2. Érase una vez una niña muy risueña, alta y rubia, que vivía en una
casa muy grande con sus padres y hermanos. Tenía tres hermanos,
que se llamaban María, Javier y Fernando. Cristina y Fernando
que así se llamaban sus padres, decidieron llevar a sus hijos al
parque de atracciones. Les habían dicho que en
Superaventuralandia se lo pasarían genial.
Cuando esta familia llegó allí se quedaron alucinados con las
atracciones que vieron. Todos empezaron ha hacer preguntas de si
podían montarse en cuatro o cinco atracciones y los padres no
sabían si decir si o no. Los hermanos empezaron ha decir porfi,
porfi porfi. Y por supuesto, la niña risueña, alta y rubia también lo
pedía.
3. Primero se montaron en la batidora, después en la
montaña rusa de madera y por ultimo en el remolino
loco. Todas estas atracciones fueron apasionantes para
estos niños.
4. Después se fueron a comer a un restaurante italiano, les encantaba
la pizza y se pusieron morados, hasta tal punto que ya no pudieron
volver a montar de nuevo en las atracciones. Así que después de
comer decidieron irse a visitar el Oceanográfic que estaba muy
cerca del parque de atracciones.
Los pequeños estaban encantados, no se podían ni imaginar lo que
allí encontrarían. Lo único que sabían es que era el mayor acuario
de Europa, en él se representaban los principales ecosistemas
marinos del planeta.
5. Muy decididos a recorrerse todo el espacio, empezaron por ver
como trabajaban los que estaban en las enormes piscinas con los
delfines y focas marinas. Después fueron a ayudar a las especies en
peligro de extinción ya que tenían mucha curiosidad por saber de
que se alimentaban y que cuidados necesitaban. Sólo les dio tiempo
a hacer esas dos cosas pero les parecieron yupi-guay
6. Ese día fue una grandísima aventura para ellos, primero en
Superaventuralandia y después en el Oceanográfic. Así que los
hermanos estaban deseando que llegase el siguiente fin de semana
para descubrir que aventuras les tenían preparadas sus padres.
¿Dónde irían?
Cuando llegó el fin de semana, Fernando y Cristina, montaron a sus
hijos en el coche y sin decirles nada empezaron a recorrer su
camino. Los chiquillos muy intrigados, no paraban de preguntar
hacia dónde se dirigían pero sus padres no soltaban palabra.
7. Quince minutos antes de llegar, Cristina les desveló el nombre del
lugar donde se dirigían, iban a Micrópolix. Allí había una cosa que
si lo hacías bien te sacabas un carnet de Micrópolix, un parque que
hacían una broma porque no había nada, había una cápsula en la que
te metes en el cuerpo humano, trabajar en el supermercado.
Después fuimos a comer comida china ¡Nos encanta la comida
china! Este fin de semana ha sido muy divertido y lo mejor de todo
es que la siguiente semana ya les van a dar las notas del colegio y
con ellas las esperadas vacaciones de navidad.