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1
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Alfredo Correa L.
PUEBLOS INDIGENAS
DE LA SIERRA NEVADA
DE SANTA MARTA
PANORAMA ETNO-HISTORICO
La Chaux-de-Fonds
S U I Z A
1990
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J
I N D I C E D E M A T E R I A S
1 * Situación y características físicas p. 6
2 * Habitantes y condiciones de existencia P . 1 O
3 * Orígenes de los pueblos indígenas P • 1 7
4 * Etnocidio y decadencia de los indígenas p . 22
5 * Herederos y continuadores de la tradición P . 32
6 * La resistencia indígena continúa P. 37
7 * Mirando hacia el futuro P. 48
1 .
8 * Voces y clamores indígenas p . 55
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA p. 65
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J I ....
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1
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1:
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"Y después de que [las Madres] terminaron de crear
las planicies alrededor de los cuatro puntos car-
dinales, ahí mismo crearon los picos nevados de
la Sierra. De igual manera colocaron cimas por to-
das partes, en medio de la cordillera. Estas?sefias
quedaron como guardias de honor, representando tem-
plos o iglesias y en ellas colocaron, a manera de
un amo en cada una de las casas, un Mamo que vigi-
lara •••
De manera, pues que( ••• ) estos picos nevados s9n
como gente igual a nosotros. Son nuestros Padres.
Pero no solamente nuestros Padres y nuestras Ma-
dres sino también vuestros Padres y vuestras Ma-
dres. Y el que es nuestro Dios también es vuestro
Dios. Ellos se han internado dentro de la Serranía
y [se] quedaron rodeando todos los puntos, conver-
tidos en tesoros, que tienen la figura de una ima-
gen s.emejante a nosotros, por toda eternJ.dad, con
el fin de que nunca se acabe"
Vivencio Torres Márquez
I~dígena Arhuaco
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C1n1Sta. Rosa
FUNDACIDN
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Kaku Seránkua, Dios Creador
La Línea Negra, demarca las
comunidades Indígenas de la
Sierra Nevada de Santa Marta.
Fuente: William Torres e, revista
Punto de Partida. U. Nal. No.6
Bogotá, 1985.
- 5 -
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1 * SITUACION Y CARACTERISTICAS FISICAS
La Sierra Nevada de Santa Marta constituye una de las regio-
nes más singulares y hermosas de Colombia. Situada al Noreste,
sobre la coita atlántica, La Sierra Nevada es el macizo de lito-
ral más elevado del planeta,a . sólo 30 kilómetros del borde del
mar. Las cumbres nevadas Bolívar y Colón, denoiinadas por los
indígenas ChÚndua, se levantan majestuosas a 5.755 metros de al-
tura.
Conforman el macizo rocas jurásicas (terreno sedimentario),
que oscilan entre 162 y 177 millones de años. De base triangular
y volumen piramidal, La Sierra Nevada presenta tres caras: las
que dan al Norte y al Occidente, ásperas, empinadas e inhospita-
larias; la Suroriental, menos quebrada y de más fácil acceso.
Políticamente, La Sierra se asienta en las jurisdicciones de los 1 v
Departamentos del Magdalena, Cesar y la Guajira. Superficie: 16.
400 km~.
Diversidad es ·sinónimo de riqueza, de complejidad •.. variedad
y complejidad de climas, de vegetación, de animales, de hombres.
Desde el niv el del mar hasta los 1.000 m de altura se extiende
el cli~a caliente, con temperaturas que oscilan entre los 30 y
los 24°C. En este espacio y en dirección ascendente, se pueden
admirar el monte espinos~ de cardos, cactos, tunos y arbustos;
los "bosques secos de marañones y almendros, guamos y palmas,· has-
ta llegar a los bosques húmedos de ceibos, caracolíes, macondos,
higuerones, guásimos y laureles.
La zona ubicada entre los 1.000 y los 2.000 m corresponde al
clima templado, con temperaturas que van de los 24 a los 18°C.
Aquí predominan los bosques premontanos, húmedos y muy húmedos .
e
con su flora característica: nogales, guayacanes, aguacates, cám-
bulos, helechos, platanillos, lianas y zarzamoras.
Entre los 2.000 y los 3.000 m se levantan las montañas que
forman barreras de condensación de las nubes. La temperatura
fluctúa entre los 18 y los 12°C., lo cual nos indica que nos en-
contramos en clima frío. Allí se sitúan los bosques húmedos mon-
tanos cubiertos de espesa niebla, donde señorean los helechos gi-
gantes, las palmeras enormes como la tagua, la chonta, el maguen-
gue y la cola de caballo, amén de líquenes, musgos, orquídeas y
árboles menores como el encenillo.
De los 3. 000 a los 4. 000 m se hallan las zonas paramunas. A me-
dida que se escala, la temperatura desciende: de 12 a 3°C. Pai-
saje grisáceo, monótono, de rara vegetación, de trecho en trecho
embellecido por conjuntos de frailejones de hojas afelpadas y
flores amarillentas, tan característicos del bosque pluvial mon-
tano. Nos encontramos en la región límite habitable, donde el
caminante puede disfrutar de la austera hospitalidad indígena.
Por entre los 4.000 y los 4.500 m se asoma enhiesto el páramo
pluvial subandino, de . vegetación raquítica y enana, en medio de
una paisaje arenoso, salpicado de lagunas de gran belleza, pro-
. tegidas por peñascos graníticos impresionantes. La temperatura
baja hasta los OºC. Se ha llegado a la tundra pluvial escarpada,
1nhóspita, majestuosa. Finalmente se alcanza la región de la nie-
ve perenne, por encima de los 5.000 m de altura sobre el nivel
del mar y una temperatura inferior a los OºC.
En La Sierra Nevada de Santa Marta coexisten todos los pisos
térmicos y todos los climas de nuestro planeta. Paralelamente a
la vegetación, y desde el borde del mar hacia los picos nevados,
se puede admirar una fauna no menos singular: cangrejos, langos-
.tas, corales, estrellas de mar, arrecifes. Pájaros multicolores:
colibríes, tijeretas, oropéndolas, gavilanes, buhos, carpinteros,
pericos, sinsontes, loros, guacamayas y garzas. Continuando la
ascensión, debe tenerse mucho cuidado con las serpientes veneno-
- 7 -
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sas: cascabeles, corales, raya equis, rabicandelas, boquidoradas,
cuatro narices y mapanás. Los insectos pululan por miríadas. Tam-
bién se contemplan monos colorados, araguatos y aulladores, ti-
tíes blancos, zorros, venados y tigrillos. En cuanto a la fauna
mayor, existen: dantas, ocelotes, marranos de monte, osos hormi-
gueros y jaguares. Por encima de las cumbres nevadas, señorean
solitarias, por desgracia cada vez menos, las águilas y los cón-
dores andinos.
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2 * HABITANTES Y CONDICIONES DE EXISTENCIA
En el imponente marco natural descrito, conviven hoy cuatro
comunidades indígenas, consideradas como las guardianas de La
Sierra Nevada de Santa Marta. En la vertiente norte de empinadas
laderas y quebrado terreno, residen los Koguis de la ca~ta Ká-
ggaba, quienes junto con los Arsarios o Malayos constituyen los
más celosos defensores de la tradición milenaria, reputación a-
centuada por el escaso contacto mantenido con la sociedad nacio-
nal.
La comunidad Koguis-Arsarios ocupan unas 370.000 hectáreas a
lo largo de los ríos Don Di~go, Palomino, San Miguel, Garavito,
Ranchería, Guatapurí, Frío, Sevilla y Tucurinca. La población de
estas dos comunidades se estima en ,unos 8.000 individuos. Los in-
dígenas se encuentran diseminados en los poblados de San Francis-
co, Mamarongo, Pueblito, Surlivaka, Cherrúa, San José, Marúama-
ke y AvingÜe.
La comunidad de los Sanká o Sanha, también denominados Guama-
Kas, Marokaseros, Colorados o WiWa es un grupo disperso, no muy
homogéneo , que apenas llegan a las 2.000 personas. En cuanto a
comunidad indígena propiamente dicha, se hallan hoy en proceso
de extinción.Habitan las márgenes surorientales del río Badillo.
Los Sanká conviven con los Koguis en los poblados de San Francis-
co, Cherrúa, Marnarongo y Surlivaka.
La comunidad de los Kankuama, antecesores de los habitantes
de Atanquez, aunque ha desaprecido igualmente en cuanto comuni-
dad indígena y se halla profundamente integrada a la sociedad na-
cional, siguen manteniendo algunos elementos de la tradición co-
rno el "poporeo" o "masticaciónII
de la coca o "hayo". Los .Últimos
- 1O -
representantes Kankuamas sobreviven en las márgenes de los ríos
Ranchería y Badillo, o en la población de Aritama.
~ La comunidad de los Ikas, Ijcas, más conocidos como Arhuacos
(también denominados BÍntukuas, Busitamas y Businkas), conforma
el grupo más numeroso. La población se estima en unos 15.000 in-
dígenas, distribuídos en cerca de 200.000 hectáreas ubicadas en
la parte meridional de La Sierra Nevada de Santa Marta, entre
los 1.000 y los 4.000 m de altura sobre el nivel del mar. Se han
organizado en 20 parcialidades, correspondientes al Resguardo Ar-
huaco, creado en 1.984. Los Ikas o Arhuacos se han esta blecido
principalmente en las cabeceras de los ríos Aracataca, Piedras,
Fundación, San Sebastián, Ariguaní y Donachuí. La capital del
pueblo Arhuaco es Nabusímake, sin duda la población indígena más
bella y pintoresca de Colombia.
Por su localización, los Arhuacos o Ikas han sufrido muy di-
rectamente las diversas olas migratorias de La Sierra, tanto del
interior de la misma como del exterior. Tal circunstancia geográ-
fica ha obligado esta comunidad a organizarse y defenderse para
mantener el rico patrimonio cultural y afirmar su identidad indí-
gena. Más adelante se tratará este asunto.
Los actuales pueblos indígena s de La Sierra Nevada de Santa
Marta se hallan hermanados por religión , lenguas, tradiciones ,
historia, luchas y esperanzas comunes. Las lenguas aglutinantes
que aún se hablan en La Sierra -kogui, arsaria e ika- pertenecen
a la· familia lingüística chibcha, la cual hunde sus raíces en la
l engua maya de Mesoamérica.
Las condiciones materiales de existencia se hallan determina-
das por la Naturaleza: clima , cal i dad de las tierras , incluídos
los fact ores humanos provocados por las relaciones intercomunita-
rias y los contactos c or. la sociedad c o lombiana. Social y econó-
micamente, la f amilia··nuclear, es decir la compuesta por dos es-
posos y sus hijos, ocupa un lugar muy destacado . En cambio la fa-
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milia extensa, integrada por grupos de dos o más familias, unidas
por vínculos de parentesco y residentes en una habitación común,
ha perdido fuerza.
Cada familia suele poseer dos y hasta tres parcelas : de tie-
rra, en climas diferentes, a las que se desplazan regularmente,
siguiendo el ritmo de las cosechas. Esta vida seminómada les ga-
rantiza la subsistencia regular durante todo el año. En las pe-
queñas parcelas, raramente sqbrepasan las dos o tres hectáre~s,
los indígenas cultivan: papa, malanga, cebolla, plátano, maíz,
yuca, caña de azúcar, aguacate, coca, tabaco, mango, maguey, pi-
ñas y naranjas. Crían animales como cerdos , gallinas, cabras, o-
vejas, carneros y vacunos. Aunque predomina la economía de sub-
sistencia, en los Últimos años se ha incrementado el comercio con
mestizos y blancos de los poblados y ciudades aledañas. Produc-
tos comerciables: cebollas, aguacates, frutas, huevos, gallinas,
ganado· vacuno y caballar.
Las viviendas se adaptan al clima y a las necesidades fami-
liares. En las tierras cálidas, no lejos de la costa, predominan
las casas rectangulares abiertas. A guisa de paredes, utilizan
troncos finos o cañas entrelazadas que sirven de soporte -a-1 techo
de hojas de palmera (cola de caballo) . En las regiones templadas
y paramunas, las habitaciones son más complejas y elaboradas . So-
bre la tierra apisonada levantan las paredes de bahareque, rema-
tadas por el techo de paja (ico). Las construcciones de forma
rectangular y cuadrada han sufrido la inflaeactá nacional . En
cambio las redondas conservan el sello tradicional indígena. To-
das disponen de una sola entrada aunque sin ventanas, salvo en
las zonas templadas y cálidas. Para proteger las moradas del ri-
gor de los vientos y de las lluvias, en las regiones frías revis-
ten las paredes exteriores con un muro de piedra de 80 cmde alto
por 40 cm de ancho. Sobre este banco corrido en torno a la casa,
se toma el sol, se reciben las visitas, se acumul3 la leña, se
depositan las mochilas, calabazos y utensilios de labranza o se
lo destina para dormitorio de perros y gallinas.
- 12 -
El interior de la habitación indígena de La Sierra Nevada de
Santa Marta se caracteriza por la sobriedad. En el centro, a ras
del suelo y frente a la puerta, tres grandes piedras marcan el
emplazamiento del fogón. En torno a él, las mujeres cumplen buena
parte de los trabajos domésticos cotidianos, mientras las niñas,
guiadas por la madre o la abuela se familiariza con las activida-
des hogareñas y aprenden las costumbres y usos comunitarios. En
las zonas paramunas el fuego arde noche y día , constanteme~te .
En el espacio lateral derecho, próximo a la entrada, se almacena
la comida y ordenan los utensilios de cocina, para lo cual utili-
zan "trojas" o estantes hechos de cañas o tablas, que aseguran
contra la pared mediante bejucos, o sostienen con troncos fijados
verticalmente. Al fondo, se cuelgan los vestidos de horquetas y
garabatos o se guardan en rústicos baúles de madera. En el ~spa-
cio lateral izquierdo, al fondo, se duerme, mientras la parte
próxima a la salida, suele reservarse a lo social y al descanso.
Los asientos tradicionales consisten en unos banquitos rectangu-
lares o triangulares, confeccionados con troncos de guayabo,de
unos 10 a 15 cm de alto por 20 a 30 cm de largo y unos 15 cm de
ancho . En general los indígenas duermen en el suelo, sobre cueros
de res, a veces cubiertos con ma ntas de lana, algodón o pieles
de oveja. Otros descansan en hamacas o chinchorros , tejidos de
a l godón o fique . Las personas mayores duermen con frecuencia en
camas con armazón de madera, sobre la que se extiende sólidamente
un cuero de res. El espacio de cada habitación abarca unos 25m 2
•
Otros utensilios domésticos : calabazos y totumas se emplean
como recipientes para el agua o la chicha. Con ellas se confec-
cionan platos y cucharas. _Usan pilones de madera para pilar los
granos. La comida para los animales la echan en bateas talladas
en troncos, a veces de doble compartimiento. Antiguamen te se ela -
boraban artísticas ollas de barro para cocinar los alimentos; hoy
han sido r eempla zadas por rec ipientes metálicos. El plástico no
cesa de invadir la cocina tradicional. Para pesar los granos y
otros alimentos , los nativos se valen de una pesa tallada en
tronco de guayabo.
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Los husos, emblemas femen .inos(el poporo lo es para los hom-
bres), se emplean para hilar. La carrumba, ingenioso instrumento
de madera, especie de berbiquí de arco con disco volante, se uti-
liza
ción
para entorchar el fique. El telar no
indígena. Allí el hombre confecciona
falta en cada habita-
sus vestidos de lana.
un pantalón que llega a
una abertura en el cen-
tro para la cabeza. La manta protege el .pecho, los hombros y la
espalda. Se su~~taa la cintura con una faja de lana. Hasta hace
algunos años, los hombres confeccionaban .los vestidos para las
mujeres, mas éstas lo hacen hoy con una tela blanca de a~godón
que compran en los pueblos mestizos.
Entre los Arhuacos, el traje consiste en
media pierna y una manta rectangular con
Los varones tejen adem.13.s el "sichu" o saco de algodón, donde
la madre carga al bebé, suspendido a la frente. También el "tutu-
soma" o gorro cónico característico,que llevan los hombres. Las
mujeres ~o se cubren nunca la cabeza. Tanto éstas como aquéllos
se enorgullecen de sus largas y relucientes cabelleras,que cuidan
con esmero. Los hombres y la mayoría de las mujeres van descal-
zos. Algunos indios calzan espesas sandalias, elaboradas ~on_ _
trozos de llanta y tiras de cuero cerrero. Aquí también la in-
fluencia del exterior es considerable: botas de caucho, zapatos
v i de cuero y de fibras sintéticas son cada vez más visibles por los
c~nos de Lá Sierra. Similar1 influencia se observa en herramien-
tas de labranza: machetes, palas, azadas y azadones.
Hilar y confeccionar los "tutus" está reservado a la mujer.
Los "tutus" o mochilas de lana, verdaderos emblemas étnicos, cons-
tituyen el indispensable complemento de los vestidos. En ellos
representan animales totémicos: ranas, serpientes, escorpiones,
arañas, cóndores y también montañas, árboles, caminos y lagunas
sagradas de La Sierra.Nada hay más preciado para el marido, novio
o amigo que recibir un "tutu" como presente. Por lo general, se
llevan tres "tutus" terciados al cuello: dos pequeños, destinado
el uno para las hojas de coca y el otro, para el "poporo••; el
tercero, más grande, se destina para los enseres personal~s. Los
./
hombres los estiman tanto, que ni siquiera se despojan de elles
para dormir.
v I Los indios de La Sierra Nevada de Santa Marta n~ viven en po-
blados sino en casas aisladas. Los caseríos y los villorrios pa-
recen desolados en tiempo normal, mas recobran gran vida y ani-
mación durante las reuniones comunitarias, o en los festejos re-
ligiosos que celebran anualmente.
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3 * ORIGENES DE LOS PUEBLOS INDIGENAS
En las inmediaciones de Zipaquirá (Cundinamarca), los arqueó-
logos han encontrado objetcsde piedra y restos de abrigo que da-
tan de algo más de 12.400 años, antes de nuestra era. H~sta ahora,
es la fecha más antigua que conocemos en .torno a la presencia del
hombre en nuestro territorio. Entre 1.961 y 1.963, Gerardo Rei-
chel Dolmatoff descubrió en Puerto Hórmiga, en el Departamento de
Bolívar, costa atlántica, la cerámica más antigua confeccionada
~i por el hombre colombiano, y del continente, pues ella data de
4.900 años antes de nuestra era. Por ser paso obligado de los a-
borígenes, tanto del Norte como del Sur de América, la zona cari -
beña fue escenario de gran actividad humana y cultural.
Los cronistas españoles subrayan la diferencia entre los "in-
dios de la ti.erra" o habitantes de las costas, algunos de ellos
antropófagos , y los "indios de la sierra", ubicados en las faldas
de las montañas, bien organizados material y políticamente. Los
primeros se sometieron con relativa facilidad a los conquistado-
res, en tanto que los segundos, más belicosos, opusieron tenaz
resistencia a los intrusos. Todo esto hace pensar que durante los
tiempos de la Conquista, la región estaba habitada por diversos
grupos ·étnicos, culturalmente bien diferenciados.
Aunque las investigaciones arqueológicas son todavía incipien-
tes, sabemos que alrededor de los Taironas se había establecido
una confederación de pueblos indígenas, confederación de la que
formaban parte Koguis, Arsarios y Arhuacos. Por el Norte, la tri-
bu tairona ocupaba los contrafuertes de La Sierra Nevada de Santa
Marta, desde el borde del mar hasta los 1.000 m de altura. Las
casas y los templos eran de forma circular, más espaciosas que
las actuales, con cimientos de piedra, muros de bahareque y techo
pajizo, estructura muy similar a la de los Chibchas de las frías
sabanas cundi-boyacenses.
Los Tai~onas se destacaron por la sorprendente capacidad en
adaptarse a un medio particularmente áspero y lluvioso, de selvas
y montañas. Los recientes descubrimientos de La Ciudad Perdida
en 1.977, revelaron a los atónitos exploradores, una extensa red
vial en piedra, sólida y perfectamente conservada (salvo la~ de-
predaciones causadas por los "guaqueros"), con trechos de escale-
ras, puentes, caminos secundarios y anchas calzadas principales
que conducían a Concentraciones habitacionales o "ciudades" im-
portantes, subdivididos en "barrios", distribuÍdos según las ca-
racterísticas del terreno y las necesidades comunitarias:"barrio"
de pescadores, agricultores, orfebres, alfareros,. tejedores y es-
cultores. En terrenos tan quebrados, con Índices de lluvia muy
elevados (promedio de 4.000 mm anuales), con los riesgos de ero-
sión y deslizamiento de tierras. que ello implica, los Taironas,
finos observadores de la Naturaleza que les rodeaba, desarrolla-
ron técnicas de construcción muy eficaces y avanzadas . Así por
ejemplo, las terrazas amuralladas, de apariencia frágil, poseían
un doble objetivo: a más de espacio habitacional, tales construc-
ciones funcionaban como un prodigioso filtro que permitía resis-
tir exitosamente a los rigores del invierno. Las te.r:.1:..azas , levan-
tadas teniendo en cuenta la configuración y la extensión del te-
rreno, las aprovechaban también para cultivar maíz, yuca , malanga
fríjoles, a :uyamas, algodón, coca, tabaco y árboles frutales:
manzanos, guamos, guásimos, guayabos , ciruelos y piñas.
Se vestían en acuerdo al clima, a la altura en que residían:
en las costas iban casi desnudos, mientras que en las zonas frías
y templadas llevaban mantas de algodón, probablemente similares
a las que visten a ctualmente los indígenas de La Sierra. Según
relatan los cronistas Oviedo, Enciso y Aguado, los Taironas se
adornaban con penachos de plumas, joyas, orejeras, narigueras,
diademas, pectorales y brazaletes de oro; c o llares de esmeraldas,
jade y otras piedras preciosas. Estos adornos se exhibían espe- ·
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7
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cialmente durante las fiestas o grandes ceremonias religiosas, en
las que se consumía abundante y variada comida (excepto carnes,
ni siquiera la de venado se permitía), y se derrochaba chicha a
,, 1 profusión. La alimentación de los Taironas era esencialmente ve-
getariana. · Hábiles tejedores de mantas de algodón, confeccionaban
redes para pescar, canastas y esteras para uso doméstico, trenza-
das y pintadas primorosamente con imágenes de tigres y jaguares,
cóndores y águilas reales. Moldeaban hermosos y refinados vasos
para el agua y la chicha, como diversas vasijas de barro, ex·qui-
si tamente decoradas. La gran variedad de objetos de oro, piedras_
preciosas, tejidos y artesanado que aún pueden admirarse en los ·
museos de las ciudades, confirman la avanzada técnica metalúrgica
que dominaban, el prodigio de originalidad y refinamiento en el
acabado de las piezas. Las armas de los Taironas eran principal-
mente el arco y la flecha. También disponían de tensores de ar~
V
cos, flechas incendiarias envueltas en algodón, flechas silban-
tes, generalmente envenenadas, dardos, macanas y piedras utiliza-
das como proyectiles. Al parecer, los indios de la costa emplea-
ban ·un veneno a base d~ cadaverina; mientras lo~ de La Sierra usa
ban otro, a base de extractos vegetales.
Tooo lo anterior, no puede concebirse sin una sólida organiza-
~ 1 ción social.. y unidad política nucleada en castas, en las que se
distinguían por orden jerárquico ascendente los gobernadores, los
militares y los sacerdotes. Las poblaciones o concentraciones ha-
bitacionales de agricultores y artesanos estaban divididos en
"barrios", cada uno de ellos dirigido por un cacique menor. El
'~
'v
conjunto de "barrios" lo regía un cacique principal. A los jefes
guerreros, los españoles los llamaron "capitanes de guerra". En-
tre los Taironas, los sacerdotes o naomas ejercían la máxima au-
toridad. Se castigaba severamente a los perezosos y a los ladro-
nes, a quienes se encerraba durante prolongadas jornadas en los
templos; se los mantenía a pan y agua, obligándolos a tej~r man-
tas día y noche. Tal tradición persiste hasta .nuestros días. La
poligamia era corriente, se podían tener tantas mujeres cuantas
pudiera sustentar el hombre, pero eran muy celosos con ellas. No
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existían barreras en las costumbres sexuales. Practican la "sodo-
mía", "el pecado nefando" y otras aberraciones. De los Taironas
del río Don Diego, el cronista Juan de Castellanos escribía que
se unían "padre con hija y hermano con hermana".
Pueblo profundamente religioso, durante las ceremonias del ci-
clo vital -nacimiento, bautismo, iniciación a la vida adulta, ma~
trimonios y muerte- realizaban prolongados ayunos, prolijas · con-
fesiones, purificaciones y ofrendas de diverso tipo y en distin-
tos lugares, dirigidos siempre por el naoma o sacerdote . Este,. .
además de guía espiritual y jefe político de la comunidad, era
experto en astronomía, adivinaba el porvenir y practicaba la me-
dicina con notable maestría. Los indígenas de la región de Santa
~arta mantenían activo comercio con los pueblos vecinos y también
con tribus y pueblos alejados. Trocaban algodón, mantas y m~Íz
por oro, sal y pescado con los nativos de la costa, Las esmeral-
das y otras piedras preciosas_sé las procuraban en el país de los
Chibchas, en el corazón del imperio naciente.
Así vivían los Taironas de La Sierra Nevada de Santa Marta,
en medio de una naturaleza exuberante pero ruda; existencia rit-
mada por las estaciones, marcada por sus propias contradicciones,
pero libres como el viento y dueños de su propio destino. i Hasta
que llegaron los conquistadores de la cruz y de la espada ••• !
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4 * ETNOCIDIO Y DECADENCIA DE LOS INDIGENAS
Poco después del segundo viaje de Colón, Alonso de Ojeda, en
compañía de Américo Vespucio y Juan de La Cosa, divisó las cos~-
tas de Santa Marta. Entre 1.498 y 1.499 exploraron la costa atlán
tica de la actual República de Colombia. Ojeda había salido de
la isla de Santo Domingo en busca de oro, perlas y esclavos. En
1.501, Rodrigo de Bastidas con dos carabelas, recorría la misma
costa, negociando con los aborígenes oro y perlas a cambio deba-
ratijas. A partir de entonces, según un documentado estudio de
Gerardo Reichel-Dolmatoff, no cesaron las incursiones a "Tierra
Firme". En 1 .510, Rodrigo Hernández de Colmenares desembarcó en
la Bahía de Gaira con sesenta hombres. Unos veinte indígenas. los
- - - -
acogieron a flechazos. Cuarenta y siete intrusos murieron vícti-
mas de los dardos envenenados. De otros siete que lograron esca-
par, nunca más se tuvo noticias. Primera derrota de los españoles
El 12 de abril de 1.514, Pedrarias Dávila, nombrado gobernador
de Castilla de Oro (la actual Panamá), salió con quince naves y
mil quinientos hombres a "posesionarse de sus tierras" que abarca
ban desde el Darién hasta Santa Marta. Pedrarias traía instruc-
ciones precisas de esclavizar indígenas, por considerarlos antro-
pófagos·. La provincia de Santa Marta se convirtió durante muchos
años en proveedora de esclavos indígenas, destinados a trabajar
en las Islas del mar Caribe, dominadas por los europeos. Surgen
al espíritu algunos interrogantes. lQué métodos utilizaban los
conquistadores para conseguirlo? ¿y qué derecho tenían para pro-
ceder de tal manera? Los conquistadores se protegían jur!~icamen-
- 22 -
te en urn pomposo y complicado documento emanado del Rey, llamado
"Requerimiento'', el cual leía un amanuense o escribano ante los
perplejos indígenas, quienes, corno .es de suponerse, no compren-
dían el discurso que escuchaban. El "Requerimiento" o intimada-
ción a los .nativos, contenía varios artículos:
- En el primero se presentaba al conquistador o gobernador,
enviado por el rey o al reina de España , "domador de g entes bár-
baras". Acto seguido se invocaba a "Dios Nuestro Señor, uno é
trino", el cual había determinado "que los hombres { •.• ) se di-
vidiesen por muchos reynos y provincias".
- En el segundo se informaba que de todas estas gentes, "Dios
Nuestro Señor" había elegido a San Pedro para que "fuese príncipe
señor é superior", a quien todo el género humano debía obedecer.
- En el tercero se afirmaba que el elegido residía en Roma,
pero que se le permitía estar en cualquier parte del mundo, "é
juzgaré gobernará todas las gentes": cristianos, musulmanes,
judíos, paganos o de cualquier secta o creencia.
- En el cuarto se precisaba que el elegido recibía el nombre
de "Papa, que quiere de.;ir Admirable", padre mayor y protector
de todos los hombres.
- En el quinto se anunciaba que uno de los Pontífices o Papas
anteriores había dado toda la "Tierra Firme e islas del mar Océa-
no" a los reyes de España y a sus sucesores para que los goberna-
sen y administrasen. Que los reyes habían delegado este poder en
hombres y religiosos para que "les predicasen é enseñassen nues-
tra santa fée cathólica a todos ellos (los indígenas) de su libre
é agradable voluntad( .. . )".
-En el sexto se instaba a los indígenas a r econocer "á la Igle-
sia por señora é superiora del universo", "al Sumo Pontífice,
llamado Papa, en su nombre, é al Rey é la Reyna ( ... ) como seño-
- 23 -
-,1
J
J
resé superiores ( ... ) destas islas é Tierra-Firme ( ... )".
_ En el séptimo se prometía a los nativos que aceptaran este "Re-
querimiento", toda clase de privilegios y "muchas mercedes" por
parte de los conquistadores y religiosos, enviados por los reyes
de la Península.
-En el octavo, finalmente, se amenazaba a los indígenas con
tod~ clase de males y desgracias que les ocasionaría el no obede-
cer a lo anteriormente indicado: "é vos haré guerra por 'todas
partes é maneras que yo pudiere, é vos jubjectaré al yugo é obe-·
dien9ia de la Iglesia é á Sus Alte;as, é tomaré vuestras personas
é vuestras mujeres é hijos, é les haré esclavos, é como tales los
venderé, é dispondré dellos como Sus Alte~as mandaren; é vos to-
maré vuestros bienes, é vos haré todos los males é daños que pu-
diere, como a vasallos que no obedes;en ni quieren res;ibir su
señor, é le resisten é contradi;en ( •.• )". De esta manera se ofi-
cilizaban el engaño,la mentira, el robo, el pillaje, las viola-
ciones, la esclavitud y las masacres de centenares de miles de
amerindios. En una palabra, se desconocía la identidad de todo un
pueblo basada en sus adquisiciones materiales y espirituales:
tierras, técnicas de cultivo -y conservación, maestría en ingenie-
ría y arquitectura, conocimientos de astronomía y medicina tradi-
cional, costumbres, religión, mitos y leyendas. De un solo golpe
se quiso arrancar]la memoria y arrebatar la historia a los pueblos
aborígenes.
Se inicia entonces una larga y dolorosa cadena de humillacio-
nes y desastres, pero también de luchas incesantes y de actos he-
róicos, los cuales impidi~ron la desaparición completa de los pue
blos v~ncidos. Se organiza la : resist~ncia¡ ~p~rfetcionando estra-
tegias diversas: guerrillas, alianzas y tratados de paz. El sis-
tema económico tairona permitió, al principio, una producción a-
grícola diversificada, la conservación de excedentes alimenticios
y de manutención, gracias a los que se mantuvo un precario acuer-
do con los invasores. Los españoles recibían cierta cantidad de
- 24 -
víveres a cambio de que respetaran la vida, bienes y tradiciones
indígenas. Sería un error interpretaresta ~actitud como debilidad
de los nativos. Al contrario, era una inteligente estrategia de
resistencia. Los Taironas conocían perfectamente la superioridad
militar de los blancos, como los estragos materiales que podían
provocar. Por este medio, los Taironas esperaban conocer mejor y
apropiarse del saber militar de los conquistadores, para combatir
los más eficazmente. Sin embargo, la aparente docilidad sa trans-
formaba en rebelión abierta cuando los europeos arrasaban campos
y poblados, o irrespetaban a las autoridades y tradiciones secu-.
lares.
A todo lo largo del siglo XVI, la repulsa indígena fue unáni~ '-
me. En 1.529 el gobernador García de Lerma explora el territorio
en busca de oro, dominando sin mayor obstáculo Bonda, Buritaca,
Abaringua, Bolingua, Valle Hermoso y Coto. Envalentonado por las
conquistas, García de Lerma se apresura a establecer encomiendas,
nombrando para dirigirlas a sus capitanes de confianza. La suble-
vación indígena no se hizo esperar. En Pocigueica, el Valle Tai-
rona y el Valle del Loto las fuerzas españolas sufrieron estruen-
dosas derrotas.
A partir de 1.550, Pedro de Ursúa y Luis Manjarrés rivaliza-
ron en crueldad y barbarie frente a los indios. Manjarrés ordenó
la construcción de una fortaleza en Bonda para defenderse de la
pob1aciÓn·indÓmita y decretó, por primera vez, el destierro a Mé-
jico de los cabecillas rebeldes, lo cual desencadenó nuevas re-
vueltas indígenas. En 1.572, los caciques Coendo, Macaroma y Xebo
obtuvieron resonantes victorias frente a los invasores, especial-
mente en al toma del fortín de Bonda, donde los nativos se apode-
raron de abundante pertrecho militar. El manejo d~ las armas de
fuego ya no era un secreto para los Taironas. El cacique Xebo,
quien sería más tarde capturado y torturado, declaró antes de ser
ejecutado, q ue había dado muerte a más de sesenta soldados espa-
ñoles.
- 25 -
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Fuente: Gerardo Reichel-D:>lmatoff, Datos histórieo:
culturales scbre las tribJ.s de la antigua
Gobemacién de Santa Marta. Bogotá, 1951
- 26 -
En los Últimos años del siglo XVI, las poblaciones costeras y
de La Sierra se habían sublevado: Masinga, Masinguilla, Zaca, Ma-
mazaca, Retama, Mendiguaca, Tairama, Buritaca, Tairona, Tairona~=
ca, Maroma, Guachaca, Chonea, Nahuanje, Cinto, Gairaca, Mamatoco,
Ciénaga, DÚrsino, Durama, Origua, Dibocaca, Daona, Masaca, Chen-
gue, Sacasa, Daodama, Guarinea, Cominea, Choquenca, Masanga y
Mauracatama se preparaban para la guerra. Bajo las Órdenes del
cacique de Jeriboca, llamado Cuc~acique , se iniciaron los prepa-
rativos para el asalto final de Santa Marta, sede de las autori-
dades españolas: se cerraron los pasos y caminos que conducían a ·
la ciudad, se sembraron considerables extensiones de maíz, en
previsión de un asedio prolongado; se celebraron ritos, bailes,
concejos y sesiones adivinatorias con los neamas en espera de
presagios favorables y protección de sus di~se~. Se alistaron las
mazas, hachas y proyectiles de piedra, los dardos envenenados y
las flechas incendiarias, los escudos de algodón y las armas de
· fuego disponibles.
El 23 de junio de 1.599, en vísperas de la fiesta de .San Juan,
todo estaba listo para el asalto final, cuando un indígena de Je-
riboca traicionó a sus propios hermanos, revelando a un cura doc-
trinero los planes de Cuchacique. Al día siguiente los rebeldes
entraban al pueblo d~ Chengue, matando al cura doctrinero, al ca-
pitán y a dos españoles. En la Ramada asesinaron al cura doctri-
nero. En otros pueblos pusieron fuera de combate a más de treinta
españoles, oficiales y religiosos.
En Santa Marta, los jefes militares españoles solicitaron y
obtuvieron inmediatamente. refuerzos de Cartagena, Valledupar, Se-
villa, córdoba, RÍohacha. Y ocurrió que mientras las fuerzas in-
vasoras se organizaban sólidamente, el cacique Cuchacique cometió
un grave error al nombrar a su hijo Dioena jefe de la guerra,
sembrando el descontento entre los indígenas de Bonda que recla-
maban ese honor. Por otra parte, setenta y cinco años de pillajes
y guerras sangrientas, habían debilitado a los pueblos indígenas
confederados. Trágicamente, en el momento supremo, los nativos se
- 27 -
J
pre s entaban desunidos a nte el e nemigo. A pesar de la encarnizada
resistencia indígena, los capitanes del gobe rnador Juan Guiral
Velón asestaban mortales go lpes a los i nsurrectos. Durante tres
meses, las tropas españolas ocuparon y saquearon sistemáticamente
pueblo s nativos, incendiaron los sembrado s de maíz, violaron y
ahorcaron a cuanto indígena podían . A los fugiti vos se los caza-
ba con perros y les arrancaban labios y orejas. Nada detuvo la
barbarie conquistadora: Cuchacique murió arrastrado a la cola de
dos potros cerreros. Después mutilaron su cuerpo y e xhibieron en
jaulas la cabeza y los miembros, en diferentes lugares, para que .
su muerte sir~iera de castigo y escarnio a l os insumisos.
Quienes sobrevivieron al desastre, se refugiaron en los luga-
res más escarpados de La Sierra Nevada. Dispersos y disminuídos
por el hambre, las enfermedades, la tristeza y la desesperación,
v, los Taironas se extinguieron poco a poco, en medio de la indife-
rencia y el olvido. Así desap:ara:i6 una de las culturas amerindias
más prestigiosas de Colombia y del continente. El escritor uru-
guayo Eduardo Gale~no, ha trazado magistralmente, en sentidas lí-
neas, la hecatombe tairona:
1600 Santa Marta. Ellos tenían una patria.
El fuego demora en arder. Qué lento arde.
Ruidos de hierro, ambular de armaduras. El asalto a Santa Marta
ha fracasado y el gobernador ha dictado sentencia de arrasamien-
to. Armas y soldados han llegado desde cartagena en el rocrnento
preciso y los tairona, desangrados por tantos años de tributos
y esclavitudes, se desparraman en derrota.
Exterminio por el fuego. Arden las poblaciones y las plantacio-
nes, los maizales y los algodonales, los campos de yuca y papas,
las arboledas de frutales. Arden los regadíos y las sementeras
que alegraban la vista y daban de caner, los campos de labranza
donde los tairona hacían el aIOC>r a p.léno día, porque nacen cie-
gos los niños hechos en la oscuridad.
¿cuántos mundos iluminan estos incendios? El que estaba y se
# 1 #
veia, e que estaba y no se veia•••
Cesterrados al cabo de setenta y cinco años de revueltas, los
tairon.3: huyen por las rrontañas hacia los áridos y lejanos rinco-
nes, donde no hay pescado ni maíz. Hacia allá los expulsan, sie-
rra arriba, para arrancarles la tierra y la memoria: para que
allá lejos se aíslen y olviden, en la soledad,los cantos de ·:
cuando estaban juntos, federación de pueblos libres, y eran po-
derosos y vestían mantos de colorido algodón y collares de-oro
- 28 -
y piedras fulgurantes: para que nunca más ra.~erden que sus
abuelos fueron jaguares.
A las espaldas, dejan ruinas y sepulturas.
Sopla el viento, soplan las almas en pena, y el fuego se ale-
ha bailando.
· En el transcurso de los siglos XVII y XVIII no disminuyó la
agresión de la cultura dominante contra los pueblos indígenas so-
brevivientes. En el riguroso estudio ''Contactos y cambios ·cultu~-'
rales en la Sierra Nevada de Santa Marta", el ya citado Reichel-
Dolmatoff desempolva una carta del Obispo de Santa Marta, del año. . .
1.628, en la cual se revela la explotación qué ·sufrían los nati-
vos por los encomenderos, durante los últimos 20 años. Se afirma-
ba que de·lcs seis mil encomendados, vecinos de Santa Marta, ya
no quedaban sino seiscientos. Antes, · los -varones de 16 a 60 años
pagaban 48 reales como tributo anual; ahora debían pagar 96 rea-
les, sin exclusión de edad. Debían trabajar al encomendero todos
los días no festivos; les pagaban un real por jornada, pero se
les descontaba por cualquiér demora; en tales condiciones, no
disponían ni de tiempo ni de medios materiales para atender sus
labranzas, de las que se sustentaban sus familias. Se obligaba a
los indígenas a llevar herramientas propias. En tiempos de siem-
bra y limpia de las sementeras, tenían que llevar a sus mujeres,
sin tener derecho a salario ni alimentación. Se les hacía trans-
portar las cosechas hasta el depósito, muchas veces situado a una
legua de la labranza. Los forzaban a cortar el palo brasil y a
bajarlo a · cuestas hasta el llano. De día y de noche, lloviese o
tronase tenían que llevar los caballos a grandes distancias, sin
que los nativos recibieran pago ni víveres. Antes, los vecinos
del pueblo se turnaban para la pesca y para repartir el producto
obtenido; ahora los obligaban a que llevasen pescado a los espa-
ñoles todos los días. Los encomenderos con sus mayordomos y fami-
liares se instalaban en los pueblos, viviendo a expensas de los
indígenas. También se daba el caso que cuando moría un cacique o
persona importante y no dejaba herederos, el encomendero se apro-
piaba de la poca hacienda que dejaba. La remuneración del cura
doctrinero tenían que pagarla los indios y no los encomenderos.
- 29 -
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Estos llevaban a sus casas a jóvenes i ndígenas de ambos sexos pa-
ra el servicio doméstico, sin ni nguna r emuneración ni cuidados,
hasta que morían. Los artesanos de la pita o la cabuya, varones y
hembras, debían trabajar sin pagarlos ni alimentarlos; si se demo-
raban en t~rminar la obra, los azotaban y golpeaban, así que los
que no se morían de hambre, huían a los montes o se ahorcaban de
desesperación. El ganado de los encomenderos que pastaba en los
pueblos, se comía y destruía las e scasas labranzas, sin que los
nativos pudieran protestar.
Tal era la suerte de los pueblos indígenas de La Sierra Nevada
de Santa Marta, por obra y gracia de la "civilización cristiana",
traída. de España e impuesta violentamente.
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5 * HEREDEROS Y CONTINUADORES DE LA TRADICION
Mediante estudios comparativos de arqueología, etnología y
lingüística, se ha demostrado fehacientemente que .ios.-Koguis: son
/ 1 los descendientes directos y los continuadores de la cultura tai-
rona. La arquitectura y la ingeniería líticas; las habitaciones y
los centros ceremoniales; las terrazas, las calzadas, los caminos
y los puentes¡ la cerámica tradicional, los adornos y las másca-
ras rituales de Taironas y Koguis, presentan una extraaordinaria
continuidad. Lo mismo se puede observar en la organización social
y política por clanes o castas, las fiestas, tradiciones, mitos y
leyendas que conforman la visión religiosa d e l mundo de unos y
otros. Se h~n examinado u nas 400 palabra s entre t óp6n1mos ·: (nom-
bres de lugares), antr6ponim6s (nombres de personas) y otros
vocablos que revelan el parentesco evidente entre la lengua téi-
juna (tairona) y la lengua kogui. Para citar un ejempl?, la pala-
bra coca se decía en tairona hayo; el mismo término continúan em-
pleándolo Koguis y Arhuacos.
El máma continúa representando el cordón umbilical entre el
pasado y el presente. El es garantía de futuro. El máma encarna
el elemento unificador, constituye la columna vertebral del pue-
blo Kogui. El máma, que en lengua nativa significa "abuelo", re-
presenta la máxima autoridad de la comunidad, tanto política como
espiritualmente. Después de prolongados estudios y severísimas
pruebas, ' el máma está en capacidad de conocer los secretos de La
Sierra, la historia de los antepasados y los acontecimientos más
inmediatos del país y del mundo . Interpreta el movimiento de las
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v i
estrellas y el comportamiento de los animales; conoce los poderes
de las plantas, la fuerza que se esconde en las aguas y las ro-
cas. A él se acude en tanto que guía y consejero, médico y horn-
bre de ju~ticia. En una palabra, el márna es la encarnación vi-
viente de la cultura de los pueblos indígenas de La Sierra Neva-
da. Entre ellos existe una rigurosa jerarquía, distinguiéndose
los rnámas mayores y _los mámas menores, según conozcan la histo-
ria de toda la comunidad o restrinjan sus actividades a bauti-
zos, matrimonios, ritos funerarios o danzas ceremoniales.
A través de un célebre caso, Reichel-Dolmatbff y Jaime Arocha
ilustran la función del máma kogui, en tanto que guardián, guía
y defensor de toda una cultura, función que se inscribe dentro
de las pura tradición de resistenc-ia y- lucha de los pueblos o-
riundos de La Sierra, por mantener su identidad. Aún se escucha
por los caminos de la Sierra el nombre del márna Ignacio. Después
d~ una iniciación ininterrumpida de 18 años, el rnáma Ignacio tu-
vo la oportunidad de manifestar su talento como líder pol!tico,
reformador perspicaz y voluntad de resistencia, frente a la
arrogancia del mundo "civilizado".
A la edad de tres meses, la criatura empezó a recibir una e-
ducación particular, impartida por su padre, el máma Javier.~úi-
gui del linaje kurcha cuyo animal totémico es el zorro, su atri-
buto mágico principal el cristal de roca y el derecho, corno lado
benéfico. Educación severa y desconcertante para la mentalidad
occidental. En ios primeros años debía dormir durante el día,
velar por la noche y controlar las secreciones fisiológicas. Su-
perada esta fase, el crío fue llevado a la casa ceremonial y
bautizado con el nombre de Ignacio. Sus allegados lo llamaban
"kuivi", "el ayunador", esto es, "el que no puede comer de todo".
Alimentos vedados por no pertenecer a la tradición: sal, banano,
plátano verde, caña de azúcar, cebolla, carne de_pollo· y ·de res.
En cambio le estaban permitidos: el maíz, la yuca, la malanga,
carne del monte, caracoles, gusanos blancos, sardinas y hongos
silvestres. Debía cumplir penitencias como hilar lana arrodilla-
l
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do durante las noches y soportar pesadas cargas con las manos
extendidas.
Ignacio aprendió la historia de los Antiguos y el téiju o len-
gua tairona para enseñarla a su pueblo. A los siete años recibió
las primeras insignias propias de su rango: túnica blanca amplia,
collares, brazaletes y otros objetos ceremoniales. A los nueve
años ya sabía marcarel ritmo de las danzas ceremoniales y tallar
las máscaras de madera. De niño, nunca se le permitió jugar, de-
bía cons~grar todo el tiempo al aprendizaje de La Ley de la Ma-
dre o Haba. A los diez años y después de prolongados ayunos sa- .
bía tejer sus propios vestidos y modelar la cerámica ritual. Se
inicia entonces la segunda etapa educativa, que duraría nueve
años. Cuando cumplió los diez, recibió el "poporo" o calabacito
para guardar la cal extraída de conchas marinas, con la cual se
mambean las hojas _tostadas. El "poporo" simboliza el útero de La
Madre, que debe acompañarlo hasta su muerte. Como se ordenó de
máma muy joven, y su padre, máma prestigioso aún vivía, decidió
viajar y conocer los mámas que dirigían los siete centros cere-
moniales del pueblo kogui.
Ignacio contaba apenas 35 años cuando murió su padre y mentor.
Consterñado por la negligencia en que había caído la tradición,
máma Ignacio asumió la dirección del centro ceremonial de Mama-
rongo, fundado en el siglo XIX, pero que se encontraba abandona-
do y casi en ruinas. Empieza entonces la obra de este máma excep-
cional. Ordenó la reconstrucción de Mamarongo, designando el em-
plazamiento de las casas ceremoniales y de cada habitación, pre-
vias sesiones divinatorias. Vigiló severamente el corte de los
árboles, a fin de proteger la flora. Rehabilitó la construcción
tradicional: casas redondas con muros de bahareque y techos pa-
jizos. Prohibió el empleo de todo material de construcción ex-
terno a la comunidad indígena corno alambre, puntillas y cerradu-
ras metálicas. El máma Ignacio organizó personalmente el al~ace-
namiento de los productos agrícolas y controló la distribución.
Para frenar la influencia blanca y mestiza, prohibió terminante-
mente el consumo de sal, carne, tabaco, cigarrillos y b~bidas
- 34 -
v i alcohólicas. Proscribió aprender el castellano.
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Para confundir a los blancos e impedir que entraran al autén-
tico Mamarongo, dirigió la construcción de un segundo Mamarongo,
ésta se reservó como centro social, en tanto que el antiguo se
mantuvo como emplazamiento ceremonial. Emprendió la reparación
de caminos, puentes y pozos, muchos de los cuales databan de la
época tairona. Se vedó a los Koguis visitar los pueblos y ciu-
dades colombianas y mantener contactos con mestizos y colonos.
Se preocupó igualmente por crear seminarios donde se instruyesen
.los futuros sacerdotes. Debido a la escasez de mujeres, aprobó
el matrimonio con hembras de otras castas e inclusive, de otros
pueblos indígenas vecinos. Quienes lo conocieron, recuerdan su
cuerpo alto, manos largas y expresivas, no excentas de teatrali-
dad. Era tal la autoridad que ir-radiaba el máma Ignacio, que to-
dos empezaron a vestirse c omo él: gorro cónico de algodón y man-
ta blanca, mochilas de lana. El mundo religioso adquirió presti-
g io, se recuperaron las tradiciones milenarias, se practicó con
orgullo la lengua materna. El márna Ignacio era respetado y temi -
do . Lo cierto es que con él renació la cultura kogui , transfor-
mándose en punto de referencia para l os otros pueblos indígenas
de La Sierra Nevada de Santa Marta.
La obra renovadora del máma Ignacio tropezó, sin embargo , con
obstáculos creados por el excesivo celo religioso: se descuida-
ron las actividades agrícolas, s ituación que provocó serias ham-
brunas. Entonces ordenó la fundación de Ulueiji, según normas de
cultivo adaptadas a las necesidades indígenas . Otros pueblos si-
guieron el ejemplo . Todo esto ocurría en 1.946. A principios de
l os años 50 , la situat ión se h abía normali zado . Pero con el
tiempo, la influencia exterior ha recuperado, poco a poco sus
derechos. En la actua lidad , l os Kogui sobreviven precariamente
en las faldas ásperas de l as montañas. A pesar de las circunstan
cias adversas de existencia , los Koguis gozan de indiscutible
prestigio moral, de bido al apego de sus tradiciones. Ello s co n-
tinúan guardando el mundo, desde los andes colombianos .
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6 * LA RESISTENCIA INDIGENA CONTINUA
El proceso de aculturación de los pueblos indígenas de ~a Sie-
rra Nevada de Santa Marta continúa y se intensifica a lo largo de
los siglos XIX y XX. Aculturación o "deculturación -según Moreno
Fraginals- es el proceso mediante el cual se opera el desarraigo
cultural de un grupo humano, con fines de explotación económica,
para facilitar el usufructo de las riquezas naturales del terri-
torio donde ese grupo humano se ha establecido, utilizándolo -ade~
más como mano de obra barata, no calificada. El proceso de decul-
turación es inherente a toda forma de explotación colonial o neo-
colonial".
/ Para los Ikas o Arhuacos -como para los otros pueblos indíge-
nas de La Sierra-, el fenómeno de deculturación ha operado bajo
la presión de tres hechos principales. Primero, debido a la tem-
prana presencia de los misioneros, quienes desde los albores del
siglo XVI fundaron capillas y enseñaron la doctrina católica. Se-
gundo, por la influencia de blancos y mestizos que huían de las
cruentas guerras civiles en el siglo pasado, guerras entre cen-
tralistas y federalistas, entre conservadores y liberales. A lo
anterior debe agregarse una ola migratoria más reciente, provoca-
da por la violencia oficial que se extiende de 1.948 a 1.958. To-
dos ellos encontraron seguro y apacible refugio en estas aparta-
das comarcas. Tercero, la ininterrumpida migración de campesinos
sin tierra, colonos que se han establecido poco a poco en los te-
rritorios indígenas de La Sierra Nevada. Nos limitaremos a esbo-
zar aquí la deculturación por influencia religiosa.
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En la primera mitad del siglo XVI, el capitán español Luis Ta-
pias fundó San Sebastián de Rábago, probablemente en el actual
emplazamiento de San Sebastián . Dós ~iglos más tarde, coloniza-
ción y evangelización se habían implantado firmemente. En 1.787,
"el cura p~rroco de San Pedro y San Antonio -de la Ramada ~e Coto-
tama, proponía a su superior que los indios "Arguacos" de su mi-
sión, fuesen transladados a la costa de Dibulla y a las sabanas
del Volador, para "catequizarlos más fácilmente". La simple .for-
mulación de tal petición implicaba el desconocimiento total de
uno de los valores más profundos del indígena: el apego a la tie~
rra natal.
Más recienteme~te, a principios de este siglo, los mamas y ca-
bildos de San ·Sebastián de Rábago, preocupados por los estragos
materiales ocasionados por los comerciantes blancos y mestizos
que engañaban verg;nzosamente a los indígenas, 11
( ••• ) todos eran
monopolizadores, estafadores, explotadores, engañadores, especu-
ladores y amenazaban al indígena atemorizándolo e intimidándolo
en todo sentido, y con todos cometían sus abusos sin ninguna con-
sideración, no pagándoles sus animales o productos de acuerdo al
precio legal, como debía ser( .•. )", según denunciaba Vivencia To-
rres Márquez, las autoridades indígenas decidieron enviar una de-
legación de seis miembros, encabezada por Juan Bautista Villafaña
para que plantearan la situación ante el Presidente de la repú-
blica y solicitaran su ayuda. Corría el año de 1 . 916. Los delega-
dos, después de un penoso viaje de tres meses, se expresaron de
esta manera ante el Presidente de la república:
"Así pues que la venida de mi [nuestro] viaje a Bogotá es con el de-
seo de pedirle un maestro particular(c~vil], pero que .sea .técru.oo;
y con una Ley de IndÍgena y de ñapa una bandera también para que e-
duque y enseñe bien esa ley, que enseñe bien la lengua española y
que nuestros hijos e hijas aprendan a conocer las letras, que sepan
canprerrler el dÍa de mañana y cuando hagan algunas ventas de lo que
tengan o de sus prcrluctos con los vallenatos y provincianos civili-
zados no se dejen engañar ni robar. Y que les inculque y les instru-
ya para que sepan darse cuenta de las ventas y las o:.mpras que µie-
dan hacer.
Pero que lleven los vestidos de nuestra costumbre, es decir las cor-
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chas o m:mtas y sin cortarles pelo o cabello y que dure el maestro
enseñando por tm espacio de seis aix:>s. Así sería tiem¡x, suficiente
para aprender, nuestros hijos e hijas, para que piedan salir en
ciertos empleos y piedan tanar cargos, posesionarse y sentarse en
las sillas de su trono".
El Presidente José Vicente Concha prometió responder favora-
blemente al pedido .de los Arhuacos y éstos, satisfechos, empren-
dieron el viaje de regreso al~ comunidad. Desafortunadamente,
la satisfacción no les duró mucho tiempo. Meses más tarde, llega-
ron a San Sebastián los institutores solicitados, pero no eran
civiles sino dos misioneros capuchinos españoles, el padre Pas- =
tor y Fray Esteban, delegados pro el "Ilustrísimo Sr. Obispo de
la ciudad de RÍohacha Fray Antonio Vicente Soler y Royo de Cita-
rizo, Vicario Apostólico de la Sierra Nevada y Motilones y de:ia
península de la Guajira". La presencia de los dos capuchinos sus-
citó vivos temores entre los nativos. Vivencio Torres Márque~-
recuerda:
"Al memento en que los vieron los ind.Ígenas que estaban presentes,
los miraron mal, porque ellos pensaron que esas gentes se vestían
con vestidos negros, no son personas de buena condición, ni de buen
trato, ni conscientes, ni estimables, ni amables. Porque los ind.Íge-
nas que vivieron en otro tiempo nos dijeron que esa gente habían si-
do nuestros enemigos, porque no gustaban ver las trirus de los ,n--
dios, ni tampoco les convenía que hubiera mam:>s, sacerdotes o caci-
ques, médicos o doctores, sino que sólo ellos querían existir y so-
lamente ellos y no nosotros.
Desde ese tiemp::> se pusieron a privarnos de nuestras Leyes Primiti~
vas y de nuestra legítima religión, costumbres, fe y creencias de
nuestra cultura y de nuestras Ciencias CCultas y Tradicionales. Y
_por esa misma razón era que los tenían caro sus enemigas y, al
mirar esa gente, sino más bien creían ellos que p:drían ser unos
animales feroces, canparándolos así con tigres enfurecidos, o
bien panteras negras que llevan sus pieles negras y que están con
ganas de devoramos y tragarnos vivos".
No en vano los indígenas mantienen viva la tradición oral.
Muchos se indignaron y aseguraron que los religiosos catalanes
eran indignos de establecerse en las tierras sagradas de La Sie-
rra Nevada de Santa Marta. A pesar de la desconfianza generali-
zada, amortiguada por las intervenciones de dos políticps libe-
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-/
rales de Pueblo Viejo (hoy Pueblo Bello), Cesar y Rafael Mestre,
que se decían "amigos y defensores de los indígenas", y sobre to-
do, para respetar el compromiso adquirido con el Presidente de
la república, los Arhuacos 9ecidieron aceptar a los religiosos
por seis años. Al principio, todo transcurrió normalmente, segu-
ramente por la constante vigilancia de los nativos. Vivencia To-
rres Márquez testimonia:
"Así fueron cumpliendo cada uno sus obligaciones por una o dos se-
manas. Unos traían dos cargas de panela, otros dos cargas debas-
timento, otros dos arrobas de maíz, el otro una carga de carne se-
ca de res, otros llevaban una arroba de papas, a veces ovejas, car-
ne de cerdo, sal, etc. "
Hasta el día en que los capuchinos decidieron transladar los
alumnos a Pueblo Viejo (Pueblo Bello), donde la concentración de
blancos y- mest1zos era mayor, entre otras razones para escapar
al control de los . indígenas adultos de San Sebastián. A partir
de entonces, los capuchinos manifestaron abiertamente sus inten-
ciones: despojaron a niños y niñas de los vestidos tradicionales
para cambiarlos por "vestidos civilizados", suministrados por el
Obispo de RÍohacha; se cortó el cabello a los escolares y se pro
hibió el uso de la lengua indígena: "Cada palabra que nosotros
hablábamos en nuestra lengua era multada con diez centavos", re-
fiere Vicencio Tórres M. La escalada contra el pueblo arhuaco no
disminuyó. Más tarde crearon en San Sebastián un "orfelinato",
donde encerraban a los niños indígenas por la fuerza y contra la
voluntad de los padres:.....
"En el año 50 entré en el orfelinato de los capuchinos, orfelinato
que no era tal porque los niños teníamos pap.3 y mamá. A los cinco
años me metieron allí, salí a los 11. Mis padres ya habían salido
de la Misión con la mentalidad de que no había que enseñarnos la
lengua materna, el arhuaco. En el orfelinato se hizo notorio el he-
cho de que nos prohibían la lengua. Desde temprano en la mañana es-
tál::mc:s cuidando los animales, luego, a esa edad, teníamos también
que trabajar en la huerta. La canida que nos daban era caro para
tener fuerzas para seguir trabajando. Verdura, leche, huevos, car-
ne para ellos y a nosotros nos daban cualquier cosa, a veces has-
ta carne en mal estado", segÚn declaración del maestro indígena
Victor Sebastián Torres.
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En los archivos capuchinos de San Sebastián, se puede leer la
siguiente declaración que data de 1.918: "La labor del presente
año, en este centro es decisiva: vamos a recoger los niños en el
orfelinato, lo que supone un golpe mortal al salvajismo de estos
indígenas". En realidad, el proyecto de los capuchinos no se li-
mitaba a seis sino a veinte años (por lo menos), y comprendía los
siguientes objetivos:
1. Borrar de la memoria de los niños arhuacos sus origenes in-
dígenas, esto es, su pertenecia a clanes o tribus de La Sierra.
2. Separar a los niños de su contexto familiar y cultural,
transfiriéndolos a lugares alejados y extraños de los que habían
nacido y se habían criado.
3. Extirpar la lengua, las costumbres, las leyendas, los mitos
y las creencias religiosas del pueblo arhuaco.
4. Eliminar progresivamente a los ancianos de la comunidad,
separándolos de todo contacto con las nuevas generaciones. Se
llegó incluso, a la eliminación física, corno sucedió con el mama
Adolfo Torres.
5. Enganchar a los jóvenes en el servicio militar, como recur-
so para "civilizaflos't--:
6. Casar a los jóvens con mujeres forasteras o.extrañas -a la
cornunidad,para aniquilar la identidad indígena.
En otras palabras, se buscaba simple y llanamente destruir la
cultura arhuaca. Esta era, a grandes rasgos, la política etnoci-
da a~elantada por los misioneros capuchinos, en La Sierra Nevada
de Santa Marta. Para infortunio de los indígenas de nuestro país,
la política descrita no se limitaba a esta región. Al otro extre-
mo de Colombia, los indígenas del Putumayo sufrían la misma polí-
tica exterminadora, por obra de la misión capuchina, tal como lo
ha cqnsignado Víctor Daniel Bonilla Aragón en un vibrante y do-
cumentado libro, "Siervos de Dios y amos de Indios".
En vista de la acción devastadora y dec~lturizadora, emprendi-
da por los religiosos españoles, y ante las numerosas aunque in-
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fructuosas protestas dirigidas a las autoridades religiosas y ci-
viles, regionales y nacionales, los Arhuacos iniciaron el espino-
so y largo camino de la resistencia activa. He aquí las etapas
más sobresalientes:
* Ayunos y ritos de purificación. Según el pensamiento arhua-
co, toda desgracia física o moral: sequías, malas cosechas, muer-
te de personas o de animales, penas y enfermedades, 19. asocian
a la noción de "pecado", no en el sentido cristiano sino como re-
sultado del olvido, negligencia o irrespeto de Las Leyes o tradi-
.cienes de la comunidad. Frente al desastre que les amenazaba, se
imponía restablecer el orden y el equilibrio perdidos. En esta
perspectiva, tres delegados arhuacos solicitaron la ayuda de los
mámas koguis Manuel Barro y Vicente Daza, guardianes de Las Le-
yes ancestrales de La Sierra Nevada. Se iniciaron entonces pro- -
longados ayunos intercomunitarios, sesiones divinatorias y actos
expiatorios a sus dioses. La primera
tida, data de enero de 1.934!
acción de resistencia compa!
* Reflexión y análisis del pasado y del presente. Un año más
tarde, se efectuó un· segundo encuentro en Cherúa. Participaron
doce mámas koguis y arhuacos de Takina, Makotama, Seikaino, Caci-
quial, Palomino, Sulivaka, Rosario, San Francisco, Don Diego y
Mamarongo~ La asamblea estudió los problemas de Las Leyes Anti-
guas, se analizaron exhaustivamente las casi dos décadas de
"gran engaño" y se definió la estrategia que debía seguirse.
* Convocatoria del Primer Congreso Indígena. En 1.936 se in-
vitó a todos los indígenas de La Sierra a deliberar en··co~gFeso.
Se inicia aquí la lucha sistemática y organizada contra el despo-
tismo misionero. Lucha laboriosa, sembrada de escollos y altiba-
jos, que casi cuarenta años más tarde (el 17 de enero de 1.975), 1
el Comité educativo indígena logró cristalizar en la formulaciónl
de los diez puntos siguientes:
1) Defensa de la lengua: que sea utilizada y se elaboren car-
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tillas para enseñarla. 2)Que los niños aprendan a defender la
naturaleza. 3) Que también aprendan y tengan cariño por lastra-
diciones y respeten a los mamHs. Que sean éstos y no los misione-
ros quienes enseñen la religión a los niños. 4) Que en cada es-
cuela haya un profesor indígena . S)Que se nombren profesores in-
~ I dÍgenas donde todavía no se hayan nombrado. 6) Que el edifició
de la misión sea utilizado para instalar una escuela técnica,
que responda a las necesidadei de la comunidad. 7) Que sean des:
tituídos los profesores de mala conducta. 8) Que no se admitan
hijos de colonos en las escuelas, por la actitud de éstos frente
a los niños indígenas. 9) Crear un grupo viajero de profesores
para que enseñen técnicas agrícolas y ganaderas. 10) El pago de
los maestros debe ser supervisado por la comunidad.
* Proceso unitario. En 1.975 se afianzó la unidad de los tres
pueblos guardianes de La Sierra Nevada de Santa Marta. Los Koguis
y los Arsarios se solidarizaron activamente con la lucha empren-
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d1da por los Arhuacos. El proceso de un1f1cac1on se consolido en
el año de 1.983 con el nacimiento de la Confederación Indígena
Tairona {C.I.T.), cuyos objetivos básicos son los siguientes:
1. Fortalecer las relaciones sociales, materiales, políticas
y culturales entre las comunidades de La Sierra.
2. Acelerar los cultivos en las zonas próximas de los colonos,
para frenar su avance.
3. Estudiar las formas de producción tradicionales y preservar
los recursos naturales.
4. Impulsar el reconocimiento de los valores culturales de los
pueblos indígenas de La Sierra Nevada de Santa Marta {lengua, me-
dicina tradicional, leyendas, mitos y religión).
5. Recuperar, analizar y estudiar la historia indígena.
Como sus antepasados Taironas, los Arhuacos han demostrado du-
rante todo el siglo XX gran constancia y capacidad de resisten~.
cia, sentido de organización y espíritu de lucha, encaminadas a
preservar la identidad étnica y cultural. Al recorrer las páginas
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del periÓdigo UNIDAD INDIGENA, Órgano de la O.N:I.C.(Organiza-
ción nacional indígena colombiana), desde su fundación en 1.975
hasta el Último número aparecido en 1.989, se concluye que los
indígenas de La Sierra Nevada de Santa Marta han mantenido pa-
ciente y tozuda lucha contra los enemigos internos y externos a
la comunidad. Contra los institutos oficiales como INCORA (Insti-
tuto colombiano de reforma agraria), cuyas dilaciones y espíritu
burocrático, entorpecen y retardan el reconocimiento y legaliza-
ción de las tierras ancestrales. Contra el Departamento de Asun-
tos Indígenas, dirigido por funcionarios no siempre muy informa~
dos sobre -la realidad indígena, Departamento qJe con frecuencia
los descuida y desprecia. Contra los pol1ticos y terratenientes
de toda especie, quienes pretenden dividir para aprovechar las
tierras, el trabajo y los votos arhuacos. Contra el proyecto de
carretera lanzado por los colonos y mestizos! para explotar eco-
nómicamente y dominar a los indígenas. Contra la desinformación,
estimulada por Radio Sutatenza, empeñada en desacreditar las lu-
chas indígenas, calificando a los habitantes de La Sierra de
"sudversivos y enemigos del progreso". Contra los traficantes. de
marihuana y cocaína, sembradoresde miseria, corrupción y muerte,
como denuncian los nativos en mayo de 1. 9.82 : .,.
...,
"Actualmente las canunidades de la Sierra estamos enfrentados
con los mafiosós, los cuales vienen robando nuestros cultivos
de cóca, y al oponernos a estos atropellos han asesinado impu-
nemente a cinco ~eros y herido a cuatro más".
Contra los profanadores y saqueadores de tesoros ~arqueoiógico?.
Contra la ingerencia desvergonzada de sectas protestantes, sub-
vencionadas desde los Estados Unidos, algunas de ellas camufla-
das bajo apariencia humanitaria o científica, tal el Instituto
lingüístico de verano (I.L.V.), como Chad y Pat Senda! que ex-
plotaban a los indígenas económicamente a través de una tienda
establecida en Marnarongo; como Hug y Marty Tracy quienes impo-
nían el evangelio en Sabana del Jordán, destruyendo la religión
y la tradición indígenas; o aún Robert y Dottie Hoppe, los cua-
saqueaban las lagunas y esterilizaban a las mujeres en Pozo de
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Humo. Contra la implantación por CORELCA de hidroelécticas en
el macizo de La Sierra Nevada de Santa Marta, en oposición a la
voluntad de los mames y caciques, violando lugares sagrados.
Una lucha encarnizada y sin tregua, enorme, frente a enemigos
e intereses económicos y políticos muy poderosos.
* Una victoria memorable. El 7 de agosto de 1.982 constituye
una fecha histórica para todoi lo~ indígenas de La Sierra Neva-
da de Santa Marta. Después de una semana de discusiones, Los
Arhuacos obtuvieron la recuperación de los edificios y de las
tierras, arbitrariamente ocupados por los misioneros. Durante
dos semanas, día y noche, se mantuvo una barrera solidaria y
combativa a través de las montañas, ríos y caminos de La Sierra,
impidiendo todo contacto con los blancos del exterior (así fue-
sen autoridades religiosas, civiles y militares), con los misio-
neros capuchinos establecidos en San Sebastián. Durante dos se-
manas, día y noche, ininterrupidamente, los indígenas ocuparon
pacíficamente el orfelinato. Y mientras los líderes parlamenta-
ban con los religiosos, los indígenas celebraban sus ritos, dan-
zando y entonando sus cantos tradicionales, en medio de la ale-
gría y la dignidad recuperadas. Ante la inflexible determinación
de los nativos, los misioneros Capitularon. Se permi-tió-e-aton-
ces la entrada de un helicóptero, el cual condujo a los misione-
ros al mundo "civilizado". Concluían así, no seis sino••. sesen-
ta y seis años de presencia misionera. El Cabildo Gobernador de
enton~es, Bernado Alfare, sintetizó elocuentemente tantos años
de humillaciones:
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"Los misioneros nos han destruido las creencias y la tradición de
nuestros antepasados. Todo este carn¡;:o (la sabana de Nabusímake)
estaba en manos de los misioneros, ellos cogían toda la proouc-
ciÓn y nosotros trabajábarros gratis. Los mejores proouctos eran
para ellos y nosotros en el peor estado durante los años 30, 50
hasta el 82. Y durante más de sesenta años no hubo un solo indÍ-
gena profesional. Nos tenían caoo muñecos de juego. Hablaban de
la p:>breza y de la humildad y se enriquecían a oosta de nosotros.
Al niño que llegaba, e.oro a mí, le quitaban el traje, el pelo y
le prohibían hablar la lengua. Nos Q::lstigaban, nos daban fuete
si h.ahlboos en dialecto. Y no había educación de verdad, sino
solo trabajo".
- 45 -
../
En la actualidad, y no sin dificultades, los "Arhuacos co~ti-
núan luchando por organizarse autónomamente. Nuevos ·Y .constan-
tes desafíos debe afrontar este abnegado pueblo• .Por fortuna,
el espíritu de lucha no ha muerto. A partir del 7 de agosto de ·
.1.982 los Arhuacos ya no llaman a su capital San Seb~stián de
Rábago sino NABUSIMAKE, que en lengua ika quiere decir: •iel lu-. . .
gar por donde apareció el sol". Todo un símbolo de esperanza
para los pueblos indígenas de La Sierra Nevada de Santa Mar~a •
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7 * .MIRANDO HACIA EL FUTURO
Los pueblos andinos, como el Arhuaco, poseen una concepción
dualista del universo, esto es, se admite que el mundo obedece
a principios dobles como el sol y la luna, el día y la noche,
el cielo y la tierra, el hombre y la mujer, la alegría y la
tristeza, el bien y el mal, la vida y la muerte .•• Pero contra-
riamente a la visión maniqueísta del mundo que nos trajeron los
conquistadores europeos (esto es bueno, aquello es malo), los
indígenas consideran que no existen conflictos ni antagonismos
entre dich~s principios. Todos coexisten como las dos caras de
una misma realidad, así como no se pueden separar la palma del
dorso de la mano. El arte del saber vivir indígena consiste en
mantener una armonía constante, un equilibrio permanente entre
fuerzas diferentes pero no opuestas sino complementarias. Ahora
bien, el secreto mediante el cual la persona se siente en armo-
nía consigo mismo, con la comunidad y con el universo, se funda-
menta en el estricto cumplimiento de La Ley Indígena, que no
es otra cosa que el respeto de las tradiciones.
Este sentimiento de equilibrio y de serenidad recuperados,
de UNIDAD comunitaria, la pude percibir muy profundamente duran-
te mi primer viaje a La Sierra Nevada de Santa Marta, a media-
dos de 1.984. Reinaba por aquel entonces una atmósfera de legí-
timo orgullo, de optimismo en el porvenir. Con la derrota misio-
nera, los Arhuacos había adquirido conoienqia de su pote~ia
creadora. El equilibrio perdido durante seis largas dé~das, ha~
bia sido recruperado; la comunidad respiraba plenitud y bienes-
- .1A -
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tar. Pasados los tiempos de euforia, la vida cotidiana con su
larga cadena de urgencias materiales, la dura y empecinada rea-
lidad fue recuperando, poco a poco, sus derechos. Sesent~ y seis
años de estragos físicos y espirituales, asestados sin piedad
a todo un pueblo, no podían desvanecerse de la noche a la maña-
na. La memoria de varias generaciones permanecía intacta: Se im-
ponía entonces cicatrizar heridas, recuperar y dar vida a una
tr~dición negada durante tanto~ años, crear nuevas formas de or~
ganización interna, adecuar los servicios médicos a las inmen-
sas necesidades colectivas, poner a funcionar los centros esco- .
lares, recobrar las tierras usurpadas y por encima de todo, su-
perar la desconfianza creada entre los "indfgenas de manta" o se-
guidores fieles de la tradición y los "indígenas mestizados cul-
turalmente'.'- por.:_los _misioneros.
Deafío considerable ante el cual, unos prefirieron replegar-
se corno el caracol, otros regatearon esfuerzos y los más, se· li-
mitaron a esperar tiempos mejores. Más grave aún, empezaron a
revelarse manejos indelicados de ayudas económicas considerables
que provenían de particulares, del gobierno o de entidades in-
ternacionales, malos manejos promovidos por representantes poco
escrupulosos de la comunidad o que se hacían pasar por tales.
Una espesa nube de suspicacias amenazaba a la comunidad, la coe-
sión se mantenía precariamente. Tal fue la desconcertante impre-
sión durante mi segundo viaje a La Sierra Nevada de Santa Marta
en julio y agosto de 1 .·987. Por fortuna, dos años más tarde, no
obstante susbistir numerosos y delicados escollos internos, per-
cibí otra atmósfera, más alentadora.
Es cierto que las condiciones de salud Continúan siendo de-
plorables. Y los pocos recursos existentes, no se emplean ade~
cuadamente. En Sabana Crespo pude observar el destartalado dis-
pensario, cerrado, abandonado. La persona responsable, según
declaran los vecinos, "rara vez se presenta por aquí ••. y lo más
grave, impide el nombramiento de una enfermera, que tanto nece-
sitamos". Por la zona oriental se han presentado repetidos abu-
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sos de autoridad. lFalla · en el sistema de controlar a las auto-
ridades? lTemores de muchos usuarios que no se atreven a~oue~tie-
nar ciertas personas que disfrutan desde hace muchos años de
los beneficios dela función pública? La respuesta, a corto o
largo plazo, sólo puede darla la comunidad. A pesar de todo, el
clima de confianza se ha restablecido en gran parte, y las rela-
ciones entre "indígenas tradicionales" e II
indígenas .mestizadosII
han mejorado notablemente. Una nueva dinámica parece est?r en
marcha: el trabajo comunitario ha vuelto a renacer, un núcleo
apreciable de jóvenes se prepara seriamente y manifiesta deseos
de participar en la vida indígena, respetando las Leyes tradi- .
cionales; se están reemplazando viejos líderes y autoridades o-
portunistas por miembros que respondan más desinteresada y efi-
cazmente a las necesidades presentes, En fin, como lo confirma
el periódico UNIDAD INDIGENA en mayo de 1.989:
"En este memento, la canunidad está en proceso de bÚsqueda de al-
ternativas organizativas, pues lo i.mp::>rtante es ir creando meca-
nism::>s que puedan dar soluciones a los nuev.es~problemas~que~se
van presentando, además de lograr una mayor participación ccrnuni-
taria, tanto a nivel de decisiones a:m:> de acciones ante el go-
bierno y las organizaciones indÍgenas o no indÍgenas 11
•
Otro elemento decisivo en el futuro de la comunidad: LA_ TiE::.....
RRA. Vivencio Torres Márquez escribe:
"Este territorio de La Sierra Nevada es nuestro Resguardo indígena,
cuyos linderos o límites de la:..línea Di visora [La Línea Negra, ver
página 5], están marcados con señales en todos los lugares alrede-
dor de La Sierra Nevada de Santa Marta, por toda la planicie. Ellos
están rodeando los cuatro puntos cardinales( ••• ) También están se-
ñaladas las orillas con rrojones, los cuales están puestos en el c .en-
tro en que se divide el espacio de cada línea. Son unas marcas de
piedra, a::m::> !X)Stes".
En cuanto a los límites de los territo~ios indígenas de La
Sierra Nevada de Santa Marta, se reproduce el documento que
en i ~98~ ~e~procu~ara~M?auei Chaparro, por aquel entonc9s Ca-
bildo Central de la directiva de Nabusímake . Reza así el men-
cionado documento:
- 50 -
Estados Unidos de Colanbia - De que trata la Gaceta No. 197
DEL MAGCl.1LENA
Asamblea T..egislativa • -
~Y 155: Cediendo el Gobierno Nacional los territorios de T..a Sie-
rra Nevada y de ltbtilones a los Nativos.
Tal c:x:m::> sigue: Por el Norte de la Sierra Nevada, bañado por el
mar de las Antillas, tocando el pueblo de Dib.llla, hasta más arri-
ba del pueblo de Taganga.
Luego frente [a] las serranías de la ciudad de Santa Marta, es de-
cir del Oeste al SUroeste del territorio caro sigue los demás pun_.
tos.- Pozo Colorado, RÍo Frío, Ciénaga, Gaira, Uringueka, Tucurin-
ca, Guama.chito, r.Á)tal, T.,ucila, Sevilla, Guacamallal, Aracataca,
Fundación, Copey, Aguas Blancas, Valencia de Jesús, llegando al pie
del cerro Pintado.- En nuestro nanbre llamarros Tem1gungurus.- Y si-· ··
guiendo por el SUr está el cerro de las Tres Tetas que entre noso-
tros llamamos así: Ceikuirus, Mankuirua y QJmkuirus. ·
Siguiendo el cerro de Sabanita, de este punto hasta llegar al ce-
rro-ae las Minas y de ahí sigue en dirección por los cerros meno-
res hacia la cabecera de Valledupar. De ahí sigue en dirección pa-
ra arriba, pasando en las altiplanicies. hasta llegar al frente del
cerro de las Cuchillas, para seguir en dirección en el misrro pue-
blo de Dibulla. ·
Estos son los lÍmites que nos trazaron.
Esta copia es tara.da de una Gaceta que se encontró en unos archivos
viejos, la cual r evisamos y reformam::>s, de acuerdo a l os Marm:is de
que sí los recuerdan.
Es fiel copia del original.
En lo que concierne al t e rritorio arhua.co y según el censo
oficial adelantado entre 1.970-1.980, apenas habían sido lega-
lizadas en reserva 185.000 hectáreas, mediante la Resolución
113 de INCORA (4 de diciembre de 1.974) en Nabusímake, Donaphuí,
Pueblo Bello y Atánquez, en el De partamento del Cesar. Faltan
por regularizar jurídicamente las tierras indígenas d~ La Caj a,
San Pedro y Caracasaca en el Departamento de la Guajira, como
t a~bién las de Sa n Antonio, Serankua,
Departamento de l Magdalena.
y San Fr ancisco en el
La lucha continúa. En l os últi mos años, los indíge nas han l o-
grado importa nte s r ecupe racione s de tierras en Sabana-Cre spo,
El Reposo, Sabanalarga y Arigua ní, acciones que .han provoeado
inevi t a bles e nfre ntami e ntos con l os col onos . No fa l tan las c rí -
e .,
l
ticas en torno a la distribución de las tierras, adelantada de
manera anárquica, según unos; y no siempre de manera equitativa,
según otros. Sin embargo, lo que interesa subrayar es que el
proceso de recuperae±Óó~ de tierras está en marcha.
Es eñ e1-_·terreñe de ra:-,cuLTURA donde los Arhuaco han reliza-
do los progresos más notables y promisorios. Así lo confirman
las tres docenas de escuelas primarias que funcionan en las vein-
te parcialidades del Resguardo. En Nabusímake, el colegio mixto
de secundaria cuenta-.con unos 65 alumnos. En 1.989 se graduare~
los primeros bachilleres. No obstante el camino recorrido, la
situaci~n no es muy sati~factoria todavía, debido esencialmente
a la negligencia oficial. Se carece del material docente más
elemental: de~de tiza, lápices, cuadernos, libros de consulta,
bibliotecas y muebles adecuados. Maestros y. profesores trabajan
con las uñas. En medio de tan adversas circunstancias, se conti-
núa laborando, sin desmayo, abnegadamente.
Los programas oficiales, poco a poco se están adaptando a
las necesidades escolares e idiosincracia de La Sierra. Se está
capacitando a los maestros bilingüe~ del-nivel primario, gracias
al valioso concurso de USEMI (Unión de seglares misioneros), de
gran experiencia docente en el área indígena colombiana. En
1.976, los responsables de USEMI en esta zona, informaban sobre
el trabajo realizado: "Con la ayuda de muchos de los maestros y
otros miembros de la Comunidad hemos hecho dos cartillas bilin-
gües, ·estamos preparando un diccionario arhuaco-castellano y
continuamos en ' la preparación de más textos de estudio para los
alumnos y la Comunidad en general''. Y terminaban exhortando:
"Progresar no es copiar lo que otros hacen. El progreso indivi-
dual es un engaño. sólo progresamos cuando nos unimos a luchar
juntos por el bien co~ún. El que quiere progresar solo, atrope-
lla a los demás y se convierte en explotador".
Otro avance considerable en la misma dirección: se han dado
""' los primeros pasos en la elaboración de la gramática en lengua
,,
-../
/l arhuaca, condición imprescindible de cualquier educación bilin-
güe, digna de ese nombre. Signo prometedor al respecto: el pri-
mer lingüista de origen arhuaco, Rubiel Zalabata, se especializa
en París (Francia).Debe mencionarse igualmente, la Primera Sema-
na cultural indígena, celebrada en Nabusímake entre el 17 y el
22 de septiembre de 1.989, semana promovida por víctor Sebastián
Torres, Coordinador de Educación del Resguardo. Las muestras de
tradición oral, historia, música, bailes y artesanado demuestran
claramente que la cultura arhuaca se encuentra en proceso de
florecimiento y renovada creatividad. Hay que destacar aquí un
hecho capital: todas las actividades escolares y manifestacio-
nes culturales emprendidas por la Comunidad, se adelantan bajo
la orientación espiritual de los Mamas. De esta manera la tradi~ - -
ciÓn, el pasado indígena · se afianza en ~-1 pre~ent~, lo cual es
garantía de un futuro más risueño para el pueblo arhuaco.
UNIDAD en el pensamiento y en la acción; recuperación de los
territorios, de la TIERRA de los mayores, de los antepasados;
rescate, ~afirmación de los valores nativos, o sea la CULTURA,
he aquí las etapas, los requisitos indispensables para llegar a
la necesaria y anhelada AUTONOMIA. ¿Qué se entiende por AUTONO-
MIA? En realidad no es otra cosa que el derechbo a gobernarse
por sus propias Leyes, con Leyes libremente establecidas por la
:~ comunidad indígena. Este objetivo supremo que engloba todos los
otros, implica:
1- La existencia de una Comunidad o grupo étnico, perfecta-
mente unido, tanto política corno administrativamente.
2- La Comunidad o grupo étnico debe poseer un territorio cla-
ramente definido.
3- A la Comunidad o grupo étnico así constituído, se le debe
reconocer jurídicamente su propia organización interna, lo cual
significa que el gobierno nacional respete : el gobierno local
que se han dado los indígenas; las · formas particulares de traba -
jo productivo; las normas de vida familiar y colectivo, como
- 53 -
....,
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L
la manera de ver y sentir el mundo, esto es, que se respete su
pensamiento religioso .
4- A cada Comunidad o grupo étnico se le debe reconocer la len-
gua indígena materna, la cual debe gozar de los mismos derechos
de la lengua nacional. Esta es una e x igencia fundamental, pues
como es sabido, sin lengua propia no existe cultura propia.
s~ La Comunidad o grupo étnico debe astimir la formatión y
capacitación de personal, líderes o cuadros especializados, con .
miras a garantizar la continuidad de:la cultura indígena, tanto
en el tiempo como en el espacio.
Todo lo anterior, y no es ocioso recordarlo, debe efectuarse
sin presiones externas a la Comunidad: ni económicas, ni políti-
cas, ni religiosas, ni científicas, ni de cualquier otra Índo-
le. sólo entonces podrá hablarse de verdadera AUTONOMIA.
- 54 -
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8 * VOCES Y CLAMORES INDIGENAS
El ardor y la perseverancia manifestados por los indígenas
de ta Sierra Nevada de Santa Marta durante siglos, la obstina-
da resistencia por mantener la identidad étnica y cultural, me-
recen respeto y concitan -admiración. Concluímos este apretado
recorrido etabehistórico por los caminos de La Sierra Nevada de
Santa Marta, ofreciendo una muestra, unos fragmentos de testi-
monios propios de sus habitantes. Al leer estas voces y clamores
indígenas, quizás podamos comprender mejor los pensamientos,
las preocupaciones y las arnbiciónes de estos pueblos de sabidu-
ría milenaria.
f: Cosmogonía
Los ·Kogi ven el Universo así: "El mundo tiene la forma de un
huevo muy grande, puesto con la punta hacia arriba. Dentro de
este huevo están las nueve tierras. Son corno grandes platos re-
dondos, el uno puesto sobre el otro. Nosotros vivimos en la tie-
rra ae· en medio, en Sennennúmayang. A ella siguen hacia arriba
Bunk~áneyumang, Alúnayurnang, Elnauyang y KoktÓmayang. Estas tie-
rras son buenas y se llaman Nyuí-mulang, tierras del sol. Hacia
abajo siguen Kaxtashinmayang, Kaxyúnomang, Munkuányumang y sé-
~u~rnang. Estas tierras son malas y se llaman séi-nulang. La
ultima tierra de arriba, es ·1a más pequeña y muy estrecha por es-
tar' tan cerca del techo dil murido.
Este huevo grande que es el universo, es muy pesado. Está
-puesto- sobre dos · largas ~igas y· cuitro:· ho~bres lo so~tiene~,-
dos parados en el Oeste y dos en el Este. Los del Este son Sin-
tána y Namsiku y los del Oeste son Nándu e Ibáui. Cada uno tie-
ne sobre un hombro un extremo de una viga, i'Debajo del mundo
hay agua. A flor de agua, flotando en la superficie, hay una
r:: ,: .
'
piedra muy grande, plana y bella. Sobre esta piedra está sen-
tada la Madre. Está desnuda. Ella da comida a los cuatro hom-
bres y les da agua y los cuida. Les soba los brazos, los hom-
bros y las espaldas para que no se cansen. Cuidar de estos
cuatro hombres para que no se cansen de sostener la tierra, es
todo lo que hace la Madre. De vez en cuando uno de los cuatro
hombres cambia la viga de un hombro al otro. Entonces la tierra
tiembla. Por eso es malo brincar, tirar piedras, hacer rodar
rocas en el monte o gritar duro. Por eso es malo que las muje-
res se muevan durante el coito. El mundo temblaría y podría
caerse de los hombros de los cuatro que los sostienen".
"Cada una de las nueve tierras tiene su Madre, su sol, su
luna sus: estrellas y en cada una de ellas vive gente. En la
tierra más alta viven los gigantes. En la tierra más baja viven
los enanos que se llaman Noanayómang. Su Madre es Hába NÚbia.
El sol de la tierra más alta se cambió hace mucho tiempo y fue
Sintána quien lo puso allí. Este sol vivía antes en KavikÚngui
y era muy malo. Le gustaba quemar la tierra. Entonces Sintána
lo cogió y lo puso en la tierra más alta. Pero desde entonces
el .~ol- n~ se ~~ev~ ~ siempre está .én el lugar: de . las 9 del~
mañana. Para que la gente supiera cuándo era día y cuándo era ·
noche, Sintána envió allí un pájaro que canta a la hora del
.amanecer".
(Fuente: Geraroo Reichel Dolmatoff, IDs Kogi., Taro I)
Sob~~ los astros, los Kogi dicen: "El sol es hombre con una más-
cara de oro. De ella salen rayos y estos rayos hacen que las
siembras nazcan y que todo crezca. El sol va sobre el cielo,
pero de su cara se ve . sólo el perfil, porque si la volteara del
todo hacia la tierra, ésta se quemaría; dos Mámas, Uldihué y
Huingelda, lo llevan en sus hombros. El sol es un Hijo de la
Madre. Como todo hombre está casado. Al sol le gustan las muje-
res. Primero cuando la Madre le dio la primera coca, el sol co-
habitó con Seldabauku y ésta lo persigue desde entonces. Luego
el ·sol se casó con el Sapo y cuando éste lo engañó con otros
hombres, se casó con la Culebra. Pero como ésta tampoco le sir-
vió, se casó por fin con la Luna. Seldabauku se enfureció y bo-
tó ceniza a la cara de la Luna. Entonces el Sol se casó con o-
tras mujeres, con el Jaguar Azul, con el Jaguar Grande, con el
Cangrejo, con el Alacrán y con otras. Un día un Máma malo cambió
al hijo del Sol Enduksáma en mujer y el Sol cohabitó con ella
sin saber que era su hijo. Todas las estrellas son mujeres o
niños del sol. Ellas van sobre la Vía Láctea cuando regresan a
su casa por la mañana. El Sol, la ~una y las Estrellas son una
familia muy grande y son muy buenos.

¡
l
~
El Sol vive en su casa y el cielo es su techo. Allí en esta
casa duerme. Nunca sale de ella, sólo va de una puerta a la otra.
Allá está sentado en su banquito y come coca. "Entonces se le-
vanta y, pasito, pasito, va a la puerta. Entonces amanece el
día. Así el Sol va siempre descansando. Coge su banquito y se
sienta y come coca. Entonces otra vez se levanta y camina y lue-
go se sienta y descansa otra vez. Así va nueve veces. Luego lle-
ga a la otra puerta; la cierra y anochece. Al mediodía, cuan90
el Sol descansa, Enduksáma le trae bollos de maíz y el Sol come.
A veces tiene rabia y quiere quemar la tierra. Así, cuando uno
va por el camino al sembrado, de día, de golpe todo se obscure-
ce. A veces está tostando hojas de coca . Entonces hace mucho ca-
lor en la tierra". ·
· (Fuente: Gerardo Reichel Ix>lmatoff, Los Kogi, Tano I)
La Creación, según los Kogi. "Primero estaba el mar. Tcdo estaba obscu-
ro. No había sol, ni luna, ni gente, ni animales, ni plantas. sólo el mar
estaba en todas partes. El mar era la Madre. Ella era agua y agua por to-
das partes y ella era río, laguna, quebrada y mar y así ella estaba en to-
das partes. Así, primero sólo estaba la Madre. Se llamaba G.3.ulchováng.
La Madre no era gente, ni nada, ni cosa alguna. Ella era alúna. Ella era
espíritu de lo que iba. a venir y ella era pensamiento y memoria. Así la Ma-
dre existió sólo en alúna, en el mundo más bajo, en la Última profundidad,
sola.
, Entonces cuando existió así la Madre, se formaron arriba. las tierras,
los nrundos, hasta arriba donde está hoy nuestro mundo. Eran nueve nrundos
y se formaron así: primro estaba la Madre y el agua y la noche. No había
amanecido aún. La Madre se llamaba entonces Se-ne-nuláng; también existía
un Padre 9l1:e se llamaba Katakéne-ne-mtl.áng. Ellos tenían un hijo que se
llamaba Búnkua-sé. Pero ellos no eran gente, ni nada, ni cosa alguna. Ellos
eran alúna. Eran espíritu y pensamiento. Eso fue el primer mundo, el primer
¡:uesto y el primer estante. [Se especifican después la fonnación de ocho· ·
nrundos].
(Fuente: Gerardo Reichel Ix>lmatoff, IDs Kogi, Tano II)
- 58 -
. -J
'
.,/
''La tierra -según los kogi- es ccmo un gran plato redondo. Nosotros vivi-
mos en la tierra de en medio y su centro es Cherúa que es el centro del uni-
verso. Allí nacieron los Kogi y desde allí p:,blaron la Sierra Nevada. Hacia
el Norte y el Noroeste se acaba la tierra y allÍ viven los shiméja, los Mu-
tilúni y los TumÚku. Más allá hay muchas montañas y allá está bukutá. Allá
también hay muchqs indios. Hacia el Oeste hay un '3IoI1 río y más allá está el
Fin del Mundo"
(Fuente: Geraroo Reichel Ix:>lmatoff, IDs Rogi, Tano I)
Creación de los vegetales y la canida, segÚn los Kogi. "Así fue 9(XTO ·~ -
formó el mundo. Caro nació Sintána; cano consiguió la Tierra Negra y cano
nacieron los Buenos y los Malos Márnas". l?ero no había canida tcdavía. sólo
había gente, hanbres y mujeres. Entonces NyÍueldue tanó una mujer y un han-
bre y con ellos hizo la canida. Taro la mujer y de su canilla hizo la yuca,
de su muslo el ñame, de sus brazos otra clase de ñame, de sus nanos otra cla-
se de yuca, de sus riñones la batata, de sus intestinos los fríjoles, de su
talón la papa, del dedo de su pie la rnalanga, de sus ojos el árbol totUITD,
de su saliva el algodón, de su pelo la coca, de sus senos la totuma, de su
cabeza el ñame de cabeza y de su vagina una fruta que ya no hay. Entonces
tanó al hanbre y de él hizo el maíz. De sus tejáua (testículos) hizo el ña-
me de bejuco. Entonces cogió los corazones de aml::os y de ellos hizo gente.
Así NyÍueldue hizo la canida y todos canieron y sembraron las semillas.
(Fuente: Gerardo Reichel Ix:>lmatoff, IDs Kogi, Tano II)
Los Kogi dicen: "Vivir es pensar. El que no piensa no vive y es ccmo una
persona muerta". Los niños pequeños aún no piensan y su vida es:aSÍ =SÓlo·:un
estado.vegetativo de a:xne.r y dormir, lo mismo cano la vida de los muy ancia-
nos. Por eso los ancianos se parecen tanto a los niños. Pero "el hanbre pien-
sa con corazón y cabeza". Así mide y pesa y p:,r fin sabe: así está bien y
así está mal. Teda la vida es pensar y nada más. "¿Qué varros a a:rner mañana?
lQué voy a hacer la semana entrante? lVoy a sembrar más yuca? lVoy a hacer
una casa nueva? Así piensa el hanbre y así piensa la mujer. Así uno vive en
alúna. Si uno vive fuera de alúna entonces uno es ccm::> un animal, ccm::> un
- 59 -
/
1
¡;:erro. Ha~ gentes que no piensan y que ¡::or eso no viven. Son nruertos y no
sii:ven. Solo cx:xnen y duennen pero rn viven. Los civilizados son así". Urx:>
piensa a::m corazón y cabeza. Es un solo Órgano, unido l=X)r una gruesa médu-
la blanca. Para "pensar bien", la cateza debe ap;-obar lo que piensa el co-
razón, pero hay nruchos que no piensan así. "Piensan sólo con el corazón
y tienen mala cabeza. Muchas mujeres tienen mala cateza".
(Fuente: Gerardo Reichel D::>lmatoff, Los Kogi, Taro I)
·~ Visión del mundo de los Arhtlacos: "•••Al principio de los tiempos
Kaku Serankua creó la tierra, la hizo fértil y la estimé cano esp)sa. Cua-
tro y cuatro hilos de oro que se entrecruzan y se a¡::oyan en los cuatro pun-
tos cardinales, sostienen el mundo; el cruce de estos hilos fonlla el cora-
zón del nrundo -que es La Sierra Nevada-·el cual está delimitado p)r La Lí-
nea Negra donde habita Kaku Serankua y vela PJr la creación. Así caro creó
el mundo, Kaku Serankua creó las aguas, que son a:mo las venas PJr las que
" corre la sangre de los hanbres, alimentando la ·tierra. Creó también las es-
trellas, el sol, la luna. Al crear los seres vivientes, dictó las Leyes a
tcx::l.os los hanbres••• " - - - -
(Fuente: YAVI-M.JRAL No 6 (marzo-abril, 1983) •
../ Creación del rmmdo y del hanbre, segÚn los Arhaucos: "Antes de la luz
y de los hanbres estaba Mama Seuktm el cual es el dios más importante. Te-
nía un canpañero llamado Kakliserankua. Este tenía unos secretarios que
fueren Kannenataba. y el M3ma Takinaka. Había otro secretario general que
le servía a los cuatro anteriores que fue kuan)runbit.ancya. Crearon prirrero
la tierra, plana; después los árboles y los animales, el agua, los ríos y
las lagunas• .De tí~ crearon al hanbre (en conjunto). Fueron hanbres co-
no ahora, se propagaron tanto que en el murrlo no cabían. Entonces canenza-
- ' 6.0·. _.•-'
¡
ron a hacerse daño entre ellos misrros y los dioses creadores invocaron el
agua••• los cerros se inundaron. sólo un cerro quedÓ: sin agua, el YuichÚ~
chu. Un hanbre y una mujer lograron salvarse. Junto con ellos quedaran: ani-
males y plantas. A partir de este par de hanbres se volvió a poblar la tie-
rra. los actuales ArhiJacos:·descendenos aún de ellos.
otra versión acerca de la creación del hanbre: "En un principio existían
dos henna.nos que eran Ma.mH Ñankwa y Ma.mH Serankwa. Un día en que celebraban
una gran fiesta tradicional se embriagaron tanto de chicha de maíz que sa-
lieran de pelea, la cual ganó Mam1:l Serankwa. Este le hinchó el-9jo--a ·su"·her-
ma.no, quien al verse ven::xio decidió marcharse y alejarse del lugar. Enton- .
ces se acordó de que una vaca se le había extraviado, entonces fue a ~car-
carla. Había caminado p::x::o cuando la serpiente a ..ku (crótalo del cascabel)
le picó en el pie derecho. Sin aliento y sin fuerza fue arrastrándose hasta
llegar a su casa. AllÍ su mujer estaba hirviendo agua en una tinaja deba.- :
rro. M3Im:l ·Ñankwa, desesperado de dolor, metió el pie en el agua hirviendo.
Y sucedió que ¡:or efecto del veneno, el pie se puso primero verde y luego
blanco transparente, pudiéndose admirar toda la estructura interna de la ·
pierna. M:mH Ñankwa fue desmayándose hasta caer al suelo. Y mientras esto
sucedÍa, de su pierna nacieron unos seres humanos muy pequeñitos, los cua-
les crecían con el contacto del aire y paraban de crecer cuando ·rroría- el
aire. Se dice que estos individuos, descendientes del Manru Ñankwa siguieron
viviendo un tiempo y ¡:oblando la tierra, y cuidando de ella a:::rro lo hacía
Mamli.·Ñankwa. También .MamH Serankwa antes de rrorir le dejó su sabiduría a
uno de los descendientes de Ñankwa. De esta rranera, todos gozaron de las
grandes riquezas heredadas en la Sierra Nevada.
(Informante: LenÍn Izquierdo,. 16 años, estudiante del So de bachillerato
del colegio de Nabusírnake. 14.VIII.89).
Origen de los "Blancos", según la tradición arhauca: "Vivieron hace mu-
cho tiempo una pareja de ikH (marido y mujer),extrernadamente ¡:obres que tra-
bajaban para los otros i.Ja:l. La pareja iba guardando en un calabazo pedaci-
tos de cernida de la que se alimentaran los demás hanbres. Con el tiempo, esa
cernida se p..idrió y de ahÍ nació una cucaracha, de la que nacieron otros cu-
carachas, las cuales andaban finalmente ¡:or todas partes. Eran tantas que
los iJrn decidieron matarlas a tedas, menos a una que tuvo suerte, p.ies se
había escomido en un hueguito del banco del kankal:a del Ma.mH SeukÚnkwin.
Este ordenó que no la mataran y que dejaran ese ej:6_!P}ar, pues esas cucara-
has eran muy raras. De ella, fornó una mujer. Esta mujer tuvo muchos hijos
que son los blancos, que se regaron ¡:or todas partes, cx::mo las cucarachas.
(Informante: LenÍn Izquierdo) .
I J
}
!
* Historia
"Nosotros hemos visto siempre que hay dos alumbradores: el
sol y la luna, que alumbran por iugal a todos los que vivimos
en el mundo. Pero hace siglos que el espafiol llegó, descono~ ~
ciendo el derecho de la comunidad y del indígena, diciendo que
él fue quien inventó la ley, el gobierno y que su religión y
sus costumbres son las buenas. Pero la verdad real debemos bus-
carla más hondo". ·
(Fuente: Liberato Crespo, Cabildo Gobernador. Medellín, 1 .974) •.
·"El gobierno nacional celebra el "Día de la Raza"
para COI1111E'IOC)rar la llegada del español.
Pero para el indÍgena colanbiano
este fue un m:mento de horror,
de desolación y de violencia.
Eso fue una atarraya que nos ha atarrayado
a tcx:1.os los indÍgenas por canpleto.
Fiesta de la raza,
fiesta de la destrucción,
fiesta de luto,
fiesta de derrotación,
fiesta de oscuridad,
¿es ésta una fiesta?"
(Indígena arhuaco en el III1Congreso de la_,ANUC_Asociación_nacional de
usuarios campesinos,- 1974h
"Nuestra historia, nuestra ciencia tradicional, nuestros Marros, nuestros
cabildos y canisarios, nuestra lengua, nuestra música del carrizo, el tam-
:tor y la maraca, nuestro territorio son irrespetados por los BJNAQITS (no
ind.Ígenas). Se olvida que sat0s los primeros pobladores y habitantes de es-
tas tierras".
(Fuente: Yavi-Mural No 6, marzo-abril, 1983)
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1990 pueblos indigenas de la sierra nevada de santa marta
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1990 pueblos indigenas de la sierra nevada de santa marta

  • 1. 1 ¡..... L Alfredo Correa L. PUEBLOS INDIGENAS DE LA SIERRA NEVADA DE SANTA MARTA PANORAMA ETNO-HISTORICO La Chaux-de-Fonds S U I Z A 1990
  • 2. l J I N D I C E D E M A T E R I A S 1 * Situación y características físicas p. 6 2 * Habitantes y condiciones de existencia P . 1 O 3 * Orígenes de los pueblos indígenas P • 1 7 4 * Etnocidio y decadencia de los indígenas p . 22 5 * Herederos y continuadores de la tradición P . 32 6 * La resistencia indígena continúa P. 37 7 * Mirando hacia el futuro P. 48 1 . 8 * Voces y clamores indígenas p . 55 BIBLIOGRAFIA CONSULTADA p. 65 J ~1 l J I ....
  • 3. 1 1 l 1 l 1: li "Y después de que [las Madres] terminaron de crear las planicies alrededor de los cuatro puntos car- dinales, ahí mismo crearon los picos nevados de la Sierra. De igual manera colocaron cimas por to- das partes, en medio de la cordillera. Estas?sefias quedaron como guardias de honor, representando tem- plos o iglesias y en ellas colocaron, a manera de un amo en cada una de las casas, un Mamo que vigi- lara ••• De manera, pues que( ••• ) estos picos nevados s9n como gente igual a nosotros. Son nuestros Padres. Pero no solamente nuestros Padres y nuestras Ma- dres sino también vuestros Padres y vuestras Ma- dres. Y el que es nuestro Dios también es vuestro Dios. Ellos se han internado dentro de la Serranía y [se] quedaron rodeando todos los puntos, conver- tidos en tesoros, que tienen la figura de una ima- gen s.emejante a nosotros, por toda eternJ.dad, con el fin de que nunca se acabe" Vivencio Torres Márquez I~dígena Arhuaco
  • 4. l UJIU hn d• bol, C1n1Sta. Rosa FUNDACIDN Cm• C,mpffuthe ... • .. 1 j luutxl ClfII hlcttniee load, Dihlla Cm0Jim,i11 Kaku Seránkua, Dios Creador La Línea Negra, demarca las comunidades Indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta. Fuente: William Torres e, revista Punto de Partida. U. Nal. No.6 Bogotá, 1985. - 5 - DIIUllA QuHrada ,.,..,. 1l',. l'irdn Colon• • 1 1 Cm• .W•ba INiw!vblal C.M ICl11M hll"llll VAllE OE UPAR
  • 5. }1 . J! 1 * SITUACION Y CARACTERISTICAS FISICAS La Sierra Nevada de Santa Marta constituye una de las regio- nes más singulares y hermosas de Colombia. Situada al Noreste, sobre la coita atlántica, La Sierra Nevada es el macizo de lito- ral más elevado del planeta,a . sólo 30 kilómetros del borde del mar. Las cumbres nevadas Bolívar y Colón, denoiinadas por los indígenas ChÚndua, se levantan majestuosas a 5.755 metros de al- tura. Conforman el macizo rocas jurásicas (terreno sedimentario), que oscilan entre 162 y 177 millones de años. De base triangular y volumen piramidal, La Sierra Nevada presenta tres caras: las que dan al Norte y al Occidente, ásperas, empinadas e inhospita- larias; la Suroriental, menos quebrada y de más fácil acceso. Políticamente, La Sierra se asienta en las jurisdicciones de los 1 v Departamentos del Magdalena, Cesar y la Guajira. Superficie: 16. 400 km~. Diversidad es ·sinónimo de riqueza, de complejidad •.. variedad y complejidad de climas, de vegetación, de animales, de hombres. Desde el niv el del mar hasta los 1.000 m de altura se extiende el cli~a caliente, con temperaturas que oscilan entre los 30 y los 24°C. En este espacio y en dirección ascendente, se pueden admirar el monte espinos~ de cardos, cactos, tunos y arbustos; los "bosques secos de marañones y almendros, guamos y palmas,· has- ta llegar a los bosques húmedos de ceibos, caracolíes, macondos, higuerones, guásimos y laureles. La zona ubicada entre los 1.000 y los 2.000 m corresponde al clima templado, con temperaturas que van de los 24 a los 18°C. Aquí predominan los bosques premontanos, húmedos y muy húmedos . e
  • 6. con su flora característica: nogales, guayacanes, aguacates, cám- bulos, helechos, platanillos, lianas y zarzamoras. Entre los 2.000 y los 3.000 m se levantan las montañas que forman barreras de condensación de las nubes. La temperatura fluctúa entre los 18 y los 12°C., lo cual nos indica que nos en- contramos en clima frío. Allí se sitúan los bosques húmedos mon- tanos cubiertos de espesa niebla, donde señorean los helechos gi- gantes, las palmeras enormes como la tagua, la chonta, el maguen- gue y la cola de caballo, amén de líquenes, musgos, orquídeas y árboles menores como el encenillo. De los 3. 000 a los 4. 000 m se hallan las zonas paramunas. A me- dida que se escala, la temperatura desciende: de 12 a 3°C. Pai- saje grisáceo, monótono, de rara vegetación, de trecho en trecho embellecido por conjuntos de frailejones de hojas afelpadas y flores amarillentas, tan característicos del bosque pluvial mon- tano. Nos encontramos en la región límite habitable, donde el caminante puede disfrutar de la austera hospitalidad indígena. Por entre los 4.000 y los 4.500 m se asoma enhiesto el páramo pluvial subandino, de . vegetación raquítica y enana, en medio de una paisaje arenoso, salpicado de lagunas de gran belleza, pro- . tegidas por peñascos graníticos impresionantes. La temperatura baja hasta los OºC. Se ha llegado a la tundra pluvial escarpada, 1nhóspita, majestuosa. Finalmente se alcanza la región de la nie- ve perenne, por encima de los 5.000 m de altura sobre el nivel del mar y una temperatura inferior a los OºC. En La Sierra Nevada de Santa Marta coexisten todos los pisos térmicos y todos los climas de nuestro planeta. Paralelamente a la vegetación, y desde el borde del mar hacia los picos nevados, se puede admirar una fauna no menos singular: cangrejos, langos- .tas, corales, estrellas de mar, arrecifes. Pájaros multicolores: colibríes, tijeretas, oropéndolas, gavilanes, buhos, carpinteros, pericos, sinsontes, loros, guacamayas y garzas. Continuando la ascensión, debe tenerse mucho cuidado con las serpientes veneno- - 7 - 1
  • 7. j sas: cascabeles, corales, raya equis, rabicandelas, boquidoradas, cuatro narices y mapanás. Los insectos pululan por miríadas. Tam- bién se contemplan monos colorados, araguatos y aulladores, ti- tíes blancos, zorros, venados y tigrillos. En cuanto a la fauna mayor, existen: dantas, ocelotes, marranos de monte, osos hormi- gueros y jaguares. Por encima de las cumbres nevadas, señorean solitarias, por desgracia cada vez menos, las águilas y los cón- dores andinos. - 8 -
  • 9. J 2 * HABITANTES Y CONDICIONES DE EXISTENCIA En el imponente marco natural descrito, conviven hoy cuatro comunidades indígenas, consideradas como las guardianas de La Sierra Nevada de Santa Marta. En la vertiente norte de empinadas laderas y quebrado terreno, residen los Koguis de la ca~ta Ká- ggaba, quienes junto con los Arsarios o Malayos constituyen los más celosos defensores de la tradición milenaria, reputación a- centuada por el escaso contacto mantenido con la sociedad nacio- nal. La comunidad Koguis-Arsarios ocupan unas 370.000 hectáreas a lo largo de los ríos Don Di~go, Palomino, San Miguel, Garavito, Ranchería, Guatapurí, Frío, Sevilla y Tucurinca. La población de estas dos comunidades se estima en ,unos 8.000 individuos. Los in- dígenas se encuentran diseminados en los poblados de San Francis- co, Mamarongo, Pueblito, Surlivaka, Cherrúa, San José, Marúama- ke y AvingÜe. La comunidad de los Sanká o Sanha, también denominados Guama- Kas, Marokaseros, Colorados o WiWa es un grupo disperso, no muy homogéneo , que apenas llegan a las 2.000 personas. En cuanto a comunidad indígena propiamente dicha, se hallan hoy en proceso de extinción.Habitan las márgenes surorientales del río Badillo. Los Sanká conviven con los Koguis en los poblados de San Francis- co, Cherrúa, Marnarongo y Surlivaka. La comunidad de los Kankuama, antecesores de los habitantes de Atanquez, aunque ha desaprecido igualmente en cuanto comuni- dad indígena y se halla profundamente integrada a la sociedad na- cional, siguen manteniendo algunos elementos de la tradición co- rno el "poporeo" o "masticaciónII de la coca o "hayo". Los .Últimos - 1O -
  • 10. representantes Kankuamas sobreviven en las márgenes de los ríos Ranchería y Badillo, o en la población de Aritama. ~ La comunidad de los Ikas, Ijcas, más conocidos como Arhuacos (también denominados BÍntukuas, Busitamas y Businkas), conforma el grupo más numeroso. La población se estima en unos 15.000 in- dígenas, distribuídos en cerca de 200.000 hectáreas ubicadas en la parte meridional de La Sierra Nevada de Santa Marta, entre los 1.000 y los 4.000 m de altura sobre el nivel del mar. Se han organizado en 20 parcialidades, correspondientes al Resguardo Ar- huaco, creado en 1.984. Los Ikas o Arhuacos se han esta blecido principalmente en las cabeceras de los ríos Aracataca, Piedras, Fundación, San Sebastián, Ariguaní y Donachuí. La capital del pueblo Arhuaco es Nabusímake, sin duda la población indígena más bella y pintoresca de Colombia. Por su localización, los Arhuacos o Ikas han sufrido muy di- rectamente las diversas olas migratorias de La Sierra, tanto del interior de la misma como del exterior. Tal circunstancia geográ- fica ha obligado esta comunidad a organizarse y defenderse para mantener el rico patrimonio cultural y afirmar su identidad indí- gena. Más adelante se tratará este asunto. Los actuales pueblos indígena s de La Sierra Nevada de Santa Marta se hallan hermanados por religión , lenguas, tradiciones , historia, luchas y esperanzas comunes. Las lenguas aglutinantes que aún se hablan en La Sierra -kogui, arsaria e ika- pertenecen a la· familia lingüística chibcha, la cual hunde sus raíces en la l engua maya de Mesoamérica. Las condiciones materiales de existencia se hallan determina- das por la Naturaleza: clima , cal i dad de las tierras , incluídos los fact ores humanos provocados por las relaciones intercomunita- rias y los contactos c or. la sociedad c o lombiana. Social y econó- micamente, la f amilia··nuclear, es decir la compuesta por dos es- posos y sus hijos, ocupa un lugar muy destacado . En cambio la fa- - 11 - 1 !
  • 11. - j i milia extensa, integrada por grupos de dos o más familias, unidas por vínculos de parentesco y residentes en una habitación común, ha perdido fuerza. Cada familia suele poseer dos y hasta tres parcelas : de tie- rra, en climas diferentes, a las que se desplazan regularmente, siguiendo el ritmo de las cosechas. Esta vida seminómada les ga- rantiza la subsistencia regular durante todo el año. En las pe- queñas parcelas, raramente sqbrepasan las dos o tres hectáre~s, los indígenas cultivan: papa, malanga, cebolla, plátano, maíz, yuca, caña de azúcar, aguacate, coca, tabaco, mango, maguey, pi- ñas y naranjas. Crían animales como cerdos , gallinas, cabras, o- vejas, carneros y vacunos. Aunque predomina la economía de sub- sistencia, en los Últimos años se ha incrementado el comercio con mestizos y blancos de los poblados y ciudades aledañas. Produc- tos comerciables: cebollas, aguacates, frutas, huevos, gallinas, ganado· vacuno y caballar. Las viviendas se adaptan al clima y a las necesidades fami- liares. En las tierras cálidas, no lejos de la costa, predominan las casas rectangulares abiertas. A guisa de paredes, utilizan troncos finos o cañas entrelazadas que sirven de soporte -a-1 techo de hojas de palmera (cola de caballo) . En las regiones templadas y paramunas, las habitaciones son más complejas y elaboradas . So- bre la tierra apisonada levantan las paredes de bahareque, rema- tadas por el techo de paja (ico). Las construcciones de forma rectangular y cuadrada han sufrido la inflaeactá nacional . En cambio las redondas conservan el sello tradicional indígena. To- das disponen de una sola entrada aunque sin ventanas, salvo en las zonas templadas y cálidas. Para proteger las moradas del ri- gor de los vientos y de las lluvias, en las regiones frías revis- ten las paredes exteriores con un muro de piedra de 80 cmde alto por 40 cm de ancho. Sobre este banco corrido en torno a la casa, se toma el sol, se reciben las visitas, se acumul3 la leña, se depositan las mochilas, calabazos y utensilios de labranza o se lo destina para dormitorio de perros y gallinas. - 12 -
  • 12. El interior de la habitación indígena de La Sierra Nevada de Santa Marta se caracteriza por la sobriedad. En el centro, a ras del suelo y frente a la puerta, tres grandes piedras marcan el emplazamiento del fogón. En torno a él, las mujeres cumplen buena parte de los trabajos domésticos cotidianos, mientras las niñas, guiadas por la madre o la abuela se familiariza con las activida- des hogareñas y aprenden las costumbres y usos comunitarios. En las zonas paramunas el fuego arde noche y día , constanteme~te . En el espacio lateral derecho, próximo a la entrada, se almacena la comida y ordenan los utensilios de cocina, para lo cual utili- zan "trojas" o estantes hechos de cañas o tablas, que aseguran contra la pared mediante bejucos, o sostienen con troncos fijados verticalmente. Al fondo, se cuelgan los vestidos de horquetas y garabatos o se guardan en rústicos baúles de madera. En el ~spa- cio lateral izquierdo, al fondo, se duerme, mientras la parte próxima a la salida, suele reservarse a lo social y al descanso. Los asientos tradicionales consisten en unos banquitos rectangu- lares o triangulares, confeccionados con troncos de guayabo,de unos 10 a 15 cm de alto por 20 a 30 cm de largo y unos 15 cm de ancho . En general los indígenas duermen en el suelo, sobre cueros de res, a veces cubiertos con ma ntas de lana, algodón o pieles de oveja. Otros descansan en hamacas o chinchorros , tejidos de a l godón o fique . Las personas mayores duermen con frecuencia en camas con armazón de madera, sobre la que se extiende sólidamente un cuero de res. El espacio de cada habitación abarca unos 25m 2 • Otros utensilios domésticos : calabazos y totumas se emplean como recipientes para el agua o la chicha. Con ellas se confec- cionan platos y cucharas. _Usan pilones de madera para pilar los granos. La comida para los animales la echan en bateas talladas en troncos, a veces de doble compartimiento. Antiguamen te se ela - boraban artísticas ollas de barro para cocinar los alimentos; hoy han sido r eempla zadas por rec ipientes metálicos. El plástico no cesa de invadir la cocina tradicional. Para pesar los granos y otros alimentos , los nativos se valen de una pesa tallada en tronco de guayabo. - 13 - ..
  • 13. ~ 1 J ¡L , Los husos, emblemas femen .inos(el poporo lo es para los hom- bres), se emplean para hilar. La carrumba, ingenioso instrumento de madera, especie de berbiquí de arco con disco volante, se uti- liza ción para entorchar el fique. El telar no indígena. Allí el hombre confecciona falta en cada habita- sus vestidos de lana. un pantalón que llega a una abertura en el cen- tro para la cabeza. La manta protege el .pecho, los hombros y la espalda. Se su~~taa la cintura con una faja de lana. Hasta hace algunos años, los hombres confeccionaban .los vestidos para las mujeres, mas éstas lo hacen hoy con una tela blanca de a~godón que compran en los pueblos mestizos. Entre los Arhuacos, el traje consiste en media pierna y una manta rectangular con Los varones tejen adem.13.s el "sichu" o saco de algodón, donde la madre carga al bebé, suspendido a la frente. También el "tutu- soma" o gorro cónico característico,que llevan los hombres. Las mujeres ~o se cubren nunca la cabeza. Tanto éstas como aquéllos se enorgullecen de sus largas y relucientes cabelleras,que cuidan con esmero. Los hombres y la mayoría de las mujeres van descal- zos. Algunos indios calzan espesas sandalias, elaboradas ~on_ _ trozos de llanta y tiras de cuero cerrero. Aquí también la in- fluencia del exterior es considerable: botas de caucho, zapatos v i de cuero y de fibras sintéticas son cada vez más visibles por los c~nos de Lá Sierra. Similar1 influencia se observa en herramien- tas de labranza: machetes, palas, azadas y azadones. Hilar y confeccionar los "tutus" está reservado a la mujer. Los "tutus" o mochilas de lana, verdaderos emblemas étnicos, cons- tituyen el indispensable complemento de los vestidos. En ellos representan animales totémicos: ranas, serpientes, escorpiones, arañas, cóndores y también montañas, árboles, caminos y lagunas sagradas de La Sierra.Nada hay más preciado para el marido, novio o amigo que recibir un "tutu" como presente. Por lo general, se llevan tres "tutus" terciados al cuello: dos pequeños, destinado el uno para las hojas de coca y el otro, para el "poporo••; el tercero, más grande, se destina para los enseres personal~s. Los ./
  • 14. hombres los estiman tanto, que ni siquiera se despojan de elles para dormir. v I Los indios de La Sierra Nevada de Santa Marta n~ viven en po- blados sino en casas aisladas. Los caseríos y los villorrios pa- recen desolados en tiempo normal, mas recobran gran vida y ani- mación durante las reuniones comunitarias, o en los festejos re- ligiosos que celebran anualmente. _./'"""""'- "- - 15 - l 1 1
  • 16. l i 3 * ORIGENES DE LOS PUEBLOS INDIGENAS En las inmediaciones de Zipaquirá (Cundinamarca), los arqueó- logos han encontrado objetcsde piedra y restos de abrigo que da- tan de algo más de 12.400 años, antes de nuestra era. H~sta ahora, es la fecha más antigua que conocemos en .torno a la presencia del hombre en nuestro territorio. Entre 1.961 y 1.963, Gerardo Rei- chel Dolmatoff descubrió en Puerto Hórmiga, en el Departamento de Bolívar, costa atlántica, la cerámica más antigua confeccionada ~i por el hombre colombiano, y del continente, pues ella data de 4.900 años antes de nuestra era. Por ser paso obligado de los a- borígenes, tanto del Norte como del Sur de América, la zona cari - beña fue escenario de gran actividad humana y cultural. Los cronistas españoles subrayan la diferencia entre los "in- dios de la ti.erra" o habitantes de las costas, algunos de ellos antropófagos , y los "indios de la sierra", ubicados en las faldas de las montañas, bien organizados material y políticamente. Los primeros se sometieron con relativa facilidad a los conquistado- res, en tanto que los segundos, más belicosos, opusieron tenaz resistencia a los intrusos. Todo esto hace pensar que durante los tiempos de la Conquista, la región estaba habitada por diversos grupos ·étnicos, culturalmente bien diferenciados. Aunque las investigaciones arqueológicas son todavía incipien- tes, sabemos que alrededor de los Taironas se había establecido una confederación de pueblos indígenas, confederación de la que formaban parte Koguis, Arsarios y Arhuacos. Por el Norte, la tri- bu tairona ocupaba los contrafuertes de La Sierra Nevada de Santa Marta, desde el borde del mar hasta los 1.000 m de altura. Las casas y los templos eran de forma circular, más espaciosas que las actuales, con cimientos de piedra, muros de bahareque y techo
  • 17. pajizo, estructura muy similar a la de los Chibchas de las frías sabanas cundi-boyacenses. Los Tai~onas se destacaron por la sorprendente capacidad en adaptarse a un medio particularmente áspero y lluvioso, de selvas y montañas. Los recientes descubrimientos de La Ciudad Perdida en 1.977, revelaron a los atónitos exploradores, una extensa red vial en piedra, sólida y perfectamente conservada (salvo la~ de- predaciones causadas por los "guaqueros"), con trechos de escale- ras, puentes, caminos secundarios y anchas calzadas principales que conducían a Concentraciones habitacionales o "ciudades" im- portantes, subdivididos en "barrios", distribuÍdos según las ca- racterísticas del terreno y las necesidades comunitarias:"barrio" de pescadores, agricultores, orfebres, alfareros,. tejedores y es- cultores. En terrenos tan quebrados, con Índices de lluvia muy elevados (promedio de 4.000 mm anuales), con los riesgos de ero- sión y deslizamiento de tierras. que ello implica, los Taironas, finos observadores de la Naturaleza que les rodeaba, desarrolla- ron técnicas de construcción muy eficaces y avanzadas . Así por ejemplo, las terrazas amuralladas, de apariencia frágil, poseían un doble objetivo: a más de espacio habitacional, tales construc- ciones funcionaban como un prodigioso filtro que permitía resis- tir exitosamente a los rigores del invierno. Las te.r:.1:..azas , levan- tadas teniendo en cuenta la configuración y la extensión del te- rreno, las aprovechaban también para cultivar maíz, yuca , malanga fríjoles, a :uyamas, algodón, coca, tabaco y árboles frutales: manzanos, guamos, guásimos, guayabos , ciruelos y piñas. Se vestían en acuerdo al clima, a la altura en que residían: en las costas iban casi desnudos, mientras que en las zonas frías y templadas llevaban mantas de algodón, probablemente similares a las que visten a ctualmente los indígenas de La Sierra. Según relatan los cronistas Oviedo, Enciso y Aguado, los Taironas se adornaban con penachos de plumas, joyas, orejeras, narigueras, diademas, pectorales y brazaletes de oro; c o llares de esmeraldas, jade y otras piedras preciosas. Estos adornos se exhibían espe- · - 18 - 7 1
  • 18. J l ' cialmente durante las fiestas o grandes ceremonias religiosas, en las que se consumía abundante y variada comida (excepto carnes, ni siquiera la de venado se permitía), y se derrochaba chicha a ,, 1 profusión. La alimentación de los Taironas era esencialmente ve- getariana. · Hábiles tejedores de mantas de algodón, confeccionaban redes para pescar, canastas y esteras para uso doméstico, trenza- das y pintadas primorosamente con imágenes de tigres y jaguares, cóndores y águilas reales. Moldeaban hermosos y refinados vasos para el agua y la chicha, como diversas vasijas de barro, ex·qui- si tamente decoradas. La gran variedad de objetos de oro, piedras_ preciosas, tejidos y artesanado que aún pueden admirarse en los · museos de las ciudades, confirman la avanzada técnica metalúrgica que dominaban, el prodigio de originalidad y refinamiento en el acabado de las piezas. Las armas de los Taironas eran principal- mente el arco y la flecha. También disponían de tensores de ar~ V cos, flechas incendiarias envueltas en algodón, flechas silban- tes, generalmente envenenadas, dardos, macanas y piedras utiliza- das como proyectiles. Al parecer, los indios de la costa emplea- ban ·un veneno a base d~ cadaverina; mientras lo~ de La Sierra usa ban otro, a base de extractos vegetales. Tooo lo anterior, no puede concebirse sin una sólida organiza- ~ 1 ción social.. y unidad política nucleada en castas, en las que se distinguían por orden jerárquico ascendente los gobernadores, los militares y los sacerdotes. Las poblaciones o concentraciones ha- bitacionales de agricultores y artesanos estaban divididos en "barrios", cada uno de ellos dirigido por un cacique menor. El '~ 'v conjunto de "barrios" lo regía un cacique principal. A los jefes guerreros, los españoles los llamaron "capitanes de guerra". En- tre los Taironas, los sacerdotes o naomas ejercían la máxima au- toridad. Se castigaba severamente a los perezosos y a los ladro- nes, a quienes se encerraba durante prolongadas jornadas en los templos; se los mantenía a pan y agua, obligándolos a tej~r man- tas día y noche. Tal tradición persiste hasta .nuestros días. La poligamia era corriente, se podían tener tantas mujeres cuantas pudiera sustentar el hombre, pero eran muy celosos con ellas. No - 19 -
  • 19. ' existían barreras en las costumbres sexuales. Practican la "sodo- mía", "el pecado nefando" y otras aberraciones. De los Taironas del río Don Diego, el cronista Juan de Castellanos escribía que se unían "padre con hija y hermano con hermana". Pueblo profundamente religioso, durante las ceremonias del ci- clo vital -nacimiento, bautismo, iniciación a la vida adulta, ma~ trimonios y muerte- realizaban prolongados ayunos, prolijas · con- fesiones, purificaciones y ofrendas de diverso tipo y en distin- tos lugares, dirigidos siempre por el naoma o sacerdote . Este,. . además de guía espiritual y jefe político de la comunidad, era experto en astronomía, adivinaba el porvenir y practicaba la me- dicina con notable maestría. Los indígenas de la región de Santa ~arta mantenían activo comercio con los pueblos vecinos y también con tribus y pueblos alejados. Trocaban algodón, mantas y m~Íz por oro, sal y pescado con los nativos de la costa, Las esmeral- das y otras piedras preciosas_sé las procuraban en el país de los Chibchas, en el corazón del imperio naciente. Así vivían los Taironas de La Sierra Nevada de Santa Marta, en medio de una naturaleza exuberante pero ruda; existencia rit- mada por las estaciones, marcada por sus propias contradicciones, pero libres como el viento y dueños de su propio destino. i Hasta que llegaron los conquistadores de la cruz y de la espada ••• ! - 20 -
  • 20. I
  • 21. j L 4 * ETNOCIDIO Y DECADENCIA DE LOS INDIGENAS Poco después del segundo viaje de Colón, Alonso de Ojeda, en compañía de Américo Vespucio y Juan de La Cosa, divisó las cos~- tas de Santa Marta. Entre 1.498 y 1.499 exploraron la costa atlán tica de la actual República de Colombia. Ojeda había salido de la isla de Santo Domingo en busca de oro, perlas y esclavos. En 1.501, Rodrigo de Bastidas con dos carabelas, recorría la misma costa, negociando con los aborígenes oro y perlas a cambio deba- ratijas. A partir de entonces, según un documentado estudio de Gerardo Reichel-Dolmatoff, no cesaron las incursiones a "Tierra Firme". En 1 .510, Rodrigo Hernández de Colmenares desembarcó en la Bahía de Gaira con sesenta hombres. Unos veinte indígenas. los - - - - acogieron a flechazos. Cuarenta y siete intrusos murieron vícti- mas de los dardos envenenados. De otros siete que lograron esca- par, nunca más se tuvo noticias. Primera derrota de los españoles El 12 de abril de 1.514, Pedrarias Dávila, nombrado gobernador de Castilla de Oro (la actual Panamá), salió con quince naves y mil quinientos hombres a "posesionarse de sus tierras" que abarca ban desde el Darién hasta Santa Marta. Pedrarias traía instruc- ciones precisas de esclavizar indígenas, por considerarlos antro- pófagos·. La provincia de Santa Marta se convirtió durante muchos años en proveedora de esclavos indígenas, destinados a trabajar en las Islas del mar Caribe, dominadas por los europeos. Surgen al espíritu algunos interrogantes. lQué métodos utilizaban los conquistadores para conseguirlo? ¿y qué derecho tenían para pro- ceder de tal manera? Los conquistadores se protegían jur!~icamen- - 22 -
  • 22. te en urn pomposo y complicado documento emanado del Rey, llamado "Requerimiento'', el cual leía un amanuense o escribano ante los perplejos indígenas, quienes, corno .es de suponerse, no compren- dían el discurso que escuchaban. El "Requerimiento" o intimada- ción a los .nativos, contenía varios artículos: - En el primero se presentaba al conquistador o gobernador, enviado por el rey o al reina de España , "domador de g entes bár- baras". Acto seguido se invocaba a "Dios Nuestro Señor, uno é trino", el cual había determinado "que los hombres { •.• ) se di- vidiesen por muchos reynos y provincias". - En el segundo se informaba que de todas estas gentes, "Dios Nuestro Señor" había elegido a San Pedro para que "fuese príncipe señor é superior", a quien todo el género humano debía obedecer. - En el tercero se afirmaba que el elegido residía en Roma, pero que se le permitía estar en cualquier parte del mundo, "é juzgaré gobernará todas las gentes": cristianos, musulmanes, judíos, paganos o de cualquier secta o creencia. - En el cuarto se precisaba que el elegido recibía el nombre de "Papa, que quiere de.;ir Admirable", padre mayor y protector de todos los hombres. - En el quinto se anunciaba que uno de los Pontífices o Papas anteriores había dado toda la "Tierra Firme e islas del mar Océa- no" a los reyes de España y a sus sucesores para que los goberna- sen y administrasen. Que los reyes habían delegado este poder en hombres y religiosos para que "les predicasen é enseñassen nues- tra santa fée cathólica a todos ellos (los indígenas) de su libre é agradable voluntad( .. . )". -En el sexto se instaba a los indígenas a r econocer "á la Igle- sia por señora é superiora del universo", "al Sumo Pontífice, llamado Papa, en su nombre, é al Rey é la Reyna ( ... ) como seño- - 23 - -,1
  • 23. J J resé superiores ( ... ) destas islas é Tierra-Firme ( ... )". _ En el séptimo se prometía a los nativos que aceptaran este "Re- querimiento", toda clase de privilegios y "muchas mercedes" por parte de los conquistadores y religiosos, enviados por los reyes de la Península. -En el octavo, finalmente, se amenazaba a los indígenas con tod~ clase de males y desgracias que les ocasionaría el no obede- cer a lo anteriormente indicado: "é vos haré guerra por 'todas partes é maneras que yo pudiere, é vos jubjectaré al yugo é obe-· dien9ia de la Iglesia é á Sus Alte;as, é tomaré vuestras personas é vuestras mujeres é hijos, é les haré esclavos, é como tales los venderé, é dispondré dellos como Sus Alte~as mandaren; é vos to- maré vuestros bienes, é vos haré todos los males é daños que pu- diere, como a vasallos que no obedes;en ni quieren res;ibir su señor, é le resisten é contradi;en ( •.• )". De esta manera se ofi- cilizaban el engaño,la mentira, el robo, el pillaje, las viola- ciones, la esclavitud y las masacres de centenares de miles de amerindios. En una palabra, se desconocía la identidad de todo un pueblo basada en sus adquisiciones materiales y espirituales: tierras, técnicas de cultivo -y conservación, maestría en ingenie- ría y arquitectura, conocimientos de astronomía y medicina tradi- cional, costumbres, religión, mitos y leyendas. De un solo golpe se quiso arrancar]la memoria y arrebatar la historia a los pueblos aborígenes. Se inicia entonces una larga y dolorosa cadena de humillacio- nes y desastres, pero también de luchas incesantes y de actos he- róicos, los cuales impidi~ron la desaparición completa de los pue blos v~ncidos. Se organiza la : resist~ncia¡ ~p~rfetcionando estra- tegias diversas: guerrillas, alianzas y tratados de paz. El sis- tema económico tairona permitió, al principio, una producción a- grícola diversificada, la conservación de excedentes alimenticios y de manutención, gracias a los que se mantuvo un precario acuer- do con los invasores. Los españoles recibían cierta cantidad de - 24 -
  • 24. víveres a cambio de que respetaran la vida, bienes y tradiciones indígenas. Sería un error interpretaresta ~actitud como debilidad de los nativos. Al contrario, era una inteligente estrategia de resistencia. Los Taironas conocían perfectamente la superioridad militar de los blancos, como los estragos materiales que podían provocar. Por este medio, los Taironas esperaban conocer mejor y apropiarse del saber militar de los conquistadores, para combatir los más eficazmente. Sin embargo, la aparente docilidad sa trans- formaba en rebelión abierta cuando los europeos arrasaban campos y poblados, o irrespetaban a las autoridades y tradiciones secu-. lares. A todo lo largo del siglo XVI, la repulsa indígena fue unáni~ '- me. En 1.529 el gobernador García de Lerma explora el territorio en busca de oro, dominando sin mayor obstáculo Bonda, Buritaca, Abaringua, Bolingua, Valle Hermoso y Coto. Envalentonado por las conquistas, García de Lerma se apresura a establecer encomiendas, nombrando para dirigirlas a sus capitanes de confianza. La suble- vación indígena no se hizo esperar. En Pocigueica, el Valle Tai- rona y el Valle del Loto las fuerzas españolas sufrieron estruen- dosas derrotas. A partir de 1.550, Pedro de Ursúa y Luis Manjarrés rivaliza- ron en crueldad y barbarie frente a los indios. Manjarrés ordenó la construcción de una fortaleza en Bonda para defenderse de la pob1aciÓn·indÓmita y decretó, por primera vez, el destierro a Mé- jico de los cabecillas rebeldes, lo cual desencadenó nuevas re- vueltas indígenas. En 1.572, los caciques Coendo, Macaroma y Xebo obtuvieron resonantes victorias frente a los invasores, especial- mente en al toma del fortín de Bonda, donde los nativos se apode- raron de abundante pertrecho militar. El manejo d~ las armas de fuego ya no era un secreto para los Taironas. El cacique Xebo, quien sería más tarde capturado y torturado, declaró antes de ser ejecutado, q ue había dado muerte a más de sesenta soldados espa- ñoles. - 25 -
  • 25. 'MOC.1.HA 1 -rfi- J. ~ CARIBE _:,.-.;PROVINCIAS OE ·~, SETURMA DE LOS CKIMILA -, TUPl •:.. y PROVINCIA . R •O INO OE LOS • GUANEBUCAN IIUIU~ "'~ , ...~ PROVIN'1A • ~OE LOS ~ ~ . GIRIGUANO JJ_ ' · , JPROVIN~IA .ª·.t:._ t.~ ~..11 ....._,6.IAueU1 DE LOS t-~· ~·- PACABUY i o'ua - · ~ _!~ J, z..¡,.i- ., ~ ·. - - fi) . "- ~ PROVINCIAS INDIGENAS i· DEL SIGLO XVI : rl - ~ UUI.A &• at.Lewn••• - • - • t.itt it Pro-,intiu Fuente: Gerardo Reichel-D:>lmatoff, Datos histórieo: culturales scbre las tribJ.s de la antigua Gobemacién de Santa Marta. Bogotá, 1951 - 26 -
  • 26. En los Últimos años del siglo XVI, las poblaciones costeras y de La Sierra se habían sublevado: Masinga, Masinguilla, Zaca, Ma- mazaca, Retama, Mendiguaca, Tairama, Buritaca, Tairona, Tairona~= ca, Maroma, Guachaca, Chonea, Nahuanje, Cinto, Gairaca, Mamatoco, Ciénaga, DÚrsino, Durama, Origua, Dibocaca, Daona, Masaca, Chen- gue, Sacasa, Daodama, Guarinea, Cominea, Choquenca, Masanga y Mauracatama se preparaban para la guerra. Bajo las Órdenes del cacique de Jeriboca, llamado Cuc~acique , se iniciaron los prepa- rativos para el asalto final de Santa Marta, sede de las autori- dades españolas: se cerraron los pasos y caminos que conducían a · la ciudad, se sembraron considerables extensiones de maíz, en previsión de un asedio prolongado; se celebraron ritos, bailes, concejos y sesiones adivinatorias con los neamas en espera de presagios favorables y protección de sus di~se~. Se alistaron las mazas, hachas y proyectiles de piedra, los dardos envenenados y las flechas incendiarias, los escudos de algodón y las armas de · fuego disponibles. El 23 de junio de 1.599, en vísperas de la fiesta de .San Juan, todo estaba listo para el asalto final, cuando un indígena de Je- riboca traicionó a sus propios hermanos, revelando a un cura doc- trinero los planes de Cuchacique. Al día siguiente los rebeldes entraban al pueblo d~ Chengue, matando al cura doctrinero, al ca- pitán y a dos españoles. En la Ramada asesinaron al cura doctri- nero. En otros pueblos pusieron fuera de combate a más de treinta españoles, oficiales y religiosos. En Santa Marta, los jefes militares españoles solicitaron y obtuvieron inmediatamente. refuerzos de Cartagena, Valledupar, Se- villa, córdoba, RÍohacha. Y ocurrió que mientras las fuerzas in- vasoras se organizaban sólidamente, el cacique Cuchacique cometió un grave error al nombrar a su hijo Dioena jefe de la guerra, sembrando el descontento entre los indígenas de Bonda que recla- maban ese honor. Por otra parte, setenta y cinco años de pillajes y guerras sangrientas, habían debilitado a los pueblos indígenas confederados. Trágicamente, en el momento supremo, los nativos se - 27 -
  • 27. J pre s entaban desunidos a nte el e nemigo. A pesar de la encarnizada resistencia indígena, los capitanes del gobe rnador Juan Guiral Velón asestaban mortales go lpes a los i nsurrectos. Durante tres meses, las tropas españolas ocuparon y saquearon sistemáticamente pueblo s nativos, incendiaron los sembrado s de maíz, violaron y ahorcaron a cuanto indígena podían . A los fugiti vos se los caza- ba con perros y les arrancaban labios y orejas. Nada detuvo la barbarie conquistadora: Cuchacique murió arrastrado a la cola de dos potros cerreros. Después mutilaron su cuerpo y e xhibieron en jaulas la cabeza y los miembros, en diferentes lugares, para que . su muerte sir~iera de castigo y escarnio a l os insumisos. Quienes sobrevivieron al desastre, se refugiaron en los luga- res más escarpados de La Sierra Nevada. Dispersos y disminuídos por el hambre, las enfermedades, la tristeza y la desesperación, v, los Taironas se extinguieron poco a poco, en medio de la indife- rencia y el olvido. Así desap:ara:i6 una de las culturas amerindias más prestigiosas de Colombia y del continente. El escritor uru- guayo Eduardo Gale~no, ha trazado magistralmente, en sentidas lí- neas, la hecatombe tairona: 1600 Santa Marta. Ellos tenían una patria. El fuego demora en arder. Qué lento arde. Ruidos de hierro, ambular de armaduras. El asalto a Santa Marta ha fracasado y el gobernador ha dictado sentencia de arrasamien- to. Armas y soldados han llegado desde cartagena en el rocrnento preciso y los tairona, desangrados por tantos años de tributos y esclavitudes, se desparraman en derrota. Exterminio por el fuego. Arden las poblaciones y las plantacio- nes, los maizales y los algodonales, los campos de yuca y papas, las arboledas de frutales. Arden los regadíos y las sementeras que alegraban la vista y daban de caner, los campos de labranza donde los tairona hacían el aIOC>r a p.léno día, porque nacen cie- gos los niños hechos en la oscuridad. ¿cuántos mundos iluminan estos incendios? El que estaba y se # 1 # veia, e que estaba y no se veia••• Cesterrados al cabo de setenta y cinco años de revueltas, los tairon.3: huyen por las rrontañas hacia los áridos y lejanos rinco- nes, donde no hay pescado ni maíz. Hacia allá los expulsan, sie- rra arriba, para arrancarles la tierra y la memoria: para que allá lejos se aíslen y olviden, en la soledad,los cantos de ·: cuando estaban juntos, federación de pueblos libres, y eran po- derosos y vestían mantos de colorido algodón y collares de-oro - 28 -
  • 28. y piedras fulgurantes: para que nunca más ra.~erden que sus abuelos fueron jaguares. A las espaldas, dejan ruinas y sepulturas. Sopla el viento, soplan las almas en pena, y el fuego se ale- ha bailando. · En el transcurso de los siglos XVII y XVIII no disminuyó la agresión de la cultura dominante contra los pueblos indígenas so- brevivientes. En el riguroso estudio ''Contactos y cambios ·cultu~-' rales en la Sierra Nevada de Santa Marta", el ya citado Reichel- Dolmatoff desempolva una carta del Obispo de Santa Marta, del año. . . 1.628, en la cual se revela la explotación qué ·sufrían los nati- vos por los encomenderos, durante los últimos 20 años. Se afirma- ba que de·lcs seis mil encomendados, vecinos de Santa Marta, ya no quedaban sino seiscientos. Antes, · los -varones de 16 a 60 años pagaban 48 reales como tributo anual; ahora debían pagar 96 rea- les, sin exclusión de edad. Debían trabajar al encomendero todos los días no festivos; les pagaban un real por jornada, pero se les descontaba por cualquiér demora; en tales condiciones, no disponían ni de tiempo ni de medios materiales para atender sus labranzas, de las que se sustentaban sus familias. Se obligaba a los indígenas a llevar herramientas propias. En tiempos de siem- bra y limpia de las sementeras, tenían que llevar a sus mujeres, sin tener derecho a salario ni alimentación. Se les hacía trans- portar las cosechas hasta el depósito, muchas veces situado a una legua de la labranza. Los forzaban a cortar el palo brasil y a bajarlo a · cuestas hasta el llano. De día y de noche, lloviese o tronase tenían que llevar los caballos a grandes distancias, sin que los nativos recibieran pago ni víveres. Antes, los vecinos del pueblo se turnaban para la pesca y para repartir el producto obtenido; ahora los obligaban a que llevasen pescado a los espa- ñoles todos los días. Los encomenderos con sus mayordomos y fami- liares se instalaban en los pueblos, viviendo a expensas de los indígenas. También se daba el caso que cuando moría un cacique o persona importante y no dejaba herederos, el encomendero se apro- piaba de la poca hacienda que dejaba. La remuneración del cura doctrinero tenían que pagarla los indios y no los encomenderos. - 29 -
  • 29. ) l Estos llevaban a sus casas a jóvenes i ndígenas de ambos sexos pa- ra el servicio doméstico, sin ni nguna r emuneración ni cuidados, hasta que morían. Los artesanos de la pita o la cabuya, varones y hembras, debían trabajar sin pagarlos ni alimentarlos; si se demo- raban en t~rminar la obra, los azotaban y golpeaban, así que los que no se morían de hambre, huían a los montes o se ahorcaban de desesperación. El ganado de los encomenderos que pastaba en los pueblos, se comía y destruía las e scasas labranzas, sin que los nativos pudieran protestar. Tal era la suerte de los pueblos indígenas de La Sierra Nevada de Santa Marta, por obra y gracia de la "civilización cristiana", traída. de España e impuesta violentamente. ~ . ¡.. -~ t "':i~~(. ;~;...; - 30 -
  • 31. V 5 * HEREDEROS Y CONTINUADORES DE LA TRADICION Mediante estudios comparativos de arqueología, etnología y lingüística, se ha demostrado fehacientemente que .ios.-Koguis: son / 1 los descendientes directos y los continuadores de la cultura tai- rona. La arquitectura y la ingeniería líticas; las habitaciones y los centros ceremoniales; las terrazas, las calzadas, los caminos y los puentes¡ la cerámica tradicional, los adornos y las másca- ras rituales de Taironas y Koguis, presentan una extraaordinaria continuidad. Lo mismo se puede observar en la organización social y política por clanes o castas, las fiestas, tradiciones, mitos y leyendas que conforman la visión religiosa d e l mundo de unos y otros. Se h~n examinado u nas 400 palabra s entre t óp6n1mos ·: (nom- bres de lugares), antr6ponim6s (nombres de personas) y otros vocablos que revelan el parentesco evidente entre la lengua téi- juna (tairona) y la lengua kogui. Para citar un ejempl?, la pala- bra coca se decía en tairona hayo; el mismo término continúan em- pleándolo Koguis y Arhuacos. El máma continúa representando el cordón umbilical entre el pasado y el presente. El es garantía de futuro. El máma encarna el elemento unificador, constituye la columna vertebral del pue- blo Kogui. El máma, que en lengua nativa significa "abuelo", re- presenta la máxima autoridad de la comunidad, tanto política como espiritualmente. Después de prolongados estudios y severísimas pruebas, ' el máma está en capacidad de conocer los secretos de La Sierra, la historia de los antepasados y los acontecimientos más inmediatos del país y del mundo . Interpreta el movimiento de las - 32 -
  • 32. v i estrellas y el comportamiento de los animales; conoce los poderes de las plantas, la fuerza que se esconde en las aguas y las ro- cas. A él se acude en tanto que guía y consejero, médico y horn- bre de ju~ticia. En una palabra, el márna es la encarnación vi- viente de la cultura de los pueblos indígenas de La Sierra Neva- da. Entre ellos existe una rigurosa jerarquía, distinguiéndose los rnámas mayores y _los mámas menores, según conozcan la histo- ria de toda la comunidad o restrinjan sus actividades a bauti- zos, matrimonios, ritos funerarios o danzas ceremoniales. A través de un célebre caso, Reichel-Dolmatbff y Jaime Arocha ilustran la función del máma kogui, en tanto que guardián, guía y defensor de toda una cultura, función que se inscribe dentro de las pura tradición de resistenc-ia y- lucha de los pueblos o- riundos de La Sierra, por mantener su identidad. Aún se escucha por los caminos de la Sierra el nombre del márna Ignacio. Después d~ una iniciación ininterrumpida de 18 años, el rnáma Ignacio tu- vo la oportunidad de manifestar su talento como líder pol!tico, reformador perspicaz y voluntad de resistencia, frente a la arrogancia del mundo "civilizado". A la edad de tres meses, la criatura empezó a recibir una e- ducación particular, impartida por su padre, el máma Javier.~úi- gui del linaje kurcha cuyo animal totémico es el zorro, su atri- buto mágico principal el cristal de roca y el derecho, corno lado benéfico. Educación severa y desconcertante para la mentalidad occidental. En ios primeros años debía dormir durante el día, velar por la noche y controlar las secreciones fisiológicas. Su- perada esta fase, el crío fue llevado a la casa ceremonial y bautizado con el nombre de Ignacio. Sus allegados lo llamaban "kuivi", "el ayunador", esto es, "el que no puede comer de todo". Alimentos vedados por no pertenecer a la tradición: sal, banano, plátano verde, caña de azúcar, cebolla, carne de_pollo· y ·de res. En cambio le estaban permitidos: el maíz, la yuca, la malanga, carne del monte, caracoles, gusanos blancos, sardinas y hongos silvestres. Debía cumplir penitencias como hilar lana arrodilla- l l ·1 !
  • 33. / l L do durante las noches y soportar pesadas cargas con las manos extendidas. Ignacio aprendió la historia de los Antiguos y el téiju o len- gua tairona para enseñarla a su pueblo. A los siete años recibió las primeras insignias propias de su rango: túnica blanca amplia, collares, brazaletes y otros objetos ceremoniales. A los nueve años ya sabía marcarel ritmo de las danzas ceremoniales y tallar las máscaras de madera. De niño, nunca se le permitió jugar, de- bía cons~grar todo el tiempo al aprendizaje de La Ley de la Ma- dre o Haba. A los diez años y después de prolongados ayunos sa- . bía tejer sus propios vestidos y modelar la cerámica ritual. Se inicia entonces la segunda etapa educativa, que duraría nueve años. Cuando cumplió los diez, recibió el "poporo" o calabacito para guardar la cal extraída de conchas marinas, con la cual se mambean las hojas _tostadas. El "poporo" simboliza el útero de La Madre, que debe acompañarlo hasta su muerte. Como se ordenó de máma muy joven, y su padre, máma prestigioso aún vivía, decidió viajar y conocer los mámas que dirigían los siete centros cere- moniales del pueblo kogui. Ignacio contaba apenas 35 años cuando murió su padre y mentor. Consterñado por la negligencia en que había caído la tradición, máma Ignacio asumió la dirección del centro ceremonial de Mama- rongo, fundado en el siglo XIX, pero que se encontraba abandona- do y casi en ruinas. Empieza entonces la obra de este máma excep- cional. Ordenó la reconstrucción de Mamarongo, designando el em- plazamiento de las casas ceremoniales y de cada habitación, pre- vias sesiones divinatorias. Vigiló severamente el corte de los árboles, a fin de proteger la flora. Rehabilitó la construcción tradicional: casas redondas con muros de bahareque y techos pa- jizos. Prohibió el empleo de todo material de construcción ex- terno a la comunidad indígena corno alambre, puntillas y cerradu- ras metálicas. El máma Ignacio organizó personalmente el al~ace- namiento de los productos agrícolas y controló la distribución. Para frenar la influencia blanca y mestiza, prohibió terminante- mente el consumo de sal, carne, tabaco, cigarrillos y b~bidas - 34 -
  • 34. v i alcohólicas. Proscribió aprender el castellano. " ./ Para confundir a los blancos e impedir que entraran al autén- tico Mamarongo, dirigió la construcción de un segundo Mamarongo, ésta se reservó como centro social, en tanto que el antiguo se mantuvo como emplazamiento ceremonial. Emprendió la reparación de caminos, puentes y pozos, muchos de los cuales databan de la época tairona. Se vedó a los Koguis visitar los pueblos y ciu- dades colombianas y mantener contactos con mestizos y colonos. Se preocupó igualmente por crear seminarios donde se instruyesen .los futuros sacerdotes. Debido a la escasez de mujeres, aprobó el matrimonio con hembras de otras castas e inclusive, de otros pueblos indígenas vecinos. Quienes lo conocieron, recuerdan su cuerpo alto, manos largas y expresivas, no excentas de teatrali- dad. Era tal la autoridad que ir-radiaba el máma Ignacio, que to- dos empezaron a vestirse c omo él: gorro cónico de algodón y man- ta blanca, mochilas de lana. El mundo religioso adquirió presti- g io, se recuperaron las tradiciones milenarias, se practicó con orgullo la lengua materna. El márna Ignacio era respetado y temi - do . Lo cierto es que con él renació la cultura kogui , transfor- mándose en punto de referencia para l os otros pueblos indígenas de La Sierra Nevada de Santa Marta. La obra renovadora del máma Ignacio tropezó, sin embargo , con obstáculos creados por el excesivo celo religioso: se descuida- ron las actividades agrícolas, s ituación que provocó serias ham- brunas. Entonces ordenó la fundación de Ulueiji, según normas de cultivo adaptadas a las necesidades indígenas . Otros pueblos si- guieron el ejemplo . Todo esto ocurría en 1.946. A principios de l os años 50 , la situat ión se h abía normali zado . Pero con el tiempo, la influencia exterior ha recuperado, poco a poco sus derechos. En la actua lidad , l os Kogui sobreviven precariamente en las faldas ásperas de l as montañas. A pesar de las circunstan cias adversas de existencia , los Koguis gozan de indiscutible prestigio moral, de bido al apego de sus tradiciones. Ello s co n- tinúan guardando el mundo, desde los andes colombianos . - 35 -
  • 36. -. ..; 6 * LA RESISTENCIA INDIGENA CONTINUA El proceso de aculturación de los pueblos indígenas de ~a Sie- rra Nevada de Santa Marta continúa y se intensifica a lo largo de los siglos XIX y XX. Aculturación o "deculturación -según Moreno Fraginals- es el proceso mediante el cual se opera el desarraigo cultural de un grupo humano, con fines de explotación económica, para facilitar el usufructo de las riquezas naturales del terri- torio donde ese grupo humano se ha establecido, utilizándolo -ade~ más como mano de obra barata, no calificada. El proceso de decul- turación es inherente a toda forma de explotación colonial o neo- colonial". / Para los Ikas o Arhuacos -como para los otros pueblos indíge- nas de La Sierra-, el fenómeno de deculturación ha operado bajo la presión de tres hechos principales. Primero, debido a la tem- prana presencia de los misioneros, quienes desde los albores del siglo XVI fundaron capillas y enseñaron la doctrina católica. Se- gundo, por la influencia de blancos y mestizos que huían de las cruentas guerras civiles en el siglo pasado, guerras entre cen- tralistas y federalistas, entre conservadores y liberales. A lo anterior debe agregarse una ola migratoria más reciente, provoca- da por la violencia oficial que se extiende de 1.948 a 1.958. To- dos ellos encontraron seguro y apacible refugio en estas aparta- das comarcas. Tercero, la ininterrumpida migración de campesinos sin tierra, colonos que se han establecido poco a poco en los te- rritorios indígenas de La Sierra Nevada. Nos limitaremos a esbo- zar aquí la deculturación por influencia religiosa. - 37 -
  • 37. En la primera mitad del siglo XVI, el capitán español Luis Ta- pias fundó San Sebastián de Rábago, probablemente en el actual emplazamiento de San Sebastián . Dós ~iglos más tarde, coloniza- ción y evangelización se habían implantado firmemente. En 1.787, "el cura p~rroco de San Pedro y San Antonio -de la Ramada ~e Coto- tama, proponía a su superior que los indios "Arguacos" de su mi- sión, fuesen transladados a la costa de Dibulla y a las sabanas del Volador, para "catequizarlos más fácilmente". La simple .for- mulación de tal petición implicaba el desconocimiento total de uno de los valores más profundos del indígena: el apego a la tie~ rra natal. Más recienteme~te, a principios de este siglo, los mamas y ca- bildos de San ·Sebastián de Rábago, preocupados por los estragos materiales ocasionados por los comerciantes blancos y mestizos que engañaban verg;nzosamente a los indígenas, 11 ( ••• ) todos eran monopolizadores, estafadores, explotadores, engañadores, especu- ladores y amenazaban al indígena atemorizándolo e intimidándolo en todo sentido, y con todos cometían sus abusos sin ninguna con- sideración, no pagándoles sus animales o productos de acuerdo al precio legal, como debía ser( .•. )", según denunciaba Vivencia To- rres Márquez, las autoridades indígenas decidieron enviar una de- legación de seis miembros, encabezada por Juan Bautista Villafaña para que plantearan la situación ante el Presidente de la repú- blica y solicitaran su ayuda. Corría el año de 1 . 916. Los delega- dos, después de un penoso viaje de tres meses, se expresaron de esta manera ante el Presidente de la república: "Así pues que la venida de mi [nuestro] viaje a Bogotá es con el de- seo de pedirle un maestro particular(c~vil], pero que .sea .técru.oo; y con una Ley de IndÍgena y de ñapa una bandera también para que e- duque y enseñe bien esa ley, que enseñe bien la lengua española y que nuestros hijos e hijas aprendan a conocer las letras, que sepan canprerrler el dÍa de mañana y cuando hagan algunas ventas de lo que tengan o de sus prcrluctos con los vallenatos y provincianos civili- zados no se dejen engañar ni robar. Y que les inculque y les instru- ya para que sepan darse cuenta de las ventas y las o:.mpras que µie- dan hacer. Pero que lleven los vestidos de nuestra costumbre, es decir las cor- - 38 - l .·1
  • 38. l ' 1 L 1 chas o m:mtas y sin cortarles pelo o cabello y que dure el maestro enseñando por tm espacio de seis aix:>s. Así sería tiem¡x, suficiente para aprender, nuestros hijos e hijas, para que piedan salir en ciertos empleos y piedan tanar cargos, posesionarse y sentarse en las sillas de su trono". El Presidente José Vicente Concha prometió responder favora- blemente al pedido .de los Arhuacos y éstos, satisfechos, empren- dieron el viaje de regreso al~ comunidad. Desafortunadamente, la satisfacción no les duró mucho tiempo. Meses más tarde, llega- ron a San Sebastián los institutores solicitados, pero no eran civiles sino dos misioneros capuchinos españoles, el padre Pas- = tor y Fray Esteban, delegados pro el "Ilustrísimo Sr. Obispo de la ciudad de RÍohacha Fray Antonio Vicente Soler y Royo de Cita- rizo, Vicario Apostólico de la Sierra Nevada y Motilones y de:ia península de la Guajira". La presencia de los dos capuchinos sus- citó vivos temores entre los nativos. Vivencio Torres Márque~- recuerda: "Al memento en que los vieron los ind.Ígenas que estaban presentes, los miraron mal, porque ellos pensaron que esas gentes se vestían con vestidos negros, no son personas de buena condición, ni de buen trato, ni conscientes, ni estimables, ni amables. Porque los ind.Íge- nas que vivieron en otro tiempo nos dijeron que esa gente habían si- do nuestros enemigos, porque no gustaban ver las trirus de los ,n-- dios, ni tampoco les convenía que hubiera mam:>s, sacerdotes o caci- ques, médicos o doctores, sino que sólo ellos querían existir y so- lamente ellos y no nosotros. Desde ese tiemp::> se pusieron a privarnos de nuestras Leyes Primiti~ vas y de nuestra legítima religión, costumbres, fe y creencias de nuestra cultura y de nuestras Ciencias CCultas y Tradicionales. Y _por esa misma razón era que los tenían caro sus enemigas y, al mirar esa gente, sino más bien creían ellos que p:drían ser unos animales feroces, canparándolos así con tigres enfurecidos, o bien panteras negras que llevan sus pieles negras y que están con ganas de devoramos y tragarnos vivos". No en vano los indígenas mantienen viva la tradición oral. Muchos se indignaron y aseguraron que los religiosos catalanes eran indignos de establecerse en las tierras sagradas de La Sie- rra Nevada de Santa Marta. A pesar de la desconfianza generali- zada, amortiguada por las intervenciones de dos políticps libe- - 39 -
  • 39. -/ rales de Pueblo Viejo (hoy Pueblo Bello), Cesar y Rafael Mestre, que se decían "amigos y defensores de los indígenas", y sobre to- do, para respetar el compromiso adquirido con el Presidente de la república, los Arhuacos 9ecidieron aceptar a los religiosos por seis años. Al principio, todo transcurrió normalmente, segu- ramente por la constante vigilancia de los nativos. Vivencia To- rres Márquez testimonia: "Así fueron cumpliendo cada uno sus obligaciones por una o dos se- manas. Unos traían dos cargas de panela, otros dos cargas debas- timento, otros dos arrobas de maíz, el otro una carga de carne se- ca de res, otros llevaban una arroba de papas, a veces ovejas, car- ne de cerdo, sal, etc. " Hasta el día en que los capuchinos decidieron transladar los alumnos a Pueblo Viejo (Pueblo Bello), donde la concentración de blancos y- mest1zos era mayor, entre otras razones para escapar al control de los . indígenas adultos de San Sebastián. A partir de entonces, los capuchinos manifestaron abiertamente sus inten- ciones: despojaron a niños y niñas de los vestidos tradicionales para cambiarlos por "vestidos civilizados", suministrados por el Obispo de RÍohacha; se cortó el cabello a los escolares y se pro hibió el uso de la lengua indígena: "Cada palabra que nosotros hablábamos en nuestra lengua era multada con diez centavos", re- fiere Vicencio Tórres M. La escalada contra el pueblo arhuaco no disminuyó. Más tarde crearon en San Sebastián un "orfelinato", donde encerraban a los niños indígenas por la fuerza y contra la voluntad de los padres:..... "En el año 50 entré en el orfelinato de los capuchinos, orfelinato que no era tal porque los niños teníamos pap.3 y mamá. A los cinco años me metieron allí, salí a los 11. Mis padres ya habían salido de la Misión con la mentalidad de que no había que enseñarnos la lengua materna, el arhuaco. En el orfelinato se hizo notorio el he- cho de que nos prohibían la lengua. Desde temprano en la mañana es- tál::mc:s cuidando los animales, luego, a esa edad, teníamos también que trabajar en la huerta. La canida que nos daban era caro para tener fuerzas para seguir trabajando. Verdura, leche, huevos, car- ne para ellos y a nosotros nos daban cualquier cosa, a veces has- ta carne en mal estado", segÚn declaración del maestro indígena Victor Sebastián Torres. - 40 - l 1 1
  • 40. ' / l.... En los archivos capuchinos de San Sebastián, se puede leer la siguiente declaración que data de 1.918: "La labor del presente año, en este centro es decisiva: vamos a recoger los niños en el orfelinato, lo que supone un golpe mortal al salvajismo de estos indígenas". En realidad, el proyecto de los capuchinos no se li- mitaba a seis sino a veinte años (por lo menos), y comprendía los siguientes objetivos: 1. Borrar de la memoria de los niños arhuacos sus origenes in- dígenas, esto es, su pertenecia a clanes o tribus de La Sierra. 2. Separar a los niños de su contexto familiar y cultural, transfiriéndolos a lugares alejados y extraños de los que habían nacido y se habían criado. 3. Extirpar la lengua, las costumbres, las leyendas, los mitos y las creencias religiosas del pueblo arhuaco. 4. Eliminar progresivamente a los ancianos de la comunidad, separándolos de todo contacto con las nuevas generaciones. Se llegó incluso, a la eliminación física, corno sucedió con el mama Adolfo Torres. 5. Enganchar a los jóvenes en el servicio militar, como recur- so para "civilizaflos't--: 6. Casar a los jóvens con mujeres forasteras o.extrañas -a la cornunidad,para aniquilar la identidad indígena. En otras palabras, se buscaba simple y llanamente destruir la cultura arhuaca. Esta era, a grandes rasgos, la política etnoci- da a~elantada por los misioneros capuchinos, en La Sierra Nevada de Santa Marta. Para infortunio de los indígenas de nuestro país, la política descrita no se limitaba a esta región. Al otro extre- mo de Colombia, los indígenas del Putumayo sufrían la misma polí- tica exterminadora, por obra de la misión capuchina, tal como lo ha cqnsignado Víctor Daniel Bonilla Aragón en un vibrante y do- cumentado libro, "Siervos de Dios y amos de Indios". En vista de la acción devastadora y dec~lturizadora, emprendi- da por los religiosos españoles, y ante las numerosas aunque in-
  • 41. V ' fructuosas protestas dirigidas a las autoridades religiosas y ci- viles, regionales y nacionales, los Arhuacos iniciaron el espino- so y largo camino de la resistencia activa. He aquí las etapas más sobresalientes: * Ayunos y ritos de purificación. Según el pensamiento arhua- co, toda desgracia física o moral: sequías, malas cosechas, muer- te de personas o de animales, penas y enfermedades, 19. asocian a la noción de "pecado", no en el sentido cristiano sino como re- sultado del olvido, negligencia o irrespeto de Las Leyes o tradi- .cienes de la comunidad. Frente al desastre que les amenazaba, se imponía restablecer el orden y el equilibrio perdidos. En esta perspectiva, tres delegados arhuacos solicitaron la ayuda de los mámas koguis Manuel Barro y Vicente Daza, guardianes de Las Le- yes ancestrales de La Sierra Nevada. Se iniciaron entonces pro- - longados ayunos intercomunitarios, sesiones divinatorias y actos expiatorios a sus dioses. La primera tida, data de enero de 1.934! acción de resistencia compa! * Reflexión y análisis del pasado y del presente. Un año más tarde, se efectuó un· segundo encuentro en Cherúa. Participaron doce mámas koguis y arhuacos de Takina, Makotama, Seikaino, Caci- quial, Palomino, Sulivaka, Rosario, San Francisco, Don Diego y Mamarongo~ La asamblea estudió los problemas de Las Leyes Anti- guas, se analizaron exhaustivamente las casi dos décadas de "gran engaño" y se definió la estrategia que debía seguirse. * Convocatoria del Primer Congreso Indígena. En 1.936 se in- vitó a todos los indígenas de La Sierra a deliberar en··co~gFeso. Se inicia aquí la lucha sistemática y organizada contra el despo- tismo misionero. Lucha laboriosa, sembrada de escollos y altiba- jos, que casi cuarenta años más tarde (el 17 de enero de 1.975), 1 el Comité educativo indígena logró cristalizar en la formulaciónl de los diez puntos siguientes: 1) Defensa de la lengua: que sea utilizada y se elaboren car- - 42 - l ·1
  • 42. 1 r ' I tillas para enseñarla. 2)Que los niños aprendan a defender la naturaleza. 3) Que también aprendan y tengan cariño por lastra- diciones y respeten a los mamHs. Que sean éstos y no los misione- ros quienes enseñen la religión a los niños. 4) Que en cada es- cuela haya un profesor indígena . S)Que se nombren profesores in- ~ I dÍgenas donde todavía no se hayan nombrado. 6) Que el edifició de la misión sea utilizado para instalar una escuela técnica, que responda a las necesidadei de la comunidad. 7) Que sean des: tituídos los profesores de mala conducta. 8) Que no se admitan hijos de colonos en las escuelas, por la actitud de éstos frente a los niños indígenas. 9) Crear un grupo viajero de profesores para que enseñen técnicas agrícolas y ganaderas. 10) El pago de los maestros debe ser supervisado por la comunidad. * Proceso unitario. En 1.975 se afianzó la unidad de los tres pueblos guardianes de La Sierra Nevada de Santa Marta. Los Koguis y los Arsarios se solidarizaron activamente con la lucha empren- v/ l , ' , , . , . , , d1da por los Arhuacos. El proceso de un1f1cac1on se consolido en el año de 1.983 con el nacimiento de la Confederación Indígena Tairona {C.I.T.), cuyos objetivos básicos son los siguientes: 1. Fortalecer las relaciones sociales, materiales, políticas y culturales entre las comunidades de La Sierra. 2. Acelerar los cultivos en las zonas próximas de los colonos, para frenar su avance. 3. Estudiar las formas de producción tradicionales y preservar los recursos naturales. 4. Impulsar el reconocimiento de los valores culturales de los pueblos indígenas de La Sierra Nevada de Santa Marta {lengua, me- dicina tradicional, leyendas, mitos y religión). 5. Recuperar, analizar y estudiar la historia indígena. Como sus antepasados Taironas, los Arhuacos han demostrado du- rante todo el siglo XX gran constancia y capacidad de resisten~. cia, sentido de organización y espíritu de lucha, encaminadas a preservar la identidad étnica y cultural. Al recorrer las páginas - 43 -
  • 43. ,/ v' del periÓdigo UNIDAD INDIGENA, Órgano de la O.N:I.C.(Organiza- ción nacional indígena colombiana), desde su fundación en 1.975 hasta el Último número aparecido en 1.989, se concluye que los indígenas de La Sierra Nevada de Santa Marta han mantenido pa- ciente y tozuda lucha contra los enemigos internos y externos a la comunidad. Contra los institutos oficiales como INCORA (Insti- tuto colombiano de reforma agraria), cuyas dilaciones y espíritu burocrático, entorpecen y retardan el reconocimiento y legaliza- ción de las tierras ancestrales. Contra el Departamento de Asun- tos Indígenas, dirigido por funcionarios no siempre muy informa~ dos sobre -la realidad indígena, Departamento qJe con frecuencia los descuida y desprecia. Contra los pol1ticos y terratenientes de toda especie, quienes pretenden dividir para aprovechar las tierras, el trabajo y los votos arhuacos. Contra el proyecto de carretera lanzado por los colonos y mestizos! para explotar eco- nómicamente y dominar a los indígenas. Contra la desinformación, estimulada por Radio Sutatenza, empeñada en desacreditar las lu- chas indígenas, calificando a los habitantes de La Sierra de "sudversivos y enemigos del progreso". Contra los traficantes. de marihuana y cocaína, sembradoresde miseria, corrupción y muerte, como denuncian los nativos en mayo de 1. 9.82 : .,. ..., "Actualmente las canunidades de la Sierra estamos enfrentados con los mafiosós, los cuales vienen robando nuestros cultivos de cóca, y al oponernos a estos atropellos han asesinado impu- nemente a cinco ~eros y herido a cuatro más". Contra los profanadores y saqueadores de tesoros ~arqueoiógico?. Contra la ingerencia desvergonzada de sectas protestantes, sub- vencionadas desde los Estados Unidos, algunas de ellas camufla- das bajo apariencia humanitaria o científica, tal el Instituto lingüístico de verano (I.L.V.), como Chad y Pat Senda! que ex- plotaban a los indígenas económicamente a través de una tienda establecida en Marnarongo; como Hug y Marty Tracy quienes impo- nían el evangelio en Sabana del Jordán, destruyendo la religión y la tradición indígenas; o aún Robert y Dottie Hoppe, los cua- saqueaban las lagunas y esterilizaban a las mujeres en Pozo de l
  • 44. ', J / 1 ) Humo. Contra la implantación por CORELCA de hidroelécticas en el macizo de La Sierra Nevada de Santa Marta, en oposición a la voluntad de los mames y caciques, violando lugares sagrados. Una lucha encarnizada y sin tregua, enorme, frente a enemigos e intereses económicos y políticos muy poderosos. * Una victoria memorable. El 7 de agosto de 1.982 constituye una fecha histórica para todoi lo~ indígenas de La Sierra Neva- da de Santa Marta. Después de una semana de discusiones, Los Arhuacos obtuvieron la recuperación de los edificios y de las tierras, arbitrariamente ocupados por los misioneros. Durante dos semanas, día y noche, se mantuvo una barrera solidaria y combativa a través de las montañas, ríos y caminos de La Sierra, impidiendo todo contacto con los blancos del exterior (así fue- sen autoridades religiosas, civiles y militares), con los misio- neros capuchinos establecidos en San Sebastián. Durante dos se- manas, día y noche, ininterrupidamente, los indígenas ocuparon pacíficamente el orfelinato. Y mientras los líderes parlamenta- ban con los religiosos, los indígenas celebraban sus ritos, dan- zando y entonando sus cantos tradicionales, en medio de la ale- gría y la dignidad recuperadas. Ante la inflexible determinación de los nativos, los misioneros Capitularon. Se permi-tió-e-aton- ces la entrada de un helicóptero, el cual condujo a los misione- ros al mundo "civilizado". Concluían así, no seis sino••. sesen- ta y seis años de presencia misionera. El Cabildo Gobernador de enton~es, Bernado Alfare, sintetizó elocuentemente tantos años de humillaciones: ,/ "Los misioneros nos han destruido las creencias y la tradición de nuestros antepasados. Todo este carn¡;:o (la sabana de Nabusímake) estaba en manos de los misioneros, ellos cogían toda la proouc- ciÓn y nosotros trabajábarros gratis. Los mejores proouctos eran para ellos y nosotros en el peor estado durante los años 30, 50 hasta el 82. Y durante más de sesenta años no hubo un solo indÍ- gena profesional. Nos tenían caoo muñecos de juego. Hablaban de la p:>breza y de la humildad y se enriquecían a oosta de nosotros. Al niño que llegaba, e.oro a mí, le quitaban el traje, el pelo y le prohibían hablar la lengua. Nos Q::lstigaban, nos daban fuete si h.ahlboos en dialecto. Y no había educación de verdad, sino solo trabajo". - 45 -
  • 45. ../ En la actualidad, y no sin dificultades, los "Arhuacos co~ti- núan luchando por organizarse autónomamente. Nuevos ·Y .constan- tes desafíos debe afrontar este abnegado pueblo• .Por fortuna, el espíritu de lucha no ha muerto. A partir del 7 de agosto de · .1.982 los Arhuacos ya no llaman a su capital San Seb~stián de Rábago sino NABUSIMAKE, que en lengua ika quiere decir: •iel lu-. . . gar por donde apareció el sol". Todo un símbolo de esperanza para los pueblos indígenas de La Sierra Nevada de Santa Mar~a • .!J -',, ·.'. ·•. , ........·.- -~ - .6~ - ...., 1 l ¡
  • 46.
  • 47. ' J J v L 7 * .MIRANDO HACIA EL FUTURO Los pueblos andinos, como el Arhuaco, poseen una concepción dualista del universo, esto es, se admite que el mundo obedece a principios dobles como el sol y la luna, el día y la noche, el cielo y la tierra, el hombre y la mujer, la alegría y la tristeza, el bien y el mal, la vida y la muerte .•• Pero contra- riamente a la visión maniqueísta del mundo que nos trajeron los conquistadores europeos (esto es bueno, aquello es malo), los indígenas consideran que no existen conflictos ni antagonismos entre dich~s principios. Todos coexisten como las dos caras de una misma realidad, así como no se pueden separar la palma del dorso de la mano. El arte del saber vivir indígena consiste en mantener una armonía constante, un equilibrio permanente entre fuerzas diferentes pero no opuestas sino complementarias. Ahora bien, el secreto mediante el cual la persona se siente en armo- nía consigo mismo, con la comunidad y con el universo, se funda- menta en el estricto cumplimiento de La Ley Indígena, que no es otra cosa que el respeto de las tradiciones. Este sentimiento de equilibrio y de serenidad recuperados, de UNIDAD comunitaria, la pude percibir muy profundamente duran- te mi primer viaje a La Sierra Nevada de Santa Marta, a media- dos de 1.984. Reinaba por aquel entonces una atmósfera de legí- timo orgullo, de optimismo en el porvenir. Con la derrota misio- nera, los Arhuacos había adquirido conoienqia de su pote~ia creadora. El equilibrio perdido durante seis largas dé~das, ha~ bia sido recruperado; la comunidad respiraba plenitud y bienes- - .1A -
  • 48. " tar. Pasados los tiempos de euforia, la vida cotidiana con su larga cadena de urgencias materiales, la dura y empecinada rea- lidad fue recuperando, poco a poco, sus derechos. Sesent~ y seis años de estragos físicos y espirituales, asestados sin piedad a todo un pueblo, no podían desvanecerse de la noche a la maña- na. La memoria de varias generaciones permanecía intacta: Se im- ponía entonces cicatrizar heridas, recuperar y dar vida a una tr~dición negada durante tanto~ años, crear nuevas formas de or~ ganización interna, adecuar los servicios médicos a las inmen- sas necesidades colectivas, poner a funcionar los centros esco- . lares, recobrar las tierras usurpadas y por encima de todo, su- perar la desconfianza creada entre los "indfgenas de manta" o se- guidores fieles de la tradición y los "indígenas mestizados cul- turalmente'.'- por.:_los _misioneros. Deafío considerable ante el cual, unos prefirieron replegar- se corno el caracol, otros regatearon esfuerzos y los más, se· li- mitaron a esperar tiempos mejores. Más grave aún, empezaron a revelarse manejos indelicados de ayudas económicas considerables que provenían de particulares, del gobierno o de entidades in- ternacionales, malos manejos promovidos por representantes poco escrupulosos de la comunidad o que se hacían pasar por tales. Una espesa nube de suspicacias amenazaba a la comunidad, la coe- sión se mantenía precariamente. Tal fue la desconcertante impre- sión durante mi segundo viaje a La Sierra Nevada de Santa Marta en julio y agosto de 1 .·987. Por fortuna, dos años más tarde, no obstante susbistir numerosos y delicados escollos internos, per- cibí otra atmósfera, más alentadora. Es cierto que las condiciones de salud Continúan siendo de- plorables. Y los pocos recursos existentes, no se emplean ade~ cuadamente. En Sabana Crespo pude observar el destartalado dis- pensario, cerrado, abandonado. La persona responsable, según declaran los vecinos, "rara vez se presenta por aquí ••. y lo más grave, impide el nombramiento de una enfermera, que tanto nece- sitamos". Por la zona oriental se han presentado repetidos abu- - ,10 - r ·1
  • 49. . { !-- ! sos de autoridad. lFalla · en el sistema de controlar a las auto- ridades? lTemores de muchos usuarios que no se atreven a~oue~tie- nar ciertas personas que disfrutan desde hace muchos años de los beneficios dela función pública? La respuesta, a corto o largo plazo, sólo puede darla la comunidad. A pesar de todo, el clima de confianza se ha restablecido en gran parte, y las rela- ciones entre "indígenas tradicionales" e II indígenas .mestizadosII han mejorado notablemente. Una nueva dinámica parece est?r en marcha: el trabajo comunitario ha vuelto a renacer, un núcleo apreciable de jóvenes se prepara seriamente y manifiesta deseos de participar en la vida indígena, respetando las Leyes tradi- . cionales; se están reemplazando viejos líderes y autoridades o- portunistas por miembros que respondan más desinteresada y efi- cazmente a las necesidades presentes, En fin, como lo confirma el periódico UNIDAD INDIGENA en mayo de 1.989: "En este memento, la canunidad está en proceso de bÚsqueda de al- ternativas organizativas, pues lo i.mp::>rtante es ir creando meca- nism::>s que puedan dar soluciones a los nuev.es~problemas~que~se van presentando, además de lograr una mayor participación ccrnuni- taria, tanto a nivel de decisiones a:m:> de acciones ante el go- bierno y las organizaciones indÍgenas o no indÍgenas 11 • Otro elemento decisivo en el futuro de la comunidad: LA_ TiE::..... RRA. Vivencio Torres Márquez escribe: "Este territorio de La Sierra Nevada es nuestro Resguardo indígena, cuyos linderos o límites de la:..línea Di visora [La Línea Negra, ver página 5], están marcados con señales en todos los lugares alrede- dor de La Sierra Nevada de Santa Marta, por toda la planicie. Ellos están rodeando los cuatro puntos cardinales( ••• ) También están se- ñaladas las orillas con rrojones, los cuales están puestos en el c .en- tro en que se divide el espacio de cada línea. Son unas marcas de piedra, a::m::> !X)Stes". En cuanto a los límites de los territo~ios indígenas de La Sierra Nevada de Santa Marta, se reproduce el documento que en i ~98~ ~e~procu~ara~M?auei Chaparro, por aquel entonc9s Ca- bildo Central de la directiva de Nabusímake . Reza así el men- cionado documento: - 50 -
  • 50. Estados Unidos de Colanbia - De que trata la Gaceta No. 197 DEL MAGCl.1LENA Asamblea T..egislativa • - ~Y 155: Cediendo el Gobierno Nacional los territorios de T..a Sie- rra Nevada y de ltbtilones a los Nativos. Tal c:x:m::> sigue: Por el Norte de la Sierra Nevada, bañado por el mar de las Antillas, tocando el pueblo de Dib.llla, hasta más arri- ba del pueblo de Taganga. Luego frente [a] las serranías de la ciudad de Santa Marta, es de- cir del Oeste al SUroeste del territorio caro sigue los demás pun_. tos.- Pozo Colorado, RÍo Frío, Ciénaga, Gaira, Uringueka, Tucurin- ca, Guama.chito, r.Á)tal, T.,ucila, Sevilla, Guacamallal, Aracataca, Fundación, Copey, Aguas Blancas, Valencia de Jesús, llegando al pie del cerro Pintado.- En nuestro nanbre llamarros Tem1gungurus.- Y si-· ·· guiendo por el SUr está el cerro de las Tres Tetas que entre noso- tros llamamos así: Ceikuirus, Mankuirua y QJmkuirus. · Siguiendo el cerro de Sabanita, de este punto hasta llegar al ce- rro-ae las Minas y de ahí sigue en dirección por los cerros meno- res hacia la cabecera de Valledupar. De ahí sigue en dirección pa- ra arriba, pasando en las altiplanicies. hasta llegar al frente del cerro de las Cuchillas, para seguir en dirección en el misrro pue- blo de Dibulla. · Estos son los lÍmites que nos trazaron. Esta copia es tara.da de una Gaceta que se encontró en unos archivos viejos, la cual r evisamos y reformam::>s, de acuerdo a l os Marm:is de que sí los recuerdan. Es fiel copia del original. En lo que concierne al t e rritorio arhua.co y según el censo oficial adelantado entre 1.970-1.980, apenas habían sido lega- lizadas en reserva 185.000 hectáreas, mediante la Resolución 113 de INCORA (4 de diciembre de 1.974) en Nabusímake, Donaphuí, Pueblo Bello y Atánquez, en el De partamento del Cesar. Faltan por regularizar jurídicamente las tierras indígenas d~ La Caj a, San Pedro y Caracasaca en el Departamento de la Guajira, como t a~bién las de Sa n Antonio, Serankua, Departamento de l Magdalena. y San Fr ancisco en el La lucha continúa. En l os últi mos años, los indíge nas han l o- grado importa nte s r ecupe racione s de tierras en Sabana-Cre spo, El Reposo, Sabanalarga y Arigua ní, acciones que .han provoeado inevi t a bles e nfre ntami e ntos con l os col onos . No fa l tan las c rí - e ., l
  • 51. ticas en torno a la distribución de las tierras, adelantada de manera anárquica, según unos; y no siempre de manera equitativa, según otros. Sin embargo, lo que interesa subrayar es que el proceso de recuperae±Óó~ de tierras está en marcha. Es eñ e1-_·terreñe de ra:-,cuLTURA donde los Arhuaco han reliza- do los progresos más notables y promisorios. Así lo confirman las tres docenas de escuelas primarias que funcionan en las vein- te parcialidades del Resguardo. En Nabusímake, el colegio mixto de secundaria cuenta-.con unos 65 alumnos. En 1.989 se graduare~ los primeros bachilleres. No obstante el camino recorrido, la situaci~n no es muy sati~factoria todavía, debido esencialmente a la negligencia oficial. Se carece del material docente más elemental: de~de tiza, lápices, cuadernos, libros de consulta, bibliotecas y muebles adecuados. Maestros y. profesores trabajan con las uñas. En medio de tan adversas circunstancias, se conti- núa laborando, sin desmayo, abnegadamente. Los programas oficiales, poco a poco se están adaptando a las necesidades escolares e idiosincracia de La Sierra. Se está capacitando a los maestros bilingüe~ del-nivel primario, gracias al valioso concurso de USEMI (Unión de seglares misioneros), de gran experiencia docente en el área indígena colombiana. En 1.976, los responsables de USEMI en esta zona, informaban sobre el trabajo realizado: "Con la ayuda de muchos de los maestros y otros miembros de la Comunidad hemos hecho dos cartillas bilin- gües, ·estamos preparando un diccionario arhuaco-castellano y continuamos en ' la preparación de más textos de estudio para los alumnos y la Comunidad en general''. Y terminaban exhortando: "Progresar no es copiar lo que otros hacen. El progreso indivi- dual es un engaño. sólo progresamos cuando nos unimos a luchar juntos por el bien co~ún. El que quiere progresar solo, atrope- lla a los demás y se convierte en explotador". Otro avance considerable en la misma dirección: se han dado ""' los primeros pasos en la elaboración de la gramática en lengua ,,
  • 52. -../ /l arhuaca, condición imprescindible de cualquier educación bilin- güe, digna de ese nombre. Signo prometedor al respecto: el pri- mer lingüista de origen arhuaco, Rubiel Zalabata, se especializa en París (Francia).Debe mencionarse igualmente, la Primera Sema- na cultural indígena, celebrada en Nabusímake entre el 17 y el 22 de septiembre de 1.989, semana promovida por víctor Sebastián Torres, Coordinador de Educación del Resguardo. Las muestras de tradición oral, historia, música, bailes y artesanado demuestran claramente que la cultura arhuaca se encuentra en proceso de florecimiento y renovada creatividad. Hay que destacar aquí un hecho capital: todas las actividades escolares y manifestacio- nes culturales emprendidas por la Comunidad, se adelantan bajo la orientación espiritual de los Mamas. De esta manera la tradi~ - - ciÓn, el pasado indígena · se afianza en ~-1 pre~ent~, lo cual es garantía de un futuro más risueño para el pueblo arhuaco. UNIDAD en el pensamiento y en la acción; recuperación de los territorios, de la TIERRA de los mayores, de los antepasados; rescate, ~afirmación de los valores nativos, o sea la CULTURA, he aquí las etapas, los requisitos indispensables para llegar a la necesaria y anhelada AUTONOMIA. ¿Qué se entiende por AUTONO- MIA? En realidad no es otra cosa que el derechbo a gobernarse por sus propias Leyes, con Leyes libremente establecidas por la :~ comunidad indígena. Este objetivo supremo que engloba todos los otros, implica: 1- La existencia de una Comunidad o grupo étnico, perfecta- mente unido, tanto política corno administrativamente. 2- La Comunidad o grupo étnico debe poseer un territorio cla- ramente definido. 3- A la Comunidad o grupo étnico así constituído, se le debe reconocer jurídicamente su propia organización interna, lo cual significa que el gobierno nacional respete : el gobierno local que se han dado los indígenas; las · formas particulares de traba - jo productivo; las normas de vida familiar y colectivo, como - 53 - ....,
  • 53. l. L la manera de ver y sentir el mundo, esto es, que se respete su pensamiento religioso . 4- A cada Comunidad o grupo étnico se le debe reconocer la len- gua indígena materna, la cual debe gozar de los mismos derechos de la lengua nacional. Esta es una e x igencia fundamental, pues como es sabido, sin lengua propia no existe cultura propia. s~ La Comunidad o grupo étnico debe astimir la formatión y capacitación de personal, líderes o cuadros especializados, con . miras a garantizar la continuidad de:la cultura indígena, tanto en el tiempo como en el espacio. Todo lo anterior, y no es ocioso recordarlo, debe efectuarse sin presiones externas a la Comunidad: ni económicas, ni políti- cas, ni religiosas, ni científicas, ni de cualquier otra Índo- le. sólo entonces podrá hablarse de verdadera AUTONOMIA. - 54 -
  • 55. J 8 * VOCES Y CLAMORES INDIGENAS El ardor y la perseverancia manifestados por los indígenas de ta Sierra Nevada de Santa Marta durante siglos, la obstina- da resistencia por mantener la identidad étnica y cultural, me- recen respeto y concitan -admiración. Concluímos este apretado recorrido etabehistórico por los caminos de La Sierra Nevada de Santa Marta, ofreciendo una muestra, unos fragmentos de testi- monios propios de sus habitantes. Al leer estas voces y clamores indígenas, quizás podamos comprender mejor los pensamientos, las preocupaciones y las arnbiciónes de estos pueblos de sabidu- ría milenaria. f: Cosmogonía Los ·Kogi ven el Universo así: "El mundo tiene la forma de un huevo muy grande, puesto con la punta hacia arriba. Dentro de este huevo están las nueve tierras. Son corno grandes platos re- dondos, el uno puesto sobre el otro. Nosotros vivimos en la tie- rra ae· en medio, en Sennennúmayang. A ella siguen hacia arriba Bunk~áneyumang, Alúnayurnang, Elnauyang y KoktÓmayang. Estas tie- rras son buenas y se llaman Nyuí-mulang, tierras del sol. Hacia abajo siguen Kaxtashinmayang, Kaxyúnomang, Munkuányumang y sé- ~u~rnang. Estas tierras son malas y se llaman séi-nulang. La ultima tierra de arriba, es ·1a más pequeña y muy estrecha por es- tar' tan cerca del techo dil murido. Este huevo grande que es el universo, es muy pesado. Está -puesto- sobre dos · largas ~igas y· cuitro:· ho~bres lo so~tiene~,- dos parados en el Oeste y dos en el Este. Los del Este son Sin- tána y Namsiku y los del Oeste son Nándu e Ibáui. Cada uno tie- ne sobre un hombro un extremo de una viga, i'Debajo del mundo hay agua. A flor de agua, flotando en la superficie, hay una r:: ,: .
  • 56. ' piedra muy grande, plana y bella. Sobre esta piedra está sen- tada la Madre. Está desnuda. Ella da comida a los cuatro hom- bres y les da agua y los cuida. Les soba los brazos, los hom- bros y las espaldas para que no se cansen. Cuidar de estos cuatro hombres para que no se cansen de sostener la tierra, es todo lo que hace la Madre. De vez en cuando uno de los cuatro hombres cambia la viga de un hombro al otro. Entonces la tierra tiembla. Por eso es malo brincar, tirar piedras, hacer rodar rocas en el monte o gritar duro. Por eso es malo que las muje- res se muevan durante el coito. El mundo temblaría y podría caerse de los hombros de los cuatro que los sostienen". "Cada una de las nueve tierras tiene su Madre, su sol, su luna sus: estrellas y en cada una de ellas vive gente. En la tierra más alta viven los gigantes. En la tierra más baja viven los enanos que se llaman Noanayómang. Su Madre es Hába NÚbia. El sol de la tierra más alta se cambió hace mucho tiempo y fue Sintána quien lo puso allí. Este sol vivía antes en KavikÚngui y era muy malo. Le gustaba quemar la tierra. Entonces Sintána lo cogió y lo puso en la tierra más alta. Pero desde entonces el .~ol- n~ se ~~ev~ ~ siempre está .én el lugar: de . las 9 del~ mañana. Para que la gente supiera cuándo era día y cuándo era · noche, Sintána envió allí un pájaro que canta a la hora del .amanecer". (Fuente: Geraroo Reichel Dolmatoff, IDs Kogi., Taro I) Sob~~ los astros, los Kogi dicen: "El sol es hombre con una más- cara de oro. De ella salen rayos y estos rayos hacen que las siembras nazcan y que todo crezca. El sol va sobre el cielo, pero de su cara se ve . sólo el perfil, porque si la volteara del todo hacia la tierra, ésta se quemaría; dos Mámas, Uldihué y Huingelda, lo llevan en sus hombros. El sol es un Hijo de la Madre. Como todo hombre está casado. Al sol le gustan las muje- res. Primero cuando la Madre le dio la primera coca, el sol co- habitó con Seldabauku y ésta lo persigue desde entonces. Luego el ·sol se casó con el Sapo y cuando éste lo engañó con otros hombres, se casó con la Culebra. Pero como ésta tampoco le sir- vió, se casó por fin con la Luna. Seldabauku se enfureció y bo- tó ceniza a la cara de la Luna. Entonces el Sol se casó con o- tras mujeres, con el Jaguar Azul, con el Jaguar Grande, con el Cangrejo, con el Alacrán y con otras. Un día un Máma malo cambió al hijo del Sol Enduksáma en mujer y el Sol cohabitó con ella sin saber que era su hijo. Todas las estrellas son mujeres o niños del sol. Ellas van sobre la Vía Láctea cuando regresan a su casa por la mañana. El Sol, la ~una y las Estrellas son una familia muy grande y son muy buenos. ¡
  • 57. l ~ El Sol vive en su casa y el cielo es su techo. Allí en esta casa duerme. Nunca sale de ella, sólo va de una puerta a la otra. Allá está sentado en su banquito y come coca. "Entonces se le- vanta y, pasito, pasito, va a la puerta. Entonces amanece el día. Así el Sol va siempre descansando. Coge su banquito y se sienta y come coca. Entonces otra vez se levanta y camina y lue- go se sienta y descansa otra vez. Así va nueve veces. Luego lle- ga a la otra puerta; la cierra y anochece. Al mediodía, cuan90 el Sol descansa, Enduksáma le trae bollos de maíz y el Sol come. A veces tiene rabia y quiere quemar la tierra. Así, cuando uno va por el camino al sembrado, de día, de golpe todo se obscure- ce. A veces está tostando hojas de coca . Entonces hace mucho ca- lor en la tierra". · · (Fuente: Gerardo Reichel Ix>lmatoff, Los Kogi, Tano I) La Creación, según los Kogi. "Primero estaba el mar. Tcdo estaba obscu- ro. No había sol, ni luna, ni gente, ni animales, ni plantas. sólo el mar estaba en todas partes. El mar era la Madre. Ella era agua y agua por to- das partes y ella era río, laguna, quebrada y mar y así ella estaba en to- das partes. Así, primero sólo estaba la Madre. Se llamaba G.3.ulchováng. La Madre no era gente, ni nada, ni cosa alguna. Ella era alúna. Ella era espíritu de lo que iba. a venir y ella era pensamiento y memoria. Así la Ma- dre existió sólo en alúna, en el mundo más bajo, en la Última profundidad, sola. , Entonces cuando existió así la Madre, se formaron arriba. las tierras, los nrundos, hasta arriba donde está hoy nuestro mundo. Eran nueve nrundos y se formaron así: primro estaba la Madre y el agua y la noche. No había amanecido aún. La Madre se llamaba entonces Se-ne-nuláng; también existía un Padre 9l1:e se llamaba Katakéne-ne-mtl.áng. Ellos tenían un hijo que se llamaba Búnkua-sé. Pero ellos no eran gente, ni nada, ni cosa alguna. Ellos eran alúna. Eran espíritu y pensamiento. Eso fue el primer mundo, el primer ¡:uesto y el primer estante. [Se especifican después la fonnación de ocho· · nrundos]. (Fuente: Gerardo Reichel Ix>lmatoff, IDs Kogi, Tano II) - 58 -
  • 58. . -J ' .,/ ''La tierra -según los kogi- es ccmo un gran plato redondo. Nosotros vivi- mos en la tierra de en medio y su centro es Cherúa que es el centro del uni- verso. Allí nacieron los Kogi y desde allí p:,blaron la Sierra Nevada. Hacia el Norte y el Noroeste se acaba la tierra y allÍ viven los shiméja, los Mu- tilúni y los TumÚku. Más allá hay muchas montañas y allá está bukutá. Allá también hay muchqs indios. Hacia el Oeste hay un '3IoI1 río y más allá está el Fin del Mundo" (Fuente: Geraroo Reichel Ix:>lmatoff, IDs Rogi, Tano I) Creación de los vegetales y la canida, segÚn los Kogi. "Así fue 9(XTO ·~ - formó el mundo. Caro nació Sintána; cano consiguió la Tierra Negra y cano nacieron los Buenos y los Malos Márnas". l?ero no había canida tcdavía. sólo había gente, hanbres y mujeres. Entonces NyÍueldue tanó una mujer y un han- bre y con ellos hizo la canida. Taro la mujer y de su canilla hizo la yuca, de su muslo el ñame, de sus brazos otra clase de ñame, de sus nanos otra cla- se de yuca, de sus riñones la batata, de sus intestinos los fríjoles, de su talón la papa, del dedo de su pie la rnalanga, de sus ojos el árbol totUITD, de su saliva el algodón, de su pelo la coca, de sus senos la totuma, de su cabeza el ñame de cabeza y de su vagina una fruta que ya no hay. Entonces tanó al hanbre y de él hizo el maíz. De sus tejáua (testículos) hizo el ña- me de bejuco. Entonces cogió los corazones de aml::os y de ellos hizo gente. Así NyÍueldue hizo la canida y todos canieron y sembraron las semillas. (Fuente: Gerardo Reichel Ix:>lmatoff, IDs Kogi, Tano II) Los Kogi dicen: "Vivir es pensar. El que no piensa no vive y es ccmo una persona muerta". Los niños pequeños aún no piensan y su vida es:aSÍ =SÓlo·:un estado.vegetativo de a:xne.r y dormir, lo mismo cano la vida de los muy ancia- nos. Por eso los ancianos se parecen tanto a los niños. Pero "el hanbre pien- sa con corazón y cabeza". Así mide y pesa y p:,r fin sabe: así está bien y así está mal. Teda la vida es pensar y nada más. "¿Qué varros a a:rner mañana? lQué voy a hacer la semana entrante? lVoy a sembrar más yuca? lVoy a hacer una casa nueva? Así piensa el hanbre y así piensa la mujer. Así uno vive en alúna. Si uno vive fuera de alúna entonces uno es ccm::> un animal, ccm::> un - 59 -
  • 59. / 1 ¡;:erro. Ha~ gentes que no piensan y que ¡::or eso no viven. Son nruertos y no sii:ven. Solo cx:xnen y duennen pero rn viven. Los civilizados son así". Urx:> piensa a::m corazón y cabeza. Es un solo Órgano, unido l=X)r una gruesa médu- la blanca. Para "pensar bien", la cateza debe ap;-obar lo que piensa el co- razón, pero hay nruchos que no piensan así. "Piensan sólo con el corazón y tienen mala cabeza. Muchas mujeres tienen mala cateza". (Fuente: Gerardo Reichel D::>lmatoff, Los Kogi, Taro I) ·~ Visión del mundo de los Arhtlacos: "•••Al principio de los tiempos Kaku Serankua creó la tierra, la hizo fértil y la estimé cano esp)sa. Cua- tro y cuatro hilos de oro que se entrecruzan y se a¡::oyan en los cuatro pun- tos cardinales, sostienen el mundo; el cruce de estos hilos fonlla el cora- zón del nrundo -que es La Sierra Nevada-·el cual está delimitado p)r La Lí- nea Negra donde habita Kaku Serankua y vela PJr la creación. Así caro creó el mundo, Kaku Serankua creó las aguas, que son a:mo las venas PJr las que " corre la sangre de los hanbres, alimentando la ·tierra. Creó también las es- trellas, el sol, la luna. Al crear los seres vivientes, dictó las Leyes a tcx::l.os los hanbres••• " - - - - (Fuente: YAVI-M.JRAL No 6 (marzo-abril, 1983) • ../ Creación del rmmdo y del hanbre, segÚn los Arhaucos: "Antes de la luz y de los hanbres estaba Mama Seuktm el cual es el dios más importante. Te- nía un canpañero llamado Kakliserankua. Este tenía unos secretarios que fueren Kannenataba. y el M3ma Takinaka. Había otro secretario general que le servía a los cuatro anteriores que fue kuan)runbit.ancya. Crearon prirrero la tierra, plana; después los árboles y los animales, el agua, los ríos y las lagunas• .De tí~ crearon al hanbre (en conjunto). Fueron hanbres co- no ahora, se propagaron tanto que en el murrlo no cabían. Entonces canenza- - ' 6.0·. _.•-'
  • 60. ¡ ron a hacerse daño entre ellos misrros y los dioses creadores invocaron el agua••• los cerros se inundaron. sólo un cerro quedÓ: sin agua, el YuichÚ~ chu. Un hanbre y una mujer lograron salvarse. Junto con ellos quedaran: ani- males y plantas. A partir de este par de hanbres se volvió a poblar la tie- rra. los actuales ArhiJacos:·descendenos aún de ellos. otra versión acerca de la creación del hanbre: "En un principio existían dos henna.nos que eran Ma.mH Ñankwa y Ma.mH Serankwa. Un día en que celebraban una gran fiesta tradicional se embriagaron tanto de chicha de maíz que sa- lieran de pelea, la cual ganó Mam1:l Serankwa. Este le hinchó el-9jo--a ·su"·her- ma.no, quien al verse ven::xio decidió marcharse y alejarse del lugar. Enton- . ces se acordó de que una vaca se le había extraviado, entonces fue a ~car- carla. Había caminado p::x::o cuando la serpiente a ..ku (crótalo del cascabel) le picó en el pie derecho. Sin aliento y sin fuerza fue arrastrándose hasta llegar a su casa. AllÍ su mujer estaba hirviendo agua en una tinaja deba.- : rro. M3Im:l ·Ñankwa, desesperado de dolor, metió el pie en el agua hirviendo. Y sucedió que ¡:or efecto del veneno, el pie se puso primero verde y luego blanco transparente, pudiéndose admirar toda la estructura interna de la · pierna. M:mH Ñankwa fue desmayándose hasta caer al suelo. Y mientras esto sucedÍa, de su pierna nacieron unos seres humanos muy pequeñitos, los cua- les crecían con el contacto del aire y paraban de crecer cuando ·rroría- el aire. Se dice que estos individuos, descendientes del Manru Ñankwa siguieron viviendo un tiempo y ¡:oblando la tierra, y cuidando de ella a:::rro lo hacía Mamli.·Ñankwa. También .MamH Serankwa antes de rrorir le dejó su sabiduría a uno de los descendientes de Ñankwa. De esta rranera, todos gozaron de las grandes riquezas heredadas en la Sierra Nevada. (Informante: LenÍn Izquierdo,. 16 años, estudiante del So de bachillerato del colegio de Nabusírnake. 14.VIII.89). Origen de los "Blancos", según la tradición arhauca: "Vivieron hace mu- cho tiempo una pareja de ikH (marido y mujer),extrernadamente ¡:obres que tra- bajaban para los otros i.Ja:l. La pareja iba guardando en un calabazo pedaci- tos de cernida de la que se alimentaran los demás hanbres. Con el tiempo, esa cernida se p..idrió y de ahÍ nació una cucaracha, de la que nacieron otros cu- carachas, las cuales andaban finalmente ¡:or todas partes. Eran tantas que los iJrn decidieron matarlas a tedas, menos a una que tuvo suerte, p.ies se había escomido en un hueguito del banco del kankal:a del Ma.mH SeukÚnkwin. Este ordenó que no la mataran y que dejaran ese ej:6_!P}ar, pues esas cucara- has eran muy raras. De ella, fornó una mujer. Esta mujer tuvo muchos hijos que son los blancos, que se regaron ¡:or todas partes, cx::mo las cucarachas. (Informante: LenÍn Izquierdo) . I J } !
  • 61. * Historia "Nosotros hemos visto siempre que hay dos alumbradores: el sol y la luna, que alumbran por iugal a todos los que vivimos en el mundo. Pero hace siglos que el espafiol llegó, descono~ ~ ciendo el derecho de la comunidad y del indígena, diciendo que él fue quien inventó la ley, el gobierno y que su religión y sus costumbres son las buenas. Pero la verdad real debemos bus- carla más hondo". · (Fuente: Liberato Crespo, Cabildo Gobernador. Medellín, 1 .974) •. ·"El gobierno nacional celebra el "Día de la Raza" para COI1111E'IOC)rar la llegada del español. Pero para el indÍgena colanbiano este fue un m:mento de horror, de desolación y de violencia. Eso fue una atarraya que nos ha atarrayado a tcx:1.os los indÍgenas por canpleto. Fiesta de la raza, fiesta de la destrucción, fiesta de luto, fiesta de derrotación, fiesta de oscuridad, ¿es ésta una fiesta?" (Indígena arhuaco en el III1Congreso de la_,ANUC_Asociación_nacional de usuarios campesinos,- 1974h "Nuestra historia, nuestra ciencia tradicional, nuestros Marros, nuestros cabildos y canisarios, nuestra lengua, nuestra música del carrizo, el tam- :tor y la maraca, nuestro territorio son irrespetados por los BJNAQITS (no ind.Ígenas). Se olvida que sat0s los primeros pobladores y habitantes de es- tas tierras". (Fuente: Yavi-Mural No 6, marzo-abril, 1983) !' ~ • :: 0• • •• • •••••• ••r:l r:l 0 'I' 0 62