1. “Supremo Amor Espiritual”, porque si aman a Dios aun más que el uno al otro y lo
obedecen, su matrimonio marchará majestuosamente a través de los campos del tiempo
hasta su momento culminante en la Sima del Triunfo, sostenido en todo instante por el
amor poderoso de Dios el cual penetra, enriquece y fortalece providencialmente toda
unión cristiana.
“El Deseo Ardiente de Salvación y de Vida Eterna”, porque si este “Deseo” se
impone en su mente y alma sobre todos los demás deseos materiales y temporales, y las
demás esperanzas e ilusiones, estarán fuertemente motivados a preservar la entereza de
su matrimonio hasta la muerte, sabiendo que de ello depende el cumplimiento de esta
meta para sus almas, de este “Deseo” más grande y ferviente de su corazón.
“Fidelidad”, porque su fidelidad emocional, mental, conyugal y espiritual el uno para
con el otro es vital para la permanencia de su matrimonio. La “fidelidad de Dios”
(Romanos 3:3) es inmutable. Asimismo debe ser la suya en todo lo concerniente a su
matrimonio.
“Resistencia y Persistencia”, porque el amor verdadero entre esposos cristianos “todo
lo soporta” (1 Corintios 13:7). Sobrelleva los gustos, las opiniones y los criterios
contrarios, las rencillas pequeñas y grandes, los agravios, el cansancio, el aburrimiento,
el estrés creado por trabajos, hijos, padres, suegros y amigos y aun los defectos de
carácter. Resiste toda prueba. Persiste y vence. Aguanta, sufre y lucha para corregir lo
deficiente, mejorar y perfeccionar.
“Perdón”, porque el amor verdadero está muy presto a perdonar, sabio acto de
humillación personal que hace factible la continua renovación del matrimonio. El
verdadero amor “no guarda rencor” (1 Corintios 13:5) sino que perdona prontamente,
sabiendo que el rencor corroe poco a poco las ligaduras matrimoniales hasta destruirlas.
Cuando ocurre la ofensa o el enajenamiento, la pareja madura invoca y aplica enseguida
el adagio popular “Borrón y cuenta nueva”. Renuevan su compromiso matrimonial.
“Pureza”, porque el amor verdadero “no hace nada indebido” (1 Corintios 13:5). Es
moralmente responsable, irreprochable, sin mácula, sin pecado y santo. “Honroso sea en
todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla” (Hebreos 13:4).
“Paciencia”, porque esta virtud divina es tan indispensable para un matrimonio feliz y
perdurable como para alcanzar la vida eterna. “Tened también vosotros paciencia (el
uno para con el otro en toda circunstancia de la vida), y afirmad vuestros corazones;
porque la venida del Señor se acerca” (Santiago 5:8 ). El amor verdadero “no se irrita”
(1 Corintios 13:5) y es “tardo para airarse” (Santiago 1:19) porque es paciente.
Desde luego, hay muchos otros, tales como la “Cortesía”, la “Comunicación libre y
adecuada” entre la pareja, el “Mutuo Respeto”, la “Compasión” y el “Cumplimiento
del Deber Conyugal”, pero el más importante de todos es el que mencionamos ahora: el
“AMOR SINCERO”. Este amor lo describe el Espíritu Santo como el “vínculo
perfecto”; recalcamos: el “vínculo perfecto”. Dice: “Y sobre todas estas cosas vestíos de
AMOR, que es el vínculo perfecto” (Colosenses 3:14).