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Alejandro Salinas




PARROCO Y SEÑOR: GAMONALISMO EN MACATE
                      1853-
           (ANCASH) – 1853-1893




               Seminario de Historia Rural Andina
      UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS
© D.R. Parroco y señor: Gamonalismo en Macate (Ancash) – 1853-1893
       Alejandro Marcelo Salinas Sánchez

© D.R. 1° edición Seminario de Historia Rural Andina


SEMI ARIO DE HISTORIA RURAL A DI A – U MSM
Rector: Manuel Burga Díaz
Directora: Nanda Leonardini
Director Fundador: Pablo Macera
Jr. Andahuaylas 348      Telf. (51-1) 428 – 0887 Lima 1
shra@unmsm.edu.pe
Lima–Perú, marzo 2005


Edición: Sara Castro García
Carátula: Gamonal macatino en Chuquicara (Huaylas), 1904 (Foto Colección Privada).
Contracarátula: Ficha de empresa minera “Macate A.M.C.” s/f (Colección Ernesto Melgar Salmón-Museo
                Banco Central de Reserva).
Escaneo: Juan Zárate Cuadrado
Impresión: Miguel Pinto Huaracha



Depósito legal: 1501012005-1688
ISBN: 9972-9955-6-9
“... las quejas que se elevan acerca de los abusos cometidos por
algunos párrocos, la moralidad de estos y el servicio pastoral dejan
mucho que desear en una parte de las parroquias; y esto se explica
fácilmente si se toma en consideración la larga, triste y desordenada
época porque ha pasado el país y la independencia casi completa en
que viven en sus doctrinas, ajenos a todo espíritu de mansedumbre, de
jerarquía y de disciplina”.

                     Félix Cipriano Coronel Zegarra
        Ministro de Justicia, Culto, Instrucción y Beneficencia
                                     1887
Mapa de la provincia de Huailas
                                Departamento de Ancachs – 1865




Fuente: Paz Soldán, Mariano Felipe. Atlas Geográfico del Perú. París, Librería de Fermín Didot Hijos y Ca., 1865.
INTRODUCCIÓN


Este trabajo pretende reconstruir el escenario histórico donde fueron definiéndose los vínculos
socio-económicos y políticos en la zona norte ancashina durante el siglo XIX. Abordaremos este
proceso desde una perspectiva de larga duración con el fin de mostrar no sólo las repercusiones de
los cambios coyunturales, sino el sustrato inmanente en la mentalidad de los actores sociales.
Definido así nuestro marco metodológico los resultados de este ensayo no serán aún definitivos, y
sólo deben ser considerados como hipótesis sobre los mecanismos de cambio introducidos por el
sistema gamonalista en la sociedad republicana. El caso aquí estudiado tiene un carácter peculiar,
en tanto no se refiere a la típica microsociedad andina decimonónica, feudalizada y ajena al resto
del país. Esas condiciones eran extrañas al pueblo de Macate, pues estando ubicado en el extremo
norte del Callejón de Huaylas tuvo dos niveles de comunidad espacial: por un lado forma parte del
antiguo cordón de economías complementarias a Huaraz, pero a su vez busca su propio lugar en el
hinterland cuyo punto central estaba en Chimbote, y por ese conducto mantuvo permanentes
relaciones con la capital de la República.
         Existen importantes estudios sobre el gamonalismo1 en la sierra central (Manrique, Mallon)
y sur (Burga y Flores Galindo, Hünefeldt), los cuales detallan las características de este fenómeno
referidos al monopolio de la propiedad territorial y el usufructo de la mano de obra indígena. Hay,
sin embargo, una menor historiografía para la región ancashina, si bien podemos decir que allí el
gamonalismo adquiere un aspecto acorde con el concepto clásico de entidad semifeudal. En ese
contexto, importa sobremanera la advertencia de Nelson Manrique acerca de que en el Estado
republicano el gamonal andino cumplió el papel de puente cultural entre el mundo occidental
modernista y el indígena tradicional. En una suerte de feudalismo indianizado estos rústicos
mandones sostuvieron un vínculo vertical y despótico sobre el campesinado indígena, pero con
ciertos rasgos paternalistas2. Por su parte, Burga y Flores Galindo ponen énfasis en el carácter
heterogéneo de los grupos gamonales repartidos en una variada jerarquía con respecto al poder

1
  De acuerdo con Jorge Basadre, en 1863 el escritor colombiano José María Samper utilizó el término gamonal para
referirse “... al hombre rico de un lugar pequeño, propietario de las tierras más valiosas, especie de señor feudal de
parroquia, que influye y domina soberanamente en el distrito, maneja a sus arrendatarios como borregos, ata y desata
como un San Pedro en caricatura, y campea sin rival como el gallo entre las gallinas”. Basadre, Jorge. Sultanismo,
corrupción y dependencia en el Perú republicano, p. 22.
económico y por ende a la capacidad de influencia política. Empero, en el fondo todos reproducían
un sistema de dominio servil que daba origen a una red de barrocas relaciones personales al interior
de las haciendas, y cuyas negativas consecuencias se expandieron al resto de la sociedad3.
         Sarfatti y Bergman plantean una interesante analogía histórica en cuanto al papel social
cumplido por el corregidor y el gamonal en los siglos XVIII y XIX, en tanto ambos representan la
continuidad de un poder fáctico. En la sociedad colonial el corregidor tenía la facultad exclusiva
otorgada por la Corona para comerciar con los indios, y al mismo tiempo un mandato para actuar
como autoridad política y judicial en un territorio dado. Durante la República aunque las leyes
sancionaron desde un inicio el servilismo de las clases populares, en las comunidades del interior
las nuevas autoridades y los señores rurales preservaron su estatus dominante. De tal manera, que
el corregidor puede ser visto como el precursor del gamonal, y éste la figura auténtica de un
corregidor moderno4. Además el conflicto social en el mundo andino tuvo un carácter dual y
excluyente, porque identificaba ciertos rasgos étnicos con una realidad clasista determinada, en
tanto los terratenientes y gamonales eran blancos o aparentaban serlo, mientras los pongos y
yanaconas fueron siempre indígenas. El problema consiste, entonces, en comprender cómo se
articularon estos microgobiernos despóticos con la democracia formal republicana.                   La pugna
ideológica entre conservadurismo y liberalismo, la debilidad del gobierno central y las cíclicas crisis
económicas influyeron sin duda en las opciones tomadas por los grupos regionales beligerantes.
Más aún durante la Guerra del Pacífico cuando insurge el nacionalismo como tercer elemento
integrador, los gamonales jugaran una serie de opciones en cuanto a la supervivencia y manejo del
Estado hasta ubicarse con ventajas dentro de la República Aristocrática post-bélica.

         Desde mediados del siglo XIX, fortalecida la autoridad estatal, las elites provincianas
utilizaron los puestos burocráticos para legitimar su antiguo señorío sobre el pueblo campesino.
Quienes ostentaban mayor influencia gracias al control de crecidos cuerpos paramilitares y la
grosera maniobra de agentes y funcionarios intermedios podían negociar senadurías o diputaciones
con los caudillos de turno. Especial interés merece el análisis de los espacios de conflicto entre los
mandones locales y sus niveles institucionales legitimados en la Prefectura, subprefecturas,
gobernaciones y municipios. Sin duda la supervivencia del espíritu corporativo en estas formas
políticas hacía que su funcionamiento se asemejara mucho al de los organismos coloniales a pesar
de su sentido republicano. El cabildo preserva así los intereses del gamonalismo frente a los afanes
centralistas del Estado. Además, allí era más viable el ingreso de los sectores medios, dado que la


2
  Manrique, Nelsón. Yawar Mayu: Sociedades terratenientes serranas, pp. 43-44.
3
  Burga, Manuel y Flores Galindo, Alberto. Apogeo y crisis de la República Aristocrática, p. 161.
4
  Sarfatti, Magali y Bergman, Arlene. Stratification in Peru, p. 32.
representación parlamentaria y los cargos del Ejecutivo estaban reservados para las aristocracias
provincianas vinculadas a los partidos limeños dominantes.

            En medio de este sistema dominante ¿cuáles fueron los espacios de poder abiertos para la
Iglesia? Consumidos gran parte de los bienes del clero en la campaña independentista, los obispos y
párrocos sufrieron en las décadas siguientes una creciente merma rentística, circunstancia agravada
cuando el liberalismo de los 50 y 60 ataca los fundamentos jurídicos de los privilegios económicos
eclesiásticos       planteando       continuamente        suprimir     diezmos,      primicias,     capellanías      y   la
desamortización de su masa patrimonial. El empobrecimiento de los curatos trajo el relajamiento
moral de los doctrineros, quienes hallaron en el abusivo cobro de derechos parroquiales y el
desempeño de lucrativas actividades mundanas una sólida base para establecer feudos distritales.
Ejemplos sobre la difundida presencia de párrocos gamonales y corrompidos atiborran los legajos
de la Sección Capítulos del Archivo Arzobispal de Lima, y reflejan la terrible distancia entre los
nobles ideales espirituales de la Iglesia y el pragmatismo materialista de sus hombres.

            Sin embargo, no fue sencillo para el poder civil provinciano aceptar la competencia de los
religiosos en el monopolio y goce de los recursos productivos y mano de obra indígena. Conforme
fueron forjándose alianzas entre los gamonales para repartirse el control de las nuevas
institucionales locales republicanas, surgieron ciertas desavenencias con las actividades económicas
permitidas al fuero eclesiástico. En medio de esta disputa se ubicaron los indígenas, cuya defensa
de derechos justificaba las acciones de ambos contendientes. El amparo formal del indio por las
leyes civiles estuvo orientado a eliminar los servicios personales prestados a los párrocos,
facilitando así su enganche en el circuito de las haciendas. La mala administración de los bienes
parroquiales y la necesidad de rebajar los aranceles eclesiásticos fueron desde entonces banderas de
lucha contra la Iglesia. A partir de este hecho la política se teñirá de clericalismo y anticlericalismo,
y en ese nuevo contexto, muchos párrocos no dudaron en tomar las armas para defender caudillos
conservadores como Manuel de Vivanco.

            Es importante advertir la coexistencia paralela de una realidad regionalista cuya lógica
afirmaba cierta autonomía del gobierno nacional. En esos espacios las relaciones señoriales eran
fortalecidas por la mínima influencia del mercado y la escasez monetaria, y ello a su vez determina
el ejercicio del poder en pequeña escala por clanes familiares con raíces coloniales. Así, los
cuerpos edilicios cumplirán una tarea decisiva para canalizar los esfuerzos de las elites locales en el
montaje de la Nación como mancomunidad política5. Ello nos lleva a preguntarnos ¿cuáles eran los
intereses solidarios entre el centro limeño y la periferia gamonalista provinciana? Sin duda, la

5
    Maiguashca, Juan. “El proceso de integración nacional en el Ecuador: El rol del poder central, 1830-1895”, p. 365.
aristocracia capitalina comprendía la necesidad de convalidar en los municipios el dominio fáctico
de los señores locales, pero no se atrevió a establecer el sistema federal. Prefirió mediante otras
leyes, como aquella referida a la contribución indígena, respaldar la autoridad del gamonal
procedente de un dominio fáctico. Asoman entonces otras interrogantes sobre los reales efectos del
liberalismo en este sistema político, y los mecanismos usados por los párrocos y sectores medios
para insertarse en los señoríos locales y mejorar su estatus.

            A inicios de la República, el Callejón de Huaylas comprendía un conjunto de estancias,
caseríos y tierras de pequeñas familias campesinas minifundistas. Desde los núcleos urbanos y
comerciales, las poblaciones blancas y mestizas organizaron los sectores agropecuario, minero y el
gobierno civil. La masa campesina llamada con desprecio “indiada”, estaba sometida por la “gente
decente”, y si bien la urbe y el sector rural mantenían sus propios códigos culturales, las relaciones
productivas integraban asimétricamente a estos sectores sociales dentro de la nacionalidad peruana6.
La estructura socio-económica ancashina presentaba así dos sectores contrapuestos: una extensa
masa de peones tributarios y una minoría de viracochas mineros y agroexportadores. Por entonces
la frontera agrícola ancashina abarcaba unas 160,000 Hás. repartidas entre 164 familias, con un
promedio de 970 Hás. por familia7. En ese contexto, los indígenas se hallaban muy lejos de la
ciudadanía, pues primaban las condiciones de patronazgo y clientelaje como normal social
consuetudinaria.
            En estas páginas hemos deseado reunir y analizar la mayor cantidad de material
hemerográfico y de archivo que fundamenten todas las observaciones y críticas contenidas en ellas.
Esto no ha sido fácil si consideramos la amplitud de las fuentes primarias, por lo cual para
reconstruir un solo hecho ha sido necesario consultar de manera paralela varios fondos
documentales. Por ello, el mérito del trabajo historiográfico radica en el esfuerzo sumario y
sistematizador de los datos recogidos, aunque desde luego algunos temas se hallan mejor
documentados que otros. No podría ser de otra manera dado que cada registro nos lleva de
inmediato a un cúmulo de nuevas fuentes. En cuanto al estilo expositivo deseamos que sea sencillo,
pero no simplista. Del mismo modo, intentaremos desarrollar un esquema general, sin perder la
particularidad de los procesos y la individualidad de los hechos.
            Este trabajo consta de dos capítulos: el primero, detalla el potencial productivo del distrito
de Macate, y las complejas coaliciones sociales y políticas establecidas entre los diversos sectores
del gamonalismo huaylino. En el segundo, analizamos los mecanismos usados por el párroco Julián
Durán para convertirse en el más importante gamonal macatino durante cuatro décadas (1853-

6
    Stein, William W. El levantamiento de Atusparia, pp. 40, 43.
7
    Alba Herrera, Claudio. Atusparia y la revolución campesina de 1885 en Ancash, pp. 15-16.
1893). La azarosa trayectoria de este personaje revela el creciente laicismo del poder religioso en
los Andes. Este proceso no podría explicarse si lo disociamos de las condiciones creadas por la
semifeudalidad rural. Durán no implantó un modelo socio-económico, sólo supo aprovechar las
ventajas de su estatus sacerdotal hasta transformarlo en soporte ideológico de un señorío laico.
CONCLUSIONES



El siglo XIX significa para la comunidad indígena la continuación del dominio socio-económico
bajo nuevas formas políticas. No puede considerarse empero, que hubo una situación inamovible,
pues la propiedad agraria constituirá un espacio de conflicto entre el Estado y la sociedad rural. La
conversión del campesino en ciudadano debía pasar necesariamente por la disolución de los
vínculos comunitarios sobre la tierra, y su acceso a ella como propietario individual libre del
ominoso tributo personal situándose así en el mismo estatus jurídico que el resto de la población8.
De esa manera, el campesino indígena encontraría un camino para insertarse en el modelo
productivo que en teoría iba a construir la República.. Pronto, sin embargo, por pragmatismo
económico y prejuicios étnico-culturales los viejos terratenientes encontraron en el gamonalismo la
forma más viable para darle un falso ropaje de modernidad a la vieja feudalidad.

            En ese contexto, nuestras microsociedades andinas republicanas constituyeron espacios en
los cuales pequeños clanes familiares impusieron su dominio sobre hinterlands con cierta dinámica
regional, pero desprovistos de mecanismos capaces de articular un mercado interno que contribuya
a la modernización de las fuerzas productivas. Dentro de esta mentalidad señorial, los sectores
medios (comerciantes, mineros, etc.) y los párrocos hicieron de la servidumbre y el control de las
instituciones locales la base para articular sus relaciones políticas con la aristocracia limeña. El
caso de Macate revela toda esa compleja red de alianzas y pactos distritales, provinciales y
departamentales que sostienen la administración pública. Hubo sin embargo, serios conflictos en la
definición de actitudes colectivas frente al gobierno central. Basta con citar la coyuntura conflictiva
de los 50 entre liberales y conservadores para observar el grado de beligerancia que podía alcanzar
la participación del pueblo en la defensa de sus derechos apoyándose en las medidas efectistas
aplicadas por los movimientos caudillescos, como fue el caso de la abolición del tributo indígena.

            En este punto conviene precisar ciertas etapas en el desarrollo del gamonalismo ancashino,
a partir del impacto causado por la política fiscal sobre la demografía. Como hemos visto hasta
mediados del siglo XIX se percibe una clara tendencia en la reducción de la propiedad territorial, y
por ende una limitadísima expansión de los sectores agropecuarios. Aquí no podemos dejar de
mencionar el creciente parasitismo de las haciendas huaylinas sobre las estancias indígenas,


8
    Moscoso, Martha. “La Tierra: Espacio de conflicto y relación entre el Estado y la comunidad / Siglo XIX”, pp. 367-370.
situación que hacía muy difícil la capacidad de recaudación tributaria. ¿Existió entonces una
mancomunidad de intereses entre el gamonalismo provinciano y la fiscalidad nacional diseñada
desde la capital?. En realidad asistimos mas bien a una enconada disputa por la sobreexplotación de
la fuerza laboral y la pequeña propiedad parcelaria, cuyo trágico final fueron los cíclicos
movimientos indígenas antifiscales.             El desmantelamiento de las propiedades de la Iglesia
representa una transferencia de capital a manos de una nueva generación de gamonales9.

         Iglesia y Estado convalidaron a su manera el soporte ideológico del gamonalismo mediante
políticas conservadoras basadas en el acceso restringido a la ciudadanía, y la reproducción de
formas serviles en su propio beneficio. De acuerdo con ello, la jerarquía eclesiástica mantuvo una
tensa relación por la defensa del fuero y bienes eclesiásticos frente a la secularización impulsada
por ciertos sectores liberales. El interés de los párrocos por controlar los colegios electorales, y su
defensa de los caudillos clericalistas, como lo hizo Julián Durán con Manuel Vivanco y Nicolás de
Piérola, revela que la ideología de Bartolomé Herrera pudo haber perdido la batalla en el Congreso,
pero se manifestaba cotidianamente en la actuación de los religiosos con su feligresía. En 1876 El
Comercio se preguntaba ¿por qué los párrocos tendrían interés en apoyar el movimiento pierolista?.,
y llegaba a la conclusión de que las razones podrían estar en que el caudillo civil representaba
entonces “las prácticas supersticiosas, los altos aranceles parroquiales”10.

         El papel ideológico cumplido por la Iglesia en la construcción de la institucionalidad y la
ciudadanía republicanas es ciertamente complejo. Ideólogos como Herrera consideraban que el
acceso al cuerpo político, el ingreso a la civilización pasaba por una introspección del individuo en
cuanto a sus derechos y obligaciones con el Estado. Esa tarea moral sólo podían ejecutarla los
eclesiásticos, y por tanto los párrocos debían asumir la tarea de abrir los ojos del pueblo,
convirtiéndose así en tutores de la soberanía popular.                  El objetivo del conservadurismo será
entonces forjar una República católica con ciudadanos católicos guiados por el clero en la
construcción de la nacionalidad11.              Sin embargo, las condiciones críticas de la economía
decimonónica mandarían esta tarea espiritual al desván de la conciencia religiosa fluyendo, en
cambio, un pragmatismo materialista.

         El caso del párroco Durán en Macate permite rastrear paso a paso el surgimiento y
desarrollo de un señorío espiritual con sólidas bases materiales.                          Las circunstancias de
empobrecimiento de los curatos por la pérdida de diezmos y capellanías, abrieron un ancho campo


9
  Tantaleán, Javier. Política económico-financiera y la formación del Estado / Siglo XIX, pp. 127-128
10
   Editorial (El Comercio), p. 2.
11
   Demélas, Marie Danielle e Saint-Geours, Yves. Jerusalén y Babilonia / Religión y Política en el Ecuador 1780-1880, p.
172.
para la especulación productiva y comercial desde las parroquias. Pero ello no bastaba, pues
recursos sin poder efectivo hubiesen puesto a los párrocos a merced de los demás gamonales. Y es
allí cuando cada párroco estudia su entorno social y define su estrategia de dominio sin el más
mínimo escrúpulo, y con la mayor prevención toda vez que se enfrentaban a los vecinos notables de
los pueblos donde el destino o la decisión de sus prelados los había mandado. La lenidad de las
instituciones judiciales y los funcionarios públicos tuvo en los párrocos señores su mejor fuente de
alimentación. La modernidad introducida por las nuevas vías de comunicación (ferrocarriles) y la
consecuente presencia de capitalistas extranjeros terminó convertida en elemento en la lógica del
gamonalismo cercano a las economías del litoral. La hacienda serrana tuvo entonces que recluirse
en enclaves agropecuarios vinculados a capitales mercantiles que no afectaran sus viejas relaciones
feudalizadas.

        En los años inmediatos a la post-guerra se produjo una intensa confrontación entre las
autoridades nacionales y el gamonalismo ancashino motivada por el cobro de impuestos y control
de los patrimonios territoriales. La contribución personal generó además una creciente protesta
campesina, la misma que fue canalizada por pequeños y medianos hacendados y mineros, los cuales
quisieron convertir al Callejón de Huaylas en uno de los principales núcleos antifiscales. La
mayoría de estos gamonales habían pensado que apoyando a Andrés A. Cáceres iban a establecer
una mejor relación con el gobierno central, por oposición a la conflictiva política hacendaria de
Miguel Iglesias. El párroco Durán estuvo entre aquellos caceristas de ocasión, y no dudó en
participar liderando montoneras durante la rebelión de Atusparia, formando así parte de un amplio
movimiento político. Los gamonales plantearon entonces el problema como una limitación del
derecho de propiedad, pues los tributos eran confiscatorios y trastornaban su decadente sistema de
usufructo de la economía regional.

        ¿Cuáles fueron las estrategias empleadas por este párroco para mantener su señorío durante
cuatro décadas? Como hemos visto, Durán resistió inconmovible el paso de una decena de
gobiernos, desde el conservador Echenique hasta el populista Cáceres, gracias al uso de los viejos
mecanismos de dominación gamonalista, pero supo sobre todo actuar con pragmatismo adaptando
sus intereses e ideología a los cambios políticos del último cuarto del siglo XIX. Tuvo además
criterio oportuno para diversificar sus inversiones participando en todos los ramos productivos
(agricultura, minería y comercio), y estableció alianza con facciones locales para neutralizar a sus
enemigos y vencer en la disputa por el poder en Macate. Fue en ese sentido, un hombre que no sólo
cumplía con los rasgos típicos del gamonal en tanto era autoritario y al mismo tiempo paternalista,
sino que agregó a ello la influencia de su condición religiosa.
Por diversas razones la burocracia eclesiástica republicana otorgó amplios márgenes de
autonomía a los párrocos provinciales. De esa manera, estos tuvieron facilidades para aprovechar
los mecanismos de movilización social que el sistema gamonalista había abierto para los señores
locales. Sin embargo, el señorío parroquial se sustentaba en una serie de prácticas abusivas y
cobros exagerados de derechos parroquiales, por lo que se mantuvo en permanente conflicto con la
comunidad cuyos reclamos constantes llegaron hasta el Arzobispado limeño . Lamentablemente, la
instancia judicial canónica pocas veces actuaba contra los párrocos infractores, y por eso los
gamonales prefirieron forjar alianzas para compartir con ellos su dominio fáctico en el mundo rural.

            Sin duda, a lo largo del siglo XIX e inicios del siglo XX, los párrocos fueron los más
activos acaparadores de tierras y recursos comunales. Estudios de Jaime Urrutia revelan que en
dicho período ser párroco resultó, al parecer, una vía de acumulación similar a la de comerciante,
arriero o ganadero. Por lo demás, el párroco tuvo frente a las autoridades civiles la ventaja del
control ideológico ejercido sobre los indígenas. Este dominio se expresaba en amenazas y chantajes
ante las protestas de los comuneros, referidos a la negativa de enterrar a los muertos, bautizar a los
niños, realizar misas, etc. Los párrocos se muestran inflexibles y rapaces cuando se trata de obtener
las primicias de las comunidades, o aumentar arbitrariamente los aranceles eclesiásticos por sus
servicios. Resultaron así la punta de lanza del sistema de despojo permanente sobre los recursos
comunales, lo cual motiva numerosas quejas y rebeliones populares12.




12
     Urrutia, Jaime y otros. “Las comunidades en la región de Huamanga, 1821-1968”, pp. 443-444.
ÍNDICE

Introducción                                       11

Capítulo I. Espacio geográfico y contexto social   17
1.1    Macate. Tierra de estancias y minas         17
1.2.   Iglesia, Estado y poder político            34
1.3.   Gamonales, clubes políticos y elecciones    46

Capítulo II. Señorío religioso y gamonalismo       63
2.1    La violenta década inicial (1853-1863)      63
2.2    Auge y crisis del señorío (1864-1884)       68
2.3    Ocaso del párroco señor (1885-1893)         82

Conclusiones                                       91

Bibliografía                                       95

Documentos                                         107


Anexo documental                                   111
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Parroco y señor macate 1853 1893

  • 1. A-PDF Merger DEMO : Purchase from www.A-PDF.com to remove the watermark
  • 2. Alejandro Salinas PARROCO Y SEÑOR: GAMONALISMO EN MACATE 1853- (ANCASH) – 1853-1893 Seminario de Historia Rural Andina UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS
  • 3. © D.R. Parroco y señor: Gamonalismo en Macate (Ancash) – 1853-1893 Alejandro Marcelo Salinas Sánchez © D.R. 1° edición Seminario de Historia Rural Andina SEMI ARIO DE HISTORIA RURAL A DI A – U MSM Rector: Manuel Burga Díaz Directora: Nanda Leonardini Director Fundador: Pablo Macera Jr. Andahuaylas 348 Telf. (51-1) 428 – 0887 Lima 1 shra@unmsm.edu.pe Lima–Perú, marzo 2005 Edición: Sara Castro García Carátula: Gamonal macatino en Chuquicara (Huaylas), 1904 (Foto Colección Privada). Contracarátula: Ficha de empresa minera “Macate A.M.C.” s/f (Colección Ernesto Melgar Salmón-Museo Banco Central de Reserva). Escaneo: Juan Zárate Cuadrado Impresión: Miguel Pinto Huaracha Depósito legal: 1501012005-1688 ISBN: 9972-9955-6-9
  • 4. “... las quejas que se elevan acerca de los abusos cometidos por algunos párrocos, la moralidad de estos y el servicio pastoral dejan mucho que desear en una parte de las parroquias; y esto se explica fácilmente si se toma en consideración la larga, triste y desordenada época porque ha pasado el país y la independencia casi completa en que viven en sus doctrinas, ajenos a todo espíritu de mansedumbre, de jerarquía y de disciplina”. Félix Cipriano Coronel Zegarra Ministro de Justicia, Culto, Instrucción y Beneficencia 1887
  • 5. Mapa de la provincia de Huailas Departamento de Ancachs – 1865 Fuente: Paz Soldán, Mariano Felipe. Atlas Geográfico del Perú. París, Librería de Fermín Didot Hijos y Ca., 1865.
  • 6. INTRODUCCIÓN Este trabajo pretende reconstruir el escenario histórico donde fueron definiéndose los vínculos socio-económicos y políticos en la zona norte ancashina durante el siglo XIX. Abordaremos este proceso desde una perspectiva de larga duración con el fin de mostrar no sólo las repercusiones de los cambios coyunturales, sino el sustrato inmanente en la mentalidad de los actores sociales. Definido así nuestro marco metodológico los resultados de este ensayo no serán aún definitivos, y sólo deben ser considerados como hipótesis sobre los mecanismos de cambio introducidos por el sistema gamonalista en la sociedad republicana. El caso aquí estudiado tiene un carácter peculiar, en tanto no se refiere a la típica microsociedad andina decimonónica, feudalizada y ajena al resto del país. Esas condiciones eran extrañas al pueblo de Macate, pues estando ubicado en el extremo norte del Callejón de Huaylas tuvo dos niveles de comunidad espacial: por un lado forma parte del antiguo cordón de economías complementarias a Huaraz, pero a su vez busca su propio lugar en el hinterland cuyo punto central estaba en Chimbote, y por ese conducto mantuvo permanentes relaciones con la capital de la República. Existen importantes estudios sobre el gamonalismo1 en la sierra central (Manrique, Mallon) y sur (Burga y Flores Galindo, Hünefeldt), los cuales detallan las características de este fenómeno referidos al monopolio de la propiedad territorial y el usufructo de la mano de obra indígena. Hay, sin embargo, una menor historiografía para la región ancashina, si bien podemos decir que allí el gamonalismo adquiere un aspecto acorde con el concepto clásico de entidad semifeudal. En ese contexto, importa sobremanera la advertencia de Nelson Manrique acerca de que en el Estado republicano el gamonal andino cumplió el papel de puente cultural entre el mundo occidental modernista y el indígena tradicional. En una suerte de feudalismo indianizado estos rústicos mandones sostuvieron un vínculo vertical y despótico sobre el campesinado indígena, pero con ciertos rasgos paternalistas2. Por su parte, Burga y Flores Galindo ponen énfasis en el carácter heterogéneo de los grupos gamonales repartidos en una variada jerarquía con respecto al poder 1 De acuerdo con Jorge Basadre, en 1863 el escritor colombiano José María Samper utilizó el término gamonal para referirse “... al hombre rico de un lugar pequeño, propietario de las tierras más valiosas, especie de señor feudal de parroquia, que influye y domina soberanamente en el distrito, maneja a sus arrendatarios como borregos, ata y desata como un San Pedro en caricatura, y campea sin rival como el gallo entre las gallinas”. Basadre, Jorge. Sultanismo, corrupción y dependencia en el Perú republicano, p. 22.
  • 7. económico y por ende a la capacidad de influencia política. Empero, en el fondo todos reproducían un sistema de dominio servil que daba origen a una red de barrocas relaciones personales al interior de las haciendas, y cuyas negativas consecuencias se expandieron al resto de la sociedad3. Sarfatti y Bergman plantean una interesante analogía histórica en cuanto al papel social cumplido por el corregidor y el gamonal en los siglos XVIII y XIX, en tanto ambos representan la continuidad de un poder fáctico. En la sociedad colonial el corregidor tenía la facultad exclusiva otorgada por la Corona para comerciar con los indios, y al mismo tiempo un mandato para actuar como autoridad política y judicial en un territorio dado. Durante la República aunque las leyes sancionaron desde un inicio el servilismo de las clases populares, en las comunidades del interior las nuevas autoridades y los señores rurales preservaron su estatus dominante. De tal manera, que el corregidor puede ser visto como el precursor del gamonal, y éste la figura auténtica de un corregidor moderno4. Además el conflicto social en el mundo andino tuvo un carácter dual y excluyente, porque identificaba ciertos rasgos étnicos con una realidad clasista determinada, en tanto los terratenientes y gamonales eran blancos o aparentaban serlo, mientras los pongos y yanaconas fueron siempre indígenas. El problema consiste, entonces, en comprender cómo se articularon estos microgobiernos despóticos con la democracia formal republicana. La pugna ideológica entre conservadurismo y liberalismo, la debilidad del gobierno central y las cíclicas crisis económicas influyeron sin duda en las opciones tomadas por los grupos regionales beligerantes. Más aún durante la Guerra del Pacífico cuando insurge el nacionalismo como tercer elemento integrador, los gamonales jugaran una serie de opciones en cuanto a la supervivencia y manejo del Estado hasta ubicarse con ventajas dentro de la República Aristocrática post-bélica. Desde mediados del siglo XIX, fortalecida la autoridad estatal, las elites provincianas utilizaron los puestos burocráticos para legitimar su antiguo señorío sobre el pueblo campesino. Quienes ostentaban mayor influencia gracias al control de crecidos cuerpos paramilitares y la grosera maniobra de agentes y funcionarios intermedios podían negociar senadurías o diputaciones con los caudillos de turno. Especial interés merece el análisis de los espacios de conflicto entre los mandones locales y sus niveles institucionales legitimados en la Prefectura, subprefecturas, gobernaciones y municipios. Sin duda la supervivencia del espíritu corporativo en estas formas políticas hacía que su funcionamiento se asemejara mucho al de los organismos coloniales a pesar de su sentido republicano. El cabildo preserva así los intereses del gamonalismo frente a los afanes centralistas del Estado. Además, allí era más viable el ingreso de los sectores medios, dado que la 2 Manrique, Nelsón. Yawar Mayu: Sociedades terratenientes serranas, pp. 43-44. 3 Burga, Manuel y Flores Galindo, Alberto. Apogeo y crisis de la República Aristocrática, p. 161. 4 Sarfatti, Magali y Bergman, Arlene. Stratification in Peru, p. 32.
  • 8. representación parlamentaria y los cargos del Ejecutivo estaban reservados para las aristocracias provincianas vinculadas a los partidos limeños dominantes. En medio de este sistema dominante ¿cuáles fueron los espacios de poder abiertos para la Iglesia? Consumidos gran parte de los bienes del clero en la campaña independentista, los obispos y párrocos sufrieron en las décadas siguientes una creciente merma rentística, circunstancia agravada cuando el liberalismo de los 50 y 60 ataca los fundamentos jurídicos de los privilegios económicos eclesiásticos planteando continuamente suprimir diezmos, primicias, capellanías y la desamortización de su masa patrimonial. El empobrecimiento de los curatos trajo el relajamiento moral de los doctrineros, quienes hallaron en el abusivo cobro de derechos parroquiales y el desempeño de lucrativas actividades mundanas una sólida base para establecer feudos distritales. Ejemplos sobre la difundida presencia de párrocos gamonales y corrompidos atiborran los legajos de la Sección Capítulos del Archivo Arzobispal de Lima, y reflejan la terrible distancia entre los nobles ideales espirituales de la Iglesia y el pragmatismo materialista de sus hombres. Sin embargo, no fue sencillo para el poder civil provinciano aceptar la competencia de los religiosos en el monopolio y goce de los recursos productivos y mano de obra indígena. Conforme fueron forjándose alianzas entre los gamonales para repartirse el control de las nuevas institucionales locales republicanas, surgieron ciertas desavenencias con las actividades económicas permitidas al fuero eclesiástico. En medio de esta disputa se ubicaron los indígenas, cuya defensa de derechos justificaba las acciones de ambos contendientes. El amparo formal del indio por las leyes civiles estuvo orientado a eliminar los servicios personales prestados a los párrocos, facilitando así su enganche en el circuito de las haciendas. La mala administración de los bienes parroquiales y la necesidad de rebajar los aranceles eclesiásticos fueron desde entonces banderas de lucha contra la Iglesia. A partir de este hecho la política se teñirá de clericalismo y anticlericalismo, y en ese nuevo contexto, muchos párrocos no dudaron en tomar las armas para defender caudillos conservadores como Manuel de Vivanco. Es importante advertir la coexistencia paralela de una realidad regionalista cuya lógica afirmaba cierta autonomía del gobierno nacional. En esos espacios las relaciones señoriales eran fortalecidas por la mínima influencia del mercado y la escasez monetaria, y ello a su vez determina el ejercicio del poder en pequeña escala por clanes familiares con raíces coloniales. Así, los cuerpos edilicios cumplirán una tarea decisiva para canalizar los esfuerzos de las elites locales en el montaje de la Nación como mancomunidad política5. Ello nos lleva a preguntarnos ¿cuáles eran los intereses solidarios entre el centro limeño y la periferia gamonalista provinciana? Sin duda, la 5 Maiguashca, Juan. “El proceso de integración nacional en el Ecuador: El rol del poder central, 1830-1895”, p. 365.
  • 9. aristocracia capitalina comprendía la necesidad de convalidar en los municipios el dominio fáctico de los señores locales, pero no se atrevió a establecer el sistema federal. Prefirió mediante otras leyes, como aquella referida a la contribución indígena, respaldar la autoridad del gamonal procedente de un dominio fáctico. Asoman entonces otras interrogantes sobre los reales efectos del liberalismo en este sistema político, y los mecanismos usados por los párrocos y sectores medios para insertarse en los señoríos locales y mejorar su estatus. A inicios de la República, el Callejón de Huaylas comprendía un conjunto de estancias, caseríos y tierras de pequeñas familias campesinas minifundistas. Desde los núcleos urbanos y comerciales, las poblaciones blancas y mestizas organizaron los sectores agropecuario, minero y el gobierno civil. La masa campesina llamada con desprecio “indiada”, estaba sometida por la “gente decente”, y si bien la urbe y el sector rural mantenían sus propios códigos culturales, las relaciones productivas integraban asimétricamente a estos sectores sociales dentro de la nacionalidad peruana6. La estructura socio-económica ancashina presentaba así dos sectores contrapuestos: una extensa masa de peones tributarios y una minoría de viracochas mineros y agroexportadores. Por entonces la frontera agrícola ancashina abarcaba unas 160,000 Hás. repartidas entre 164 familias, con un promedio de 970 Hás. por familia7. En ese contexto, los indígenas se hallaban muy lejos de la ciudadanía, pues primaban las condiciones de patronazgo y clientelaje como normal social consuetudinaria. En estas páginas hemos deseado reunir y analizar la mayor cantidad de material hemerográfico y de archivo que fundamenten todas las observaciones y críticas contenidas en ellas. Esto no ha sido fácil si consideramos la amplitud de las fuentes primarias, por lo cual para reconstruir un solo hecho ha sido necesario consultar de manera paralela varios fondos documentales. Por ello, el mérito del trabajo historiográfico radica en el esfuerzo sumario y sistematizador de los datos recogidos, aunque desde luego algunos temas se hallan mejor documentados que otros. No podría ser de otra manera dado que cada registro nos lleva de inmediato a un cúmulo de nuevas fuentes. En cuanto al estilo expositivo deseamos que sea sencillo, pero no simplista. Del mismo modo, intentaremos desarrollar un esquema general, sin perder la particularidad de los procesos y la individualidad de los hechos. Este trabajo consta de dos capítulos: el primero, detalla el potencial productivo del distrito de Macate, y las complejas coaliciones sociales y políticas establecidas entre los diversos sectores del gamonalismo huaylino. En el segundo, analizamos los mecanismos usados por el párroco Julián Durán para convertirse en el más importante gamonal macatino durante cuatro décadas (1853- 6 Stein, William W. El levantamiento de Atusparia, pp. 40, 43. 7 Alba Herrera, Claudio. Atusparia y la revolución campesina de 1885 en Ancash, pp. 15-16.
  • 10. 1893). La azarosa trayectoria de este personaje revela el creciente laicismo del poder religioso en los Andes. Este proceso no podría explicarse si lo disociamos de las condiciones creadas por la semifeudalidad rural. Durán no implantó un modelo socio-económico, sólo supo aprovechar las ventajas de su estatus sacerdotal hasta transformarlo en soporte ideológico de un señorío laico.
  • 11. CONCLUSIONES El siglo XIX significa para la comunidad indígena la continuación del dominio socio-económico bajo nuevas formas políticas. No puede considerarse empero, que hubo una situación inamovible, pues la propiedad agraria constituirá un espacio de conflicto entre el Estado y la sociedad rural. La conversión del campesino en ciudadano debía pasar necesariamente por la disolución de los vínculos comunitarios sobre la tierra, y su acceso a ella como propietario individual libre del ominoso tributo personal situándose así en el mismo estatus jurídico que el resto de la población8. De esa manera, el campesino indígena encontraría un camino para insertarse en el modelo productivo que en teoría iba a construir la República.. Pronto, sin embargo, por pragmatismo económico y prejuicios étnico-culturales los viejos terratenientes encontraron en el gamonalismo la forma más viable para darle un falso ropaje de modernidad a la vieja feudalidad. En ese contexto, nuestras microsociedades andinas republicanas constituyeron espacios en los cuales pequeños clanes familiares impusieron su dominio sobre hinterlands con cierta dinámica regional, pero desprovistos de mecanismos capaces de articular un mercado interno que contribuya a la modernización de las fuerzas productivas. Dentro de esta mentalidad señorial, los sectores medios (comerciantes, mineros, etc.) y los párrocos hicieron de la servidumbre y el control de las instituciones locales la base para articular sus relaciones políticas con la aristocracia limeña. El caso de Macate revela toda esa compleja red de alianzas y pactos distritales, provinciales y departamentales que sostienen la administración pública. Hubo sin embargo, serios conflictos en la definición de actitudes colectivas frente al gobierno central. Basta con citar la coyuntura conflictiva de los 50 entre liberales y conservadores para observar el grado de beligerancia que podía alcanzar la participación del pueblo en la defensa de sus derechos apoyándose en las medidas efectistas aplicadas por los movimientos caudillescos, como fue el caso de la abolición del tributo indígena. En este punto conviene precisar ciertas etapas en el desarrollo del gamonalismo ancashino, a partir del impacto causado por la política fiscal sobre la demografía. Como hemos visto hasta mediados del siglo XIX se percibe una clara tendencia en la reducción de la propiedad territorial, y por ende una limitadísima expansión de los sectores agropecuarios. Aquí no podemos dejar de mencionar el creciente parasitismo de las haciendas huaylinas sobre las estancias indígenas, 8 Moscoso, Martha. “La Tierra: Espacio de conflicto y relación entre el Estado y la comunidad / Siglo XIX”, pp. 367-370.
  • 12. situación que hacía muy difícil la capacidad de recaudación tributaria. ¿Existió entonces una mancomunidad de intereses entre el gamonalismo provinciano y la fiscalidad nacional diseñada desde la capital?. En realidad asistimos mas bien a una enconada disputa por la sobreexplotación de la fuerza laboral y la pequeña propiedad parcelaria, cuyo trágico final fueron los cíclicos movimientos indígenas antifiscales. El desmantelamiento de las propiedades de la Iglesia representa una transferencia de capital a manos de una nueva generación de gamonales9. Iglesia y Estado convalidaron a su manera el soporte ideológico del gamonalismo mediante políticas conservadoras basadas en el acceso restringido a la ciudadanía, y la reproducción de formas serviles en su propio beneficio. De acuerdo con ello, la jerarquía eclesiástica mantuvo una tensa relación por la defensa del fuero y bienes eclesiásticos frente a la secularización impulsada por ciertos sectores liberales. El interés de los párrocos por controlar los colegios electorales, y su defensa de los caudillos clericalistas, como lo hizo Julián Durán con Manuel Vivanco y Nicolás de Piérola, revela que la ideología de Bartolomé Herrera pudo haber perdido la batalla en el Congreso, pero se manifestaba cotidianamente en la actuación de los religiosos con su feligresía. En 1876 El Comercio se preguntaba ¿por qué los párrocos tendrían interés en apoyar el movimiento pierolista?., y llegaba a la conclusión de que las razones podrían estar en que el caudillo civil representaba entonces “las prácticas supersticiosas, los altos aranceles parroquiales”10. El papel ideológico cumplido por la Iglesia en la construcción de la institucionalidad y la ciudadanía republicanas es ciertamente complejo. Ideólogos como Herrera consideraban que el acceso al cuerpo político, el ingreso a la civilización pasaba por una introspección del individuo en cuanto a sus derechos y obligaciones con el Estado. Esa tarea moral sólo podían ejecutarla los eclesiásticos, y por tanto los párrocos debían asumir la tarea de abrir los ojos del pueblo, convirtiéndose así en tutores de la soberanía popular. El objetivo del conservadurismo será entonces forjar una República católica con ciudadanos católicos guiados por el clero en la construcción de la nacionalidad11. Sin embargo, las condiciones críticas de la economía decimonónica mandarían esta tarea espiritual al desván de la conciencia religiosa fluyendo, en cambio, un pragmatismo materialista. El caso del párroco Durán en Macate permite rastrear paso a paso el surgimiento y desarrollo de un señorío espiritual con sólidas bases materiales. Las circunstancias de empobrecimiento de los curatos por la pérdida de diezmos y capellanías, abrieron un ancho campo 9 Tantaleán, Javier. Política económico-financiera y la formación del Estado / Siglo XIX, pp. 127-128 10 Editorial (El Comercio), p. 2. 11 Demélas, Marie Danielle e Saint-Geours, Yves. Jerusalén y Babilonia / Religión y Política en el Ecuador 1780-1880, p. 172.
  • 13. para la especulación productiva y comercial desde las parroquias. Pero ello no bastaba, pues recursos sin poder efectivo hubiesen puesto a los párrocos a merced de los demás gamonales. Y es allí cuando cada párroco estudia su entorno social y define su estrategia de dominio sin el más mínimo escrúpulo, y con la mayor prevención toda vez que se enfrentaban a los vecinos notables de los pueblos donde el destino o la decisión de sus prelados los había mandado. La lenidad de las instituciones judiciales y los funcionarios públicos tuvo en los párrocos señores su mejor fuente de alimentación. La modernidad introducida por las nuevas vías de comunicación (ferrocarriles) y la consecuente presencia de capitalistas extranjeros terminó convertida en elemento en la lógica del gamonalismo cercano a las economías del litoral. La hacienda serrana tuvo entonces que recluirse en enclaves agropecuarios vinculados a capitales mercantiles que no afectaran sus viejas relaciones feudalizadas. En los años inmediatos a la post-guerra se produjo una intensa confrontación entre las autoridades nacionales y el gamonalismo ancashino motivada por el cobro de impuestos y control de los patrimonios territoriales. La contribución personal generó además una creciente protesta campesina, la misma que fue canalizada por pequeños y medianos hacendados y mineros, los cuales quisieron convertir al Callejón de Huaylas en uno de los principales núcleos antifiscales. La mayoría de estos gamonales habían pensado que apoyando a Andrés A. Cáceres iban a establecer una mejor relación con el gobierno central, por oposición a la conflictiva política hacendaria de Miguel Iglesias. El párroco Durán estuvo entre aquellos caceristas de ocasión, y no dudó en participar liderando montoneras durante la rebelión de Atusparia, formando así parte de un amplio movimiento político. Los gamonales plantearon entonces el problema como una limitación del derecho de propiedad, pues los tributos eran confiscatorios y trastornaban su decadente sistema de usufructo de la economía regional. ¿Cuáles fueron las estrategias empleadas por este párroco para mantener su señorío durante cuatro décadas? Como hemos visto, Durán resistió inconmovible el paso de una decena de gobiernos, desde el conservador Echenique hasta el populista Cáceres, gracias al uso de los viejos mecanismos de dominación gamonalista, pero supo sobre todo actuar con pragmatismo adaptando sus intereses e ideología a los cambios políticos del último cuarto del siglo XIX. Tuvo además criterio oportuno para diversificar sus inversiones participando en todos los ramos productivos (agricultura, minería y comercio), y estableció alianza con facciones locales para neutralizar a sus enemigos y vencer en la disputa por el poder en Macate. Fue en ese sentido, un hombre que no sólo cumplía con los rasgos típicos del gamonal en tanto era autoritario y al mismo tiempo paternalista, sino que agregó a ello la influencia de su condición religiosa.
  • 14. Por diversas razones la burocracia eclesiástica republicana otorgó amplios márgenes de autonomía a los párrocos provinciales. De esa manera, estos tuvieron facilidades para aprovechar los mecanismos de movilización social que el sistema gamonalista había abierto para los señores locales. Sin embargo, el señorío parroquial se sustentaba en una serie de prácticas abusivas y cobros exagerados de derechos parroquiales, por lo que se mantuvo en permanente conflicto con la comunidad cuyos reclamos constantes llegaron hasta el Arzobispado limeño . Lamentablemente, la instancia judicial canónica pocas veces actuaba contra los párrocos infractores, y por eso los gamonales prefirieron forjar alianzas para compartir con ellos su dominio fáctico en el mundo rural. Sin duda, a lo largo del siglo XIX e inicios del siglo XX, los párrocos fueron los más activos acaparadores de tierras y recursos comunales. Estudios de Jaime Urrutia revelan que en dicho período ser párroco resultó, al parecer, una vía de acumulación similar a la de comerciante, arriero o ganadero. Por lo demás, el párroco tuvo frente a las autoridades civiles la ventaja del control ideológico ejercido sobre los indígenas. Este dominio se expresaba en amenazas y chantajes ante las protestas de los comuneros, referidos a la negativa de enterrar a los muertos, bautizar a los niños, realizar misas, etc. Los párrocos se muestran inflexibles y rapaces cuando se trata de obtener las primicias de las comunidades, o aumentar arbitrariamente los aranceles eclesiásticos por sus servicios. Resultaron así la punta de lanza del sistema de despojo permanente sobre los recursos comunales, lo cual motiva numerosas quejas y rebeliones populares12. 12 Urrutia, Jaime y otros. “Las comunidades en la región de Huamanga, 1821-1968”, pp. 443-444.
  • 15. ÍNDICE Introducción 11 Capítulo I. Espacio geográfico y contexto social 17 1.1 Macate. Tierra de estancias y minas 17 1.2. Iglesia, Estado y poder político 34 1.3. Gamonales, clubes políticos y elecciones 46 Capítulo II. Señorío religioso y gamonalismo 63 2.1 La violenta década inicial (1853-1863) 63 2.2 Auge y crisis del señorío (1864-1884) 68 2.3 Ocaso del párroco señor (1885-1893) 82 Conclusiones 91 Bibliografía 95 Documentos 107 Anexo documental 111
  • 16. A-PDF Split DEMO : Purchase from www.A-PDF.com to remove the watermark Seminario de Historia Rural Andina UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS