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Guía de la libertad para principiantes

El Adam Smith Institute practica una política de acceso libre. Los derechos de copia están
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Las opiniones vertidas en este informe son las de los autores y no reflejan necesariamente las
opiniones del editor o del titular de los derechos de copia. Las opiniones son publicadas como
contribución al debat e públic o.

Título original: A Beginners‟ Guide to Liberty

Traducción de Borja Breña-Lajas

© Adam Smith Research Trust 2009

Published in the UK by ASI (Research) Ltd.

ISBN: 1–902737–65–2

Algunos derechos reservados.

Impreso en Inglaterra
Índice

Introducción (por Richard Wellings)

1 La importancia de la libertad (por J.C. Lester)

2 Cómo funcionan los mercados (por Eamonn Butler)

3 Libre comercio (por Daniel Griswold)

4 Fiscalización y gasto público (por Daniel J. Mitchell)

5 Derechos de propiedad (por Karol Boudreaux)

6 Por qué fallan los gobiernos (por Peter J. Boettke y Douglas B. Rogers)

7 Sexo, drogas y libertad (por John Meadowcroft)

8 Bienestar sin el estado (por Kristian Niemietz)

9 Banca, inflación y recesiones (por Anthony J. E vans)

10 La función del gobierno (por Stephen Davies)

Sobre los autores
Introducción (por Richard Wellings)

       La Libertad necesita ser defendida. En los país es occidentales, incluyendo los EE.UU. y el
Reino Unido, los gobiernos están consiguiendo continuamente un mayor control sobre la vida de las
personas.

        En los últimos años han encarcelado a sospec hosos sin juicio previo, han creado un gran
número de nuevos “crímenes”, limitado la libertad de expresión e, incluso, permitido la tortura. Pero el
ataque contra la libertad es más profundo que una simple deriva gradual hacia un estado policial.

        El aumento gigantesco de impuestos a lo largo del último siglo significa que hoy el estado
confisca una gran parte de cada libra, dólar o euro ganado. Y, de lo restante, mucho se lo llevan las
regulaciones, esto es, la creciente marea de controles que elevan el precio de los productos que
compramos. La cantidad de actividades que no están dirigidas o limitadas de alguna forma por los
gobiernos es cada vez menor.

        Es evidente que los líderes políticos no han comprendido los beneficios de permitirnos vivir
nuestras vidas como deseemos. Al liberar nuestro talent o y creatividad, la libertad trae consigo una
riqueza nunca vista y promete un brillante futuro construido sobre nuevas ideas. También nos
protege de los abusos que unos estados excesivamente poderosos cometen demasiado a menudo.

         Sin embargo, el desconocimiento de nuestros políticos no es el único ejemplo. Puede que las
universidades estén enseñando a más estudiantes que nunca, pero rara vez los educan en la
libertad. Al contrario, la educación está dominada por ideas que promueven un papel para el
gobierno cada vez mayor.

         Esta “Guía de la libertad para principiantes” es un peque ño paso hacia la corrección de este
sesgo. Está pensada para gente con educación que escucha por primera vez los argumentos de la
libertad. Aunque se dan por supuestos algunos conocimientos generales sobre asuntos económicos
y políticos, se ha intentado evitar un lenguaje técnico tanto como ha sido posible. Cada capítulo
estudia un aspecto de la libertad y termina con una lista de lecturas recomendadas.

         La Guía comienza explicando el significado de la libertad y el porqué de que el concepto sea
tan importante. Continúa con una ojeada al funcionamiento de los mercados, el libre comercio, los
impuestos y el gasto público, y los derechos de propiedad. Estos ensayos muestran con mucha
claridad los beneficios de la libertad y explican por qué las acciones que res tringen la libert ad tienen
un impacto tan negativo. Los últimos capít ulos, sobre las razones de los fallos de los gobiernos, las
prohibiciones, el bienestar y la banc a, desarrollan esta temática concentrándos e en los efectos
perjudiciales de la intervención estatal.

        Se termina estudiando la misión correcta del gobierno. El último capítulo concluye que la
esfera de la política debe ser limitada estrictamente. De hecho, el libro en su conjunto claramente
expresa la idea de que los gobiernos de hoy en día hace n mucho más de lo que deberían.

         Esto implica que no vivimos en sociedades verdaderamente libres, incluso en Occidente. De
hecho, aunque no nos demos cuent a, muchos aspectos de nuestra vida están estrictamente
controlados. Esta Guía hace mucho más que simplemente criticar a políticos y burócratas por impedir
que las personas se muevan. Los expertos autores de esta Guía apuntan una alternativa mejor: un
mundo próspero, dinámico y excitante fundament ado en la libertad. Este mundo es posible si los
partidarios de la libertad ganan la batalla de las ideas. Esta “Guía de la libertad para principiantes” es
parte de esa lucha.
1 La importancia de la libertad (por J. C. Lester)

          La libertad es un concepto clave en política, economía y filosofía. Es especialment e
                               1
importante para libertarianos y liberales, que creen que la libertad es necesaria para que la gente
tenga una vida próspera y plena y que avisan de las terribles consecuencias cuando los gobiernos y
los políticos la destruyen. El capítulo comienz a explicando el significado de la libert ad, antes de
explorar estos argumentos con más detalle.

        ¿Qué es la libertad?

         Las palabras “liberty” y “freedom” (los dos términos que significan “libertad” en inglés) no se
suelen diferenciar de manera significativa y se pueden interc ambiar sin problemas. Sencillamente
tienen diferentes raíces léxicas en el idioma inglés. “Liberty” tiene sus orígenes en la palabra latina
“libertas”. “Freedom” viene del inglés antiguo “freodom”.

        Normalmente no es necesario debatir qué queremos decir con una palabra específica.
Damos por supuesto que los demás quie ren decir lo mismo que nosotros, pero esto no siempre es el
caso con las palabras fundamentales que aparecen en contextos morales, sociales o políticos ; una
de estas palabras es “libert ad”. Así, pues, es necesario dar algún tipo de definición o explicación de
la palabra “libertad” ant es de que podamos clarificar por qué es tan importante.

         La palabra “libert ad” en el sentido más general del término se refiere a la ausencia de
restricciones sobre algo. Aquí nos interesa la ausencia de restricciones impuestas por unas personas
sobre ot ras personas.

        Se puede definir la libertad como la cualidad de un ser de no tener su volunt ad impedida o
impuesta por otros (libertad no invasiva). No ser atacado o robado es parte de la libertad; atacar y
robar a gente no es parte de la libertad.

        De esta definición se sigue que la libert ad significa poder hacer lo que quieras con tu propio
cuerpo (principio de propiedad reflexiva) y con tu propia propiedad, mientras no estés interfiriendo o
imponiendo algo en el cuerpo o la propiedad de otros. Eres libre de perjudicarte a ti mismo (tomando
drogas peligrosas, por ejemplo) pero si perjudicas a alguien más o dañas su propiedad sin su
consentimiento entonces estás violando su libertad.

         Éste es el sentido de la libertad al que los libertarianos y los liberales se refieren cuando
abogan por la libertad. Es también la idea de libertad dominante en la historia occidental y la que se
aplica a cualquier sociedad descrita de formal general como “liberal”.

         Tal tipo de libertad no sólo es deseada por todos sino que también generalmente se piensa
que es deseable para todos, por lo menos hasta en un amplio grado. Permite a cualquiera en una
sociedad tener completa libertad al mismo tiempo que permite identificar claramente las violaciones
de la libertad. Un agresor, tal como un ladrón o un asesino, no está ejercitando su libertad. De hecho,
los que se resisten a un agresor están protegiendo su propia libertad, no limitando la libe rtad de
otros.




1
   Para evitar confusión, el término original en inglés “libertarian” se ha traducido en esta obra como
“libertariano” en lugar de “libertario”. El motivo es que el término “libertarian” se refiere a los
individualistas a favor de la propiedad privada mientras que el término “libertario” se refiere a los
seguidores de las doctrinas de Bakunin y Kropotkin, que abogan por la destrucción del Estado y de la
propiedad privada como condición para instaurar el comunismo; es decir, los “libertarios” opinan lo
contrario que los “libertarian” en el asunto de la propiedad privada. (N. T.)
Un punto importante es que el robo también es robo y el asesinato también es asesinat o
incluso cuando los gobiernos llaman “impuestos” al robo y “guerra” a los asesinatos. Los gobiernos
excesivamente poderosos, con su búsqueda interminable de interferencia, imposición y control, son,
de lejos, los mayores enemigos de la libert ad.



        Decidiendo por ti mismo

        Cuando los gobiernos restringen la libertad, a los individuos les resulta más difícil vivir sus
vidas de la forma que elijan. La libertad es importante porque nos permite prosperar, conseguir
nuestras ambiciones y seguir nuestros caminos en la vida.

         Imagina, por ejemplo, que eres un autor de talento pero que el gobierno censura el tipo de
libros que quieres escribir; o que eres un empresario, un arquitecto, un director de películas o un
inventor al que los controles del gobierno le impiden llevar a cabo sus ideas.

         Otro ejemplo: en muchos países occidentales el comportamiento homos exual estaba
prohibido ampliamente, si no complemente, hasta hace bastante poc o. Todavía es ilegal en muchas
partes del mundo. Mediante el arresto y la prisión, o incluso el tratamiento en hospitales psiquiátricos
por la fuerza, los gobiernos han impedido que muchos homosexuales puedan vivir plenamente sus
vidas.

          La libertad es claramente esencial para la bús queda de nuestras ambiciones y para
satisfacer nuestras nec esidades personales. No obstante, no se trata de ser egoísta. También nos da
la libertad de ayudar a otros. De hecho, las personas sólo podemos ser morales o inmorales en tanto
en cuant o seamos libres de escoger nuestro comportamiento.

        Sólo cuando los individuos son responsables de sus propios actos, por ser libres para
experimentar y vivir como elijan, pueden aprender de sus errores y beneficiarse de las nuevas ideas
que se han desarrollado. Esta es una razón por la que las sociedades libres son más vibrantes y
tienen más éxito que aquellas las asfixiadas por la mano muerta del gobierno.

        Libertad económica

         En una sociedad libre cada cual tiene libertad para comerciar con los demás y se puede
desarrollar un mercado libre (ver capítulos 2 y 3). La protección de los derechos de propiedad alienta
el crecimiento de las empresas. Éstas obtienen beneficios sirviendo los deseos de sus clientes y,
como conservan estos beneficios en vez de verlos confiscados por el gobierno, los pueden reinvertir
creando de tal forma una riqueza incluso mayor en el futuro.

         La libertad también permite a los empresarios probar ideas diferentes y adaptarse a
condiciones cambiantes. Se pued e des arrollar una mejor tecnología que permita proporcionar bienes
y servicios de forma más barata. Y se pueden int roducir nuevos inventos que transformen y mejoren
la vida (por ejemplo, curas para terribles enfermedades).

        El libre merc ado asegura que los recursos son dirigidos a sus usos más productivos (y no
hay ninguna alternativa conocida al cálculo ec onómico del mercado). El resultado del libre mercado
son las grandes mejoras en las condiciones de vida. La libertad es por tanto esencial para la
reducción de la pobreza.

         Sin embargo, los gobiernos actúan a menudo para restringir los mercados libres por razones
políticas.

       Por ejemplo, los políticos pueden imponer mayores impuestos (ver capítulo 4) o prohibir el
comercio de ciertos bienes (ver capítulo 7). Tal int ervención normalmente destruye riqueza y libertad.
Destruye riqueza dificultando el crecimiento de las empresas y reduce la libert ad interfiriendo en la
vida de la gente y en sus propiedades de forma agresiva.

         Pero, ¿no es necesario cierto grado de intervención del gobierno en los mercados? Aquí es
donde radica el desacuerdo entre libertarianos y liberales clásicos. Algunos arguyen que se
necesitan unos impuestos muy bajos para dar fondos a un “estado mínimo”, es decir, un gobierno
pequeño que proteja la libert ad mediant e la provisión de servicios tales como defensa y un sistema
de justicia. Por el contrario, otros creen que inclus o estos servicios pueden ser proporcionados mejor
de forma voluntaria, a través de los mercados y las organizaciones caritativas, sin necesidad de
impuestos.

        No obstante, ambos puntos de vista están de acuerdo en que el nivel actual de intervención
del gobierno no puede ser defendido en términos de protección de la libertad. Impuestos altos y
regulaciones estrictas son perjudiciales económicamente y violan la libertad de los individuos.

        Igualdad y justi cia social

         A pesar de sus beneficios, los gobiernos a menudo restringen la libertad en un intento de
conseguir “justicia social”. Intentan imponer cierto grado de igualdad (de ingresos o de patrimonio) o
prohibir la discriminación contra una persona por razón de su raz a, sexo, discapacidad, etc. Los
gobiernos pueden confiscar dinero de algunas personas para dárselo a ot ros, tales como los pobres,
o forzar a las empresas a dar empleo a miembros de det erminados grupos.

         Si la “justicia social” significa no tener diferencias sociales perjudiciales e innecesarias,
entonces sólo la libertad nos acerca a ella. De hec ho, la operación del libre mercado ayuda a eliminar
tales diferencias.

        Con el tiempo la competencia reduce las diferencias en ingresos y beneficios. Las diferencias
que quedan son necesarias para premiar a las personas por trabajar más duramente o por
desarrollar habilidades valiosas. Empresas que discriminan contra empleados o clientes sin una
buena razón económica serán probablemente superadas por empresas que no lo hacen. Por tant o,
los mercados libres son muy efectivos en el tratamiento de la discriminación y la desigualdad.

          Por el contrario, los esfuerzos del gobierno para conseguir la “justicia social” pueden ser
contra-producentes y perjudiciales económicamente. Por ejemplo, si las regulaciones hacen más
difíciles que las empresas puedan despedir a las mujeres, las empresas pueden acabar contratando
a menos mujeres, haciendo realmente aument ar la desigualdad entre los sexos. Del mismo modo,
dar generosos pagos a los desempleados les puede desalentar de encontrar un trabajo, haciendo
realmente aumentar la pobreza.

        Opiniones alternativas sobre la libertad

         Este tipo de intervención gubernamental es alentada a menudo por opiniones sobre la
libertad diferentes a la descrita arriba.

        Por ejemplo, se puede ver la libertad como un “juego de suma cero”. Dicho de otra forma, la
pérdida de libertad de una persona siempre es la ganancia de libertad de ot ra persona. Si alguien
coge mi coche sin mi permiso, por ejemplo, yo pierdo la libertad de usar ese coche y el que lo coge
gana la libertad de usarlo.

         Esta opinión implica que tenemos que equilibrar la “libert ad” de un ladrón, u otr o agresor, y la
de sus víctimas. No se puede maximizar tal libertad para todos a la vez, sólo se puede disputar o
compartir de alguna manera. Esto crea problemas. Uno en particular es que se necesitan otros
principios, que no sean la libertad en sí misma, para decidir qué formas de libertad deben tener
prioridad y para qué grupos.
Un error común es ver la libertad como democracia y derecho al vot o. Pero una mayoría
puede votar por políticos que destruyen la libertad, por ejemplo, robando la propiedad de un grupo
minoritario o emprendiendo una guerra violenta.

        ¿Estamos dando nuestro permiso a tales violaciones de la libert ad cuando vivimos en un
país y participamos en democracia? No. Si intentamos minimizar el daño que nuestros gobernantes
hacen votando por el candidato menos malo, entonces no estamos dando nuestro beneplácito al
daño que el gobierno causa. No consentimos el crimen simplemente porque vivamos en una zona
donde se sabe que existe crimen.

         Se puede confundir la libertad con igualdad de ingresos o de riqueza. Los socialistas podrán
decir que los pobres no tienen libertad porque no tienen recursos para hacer lo que quieren. Esta
malinterpretación de la libertad es muy peligrosa: permite robar a un grupo de personas para
transferir recursos a otro grupo de personas, lo que es una agresión que viola el principio de
propiedad de uno mismo y propiedad privada.

        Cuando se pierde la libertad

        Si los gobiernos intentan imponer tal igualdad, se está destruyendo la verdadera libertad.
Dado que las personas son muy diferentes en habilidades, talentos y deseos, tienen que ser
controladas estrictamente para mantener iguales sus niveles de riqueza.

        Los políticos han intentado a menudo crear este tipo de sociedades “igualitarias” y han tenido
funestas consecuencias. En la Rusia comunista, por ejemplo, se prohibía a la gente tener empresas
y la economía se derrumbó. Cualquier persona que protestara por el ro bo de propiedad privada en
masa se arriesgaba a ser metida en prisión, torturada o asesinada por el gobierno. Llegó un
moment o en que decenas de millones de personas habían sido asesinadas por su propio gobierno y
millones más habían sido enviados a campos de concent ración.

         Tales atrocidades son comunes cuando se sacrifica la libertad al poder político; cuando los
políticos y sus objetivos hacen caso omiso de la libertad de los individuos. Un ejemplo bien conocido
es la Alemania nazi durant e la 2ª Guerra Mundial. El gobierno nacional-socialista de Hitler emprendió
una guerra violenta, asesinó a judíos, gitanos y homosexuales, y forzó a hombres jóvenes a luchar y
morir en las fuerzas armadas.

       Quizás sólo comprendemos la import ancia de la libertad cuando se pierde. Sin la libertad no
somos seres humanos libres persiguiendo nuestros propios objetivos y eligiendo nuestra p ropia
forma de vida, sino poco más que esclavos del Estado.

        Lectura s recomendadas:

         Friedman, David D. (1989): “The Machinery of Freedom: Guide to Radical Capitalism” (2nd
edition), Open Court, La Salle, IL.

       Lester, J. C. (2000): “Escape from Leviathan: Liberty, Welfare, and Anarchy Reconciled”,
Palgrave Macmillan, London.

     Narves on, Jan (2008): “You and The State: A Short Introduction to Political Philosophy ”,
Rowman & Littlefeld, Lanham, MD.

         Rothbard, Murray N. [1973] (2006): “For a New Liberty: The Libertarian Manifesto” (2nd
edition), Ludwig von Mises Institute, Auburn, AL. En internet:
http://mises.org/rothbard/newlibertywhole.asp.
2 Cómo funcionan los mercados (por Eamonn Butler)

         El Mercado es increíble. Une a la gent e de todo el mundo en un comercio pacífico,
coordinando los esfuerzos de millones de individuos diferentes. Nos permite intercambiar cosas que
no queremos por otras que sí. Dirige recursos a donde son más valorados. Des alienta el desperdicio
y alienta nuevas ideas. Hac e todo esto sin que ningún gobierno o autoridad le diga cómo hacerlo. Es
increíble pero cierto. Así pues, ¿cómo funciona el Mercado entonces?

         Los mercados que la gente conoce mejor son aquellos donde la gente se reúne para comprar
y vender cosas, como las agrupaciones de puestos de venta que se pueden encontrar en cualquier
plaza de mercado de Europa, donde se vende de todo, desde fruta y queso hasta libros y ropa,
pasando por joyería y cachivaches. O como el mercado que visité en Lanzhou (China): una hilera de
establos destart alados donde la gente vendía sopa calient e, pescado crudo, palomos, cubos,
bicicletas, pipas de girasol o jabones. O eventos especializados, como el mayor mercado de flores
del mundo en Aalsmeer, cerca de Amsterdam, o el gigantesco mercado de camellos de Buray dah en
Al-Qassim (Arabia Saudí).

        En cualquiera de ellos, cientos de pers onas están involucradas en algún tipo de intercambio,
ocupadas comparando los bienes que se ofrecen, regateando, comprando o vendiendo. Sin
embargo, esto es sólo la punta del iceberg. Existen muchos más tipos de mercado alrededor de
nosotros, que no están localizados en un lugar concreto. Hay mercados para barcos, zapatos, cera,
acciones, sellos, maestros de escuela, ayudantes de tienda y millones de otros bienes y servicios.
Intercambiar es parte de nuestras vidas, pero ¿por qué lo hacemos?

        Intercambiar añade valor

        Es fácil. Intercambiamos cosas porque nos permit e conseguir algo que valoramos más a
cambio de algo que valoramos menos. Hasta los niños lo entienden. Los niños intercambi an juguet es
de los que están cansados por los que otros niños tienen y que les interesan más. Intercambian
cromos de fútbol y pegatinas. Lo mejor es que amb as partes se benefician de estas transacciones. El
juguete del que estás cansado puede ser el objeto de deseo de algún otro niño. El cromo del
delantero del Manchester United que tienes repetido puede ser exactamente el que otro niño ha
estado buscando, mientras que el cromo del port ero del Liverpool que le sobra puede ser el objeto
que más deseas en el mundo.

        Ambos ganáis con este trato al conseguir algo que valoráis más que aquello que habéis dado
a cambio. Nadie participaría en un intercambio si no fuera así. Ninguna de las partes ha sido
engañada o forzada a acept ar algo de menor valor. El valor de al go depende del que hace la
valoración. Es una opinión subjetiva y personal de las cosas que se intercambian. No se trata de
ninguna cualidad medible, objetiva o pública de las cosas como, por ejemplo, su tamaño o su peso.

         Diferentes personas puede valorar la misma cosa de forma muy diferente. Alguien sufriendo
el sofocante sol de Buraydah puede valorar un vaso de agua más que un diamante, mientras que
alguien en la lluviosa Aalsmeer podría hacer justo la valoración contraria. En realidad, cuanto más
esté la gente en des acuerdo sobre el valor de algo, más fácil les resulta rá comerciar.

        Los mercados armonizan objetivos diferente s

         Esta última afirmación es una bendición desde el punto de vista de la paz mundial. No
necesitamos estar de acuerdo con la política, la cultura o la religión de alguien para poder comerciar
con él. Todo lo que necesitamos es no estar de ac uerdo con su valoración de algo, lo cual es
bastante sencillo, sobre todo si nos damos cuenta de la variedad que existe en el mundo y en sus
productos. Los dátiles y el vino no se dan bien en Gran Breta ña, pero yo puedo comprarlos de Irak y
Chile, sin tener que estar de acuerdo con los productores en nada excepto en el precio.
En el patio del colegio el precio de un portero del Liverpool es un delanter o del Manchester
United. Pero en la mayoría de los mercados cuando hablamos de “precio” normalmente pensamos
en precios de dinero. El dinero no es nada especial. No es una medida del valor de algo.
Sencillamente es un bien que la gente acepta a cambio de u n art ículo porque sabe que más tarde
podrá ser int ercambiado fácilmente por alguna cosa que quiera. El dinero le ahorra a hambrientos
barberos poners e a buscar panaderos que necesiten cortes de pelo: los barberos pueden cortarle el
pelo a alguien a cambio de unas monedas (o dinero en efectivo) y luego usar esas monedas para
comprarle pan a otra persona.

        Cómo se comunica el precio

        A pesar de esto los precios dinerarios sí que indican lo que la gente valora más y cuán
escaso es. Supón que un nuevo invento que se pone de moda necesita aluminio para ser fabricado.
Todo el mundo quiere tener el nuevo aparato, así que sus productores aumentan la producción para
aprovecharse de la creciente demanda y hacer dinero.

         Para aumentar la producción, necesitan comprar más aluminio. Encargan más aluminio a los
mercaderes o intermediarios de metal, quienes se lo enc argan a su vez a las empresas mineras.
Puede ser difícil elevar la producción de mineral de la noche a la mañana, pero las empresas
mineras y los mercaderes descubren que pueden aument ar los precios y aún así los productores de
estos aparatos siguen estando dispuestos a pagarlos, tan fuerte es la demanda. De hecho, pueden
continuar elevando los precios hasta que llega el momento en que los consumidores se detienen
ante el coste de los nuevos aparat os o hasta que alguien inventa una versión del aparato que use
menos aluminio.

         Mientras tant o, el precio al alza del aluminio manda una poderosa señal a todo el merc ado: la
gente está dándole un mayor valor al aluminio, está escaseando, se necesita más aluminio y, si
utilizas aluminio, debes usar menos o buscar alguna alternativa más barata.

         En respuesta a esta señal de precio, las empresas mineras intentarán incrementar la
producción de sus minas o explorarán nuevos depós itos. Los mercaderes intentarán rotar sus
inventarios más rápido para que quede menos metal sin usar en sus almac enes. Los productores de
los aparatos investigarán maneras de usar menos aluminio o buscarán sustitutos más baratos.
Finalmente, otros inventores buscarán formas de satisfacer la demanda del público con alguna cosa
que no necesite tant a cantidad de met al caro.

        El precio es, por tanto, una inmens a red de telecomunicaciones uniendo toda la comunida d,
diciéndole a todo el mundo cómo responder a la nueva demanda. No sólo a la gente del mercado del
aluminio. Si otros fabricant es descubren que pueden ahorrar dinero pasándose del aluminio al cromo,
por ejemplo, entonc es esta nueva demanda de cromo verá subir el precio de este metal. Los
usuarios de cromo buscarán a su vez sustitutos más baratos: de esta forma el efecto continúa y se
esparce por todos los mercados.

         Como resultado de que los consumidores quieran un nuevo aparato que utiliza aluminio, se
altera toda la estructura de producción económica. Tod o esto sucede automáticamente, como
respuesta a señales proporcionadas por el precio. No necesita ninguna autoridad diciéndole a la
gente que necesitamos producir más aluminio, más cromo u otra cosa, o que necesitamos disminuir
su uso. Gracias a que las señales de los precios se esparcen, la gente ajusta automáticamente sus
planes y coordina sus acciones para adaptarse a las demandas, los planes y las acciones de los
demás.

        Esta es una buena noticia para los consumidores porque atrae recursos escasos (como el
aluminio) a donde más se los valora. Si los productores pueden conseguir precios altos
proporcionando un valioso recurso a sus consumidores, más productores dedicarán más esfuerzo
para hacerlo también. Automáticament e, todos y cada uno de los rec ursos serán dirigidos hacia
donde los consumidores más los quieren.

        También es una buena noticia para el planeta porque si la gente puede responder a las
subidas de precios utilizando una menor cantidad de recursos escasos no hay duda de que lo harán:
los productores tienen un gran incentivo para usar la mezcla más barata de ingredientes ( “inputs”)
que puedan encontrar para crear los productos de la calidad que los consumidores quieren comprar.

        Un acuerdo espontáneo

        Este acuerdo, basado en el intercambio voluntario y en los precios que emergen de ellos, es
el proces o del Mercado. Es un proceso realmente eficiente a pes ar de que aparezca de forma
bastante natural. No necesita ser planeado ni diseñado conscientemente. Crece espontáneamente,
como el lenguaje y las convenciones sociales, y sobrevive porque nos resulta útil.

         Este orden social espont áneo no es perfecto, por supuesto: nada humano es perfecto. La
estructura de producción no se transforma instantáneamente en un nuevo equilibrio simplemente
porque la demanda de aluminio cambia. Las cosas necesitan un tiempo para ajustarse y las
personas cometen errores en el camino. Las personas pueden conocer lo que sucede a su alrededor
pero no pueden saber con exactitud lo que sucede en todos los demás sitios. No pueden s aber cómo
el resto de la gente está respondiendo a los cambios o cómo adaptarse exactamente a estas
respuestas cambiant es.

         La información es, por tanto, imperfecta, dispersa, fragmentada y pasajera. Una compañía de
taxis, por ejemplo, necesita saber cuántos coches están disponibles, cuántos clientes están
buscando transport e y dónde quieren ir. Necesita anticipar aumentos de la oferta y la demanda,
como cuando cierran los cines locales. Necesita saber todo esto no mes a mes sino minuto a minuto.

          No hay forma de que un planificador centralizado en un país grande pueda recoger toda la
información local necesaria para asegurar que un taxi está esperando a cada persona que lo
necesite. Para cuando la información hubiera sido transmitida hasta la mes a de planificación ya
estaría anticuada, incluso antes de que hubiera una acción en respuesta. Además, mucha de la
información requerida es simplemente la intuición de la gent e local, que no se puede traducir en
palabras ni transmitir a los planificadores (por ejemplo, que algún important ísimo partido de fútbol en
la televisión probablemente reduzca el número de personas que quieren ir al cine esa tarde).

         El Mercado es capaz de responder a esta información personal, incompleta, local y dispersa
mucho mejor que ningún sistema de planificación cent ralizada. De hecho, dada la cantidad de
maneras diferent es que existen para asignar nuestros rec ursos, es claro que ningún planificador
central podría hacer frente a tamaña tarea.

        ¿Deberíamos producir aceite o vino? Un planificador tendría que descubrir lo que quiere la
gente y cuánt a cantidad quiere de cada cosa; luego tendría que decidir cuánt os olivos o parras hay
que plantar, organizar recolectores, fabricar barriles o botellas que a su vez necesitan metal o cristal,
organizar el transporte adec uado… y todo esto sólo para dos productos. Cuando hay millones de
productos, la tarea es un millón de veces más difícil. Sin embargo, el proceso de Mercado coordina
todas estas decisiones de producción rápida y fácilmente.

        Las imperfeccione s impulsan el Mercado

         El proceso de Mercado no es impulsado por ningún plan centraliz ado sino por la perspicacia
de los individuos que se dan cuenta de que la ofert a o la demanda ha cambiado o de que los
consumidores tienen deseos que no están atendidos o de que se pueden hac er productos de mejor
calidad o más baratos. Su estímulo es el beneficio que se puede conseguir al cubrir estos huecos
que no han sido vistos por nadie más. A estas personas se les puede llamar emprendedoras. Pero
todos somos emprendedores, intentando establecer dónde nos van a recompensar mejor por
nuestras habilidades (por ejemplo, si deberíamos aprender algo nuevo o si deberíamos cambiar de
trabajo).

         El beneficio, no obstante, sólo se puede ganar al proporcionar lo que otras pers onas quieren.
Cuando se trata de decidir qué deberíamos hacer y qué deberíamos fabricar, los consumidores están
al mando. Son sus votos los que cuent an. No nos referimos a sus votos en unas elecciones, donde
se elige un programa político completo una vez cada varios años. Los votos que cuentan en el
Mercado son los votos de dinero de los consumidores, que funcionan como un referéndum diario
sobre millones de productos y servicios diferentes, revelando los que son más valorados por los
consumidores y decidiendo cuáles serán producidos.

         Los emprendedores no quieren producir cosas que sean idénticas a otras sino que quieren
diferenciar sus productos aplicando mejoras que atraigan clientes. Esto es así porque se enfrentan a
competidores y los emprendedores quiere n conseguir alguna ventaja sobre los demás competidores.
La competencia no es ningún hecho estático de la vida económica: es un proceso dinámico, un
método de investigación con el que los emprendedores (todos nosot ros) trat an de descubrir lo que
los consumidores quieren realmente y cuánto dinero están dispuestos a poner en la mesa para
“votar” por ese deseo.

        A di sfrutar del Mercado

        Muchos de nuestros políticos han sido educados con libros de texto de economía que tienen
una idea de “mercado perfecto” en el que todos los productores son idénticos, los precios se
mantienen fijos y la oferta y la demanda siempre está en equilibrio. Ese mundo nunca podría existir.
Son precisament e las imperfecciones del Mercado lo que impuls a la vida económica hacia una
mejora constante, hacia el progreso y hacia la eficiencia.

         El Mercado necesita reglas, igual que se necesita una estufa para contener un fuego. Sin
embargo, los políticos no deberían intentar imponer sus propias reglas o “perfeccionar” el Mercado
interviniéndolo con impuestos, subsidios o regulaciones. El Mercado es muy potente y jugar con él
puede producir resultados tremendamente contraproducentes. Por lo tanto, los políticos deberían
simplement e dedicarse a cumplir y hacer cumplir las leyes que lo hacen funcionar, o sea, las normas
de la propiedad, el contrato y la honradez, y a disfrutar de la creciente prosperidad que el Mercado
crea y fomenta.

        Lectura s recomendadas:

       Butler, Eamonn (2009): ‟The Best Book on the Market: How to Stop Worrying and Love the
Free Economy‟, Capstone, Oxford.

         Hayek, Friedrich A. (1945): „The Use of Knowledge in Society‟, American Economic Review,
35, 4, 519-30.

          Kirzner, Israel (1997): ‟How Markets Work: Disequilibrium, Entrepreneurship and Discovery‟,
Institute of Economic Affairs, London.
3 Libre comercio (por Daniel Griswold)

         Se puede definir el libre comercio como la libertad de los individuos y las empresas para
intercambiar bienes y servicios a través de fronteras internacionales sin ser restringidas por el
gobierno. En nuestra vida diaria, el libre comercio significa tener la libertad de comprar una camisa
tejida en Bangladesh, un plátano cultivado en Ecuador, un coche fabricado en Alemania, un iPod
ensamblado en China o un DVD producido en Hollywood.

         La defensa del libre comercio empieza con los derechos individuales. Deberíamos ser tan
libres para comerciar por beneficio mutuo con alguien al otro lado de una frontera o de un océano
como con alguien al otro lado de la calle o en la ciudad, provincia o estado más cercanos. Las
restricciones sobre el comercio violan nuestra libertad de intercambiar nuestra propiedad
voluntariamente con otras pers onas que, por casualidad, viven en un país diferente.

        La división del trabajo

        El libre comercio permite que las naciones se especialicen en lo que sus ciudadanos mejor
puedan hacer con los recursos y ventajas productivas que tengan. Debido a que los climas, los
recursos, la historia, y los niveles de alfabetización son diferentes, algunas naciones serán mejor que
otras cultivando trigo, mont ando ordenadores, tejiendo ropa u ofreciendo vacaciones en la playa. Los
trabajadores y las empresas dentro de las naciones ganarán más especializándose en aquello que
puedan hacer mejor y comerciando su producción sobrante por bienes y servicios que otras naciones
pueden producir mejor.

          Los individuos participan en este tipo de comercio todos los días. Imagina qué pobre sería tu
familia si tus padres insistieran en construir tu propia casa, fabricar toda tu ropa y tu mobiliario y
cultivar toda tu comida sin comprar nada a nadie. El resultado sería pobreza aut o-suficiente. En vez
de eso, a través del comercio la gente se especializa en una profesión donde puede maximizar su
producción y luego canjear el producto de su trabajo con los demás; esto se llama “división del
trabajo”.

         Como dijo Adam Smith, el padre de la economía moderna, el libre com ercio permite la
generación de más riqueza al expandir el tamaño del Mercado y, por tanto, permitiendo una división
del trabajo más precisa ent re las naciones y dentro de ellas.

        En su famos o libro “La riqueza de las naciones” (publicado en 1.776), Smith escribió: “La
máxima de cualquier cabeza de familia que sea prudente es no intentar fabricar en casa lo que le
costará más fabricar que comprar. […] Es complicado que lo que es prudente en la conducta de
cualquier familia privada sea locura en la conducta de un gran reino. Si un país extranjero puede
proporcionarnos una materia prima más barata que produciéndola nosotros mismos, será mejor
comprársela con alguna parte de la producción de nuestra propia industria empleada de una manera
donde tengamos alguna ventaja.

        Ventaja comparativa

         En 1.817 un corredor de bolsa británico llamado David Ricardo extendió el trabajo de Smith
con su propia teoría de la “ventaja comparativa”. Según Ricardo, incluso si los trabajadores de una
nación pueden producir todo de forma más eficiente que los trabajadores de otras naciones, aun as í
tal nación puede comerciar de forma beneficiosa. Lo que importa es lo que los trabajadores pueden
producir con una mayor eficiencia comparado con cualquier otra cosa que produzcan. Por ejemplo, si
los trabajadores en un país rico son el doble de eficientes fabricando zapatos que los trabajadores de
un país pobre pero son aquellos son cinco vec es más eficient es que éstos produciendo
microprocesadores de ordenador, será beneficioso para ambas naciones que el país rico se
especialice en los microprocesadores de ordenador e importe zapat os del país pobre. Al
especializars e en sus ventajas comparativas, los trabajad ores de ambas naciones pueden aument ar
su consumo de los dos productos.

        Competencia y economías de escala

        El libre comercio también beneficia a la gente de otras formas. Al estar produciendo para un
mercado mundial las empresas pueden conseguir mayores “economías de escala”. Una vez que una
empresa ha invertido significativamente en investigación, desarrollo y en bienes de capital (por
ejemplo, automóviles, aviones comerciales o soft ware informático), esta empresa puede producir a
un menor coste por unidad si produce 100.000 unidades para vender en todo el mundo que si
produce sólo 1.000 para vender en el mercado local. Además, la competencia provocada por el
comercio anima a las empresas a innovar para crear productos nuevos y mejores y para reducir
costes y eliminar el desperdicio.

         A los consumidores el libre comercio les trae precios más bajos, mayor variedad y mejor
calidad. Los consumidores ganan cuando hay muchos productores compitiendo por nuestro negocio
en vez de cuando sólo hay unos pocos competidores o cuando hay un monopolio. La competencia
debida a las importaciones provoca que paguemos precios más bajos y disfrutemos de un rango de
opciones más amplio para art ículos tales como la ropa, la comida y la electrónica de cons umo que si
estuviéramos limitados sólo a los productores locales.

        Proteccioni smo

        Lo contrario al libre comercio a menudo se le llama “proteccionismo”, que es la práctica de
los gobiernos de “proteger” a ciert os productores domésticos de la competición global mediante el
uso de aranc eles, cuotas y otras regulaciones. Un arancel es un impuesto directo gravado sobre las
importaciones, bien como porcent aje de su valor o bien como una cierta cantidad por art ículo. Una
cuota es una restricción en la cantidad de artículos que se pueden importar. Otras restricciones al
comercio toman la forma de regulaciones diseñadas para impedir indirectamente las importaciones
mediante lo que se llama barreras no arancelarias.

         Casi todos los gobiernos ejercen un proteccionismo de un tipo u otro. Es habitual que los
políticos obvien los importantes beneficios del libre comercio para la nación en su conjunto con la
intención de beneficiar a un productor o una industria específicos que quiere protección contra la
competencia extranjera. Normalmente las industrias que buscan protección están bien organizadas y
tienen mucha motivación de tal modo que son capaces de influir el sistema político.

         El resultado de la protección es que los consumidores pagan precios más altos, los recurs os
del país son empleados de formas menos productivas y la calidad de vida es inferior de lo que sería
si el comercio fuera libre.

         Las naciones occidentales aprendieron una dura lección en los años 30 sobre los peligros del
proteccionismo. Una desaceleración económica en 1929 provocó que los Estados Unidos, Gran
Bretaña y otros gobiernos elevaran los aranceles supuestamente para proteger los puestos de
trabajo. Sin embargo, esta subida de las barreras al comercio provocó que otros países
respondieran, los niveles de comercio se derrumbaro n y de esa forma la Gran Depresión se acentuó
y alargó.

         Los historiadores creen que las tensiones internacionales causadas por las batallas
económic as contribuyeron al estallido de la 2ª Guerra Mundial. Los sucesos de aquel periodo apoy an
el dicho atribuído al economista político francés del siglo XIX, Frederic Bastiat: “Cuando los bienes no
pueden cruzar las fronteras, los ejércitos lo harán”.

        La tendencia hacia el libre comercio
Después de la devastación provocada por la depresión y la 2ª Guerra Mundial, los Estados
Unidos, Gran Bretaña y unas 20 naciones más firmaron el Acuerdo General sobre Aranceles y
Comercio (GA TT por sus siglas en inglés ). Este acuerdo compromet ía a sus miembros a bajar las
barreras al comercio y a mantenerlas a niveles bajos, además de a aplicar las tasas aranc elarias de
forma igualitaria a otros países.

        Alentados por los Estados Unidos, las naciones de la Europa Occidental se pusieron de
acuerdo para eliminar la mayor parte de las barreras al comercio entre ellos. El Mercado Común n o
sólo ayudó a Europa a reconstruirse de nuevo des pués de la guerra sino que también ayudó a
mantener la paz al animar la cooperación económica. El GATT se convirtió en la Organización
Mundial del Comercio (OMC, o W TO por sus siglas en inglés) en 1. 995 y ahora tiene más de 150
miembros.

        En los últimos 50 años, la tendencia hacia el libre comercio se ha extendido más allá de los
países desarrollados de Europa Occidental, Norte América y Japón. Mediante su participación en la
economía global, los “tigres ” del sudeste asiático (Corea del Sur, Taiwan, Singapur y Honk Kong) se
transformaron de países pobres a país es ricos. Desde la década de 1.970, China continental, Chile y
unos cuantos países subdes arrollados más empezaron a bajar sus barreras al comercio (que eran
previamente altas), dieron la bienvenida a la inversión extranjera y aumentaron drásticamente su
comercio con el resto del mundo.

         El colapso mundial del comunismo y la caída del Muro de Berlín en 1.989 causaron una
desilusión con el proteccionismo como instrumento de desarrollo. Desde entonces, cada vez más
países han tratado de reducir sus propias barreras al comercio y participar en la ec onomía global.

        Calidad de vida en aumento

         Hoy día las pruebas a favor del libre comercio están creciendo. Aquellas naciones que se
abrieron al comercio y a la inversión normalmente crecen más rápido y consiguen mayores ingresos
per capit a que aquellos países que se mantienen cerrados.

         El territorio de Honk Kong, por ejemplo, ha practicado el libre comercio desde la década de
1.960. De ser una colonia pobre del Imperio Británico ha pasado a ser una de las ciudades más ricas
de la Tierra gracias en gran medida a que sus gentes pueden comprar, vender e invertir libremente
en los mercados mundiales. Por el contraste, muchos de los países más pobres del mundo, como
Corea del Norte, Birmania y muchos países de África, son los que más cerrados están al comercio.

        La difusión del comercio y de la globalización en las últimas tres déc adas ha sido una de las
razones principales de la reducción de la pobreza mundial. Desde los inicios de la década de 1.980,
el porcentaje de la población mundial viviendo con menos del equivalente a US$1.50 diarios cayó a
más de la mitad (del 52% al 25%) según el Banco Mundial. El progreso cont ra la p obreza ha sido
mucho mayor en aquellos países que más abrieron sus economías al resto del mundo, tales como
China, Vietnam y Chile.

        Mejores condicione s y mayor cooperación

          Los críticos del comercio señalan a veces las pobres condiciones de trabajo en los países
menos desarrollados como una razón por la que no deberíamos comprar sus productos. Pero su
crítica olvida el importante punto de que el comercio es uno de los principales motores para mejorar
las condiciones en esos mismos países.

         Un mundo más abierto no entra en una “carrera hacia el suelo” sino en una carrera de
ingresos y de calidad en aumento. Durante la recient e era de comercio en expansión, el mundo ha
sido testigo de una mayor esperanza de vida y niveles de alfabetización en países en desarroll o as í
como menores niveles de mortalidad infantil, malnutrición y explotación infantil.
Las nuevas tecnologías han cambiado la naturaleza del comercio incluso aunque las teorías
económic as que lo apoyan no hayan sufrido cambios. Casi la mitad de los bienes intercambiados
entre las naciones se transporta por aire en lugar de por barco, carretera o ferrocarril. Muchos de los
bienes comercializados por mar son enviados en cont enedores de tamaño estandarizado, que
pueden ser más fácilmente cargados y descargad os en puertos y transferidos a camiones o trenes.
La difusión de las comunicaciones por satélite y por internet han estimulado el crecimiento de
compañías multinacionales.

        Como resultado, muchos productos son fabric ados hoy en día mediante la cooperación de
trabajadores en multitud de países diferentes. Un avión comercial o un automóvil pueden ser
diseñados en un país, ensamblados en otro además de contener partes hec has por trabajadores en
docenas de otros países. Un iPod comprado por un adolescente en los Estados Unidos o en Europa
estará sellado con un “Ensamblado en China”, pero fue diseñado y desarrollado en California. Una
empresa americana proveyó los microproces adores, una empresa surc oreana proporcionó los chips
de memoria y empresas japonesas, el disco duro la pantalla.

        Tolerancia y comprensión

         Además de los beneficios económicos, el comercio también alient a la tolerancia y la
comprensión entre los individuos. El comercio y la globalización nos ens eñan a ver a la gente de
otros países no como misteriosos y amenazantes, sino como clientes, proveedores y potenciales
colaboradores. El comercio facilita la comunicación. No sólo los bienes y los servicios cruzan las
fronteras, sino también las ideas y las personas, que forjan relaciones que tienden a rom per los
tradicionales prejuicios.

        Históricamente, las ciudades y los países al frent e del comercio internacional también han
situado entre las sociedades más abiertas y tolerantes de su tiempo. Venecia en el siglo XIV y la
República Holandesa en el siglo XV I eran los centros comerciales más destacados de su tiempo.

         Ambos proporcionaron libertad y protección legal a los judíos y a los disidentes religios os.
Sus ciudadanos aprendían a dar la bienvenida a personas de religiones y razas diferent es porque la
intolerancia tenía, entre otros defectos, el inconveniente de ser malo para el negocio. Hoy día, las
sociedades abiertas al comercio tienen mayor probabilidad de ser abiertas también a la libertad de
religión y de expresión.

        Comercio y libertad

         Al fin y al cabo, el argumento a favour del libre comercio se reduce a uno de justicia básica.
Si un individuo quiere comerciar lo que ha producido a cambio de algo que una persona o un grupo
de personas ha producido en otro país, el gobierno no debería inmiscuirse. Usar el poder del
gobierno para prohibir una transacción que es beneficioso para las dos partes involucradas es violar
la soberanía de los individuos libres.

         Las barreras al comercio despojan a la gente del fruto legítimo de su propio esfuerz o,
distribuyendo el botín ent re otras personas sin otro derecho moral sobre la riqueza confiscada que el
poder político.

        Lectura s recomendadas:

        Griswold, Daniel (2009): “Mad about Trade: Why Main Street America Should Embrace
Globalization”, Cato Institute, Washington, D. C.

       Bastiat, Frederic (1848): „On the Balance of Trade‟, „A Petition‟, and other essays in Economic
Sophisms.
Irwin, Douglas (2009): “Free Trade under Fire” (3rd edition), Princeton University Press,
Princeton, NJ.

        Norberg, Johan (2003): “In Defense of Global Capitalism”, Cato Institute, Washington, D.C.

       Roberts, Russell (2006): “The Choice: A Fable of Free Trade and Protection” (3rd edition),
Pearson/Prentice Hall, Upper Saddle River, N.J.

         Smith, Adam (1776): “An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations”,
particularmente el Libro IV, varias ediciones.
4 Régimen tributario y gasto público, por Daniel J. Mitchell

         Cuando naciones como el Reino Unido se hicieron prósperas el gobierno era muy pequeño.
A lo largo del siglo XVIII, el gasto del sector público originaba nada más que el 10 por ciento de la
producción económica, no sólo en Gran Bretaña sino en otras naciones occidentales de rápido
crecimiento. Poco gasto significaba pocos impuestos. De hecho, la may oría de las naciones de
Europa y Norte América no tuvieron impuestos sobre la renta hasta hace 100 años.

        Hoy, por el contrario, los gobiernos son mucho mayores. En el Reino Unido, el gasto del
sector público consume actualment e alrededor del 50 por ciento de la producción económica. Los
impuestos también han subido drásticamente aunque no tant o como el gasto. Esta es la razón por la
que Gran Bretaña, como la mayoría del resto de naciones, tiene deudas enormes.

        ¿Es mejor para la economía tener un gobierno más grande o uno más pequeño? Todo tipo
de gasto público repercute en el bolsillo de alguien así que a veces parece como si el gobierno fuera
un gran Santa Claus que proporciona cosas gratis como carreteras y sanidad. Otros simplemente
miran los impuestos (y el préstamo) que pagan por el gasto público y concluyen que el gobierno toma
dinero de la gente y es un obstáculo para el crecimiento.

        Es un error mirar solo un lado de la ec uación. Es import ante mirar los costes y beneficios
tanto de los impuestos como del gasto. Esto complica el análisis ligeramente. El gasto público puede
ser bueno o malo para el rendimiento economico, dependiendo de cómo se gast e el dinero y de
cómo se recaude.

        La investigación económica sugiere, sin embargo, que el gobierno es demasiado grande en
las naciones industrializadas. Cuando el sector público es demasiado grande, los economistas dicen
que el empleo y el capital están mal asignados, lo cual es una forma complicada de decir que se está
des viando el dinero de los usos más productivos.

         Un gobierno grande también significa que es más probable que la carga fiscal sea excesiva,
lo que implica impuestos altos que frenan el empleo, los ahorros, la inversion y la inic iativa
empresarial. Un sector público grande también es financiado con préstamo, q ue des vía dinero del
sector privado. Todas estas cosas – gasto, impuestos y deuda – son una carga para la economía,
que provoca menor crecimiento, mayor desempleo y menor competitividad.

        Menos gobierno a la vez que gobierno más inteligente

         Eso no quiere decir que todo el gasto público sea malo para la ec onomía o que no debería
haber impuestos. El gasto del sector público puede ser beneficioso o perjudicial. El gasto en “bienes
públicos” tales como protección policial pueden ayudar a que una economía prosper e al crear las
condiciones necesarias para que los merc ados funcionen. El gasto en “bienes de capital” como
carret eras y escuelas también puede generar beneficios si se hace de forma apropiada. Esa es la
buena noticia.

        La mala noticia es que el rendimiento económico se ve reducido por “gastos de
transferencias” como los subsidios y por “gasto de consumo” como la sanidad. Desafortunadamente,
la mayoría del gasto público hoy en día está dedicado a transferencias y a consumo.

        Una buena política fiscal

        Se pueden aplicar los mismos análisis a la fiscalidad. En general, los impuestos nunca son
beneficiosos para el crecimient o pero unos tipos de impuestos hacen más daño que otros. La regla
básica de los economistas es que el gobierno debería conseguir incrementar s us ingresos de tal
forma que minimice el impacto negativo en la economía. Los siguientes tres principios son una buena
guía:
1.      Tasas de impuestos altas son más dañinas que tasas de impuestos bajas. Los
políticos dicen a menudo que quieren más impuestos en cosas tales como el tabaco porque quieren
desalentar su consumo. Dejando a un lado la cuestión de si el gobierno debería intentar controlar las
vidas de los individuos, los políticos tienen razón en el impacto económico. Los impuestos son una
manera efectiva para desalentar el comportamiento y, obviament e, impuestos altos hacen más daño
que impuestos bajos. El mismo análisis se puede aplicar a impuestos sobre el trabajo, sobre la
iniciativa empresarial y otras formas de comport amiento productivo. No obstante, dado que el
crecimiento económico sólo ocurre cuando más pers onas ganan más dinero, es muy importante
mantener los impuestos bajos, especialmente el impuesto sobre la renta de las personas y el
impuesto de sociedades.
          2.      Los impuestos adicionales sobre los ahorros y la inversión son muy costosos. Todas
las teorías económicas coinciden en que el ahorro y la inversión hoy son necesarios para tener
mayor prosperidad en el futuro. Sin embargo, muchos gobiernos gravan con impuestos adicionales
los ingres os que son ahorrados o invertidos; a esto se le llama a veces “doble imposición”. Los
impuestos sobre los dividendos, intereses y ganancias de capital as í como los impuestos sobre el
patrimonio y los de sucesiones hacen que ahorrar e invertir sea muc ho menos atracti vo para los
personas. Esta doble imposición provoca que los impuestos sobre los ingresos que son ahorrados e
invertidos son mucho más altos que los impuestos sobre los ingresos que son cons umidos. Como
era de esperar, los individuos responden aumentando el consumo y disminuyendo su ahorro y su
inversión, lo que perjudica el rendimiento económico de la sociedad a largo plaz o.
          3.      Las lagunas fiscales premian la ineficiencia económica. Muchos sistemas fiscales
están repletos de créditos, deducciones, abrigos, exc lusiones, lagunas y otras medidas especiales.
Todo esto crea una complejidad innecesaria y facilita la corrupción además de tener malas
consecuencias económicas. En un mercado normal, los individuos son premiados por hacer
inversiones que generan mayor riqueza (pues es mejor cons eguir un retorno del 10% que del 5%). Si
el sistema fiscal favorece ciertas actividades, induce a empresarios e inversores a poner dinero en
los proyectos que producen estos beneficios fiscales en vez de invertir dinero en los proyectos que
producen crecimient o.


         Para aumentar la prosperidad, los politicos deberían dise ñar sistemas fiscales que
reconozcan estos tres principios. Un impuesto plano sería una buena idea; este sistema fiscal tan
sencillo y proporcional ha conseguido mejo rar el crecimiento de los países de Europa del Este. Sin
embargo, no hay que olvidar que un impuesto plano es beneficioso no porque sea plano sino porque
normalmente es un tipo impositivo bajo. Hasta hace poco, Islandia tenía un impuesto plano pero el
tipo impositivo era casi del 37%. Otras naciones, como Singapur, que tiene un sistema fiscal
“progresivo” con una tasa de impuestos máxima del 20%, disfutan de regímenes fiscales mucho
mejores.

        Analizando los coste s y los beneficios

        Para determinar si los diversos tipos de gasto público son buenos o malos para la economía,
necesitamos un análisis de los costes y los beneficios. La batería de preguntas que exponemos a
continuación puede ser usada como un examen económico para programas gubernamentales. Si
todas las respuestas respecto a un programa o actividad determinado son positivas, entonces el
programa o actividad tienen un impacto positivo en el rendimient o económico.

        1.      El programa o la actividad financiado con gasto público, ¿produce beneficios?

            Es evidente que todo gasto público repercute en el bolsillo de alguien, de modo que
    existe un beneficio en un sentido estricto pero a la vez menos important e. La cuestión relevante
    debe ser si un programa o actividad generan beneficios para la sociedad en general. En algunos
    casos puede haber beneficios significativos, como una carretera nueva en una zona
congestionada. En otros casos hay un impacto negativo en la sociedad, como con los subsidios
    de desempleo.

    2. Si un programa o actividad genera beneficios, ¿son é stos mayore s que los beneficios
    que resultarían si se dejara el dinero en el sector privado?

        En cualquier momento hay un límite para la cantidad de trabajo y capital disponible en una
economía. Si el gasto público provoca que esos recursos sean usados para al go con relativamente
poco valor económico, como por ejemplo construir una planta eólica, entonc es esos mismos recursos
no estarán disponibles para el sector productivo de la economía. Si los beneficios de la planta eólica
son menores que la producción adicional que el sector privado habría producido, entonces el efecto
neto del gasto público sería negativo.

        3. Si un programa o actividad genera beneficios mayore s de los que podría generar el
sector privado, ¿son e stos sufi cientemente significativos para contrarre star el impacto
negativo de los impuestos y de la deuda?

         Por último, pero no menos importante, es crucial saber cómo se financia el gasto público. El
gasto del sector público sólo favorece el crecimiento si los beneficios netos son suficientemente
significativos para compensar por el da ño económico causado por los impuestos o por la deuda.
Obviamente la respuesta depende del tipo de impuesto y de cómo es gravado. Formas importantes y
efectivas de gasto públic o podrían incluso ser negativas en términos netos si se financiasen con
tasas más altas de impuestos sobre la renta. Sin embargo, esos mismos tipos de gasto público
podrían ser económicamente justificables si fueran financiados por un impuesto reducido sobre el
consumo.

        Obviamente, este examen en tres partes está simplificado. En muchos casos el daño
económic o de la actividad del gobierno se extiende más allá del impacto producido por des viar
recursos del sector privado y por el coste de incrementar los ingresos.

         Ciert as regulaciones gubernamentales, por ejemplo, imponen pesados costes sobre el sector
privado. De igual forma, los programas que subsidian la educación, la sanidad, el alojamiento y la
jubilación normalmente reducen los incentivos para ahorrar. Esto tiene un impacto negativo en el
rendimiento económico más allá de los efectos discutidos más arriba. Otro problema más es la mala
asignación de recurs os privados que es alentada por la actividad del gobierno. Muchas empresas
asignan actualmente algunos de sus empleados más capaces a tareas tales como asegurar el
cumplimient o de reglas gubernamentales o ejercer presión (“lobby”) para conseguir favores del
gobierno o, más honorablemente, en contra de la intervención del gobierno. La economía de la
nación sería seguramente más próspera si estas personas pudieran usar sus habilidades de forma
productiva.

        La Curva de Laffer

       El somero análisis explicado arriba proporciona un marco útil para entender el papel de los
impuestos y del gasto público. Sin embargo, hay otras tres cuestiones sobre política fis cal que
merecen una breve mención, siendo la primera de ellas la Curva de Laffer.

         La mayoría de los politicos suponen ingenuamente que hay una relación automatica y fija
entre tasas de impuestos e ingresos fiscales, así que piensan que pueden duplicar los ingresos
fiscales duplicando las tasas de impuestos. Esta es una suposición incorrecta porque pasan por alto
que los contribuyentes pueden cambiar su comportamiento en respuesta a nuevos incentivos.

        La Curva de Laffer muestra que el gobierno no recaudará ningún ingreso de los tributos a
una tasa impositiva del 0% pero que tampoco rec audará nada (o muy poco) a una tasa impositiva del
100%. Después de todo, pocos individuos querrán producir algo si el gobierno va a confiscar todas
sus ganancias. El tipo impositivo que maximiza los ingresos fiscales se encuentra en algún punto
entre el 0% y el 100%.

        Un punto clave es que el tipo impositivo que maximiza el crecimiento es inferior al tipo que
maximiza los ingres os fiscales. Estudios económicos demuestran que la tasa de impuestos que
maximiza los ingres os fiscales a largo plazo se encuentra alrededor del 30%. La tasa de impuestos
que maximiza el crecimiento ec onómic o es mucho más baja. Todo impuesto es perjudicial para el
crecimiento económico pero, como ya se ha hecho notar en nuestra discusión más arriba, algunos
impuestos son necesarios para financiar bienes públicos y otros gastos que favorecen el crecimiento.

        Curva de Laffer

        Ingresos fiscales

        Tasa de impuestos

        Región de ingresos crecientes

        Punto de maximización del crecimiento

        Punto de maximización de ingresos

        Región de ingresos dec recient es



        El estímulo de Keynes

         Durante la década de 1930, el economista John Maynard Keynes defendió que se podría
estimular una economía débil si el gobierno emitiera deuda públic a y la gastara. Según su teoría,
este nuevo gasto público pondría dinero en los bolsillos de los ciudadanos de modo que los
receptores de los fondos podrían gastar a su vez ese dinero y así estimular la economía a medida
que el flujo monetario continua circulando.

        Los keynesianos decían también que algunos recortes de impuestos podrían tener el mismo
impacto ya que el propósito es hac er que el gobierno se endeude y ponga de alguna forma el dinero
en las manos de las personas que lo gasten.

        Las ideas keynesianas son una falacia lógica mayúscula. Pasan por alto el hecho de que, en
el mundo real, el gobierno no puede inyectar dinero en la economía sin habérselo quitado antes a
esa misma economía. Todo dinero que el gobierno pone en el bolsillo derecho de la eco nomía es
dinero que ha quitado antes del bolsillo izquierdo de la economía.

        No hay estímulo económico ya que cada dólar gastado en un paquet e de estímulo es un
dólar que el gobierno debe antes pedir prestado a los mercados de crédit o privados. El
keynesianismo no estimula la renta nacional, simplemente la redistribuy e.

        La evidencia del mundo real indica también que los estímulos keynesianos no funcionan. Los
presidentes de EE.UU. Hoover y Roosevelt siguieron esta política en la década de 1930 y no
funcionó. Japón siguió esta política en la década de los noventa y no funcionó. Tampoco ha
funcionado en la déc ada de 2000 en muchas naciones, incluyendo el Reino Unido y los Estados
Unidos.

        La Curva de Rahn
Además de la Curva de Laffer que muestra la tasa de impuestos que maximiza los ingresos
fiscales, también existe la Curva de Rahn que busca el nivel de gasto público que maximiza el
crecimiento económico.

        La Curva de Rahn se basa en la idea de que hay muy poc a actividad y muy poco crecimiento
económic os cuando no hay gobierno. Sin embargo, en cuanto el gobierno empieza a gastar dinero y
proporciona instituciones y bienes públicos sólidos, se hace posible que una economía de mercado
crezca y prospere.

        A cierto nivel, sin embargo, el gobierno empieza a gastar dinero en programas de
transferencias y de consum o. Estos tipos de gasto tienden a perjudic ar el rendimiento económico.
Además, puede suceder que todo tipo de gasto se torna menos eficiente a medida que el gobierno
crece.

        Algunos estudios sugieren que el nivel de gasto público que maximiza el crecimient o
económic o está alrededor del 20% del producto económico o quizás incluso menos basándonos en
datos históricos. Este nivel es muy inferior al nivel de gasto medio en los países europeos y
norteamericanos.

        Curva de Rahn

        Tasa de crecimiento económico

        Gasto público como porcent aje del Producto Interior Bruto (P IB)

        La economía encoge cuando el gobierno crece demasiado



        Conclusión: las economía s pierden con impuestos altos

       El gasto público es una parte importante en casi todas las economías avanz adas. Hay unas
pocas economías con gobierno limitado como Honk Kong. Muchos país es, sobre todo en Europa,
han desarrollado gobiernos muy grandes. Incluso los Estados Unidos bajo los gobiernos de Bush y
Obama se están pareciendo cada vez más a Europa.

        La evidencia indica que este cambio hacia gobiernos más grandes tiene consecuencias
económic as serias. Una carga del gobierno más pesada des vía recursos del sector productivo de la
economía y da como result ado un regimen tributario m ás costoso. En una economía globalizada y
competitiva las naciones con un gasto público excesivo e impuestos altos perderán inversión y
puestos de trabajo en favor de aquellas naciones con niveles de gasto público más sensatos y
menores impuestos.

        Lectura s recomendadas:

       Edwards, Chris and Daniel J. Mitchell (2008): “Global Tax Revolution: The Rise of Tax
Competition and The Battle to Defend It”, Cato Institute, Washington D.C..

         Heat h, Allister (2006): “Flat Tax: Towards a British Model”, Stockholm Network, Londres. En
internet: http://www.stockholm-net work.org/publications.

         Smith, David B. (2006): “Living with Leviathan: Public Spending, Taxes and Economic
Performance”, Institute of Economic Affairs, Londres. En internet:
http://www.iea.org.uk/record.jsp?ID=394&type=book.
5 Derechos de propiedad (por Karol Boudreaux)

         Unos derechos de propiedad que sean estables son una condición esencial para promover el
crecimiento, aliviar la pobreza y conservar recursos escasos. Los derechos de propiedad incentivan a
los individuos a crear, innovar y comerciar voluntariamente con los demás. Nos dan una razón para
conservar y mejorar las cosas y ayudan a protegernos de otros.

        Debido a todo esto, los derechos de propiedad son uno de los pilares que soportan una
sociedad libre y próspera. Otra manera de considerar los derechos de propiedad es que son un
ingrediente del pegamento que mantiene la sociedad unida.

        ¿Qué son los derechos de propiedad?

         Los derechos de propiedad son normas que han sido desarrolladas para ayudar a res olver
problemas. Igual que las personas crean normas para ayudar a que el tráfico fluya sin
complicaciones y para evitar colisiones, los individuos a lo largo del tiempo han creado normas
acerca de quiénes pueden usar las diferentes clases de propiedad, cómo pueden us arlas y cómo
transferirlas.

        Los derechos de propiedad animan a los individuos a comportarse de una forma es pecífica;
por ejemplo, “será mejor reparar esa gotera en el techo; si no, la casa se va a arruinar”. También les
advierte a los individuos de lo que les ocurrirá si rompen estas normas; por ejemplo, “si talas el
manzano de tu vecino sin su permiso, tendrás que pagarle”.

        Estas normas pueden ser formalizadas y escritas en la ley y otras regulaciones o pueden ser
informales y partes no escritas de las normas sociales que imperan en una sociedad.

         Ambos tipos de derechos de propiedad existen simultáneamente: derec hos formales que se
espera sean hechos respetar por el gobierno de forma justa y derechos informales que se espera
sean hec hos respetar mediante la presión social. Mientras que las personas respeten las normas,
tanto los derechos de propiedad formales como los informales pueden funcionar de forma efectiva
para promover el crecimiento, la conservación y la libertad individual.

         En concreto, el propietario de algo normalmente tiene una serie de derechos asociados con
tal propiedad. Por ejemplo, puede:

        -       Usar o dejar de usar su propiedad

       -       Beneficiarse del uso de su propiedad (por ejemplo, vendiendo las manzanas que
produce el manzano)

        -       Permitir a otros individuos usar su propiedad (por ejemplo, alquilando la propiedad)

        -       Proteger su propiedad contra personas indeseadas

        Los derechos de propiedad pueden existir sobre cosas de diversa clase:

        -       Propiedad real: es decir, fincas y cosas adjunt as a la finc a (t ales como casas o
fábricas)

        -        Propiedad personal: es decir, los objetos muebles que poseemos (tales como
teléfonos, ropa o joy ería)

         -       Propiedad intelectual: esta clase de propiedad a menudo es el resultado de
esfuerzos creativos o artísticos (tales como un a invención nueva o una composición de música); las
patent es y los derechos de copia son tipos de propiedad intelectual.
Por último, los titulares de los derechos de propiedad pueden ser divers os individuos o
grupos:

        -      Individuos, organizaciones (cooperativas o sociedades) o grupos de individuos
(propiedad comunal)

        -       Gobierno (por ejemplo, un parque natural o la finca donde están construídos los
colegios públicos)

        A veces nadie es el titular de los derechos de propiedad para cierta cosa o ciert a zona. A
estos casos se les conoce como recursos de acceso libre. El ejemplo más claro es el mar abiert o,
que no son propiedad de nadie ni de ningún grupo o gobierno.

          ¿Por qué funcionan los derechos de propiedad?

        Los derechos de propiedad funcionan porque proporcionan inc entivos para que las personas
se comporten de una manera específica. Es más probable que los individuos inviertan, mejoren,
protejan, conserven y mantengan una propiedad cuando son titulares de derechos a tal propiedad
seguros y estables que cuando sus der echos a dicha propiedad son limitados o inexistentes.

        Mejorar, proteger y conservar la propiedad no es gratis. Las personas dedican tiempo y
esfuerzo a tales actividades cuando sus derechos de propiedad son seguros. Si tales derechos no
son asegurados por alguna autoridad que los haga cumplir, las personas dedicarán mucho menos
tiempo y esfuerzo a prot eger su propiedad.

        ¿Por qué hay que proteger y conserver la propiedad? Hay que hacerlo porque esperas
beneficiarte de dichas acciones en el futur o. Se arregla una gotera en el tejado porque, si no, la casa
puede quedar en ruinas. Si la casa está en ruinas, no se puede sacar tanto beneficio de ella cuando
se venda o será mucho menos agradable vivir en ella; en cualquier caso, la inacción dará lugar a un
coste que habrá que sufrir. La propiedad misma crea incentivos para ser mantenida y conservada
porque los esfuerzos dedicados a ello están directamente unidos a los beneficios que reporta.

        Por supuesto, no todos los dueños de propiedades pueden arreglar o conservar su propiedad
en todo momento. En un momento dado un individuo puede no tener suficientes rec ursos para hacer
las reparaciones nec esarias. Sin embar go, la tendencia general indica que las personas cuidan lo
que tienen porque, desde su perspectiva, es inteligente. Al cuidar de tu propiedad ahora te prepares
para recibir ganancias en el futuro.

          Fomentando el comercio y el crecimiento económico

        Cuando tienen derechos a la propiedad seguros, las personas comercian entre ellas. El
comercio es muy di fícil, si no imposible, sin los derechos de propiedad y, por consiguiente, las
oportunidades para beneficiarse del comercio se ven limitadas cuando no existen derechos de
propiedad.

         Otra manera de verlo es que los derechos de propiedad permiten que los individuos asignen
adecuadamente los escasos recursos como, por ejemplo, su tiempo de trabajo y otros recursos
valios os. Si una sociedad tiene reglas comúnmente aceptadas habrá menos conflictos relacionados
con el uso de los recursos. Por consiguiente, normas claras y conocidas sobre la propiedad
promueven la paz de forma efectiva.

        Además, cuando pueden controlar su trabajo y sus otros valiosos recurs os, las personas
deciden cómo usarlos: ninguna autoridad tiene que ordenarles hacer cosas. Esto le da poder a los
individuos y les permite buscar las oportunidades que les atraen. También les da incentivos para
hacer cosas que otras personas consideren valiosas.
Por ejemplo, imagina que te gusta hacer pasteles. Si eres dueño de tu trabajo (es decir, lo
controlas ) y puedes ahorrar dinero para arrendar un local podrías abrir una pastelería. De esta forma
usarías tu trabajo y tu capital de un modo que te apasiona a la vez que comercias con lo que tú
haces y produces a cambio de lo que otras personas tienen (dinero para comprar t us pasteles, local
para alquilar, etc.).

        Como resultado de todos los interc ambios las personas mejoran su condición: tú mont as tu
negocio, el propietario usa su local de una forma beneficiosa; el consumidor consigue el pastel que
desea. Los billones y billones de intercambios que tienen lugar en todo el mundo todos los días se
basan en que las personas tienen cosas que interc ambiar.

         Hay muchas pruebas de que las personas que comercian más son más prósperas. En países
donde las personas son libres para intercambiar sus talentos, bienes y servicios con otras personas,
la calidad de vida mejora y en general los ciudadanos viven más tiempo y con más salud. Más
comercio es la clave del crecimiento económico y de la erradicación de la pobreza. El comercio se
fundamente en los derechos de propiedad.

        Protección del medio ambiente

        Dado que los derechos de propiedad dan incentivos a las personas para conservar y
mantener cosas, tales derechos desempeñan un papel vital en la protección del medio ambiente. Un
ejemplo de Á frica puede arrojar más luz sobre esta conexión.

        Antes de 1990 el gobierno “apartheid” de Sudáfrica, que trataba a las personas negras y a
las blancas de forma diferente, controlaba el país vecino de Namibia. El gobierno controlaba no sólo
el pueblo de Namibia sino también la fauna y flora del país, excepto, eso sí, aquella situada en tierras
pertenecientes a granjeros blancos.

         En el resto del territorio el gobierno era “propietario” de los animales silvestres. Era muy difícil
que los namibios negros pudieran cazar legalment e. Los nativos tenían pocas oportunidades de
beneficiarse legalmente de la fauna y la flora silvestre, pero sufrían sus costes (los elefantes
destrozaban y comían cultivos, los antílopes pastaban en zonas donde las cabras y las vac as pod ían
pastar y los predadores atacaban al ganado). Esta situación generaba muchos alicientes para la caza
furtiva de elefantes, kudus, oryx y rinocerontes y para matar a los predadores tales como leones o
leopardos.

         ¿Tenían los granjeros blancos estos mismos alicientes y se comportaban de la misma
forma? En absoluto. En su caso, muchos vallaron sus tierras recluy endo volunt ariamente a la fauna
salvaje. Muchos de ellos dejaron de criar ganado y abrieron reservas naturales privadas. Los
granjeros blancos tenían modos de beneficiarse legalmente de la fauna salvaje.

        En 1990 un nuevo gobierno independiente tomó el control en Namibia y, finalmente, cambió
las leyes de la propiedad en el país y dio a las comunidades locales los derechos para gestionar el
uso de la fauna salvaje y beneficiarse de él. Desde que esta política comenzó, en 1997, más de
cincuenta comunidades se han organizado para gestionar la fauna y la flora y para beneficiarse de
estos recursos.

         La caza furtiva ha desaparecido prácticament e de estas tierras comunitarias porque ahora
los nativos se benefician directamente de la fauna salvaje. Construyen alojamientos turísticos que
crean empleos para la gente local y que generan ingresos; cazan algunos animales para su propio
uso; venden animales vivos a reservas de otros países y, a veces, permiten la caza mayor.

        Todas estas actividades crean beneficios para la gent e local y todos los beneficios están
directamente unidos a la fauna salvaje. Ahora los nativos prot egen y conservan a los animales en vez
de cazarlos furtivamente.
Un método muy potente de proteger el medio ambiente es darle los derechos de propiedad
sobre recurs os medioambientales a personas que se beneficiarán con la protección de esos
recursos.

        Poder para los individuos

        Sin embargo, quizás el papel más importante que pueden cumplir unos derechos de
propiedad sólidos es el fomento de la prosperidad humana. Cuando pueden decidir cómo usar sus
recursos, las personas o grupos de personas pueden ejercer sus talentos únicos y prosperar de la
forma que encuentren conveniente.

        Por el contrario, cuando las autoridades (públicas o tradicionales) controlan la propiedad,
muchas veces limitan la capacidad de algunos grupos sociales para utilizar recursos, ejercer ciert as
profesiones o aprovec har ciertas oportunidades. En otras palabras, a menudo los derechos de
propiedad son restringidos para limitar las oportunidades económicas de minorías, rival es politicos o
grupos des favorecidos. Este es un problema y una preocupación especiales para las mujeres en
muchas culturas. Ellas se enfrentan a una discriminación importante en términos de propiedad,
herencia o control de tierras y otros recursos.

        La clave para la libertad y la prosperidad

        Por todas estas razones, los derechos a la propiedad que sean claros, conocidos y seguros
son una institución clave para la prosperidad y el florecimiento de la Humanidad. Dichos derechos
fomentan el comercio y la asignación pacífica de recursos escasos. Contribuyen a erradicar la
pobreza. Dan 9-quincentivos a las personas para cuidar y conservar los recursos naturales. Otorgan
poder a los individuos dándoles la oport unidad de ejercer sus talentos y habilidades únicos.

       Sin estos derechos las sociedades serían más pobres, más propens as a conflictos y menos
capaces de proporcionar oportunidades para desarrollar las habilidades creativas únicas de sus
ciudadanos. Los derechos de propiedad son definitivamente los pilares de una sociedad libre y
próspera.



        Lectura s recomendadas:

       Anderson, Terry L. and Fred S. McChesney (2003): “Property Rights: Cooperation, Conflict
and Law”, Princeton University Press, Princeton, NJ.

       Bethell, Tom (1999): “The Noblest Triumph: Property and Prosperity Through the Ages”,
Palgrave Macmillan, New Y ork.

       Libecap, Gary D. (2008): “Contracting for Property Rights”, Cambridge University Press,
Cambridge.

        Pipes, Richard (1999): “Property and Freedom ”, Alfred A. Knopf, New York.

         Ostrom, Elinor (1990): “Governing the Commons: The E volution of Institutions for Collective
Action”, Cambridge University Press, Cambridge.
6 ¿Por qué falla el gobierno? (por Peter J. Boettke y Dougla s B. Rogers)

        Hay un antiguo cuento que muchos economistas utilizan para empezar a debatir sobre cómo
funciona el Mercado en comparación con la política gubernamental. Un emperador romano hace de
juez en un concurso entre dos cantant es. Después de escuchar cantar al primer concursante, el
emperador decide dar el premio al segundo cantante creyendo que es imposible que éste sea peor
que el primero. ¿Dónde está el error de tal decisión? El error es obvio: para que el concurso mida
correctamente la valía de los concursantes, el emperador debe dejar que el segundo concursante
cante antes de emitir su fallo.

        Sucede algo parecido cuando se nos pide comparar la economía de Mercado con la acción
del gobierno. Deberíamos examinar con mucho cuidado tanto el funcionamiento del Mercado como el
proceso de toma de decisiones del gobierno.

        La teoría de los fallos de Gobierno

        El Mercado no es perfecto (analizaremos luego posibles ejemplos de “fallos de Mercado”)
pero esta afirmación no debería hacernos llegar automáticamente a la conclusión de que las políticas
gubernamentales pueden superar el resultado del Mercado. Al contrario, pueden hacer que las cosas
vayan peor. Esta consideración básica suele ser olvidada po r quienes justifican las intervenciones del
gobierno en la economía de Mercado.

         La teoría de “fallos de Gobierno” fue desarrollada para explicar por qué las políticas
gubernamentales no suelen conseguir sus objetivos. El proceso politico de toma de decisiones tiene
que lidiar con diversos problemas. Estos problemas incluyen las dificultades de calcular costes y
beneficios, la falta de conocimiento de los det alles de todos los lugares y momentos y, asimismo, los
intentos de manipulación de las políticas gubernamentales por parte de grupos de intereses
especiales o grupos de presión.

         Para comparar los resultados del Merc ado con los resultados de las intervenciones del
Gobierno, debemos tener en cuent a los costes de las decisiones del Gobierno, es decir, debemos
dejar que el segundo participante cant e para ver si realment e lo hace mejor que el primero. De
hecho, al examinar el result ado de la actuación del Gobierno se descubre que el argumento habitual
de los intervencionistas (“si falla el Mercado, usa el Gobie rno) es erróneo.

        ¿Por qué los gobiernos no pueden solucionar los “fallos de Mercado”

         Una breve ojeada a los tres tipos habituales de “fallos de Mercado” (monopolios,
externalidades y bienes públicos) nos ayudará a demostrar algunos de los problemas que aparecen
cuando los gobiernos intervienen.

        Monopolio

        Se suele argüir que con un monopolio el proveedor único de un bien o servicio tiene control
sobre el precio final de su producto. Usará su poder para reducir la producción y elevar el precio del
bien o servicio que ofrece. Dado que no hay sustitutos, los consumidores no tienen otra elección
aparte de comprar del monopolio y, por tanto, han de pagar precios más altos que si hubiera
competencia.

        El principal error de ver los monopolios como “fallos de Merc ado” es que normalmente son en
realidad creados usando el poder del Gobierno. El Gobierno da derechos de monopolio a cierta
entidad privando a otras de poder competir. En otras palabras, el monopolio no es normalmente un
producto de la economía de Mercado. En la mayoría de los casos es resultado de la práctica de los
Gobiernos de dar privilegios a grupos de intereses especiales.
Externalidades

       Una externalidad es un coste o un beneficio que una entidad impone a otra, la cual no puede
rechazar tal coste o beneficio. Los economistas distinguen entre externalidades positivas y negativas.

         El ejemplo clásico de externalidad negativa es la polución. El proces o de producción en mi
fábrica puede ensuciar el rio donde arrojo mis desperdicios. Los desperdicios son arrastr ados rio
abajo arruinando la cosecha de mi vecino. Dado que no tengo que pagar los costes totales de mi
decisión de crear polución, tenderé a producir más externalidad negativa, en forma de polución, de lo
normal.

        Externalidades positivas reflejan el efecto opuesto: otras personas o entidades se
beneficiarán de los efectos que mis decisión tenga, incluso aunque ellos no tengan que pagar por
ninguno de los costes de mis decisión.

         Consideremos por ejemplo la educ ación. Cuanto más estudios tenga, más capaz seré de
contribuir a la vida de la comunidad. Sin embargo, ya que la comunidad se beneficiará más que yo,
produciré menos educación si tengo que pagar por ella yo mismo.

         En teoría los gobiernos pueden corregir este problema gravando actividades que produzcan
externalidades negativas y subsidiando actividades que produzcan externalidades positivas. Pueden
ajustar los niveles de tasación y de subsidios de modo que los beneficios que surgen de la actividad
sean maximizados para la sociedad en su conjunt o.

        Esta solución supone, no obstante, que el gobierno puede medir los costes y los beneficios
involucrados en la actividad. Esta suposición genera problemas importantes.

        Primero, sólo aquellos afectados directamente conocen los costes y los beneficios de una
actividad. Esto quiere decir que es probable que cualquier solución gubernamental falle porque no
haya acceso a la información requerida (por ejemplo, para ajustar la tasa de gravamen o de subsidio
de forma apropiada).

        Segundo, los individuos involuc rados en la actividad pueden ponerse de acuerdo en un
contrato para resolver una disputa sobre una externalidad. Por ejemplo, si valoro un río limpio más
que lo que una fábrica valora el ensuciarlo, puedo pagar a la fábrica para que no ensucie el río. No
hay necesidad de que los gobiernos se involucren en estos casos.

        Bienes públicos

        Bienes públicos son nuestro ejemplo final de “fallo de mercado”. Hay pocos incentivos para
que negocios con ánimo de lucro proporcionen algunos bienes al Mercado. Puede ser porque es
imposible excluir a aquellos que no pagan o porque el consumo del bien no impide que otros también
lo consuman.

        Ejemplos habituales incluyen el orden público, la defensa nacional o bienes ambientales tales
como el aire limpio. La ausencia de un aliciente luc rati vo significa que estos bienes públicos pueden
tener una oferta menor que la deseable a menos que el gobierno actúe para proporcionarlos él
mismo.

        Aun así la mayoría de lo que el gobierno provee como “bienes públicos” podrían ser
suministrados, por lo menos en parte, por el Mercado (por ejemplo, el mantenimiento del orden
público por las agencias de seguridad privadas y la defensa nacional por mercenarios). Incluso los
bienes ambientales pueden ser suministrados por entidades con ánimo de lucro si derechos d e
propiedad adecuados permitieran la exclusión de aquellos que no pagan. Además, no hay que
olvidar que los intentos de los gobiernos de suministrar “bienes públicos” tendrán que superar los
problemas identificados por la teoría de los “fallos de gobierno”.

        El Mercado como solucionador de problemas

         Nuestra breve ojeada al monopolio, las externalidades y los bienes públicos ha demostrado
que los los intent os del gobierno de corregir aparentes “fallos de mercado” son a menudo mal
dirigidos. De hecho, los economistas han dado razones que indican que el Merc ado puede no ser tan
malo como los planificadores gubernamentalistas quieren creer.

         Hasta ahora no hemos hecho caso del verdadero potencial del Merc ado para auto -corregirse.
Las ineficiencias de hoy son las oportunidades de beneficio del futuro.

       Ignorar o no hac er caso de esta afirmación fundamental supone no ser imparcial y estar
sesgado a favor de la intervención del gobierno.

        El planific ador gubernament al ve a la economía como una fotografía congelada en el tiempo
y determina si el Mercado cumple con sus criterios ideales. Sin embargo, la economía debería verse
como una película que se desarrolla a lo largo del tiempo. En otras palabras, es el hecho de que la
situación no cumple con las condiciones ideales lo que activa las acciones empresariales que
resuelven los problemas y mejoran la situación.

        Muchos economistas y científicos políticos han desarrollado también una serie de críticas
prácticas a las soluciones gubernamentales. Aquí es donde nuestro cuento d el emperador romano
entra en acción: tenemos que escuchar al segundo cantante para examinar la forma en que las
decisiones son realmente tomadas en política. Lo haremos mediante los mismos principios que
usamos para trat ar el proceso de toma de decisión en una economía de mercado. Este área de
investigación se llama elección pública.

        Razones para los “fallos de gobierno”

        El análisis económico del proceso de toma de decisión supone que los individuos se
comport an más o menos de igual forma tanto si estan dentro como fuera del gobierno. Tanto los
individuos que votan en las urnas como los que se sientan en el Parlamento son los mismos que
compran en el supermercado o se sientan en las juntas de administración.

        Tales individuos no son pecadores natos ni santos; son igual que tú y que yo. Tienen
propósitos y planes y usan los recursos a su disposición para conseguir realizarlos tan eficazment e
como les sea posible.

         En política hay dos lados: los demandantes de servicios gubernamentales (los votantes) y los
proveedores de tales servicios (los políticos). Si la política funcionara a la perfección, las decisiones
políticas que se adoptaren reflejarían exactament e los deseos de los votantes. En otras palabras, en
un “sistema político perfecto” las preferencias de los votantes serían los ingredientes del
funcionamiento del sistema y las decisiones políticas que produjera el sistema reflejarían las
preferencias más populares del momento. Conseguiríamos el gobierno que deseáramos.

       Esta visión simplista del proceso político no describe la realidad. ¿Por qué el gobierno que
tenemos nunca se parec e a este ideal?

         Ya hemos dado las razones por las cuales el gobierno no puede calcular los costes y los
beneficios. El gobierno también tiene que operar sin el conocimiento de tiempo y lugar proporcionado
por los precios de Mercado y la disciplina de beneficios y pérdidas. Las intervenciones políticas en el
Mercado son, básicamente, como intentar tirar con arco a oscuras . También hemos comentado el
papel que tienen los grupos de presión con intereses especiales en el proceso político de toma de
decisión; exploremos esto un poco más.

        Votantes y grupos de interés

         A los políticos se les puede considerar como emprendedores con ánimo de ser elegidos. Por
definición un político quiere conseg uir votos y dinero para pagar su campaña. Si no consigue estos
votos y estas contribuciones no será elegido.

        Si se acerca una elección, los políticos intentarán ganar el apoyo de los votantes. Para
hacerlo, concentrarán los beneficios en el cort o plazo y distribuirán los costes en el largo plazo. Por
ejemplo, los políticos pueden aumentar el gasto públic o en proyectos populares justo antes de una
elección, incluso aunque esto implique aumentar los impuestos a largo plazo.

         Los políticos saben también que mucha gente no se molesta en votar y que muchos vot antes
no creen que merezca la pena dedicar tiempo a aprender mucho sobre asuntos políticos. Asimismo,
al contrario que estos conjuntos desorganizados de votantes, hay votantes con intereses especiales
que conocen mucho un asunto particular por el que están muy interesados.

         Los políticos saben que ganarían muy poco si concentraran sus esfuerzos en la masa de
votantes mal informados o en aquellos que no votan en absoluto. Los políticos maximizarán su
beneficio concentrándose en favorecer a grupos de interés especial que están bien organizados y
bien informados mientras reparten los costes sobre todos los demás.

        De este modo hemos identificado dos razones para los “fallos de gobierno”: el sesgo
cortoplacista de l os políticos y la concentración de beneficios en los grupos de interés especial a
expensas del público en general.

         Los “fallos de gobierno” son todavía peor. Estos grupos de int erés especial usan a menudo
considerables recursos para intentar que se aprueben sus políticas favoritas. Estos grupos de interés
especial pueden llegar a emplear grandes cantidades de tiempo y dinero trat ando de influir en los
políticos. Esto se llama “búsqueda de rentabilidad”. Estos grupos también intentarán as egurarse el
control de cualquier regulación gubernamental sobre su propio comportamiento. Esto se llama la
“teoría de la capt ura de la regulación”.

         La presión o “lobby” que hacen estos grupos de interés para conseguir favores especiales es
lo que los economistan denominan “pérdida debida a peso muert o” (“deadweight loss”). No produc e
valor intrínseco ni añadido; gastan recursos simplemente para robar recursos de otros votantes.

        La Política contra el Mercado

        Otra razón por la que los gobiernos no consiguen corregir problemas económicos es que la
naturaleza de los bienes políticos es diferente a la de los bienes de merc ado. En la economía de
mercado podemos adquirir bienes individualmente. Podemos comprar una camisa azul, unos
pantalones caqui, una corbata roja de estilo Adam Smith y una chaqueta azul (¡el uniforme oficial de
un economista!).

         En política estamos obligados a “comprar” un paquete de bienes. Nos pueden gustar las
ideas sobre sanidad de cierto político pero preferimos la política exterior de un político diferente. Si n
embargo, no podemos elegir estos “bienes” por separado. Esto provoca mayores diferencias entre
las preferencias del vot ante y las políticas del gobierno.

        Por último, una de las características más importantes d e la economía de mercado es que si
una empresa no satisface la demanda del consumidor la empresa recibe la respuesta (“feedback”) y
acusa el resultado rápidamente; o cambia lo que hace o va a la quiebra. El Mercado impone una
disciplina a sus participantes. La economía de mercado es un sistema de b eneficios y pérdidas y el
elemento de pérdidas es crítico en su operación.

        En lugar de recibir una disciplina por el mecanismo de beneficios y pérdidas, los políticos
reciben el “feedback” y la disciplina en las urnas. El mecanismo de las urnas es, sin em bargo, más
lento y más ambiguo que el mecanismo de beneficios y pérdidas. Una medida de esto es la
proporción tan elevada de políticos que son reelegidos. Los políticos se renuevan mucho menos que
las empresas.

       El análisis de elección pública puede revela r muchos más ejemplos de “fallos de gobierno”.
Para nuestro propósito, enunciamos las tres razones principales del “fallo de gobierno”:

        •      La imposibilidad de comparar políticas alternativas en términos de costes y
beneficios monetarios.

        •      La falta de una respuesta adecuada a la demanda existente debido a la ausencia de
un sistema de beneficios y pérdidas.

        •       La influencia de grupos de presión con intereses especiales, que obtienen beneficios
a costa de la masa desorganizada y peor informada de votantes.



        Dejad que funcione el Mercado

       Puede que el Mercado no produzca las condiciones ideales; sin embargo, esto no significa
que debamos aut omáticamente dec antarnos por el Gobierno. Al contrario, cuando dejamos “que el
segundo participante cante”, descubrimos a men udo que la alternativa de regulación gubernament al
empeora las cosas.

         Vivimos en un mundo donde los result ados perfectos no existen y no son una opción. Al
elegir entre sistemas sociales, debemos reconocer que estamos tratando bien con emprendedores
que yerran (el Mercado) o bien con burócratas incapaces. El Mercado falla, los gobiernos fallan. No
obstante, tenemos buenas razones para creer que los “fallos de gobierno ” son más dañinos que los
“fallos de mercado”.

          No sólo debemos siempre dejar que todos los participantes actúen antes de emitir nuestro
juicio, sino que nunca debemos juzgar a ningún participante basándonos en una primera impresión.
Al contrario, tenemos que apreciar la capacidad de los mercados para ajustarse a condiciones
cambiant es. Al revés que con la política, en el Mercado los problemas de hoy son las oportunidades
de beneficio de mañana. Dicho de otro modo: si el Mercado falla, usa el Mercado para resolver el
fallo.

        Lectura s recomendadas:

        Boettke, Peter J., Paul Hey ne, David L. Prychitko (2009): “The Economic Way of Thinking”
(12th edition), Prentice Hall, New Jersey.

         Mitchell, William C. y Randy T. Simmons (1994): “B eyond Politics: Markets, Welfare, and the
Failure of Bureaucracy”, Westview Press, Colorado.

         Wagner, Richard E. (1989): “To Promote the General Welfare: Market Processes Vs. Political
Trans fers”, Pacific Research Institute, San Francisco.

        Friedman, Milton y Ros e Friedman (1990): “Free to Choose”, Harvest Books, New York.
Hayek, Friedrich A. (2007): “The Road To Serfdom: Text and Documents - The Definitive
Edition”, University Of Chicago Press, Chicago.

       Hazlitt, Henry (1988): “Economics in One Lesson: The Short est and Surest Way to
Understand Basic Economics”, Three Rivers Press, New York.
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  • 1. Guía de la libertad para principiantes El Adam Smith Institute practica una política de acceso libre. Los derechos de copia están reservados a su titular, pero los usuarios pueden descargars e, guardar y distribuir esta obra en cualquier formato siempre y cuando: (1) el nombre “A dam Smith Institute” sea citado; (2) la dirección web adamsmith.org sea publicada junto con una copia destacada de este aviso; (3) el texto sea usado por entero y sin cambios [los extractos pueden ser usados con los fines de crítica o revisión]; (4) la obra no sea revendida; y (5) los enlaces para cualquier uso en internet sean enviados a info@adamsmith.org. Las opiniones vertidas en este informe son las de los autores y no reflejan necesariamente las opiniones del editor o del titular de los derechos de copia. Las opiniones son publicadas como contribución al debat e públic o. Título original: A Beginners‟ Guide to Liberty Traducción de Borja Breña-Lajas © Adam Smith Research Trust 2009 Published in the UK by ASI (Research) Ltd. ISBN: 1–902737–65–2 Algunos derechos reservados. Impreso en Inglaterra
  • 2. Índice Introducción (por Richard Wellings) 1 La importancia de la libertad (por J.C. Lester) 2 Cómo funcionan los mercados (por Eamonn Butler) 3 Libre comercio (por Daniel Griswold) 4 Fiscalización y gasto público (por Daniel J. Mitchell) 5 Derechos de propiedad (por Karol Boudreaux) 6 Por qué fallan los gobiernos (por Peter J. Boettke y Douglas B. Rogers) 7 Sexo, drogas y libertad (por John Meadowcroft) 8 Bienestar sin el estado (por Kristian Niemietz) 9 Banca, inflación y recesiones (por Anthony J. E vans) 10 La función del gobierno (por Stephen Davies) Sobre los autores
  • 3. Introducción (por Richard Wellings) La Libertad necesita ser defendida. En los país es occidentales, incluyendo los EE.UU. y el Reino Unido, los gobiernos están consiguiendo continuamente un mayor control sobre la vida de las personas. En los últimos años han encarcelado a sospec hosos sin juicio previo, han creado un gran número de nuevos “crímenes”, limitado la libertad de expresión e, incluso, permitido la tortura. Pero el ataque contra la libertad es más profundo que una simple deriva gradual hacia un estado policial. El aumento gigantesco de impuestos a lo largo del último siglo significa que hoy el estado confisca una gran parte de cada libra, dólar o euro ganado. Y, de lo restante, mucho se lo llevan las regulaciones, esto es, la creciente marea de controles que elevan el precio de los productos que compramos. La cantidad de actividades que no están dirigidas o limitadas de alguna forma por los gobiernos es cada vez menor. Es evidente que los líderes políticos no han comprendido los beneficios de permitirnos vivir nuestras vidas como deseemos. Al liberar nuestro talent o y creatividad, la libertad trae consigo una riqueza nunca vista y promete un brillante futuro construido sobre nuevas ideas. También nos protege de los abusos que unos estados excesivamente poderosos cometen demasiado a menudo. Sin embargo, el desconocimiento de nuestros políticos no es el único ejemplo. Puede que las universidades estén enseñando a más estudiantes que nunca, pero rara vez los educan en la libertad. Al contrario, la educación está dominada por ideas que promueven un papel para el gobierno cada vez mayor. Esta “Guía de la libertad para principiantes” es un peque ño paso hacia la corrección de este sesgo. Está pensada para gente con educación que escucha por primera vez los argumentos de la libertad. Aunque se dan por supuestos algunos conocimientos generales sobre asuntos económicos y políticos, se ha intentado evitar un lenguaje técnico tanto como ha sido posible. Cada capítulo estudia un aspecto de la libertad y termina con una lista de lecturas recomendadas. La Guía comienza explicando el significado de la libertad y el porqué de que el concepto sea tan importante. Continúa con una ojeada al funcionamiento de los mercados, el libre comercio, los impuestos y el gasto público, y los derechos de propiedad. Estos ensayos muestran con mucha claridad los beneficios de la libertad y explican por qué las acciones que res tringen la libert ad tienen un impacto tan negativo. Los últimos capít ulos, sobre las razones de los fallos de los gobiernos, las prohibiciones, el bienestar y la banc a, desarrollan esta temática concentrándos e en los efectos perjudiciales de la intervención estatal. Se termina estudiando la misión correcta del gobierno. El último capítulo concluye que la esfera de la política debe ser limitada estrictamente. De hecho, el libro en su conjunto claramente expresa la idea de que los gobiernos de hoy en día hace n mucho más de lo que deberían. Esto implica que no vivimos en sociedades verdaderamente libres, incluso en Occidente. De hecho, aunque no nos demos cuent a, muchos aspectos de nuestra vida están estrictamente controlados. Esta Guía hace mucho más que simplemente criticar a políticos y burócratas por impedir que las personas se muevan. Los expertos autores de esta Guía apuntan una alternativa mejor: un mundo próspero, dinámico y excitante fundament ado en la libertad. Este mundo es posible si los partidarios de la libertad ganan la batalla de las ideas. Esta “Guía de la libertad para principiantes” es parte de esa lucha.
  • 4. 1 La importancia de la libertad (por J. C. Lester) La libertad es un concepto clave en política, economía y filosofía. Es especialment e 1 importante para libertarianos y liberales, que creen que la libertad es necesaria para que la gente tenga una vida próspera y plena y que avisan de las terribles consecuencias cuando los gobiernos y los políticos la destruyen. El capítulo comienz a explicando el significado de la libert ad, antes de explorar estos argumentos con más detalle. ¿Qué es la libertad? Las palabras “liberty” y “freedom” (los dos términos que significan “libertad” en inglés) no se suelen diferenciar de manera significativa y se pueden interc ambiar sin problemas. Sencillamente tienen diferentes raíces léxicas en el idioma inglés. “Liberty” tiene sus orígenes en la palabra latina “libertas”. “Freedom” viene del inglés antiguo “freodom”. Normalmente no es necesario debatir qué queremos decir con una palabra específica. Damos por supuesto que los demás quie ren decir lo mismo que nosotros, pero esto no siempre es el caso con las palabras fundamentales que aparecen en contextos morales, sociales o políticos ; una de estas palabras es “libert ad”. Así, pues, es necesario dar algún tipo de definición o explicación de la palabra “libertad” ant es de que podamos clarificar por qué es tan importante. La palabra “libert ad” en el sentido más general del término se refiere a la ausencia de restricciones sobre algo. Aquí nos interesa la ausencia de restricciones impuestas por unas personas sobre ot ras personas. Se puede definir la libertad como la cualidad de un ser de no tener su volunt ad impedida o impuesta por otros (libertad no invasiva). No ser atacado o robado es parte de la libertad; atacar y robar a gente no es parte de la libertad. De esta definición se sigue que la libert ad significa poder hacer lo que quieras con tu propio cuerpo (principio de propiedad reflexiva) y con tu propia propiedad, mientras no estés interfiriendo o imponiendo algo en el cuerpo o la propiedad de otros. Eres libre de perjudicarte a ti mismo (tomando drogas peligrosas, por ejemplo) pero si perjudicas a alguien más o dañas su propiedad sin su consentimiento entonces estás violando su libertad. Éste es el sentido de la libertad al que los libertarianos y los liberales se refieren cuando abogan por la libertad. Es también la idea de libertad dominante en la historia occidental y la que se aplica a cualquier sociedad descrita de formal general como “liberal”. Tal tipo de libertad no sólo es deseada por todos sino que también generalmente se piensa que es deseable para todos, por lo menos hasta en un amplio grado. Permite a cualquiera en una sociedad tener completa libertad al mismo tiempo que permite identificar claramente las violaciones de la libertad. Un agresor, tal como un ladrón o un asesino, no está ejercitando su libertad. De hecho, los que se resisten a un agresor están protegiendo su propia libertad, no limitando la libe rtad de otros. 1 Para evitar confusión, el término original en inglés “libertarian” se ha traducido en esta obra como “libertariano” en lugar de “libertario”. El motivo es que el término “libertarian” se refiere a los individualistas a favor de la propiedad privada mientras que el término “libertario” se refiere a los seguidores de las doctrinas de Bakunin y Kropotkin, que abogan por la destrucción del Estado y de la propiedad privada como condición para instaurar el comunismo; es decir, los “libertarios” opinan lo contrario que los “libertarian” en el asunto de la propiedad privada. (N. T.)
  • 5. Un punto importante es que el robo también es robo y el asesinato también es asesinat o incluso cuando los gobiernos llaman “impuestos” al robo y “guerra” a los asesinatos. Los gobiernos excesivamente poderosos, con su búsqueda interminable de interferencia, imposición y control, son, de lejos, los mayores enemigos de la libert ad. Decidiendo por ti mismo Cuando los gobiernos restringen la libertad, a los individuos les resulta más difícil vivir sus vidas de la forma que elijan. La libertad es importante porque nos permite prosperar, conseguir nuestras ambiciones y seguir nuestros caminos en la vida. Imagina, por ejemplo, que eres un autor de talento pero que el gobierno censura el tipo de libros que quieres escribir; o que eres un empresario, un arquitecto, un director de películas o un inventor al que los controles del gobierno le impiden llevar a cabo sus ideas. Otro ejemplo: en muchos países occidentales el comportamiento homos exual estaba prohibido ampliamente, si no complemente, hasta hace bastante poc o. Todavía es ilegal en muchas partes del mundo. Mediante el arresto y la prisión, o incluso el tratamiento en hospitales psiquiátricos por la fuerza, los gobiernos han impedido que muchos homosexuales puedan vivir plenamente sus vidas. La libertad es claramente esencial para la bús queda de nuestras ambiciones y para satisfacer nuestras nec esidades personales. No obstante, no se trata de ser egoísta. También nos da la libertad de ayudar a otros. De hecho, las personas sólo podemos ser morales o inmorales en tanto en cuant o seamos libres de escoger nuestro comportamiento. Sólo cuando los individuos son responsables de sus propios actos, por ser libres para experimentar y vivir como elijan, pueden aprender de sus errores y beneficiarse de las nuevas ideas que se han desarrollado. Esta es una razón por la que las sociedades libres son más vibrantes y tienen más éxito que aquellas las asfixiadas por la mano muerta del gobierno. Libertad económica En una sociedad libre cada cual tiene libertad para comerciar con los demás y se puede desarrollar un mercado libre (ver capítulos 2 y 3). La protección de los derechos de propiedad alienta el crecimiento de las empresas. Éstas obtienen beneficios sirviendo los deseos de sus clientes y, como conservan estos beneficios en vez de verlos confiscados por el gobierno, los pueden reinvertir creando de tal forma una riqueza incluso mayor en el futuro. La libertad también permite a los empresarios probar ideas diferentes y adaptarse a condiciones cambiantes. Se pued e des arrollar una mejor tecnología que permita proporcionar bienes y servicios de forma más barata. Y se pueden int roducir nuevos inventos que transformen y mejoren la vida (por ejemplo, curas para terribles enfermedades). El libre merc ado asegura que los recursos son dirigidos a sus usos más productivos (y no hay ninguna alternativa conocida al cálculo ec onómico del mercado). El resultado del libre mercado son las grandes mejoras en las condiciones de vida. La libertad es por tanto esencial para la reducción de la pobreza. Sin embargo, los gobiernos actúan a menudo para restringir los mercados libres por razones políticas. Por ejemplo, los políticos pueden imponer mayores impuestos (ver capítulo 4) o prohibir el comercio de ciertos bienes (ver capítulo 7). Tal int ervención normalmente destruye riqueza y libertad.
  • 6. Destruye riqueza dificultando el crecimiento de las empresas y reduce la libert ad interfiriendo en la vida de la gente y en sus propiedades de forma agresiva. Pero, ¿no es necesario cierto grado de intervención del gobierno en los mercados? Aquí es donde radica el desacuerdo entre libertarianos y liberales clásicos. Algunos arguyen que se necesitan unos impuestos muy bajos para dar fondos a un “estado mínimo”, es decir, un gobierno pequeño que proteja la libert ad mediant e la provisión de servicios tales como defensa y un sistema de justicia. Por el contrario, otros creen que inclus o estos servicios pueden ser proporcionados mejor de forma voluntaria, a través de los mercados y las organizaciones caritativas, sin necesidad de impuestos. No obstante, ambos puntos de vista están de acuerdo en que el nivel actual de intervención del gobierno no puede ser defendido en términos de protección de la libertad. Impuestos altos y regulaciones estrictas son perjudiciales económicamente y violan la libertad de los individuos. Igualdad y justi cia social A pesar de sus beneficios, los gobiernos a menudo restringen la libertad en un intento de conseguir “justicia social”. Intentan imponer cierto grado de igualdad (de ingresos o de patrimonio) o prohibir la discriminación contra una persona por razón de su raz a, sexo, discapacidad, etc. Los gobiernos pueden confiscar dinero de algunas personas para dárselo a ot ros, tales como los pobres, o forzar a las empresas a dar empleo a miembros de det erminados grupos. Si la “justicia social” significa no tener diferencias sociales perjudiciales e innecesarias, entonces sólo la libertad nos acerca a ella. De hec ho, la operación del libre mercado ayuda a eliminar tales diferencias. Con el tiempo la competencia reduce las diferencias en ingresos y beneficios. Las diferencias que quedan son necesarias para premiar a las personas por trabajar más duramente o por desarrollar habilidades valiosas. Empresas que discriminan contra empleados o clientes sin una buena razón económica serán probablemente superadas por empresas que no lo hacen. Por tant o, los mercados libres son muy efectivos en el tratamiento de la discriminación y la desigualdad. Por el contrario, los esfuerzos del gobierno para conseguir la “justicia social” pueden ser contra-producentes y perjudiciales económicamente. Por ejemplo, si las regulaciones hacen más difíciles que las empresas puedan despedir a las mujeres, las empresas pueden acabar contratando a menos mujeres, haciendo realmente aument ar la desigualdad entre los sexos. Del mismo modo, dar generosos pagos a los desempleados les puede desalentar de encontrar un trabajo, haciendo realmente aumentar la pobreza. Opiniones alternativas sobre la libertad Este tipo de intervención gubernamental es alentada a menudo por opiniones sobre la libertad diferentes a la descrita arriba. Por ejemplo, se puede ver la libertad como un “juego de suma cero”. Dicho de otra forma, la pérdida de libertad de una persona siempre es la ganancia de libertad de ot ra persona. Si alguien coge mi coche sin mi permiso, por ejemplo, yo pierdo la libertad de usar ese coche y el que lo coge gana la libertad de usarlo. Esta opinión implica que tenemos que equilibrar la “libert ad” de un ladrón, u otr o agresor, y la de sus víctimas. No se puede maximizar tal libertad para todos a la vez, sólo se puede disputar o compartir de alguna manera. Esto crea problemas. Uno en particular es que se necesitan otros principios, que no sean la libertad en sí misma, para decidir qué formas de libertad deben tener prioridad y para qué grupos.
  • 7. Un error común es ver la libertad como democracia y derecho al vot o. Pero una mayoría puede votar por políticos que destruyen la libertad, por ejemplo, robando la propiedad de un grupo minoritario o emprendiendo una guerra violenta. ¿Estamos dando nuestro permiso a tales violaciones de la libert ad cuando vivimos en un país y participamos en democracia? No. Si intentamos minimizar el daño que nuestros gobernantes hacen votando por el candidato menos malo, entonces no estamos dando nuestro beneplácito al daño que el gobierno causa. No consentimos el crimen simplemente porque vivamos en una zona donde se sabe que existe crimen. Se puede confundir la libertad con igualdad de ingresos o de riqueza. Los socialistas podrán decir que los pobres no tienen libertad porque no tienen recursos para hacer lo que quieren. Esta malinterpretación de la libertad es muy peligrosa: permite robar a un grupo de personas para transferir recursos a otro grupo de personas, lo que es una agresión que viola el principio de propiedad de uno mismo y propiedad privada. Cuando se pierde la libertad Si los gobiernos intentan imponer tal igualdad, se está destruyendo la verdadera libertad. Dado que las personas son muy diferentes en habilidades, talentos y deseos, tienen que ser controladas estrictamente para mantener iguales sus niveles de riqueza. Los políticos han intentado a menudo crear este tipo de sociedades “igualitarias” y han tenido funestas consecuencias. En la Rusia comunista, por ejemplo, se prohibía a la gente tener empresas y la economía se derrumbó. Cualquier persona que protestara por el ro bo de propiedad privada en masa se arriesgaba a ser metida en prisión, torturada o asesinada por el gobierno. Llegó un moment o en que decenas de millones de personas habían sido asesinadas por su propio gobierno y millones más habían sido enviados a campos de concent ración. Tales atrocidades son comunes cuando se sacrifica la libertad al poder político; cuando los políticos y sus objetivos hacen caso omiso de la libertad de los individuos. Un ejemplo bien conocido es la Alemania nazi durant e la 2ª Guerra Mundial. El gobierno nacional-socialista de Hitler emprendió una guerra violenta, asesinó a judíos, gitanos y homosexuales, y forzó a hombres jóvenes a luchar y morir en las fuerzas armadas. Quizás sólo comprendemos la import ancia de la libertad cuando se pierde. Sin la libertad no somos seres humanos libres persiguiendo nuestros propios objetivos y eligiendo nuestra p ropia forma de vida, sino poco más que esclavos del Estado. Lectura s recomendadas: Friedman, David D. (1989): “The Machinery of Freedom: Guide to Radical Capitalism” (2nd edition), Open Court, La Salle, IL. Lester, J. C. (2000): “Escape from Leviathan: Liberty, Welfare, and Anarchy Reconciled”, Palgrave Macmillan, London. Narves on, Jan (2008): “You and The State: A Short Introduction to Political Philosophy ”, Rowman & Littlefeld, Lanham, MD. Rothbard, Murray N. [1973] (2006): “For a New Liberty: The Libertarian Manifesto” (2nd edition), Ludwig von Mises Institute, Auburn, AL. En internet: http://mises.org/rothbard/newlibertywhole.asp.
  • 8. 2 Cómo funcionan los mercados (por Eamonn Butler) El Mercado es increíble. Une a la gent e de todo el mundo en un comercio pacífico, coordinando los esfuerzos de millones de individuos diferentes. Nos permite intercambiar cosas que no queremos por otras que sí. Dirige recursos a donde son más valorados. Des alienta el desperdicio y alienta nuevas ideas. Hac e todo esto sin que ningún gobierno o autoridad le diga cómo hacerlo. Es increíble pero cierto. Así pues, ¿cómo funciona el Mercado entonces? Los mercados que la gente conoce mejor son aquellos donde la gente se reúne para comprar y vender cosas, como las agrupaciones de puestos de venta que se pueden encontrar en cualquier plaza de mercado de Europa, donde se vende de todo, desde fruta y queso hasta libros y ropa, pasando por joyería y cachivaches. O como el mercado que visité en Lanzhou (China): una hilera de establos destart alados donde la gente vendía sopa calient e, pescado crudo, palomos, cubos, bicicletas, pipas de girasol o jabones. O eventos especializados, como el mayor mercado de flores del mundo en Aalsmeer, cerca de Amsterdam, o el gigantesco mercado de camellos de Buray dah en Al-Qassim (Arabia Saudí). En cualquiera de ellos, cientos de pers onas están involucradas en algún tipo de intercambio, ocupadas comparando los bienes que se ofrecen, regateando, comprando o vendiendo. Sin embargo, esto es sólo la punta del iceberg. Existen muchos más tipos de mercado alrededor de nosotros, que no están localizados en un lugar concreto. Hay mercados para barcos, zapatos, cera, acciones, sellos, maestros de escuela, ayudantes de tienda y millones de otros bienes y servicios. Intercambiar es parte de nuestras vidas, pero ¿por qué lo hacemos? Intercambiar añade valor Es fácil. Intercambiamos cosas porque nos permit e conseguir algo que valoramos más a cambio de algo que valoramos menos. Hasta los niños lo entienden. Los niños intercambi an juguet es de los que están cansados por los que otros niños tienen y que les interesan más. Intercambian cromos de fútbol y pegatinas. Lo mejor es que amb as partes se benefician de estas transacciones. El juguete del que estás cansado puede ser el objeto de deseo de algún otro niño. El cromo del delantero del Manchester United que tienes repetido puede ser exactamente el que otro niño ha estado buscando, mientras que el cromo del port ero del Liverpool que le sobra puede ser el objeto que más deseas en el mundo. Ambos ganáis con este trato al conseguir algo que valoráis más que aquello que habéis dado a cambio. Nadie participaría en un intercambio si no fuera así. Ninguna de las partes ha sido engañada o forzada a acept ar algo de menor valor. El valor de al go depende del que hace la valoración. Es una opinión subjetiva y personal de las cosas que se intercambian. No se trata de ninguna cualidad medible, objetiva o pública de las cosas como, por ejemplo, su tamaño o su peso. Diferentes personas puede valorar la misma cosa de forma muy diferente. Alguien sufriendo el sofocante sol de Buraydah puede valorar un vaso de agua más que un diamante, mientras que alguien en la lluviosa Aalsmeer podría hacer justo la valoración contraria. En realidad, cuanto más esté la gente en des acuerdo sobre el valor de algo, más fácil les resulta rá comerciar. Los mercados armonizan objetivos diferente s Esta última afirmación es una bendición desde el punto de vista de la paz mundial. No necesitamos estar de acuerdo con la política, la cultura o la religión de alguien para poder comerciar con él. Todo lo que necesitamos es no estar de ac uerdo con su valoración de algo, lo cual es bastante sencillo, sobre todo si nos damos cuenta de la variedad que existe en el mundo y en sus productos. Los dátiles y el vino no se dan bien en Gran Breta ña, pero yo puedo comprarlos de Irak y Chile, sin tener que estar de acuerdo con los productores en nada excepto en el precio.
  • 9. En el patio del colegio el precio de un portero del Liverpool es un delanter o del Manchester United. Pero en la mayoría de los mercados cuando hablamos de “precio” normalmente pensamos en precios de dinero. El dinero no es nada especial. No es una medida del valor de algo. Sencillamente es un bien que la gente acepta a cambio de u n art ículo porque sabe que más tarde podrá ser int ercambiado fácilmente por alguna cosa que quiera. El dinero le ahorra a hambrientos barberos poners e a buscar panaderos que necesiten cortes de pelo: los barberos pueden cortarle el pelo a alguien a cambio de unas monedas (o dinero en efectivo) y luego usar esas monedas para comprarle pan a otra persona. Cómo se comunica el precio A pesar de esto los precios dinerarios sí que indican lo que la gente valora más y cuán escaso es. Supón que un nuevo invento que se pone de moda necesita aluminio para ser fabricado. Todo el mundo quiere tener el nuevo aparato, así que sus productores aumentan la producción para aprovecharse de la creciente demanda y hacer dinero. Para aumentar la producción, necesitan comprar más aluminio. Encargan más aluminio a los mercaderes o intermediarios de metal, quienes se lo enc argan a su vez a las empresas mineras. Puede ser difícil elevar la producción de mineral de la noche a la mañana, pero las empresas mineras y los mercaderes descubren que pueden aument ar los precios y aún así los productores de estos aparatos siguen estando dispuestos a pagarlos, tan fuerte es la demanda. De hecho, pueden continuar elevando los precios hasta que llega el momento en que los consumidores se detienen ante el coste de los nuevos aparat os o hasta que alguien inventa una versión del aparato que use menos aluminio. Mientras tant o, el precio al alza del aluminio manda una poderosa señal a todo el merc ado: la gente está dándole un mayor valor al aluminio, está escaseando, se necesita más aluminio y, si utilizas aluminio, debes usar menos o buscar alguna alternativa más barata. En respuesta a esta señal de precio, las empresas mineras intentarán incrementar la producción de sus minas o explorarán nuevos depós itos. Los mercaderes intentarán rotar sus inventarios más rápido para que quede menos metal sin usar en sus almac enes. Los productores de los aparatos investigarán maneras de usar menos aluminio o buscarán sustitutos más baratos. Finalmente, otros inventores buscarán formas de satisfacer la demanda del público con alguna cosa que no necesite tant a cantidad de met al caro. El precio es, por tanto, una inmens a red de telecomunicaciones uniendo toda la comunida d, diciéndole a todo el mundo cómo responder a la nueva demanda. No sólo a la gente del mercado del aluminio. Si otros fabricant es descubren que pueden ahorrar dinero pasándose del aluminio al cromo, por ejemplo, entonc es esta nueva demanda de cromo verá subir el precio de este metal. Los usuarios de cromo buscarán a su vez sustitutos más baratos: de esta forma el efecto continúa y se esparce por todos los mercados. Como resultado de que los consumidores quieran un nuevo aparato que utiliza aluminio, se altera toda la estructura de producción económica. Tod o esto sucede automáticamente, como respuesta a señales proporcionadas por el precio. No necesita ninguna autoridad diciéndole a la gente que necesitamos producir más aluminio, más cromo u otra cosa, o que necesitamos disminuir su uso. Gracias a que las señales de los precios se esparcen, la gente ajusta automáticamente sus planes y coordina sus acciones para adaptarse a las demandas, los planes y las acciones de los demás. Esta es una buena noticia para los consumidores porque atrae recursos escasos (como el aluminio) a donde más se los valora. Si los productores pueden conseguir precios altos proporcionando un valioso recurso a sus consumidores, más productores dedicarán más esfuerzo
  • 10. para hacerlo también. Automáticament e, todos y cada uno de los rec ursos serán dirigidos hacia donde los consumidores más los quieren. También es una buena noticia para el planeta porque si la gente puede responder a las subidas de precios utilizando una menor cantidad de recursos escasos no hay duda de que lo harán: los productores tienen un gran incentivo para usar la mezcla más barata de ingredientes ( “inputs”) que puedan encontrar para crear los productos de la calidad que los consumidores quieren comprar. Un acuerdo espontáneo Este acuerdo, basado en el intercambio voluntario y en los precios que emergen de ellos, es el proces o del Mercado. Es un proceso realmente eficiente a pes ar de que aparezca de forma bastante natural. No necesita ser planeado ni diseñado conscientemente. Crece espontáneamente, como el lenguaje y las convenciones sociales, y sobrevive porque nos resulta útil. Este orden social espont áneo no es perfecto, por supuesto: nada humano es perfecto. La estructura de producción no se transforma instantáneamente en un nuevo equilibrio simplemente porque la demanda de aluminio cambia. Las cosas necesitan un tiempo para ajustarse y las personas cometen errores en el camino. Las personas pueden conocer lo que sucede a su alrededor pero no pueden saber con exactitud lo que sucede en todos los demás sitios. No pueden s aber cómo el resto de la gente está respondiendo a los cambios o cómo adaptarse exactamente a estas respuestas cambiant es. La información es, por tanto, imperfecta, dispersa, fragmentada y pasajera. Una compañía de taxis, por ejemplo, necesita saber cuántos coches están disponibles, cuántos clientes están buscando transport e y dónde quieren ir. Necesita anticipar aumentos de la oferta y la demanda, como cuando cierran los cines locales. Necesita saber todo esto no mes a mes sino minuto a minuto. No hay forma de que un planificador centralizado en un país grande pueda recoger toda la información local necesaria para asegurar que un taxi está esperando a cada persona que lo necesite. Para cuando la información hubiera sido transmitida hasta la mes a de planificación ya estaría anticuada, incluso antes de que hubiera una acción en respuesta. Además, mucha de la información requerida es simplemente la intuición de la gent e local, que no se puede traducir en palabras ni transmitir a los planificadores (por ejemplo, que algún important ísimo partido de fútbol en la televisión probablemente reduzca el número de personas que quieren ir al cine esa tarde). El Mercado es capaz de responder a esta información personal, incompleta, local y dispersa mucho mejor que ningún sistema de planificación cent ralizada. De hecho, dada la cantidad de maneras diferent es que existen para asignar nuestros rec ursos, es claro que ningún planificador central podría hacer frente a tamaña tarea. ¿Deberíamos producir aceite o vino? Un planificador tendría que descubrir lo que quiere la gente y cuánt a cantidad quiere de cada cosa; luego tendría que decidir cuánt os olivos o parras hay que plantar, organizar recolectores, fabricar barriles o botellas que a su vez necesitan metal o cristal, organizar el transporte adec uado… y todo esto sólo para dos productos. Cuando hay millones de productos, la tarea es un millón de veces más difícil. Sin embargo, el proceso de Mercado coordina todas estas decisiones de producción rápida y fácilmente. Las imperfeccione s impulsan el Mercado El proceso de Mercado no es impulsado por ningún plan centraliz ado sino por la perspicacia de los individuos que se dan cuenta de que la ofert a o la demanda ha cambiado o de que los consumidores tienen deseos que no están atendidos o de que se pueden hac er productos de mejor calidad o más baratos. Su estímulo es el beneficio que se puede conseguir al cubrir estos huecos que no han sido vistos por nadie más. A estas personas se les puede llamar emprendedoras. Pero
  • 11. todos somos emprendedores, intentando establecer dónde nos van a recompensar mejor por nuestras habilidades (por ejemplo, si deberíamos aprender algo nuevo o si deberíamos cambiar de trabajo). El beneficio, no obstante, sólo se puede ganar al proporcionar lo que otras pers onas quieren. Cuando se trata de decidir qué deberíamos hacer y qué deberíamos fabricar, los consumidores están al mando. Son sus votos los que cuent an. No nos referimos a sus votos en unas elecciones, donde se elige un programa político completo una vez cada varios años. Los votos que cuentan en el Mercado son los votos de dinero de los consumidores, que funcionan como un referéndum diario sobre millones de productos y servicios diferentes, revelando los que son más valorados por los consumidores y decidiendo cuáles serán producidos. Los emprendedores no quieren producir cosas que sean idénticas a otras sino que quieren diferenciar sus productos aplicando mejoras que atraigan clientes. Esto es así porque se enfrentan a competidores y los emprendedores quiere n conseguir alguna ventaja sobre los demás competidores. La competencia no es ningún hecho estático de la vida económica: es un proceso dinámico, un método de investigación con el que los emprendedores (todos nosot ros) trat an de descubrir lo que los consumidores quieren realmente y cuánto dinero están dispuestos a poner en la mesa para “votar” por ese deseo. A di sfrutar del Mercado Muchos de nuestros políticos han sido educados con libros de texto de economía que tienen una idea de “mercado perfecto” en el que todos los productores son idénticos, los precios se mantienen fijos y la oferta y la demanda siempre está en equilibrio. Ese mundo nunca podría existir. Son precisament e las imperfecciones del Mercado lo que impuls a la vida económica hacia una mejora constante, hacia el progreso y hacia la eficiencia. El Mercado necesita reglas, igual que se necesita una estufa para contener un fuego. Sin embargo, los políticos no deberían intentar imponer sus propias reglas o “perfeccionar” el Mercado interviniéndolo con impuestos, subsidios o regulaciones. El Mercado es muy potente y jugar con él puede producir resultados tremendamente contraproducentes. Por lo tanto, los políticos deberían simplement e dedicarse a cumplir y hacer cumplir las leyes que lo hacen funcionar, o sea, las normas de la propiedad, el contrato y la honradez, y a disfrutar de la creciente prosperidad que el Mercado crea y fomenta. Lectura s recomendadas: Butler, Eamonn (2009): ‟The Best Book on the Market: How to Stop Worrying and Love the Free Economy‟, Capstone, Oxford. Hayek, Friedrich A. (1945): „The Use of Knowledge in Society‟, American Economic Review, 35, 4, 519-30. Kirzner, Israel (1997): ‟How Markets Work: Disequilibrium, Entrepreneurship and Discovery‟, Institute of Economic Affairs, London.
  • 12. 3 Libre comercio (por Daniel Griswold) Se puede definir el libre comercio como la libertad de los individuos y las empresas para intercambiar bienes y servicios a través de fronteras internacionales sin ser restringidas por el gobierno. En nuestra vida diaria, el libre comercio significa tener la libertad de comprar una camisa tejida en Bangladesh, un plátano cultivado en Ecuador, un coche fabricado en Alemania, un iPod ensamblado en China o un DVD producido en Hollywood. La defensa del libre comercio empieza con los derechos individuales. Deberíamos ser tan libres para comerciar por beneficio mutuo con alguien al otro lado de una frontera o de un océano como con alguien al otro lado de la calle o en la ciudad, provincia o estado más cercanos. Las restricciones sobre el comercio violan nuestra libertad de intercambiar nuestra propiedad voluntariamente con otras pers onas que, por casualidad, viven en un país diferente. La división del trabajo El libre comercio permite que las naciones se especialicen en lo que sus ciudadanos mejor puedan hacer con los recursos y ventajas productivas que tengan. Debido a que los climas, los recursos, la historia, y los niveles de alfabetización son diferentes, algunas naciones serán mejor que otras cultivando trigo, mont ando ordenadores, tejiendo ropa u ofreciendo vacaciones en la playa. Los trabajadores y las empresas dentro de las naciones ganarán más especializándose en aquello que puedan hacer mejor y comerciando su producción sobrante por bienes y servicios que otras naciones pueden producir mejor. Los individuos participan en este tipo de comercio todos los días. Imagina qué pobre sería tu familia si tus padres insistieran en construir tu propia casa, fabricar toda tu ropa y tu mobiliario y cultivar toda tu comida sin comprar nada a nadie. El resultado sería pobreza aut o-suficiente. En vez de eso, a través del comercio la gente se especializa en una profesión donde puede maximizar su producción y luego canjear el producto de su trabajo con los demás; esto se llama “división del trabajo”. Como dijo Adam Smith, el padre de la economía moderna, el libre com ercio permite la generación de más riqueza al expandir el tamaño del Mercado y, por tanto, permitiendo una división del trabajo más precisa ent re las naciones y dentro de ellas. En su famos o libro “La riqueza de las naciones” (publicado en 1.776), Smith escribió: “La máxima de cualquier cabeza de familia que sea prudente es no intentar fabricar en casa lo que le costará más fabricar que comprar. […] Es complicado que lo que es prudente en la conducta de cualquier familia privada sea locura en la conducta de un gran reino. Si un país extranjero puede proporcionarnos una materia prima más barata que produciéndola nosotros mismos, será mejor comprársela con alguna parte de la producción de nuestra propia industria empleada de una manera donde tengamos alguna ventaja. Ventaja comparativa En 1.817 un corredor de bolsa británico llamado David Ricardo extendió el trabajo de Smith con su propia teoría de la “ventaja comparativa”. Según Ricardo, incluso si los trabajadores de una nación pueden producir todo de forma más eficiente que los trabajadores de otras naciones, aun as í tal nación puede comerciar de forma beneficiosa. Lo que importa es lo que los trabajadores pueden producir con una mayor eficiencia comparado con cualquier otra cosa que produzcan. Por ejemplo, si los trabajadores en un país rico son el doble de eficientes fabricando zapatos que los trabajadores de un país pobre pero son aquellos son cinco vec es más eficient es que éstos produciendo microprocesadores de ordenador, será beneficioso para ambas naciones que el país rico se especialice en los microprocesadores de ordenador e importe zapat os del país pobre. Al
  • 13. especializars e en sus ventajas comparativas, los trabajad ores de ambas naciones pueden aument ar su consumo de los dos productos. Competencia y economías de escala El libre comercio también beneficia a la gente de otras formas. Al estar produciendo para un mercado mundial las empresas pueden conseguir mayores “economías de escala”. Una vez que una empresa ha invertido significativamente en investigación, desarrollo y en bienes de capital (por ejemplo, automóviles, aviones comerciales o soft ware informático), esta empresa puede producir a un menor coste por unidad si produce 100.000 unidades para vender en todo el mundo que si produce sólo 1.000 para vender en el mercado local. Además, la competencia provocada por el comercio anima a las empresas a innovar para crear productos nuevos y mejores y para reducir costes y eliminar el desperdicio. A los consumidores el libre comercio les trae precios más bajos, mayor variedad y mejor calidad. Los consumidores ganan cuando hay muchos productores compitiendo por nuestro negocio en vez de cuando sólo hay unos pocos competidores o cuando hay un monopolio. La competencia debida a las importaciones provoca que paguemos precios más bajos y disfrutemos de un rango de opciones más amplio para art ículos tales como la ropa, la comida y la electrónica de cons umo que si estuviéramos limitados sólo a los productores locales. Proteccioni smo Lo contrario al libre comercio a menudo se le llama “proteccionismo”, que es la práctica de los gobiernos de “proteger” a ciert os productores domésticos de la competición global mediante el uso de aranc eles, cuotas y otras regulaciones. Un arancel es un impuesto directo gravado sobre las importaciones, bien como porcent aje de su valor o bien como una cierta cantidad por art ículo. Una cuota es una restricción en la cantidad de artículos que se pueden importar. Otras restricciones al comercio toman la forma de regulaciones diseñadas para impedir indirectamente las importaciones mediante lo que se llama barreras no arancelarias. Casi todos los gobiernos ejercen un proteccionismo de un tipo u otro. Es habitual que los políticos obvien los importantes beneficios del libre comercio para la nación en su conjunto con la intención de beneficiar a un productor o una industria específicos que quiere protección contra la competencia extranjera. Normalmente las industrias que buscan protección están bien organizadas y tienen mucha motivación de tal modo que son capaces de influir el sistema político. El resultado de la protección es que los consumidores pagan precios más altos, los recurs os del país son empleados de formas menos productivas y la calidad de vida es inferior de lo que sería si el comercio fuera libre. Las naciones occidentales aprendieron una dura lección en los años 30 sobre los peligros del proteccionismo. Una desaceleración económica en 1929 provocó que los Estados Unidos, Gran Bretaña y otros gobiernos elevaran los aranceles supuestamente para proteger los puestos de trabajo. Sin embargo, esta subida de las barreras al comercio provocó que otros países respondieran, los niveles de comercio se derrumbaro n y de esa forma la Gran Depresión se acentuó y alargó. Los historiadores creen que las tensiones internacionales causadas por las batallas económic as contribuyeron al estallido de la 2ª Guerra Mundial. Los sucesos de aquel periodo apoy an el dicho atribuído al economista político francés del siglo XIX, Frederic Bastiat: “Cuando los bienes no pueden cruzar las fronteras, los ejércitos lo harán”. La tendencia hacia el libre comercio
  • 14. Después de la devastación provocada por la depresión y la 2ª Guerra Mundial, los Estados Unidos, Gran Bretaña y unas 20 naciones más firmaron el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GA TT por sus siglas en inglés ). Este acuerdo compromet ía a sus miembros a bajar las barreras al comercio y a mantenerlas a niveles bajos, además de a aplicar las tasas aranc elarias de forma igualitaria a otros países. Alentados por los Estados Unidos, las naciones de la Europa Occidental se pusieron de acuerdo para eliminar la mayor parte de las barreras al comercio entre ellos. El Mercado Común n o sólo ayudó a Europa a reconstruirse de nuevo des pués de la guerra sino que también ayudó a mantener la paz al animar la cooperación económica. El GATT se convirtió en la Organización Mundial del Comercio (OMC, o W TO por sus siglas en inglés) en 1. 995 y ahora tiene más de 150 miembros. En los últimos 50 años, la tendencia hacia el libre comercio se ha extendido más allá de los países desarrollados de Europa Occidental, Norte América y Japón. Mediante su participación en la economía global, los “tigres ” del sudeste asiático (Corea del Sur, Taiwan, Singapur y Honk Kong) se transformaron de países pobres a país es ricos. Desde la década de 1.970, China continental, Chile y unos cuantos países subdes arrollados más empezaron a bajar sus barreras al comercio (que eran previamente altas), dieron la bienvenida a la inversión extranjera y aumentaron drásticamente su comercio con el resto del mundo. El colapso mundial del comunismo y la caída del Muro de Berlín en 1.989 causaron una desilusión con el proteccionismo como instrumento de desarrollo. Desde entonces, cada vez más países han tratado de reducir sus propias barreras al comercio y participar en la ec onomía global. Calidad de vida en aumento Hoy día las pruebas a favor del libre comercio están creciendo. Aquellas naciones que se abrieron al comercio y a la inversión normalmente crecen más rápido y consiguen mayores ingresos per capit a que aquellos países que se mantienen cerrados. El territorio de Honk Kong, por ejemplo, ha practicado el libre comercio desde la década de 1.960. De ser una colonia pobre del Imperio Británico ha pasado a ser una de las ciudades más ricas de la Tierra gracias en gran medida a que sus gentes pueden comprar, vender e invertir libremente en los mercados mundiales. Por el contraste, muchos de los países más pobres del mundo, como Corea del Norte, Birmania y muchos países de África, son los que más cerrados están al comercio. La difusión del comercio y de la globalización en las últimas tres déc adas ha sido una de las razones principales de la reducción de la pobreza mundial. Desde los inicios de la década de 1.980, el porcentaje de la población mundial viviendo con menos del equivalente a US$1.50 diarios cayó a más de la mitad (del 52% al 25%) según el Banco Mundial. El progreso cont ra la p obreza ha sido mucho mayor en aquellos países que más abrieron sus economías al resto del mundo, tales como China, Vietnam y Chile. Mejores condicione s y mayor cooperación Los críticos del comercio señalan a veces las pobres condiciones de trabajo en los países menos desarrollados como una razón por la que no deberíamos comprar sus productos. Pero su crítica olvida el importante punto de que el comercio es uno de los principales motores para mejorar las condiciones en esos mismos países. Un mundo más abierto no entra en una “carrera hacia el suelo” sino en una carrera de ingresos y de calidad en aumento. Durante la recient e era de comercio en expansión, el mundo ha sido testigo de una mayor esperanza de vida y niveles de alfabetización en países en desarroll o as í como menores niveles de mortalidad infantil, malnutrición y explotación infantil.
  • 15. Las nuevas tecnologías han cambiado la naturaleza del comercio incluso aunque las teorías económic as que lo apoyan no hayan sufrido cambios. Casi la mitad de los bienes intercambiados entre las naciones se transporta por aire en lugar de por barco, carretera o ferrocarril. Muchos de los bienes comercializados por mar son enviados en cont enedores de tamaño estandarizado, que pueden ser más fácilmente cargados y descargad os en puertos y transferidos a camiones o trenes. La difusión de las comunicaciones por satélite y por internet han estimulado el crecimiento de compañías multinacionales. Como resultado, muchos productos son fabric ados hoy en día mediante la cooperación de trabajadores en multitud de países diferentes. Un avión comercial o un automóvil pueden ser diseñados en un país, ensamblados en otro además de contener partes hec has por trabajadores en docenas de otros países. Un iPod comprado por un adolescente en los Estados Unidos o en Europa estará sellado con un “Ensamblado en China”, pero fue diseñado y desarrollado en California. Una empresa americana proveyó los microproces adores, una empresa surc oreana proporcionó los chips de memoria y empresas japonesas, el disco duro la pantalla. Tolerancia y comprensión Además de los beneficios económicos, el comercio también alient a la tolerancia y la comprensión entre los individuos. El comercio y la globalización nos ens eñan a ver a la gente de otros países no como misteriosos y amenazantes, sino como clientes, proveedores y potenciales colaboradores. El comercio facilita la comunicación. No sólo los bienes y los servicios cruzan las fronteras, sino también las ideas y las personas, que forjan relaciones que tienden a rom per los tradicionales prejuicios. Históricamente, las ciudades y los países al frent e del comercio internacional también han situado entre las sociedades más abiertas y tolerantes de su tiempo. Venecia en el siglo XIV y la República Holandesa en el siglo XV I eran los centros comerciales más destacados de su tiempo. Ambos proporcionaron libertad y protección legal a los judíos y a los disidentes religios os. Sus ciudadanos aprendían a dar la bienvenida a personas de religiones y razas diferent es porque la intolerancia tenía, entre otros defectos, el inconveniente de ser malo para el negocio. Hoy día, las sociedades abiertas al comercio tienen mayor probabilidad de ser abiertas también a la libertad de religión y de expresión. Comercio y libertad Al fin y al cabo, el argumento a favour del libre comercio se reduce a uno de justicia básica. Si un individuo quiere comerciar lo que ha producido a cambio de algo que una persona o un grupo de personas ha producido en otro país, el gobierno no debería inmiscuirse. Usar el poder del gobierno para prohibir una transacción que es beneficioso para las dos partes involucradas es violar la soberanía de los individuos libres. Las barreras al comercio despojan a la gente del fruto legítimo de su propio esfuerz o, distribuyendo el botín ent re otras personas sin otro derecho moral sobre la riqueza confiscada que el poder político. Lectura s recomendadas: Griswold, Daniel (2009): “Mad about Trade: Why Main Street America Should Embrace Globalization”, Cato Institute, Washington, D. C. Bastiat, Frederic (1848): „On the Balance of Trade‟, „A Petition‟, and other essays in Economic Sophisms.
  • 16. Irwin, Douglas (2009): “Free Trade under Fire” (3rd edition), Princeton University Press, Princeton, NJ. Norberg, Johan (2003): “In Defense of Global Capitalism”, Cato Institute, Washington, D.C. Roberts, Russell (2006): “The Choice: A Fable of Free Trade and Protection” (3rd edition), Pearson/Prentice Hall, Upper Saddle River, N.J. Smith, Adam (1776): “An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations”, particularmente el Libro IV, varias ediciones.
  • 17. 4 Régimen tributario y gasto público, por Daniel J. Mitchell Cuando naciones como el Reino Unido se hicieron prósperas el gobierno era muy pequeño. A lo largo del siglo XVIII, el gasto del sector público originaba nada más que el 10 por ciento de la producción económica, no sólo en Gran Bretaña sino en otras naciones occidentales de rápido crecimiento. Poco gasto significaba pocos impuestos. De hecho, la may oría de las naciones de Europa y Norte América no tuvieron impuestos sobre la renta hasta hace 100 años. Hoy, por el contrario, los gobiernos son mucho mayores. En el Reino Unido, el gasto del sector público consume actualment e alrededor del 50 por ciento de la producción económica. Los impuestos también han subido drásticamente aunque no tant o como el gasto. Esta es la razón por la que Gran Bretaña, como la mayoría del resto de naciones, tiene deudas enormes. ¿Es mejor para la economía tener un gobierno más grande o uno más pequeño? Todo tipo de gasto público repercute en el bolsillo de alguien así que a veces parece como si el gobierno fuera un gran Santa Claus que proporciona cosas gratis como carreteras y sanidad. Otros simplemente miran los impuestos (y el préstamo) que pagan por el gasto público y concluyen que el gobierno toma dinero de la gente y es un obstáculo para el crecimiento. Es un error mirar solo un lado de la ec uación. Es import ante mirar los costes y beneficios tanto de los impuestos como del gasto. Esto complica el análisis ligeramente. El gasto público puede ser bueno o malo para el rendimiento economico, dependiendo de cómo se gast e el dinero y de cómo se recaude. La investigación económica sugiere, sin embargo, que el gobierno es demasiado grande en las naciones industrializadas. Cuando el sector público es demasiado grande, los economistas dicen que el empleo y el capital están mal asignados, lo cual es una forma complicada de decir que se está des viando el dinero de los usos más productivos. Un gobierno grande también significa que es más probable que la carga fiscal sea excesiva, lo que implica impuestos altos que frenan el empleo, los ahorros, la inversion y la inic iativa empresarial. Un sector público grande también es financiado con préstamo, q ue des vía dinero del sector privado. Todas estas cosas – gasto, impuestos y deuda – son una carga para la economía, que provoca menor crecimiento, mayor desempleo y menor competitividad. Menos gobierno a la vez que gobierno más inteligente Eso no quiere decir que todo el gasto público sea malo para la ec onomía o que no debería haber impuestos. El gasto del sector público puede ser beneficioso o perjudicial. El gasto en “bienes públicos” tales como protección policial pueden ayudar a que una economía prosper e al crear las condiciones necesarias para que los merc ados funcionen. El gasto en “bienes de capital” como carret eras y escuelas también puede generar beneficios si se hace de forma apropiada. Esa es la buena noticia. La mala noticia es que el rendimiento económico se ve reducido por “gastos de transferencias” como los subsidios y por “gasto de consumo” como la sanidad. Desafortunadamente, la mayoría del gasto público hoy en día está dedicado a transferencias y a consumo. Una buena política fiscal Se pueden aplicar los mismos análisis a la fiscalidad. En general, los impuestos nunca son beneficiosos para el crecimient o pero unos tipos de impuestos hacen más daño que otros. La regla básica de los economistas es que el gobierno debería conseguir incrementar s us ingresos de tal forma que minimice el impacto negativo en la economía. Los siguientes tres principios son una buena guía:
  • 18. 1. Tasas de impuestos altas son más dañinas que tasas de impuestos bajas. Los políticos dicen a menudo que quieren más impuestos en cosas tales como el tabaco porque quieren desalentar su consumo. Dejando a un lado la cuestión de si el gobierno debería intentar controlar las vidas de los individuos, los políticos tienen razón en el impacto económico. Los impuestos son una manera efectiva para desalentar el comportamiento y, obviament e, impuestos altos hacen más daño que impuestos bajos. El mismo análisis se puede aplicar a impuestos sobre el trabajo, sobre la iniciativa empresarial y otras formas de comport amiento productivo. No obstante, dado que el crecimiento económico sólo ocurre cuando más pers onas ganan más dinero, es muy importante mantener los impuestos bajos, especialmente el impuesto sobre la renta de las personas y el impuesto de sociedades. 2. Los impuestos adicionales sobre los ahorros y la inversión son muy costosos. Todas las teorías económicas coinciden en que el ahorro y la inversión hoy son necesarios para tener mayor prosperidad en el futuro. Sin embargo, muchos gobiernos gravan con impuestos adicionales los ingres os que son ahorrados o invertidos; a esto se le llama a veces “doble imposición”. Los impuestos sobre los dividendos, intereses y ganancias de capital as í como los impuestos sobre el patrimonio y los de sucesiones hacen que ahorrar e invertir sea muc ho menos atracti vo para los personas. Esta doble imposición provoca que los impuestos sobre los ingresos que son ahorrados e invertidos son mucho más altos que los impuestos sobre los ingresos que son cons umidos. Como era de esperar, los individuos responden aumentando el consumo y disminuyendo su ahorro y su inversión, lo que perjudica el rendimiento económico de la sociedad a largo plaz o. 3. Las lagunas fiscales premian la ineficiencia económica. Muchos sistemas fiscales están repletos de créditos, deducciones, abrigos, exc lusiones, lagunas y otras medidas especiales. Todo esto crea una complejidad innecesaria y facilita la corrupción además de tener malas consecuencias económicas. En un mercado normal, los individuos son premiados por hacer inversiones que generan mayor riqueza (pues es mejor cons eguir un retorno del 10% que del 5%). Si el sistema fiscal favorece ciertas actividades, induce a empresarios e inversores a poner dinero en los proyectos que producen estos beneficios fiscales en vez de invertir dinero en los proyectos que producen crecimient o. Para aumentar la prosperidad, los politicos deberían dise ñar sistemas fiscales que reconozcan estos tres principios. Un impuesto plano sería una buena idea; este sistema fiscal tan sencillo y proporcional ha conseguido mejo rar el crecimiento de los países de Europa del Este. Sin embargo, no hay que olvidar que un impuesto plano es beneficioso no porque sea plano sino porque normalmente es un tipo impositivo bajo. Hasta hace poco, Islandia tenía un impuesto plano pero el tipo impositivo era casi del 37%. Otras naciones, como Singapur, que tiene un sistema fiscal “progresivo” con una tasa de impuestos máxima del 20%, disfutan de regímenes fiscales mucho mejores. Analizando los coste s y los beneficios Para determinar si los diversos tipos de gasto público son buenos o malos para la economía, necesitamos un análisis de los costes y los beneficios. La batería de preguntas que exponemos a continuación puede ser usada como un examen económico para programas gubernamentales. Si todas las respuestas respecto a un programa o actividad determinado son positivas, entonces el programa o actividad tienen un impacto positivo en el rendimient o económico. 1. El programa o la actividad financiado con gasto público, ¿produce beneficios? Es evidente que todo gasto público repercute en el bolsillo de alguien, de modo que existe un beneficio en un sentido estricto pero a la vez menos important e. La cuestión relevante debe ser si un programa o actividad generan beneficios para la sociedad en general. En algunos casos puede haber beneficios significativos, como una carretera nueva en una zona
  • 19. congestionada. En otros casos hay un impacto negativo en la sociedad, como con los subsidios de desempleo. 2. Si un programa o actividad genera beneficios, ¿son é stos mayore s que los beneficios que resultarían si se dejara el dinero en el sector privado? En cualquier momento hay un límite para la cantidad de trabajo y capital disponible en una economía. Si el gasto público provoca que esos recursos sean usados para al go con relativamente poco valor económico, como por ejemplo construir una planta eólica, entonc es esos mismos recursos no estarán disponibles para el sector productivo de la economía. Si los beneficios de la planta eólica son menores que la producción adicional que el sector privado habría producido, entonces el efecto neto del gasto público sería negativo. 3. Si un programa o actividad genera beneficios mayore s de los que podría generar el sector privado, ¿son e stos sufi cientemente significativos para contrarre star el impacto negativo de los impuestos y de la deuda? Por último, pero no menos importante, es crucial saber cómo se financia el gasto público. El gasto del sector público sólo favorece el crecimiento si los beneficios netos son suficientemente significativos para compensar por el da ño económico causado por los impuestos o por la deuda. Obviamente la respuesta depende del tipo de impuesto y de cómo es gravado. Formas importantes y efectivas de gasto públic o podrían incluso ser negativas en términos netos si se financiasen con tasas más altas de impuestos sobre la renta. Sin embargo, esos mismos tipos de gasto público podrían ser económicamente justificables si fueran financiados por un impuesto reducido sobre el consumo. Obviamente, este examen en tres partes está simplificado. En muchos casos el daño económic o de la actividad del gobierno se extiende más allá del impacto producido por des viar recursos del sector privado y por el coste de incrementar los ingresos. Ciert as regulaciones gubernamentales, por ejemplo, imponen pesados costes sobre el sector privado. De igual forma, los programas que subsidian la educación, la sanidad, el alojamiento y la jubilación normalmente reducen los incentivos para ahorrar. Esto tiene un impacto negativo en el rendimiento económico más allá de los efectos discutidos más arriba. Otro problema más es la mala asignación de recurs os privados que es alentada por la actividad del gobierno. Muchas empresas asignan actualmente algunos de sus empleados más capaces a tareas tales como asegurar el cumplimient o de reglas gubernamentales o ejercer presión (“lobby”) para conseguir favores del gobierno o, más honorablemente, en contra de la intervención del gobierno. La economía de la nación sería seguramente más próspera si estas personas pudieran usar sus habilidades de forma productiva. La Curva de Laffer El somero análisis explicado arriba proporciona un marco útil para entender el papel de los impuestos y del gasto público. Sin embargo, hay otras tres cuestiones sobre política fis cal que merecen una breve mención, siendo la primera de ellas la Curva de Laffer. La mayoría de los politicos suponen ingenuamente que hay una relación automatica y fija entre tasas de impuestos e ingresos fiscales, así que piensan que pueden duplicar los ingresos fiscales duplicando las tasas de impuestos. Esta es una suposición incorrecta porque pasan por alto que los contribuyentes pueden cambiar su comportamiento en respuesta a nuevos incentivos. La Curva de Laffer muestra que el gobierno no recaudará ningún ingreso de los tributos a una tasa impositiva del 0% pero que tampoco rec audará nada (o muy poco) a una tasa impositiva del 100%. Después de todo, pocos individuos querrán producir algo si el gobierno va a confiscar todas
  • 20. sus ganancias. El tipo impositivo que maximiza los ingresos fiscales se encuentra en algún punto entre el 0% y el 100%. Un punto clave es que el tipo impositivo que maximiza el crecimiento es inferior al tipo que maximiza los ingres os fiscales. Estudios económicos demuestran que la tasa de impuestos que maximiza los ingres os fiscales a largo plazo se encuentra alrededor del 30%. La tasa de impuestos que maximiza el crecimiento ec onómic o es mucho más baja. Todo impuesto es perjudicial para el crecimiento económico pero, como ya se ha hecho notar en nuestra discusión más arriba, algunos impuestos son necesarios para financiar bienes públicos y otros gastos que favorecen el crecimiento. Curva de Laffer Ingresos fiscales Tasa de impuestos Región de ingresos crecientes Punto de maximización del crecimiento Punto de maximización de ingresos Región de ingresos dec recient es El estímulo de Keynes Durante la década de 1930, el economista John Maynard Keynes defendió que se podría estimular una economía débil si el gobierno emitiera deuda públic a y la gastara. Según su teoría, este nuevo gasto público pondría dinero en los bolsillos de los ciudadanos de modo que los receptores de los fondos podrían gastar a su vez ese dinero y así estimular la economía a medida que el flujo monetario continua circulando. Los keynesianos decían también que algunos recortes de impuestos podrían tener el mismo impacto ya que el propósito es hac er que el gobierno se endeude y ponga de alguna forma el dinero en las manos de las personas que lo gasten. Las ideas keynesianas son una falacia lógica mayúscula. Pasan por alto el hecho de que, en el mundo real, el gobierno no puede inyectar dinero en la economía sin habérselo quitado antes a esa misma economía. Todo dinero que el gobierno pone en el bolsillo derecho de la eco nomía es dinero que ha quitado antes del bolsillo izquierdo de la economía. No hay estímulo económico ya que cada dólar gastado en un paquet e de estímulo es un dólar que el gobierno debe antes pedir prestado a los mercados de crédit o privados. El keynesianismo no estimula la renta nacional, simplemente la redistribuy e. La evidencia del mundo real indica también que los estímulos keynesianos no funcionan. Los presidentes de EE.UU. Hoover y Roosevelt siguieron esta política en la década de 1930 y no funcionó. Japón siguió esta política en la década de los noventa y no funcionó. Tampoco ha funcionado en la déc ada de 2000 en muchas naciones, incluyendo el Reino Unido y los Estados Unidos. La Curva de Rahn
  • 21. Además de la Curva de Laffer que muestra la tasa de impuestos que maximiza los ingresos fiscales, también existe la Curva de Rahn que busca el nivel de gasto público que maximiza el crecimiento económico. La Curva de Rahn se basa en la idea de que hay muy poc a actividad y muy poco crecimiento económic os cuando no hay gobierno. Sin embargo, en cuanto el gobierno empieza a gastar dinero y proporciona instituciones y bienes públicos sólidos, se hace posible que una economía de mercado crezca y prospere. A cierto nivel, sin embargo, el gobierno empieza a gastar dinero en programas de transferencias y de consum o. Estos tipos de gasto tienden a perjudic ar el rendimiento económico. Además, puede suceder que todo tipo de gasto se torna menos eficiente a medida que el gobierno crece. Algunos estudios sugieren que el nivel de gasto público que maximiza el crecimient o económic o está alrededor del 20% del producto económico o quizás incluso menos basándonos en datos históricos. Este nivel es muy inferior al nivel de gasto medio en los países europeos y norteamericanos. Curva de Rahn Tasa de crecimiento económico Gasto público como porcent aje del Producto Interior Bruto (P IB) La economía encoge cuando el gobierno crece demasiado Conclusión: las economía s pierden con impuestos altos El gasto público es una parte importante en casi todas las economías avanz adas. Hay unas pocas economías con gobierno limitado como Honk Kong. Muchos país es, sobre todo en Europa, han desarrollado gobiernos muy grandes. Incluso los Estados Unidos bajo los gobiernos de Bush y Obama se están pareciendo cada vez más a Europa. La evidencia indica que este cambio hacia gobiernos más grandes tiene consecuencias económic as serias. Una carga del gobierno más pesada des vía recursos del sector productivo de la economía y da como result ado un regimen tributario m ás costoso. En una economía globalizada y competitiva las naciones con un gasto público excesivo e impuestos altos perderán inversión y puestos de trabajo en favor de aquellas naciones con niveles de gasto público más sensatos y menores impuestos. Lectura s recomendadas: Edwards, Chris and Daniel J. Mitchell (2008): “Global Tax Revolution: The Rise of Tax Competition and The Battle to Defend It”, Cato Institute, Washington D.C.. Heat h, Allister (2006): “Flat Tax: Towards a British Model”, Stockholm Network, Londres. En internet: http://www.stockholm-net work.org/publications. Smith, David B. (2006): “Living with Leviathan: Public Spending, Taxes and Economic Performance”, Institute of Economic Affairs, Londres. En internet: http://www.iea.org.uk/record.jsp?ID=394&type=book.
  • 22. 5 Derechos de propiedad (por Karol Boudreaux) Unos derechos de propiedad que sean estables son una condición esencial para promover el crecimiento, aliviar la pobreza y conservar recursos escasos. Los derechos de propiedad incentivan a los individuos a crear, innovar y comerciar voluntariamente con los demás. Nos dan una razón para conservar y mejorar las cosas y ayudan a protegernos de otros. Debido a todo esto, los derechos de propiedad son uno de los pilares que soportan una sociedad libre y próspera. Otra manera de considerar los derechos de propiedad es que son un ingrediente del pegamento que mantiene la sociedad unida. ¿Qué son los derechos de propiedad? Los derechos de propiedad son normas que han sido desarrolladas para ayudar a res olver problemas. Igual que las personas crean normas para ayudar a que el tráfico fluya sin complicaciones y para evitar colisiones, los individuos a lo largo del tiempo han creado normas acerca de quiénes pueden usar las diferentes clases de propiedad, cómo pueden us arlas y cómo transferirlas. Los derechos de propiedad animan a los individuos a comportarse de una forma es pecífica; por ejemplo, “será mejor reparar esa gotera en el techo; si no, la casa se va a arruinar”. También les advierte a los individuos de lo que les ocurrirá si rompen estas normas; por ejemplo, “si talas el manzano de tu vecino sin su permiso, tendrás que pagarle”. Estas normas pueden ser formalizadas y escritas en la ley y otras regulaciones o pueden ser informales y partes no escritas de las normas sociales que imperan en una sociedad. Ambos tipos de derechos de propiedad existen simultáneamente: derec hos formales que se espera sean hechos respetar por el gobierno de forma justa y derechos informales que se espera sean hec hos respetar mediante la presión social. Mientras que las personas respeten las normas, tanto los derechos de propiedad formales como los informales pueden funcionar de forma efectiva para promover el crecimiento, la conservación y la libertad individual. En concreto, el propietario de algo normalmente tiene una serie de derechos asociados con tal propiedad. Por ejemplo, puede: - Usar o dejar de usar su propiedad - Beneficiarse del uso de su propiedad (por ejemplo, vendiendo las manzanas que produce el manzano) - Permitir a otros individuos usar su propiedad (por ejemplo, alquilando la propiedad) - Proteger su propiedad contra personas indeseadas Los derechos de propiedad pueden existir sobre cosas de diversa clase: - Propiedad real: es decir, fincas y cosas adjunt as a la finc a (t ales como casas o fábricas) - Propiedad personal: es decir, los objetos muebles que poseemos (tales como teléfonos, ropa o joy ería) - Propiedad intelectual: esta clase de propiedad a menudo es el resultado de esfuerzos creativos o artísticos (tales como un a invención nueva o una composición de música); las patent es y los derechos de copia son tipos de propiedad intelectual.
  • 23. Por último, los titulares de los derechos de propiedad pueden ser divers os individuos o grupos: - Individuos, organizaciones (cooperativas o sociedades) o grupos de individuos (propiedad comunal) - Gobierno (por ejemplo, un parque natural o la finca donde están construídos los colegios públicos) A veces nadie es el titular de los derechos de propiedad para cierta cosa o ciert a zona. A estos casos se les conoce como recursos de acceso libre. El ejemplo más claro es el mar abiert o, que no son propiedad de nadie ni de ningún grupo o gobierno. ¿Por qué funcionan los derechos de propiedad? Los derechos de propiedad funcionan porque proporcionan inc entivos para que las personas se comporten de una manera específica. Es más probable que los individuos inviertan, mejoren, protejan, conserven y mantengan una propiedad cuando son titulares de derechos a tal propiedad seguros y estables que cuando sus der echos a dicha propiedad son limitados o inexistentes. Mejorar, proteger y conservar la propiedad no es gratis. Las personas dedican tiempo y esfuerzo a tales actividades cuando sus derechos de propiedad son seguros. Si tales derechos no son asegurados por alguna autoridad que los haga cumplir, las personas dedicarán mucho menos tiempo y esfuerzo a prot eger su propiedad. ¿Por qué hay que proteger y conserver la propiedad? Hay que hacerlo porque esperas beneficiarte de dichas acciones en el futur o. Se arregla una gotera en el tejado porque, si no, la casa puede quedar en ruinas. Si la casa está en ruinas, no se puede sacar tanto beneficio de ella cuando se venda o será mucho menos agradable vivir en ella; en cualquier caso, la inacción dará lugar a un coste que habrá que sufrir. La propiedad misma crea incentivos para ser mantenida y conservada porque los esfuerzos dedicados a ello están directamente unidos a los beneficios que reporta. Por supuesto, no todos los dueños de propiedades pueden arreglar o conservar su propiedad en todo momento. En un momento dado un individuo puede no tener suficientes rec ursos para hacer las reparaciones nec esarias. Sin embar go, la tendencia general indica que las personas cuidan lo que tienen porque, desde su perspectiva, es inteligente. Al cuidar de tu propiedad ahora te prepares para recibir ganancias en el futuro. Fomentando el comercio y el crecimiento económico Cuando tienen derechos a la propiedad seguros, las personas comercian entre ellas. El comercio es muy di fícil, si no imposible, sin los derechos de propiedad y, por consiguiente, las oportunidades para beneficiarse del comercio se ven limitadas cuando no existen derechos de propiedad. Otra manera de verlo es que los derechos de propiedad permiten que los individuos asignen adecuadamente los escasos recursos como, por ejemplo, su tiempo de trabajo y otros recursos valios os. Si una sociedad tiene reglas comúnmente aceptadas habrá menos conflictos relacionados con el uso de los recursos. Por consiguiente, normas claras y conocidas sobre la propiedad promueven la paz de forma efectiva. Además, cuando pueden controlar su trabajo y sus otros valiosos recurs os, las personas deciden cómo usarlos: ninguna autoridad tiene que ordenarles hacer cosas. Esto le da poder a los individuos y les permite buscar las oportunidades que les atraen. También les da incentivos para hacer cosas que otras personas consideren valiosas.
  • 24. Por ejemplo, imagina que te gusta hacer pasteles. Si eres dueño de tu trabajo (es decir, lo controlas ) y puedes ahorrar dinero para arrendar un local podrías abrir una pastelería. De esta forma usarías tu trabajo y tu capital de un modo que te apasiona a la vez que comercias con lo que tú haces y produces a cambio de lo que otras personas tienen (dinero para comprar t us pasteles, local para alquilar, etc.). Como resultado de todos los interc ambios las personas mejoran su condición: tú mont as tu negocio, el propietario usa su local de una forma beneficiosa; el consumidor consigue el pastel que desea. Los billones y billones de intercambios que tienen lugar en todo el mundo todos los días se basan en que las personas tienen cosas que interc ambiar. Hay muchas pruebas de que las personas que comercian más son más prósperas. En países donde las personas son libres para intercambiar sus talentos, bienes y servicios con otras personas, la calidad de vida mejora y en general los ciudadanos viven más tiempo y con más salud. Más comercio es la clave del crecimiento económico y de la erradicación de la pobreza. El comercio se fundamente en los derechos de propiedad. Protección del medio ambiente Dado que los derechos de propiedad dan incentivos a las personas para conservar y mantener cosas, tales derechos desempeñan un papel vital en la protección del medio ambiente. Un ejemplo de Á frica puede arrojar más luz sobre esta conexión. Antes de 1990 el gobierno “apartheid” de Sudáfrica, que trataba a las personas negras y a las blancas de forma diferente, controlaba el país vecino de Namibia. El gobierno controlaba no sólo el pueblo de Namibia sino también la fauna y flora del país, excepto, eso sí, aquella situada en tierras pertenecientes a granjeros blancos. En el resto del territorio el gobierno era “propietario” de los animales silvestres. Era muy difícil que los namibios negros pudieran cazar legalment e. Los nativos tenían pocas oportunidades de beneficiarse legalmente de la fauna y la flora silvestre, pero sufrían sus costes (los elefantes destrozaban y comían cultivos, los antílopes pastaban en zonas donde las cabras y las vac as pod ían pastar y los predadores atacaban al ganado). Esta situación generaba muchos alicientes para la caza furtiva de elefantes, kudus, oryx y rinocerontes y para matar a los predadores tales como leones o leopardos. ¿Tenían los granjeros blancos estos mismos alicientes y se comportaban de la misma forma? En absoluto. En su caso, muchos vallaron sus tierras recluy endo volunt ariamente a la fauna salvaje. Muchos de ellos dejaron de criar ganado y abrieron reservas naturales privadas. Los granjeros blancos tenían modos de beneficiarse legalmente de la fauna salvaje. En 1990 un nuevo gobierno independiente tomó el control en Namibia y, finalmente, cambió las leyes de la propiedad en el país y dio a las comunidades locales los derechos para gestionar el uso de la fauna salvaje y beneficiarse de él. Desde que esta política comenzó, en 1997, más de cincuenta comunidades se han organizado para gestionar la fauna y la flora y para beneficiarse de estos recursos. La caza furtiva ha desaparecido prácticament e de estas tierras comunitarias porque ahora los nativos se benefician directamente de la fauna salvaje. Construyen alojamientos turísticos que crean empleos para la gente local y que generan ingresos; cazan algunos animales para su propio uso; venden animales vivos a reservas de otros países y, a veces, permiten la caza mayor. Todas estas actividades crean beneficios para la gent e local y todos los beneficios están directamente unidos a la fauna salvaje. Ahora los nativos prot egen y conservan a los animales en vez de cazarlos furtivamente.
  • 25. Un método muy potente de proteger el medio ambiente es darle los derechos de propiedad sobre recurs os medioambientales a personas que se beneficiarán con la protección de esos recursos. Poder para los individuos Sin embargo, quizás el papel más importante que pueden cumplir unos derechos de propiedad sólidos es el fomento de la prosperidad humana. Cuando pueden decidir cómo usar sus recursos, las personas o grupos de personas pueden ejercer sus talentos únicos y prosperar de la forma que encuentren conveniente. Por el contrario, cuando las autoridades (públicas o tradicionales) controlan la propiedad, muchas veces limitan la capacidad de algunos grupos sociales para utilizar recursos, ejercer ciert as profesiones o aprovec har ciertas oportunidades. En otras palabras, a menudo los derechos de propiedad son restringidos para limitar las oportunidades económicas de minorías, rival es politicos o grupos des favorecidos. Este es un problema y una preocupación especiales para las mujeres en muchas culturas. Ellas se enfrentan a una discriminación importante en términos de propiedad, herencia o control de tierras y otros recursos. La clave para la libertad y la prosperidad Por todas estas razones, los derechos a la propiedad que sean claros, conocidos y seguros son una institución clave para la prosperidad y el florecimiento de la Humanidad. Dichos derechos fomentan el comercio y la asignación pacífica de recursos escasos. Contribuyen a erradicar la pobreza. Dan 9-quincentivos a las personas para cuidar y conservar los recursos naturales. Otorgan poder a los individuos dándoles la oport unidad de ejercer sus talentos y habilidades únicos. Sin estos derechos las sociedades serían más pobres, más propens as a conflictos y menos capaces de proporcionar oportunidades para desarrollar las habilidades creativas únicas de sus ciudadanos. Los derechos de propiedad son definitivamente los pilares de una sociedad libre y próspera. Lectura s recomendadas: Anderson, Terry L. and Fred S. McChesney (2003): “Property Rights: Cooperation, Conflict and Law”, Princeton University Press, Princeton, NJ. Bethell, Tom (1999): “The Noblest Triumph: Property and Prosperity Through the Ages”, Palgrave Macmillan, New Y ork. Libecap, Gary D. (2008): “Contracting for Property Rights”, Cambridge University Press, Cambridge. Pipes, Richard (1999): “Property and Freedom ”, Alfred A. Knopf, New York. Ostrom, Elinor (1990): “Governing the Commons: The E volution of Institutions for Collective Action”, Cambridge University Press, Cambridge.
  • 26. 6 ¿Por qué falla el gobierno? (por Peter J. Boettke y Dougla s B. Rogers) Hay un antiguo cuento que muchos economistas utilizan para empezar a debatir sobre cómo funciona el Mercado en comparación con la política gubernamental. Un emperador romano hace de juez en un concurso entre dos cantant es. Después de escuchar cantar al primer concursante, el emperador decide dar el premio al segundo cantante creyendo que es imposible que éste sea peor que el primero. ¿Dónde está el error de tal decisión? El error es obvio: para que el concurso mida correctamente la valía de los concursantes, el emperador debe dejar que el segundo concursante cante antes de emitir su fallo. Sucede algo parecido cuando se nos pide comparar la economía de Mercado con la acción del gobierno. Deberíamos examinar con mucho cuidado tanto el funcionamiento del Mercado como el proceso de toma de decisiones del gobierno. La teoría de los fallos de Gobierno El Mercado no es perfecto (analizaremos luego posibles ejemplos de “fallos de Mercado”) pero esta afirmación no debería hacernos llegar automáticamente a la conclusión de que las políticas gubernamentales pueden superar el resultado del Mercado. Al contrario, pueden hacer que las cosas vayan peor. Esta consideración básica suele ser olvidada po r quienes justifican las intervenciones del gobierno en la economía de Mercado. La teoría de “fallos de Gobierno” fue desarrollada para explicar por qué las políticas gubernamentales no suelen conseguir sus objetivos. El proceso politico de toma de decisiones tiene que lidiar con diversos problemas. Estos problemas incluyen las dificultades de calcular costes y beneficios, la falta de conocimiento de los det alles de todos los lugares y momentos y, asimismo, los intentos de manipulación de las políticas gubernamentales por parte de grupos de intereses especiales o grupos de presión. Para comparar los resultados del Merc ado con los resultados de las intervenciones del Gobierno, debemos tener en cuent a los costes de las decisiones del Gobierno, es decir, debemos dejar que el segundo participante cant e para ver si realment e lo hace mejor que el primero. De hecho, al examinar el result ado de la actuación del Gobierno se descubre que el argumento habitual de los intervencionistas (“si falla el Mercado, usa el Gobie rno) es erróneo. ¿Por qué los gobiernos no pueden solucionar los “fallos de Mercado” Una breve ojeada a los tres tipos habituales de “fallos de Mercado” (monopolios, externalidades y bienes públicos) nos ayudará a demostrar algunos de los problemas que aparecen cuando los gobiernos intervienen. Monopolio Se suele argüir que con un monopolio el proveedor único de un bien o servicio tiene control sobre el precio final de su producto. Usará su poder para reducir la producción y elevar el precio del bien o servicio que ofrece. Dado que no hay sustitutos, los consumidores no tienen otra elección aparte de comprar del monopolio y, por tanto, han de pagar precios más altos que si hubiera competencia. El principal error de ver los monopolios como “fallos de Merc ado” es que normalmente son en realidad creados usando el poder del Gobierno. El Gobierno da derechos de monopolio a cierta entidad privando a otras de poder competir. En otras palabras, el monopolio no es normalmente un producto de la economía de Mercado. En la mayoría de los casos es resultado de la práctica de los Gobiernos de dar privilegios a grupos de intereses especiales.
  • 27. Externalidades Una externalidad es un coste o un beneficio que una entidad impone a otra, la cual no puede rechazar tal coste o beneficio. Los economistas distinguen entre externalidades positivas y negativas. El ejemplo clásico de externalidad negativa es la polución. El proces o de producción en mi fábrica puede ensuciar el rio donde arrojo mis desperdicios. Los desperdicios son arrastr ados rio abajo arruinando la cosecha de mi vecino. Dado que no tengo que pagar los costes totales de mi decisión de crear polución, tenderé a producir más externalidad negativa, en forma de polución, de lo normal. Externalidades positivas reflejan el efecto opuesto: otras personas o entidades se beneficiarán de los efectos que mis decisión tenga, incluso aunque ellos no tengan que pagar por ninguno de los costes de mis decisión. Consideremos por ejemplo la educ ación. Cuanto más estudios tenga, más capaz seré de contribuir a la vida de la comunidad. Sin embargo, ya que la comunidad se beneficiará más que yo, produciré menos educación si tengo que pagar por ella yo mismo. En teoría los gobiernos pueden corregir este problema gravando actividades que produzcan externalidades negativas y subsidiando actividades que produzcan externalidades positivas. Pueden ajustar los niveles de tasación y de subsidios de modo que los beneficios que surgen de la actividad sean maximizados para la sociedad en su conjunt o. Esta solución supone, no obstante, que el gobierno puede medir los costes y los beneficios involucrados en la actividad. Esta suposición genera problemas importantes. Primero, sólo aquellos afectados directamente conocen los costes y los beneficios de una actividad. Esto quiere decir que es probable que cualquier solución gubernamental falle porque no haya acceso a la información requerida (por ejemplo, para ajustar la tasa de gravamen o de subsidio de forma apropiada). Segundo, los individuos involuc rados en la actividad pueden ponerse de acuerdo en un contrato para resolver una disputa sobre una externalidad. Por ejemplo, si valoro un río limpio más que lo que una fábrica valora el ensuciarlo, puedo pagar a la fábrica para que no ensucie el río. No hay necesidad de que los gobiernos se involucren en estos casos. Bienes públicos Bienes públicos son nuestro ejemplo final de “fallo de mercado”. Hay pocos incentivos para que negocios con ánimo de lucro proporcionen algunos bienes al Mercado. Puede ser porque es imposible excluir a aquellos que no pagan o porque el consumo del bien no impide que otros también lo consuman. Ejemplos habituales incluyen el orden público, la defensa nacional o bienes ambientales tales como el aire limpio. La ausencia de un aliciente luc rati vo significa que estos bienes públicos pueden tener una oferta menor que la deseable a menos que el gobierno actúe para proporcionarlos él mismo. Aun así la mayoría de lo que el gobierno provee como “bienes públicos” podrían ser suministrados, por lo menos en parte, por el Mercado (por ejemplo, el mantenimiento del orden público por las agencias de seguridad privadas y la defensa nacional por mercenarios). Incluso los bienes ambientales pueden ser suministrados por entidades con ánimo de lucro si derechos d e propiedad adecuados permitieran la exclusión de aquellos que no pagan. Además, no hay que
  • 28. olvidar que los intentos de los gobiernos de suministrar “bienes públicos” tendrán que superar los problemas identificados por la teoría de los “fallos de gobierno”. El Mercado como solucionador de problemas Nuestra breve ojeada al monopolio, las externalidades y los bienes públicos ha demostrado que los los intent os del gobierno de corregir aparentes “fallos de mercado” son a menudo mal dirigidos. De hecho, los economistas han dado razones que indican que el Merc ado puede no ser tan malo como los planificadores gubernamentalistas quieren creer. Hasta ahora no hemos hecho caso del verdadero potencial del Merc ado para auto -corregirse. Las ineficiencias de hoy son las oportunidades de beneficio del futuro. Ignorar o no hac er caso de esta afirmación fundamental supone no ser imparcial y estar sesgado a favor de la intervención del gobierno. El planific ador gubernament al ve a la economía como una fotografía congelada en el tiempo y determina si el Mercado cumple con sus criterios ideales. Sin embargo, la economía debería verse como una película que se desarrolla a lo largo del tiempo. En otras palabras, es el hecho de que la situación no cumple con las condiciones ideales lo que activa las acciones empresariales que resuelven los problemas y mejoran la situación. Muchos economistas y científicos políticos han desarrollado también una serie de críticas prácticas a las soluciones gubernamentales. Aquí es donde nuestro cuento d el emperador romano entra en acción: tenemos que escuchar al segundo cantante para examinar la forma en que las decisiones son realmente tomadas en política. Lo haremos mediante los mismos principios que usamos para trat ar el proceso de toma de decisión en una economía de mercado. Este área de investigación se llama elección pública. Razones para los “fallos de gobierno” El análisis económico del proceso de toma de decisión supone que los individuos se comport an más o menos de igual forma tanto si estan dentro como fuera del gobierno. Tanto los individuos que votan en las urnas como los que se sientan en el Parlamento son los mismos que compran en el supermercado o se sientan en las juntas de administración. Tales individuos no son pecadores natos ni santos; son igual que tú y que yo. Tienen propósitos y planes y usan los recursos a su disposición para conseguir realizarlos tan eficazment e como les sea posible. En política hay dos lados: los demandantes de servicios gubernamentales (los votantes) y los proveedores de tales servicios (los políticos). Si la política funcionara a la perfección, las decisiones políticas que se adoptaren reflejarían exactament e los deseos de los votantes. En otras palabras, en un “sistema político perfecto” las preferencias de los votantes serían los ingredientes del funcionamiento del sistema y las decisiones políticas que produjera el sistema reflejarían las preferencias más populares del momento. Conseguiríamos el gobierno que deseáramos. Esta visión simplista del proceso político no describe la realidad. ¿Por qué el gobierno que tenemos nunca se parec e a este ideal? Ya hemos dado las razones por las cuales el gobierno no puede calcular los costes y los beneficios. El gobierno también tiene que operar sin el conocimiento de tiempo y lugar proporcionado por los precios de Mercado y la disciplina de beneficios y pérdidas. Las intervenciones políticas en el Mercado son, básicamente, como intentar tirar con arco a oscuras . También hemos comentado el
  • 29. papel que tienen los grupos de presión con intereses especiales en el proceso político de toma de decisión; exploremos esto un poco más. Votantes y grupos de interés A los políticos se les puede considerar como emprendedores con ánimo de ser elegidos. Por definición un político quiere conseg uir votos y dinero para pagar su campaña. Si no consigue estos votos y estas contribuciones no será elegido. Si se acerca una elección, los políticos intentarán ganar el apoyo de los votantes. Para hacerlo, concentrarán los beneficios en el cort o plazo y distribuirán los costes en el largo plazo. Por ejemplo, los políticos pueden aumentar el gasto públic o en proyectos populares justo antes de una elección, incluso aunque esto implique aumentar los impuestos a largo plazo. Los políticos saben también que mucha gente no se molesta en votar y que muchos vot antes no creen que merezca la pena dedicar tiempo a aprender mucho sobre asuntos políticos. Asimismo, al contrario que estos conjuntos desorganizados de votantes, hay votantes con intereses especiales que conocen mucho un asunto particular por el que están muy interesados. Los políticos saben que ganarían muy poco si concentraran sus esfuerzos en la masa de votantes mal informados o en aquellos que no votan en absoluto. Los políticos maximizarán su beneficio concentrándose en favorecer a grupos de interés especial que están bien organizados y bien informados mientras reparten los costes sobre todos los demás. De este modo hemos identificado dos razones para los “fallos de gobierno”: el sesgo cortoplacista de l os políticos y la concentración de beneficios en los grupos de interés especial a expensas del público en general. Los “fallos de gobierno” son todavía peor. Estos grupos de int erés especial usan a menudo considerables recursos para intentar que se aprueben sus políticas favoritas. Estos grupos de interés especial pueden llegar a emplear grandes cantidades de tiempo y dinero trat ando de influir en los políticos. Esto se llama “búsqueda de rentabilidad”. Estos grupos también intentarán as egurarse el control de cualquier regulación gubernamental sobre su propio comportamiento. Esto se llama la “teoría de la capt ura de la regulación”. La presión o “lobby” que hacen estos grupos de interés para conseguir favores especiales es lo que los economistan denominan “pérdida debida a peso muert o” (“deadweight loss”). No produc e valor intrínseco ni añadido; gastan recursos simplemente para robar recursos de otros votantes. La Política contra el Mercado Otra razón por la que los gobiernos no consiguen corregir problemas económicos es que la naturaleza de los bienes políticos es diferente a la de los bienes de merc ado. En la economía de mercado podemos adquirir bienes individualmente. Podemos comprar una camisa azul, unos pantalones caqui, una corbata roja de estilo Adam Smith y una chaqueta azul (¡el uniforme oficial de un economista!). En política estamos obligados a “comprar” un paquete de bienes. Nos pueden gustar las ideas sobre sanidad de cierto político pero preferimos la política exterior de un político diferente. Si n embargo, no podemos elegir estos “bienes” por separado. Esto provoca mayores diferencias entre las preferencias del vot ante y las políticas del gobierno. Por último, una de las características más importantes d e la economía de mercado es que si una empresa no satisface la demanda del consumidor la empresa recibe la respuesta (“feedback”) y acusa el resultado rápidamente; o cambia lo que hace o va a la quiebra. El Mercado impone una
  • 30. disciplina a sus participantes. La economía de mercado es un sistema de b eneficios y pérdidas y el elemento de pérdidas es crítico en su operación. En lugar de recibir una disciplina por el mecanismo de beneficios y pérdidas, los políticos reciben el “feedback” y la disciplina en las urnas. El mecanismo de las urnas es, sin em bargo, más lento y más ambiguo que el mecanismo de beneficios y pérdidas. Una medida de esto es la proporción tan elevada de políticos que son reelegidos. Los políticos se renuevan mucho menos que las empresas. El análisis de elección pública puede revela r muchos más ejemplos de “fallos de gobierno”. Para nuestro propósito, enunciamos las tres razones principales del “fallo de gobierno”: • La imposibilidad de comparar políticas alternativas en términos de costes y beneficios monetarios. • La falta de una respuesta adecuada a la demanda existente debido a la ausencia de un sistema de beneficios y pérdidas. • La influencia de grupos de presión con intereses especiales, que obtienen beneficios a costa de la masa desorganizada y peor informada de votantes. Dejad que funcione el Mercado Puede que el Mercado no produzca las condiciones ideales; sin embargo, esto no significa que debamos aut omáticamente dec antarnos por el Gobierno. Al contrario, cuando dejamos “que el segundo participante cante”, descubrimos a men udo que la alternativa de regulación gubernament al empeora las cosas. Vivimos en un mundo donde los result ados perfectos no existen y no son una opción. Al elegir entre sistemas sociales, debemos reconocer que estamos tratando bien con emprendedores que yerran (el Mercado) o bien con burócratas incapaces. El Mercado falla, los gobiernos fallan. No obstante, tenemos buenas razones para creer que los “fallos de gobierno ” son más dañinos que los “fallos de mercado”. No sólo debemos siempre dejar que todos los participantes actúen antes de emitir nuestro juicio, sino que nunca debemos juzgar a ningún participante basándonos en una primera impresión. Al contrario, tenemos que apreciar la capacidad de los mercados para ajustarse a condiciones cambiant es. Al revés que con la política, en el Mercado los problemas de hoy son las oportunidades de beneficio de mañana. Dicho de otro modo: si el Mercado falla, usa el Mercado para resolver el fallo. Lectura s recomendadas: Boettke, Peter J., Paul Hey ne, David L. Prychitko (2009): “The Economic Way of Thinking” (12th edition), Prentice Hall, New Jersey. Mitchell, William C. y Randy T. Simmons (1994): “B eyond Politics: Markets, Welfare, and the Failure of Bureaucracy”, Westview Press, Colorado. Wagner, Richard E. (1989): “To Promote the General Welfare: Market Processes Vs. Political Trans fers”, Pacific Research Institute, San Francisco. Friedman, Milton y Ros e Friedman (1990): “Free to Choose”, Harvest Books, New York.
  • 31. Hayek, Friedrich A. (2007): “The Road To Serfdom: Text and Documents - The Definitive Edition”, University Of Chicago Press, Chicago. Hazlitt, Henry (1988): “Economics in One Lesson: The Short est and Surest Way to Understand Basic Economics”, Three Rivers Press, New York.