2. Salí con mis amigas a una “reunión”. Le dije a mi marido que regresaría a casa a las 12 en punto. -”Te lo prometo, cariño”, le dije. Pero la “reunión” estuvo muy bien, copitas, bailecito, más copitas... y se me fue la hora. Resulta que llegué a casa a las 3 de la mañana completamente borracha. Acababa de entrar y el joputa del reloj cu-cú va y hace “cu-cú” tres veces. Al darme cuenta de que mi marido podría despertarse por ese sonido, grité “CU-CÚ” otras 9 veces más... Me quedé tan orgullosa y satisfecha por haber tenido esa rapidez de reflejos, a pesar de la borrachera, y la idea tan brillante de imitar el “cu-cú” para evitar pelea con mi marido...!!! Me acosté de lo más tranquila pensando en lo inteligente y lista que soy.
3. Por la mañana, durante el desayuno, mi marido me preguntó a qué hora había llegado y le contesté, muy segura de mi misma, que a las 12 en punto, tal y como le había prometido. Él, de momento, no dijo nada ni me pareció desconfiado. “Qué biennnnn! ¡SALVADAA!” -pensé yo. Entonces él me dijo: “ Por cierto... tenemos que cambiar nuestro reloj “cu-cú.”” Se me heló la sangre. Le pregunté temblorosa, “¿SÍIII? ¿Y por qué, mi amor?” Y me dijo:
4. “ Bueno, anoche el reloj hizo “cu-cú” tres veces... Luego, no sé cómo, gritó “¡¡¡mierda!!!”... Después hizo “cu-cú” cuatro veces más... Vomitó en el pasillo... Hizo “cu-cú” otras tres veces... Se partió de la risa, y otra vez hizo “cu-cú”... Salió corriendo, pisó al gato, rompió la mesita de la esquina de la sala, se acostó a mi lado dando el último “cu-cú”, se tiró un sonoro pedo y se durmió."