1. Buscando a Alen
Una mañana, en el humedal, se levantaron la rana Gustavo y el escuerzo Pepi. Fueron a
buscar a su amigo el caracol, Alen, a su casa. Cuando vieron que no estaba, se
preocuparon y decidieron ir a buscarlo.
Pepi y Gustavo fueron a buscarlo por el humedal. Buscándolo encontraron babas de caracol
por una piedra. Así que decidieron seguir el rastro de baba por el humedal. Estaban tan
concentrados buscándolo que Pepi y Gustavo no se dieron cuenta de que ya era de noche.
A la vuelta, Pepi y Gustavo encontraron en un árbol a Alen. Entonces, lo llevaron a su casa.
Por la mañana cuando Alen se despertó. Pepi y Gustavo le preguntaron sobre lo que le
había pasado. Alen les respondió que había ido a dar un paseo y que se alejó demasiado y
no sabía volver a casa. Al final todo acabó en un susto. Todos estaban felices y comían
perdices.
2. Los humanos destruyen el humedal
Protagonizado por:
Halcón peregrino:Fredy
Tortuga humedal:Dori
En una tarde tranquila, estaban todos los animales de la Albufera descansando
hasta que…¡Se escucharon unos golpes!. Eran unos humanos que estaban
destruyendo el humedal. los amigos Fredy Dori fueron a intentar expulsarlos, pero
vieron que ellos solos no podían, así que fueron a buscar a más animales.
encontraron un flamenco llamado coco, que fue ayudarlos, pero… seguían sin
poder expulsar a los humanos, así que coco propuso
- vamos a llamar a mi amigo el castor llamado Samuel,
¡y eso hicieron!. Fueron allí y le pidieron a Samuel el castor que fuese con ellos, él
aceptó. más tarde, cuando llegaron a luchar contra los humanos, aunque tuvieran
a Samuel el castor de su parte, vieron que no lo conseguían.
Se rindieron, pero… más tarde vino una nutria llamada Irene y ahí sí que
consiguieron expulsarlos de allí, se pusieron muy felices y pudieron vivir en paz. A
partir de ese momento fueron los mejores amigos el halcón Fredy, la tortuga Dori,
el flamenco coco, el castor Samuel y la nutria Irene.
3. Atrapados dentro de una gaviota
Había una vez dos peces llamados Alfonso y Víctor.
Ellos estaban nadando tranquilamente hasta que
Alfonso dijo:
- Amigo, ¿vamos a la superficie a tomar aire mejor?
Y Víctor respondió:
- No los sé amigo,¿y si nos caza algún animal?
Pero dijo confiado:
- Bueno, vámonos, no creo que pase nada
Y fueron a la superficie pero pasó lo inesperado, ¡vino a
toda velocidad una gaviota y se los comió!
Alfonso se quedó impactado e intentó escapar, pero no
pudo. Víctor, que era era más inteligente que Alfonso, le
dijó:
- Vamos a esperar que estornude y así poder salir.
Alfonso aceptó.
Pasaron los días sin respuesta, Alfonso y Víctor ya no
tenían esperanzas. Hasta que un día sintieron que iban
cayendo en picado y supusieron que les llegó su hora
pero de pronto vieron a un cazador que había matado a
la gaviota.
El cazador vio a los pececitos y decidió echarlos al
humedal.
Fin
4. Las "Tablas" de Daimiel
Érase una vez, en las Tablas de Daimiel, donde había mucha variedad de especies
todos eran amigos, nadie se llevaba mal con otro, bailaban, hablaban y jugaban,
todos eran felices viviendo en un lugar con calma. Hasta que un día apareció un
hombre llamado Francisco, los animales tenían miedo de él porque nunca habían
visto a un humano, así que decidieron no mostrarle que podían hablar. Con el paso
del tiempo Francisco les visitaba más y empezó a crear una amistad con los
animales y ellos comenzaron a tener más confianza con aquel hombre.
Una mañana muy soleada, Francisco regresó a aquel espléndido lugar. Cuando él
se dirigió con sus pequeños amigos, ellos estaban hablando y no se dieron cuenta
de la presencia de Francisco. Él, al darse cuenta de que los animales hablaban,
pensó que con lo bello que era aquel lugar y con unos animales parlantes podría
ganar mucho dinero. Esa misma noche encerró a cada uno de los animales antes
de que pudieran escapar.
A cada especie de animal lo metieron en una jaula y pensaron que ahora tenían
claro que no debían confiar en los humanos. A la mañana siguiente, Francisco y
otras personas soltaron a cada una de las especies en una "tabla" del humedal, no
podían juntarse, estaban separados, no podían creerse lo que había pasado. Así
que a los pobres animalitos no les quedó más que seguir encerrados.
Después de dos meses separados y encerrados, los animalitos se hartaron, porque
estaban desatendidos, no tenían casi nada para poder comer y lo peor de todo no
podían juntarse por culpa de aquel humano. Por ello, esa misma tarde planearon un
plan con ayuda de las moscas, que transmitían los mensajes de "tabla" en "tabla". Y
así fue como tramaron un plan. Esa misma noche un animal de cada especie se
escapó.
Los animalitos estuvieron andando toda la noche, por la mañana consiguieron llegar
a un pueblo cercano, allí vieron a unos hermanos, los animales les mostraron que
podían hablar y les convencieron de que avisaran a sus padres para que les dijeran
que su hogar estaba en peligro. Los animales tuvieron mucha suerte, porque sus
padres eran zoólogos y al ver que aquellos animales podían hablar se lo creyeron y
todos fueron corriendo a comisaría para denunciar a aquel hombre. Cuando llegaron
los agentes de la policía no entendía nada, pero al oír a los animales hablar
entendieron todo y cogieron el coche patrulla y se dirigieron a las Tablas de Daimiel.
Una vez allí, cuando la policía vio cómo estaban los animales, los soltaron y todos
volvieron a estar libres, pero el hombre no fue detenido, aunque sí se llevó una
buena denuncia por maltrato animal. Él al ver a todos los animales tan contentos
5. juntos, se arrepintió y les propuso abrir aquel lugar como un espacio turístico. Todos
los animales aceptaron, pero con una condición, que era que estarían bien
atendidos, juntos y de la manera en que ellos quisieran. El hombre aceptó. Esa
misma noche los animales y él hicieron una fiesta para celebrar la gran noticia.
Después de tres meses, aquel lugar se bautizó como las Tablas de Daimiel y fue
nombrado espacio protegido.
Autora: Isabel García Ponce
6. LOS TRES AMIGOS INSEPARABLES
Érase una vez, hace millones y millones de años, en el humedal de Doñana,
había unos animales, que iban de excursión. Se llamaban: Pepa (que era un
águila), Pepe (que era un lince) y Rosi (una tortuga). Mientras Pepe y Pepa
caminaban se dieron cuenta de que no estaba Rosi. Rosi era muy lenta y se
quedó atrás. Se perdió, porque se metió en un laberinto muy raro.
Así que Pepe y Pepa pasaron por un pueblo llamado Palos de la Frontera, allí
se encontraron con tres humanos muy amables que les dijeron: -¿Necesitáis
ayuda? - Pepa contestó un poco nerviosa: - Sí. - Uno de los humanos les dijo:
- ¿qué queréis? - Los dos contestaron al unísono: - necesitamos algo para
poder encontrar a nuestra amiga Rosi.
Los humanos, sin pensarlo, empezaron a buscar algo, encontraron un mapa
con un pequeño laberinto cerca de dónde estaban, tenían que pasar por dos
sitios algo peligrosos. El primer lugar era un puente roto, en el que había un
derrumbe de piedras de unos 12 metros de profundidad.
Pepa el águila podía pasar volando pero el lince no. Pepa, sin motivos, fue
rápidamente a buscar ayuda; de lejos vio a unas águilas planeando, Pepa les
gritó: - ¡ayúdenme!, necesito un favor enorme, ¡mi amigo está en peligro!, las
5 águilas le dijeron:- ya vamos, que no cunda el pánico - y fueron volando.
Por el camino encontraron una cuerda, la cogieron, y cuándo llegaron ataron
al lince como si llevara un arnés, y con la fuerza de las 5 águilas y Pepa, se
dirigieron hasta el camino.
Por último, para llegar a su destino, debían pasar por un recorrido un poco
arriesgado, la autovía entre Huelva y Cádiz, por allí pasan muchísimos
vehículos. Pero entonces, hubo un problema, Pepa estaba agotada, ya que
había hecho mucha fuerza volando traspasando al lince de un lado a otro del
puente, así que no le quedaba otra opción que subirse encima de Pepe.
Cuándo vieron que no pasaban muchos vehículos corrieron rápido pero…..
¡CRACKKK!
7. Un coche le atropelló la cola en el último momento. Por suerte, el conductor
llevaba un botiquín oculto en el coche por si acaso, curó al lince y Pepe y
Pepa caminaron hasta llegar a su destino, encontrar a Rosi.
Después de una hora de camino llegaron y….. ¡Encontraron a Rosi! Estaba
debajo de una grandísima piedra que parecía una cueva.
Todo terminó bien, fueron felices y comieron perdices.
FIN.
8. Un problema aguilástico
Un buen día, Sapo y sus amigos estaban disfrutando de un excelente
chapuzón en su humedal favorito. ¡Estaba solo a 20 metros de su barrio!,
pero, lo que ninguno de los amigos se esperaba era que un terrible Águila se
acercara a molestar sin un motivo o una razón fija.
-¿ Qué hacéis, renacuajos? Dijo Águila, con tono desafiante.
- Estamos dándonos un chapuzón relajante en nuestro humedal favorito. -
Esas palabras le dieron a Águila una idea malévola…
-¿Sabéis qué? ¡Ahora este humedal es mío! - Dijo Águila.
-No. ¡Es nuestro! - Dijeron los amigos, que no querían perder su más preciado
recurso en las tardes aburridas y calurosas de Junio.
-¿Ah sí? Pues entonces decidme, ¿qué estáis dispuestos a hacer para
recuperarlo?
-¡Lo que sea! - Exclamó Rana, con los humos muy subidos, y sin pensar en lo
que decía.
Minutos después.
-¡¿Cómo vamos a conseguir un lingote de oro?! - Exclamó Nutria, preocupada.
-Tendremos que falsificarlo… ¿no creéis? - Dijo Castor, con tono misterioso.
-Si no nos queda otra opción… supongo que sí. - Dijo perezoso.
Los amigos, exhaustos pidieron la impresora al padre de Nutria
-Chicos, esto puede ir muy bien o ir muy mal, pero vamos a intentarlo. Buscad
una plantilla de un lingote de oro en Guguel, y luego las tenéis que imprimir.
Luego, con unos recortes y un toque de color, será el lingote de oro perfecto. -
Dijo Sapo, muy nervioso por lo que podía pasar.
Mientras tanto, en el humedal:
-¡Agh! Me ha entrado una mosca en el ojo. - Dijo Águila, con el ojo destrozado
a causa del dolor.
-No veo nada, por dios todo son como manchas. - Dijo Águila.
De vuelta en la casa de Nutria.
-Listo, ha quedado perfecto. - Dijo Castor.
9. -Vamos a llevarlo hasta Águila, Ojalá funcione. - Dijo Nutria.
En el humedal, nuestros protagonistas, encuentran a Águila.
-Aquí tienes, Águila, un lingote de oro. - Dijeron todos.
Águila, que se emocionó por tener un “Lingote de oro” dijo impactado
-¿Cómo lo habéis hecho?, no pensé que lo fuerais a lograr, supongo que me iré
a mi casa y entonces, podréis volver a disfrutar de vuestro querido humedal,
bueno, me voy, renacuajos…. ¡Paz!
Dice Águila, mientras comienza a volar, hacia su casa
-Entonces, Águila se va, a su casa muy contento y nuestros protagonistas,
recuperan el humedal y disfrutan de un chapuzón durante todo el verano,
animados, gracias a las palabras que utilizó Águila.-
Fín
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24. Había una vez una grulla y una
gaviota que vivían la Laguna de
Fuente de Piedra. Un día, mientras
estaban bebiendo agua, se
percataron de que un zorro estaba
al acecho para comérselas, ya que
ellas eran muy pequeñas y el zorro
pensó que no le costaría trabajo
cazarlas. Lo que no pensó es que
eran más listas que él. La gaviota y
la grulla se escondieron entre los
juncos y el zorro se quedó atrapado
entre todas las plantas.
Moraleja: No hay que pensar que
los más pequeños son siempre los
más débiles.
La fábula de la grulla y la
gaviota
ADRIÁN
25. Había una vez una historia que ocurrió en el
humedal del parque nacional de Doñana.
Érase una vez un lince en peligro de
extinción que estaba encerrado en un
parque protegido en humedal de Doñana y
una culebra lo vio agobiado por estar
encerrado ahí dentro y decidió ayudarle.
Con los colmillos forzó el candado, el lince
cuando la vio se puso contento porque sintió
que por fin iba a tener una amiga. La
culebra ya había roto el candado y el lince
logró salir. Corrieron por un campo durante
mucho tiempo y de repente se encontraron
con un águila y el animal tan grande quería
comerse la culebra pero el lince la ayudó,
llegaron al humedal de Doñana y decidieron
que a partir de ese día siempre se
protegerían el uno al otro.
Fábula del lince y la culebra.
AITOR
26. Había una vez un zorro y una nutria que vivían en las
Tablas de Daimiel. Eran buscados por un cazador,
que la tomó con ellos porque eran especiales:
¡HABLABAN! Pero no quería matarlos, quería
venderlos por una gran cantidad de dinero. Estuvo
dos semanas intentando capturarlos y al final lo
consiguió. Los metió en un saco en el maletero de su
coche, había dos horas de camino a su casa, cuando
llegaron los metió en una habitación. Estuvieron diez
minutos intentando salir del saco y al fin lo
consiguieron. Había una ventana, que estaba cerrada,
intentaron abrirla y lo consiguieron pero al zorro le
daba miedo saltar así que la nutria le ayudó a salir.
Después de que el zorro saltara, la nutria al saltar y se
resbaló, iba a caer mal y se iba a hacer daño,
entonces el zorro se tiró dónde iba a caer la nutria y
cayó encima de él, la nutria no se hizo daño y así se
hicieron un favor los dos.
Moraleja: Si ayudas a los demás, los
demás te ayudarán a ti.
Fábula de: Tablas de
Daimiel
ESTHER