2. Eres la única libertad que me
exalta,
la única por la que muero.
Si no te conozco, no he vivido;
si hubiese muerto sin conocerte,
no muero, porque no habría
vivido.
3. Y tengo miedo de estar en esta orilla,
con una perla tan hermosa,
que me pone de noche en la mejilla
la solitaria flor que anhelo.
4. No me dejes perder lo que he ganado,
porque no la posee nadie;
esta joya que cultivo
donde palpitan las verdades.
5. Me olvido de vivir si te recuerdo
y en mi tu figura subyace
con un resplandor inusitado.
Te incorporo intacta a mis sueños
que emanan de la luna pensativa
con las flores de la noche que nos cubre.
6. ¿Dónde estás? ¿No me sientes?
¿Me escuchas? Óyela, ángel mío,
una lágrima escapada de mis ojos,
solitaria, te llama por encima del mar,
blandiendo la fuerza del oleaje,
usurpando y deteniendo el tiempo...