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Tecnología y salud
Impacto de la tecnología
en la práctica de la
medicina
32
Escribe
Delia Outomuro
Médica. Licenciada en Filosofía. Doctora
en Medicina
Profesora Regular Adjunta. Facultad de
Medicina. UBA
doutomuro@fmed.uba.ar
deliaoutomuro@gmail.com
Licenciada en Ciencias de la
Comunicación Social. Doctora en Salud
Pública. UBA
Docente Autorizada de Bioética. Facultad
de Medicina. UBA.
lmirabile@fmed.uba.ar
Instituto de Bioética
Facultad de Medicina
Universidad de Buenos Aires
Paraguay 2155 1er piso
CP 1121 CABA Argentina
54 11 5950 9500 int/fax 2102/2104
INTRODUCCIÓN
En las últimas décadas se advierte
un incremento exponencial de la tec-
nología. Vivimos en un mundo tecno-
lógico. Hoy día, nuestra vida es im-
pensable sin computadoras, videocá-
maras, aeroplanos, etc. Nos desarro-
llamos en una sociedad panoptizada,
llena vigilancias, controles y castigos
“informáticos”, convirtiendo el mun-
do en que vivimos en un Big Brother
universal que nos mira. La tecnología
invade todas las prácticas sociales y la
medicina no escapa a estas considera-
ciones; los estudios complementarios
de diagnóstico así como los recursos
terapéuticos se tornan cada vez más
sofisticados y numerosos.
Así las cosas, entendemos que se
impone una reflexión crítica sobre el
impacto que la tecnología médica pro-
duce en la práctica de la medicina. En
este trabajo nos proponemos abordar
los siguientes interrogantes: ¿qué es y
qué papel juega hoy la tecnología mé-
dica? ¿cómo la podemos interpretar y
cuáles son sus implicancias prácticas?
¿qué nos promete? y, finalmente, ¿qué
dilema ético común plantea la TM?.
¿QUÉ ES LA TECNOLOGÍA MÉDICA?
Antes de definir la tecnología mé-
dica nos vemos obligados a elucidar
conceptos como ciencia, técnica, tec-
nología. Sin embargo, definir estos
términos no es tarea sencilla y los pro-
pios epistemólogos difieren entre sí al
respecto. A grandes rasgos podríamos
decir que la ciencia en conocimiento
fundamentado, la tecnología la aplica-
ción práctica de dicho conocimiento
y la técnica un “saber cómo” (un know
how). Por ejemplo, el corpus de conoci-
miento que constituye la ciencia física
tiene como una de sus aplicaciones
tecnológicas la aviación. Esto quiere
decir que “detrás” de la construcción
y del funcionamiento de un avión hay
conocimiento científico. En cambio, la
fabricación de un par de zapatos o la
preparación de un pastel son técnicas
pues, si bien hay un conocimiento que
respalda cómo se hacen los zapatos y
cómo los pasteles, ese conocimiento
no es ciencia sino otro tipo de saber
basado en conocimiento y experien-
cias cotidianas.1
Otros consideran que
la ciencia busca el conocimiento como
un bien en sí mismo mientras que la
tecnología busca un bien útil, un cono-
cimiento cuyo valor reside en aquello
que permite hacer. (2)
Por otra parte, para Bunge (3)
la tec-
nología se muestra como una simbio-
sis entre el saber teórico de la ciencia
(cuya finalidad es la búsqueda de la
verdad) con la técnica (cuya finali-
dad es la utilidad). La finalidad de la
tecnología sería entonces la búsque-
da de una verdad útil. Para Bunge, la
tecnología no es sino ciencia aplicada,
y plasmación material de la forma de
conocimiento y actuación más racio-
Palabras clave
Medicina – Tecnología – Bioética
Keywords
Medicine - Technology - Bioethics
33
La tecnología conlleva
conocimiento (de ciencia
aplicada) pero también
utiliza experticia (expertise),
es decir idoneidad, saber
cómo aplicar
ese conocimiento para
resolver un problema.
nal que existe. Sin embargo, para Kli-
movsky 4 no sería correcto identificar
ciencia aplicada con tecnología pues-
to que la primera es conocimiento en
tanto que la segunda implica acciones
o procedimientos para lograr ciertos
objetivos (construir objetos, resolver
problemas prácticos, modificar la rea-
lidad, etc.). La tecnología conlleva co-
nocimiento (de ciencia aplicada) pero
también utiliza experticia (expertise),
es decir idoneidad, saber cómo apli-
car ese conocimiento para resolver un
problema; alguien puede ser un eru-
dito en ciencia aeronáutica (ciencia
aplicada) y sin embargo no estar lo su-
ficientemente entrenado para hacer
volar un avión. Además, la tecnología
se vincula no solo con la ciencia sino
también con otras prácticas sociales,
34
de modo tal que su estructura supera
la estructura gnoseológica de la cien-
cia aplicada.
En este marco, se entiende por tec-
nología médica (TM) el conjunto de
objetos manipulados mediante ciertos
procedimientos para ser aplicados con-
tra las enfermedades. En esta defini-
ción se destacan las dos dimensiones
de la TM, la objetiva y la procedimen-
tal. En algunos casos predomina la di-
mensión objetiva como ocurre con los
aparatos de diagnóstico por imágenes,
o con el riñón artificial o incluso con
los fármacos. En otros, tiene preemi-
nencia la dimensión procedimental
como sucede en un procedimiento
quirúrgico, en el almacenamiento de
datos en soporte electrónico o en la
confección de la historia clínica infor-
matizada. (5)
La TM se diferencia de la técnica
médica (TM) entre otras cosas, por
consistir en procedimientos mediados
por los sentidos más que a través de
objetos. Son ejemplos típicos la ins-
pección, la palpación, la percusión, la
auscultación y cualquier otra manio-
bra de la semiología tradicional.
¿QUÉ PAPEL JUEGA HOY LA TM?
Para comprender cabalmente el pa-
pel que hoy día juega la tecnología en
la práctica médica es preciso que ha-
gamos un breve repaso de la historia
de la medicina. Ello nos permitirá ver
cómo las distintas innovaciones tec-
nológicas fueron modificando la rela-
ción médico paciente hasta llegar a la
situación actual.
Comencemos por la medicina hipo-
crática. La misma se encuentra sinteti-
zada en el Código Hipocrático, escrito
entre los siglos V y III aC. Se basa en
la teoría de los cuatro humores: bilis
negra, bilis amarilla, flema y sangra. El
estado de salud implica el equilibrio
de estos cuatro humores mientras
que la enfermedad se produce por
un desequilibrio en los mismos. De
esta manera podríamos decir que, en
términos actuales, el proceso salud-
enfermedad es concebido de manera
fisiológica o fisiopatológica y no de
forma estructural.
El agente sanador por excelencia
es la Naturaleza mientras que el mé-
dico es sólo su asistente. En este pa-
pel subsidiario, el médico se dedica a
prescribir dietas, baños, ejercicios; al
mismo tiempo es conciente del efecto
terapéutico que ejerce su presencia a
través de la forma de vestir y especial-
mente de comunicarse con el pacien-
te.
La TM es muy pobre y consiste en
linimentos, compresas, vendajes, ins-
trumentos quirúrgicos simples, san-
grías. No obstante, antes de acudirse
a ella, se hace una rigurosa evaluación
de su utilidad como ayuda a la Natu-
raleza; asimismo su utilización se en-
marca en estrictas normas éticas. El
propósito es evitar la hybris, la desme-
sura. Un mal uso de la TM no sólo per-
judica la paciente sino que también
desprestigia al médico.
Esta forma de entender y de prac-
ticar la medicina se extiende hasta el
Renacimiento, es decir, nada más ni
nada menos que por dos mil años.
Por su parte, la medicina renacentis-
ta criticará la medicina hipocrática y
tendrá como principal protagonista a
un médico, profesor de Papua, Andrea
Vesalio. Vesalio publica en 1543 De
Humanis Corporis Fabrica, obra en la
que corrige más de doscientos errores
de Galeno. Galeno, médico del siglo II
había disecado monos y concebía al
anatomía humana por analogía. Pero
lo importante es que se produce un
giro de ciento ochenta grados en la
concepción del la enfermedad. Ahora
La tecnología médica se
diferencia de la técnica
médica, entre otras cosas,
por consistir en procedimientos
mediados por los sentidos más
que a través de objetos.
37
en énfasis está puesto en la anatomía
y no en la fisiología.
Años más tarde, y siguiendo esta lí-
nea centrada en la anatomía, un médi-
co italiano considerado el padre de la
anatomía patológica, Giovanni Battis-
ta Morgani, publica en 1761 The seats
and causes of diseases investigated by
anatomy. El síntoma es considerado,
a partir de ahora, la expresión de un
cambio estructural. Nace una leading
question que marcará la práctica de la
medicina hasta nuestros días: ¿Dónde
está la enfermedad? Esta pregunta
dará origen a la TM y a la superespe-
cialización.
Llegado el siglo XIX, la humanidad
tiene acceso a numerosos descubri-
mientos científicos: el telégrafo, el
teléfono, la electricidad, etc. La me-
dicina no es ajena a estas novedades
y en 1819 un pequeño instrumento
inventado por el médico francés René
Laennec cambiará la relación médi-
co paciente de más de veinte siglos
de vigencia: el estetoscopio. A partir
de entonces, la anamnesis, la narra-
ción dela paciente, pasa a segundo
plano; también la inspección cede su
lugar a otras maniobras semiológicas.
En otras palabras, el signo suplanta
al síntoma. El primero es objetivo, se-
guro, depende del médico ahora au-
xiliado por la tecnología. El segundo
es subjetivo, inseguro, poco confiable
porque depende de la narración del
paciente y el paciente puede equivo-
carse, incluso mentir.
Y no sólo el signo remplaza al sín-
toma, también el signo tiene un co-
rrelato anatómico estructural que es
preciso dilucidar. El soplo tubario co-
rresponde a una condensación; el so-
plo cardiaco a una valvulopatía. La
leading question sigue vigente y
se vuelve aún más potente.
Con esta pregunta como
guía, se celebran nue-
vos descubrimientos
tecnológicos: en
1850 el oftalmos-
copio, en 1867 el
termómetro, en
1896 el esfigmo-
manómetro. Y
todos ellos tie-
nen un denominador común: caben
en el maletín del médico. Esto no es un
dato menor pues, si bien se ha modifi-
cado la relación médico-paciente con
la balanza inclinada hacia la objetivi-
dad médica, ella sigue desenvolvién-
dose en un ámbito de intimidad, ya sea
en el consultorio o en el domicilio del
paciente.
Otra característica de la TM de este
siglo es que se centra en el diagnós-
tico. La terapéutica es muy pobre ex-
cepto en el campo de la cirugía. Aquí,
eldescubrimientodel óxidonitrosoen
1846 por William Morton, un odontó-
logo norteamericano, hace posible la
anestesia y revoluciona la cirugía. Del
mismo modo, el descubrimiento del
ácido carbólico en 1867 por el ciruja-
no británico Joseph Lister, permite la
antisepsia y la drástica disminución de
las complicaciones infecciosas.
Pero es a partir del S XX cuando la
medicina sufre otra vuelta de tuerca
que termina de desvirtuar la tradición
hipocrática. El agente que provocará
el giro es el hospital. Hasta entonces
el hospital era considerado un lugar de
asilo, propio de indigentes, un espacio
en el que se ejercía la caridad para con
los más necesitados. Incluso era con-
siderado un lugar peligroso para el
tratamiento de las enfermedades.
Ahora es el centro de toda la acti-
vidad médica, y lo es por el desa-
rrollo de la TM. La cirugía que
antes se realizaba en la mesa
de la cocina familiar ya no
puede practicarse de ese
modo; se requiriere un
En 1761 nace una leading
question que marcará la
práctica de la medicina
hasta nuestros días:
¿Dónde está la enfermedad?
Esta pregunta dará origen
a la TM y a la
superespecialización.
38
lugar aséptico y espacioso para ubicar
toda la aparatología anestésica. De
igual modo, los numeroso aparatos de
diagnóstico ya no caben en el maletín
medico; aparatos de rayos X (descu-
bierto en 1895), electrocardiógrafo
(1906), máquinas de análisis de labo-
ratorio, etc. precisan suficiente espa-
cio físico y no son transportables.
Aparece entonces otra pregunta:
¿Dónde queda el paciente? Y la res-
puesta es simple: en el hospital, junto
con todo el staff profesional y la TM.
Otra respuesta también es pertinen-
te: el paciente queda postergado a un
último lugar. Ya no importa lo que él
narra, lo que siente, tampoco importa
lo que el médico percibe de él, lo que
creíble es lo que la TM informa: “The
best evidence available to medicine was
increasingly not what the patient said, no
what the physician sensed, but what the
pictorial or graphic image reported”(6)
.
Otras innovaciones tecnológicas de
ese siglo son: en 1929 el pulmotor, en
1944 la penicilina, en 1950 el respira-
dor artificial y con él las unidades de
cuidados intensivos, en 1960 la apli-
cación clínica del riñón artificial, que
ya había sido inventado en Holanda en
1944 por Willen Kolff, y que dará ori-
gen al primer comité de ética en Seat-
le. Endoscopios, aparatos de tomogra-
fía computada, de resonancia magné-
tica nuclear, de emisión de positrones,
entre otros, se suman a la larga lista.
La leading question sigue vigente,
más vigente que nunca, aunque la res-
puesta ya no es ahora una localización
anatómica. La respuesta es: en este
gen particular se ha completado la re-
volución copernicana en la práctica de
la medicina:
“Bajo la mirada biotecnológica, que
penetra el cuerpo de tres maneras
(rayos X y ultrasonido, instrumental
médico, bioquímica), los organismos
se reducen a escala infinitesimal y
pierden toda referencia al ser como
totalidad”(7)
¿CÓMO INTERPRETAMOS LA TM?
Es esta una pregunta que amerita
un análisis filosófico y sociológico.
Podemos interpretarla como objeto,
como “algo” que complementa o pro-
longa el cuerpo; también como “algo”
que constituye el mundo. Podemos
concebirla como conocimiento científi-
co, como un saber que no surge como
la técnica como consecuencia del en-
sayo y error sino a partir de una meto-
dología científica, de la investigación
científica en medicina. La TM es tam-
bién actividad, una forma de praxis so-
cial. En este sentido, el impacto social
de una tecnología depende de los sis-
temas de valores morales así como de
los sistemas políticos presentes en un
contexto social; por lo tanto, los efec-
tos sociales inevitablemente estarán
mediados por el tipo de sistemas de
valores. (8)
Sin embargo, la TM es principal-
mente voluntad. El “deseo” es más
importante que el conocimiento.
No es el descubrimiento científico el
que ocurre primero y luego se deci-
de para qué puede servir o donde se
puede aplicar ese nuevo saber. Es el
deseo de obtener algo lo que lleva a
investigar. La medicina moderna desea
la tecnología. La medicina moderna
surge a partir del básico compromi-
so social de proporcionar a todos los
ciudadanos prácticamente todas las
novedades tecnológicas. (9)
Los éxitos
en la medicina contemporánea depen-
den fuertemente de la incorporación
de la tecnología en el diagnóstico, la
terapéutica y la rehabilitación. Estas
prácticas han sido más prominentes
en los hospitales que en la atención
primaria. Sin duda, gran parte de la
tecnología médica ha sido muy útil,
siendo los productos inmunobiológi-
cos y las vacunas los mejores ejemplos
de su éxito. (10)
¿QUÉ IMPLICANCIAS PRÁCTICAS
TIENE LA TM?
Como mencionamos, el uso de la
TM estuvo ceñido a estrictas normas
éticas desde la Antigüedad hasta el
Renacimiento. A partir de entonces,
paulatinamente se va produciendo
un divorcio entre la ciencia y la ética.
Siguiendo a Francis Bacon en su te-
ponsabilidad”. Se trata de una refor-
mulación del imperativo categórico
kantiano que del “obra de tal modo
que el principio de tu acción se trans-
forme en una ley universal” se trans-
forma en  “obra de tal modo que los
efectos de tu acción sean compatibles
con la permanencia de una vida hu-
mana auténtica”, o bien “no pongas en
peligro la continuidad indefinida de la
humanidad en la Tierra”.(13)
Asimismo,
este principio debería incorporar a los
tradicionales cuatro principios bioéti-
cos para poner freno a la excesiva in-
tervención médica.
¿QUÉ NOS PROMETEN LA TECNO-
LOGÍA Y LA TM?
El atractivo de la tecnología se vin-
cula con su promesa de hacer realidad
nuestros deseos más ancestrales. El
sueño de volar de Leonardo Da Vin-
ci, el placer y felicidad de Goethe en
Fausto, la eterna juventud de El Re-
trato de Dorian Gray de Oscar Wil-
de, hasta la belleza física, el vigor y
los superpoderes de Superman o de
la Mujer Maravillosa, todo ello y más
constituye la gran promesa. (14)
La demonización de la enfermedad
y de la muerte encuentra su mejor
exorcista en la TM. Vinculado con
ello surge, en los años ochenta, un
movimiento conocido como Poshu-
manismo o Transhumanismo según el
cual no hay diferencia radical entre la
existencia física y la simulación com-
putarizada, entre el cuerpo humano y
la tecnología robótica. Para esta posi-
ción, el ser humano se encuentra aún
en la línea evolutiva propuesta por la
antropología y su tendencia es hacia
un organismo cibernético. Se trata de
un pensamiento que hunde sus raí-
ces en Descartes y su concepción del
cuerpo humano como máquina, en el
Iluminismo, el Positivismo y en el Su-
perhombre de Nietzche.
Los instrumentos de los que se va-
len los transhumanistas son: la inge-
niería genética, la nanotecnología, la
cibernética, el fortalecimiento (enhan-
La medicina moderna desea
la tecnología. La medicina
moderna surge a partir del
básico compromiso social de
proporcionar a todos los
ciudadanos prácticamente
todas las novedades
tecnológicas.
39
sis sobre la ciencia como “the relief of
man´s state”, esta separación llega a su
punto culminante con la Ilustración
y el Positivismo decimonónico. No
obstante, la historia se encargaría de
demostrar que tal alivio no fue total y
que, por el contrario, muchos avances
científico-tecnológicos trajeron apa-
rejadas serias consecuencias para la
humanidad.
En lo que a la medicina respecta,
estos avances constituyen uno de las
principales causas del origen de la
bioética. (11)
Además, cada uno de ellos
generó algún dilema bioética parti-
cular. Por ejemplo, el respirador y la
posibilidad del trasplante de órganos
plantearon la difícil tarea de redefinir
la muerte. La incorporación de las pri-
meras unidades de diálisis en los hos-
pitales de Seattle condujeron a que
un comité decidiera las prioridades
en el uso de estos aparatos y a que la
periodista Shana Alexander publicara
en Life un artículo que tituló “They de-
cide who lives, who dies” (Ellos deciden
quién vive, quién muere).(12)
Y así, cada
nueva TM fue gestando su propia con-
flictividad moral.
Entre las consecuencias de la tecno-
logía en general y de la TM en particu-
lar podemos mencionar: alienación y
despersonalización, cambios sociales
relacionados con una mayor burocra-
tización y urbanización, nuevas mo-
dalidades de comunicación, pérdida
de la privacidad, etc. Una mención
especial merecen ítems como la po-
lución atmosférica, el cambio climáti-
co y las modificaciones genéticas por
su impacto no sólo actual sino en las
generaciones futuras. Hans Jonas ha
alertado sobre ello y ha propuesto
tener en cuenta el “Principio de res-
cement) farmacológico, la situación
computarizada y la mind uploading. (15)
Si bien todo esto aún parece cien-
cia-ficción, para algunos pronto se
hará realidad: “The artificial improve-
ment of human beings will come. One
way or another, whether we like it or
not, as soon as the progress of biolo-
gical understanding makes it possible.
When people are offered technical
means to improve themselves and
their children, no matter what they
conceive improvement to mean, the
offered will be accepted…The techno-
logy of improvement may be hindered
or delayed by regulations, but it can-
not be permanently suppressed…It
will be seen by millions of citizens as
liberation from past constraints and
injustices. Their freedom to choose
cannot be permanently denied”. (16)
¿QUÉ DILEMA ÉTICO COMÚN
PLANTEA LA TM?
Más allá de la conflictividad bioéti-
ca que cada TM presenta, todas coin-
ciden en un dilema común. Este tiene
que ver con el acceso a esas nuevas
tecnologías para garantizar el dere-
cho a la salud, entendido este como
derecho humano en sentido positivo.
El dilema común se plantea tanto por
exceso como por defecto de ese acceso.
En relación con el exceso de TM, se
han escrito ríos de tinta en torno a la
llamada “muerte digna”, al encarniza-
miento o ensañamiento terapéutico,
a la legitimidad o no de la eutanasia
y del suicidio asistido. (17)
Lo cierto es
que la medicina ha prolongado la ex-
pectativa de vida olvidándose de la
calidad de vida. (18)
Otro aspecto moralmente relevan-
te se refiere a la práctica de introducir
nuevas tecnologías antes de que ha-
yan sido suficientemente evaluadas.
Además de los inevitables riesgos para
la población y de la sobrecarga de los
sistemas de salud, hace más difícil la
decisión de retirar los medios que han
demostrado ser ineficaces o sin una
relación costo-beneficio favorable.
Por lo tanto, es imperativo mejorar
la investigación en varias áreas rela-
cionadas con la tecnología de la salud,
incluida la investigación sobre siste-
mas de información y procesamiento
de datos. La evaluación debe incluir
tanto las tecnologías de alto costo y
complejidad como las más simples
que, a menudo, utilizarán sólo los pa-
cientes ambulatorios.(19)
Asimismo, se impone un redimen-
sionamiento de la educación médica
pues tal esfuerzo de reevaluación de
las nuevas TM tendrá poco impacto si
no se trabaja también sobre los facto-
res que influyen en las formas, muchas
veces acrítica, como los profesionales
de la salud responden ante esas nove-
dades tecnológicas. Esta tendencia se
constata en la literatura en la que se
observa un número limitado de artícu-
los que se ocupan de cuestiones éticas
y de la evaluación costo-beneficio de
las TM. El de infarto agudo de miocar-
dio es un buen ejemplo al respecto. En
esta patología, el uso de ciertas tec-
nologías ha reducido la mortalidad,
pero en menor medida de lo esperado
comparando los resultados con quie-
Más allá de la conflictividad
bioética que cada TM presenta,
todas coinciden en un dilema
común. Este tiene que ver
con el acceso a esas nuevas
tecnologías para garantizar el
derecho a la salud, entendido
este como derecho humano
en sentido positivo. El dilema
común se plantea tanto por
exceso como por defecto de ese
acceso.
40
nes no tuvieron acceso a, por ejemplo,
tratamiento trombolítico intravenoso
o a procedimientos invasivos como la
angioplastia coronaria. (20)
Con respecto al déficit en el acceso
a la TM, se ha hablado de inequidad en
la asistencia sanitaria. Pero la expre-
sión “inequidad en la asistencia sani-
taria” obliga a analizar, al menos, tres
cosas: la diferencia entre necesidades
y deseos, entre atención médica (AM)
y atención de la salud (AS) y los distin-
tos conceptos de justicia.
Pocos dudarían en considerar la
provisión de insulina a un diabético ju-
venil como una verdadera necesidad
médica; de igual modo, el reclamo de
cirugía estética se asemeja más a un
deseo. Pero qué decir de otras situa-
ciones, por ejemplo de los tratamien-
tos de fertilidad asistida, ¿satisfacen
una necesidad o un deseo? En algunos
casos, la demarcación no es tan preci-
sa ni sencilla.
Asimismo, no todo lo que es efecti-
vo es útil desde el punto de vista mé-
dico. ¿Es correcto indicar, por ejemplo,
una diálisis peritoneal en un paciente
en estado vegetativo? Para responder
hemos de distinguir entre efectividad
y utilidad. Un tratamiento es efectivo
cuando produce un cambio esperado,
un efecto biológico. Por ejemplo, si
administro un antipirético este será
efectivo si realmente baja la tempera-
tura del paciente. Ahora bien, un tra-
tamiento puede ser efectivo y al mis-
mo tiempo inútil. La inutilidad implica
que no se podrá conseguir un objetivo
médico. Los objetivos médicos son
aquellos relacionados con las metas
clásicamente aceptadas de la medici-
na (curar, aliviar, rehabilitar, acompa-
ñar). La diálisis podrá ser efectiva, es
decir, podrá mantener la homeostasis
hidroelectrolítica y bajar el nivel en
sangre de cuerpos nitrogenados pero
será inútil pues no hará que el pacien-
te se recupere. (21).
La iinformación y educación sani-
taria de la población, así como la re-
flexión sobre estos puntos son nece-
sarias para no malgastar los magros
recursos.
Con respecto a la AM, hay que re-
cordar que la AS es un concepto más
amplio y que los determinantes de la
salud expuesto en el Modelo Denver
ya en 1.976 muestran claramente que
la AM colabora tan sólo en el 11% para
disminuir la mortalidad mientras que
el medio ambiente y estilo de vida lo
hacen en algo más del 605. Paradóji-
camente, el gasto en AM llega al 90%
contra el 3.1% que se invierte en los
otros dos factores. (22)
Finalmente, en lo que hace al con-
cepto de justicia, queda claro que no
es único. Así como no hay una Verdad,
tampoco hay una Justicia y, por tanto,
decidir qué cosa es una injusticia o in-
equidad en salud depende de la teoría
de la justicia que se adopte.
A MODO DE CIERRE
Sin duda no hemos agotado el tema.
Nuestro propósito ha sido poner so-
bre el tapete para el debate algo que
es aceptado simplemente como dado,
casi como natural. La tecnología es en
general percibida de manera instru-
mental, como un medio para acceder
al conocimiento correcto del mundo.
Pero las cosas no son tan simples.
Heidegger no concebía la  tecnología
como herramienta, como medio, sino
como aquello que construye la verdad
de las cosas, que re-crea al mundo. A
través del uso de la tecnología se define
la naturaleza y el ser humano; mas aún,
43
Así como no hay una
Verdad, tampoco hay una
Justicia y, por tanto, decidir
qué cosa es una injusticia o
inequidad en salud depende de
la teoría de la justicia
que se adopte.
el hombre parece tener que adaptarse
a la tecnología y no al contrario, pare-
ce existir una sumisión a la tecnología,
un dominio de la misma. Heidegger ad-
vierte sobre el peligro de engañarnos
pensando a la tecnología como un sim-
ple instrumento que el hombre puede
manipular y dominar a su antojo. No
negamos los logros de la tecnología en
la medicina, ello seria insensato. Pero
tampoco podemos pecar de ingenui-
dad ignorando los flancos débiles del
progreso científico-tecnológico. Uno
de ellos es la despersonalización de la
práctica médica.
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2520.
16- Dyson FJ. Imagined worlds. Cambridge:
Harvard University Press, 1997.
17-Outomuro D. La definición de algunos
conceptos en torno a la eutanasia. Rev.
Médicos y Medicinas en la Historia. (Buenos
Aires). 2004. 3(11): 9-13, Bs. As.
18-Outomuro D. Qué es y cómo ponderar la
calidad de vida para tomar decisiones médicas.
Cuadernos Médico Sociales 2011; 50 (4):
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19-Schramm FR y Escosteguy, CC. Bioética e
avaliação tecnológica em saúde Cad. Saúde
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W. B. Saunders. . Citado por: Bioética e
avaliação tecnológica em saúde Cad. Saúde
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21-Outomuro, D. Manual de Fundamentos
de Bioética. Buenos Aires: Editorial Magister;
2004.
22-Álvarez Pérez, AG, García Fariñas A. y
Bonet Gorbea, M. Pautas conceptuales y
metodológicas para explicar los determinantes
de los niveles de salud en Cuba. Rev Cubana
Salud Pública 2007;33(2): 1-16.
ReferenciasResumen
La tecnología invade todas las
prácticas sociales y la medicina no
escapa a estas consideraciones;
los estudios complementarios de
diagnóstico así como los recursos
terapéuticos se tornan cada vez
más sofisticados y numerosos.
Entendemos que se impone una
reflexión crítica sobre el impacto
que la tecnología médica produ-
ce en la práctica de la medicina.
Se trata el tema a partir de las
siguientes preguntas: ¿Qué es la
“tecnología médica”? ¿Qué papel
juega hoy día en la práctica de la
medicina? ¿Cómo se la interpre-
ta desde la filosofía de la ciencia?
¿Qué consecuencias prácticas tie-
ne? ¿Qué nos promete? ¿Qué di-
lema ético común plantean? Para
dar respuesta a esos interrogan-
tes se realiza una breve historia
de la medicina, haciendo hincapié
en las innovaciones tecnológicas
que afectaron el modelo de rela-
ción médico-paciente tradicional.
Se mencionan algunos aspectos
del transhumanismo. Se muestra
que el acceso a las nuevas tecno-
logías médicas puede acarrear
conflictos éticos tanto por defec-
to como por exceso.
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Tecnologia en la medicina

  • 1. 2531 Tecnología y salud Impacto de la tecnología en la práctica de la medicina
  • 2. 32 Escribe Delia Outomuro Médica. Licenciada en Filosofía. Doctora en Medicina Profesora Regular Adjunta. Facultad de Medicina. UBA doutomuro@fmed.uba.ar deliaoutomuro@gmail.com Licenciada en Ciencias de la Comunicación Social. Doctora en Salud Pública. UBA Docente Autorizada de Bioética. Facultad de Medicina. UBA. lmirabile@fmed.uba.ar Instituto de Bioética Facultad de Medicina Universidad de Buenos Aires Paraguay 2155 1er piso CP 1121 CABA Argentina 54 11 5950 9500 int/fax 2102/2104 INTRODUCCIÓN En las últimas décadas se advierte un incremento exponencial de la tec- nología. Vivimos en un mundo tecno- lógico. Hoy día, nuestra vida es im- pensable sin computadoras, videocá- maras, aeroplanos, etc. Nos desarro- llamos en una sociedad panoptizada, llena vigilancias, controles y castigos “informáticos”, convirtiendo el mun- do en que vivimos en un Big Brother universal que nos mira. La tecnología invade todas las prácticas sociales y la medicina no escapa a estas considera- ciones; los estudios complementarios de diagnóstico así como los recursos terapéuticos se tornan cada vez más sofisticados y numerosos. Así las cosas, entendemos que se impone una reflexión crítica sobre el impacto que la tecnología médica pro- duce en la práctica de la medicina. En este trabajo nos proponemos abordar los siguientes interrogantes: ¿qué es y qué papel juega hoy la tecnología mé- dica? ¿cómo la podemos interpretar y cuáles son sus implicancias prácticas? ¿qué nos promete? y, finalmente, ¿qué dilema ético común plantea la TM?. ¿QUÉ ES LA TECNOLOGÍA MÉDICA? Antes de definir la tecnología mé- dica nos vemos obligados a elucidar conceptos como ciencia, técnica, tec- nología. Sin embargo, definir estos términos no es tarea sencilla y los pro- pios epistemólogos difieren entre sí al respecto. A grandes rasgos podríamos decir que la ciencia en conocimiento fundamentado, la tecnología la aplica- ción práctica de dicho conocimiento y la técnica un “saber cómo” (un know how). Por ejemplo, el corpus de conoci- miento que constituye la ciencia física tiene como una de sus aplicaciones tecnológicas la aviación. Esto quiere decir que “detrás” de la construcción y del funcionamiento de un avión hay conocimiento científico. En cambio, la fabricación de un par de zapatos o la preparación de un pastel son técnicas pues, si bien hay un conocimiento que respalda cómo se hacen los zapatos y cómo los pasteles, ese conocimiento no es ciencia sino otro tipo de saber basado en conocimiento y experien- cias cotidianas.1 Otros consideran que la ciencia busca el conocimiento como un bien en sí mismo mientras que la tecnología busca un bien útil, un cono- cimiento cuyo valor reside en aquello que permite hacer. (2) Por otra parte, para Bunge (3) la tec- nología se muestra como una simbio- sis entre el saber teórico de la ciencia (cuya finalidad es la búsqueda de la verdad) con la técnica (cuya finali- dad es la utilidad). La finalidad de la tecnología sería entonces la búsque- da de una verdad útil. Para Bunge, la tecnología no es sino ciencia aplicada, y plasmación material de la forma de conocimiento y actuación más racio- Palabras clave Medicina – Tecnología – Bioética Keywords Medicine - Technology - Bioethics
  • 3. 33 La tecnología conlleva conocimiento (de ciencia aplicada) pero también utiliza experticia (expertise), es decir idoneidad, saber cómo aplicar ese conocimiento para resolver un problema. nal que existe. Sin embargo, para Kli- movsky 4 no sería correcto identificar ciencia aplicada con tecnología pues- to que la primera es conocimiento en tanto que la segunda implica acciones o procedimientos para lograr ciertos objetivos (construir objetos, resolver problemas prácticos, modificar la rea- lidad, etc.). La tecnología conlleva co- nocimiento (de ciencia aplicada) pero también utiliza experticia (expertise), es decir idoneidad, saber cómo apli- car ese conocimiento para resolver un problema; alguien puede ser un eru- dito en ciencia aeronáutica (ciencia aplicada) y sin embargo no estar lo su- ficientemente entrenado para hacer volar un avión. Además, la tecnología se vincula no solo con la ciencia sino también con otras prácticas sociales,
  • 4. 34 de modo tal que su estructura supera la estructura gnoseológica de la cien- cia aplicada. En este marco, se entiende por tec- nología médica (TM) el conjunto de objetos manipulados mediante ciertos procedimientos para ser aplicados con- tra las enfermedades. En esta defini- ción se destacan las dos dimensiones de la TM, la objetiva y la procedimen- tal. En algunos casos predomina la di- mensión objetiva como ocurre con los aparatos de diagnóstico por imágenes, o con el riñón artificial o incluso con los fármacos. En otros, tiene preemi- nencia la dimensión procedimental como sucede en un procedimiento quirúrgico, en el almacenamiento de datos en soporte electrónico o en la confección de la historia clínica infor- matizada. (5) La TM se diferencia de la técnica médica (TM) entre otras cosas, por consistir en procedimientos mediados por los sentidos más que a través de objetos. Son ejemplos típicos la ins- pección, la palpación, la percusión, la auscultación y cualquier otra manio- bra de la semiología tradicional. ¿QUÉ PAPEL JUEGA HOY LA TM? Para comprender cabalmente el pa- pel que hoy día juega la tecnología en la práctica médica es preciso que ha- gamos un breve repaso de la historia de la medicina. Ello nos permitirá ver cómo las distintas innovaciones tec- nológicas fueron modificando la rela- ción médico paciente hasta llegar a la situación actual. Comencemos por la medicina hipo- crática. La misma se encuentra sinteti- zada en el Código Hipocrático, escrito entre los siglos V y III aC. Se basa en la teoría de los cuatro humores: bilis negra, bilis amarilla, flema y sangra. El estado de salud implica el equilibrio de estos cuatro humores mientras que la enfermedad se produce por un desequilibrio en los mismos. De esta manera podríamos decir que, en términos actuales, el proceso salud- enfermedad es concebido de manera fisiológica o fisiopatológica y no de forma estructural. El agente sanador por excelencia es la Naturaleza mientras que el mé- dico es sólo su asistente. En este pa- pel subsidiario, el médico se dedica a prescribir dietas, baños, ejercicios; al mismo tiempo es conciente del efecto terapéutico que ejerce su presencia a través de la forma de vestir y especial- mente de comunicarse con el pacien- te. La TM es muy pobre y consiste en linimentos, compresas, vendajes, ins- trumentos quirúrgicos simples, san- grías. No obstante, antes de acudirse a ella, se hace una rigurosa evaluación de su utilidad como ayuda a la Natu- raleza; asimismo su utilización se en- marca en estrictas normas éticas. El propósito es evitar la hybris, la desme- sura. Un mal uso de la TM no sólo per- judica la paciente sino que también desprestigia al médico. Esta forma de entender y de prac- ticar la medicina se extiende hasta el Renacimiento, es decir, nada más ni nada menos que por dos mil años. Por su parte, la medicina renacentis- ta criticará la medicina hipocrática y tendrá como principal protagonista a un médico, profesor de Papua, Andrea Vesalio. Vesalio publica en 1543 De Humanis Corporis Fabrica, obra en la que corrige más de doscientos errores de Galeno. Galeno, médico del siglo II había disecado monos y concebía al anatomía humana por analogía. Pero lo importante es que se produce un giro de ciento ochenta grados en la concepción del la enfermedad. Ahora La tecnología médica se diferencia de la técnica médica, entre otras cosas, por consistir en procedimientos mediados por los sentidos más que a través de objetos.
  • 5. 37 en énfasis está puesto en la anatomía y no en la fisiología. Años más tarde, y siguiendo esta lí- nea centrada en la anatomía, un médi- co italiano considerado el padre de la anatomía patológica, Giovanni Battis- ta Morgani, publica en 1761 The seats and causes of diseases investigated by anatomy. El síntoma es considerado, a partir de ahora, la expresión de un cambio estructural. Nace una leading question que marcará la práctica de la medicina hasta nuestros días: ¿Dónde está la enfermedad? Esta pregunta dará origen a la TM y a la superespe- cialización. Llegado el siglo XIX, la humanidad tiene acceso a numerosos descubri- mientos científicos: el telégrafo, el teléfono, la electricidad, etc. La me- dicina no es ajena a estas novedades y en 1819 un pequeño instrumento inventado por el médico francés René Laennec cambiará la relación médi- co paciente de más de veinte siglos de vigencia: el estetoscopio. A partir de entonces, la anamnesis, la narra- ción dela paciente, pasa a segundo plano; también la inspección cede su lugar a otras maniobras semiológicas. En otras palabras, el signo suplanta al síntoma. El primero es objetivo, se- guro, depende del médico ahora au- xiliado por la tecnología. El segundo es subjetivo, inseguro, poco confiable porque depende de la narración del paciente y el paciente puede equivo- carse, incluso mentir. Y no sólo el signo remplaza al sín- toma, también el signo tiene un co- rrelato anatómico estructural que es preciso dilucidar. El soplo tubario co- rresponde a una condensación; el so- plo cardiaco a una valvulopatía. La leading question sigue vigente y se vuelve aún más potente. Con esta pregunta como guía, se celebran nue- vos descubrimientos tecnológicos: en 1850 el oftalmos- copio, en 1867 el termómetro, en 1896 el esfigmo- manómetro. Y todos ellos tie- nen un denominador común: caben en el maletín del médico. Esto no es un dato menor pues, si bien se ha modifi- cado la relación médico-paciente con la balanza inclinada hacia la objetivi- dad médica, ella sigue desenvolvién- dose en un ámbito de intimidad, ya sea en el consultorio o en el domicilio del paciente. Otra característica de la TM de este siglo es que se centra en el diagnós- tico. La terapéutica es muy pobre ex- cepto en el campo de la cirugía. Aquí, eldescubrimientodel óxidonitrosoen 1846 por William Morton, un odontó- logo norteamericano, hace posible la anestesia y revoluciona la cirugía. Del mismo modo, el descubrimiento del ácido carbólico en 1867 por el ciruja- no británico Joseph Lister, permite la antisepsia y la drástica disminución de las complicaciones infecciosas. Pero es a partir del S XX cuando la medicina sufre otra vuelta de tuerca que termina de desvirtuar la tradición hipocrática. El agente que provocará el giro es el hospital. Hasta entonces el hospital era considerado un lugar de asilo, propio de indigentes, un espacio en el que se ejercía la caridad para con los más necesitados. Incluso era con- siderado un lugar peligroso para el tratamiento de las enfermedades. Ahora es el centro de toda la acti- vidad médica, y lo es por el desa- rrollo de la TM. La cirugía que antes se realizaba en la mesa de la cocina familiar ya no puede practicarse de ese modo; se requiriere un En 1761 nace una leading question que marcará la práctica de la medicina hasta nuestros días: ¿Dónde está la enfermedad? Esta pregunta dará origen a la TM y a la superespecialización.
  • 6. 38 lugar aséptico y espacioso para ubicar toda la aparatología anestésica. De igual modo, los numeroso aparatos de diagnóstico ya no caben en el maletín medico; aparatos de rayos X (descu- bierto en 1895), electrocardiógrafo (1906), máquinas de análisis de labo- ratorio, etc. precisan suficiente espa- cio físico y no son transportables. Aparece entonces otra pregunta: ¿Dónde queda el paciente? Y la res- puesta es simple: en el hospital, junto con todo el staff profesional y la TM. Otra respuesta también es pertinen- te: el paciente queda postergado a un último lugar. Ya no importa lo que él narra, lo que siente, tampoco importa lo que el médico percibe de él, lo que creíble es lo que la TM informa: “The best evidence available to medicine was increasingly not what the patient said, no what the physician sensed, but what the pictorial or graphic image reported”(6) . Otras innovaciones tecnológicas de ese siglo son: en 1929 el pulmotor, en 1944 la penicilina, en 1950 el respira- dor artificial y con él las unidades de cuidados intensivos, en 1960 la apli- cación clínica del riñón artificial, que ya había sido inventado en Holanda en 1944 por Willen Kolff, y que dará ori- gen al primer comité de ética en Seat- le. Endoscopios, aparatos de tomogra- fía computada, de resonancia magné- tica nuclear, de emisión de positrones, entre otros, se suman a la larga lista. La leading question sigue vigente, más vigente que nunca, aunque la res- puesta ya no es ahora una localización anatómica. La respuesta es: en este gen particular se ha completado la re- volución copernicana en la práctica de la medicina: “Bajo la mirada biotecnológica, que penetra el cuerpo de tres maneras (rayos X y ultrasonido, instrumental médico, bioquímica), los organismos se reducen a escala infinitesimal y pierden toda referencia al ser como totalidad”(7) ¿CÓMO INTERPRETAMOS LA TM? Es esta una pregunta que amerita un análisis filosófico y sociológico. Podemos interpretarla como objeto, como “algo” que complementa o pro- longa el cuerpo; también como “algo” que constituye el mundo. Podemos concebirla como conocimiento científi- co, como un saber que no surge como la técnica como consecuencia del en- sayo y error sino a partir de una meto- dología científica, de la investigación científica en medicina. La TM es tam- bién actividad, una forma de praxis so- cial. En este sentido, el impacto social de una tecnología depende de los sis- temas de valores morales así como de los sistemas políticos presentes en un contexto social; por lo tanto, los efec- tos sociales inevitablemente estarán mediados por el tipo de sistemas de valores. (8) Sin embargo, la TM es principal- mente voluntad. El “deseo” es más importante que el conocimiento. No es el descubrimiento científico el que ocurre primero y luego se deci- de para qué puede servir o donde se puede aplicar ese nuevo saber. Es el deseo de obtener algo lo que lleva a investigar. La medicina moderna desea la tecnología. La medicina moderna surge a partir del básico compromi- so social de proporcionar a todos los ciudadanos prácticamente todas las novedades tecnológicas. (9) Los éxitos en la medicina contemporánea depen- den fuertemente de la incorporación de la tecnología en el diagnóstico, la terapéutica y la rehabilitación. Estas prácticas han sido más prominentes en los hospitales que en la atención primaria. Sin duda, gran parte de la tecnología médica ha sido muy útil, siendo los productos inmunobiológi- cos y las vacunas los mejores ejemplos de su éxito. (10) ¿QUÉ IMPLICANCIAS PRÁCTICAS TIENE LA TM? Como mencionamos, el uso de la TM estuvo ceñido a estrictas normas éticas desde la Antigüedad hasta el Renacimiento. A partir de entonces, paulatinamente se va produciendo un divorcio entre la ciencia y la ética. Siguiendo a Francis Bacon en su te-
  • 7. ponsabilidad”. Se trata de una refor- mulación del imperativo categórico kantiano que del “obra de tal modo que el principio de tu acción se trans- forme en una ley universal” se trans- forma en  “obra de tal modo que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida hu- mana auténtica”, o bien “no pongas en peligro la continuidad indefinida de la humanidad en la Tierra”.(13) Asimismo, este principio debería incorporar a los tradicionales cuatro principios bioéti- cos para poner freno a la excesiva in- tervención médica. ¿QUÉ NOS PROMETEN LA TECNO- LOGÍA Y LA TM? El atractivo de la tecnología se vin- cula con su promesa de hacer realidad nuestros deseos más ancestrales. El sueño de volar de Leonardo Da Vin- ci, el placer y felicidad de Goethe en Fausto, la eterna juventud de El Re- trato de Dorian Gray de Oscar Wil- de, hasta la belleza física, el vigor y los superpoderes de Superman o de la Mujer Maravillosa, todo ello y más constituye la gran promesa. (14) La demonización de la enfermedad y de la muerte encuentra su mejor exorcista en la TM. Vinculado con ello surge, en los años ochenta, un movimiento conocido como Poshu- manismo o Transhumanismo según el cual no hay diferencia radical entre la existencia física y la simulación com- putarizada, entre el cuerpo humano y la tecnología robótica. Para esta posi- ción, el ser humano se encuentra aún en la línea evolutiva propuesta por la antropología y su tendencia es hacia un organismo cibernético. Se trata de un pensamiento que hunde sus raí- ces en Descartes y su concepción del cuerpo humano como máquina, en el Iluminismo, el Positivismo y en el Su- perhombre de Nietzche. Los instrumentos de los que se va- len los transhumanistas son: la inge- niería genética, la nanotecnología, la cibernética, el fortalecimiento (enhan- La medicina moderna desea la tecnología. La medicina moderna surge a partir del básico compromiso social de proporcionar a todos los ciudadanos prácticamente todas las novedades tecnológicas. 39 sis sobre la ciencia como “the relief of man´s state”, esta separación llega a su punto culminante con la Ilustración y el Positivismo decimonónico. No obstante, la historia se encargaría de demostrar que tal alivio no fue total y que, por el contrario, muchos avances científico-tecnológicos trajeron apa- rejadas serias consecuencias para la humanidad. En lo que a la medicina respecta, estos avances constituyen uno de las principales causas del origen de la bioética. (11) Además, cada uno de ellos generó algún dilema bioética parti- cular. Por ejemplo, el respirador y la posibilidad del trasplante de órganos plantearon la difícil tarea de redefinir la muerte. La incorporación de las pri- meras unidades de diálisis en los hos- pitales de Seattle condujeron a que un comité decidiera las prioridades en el uso de estos aparatos y a que la periodista Shana Alexander publicara en Life un artículo que tituló “They de- cide who lives, who dies” (Ellos deciden quién vive, quién muere).(12) Y así, cada nueva TM fue gestando su propia con- flictividad moral. Entre las consecuencias de la tecno- logía en general y de la TM en particu- lar podemos mencionar: alienación y despersonalización, cambios sociales relacionados con una mayor burocra- tización y urbanización, nuevas mo- dalidades de comunicación, pérdida de la privacidad, etc. Una mención especial merecen ítems como la po- lución atmosférica, el cambio climáti- co y las modificaciones genéticas por su impacto no sólo actual sino en las generaciones futuras. Hans Jonas ha alertado sobre ello y ha propuesto tener en cuenta el “Principio de res-
  • 8. cement) farmacológico, la situación computarizada y la mind uploading. (15) Si bien todo esto aún parece cien- cia-ficción, para algunos pronto se hará realidad: “The artificial improve- ment of human beings will come. One way or another, whether we like it or not, as soon as the progress of biolo- gical understanding makes it possible. When people are offered technical means to improve themselves and their children, no matter what they conceive improvement to mean, the offered will be accepted…The techno- logy of improvement may be hindered or delayed by regulations, but it can- not be permanently suppressed…It will be seen by millions of citizens as liberation from past constraints and injustices. Their freedom to choose cannot be permanently denied”. (16) ¿QUÉ DILEMA ÉTICO COMÚN PLANTEA LA TM? Más allá de la conflictividad bioéti- ca que cada TM presenta, todas coin- ciden en un dilema común. Este tiene que ver con el acceso a esas nuevas tecnologías para garantizar el dere- cho a la salud, entendido este como derecho humano en sentido positivo. El dilema común se plantea tanto por exceso como por defecto de ese acceso. En relación con el exceso de TM, se han escrito ríos de tinta en torno a la llamada “muerte digna”, al encarniza- miento o ensañamiento terapéutico, a la legitimidad o no de la eutanasia y del suicidio asistido. (17) Lo cierto es que la medicina ha prolongado la ex- pectativa de vida olvidándose de la calidad de vida. (18) Otro aspecto moralmente relevan- te se refiere a la práctica de introducir nuevas tecnologías antes de que ha- yan sido suficientemente evaluadas. Además de los inevitables riesgos para la población y de la sobrecarga de los sistemas de salud, hace más difícil la decisión de retirar los medios que han demostrado ser ineficaces o sin una relación costo-beneficio favorable. Por lo tanto, es imperativo mejorar la investigación en varias áreas rela- cionadas con la tecnología de la salud, incluida la investigación sobre siste- mas de información y procesamiento de datos. La evaluación debe incluir tanto las tecnologías de alto costo y complejidad como las más simples que, a menudo, utilizarán sólo los pa- cientes ambulatorios.(19) Asimismo, se impone un redimen- sionamiento de la educación médica pues tal esfuerzo de reevaluación de las nuevas TM tendrá poco impacto si no se trabaja también sobre los facto- res que influyen en las formas, muchas veces acrítica, como los profesionales de la salud responden ante esas nove- dades tecnológicas. Esta tendencia se constata en la literatura en la que se observa un número limitado de artícu- los que se ocupan de cuestiones éticas y de la evaluación costo-beneficio de las TM. El de infarto agudo de miocar- dio es un buen ejemplo al respecto. En esta patología, el uso de ciertas tec- nologías ha reducido la mortalidad, pero en menor medida de lo esperado comparando los resultados con quie- Más allá de la conflictividad bioética que cada TM presenta, todas coinciden en un dilema común. Este tiene que ver con el acceso a esas nuevas tecnologías para garantizar el derecho a la salud, entendido este como derecho humano en sentido positivo. El dilema común se plantea tanto por exceso como por defecto de ese acceso. 40
  • 9. nes no tuvieron acceso a, por ejemplo, tratamiento trombolítico intravenoso o a procedimientos invasivos como la angioplastia coronaria. (20) Con respecto al déficit en el acceso a la TM, se ha hablado de inequidad en la asistencia sanitaria. Pero la expre- sión “inequidad en la asistencia sani- taria” obliga a analizar, al menos, tres cosas: la diferencia entre necesidades y deseos, entre atención médica (AM) y atención de la salud (AS) y los distin- tos conceptos de justicia. Pocos dudarían en considerar la provisión de insulina a un diabético ju- venil como una verdadera necesidad médica; de igual modo, el reclamo de cirugía estética se asemeja más a un deseo. Pero qué decir de otras situa- ciones, por ejemplo de los tratamien- tos de fertilidad asistida, ¿satisfacen una necesidad o un deseo? En algunos casos, la demarcación no es tan preci- sa ni sencilla. Asimismo, no todo lo que es efecti- vo es útil desde el punto de vista mé- dico. ¿Es correcto indicar, por ejemplo, una diálisis peritoneal en un paciente en estado vegetativo? Para responder hemos de distinguir entre efectividad y utilidad. Un tratamiento es efectivo cuando produce un cambio esperado, un efecto biológico. Por ejemplo, si administro un antipirético este será efectivo si realmente baja la tempera- tura del paciente. Ahora bien, un tra- tamiento puede ser efectivo y al mis- mo tiempo inútil. La inutilidad implica que no se podrá conseguir un objetivo médico. Los objetivos médicos son aquellos relacionados con las metas clásicamente aceptadas de la medici- na (curar, aliviar, rehabilitar, acompa- ñar). La diálisis podrá ser efectiva, es decir, podrá mantener la homeostasis hidroelectrolítica y bajar el nivel en sangre de cuerpos nitrogenados pero será inútil pues no hará que el pacien- te se recupere. (21). La iinformación y educación sani- taria de la población, así como la re- flexión sobre estos puntos son nece- sarias para no malgastar los magros recursos. Con respecto a la AM, hay que re- cordar que la AS es un concepto más amplio y que los determinantes de la salud expuesto en el Modelo Denver ya en 1.976 muestran claramente que la AM colabora tan sólo en el 11% para disminuir la mortalidad mientras que el medio ambiente y estilo de vida lo hacen en algo más del 605. Paradóji- camente, el gasto en AM llega al 90% contra el 3.1% que se invierte en los otros dos factores. (22) Finalmente, en lo que hace al con- cepto de justicia, queda claro que no es único. Así como no hay una Verdad, tampoco hay una Justicia y, por tanto, decidir qué cosa es una injusticia o in- equidad en salud depende de la teoría de la justicia que se adopte. A MODO DE CIERRE Sin duda no hemos agotado el tema. Nuestro propósito ha sido poner so- bre el tapete para el debate algo que es aceptado simplemente como dado, casi como natural. La tecnología es en general percibida de manera instru- mental, como un medio para acceder al conocimiento correcto del mundo. Pero las cosas no son tan simples. Heidegger no concebía la  tecnología como herramienta, como medio, sino como aquello que construye la verdad de las cosas, que re-crea al mundo. A través del uso de la tecnología se define la naturaleza y el ser humano; mas aún, 43 Así como no hay una Verdad, tampoco hay una Justicia y, por tanto, decidir qué cosa es una injusticia o inequidad en salud depende de la teoría de la justicia que se adopte.
  • 10. el hombre parece tener que adaptarse a la tecnología y no al contrario, pare- ce existir una sumisión a la tecnología, un dominio de la misma. Heidegger ad- vierte sobre el peligro de engañarnos pensando a la tecnología como un sim- ple instrumento que el hombre puede manipular y dominar a su antojo. No negamos los logros de la tecnología en la medicina, ello seria insensato. Pero tampoco podemos pecar de ingenui- dad ignorando los flancos débiles del progreso científico-tecnológico. Uno de ellos es la despersonalización de la práctica médica. 1- Outomuro D Lombardi OI. Epistemología. Bases Epistemológicas De La Investigación. Libro digital en CD. Edición Editorial Asociación de Profesores de la Facultad de Ciencias Exactas e Ingeniería de la Universidad Nacional de Rosario: 2006. 2-Lorenzano, C. L. La estructura del conocimiento científico. Buenos Aires: Zavalia, 1995. 3-Bunge, M., La investigación científica. 2ª ed. Barcelona: Ariel, 1983. 4-Klimovsky, G., Las desventuras del conocimiento científico. Buenos Aires: Ed. A-Z, 1999. 5-Reiser SJ. Technology. En: Reich WT. Encyclopedia of Bioethics. New York, Macmillan. 2004; 2497-2502. 6-Reiser SJ. Technology. En: Reich WT. Encyclopedia of Bioethics. New York, Macmillan, 2004, 2499. 7-Gupta JA, Richters A. Embodied subjects and fragmented objects: women`s bodies, assited reprodution technologies and the right of self- determination. Journal of Bioethical Inquiry. 2008, 5 (4): 239-249. 8-Cortina, A.. Ética, tecnología y salud. In: Ética y Salud (Granada), 1998. 25-38. 9-Mitchum C. Philosophy of medical technology. En: Reich WT. Encyclopedia of Bioethics. (New York) 2004; 2503-2509. 10- Schramm FR y Escosteguy, CC. Bioética e avaliação tecnológica em saúde Cad. Saúde Pública (Rio de Janeiro). 2000; 16(4):951-961. 11- Outomuro D. ¿Qué es esa cosa llamada “Bioética”? Rev. Medicina Interna (Sociedad de Medicina Interna de Bs. As – AMA) 1999. 2, (1): 40-50. 12- Fernando Lolas Stepke, Bioética: Una Palabra con Historia. El Mercurio; 1997. 13- De Siqueira JE. El principio de responsabilidad de Hans Jonas. Acta Bioethica. 2001; 7(2): 277-285. 14- Outomuro D. Critiques on Biotechnology and the Problem of Pegeonholing Philosophical Thinking. The American Journal of Bioethics. 2007. 7(10):25-27. 15- Hook C. Transhumanism and Posthumanism. Reich WT. Encyclopedia of Bioethics. Macmillan (New York). 2004; 2517- 2520. 16- Dyson FJ. Imagined worlds. Cambridge: Harvard University Press, 1997. 17-Outomuro D. La definición de algunos conceptos en torno a la eutanasia. Rev. Médicos y Medicinas en la Historia. (Buenos Aires). 2004. 3(11): 9-13, Bs. As. 18-Outomuro D. Qué es y cómo ponderar la calidad de vida para tomar decisiones médicas. Cuadernos Médico Sociales 2011; 50 (4): 278-287. 19-Schramm FR y Escosteguy, CC. Bioética e avaliação tecnológica em saúde Cad. Saúde Pública (Rio de Janeiro). 2000. 16(4):951-961. 20-Franco, A. C.y Topol, E. J., 1994. Angiography and angioplasty. In: Management of Acute Myocardial Infarction (D. Julian & E. Braunwald, eds.), pp. 107-146, Philadelphia: W. B. Saunders. . Citado por: Bioética e avaliação tecnológica em saúde Cad. Saúde Pública (Rio de Janeiro) 16 (4):951-961. 21-Outomuro, D. Manual de Fundamentos de Bioética. Buenos Aires: Editorial Magister; 2004. 22-Álvarez Pérez, AG, García Fariñas A. y Bonet Gorbea, M. Pautas conceptuales y metodológicas para explicar los determinantes de los niveles de salud en Cuba. Rev Cubana Salud Pública 2007;33(2): 1-16. ReferenciasResumen La tecnología invade todas las prácticas sociales y la medicina no escapa a estas consideraciones; los estudios complementarios de diagnóstico así como los recursos terapéuticos se tornan cada vez más sofisticados y numerosos. Entendemos que se impone una reflexión crítica sobre el impacto que la tecnología médica produ- ce en la práctica de la medicina. Se trata el tema a partir de las siguientes preguntas: ¿Qué es la “tecnología médica”? ¿Qué papel juega hoy día en la práctica de la medicina? ¿Cómo se la interpre- ta desde la filosofía de la ciencia? ¿Qué consecuencias prácticas tie- ne? ¿Qué nos promete? ¿Qué di- lema ético común plantean? Para dar respuesta a esos interrogan- tes se realiza una breve historia de la medicina, haciendo hincapié en las innovaciones tecnológicas que afectaron el modelo de rela- ción médico-paciente tradicional. Se mencionan algunos aspectos del transhumanismo. Se muestra que el acceso a las nuevas tecno- logías médicas puede acarrear conflictos éticos tanto por defec- to como por exceso. 44