3. DOMINGO
PRIMERO
DE
ADVIENTO
CICLO B
Profeta Isaías. 63,
16-17 ; 64 1-8
Tú, Dios eres nuestro padre;
Tu nombre de siempre es
“Nuestro Salvador”.
Vuélvete a nosotros, por
amor nuestro y a tu pueblo
Israel.
¡Ojala abrieses el cielo y
bajases!.
Los montes se derretirán
con tu presencia
Tu eres el único Dios que hace todo en favor de los que esperan en Ti.
Tu sales al encuentro de los que practican la justicia y se acuerdan de tus caminos.
Estabas enfadado y nosotros hemos fracasado.
Aparta nuestras culpas y seremos salvos.
Todos éramos impuros; todos nos marchitábamos como hojas secas; nuestras culpas nos
empujaban como fuerte viento.
Tu nos ocultabas tu rostro y nos entregabas al poder de nuestra culpas.
Pero, Señor , Tu eres nuestro padre. Nosotros somos el barro y tu el alfarero:
Todos somos obra de tus manos.
No te enfades, Señor. No recuerdes nuestras culpas. Mira que somos tu pueblo.
Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!
4. Primera Carta de San Pablo a Los Corintios. 1.3-9
La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre y del Señor Jesucristo sean con
vosotros.
En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha
dado en Cristo Jesús.
Por Jesús, vosotros habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en
vosotros se ha probado el testimonio de Cristo.
Realmente, tenéis todos los dones, vosotros que esperáis la manifestación de Nuestro
Señor Jesucristo.
Jesús os mantendrá firmes hasta el final para que seáis inocentes en el tribunal de Dios.
El os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo Nuestro Señor. ¡Y El es fiel!
Señor , Tu eres nuestro
padre. Nosotros somos el
barro y tu el alfarero:
Todos somos obra de tus
manos.
Evangelio según San
Marcos 13. 33-37
Mirad, vigilad: pues no sabéis
cuando es el momento.
Es igual que un hombre que se
fue de viaje, y dejó su casa y
dio a cada uno de sus criados
su tarea, encargando al portero
que velara.
Velad entonces, pues no sabéis
cuando vendrá el dueño de la
casa, si al atardecer, o a
medianoche, o al canto del
gallo, o al amanecer:
no sea que venga sin esperarlo
y os encuentre dormidos.
Lo que os digo a vosotros, lo
digo a todos: ¡Velad!