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Introducción
Bienvenidos al Crash Course.

El usamericano Chris Martenson se doctoró en ciencias en la Duke University (Durham, North Carolina). Es
autor del Crash Course, que rápidamente recibió grandes elogios y alcanzó una enorme popularidad en su
versión inglesa original. El Crash Course pretende ayudarles a comprender la naturaleza de algunos retos de
extraordinaria gravedad para nuestra economía y su futura prosperidad. Lo que están ustedes a punto de ver es
una versión muy resumida de un seminario de entre 6 y 8 horas que Chris Martenson ha estado impartiendo
desde hace cuatro años en su país, Usamérica.

Gracias a Manuel Talens, quien ofreció gratuitamente su tiempo y esfuerzo para traducirlo al español, nos
complace presentarles el Crash Course de Chris Martenson en español. Esperamos que les sea provechoso.

Hola, me llamo Atenea Acevedo y soy la presentadora de esta serie. El Crash Course integra diversos temas
aparentemente dispersos para formar una sola narración. Hablaremos de economía, energía y medio ambiente, y
ello porque en la encrucijada de tales temas es donde se cuenta la historia más trascendental de cualquier
generación.

Una vez concluida esta presentación ustedes comprenderán y pensarán la economía de manera totalmente
distinta. Voy a ofrecerles un marco que clarificará lo que, para mucha gente, es un asunto profundamente
confuso. Chris Martenson necesitó varios años para recopilar y desarrollar la información de este breve curso en
una narración altamente condensada.

Debo advertirles que para algunos de ustedes no será fácil, porque hablaremos de algunos cambios
descomunales que, preciso es reconocer, son muy dificultosos de concebir.

Pretendo cambiar sus opiniones e incluso puede que me enfrente a algunas de sus creencias más arraigadas (por
ejemplo, “El crecimiento es bueno” y “El futuro se parecerá al pasado” o “El dólar es un valor seguro”). Trataré
de convencerlos de que ya va siendo hora de que aprendan, presten atención y actúen.


Capítulo 1: Tres Creencias
Es muy importante que distingamos entre hechos, opiniones y creencias. Trataré con todas mis fuerzas de ser
muy clara cuando presente hechos, ofrezca una opinión o comunique mis creencias.

Lo dejaré claro desde el principio: tengo tres creencias que voy a compartir con ustedes y, a continuación, les
explicaré cómo fue que llegué a ellas.

La primera es que los próximos veinte años serán completamente distintos de los últimos veinte. ¿Por qué es
importante esta creencia? Pues porque tendemos a basar nuestra opinión sobre el futuro en nuestra experiencia
del pasado reciente. Es algo que forma parte de la naturaleza humana, pero que se convierte en un lastre
gigantesco en momentos decisivos. Déjenme decirles que somos testigos de un CAMBIO MASIVO. Cuando
empecé a impartir este curso hace tres años solía decir que un cambio masivo se avecinaba. Pues bien, aquí lo
tenemos, creo que ya está en marcha y voy a decirles por qué.

Mi segunda creencia es que es posible – subrayo posible – que el ritmo o el alcance del cambio pueda
sobrepasar la capacidad de nuestras instituciones sociales y de servicios para adaptarse a él. El huracán Katrina
nos enseñó que una ciudad importante de Usamérica podía quedar devastada y quedarse así durante años. He
aquí un ejemplo de cambio importante cuya rapidez de aparición sobrepasa nuestra capacidad de respuesta. Los
tipos de cambios que anticipo en nuestro paisaje económico son peores que los del Katrina. Mucho peores.

Mi tercera creencia es que no carecemos ni de tecnología ni de los conocimientos necesarios para construirnos
un futuro mejor. De lo que sí carecemos es de voluntad política, lo cual refleja el hecho de que "Nosotros, el
pueblo" todavía no hemos elevado nuestras voces al unísono para que tenga lugar un cambio fundamental y
verdadero.

Recuerden, se trata simplemente de mis creencias ahora y me reservo el derecho a cambiarlas si surgen nuevas
informaciones que sugieran un error por mi parte.
Capítulo 2: La sigla "EEMA"
¿Qué es lo que quiero decir cuando afirmo que "un cambio masivo ya está en marcha"? Bien, llegados a este
punto tenemos que escarbar en una sigla compuesta de cuatro letras, "EEMA", y tres conceptos, y en ello
pasaremos el tiempo restante del Crash Course.

La primera "E" de la sigla "EEMA" es la Economía, que es la lente a través de la cual el Crash Course observa
todo. La Economía se subdivide aquí en cuatro áreas principales: 1) Dinero exponencial; 2) El primer colapso
de la historia de una borrachera mundial de dinero a crédito; 3) Una población que envejece y 4) La incapacidad
nacional para el ahorro. Si no les parece claro lo que estas cuatro áreas significan, no se preocupen; vamos a
analizar cada una de ellas en detalle.

La segunda "E" de la sigla "EEMA" es la Energía y en ella analizaremos lo que el pico del petróleo significa
para un sistema económico basado en una continua expansión. Este tema es lo bastante importante como para
que le dedicase en exclusiva un Crash Course, pero no puedo y, por eso, no lo haré.

Y, por último, las letras "MA" de la sigla "EEMA" corresponden al Medio Ambiente, el cual ejercerá un peso
económico incognoscible, pero significativo, debido a la disminución de los recursos y a otras presiones del
sistema cuando las dos "E" afecten su dinero y reclamen su atención.

La historia que voy a contarles gira en torno a la sigla "EEMA" y tratará de demostrar que nuestro sistema
monetario está perversamente situado fuera de la realidad, será víctima de una grave inestabilidad y,
posiblemente, terminará por colapsarse.

Justo es decir que nunca hemos tenido que enfrentarnos a sucesos o, si se quiere, a problemas tan enormes como
éstos.

Nunca.

Habrá quienes se asusten y quienes se sientan estimulados, todo dependerá de su modo de pensar. Una manera
de mantener el control sobre los acontecimientos es armarse de información precisa y detallada. Esto es
exactamente lo que pretende el Crash Course.

Si se consideran por separado, cada una de las subdivisiones de cada uno de los componentes de la sigla
"EEMA" podría acaparar por sí sola su atención. Sin embargo, afirmo que tales problemas están tan
entrelazados que no es posible resolverlos de forma aislada. Los componentes de la sigla "EEMA" deben por
fuerza considerarse como una unidad.

¿Qué es lo que los vincula? Los vincula un factor todopoderoso, que necesitamos desesperadamente
comprender. Les ruego que me acompañen en el Capítulo 3, dedicado al crecimiento exponencial.




El Crash Course Capítulo 3: Crecimiento
exponencial
En el Crash Course aprenderemos algunos conceptos fundamentales. El más importante de todos ellos es el
crecimiento exponencial. Una comprensión cabal de este concepto mejorará nuestras posibilidades de vivir un
futuro mejor.

He aquí un clásico gráfico que muestra el crecimiento exponencial. Se trata de una curva en forma de “palo de
hockey”, que representa una cantidad de algo a lo largo del tiempo. Para que una curva termine pareciéndose a
ésta, ese algo que representa debe crecer de forma porcentual a lo largo del tiempo.

Cuanto más lenta sea la tasa porcentual de crecimiento más prolongado será el tiempo que se necesita para que
la curva adopte la forma de un palo de hockey.
Otro concepto que debe quedar claro en este gráfico es que una vez que la función exponencial empieza a
“repuntar”, incluso si la tasa porcentual de crecimiento se mantiene constante y, posiblemente, bastante baja, las
cantidades siguen aumentando cada vez con mayor rapidez.

En este caso particular estamos ante una curva de algo que históricamente ha crecido a una tasa inferior al 1%
anual. Se trata de una curva que representa la población mundial. Dado que crece aproximadamente al 1%
anual, se necesitan varios miles de años para poder detectar esta forma de palo de hockey. La línea verde
representa el pasado, mientras que la línea roja es la proyección más reciente de Naciones Unidas con respecto
al crecimiento de la población durante los próximos 42 años.

Es muy posible que cualquier persona con mente matemática se esté preguntando en este momento por qué no
representamos esta información como suele ser habitual o incluso por qué lo hacemos de forma imprecisa.

Esas personas con una mente matemática han aprendido a definir el crecimiento exponencial por medio de la
tasa de cambio, mientras que nosotros lo presentaremos aquí por medio de la cantidad de dicho cambio. Ambas
formas son válidas, sólo que una expresa más fácilmente una fórmula y la otra permite que la mayoría de la
gente la comprenda mejor de forma intuitiva.

Contrariamente a la tasa de cambio, la cantidad de ese cambio no es constante, ya que crece cada vez más
conforme va transcurriendo el tiempo y ésa es la razón por la que para nosotros la cantidad es más importante
que la tasa. Se trata de un concepto tan primordial que dedicaré el siguiente capítulo a su explicación.

Las personas de mente matemática podrían decir también que en una curva exponencial no existe una fase de
“repunte”, pues éste es un artefacto que se debe a dónde situamos la escala de la izquierda. Es decir, si el eje de
la izquierda está ajustado correctamente, todo gráfico exponencial adopta siempre la forma de un palo de
hockey en cada momento temporal.

No obstante, si se conocen los límites o la línea divisoria de lo que se está midiendo, es posible establecer el eje
de la izquierda y entonces el momento del “repunte” será absolutamente real y de una importancia excepcional.

Se trata de un detalle fundamental y nuestro futuro depende de que muchos de nosotros lo comprendan.

Por ejemplo, se considera que la capacidad total de la tierra para acoger seres humanos está situada en algún
lugar de esta zona, con un margen de error de unos pocos miles de millones, más o menos. Esto hace que el
momento del “repunte” sea algo muy real y de enorme importancia para nosotros, no un engañoso artefacto
gráfico.

Lo único que deseo que recuerden es el concepto de “aceleración”, la noción esencial de las funciones
exponenciales.

El rasgo clave del crecimiento exponencial puede conceptualizarse de dos maneras, ya sea como la cantidad que
se va añadiendo conforme se crece en cada unidad de tiempo adicional o bien como el menor tiempo que
transcurre entre cada una de las unidades de cantidad que se van añadiendo. En ambos conceptos lo
fundamental es la “aceleración”.

Lo explicaremos por medio del crecimiento poblacional: si empezamos con un millón de personas y
establecemos que la tasa de crecimiento es un mero 1% anual, veremos que se necesitarían 694 años para
alcanzar la cifra de mil millones de personas. Cien años después habríamos alcanzado los 2 mil millones de
personas y para llegar a los 3 mil millones sólo necesitaríamos 41 años más. Luego, 29 años, después 22 y, por
último, 18 años para alcanzar la cifra de 6 mil millones de personas. Así, se necesita cada vez menos tiempo
para añadir cada unidad de mil millones de personas. Ahora nos ocuparemos de la “aceleración”.

Este otro gráfico representa el consumo de petróleo, que es quizá el recurso natural más importante y que ha
estado creciendo a una tasa mucho más vertiginosa, de casi el 3% anual. La forma de palo de hockey que adopta
la curva puede detectarse al cabo de sólo 150 años. También aquí podemos determinar el eje de la izquierda,
puesto que conocemos con una precisión razonable la cantidad máxima de petróleo que el mundo puede
producir. De nuevo, el “repunte” es de una importancia fundamental para nosotros.

Y aquí tenemos la curva de la creación de dinero usamericano, cuyo crecimiento exponencial ha alcanzado unas
tasas increíbles, que oscilan entre el 5% y el 18% anual. Ello hace que esta curva sólo haya necesitado unas
pocas décadas para adoptar el aspecto de un palo de hockey.
Y aquí tenemos el uso mundial del agua, la extinción de especies, la sobreexplotación pesquera y la
deforestación. Todos estos recursos son finitos, como también lo son otros recursos esenciales, bastantes de los
cuales están llegando a sus límites.

Éste es el mundo en que vivimos. No cabe la menor duda de que la cadencia del cambio se está acelerando.
Vivimos en un tiempo en el que los seres humanos van a tener que enfrentarse por fin a la realidad de que
nuestro sistema de dinero exponencial y uso exponencial de recursos naturales se topará contra los rígidos
límites de la Física.

Y detrás de todo esto, lo que determina cada tramo de cada una de las curvas es el número de personas que
viven en el planeta.

Consideradas por separado, cada una de estas curvas podría llamar la atención de cualquier persona sensata,
pero es preciso comprender que, de hecho, todas ellas están relacionadas y conectadas entre sí. Todas son
curvas de crecimiento compuesto y están animadas por fuerzas de crecimiento compuesto.

Para resolver una sola de ellas es preciso comprender cómo se relaciona con las demás, así como con otras que
no mostramos aquí, porque todas se entrecruzan y superponen.

El hecho de que vivamos aquí, en presencia de muchas curvas de crecimiento exponencial que se relacionan con
todo, desde el dinero hasta la población, pasando por la extinción de las especies, tiene enormes implicaciones
para nuestra vida y para las vidas de quienes nos sucederán.

Por eso hay que prestarles la mayor atención posible.

Veamos ahora un ejemplo que nos ayudará a comprender mejor estas curvas.

Los invito a acompañarme en el Capítulo 4, titulado “El problema es la función exponencial”.

Gracias por su atención.



El Crash Course Capítulo 4: El problema es la
función exponencial
Esta breve presentación pretende ayudarlos a comprender el poder de la función exponencial. Si la población, la
demanda de petróleo, la oferta de dinero o cualquier otra cosa aumentan con respecto a su proporción actual y
dicho crecimiento se expresa mediante un gráfico a lo largo de un período determinado, dicho gráfico adoptará
la forma de un palo de hockey.

Dicho de manera más simple, todo aquello que crece porcentualmente a lo largo del tiempo lo hace de forma
exponencial.

Para ilustrar el poder del crecimiento exponencial utilizaré un ejemplo tomado de un magnífico trabajo del Dr.
Albert Bartlett.

Supongamos que dispongo de un cuentagotas mágico y que deposito una gota de agua en la palma de su mano
izquierda. La magia del cuentagotas permitirá que esa gota de agua duplique su tamaño cada minuto.

Al principio, parece que no está sucediendo nada, pero al cabo de un minuto esa pequeña gota habrá alcanzado
el tamaño de dos pequeñas gotas.

Un minuto después, la gota inicial se habrá convertido en una pequeña cantidad de agua de un diámetro
ligeramente inferior al de una moneda.

Cuando pasen seis minutos en la palma de su mano habrá agua suficiente para llenar un dedal.

Supongamos ahora que llevamos ese cuentagotas mágico al estadio de béisbol Fenway Park y que a las 12 en
punto del mediodía depositamos una gota de agua en el montículo del pitcher.
Para que este ejemplo se vuelva más interesante, supongamos también que el Fenway Park es un estadio
completamente hermético al agua y que usted está esposado a un asiento en la parte más alta de las gradas.

Ahora le pregunto: “¿De cuánto tiempo dispone para quitarse las esposas y escapar?” ¿Cuándo se llenará de
agua el estadio? ¿En unos días? ¿En unas semanas? ¿Unos meses? ¿Unos años? ¿Cuánto tiempo tardará en
llenarse?

Le daré unos cuantos segundos para que lo piense.

La respuesta es que tiene usted 49 minutos para quitarse las esposas y escapar. En menos de 50 minutos la
pequeña gota de agua depositada por el cuentagotas mágico se las ha arreglado para llenar por completo el
estadio Fenway Park.

Ahora le preguntaré otra cosa: ¿A qué hora sólo un 7% de la capacidad del Fenway Park se habrá llenado de
agua y en qué momento se dará usted cuenta del inminente peligro que corre?

¿Quiere adivinarlo? La respuesta es a las 12:45. Ha de saber que si cuando el agua sólo haya cubierto un metro
y medio de la altura del estadio aún está usted tratando de quitarse las esposas o esperando que vengan en su
ayuda, sólo dispondrá de cuatro minutos para liberarse antes de que le cubra.

Este ejemplo ilustra a la perfección las características fundamentales del crecimiento compuesto. Las funciones
exponenciales hacen que todo se acelere y se complique en los últimos momentos.

Usted estuvo sentado durante 45 minutos y parecía que el nivel crecía con lentitud y, de repente, en cuatro
minutos, ¡el estadio se llenó! … y rebosó.

Este ejemplo se basa en un artículo extraordinario del Dr. Albert Barttlett, que explica y describe de forma
sencilla el proceso de crecimiento exponencial; dicho artículo se encuentra en nuestro apartado “Lecturas
esenciales”. El Dr. Bartlett dijo: “La mayor debilidad de los seres humanos es su incapacidad para comprender
la función exponencial”. Y tenía toda la razón.

Si han llegado a comprender esta función, empezarán a entender la urgencia que me embarga, pues una vez que
se llega a la parte vertical de una gráfica de crecimiento exponencial ya no queda prácticamente espacio de
maniobra. El tiempo se acelera.

Esto hace que la función exponencial sea el concepto clave de nuestro Crash Course.

Pero, ¿qué tiene esto que ver con el dinero, con la economía y su futuro? Se lo voy a explicar en un momento.
Los espero en el Capítulo 5, titulado “Crecimiento frente a prosperidad”. Gracias por su atención.



El Crash Course Capítulo 5: Crecimiento frente a
prosperidad
Ahora voy a presentar el segundo concepto clave. Para ello, citaré a un filósofo del siglo XIX.

He aquí la cita.

“Toda verdad pasa siempre por tres fases. Al principio se la ridiculiza. Luego se la rechaza con violencia. Y al
final se la acepta algo como evidente.”

Esta perspicaz cita pertenece a ese hombre de aspecto tan feliz que aparece aquí abajo a la derecha.

En algún momento de los próximos 20 años el concepto que voy ahora a presentar será también “evidente”.
Pero, por ahora, muchos lo consideran ridículo.

Este concepto gira en torno al crecimiento.

El crecimiento es bueno, ¿no? Todo el mundo desea que la economía crezca, ¿no es verdad? Pero, ¿por qué?
Pues porque si una economía crece eso significa que estamos prosperando. El crecimiento ofrece oportunidades
y a todos nos gustan las oportunidades. A mí, al menos, me gustan. Y ésa es la tendencia general en nuestros
días.

Por eso, mucha gente está convencida de que crecimiento equivale a prosperidad.

Pero, ¿acaso es verdad? ¿Y si no lo fuese?

Si uno lo piensa con detenimiento, las cosas crecen como consecuencia del exceso de algo. Por ejemplo, nuestro
cuerpo sólo crece si le aportamos un exceso de alimentos. Si las calorías que ingerimos equivaliesen a las
calorías que quemamos, nuestro cuerpo no aumentaría de peso, pero tampoco lo perdería. Un estanque sólo
aumentará de nivel si le llega más agua que la que pierde.

Por eso, puede decirse que todo crecimiento depende del exceso de algo.

De manera similar, la prosperidad depende del exceso de algo. Veamos otro ejemplo. Imagínese que su familia
consta de cuatro miembros y que su salario es de 40.000 dólares al año, con los cuales les alcanza justo para
vivir, es decir, cuando llega el último día del año a su familia no le queda ni un solo dólar. Pero, de repente, a
usted le suben el sueldo un 10%, es decir, 4000 dólares, y entonces su familia se ve ante la disyuntiva de
escoger entre tener un nuevo hijo, es decir, crecer, o gozar de una mayor prosperidad utilizando los 4000
dólares para gastar un poco más por persona. Lo que no podrá hacer es ambas cosas a la vez. En este ejemplo, el
exceso de dinero sólo le permite hacer una cosa de dos, así que deberá escoger: ¿hará que su familia crezca con
un nuevo hijo o aumentará su prosperidad? Y lo que es verdad para una familia de cuatro miembros lo es
también para un pueblo, un Estado, un país y, claro, para todo el mundo.

De este ejemplo podemos deducir un concepto muy sencillo pero fundamental, y es que crecimiento no equivale
de ninguna manera a prosperidad. Lo que estuvo ocurriendo durante los últimos siglos nos convenció de que
ambos conceptos estaban vinculados, ya que hasta hace muy poco siempre hubo suficiente exceso de energía
como para que pudiésemos disfrutar a la vez de crecimiento y de prosperidad.

Es decir, nunca tuvimos que elegir entre ambas cosas.

El economista Malcolm Slesser, del Resource Use Institute of Edinburgh, en Escocia, ha calculado que más de
la mitad de la energía existente en el mundo se utiliza hoy en día simplemente para crecer.

Lo cual nos plantea la siguiente pregunta: ¿Que ocurrirá cuando lo que se utilice simplemente para crecer ya no
sea “más de la mitad”, sino el 100 % de nuestro exceso de dinero o energía? Pues sucederá que la prosperidad
se estancará.

¿Y que ocurrirá si el exceso no alcanza ni siquiera para crecer? Bueno, cuando llegue ese momento
conoceremos lo que es un crecimiento negativo y una prosperidad negativa, es decir, un decrecimiento y un
aumento de la pobreza, lo cual no es de ninguna manera el futuro que deseo.

Por eso, el mayor desafío al que nos enfrentamos hoy es el de establecer cómo queremos utilizar el exceso de
dinero o de energía de que disponemos para poder salir adelante. Por mi parte, deseo que continúen los avances
en eficiencia energética, tecnología médica y todo lo que una sociedad moderna puede ofrecer. Y eso es lo que
estamos poniendo en peligro si nos permitimos hacer lo fácil, es decir, simplemente seguir creciendo, en vez de
hacer lo correcto, que es utilizar nuestro exceso de dinero y energía para preparar un futuro más próspero.

De manera que ya lo sabemos: El concepto clave N.º 2 del Crash Course es que crecimiento no equivale a
prosperidad.

Y ahora que ya hemos descrito los dos conceptos clave, estamos listos para explorar en el próximo capítulo eso
que solemos llamar “dinero”.


El Crash Course Capítulo 6: ¿Qué es el dinero?
Antes de empezar nuestro viaje a través de la Economía, el Medio Ambiente y la Energía, necesitamos
comprender qué es esa entelequia que solemos llamar dinero.

El dinero es algo tan consustancial a nuestra vida diaria que probablemente no hemos pensado nunca en analizar
qué es o qué representa.
El dinero es una creación humana tan esencial que, si de repente desapareciese, en su lugar surgiría
espontáneamente otra forma de dinero, que podría ser, por ejemplo, vacas, tabaco, pan, cáscaras de frutos secos
o incluso conchas de nautilo.

Sin dinero no existirían las complejas especializaciones laborales de la actualidad, porque el trueque es algo
muy incomodo y dificultoso. Pero lo más importante es que cada tipo de sistema monetario tiene sus pros y sus
contras y todos ellos imponen sus propias reglas, favoreciendo algunos comportamientos y restringiendo otros.

Nos bastará con abrir cualquier libro de texto para saber que el dinero debe tener tres características. La primera
es que debe ser una reserva de valor. Tanto el oro como la plata cumplieron perfectamente esa función, ya que
eran escasos, su extracción en las minas necesitaba mucha energía humana y no se corroían ni deterioraban. Por
el contrario, el dólar usamericano no cesa de perder valor con el tiempo, lo cual penaliza a quienes ahorran e
impone la necesidad de especular o invertir.

Una segunda característica es que el dinero, como medio de intercambio, necesita que la población lo acepte de
intermediario en todas sus transacciones económicas. Y la tercera característica es que el dinero debe ser una
unidad de medida, es decir, ha de ser divisible y cada unidad ha de ser equivalente a las demás. La “unidad de
medida” usamericana es el dólar. Los diamantes tienen mucho valor, pero no sirven como “dinero”, ya que no
son perfectamente equivalentes entre sí y su división les hace perder valor. Por eso, los diamantes no son una
buena “unidad de medida”.

Bla, bla, bla… pero, entonces, ¿qué es de verdad el dinero? La definición que a mí me gusta es muy sencilla:

El dinero es una retribución a cambio de un trabajo humano.

Con muy escasas excepciones, prácticamente todo lo que podemos comprar con nuestro dinero requiere de
trabajo humano. He dicho que se trata de una retribución, no de una reserva, y ello porque el trabajo humano en
cuestión podría haber tenido lugar en el pasado o quizá todavía no haya sido realizado.

El concepto de dinero como retribución a cambio de un trabajo humano es importante y más tarde lo iremos
desarrollando, especialmente cuando lleguemos al concepto de deuda.

Tal como dijimos en una imagen anterior, literalmente cualquier cosa puede ser considerada dinero, es decir,
vacas, pan, conchas, tabaco, etc. Sin embargo, el dólar usamericano, al igual que todas las monedas modernas,
es un ejemplo de dinero denominado fiat. Fiat es una palabra latina que significa “hagamos que así sea”, y si el
dinero fiat posee un valor es porque un gobierno decreta que así sea. Su valor es, por lo tanto, enteramente
imaginario.

Lo cual nos lleva a una pregunta crucial: ¿Que es exactamente un dólar usamericano?

En otros tiempos, todo dólar usamericano estaba respaldado por una determinada cantidad de plata u oro de
valor intrínseco. En este ejemplo, podemos ver que el dólar portaba el nombre del Tesoro usamericano y que
estaba respaldado por una cantidad determinada de plata, pagadera al portador a la vista, es decir, bastaba con
sólo presentarlo.

Por supuesto, eso era en los años treinta del pasado siglo, pero aquellos días se fueron para no volver. Los
dólares actuales son una deuda de la Reserva Federal, entidad privada a la que se ha encomendado que gestione
la provisión de dinero usamericano. Esta función le fue concedida en 1913 mediante una ley conocida como
Federal Reserve Act.

Es de señalar que los dólares modernos carecen de cualquier indicación de que el portador pueda cambiarlos por
algo. Eso se debe a que ahora ya no están respaldados por nada que sea tangible. En vez de ello, el “valor” del
dólar se basa en un juego de lenguaje: en el hecho de que es ilegal rechazar dólares en pago de algo y de que
son la única forma aceptable para pagar impuestos.

La provisión de dinero de una nación necesita una gestión muy cuidadosa, pues de no ser así la inflación podría
destruir la unidad monetaria De hecho, existen más de 3800 ejemplos de monedas en papel que existieron en el
pasado y que ya no existen. Muchos de esos ejemplos son billetes usamericanos, que hoy tienen valor como
objeto de colección, pero carecen de cualquier valor monetario. No resulta difícil mostrar ejemplos
maravillosos, pero ya no funcionales, de billetes procedentes de Argentina, Bolivia, Colombia y de centenares
de otros países.
¿De qué manera la hiperinflación destruye una moneda?

Hay un ejemplo relativamente reciente que sucedió en Yugoslavia entre los años 1988 y 1995. Antes de 1990, el
dinar yugoslavo poseía un valor mensurable: era posible comprar cosas con él. Sin embargo, a lo largo de los
años ochenta, el gobierno yugoslavo mantuvo un déficit persistente en su balanza de pagos, que compensó
imprimiendo papel moneda. A principios de los noventa, el gobierno había agotado sus propias reservas de
divisas fuertes y empezó a saquear las cuentas privadas de sus ciudadanos. Esto hizo que fuese necesario
imprimir billetes de una denominación cada vez mayor, lo cual culminó en este ejemplo asombroso de un billete
de 500.000 millones de dinares. La inflación en Yugoslavia llegó a ser del 37 % al día. Lo cual significa que los
precios se duplicaban cada 48 horas, más o menos.

Trataré de concretar la idea. Supongamos que el 1 de enero de 2007 usted tenía un centavo de dólar y con él
podía comprar algo. A razón de una inflación diaria del 37%, el 3 de abril de 2007 hubiese usted necesitado un
billete de mil millones de dólares para comprar la misma cosa. Por el contrario, si el 1 de enero usted hubiese
poseído mil millones de dólares guardados en una maleta, el 3 de abril sólo habría podido comprar algo por
valor de un centavo.

Está claro que si hubiese tratado de ahorrar durante aquel período lo habría perdido todo, lo cual quiere decir
que los países cuyo dinero es inflacionario penalizan a quienes ahorran. A la inversa, los países cuyo dinero es
inflacionario fomentan el gasto y exigen que el dinero se invierta o se especule con él, para al menos tener la
posibilidad de que su valor aumente en la misma proporción que la inflación. Por supuesto, invertir y especular
implica riesgos, por lo que es lícito afirmar que los sistemas con dinero inflacionario obligan a sus ciudadanos a
que arriesguen sus ahorros.

Vale la pena que reflexionemos sobre esto que acabo de decir: obligan a sus ciudadanos a que arriesguen sus
ahorros.

Pero como la experiencia muestra que la mala administración de las monedas es algo muy frecuente, además de
reflexionar sobre lo que acabo de decir es todavía más importante que vigilemos a los administradores de
nuestro dinero para asegurarnos de que no están actuando de manera irresponsable al crear demasiado dinero de
la nada, con lo cual destruyen nuestros ahorros, nuestra cultura y las instituciones, a causa de la inflación.

¡Un momento! ¿He dicho que nuestros administradores crean dinero de la nada?

Pues sí. Eso es lo que he dicho.

Se trata de un proceso tan importante para su futuro, mi futuro, nuestro futuro, que dedicaremos los dos
próximos capítulos a aprender cómo se crea el dinero.

Si están listos, pasen al siguiente capítulo.


El Crash Course Capítulo 7: Cómo se crea el dinero
En este capítulo estudiaremos el proceso mediante el cual se crea el dinero.

Permítanme que les presente a John Kenneth Galbraith. Durante muchos años fue profesor en la Universidad de
Harvard y también intervino en el mundo de la política durante los gobiernos de Franklin D. Roosevelt, Harry
S. Truman, John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson; entre los diversos puestos que ocupó, fue embajador de
Usamérica ante la India durante el mandato de Kennedy.

Fue uno de los pocos galardonados en dos ocasiones con la Medalla presidencial de la libertad.

Se trata claramente de un personaje fuera de serie. Acuñó una frase famosa sobre el dinero: “El proceso que
permite crear dinero es tan sencillo que nadie se lo puede creer”. A continuación vamos a ocuparnos de ese
proceso.

No se preocupen si no comprenden esta primera parte que trata de la creación del dinero, porque es algo
verdaderamente difícil de imaginar y mucho más de aceptar. Se trata de un proceso muy simple, pero muy
difícil de aceptar.
En primer lugar, veamos la manera en que los bancos crean dinero.

Si nos olvidamos por un momento de aclarar de dónde sale el dinero, supongamos que una persona llega a una
ciudad con 1000 dólares en el bolsillo y que, por suerte, en esa ciudad acaba de abrir sus puertas un nuevo
banco, que todavía carece de depósitos. Esa persona deposita sus 1000 dólares en el banco, tras lo cual posee un
valor activo de 1000 dólares (constituido por su cuenta bancaria), mientras que el banco tiene un valor pasivo de
1000 dólares (constituido por esa misma cuenta bancaria).

Hay que saber que existe un reglamento federal, según el cual los bancos pueden prestar una fracción, es decir,
una parte del dinero que la gente les deja en depósito. En teoría, a los bancos se les permite que presten hasta
90% del dinero que la gente les deja en depósito, pero tal como veremos más adelante, la proporción se sitúa
más cerca del 100% que del 90%. Dado que los bancos guardan como reserva sólo una fracción del dinero que
la gente les deja en depósito, esa cantidad se denomina “reserva bancaria fraccional”.

Pero volvamos a nuestro ejemplo. El banco tiene ahora 1000 dólares en depósito, pero los bancos no obtienen
ningún beneficio de esa manera, sino más bien pidiendo dinero prestado a una tasa de interés y prestando luego
ese mismo dinero a otra tasa más elevada.

Dado que cualquier banco puede prestar hasta un máximo de 90% de sus depósitos, el banco de nuestro ejemplo
se las arreglará para encontrar a alguien deseoso de que le presten 900 dólares.

Este prestatario, una vez obtenido el préstamo, se gasta dicho dinero entregándoselo a otras personas, quizás a
su contador, quien, a su vez, lo deposita en un banco. Puede tratarse del mismo banco o de uno diferente, pero
eso no cambia de ninguna manera el sentido de esta historia.

Con ese nuevo depósito, el banco tiene otros 900 dólares en su haber y, con suma rapidez, encuentra a otra
persona deseosa de pedir prestado el 90% de esa cantidad, es decir 810 dólares.

Así tiene lugar un segundo préstamo, esta vez de 810 dólares, que el prestatario no tarda en gastar y que otra
persona vuelve a depositar en el banco, lo cual quiere decir que dicho banco dispone de otro nuevo depósito de
810 dólares disponibles para que alguien se los pida prestados. Con lo cual el banco presta el 90% de los
810 dólares, es decir, 729 dólares, y la historia sigue su curso de la misma manera hasta que nos encontramos
con que el depósito original de 1000 dólares ha engordado hasta un total de 10.000.

Pero, ¿estamos hablando de dinero real? Pueden estar seguros de que sí, sobre todo si los tienen en su cuenta
bancaria. Pero si estudiamos lo ocurrido con detalle nos daremos cuenta de que han sucedido tres cosas: En
primer lugar, el banco tiene 1000 dólares en reserva; en segundo, hay un total de 10.000 dólares en varias
cuentas bancarias y, en tercero, existe una nueva deuda de 9.000 dólares. Los 1.000 dólares originales están en
reserva en el banco, pero cada nuevo dólar, es decir, los otros 9000, sólo empezaron a existir una vez prestados
y están “respaldados” por una cantidad equivalente de deuda. ¿Qué les parece? ¿Se lo pueden creer?

Vale la pena señalar que si todas y cada una de las personas que han depositado esos 10.000 dólares en el banco
tratasen de sacarlos al mismo tiempo, el banco no podría dárselos, puesto que no los tiene. El banco únicamente
tiene 1000 dólares en reserva. Ni uno más. Esto quiere decir que este mecanismo de crear dinero a partir de
nuevos depósitos funciona de maravilla… siempre que a nadie se le ocurra no devolver su préstamo. Si esto
sucede, las cosas empiezan a complicarse. Pero ésa es otra historia, que retomaremos más adelante.

Por ahora, lo que quiero que comprendan es que el dinero sólo empieza a existir una vez que los bancos lo
prestan. Por el contrario, una vez devueltos los préstamos, el dinero “desaparece”.

Así es como se crea el dinero. Los invito a verificarlo por sí mismos. Un lugar donde pueden verificarlo es la
propia Reserva Federal, que ha publicado un libro en forma de cómic, del cual yo he sacado este excelente
ejemplo. Pueden encontrar el vínculo en el sitio web de la Reserva Federal, bajo el rubro Artículos esenciales.

Pero se habrán dado cuenta de que he dejado algo muy importante fuera del relato: el interés. ¿De dónde sale el
dinero para pagar los intereses de todos los préstamos? Si todos los préstamos se devolviesen sin ningún interés
podríamos anular por completo todas las transacciones, pero si en ellos incluimos el factor interés veremos que,
de repente, no llega el dinero para pagar todos los préstamos.

Está claro que algo no cuadra en esta historia, así que necesitaremos saber de dónde sale ese dinero. Una vez
que lo sepamos aclararemos otro ministerio: ¿De dónde proceden los 1000 dólares iniciales?
¿Cuál es el propósito de esta historia? ¿Por qué durante los últimos minutos hemos estado estudiando el
mecanismo de la creación del dinero? Pues porque para poder apreciar las implicaciones de las deudas
descomunales que hemos acumulado, en primer lugar deben ustedes entender cómo es que se crean las deudas.
Ésa es una razón. Pero la razón más importante está ligada a los gráficos exponenciales que hemos estudiado
antes, en el Capítulo 3. Veamos, entonces, la continuación de esta historia en el Capítulo 8, titulado La Reserva
Federal. Adelante.


El Crash Course Capítulo 8: La Reserva Federal
Veamos ahora dónde se crea el dinero. Sucede así:

Supongamos que el Congreso necesita más dinero del que tiene. Ya lo sé, se trata de una suposición bastante
imprecisa... Quién sabe, a lo mejor lo necesita porque ha hecho algo históricamente estúpido, como por ejemplo
bajar los impuestos mientras que estaba metido en dos guerras al mismo tiempo… Pero lo cierto es que el
Congreso no tiene dinero, así que transmite una solicitud al Departamento del Tesoro para gastos adicionales.

Lo que ahora voy a decir puede que les sorprenda o que los deje consternados, o quizá no, pero lo cierto es que
el Departamento del Tesoro vive en la precariedad más absoluta y raramente tiene dinero en su poder para más
de dos semanas.

Así que el Departamento del Tesoro, con vistas a obtener fondos, le da al botón de la impresora e imprime
bonos del Tesoro, que son la manera con la que el gobierno usamericano pide dinero prestado. Un bono tiene un
“valor nominal”, que es la cantidad por la que se vende, y tiene también una tasa de interés que debe pagar al
comprador. Eso significa que si alguien compra un bono cuyo valor nominal es de 100 dólares y cuya tasa de
interés anual es de 5%, esa persona paga 100 dólares por el bono y, un año después, obtiene 105 dólares.

Los bonos del Tesoro se venden en subastas programadas de antemano de forma regular y puede decirse sin
temor al error que la mayoría de tales bonos se venden a grandes bancos, como los de China y Japón en fechas
recientes. En la subasta, los bancos compran los bonos y el dinero de dicha compra se ingresa en las arcas del
Tesoro, desde donde se desembolsa para financiar los programas gubernamentales.

Les prometí que les revelaría la manera en que nace el dinero, pero todavía no lo he hecho, ¿verdad? Los bonos
se compran con dinero que ya existe. El dinero se crea en el siguiente paso, cuando la Reserva Federal compra
un bono del Tesoro a un banco.

La Reserva Federal hace lo siguiente: simplemente transfiere al banco una cantidad de dinero equivalente al
valor nominal del bono y, a cambio, toma posesión de éste. Se trata de un trueque de bono por dinero.

Pero, ¿de dónde diablos salió ese dinero? Buena pregunta. El dinero salió de la nada, ya que la Reserva Federal
crea dinero cuando “compra” esta deuda. El nuevo dinero de la Reserva Federal siempre se cambia por deuda,
así que ya lo saben.

¿No me creen? Lo que sigue es una cita textual de una publicación de la Reserva Federal titulada Putting it
Simply, que podríamos traducir libremente como Diciendo las cosas claras. La cita es: “Cuando usted o yo
firmamos un cheque, nuestra cuenta bancaria debe tener fondos suficientes para cubrirlo, pero cuando la
Reserva Federal firma un cheque no existe un depósito bancario del cual sacar el dinero para ese cheque.
Cuando la Reserva Federal firma un cheque está creando dinero.”

(silbido de admiración) ¡Eso sí que es tener un poder extraordinario! Mientras que usted o yo tenemos que
trabajar para ganar dinero, invertirlo y correr un riesgo para hacerlo crecer, la Reserva Federal simplemente
imprime todo lo que le place, cuando lo desea, y luego nos lo presta a través del gobierno usamericano, y
además con interés.

Pero como es un hecho histórico probado que más de 3.800 tipos de papel moneda (y también de moneda en
metálico) han terminado perdiendo todo su valor debido a una mala administración, ¿les parece insensato
afirmar que quizá deberíamos vigilar con sumo cuidado si la Reserva Federal está actuando responsablemente, o
no, con nuestra unidad monetaria?

Ahora ya sabemos que existen dos tipos de dinero.
El primero es el crédito bancario, un dinero que sólo empieza a existir una vez prestado, como hemos visto. El
crédito bancario es un tipo de dinero cuyo valor es equivalente al de la deuda a él asociada. Esta deuda tiene un
interés que debe pagarse.

El segundo tipo de dinero nace de la nada y eso es lo que estamos viendo en estos momentos.

El proceso mediante el cual se crea dinero es tan simple que nadie se lo puede creer, así que no se preocupen si
tienen que volver a estudiar varias veces este capítulo. Algunas personas han tenido que asistir cuatro o cinco
veces a mi seminario antes de empezar a comprender todas las implicaciones de este concepto.

Por eso, si ya lo han comprendido, felicidades. Pueden sentirse orgullosos, porque no es fácil.

Lo que ya han aprendido nos permite ahora formular dos nuevos conceptos clave de extrema importancia:

El primero de ellos, el Concepto clave N.º 3, es que todos los dólares están respaldados por deuda. En el
banco, todo nuevo dinero empieza a existir una vez prestado. En la Reserva Federal, el dinero se crea de la nada
y luego se trueca por deuda gubernamental con una tasa de interés. En ambos casos, el dinero está respaldado
por deuda. Se trata de una deuda que paga intereses. De este concepto clave podemos deducir una trascendente
afirmación, a saber, “es ineludible que cada año se preste dinero nuevo, el cual sólo empieza a existir después
del préstamo, para cubrir los pagos de los intereses de todas las deudas acumuladas”.

Si elaboramos un poco esta afirmación, veremos que, año tras año, toda la deuda acumulada aumentará al
menos en la tasa de interés que conlleva dicha deuda. Esto quiere decir que, cada año, la deuda debe crecer a
una tasa determinada. Dado que nuestro sistema monetario, basado en la deuda, crece continuamente a una tasa
determinada, se trata de un modelo de sistema exponencial. De lo cual se puede deducir que la cantidad de
deuda acumulada por el sistema siempre será superior a la cantidad de dinero existente.

Por mi parte, no voy a juzgar este sistema ni a decir si es bueno o malo. Sencillamente, es lo que es. Sin
embargo, si ustedes comprenden cómo funciona, estarán en mejor situación para comprender que el futuro
potencial que le espera a nuestra economía no es ilimitado, sino que depende de las reglas inherentes al sistema.

Lo cual nos conduce al Concepto clave N.º 4, según el cual el crecimiento perpetuo es un requisito del sistema
bancario moderno. De hecho, de él podemos deducir una regla: Cada año se deberán conceder nuevos créditos
(préstamos) por una cantidad por lo menos igual a la de los pagos por intereses acumulados dicho año. Sin un
aumento continuo de la provisión de dinero, las deudas acumuladas no podrían pagarse, aumentaría la
morosidad y, posiblemente, el sistema se vendría abajo. La morosidad es el talón de Aquiles de un sistema
monetario basado en la deuda, cuyo funcionamiento ya explicamos en el ejemplo bancario del capítulo anterior.
Por eso, todas las fuerzas institucionales y políticas de nuestra sociedad deben evitar tal desenlace.

El sistema bancario está obligado a crecer de forma continua, no porque eso sea bueno o malo, sino
simplemente porque es así como está diseñado. Es algo inherente al sistema, de la misma manera que la
gasolina es inherente al motor de mi coche. Personalmente, me encantaría que mi coche pudiese funcionar con
agua, pero no hay nada que hacer, porque no lo diseñaron así.

Si comprendemos la necesidad de un crecimiento continuo estaremos mejor preparados para tomar decisiones
informadas sobre qué puede pasar en el futuro y qué deberemos hacer para aumentar nuestras posibilidades de
éxito.

Desde un punto de vista existencial, podríamos también preguntarnos cuál es la viabilidad a largo plazo de un
sistema que debe crecer exponencialmente mientras que, al mismo tiempo, existe en un planeta esférico, es
decir, limitado. La cuestión clave que esto plantea es la siguiente: “¿Es posible modificar nuestro actual sistema
monetario para que sea estable, justo y útil cuando no crece?”

Así que estamos ante la siguiente disyuntiva: ¿Qué pasa cuando un artificioso sistema monetario, creado por el
ser humano, que está obligado a crecer porque lo diseñaron así, se topa con los límites físicos de un planeta
esférico?

Otra de mis creencias es que durante mi vida adulta seré testigo de la colisión entre un sistema de crecimiento
infinito y un planeta de límites finitos, y mucho me temo que esa colisión ya se ha iniciado. Siento una enorme
curiosidad por ver cómo terminará todo esto.
Se trata de algo de proporciones gigantescas, de algo más aterrador que interesante. Bueno, si ustedes quieren
que el futuro sea como el pasado, estoy de acuerdo en que parece aterrador. Pero si su visión del futuro es más
flexible, entonces tienen la oportunidad de obtener el máximo posible de lo que ese futuro nos ofrezca. Los
tiempos que nos ha tocado vivir son maravillosos, estimulantes y sin parangón alguno. Por mi parte, me encanta
estar viviendo aquí y ahora, con ustedes.

En el próximo capítulo nos ocuparemos de añadir contexto a nuestro sistema monetario. En él aprenderán que
nuestro sistema monetario puede estudiarse desde dos perspectivas distintas, bien como una obra maestra de
sofisticada evolución o bien como un breve experimento histórico que todavía no ha cumplido los 37 años. Los
espero en el Capítulo 9, titulado “Brevísima historia del dinero usamericano”.


El Crash Course Capítulo 9: Brevísima historia del
dinero usamericano
Antes de ocuparnos de los acontecimientos actuales debemos conocer las circunstancias que nos condujeron a
ellos.

Me propongo ofrecer una versión extraordinariamente breve de la reciente historia monetaria usamericana. Este
capítulo pretende demostrar que el gobierno de Usamérica ha alterado radicalmente las reglas en situaciones de
emergencia y que nuestro sistema monetario es mucho más reciente de lo que ustedes creen.

Después del pánico de 1907, cuando el banquero privado J.P. Morgan intervino como prestamista de última
instancia, los bancos iniciaron una campaña a favor de una solución gubernamental. En 1913 se decidió la
creación de un cártel, auspiciado por el gobierno federal, que recibió el nombre de Reserva Federal. Dicho
cártel aparentaba ser gubernamental, pero en realidad no lo era. La masa monetaria de la Reserva Federal debía
permanecer en manos de las entidades bancarias que formaban parte del cártel, no el gobierno usamericano ni
tampoco el público. Esta situación no ha cambiado en la actualidad. Por eso, lo que denominamos Reserva
Federal es en realidad un cártel bancario auspiciado por el gobierno federal y autorizado a crear dinero mediante
préstamos.

En los años treinta estalló una burbuja especulativa alimentada por la Reserva Federal, lo cual dio lugar a
numerosas quiebras bancarias y la provisión de dinero disminuyó casi un tercio en tres años. A pesar de que sus
estatutos la constituían como prestamista de última instancia, la Reserva Federal no logró impedir un
catastrófico colapso bancario.

En 1933, el entonces recién elegido presidente Franklin D. Roosevelt decidió enfrentarse al desplome de la
provisión monetaria con medidas drásticas. Para lograrlo, confiscó todo el oro que estaba en manos privadas e
inmediatamente devaluó el dólar usamericano. Antes de la confiscación, la onza de oro valía aproximadamente
21 dólares, mientras que después su valor alcanzó los 35. No pasó mucho tiempo antes de que las obligaciones
contractuales del gobierno de Usamérica, tales como los bonos pagaderos en oro, fuesen anuladas con el aval de
la Corte Suprema. Sirva esto de ejemplo de cómo los gobiernos, en situaciones de emergencia, pueden cambiar
las reglas y saltarse sus propias leyes.

Todo el oro confiscado terminó en las bóvedas de seguridad de la Reserva Federal, en el Fondo Monetario
Internacional o “en los libros” de la Reserva Federal. En total se intercambiaron 11 mil millones de dólares por
261 millones de onzas del oro nacional. En otras palabras, el control absoluto de la provisión de oro de la nación
más poderosa y próspera de la Tierra se entregó a cambio de 11.000 millones de dólares, todos ellos creados de
la nada, lo cual dio lugar a una enorme penuria en los depósitos de la Reserva Federal. Por curiosidad, ¿han
tratado alguna vez de levantar ladrillos de oro de 32 kilos de peso?

En cualquier caso, para terminar con la zozobra de la Gran Depresión y de la guerra, así como para sentar las
bases de una recuperación mundial, en 1944 tuvo lugar una conferencia en Bretton Woods (New Hampshire), a
la que asistieron los principales países aliados. En reconocimiento de que Usamérica constituía entonces casi la
mitad de la economía mundial, el dólar usamericano fue designado moneda de reserva internacional. Todas las
demás monedas tenían tasas fijas de cambio con respecto al dólar, el cual a su vez podía canjearse por oro a
35 dólares la onza.

El sistema de Bretton Woods fue el preludio de un período de prosperidad y rápida recuperación económica,
pero tenía un fallo. Ninguna de sus cláusulas impedía que la Reserva Federal usamericana incrementara su
provisión de billetes. Como era de esperar, el respaldo en oro de cada dólar disminuyó sin cesar, de tal modo
que no había suficiente oro para respaldar todos los dólares emitidos.

Entre tanto, conforme se intensificaba la guerra en Vietnam, Usamérica iba acumulando déficits presupuestarios
e inundando el mundo con dólares de papel. Francia, en aquel entonces gobernada por el presidente Charles De
Gaulle, empezó a sospechar que Usamérica sería incapaz de cumplir con sus obligaciones de Bretton Woods,
las cuales le exigían canjear su exceso de dólares por oro.

Cuando Francia cambió su excedente de dólares por oro, las reservas que el Tesoro usamericano tenía de este
metal disminuyeron de forma alarmante. Por último, el presidente Nixon declaró fuerza mayor el 15 de agosto
de 1971 y “cerró de un golpe la ventana del oro”, eliminando la convertibilidad del dólar. Esto es lo que suelen
hacer los gobiernos en tiempos de guerra y Usamérica siguió dicha tendencia. Pero esta vez el mundo entero se
vio afectado, porque la eliminación de la convertibilidad del dólar en oro destruyó las bases del sistema de
Bretton Woods.

Sin el respaldo del oro, desaparecieron los límites físicos que hubiesen podido impedir la proliferación
desenfrenada de billetes de dólar.

Puesto que ahora sabemos que todos los dólares están respaldados por deuda, ¿qué creen que sucedió con la
deuda usamericana una vez que dejó de existir el rigor externo del oro? Tratemos de averiguarlo.

Este gráfico muestra la deuda federal usamericana desde 1959 hasta 2004. Es de señalar que se parece mucho a
cualquiera de los gráficos exponenciales que ya hemos estudiado. Pero fíjense que la curva empezó a subir
inmediatamente después de que Nixon cerrase de un golpe la ventana del oro, es decir, cuando eliminó el último
vestigio de limitación física externa del sistema. Y fíjense también en la enorme celeridad con que la deuda se
ha incrementado en los últimos tiempos. Durante los últimos años hemos sido testigos de la mayor y más rápida
acumulación de deuda federal de toda nuestra historia, y ello debido en gran medida a un experimento que
nunca antes se había puesto en práctica desde el nacimiento de este país. Me refiero a la implicación en dos
guerras exteriores y al recorte de los impuestos, ambas cosas al mismo tiempo.

Esta rapidísima acumulación de deuda no es ningún proceso misterioso, sino más bien una consecuencia
totalmente previsible de haber cerrado de un golpe la ventana del oro. ¿Cuánto tiempo podremos aguantar así?
Por desgracia, no existe una respuesta convincente, aparte de ésta: “tanto como nos lo permitan los extranjeros”.

Una segunda consecuencia, previsible y relacionada, tiene que ver con la cantidad total de masa monetaria en
circulación. Recuerden, todo el dinero empieza a existir cuando lo prestan, de forma que la curva de la deuda
federal debería poder indicarles la tendencia de la curva del dinero usamericano entre los años 1959 y 2007,
representada en el siguiente gráfico. Lo primero que hemos de señalar es que este país necesitó más de 300
años, desde la llegada del primero de los colonizadores de Nueva Inglaterra hasta 1973, para generar nuestro
primer billón de dólares de masa monetaria. Debo aclarar que, en español, un billón es un millón de millones, es
decir, la unidad seguida de doce ceros (1.000.000.000.000).

Todas las carreteras, los puentes, los mercados de cada rincón de cada pueblo, los barcos y los edificios, desde
la primera colonia hasta 1973, sólo necesitaron un billón de dólares de masa monetaria.

¿Cuánto tiempo necesitó nuestro más reciente billón de dólares? Fue creado de la nada durante los últimos
cuatro meses y medio. Y ahora les pregunto: “¿Qué pasará cuando nuestra nación cree de la nada un billón de
dólares cada cuatro semanas? ¿Y cada cuatro días? ¿O cada cuatro horas? ¿Y si fuese cada cuatro minutos? ¿A
dónde lleva esto, si no es a la hiperinflación y a la destrucción del dólar y, por añadidura, de nuestra nación?”.

Si observamos estos acontecimientos en orden temporal, veremos que la Reserva Federal fue creada en 1913.
Sólo veinte años después, en 1933, nuestro país se adentró en una forma de bancarrota y entregó sus existencias
colectivas de oro, por imperativo legal, a la Reserva Federal. Once años después de aquello, el dólar
usamericano fue elegido moneda de reserva internacional con un respaldo explícito de oro, el cual fue
unilateralmente eliminado por el presidente Nixon 27 años más tarde.

En efecto, el actual sistema monetario mundial de monedas sin respaldo alguno sólo tiene 37 años. No fue algo
planeado, simplemente surgió a consecuencia de una crisis. El incanjeable dólar usamericano sigue siendo una
popular moneda de reserva por pura conveniencia, pero nada implica ni garantiza que siga siéndolo.

Únicamente Usamérica es capaz de utilizar su cada vez más erosionada moneda de reserva para pedir dinero
prestado e imprimir billetes de dólar con los cuales financiar sus déficits de la balanza comercial. Sin embargo,
conforme el dólar vaya perdiendo su situación privilegiada de moneda de referencia a causa de estos excesos,
Usamérica se verá obligado a escoger entre exportar más para pagar las importaciones o seguir incrementando
sus deudas de forma exponencial. Si tales acciones hacen que el dólar siga cayendo, otros países se verán
tentados de devaluar sus propias monedas para no quedarse atrás y seguir siendo competitivos.

Es evidente que estamos al borde de un período inflacionario, lo cual nos lleva al Capítulo 10, titulado “La
inflación”.

El Crash Course Capítulo 10: La inflación
Antes de adentrarnos en el estudio de las condiciones económicas actuales nos ocuparemos de un nuevo
concepto clave, que es la inflación.

La mayoría de nosotros cree que la inflación se debe al aumento de los precios, pero no es así. Imaginemos que
una manzana y una naranja valen 1 dólar este año, pero 10 dólares al siguiente. Dado que su gusto por las
manzanas y las naranjas no cambia de un año para otro, lo que de verdad ha cambiado es su dinero, pues ha
perdido valor.

La inflación no está causada por el aumento de los precios. El aumento de los precios es más bien un síntoma de
la inflación. La inflación está causada por la presencia de demasiado dinero circulante con respecto a los bienes
y servicios que de verdad existen en la realidad. Lo que nos suele sorprender es el aumento del precio de las
cosas pero, de hecho, la inflación es simplemente la pérdida de valor del dinero debido a su exceso en el
mercado.

Veamos un ejemplo. Supongamos que alguien está en una balsa salvavidas en medio del mar y otra persona a
bordo tiene una naranja que desea vender. Sólo una de las personas presentes en la balsa tiene dinero: 1 dólar.
La naranja se venderá, pues, por 1 dólar. ¡Un momento! Justo antes de que le vendan la naranja a esa persona
usted encuentra un billete de 10 dólares en el fondo de su bolsillo. ¿Cuál cree que terminará siendo el precio
final de la naranja? Exacto, 10 dólares. Pero sigue siendo la misma naranja, ¿no? Lo que ha cambiado de la
naranja de un minuto al siguiente no es su utilidad o sus características, sino más bien la cantidad de dinero que
hay en la balsa. Así que podemos formular el siguiente principio: La inflación, siempre y en todas partes, es un
fenómeno monetario.

Y lo que es verdad a bordo de una pequeña balsa salvavidas en medio del mar también lo es en un país. Voy a
ilustrar esto que digo por medio de un largo recorrido a través de la historia usamericana.

Estamos viendo un gráfico que representa los niveles de los precios en Usamérica. Se inicia a la izquierda en
1665 y progresa más de 300 años hasta 2008, situado a la derecha. Pero en este momento únicamente vemos en
el gráfico la inflación del período que va desde 1665 hasta 1776. En la columna vertical las cifras indican los
niveles de los precios, no la tasa de inflación. Ahora bien, me podrían preguntar: “¿Cómo se pueden comparar
los precios de 1665 a los de 1776 o, menos aún, a los de 2008? La vida ha cambiado mucho a lo largo de todo
ese período.” Incluso si ha sido necesario que me tome algunas obvias libertades, lo que se aquí se compara son
las cosas básicas de la vida. En 1665 la gente tenía que alimentarse igual que en 1776. La gente debía utilizar un
transporte, recibir una educación y vivir en casas en 1665 igual que en 1776. Lo que aquí se compara es el costo
relativo de la vida en un período con el costo relativo de la vida en el siguiente. Es decir, la inflación.

En 1665, al costo básico de la vida se le ha atribuido un valor de “5”. Lo que a mí más me sorprende de este
gráfico es que desde 1665 hasta 1776 no hubo ninguna inflación. Durante 111 años un dólar ahorrado era un
dólar ahorrado. ¿Son capaces de imaginar lo que significaría vivir en un mundo en el que fuese posible ganar
1.000 dólares hoy, enterrarlos en su jardín dentro en una cajita y que 111 años después alguno de sus
tataranietos los encontrase al plantar un árbol y pudiera comprar las mismas cosas que esos 1.000 dólares
permiten comprar en la actualidad?

No se trata de una pregunta fantasiosa sacada de una novela barata: hubo una época en que ésa fue la realidad
en nuestro país. Durante aquel período la economía de este país se basaba en el estándar de la plata y el oro y
gozó de un enorme desarrollo con una estabilidad casi perfecta de los precios en tiempos de paz. Sin embargo,
estalló una guerra, la denominada Guerra revolucionaria o Guerra de la independencia contra Gran Bretaña, y el
país fue incapaz de costearla con el oro y la plata del Tesoro.

Así que fue necesario imprimir un papel moneda que se llamó “continental” y que en un principio estuvo
respaldado por una cantidad especificada de oro o plata en el Tesoro. Pero la guerra fue mucho más costosa de
lo esperado, y ello obligó a seguir imprimiendo “continentales”. Hasta que los británicos, conscientes de los
efectos corrosivos de la inflación en una sociedad, empezaron a falsificarlos y a distribuir enormes cantidades
de falsos continentales, hasta que la nueva moneda empezó a perder valor.

No pasó mucho tiempo antes de que apareciese la inflación y Abigail Adams, la mujer de John Adams, el
segundo presidente de Usamérica, se quejó amargamente de lo caro que se había puesto todo.

Según puede verse en el gráfico de la inflación, la guerra revolucionaria de independencia hizo que el nivel de
los precios pasase de “5” a “8”. Después de la guerra, la ciudadanía rechazó tajantemente los continentales, pues
prefería seguir con el oro y la plata. Vale la pena señalar que los precios regresaron pronto a sus niveles de antes
de la guerra.

El segundo episodio de inflación también tuvo lugar durante una guerra y también a causa de la
superabundancia de papel moneda. De nuevo, a la conclusión de la guerra los precios volvieron relativamente
pronto a los niveles anteriores a la guerra y se mantuvieron estables otros 30 años. A estas alturas ya hemos
avanzado casi 200 años en el gráfico, pero el costo de la vida seguía siendo el mismo que en 1665. Es algo
fascinante.

Pero, de nuevo, estalló una guerra –esta vez la guerra civil–, que fue única en su género. Para financiarla, el
Norte se vio obligado a imprimir un tipo de moneda cuyo nombre sigue vigente, pues no es otro que el de
nuestra moneda actual. Por supuesto, en aquel tiempo el reverso del billete era verdaderamente verde. Y de
nuevo regresó la inflación, directamente relacionada con la guerra, pero desapareció una vez que ésta terminó.
Ya han transcurrido 250 años de esta historia y el costo de la vida seguía siendo el mismo que al principio. ¿Se
lo pueden imaginar?

Pero vino otra guerra, ésta mucho peor que cualquiera de las anteriores y, de nuevo, regresó la inflación.

Y luego otra, muchísimo mayor que cualquiera de las precedentes y, ¿lo adivinan?, también fue inflacionaria.
Pero esta vez sucedió algo extraño. La inflación no desapareció, siguió su curso hasta el inicio de la siguiente
guerra. Pero, ¿por qué? Hubo dos razones. La primera fue que el país ya había abandonado el estándar del oro
por un estándar de papel moneda fiat administrado por la Reserva Federal, y los ciudadanos ya no disponían de
ningún otro dinero al cual regresar. Y, en segundo lugar, ésta fue la primera vez que la maquinaria de la guerra
no fue desmantelada tras la conclusión de las hostilidades.

En vez de ello, se mantuvo una movilización total para una prolongada guerra fría, que fue un conflicto tan
inflacionario como la peor de las guerras.

Y, si observamos en retrospectiva todo este período histórico, podemos formular un principio muy obvio: Todas
las guerras producen inflación, sin excepción alguna.

Pero, ¿por qué? Es muy sencillo. Cada vez que el gobierno aumenta el déficit crea las condiciones necesarias
para la inflación. Sin embargo, si el gasto que produce dicho déficit se utiliza para infraestructuras provechosas,
tales como carreteras o puentes, esa inversión se volverá rentable lentamente al estimular la productividad y
favorecer la creación de nuevos bienes y servicios que “absorberán” este gasto con el tiempo.

Las guerras, sin embargo, son algo especial. En ellas se derrochan enormes cantidades de dinero en cosas que
sólo sirven para destruir. El dinero se queda en casa, pero los productos creados con él se envían fuera para
destruir otros bienes. Cuando una bomba estalla no deja beneficios residuales en la economía nacional. Por eso
el gasto de una guerra es el más inflacionario de todos los gastos. Es una doble maldición, porque el dinero
permanece y sigue ejerciendo su mágico maleficio, mientras que los productos creados desaparecen. E incluso
si los productos creados no se destruyen al hacerlos explotar, los beneficios económicos residuales que dejan
son prácticamente nulos para tratarse de una maquinaria tan especializada, por muy extraordinaria que sea su
tecnología.

Lo extraño es que los medios dominantes usamericanos han presentado las dos guerras más recientes como algo
relativamente “indoloro” para el ciudadano medio, y ello a pesar de los aplastantes indicios de lo contrario.

De hecho, en este gráfico de los precios de materias primas durante 15 años observamos que por más de 10 años
tales precios oscilaron en una estrecha banda limitada por las dos líneas verdes paralelas. Sin embargo, y espero
que no les resulte sorprendente, poco después del inicio de la guerra en Iraq los precios de esas materias primas
empezaron a subir y en los cinco años que han transcurrido crecieron casi un 140%. Lo que pagan ustedes ahora
por la gasolina y los alimentos lo confirma.
Así que si alguien trata de decirles que no han hecho ningún sacrificio a causa de esa guerra, díganle que es
mentira, pues ya han sacrificado una parte importante de sus ahorros y de su salario.

Pero volvamos a nuestra historia. Aquí vemos la inflación entre 1665 y 1975. Puesto que ahora sabemos lo que
hizo Nixon el 15 agosto de 1971, ¿cuál creen que será el aspecto que adoptará gráfico entre 1975 y hoy en día?

Éste es el mundo que hemos conocido. Hemos vivido durante tanto tiempo en la abrupta subida de la curva y
estamos tan acostumbrados a ella que casi la consideramos normal.

El hecho de que la inflación sea hoy algo permanente y vaya aumentando a una tasa porcentual hace que
nuestro dinero pierda valor de forma exponencial.

Eso es lo que esta gráfica en palo de hockey nos está diciendo a gritos.

¿Qué significa vivir en un mundo donde el dinero pierde valor de forma exponencial? Ustedes saben bien lo que
significa, porque viven en él. Significa que uno debe trabajar cada vez más y con mayor ahínco para no
quedarse atrás y significa verse obligados a tomar decisiones enormemente arriesgadas a la hora de invertir, en
un intento de hacer crecer nuestros ahorros lo suficiente como para evitar las pérdidas producidas por la
inflación.

Significa que ahora necesitamos dos salarios, mientras que antes nos bastaba con uno, y significa que nuestros
niños crecen solos, porque tanto al padre como a la madre no les queda más remedio que trabajar fuera. Un
mundo en el que el dinero vale cada vez menos resulta diabólicamente complicado y no deja margen alguno
para el error, sobre todo a quienes carecen de los medios necesarios o de las conexiones apropiadas.

Y eso no tiene por qué ser así. De hecho, durante la mayor parte de la historia de nuestro país no fue así. Me
cuesta mucho creer que la inflación sea algo obligatorio y con una función esencial para el bienestar, puesto que
entre 1665 y 1940 este país fue testigo de un enorme progreso sin que hubiese ningún tipo de inflación
continuada.

Este capítulo tiene como objetivo mostrarles que nuestro país no siempre vivió bajo un régimen de inflación
perpetua y que, desde un punto de vista histórico, la inflación es algo muy reciente.

Para añadirle perspectiva a todo esto, veamos ahora los momentos en que nuestro país abandonó el estándar del
oro, primero de forma interna y luego por completo.

Es posible que se queden sorprendidos, como a mí me sucedió, al descubrir que la inflación no es una de esas
leyes misteriosas que rigen la naturaleza, como lo es la ley de la gravedad, sino un claro asunto de política
económica.

De manera que ya podemos conceptualizar el Concepto clave N.º 5: La inflación, siempre y en cualquier lugar,
es un fenómeno monetario.

Y, si lo expresamos de otra manera, también podremos decir que la inflación es un acto político deliberado.

Alguien dijo con sarcasmo: “El papel moneda termina siempre por volver a su valor intrínseco, cero”. Ese
alguien fue Voltaire, en 1729. Por supuesto, fue demasiado pesimista en su evaluación, su valor intrínseco no es
cero, como bien lo prueba la fotografía de esta mujer alemana, que la muestra aprovechando la energía
intrínseca de estos billetes para quemarlos en su caldera y transformarlos en calor.

John Maynard Keynes, el padre de la rama de la economía que hoy domina nuestras vidas, dijo lo siguiente
sobre la inflación:

“Lenin tenía toda la razón, no hay manera mejor, más sutil o segura de destruir las bases de una sociedad que
corromper su moneda.

Mediante un proceso continuo de inflación, los gobiernos pueden confiscar, en secreto y sin que nadie se dé
cuenta, una parte importante de la riqueza de los ciudadanos.

Este proceso utiliza todas las fuerzas ocultas de la economía para destruir y lo hace de una manera imposible de
diagnosticar.”
Dado que los arquitectos y administradores de nuestro sistema monetario son muy conscientes de los efectos
destructores y corrosivos de la inflación, es lógico que nos preguntemos qué es lo que buscan.

Para terminar, en este Capítulo 10 del Crash Course señalaremos las conexiones de tres detalles muy
importantes:

1: En 1971, Usamérica y, por extensión el mundo entero, eliminaron la última relación con el oro y las
limitaciones que éste imponía; a partir de entonces el endeudamiento federal inició una escalada sin retorno.

2: Al mismo tiempo, la provisión de dinero “inició a su vez su escalada sin retorno” y empezó a crecer a una
velocidad mucho mayor que la de los bienes y servicios existentes en la realidad.

Lo cual nos lleva al punto 3, que es la inflación, es decir, el resultado totalmente predecible de los puntos 1 y 2.

Pim, pam, pum. Uno, dos y tres. Los tres están interconectados, los tres expresan lo mismo y ejercen una
influencia devastadora para nuestro futuro.

Si son ustedes de la opinión que no pasa nada si estos tres gráficos siguen creciendo de forma exponencial hasta
el infinito, ya pueden abandonar el Crash Course.

Pero si no lo creen, probablemente les interese continuarlo.

Es de una importancia fundamental que comprendan la manera en que estos tres puntos se interconectan, que
evalúen los riesgos que corren y que tomen las decisiones que se imponen ante la posibilidad de que el futuro
sea radicalmente distinto del presente.

Ahora, una vez que hemos estudiado la función exponencial, el dinero y la inflación, disponemos ya de las
herramientas necesarias para abordar los restantes capítulos del Crash Course.

Pero antes debemos conectar unos cuantos puntos más. Los espero en el Capítulo 11, titulado “¿Cuánto es un
billón?”. Adelante.



El Crash Course Capítulo 11: ¿Cuánto es un billón?
A lo largo del Crash Course nos encontraremos a menudo con cifras expresadas en billones. ¿Cuánto es un
billón? He de confesarles algo: Ni yo mismo estoy seguro de poder imaginarlo.

Un billón es una cifra extraordinariamente grande y me parece que vale la pena que dediquemos un par de
minutos para tratar de aclarar el concepto.

En primer lugar, hablemos de números.

1.000 es un 1 seguido de 3 ceros.

Un millón es 1.000 veces mil y se expresa con un 1 seguido de 6 ceros. Hasta aquí no tengo problemas para
conceptualizar las diferencias entre ambas cifras. No es lo mismo tener 1.000 dólares que 1.000.000 de dólares
en el banco. Eso está claro.

Un millardo es mil veces mayor que un millón, se trata de 1.000 millones y se expresa con un 1 seguido de 9
ceros.

Un billón es mil veces mayor que un millardo y se expresa con un 1 seguido de 12 ceros.

De manera que un billón está formado por mil millardos y, por lo tanto, es un millón de millones. He de
confesarles algo: ¡No logro imaginarme lo que eso significa! No soy capaz de visualizarlo, así que utilizaré otro
método para tratar de que les quede claro.

Supongamos que a cualquiera de ustedes le doy un billete de 1.000 dólares y le digo que se lo gaste con un
amigo en una sola noche. Estoy seguro de que se divertirían mucho.
Supongamos ahora que tuviesen en sus manos un fajo de billetes de 1.000 dólares, es decir, un fajo de 10 cm de
espesor. Si así fuese, los felicito, serían millonarios.

Pero supongamos ahora que deseasen entrar en la elite de privilegiados que poseen un millardo, es decir mil
millones de dólares. ¿Qué altura alcanzaría el fajo de billetes de mil dólares necesarios para alcanzar un
millardo?

La respuesta es que ese fajo alcanzaría una altura de 109 metros, es decir, un tercio de la altura de las Torres
Petronas, de Kuala Lumpur (Malasia).

Veamos ahora cuál sería la longitud de un fajo de billetes de 1.000 dólares que totalizase el billón de dólares.
¿Qué altura tendría? Piensen en una respuesta.

Pues bien, ese fajo alcanzaría los 108 kilómetros de altura.

Y estoy hablando de un fajo, es decir, de billetes puestos uno sobre otro, no uno tras otro. Estoy hablando de un
sólido fajo de 108 kilómetros de billetes de 1.000 dólares. Eso es un billón de dólares.

¿Todavía no son capaces de imaginarlo?

Muy bien, imagínense que van en un coche por una carretera y en la veredas de la derecha hay depositado un
larguísimo fajo de billetes de 1.000 dólares. Es decir, una hermosa, compacta y rectangular columna de billetes
de 1.000 dólares que serpentea a su derecha junto a la carretera conforme van manejando.

Ustedes avanzan sin parar durante más de una hora, rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr, y durante todo el trayecto el fajo de
billetes de 1.000 dólares los va acompañando.

Dicho de otra manera, el dinero creado de la nada por nuestro sistema económico durante los últimos cuatro
meses y medio, convertido en billetes de 1.000 dólares y depositado en un fajo a lo largo de la carretera,
cubriría el trayecto desde Springfield, en Massachusetts, hasta Albany, la capital del estado de Nueva York.

Así que ya lo sabemos: pueden visualizar el fajo conduciendo su coche junto a él o andándole por encima o de
cualquier otra forma que quieran expresarlo.

Pero no se equivoquen, un billón es una cifra descomunal, gigantesca, desorbitada, y no deberíamos confiarnos
demasiado por el simple hecho de que sus proporciones fuera de lo común no nos permiten conceptualizarlo. Al
contrario, lo que deberíamos hacer es reaccionar.

Tengan en mente esto que les digo cuando hablemos de las deudas totales y los pasivos de Usamérica, que
alcanzan muchas decenas de billones de dólares. Los espero en el Capítulo 12, titulado “La deuda”.


El Crash Course Capítulo 12: La deuda
Con este capítulo iniciamos la segunda parte del Crash Course. Aquí encontrarán la información que nos llevó a
mí y a mi familia a hacer profundos cambios en nuestras vidas, nuestra casa y mi trabajo, o incluso en dónde
comprar nuestros alimentos. Con los conocimientos que han adquirido hasta ahora ya pueden comprender de
qué manera los componentes de la sigla EEMA, es decir, Economía, Energía y Medio Ambiente, se entrecruzan
y convergen en una estrecha ventana al futuro: Los próximos veinte años. Los datos que presentaré a partir de
ahora me han llevado a la conclusión de que los próximos veinte años van a ser totalmente distintos de los
últimos veinte. Debo advertirles algo: este material puede ser espeluznante y quizás algunos de ustedes lo
encuentren difícil de soportar.

Así que empezaremos esta segunda parte con “La deuda”. Estudiaremos dos nuevos conceptos clave, de los
cuales uno es esencial. Se trata del siguiente: Las deudas que no cesan de crecer dan por supuesto de forma
implícita que el futuro va a ser mejor que el presente. En este capítulo examinaremos con todo detalle dicha
afirmación.

Pero antes necesitamos aprender unas cuantas definiciones. Una deuda financiera es la obligación contractual
de devolver una cantidad específica de dinero en un momento dado del futuro. El concepto de deuda está
perfectamente caracterizado en el Derecho, de tal manera que podemos decir que una deuda es un contrato legal
mediante el cual se entrega hoy dinero a condición de que se devuelva en el futuro… con intereses, claro.
Las deudas pueden adoptar muchas formas. Las hipotecas y los préstamos para comprar un coche se denominan
“deudas garantizadas”, porque siempre existe un bien recuperable ligado a la deuda. Las deudas de las tarjetas
de crédito se denominan “deudas no garantizadas”, ya que no existe ningún bien recuperable ligado a dicha
deuda en caso de omisión del pago debido.

Para los ciudadanos ordinarios sólo hay dos maneras de cancelar una deuda. Pagarla por completo o no pagarla,
en cuyo caso se incurre en mora. Si las personas poseyesen una prensa de dinero, como es el caso del gobierno,
tendrían una tercera opción: imprimir dinero para pagar la deuda. Este método es un impuesto disfrazado, ya
que elimina artificialmente valor de todo el dinero existente y transfiere valor a los acreedores. En lo personal,
lo considero como una forma de morosidad, que castiga preferencialmente a quienes ahorran y a los más
indefensos frente al impacto de la inflación.

En abril de 2008 las obligaciones de la deuda pura del gobierno usamericano alcanzaban los 9 billones
(9.000.000.000.000), 444 millardos (444.000.000.000) de dólares. Esto es sólo la deuda. Una vez que se añaden
los pasivos del gobierno, en especial el Medicare y la Seguridad Social, la cifra se multiplica entre 5 y 8 veces.
En el próximo capítulo analizaremos los pasivos, de manera que por el momento los dejo de lado. Ahora nos
centraremos simplemente en la deuda; nos bastará con saber que la deuda es sólo una parte de la historia.

Bien. A continuación veamos este gráfico de la deuda total de Usamérica, es decir la suma de las deudas
federal, estatal, municipal, corporativa y privada, representada por la línea roja, en comparación con la renta
nacional total, representada por la línea amarilla. La deuda total usamericana actual asciende a más de 48
billones (48.000.000.000.000) de dólares. Vale la pena recordar que se trata de 48 fajos de billetes de 1000
dólares, cada uno de los cuales mide 108 km.

Si ajustamos esos niveles de deuda a la población y a la inflación a lo largo del tiempo para poder comparar
cosas iguales, veremos que en 1952 la deuda total equivalente por persona era de 76.000 dólares, mientras que
hoy es de 183.000. Una deuda de 183.000 dólares per cápita significa que hoy en día la media por familia de
cuatro personas en Usamérica alcanza los 732.000 dólares de deuda. Esta es una manera muy útil de enfocar la
deuda, puesto que no importa si quien la debe es una agencia gubernamental, una corporación o un individuo, se
trata de deudas de nuestro país y es la ciudadanía quien reembolsa todas ellas. Por eso, el estudio de las deudas
per cápita o por grupo unifamiliar ofrece un cuadro real de la situación.

¿Pueden las deudas seguir creciendo más rápidamente que los salarios necesarios para devolverlas? No, de
ninguna manera. En algún lugar de la ecuación existe un límite matemático.

¿Estoy acaso diciendo que todas las deudas son “malas”? No, de ninguna manera. Ha llegado el momento de
ofrecer una nueva definición. La denominada deuda de inversión permite que ésta se pague por sí sola. Un
ejemplo sería la típica beca de estudios que ofrece la oportunidad de obtener en el futuro un mejor salario. Otra
sería el préstamo que se pide para aumentar el número de mesas de un exitoso restaurante. En la jerga de los
banqueros esos ejemplos se denominan “deudas que se pagan por sí solas”, porque esos préstamos aumentan las
ganancias necesarias para la devolución de la deuda. ¿Y qué decir de los préstamos cuyo fin es el consumo,
como son los que se toman para comprar un coche más lujoso o para ir de vacaciones o para fabricar más
armamento? Esos préstamos se denominan “deudas que no se pagan por sí solas”, debido a que no generan
ninguna ganancia futura. Así que NO TODAS las deudas son malas, únicamente lo son las improductivas.

Durante los últimos 5 años la deuda usamericana ha crecido en más de 16 billones y la mayor parte de ella
pertenece a la categoría de deudas que no se pagan por sí solas. Lo cual tiene profundas implicaciones para el
futuro, porque los préstamos que no se pagan por sí solos no generan liquidez y la renta nacional ordinaria
futura deberá utilizarse para pagar el consumo de hoy en día. Esto significa que habrá menos liquidez para
gastos discrecionales en el futuro.

Entonces, ¿qué es realmente una deuda? Una deuda consiste en obtener dinero ajeno para gastarlo hoy. Puede
ser para comprar un coche mejor y poder disfrutarlo hoy mismo. Pero, en el futuro, los montos que deberemos
dedicar a reembolsar esa deuda no podremos utilizarlos para comprar otras cosas o para ahorrar. De manera que
podemos decir que una deuda representa el consumo del futuro, pero disfrutado en el presente. Siempre que sea
yo quien decida endeudarme y pagar personalmente dicha deuda el problema será únicamente mío.

No obstante, si consideramos que nuestros niveles actuales de deuda exigirán el esfuerzo de futuras
generaciones para devolverla, entramos de lleno en los aspectos morales de esta historia. ¿Es realmente justo
que una generación gaste muy por encima de sus medios y espere que las generaciones posteriores renuncien a
su propio consumo para pagar la deuda de quienes las precedieron? Como podemos ver en estos gráficos, esa es
precisamente la situación en que vivimos hoy. A menudo me pregunto si mis hijos aceptarán semejante acuerdo.
Lo dudo mucho.

En el Capítulo 4 aprendimos que el dinero es una retribución a cambio de un trabajo humano y ahora acabamos
de aprender que la deuda es la obligación de pagar con un dinero retribuido en el futuro, de manera que
podemos combinar estas dos definiciones para llegar al Concepto Clave N.º 6: La deuda es la obligación de
pagar con la retribución que se obtendrá a cambio de un trabajo humano futuro. La deuda es la obligación de
pagar con la retribución que se obtendrá a cambio de un trabajo futuro. Cuando lleguemos al capítulo que se
ocupa de las personas nacidas inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial y del reto demográfico al
que se enfrenta nuestro país recordaremos este importante concepto.

Si los actuales niveles de la deuda se estudian con perspectiva histórica y se comparan con el Producto Interno
Bruto (PIB), se observa que no tienen precedente alguno y el gráfico incluso sugiere que estamos viviendo en la
mayor burbuja crediticia de todos los tiempos. La deuda crediticia total actual se eleva a más del 340% del
Producto Interno Bruto (PIB). Tal como podemos ver en este gráfico, la última vez que la deuda tuvo un
parecido, aunque sólo remoto, con los niveles actuales fue en los años treinta, lo cual es ya en sí mismo una
explicación. Las laxas políticas crediticias del gobierno federal dieron lugar a los “locos años veinte”, que se
vieron seguidos de inmediato por una burbuja crediticia, la cual provocó once años de contracción económica y
penurias, todo ello comúnmente denominado Gran Depresión. Nótese que la curva que representa la relación
entre la deuda y el PIB no empezó a subir hasta después de 1929. ¿Cuál es la explicación? ¿Acaso hubo más
préstamos? No, la curva del gráfico empieza a subir en 1929 porque las deudas permanecían, mientras que la
economía se iba hundiendo, lo cual dio lugar a ese pico.

Fuera de la anomalía de la Gran Depresión, nuestro país ha mantenido siempre una deuda inferior al 200% de
nuestro PIB. Fue sólo a partir de mediados de los años ochenta cuando esa relación dejó de respetarse, lo cual
nos permite afirmar que nuestra experiencia nacional con tales niveles de deuda es un fenómeno históricamente
corto, de sólo veintitrés años. ESTE gráfico, más que ningún otro, me ha llevado a concluir que los próximos
veinte años van a ser totalmente distintos de los últimos veinte. No alcanzo a ver de qué manera podríamos
evitarlo si observamos la curva rodeada de la elipse de color rojo.

Sobre la base de la curva de este gráfico, puede afirmarse que la totalidad de nuestro universo financiero ha
emitido una hipótesis sustancial y colectiva con respecto al futuro. Puesto que una deuda es la obligación de
pagar con un dinero que se espera ganar en el futuro, cada expansión incremental del nivel de la deuda da por
supuesto que el futuro será mejor que el presente.

Se trata de una suposición totalmente descabellada. Y me estoy refiriendo a la suposición de que el futuro será
mejor que el presente. Explicaré por qué:

Una deuda se paga siempre en el futuro y los préstamos se otorgan con la suposición de que serán devueltos
junto con los intereses devengados. Si este año se otorgan más créditos que el anterior, eso significa que se
espera, que se supone, que en el futuro existirá la capacidad de devolver esos préstamos. Y dado que nuestros
niveles de deuda superan hoy en día el 340% de nuestro PIB, se da por supuesto que nuestro futuro PIB será
superior al actual. Inmensamente más elevado. Se venderán más coches, se consumirán más recursos, se ganará
más dinero, se construirán más casas… y todo ello será muy superior a hoy en día, únicamente para tener la
posibilidad de devolver los préstamos QUE YA NOS HEMOS GASTADO. Pero vemos que cada trimestre que
va pasando nos metemos en más deudas a una velocidad cinco o seis veces superior al crecimiento de nuestra
economía. Incluso si somos muy optimistas con respecto al crecimiento futuro, dicha trayectoria es insostenible.

Nuestros bancos, nuestros fondos de pensión, nuestra estructura gubernamental y todo lo que está ligado a una
continua expansión de la deuda impiden ese crecimiento perpetuo. De manera que podemos ya formular el
Concepto clave N.º 7 del Crash Course.

Nuestros mercados de la deuda dan por supuesto que el futuro será (mucho) mejor que el presente.

Pero ¿qué sucederá si eso no es verdad? ¿Qué pasará si en el futuro no podemos pagar todas esas deudas?
Bueno, se puede decir que si eso sucediera se llegaría a un mismo resultado pero de dos maneras diferentes. Ese
resultado único es que las deudas deberán disminuir, mientras que las dos maneras diferentes de llegar al
resultado son la mora en los pagos o la inflación. El concepto legal de mora es fácil de explicar: las deudas no
se pagan, con lo cual los deudores se convierten en morosos, y los acreedores de tales deudas impagadas no
reciben el dinero que se les debe. El sistema, pues, estalla. Los pasivos disminuyen. ¿Qué pasa si el futuro no es
lo bastante mejor para pagar las deudas? Las moras son simplemente una manera de no pagarlas.
En cambio la inflación es algo más confuso, así que veamos un ejemplo: supongamos que usted vende su casa a
   alguien y acepta que el comprador le firme un pagaré por valor de 500.000 dólares, el cual deberá abonarle en
   un único plazo de 650.000 dólares al cabo de 10 años. Bien, pero ¿acaso esos 650.000 dólares, incluso si el
   comprador se los llega a pagar en el momento pactado, serán suficientes para que usted, teóricamente, pudiese
   comprar la misma casa? Es verdad que a usted le han pagado, pero la obligación que usted aceptó de su deudor
   para que éste le pagase con un dinero futuro ha quedado muy reducida por la inflación. En el caso de que su
   deudor escoja la mora, su dinero sigue teniendo un valor, pero el problema es que a usted no se lo devuelven.
   En el caso de que se llegue al resultado a través de la inflación, a usted le pagan, pero difícilmente podrá
   comprar algo con ese dinero. En ambos casos su futuro fue peor que su presente y el impacto es casi el mismo,
   aunque las maneras de llegar a él son muy distintas.

   Así que deberá usted hacerse las siguientes preguntas: ¿Se ha metido en demasiadas deudas que deberá devolver
   en el futuro? Y si es así, ¿qué escogerá, incurrir en mora o enfrentarse a la inflación? Las decisiones que deberá
   tomar en su vida futura serán muy distintas y dependerán de si su respuesta a la primera pregunta es “SÍ” o es
   “NO” y de si su respuesta a la segunda pregunta es “mora” o es “inflación”. Así que vale la pena que se lo
   piense bien.

   Veamos ahora lo que acabamos de aprender:

1. Concepto Clave N.º 6: La deuda es la obligación de pagar con la retribución que se obtendrá a cambio de un
   trabajo humano futuro.
2. Nunca antes ha sido tan alta la deuda per cápita de este país. En este país nos hemos metido en un atasco sin
   precedentes.
3. Durante los últimos cinco años la deuda se ha incrementado en 16 billones de dólares y prácticamente todo ese
   dinero fue para el consumo. De ello se deduce que el futuro consumo deberá reducirse enormemente o bien
   entraremos en un período de destrucción de la deuda, ya sea por mora o por inflación.
4. Y, por último, el Concepto Clave N.º 7: Nuestros mercados de la deuda dan por supuesto que el futuro será
   mucho mejor que el presente.

   Este último punto incide en dos áreas fundamentales, que serán objeto de futuros capítulos del Crash Course.

   Nuestro sistema económico y, por extensión, nuestro tren de vida, se basa en la deuda, y la deuda se basa en la
   suposición de que el futuro será siempre mejor que el pasado. Por lo tanto, es vital que estudiemos
   detenidamente esta suposición, porque si es falsa también lo serán otras cosas que ahora damos por descontadas.
   Los espero en el Capítulo 13, “La incapacidad nacional para el ahorro”.


   El Crash Course Capítulo 13: La incapacidad
   nacional para el ahorro
   Si han completado el capítulo anterior sobre la deuda, puede que se estén preguntando si sus ahorros o sus
   activos les permitirán hacer frente a tal endeudamiento. En el próximo capítulo me ocuparé de los activos. En
   este capítulo presentaré pruebas fehacientes de que Usamérica se ha mostrado incapaz de ahorrar dinero en
   todos los estamentos de su sociedad, lo que convierte a su gobierno en insolvente. Les aclaro que utilizo el
   término insolvente con todo el peso de su significado. Mientras que la quiebra es un proceso legal que se inicia
   cuando los desembolsos de dinero no alcanzan para pagar las deudas, la insolvencia tiene lugar cuando los
   pasivos exceden a los activos, lo cual es el primer paso en el camino que lleva directamente a la quiebra.

   La finalidad del Crash Course consiste en ofrecerles el contexto y los datos necesarios para que sean capaces de
   evaluar con precisión las probabilidades y los riesgos que correrá nuestra economía durante los próximos años.
   Mi opinión es que los próximos veinte años van a ser completamente distintos de los últimos veinte, y en apoyo
   de esta afirmación me propongo guiarlos por el terreno de seis áreas esenciales. La Deuda, el Ahorro, los
   Activos, la Demografía, el Pico del petróleo y el Cambio climático Cualquiera de ellos puede plantear
   gravísimos problemas por sí solo, pero la combinación de dos o tres a la vez… bueno, prefiero dejar que lo
   evalúen ustedes.

   Este gráfico muestra la tasa de ahorro personal desde el año 1959. La tasa de ahorro personal es la diferencia
   entre los ingresos y los gastos de todos los ciudadanos de Usamérica, expresada como porcentaje. Un 10%
   indica que por cada dólar que se ganó se ahorraron, es decir, no se gastaron, 10 centavos. Fíjense que la media
   histórica de la tasa de ahorro personal a largo plazo de la ciudadanía usamericana, entre 1959 y 1985, fue del
9,2%. A título comparativo, la ciudadanía europea ahorró el 10% y la población china un sorprendente 30% de
sus ingresos.

Los ahorros son algo importante desde el punto de vista individual, ya que nos permiten salir a flote en tiempos
de dificultades económicas, mientras que en el plano nacional son esenciales para la formación de un capital de
inversión (es decir, propiedades, plan económico y equipamiento, todo ello fuente de futura riqueza).

Es posible que hayan leído en fechas recientes que la tasa de los ahorros personales ha descendido hasta los
mínimos históricos de la Gran Depresión. De hecho, la tasa de ahorro personal ha disminuido
ininterrumpidamente desde 1985 hasta la fecha, lo cual indica que los titulares que les estoy mostrando no son
un problema pasajero, sino la culminación de una erosión del ahorro que se inició hace 23 años y se ha
convertido en un rasgo cultural de los ciudadanos de Usamérica.

Sin embargo, no somos una nación de términos medios y este gráfico oculta de alguna manera el hecho de que
los muy ricos están ahorrando increíbles cantidades de dinero, mientras que las tasas de ahorro de los muy
pobres son profundamente negativas.

¿Por qué esto que acabo de decir es importante? Porque el gran filósofo griego Plutarco ya lo dijo una vez: “El
desequilibrio entre ricos y pobres es el problema más antiguo y fatídico de todas las repúblicas”.

¿Qué otra cosa podemos observar en este gráfico? Para los no iniciados, la caída persistente de los ahorros nos
dice que la ciudadanía tiene el convencimiento implícito de que en el futuro habrá crédito disponible, lo cual
hace que hayamos sustituido la vieja mentalidad, que consistía en “ahorrar antes de gastar”, por otra que nos
impulsa a “comprar ahora mismo y pagar mañana”. Como vemos en este gráfico, la tasa de ahorro empezó a
declinar en torno a 1985.

Hummmm… esperen un poco… ¿Se acuerdan de que ya estudiamos este mismo período histórico en el último
capítulo, cuando hablábamos de la deuda? Pues sí. Claro que lo estudiamos. A pesar de que este gráfico muestra
juntas TODAS las deudas en todos los sectores y el que acabamos de ver se refiere sólo a los ahorros
personales, debemos tomar nota de que nuestra tolerancia nacional con respecto a la deuda empezó a crecer en
1985, es decir, exactamente en el mismo momento en que nuestros ahorros empezaron su largo declive hasta
cero.

Para creer que el futuro será mejor y más esplendoroso que el presente es preciso creer antes que vivir sin
ahorrar y tener muchas deudas es el camino que conduce a la prosperidad. Como mínimo diré que yo no me lo
creo, porque me parece que tiene poco sentido, ya que eso transgrede varias leyes de la naturaleza.

Otra categoría de ahorro es la de las pensiones y los fondos para la jubilación. También las autoridades estatales
y municipales han dejado de ahorrar, lo cual hace que las pensiones muestren unos números rojos que ascienden
a 1 billón de dólares. Esto significa que, dado que el dinero provenía de los impuestos, tanto los estados como
las municipalidades escogieron gastárselo en otras cosas, en vez de invertirlo en fondos de pensiones. Supongo
que la idea era gastar hoy, a la espera de que a alguien se le ocurra cómo pagarlo mañana. Bueno, para muchos
estados el futuro ya no es mañana: está aquí.

Cuando afirmo que las pensiones estatales y municipales muestran números rojos por valor de 1 billón de
dólares, ¿qué significa eso? ¿Cómo se calcula? Los números rojos por valor de 1 billón de dólares son lo que
denominamos Valor Neto Actual o, si lo prefieren, “VNA”.

El cálculo del Valor Neto Actual consiste en sumar todas las entradas de dinero (en este hipotético ejemplo,
1000 dólares por año durante seis años) y restarles los futuros desembolsos de dinero, para así hallar el valor
NETO. Dado que un dólar de hoy vale más que un dólar del futuro, los futuros desembolsos de dinero han de
descontarse y contabilizarse en el PRESENTE. Hallamos el NETO de todas las entradas de dinero y de los
desembolsos futuros y los descontamos en el PRESENTE para determinar si el valor es negativo o positivo. Eso
es el Valor Neto Actual.

Esta es la metodología utilizada para calcular el valor de los fondos de pensiones estatales y municipales. Al
crecimiento del valor de los activos de los fondos de pensión, más los ingresos futuros en concepto de
impuestos, se les restan los desembolsos monetarios a los pensionistas y el valor alcanzado se retrotrae al
presente. Todo indica que para que los fondos de pensión simplemente tuviesen un valor de cero sería necesario
inyectarles hoy mismo 1 billón de dólares.
Crash course
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Crash course

  • 1. Introducción Bienvenidos al Crash Course. El usamericano Chris Martenson se doctoró en ciencias en la Duke University (Durham, North Carolina). Es autor del Crash Course, que rápidamente recibió grandes elogios y alcanzó una enorme popularidad en su versión inglesa original. El Crash Course pretende ayudarles a comprender la naturaleza de algunos retos de extraordinaria gravedad para nuestra economía y su futura prosperidad. Lo que están ustedes a punto de ver es una versión muy resumida de un seminario de entre 6 y 8 horas que Chris Martenson ha estado impartiendo desde hace cuatro años en su país, Usamérica. Gracias a Manuel Talens, quien ofreció gratuitamente su tiempo y esfuerzo para traducirlo al español, nos complace presentarles el Crash Course de Chris Martenson en español. Esperamos que les sea provechoso. Hola, me llamo Atenea Acevedo y soy la presentadora de esta serie. El Crash Course integra diversos temas aparentemente dispersos para formar una sola narración. Hablaremos de economía, energía y medio ambiente, y ello porque en la encrucijada de tales temas es donde se cuenta la historia más trascendental de cualquier generación. Una vez concluida esta presentación ustedes comprenderán y pensarán la economía de manera totalmente distinta. Voy a ofrecerles un marco que clarificará lo que, para mucha gente, es un asunto profundamente confuso. Chris Martenson necesitó varios años para recopilar y desarrollar la información de este breve curso en una narración altamente condensada. Debo advertirles que para algunos de ustedes no será fácil, porque hablaremos de algunos cambios descomunales que, preciso es reconocer, son muy dificultosos de concebir. Pretendo cambiar sus opiniones e incluso puede que me enfrente a algunas de sus creencias más arraigadas (por ejemplo, “El crecimiento es bueno” y “El futuro se parecerá al pasado” o “El dólar es un valor seguro”). Trataré de convencerlos de que ya va siendo hora de que aprendan, presten atención y actúen. Capítulo 1: Tres Creencias Es muy importante que distingamos entre hechos, opiniones y creencias. Trataré con todas mis fuerzas de ser muy clara cuando presente hechos, ofrezca una opinión o comunique mis creencias. Lo dejaré claro desde el principio: tengo tres creencias que voy a compartir con ustedes y, a continuación, les explicaré cómo fue que llegué a ellas. La primera es que los próximos veinte años serán completamente distintos de los últimos veinte. ¿Por qué es importante esta creencia? Pues porque tendemos a basar nuestra opinión sobre el futuro en nuestra experiencia del pasado reciente. Es algo que forma parte de la naturaleza humana, pero que se convierte en un lastre gigantesco en momentos decisivos. Déjenme decirles que somos testigos de un CAMBIO MASIVO. Cuando empecé a impartir este curso hace tres años solía decir que un cambio masivo se avecinaba. Pues bien, aquí lo tenemos, creo que ya está en marcha y voy a decirles por qué. Mi segunda creencia es que es posible – subrayo posible – que el ritmo o el alcance del cambio pueda sobrepasar la capacidad de nuestras instituciones sociales y de servicios para adaptarse a él. El huracán Katrina nos enseñó que una ciudad importante de Usamérica podía quedar devastada y quedarse así durante años. He aquí un ejemplo de cambio importante cuya rapidez de aparición sobrepasa nuestra capacidad de respuesta. Los tipos de cambios que anticipo en nuestro paisaje económico son peores que los del Katrina. Mucho peores. Mi tercera creencia es que no carecemos ni de tecnología ni de los conocimientos necesarios para construirnos un futuro mejor. De lo que sí carecemos es de voluntad política, lo cual refleja el hecho de que "Nosotros, el pueblo" todavía no hemos elevado nuestras voces al unísono para que tenga lugar un cambio fundamental y verdadero. Recuerden, se trata simplemente de mis creencias ahora y me reservo el derecho a cambiarlas si surgen nuevas informaciones que sugieran un error por mi parte.
  • 2. Capítulo 2: La sigla "EEMA" ¿Qué es lo que quiero decir cuando afirmo que "un cambio masivo ya está en marcha"? Bien, llegados a este punto tenemos que escarbar en una sigla compuesta de cuatro letras, "EEMA", y tres conceptos, y en ello pasaremos el tiempo restante del Crash Course. La primera "E" de la sigla "EEMA" es la Economía, que es la lente a través de la cual el Crash Course observa todo. La Economía se subdivide aquí en cuatro áreas principales: 1) Dinero exponencial; 2) El primer colapso de la historia de una borrachera mundial de dinero a crédito; 3) Una población que envejece y 4) La incapacidad nacional para el ahorro. Si no les parece claro lo que estas cuatro áreas significan, no se preocupen; vamos a analizar cada una de ellas en detalle. La segunda "E" de la sigla "EEMA" es la Energía y en ella analizaremos lo que el pico del petróleo significa para un sistema económico basado en una continua expansión. Este tema es lo bastante importante como para que le dedicase en exclusiva un Crash Course, pero no puedo y, por eso, no lo haré. Y, por último, las letras "MA" de la sigla "EEMA" corresponden al Medio Ambiente, el cual ejercerá un peso económico incognoscible, pero significativo, debido a la disminución de los recursos y a otras presiones del sistema cuando las dos "E" afecten su dinero y reclamen su atención. La historia que voy a contarles gira en torno a la sigla "EEMA" y tratará de demostrar que nuestro sistema monetario está perversamente situado fuera de la realidad, será víctima de una grave inestabilidad y, posiblemente, terminará por colapsarse. Justo es decir que nunca hemos tenido que enfrentarnos a sucesos o, si se quiere, a problemas tan enormes como éstos. Nunca. Habrá quienes se asusten y quienes se sientan estimulados, todo dependerá de su modo de pensar. Una manera de mantener el control sobre los acontecimientos es armarse de información precisa y detallada. Esto es exactamente lo que pretende el Crash Course. Si se consideran por separado, cada una de las subdivisiones de cada uno de los componentes de la sigla "EEMA" podría acaparar por sí sola su atención. Sin embargo, afirmo que tales problemas están tan entrelazados que no es posible resolverlos de forma aislada. Los componentes de la sigla "EEMA" deben por fuerza considerarse como una unidad. ¿Qué es lo que los vincula? Los vincula un factor todopoderoso, que necesitamos desesperadamente comprender. Les ruego que me acompañen en el Capítulo 3, dedicado al crecimiento exponencial. El Crash Course Capítulo 3: Crecimiento exponencial En el Crash Course aprenderemos algunos conceptos fundamentales. El más importante de todos ellos es el crecimiento exponencial. Una comprensión cabal de este concepto mejorará nuestras posibilidades de vivir un futuro mejor. He aquí un clásico gráfico que muestra el crecimiento exponencial. Se trata de una curva en forma de “palo de hockey”, que representa una cantidad de algo a lo largo del tiempo. Para que una curva termine pareciéndose a ésta, ese algo que representa debe crecer de forma porcentual a lo largo del tiempo. Cuanto más lenta sea la tasa porcentual de crecimiento más prolongado será el tiempo que se necesita para que la curva adopte la forma de un palo de hockey.
  • 3. Otro concepto que debe quedar claro en este gráfico es que una vez que la función exponencial empieza a “repuntar”, incluso si la tasa porcentual de crecimiento se mantiene constante y, posiblemente, bastante baja, las cantidades siguen aumentando cada vez con mayor rapidez. En este caso particular estamos ante una curva de algo que históricamente ha crecido a una tasa inferior al 1% anual. Se trata de una curva que representa la población mundial. Dado que crece aproximadamente al 1% anual, se necesitan varios miles de años para poder detectar esta forma de palo de hockey. La línea verde representa el pasado, mientras que la línea roja es la proyección más reciente de Naciones Unidas con respecto al crecimiento de la población durante los próximos 42 años. Es muy posible que cualquier persona con mente matemática se esté preguntando en este momento por qué no representamos esta información como suele ser habitual o incluso por qué lo hacemos de forma imprecisa. Esas personas con una mente matemática han aprendido a definir el crecimiento exponencial por medio de la tasa de cambio, mientras que nosotros lo presentaremos aquí por medio de la cantidad de dicho cambio. Ambas formas son válidas, sólo que una expresa más fácilmente una fórmula y la otra permite que la mayoría de la gente la comprenda mejor de forma intuitiva. Contrariamente a la tasa de cambio, la cantidad de ese cambio no es constante, ya que crece cada vez más conforme va transcurriendo el tiempo y ésa es la razón por la que para nosotros la cantidad es más importante que la tasa. Se trata de un concepto tan primordial que dedicaré el siguiente capítulo a su explicación. Las personas de mente matemática podrían decir también que en una curva exponencial no existe una fase de “repunte”, pues éste es un artefacto que se debe a dónde situamos la escala de la izquierda. Es decir, si el eje de la izquierda está ajustado correctamente, todo gráfico exponencial adopta siempre la forma de un palo de hockey en cada momento temporal. No obstante, si se conocen los límites o la línea divisoria de lo que se está midiendo, es posible establecer el eje de la izquierda y entonces el momento del “repunte” será absolutamente real y de una importancia excepcional. Se trata de un detalle fundamental y nuestro futuro depende de que muchos de nosotros lo comprendan. Por ejemplo, se considera que la capacidad total de la tierra para acoger seres humanos está situada en algún lugar de esta zona, con un margen de error de unos pocos miles de millones, más o menos. Esto hace que el momento del “repunte” sea algo muy real y de enorme importancia para nosotros, no un engañoso artefacto gráfico. Lo único que deseo que recuerden es el concepto de “aceleración”, la noción esencial de las funciones exponenciales. El rasgo clave del crecimiento exponencial puede conceptualizarse de dos maneras, ya sea como la cantidad que se va añadiendo conforme se crece en cada unidad de tiempo adicional o bien como el menor tiempo que transcurre entre cada una de las unidades de cantidad que se van añadiendo. En ambos conceptos lo fundamental es la “aceleración”. Lo explicaremos por medio del crecimiento poblacional: si empezamos con un millón de personas y establecemos que la tasa de crecimiento es un mero 1% anual, veremos que se necesitarían 694 años para alcanzar la cifra de mil millones de personas. Cien años después habríamos alcanzado los 2 mil millones de personas y para llegar a los 3 mil millones sólo necesitaríamos 41 años más. Luego, 29 años, después 22 y, por último, 18 años para alcanzar la cifra de 6 mil millones de personas. Así, se necesita cada vez menos tiempo para añadir cada unidad de mil millones de personas. Ahora nos ocuparemos de la “aceleración”. Este otro gráfico representa el consumo de petróleo, que es quizá el recurso natural más importante y que ha estado creciendo a una tasa mucho más vertiginosa, de casi el 3% anual. La forma de palo de hockey que adopta la curva puede detectarse al cabo de sólo 150 años. También aquí podemos determinar el eje de la izquierda, puesto que conocemos con una precisión razonable la cantidad máxima de petróleo que el mundo puede producir. De nuevo, el “repunte” es de una importancia fundamental para nosotros. Y aquí tenemos la curva de la creación de dinero usamericano, cuyo crecimiento exponencial ha alcanzado unas tasas increíbles, que oscilan entre el 5% y el 18% anual. Ello hace que esta curva sólo haya necesitado unas pocas décadas para adoptar el aspecto de un palo de hockey.
  • 4. Y aquí tenemos el uso mundial del agua, la extinción de especies, la sobreexplotación pesquera y la deforestación. Todos estos recursos son finitos, como también lo son otros recursos esenciales, bastantes de los cuales están llegando a sus límites. Éste es el mundo en que vivimos. No cabe la menor duda de que la cadencia del cambio se está acelerando. Vivimos en un tiempo en el que los seres humanos van a tener que enfrentarse por fin a la realidad de que nuestro sistema de dinero exponencial y uso exponencial de recursos naturales se topará contra los rígidos límites de la Física. Y detrás de todo esto, lo que determina cada tramo de cada una de las curvas es el número de personas que viven en el planeta. Consideradas por separado, cada una de estas curvas podría llamar la atención de cualquier persona sensata, pero es preciso comprender que, de hecho, todas ellas están relacionadas y conectadas entre sí. Todas son curvas de crecimiento compuesto y están animadas por fuerzas de crecimiento compuesto. Para resolver una sola de ellas es preciso comprender cómo se relaciona con las demás, así como con otras que no mostramos aquí, porque todas se entrecruzan y superponen. El hecho de que vivamos aquí, en presencia de muchas curvas de crecimiento exponencial que se relacionan con todo, desde el dinero hasta la población, pasando por la extinción de las especies, tiene enormes implicaciones para nuestra vida y para las vidas de quienes nos sucederán. Por eso hay que prestarles la mayor atención posible. Veamos ahora un ejemplo que nos ayudará a comprender mejor estas curvas. Los invito a acompañarme en el Capítulo 4, titulado “El problema es la función exponencial”. Gracias por su atención. El Crash Course Capítulo 4: El problema es la función exponencial Esta breve presentación pretende ayudarlos a comprender el poder de la función exponencial. Si la población, la demanda de petróleo, la oferta de dinero o cualquier otra cosa aumentan con respecto a su proporción actual y dicho crecimiento se expresa mediante un gráfico a lo largo de un período determinado, dicho gráfico adoptará la forma de un palo de hockey. Dicho de manera más simple, todo aquello que crece porcentualmente a lo largo del tiempo lo hace de forma exponencial. Para ilustrar el poder del crecimiento exponencial utilizaré un ejemplo tomado de un magnífico trabajo del Dr. Albert Bartlett. Supongamos que dispongo de un cuentagotas mágico y que deposito una gota de agua en la palma de su mano izquierda. La magia del cuentagotas permitirá que esa gota de agua duplique su tamaño cada minuto. Al principio, parece que no está sucediendo nada, pero al cabo de un minuto esa pequeña gota habrá alcanzado el tamaño de dos pequeñas gotas. Un minuto después, la gota inicial se habrá convertido en una pequeña cantidad de agua de un diámetro ligeramente inferior al de una moneda. Cuando pasen seis minutos en la palma de su mano habrá agua suficiente para llenar un dedal. Supongamos ahora que llevamos ese cuentagotas mágico al estadio de béisbol Fenway Park y que a las 12 en punto del mediodía depositamos una gota de agua en el montículo del pitcher.
  • 5. Para que este ejemplo se vuelva más interesante, supongamos también que el Fenway Park es un estadio completamente hermético al agua y que usted está esposado a un asiento en la parte más alta de las gradas. Ahora le pregunto: “¿De cuánto tiempo dispone para quitarse las esposas y escapar?” ¿Cuándo se llenará de agua el estadio? ¿En unos días? ¿En unas semanas? ¿Unos meses? ¿Unos años? ¿Cuánto tiempo tardará en llenarse? Le daré unos cuantos segundos para que lo piense. La respuesta es que tiene usted 49 minutos para quitarse las esposas y escapar. En menos de 50 minutos la pequeña gota de agua depositada por el cuentagotas mágico se las ha arreglado para llenar por completo el estadio Fenway Park. Ahora le preguntaré otra cosa: ¿A qué hora sólo un 7% de la capacidad del Fenway Park se habrá llenado de agua y en qué momento se dará usted cuenta del inminente peligro que corre? ¿Quiere adivinarlo? La respuesta es a las 12:45. Ha de saber que si cuando el agua sólo haya cubierto un metro y medio de la altura del estadio aún está usted tratando de quitarse las esposas o esperando que vengan en su ayuda, sólo dispondrá de cuatro minutos para liberarse antes de que le cubra. Este ejemplo ilustra a la perfección las características fundamentales del crecimiento compuesto. Las funciones exponenciales hacen que todo se acelere y se complique en los últimos momentos. Usted estuvo sentado durante 45 minutos y parecía que el nivel crecía con lentitud y, de repente, en cuatro minutos, ¡el estadio se llenó! … y rebosó. Este ejemplo se basa en un artículo extraordinario del Dr. Albert Barttlett, que explica y describe de forma sencilla el proceso de crecimiento exponencial; dicho artículo se encuentra en nuestro apartado “Lecturas esenciales”. El Dr. Bartlett dijo: “La mayor debilidad de los seres humanos es su incapacidad para comprender la función exponencial”. Y tenía toda la razón. Si han llegado a comprender esta función, empezarán a entender la urgencia que me embarga, pues una vez que se llega a la parte vertical de una gráfica de crecimiento exponencial ya no queda prácticamente espacio de maniobra. El tiempo se acelera. Esto hace que la función exponencial sea el concepto clave de nuestro Crash Course. Pero, ¿qué tiene esto que ver con el dinero, con la economía y su futuro? Se lo voy a explicar en un momento. Los espero en el Capítulo 5, titulado “Crecimiento frente a prosperidad”. Gracias por su atención. El Crash Course Capítulo 5: Crecimiento frente a prosperidad Ahora voy a presentar el segundo concepto clave. Para ello, citaré a un filósofo del siglo XIX. He aquí la cita. “Toda verdad pasa siempre por tres fases. Al principio se la ridiculiza. Luego se la rechaza con violencia. Y al final se la acepta algo como evidente.” Esta perspicaz cita pertenece a ese hombre de aspecto tan feliz que aparece aquí abajo a la derecha. En algún momento de los próximos 20 años el concepto que voy ahora a presentar será también “evidente”. Pero, por ahora, muchos lo consideran ridículo. Este concepto gira en torno al crecimiento. El crecimiento es bueno, ¿no? Todo el mundo desea que la economía crezca, ¿no es verdad? Pero, ¿por qué? Pues porque si una economía crece eso significa que estamos prosperando. El crecimiento ofrece oportunidades
  • 6. y a todos nos gustan las oportunidades. A mí, al menos, me gustan. Y ésa es la tendencia general en nuestros días. Por eso, mucha gente está convencida de que crecimiento equivale a prosperidad. Pero, ¿acaso es verdad? ¿Y si no lo fuese? Si uno lo piensa con detenimiento, las cosas crecen como consecuencia del exceso de algo. Por ejemplo, nuestro cuerpo sólo crece si le aportamos un exceso de alimentos. Si las calorías que ingerimos equivaliesen a las calorías que quemamos, nuestro cuerpo no aumentaría de peso, pero tampoco lo perdería. Un estanque sólo aumentará de nivel si le llega más agua que la que pierde. Por eso, puede decirse que todo crecimiento depende del exceso de algo. De manera similar, la prosperidad depende del exceso de algo. Veamos otro ejemplo. Imagínese que su familia consta de cuatro miembros y que su salario es de 40.000 dólares al año, con los cuales les alcanza justo para vivir, es decir, cuando llega el último día del año a su familia no le queda ni un solo dólar. Pero, de repente, a usted le suben el sueldo un 10%, es decir, 4000 dólares, y entonces su familia se ve ante la disyuntiva de escoger entre tener un nuevo hijo, es decir, crecer, o gozar de una mayor prosperidad utilizando los 4000 dólares para gastar un poco más por persona. Lo que no podrá hacer es ambas cosas a la vez. En este ejemplo, el exceso de dinero sólo le permite hacer una cosa de dos, así que deberá escoger: ¿hará que su familia crezca con un nuevo hijo o aumentará su prosperidad? Y lo que es verdad para una familia de cuatro miembros lo es también para un pueblo, un Estado, un país y, claro, para todo el mundo. De este ejemplo podemos deducir un concepto muy sencillo pero fundamental, y es que crecimiento no equivale de ninguna manera a prosperidad. Lo que estuvo ocurriendo durante los últimos siglos nos convenció de que ambos conceptos estaban vinculados, ya que hasta hace muy poco siempre hubo suficiente exceso de energía como para que pudiésemos disfrutar a la vez de crecimiento y de prosperidad. Es decir, nunca tuvimos que elegir entre ambas cosas. El economista Malcolm Slesser, del Resource Use Institute of Edinburgh, en Escocia, ha calculado que más de la mitad de la energía existente en el mundo se utiliza hoy en día simplemente para crecer. Lo cual nos plantea la siguiente pregunta: ¿Que ocurrirá cuando lo que se utilice simplemente para crecer ya no sea “más de la mitad”, sino el 100 % de nuestro exceso de dinero o energía? Pues sucederá que la prosperidad se estancará. ¿Y que ocurrirá si el exceso no alcanza ni siquiera para crecer? Bueno, cuando llegue ese momento conoceremos lo que es un crecimiento negativo y una prosperidad negativa, es decir, un decrecimiento y un aumento de la pobreza, lo cual no es de ninguna manera el futuro que deseo. Por eso, el mayor desafío al que nos enfrentamos hoy es el de establecer cómo queremos utilizar el exceso de dinero o de energía de que disponemos para poder salir adelante. Por mi parte, deseo que continúen los avances en eficiencia energética, tecnología médica y todo lo que una sociedad moderna puede ofrecer. Y eso es lo que estamos poniendo en peligro si nos permitimos hacer lo fácil, es decir, simplemente seguir creciendo, en vez de hacer lo correcto, que es utilizar nuestro exceso de dinero y energía para preparar un futuro más próspero. De manera que ya lo sabemos: El concepto clave N.º 2 del Crash Course es que crecimiento no equivale a prosperidad. Y ahora que ya hemos descrito los dos conceptos clave, estamos listos para explorar en el próximo capítulo eso que solemos llamar “dinero”. El Crash Course Capítulo 6: ¿Qué es el dinero? Antes de empezar nuestro viaje a través de la Economía, el Medio Ambiente y la Energía, necesitamos comprender qué es esa entelequia que solemos llamar dinero. El dinero es algo tan consustancial a nuestra vida diaria que probablemente no hemos pensado nunca en analizar qué es o qué representa.
  • 7. El dinero es una creación humana tan esencial que, si de repente desapareciese, en su lugar surgiría espontáneamente otra forma de dinero, que podría ser, por ejemplo, vacas, tabaco, pan, cáscaras de frutos secos o incluso conchas de nautilo. Sin dinero no existirían las complejas especializaciones laborales de la actualidad, porque el trueque es algo muy incomodo y dificultoso. Pero lo más importante es que cada tipo de sistema monetario tiene sus pros y sus contras y todos ellos imponen sus propias reglas, favoreciendo algunos comportamientos y restringiendo otros. Nos bastará con abrir cualquier libro de texto para saber que el dinero debe tener tres características. La primera es que debe ser una reserva de valor. Tanto el oro como la plata cumplieron perfectamente esa función, ya que eran escasos, su extracción en las minas necesitaba mucha energía humana y no se corroían ni deterioraban. Por el contrario, el dólar usamericano no cesa de perder valor con el tiempo, lo cual penaliza a quienes ahorran e impone la necesidad de especular o invertir. Una segunda característica es que el dinero, como medio de intercambio, necesita que la población lo acepte de intermediario en todas sus transacciones económicas. Y la tercera característica es que el dinero debe ser una unidad de medida, es decir, ha de ser divisible y cada unidad ha de ser equivalente a las demás. La “unidad de medida” usamericana es el dólar. Los diamantes tienen mucho valor, pero no sirven como “dinero”, ya que no son perfectamente equivalentes entre sí y su división les hace perder valor. Por eso, los diamantes no son una buena “unidad de medida”. Bla, bla, bla… pero, entonces, ¿qué es de verdad el dinero? La definición que a mí me gusta es muy sencilla: El dinero es una retribución a cambio de un trabajo humano. Con muy escasas excepciones, prácticamente todo lo que podemos comprar con nuestro dinero requiere de trabajo humano. He dicho que se trata de una retribución, no de una reserva, y ello porque el trabajo humano en cuestión podría haber tenido lugar en el pasado o quizá todavía no haya sido realizado. El concepto de dinero como retribución a cambio de un trabajo humano es importante y más tarde lo iremos desarrollando, especialmente cuando lleguemos al concepto de deuda. Tal como dijimos en una imagen anterior, literalmente cualquier cosa puede ser considerada dinero, es decir, vacas, pan, conchas, tabaco, etc. Sin embargo, el dólar usamericano, al igual que todas las monedas modernas, es un ejemplo de dinero denominado fiat. Fiat es una palabra latina que significa “hagamos que así sea”, y si el dinero fiat posee un valor es porque un gobierno decreta que así sea. Su valor es, por lo tanto, enteramente imaginario. Lo cual nos lleva a una pregunta crucial: ¿Que es exactamente un dólar usamericano? En otros tiempos, todo dólar usamericano estaba respaldado por una determinada cantidad de plata u oro de valor intrínseco. En este ejemplo, podemos ver que el dólar portaba el nombre del Tesoro usamericano y que estaba respaldado por una cantidad determinada de plata, pagadera al portador a la vista, es decir, bastaba con sólo presentarlo. Por supuesto, eso era en los años treinta del pasado siglo, pero aquellos días se fueron para no volver. Los dólares actuales son una deuda de la Reserva Federal, entidad privada a la que se ha encomendado que gestione la provisión de dinero usamericano. Esta función le fue concedida en 1913 mediante una ley conocida como Federal Reserve Act. Es de señalar que los dólares modernos carecen de cualquier indicación de que el portador pueda cambiarlos por algo. Eso se debe a que ahora ya no están respaldados por nada que sea tangible. En vez de ello, el “valor” del dólar se basa en un juego de lenguaje: en el hecho de que es ilegal rechazar dólares en pago de algo y de que son la única forma aceptable para pagar impuestos. La provisión de dinero de una nación necesita una gestión muy cuidadosa, pues de no ser así la inflación podría destruir la unidad monetaria De hecho, existen más de 3800 ejemplos de monedas en papel que existieron en el pasado y que ya no existen. Muchos de esos ejemplos son billetes usamericanos, que hoy tienen valor como objeto de colección, pero carecen de cualquier valor monetario. No resulta difícil mostrar ejemplos maravillosos, pero ya no funcionales, de billetes procedentes de Argentina, Bolivia, Colombia y de centenares de otros países.
  • 8. ¿De qué manera la hiperinflación destruye una moneda? Hay un ejemplo relativamente reciente que sucedió en Yugoslavia entre los años 1988 y 1995. Antes de 1990, el dinar yugoslavo poseía un valor mensurable: era posible comprar cosas con él. Sin embargo, a lo largo de los años ochenta, el gobierno yugoslavo mantuvo un déficit persistente en su balanza de pagos, que compensó imprimiendo papel moneda. A principios de los noventa, el gobierno había agotado sus propias reservas de divisas fuertes y empezó a saquear las cuentas privadas de sus ciudadanos. Esto hizo que fuese necesario imprimir billetes de una denominación cada vez mayor, lo cual culminó en este ejemplo asombroso de un billete de 500.000 millones de dinares. La inflación en Yugoslavia llegó a ser del 37 % al día. Lo cual significa que los precios se duplicaban cada 48 horas, más o menos. Trataré de concretar la idea. Supongamos que el 1 de enero de 2007 usted tenía un centavo de dólar y con él podía comprar algo. A razón de una inflación diaria del 37%, el 3 de abril de 2007 hubiese usted necesitado un billete de mil millones de dólares para comprar la misma cosa. Por el contrario, si el 1 de enero usted hubiese poseído mil millones de dólares guardados en una maleta, el 3 de abril sólo habría podido comprar algo por valor de un centavo. Está claro que si hubiese tratado de ahorrar durante aquel período lo habría perdido todo, lo cual quiere decir que los países cuyo dinero es inflacionario penalizan a quienes ahorran. A la inversa, los países cuyo dinero es inflacionario fomentan el gasto y exigen que el dinero se invierta o se especule con él, para al menos tener la posibilidad de que su valor aumente en la misma proporción que la inflación. Por supuesto, invertir y especular implica riesgos, por lo que es lícito afirmar que los sistemas con dinero inflacionario obligan a sus ciudadanos a que arriesguen sus ahorros. Vale la pena que reflexionemos sobre esto que acabo de decir: obligan a sus ciudadanos a que arriesguen sus ahorros. Pero como la experiencia muestra que la mala administración de las monedas es algo muy frecuente, además de reflexionar sobre lo que acabo de decir es todavía más importante que vigilemos a los administradores de nuestro dinero para asegurarnos de que no están actuando de manera irresponsable al crear demasiado dinero de la nada, con lo cual destruyen nuestros ahorros, nuestra cultura y las instituciones, a causa de la inflación. ¡Un momento! ¿He dicho que nuestros administradores crean dinero de la nada? Pues sí. Eso es lo que he dicho. Se trata de un proceso tan importante para su futuro, mi futuro, nuestro futuro, que dedicaremos los dos próximos capítulos a aprender cómo se crea el dinero. Si están listos, pasen al siguiente capítulo. El Crash Course Capítulo 7: Cómo se crea el dinero En este capítulo estudiaremos el proceso mediante el cual se crea el dinero. Permítanme que les presente a John Kenneth Galbraith. Durante muchos años fue profesor en la Universidad de Harvard y también intervino en el mundo de la política durante los gobiernos de Franklin D. Roosevelt, Harry S. Truman, John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson; entre los diversos puestos que ocupó, fue embajador de Usamérica ante la India durante el mandato de Kennedy. Fue uno de los pocos galardonados en dos ocasiones con la Medalla presidencial de la libertad. Se trata claramente de un personaje fuera de serie. Acuñó una frase famosa sobre el dinero: “El proceso que permite crear dinero es tan sencillo que nadie se lo puede creer”. A continuación vamos a ocuparnos de ese proceso. No se preocupen si no comprenden esta primera parte que trata de la creación del dinero, porque es algo verdaderamente difícil de imaginar y mucho más de aceptar. Se trata de un proceso muy simple, pero muy difícil de aceptar.
  • 9. En primer lugar, veamos la manera en que los bancos crean dinero. Si nos olvidamos por un momento de aclarar de dónde sale el dinero, supongamos que una persona llega a una ciudad con 1000 dólares en el bolsillo y que, por suerte, en esa ciudad acaba de abrir sus puertas un nuevo banco, que todavía carece de depósitos. Esa persona deposita sus 1000 dólares en el banco, tras lo cual posee un valor activo de 1000 dólares (constituido por su cuenta bancaria), mientras que el banco tiene un valor pasivo de 1000 dólares (constituido por esa misma cuenta bancaria). Hay que saber que existe un reglamento federal, según el cual los bancos pueden prestar una fracción, es decir, una parte del dinero que la gente les deja en depósito. En teoría, a los bancos se les permite que presten hasta 90% del dinero que la gente les deja en depósito, pero tal como veremos más adelante, la proporción se sitúa más cerca del 100% que del 90%. Dado que los bancos guardan como reserva sólo una fracción del dinero que la gente les deja en depósito, esa cantidad se denomina “reserva bancaria fraccional”. Pero volvamos a nuestro ejemplo. El banco tiene ahora 1000 dólares en depósito, pero los bancos no obtienen ningún beneficio de esa manera, sino más bien pidiendo dinero prestado a una tasa de interés y prestando luego ese mismo dinero a otra tasa más elevada. Dado que cualquier banco puede prestar hasta un máximo de 90% de sus depósitos, el banco de nuestro ejemplo se las arreglará para encontrar a alguien deseoso de que le presten 900 dólares. Este prestatario, una vez obtenido el préstamo, se gasta dicho dinero entregándoselo a otras personas, quizás a su contador, quien, a su vez, lo deposita en un banco. Puede tratarse del mismo banco o de uno diferente, pero eso no cambia de ninguna manera el sentido de esta historia. Con ese nuevo depósito, el banco tiene otros 900 dólares en su haber y, con suma rapidez, encuentra a otra persona deseosa de pedir prestado el 90% de esa cantidad, es decir 810 dólares. Así tiene lugar un segundo préstamo, esta vez de 810 dólares, que el prestatario no tarda en gastar y que otra persona vuelve a depositar en el banco, lo cual quiere decir que dicho banco dispone de otro nuevo depósito de 810 dólares disponibles para que alguien se los pida prestados. Con lo cual el banco presta el 90% de los 810 dólares, es decir, 729 dólares, y la historia sigue su curso de la misma manera hasta que nos encontramos con que el depósito original de 1000 dólares ha engordado hasta un total de 10.000. Pero, ¿estamos hablando de dinero real? Pueden estar seguros de que sí, sobre todo si los tienen en su cuenta bancaria. Pero si estudiamos lo ocurrido con detalle nos daremos cuenta de que han sucedido tres cosas: En primer lugar, el banco tiene 1000 dólares en reserva; en segundo, hay un total de 10.000 dólares en varias cuentas bancarias y, en tercero, existe una nueva deuda de 9.000 dólares. Los 1.000 dólares originales están en reserva en el banco, pero cada nuevo dólar, es decir, los otros 9000, sólo empezaron a existir una vez prestados y están “respaldados” por una cantidad equivalente de deuda. ¿Qué les parece? ¿Se lo pueden creer? Vale la pena señalar que si todas y cada una de las personas que han depositado esos 10.000 dólares en el banco tratasen de sacarlos al mismo tiempo, el banco no podría dárselos, puesto que no los tiene. El banco únicamente tiene 1000 dólares en reserva. Ni uno más. Esto quiere decir que este mecanismo de crear dinero a partir de nuevos depósitos funciona de maravilla… siempre que a nadie se le ocurra no devolver su préstamo. Si esto sucede, las cosas empiezan a complicarse. Pero ésa es otra historia, que retomaremos más adelante. Por ahora, lo que quiero que comprendan es que el dinero sólo empieza a existir una vez que los bancos lo prestan. Por el contrario, una vez devueltos los préstamos, el dinero “desaparece”. Así es como se crea el dinero. Los invito a verificarlo por sí mismos. Un lugar donde pueden verificarlo es la propia Reserva Federal, que ha publicado un libro en forma de cómic, del cual yo he sacado este excelente ejemplo. Pueden encontrar el vínculo en el sitio web de la Reserva Federal, bajo el rubro Artículos esenciales. Pero se habrán dado cuenta de que he dejado algo muy importante fuera del relato: el interés. ¿De dónde sale el dinero para pagar los intereses de todos los préstamos? Si todos los préstamos se devolviesen sin ningún interés podríamos anular por completo todas las transacciones, pero si en ellos incluimos el factor interés veremos que, de repente, no llega el dinero para pagar todos los préstamos. Está claro que algo no cuadra en esta historia, así que necesitaremos saber de dónde sale ese dinero. Una vez que lo sepamos aclararemos otro ministerio: ¿De dónde proceden los 1000 dólares iniciales?
  • 10. ¿Cuál es el propósito de esta historia? ¿Por qué durante los últimos minutos hemos estado estudiando el mecanismo de la creación del dinero? Pues porque para poder apreciar las implicaciones de las deudas descomunales que hemos acumulado, en primer lugar deben ustedes entender cómo es que se crean las deudas. Ésa es una razón. Pero la razón más importante está ligada a los gráficos exponenciales que hemos estudiado antes, en el Capítulo 3. Veamos, entonces, la continuación de esta historia en el Capítulo 8, titulado La Reserva Federal. Adelante. El Crash Course Capítulo 8: La Reserva Federal Veamos ahora dónde se crea el dinero. Sucede así: Supongamos que el Congreso necesita más dinero del que tiene. Ya lo sé, se trata de una suposición bastante imprecisa... Quién sabe, a lo mejor lo necesita porque ha hecho algo históricamente estúpido, como por ejemplo bajar los impuestos mientras que estaba metido en dos guerras al mismo tiempo… Pero lo cierto es que el Congreso no tiene dinero, así que transmite una solicitud al Departamento del Tesoro para gastos adicionales. Lo que ahora voy a decir puede que les sorprenda o que los deje consternados, o quizá no, pero lo cierto es que el Departamento del Tesoro vive en la precariedad más absoluta y raramente tiene dinero en su poder para más de dos semanas. Así que el Departamento del Tesoro, con vistas a obtener fondos, le da al botón de la impresora e imprime bonos del Tesoro, que son la manera con la que el gobierno usamericano pide dinero prestado. Un bono tiene un “valor nominal”, que es la cantidad por la que se vende, y tiene también una tasa de interés que debe pagar al comprador. Eso significa que si alguien compra un bono cuyo valor nominal es de 100 dólares y cuya tasa de interés anual es de 5%, esa persona paga 100 dólares por el bono y, un año después, obtiene 105 dólares. Los bonos del Tesoro se venden en subastas programadas de antemano de forma regular y puede decirse sin temor al error que la mayoría de tales bonos se venden a grandes bancos, como los de China y Japón en fechas recientes. En la subasta, los bancos compran los bonos y el dinero de dicha compra se ingresa en las arcas del Tesoro, desde donde se desembolsa para financiar los programas gubernamentales. Les prometí que les revelaría la manera en que nace el dinero, pero todavía no lo he hecho, ¿verdad? Los bonos se compran con dinero que ya existe. El dinero se crea en el siguiente paso, cuando la Reserva Federal compra un bono del Tesoro a un banco. La Reserva Federal hace lo siguiente: simplemente transfiere al banco una cantidad de dinero equivalente al valor nominal del bono y, a cambio, toma posesión de éste. Se trata de un trueque de bono por dinero. Pero, ¿de dónde diablos salió ese dinero? Buena pregunta. El dinero salió de la nada, ya que la Reserva Federal crea dinero cuando “compra” esta deuda. El nuevo dinero de la Reserva Federal siempre se cambia por deuda, así que ya lo saben. ¿No me creen? Lo que sigue es una cita textual de una publicación de la Reserva Federal titulada Putting it Simply, que podríamos traducir libremente como Diciendo las cosas claras. La cita es: “Cuando usted o yo firmamos un cheque, nuestra cuenta bancaria debe tener fondos suficientes para cubrirlo, pero cuando la Reserva Federal firma un cheque no existe un depósito bancario del cual sacar el dinero para ese cheque. Cuando la Reserva Federal firma un cheque está creando dinero.” (silbido de admiración) ¡Eso sí que es tener un poder extraordinario! Mientras que usted o yo tenemos que trabajar para ganar dinero, invertirlo y correr un riesgo para hacerlo crecer, la Reserva Federal simplemente imprime todo lo que le place, cuando lo desea, y luego nos lo presta a través del gobierno usamericano, y además con interés. Pero como es un hecho histórico probado que más de 3.800 tipos de papel moneda (y también de moneda en metálico) han terminado perdiendo todo su valor debido a una mala administración, ¿les parece insensato afirmar que quizá deberíamos vigilar con sumo cuidado si la Reserva Federal está actuando responsablemente, o no, con nuestra unidad monetaria? Ahora ya sabemos que existen dos tipos de dinero.
  • 11. El primero es el crédito bancario, un dinero que sólo empieza a existir una vez prestado, como hemos visto. El crédito bancario es un tipo de dinero cuyo valor es equivalente al de la deuda a él asociada. Esta deuda tiene un interés que debe pagarse. El segundo tipo de dinero nace de la nada y eso es lo que estamos viendo en estos momentos. El proceso mediante el cual se crea dinero es tan simple que nadie se lo puede creer, así que no se preocupen si tienen que volver a estudiar varias veces este capítulo. Algunas personas han tenido que asistir cuatro o cinco veces a mi seminario antes de empezar a comprender todas las implicaciones de este concepto. Por eso, si ya lo han comprendido, felicidades. Pueden sentirse orgullosos, porque no es fácil. Lo que ya han aprendido nos permite ahora formular dos nuevos conceptos clave de extrema importancia: El primero de ellos, el Concepto clave N.º 3, es que todos los dólares están respaldados por deuda. En el banco, todo nuevo dinero empieza a existir una vez prestado. En la Reserva Federal, el dinero se crea de la nada y luego se trueca por deuda gubernamental con una tasa de interés. En ambos casos, el dinero está respaldado por deuda. Se trata de una deuda que paga intereses. De este concepto clave podemos deducir una trascendente afirmación, a saber, “es ineludible que cada año se preste dinero nuevo, el cual sólo empieza a existir después del préstamo, para cubrir los pagos de los intereses de todas las deudas acumuladas”. Si elaboramos un poco esta afirmación, veremos que, año tras año, toda la deuda acumulada aumentará al menos en la tasa de interés que conlleva dicha deuda. Esto quiere decir que, cada año, la deuda debe crecer a una tasa determinada. Dado que nuestro sistema monetario, basado en la deuda, crece continuamente a una tasa determinada, se trata de un modelo de sistema exponencial. De lo cual se puede deducir que la cantidad de deuda acumulada por el sistema siempre será superior a la cantidad de dinero existente. Por mi parte, no voy a juzgar este sistema ni a decir si es bueno o malo. Sencillamente, es lo que es. Sin embargo, si ustedes comprenden cómo funciona, estarán en mejor situación para comprender que el futuro potencial que le espera a nuestra economía no es ilimitado, sino que depende de las reglas inherentes al sistema. Lo cual nos conduce al Concepto clave N.º 4, según el cual el crecimiento perpetuo es un requisito del sistema bancario moderno. De hecho, de él podemos deducir una regla: Cada año se deberán conceder nuevos créditos (préstamos) por una cantidad por lo menos igual a la de los pagos por intereses acumulados dicho año. Sin un aumento continuo de la provisión de dinero, las deudas acumuladas no podrían pagarse, aumentaría la morosidad y, posiblemente, el sistema se vendría abajo. La morosidad es el talón de Aquiles de un sistema monetario basado en la deuda, cuyo funcionamiento ya explicamos en el ejemplo bancario del capítulo anterior. Por eso, todas las fuerzas institucionales y políticas de nuestra sociedad deben evitar tal desenlace. El sistema bancario está obligado a crecer de forma continua, no porque eso sea bueno o malo, sino simplemente porque es así como está diseñado. Es algo inherente al sistema, de la misma manera que la gasolina es inherente al motor de mi coche. Personalmente, me encantaría que mi coche pudiese funcionar con agua, pero no hay nada que hacer, porque no lo diseñaron así. Si comprendemos la necesidad de un crecimiento continuo estaremos mejor preparados para tomar decisiones informadas sobre qué puede pasar en el futuro y qué deberemos hacer para aumentar nuestras posibilidades de éxito. Desde un punto de vista existencial, podríamos también preguntarnos cuál es la viabilidad a largo plazo de un sistema que debe crecer exponencialmente mientras que, al mismo tiempo, existe en un planeta esférico, es decir, limitado. La cuestión clave que esto plantea es la siguiente: “¿Es posible modificar nuestro actual sistema monetario para que sea estable, justo y útil cuando no crece?” Así que estamos ante la siguiente disyuntiva: ¿Qué pasa cuando un artificioso sistema monetario, creado por el ser humano, que está obligado a crecer porque lo diseñaron así, se topa con los límites físicos de un planeta esférico? Otra de mis creencias es que durante mi vida adulta seré testigo de la colisión entre un sistema de crecimiento infinito y un planeta de límites finitos, y mucho me temo que esa colisión ya se ha iniciado. Siento una enorme curiosidad por ver cómo terminará todo esto.
  • 12. Se trata de algo de proporciones gigantescas, de algo más aterrador que interesante. Bueno, si ustedes quieren que el futuro sea como el pasado, estoy de acuerdo en que parece aterrador. Pero si su visión del futuro es más flexible, entonces tienen la oportunidad de obtener el máximo posible de lo que ese futuro nos ofrezca. Los tiempos que nos ha tocado vivir son maravillosos, estimulantes y sin parangón alguno. Por mi parte, me encanta estar viviendo aquí y ahora, con ustedes. En el próximo capítulo nos ocuparemos de añadir contexto a nuestro sistema monetario. En él aprenderán que nuestro sistema monetario puede estudiarse desde dos perspectivas distintas, bien como una obra maestra de sofisticada evolución o bien como un breve experimento histórico que todavía no ha cumplido los 37 años. Los espero en el Capítulo 9, titulado “Brevísima historia del dinero usamericano”. El Crash Course Capítulo 9: Brevísima historia del dinero usamericano Antes de ocuparnos de los acontecimientos actuales debemos conocer las circunstancias que nos condujeron a ellos. Me propongo ofrecer una versión extraordinariamente breve de la reciente historia monetaria usamericana. Este capítulo pretende demostrar que el gobierno de Usamérica ha alterado radicalmente las reglas en situaciones de emergencia y que nuestro sistema monetario es mucho más reciente de lo que ustedes creen. Después del pánico de 1907, cuando el banquero privado J.P. Morgan intervino como prestamista de última instancia, los bancos iniciaron una campaña a favor de una solución gubernamental. En 1913 se decidió la creación de un cártel, auspiciado por el gobierno federal, que recibió el nombre de Reserva Federal. Dicho cártel aparentaba ser gubernamental, pero en realidad no lo era. La masa monetaria de la Reserva Federal debía permanecer en manos de las entidades bancarias que formaban parte del cártel, no el gobierno usamericano ni tampoco el público. Esta situación no ha cambiado en la actualidad. Por eso, lo que denominamos Reserva Federal es en realidad un cártel bancario auspiciado por el gobierno federal y autorizado a crear dinero mediante préstamos. En los años treinta estalló una burbuja especulativa alimentada por la Reserva Federal, lo cual dio lugar a numerosas quiebras bancarias y la provisión de dinero disminuyó casi un tercio en tres años. A pesar de que sus estatutos la constituían como prestamista de última instancia, la Reserva Federal no logró impedir un catastrófico colapso bancario. En 1933, el entonces recién elegido presidente Franklin D. Roosevelt decidió enfrentarse al desplome de la provisión monetaria con medidas drásticas. Para lograrlo, confiscó todo el oro que estaba en manos privadas e inmediatamente devaluó el dólar usamericano. Antes de la confiscación, la onza de oro valía aproximadamente 21 dólares, mientras que después su valor alcanzó los 35. No pasó mucho tiempo antes de que las obligaciones contractuales del gobierno de Usamérica, tales como los bonos pagaderos en oro, fuesen anuladas con el aval de la Corte Suprema. Sirva esto de ejemplo de cómo los gobiernos, en situaciones de emergencia, pueden cambiar las reglas y saltarse sus propias leyes. Todo el oro confiscado terminó en las bóvedas de seguridad de la Reserva Federal, en el Fondo Monetario Internacional o “en los libros” de la Reserva Federal. En total se intercambiaron 11 mil millones de dólares por 261 millones de onzas del oro nacional. En otras palabras, el control absoluto de la provisión de oro de la nación más poderosa y próspera de la Tierra se entregó a cambio de 11.000 millones de dólares, todos ellos creados de la nada, lo cual dio lugar a una enorme penuria en los depósitos de la Reserva Federal. Por curiosidad, ¿han tratado alguna vez de levantar ladrillos de oro de 32 kilos de peso? En cualquier caso, para terminar con la zozobra de la Gran Depresión y de la guerra, así como para sentar las bases de una recuperación mundial, en 1944 tuvo lugar una conferencia en Bretton Woods (New Hampshire), a la que asistieron los principales países aliados. En reconocimiento de que Usamérica constituía entonces casi la mitad de la economía mundial, el dólar usamericano fue designado moneda de reserva internacional. Todas las demás monedas tenían tasas fijas de cambio con respecto al dólar, el cual a su vez podía canjearse por oro a 35 dólares la onza. El sistema de Bretton Woods fue el preludio de un período de prosperidad y rápida recuperación económica, pero tenía un fallo. Ninguna de sus cláusulas impedía que la Reserva Federal usamericana incrementara su
  • 13. provisión de billetes. Como era de esperar, el respaldo en oro de cada dólar disminuyó sin cesar, de tal modo que no había suficiente oro para respaldar todos los dólares emitidos. Entre tanto, conforme se intensificaba la guerra en Vietnam, Usamérica iba acumulando déficits presupuestarios e inundando el mundo con dólares de papel. Francia, en aquel entonces gobernada por el presidente Charles De Gaulle, empezó a sospechar que Usamérica sería incapaz de cumplir con sus obligaciones de Bretton Woods, las cuales le exigían canjear su exceso de dólares por oro. Cuando Francia cambió su excedente de dólares por oro, las reservas que el Tesoro usamericano tenía de este metal disminuyeron de forma alarmante. Por último, el presidente Nixon declaró fuerza mayor el 15 de agosto de 1971 y “cerró de un golpe la ventana del oro”, eliminando la convertibilidad del dólar. Esto es lo que suelen hacer los gobiernos en tiempos de guerra y Usamérica siguió dicha tendencia. Pero esta vez el mundo entero se vio afectado, porque la eliminación de la convertibilidad del dólar en oro destruyó las bases del sistema de Bretton Woods. Sin el respaldo del oro, desaparecieron los límites físicos que hubiesen podido impedir la proliferación desenfrenada de billetes de dólar. Puesto que ahora sabemos que todos los dólares están respaldados por deuda, ¿qué creen que sucedió con la deuda usamericana una vez que dejó de existir el rigor externo del oro? Tratemos de averiguarlo. Este gráfico muestra la deuda federal usamericana desde 1959 hasta 2004. Es de señalar que se parece mucho a cualquiera de los gráficos exponenciales que ya hemos estudiado. Pero fíjense que la curva empezó a subir inmediatamente después de que Nixon cerrase de un golpe la ventana del oro, es decir, cuando eliminó el último vestigio de limitación física externa del sistema. Y fíjense también en la enorme celeridad con que la deuda se ha incrementado en los últimos tiempos. Durante los últimos años hemos sido testigos de la mayor y más rápida acumulación de deuda federal de toda nuestra historia, y ello debido en gran medida a un experimento que nunca antes se había puesto en práctica desde el nacimiento de este país. Me refiero a la implicación en dos guerras exteriores y al recorte de los impuestos, ambas cosas al mismo tiempo. Esta rapidísima acumulación de deuda no es ningún proceso misterioso, sino más bien una consecuencia totalmente previsible de haber cerrado de un golpe la ventana del oro. ¿Cuánto tiempo podremos aguantar así? Por desgracia, no existe una respuesta convincente, aparte de ésta: “tanto como nos lo permitan los extranjeros”. Una segunda consecuencia, previsible y relacionada, tiene que ver con la cantidad total de masa monetaria en circulación. Recuerden, todo el dinero empieza a existir cuando lo prestan, de forma que la curva de la deuda federal debería poder indicarles la tendencia de la curva del dinero usamericano entre los años 1959 y 2007, representada en el siguiente gráfico. Lo primero que hemos de señalar es que este país necesitó más de 300 años, desde la llegada del primero de los colonizadores de Nueva Inglaterra hasta 1973, para generar nuestro primer billón de dólares de masa monetaria. Debo aclarar que, en español, un billón es un millón de millones, es decir, la unidad seguida de doce ceros (1.000.000.000.000). Todas las carreteras, los puentes, los mercados de cada rincón de cada pueblo, los barcos y los edificios, desde la primera colonia hasta 1973, sólo necesitaron un billón de dólares de masa monetaria. ¿Cuánto tiempo necesitó nuestro más reciente billón de dólares? Fue creado de la nada durante los últimos cuatro meses y medio. Y ahora les pregunto: “¿Qué pasará cuando nuestra nación cree de la nada un billón de dólares cada cuatro semanas? ¿Y cada cuatro días? ¿O cada cuatro horas? ¿Y si fuese cada cuatro minutos? ¿A dónde lleva esto, si no es a la hiperinflación y a la destrucción del dólar y, por añadidura, de nuestra nación?”. Si observamos estos acontecimientos en orden temporal, veremos que la Reserva Federal fue creada en 1913. Sólo veinte años después, en 1933, nuestro país se adentró en una forma de bancarrota y entregó sus existencias colectivas de oro, por imperativo legal, a la Reserva Federal. Once años después de aquello, el dólar usamericano fue elegido moneda de reserva internacional con un respaldo explícito de oro, el cual fue unilateralmente eliminado por el presidente Nixon 27 años más tarde. En efecto, el actual sistema monetario mundial de monedas sin respaldo alguno sólo tiene 37 años. No fue algo planeado, simplemente surgió a consecuencia de una crisis. El incanjeable dólar usamericano sigue siendo una popular moneda de reserva por pura conveniencia, pero nada implica ni garantiza que siga siéndolo. Únicamente Usamérica es capaz de utilizar su cada vez más erosionada moneda de reserva para pedir dinero prestado e imprimir billetes de dólar con los cuales financiar sus déficits de la balanza comercial. Sin embargo,
  • 14. conforme el dólar vaya perdiendo su situación privilegiada de moneda de referencia a causa de estos excesos, Usamérica se verá obligado a escoger entre exportar más para pagar las importaciones o seguir incrementando sus deudas de forma exponencial. Si tales acciones hacen que el dólar siga cayendo, otros países se verán tentados de devaluar sus propias monedas para no quedarse atrás y seguir siendo competitivos. Es evidente que estamos al borde de un período inflacionario, lo cual nos lleva al Capítulo 10, titulado “La inflación”. El Crash Course Capítulo 10: La inflación Antes de adentrarnos en el estudio de las condiciones económicas actuales nos ocuparemos de un nuevo concepto clave, que es la inflación. La mayoría de nosotros cree que la inflación se debe al aumento de los precios, pero no es así. Imaginemos que una manzana y una naranja valen 1 dólar este año, pero 10 dólares al siguiente. Dado que su gusto por las manzanas y las naranjas no cambia de un año para otro, lo que de verdad ha cambiado es su dinero, pues ha perdido valor. La inflación no está causada por el aumento de los precios. El aumento de los precios es más bien un síntoma de la inflación. La inflación está causada por la presencia de demasiado dinero circulante con respecto a los bienes y servicios que de verdad existen en la realidad. Lo que nos suele sorprender es el aumento del precio de las cosas pero, de hecho, la inflación es simplemente la pérdida de valor del dinero debido a su exceso en el mercado. Veamos un ejemplo. Supongamos que alguien está en una balsa salvavidas en medio del mar y otra persona a bordo tiene una naranja que desea vender. Sólo una de las personas presentes en la balsa tiene dinero: 1 dólar. La naranja se venderá, pues, por 1 dólar. ¡Un momento! Justo antes de que le vendan la naranja a esa persona usted encuentra un billete de 10 dólares en el fondo de su bolsillo. ¿Cuál cree que terminará siendo el precio final de la naranja? Exacto, 10 dólares. Pero sigue siendo la misma naranja, ¿no? Lo que ha cambiado de la naranja de un minuto al siguiente no es su utilidad o sus características, sino más bien la cantidad de dinero que hay en la balsa. Así que podemos formular el siguiente principio: La inflación, siempre y en todas partes, es un fenómeno monetario. Y lo que es verdad a bordo de una pequeña balsa salvavidas en medio del mar también lo es en un país. Voy a ilustrar esto que digo por medio de un largo recorrido a través de la historia usamericana. Estamos viendo un gráfico que representa los niveles de los precios en Usamérica. Se inicia a la izquierda en 1665 y progresa más de 300 años hasta 2008, situado a la derecha. Pero en este momento únicamente vemos en el gráfico la inflación del período que va desde 1665 hasta 1776. En la columna vertical las cifras indican los niveles de los precios, no la tasa de inflación. Ahora bien, me podrían preguntar: “¿Cómo se pueden comparar los precios de 1665 a los de 1776 o, menos aún, a los de 2008? La vida ha cambiado mucho a lo largo de todo ese período.” Incluso si ha sido necesario que me tome algunas obvias libertades, lo que se aquí se compara son las cosas básicas de la vida. En 1665 la gente tenía que alimentarse igual que en 1776. La gente debía utilizar un transporte, recibir una educación y vivir en casas en 1665 igual que en 1776. Lo que aquí se compara es el costo relativo de la vida en un período con el costo relativo de la vida en el siguiente. Es decir, la inflación. En 1665, al costo básico de la vida se le ha atribuido un valor de “5”. Lo que a mí más me sorprende de este gráfico es que desde 1665 hasta 1776 no hubo ninguna inflación. Durante 111 años un dólar ahorrado era un dólar ahorrado. ¿Son capaces de imaginar lo que significaría vivir en un mundo en el que fuese posible ganar 1.000 dólares hoy, enterrarlos en su jardín dentro en una cajita y que 111 años después alguno de sus tataranietos los encontrase al plantar un árbol y pudiera comprar las mismas cosas que esos 1.000 dólares permiten comprar en la actualidad? No se trata de una pregunta fantasiosa sacada de una novela barata: hubo una época en que ésa fue la realidad en nuestro país. Durante aquel período la economía de este país se basaba en el estándar de la plata y el oro y gozó de un enorme desarrollo con una estabilidad casi perfecta de los precios en tiempos de paz. Sin embargo, estalló una guerra, la denominada Guerra revolucionaria o Guerra de la independencia contra Gran Bretaña, y el país fue incapaz de costearla con el oro y la plata del Tesoro. Así que fue necesario imprimir un papel moneda que se llamó “continental” y que en un principio estuvo respaldado por una cantidad especificada de oro o plata en el Tesoro. Pero la guerra fue mucho más costosa de lo esperado, y ello obligó a seguir imprimiendo “continentales”. Hasta que los británicos, conscientes de los
  • 15. efectos corrosivos de la inflación en una sociedad, empezaron a falsificarlos y a distribuir enormes cantidades de falsos continentales, hasta que la nueva moneda empezó a perder valor. No pasó mucho tiempo antes de que apareciese la inflación y Abigail Adams, la mujer de John Adams, el segundo presidente de Usamérica, se quejó amargamente de lo caro que se había puesto todo. Según puede verse en el gráfico de la inflación, la guerra revolucionaria de independencia hizo que el nivel de los precios pasase de “5” a “8”. Después de la guerra, la ciudadanía rechazó tajantemente los continentales, pues prefería seguir con el oro y la plata. Vale la pena señalar que los precios regresaron pronto a sus niveles de antes de la guerra. El segundo episodio de inflación también tuvo lugar durante una guerra y también a causa de la superabundancia de papel moneda. De nuevo, a la conclusión de la guerra los precios volvieron relativamente pronto a los niveles anteriores a la guerra y se mantuvieron estables otros 30 años. A estas alturas ya hemos avanzado casi 200 años en el gráfico, pero el costo de la vida seguía siendo el mismo que en 1665. Es algo fascinante. Pero, de nuevo, estalló una guerra –esta vez la guerra civil–, que fue única en su género. Para financiarla, el Norte se vio obligado a imprimir un tipo de moneda cuyo nombre sigue vigente, pues no es otro que el de nuestra moneda actual. Por supuesto, en aquel tiempo el reverso del billete era verdaderamente verde. Y de nuevo regresó la inflación, directamente relacionada con la guerra, pero desapareció una vez que ésta terminó. Ya han transcurrido 250 años de esta historia y el costo de la vida seguía siendo el mismo que al principio. ¿Se lo pueden imaginar? Pero vino otra guerra, ésta mucho peor que cualquiera de las anteriores y, de nuevo, regresó la inflación. Y luego otra, muchísimo mayor que cualquiera de las precedentes y, ¿lo adivinan?, también fue inflacionaria. Pero esta vez sucedió algo extraño. La inflación no desapareció, siguió su curso hasta el inicio de la siguiente guerra. Pero, ¿por qué? Hubo dos razones. La primera fue que el país ya había abandonado el estándar del oro por un estándar de papel moneda fiat administrado por la Reserva Federal, y los ciudadanos ya no disponían de ningún otro dinero al cual regresar. Y, en segundo lugar, ésta fue la primera vez que la maquinaria de la guerra no fue desmantelada tras la conclusión de las hostilidades. En vez de ello, se mantuvo una movilización total para una prolongada guerra fría, que fue un conflicto tan inflacionario como la peor de las guerras. Y, si observamos en retrospectiva todo este período histórico, podemos formular un principio muy obvio: Todas las guerras producen inflación, sin excepción alguna. Pero, ¿por qué? Es muy sencillo. Cada vez que el gobierno aumenta el déficit crea las condiciones necesarias para la inflación. Sin embargo, si el gasto que produce dicho déficit se utiliza para infraestructuras provechosas, tales como carreteras o puentes, esa inversión se volverá rentable lentamente al estimular la productividad y favorecer la creación de nuevos bienes y servicios que “absorberán” este gasto con el tiempo. Las guerras, sin embargo, son algo especial. En ellas se derrochan enormes cantidades de dinero en cosas que sólo sirven para destruir. El dinero se queda en casa, pero los productos creados con él se envían fuera para destruir otros bienes. Cuando una bomba estalla no deja beneficios residuales en la economía nacional. Por eso el gasto de una guerra es el más inflacionario de todos los gastos. Es una doble maldición, porque el dinero permanece y sigue ejerciendo su mágico maleficio, mientras que los productos creados desaparecen. E incluso si los productos creados no se destruyen al hacerlos explotar, los beneficios económicos residuales que dejan son prácticamente nulos para tratarse de una maquinaria tan especializada, por muy extraordinaria que sea su tecnología. Lo extraño es que los medios dominantes usamericanos han presentado las dos guerras más recientes como algo relativamente “indoloro” para el ciudadano medio, y ello a pesar de los aplastantes indicios de lo contrario. De hecho, en este gráfico de los precios de materias primas durante 15 años observamos que por más de 10 años tales precios oscilaron en una estrecha banda limitada por las dos líneas verdes paralelas. Sin embargo, y espero que no les resulte sorprendente, poco después del inicio de la guerra en Iraq los precios de esas materias primas empezaron a subir y en los cinco años que han transcurrido crecieron casi un 140%. Lo que pagan ustedes ahora por la gasolina y los alimentos lo confirma.
  • 16. Así que si alguien trata de decirles que no han hecho ningún sacrificio a causa de esa guerra, díganle que es mentira, pues ya han sacrificado una parte importante de sus ahorros y de su salario. Pero volvamos a nuestra historia. Aquí vemos la inflación entre 1665 y 1975. Puesto que ahora sabemos lo que hizo Nixon el 15 agosto de 1971, ¿cuál creen que será el aspecto que adoptará gráfico entre 1975 y hoy en día? Éste es el mundo que hemos conocido. Hemos vivido durante tanto tiempo en la abrupta subida de la curva y estamos tan acostumbrados a ella que casi la consideramos normal. El hecho de que la inflación sea hoy algo permanente y vaya aumentando a una tasa porcentual hace que nuestro dinero pierda valor de forma exponencial. Eso es lo que esta gráfica en palo de hockey nos está diciendo a gritos. ¿Qué significa vivir en un mundo donde el dinero pierde valor de forma exponencial? Ustedes saben bien lo que significa, porque viven en él. Significa que uno debe trabajar cada vez más y con mayor ahínco para no quedarse atrás y significa verse obligados a tomar decisiones enormemente arriesgadas a la hora de invertir, en un intento de hacer crecer nuestros ahorros lo suficiente como para evitar las pérdidas producidas por la inflación. Significa que ahora necesitamos dos salarios, mientras que antes nos bastaba con uno, y significa que nuestros niños crecen solos, porque tanto al padre como a la madre no les queda más remedio que trabajar fuera. Un mundo en el que el dinero vale cada vez menos resulta diabólicamente complicado y no deja margen alguno para el error, sobre todo a quienes carecen de los medios necesarios o de las conexiones apropiadas. Y eso no tiene por qué ser así. De hecho, durante la mayor parte de la historia de nuestro país no fue así. Me cuesta mucho creer que la inflación sea algo obligatorio y con una función esencial para el bienestar, puesto que entre 1665 y 1940 este país fue testigo de un enorme progreso sin que hubiese ningún tipo de inflación continuada. Este capítulo tiene como objetivo mostrarles que nuestro país no siempre vivió bajo un régimen de inflación perpetua y que, desde un punto de vista histórico, la inflación es algo muy reciente. Para añadirle perspectiva a todo esto, veamos ahora los momentos en que nuestro país abandonó el estándar del oro, primero de forma interna y luego por completo. Es posible que se queden sorprendidos, como a mí me sucedió, al descubrir que la inflación no es una de esas leyes misteriosas que rigen la naturaleza, como lo es la ley de la gravedad, sino un claro asunto de política económica. De manera que ya podemos conceptualizar el Concepto clave N.º 5: La inflación, siempre y en cualquier lugar, es un fenómeno monetario. Y, si lo expresamos de otra manera, también podremos decir que la inflación es un acto político deliberado. Alguien dijo con sarcasmo: “El papel moneda termina siempre por volver a su valor intrínseco, cero”. Ese alguien fue Voltaire, en 1729. Por supuesto, fue demasiado pesimista en su evaluación, su valor intrínseco no es cero, como bien lo prueba la fotografía de esta mujer alemana, que la muestra aprovechando la energía intrínseca de estos billetes para quemarlos en su caldera y transformarlos en calor. John Maynard Keynes, el padre de la rama de la economía que hoy domina nuestras vidas, dijo lo siguiente sobre la inflación: “Lenin tenía toda la razón, no hay manera mejor, más sutil o segura de destruir las bases de una sociedad que corromper su moneda. Mediante un proceso continuo de inflación, los gobiernos pueden confiscar, en secreto y sin que nadie se dé cuenta, una parte importante de la riqueza de los ciudadanos. Este proceso utiliza todas las fuerzas ocultas de la economía para destruir y lo hace de una manera imposible de diagnosticar.”
  • 17. Dado que los arquitectos y administradores de nuestro sistema monetario son muy conscientes de los efectos destructores y corrosivos de la inflación, es lógico que nos preguntemos qué es lo que buscan. Para terminar, en este Capítulo 10 del Crash Course señalaremos las conexiones de tres detalles muy importantes: 1: En 1971, Usamérica y, por extensión el mundo entero, eliminaron la última relación con el oro y las limitaciones que éste imponía; a partir de entonces el endeudamiento federal inició una escalada sin retorno. 2: Al mismo tiempo, la provisión de dinero “inició a su vez su escalada sin retorno” y empezó a crecer a una velocidad mucho mayor que la de los bienes y servicios existentes en la realidad. Lo cual nos lleva al punto 3, que es la inflación, es decir, el resultado totalmente predecible de los puntos 1 y 2. Pim, pam, pum. Uno, dos y tres. Los tres están interconectados, los tres expresan lo mismo y ejercen una influencia devastadora para nuestro futuro. Si son ustedes de la opinión que no pasa nada si estos tres gráficos siguen creciendo de forma exponencial hasta el infinito, ya pueden abandonar el Crash Course. Pero si no lo creen, probablemente les interese continuarlo. Es de una importancia fundamental que comprendan la manera en que estos tres puntos se interconectan, que evalúen los riesgos que corren y que tomen las decisiones que se imponen ante la posibilidad de que el futuro sea radicalmente distinto del presente. Ahora, una vez que hemos estudiado la función exponencial, el dinero y la inflación, disponemos ya de las herramientas necesarias para abordar los restantes capítulos del Crash Course. Pero antes debemos conectar unos cuantos puntos más. Los espero en el Capítulo 11, titulado “¿Cuánto es un billón?”. Adelante. El Crash Course Capítulo 11: ¿Cuánto es un billón? A lo largo del Crash Course nos encontraremos a menudo con cifras expresadas en billones. ¿Cuánto es un billón? He de confesarles algo: Ni yo mismo estoy seguro de poder imaginarlo. Un billón es una cifra extraordinariamente grande y me parece que vale la pena que dediquemos un par de minutos para tratar de aclarar el concepto. En primer lugar, hablemos de números. 1.000 es un 1 seguido de 3 ceros. Un millón es 1.000 veces mil y se expresa con un 1 seguido de 6 ceros. Hasta aquí no tengo problemas para conceptualizar las diferencias entre ambas cifras. No es lo mismo tener 1.000 dólares que 1.000.000 de dólares en el banco. Eso está claro. Un millardo es mil veces mayor que un millón, se trata de 1.000 millones y se expresa con un 1 seguido de 9 ceros. Un billón es mil veces mayor que un millardo y se expresa con un 1 seguido de 12 ceros. De manera que un billón está formado por mil millardos y, por lo tanto, es un millón de millones. He de confesarles algo: ¡No logro imaginarme lo que eso significa! No soy capaz de visualizarlo, así que utilizaré otro método para tratar de que les quede claro. Supongamos que a cualquiera de ustedes le doy un billete de 1.000 dólares y le digo que se lo gaste con un amigo en una sola noche. Estoy seguro de que se divertirían mucho.
  • 18. Supongamos ahora que tuviesen en sus manos un fajo de billetes de 1.000 dólares, es decir, un fajo de 10 cm de espesor. Si así fuese, los felicito, serían millonarios. Pero supongamos ahora que deseasen entrar en la elite de privilegiados que poseen un millardo, es decir mil millones de dólares. ¿Qué altura alcanzaría el fajo de billetes de mil dólares necesarios para alcanzar un millardo? La respuesta es que ese fajo alcanzaría una altura de 109 metros, es decir, un tercio de la altura de las Torres Petronas, de Kuala Lumpur (Malasia). Veamos ahora cuál sería la longitud de un fajo de billetes de 1.000 dólares que totalizase el billón de dólares. ¿Qué altura tendría? Piensen en una respuesta. Pues bien, ese fajo alcanzaría los 108 kilómetros de altura. Y estoy hablando de un fajo, es decir, de billetes puestos uno sobre otro, no uno tras otro. Estoy hablando de un sólido fajo de 108 kilómetros de billetes de 1.000 dólares. Eso es un billón de dólares. ¿Todavía no son capaces de imaginarlo? Muy bien, imagínense que van en un coche por una carretera y en la veredas de la derecha hay depositado un larguísimo fajo de billetes de 1.000 dólares. Es decir, una hermosa, compacta y rectangular columna de billetes de 1.000 dólares que serpentea a su derecha junto a la carretera conforme van manejando. Ustedes avanzan sin parar durante más de una hora, rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr, y durante todo el trayecto el fajo de billetes de 1.000 dólares los va acompañando. Dicho de otra manera, el dinero creado de la nada por nuestro sistema económico durante los últimos cuatro meses y medio, convertido en billetes de 1.000 dólares y depositado en un fajo a lo largo de la carretera, cubriría el trayecto desde Springfield, en Massachusetts, hasta Albany, la capital del estado de Nueva York. Así que ya lo sabemos: pueden visualizar el fajo conduciendo su coche junto a él o andándole por encima o de cualquier otra forma que quieran expresarlo. Pero no se equivoquen, un billón es una cifra descomunal, gigantesca, desorbitada, y no deberíamos confiarnos demasiado por el simple hecho de que sus proporciones fuera de lo común no nos permiten conceptualizarlo. Al contrario, lo que deberíamos hacer es reaccionar. Tengan en mente esto que les digo cuando hablemos de las deudas totales y los pasivos de Usamérica, que alcanzan muchas decenas de billones de dólares. Los espero en el Capítulo 12, titulado “La deuda”. El Crash Course Capítulo 12: La deuda Con este capítulo iniciamos la segunda parte del Crash Course. Aquí encontrarán la información que nos llevó a mí y a mi familia a hacer profundos cambios en nuestras vidas, nuestra casa y mi trabajo, o incluso en dónde comprar nuestros alimentos. Con los conocimientos que han adquirido hasta ahora ya pueden comprender de qué manera los componentes de la sigla EEMA, es decir, Economía, Energía y Medio Ambiente, se entrecruzan y convergen en una estrecha ventana al futuro: Los próximos veinte años. Los datos que presentaré a partir de ahora me han llevado a la conclusión de que los próximos veinte años van a ser totalmente distintos de los últimos veinte. Debo advertirles algo: este material puede ser espeluznante y quizás algunos de ustedes lo encuentren difícil de soportar. Así que empezaremos esta segunda parte con “La deuda”. Estudiaremos dos nuevos conceptos clave, de los cuales uno es esencial. Se trata del siguiente: Las deudas que no cesan de crecer dan por supuesto de forma implícita que el futuro va a ser mejor que el presente. En este capítulo examinaremos con todo detalle dicha afirmación. Pero antes necesitamos aprender unas cuantas definiciones. Una deuda financiera es la obligación contractual de devolver una cantidad específica de dinero en un momento dado del futuro. El concepto de deuda está perfectamente caracterizado en el Derecho, de tal manera que podemos decir que una deuda es un contrato legal mediante el cual se entrega hoy dinero a condición de que se devuelva en el futuro… con intereses, claro.
  • 19. Las deudas pueden adoptar muchas formas. Las hipotecas y los préstamos para comprar un coche se denominan “deudas garantizadas”, porque siempre existe un bien recuperable ligado a la deuda. Las deudas de las tarjetas de crédito se denominan “deudas no garantizadas”, ya que no existe ningún bien recuperable ligado a dicha deuda en caso de omisión del pago debido. Para los ciudadanos ordinarios sólo hay dos maneras de cancelar una deuda. Pagarla por completo o no pagarla, en cuyo caso se incurre en mora. Si las personas poseyesen una prensa de dinero, como es el caso del gobierno, tendrían una tercera opción: imprimir dinero para pagar la deuda. Este método es un impuesto disfrazado, ya que elimina artificialmente valor de todo el dinero existente y transfiere valor a los acreedores. En lo personal, lo considero como una forma de morosidad, que castiga preferencialmente a quienes ahorran y a los más indefensos frente al impacto de la inflación. En abril de 2008 las obligaciones de la deuda pura del gobierno usamericano alcanzaban los 9 billones (9.000.000.000.000), 444 millardos (444.000.000.000) de dólares. Esto es sólo la deuda. Una vez que se añaden los pasivos del gobierno, en especial el Medicare y la Seguridad Social, la cifra se multiplica entre 5 y 8 veces. En el próximo capítulo analizaremos los pasivos, de manera que por el momento los dejo de lado. Ahora nos centraremos simplemente en la deuda; nos bastará con saber que la deuda es sólo una parte de la historia. Bien. A continuación veamos este gráfico de la deuda total de Usamérica, es decir la suma de las deudas federal, estatal, municipal, corporativa y privada, representada por la línea roja, en comparación con la renta nacional total, representada por la línea amarilla. La deuda total usamericana actual asciende a más de 48 billones (48.000.000.000.000) de dólares. Vale la pena recordar que se trata de 48 fajos de billetes de 1000 dólares, cada uno de los cuales mide 108 km. Si ajustamos esos niveles de deuda a la población y a la inflación a lo largo del tiempo para poder comparar cosas iguales, veremos que en 1952 la deuda total equivalente por persona era de 76.000 dólares, mientras que hoy es de 183.000. Una deuda de 183.000 dólares per cápita significa que hoy en día la media por familia de cuatro personas en Usamérica alcanza los 732.000 dólares de deuda. Esta es una manera muy útil de enfocar la deuda, puesto que no importa si quien la debe es una agencia gubernamental, una corporación o un individuo, se trata de deudas de nuestro país y es la ciudadanía quien reembolsa todas ellas. Por eso, el estudio de las deudas per cápita o por grupo unifamiliar ofrece un cuadro real de la situación. ¿Pueden las deudas seguir creciendo más rápidamente que los salarios necesarios para devolverlas? No, de ninguna manera. En algún lugar de la ecuación existe un límite matemático. ¿Estoy acaso diciendo que todas las deudas son “malas”? No, de ninguna manera. Ha llegado el momento de ofrecer una nueva definición. La denominada deuda de inversión permite que ésta se pague por sí sola. Un ejemplo sería la típica beca de estudios que ofrece la oportunidad de obtener en el futuro un mejor salario. Otra sería el préstamo que se pide para aumentar el número de mesas de un exitoso restaurante. En la jerga de los banqueros esos ejemplos se denominan “deudas que se pagan por sí solas”, porque esos préstamos aumentan las ganancias necesarias para la devolución de la deuda. ¿Y qué decir de los préstamos cuyo fin es el consumo, como son los que se toman para comprar un coche más lujoso o para ir de vacaciones o para fabricar más armamento? Esos préstamos se denominan “deudas que no se pagan por sí solas”, debido a que no generan ninguna ganancia futura. Así que NO TODAS las deudas son malas, únicamente lo son las improductivas. Durante los últimos 5 años la deuda usamericana ha crecido en más de 16 billones y la mayor parte de ella pertenece a la categoría de deudas que no se pagan por sí solas. Lo cual tiene profundas implicaciones para el futuro, porque los préstamos que no se pagan por sí solos no generan liquidez y la renta nacional ordinaria futura deberá utilizarse para pagar el consumo de hoy en día. Esto significa que habrá menos liquidez para gastos discrecionales en el futuro. Entonces, ¿qué es realmente una deuda? Una deuda consiste en obtener dinero ajeno para gastarlo hoy. Puede ser para comprar un coche mejor y poder disfrutarlo hoy mismo. Pero, en el futuro, los montos que deberemos dedicar a reembolsar esa deuda no podremos utilizarlos para comprar otras cosas o para ahorrar. De manera que podemos decir que una deuda representa el consumo del futuro, pero disfrutado en el presente. Siempre que sea yo quien decida endeudarme y pagar personalmente dicha deuda el problema será únicamente mío. No obstante, si consideramos que nuestros niveles actuales de deuda exigirán el esfuerzo de futuras generaciones para devolverla, entramos de lleno en los aspectos morales de esta historia. ¿Es realmente justo que una generación gaste muy por encima de sus medios y espere que las generaciones posteriores renuncien a su propio consumo para pagar la deuda de quienes las precedieron? Como podemos ver en estos gráficos, esa es
  • 20. precisamente la situación en que vivimos hoy. A menudo me pregunto si mis hijos aceptarán semejante acuerdo. Lo dudo mucho. En el Capítulo 4 aprendimos que el dinero es una retribución a cambio de un trabajo humano y ahora acabamos de aprender que la deuda es la obligación de pagar con un dinero retribuido en el futuro, de manera que podemos combinar estas dos definiciones para llegar al Concepto Clave N.º 6: La deuda es la obligación de pagar con la retribución que se obtendrá a cambio de un trabajo humano futuro. La deuda es la obligación de pagar con la retribución que se obtendrá a cambio de un trabajo futuro. Cuando lleguemos al capítulo que se ocupa de las personas nacidas inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial y del reto demográfico al que se enfrenta nuestro país recordaremos este importante concepto. Si los actuales niveles de la deuda se estudian con perspectiva histórica y se comparan con el Producto Interno Bruto (PIB), se observa que no tienen precedente alguno y el gráfico incluso sugiere que estamos viviendo en la mayor burbuja crediticia de todos los tiempos. La deuda crediticia total actual se eleva a más del 340% del Producto Interno Bruto (PIB). Tal como podemos ver en este gráfico, la última vez que la deuda tuvo un parecido, aunque sólo remoto, con los niveles actuales fue en los años treinta, lo cual es ya en sí mismo una explicación. Las laxas políticas crediticias del gobierno federal dieron lugar a los “locos años veinte”, que se vieron seguidos de inmediato por una burbuja crediticia, la cual provocó once años de contracción económica y penurias, todo ello comúnmente denominado Gran Depresión. Nótese que la curva que representa la relación entre la deuda y el PIB no empezó a subir hasta después de 1929. ¿Cuál es la explicación? ¿Acaso hubo más préstamos? No, la curva del gráfico empieza a subir en 1929 porque las deudas permanecían, mientras que la economía se iba hundiendo, lo cual dio lugar a ese pico. Fuera de la anomalía de la Gran Depresión, nuestro país ha mantenido siempre una deuda inferior al 200% de nuestro PIB. Fue sólo a partir de mediados de los años ochenta cuando esa relación dejó de respetarse, lo cual nos permite afirmar que nuestra experiencia nacional con tales niveles de deuda es un fenómeno históricamente corto, de sólo veintitrés años. ESTE gráfico, más que ningún otro, me ha llevado a concluir que los próximos veinte años van a ser totalmente distintos de los últimos veinte. No alcanzo a ver de qué manera podríamos evitarlo si observamos la curva rodeada de la elipse de color rojo. Sobre la base de la curva de este gráfico, puede afirmarse que la totalidad de nuestro universo financiero ha emitido una hipótesis sustancial y colectiva con respecto al futuro. Puesto que una deuda es la obligación de pagar con un dinero que se espera ganar en el futuro, cada expansión incremental del nivel de la deuda da por supuesto que el futuro será mejor que el presente. Se trata de una suposición totalmente descabellada. Y me estoy refiriendo a la suposición de que el futuro será mejor que el presente. Explicaré por qué: Una deuda se paga siempre en el futuro y los préstamos se otorgan con la suposición de que serán devueltos junto con los intereses devengados. Si este año se otorgan más créditos que el anterior, eso significa que se espera, que se supone, que en el futuro existirá la capacidad de devolver esos préstamos. Y dado que nuestros niveles de deuda superan hoy en día el 340% de nuestro PIB, se da por supuesto que nuestro futuro PIB será superior al actual. Inmensamente más elevado. Se venderán más coches, se consumirán más recursos, se ganará más dinero, se construirán más casas… y todo ello será muy superior a hoy en día, únicamente para tener la posibilidad de devolver los préstamos QUE YA NOS HEMOS GASTADO. Pero vemos que cada trimestre que va pasando nos metemos en más deudas a una velocidad cinco o seis veces superior al crecimiento de nuestra economía. Incluso si somos muy optimistas con respecto al crecimiento futuro, dicha trayectoria es insostenible. Nuestros bancos, nuestros fondos de pensión, nuestra estructura gubernamental y todo lo que está ligado a una continua expansión de la deuda impiden ese crecimiento perpetuo. De manera que podemos ya formular el Concepto clave N.º 7 del Crash Course. Nuestros mercados de la deuda dan por supuesto que el futuro será (mucho) mejor que el presente. Pero ¿qué sucederá si eso no es verdad? ¿Qué pasará si en el futuro no podemos pagar todas esas deudas? Bueno, se puede decir que si eso sucediera se llegaría a un mismo resultado pero de dos maneras diferentes. Ese resultado único es que las deudas deberán disminuir, mientras que las dos maneras diferentes de llegar al resultado son la mora en los pagos o la inflación. El concepto legal de mora es fácil de explicar: las deudas no se pagan, con lo cual los deudores se convierten en morosos, y los acreedores de tales deudas impagadas no reciben el dinero que se les debe. El sistema, pues, estalla. Los pasivos disminuyen. ¿Qué pasa si el futuro no es lo bastante mejor para pagar las deudas? Las moras son simplemente una manera de no pagarlas.
  • 21. En cambio la inflación es algo más confuso, así que veamos un ejemplo: supongamos que usted vende su casa a alguien y acepta que el comprador le firme un pagaré por valor de 500.000 dólares, el cual deberá abonarle en un único plazo de 650.000 dólares al cabo de 10 años. Bien, pero ¿acaso esos 650.000 dólares, incluso si el comprador se los llega a pagar en el momento pactado, serán suficientes para que usted, teóricamente, pudiese comprar la misma casa? Es verdad que a usted le han pagado, pero la obligación que usted aceptó de su deudor para que éste le pagase con un dinero futuro ha quedado muy reducida por la inflación. En el caso de que su deudor escoja la mora, su dinero sigue teniendo un valor, pero el problema es que a usted no se lo devuelven. En el caso de que se llegue al resultado a través de la inflación, a usted le pagan, pero difícilmente podrá comprar algo con ese dinero. En ambos casos su futuro fue peor que su presente y el impacto es casi el mismo, aunque las maneras de llegar a él son muy distintas. Así que deberá usted hacerse las siguientes preguntas: ¿Se ha metido en demasiadas deudas que deberá devolver en el futuro? Y si es así, ¿qué escogerá, incurrir en mora o enfrentarse a la inflación? Las decisiones que deberá tomar en su vida futura serán muy distintas y dependerán de si su respuesta a la primera pregunta es “SÍ” o es “NO” y de si su respuesta a la segunda pregunta es “mora” o es “inflación”. Así que vale la pena que se lo piense bien. Veamos ahora lo que acabamos de aprender: 1. Concepto Clave N.º 6: La deuda es la obligación de pagar con la retribución que se obtendrá a cambio de un trabajo humano futuro. 2. Nunca antes ha sido tan alta la deuda per cápita de este país. En este país nos hemos metido en un atasco sin precedentes. 3. Durante los últimos cinco años la deuda se ha incrementado en 16 billones de dólares y prácticamente todo ese dinero fue para el consumo. De ello se deduce que el futuro consumo deberá reducirse enormemente o bien entraremos en un período de destrucción de la deuda, ya sea por mora o por inflación. 4. Y, por último, el Concepto Clave N.º 7: Nuestros mercados de la deuda dan por supuesto que el futuro será mucho mejor que el presente. Este último punto incide en dos áreas fundamentales, que serán objeto de futuros capítulos del Crash Course. Nuestro sistema económico y, por extensión, nuestro tren de vida, se basa en la deuda, y la deuda se basa en la suposición de que el futuro será siempre mejor que el pasado. Por lo tanto, es vital que estudiemos detenidamente esta suposición, porque si es falsa también lo serán otras cosas que ahora damos por descontadas. Los espero en el Capítulo 13, “La incapacidad nacional para el ahorro”. El Crash Course Capítulo 13: La incapacidad nacional para el ahorro Si han completado el capítulo anterior sobre la deuda, puede que se estén preguntando si sus ahorros o sus activos les permitirán hacer frente a tal endeudamiento. En el próximo capítulo me ocuparé de los activos. En este capítulo presentaré pruebas fehacientes de que Usamérica se ha mostrado incapaz de ahorrar dinero en todos los estamentos de su sociedad, lo que convierte a su gobierno en insolvente. Les aclaro que utilizo el término insolvente con todo el peso de su significado. Mientras que la quiebra es un proceso legal que se inicia cuando los desembolsos de dinero no alcanzan para pagar las deudas, la insolvencia tiene lugar cuando los pasivos exceden a los activos, lo cual es el primer paso en el camino que lleva directamente a la quiebra. La finalidad del Crash Course consiste en ofrecerles el contexto y los datos necesarios para que sean capaces de evaluar con precisión las probabilidades y los riesgos que correrá nuestra economía durante los próximos años. Mi opinión es que los próximos veinte años van a ser completamente distintos de los últimos veinte, y en apoyo de esta afirmación me propongo guiarlos por el terreno de seis áreas esenciales. La Deuda, el Ahorro, los Activos, la Demografía, el Pico del petróleo y el Cambio climático Cualquiera de ellos puede plantear gravísimos problemas por sí solo, pero la combinación de dos o tres a la vez… bueno, prefiero dejar que lo evalúen ustedes. Este gráfico muestra la tasa de ahorro personal desde el año 1959. La tasa de ahorro personal es la diferencia entre los ingresos y los gastos de todos los ciudadanos de Usamérica, expresada como porcentaje. Un 10% indica que por cada dólar que se ganó se ahorraron, es decir, no se gastaron, 10 centavos. Fíjense que la media histórica de la tasa de ahorro personal a largo plazo de la ciudadanía usamericana, entre 1959 y 1985, fue del
  • 22. 9,2%. A título comparativo, la ciudadanía europea ahorró el 10% y la población china un sorprendente 30% de sus ingresos. Los ahorros son algo importante desde el punto de vista individual, ya que nos permiten salir a flote en tiempos de dificultades económicas, mientras que en el plano nacional son esenciales para la formación de un capital de inversión (es decir, propiedades, plan económico y equipamiento, todo ello fuente de futura riqueza). Es posible que hayan leído en fechas recientes que la tasa de los ahorros personales ha descendido hasta los mínimos históricos de la Gran Depresión. De hecho, la tasa de ahorro personal ha disminuido ininterrumpidamente desde 1985 hasta la fecha, lo cual indica que los titulares que les estoy mostrando no son un problema pasajero, sino la culminación de una erosión del ahorro que se inició hace 23 años y se ha convertido en un rasgo cultural de los ciudadanos de Usamérica. Sin embargo, no somos una nación de términos medios y este gráfico oculta de alguna manera el hecho de que los muy ricos están ahorrando increíbles cantidades de dinero, mientras que las tasas de ahorro de los muy pobres son profundamente negativas. ¿Por qué esto que acabo de decir es importante? Porque el gran filósofo griego Plutarco ya lo dijo una vez: “El desequilibrio entre ricos y pobres es el problema más antiguo y fatídico de todas las repúblicas”. ¿Qué otra cosa podemos observar en este gráfico? Para los no iniciados, la caída persistente de los ahorros nos dice que la ciudadanía tiene el convencimiento implícito de que en el futuro habrá crédito disponible, lo cual hace que hayamos sustituido la vieja mentalidad, que consistía en “ahorrar antes de gastar”, por otra que nos impulsa a “comprar ahora mismo y pagar mañana”. Como vemos en este gráfico, la tasa de ahorro empezó a declinar en torno a 1985. Hummmm… esperen un poco… ¿Se acuerdan de que ya estudiamos este mismo período histórico en el último capítulo, cuando hablábamos de la deuda? Pues sí. Claro que lo estudiamos. A pesar de que este gráfico muestra juntas TODAS las deudas en todos los sectores y el que acabamos de ver se refiere sólo a los ahorros personales, debemos tomar nota de que nuestra tolerancia nacional con respecto a la deuda empezó a crecer en 1985, es decir, exactamente en el mismo momento en que nuestros ahorros empezaron su largo declive hasta cero. Para creer que el futuro será mejor y más esplendoroso que el presente es preciso creer antes que vivir sin ahorrar y tener muchas deudas es el camino que conduce a la prosperidad. Como mínimo diré que yo no me lo creo, porque me parece que tiene poco sentido, ya que eso transgrede varias leyes de la naturaleza. Otra categoría de ahorro es la de las pensiones y los fondos para la jubilación. También las autoridades estatales y municipales han dejado de ahorrar, lo cual hace que las pensiones muestren unos números rojos que ascienden a 1 billón de dólares. Esto significa que, dado que el dinero provenía de los impuestos, tanto los estados como las municipalidades escogieron gastárselo en otras cosas, en vez de invertirlo en fondos de pensiones. Supongo que la idea era gastar hoy, a la espera de que a alguien se le ocurra cómo pagarlo mañana. Bueno, para muchos estados el futuro ya no es mañana: está aquí. Cuando afirmo que las pensiones estatales y municipales muestran números rojos por valor de 1 billón de dólares, ¿qué significa eso? ¿Cómo se calcula? Los números rojos por valor de 1 billón de dólares son lo que denominamos Valor Neto Actual o, si lo prefieren, “VNA”. El cálculo del Valor Neto Actual consiste en sumar todas las entradas de dinero (en este hipotético ejemplo, 1000 dólares por año durante seis años) y restarles los futuros desembolsos de dinero, para así hallar el valor NETO. Dado que un dólar de hoy vale más que un dólar del futuro, los futuros desembolsos de dinero han de descontarse y contabilizarse en el PRESENTE. Hallamos el NETO de todas las entradas de dinero y de los desembolsos futuros y los descontamos en el PRESENTE para determinar si el valor es negativo o positivo. Eso es el Valor Neto Actual. Esta es la metodología utilizada para calcular el valor de los fondos de pensiones estatales y municipales. Al crecimiento del valor de los activos de los fondos de pensión, más los ingresos futuros en concepto de impuestos, se les restan los desembolsos monetarios a los pensionistas y el valor alcanzado se retrotrae al presente. Todo indica que para que los fondos de pensión simplemente tuviesen un valor de cero sería necesario inyectarles hoy mismo 1 billón de dólares.