Los números arábigos que usamos (1,2,3,4) se originaron con los fenicios para la contabilidad comercial y fueron popularizados por los árabes. La lógica detrás de su forma es que representan el número de ángulos que tienen cuando se escriben de forma primitiva: el 1 tiene un ángulo, el 2 tiene dos ángulos, y así sucesivamente.