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El sabio neogranadino Francisco José de Caldas
1. FRANCISCO JOSE DE CALDAS
El nombre de Francisco José de Caldas es asignado al INEM de Popayán, como un
homenaje a este insigne payanés, quien nació el 4 de octubre de 1768, en la casa
ubicada en la calle 3 Nº 4 – 70. Hijo del español José de Caldas García de Camba y
Vicenta Tenorio y Arboleda.
Caldas empieza su formación como científico cuando cursa los primeros estudios en el
Colegio Seminario de Popayán a sus 16 años de edad. Una vez allí recibe las
instrucciones de su maestro José Félix de Restrepo, quien advirtió en él la afición y
disposiciones por el estudio de las matemáticas y supo estimularlo y dirigirlo.
Terminados estos estudios es enviado a Santafé, ingresando al Colegio Mayor del
Rosario, para seguir estudios de jurisprudencia solo por dar gusto a su padre, quien
fincaba en él sus mejores esperanzas, sin perjuicio de los únicos de su agrado, pues
dedicaba gran parte de su tiempo a las ciencias físicas y matemáticas, y con
particularidad a la astronomía.
Al fin coronó su carrera alcanzando los grados de Bachiller Licenciado y Doctor en Derecho, pero siendo apenas un mediano
jurista. Regresó a Popayán en 1778 y comienza sus estudios como autodidacta. Llamado el “sabio”, Sus experimentos, que
concluyeron en un “sistema para medir alturas por medio del termómetro, según el grado de ebullición del agua”, le valieron
el reconocimiento del sabio Mutis, con quien mantuvo a partir de entonces una asidua correspondencia.
El sabio neogranadino fue, indudablemente, una de las personalidades más notables de la primera etapa de nuestro proceso
de emancipador. No solamente porque ocupó un lugar destacado junto a los mártires de la causa independentista, sino
también debido a que formó parte de ese ilustre grupo de intelectuales criollos que, bajo la influencia de figuras como Mutis,
Humboldt y Bonopland, alumbraron el camino de la libertad con sus ideas.
En 1815, fue llamado por el entonces presidente Camilo torres y Tenorio, su
primo, para hacerse cargo de la fundación de una escuela militar, continuar el
atlas de la Nueva Granada, levantar puentes en las llanuras inmediatas a la
capital y montar en ellas baterías y fosas. A finales de ese año fue enviado por
el presidente José Fernández Madrid a prestar sus servicios en el ejercito del
norte y a fortificar los caminos de Guanacas y del Quindío.
Ante el incontenible avance español, Caldas huyó al sur, fue apresado en la
batalla de la Cuchilla del Tambo y puesto a órdenes del vencedor, el virrey
Juan Sámano, quien ordenó su traslado a Bogotá.
Condenado Caldas a sufrir el último suplicio, salió El 29 de octubre de 1816, de su cárcel en el Colegio del Rosario, donde
había adquirido su afición a las ciencias, camino del patíbulo. Se ha atribuido a Caldas el acto de pintar un jeroglífico en la
escalera del mencionado colegio, en el momento de salir. Se le ha dado tinte de veracidad, conservando en la misma
histórica escalera una placa de mármol, donde aparece una grade O partida con una línea, signo que se ha leído como “¡Oh
larga y negra partida!” (∅). El escritor Antonio José Restrepo anota que, en la antigua Atenas, los jueces del Areópago,
en los juicios criminales, usaban el mismo signo como condenación a muerte. Ester signo vale por Theta o Thanatos, que
significa muerte.
Caldas fue juzgado sumariamente por un consejo de guerra siendo condenado a morir fusilado. Murió a los 47 años de edad
en la vieja plaza de San Francisco junto con Francisco Antonio Ulloa, José Miguel Montalvo y Miguel Buch.