echenique creyeron que el Contrato liquidaría las continuas operaciones (consignaciones) que devoraron al fisco en los últimos años “el tercio o casi el cuarto de sus ingresos más seguros y mejores”. Carta a Piérola, París, 7 julio 1869, cit. por Bonilla 1974, p. 84. ¿Fue ésta una apreciación juiciosa o la expresión entusiasta de quienes estaban motivados por la promesa del gobierno de cobrar un premio de ½ % cuando se consumase el negocio? Rodríguez 1895, p. 303. Es importante destacar que a partir de este contrato los derroteros de Dreyfus, Piérola y Echenique se entrecruzaron a tal punto, que los dos últimos se convirtieron en los brazos políticos del financista francés en el Perú. Augusto Dreyfus.
  • 32. Página | 35 favorable por la conformidad o nulidad del contrato, utilizándose incluso “ilícitos y corruptores medios” para comprar voluntades. La estrategia empleada por el gobierno consistía en ganar las mesas, es decir, la elección del presidente y secretarios de las cámaras, para que estos designasen parlamentarios oficialistas en las comisiones encargadas de examinar el negocio. En este punto, Echenique suspicazmente acusa al presidente Balta de haber ordenado a sus congresistas la aprobación del contrato, solo cuando tuvo certeza de que él no postularía a la Presidencia de la República, lo cual dejaba libre el camino para la candidatura de su hermano Juan Francisco. Los hermanos Balta recelaban de las aspiraciones del mencionado general y de sus conexiones con Dreyfus, quien estaría pronto a ayudarlo “con sus caudales y con la influencia que le daba el negocio [del guano]”. Este desenlace lo hubiese conducido a una alianza con los consignatarios, comprometiéndose a desahuciar el Contrato Dreyfus bajo palabra de que sostendrían la elección de su fraternal delfín. Apenas conocidas las cláusulas del Contrato Dreyfus, la opinión pública puso interés en determinar cuál era el margen de utilidades cedido por el gobierno a la casa francesa y cuánto le costaría al fisco el empréstito suscrito con ella, así como las consecuencias de ambas operaciones sobre el resto de actividades económicas del país. Surge así una guerra de papel, que tuvo por escenario las páginas de los diarios limeños y provinciales, así como algunos de París y Londres, y en la cual se mezclaron el análisis documentado y riguroso, con las calumnias, sátiras y letrillas de toda laya69 . El sector crítico al Contrato Dreyfus estuvo liderado por El Comercio y El Nacional, principales diarios limeños cuyos editoriales recogían las recusaciones legales y financieras hechas por los consignatarios. Los apologistas de esta operación estuvieron agrupados en diarios de menor influencia, como La Opinión de Lima y El Porvenir del Callao, que recordaban el descrédito de las consignaciones y exponían las supuestas ventajas del nuevo empréstito. En la prensa provincial ocurrió la misma división de opiniones, por eso mientras La Bolsa de Arequipa anunciaba el inicio de una era de prosperidad y de grandes obras públicas gracias a los recursos del Contrato Dreyfus, La Autonomía de Huaraz exigía su rechazo porque violaba el derecho de los consignatarios a continuar 69 El bimestre agosto-setiembre de 1869 llevó la polémica a su máxima agitación. Solo en El Comercio fueron publicados en dicho período 339 artículos referidos al Contrato Dreyfus, 183 de ellos favorables al banquero francés y 156 respaldaban los reclamos de los consignatarios.
  • 33. Página | 36 en la explotación del guano, y la prensa chiclayana más radical condenaba este “negocio monstruoso” hecho contra el sistema legal vigente. El Comercio abrió fuegos planteando los siguientes reparos: a) El contrato no era sino una nueva consignación, con la sola diferencia de que las anteriores fueron pactadas a un tiempo determinado y ésta por una cantidad fija, pues mientras el Estado siguiera asumiendo por su cuenta las diferencias en la baja del precio y otras eventualidades que afectasen el negocio del guano, no existía la figura de cosa vendida; b) El gobierno mediante extraña resolución suprema había elevado a £ 13 el precio de la tonelada de guano, es decir 10 chelines más sobre el precio base (£ 12.10), y estando Dreyfus autorizado a beneficiarse en un 50% de cualquier alza, el Estado terminaba asegurándole una utilidad mínima de cinco chelines por tonelada, es decir £ 500,000 (2’500,000 soles) sobre los dos millones de toneladas vendidas. Esta crítica produjo una semana después la reducción al 25% en la utilidad que Dreyfus iba a percibir por el alza en el precio del guano; c) Los precios de la tonelada de guano abonados por Dreyfus eran inferiores a los netos pagados por los consignatarios, con lo cual se apoderaba del premio reconocido a éstos como gastos de consignación; d) El costo de los adelantos aumentaba a 10 ½% por conceptos de giro (1/2%), interés (5%) y prima (5%); e) Contenía disposiciones perjudiciales referidas al guano oscuro, húmedo y de inferior calidad, y contemplaba la duración indefinida del contrato en caso de que el gobierno resultase deudor en la liquidación final70 . El Nacional hizo otras agudas aclaraciones: a) El Estado perdía 3.50 soles por tonelada de guano exportada, a causa de la diferencia entre el precio fijado (36.5 soles) y el abonado por los consignatarios (40 soles). De igual modo, vendía en 60 soles la tonelada de guano almacenada en Europa, cuando enviarla a dicho continente costaba 65 soles, ocasionándose un perjuicio de cinco soles por tonelada; b) La desatinada fijación del 4% de humedad en los cargamentos como merma máxima reconocible por Dreyfus, dejaba abierto el camino para la depreciación del guano exportado dado que el de Chincha contenía usualmente 15% de agua; c) El gobierno incurría en craso error compartiendo con el contratista las ganancias extras provenientes de posibles alzas en el precio del guano, mientras lo eximía de afrontar los riesgos de su baja; d) El Estado 70 “El Empréstito”, en El Comercio, 19 de agosto de 1869.
  • 34. Página | 37 José Balta renunciaba a su acción promotora dejando el principal recurso fiscal en manos de un monopolista extranjero; e) Tampoco debía concederse a Dreyfus la prima de 4% de sobre los productos netos del guano en poder de los consignatarios71 . En Londres, el diario Times reprodujo en sus páginas el malestar de los bondholders ante la firma de un contrato cuyos alcances les eran desconocidos. Ellos pusieron en entredicho la constitucionalidad del acuerdo denunciando que había sido firmado sin autorización legislativa expresa, y que además violaba los acuerdos con los consignatarios exigiéndoles la entrega quincenal de los stocks almacenados a Dreyfus para que éste realizara el servicio de la deuda externa. Esto último causó gran desazón entre los bondholders, quienes desconocían al gobierno peruano la potestad jurídica de vender a tercera persona el capital prendado a sus acreedores, sin haber previamente consultado a éstos si estaban llanos a satisfacer sus nuevos proyectos financieros72 . Defendiendo su condición de hipotecarios del guano, lograron agruparse en torno a la Casa Thomson y Bonnar y plantearon infructuosamente el embargo de los productos netos del fertilizante en los mercados de Inglaterra, Francia y Bélgica, alegando que con el Contrato Dreyfus peligraban sus intereses. El afán del presidente Balta por impulsar una gran inversión pública en infraestructura vial, así como la avidez de Dreyfus por convertirse en acreedor del Perú, motivaron la ejecución de facto del contrato durante 1869, a pesar de que la sentencia de la Corte Suprema lo declaraba inválido y no poseía ratificación legislativa73 . El triunfalismo del gobierno no fue bien recibido por la Comisión Permanente del Congreso, porque el empréstito Dreyfus contrariaba abiertamente lo dispuesto en la autorización legislativa del 25/I/1869, que en términos precisos ordenaba contraer deudas solo por un monto similar al déficit fiscal, y en un plazo que no comprometiera la gestión de los siguientes gobiernos. Antes de entrar al análisis de los conflictos jurídicos y políticos suscitados por la firma del mencionado contrato, conviene hacer un cálculo 71 “Editorial”, en El Nacional, 21 de agosto de 1869. 72 “Noticias financieras”, en El Comercio, 5 de marzo de 1870. 73 Esteves 1971, p. 127.
  • 35. Página | 38 aproximado de la ganancia obtenida por Dreyfus en el negocio de los dos millones de toneladas de guano. Para ello es necesario tomar en cuenta la imprecisión con que entonces se manejaban los aspectos determinantes del precio final del rico fertilizante. Los estimados sobre este tema, realizados en 1869 por analistas y funcionarios públicos, diferían radicalmente entre sí, aunque muchas veces apelaban a las mismas fuentes informativas y seguían similares procedimientos de cálculo. Este hecho se explica por las siguientes razones: a) el contrato no estableció claramente el volumen de guano que iba a tomarse de las islas y cuánto provendría de los cargamentos a flote y lo almacenado en Europa74 . Dejó también amplio margen para la especulación, dada la existencia de contradictorios datos sobre el stock de los consignatarios y sus niveles anuales de venta, lo cual considerando las tres clases de precios del guano impedía establecer una escala proporcional sobre los márgenes de ganancia para cada uno de estos grupos; b) el llamado producto neto del guano era un verdadero misterio, porque variaba de mercado a mercado a causa de la diferencia en el peso de las toneladas existentes (inglesa, de registro, efectiva) y por la utilización de numerosas monedas en las transacciones (peso boliviano, peso fuerte, sol, francos y libras) con tipos de cambio variables75 . Como resultado de tantas operaciones matemáticas los registros contables carecían de uniformidad; c) los distintos costos atribuidos al carguío, seguro marítimo, ensacado y fletes, así como la merma a consecuencia del guano húmedo o de inferior calidad hacía aún más complicado establecer una lógica aritmética, pues la apreciación de los conceptos citados quedaba a criterio del contratista ocasionando grandes pérdidas para el fisco. En ese sentido, el comisionado Echenique trató de convencer a sus opositores de las supuestas ventajas del precio por tonelada fijado en el Contrato Dreyfus. Para ello después de hacer una reseña histórica sobre la forma cómo había 74 La cláusula adicional introducida al Contrato modificado del 17-VIII-1869 decía, en forma genérica, que los consignatarios no podían acumular “más de 500 mil toneladas entre las depositadas y en camino [pues] el exceso sobre dicha suma [se pagaría] a 71.71 soles”. “Contrato Dreyfus”, en El Nacional, 19 de agosto de 1869. 75 La variedad de tipos de tonelada dificultó a los empleados estatales el control en el embarque y venta de los cargamentos del guano. Una idea de la terrible confusión existente durante el boom del guano nos lo da la existencia de siete tipos de tonelada: peruana, valenciana, catalana, alemana, inglesa, francesa e italiana. Clavero 1992, p. 26.
  • 36. Página | 39 oscilado el valor del producto neto del guano durante los veinticinco años precedentes, concluyó que el precio de 39 soles pagadero al Estado merced al nuevo contrato equivalía a un aumento de 150% sobre el vigente en 1842 cuando la tonelada solo costaba 16 soles, y de igual forma superaba a los 37 soles en promedio abonado entonces por los consignatarios. La respuesta a Echenique fue inmediata, y numerosos artículos en los diarios se encargaron de señalar las argucias empleadas en sus cálculos para exagerar los beneficios del contrato, y al mismo tiempo ocultar los perjuicios que sufriría el fisco a causa de las concesiones establecidas en varias de sus cláusulas. Debido al carácter arbitrario de los cálculos hechos por los analistas de la época, algunos autores efectuaban los suyos a partir de la diferencia entre los precios de compra y venta fijados en el contrato, pero estas generalizaciones solo deben ser tomadas como referencia, pues más allá de lo establecido en las cláusulas, el margen de ganancia dependió en gran medida de las maniobras especulativas realizadas por la casa francesa76 . Seguidamente presentamos tres cálculos (ver cuadro 1) sobre la probable ganancia de Dreyfus hechos por analistas coetáneos al contrato. Cada uno de ellos establece sus propios precios de compra y venta empleando recursos aritméticos que revelan la compleja magnitud de los intereses ocultos en este negociado. 76 En 1878, Philippe Bouillet calculó que Augusto Dreyfus había ganado 116 millones de francos en la venta de los dos millones de toneladas de guano, 100 millones del total correspondían a comisión de venta y 16 millones por la prima del 4% sobre el guano almacenado en Europa. Bouillet 1878, p. 31. Esa cifra equivalía aproximadamente a £ 4’680,000 según el tipo de cambio de 24.96 francos por libra esterlina. “Cuadro de la diferencia de cambio”, en El Nacional, 28 de julio de 1877. Esa cifra era igual a 23’948,000 soles, considerando 5.117 soles por libra esterlina. “Informe del Director de Rentas”, en El Comercio, 6 de setiembre de 1869. El diputado José María Gonzáles decía que Dreyfus en promedio obtuvo un provecho de 7.5 soles por tonelada, cifra que para el lote de dos millones arrojaba una ganancia total de 15 millones de soles. “Discurso del diputado José María Gonzáles”, en Contrato Dreyfus: Discursos pronunciados 1870, p. 20. Por su parte, Bonilla calcula una ganancia de casi 6 millones de libras como resultado de la diferencia entre el precio de compra (5 libras, 9 chelines, 6 peniques) y el de venta (12 libras, 10 chelines), y luego añade que según el propio Dreyfus los beneficios obtenidos por la venta del guano entre 1871 y 1882 llegaron a £ 3’013,084. Bonilla 1974, pp. 85, 114.
  • 37. Página | 40 CUADRO 1: CÁLCULOS SOBRE PROBABLE GANANCIA DE DREYFUS EN LA VENTA DE DOS MILLONES DE TONELADAS DE GUANO - 186977 Guano exportado de las islas (1 500 000 toneladas) Guano a flote (200 000 toneladas) Guano almacenado en Europa (500 000 toneladas) Ganancia total Costo unitario (incluye fletey otros gastos) Precio unitario deventa Ganancia Costo unitario (incluyeflete y otros gastos) Precio unitario de venta Ganancia Costo unitario (incluyeflete y otros gastos) Precio unitario deventa Ganancia CÁLCULOS DEL ANALISTA SAMUEL BERNARD 61.49 65.79 6 450 000 59.87 65.79 1 184 000 60 65.79 1 737 000 9 371 000 CÁLCULOS DEL DIPUTADO FRANCISCO FLORES CHINARRO 59.41 65.75 9 510 000 58.41 65.75 1 468 000 58.80 (1) 65.75 2 097000 13 075000 CÁLCULOS DEL COMISIONADO JUAN MARTÍN ECHENIQUE 62.51 (2) 65 3 735 000 61.51 (3) 65 1 047 000 62.5 (4) 65 500 000 5 282 000 (1) Esta cifra resulta del descuento de 1.20 soles, por concepto de gastos de entrega y comisión de venta al precio fijado de 60 soles. (2) Esta cifra resulta de la suma entre el valor de la tonelada de guano (38.1 soles) y el flete (24.41 soles). (3) El cálculo considera 300,000 toneladas, y resulta de la suma del valor de la tonelada de guano (37.10 soles) y el flete (24.41 soles). (4) El cálculo considera 200,00 toneladas, y resulta de la suma de 10 chelines (2.50 soles) al precio fijado en el contrato (60 soles). ¿Pero cuántas pérdidas ocasionaba al Perú el Contrato Dreyfus como resultado del monopolio en la venta del guano? Para realizar este cálculo los analistas debían hallar primero el producto neto de cada tonelada de guano durante el año precedente (1868). Según esta fórmula debían dividirse los ingresos obtenidos por la venta del fertilizante entre el número de toneladas negociadas. Aquí también encontramos serios desacuerdos, pues cada analista participante en la polémica tenía su propio cálculo del producto neto (ver cuadro 2). Mencionaremos solo algunas cifras: Juan Martín Echenique (37.82 soles), Francisco Flores Chinarro (39 soles), articulista “El 77 Bernard, Samuel. “Cálculos curiosos sobre el Contrato Dreyfus”, en El Comercio, 10 de setiembre de 1869; Echenique, Juan Martín. “Empréstito. Réplica del Sr. Echenique”, en El Nacional, 31 de agosto, 2 y 7 de setiembre de 1869; Flores Chinarro, Francisco. “Discurso...”, en Contrato Dreyfus: Discursos pronunciados 1870, pp. 162-163.
  • 38. Página | 41 Perú soy yo” (39.11 soles) y José María Gonzáles (39.13 soles). Estas diferencias, en apariencia pequeñas, alcanzaron sumas considerables cuando fueron computadas sobre dos millones de toneladas de guano. CUADRO 2: PÉRDIDAS ESTATALES EN LA VENTA POR DREYFUS DE DOS MILLONES DE TONELADAS DE GUANO -186978 Guano exportado de las islas (1 500 000 toneladas) Guano a flote (200 000 toneladas) Guano almacenado en Europa (500 000 toneladas) Pérdida total Producto neto Precio unitario pagado por Dreyfus Pérdida Producto neto Precio unitario pagado por Dreyfus Pérdida Producto neto Precio unitario pagado por Dreyfus Pérdida CÁLCULOS DEL ANALISTA “EL PERÚ SOY YO” 39.11 34.80 6´465, 000 39.11 33.31 1´160 000 60 68.38 2´286 000 9´371 000 CÁLCULOS DEL DIPUTADO FRANCISCO FLORES CHINARRO 39 35 6´000 000 39 34 1´000 000 58.80 64.11 (1) 1´593 000 8´593,000 CÁLCULOS DEL COMISIONADO JUAN MARTÍN ECHENIQUE 37.40(2) 39 1´590000(2) 37.40 38 18,000(3) 62.5 60 500,000 1´108,000(4) (1) Esta cifra resulta del descuento de 1.64 soles por comisión de venta al precio de 65.75 soles. (2) El cálculo de esta ganancia se hace sobre 300,000 toneladas, y resulta del premio de 1.60 soles pagado por Dreyfus por cada tonelada de guano respecto del producto neto vigente (37.4 soles). (3) El cálculo de esta ganancia se hace sobre 200,000 toneladas, y resulta del premio de 0.60 soles pagado por Dreyfus por cada tonelada de guano respecto del producto neto vigente (37.4 soles). (4) El cálculo de la ganancia total resulta de la diferencia entre el rendimiento de 1’700,000 toneladas ascendente a 1’608,000 soles menos la pérdida de 500,000 soles en 300,000 toneladas. El Contrato Dreyfus incluía también un empréstito al Estado peruano destinado a varios objetivos: cubrir el déficit fiscal (16’838,790 soles), hacer el servicio de la deuda externa (4’625,000 soles) y pagar el saldo por adelantos vencidos de los consignatarios (9’333,334). Hasta aquel año, los consignatarios mediante el sistema de adelantos reembolsables con los productos del guano habían establecido un círculo 78 El Perú soy yo. “Empréstito Dreyfus”, en El Comercio, 28 de agosto de 1869; Echenique, Juan Martín. “Empréstito. Réplica del Sr. Echenique”, en El Nacional, 31 de agosto, 2 y 7 de setiembre de 1869; Flores Chinarro, Francisco. “Discurso...”, en Contrato Dreyfus 1870, pp. 162-163.
  • 39. Página | 42 vicioso entre el fisco y sus negocios, pues el gobierno atendía los gastos corrientes con el dinero que ellos les facilitaban y a cambio estos se aseguraban la continuidad de las consignaciones con cuyas rentas recuperaban sus préstamos. Los apologistas del Contrato Dreyfus señalaban que con éste se lograría: a) liquidar las criticadas consignaciones; b) asignar recursos estables al fisco para regularizar los gastos corrientes; c) obtener adelantos con interés efectivo menor al acostumbrado en los préstamos de los consignatarios; d) aumentar los rendimientos brutos y netos del guano, gracias a la abolición de la competencia y el mejor control de las ventas; e) afianzar el servicio de la deuda externa. De acuerdo con las proyecciones del comisionado, Juan Martín Echenique, el empréstito Dreyfus aportaría, durante los dos primeros años, casi 28 millones de soles al fisco a un costo promedio de 6% (1’662,311 soles), dejando en dicho plazo un saldo de 210,671 soles a favor del contratista, recibiendo en compensación la libre disponibilidad de los recursos del guano para el Estado peruano (ver cuadro 3). Sin embargo, como resultado del litigio con los consignatarios, Dreyfus se vio obligado a elevar las mesadas a un millón de soles, a pesar de la oposición de su socio Leiden Premsel, más inclinado al sistema de “pequeños préstamos temporales” idóneos para prolongar la dependencia del gobierno peruano con sus prestamistas79 . De acuerdo con el testimonio de Dreyfus las crecidas exigencias de dinero que hacía el gobierno como anticipación por la venta del guano fueron estimuladas por los consignatarios, cuyos planes se orientaban a agotar sus capitales y así, declarada su insolvencia, crearle conflictos que condujesen a la anulación del contrato. 79 Carta de Premsel a Dreyfus, París, 15 de noviembre de 1869, cit. por Bonilla 1974, pp. 99-100. Juan Martín Echenique
  • 40. Página | 43 CUADRO 3: COSTO DEL EMPRÉSTITO DREYFUS: CÁLCULOS DEL COMISIONADO JUAN MARTÍN ECHENIQUE - 186980 PERIODO IMPORTE DE LAS MESADAS COSTO DE LAS MESADAS (GIRO, PRIMA E INTERÉS) INTERESES DE LA CUENTA CORRIENTE A FAVOR DEL GOBIERNO COSTO DEL EMPRÉSTITO Primer año (agosto 69-julio 70) 14’725,000 1’199,455 116,234 1’083,221 Segundo año (agosto 70-marzo 71) 13’002,063 741,244 162,154 579,090 Total 27’727,063 1’940,099 278,388 1’662,311 El ministro Piérola ratificó el Contrato Dreyfus el 17/VIII/1869, después de reformar algunos artículos y oponerse a las presiones políticas y nuevas ofertas de los consignatarios. Restablecido el crédito externo, el presidente Balta impulsa los megaproyectos ferroviarios mediante la emisión de empréstitos (bonos ferroviarios) autorizados conforme a la ley del 15/I/1869. El artículo 2º de dicha norma fijaba como condición indispensable la recepción de los bonos para los contratistas, librando al fisco de responsabilidad alguna por el precio o tipo en que luego éstos fuesen emitidos. No obstante, los enemigos del contrato aún confiaban en ganar la partida en el Congreso. La crítica estuvo centrada en la ilegalidad de la operación, según lo expuso el diputado José María Gonzáles ante la Comisión Permanente. Éste juzgaba que el gobierno había cometido flagrante violación de lo dispuesto en la autorización legislativa del 25/I/1869, “preparando y fijando, por sí y ante sí, la manera de llenar el déficit de los presupuestos venideros [abrogando] las facultades del Poder Legislativo”. Ciertamente, la venta de dos millones de toneladas de guano representaba 90 millones de soles, es decir, más de cinco veces el monto del déficit fiscal de 17’220,886 soles, lo cual contrariaba el artículo 7º de la Constitución cuyo texto mandaba que los bienes nacionales solo podían enajenarse “en 80 Echenique, Juan Martín. “Empréstito. Réplica del Sr. Echenique”, en El Nacional, 31 de agosto, 2 y 7 de setiembre de 1869. “Documentos Parlamentarios. Informe de las Comisiones de Hacienda y Justicia de la Cámara de Diputados sobre el contrato celebrado por el Supremo Gobierno con la Casa Dreyfus, Hermanos y Compañía de París en 17 de agosto de 1869”, en El Comercio, 21 de setiembre de 1870.
  • 41. Página | 44 las formas que disponga la ley y para los objetos que ella designe”81 . La petición de González fue apoyada por el dictamen de su colega Manuel Benavides. El Ministro Piérola no se detuvo ante estas reconvenciones, y por el contrario en la sesión de la Comisión Permanente del 16/IX/1869, informó que las mesadas pactadas con Dreyfus hasta diciembre 1870 sólo alcanzarían a 30 millones de soles, mientras el déficit fiscal actualizado era de 37’874,852 soles. De esa manera, se justificaba la necesidad de solicitar otros siete millones de soles para equilibrar el Presupuesto Nacional, aun cuando esta operación prolongaba la dependencia del fisco peruano con el banquero francés hasta la década siguiente. Pese a los esfuerzos del comisionado Juan Martín Echenique, las críticas de los opositores descubrieron pronto los innumerables vicios legales del Contrato Dreyfus. Los diputados Luis Benjamín Cisneros y José Luis Gómez Sánchez indicaron que el espíritu de la autorización daba amplia libertad al gobierno para emplear todos los medios útiles en la nivelación del presupuesto. El citado déficit, según nuevos cálculos del ministro Piérola llegaba a 35 millones de soles. Los días 8 de octubre y 25 de noviembre de 1869, la Comisión Permanente envió sin éxito dos representaciones al Ejecutivo ordenándole circunscribir el Contrato Dreyfus a los límites de la autorización citada. Paralizado temporalmente este asunto en el Legislativo, Balta creyó oportuno apresurar su política ferroviaria. Inútil es buscar en esta decisión la mano del estadista, pues no existió un minucioso estudio de la relación costo/beneficio de las empresas viales, y ni siquiera fue tomado como referente la baja cotización de las acciones de los ferrocarriles existentes, que en el caso de las líneas Lima-Callao y Lima Chorrillos llegaban solo al 25%, y en las de Huacho y Eten estaban en 45% y 10% respectivamente. Los hermanos José y Juan Francisco Balta, según testimonio de Rufino Echenique, intentaban ganar popularidad para conservar su poder y gastaron gruesas sumas en caminos de fierro sin reparar que el costo de uno solo de esos ferrocarriles bastaba para poner expeditos todos los caminos carreteros del país. Asimismo, el ministro Piérola, 81 Diario de los Debates. Comisión Permanente del Cuerpo Legislativo 1869, p. 144 y ss. LuisBenjamínCisneros.