Estrategia de prompts, primeras ideas para su construcción
Entrevista a Pablo Macera
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LIBROS & ARTES
l poeta alemán Rainer
Maria Rilke escribió
que “la única patria feliz, sin
territorio, es la conformada
por los niños”. Usted nació
en 1929 en un pueblo peque-
ño de la costa norte del Perú.
No guardo recuerdo de
Huacho de esos años. Sali-
mos de allí mi familia y yo
cuando tenía 3 años. Pero
sí conservo algunas foto-
grafías, mis padres tenían
unas tierras allí que se per-
dieron durante la debacle
económica de 1929. Ten-
go mis primeros recuerdos,
muy cariñosos, muy signi-
ficativos en la casa de mi
abuela materna, una casa
muy antigua, muy grande,
muy holgada, ubicada en el
Centro de Lima. Luego de
eso, más tarde nos muda-
mos por la Plaza Bolognesi,
Guzmán Blanco.
Hace poco tiempo, Car-
los Araníbar ha presentado
la rica trama cultural de los
jóvenes sanmarquinos en la
década de 1950. En la for-
mación del hombre moder-
no, la lectura de novelas ha
sido constitutiva de su sensi-
bilidad y experiencia. ¿Qué
novelas leyó el joven Pablo
Macera y qué recuerda aho-
ra de ellas?
Tenemos lecturas co-
munes de toda la genera-
ción, incluyendo a su pa-
dre, a Hugo Bravo, a los
hermanos Tamashiro, Ale-
jandro Romualdo, todos
los que se reunían en el bar
Palermo. Rainer María Ri-
lke era uno de nuestros au-
tores favoritos, Thomas
Entrevista a Pablo Macera*
«La desigualdad crea
incomunicación cultural
y un mundo delictivo»
En la tradición historiográfica peruana, Pablo Macera ocupa un lugar excepcional
por su vasta, heterogénea y profunda obra. Profesor sanmarquino y fundador del Seminario de
Historia Rural Andina, Macera es uno de los últimos intelectuales modernos. Él pensó el Perú con
agudeza y lucidez, y actuó, muchas veces, como un oráculo de la desesperanza, que
nos confrontó con valor con nuestros monstruos y desgracias.
Marcel Velázquez Castro
E
*Esta entrevista fue realiza-
da en el Seminario de Historia
Rural Andina, en el centro his-
tórico de Lima, el 12 de febrero
de 2016.
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LIBROS & ARTES
Mann, El lobo estepario de
Herman Hesse, La meta-
morfosis de Kafka, a través
de la Editorial Losada que
distribuyó mucho de la li-
teratura contemporánea en
Lima.
Usted ha manifestado su
admiración por la novela El
mundo es ancho y ajeno de
Ciro Alegría, considera que
es la mayor novela indigenis-
ta en el Perú, ¿por qué?
Fue la primera vez que
se presentó el drama de las
poblaciones campesinas del
Perú.
A inicios de la década de
1950 no había editoriales na-
cionales significativas…
Las editoriales más fre-
cuentadas eran las de Ar-
gentina y de México, el
Fondo de Cultura Econó-
mica, aunque esta distri-
buía libros de estudio, de
análisis.
¿Recuerda algún título de
aquellos libros?
Hubo un libro funda-
mental para mí, una obra
sobre el despotismo ilus-
trado, Filosofía de la Ilustra-
ción de Ernst Cassirer. Una
presentación muy novedo-
sa, muy diferente del sim-
ple elogio o la consigna-
ción de autores. El profesor
en la Universidad Católica,
José Agustín de la Puente,
lo introdujo en un semina-
rio sobre la Ilustración.
¿Cómo vivió sus prime-
ros años en la Casona de San
Marcos?
Existen varias etapas en
mi vida universitaria; el co-
mienzo de mi vida sanmar-
quina fue deslumbrante
por el primer rectorado de
Sánchez (1946-1948), que
nada tuvo que ver con las
prácticas políticas que más
tarde se impusieron en San
Marcos. De esa época son
las clases magistrales que
daba José Russo Delgado
sobre Sartre y Heidegger y
las de Raúl Porras Barre-
nechea sobre los cronistas.
Además, eran muy activos
los historiadores de la ge-
neración intermedia, Al-
berto Tauro del Pino y Ella
Dumbar Temple. Temple
trajo al Perú la metodolo-
gía de la historia de las ins-
tituciones.
En esos años, San Mar-
cos organizó el Primer En-
cuentro de Peruanistas
(1951), bajo la batuta de Po-
rras y el Congreso Interna-
cional de Filosofía, organi-
zado por Augusto Salazar
Bondy. En esos años San
Marcos concentraba un
prestigio académico muy
grande y que ha ido perdien-
do de forma empeñosa y sos-
tenida…
Era muy difícil evitar
ese declive ya que la pre-
sión popular que había por
la educación universitaria
requería una inversión muy
fuerte, que nunca realizó
el Estado. De este modo,
el sector privado estable-
ció sus propias universida-
des para grupos de elite, y
se descuidó a las universi-
dades nacionales, que son
la base de todo proyecto
educativo.
Los temas que ha desa-
rrollado en sus investiga-
ciones ocupan un extenso
rango. Por ejemplo, en los
cuatro volúmenes de Tra-
bajos de Historia (1977) se
ocupa de la historia econó-
mica, el lenguaje de la Ilus-
tración, las haciendas jesui-
tas, el sexo como fenómeno
social en la colonia, la pren-
sa de la independencia, el
guano, la educación en la
colonia, las bibliotecas del
siglo XVIII y las imágenes
del indio. Sin exagerar, po-
demos decir que muchos de
los campos más visibles de
la historia contemporánea
pueden encontrar una si-
miente rica y provocadora
en sus reflexiones reunidas
en esos años. ¿Cómo expli-
car ese impulso omniabar-
cador?
No era una actitud per-
sonal, era una posición
compartida por todo el
grupo generacional. Nadie
estaba especializado, por
ello, no había tema que no
nos interesara. Además,
era eso lo que se quería
porque se tenía una pers-
pectiva humanista muy
amplia.
Si leemos las grandes lí-
neas de su producción histo-
riográfica, podemos sostener
que hubo un desplazamiento
de la historia económica ha-
cia la historia del arte popu-
lar. En términos marxistas,
un desplazamiento de la es-
tructura a la superestructu-
ra, un giro cultural que mar-
ca gran parte de la historia
contemporánea.
Me ha deslumbrado la
riqueza del arte popular
amazónico, yo solo estaba
fascinado por el arte popu-
lar andino. Hace más o me-
nos unos 15 a 20 años que
descubrí el arte amazónico,
que está todavía por ser di-
fundido.
¿Cuáles serían las prin-
cipales características de ese
arte popular amazónico?
Lo principal es la re-
lación muy profunda que
existe entre ese arte y las
necesidades colectivas de
esas poblaciones.
Desde hace varias épocas
usted ha sido uno de los pri-
meros en mostrar la relevan-
cia del arte popular en la his-
toria del Perú. Sus trabajos
sobre los pintores populares
andinos, que usted denomi-
na maestros campesinos del
XIX, demostraron esas lógi-
cas materiales e ideológicas
que resistían el arte oficial
hegemónico mediante una
simulación obligada. Pos-
teriormente, tiene también
reflexiones sobre el arte de
Pancho Fierro y un estudio
sobre la flora y fauna en las
tablas de Sarhua. Son mani-
festaciones de épocas distin-
tas, pero que tienen como eje
común revelar la compleji-
dad de la práctica del artista
popular y sus batallas por la
memoria que se dan en estas
producciones.
Usted ha empleado la
definición exacta: batallas
por la memoria. Ellos de-
fienden sus tradiciones y se
resisten, simulan aceptar
las reglas hegemónicas.
¿Por qué los intelectua-
les peruanos no aquilatamos
esas memorias del arte popu-
lar?
No es por falta de in-
teligencia, sino por temor,
pues cuestiona la totali-
dad de las perspectivas que
ellos han adoptado para
pensar el mundo.
Porque ellas están an-
cladas en las escrituras, en
el control racional del mun-
do…
… y en el privilegio so-
cial y la exclusión.
Distinguiría estas ma-
nifestaciones complejas, ri-
cas, de lo que algunos han
denominado con cierto tono
despectivo “mundo chicha”,
es decir, la articulación de
«Creo que hay una ligazón entre ambos sectores,
entre ambos mundos y que puede haber una tensión enriquecedora.
El ‘mundo chicha’ es un mundo por ser redescubierto. Además, es
indispensable para salvar al Perú de un verdadero desastre, pues el
desarrollo de un lumpen proletariado no puede ser enfrentado
solamente con medidas económicas. Son necesarias estas ofertas
culturales de mundos nuevos para este sector social».
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LIBROS & ARTES
lo popular andino urbano en
códigos masivos y regidos por
la lógica del espectáculo.
Creo que hay una liga-
zón entre ambos sectores,
entre ambos mundos y que
puede haber una tensión
enriquecedora. El «mundo
chicha» es un mundo por
ser redescubierto. Además,
es indispensable para sal-
var al Perú de un verdadero
desastre, pues el desarrollo
de un lumpen proletaria-
do no puede ser enfrenta-
do solamente con medidas
económicas. Son necesa-
rias estas ofertas cultura-
les de mundos nuevos para
este sector social.
Usted desempeñó el pa-
pel de «jalador de lengua» de
Jesús Urbano y nos entregó
conjuntamente con él un tes-
timonio extraordinario. ¿Por
qué considera el libro San-
tero y caminante como un
libro de sabiduría, un lugar
donde hallar conocimientos?
Es un libro maravillo-
so y posee una página que
debe ser recordada, el re-
lato de los dos toros, uno
mayor y otro menor, este
último amarrado; el toro
mayor ataca al más joven
y casi lo deshace y mata a
cornadas. Mediante este
relato, Urbano reconoce
que esa es la relación que
tenía con su padre, y deci-
de irse de su casa.
Esta idea del caminante,
del que transita, debe vincu-
larse con la figura arquetípi-
ca de Guaman Poma…
Lo que apena es pre-
guntarse, ¿cuántos Gua-
man Poma hubo? Muchos
han quedado tirados por el
desarrollo histórico y nun-
ca los conoceremos. Gua-
man Poma fue el represen-
tante de todo un mundo,
que desgraciadamente está
perdido. Para la educación
secundaria, debería prepa-
rarse una antología pictóri-
ca, una selección de obras
de Guaman Poma, inclu-
yendo los pintores popula-
res del siglo XIX, y distri-
buirla gratuitamente en los
colegios.
Nuestro archivo gráfico
como cultura, como comuni-
dad es casi desconocido, está
en manos de especialistas, de
grupos muy pequeños…
Incluso ello se convier-
te en un privilegio de éli-
te, no económico ni social,
sino cultural. Se convier-
te en un privilegio más, sin
que esta sea la intención de
quienes producen esta cla-
se de arte.
Usted ha estudiado dos
rebeliones indígenas del si-
glo XVIII: Juan Santos Ata-
huallpa y Túpac Amaru.
Ambos poseen una visión
milenarista del universo, es-
peraban un nuevo orden y el
final de un mundo.
Pienso que de alguna
manera están conectadas.
No sé cómo, es una hipóte-
sis. Creo que existe un mo-
vimiento popular vigente
sobre Túpac Amaru en el
Perú, como lo prueba el he-
cho de que se celebre al Es-
píritu Santo y a San Isidro
Labrador. Existe una rela-
ción entre estas figuras. Por
ello, cuando celebran al
Espíritu Santo o a San Isi-
dro, están celebrando a Tú-
pac Amaru. Además, creo
que existe un inca. Yo bus-
qué una relación con el
inca, pero nunca la conse-
guí. Las personas a las que
acudí, que parecían tener
relación con ese mundo,
postergaron en numero-
sas oportunidades esa po-
sibilidad de encuentro, qui-
zá consideraron que no era
pertinente compartir eso.
Usted sostuvo que “Gra-
cias a la victoria de Aya-
cucho la república terminó
siendo una colonia sin rey.
Más feudal, más colonia que
nunca”. En los últimos años,
los estudios sobre el XIX han
revelado una complejidad y
una riqueza en la cultura po-
lítica y literaria del periodo
que obliga a repensar ese jui-
cio categórico. ¿Qué proble-
ma central no resolvió el siglo
XIX, cuál sería la acusación
principal?
No resolvió la diferen-
cia social (el mundo urba-
no y rural se separaron aún
más). Esto también ocurre
hoy ya que la distancia en-
tre los sectores sociales es
abismal. La desigualdad ha
crecido y es muy peligrosa
porque crea una incomuni-
cación cultural y un mun-
do delictivo desarrollado
en Lima y en varias ciuda-
des del país.
¿Considera que hay al-
gún legado valioso de los
hombres del XIX, alguna ta-
rea que cumplieron plena-
mente en esa primera expe-
riencia republicana?
No encuentro ninguno.
Desearía que fuese más evi-
dente. Si me diera algunos
nombres…
Piérola, su impulso de-
mocratizador y sus bases po-
pulares…
No, sus inicios con Dre-
yfus son descalificadores.
Pardo y el Partido Civil y
su República práctica…
No, por la blandura
con la que trató a los sec-
tores privilegiados y su po-
lítica exterior, que fue una
provocación innecesaria a
Chile, pues sí se buscaba
provocar, se debió tomar
las medidas consiguientes.
¿Y Castilla?
No llegó a culminar sus
proyectos. Pero, fíjese que
en el siglo XIX se gastó en
construir el Palacio de la
Exposición (lo que hoy es
el MALI), se gastó tanto o
más de lo que hubiese cos-
tado un barco de guerra:
esto fue durante el gobier-
no de Balta y Piérola era su
ministro de Economía.
En muchas ocasiones
ha destacado el carácter del
Perú como nación inconclu-
sa, de esperanza frustrada en
tanto comunidad social. ¿Su
visión del Perú como colecti-
vidad se ha modificado hoy?
Creo que nos estamos
jugando situaciones de pe-
ligro extremo. Hay un lum-
pen proletariado muy ac-
tivo, en el que podemos
encontrar en forma indi-
vidualizada personas de
gran capacidad intelectual,
pero con terribles proble-
mas para relacionarse so-
cialmente, que los lleva a
la frontera delictiva. Y esto
puede deshacernos como
sociedad.
¿Qué significa el Semi-
nario de Historia Rural An-
dina? Usted lo organizó en
1965, hace ya más de 50
años. Con más de 400 in-
vestigaciones desarrolladas,
es uno de los focos más im-
portantes en la producción
de conocimientos histórico-
sociales en el Perú.
El trabajo es excepcio-
nal y se da en condiciones
muy difíciles.
Sin embargo, San Mar-
cos parece no darse cuenta
del valor del seminario.
Porque San Marcos no
es ni más ni menos perua-
na que todos los otros.
Sin embargo, ¿usted se
siente satisfecho con el semi-
nario?
Desde luego, a pesar de
todas las dificultades. Ha
habido un incendio que
nos dejó sin teléfono ni in-
ternet y pasados más de
diez meses todavía no los
tenemos.
Muchas publicaciones de
este seminario salen de ma-
nera artesanal y tienen ma-
yor difusión en el extranje-
ro y en otras universidades,
antes que en el propio San
Marcos.
Desgraciadamente, en
nuestra universidad hay
gente que no entiende el
valor de la investigación.
Pablo Macera en el Seminario de Historia Rural Andina, durante una exposición de sus investi-
gaciones históricas.