El documento describe la evolución de la medicina en la Argentina durante el siglo XIX. Comenzó formalmente en 1821 con la creación de la Universidad de Buenos Aires. A pesar de las dificultades durante el gobierno de Rosas, continuó desarrollándose y formando buenos profesionales. Varios médicos de la época hicieron importantes contribuciones e investigaciones, como la higiene pública, la cirugía cerebral y descripciones de enfermedades como la coccidioidomicosis. La medicina experimental también se desarrolló durante este periodo
7. La medicina se desarrolló en el siglo XIX en la Argentina.
Desde 1780 con el establecimiento de los estudios del
protomedicato ya venía formando médicos que con la
creación en 1821 de la Universidad se trasladó la
formación de médicos.
A pesar de las dificultades del gobierno de Rosas que
desfinanció la Universidad siguieron la formación de
profesionales
A la caída de Rosas se impulsaron los estudios y continuó
la formación de buenos profesionales.
La carrrera de medicina también albergaba a profesionales
que se dedicaron a la química, porque no había una
formación específica para esa orientación.
Vamos a delinear los profesionales de la medicina del siglo
XIX y sus aportes.
8. Guillermo Rawson, ministro de Interior del presidente
Bartolomé Mitre, entusiasta del tendido de líneas férreas,
defensor de la inmigración, a quien se le debe el inicio de
la enseñanza de la Higiene y la fundación de la Cruz Roja
local.
A partir de entonces será tanta la importancia que
desplegará la higiene pública que, buena parte de la
llamada generación de 1880, estará conformada por los
médicos dedicados a ella. José M. Ramos Mejía, José Penna
y Emilio Coni, entre muchos otros, integran el núcleo de
los llamados médicos higienistas, encargados de propagar
la labor de aquél (ya en los ámbitos de enseñanza, ya en la
instalación de nuevos organismos asistenciales –v.gr. con
los nuevos hospitales y la ampliación de los servicios
sanitarios- o instauración de políticas médicas
preventivas), con especial despliegue en la ciudad de
Buenos Aires y expansión por las provincias.
9. Eduardo Wilde
Polifacético médico, político y literato porteño
que, en 1870, presentó su tesis sobre El
Hipo, donde estudia la génesis y la clínica de
tal fenómeno, al que califica de accidente
respiratorio. Propone como terapéutica, entre
otras medidas, la frenicectomía, para la que
describe una técnica quirúrgica propia,
cuarenta años antes de que ésta se difundiera
en Europa por obra del cirujano alemán
Sturtz.
10. Luis Güemes
En 1879 presentó su tesis Medicina Moral,
riguroso relato que emerge como precursor de la
medicina psicosomática.
Juan B. Justo
De excepcionales dote como cirujano, tanto que
incursionó en la neurocirugía con técnicas
novedosas, sin embargo se lo recuerda más
como político (fundador del Partido Socialista
argentino). Enérgico difusor, en nuestro medio,
de la asepsia, método que conoció en Europa a
temprana edad.
11. Andrés Llobet
Autor de una importante tesis doctoral sobre las localizaciones
cerebrales y el primer cirujano en operar con éxito un quiste
hidatídico cerebral (octubre 1891).
Alejandro Posadas
Describió por primera vez, en 1892, la coccidioidomicosis
pulmonar, afección que se conoce como enfermedad de
Posadas-Wernicke. Con posterioridad efectuó otras
contribuciones, entre las que se destacan las amputaciones y
desarticulaciones subperiósticas, la operación del arponaje
pulmonar para extraer quistes hidatídicos con oclusión sin
drenaje, la toracoplastia parcial y temporaria para tratar las
afecciones de pulmón con pleura libre y la técnica de la
operación de la hernia inguinal infantil.
Formó una escuela de cirujanos de donde emergieron algunos de
los más destacados del país.
12. Julián Aguilar
Presentó en 1897 una práctica quirúrgica para el tratamiento de
las hernias inguinales (al reforzar la pared inguinal para evitar la
recidiva herniaria) que en simultáneo ideaba el italiano Mugnai.
Cada uno trabajó en su ámbito y sin interconexiones.
Pedro Laglyeze
Describió la degeneración aneurismática de los vasos retinianos
(1884). Después, en Europa, von Hippel y Lindau, se ocuparon de
ésta, la que con justicia es llamada de Lagleyze-von Hippel o de
von Hippel-Lagleyze. Autor, además, de técnicas quirúrgicas
originales que tuvieron buena aceptación internacional. Ellas son:
las operaciones del entropión del párpado superior e inferior; el
pliegue para el acortamiento muscular en el estrabismo
(habitualmente asociado a la tonotomía del músculo
antagonista), la amputación del segmento anterior del globo
ocular; la colocación de prótesis tras la enucleación.
13. Abel Ayerza
Realizó observaciones sobre el corazón pulmonar crónico, que
culminaron, en 1901, con la caracterización de una forma clínica de esa
enfermedad: los cardíacos negros o enfermedad de Ayerza.
Ésta tiene una curiosa historia; el primer caso lo observó en agosto de
1901 y definió el cuadro por el catarro bronquial crónico, la cianosis
pronunciada, la insuficiencia cardiaca y la hipertrofia y dilatación del
ventrículo derecho. La autopsia posterior demostró que el proceso
dependía de una esclerosis de la arteria pulmonar.
Si bien describió el síndrome minuciosamente en sus clases, nada
publicó al respecto (tarea que concretó un discípulo).
Roberto Wernicke
Microbiólogo especializado en los parásitos que infectan los ganados,
con lo cual le prestó un gran servicio a la economía ganadera y rural.
Trabajó en el Laboratorio de la Sociedad Rural Argentina y se lo
reconoce por sus aportes al conocimiento de ciertas epizootias, de
íntima vinculación con los humanos.
14. Guillermo R. Seeber
Describió el Rhinosporidium seeberi, en 1896;
descubrimiento que desató un entredicho con
investigadores extranjeros.
Julio Méndez
Precursor de algunas de las modernas ideas
inmunológicas. Describió el problema del
rechazo en los injertos e intuyó varios de los
mecanismos del caso.
Bartolomé Novaro
En 1882 publicó una fórmula para el dosaje de la
hemoglobina.
15. Entre los precursores de Houssay se encuentra el Dr. Juan Bautista
Señorans, que fue el primero en hacer investigación médica
experimental, más allá de la medicina basada en la observación.
Luis Agote (1869-1954) bachiller de CNBA, fue el que instaló en 1914 el
Instituto modelo de clinica médica en el Hospital Rawson en 1916 era:
1) Sección Técnica: Bacteriólogo, Ignacio Lucio Imaz Apphatie; 2)
Químico biólogo: Horacio Damianovih; 3) Anátomo Patólogo: Luis
Merzbacher; 4) Médico del Laboratorio de Análisis Clínicos: Emilio
Lorentz; 5) Médico Interno: Ernesto Víctor Merlo. Un año más tarde, el
Instituto sumaba una Sección de Cirugía “Sala Alejandro Posadas”, a
cargo de José Arce, y pasaba a disponer de cuatro salas (Sala Juan A.
Fernández y Sala Montes de Oca –de hombres-, Sala José María Bosch –
mujeres- y Sala Ricardo Gutiérrez –de niños-), un Laboratorio de
Biología, un Laboratorio de Química Biológica y Físico Química, un
Laboratorio de Anatomía Patológica, Hematología y un Laboratorio de
Análisis Clínicos.
Desde 1905 y hasta 1929 Luis Agote fue profesor del Colegio Nacional
de Buenos Aires
16.
17. Nació en Buenos Aires en 1859. Loudet lo considera el pionero de la medicina
experimental en el país.
En 1876, ingresó en la Facultad de Ciencias Médicas de su ciudad natal y, sobre su
actuación estudiantil, Samuel Gache dirá: “Señorans es la personalidad más
descollante entre los estudiantes de medicina [...]. Jamás en las aulas de nuestras
universidades o colegios se han tributado honores más merecidos que los que ha
recibido en su carrera.
A una inteligencia privilegiada y nutrida de conocimientos extraordinarios se une
en Señorans una voluntad inquebrantable, una bondad extrema, suma franqueza
de carácter, merced a lo cual le ha sido fácil alcanzar la consideración y el respeto
con que se le distingue entre los miembros de su generación”.
Se graduó con una tesis apadrinada por Mauricio González Catán y titulada
Vivicauterización del cerebelo, tema que denota su inclinación por la
experimentación.
Señorans avizoró con claridad el cambio que la fisiología había impuesto a las
ciencias médicas y por eso sostenía: “Pertenezco a la generación de algo que no se
volverá a ver, de un trayecto único que nos elevó del cerato y del emplasto a la
práctica genial del método pasteuriano y al determinismo de Claude Bernard”.
Una beca que le otorgó la provincia de Buenos Aires le permitió perfeccionarse en
Europa con Laborde y Richet en París, y con Shaefer y Halliburton en Londres. Se
interesó por los cursos de Brown-Séquard, Vulpian y Mosso.
18. Conoció a Roux, Pasteur y Charcot.
En 1882, González Catán –por vía epistolar– lo estimulaba a seguir sus estudios
sobre Fisiología Experimental. Sus primeros estudios experimentales consistieron
en la realización de cauterizaciones de cerebelo en aves y mamíferos. Ya se lo
consideraba el primer experimentador argentino y, como consecuencia, el que
había logrado por primera vez concretar el sutil pasaje de la medicina de la
observación a la de la experimentación. Tal vez no haya advertido que estaba
luchando contra un monstruo difícil de abatir: el conservadurismo científico.
“Durante su permanencia en Europa –expresa Loudet1–. Señorans estudió con esa
pasión fría y fecunda [...] Y volvió a sus lares con un gran tesoro de ciencia y
experiencia y dio su primera clase de fisiología experimental en el Círculo Médico
Argentino, el 15 de setiembre de 1886 [...] Yo creo que el mejor elogio que se
hizo de Señorans fue el de Tamini, cuando mucho tiempo antes, al escuchar su
examen de fisiología, había manifestado de él: ‘Me parece oír a Rawson’.
En efecto, era el Rawson de la fisiología”. No obstante, sin tener en cuentalos
reglamentos de la Facultad, se lopostergó como profesor de Fisiología
Experimental y, poco después, a pesar de ocupar el primer puesto de la terna
(como le ocurriera a Corbellini y a Ingenieros) no se lo designó como titular de la
cátedra de Medicina Legal y Toxicología.
19. Pero fue el Dr. Rafael Herrera Vegas quien propuso en el Consejo Académico la creación de la
cátedra de Fisiopatología Experimental (luego denominada Toxicología Experimental) donde se
enseñaba Fisiología, Toxicología y Farmacodinamia. Para ella se nombró a Señorans, quien
ocupó la titularidad durante varios años. En 1893, publicó el primer programa de esa materia,
admirable por su contenido, su ordenamiento, su amplitud y el número de experiencias que
abarcaba su desarrollo.
Entre 1893 y 1896, fue director de la Asistencia Pública, cargo que le ofreció su amigo, el
presidente Luis Sáenz Peña. Le tocó tomar los recaudos para combatir sendas epidemias de
cólera y fiebre amarilla y, durante su gestión, se fundaron la Casa de Aislamiento y el Hospital
Pirovano. En 1932, Houssay le solicitó datos para su biografía. En ella, con amargura,
mencionaba la falta de tiempo y apoyo para una plena dedicación a la experimentación. Para
sustentarse económicamente había utilizado sus horas en la atención del consultorio donde se
ocupaba de las afecciones del aparato digestivo. Sus pasatiempos predilectos en sus últimos
años fueron los libros y la música que interpretaba en el órgano.
En esa época había escrito: “La nostalgia de la edad madura, las añoranzas de la juventud
pasada, no entristecen tanto como pudiera creerse. Cuando hemos pagado tributo a todas las
pasiones, si vivimos en nosotros mismos, dedicados a algún estudio o algún arte en relación
con la edad, no habrá nada más grato que una vejez retirada”.1 Falleció en 1933, a los 74 años
de edad, con plena capacidad cognitiva.
Expresará Loudet: “Practicó la vida sencilla, sin inútiles atavíos o soberbias actitudes, es decir,
la vida de los filósofos estoicos, que están más allá del placer y del dolor, de la gloria y del
olvido, en fin, de las vanidades y de las miserias de los hombres”.1
20. Alberto Guillermo Houssay nació el 17 de mayo de 1851, en la ciudad francesa de Bayona. Era el hijo mayor de Bertrand
Charles, un ingeniero de puentes y caminos, y Marie Josephine Fabre. Cuando terminó el bachillerato, en 1872, debió
enfrentar los deseos y ambiciones que los padres tenían para su futuro: Bertrand deseaba que Alberto continuara con su
profesión, la ingeniería.
Por su parte, Marie Josephine deseaba para su hijo la carrera eclesiástica. Alberto rechazó ambas alternativas y se dirigió a
París con la intención de iniciar estudios de medicina. Bertrand habría aceptado esta decisión y estaba dispuesto a financiar
la carrera de su hijo.
Pero, poco antes de iniciar esos estudios, Alberto se enteró de la súbita muerte de su padre. Este hecho traía aparejada una
disminución en los recursos económicos de la familia Houssay. En tales circunstancias, Alberto intentó probar fortuna en el
nuevo mundo, luego de recibir una oferta de una firma exportadora de cueros y lanas establecida en la ciudad de
Montevideo.
Alberto aceptó este trabajo, pensando que su educación le permitiría obtener un buen puesto. Efectivamente, en menos de
un año, obtuvo un cargo de profesor de francés en la Universidad de Montevideo. Esta posición le permitió integrarse a la
sociedad local. En poco tiempo, Alberto fue el profesor de francés de las familias ricas del Uruguay y disfrutó de una
posición social acomodada y un buen ingreso económico.
En 1876, Alberto regresó a Francia para el casamiento de su hermana Blanche. Luego de una estadía en Europa, retornó a
Sudamérica a Buenos Aires. En esta ciudad trabajó como profesor y se convirtió, además, en un respetado crítico musical de
un periódico francés. Pero Alberto consideraba temporarias estas ocupaciones pues esperaba, algún día, desempeñarse
como abogado.
Quien sería la madre de Bernardo, Clara Laffont, nació el 6 de marzo de 1860. Era hija de Jean Marie Laffont, pequeño
agricultor de un pueblo situado en los valles de los Pirineos y Marianne Lonca. Al pueblo, aunque remoto y pequeño,
llegaron agentes colonizadores del Brasil, quienes prometieron a los granjeros fabulosas cosechas en tierras
sudamericanas. Los Laffont creyeron en las promesas de los brasileños y decidieron vender todos sus bienes y embarcar al
Brasil. Pero las cosas no resultaron fáciles en Santa Catarina, donde la familia debió trabajar duramente sin conseguir
estabilidad económica. Siguiendo el consejo de un amigo, los Houssay se mudaron a Buenos Aires donde Jean-Marie
trabajó de sastre. Su hija, Clara, tenía entonces quince años.
No sabemos cuándo ni cómo se conocieron Alberto Houssay y Clara Laffont. Probablemente, se encontraron en alguna
reunión de la comunidad francesa de Buenos Aires. Para los Laffont, Alberto era un joven prometedor y aprobaron la unión
con Clara, la bella, alegre e inteligente hija. Ambos jóvenes eran laboriosos, estaban llenos de energía, y ansiaban participar
activamente en la vida de la nueva capital. El 20 de diciembre de 1879, Alberto, de 28 años, y Clara, de 19, contrajeron
matrimonio.
21.
22. "Nací el mediodía del 10 de abril de 1887 en Buenos Aires, en la calle Balcarce
168, a media cuadra de la plaza de Mayo", recuerda Bernardo Justino Alberto
Houssay, hijo de Alberto Houssay y Clara Laffont, un matrimonio de origen
francés: "Mi padre, Alberto Houssay, era abogado. Nació el 17 de Mayo de 1851
en Bayona, Francia. En su infancia y juventud estudió en un Seminario para
sacerdotes en Larressore (Francia), pero decidió dejar esos estudios y venir a la
Argentina. Se casó con mi madre en el año 1878. Retornó a Francia con su primer
hijo, donde obtuvo el título de abogado y, en 1886, regresó a la Argentina".
Alberto fue nombrado Profesor de Francés en el Colegio Nacional Central el 28 de
Febrero de 1899. "Mi padre hablaba y escribía el castellano con mucha corrección
y elegancia y no tenía pronunciación extranjera. Dotado de una memoria
extraordinaria, hablaba de literatura, francés, latín, historia, y toda clase de
conocimientos, lo cual fue un ambiente muy favorable para mi instrucción".
Bernardo A. Houssay pasó la infancia en la ciudad de Buenos Aires. Como ocurría
con la mayoría de los habitantes de esa ciudad en aquellos años, su lengua
materna no fue la castellana sino la francesa.
Aparte de la educación que recibió en el hogar paterno, Bernardo fue enviado,
desde los 5 a los 8 años, a escuelas particulares y luego a la primaria del Estado,
que finalizó al cumplir 9 años. Era evidentemente un niño precoz.
En 1900, los esposos Houssay debieron decidir el futuro de este hijo que, a los
trece años, ya era bachiller.
23. A los cinco años de edad fuimos a vivir a Almagro 473, barrio muy apartado, sin adoquinado,
donde estuve hasta mi bachillerato. Recuerdo que sólo teníamos alumbrado a kerosene, por lo
cual prefería estudiar poco de noche. Allí es donde aprendí a leer y desarrollé una verdadera
pasión por la lectura, que llegó a preocupar a todos mis parientes, quienes procuraron
distraerme. Recuerdo que mi madre llegó, personalmente, a jugar conmigo a las bolitas para
distraerme de los libros".
"Fui a la escuela a los cinco años de edad, una escuela de barrio, pero aprendí a leer viendo
deletrear a la niñera de mi hermano Raúl, que estaba aprendiendo a leer. Pero yo salí
aprendiendo más rápido que la niñera. Recuerdo que a fin de año dieron un premio a dos
chicos, como alumnos distinguidos del colegio. Yo recibí uno de ellos". Por el origen de sus
padres, los compañeros lo llamaban "el francés".
En esta escuela, dirigida por una señora llamada Cadenazzi, el precoz niño de cinco años,
aburrido de los juegos grupales, las canciones y la lentitud de los compañeros, se convirtió en
un problema. Sin embargo, a fin de ese año, ganó el premio al mejor alumno de su edad. Al
año siguiente, fue enviado a otra escuela privada, dirigida por una única maestra, "Miss
Thomas", a la que asistían veinte alumnos, de entre seis y diez años. Miss Thomas enseñaba
aritmética utilizando ejemplos de conversión de libras, chelines y peniques a la moneda
argentina, por lo que Bernardo supuso que era inglesa. Los sábados por la mañana Miss
Thomas destinaba una hora a las plegarias. Durante los recreos en el patio, además de los
consabidos juegos, Bernardo recordaría que, en cierta época peleó a diario con un compañero,
para aumentar su autoestima. Antes de que concluyera el segundo año, Miss Thomas notificó a
los padres de Bernardo que ya no tenía nada más para enseñarle.
Confirmado que Bernardo era un niño brillante y de gran capacidad, sus padres enfrentaron la
responsabilidad de brindarle una educación adecuada, la cual no resultaba sencillo financiar.
Afortunadamente, el regreso de los hermanos mayores de Bernardo que habían ido a estudiar a
Francia alivió la pesada carga que, desde 1892, soportaban los ingresos de la familia.
24. En 1896, cuando Bernardo ya había cumplido los nueve años, su padre, sin importar el
sacrificio que significaba, decidió enviarlo a un colegio privado dirigido por el profesor francés
Francisco Martin: "Mi padre me hizo ingresar al Colegio Británico, que era británico sólo de
nombre, donde me tomaron examen y me pusieron en 3° grado". Bernardo supo, años más
tarde, que el profesor Martin tuvo especial predilección por él y que siguió de cerca sus
progresos.
En los meses siguientes, el profesor Martin guió el brillante aprendizaje de Bernardo a través
de cuarto, quinto y sexto grados, y procuró que, a los nueve años, ingresara al Colegio
Nacional.
"Como era muy chico, me hicieron dar el examen de matemáticas colocado sobre un banquito
para alcanzar el pizarrón. En ese momento, pasó el rector del Colegio Nacional que preguntó
quién era ese chico. Le respondieron que era el hijo del profesor Houssay. El rector le preguntó
a mi padre cómo era posible que estuviese rindiendo el examen de ingreso si no tenía la edad
reglamentaria, o sea, los doce años. Mi padre contestó que iba para los doce. El rector
contestó: "Sí, va para los doce, pero aún le faltan algunos". Tras aprobar el examen, hice el
Colegio Nacional cuyos cinco cursos terminé a los trece años de edad, mucho antes de lo
reglamentario".
En el año 1900, a los 13 años de edad, Bernardo finalizó el colegio secundario con el elevado
promedio de 8,84 puntos.
"En mi opinión, me ayudó el hecho de que haya estudiado mucho en casa, además de las
materias de estudio, y que no perdí el tiempo en el colegio, lo cual me facilitó adquirir una
instrucción más amplia que la corriente".
Los esposos Houssay debieron entonces decidir el futuro de este hijo que, a los trece años, ya
era bachiller.
25. Cabe preguntarse si fue alentada la ciencia en el Colegio.
En los casi 400 años de historia del Colegio hay ejemplos
de científicos que se educaron en el Colegio desde
Altolaguirre para adelante. La orden de los jesuitas eran
reputados de investigadores y las tablas de Suarez en la
Argentina sobre Astronomia son un ejemplo de ello.
El siglo XIX fue el teatro de la intensificación de la ciencia
en el mundo occidental y específicamente también
repercutió en la Argentina y en le Colegio se educaron
personas que luego se destacaron en las ciencias.
En el caso de Houssay se combina una inteligencia natural,
con una gran memoria que la vuelca a la fisiología y se le
da el premio Nobel por su labor.
27. En 1910, Houssay dividía su tiempo entre sus tareas de
estudiante, practicante, jefe de laboratorio y profesor interino. Se
levantaba a las 5:30 de la mañana cada día. Tres días a la
semana llegaba a las 8:00 a la Facultad de Agronomía para
trabajar durante tres horas. Luego del trabajo se presentaba
durante una hora y media en el hospital. Las otras mañanas
estudiaba de 5:30 a 8:00 y luego, pasaba el resto de la mañana
entre el hospital y sus clases. Además, pasaba dos tardes por
semana en la Facultad de Agronomía.
En 1911 se graduó con honores en la escuela de Medicina, con
su Tesis de Doctorado titulada "Estudios sobre la acción de los
extractos hipofisarios: ensayos sobre la fisiología del lóbulo
posterior de la hipófisis". Su trabajo se basaba en las
investigaciones sobre la acción de la hipófisis en perros y ranas.
El proceso de educación formal había finalizado y a los 23 años
Bernardo A. Houssay era un médico con amplios conocimientos
teóricos y prácticos de la clínica médica, e impulsado por los
ideales y las técnicas de la investigación.
28. Luego de graduado, Houssay ejerció la profesión de médico con singular éxito,
pues aplicó los extractos hipofisarios, muy solicitado por los colegas, a diversas
patologías.
Desde 1910, era, además, profesor universitario interino, encargado del curso de
Fisiología en la Facultad de Agronomía y Veterinaria. A este puesto había sido
llamado por el decano Pedro Narciso Arata, quien lo estimaba mucho desde los
exámenes en la Escuela de Farmacia.
En 1912, Houssay accedió a la titularidad de la cátedra tras un concurso en el que
se habían inscripto treinta y dos candidatos, argentinos y extranjeros. Desde
1915, era también Profesor Suplente de Fisiología en la Facultad de Ciencias
Médicas y Jefe de Sección en el Instituto Bacteriológico del Departamento Nacional
de Higiene.
Aunque ya en ese entonces, Houssay sostenía el concepto de dedicación exclusiva
( full-time) a las tareas de docencia e investigación, en los primeros años de
graduado se vio forzado a tomar cargos adicionales como consecuencia de la
pobre situación financiera que siguió a la muerte de su padre.
En 1917 sintió que la investigación y la producción en el Instituto Bacteriológico,
la investigación y la docencia en las facultades de Agronomía y Veterinaria y de
Ciencias Médicas, y el ejercicio de la clínica privada y en el Hospital Alvear, eran
incompatibles. Renunció, entonces, al ejercicio de la profesión médica: "Me
entusiasmaban la clínica y la fisiología pero como quise concentrarme en una sola
actividad, elegí la fisiología porque creí que así sería más útil a mi país y cumpliría
mejor mi vocación en el campo de las Ciencias Naturales".
29. En 1919 murió el doctor Piñero. Houssay se presentó
al concurso para el puesto de titular de Fisiología en
la Facultad de Medicina que había quedado vacante:
"Quería el puesto porque pensaba que era esencial
para el avance de la fisiología y la medicina del país".
Luego de una reñida votación, Houssay obtuvo el
puesto: "Yo había solicitado, y me fue otorgado, que
me consideraran un profesor full time, y había
establecido en el Instituto de Fisiología que no iba a
poder asumir otro cargo al mismo tiempo. De esta
manera, pude satisfacer un deseo largamente
esperado y es que hubiera en el país profesores
dedicados exclusivamente a la enseñanza y a la
investigación".
30. El Consejo Directivo de la Facultad aprobó, entonces, el proyecto del
consejero y decano Alfredo Lanari (1869-1930), de creación del Instituto
de Fisiología que integraba las cátedras de Química Biológica y Física
Biológica, bajo la dirección del profesor de Fisiología para quien
estableció la dedicación exclusiva.
Al ganar el concurso de Profesor Titular de Fisiología de la Facultad de
Ciencias Médicas, Houssay renunció a los cargos de Profesor Titular de
Fisiología en la Facultad de Agronomía y Veterinaria y Jefe de
Investigaciones en el Instituto Bacteriológico del Departamento Nacional
de Higiene.
Una de las dificultades inmediatas que Houssay debió encarar al dirigir
el flamante Instituto de Fisiología fue la formación del personal.
Seleccionó y formó a los ayudantes y jefes de trabajos prácticos entre
quienes , comprobada la vocación y capacidad científica, surgirían los
colaboradores permanentes. En el instituto, Houssay dirigió numerosas
líneas de investigación y formó a varios discípulos.
En el mes de abril de 1920, Houssay fundó la Sociedad Argentina de
Biología con el propósito de promover la discusión y la difusión
internacional de las investigaciones del Instituto de Fisiología. Presidió
sus reuniones todos los primeros viernes de cada mes, a las seis de la
tarde.
31. En diciembre de ese mismo año, Houssay contrajo matrimonio
con la química María Angélica Catán (1896-1962). La había
conocido en el Instituto Bacteriológico donde ella hacía su tesis
doctoral sobre ponzoñas de serpientes y Houssay, como jefe de
esa sección, se las proveía. Así comenzó la relación con quien,
luego de casada, dejó la profesión para convertirse dentro del
hogar en la primera y más fiel colaboradora científica y la madre
de los tres hijos: "Al dedicarme a la ciencia debía elegir entre una
probable situación pecuniaria holgada y una labor científica.
Elegí lo mejor, lo que vale más que el dinero, con lo que salí
ganando. Cierto es que conocí momentos de estrechez
económica, pero en todo caso quien se sacrificó fue mi esposa,
pues yo hallaba recompensas con creces en la posibilidad de
trabajar. Ella no sólo aceptó la modestia económica sino que me
ha ayudado constantemente en mis trabajos, con competencia y
sin exteriorización alguna".
En diciembre de 1923, recibió el Premio Nacional de Ciencias por
su investigación sobre los extractos hipofisarios.
32.
33.
34.
35. En la década del ’20 Houssay ya era reconocido internacionalmente. Ese mismo
año, fue enviado como delegado al Congreso Iberoamericano de Medicina en
Sevilla; fue su primer viaje a Europa.
En marzo nació su tercer hijo. Su esposa, María Angélica, sufrió complicaciones
después del parto. Durante un mes, Houssay faltó al instituto para hacerse cargo
de su familia.
Entretanto, la Fundación Rockefeller otorgó a su discípulo, Juan Treharne Lewis
una beca para estudiar en Estados Unidos. Houssay y Lewis mantuvieron una
correspondencia muy frecuente.
En abril comenzaron las obras de remodelación del Instituto de Fisiología, que
durarían varios años.
Ese mismo año de 1923 Sordelli, encarecido por Houssay, produjo insulina en el
Instituto Bacteriológico, retomando las técnicas publicadas, apenas un año antes,
por Banting, Best, Collip y otros investigadores.
Inmediatamente, Houssay constituyó un equipo de trabajo para investigar la
acción de esa hormona. Entre otros resultados, halló que los perros a los que se
había extirpado la hipófisis (hipofisoprivos) tenían reacciones hipoglucémicas muy
acentuadas luego de la inyección de pequeñas cantidades de insulina.
Este hecho inesperado lo decidió a intentar en el perro la doble extirpación de la
hipófisis y el páncreas y comprobó, con profunda sorpresa, que los perros que
carecían de páncreas y de hipófisis no se tornaban diabéticos. El descubrimiento
de este hecho acaeció en 1929.
36. Houssay había descubierto que la diabetes pancreática no se producía en los perros hipofisoprivos
(Houssay's dogs). Tampoco se producía en los sapos en los cuales, dada la conformación histológica de
la glándula, era posible extirpar por separado el lóbulo glandular, equivalente a la parte anterior de la
hipófisis de los mamíferos. La diabetes reaparecía, sin embargo, con el injerto de lóbulos glandulares.
Finalmente, Houssay realizó con éxito otra contraprueba: la inyección de extractos de la parte anterior
de la hipófisis provocaba hiperglucemia. De este modo, con Houssay culminó la línea de investigación
iniciada casi un siglo antes –la acción glucogénica del hígado (Bernard, 1848), la pancreatectomía
provoca diabetes (Minkowski, 1887), la lesión de los islotes de Langerhans está asociada a la diabetes
(Opie, 1901), el aislamiento de la secreción de los islotes de Langerhans en el páncreas, la insulina
(Banting y Best, 1922)– cuando demostró que la extirpación de la hipófisis en los animales de
experimentación desprovistos de páncreas, y por tanto diabéticos, disminuía la glucosa en la sangre y
que la inyección prolongada del extracto del lóbulo anterior de la hipófisis provocaba hiperglucemia en
animales normales (diabetes hipofisaria) o diabetes permanente (diabetes metahipofisaria) por el daño
de las células beta en los islotes de Langerhans.
Hacia fines de la década de 1920 y principios de la de 1930, Houssay había intentado con algunos de
sus discípulos provocar hipertensión permanente en perros. Pero todos esos intentos habían fracasado.
Para Houssay todos los visitantes resultaban muy estimulantes, pero ellos también se sentían
estimulados por los grandes logros de Houssay y sus brillantes descubrimientos.
Entre los científicos visitantes, Charles Nicolle recordaría su visita al instituto con tal placer personal e
intelectual que, cinco años más tarde, nominaría al fisiólogo argentino para el Premio Nobel de
Fisiología y Medicina.
La situación con los alumnos se había complicado "En diversas ocasiones la facultad me ha designado
en algunas comisiones que han tenido que proponer medidas disciplinarias por faltas graves, y en cada
caso las personas castigadas me han demostrado gran rencor". El descontento entre los alumnos se
transformó en un problema serio. Como consecuencia de los problemas, en marzo de 1926 Houssay
fue atacado por un desconocido. "Se descubrió que el asalto había sido arreglado por un tal Gabriel
Larrazabal, que también fue culpable del incidente con los huevos en los exámenes del año pasado".
37. Esa década fue, también, de pleno reconocimiento internacional: Houssay fue miembro correspondiente de la
Association Endocrinologique Russe en 1930, miembro honorario de la Physiological Society y Doctor Honoris
Causa de la Universidad de París en 1935.
En 1936 fue electo académico de la reorganizada Academia Pontificia de Ciencias junto a Emil Abderhalden,
Niels Bohr, Guglielmo Marconi, Robert Millikan, Thomas H. Morgan y Max Planck.
Ese mismo año, la Universidad de Harvard, conmemorando el tercer centenario, le otorgó el doctorado Honoris
Causa junto a otros muchos científicos, entre ellos, Edgard Douglas Adrian, Arthur Compton, Arthur Stanley
Eddington, Hans Kelsen, Karl Landsteiner, Bronislaw Malinowski, Jean Piaget, Rudolf Carnap. Este acontecimiento
asoció la figura de Houssay al ascenso de la ciencia anglosajona, pues, como Houssay mismo advirtió, en 1938,
en el Congreso Internacional de Fisiología reunido en Ginebra, se requería saber inglés para conocer y hacer
conocer los resultados científicos.
En diciembre de 1933 se fundó la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias y eligieron presidente a
Houssay.
Houssay continuó con sus tareas de docente e investigador. "El 9 de noviembre de 1934 se celebró un acto
académico en el aula magna de la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires, cuando cumplí 25 años de
profesor titular de Fisiología de la Universidad. Asistieron numerosas delegaciones argentinas y extranjeras y el
acto fue honrado por la presencia del presidente de la Nación, General Agustín P. Justo".
Hacia fines de la década de 1930, el Instituto de Fisiología era un centro de producción científica de la más alta
calidad y cantidad del que se afirmó: "El Instituto de Fisiología es el profesor Houssay, el profesor Houssay es el
Instituto de Fisiología". En 1936, la integridad del Instituto de Fisiología corrió un serio riesgo, cuando casi fue
demolido.
En 1939 Houssay fue designado miembro honorario de la Société d'Endocrinologie y la Academia Argentina de
Letras lo incorporó como Académico de número.
También las universidades y academias iberoamericanas reconocieron a Houssay pues tanto las de Uruguay y
Colombia como las de Brasil y Chile lo honraron como doctor y miembro honorario. Pero ninguno de estos
honores lo libró de la envidia y, al recibirlos, solía decir: "Ahora aumentará el número de mis enemigos".
El 4 de junio de 1943, las fuerzas armadas derrocaron a un gobierno impopular que pretendía continuar
instrumentando el fraude electoral para su candidato.
38. La rutina diaria comenzaba a las 8 horas en punto donde reunía en su despacho a un grupo de sus
colaboradores inmediatos en el terreno administrativo, técnico y científico. En total eran 7 a 8 personas.
Escuchaba las novedades y daba las indicaciones u órdenes correspondientes. La rutina se repetía todos los
días, el sábado inclusive.
Desde las 9 horas hasta las 12 horas repartía su tiempo en dictar cartas, leer, discutir problemas científicos con
sus colaboradores, en recibir visitantes distinguidos que lo consultaban sobre diversos problemas. Hacía un
paseo sistemático sobre los salones de trabajos prácticos para observar su marcha y aprovechaba para
conversar con sus alumnos. Tres veces por semana dictaba clases teóricas, en mi época de 11 a 12 horas con
puntualidad llamativa y cualquiera que fueran los problemas climáticos, políticos o estudiantiles del momento.
A las 12 horas marchaba a su casa distante unos 800 metros del Instituto. El trayecto lo hacía caminando y lo
aprovechaba para informarse de un artículo o texto científico. Siempre me impresionó en este breve trayecto la
rapidez con que se informaba de su contenido, como se podía verificarlo escuchando sus comentarios o criticas.
A las 14 horas regresaba para operar sus animales con la ayuda de personal médico o veterinario o simplemente
técnicos. La operación duraba dos o tres horas y durante la misma conversaba con todos los que lo rodeaban y
al mismo tiempo dictaba cartas a su secretario. Llamaba la atención que mantenía la conversación con los 4 a 6
asistentes en forma sucesiva y sin perder el hilo con ninguno.
Los ayudantes conocíamos bien el efecto de las malas noticias, que aumentaban el riesgo quirúrgico. Siempre
recuerdo que yo tenía mis manos fuera del animal cuando no era necesario, para no cargar con la culpa de una
vena o nervio rotos, o una hemorragia inesperada.
Recuerdo haberlo visto en esa época operando sapos "en serie" a lo largo de una mesa. Uno anestesiaba y lo
pasaba al siguiente quién realizaba la incisión de la piel, luego Houssay extirpaba el páncreas y lo pasaba al que
lo suturaba. De esta manera ganaba mucho tiempo y permitía operar un gran número de animales.
Un grupo de sus ayudantes a las 17 horas teníamos el hábito de tomar té en las cercanías de la Facultad
prorrateando el gasto. Resolvimos invitarlo para que concurriera con nosotros y aceptó. Cual sería nuestra
sorpresa al observar la propina grande que daba, lo que nos dejaba en situación desairada ante el mozo y
suavemente se lo manifestamos. Decidió entonces organizar el té en el laboratorio a lo largo de una mesa que él
presidía y cuya rutina continuó por largos años. En esa mesa sus ayudantes éramos casi todos hombres
menores de 30 años de edad y solteros, notándose así la diferencia con el momento actual.
Luego recorría Houssay por última vez el laboratorio para informarse del estado de las investigaciones o para
ayudar ocasionalmente en alguna técnica quirúrgica o química o con sus consejos.
39. Houssay transformó la enseñanza de la Fisiología y sus ideas las expresó tempranamente en su
conferencia inaugural del primer curso de la cátedra de Fisiología.
Sus clases teóricas eran claras, con dominio de los temas que trataba que eran puestos al día y sabía
sintetizar y acostumbraba acompañarlas con demostraciones prácticas. No era un orador brillante y
rehuía las imágenes literarias.
Estas lecciones que daba tres veces semanales y en total eran 80 a 90 por año, no las suspendía ni era
sustituido, sino por causas excepcionales. Gustaba mantener este contacto con el alumno y eran
muchos los que asistían, no faltando médicos ajenos a la Cátedra y sin obligación de asistir.
La enseñanza práctica la hizo realmente tal. Trató que el alumno hiciera individualmente los
experimentos y que supieran razonar sobre ellos. Personalmente se ocupaba en múltiples ocasiones de
enseñar a los ayudantes de trabajos prácticos sobre la manera cómo debían transmitir los
conocimientos. (...)
Sus ideas sobre enseñanza médica en general y de la Fisiología en particular las expresó en numerosas
conferencias y artículos y tuvieron enorme influencia. Comportaban cambios profundos del sistema
educacional vigente y también lesionaban numerosos intereses rutinarios.
Entendía que la enseñanza debe ser objetiva y práctica y debe desarrollar la capacidad de pensar, el
juicio propio y la iniciativa y que:
debía haber mucha enseñanza y pocos exámenes;
debía ajustarse el número de alumnos a la capacidad docente de la escuela, laboratorio o centro y que
en el caso de existir muchos alumnos no se debía sobrepasar la capacidad de la escuela sino crear
nuevas:
debía hacerse la selección del ingreso de los alumnos a la Facultad en base a pruebas justas y estrictas;
con alumnos bien elegidos y buena enseñanza desaparecía casi el fracaso en los estudios.
40. Juan Carlos Fasciolo recordaba de su profesor "El doctor Houssay dictaba sus
clases magistrales los lunes, miércoles y viernes de 11 a 12 horas, en el
auditorio principal de la vieja Facultad de Medicina de la calle Córdoba.
Aunque el anfiteatro era amplio, la concurrencia era numerosa, por lo que
convenía llegar con bastante anticipación si se deseaba estar ubicado en las
primeras filas. Esto era importante, no solo para asegurarse que el Profesor
lo viera, sino también porque el doctor Houssay hablaba en un tono de voz
bajo y los ubicados en las últimas filas perdían parte de la exposición.
Además, a ambos extremos del auditorio había dos altos pizarrones, escritos
con letra pequeña, que resumían lo dicho en clase y que resultaba difícil leer
de lejos.
Recuerdo al doctor Houssay con su blanco guardapolvo abotonado hasta el
cuello y con el cinturón ajustado, caminar detrás de la larga mesada de
madera, mientras exponía su clase. Sobre la mesa tenia papeles con
anotaciones que consultaba ocasionalmente y un detallado plan de clase.
Todos los años agregaba notas al plan de clase, consignando nuevos
adelantos y contribuciones. Las clases eran más bien monótonas, pero
estaban llenas de información relevante y de rigorismo científico.
Cuando el tema lo permitía, el doctor Houssay realizaba experimentos de
clase. No siempre los resultados del experimento salían de acuerdo con lo
enunciado, con gran algarabía de los estudiantes y consternación del doctor
Houssay".
41. En octubre de 1943, un numeroso grupo de destacados ciudadanos,
entre quienes estaba Houssay, reclamó la adhesión de la opinión pública
en una declaración sobre democracia efectiva y solidaridad
latinoamericana.
Como consecuencia de estas declaraciones, el gobierno dejó cesantes a
los firmantes en los cargos oficiales.
Sin embargo, Houssay tampoco había perdido la consideración de
ciertos grupos sociales. Pocos días después de la cesantía un grupo de
empresarios ofreció el apoyo económico que le permitiría continuar sus
investigaciones. En marzo de 1944, reanudó las investigaciones en el
Instituto de Biología y Medicina Experimental, una residencia
sumariamente reacondicionada y equipada del barrio de Palermo.
En una carta que envió a Walter Bradford Cannon (1871-1945), el colega
y amigo de Harvard: "Es mi intención seguir trabajando en fisiología
aquí. Sólo en el caso en que resulte imposible me iré a un país
extranjero, de donde he recibido numerosas invitaciones. El plan de mi
vida ha sido trabajar duramente en la investigación científica, crear un
circulo científico de la mejor calidad científica y moral del país, y no
pienso modificar mi conducta a menos que mi situación sea tal que no
pueda disponer de recursos para sobrevivir y trabajar".
42. Durante ese lapso, Houssay recibió numerosos reconocimientos: la Banting Medal y el
Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Oxford. Recibió esta distinción en 1947, poco
meses antes que el Instituto Carolino Médico Quirúrgico de Estocolmo comunicase que le había
otorgado el Premio Nobel de Medicina y Fisiología por el descubrimiento de que la
anterohipófisis regulaba no sólo el crecimiento sino también el metabolismo de los hidratos de
carbono. El premio fue compartido con los esposos Carl Ferdinand Cori (1896-1984) y Gerty
Theresa Radnitz (1896-1957) por los descubrimientos acerca del metabolismo de la glucosa.
La noticia provocó gran júbilo entre los colaboradores y amigos. Leloir recordaba: "Houssay se
mantenía sereno, creo recordar que comentó que esa distinción le había tomado ya demasiado
viejo y que de lo contrario podía haber realizado más obra".
En 1945, un nuevo gobierno declaró nula la cesantía de los firmantes del manifiesto. Houssay
retornó al Instituto de Fisiología y decidió clausurar el Instituto de Biología y Medicina
Experimental pues no alcanzarían los recursos humanos y materiales para sostener ambos
pero, sobretodo, porque era un convencido de que la investigación debía estar vinculada a la
docencia superior. Solamente la enérgica oposición de Eduardo Braun Menéndez (1903-1959)
logró disuadirlo de ese propósito.
Tras la promulgación de una nueva ley universitaria en 1946, Houssay fue jubilado de oficio. El
Instituto de Biología y Medicina Experimental fue, nuevamente, su refugio. El Instituto de
Fisiología de la Facultad de Ciencias Médicas quedó a cargo de discípulos que carecían de
dedicación y capacidad.
En septiembre de 1955, luego de los acontecimientos político-militares de la Revolución
Libertadora, Houssay retornó a la facultad que había debido abandonar nueve años antes.
43. En septiembre de 1955, luego de los acontecimientos político–militares de la Revolución
Libertadora, Houssay retornó a la facultad que había debido abandonar nueve años antes:
"Debí hacerme cargo del Instituto de Fisiología de la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos
Aires. Lo encontré en un estado de inactividad, desorganización y corrupción imposibles de
imaginar. Por ahora y por cierto tiempo sólo es posible realizar investigaciones científicas en el
Instituto de Biología y Medicina Experimental aunque es pequeño. Tenemos una tarea
gigantesca que cumplir, pero nuestro deber es emprenderla con el máximo de nuestras
fuerzas".
Designado Profesor de Investigaciones en la Facultad de Medicina, Houssay reorganizó el
Instituto de Fisiología con la colaboración de quienes lo habían acompañado en el Instituto de
Biología y Medicina Experimental. Aunque apartado del gobierno universitario, recurrieron a él
para reorganizar la docencia y la investigación de las facultades de ciencias médicas.
En abril de 1958, al retirarse de la docencia universitaria, Houssay recomendó a los estudiantes
la definición de la profesión médica que había escuchado de labios de Luis Güemes (1856-
1927): "Es una ciencia difícil, un arte delicado, un humilde oficio, una noble misión".
Ese mismo año, inició la obra que coronaría sus esfuerzos por la institucionalización de la
ciencia en la Argentina, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET), que, creado en febrero de 1958 y bajo su presidencia, concedió, en marzo, las
primeras becas internas.
Esos años fueron de explosión científica: se crearon el Instituto de Tecnología Agropecuaria
(INTA), el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), y se reorganizó la Comisión
Nacional de Energía Atómica (CNEA).
44. En 1962 murió su esposa María Angélica.
El 10 de abril de 1967, al recibir el homenaje del 80 aniversario,
Houssay afirmó que los homenajes debían señalar el fin de una
carrera o glorificar a un muerto: "Por mi parte no cumplo con
ninguna de estas dos condiciones, pues aún no me he muerto ni
pienso dejar de trabajar".
Pero, inevitablemente, llegaron los años de declinación física que
no quebraron su voluntad de trabajo para la tarea que
consideraba inacabada. Leloir diría: "Tal vez se quedó
demasiado".
Porque, quizás, se había quedado solo pues los discípulos que
sentía como los sucesores –Orías, Braun Menéndez– habían
fallecido prematuramente.
En 1970, ya semipostrado, recibió con gran alegría, la noticia de
que habían conferido el Premio Nobel de Química a su discípulo
Luis Federico Leloir.
Fue la última, pues falleció el 21 de setiembre de 1971.
45. "Amor a mi patria, amor a la libertad, dignidad personal,
cumplimiento del deber, devoción a la ciencia, dedicación al trabajo,
respeto a la justicia y a mis semejantes, afecto a los míos (parientes,
discípulos y amigos)".
46.
47. En los trabajos que he realizado me han ayudado siempre mis aptitudes naturales. Tuve siempre muy buena memoria,
como mi padre y varios de mis hermanos. Tenía rapidez en el pensamiento y en la acción. Tuve siempre buena salud, a
pesar de que era delgado y algunos me consideran por ello débil, pero, en la práctica, era extremadamente resistente para
muchos trabajos físicos o mentales. Siempre laborioso, encontré gran placer en el trabajo. Desde pequeño fui educando la
tenacidad y venciendo una cierta timidez inicial y, en general, los obstáculos, aunque graves, no me desaniman, por el
contrario me estimulan especialmente si son muy serios. Aunque a veces he tenido disconformidad o desalientos
transitorios, han sido mas bien verbales, y no me han impedido nunca seguir trabajando. En realidad resultaban de una
disconformidad de lo mucho que aspiraba para mi país y lo mucho que quería hacer, comparándolo con los resultados muy
inferiores que obtenía.
Me acostumbré a un razonamiento lógico, objetivo, que algunos consideraban frío o poco sensible al sentimentalismo.
Las necesidades del trabajo múltiple y quizá un defecto natural me llevaron un poco a la dispersión de actividad, pero en
cualquier momento podía concentrarme tenazmente en un asunto determinado, lo cual ha sido extremadamente útil para
mis trabajos. Lo único que siento es no haber podido concentrarme más en muchísimos casos.
Tengo un extremado respeto a la justicia y a los derechos ajenos. Llegué a todas las posiciones sin haber recurrido jamás a
ninguna influencia o recomendación y eso mismo aplico a los demás con quienes tengo contacto. Esto me ha dado cierta
reputación de severidad para mí mismo y para con los demás, pero tengo la seguridad de que ayudo con mucho placer y
entusiasmo a los que lo merecen y en cambio no soy blando con los que no lo merecen.
Siempre he sentido un profundo entusiasmo cuando veía disciplina y vocación. Tuve aptitud de despertar interés a mis
colaboradores. Una de las mayores satisfacciones que he tenido es la calidad de mis discípulos que trabajan full-time y que
dan ejemplo de amor a la ciencia y de abnegación, desinterés pecuniario, esfuerzo casi ilimitado. Además, ayudan a los
demás por amor a la ciencia sin preocuparse de que su nombre figure o no en los trabajos.
Siempre tuve mucho respeto por los demás y no consideraba a nadie inferior. Las múltiples dificultades y experiencias me
han hecho un poco desconfiado, de lo cual no me arrepiento.
Las verdaderas causas que me han impulsado a trabajar han sido una necesidad espiritual de satisfacer mi curiosidad
científica, un deseo vehemente de ver adelantar a mi país para que algún día pudiera estar a nivel de las primeras naciones
del mundo, y la convicción firme de la utilidad y justicia de la labor científica.
Siempre he creído que el trabajo intenso y ordenado, un elevado idealismo, una ambición sana, un espíritu de colaboración
y cooperación y una conducta y ética firmes son las bases del progreso y de la fuerza de las naciones. "
48. En 1945 publicó el tratado Fisiología humana,
que sería traducido a las principales lenguas
y multipremiado