1. Manuel González
Por Mario Godoy
Trujillo, Táchira y Mérida, los estados andinos de Venezuela, Atestados de mejillas
rojas y acentos con un inconfundible cantadito vive nuestro amigo. Manuel González, bajo
de estatura, gocho caraqueño que le huye a la ciudad y se pierde en nuestros pueblos, de
cabello negro y facciones apretadas, barbilla afincada y cantadito chachopero.
Manuel nació un 31 de Diciembre eso a lo que llamamos víspera de año nuevo, bajo un
cielo estrellado de pólvora y un inminente año nuevo; a los 16 se nos fue el pequeño, al
Ávila a perseguir sus sueños, surcando los ruices y transitando el metro, llamado
despectivamente gocho chachopero.
Los amigos de Manuel, desde Patricia hasta José lo piensan con ensueño, rezándole al san
Benito que no se lo lleve lejos. Desde el páramo de la culata hasta la capital existe un largo
trecho que Manuel circula cada cierto tiempo. Sin olvidar sus raíces y visitando a sus
viejos.
Lupe y Oswaldo lo esperan con sosiego a su pequeño campeón, ese que se fue de jeta por
sus sueños. Contentos por la visita, temerosos de su refinamiento. El pequeño Manuel en su
afán de progreso fue abandonando sus costumbres de gocho bobureño, incluso el cantaito
que tenía desde pequeño, su mirada se hizo fría y sus visitas menos frecuentes con el
tiempo.
-Ay, mi viejo. ¿Qué le paso a nuestro pequeño?
-Nos lo roba la ciudad a paso e mula y sin destiempo
-Espero que nos recuerde a nosotros que somos sus viejos
-Que no se le olvide la guaricha de Jacinta, que aún suspira por su recuerdo
-Ay, mi viejo solo nos queda rogarle a la virgen pa’ que nos traiga a los nietos.
Por otro lado Manuel tenía cierta preocupación por la salud de sus padres, y el bienestar en
de ellos en su pueblo, dónde el hospital o medicatura más cercano estaba a kilómetros de
distancia.
-Ojala mis viejos aceptaran mi propuesta de mudarse a Valera y dejar cachopo, ellos ya no
están para esos trotes del campo.
Resignado ante la negativa de sus padres, Manuel decidió dejar que pasaran las
estaciones e insistir moderadamente en una idea que para él resultaba inofensiva y para sus
viejos un tanto desquiciada.
2. Años han pasado y nada ha cambiado, sus padres sin embargo temen al hombre que la gran
Caracas ha forjado, ajeno a sus raíces o al menos en apariencia. Con una dura sonrisa y un
acento mestizo, Manuel dejo de ser aquél niño.
Perdemos lo que no representamos o anhelamos tanto el pasado que lo conservamos en lo
más profundo de nuestras memorias sin compartirlo o cercenarlo.
Para saber a dónde voy debo reconocer donde vengo; les dijo Manuel a sus padres el día
que les presento a su primer hijo.