La delgada línea entre la realidad y la fragilidad humana
1. UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS
FACULTAD DE CIENCIAS Y EDUCACIÓN
LICENCIATURA EN PEDAGOGÍA INFANTIL
JUEGO, TECNOLOGÍA Y CONOCIMIENTO INFANTIL
ESTUDIANTE: LIZ ESTEFANI MËNDEZ PEÑUELA CODIGO: 20081187048
REFLEXIÓN SOBRE LA PELÍCULA BEN X: LA DELGADA LÍNEA ENTRE LA REALIDAD
Y LA FRAGILIDAD HUMANA
Al ser niños o jóvenes, no comprendemos cuán frágil es la vida, cuán valiosa es la existencia de
quienes nos rodean. Jamás salimos de nuestra “minoría de edad”, en cuanto al grado respeto que
debería inspirarnos el hecho de valorar a los otros seres humanos, por aquellas cosas hermosas que
pueden ofrecernos para nuestro crecimiento personal. ¿De quién es la culpa de esa incapacidad de
reconocer que las diferencias de los otros seres humanos hacen parte de la diversidad de este mundo?
En primera medida es muy fácil culpar a la sociedad que actúa con indiferencia, pero a decir verdad
esta institución social esta relegada a un segundo plano; señalar con el dedo índice no es sencillo, es
costoso, es subversivo y contraproducente, pero hay que decir que el contexto, ambiente, entorno,
donde nos desenvolvemos cotidianamente, es la generadora de inconsistencias frente a las distinciones
de los seres humanos que también sienten, aman, respiran y viven en el planeta.
Es fuerte decir que nosotros: padres, hijos, hermanos, tíos/as, primos/as, abuelos/as, amigos/as, etc.,
estamos acostumbrados a reforzar sentimientos de odio, de rechazo, e insensibilidad frente a quienes
comparten nuestros espacios vitales, es difícil pensar que somos los causantes de los daños que
irrisoriamente después rechazamos con repudio y hasta con una sutil hipocresía. En segundo lugar la
sociedad que se aglomera como si fuesen los jueces del espacio a diseñar estereotipos carentes del más
mínimo sentido, decidiendo quien o no es normal, y cabe preguntarse ¿qué es ser normal? ¿ser y actuar
como los demás? y... ¿nuestra identidad, nuestra marca única en el mundo? Todo esto se lo llevan un
puñado de personajes estrafalarios a ser dioses humanamente finitos y la gente ciega que sigue sus
leyes absurdas de vida. No tenemos derecho a arengar, sobre lo que nosotros mismos tejemos y
desatamos, en búsqueda de males para los demás, en el afán de conseguir mediante la competencia el
triunfo sin mirar a quienes pisoteamos. Somos como los parásitos que vivimos cómodamente viviendo
del organismo que nos provee la existencia, pero lo mas jocoso de todo esto es que hasta que no
suceden acontecimientos tragicos que nos hacen sentir el repudio y el dolor, no reaccionamos ante los
2. males y los daños irreparables que solemos causar a otros seres capaces de sentir al igual que yo.
Podemos remontarnos a un ejemplo muy cotidiano y de hecho muy mencionado entre los jóvenes
adolescentes; “toma una hoja de papel, arrúgala con tus manos, abrela y extiéndela encima de una
mesa, intenta que quede igual que antes”¿cómo ha quedado?.... así mismo quedan los corazones y las
vidas de las personas a las que les hacemos daño. Podemos ser tan crueles, tan crudos y aun así nos
hacemos llamar “seres racionales”.
No existe en el mundo la fórmula mágica para hacer que estas cosas no ocurran, pero solo hay que
pensar en una cosa antes de cometer actos hostiles que lastimen: “no hagas nunca lo que odiarías que te
hicieran”