El documento sugiere que deberíamos tratar la Biblia con la misma prioridad y frecuencia con la que usamos nuestros teléfonos celulares, llevándola con nosotros a todas partes, revisándola varias veces al día y usándola en caso de emergencia. A diferencia de los teléfonos, la Biblia nunca necesita ser recargada porque Jesús ya pagó la cuenta y ofrece promesas eternas.
1. LA BIBLIA Y EL CELULAR
Me pregunto qué pasaría si tratásemos a nuestra Biblia como
tratamos a nuestro teléfono celular.
¿Si la lleváramos a todos lados en nuestra cartera o bolsillo?
¿Si nos regresáramos si se nos hubiera olvidado?
¿Si la revisáramos varias veces al día?
¿Si la usáramos para recibir mensajes del texto?
¿Si la tratáramos como si no pudiésemos vivir sin ella?
¿Si se la diéramos a los muchachos como regalo?
¿Si la usáramos mientras viajamos?
¿Si la usáramos en caso de emergencia?
Esto es algo para animarnos a preguntar... hmmm... ¿dónde está mi
Biblia?
Oh, y una cosa más. A diferencia de nuestro teléfono celular, no
tenemos que preocuparnos que nuestra Biblia sea desconectada…
¡porque Jesús ya pagó la cuenta!
La Biblia está eternamente cargada. Nunca tiene que ser recargada.
Lo que perdemos de vivir en obediencia a Dios no podemos
compensarlo jamás. De allí que la Biblia, la Palabra de Dios, sea tan
importante. ¿Por qué no seguir el consejo del pensamiento de hoy y
darle una prioridad mayor a nuestra Biblia que a las nuevas
tecnologías? A final de cuentas lo que Dios nos ofrece es… ¡eterno!
Adelante y que el Señor les bendiga.
Susténtame conforme a tu palabra, y viviré; Y no quede yo
avergonzado de mi esperanza. Salmo 119:116.